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AGROCLIMAS DEL CULTIVO DE GIRASOL EN LA ARGENTINA E. M. Sierra, G. M. Murphy (1) Recibido: 16 /9/85 Aceptado: 8 /4 /86 RESUMEN Debido a una muy especial interacción de factores ambientales, económicos y tecnológicos, en la Ar gentina, durante la década del ‘70, tuvo lugar una verdadera revolución en la producción de girasol, con un firme aumento en el rendimiento y contenido de aceite, mientras su área de cultivo aumentaba hasta un nivel sin precedentes a medida que dejaba su zona original y se extendía hacia nuevas regiones. Fueron analizados los factores más im portantes que afectaron este proceso, identificando y evaluando aquellos de origen agro climático. Se desarrolló una clasificación en escala macroclimática con diez zonas que proporciona una guía de los principales agroclimas en los que se cultiva el girasol en la Argentina. Para cada zona se analiza el área cultivada, su evolución, la época de siembra, el régimen térmico e hí- drico y los rendimientos. AGROCLIMATES FOR SUNFLOWER CROP IN ARGENTINA SUMMARY Due to a very special arrangement of enviromental, economical and technological factors, a revolution in sunflower production took place in Argentina during the seventies, with yield and oil percentage in creasing at a steady rate, while its growing area rose to an unprecedent level as it left its original location to spread into new zones. The man factors affecting this process were analyzed, attem pting to identify and to evaluate the inter vening agroclimatic factors. A ten zones (A to J) macro scale classification was developed, providing a gui de to the principal agroclimates under wich subflower is grown in Argentina. For each agroclimate zone, cultivated area, trend, planting date, thermal and hidrologic regime, and yields were dealt with. INTRODUCCION cultivo la importancia que merece. La evolución del cultivo del girasol en la El rendimiento y la calidad del girasol, Argentina constituye un proceso complejo durante mucho tiempo, se mantuvieron por debido a la interacción entre factores eco- debajo de los niveles posibles de lograr en las nómicos, tecnológicos y climáticos fluctuan- condiciones locales y con la tecnología dis- tes, no habiendo alcanzado aún el equilibrio ponible. Sólo en los años recientes, esta mo- que caracteriza a otras especies cuyas áreas dalidad comenzó a revertirse dándose a su de cultivo y modalidades bioclimáticas se (1) Cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la Facultad de Agronomía de la U.B.A. Av. San M artin 4453 (1417) Buenos Aires, Argentina, e Investigadores del CONICET. Rev. Facultad de Agronomía. 7 (1): 25-44, 1986 26 E. M. Sierra y G. M. Murphy hallan establecidas desde hace tiempo. Por el contrario, el girasol se encuentra en plena evolución, con importantes mejoras fitogené- ticas y tecnológicas durante el último dece nio, unidas a un notable incremento en la atención dispensada al cultivo por producto res y técnicos. Por estas razones, el estudio agroclimáti- co de esta especie adquiere características muy peculiares, debiendo abandonarse la premisa del equilibrio entre la distribución del cultivo y las disponibilidades climáticas zonales. Además, existe una falta de conti nuidad en la distribución espacial del cultivo, por lo que los límites de las zonas de distinta aptitud agroclimática sólo pueden ser traza dos en forma aproximada. Habrá que aguar dar a que se produzca la mencionada condi ción de equilibrio para hacerlo en forma de finitiva. Estas causas determinaron que el presente estudio se concentrara en el análisis de los factores generadores de la actual evolución del cultivo, llevándose a cabo una caracteri zación agroclimática de las zonas donde se concentra su área de siembra, así como de las zonas donde el cultivo se halla en franco aumento o disminución, indicando, en cada caso, los límites aproximados que pueden es tablecerse con la actual definición del siste ma. MATERIALES Y METODOS Los requerimientos de información climá tica y meteorológica fueron resueltos me diante el sistema automatizado de procesa miento de