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M. N. Roy
Nacionalismo burgués
Redactado: el 15 de agosto de 1923.
Publicado por vez primera: en Vanguard, Vol.3. No.1. 
Esta edición: por Miguel G. Macho.
http://www.miguelgmacho.com/
Fuimos informados por un amigo de que nuestra crítica del nacionalismo burgués es 
atacada por muchos revolucionarios nacionalistas sinceros por la creencia posterior de que 
esta crítica refleja sobre su honradez. Permita ser dicho que al primer comienzo de nuestro 
deber no nos es permitido perdonar los sentimientos de ningún sector particular que, directa 
o indirectamente, actúe contrario a los intereses de las masas indias. Creemos que los 
nacionalistas revolucionarios, que están inspirados por el noble ideal de la liberación 
nacional, y quienes durante las últimas dos décadas han venido demostrando ampliamente 
que están preparados para sufrir por este ideal, comparten también con nosotros el deseo de 
proteger los intereses, y garantizar la felicidad y la prosperidad de las masas. Correctamente 
entendida, nuestra crítica, por tanto, no debiera ofender a estos honrados idealistas; al 
contrario, el objeto de nuestra crítica ha sido siempre señalar, por encima de ellos, el motivo 
tras los aparentemente plausibles actos de las clases dominantes.
Parece que el malentendido surge del término burguesía. La correcta definición 
socioeconómica de este término no ha sido evidentemente solicitada. Es observada como 
una comodidad occidental que no tiene lugar en India. En pocas palabras, este término 
despierta en el indio medio bastante prejuicio, que es mantenido vivo por la sutil 
propaganda de las clases dominantes. En vez de buscar la clase dentro de nuestra sociedad 
que corresponda con lo que es llamado burguesía en Occidente, el término común 
“bhadralok” es tomado como sinónimo. Por tanto surge el malentendido. Evidentemente, el 
término “bhadralok” es esencialmente aplicable a las clases dominantes, y en este sentido 
corresponde a la burguesía de Occidente. Pero el término “bhadralok” abarca ahora tal 
variedad de elementos sociales que es incorrecto su uso como sinónimo de la palabra 
“burguesía”, que tiene un significado muy concreto.
El término “bhadralok” designa literalmente a una persona culta -en ocasiones como el 
inglés “gentlemen”. Ciertamente tiene una base económica indirecta, dado que la cultura ha 
sido disponible solamente por las personas que disfrutaban de ciertos privilegios 
económicos. El término indio, sin embargo, no es tan claramente económico como lo es 
“burguesía”. La segunda es una palabra francesa que era originalmente aplicada a los 
afincados hombres de ciudad, y conlleva consigo todos los poderes y privilegios que fue el 
monopolio de los afincados hombres de ciudad en el siglo XVIII. Por tanto, aunque 
esencialmente no hay mucha diferencia entre el significado de ambos términos, 
comúnmente no es lo mismo lo que es entendido de ellos en los lugares en que son usados 
respectivamente.
El inconveniente al término “burguesía” y particularmente la crítica levantada contra la 
filosofía y políticas de esta clase está basado en la diferencia entre el significado superficial 
de ambos términos. Es tal vez el pensamiento de que a las clases dominantes indias no les 
interesan las cosas materiales: su superioridad es cultural, ellos son aristócratas 
intelectuales. Esta es precisamente la doctrina cuya hipocresía venimos a exponer. Es inútil 
discutir sobre términos. Importa muy poco si el término “bhadralok” significa exactamente 
“burguesía” o no. Lo que importa es si existe una clase en la que por todo propósito ocupa el 
mismo lugar en la sociedad india que la burguesía en los países occidentales. Todos los 
elementos incluidos en el término general “bhadralok” tal vez no pertenezcan, y de hecho no 
pertenecen, completamente a esta clase. Es cierto que nuestra relación entre esta rama 
particular de los “bhadralok” y las masas no es la misma a la relación entre las masas y otros 
que también son llamados “bhadralok”. Aún más, la relación entre esta sección particular de 
los “bhadralok” (que precisamente corresponde a la burguesía) y otras secciones que 
también suelen ser llamadas “bhadralok” es difícil de ser distinguida de la relación existente 
entre la clase dominante y las masas. Por tanto lo que debe ser observado no es el uso suelto 
de un término particular, un uso que tiene que ser construido para la claridad y en la 
ausencia de un término que mejor se adapte, sino la composición social de la clase a la que 
se refiere este término. Si así se hace, nuestros amigos los revolucionarios nacionalistas no 
tendrán ninguna razón para ofenderse por nuestra crítica de la filosofía y políticas 
burguesas. Ya que están molestos porque piensan que nuestra crítica es contra ellos, y puesto 
que ellos no poseen los atributos que son el objeto de nuestra crítica, es lógica que se 
ofendan por nuestra actitud. De hecho, lo que constantemente señalamos es cómo la clase, 
de la que los revolucionarios nacionalistas son naturales, no disfrutan de ninguno de los 
derechos y privilegios que supuestamente pertenecen al “bhadralok”, y cómo la posesión 
intelectual de la que están tan orgullosos no son sino la comodidad que es vendida a las 
puertas de la posesión de propiedades de las clases altas a cambio de unos medios 
insuficientes de sustento. Por tanto, nuestra crítica debiera ayudar a los revolucionarios 
nacionalistas a ver las cosas como son, en vez de herir su orgullo.
