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Significado de firma digital

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Significado de firma digital 
Definición, funciones, y precauciones 
Definición formal 
La firma digital es una representación y validación de aprobación expresada por un 
individuo a instancias de un acuerdo o contrato en formato electrónico, como 
método reconocido legalmente, procesado por un sistema que actúa en consonancia 
con las exigencias jurídicas locales y los estándares de seguridad. 
Pese a que parecería que la firma digital va ligada a la época contemporánea de la 
microinformática, a partir de la segunda década del nuevo milenio, lo cierto es que 
la primera formulación teórica de cómo debe ser realizada una firma digital, data de 
1976. 
Los pioneros de la criptografía, Whitfield Diffie y Martin Hellman, inventores del 
sistema de clave pública (Diffie-Hellman), fueron quienes primero teorizaron sobre 
la posibilidad de firmar digitalmente y de forma segura documentos mediante algún 
tipo de firma electrónica criptográfica, pero no llegaron a implementarlo. 
Para ver el primer software capaz de aplicar firmas digitales, el mundo tendría que 
esperar hasta 1989, con el Lotus Notes, aunque debería esperar una década hasta 
que en 1999, Adobe añadía la capacidad de firmar documentos en su popular 
formato PDF. Finalmente, en 2008, la OSI (Organización Internacional de 
Normalización, por sus siglas en inglés) adopta el formato PDF como estándar, 
incluyendo la firma digital como parte de dicho estándar (ISO 32000). 
 
Funciones y procedimientos 
Una firma digital tiene el mismo valor que una rúbrica manual para estampar en 
contratos u otros documentos legales. 
Para ello, una entidad de confianza debe emitir dichas firmas. Por ejemplo, en 
España la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre realiza dicha función al ser una 
entidad oficial y fiable, pero no es la única que puede hacerlo. 
Los trámites pueden variar, pero generalmente requieren algún tipo de 
identificación, lo que suele implicar en muchos casos una visita personal a una 
oficina de alguna de las entidades que pueden expedir certificados digitales. 
Una vez con los ficheros del certificado digital en un soporte físico (o descargados 
de Internet, según el caso) necesitamos un software para utilizarlos. 
Actualmente, cualquier navegador web dispone de la funcionalidad de instalación 
y uso de certificados digitales para firmar digitalmente. ¿Por qué? Simple: la firma 
digital, como medio para comprobar la identidad de una persona, permite la 
realización de múltiples trámites administrativos en línea. En este sentido, pues, 
tanto nos da poder de firma, como de acceso mismo a los trámites, en una área 
privada del sitio web, y sustituyendo o complementando los tradicionales nombres 
de usuario y contraseñas. 
También es posible solicitar una firma digital para una entidad como, por ejemplo, 
una empresa, asociación, u otro, y realizar trámites con ambas. Los navegadores 
también permiten instalar varias firmas para utilizar la que corresponda en cada 
momento, contemplando si actuamos en nombre propio particular (como 
ciudadano), o bien en representación de una organización. 
Otro software que permite el manejo de firmas digitales es el lector PDF Acrobat 
Reader. En este caso, su uso es puramente para firmar digitalmente documentación 
que nos llegue en dicho formato PDF, y que podamos descargar y gestionar off-line. 
Además de estos programas, también hay muchos más en el mercado que soportan 
el uso de firmas digitales para cumplir con determinadas tareas o finalidades, 
muchas de ellas muy concretas (como, por ejemplo, la tramitación de impuestos). 
Una gran parte de dichas aplicaciones son gubernamentales y, obviamente, cambian 
según los países. 
 
Precauciones con la firma digital 
A efectos prácticos de su uso, las firmas digitales consisten en uno o dos ficheros en 
un formato determinado (hay varios, pero pocos formatos para almacenarlas, 
estandarizados y reconocidos por los varios programas que las soportan), 
protegidos por contraseña. Uno de ellos -si hay varios archivos- puede que no 
necesite la protección al ser una clave pública (siempre depende de cómo esté hecha 
la firma y con qué estándar). 
Aunque la contraseña es una protección suficientemente fiable, lo mejor es impedir 
que el mismo fichero caiga en manos de desconocidos. Una buena práctica en este 
sentido es que, después de instalar el certificado digital que contiene la firma, los 
ficheros que conforman dicha firma no los guardemos en el mismo ordenador, si no, 
por ejemplo, en un pendrive en un cajón. Y si el sistema de ficheros de dicho 
pendrive está encriptado, mucho mejor. 
En caso de robo de una computadora que disponga de la firma digital instalada, o 
de que tengamos constancia que se ha vulnerado su seguridad, deberíamos 
revocarlos inmediatamente; una vez instalados en el navegador, no se nos solicita 
contraseña para utilizarlos, por lo que cualquier ciberdelincuente puede firmar cosas 
digitalmente en nuestro nombre si tiene acceso a nuestra máquina. 
 
Para revocar un certificado digital, solamente tendremos que ponernos en contacto 
con la entidad que lo ha expedido para explicar el caso y solicitar la revocación. 
También podemos aprovechar la ocasión para solicitar la expedición de un nuevo 
certificado. 
 
Por qué deberíamos tener todos la firma electrónica 
Si alguna de las personas que leen este artículo se pregunta por qué necesita 
disponer de firma electrónica, podemos decirle: porque cada día son más los 
trámites en línea que cualquier administración pública de cualquier país pone a 
disposición de sus ciudadanos. 
Además, al tener el mismo valor legal que una rúbrica manual, nos puede ser útil 
para firmar contratos o documentos de cualquier tipo. 
El confinamiento debido a la pandemia de COVID-19 supuso una aceleración en la 
adopción y uso de los certificados y las firmas digitales que, cada día más, se está 
viendo como una tecnología cuya adopción es irreversible.

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