datos hidrológicos que la Cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la Facultad de Agronomía está implementando en el Centro de Tecnología y Ciencias de Sis temas de la Universidad de Buenos Aires, a partir de registros proporcionados por el Servi cio Meteorológico Nacional, la Unidad Agro- meteorológica del INTA y otras fuentes. Es te sistema ha sido empleado anteriormente en varios estudios agroclimáticos, y una des cripción de sus aspectos más relevantes pue de encontrarse en Sierra (1984). En cuanto a la información sobre com portamiento del cultivo el problema resultó mucho más arduo pues, si bien existen ex tensos registros llevados por diversos organis mos, ninguno de los mismos responde exac tamente a las necesidades de un estudio agro- climático, de manera que, para satisfacerlos, resultó imprescindible combinar distintas fuentes. Fue necesario realizar una conside rable labor de recopilación y depuración de datos de diversas procedencias, para dispo ner de un archivo en soporte magnético, da do que el gran volumen de los datos obteni dos hacía indispensable su procesamiento en forma automática. En lo referente a datos de ensayos experi mentales fueron consultados los archivos de la Red Oficial de Ensayos Territoriales (RO ET), de la Secretaría de Agricultura y Gana dería, de los Ensayos Regionales del Progra ma de Oleaginosas del INTA y de los Ensa yos Bioecológicos del Programa de Oleagino sas del INTA. Además se incluyeron en el análisis datos de manejo de cultivos comerciales provenien tes de establecimientos que integran el CREA Henderson-Daireaux, a fin de evaluar hasta qué punto las fechas y densidades de siembra empleados en los ensayos experimentales re flejan las prácticas habituales. El cotejo en tre los datos de ensayos experimentales y los de manejo de cultivos comerciales, indicó que existían grandes lagunas en el conoci miento de los datos fenológicos reales del cultivo en sus diferentes zonas. Para aclarar este importante punto se remitió una encues ta a alrededor de cincuenta consultores en distintos lugares de la región girasolera. Para tener una visión general del fenóme no se emplearon los datos de estimaciones agrícolas de la Secretaría de Agricultura, que si bien constituyen la fuente menos detalla da, el hecho de que sus observaciones cubran la totalidad del área girasolera las hace muy valiosas, habiéndose comprobado en estudios anteriores su notable grado de coherencia (Sierra y Pórfido, 1980; Sierra y Murphy, 1982). Datos complementarios sobre la evo- Rev. Facultad de Agronomía, 7 (1): 25-44, 1986 Agroclimas del cultivo de girasol en la Argentina 27 Ilición del contenido de aceite fueron extraí dos de los registros de comercialización pu blicados por la Cámara de la Industria Acei tera de la República Argentina (C.I.A.R.A., 1982). La metodología empleada fue, fundamen talmente, la desarrollada a través de una serie de estudios de zonificación agroclimática de los cultivos del trigo y de la soja (Pascale y Damario, 1961; Pascale, 1969), combinada con la técnica de modelado aplicada en tra bajos anteriores sobre maíz y girasol (Sierra y Pórfido, 1980; Sierra y Murphy, 1982; Pas cale et al, 1977; Pascale y Troha, 1977). RESULTADOS Y DISCUSION Evolución del cultivo En la figura 1 (a) se observa la distribu ción geográfica del cultivo, promedio de tres campañas agrícolas (1978/79 a 1980/81), pudiendo identificarse ciertas zonas donde su concentración es mayor, aunque no es po sible adjudicarles un carácter definitivo, pues durante el decenio anterior (1968/69 - 1977/ 78), el área girasolera experimentó una nota ble evolución, cuyo proceso continúa. Las superficies sembradas departamentales pre sentan tendencias significativas, tanto positi vas como negativas (Figura 1 (b)), dando la impresión de que, durante ellapso analiza do, tuvo lugar una suerte de reubicación del cultivo, lo cual se hace aún más evidente cuando se consideran los incrementos por: centuales sobre el área original (Figura 1 (c)). . Es muy difícil atribuir directamente este fenómeno a causas climáticas, por la exis tencia de causas económicas