La razón de este resentimiento por parte de los revolucionarios, si realmente existe tal 
resentimiento, es que ellos se consideran a ellos mismos miembros de la clase que llamamos 
la burguesía. Ahora, a la luz de los nobles sentimientos que mueven a estos nacionalistas, no 
es posible contarlos entre aquellos cuyo patriotismo es manifiestamente aquel de la 
propiedad privada, y cuya teoría del nacionalismo, como mostraremos a continuación, no 
corresponde con el bienestar de la mayoría de las personas que constituyen una nación. 
Decimos, a riesgo de incurrir en su disgusto del principio, a aquellos que con el tiempo 
deberán estar con nosotros: “No os sintáis tan orgullosos de vuestra ascendencia 
“bhadralok”, observad vuestra verdadera posición cercanamente, con una mirada realista, y 
veréis que no pertenecéis a la burguesía, la actual “bhadralok” que venimos diciendo”. En el 
lenguaje científico social, decimos a los patriotas revolucionarios que quieren la libertad, no 
de un cierto sector, sino de las masas de pueblo indio: “Sois unos desclasados: 
económicamente no tenéis lugar en el rango de la burguesía, pertenecéis a la clase obrera 
explotada: es únicamente el prejuicio del nacimiento, de la tradición el que no os permite 
tener este punto de vista realista sobre vuestra propia posición, materialmente sois un 
trabajador explotado, puro y sencillo; espiritualmente tenéis vuestras manos y pies 
encadenados por la sutil propaganda de las clases altas, quienes están muy interesadas en 
mantener vivos vuestros prejuicios contra la “multitud analfabeta”, para que la unión entre 
el trabajador intelectual y el trabajador manual sea aplazada cuanto sea posible. Siendo tal el 
caso, ¿por qué debería la clase que no disfruta de ninguno de los derechos y privilegios que 
conlleva la propiedad, ser defensores activos o pasivos de las políticas del nacionalismo 
burgués?”. Los patriotas revolucionarios no tienen sino un prejuicio que perder. Si pueden 
hacerlo, ellos apreciarán nuestra crítica de la burguesía, y verán que tal crítica no hace el 
menor ataque sobre su honradez.
¿No recordamos los sentimientos que, hace dos décadas, hicieron brotar de los estrechos 
círculos de aquellos insertos enprósperas profesiones liberal o que ocupaban confortables 
puestos en el gobierno? ¿Cuál fue el ideal de aquellos pioneros del nuevo nacionalismo que 
desafiaron el derecho del por entonces Congreso de hablar en nombre de la nación? El 
sentimiento era el de rebelión contra las condiciones miserables a las que las masas habían 
sido reducidas por los mandatarios extranjeros. El ideal fue el de alimental el hambre, el de 
ilustrar a los analfabetos. No fueron los altos obispos ingleses del constitucionalismo, sino 
rebeldes nativos u otros, como Bankim Chatterji, los genios inspiradores. La visión del 
pueblo hambriento, ignorante y oprimido fue la fuerza motora. Por tanto, la historia de 
Ananda Math exaltó la imaginación de nuestros patriotas revolucionarios. El aullido fue, 
robar a los ricos para dárselo a los pobres. En otra parte del país, la visión de Sivaji 
liderando a sus montañeros exaltó la imaginación popular. Ésta es la base del nacionalismo 
revolucionario, que atañe al destino de las amplias masas del pueblo. Hasta este momento 
ningún partido político, que se han apropiado en un momento u otro de la lucha por el 
interés nacional, se ha levantado sobre esta base. La razón de esta desviación ha sido 
constantemente señalada por nosotros. No ha sido una desviación involuntaria. Las 
exigencias del interés de clase lo demandan. Y aquí llega la diferencia entre el nacionalismo 
burgués calculado para hacer avanzar los intereses de las clases altas (especialmente 
capitalistas), y el patriotismo revolucionario basado en el noble ideal de asegurar la felicidad 
y la prosperidad a la mayoría de la población.