bien conocidas que permiten explicarlo en buena medida, resultando necesario considerar su interac ción, aunque sólo sea en forma aproximada. Las disminuciones más significativas de las áreas sembradas tuvieron lugar en la zona centro y norte de la provincia de Buenos Ai res (Figura 1 (b) y (c)), donde el cultivo es tuvo firmemente establecido durante mucho tiempo y cuyo agroclima es, muy posible mente, uno de los más adecuados para la es pecie, aunque la competencia con cultivos más rentables, como el maíz y la soja, deter minó la paulatina disminución de su área de siembra dentro de la misma, desplazándolo hacia la periferia de dicha zona. Este fenómeno puede interpretarse en el contexto de una interacción entre factores agroclimáticos y factores económicos, pues dentro de esta conjunción de circunstancias, la plasticidad y rusticidad del girasol le per mitieron hacer de punta de lanza en el pro ceso de introducción de cultivos no tradicio nales en nuevas áreas, donde otros cultivos más rentables pero no tan adaptables, se ha llaban en desventaja ante condiciones agro- climáticas menos favorables. Además, llama la atención que la distri bución geográfica de los rendimientos (Figu ra 1 (d) no pone de manifiesto diferencias zonales tan marcadas como las señaladas pa ra soja (Pascale y Rodríguez, 1981) o para maíz (Sierra y Pórfido, 1980; Sierra y Mur phy, 1982). No obstante, debe señalarse que el rendimiento en kilogramos de semilla por hectárea no es el mejor indicador de produc tividad, incrementada en el girasol a través del porcentaje de aceite, aspecto no reflejado por las estadísticas disponibles. Afortunada mente, los registros de producción de aceite y de molienda de semilla a nivel del país (CIARA, 1982), brindaron una oportunidad de inferir en forma aproximada la evolución del porcentaje de aceite y su asociación con los otros componentes de la productividad. En el cuadro 1 se indican los resultados de dicho análisis, pudiendo observarse (Aso ciación 2) que el porcentaje de aceite experi mentó un significativo aumento durante el período 1963-82, correlacionado con los au mentos de la superficie sembrada (Asocia ción 3) y los del rendimiento (Asociación 4). La combinación del aumento del porcentaje de aceite con el aumento de rendimiento se tradujo en un incremento significativo del rendimiento en kilogramos de aceite por hec tárea (Asociación 5). Sin embargo, debe te nerse en cuenta que está próximo a ser alcan zado el techo tecnológico del porcentaje de Rev. Facultad cíe Agronomía, 7 (1): 25-44, 1986 30 E. M. Sierra y G. M. Murphy aceite (alrededor del 50% ), mientras que el rendimiento de semillas por hectárea, espe cialmente en áreas donde el cultivo se ha di fundido recientemente, está lejos aún de po der expresar el máximo aprovechamiento de las disponibilidades agroclimáticas. En este sentido, es ilustrativo analizar la evolución de los rendimientos desde el inicio de los registros disponibles (Asociación 1), en la que pueden distinguirse tres períodos bien definidos. En una primera etapa (1929- 41), tuvo lugar un incremento significativo de los rendimientos, seguido de una disminu ción también significativa (1942-59), r e s ta bleciéndose el aumento de los rendimientos alrededor de 1960, hasta el presente. En cambio, si se considera la serie completa (1929-82) no existe tendencia, de manera que, al menos a nivel del país, los rendimien tos actuales representaban un avance poco notable con respecto a los niveles ya alcanza dos al final de la primera etapa (1929-41). En consecuencia, la mayor productividad de los cultivares actuales debe atribuirse en bue na medida a su mayor porcentaje de aceite. Posibles efectos de las fluctuaciones climáticas Se acepta corrientemente que el aumento de la demanda internacional y la introduc ción de mejoras tecnológicas y fitogenéticas, fueron las causas principales de la evolución del cultivo analizada previamente. No obs tante, existe un importante factor ambiental no considerado hasta el presente. En efecto, algunos estudios climáticos sugieren que el régimen de precipitaciones de la Argentina se encuentra sujeto a una fluctuación positiva, iniciada a comienzos de la década del ‘50, que ha alcanzado sus valores máximos en años recientes (Minetti, 1981; Minetti et al, 1982; Minetti y Sierra, 1983). Aún cuando esta afirmación es objeto de controversia, re sulta evidente que un incremento en la fre cuencia de precipitaciones por encima de la media causó desde mediados de la década del 70 una serie de inundaciones en las cuencas de los grandes ríos de la zona oriental del país. En los márgenes de la región de agricul tura de secano, este fenómeno produjo una mejora en las condiciones hidrológicas per mitiendo extender su frontera hacia nuevas zonas, proceso en el cual también jugaron un rol importante la tecnología moderna y la versatilidad del girasol. El referido incremento en la demanda mundial se debió, al menos parcialmente, a la existencia de la fluctuación climática nega tiva que afectó al Hemisferio Norte durante la década del 70 y perjudicó la actividad agrícola (Gribbin, 1982; Bernard, 1980; De Rev. Facultad de Agronomía, 7 (1): 25-44, 1986 Agroclimas del cultivo de girasol en la Argentina 31 Nevi, 1982), especialmente en la U.R.S.S. cuya producción de girasol cayó un 25% con respecto a los niveles precedentes, dejando un buen mercado para las exportaciones ar gentinas. Sin duda, el aumento de la deman da de alimentos causado por el incremento de la población mundial, unido a la disponi bilidad de tecnología moderna, hubieran de terminado, de todas maneras, una tendencia positiva a la producción argentina de girasol, pero parece difícil que una verdadera revolu ción, como la de la década del 70, se produ jera sin una especial evolución del clima en ambos hemisferios. Además, resulta llamativo que la primera difusión existosa del girasol tuviera lugar du rante la década del treinta, cuando otra fluc tuación climática negativa estaba afectando la producción agrícola del Hemisferio Norte (Gribbin, 1982; De Nevi, 1982), mientras mucha de la evidencia disponible señala que las condiciones en la Argentina eran predo minantemente normales, salvo durante un breve período, alrededor de 1937 (Minetti, 1981, Minetti et al, 1982; Minetti y Vargas, 1980). Por lo tanto, puede sospecharse que fluc tuaciones climáticas en ambos hemisferios, tal vez inversamente correlacionados, pue dan estar poniendo en marcha los ciclos pro ductivos analizados precedentemente y, posi blemente, afectando la ubicación del cultivo del girasol en la región oriental de secano. Características bioclimáticas del girasol a) Intensidad lumínica El girasol alcanza la saturación lumínica con altas intensidades (Hesketh y Moss, 1963), a la vez que el fototropismo de sus hojas hace que la intercepción de la radica ción solar sea mayor que la de otros cultivos (Shell y Lang, 1976), características que le permiten efectuar un eficiente aprovecha miento de este importante elemento biocli- mático, dentro de una amplia gama de inten sidades. No obstante, por pertenecer al tipo de plantas con metabolismo fotosintético C-3, el girasol presenta fotorespiración (Goldswor- thy, 1975; Moss, 1966; Zelitch, 1977) que tripÜca aproximadamente el valor correspon diente a la escotorespiración (Ludwig y Can- vin, 1971). Esta característica comporta una desventaja para su cultivo en ciertas áreas, como el norte de Santa Fe y la provincia del Chaco, para las cuales resulta muy atractiva la idea de llevara cabo el desarrollo de eco- tipos con metabolismo fotosintético C-4. En lo que hace al ritmo fotosintético, el girasol es capaz de mantener un nivel de alre dedor de 30 mg dm"2 h"1 dentro de cierto rango de temperatura, pudiendo distinguirse dos grupos de cultivares con distinta respues ta (FAO, 1978). El primero de dichos grupos corresponde a cultivares de climas templados, con un ran go operativo de entre 5 y 30° C, y un rango óptimo de entre 15 y 20° C. Por su origen geográfico, resulta evidente que la mayoría de los cultivares difundidos en la Argentina corresponden a este grupo, lo cual explica su buena adaptación al clima oceánico fres co del sur de la provincia de Buenos Aires donde el cultivo dispone