Cuando la burguesía, impulsada por el deseo de avanzar sus propios intereses de clase, 
traiciona la causa del patriotismo honesto, llega a ser imperativo que todo patriota sincero se 
recobre del prejuicio de ser “bhadralok” y tome su postura en el camino de la clara lucha 
revolucionaria, que guiará la realización del ideal que arde en él. Si fracasa, él naturalmente 
se identificará con la burguesía, y por tanto merece ser llamado hipócrita.
Ahora vamos a ver qué camino siguen varias escuelas del nacionalismo burgués, para así 
juzgar si ese camino conforma el ideal del patriotismo sincero. En un artículo reciente 
titulado “La amenaza bolchevique”, el Bengalí levantaba nuestro programa como 
absolutamente dañino a los intereses de la nación. Tras citar la cláusula particular que 
llamaba a dar la tierra a quien la cultiva, este órgano de príncipes del mercado y barones 
afincados escribe:
“Esto, por tanto, incumbe a todos los poseedores de propiedades y riqueza, a todos los 
hombres profesionales, a todos los patriotas sensatos y serios, a todos los apóstoles de la 
educación y la cultura que se reúnen y guardan contra este peligro incipiente que amenaza 
con minar los mismos cimientos de la estructura social, y paralizar las actividades de una 
joven y emergiente nación”.
El artículo entero está lleno de tales sentimientos escogidos que pueden encontrarse 
expresados con abundancia en la prensa de la gran burguesía. Cualquier programa que 
propone restringir al mínimo los intereses disfrazados de las clases altas es condenado en 
nombre de la nación, y el patriotismo de las clases medio bajas nacionalistas en invocado 
para apresurarse a la defensa de los derechos de propiedad contra las masas explotadas y 
expropiadas. ¿No merece idea del honesto patriotismo denunciar incondicionalmente esta 
rama del nacionalismo? ¿Estamos equivocados convocando a los nacionalistas 
revolucionarios a romper toda conexión con estos patriotas de la propiedad, y a olvidar su 
ilusión de superioridad intelectual, una ilusión que solamente les proporciona a los 
involuntarios defensores de esta rama del nacionalismo?
Un ejemplo más. El Partido Swaraj está encabezado por hombres cuyos patriotismo se 
supone por encima de cualquier sospecha. Aquí, de nuevo, no es el idealismo individual 
sino el interés de clase que manda por encima de lo demás: y la situación ha de ser conocida 
como una clase. El Partido Swaraj propone inscribirse en los Consejos y establecer una 
demanda por un gobierno con mayor autonomía, en nombre de la nación. Para hacerlo, 
deben poseer el mandato del electorado, que apenas supone la mitad de la población. ¿Y 
quién constituye este electorado? Arrolladoramente son clases altas pudientes. Por tanto, es 
posible saber cuál será la naturaleza del gobierno autonómico demandado por el Partido 
Swaraj. Aquí está lo que la Tribuna (un órgano del Partido Swaraj) dice: “Obligando al 
gobierno a convertirse en verdaderamente constitucional, en otras palabras, a aceptar al 
pueblo, el electorado, como su único dirigente verdadero”. Ésta es la filosofía política del 
partido, que cabe en una cáscara de nuez. Los intereses del electorado, ésta minoría 
infinitesimal, son tomados como intereses nacionales, y tan pronto como el gobierno tome 
esos intereses en consideración se convertirá en realmente constitucional. ¡Sobre esta 
realización del nacional gobierno autonómico, los representantes de esta minoría gobernarán 
sobre el país en el nombre del bienestar nacional y la democracia! ¿No es una monstruosa 
mentira el decir que cualquiera de los partidos de encima o algunos otros de naturaleza 
similar pueden recibir la leal adhesión de quienes honestamente desean el bienestar de las 
masas? ¿No es un error deplorable para los patriotas revolucionarios que se consideran a sí 
mismos aliados en cualquier modo con las clases que engañan a la nación por sus propios 
intereses? Esto es lo que nosotros entendemos por el nacionalismo de la burguesía.
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