de su rango térmi co óptimo, mientras que para su introduc ción en el norte de Santa Fe y en el Chaco debió recurrirsea siembras de invierno. El segundo grupo corresponde a cultiva res de clima cálido, cuyo rango operativo va de 10 a 35° C, con un rango óptimo de entre 25 y 30° C. En este grupo se encuentra po tencialidad interesante, no utilizada aún, pa ra el desarrollo de cultivares adaptados a las áreas subtropicales de la región girasolera argentina. b) Temperatura El girasol se adapta muy bien a siembras tempranas, pues puede germinar con tempe raturas del orden de los 4 o C, lo que unido a una elevada resistencia al frío, tolerando des censos términos de hasta —5o C cuando la planta es joven, constituyen componentes de la plasticidad del cultivo. No obstante, debe señalarse que el proceso de germinación es óptimo entre 8 y 10o C (Cotte, 1957), pero Rev. Facultad de Agronomía, 7 (1): 25-44, 1986 32 E. M. Sierra y G. M. Murphy la emergencia es más segura alrededor de los 15° C (Robinson, 1978) pues, a medida que la planta continúa su ciclo su sensibilidad al frío aumenta considerablemente y, cuando tiene ocho hojas, temperaturas de unas pocas décimas bajo cero pueden dañar la yema api cal. La temperatura inicial de crecimiento del girasol ha sido estimada entre 0o C (Keefer et al, 1976), 1© C (Doyle, 1975) hasta valo res de 7o C (Robinson et al, 1967; Robin son, 1971) para estudios realizados en el ex terior, mientras que en la Argentina el nivel de 0° C fue hallado como la temperatura ba se más apropiada (Perfumo, 1974), lo cual pone de manifiesto que los materiales de di fusión local corresponden al grupo de culti vares de clima templado. Por último, debe señalarse que tempera turas sobre 35° C producen una disminución sensible en el porcentaje de aceite y rendi miento (Klyuka y Tsukarni, 1975), especial mente en el caso de cultivares de clima tem plado, lo cual constituye una de las limita ciones del cultivo hacia el norte de nuestro país. c) Fotoperíodo El fotoperíodo no afecta sensiblemente la duración del ciclo del girasol (Robinson, 1971; Robinson et al, 1967), aunque se han detectado ciertos efectos sobre el número de hojas por planta al momento de la flora ción. En general, puede aceptarse que bajo las condiciones locales y con los cultivares di fundidos en la actualidad no es necesario te ner en cuenta el efecto del fotoperíodo en la elección del lugar y época de siembra. d) Requerimientos hídricos El girasol utiliza aproximadamente 600 gramos de agua por gramo de materia seca producida, lo cual resulta un valor moderado con respecto a otros cultivos de metabolismo fotosintético C-3. No se trata de un cultivo especialmente resistente a las sequías, aunque debe señalar se que logra mantener un comportamiento satisfactorio cuando otras especies resultan dañadas seriamente, lo cual es otra de las componentes de su rusticidad y adaptabili dad, que en ciertas condiciones lo hacen pre ferible frente a otras opciones potencialmen te más rentables, como soja o maíz. Aunque la falta de agua durante la germi nación puede comprometer seriamente la producción (Pascale y Troha, 1977), el sub- período crítico en lo que hace a la satisfac ción de los requerimientos hídricos va des de unos 20 días antes hasta unos 20 días después de la floración (Robelin, 1967-/Ro binson, 1973; Rollier, 1975; Rollier y Pierre, 1975). Factores agroclimáticos incidentes sobre el comportamiento del cultivo en la región girasolera argentina A fin de determinar los factores agrocli máticos que delimitan la distribución del cultivo en la Argentina, se efectuó un análi sis de las necesidades bioclimáticas del culti vo en cada uno de los subperíodos que cons tituyen su ciclo vegetativo anual. El desarrollo fenologico del cultivo de girasol se ha estimado para localidades repre sentativas de las distintas áreas. Es de desta car la falta de registros confiables sobre un aspecto tan importante, por lo que los valo res fueron derivados a partir de la encuesta indicada en Materiales y Métodos (1). Las fechas corresponden a siembras normales, salvo para Pergamino, aunque actualmente en esa área las siembras de segunda se han re ducido considerablemente. Con los datos fenológicos del Cuadro 2 se efectuó el análisis de las disponibilidades eli climáticas zonales, condicionadas por la elec ción de la fecha de siembra. Cuando se trata (1) Se desea destacar el asesoramiento brindado sobre este punto por el Ing. Agr. Guillermo Vidal Aponte, Profesor de la Cátedra de Cultivos Industriales de la Facultad de Agronomía de la U.B.A. Rev. Facultad de Agronomía, 7 (1): 25-44, 1986 Agroclimas del cultivo de girasol en la Argentina 33 de siembras de las denominadas normales, se tiende a efectuarlas lo más temprano que permite el régimen de heladas para brindar les el ambiente más fresco posible, lo cual es indicativo de que los cultivares disponibles pertenecen al grupo de origen de clima tem plado. a) Condiciones térmicas El Cuadro 3 presenta las condiciones tér micas que afectan al cultivo a lo largo de su ciclo en localidades representativas de las dis tintas zonas. Para la germinación se indican a través de las temperaturas media del aire del mes de siembra, pues no existen datos climáticos publicados de temperatura del suelo, justificando dicha sustitución, la estre cha correlación existente entre ambas varia bles. Puede apreciarse claramente que, en todas las localidades, la germinación se pro duce con temperaturas superiores a 10° C, ocurriendo la emergencia con temperaturas de alrededor de 15° C, es decir, dentro del rango óptimo para la fotosíntesis (FAO, 1978). Asimismo, puede advertirse que el riesgo de daño en la emergencia, producido por temperaturas inferiores a —5o C, es prác ticamente nulo, según los valores de tempe ratura mínima mensual media del mes de siembra, y de sus respectivas variabilidades (Cuadro 4). Un mes después de la emergencia la plan- ta se hace más sensible a las bajas tempera turas, y puede observarse que en varios luga res la probabilidad de años con heladas au menta, llamando especialmente la atención en la parte norte de la región girasolera don de, a consecuencia de la necesidad de adelan tar el cultivo para escapar a las condiciones estivales adversas, las heladas parecen adqui rir mayor importancia. Aunque en realidad no se tiene evidencia de que dicha amenaza llegue a concretarse en daños de real impor tancia, sería preferible disponer de cultiva res del grupo de clima tropical, que sembra dos algo más tarde toleren la mayor disponi bilidad térmica, eliminando así el peligro de heladas. La posibilidad de ocurrencia de tempera turas superiores a 35° C durante períodos prolongados es también muy baja, aunque debe hacerse notar que en la zona norte dicha probabilidad existe y justifica, nueva mente, la necesidad de siembras tempranas para escapar a excesos térmicos. El cuadro 5 muestra los valores de sumas de temperaturas disponibles para cada sub- período en las distintas localidades analiza das, resaltando que el ciclo del cultivo pue de cumplirse satisfactoriamente dentro de un rango bastante amplio, sin que esteelemento bioclimático se manifieste como limitante, aún cuando, en el caso de Tres Arroyos, la disponibilidad térmica para el subperíodo floración-maduración está un poco por deba jo del valor de 1050° C señalado por Ander- son (1975) para dicho subperíodo. Rev. Facultad de Agronomía, 7 (1): 25-44, 1986 34 E. M. Sierra y G. M. Murphy b) Condiciones hídricas Las condiciones hídricas predominantes en cada localidad durante los subperíodos crí ticos señalados anteriormente, calculadas por el método de Thornthwaite-Mather (1957), adecuado por Pascale y Damario (1977) al análisis de series temporales se incluyen en el Rev. Facultad de Agronomía, 7 (1): 25-44, 1986 Agroclimas del cultivo de girasol en la Argentina 35 Cuadro 6. Puede observarse que, término medio (p = 0,50), la siembra se efectúa bajo condiciones de equilibrio o leve deficiencia de agua, aunque cuando se considera la ocu rrencia de años secos (p≤ 0,20), se nota la existencia de peligro de deficiencia hídrica en las localidades de clima menos húmedo. Las condiciones hidricas durante la flora ción, etapa crítica por falta de agua, y los rendimientos normalmente buenos en la zo na de Tres Arroyos, donde pueden ocurrir deficiencias superiores a 50 mm en uno de cada c in co años, éstán indicando un buen ín dice de la tolerancia del cultivo del girasol a situaciones hídricas adversas. No obstante, las deficiencias considera bles probables de ocurrir en La Pampa, indi carían a dicha área como límite de las condi ciones bajo las cuales es posible su cultivo en secano y sólo posible durante años hídrica- mente favorables. Si se considera la evapotranspiración rela tiva, es decir la relación porcentual entre la evapotranspiración real y la potencial, lo dicho anteriormente vuelve a hacerse eviden te. En Tres Arroyos pueden ocurrir valores de evapotranspiración relativa inferiores a 58% en un año de cada cinco (p = 0,20), mientras que en La Pampa para la misma probabilidad sólo se computa 32% , lo cual indicaría una considerable probabilidad de pérdida si se acepta al valor del 50% de eva potranspiración relativa como el límite de ocurrencia de daños aparentes. No obstante, en años en que el régimen hídrico se mantie ne cerca de sus valores medianos (p = 0,50), la evapotranspiración relativa suma valores poco o no limitantes en la totalidad de las lo calidades consideradas. En cuanto a la maduración, en años en que el régimen hídrico se mantiene cerca de Rev. Facultad de Agronomía, 7 (1): 25-44, 1986 Agroclimas del cultivo de girasol en la Argentina 37 sus valores normales (p = 0,50), la misma transcurre bajo condiciones favorables en todos los ambientes analizados, aunque en los años con régimen hídrico por encima (p ≥ 0,80) se producen excesos de agua en las localidades de clima húmedo, especial mente en Pergamino, que no parecen consti tuir un peligro ya que no se cuenta con evi dencia de que hayan provocado daños de consideración en la zona. c) Complejos climáticos actuantes sobre el cultivo del girasol en la Argentina. El cultivo del girasol en la Argentina se ha difundido en zonas cuyos climas difieren glo balmente en forma considerable, aunque por ocupar el campo durante cierta parte del año, el complejo climático actuante está de terminado por su ciclo fenològico. Con los datos fenológicos del Cuadro 2 y los climáti cos correspondientes, se estimaron los rangos de condiciones bajo las cuales se realiza el cultivo (Cuadro 7). Es fácil advertir como en climas muy diferentes (por ejemplo los del Chaco y sur de Buenos Aires), el cultivo, a través de su comportamiento fenològico, aprovecha una gama de condiciones para cumplir su ciclo que, en la práctica, es mu cho menos amplia de lo que cabría esperar. En efecto, hacia el norte las fechas de siem bra se van adelantando y, en todas las zonas de la región girasolera, se efectúan con tem peraturas de entre 14 y 16° C, coincidente- mente con la fecha media de últimas hela- dsa. Esto equivale a decir que en el norte se aprovecha para el girasol la porción más fres ca del período libre de heladas, escapando así a las condiciones térmicas adversas, por exceso, que afectarían a siembras más tar días. En el Chaco y norte de Santa Fe, don de las heladas no tienen lugar todos los años y sólo afectan un breve lapso invernal, in clusive es posible recurrir a siembras muy tardías, que completan su ciclo hacia el oto ño, escapando, de esta manera, al efecto de las temperaturas excesivas durante el subpe- ríodo crítico del cultivo. En el sur de Santa Fe, norte de Buenos Aires y La Pampa la fecha de siembra está determinada por la ocurrencia de la última helada y, consecuentemente, la etapa de flo ración de los cultivos no puede eludir las tempraturas más altas del verano. En lo que hace a las temperaturas actuan do sobre la maduración, las diferencias son más notables, siendo bastante mayores las registradas en el norte pero, en esa etapa de la vida de la planta, su efecto perjudicial es muy poco marcado, no resultando significa tivas para el comportamiento del cultivo. Las condiciones hídricas en el momento de la siembra son, término medio, bastante homogéneas, oscilando entre equilibrio y li geras deficiencias, mientras que durante la floración se producen las diferencias más considerables entre las distintas zonas anali zadas. El subperíodo crítico a la falta de agua coincide en todas las áreas, excepto en el norte de Santa Fe, con la concurrencia normal de condiciones hídricas deficitarias Rev. Facultad de Agronomía, 7 (1): 25-44, 1986 38 E. M. Sierra y G. M. Murphy en aumento de este a oeste, hasta alcanzar el nivel de 30 mm de deficiencia media en La Pampa. Sin embargo, es necesario tener cierta cautela en asignar una excesiva significación a éste índice más allá de su utilización geo gráfica comparativa, ya que el balance hidro lógico seriado del cual fueron derivados los valores de situaciones hídricas probables se ñalados en el Cuadro 7, considera la cobertu ra de vegetación del suelo completa durante todo el año (Pascale y Damario, 1983). Ade más, no toma en cuenta que en zonas de ré gimen hídrico deficitario el productor lleva a cabo prácticas de manejo del agua del suelo que atenúan las deficiencias estimadas. Las condiciones hídricas para la madura ción también muestran diferencias entre las distintas zonas pero debe recordarse que, en esta etapa final del cultivo, cierto nivel de deficiencias puede resultar inclusive benefi cioso. Por otra parte, no se presenta el peli gro significativo de exceso, salvo en años de cididamente anómalos, los cuales constitu yen la adversidad de mayor importancia en la madurez y cosecha. Por último, cabe destacar que las consi derables diferencias fotoperiódicas durante la floración en las distintas zonas ponen de manifiesto la escasa incidencia de este factor anaptígeno sobre el comportamiento del cul tivo. Como resumen de lo expuesto puede se ñalarse que en la Argentina el cultivo del girasol se desarrolla en ambientes que, a pe sar de corresponder a complejos climáticos diferentes, varían muy poco de una zona a otra, debido a la modificación de las épocas de siembra. Zonifícación agroclimática del cultivo del girasol en la región oriental de secano Al intentar una zonifícación agroclimática del girasol es necesario reiterar las limitacio nes que deben tenerse en cuenta, dadas las condiciones actuales de desarrollo del culti vo. Según las razones expuestas anteriormen te, dicha zonifícación sólo es posible en esca la macroclimática, pues el cultivo está en proceso de encontrar su equilibrio con las disponibilidades climáticas zonales y, por lo tanto, sólo pueden indicarse las pautas que regulan su distribución general actual. a) El factor más importante en la relación del cultivo con el clima de las diferentes zonas, es la elección de la fecha de siem bra, para lograrla adecuada concordancia de las disponibilidades climáticas con los requerimientos bioclimáticos del tipo de cultivares difundido actualmente. Dado que las siembras se realizan aproximada mente sobre la fecha media de última he lada, coincidiendo con temperaturas del aire de alrededor de 14° C, puede efec tuarse una primera división de la región girasolera en función del mes en que em piezan a manifestarse ambas condiciones. b) A partir de la siembra, el cultivo continúa su ciclo con temperaturas crecientes y, dado que los cultivares difundidos perte necen al grupo de clima templado, la ocu rrencia de niveles térmicos elevados cons tituyen una fuente de adversidad conside rable. Por lo tanto, el segundo índice agroclimático utilizado fue la temperatura media del mes más cálido, por caracteri zar adecuadamente las condiciones de la termofase positiva para la satisfacción de las necesidades calóricas de los cultivos (De Fina, 1950). Hacia el norte de la re gión girasolera la isolínea de 28o C para el mes más cálido, representa con razonable aproximación, el límite septentrional por exceso térmico estival. Asimismo, merece destacarse que en la zona de cultivo del sur de la provincia de Buenos Aires la fe cha de siembra de octubre se corresponde con la temperatura del mes más cálido de 22° c , determinando que el ciclo del girasol se extienda entre las fechas medias de primera y última helada, en el rango óptimo de temperatura para los cultiva res difundidos actualmente. c) La disponibilidad de temperatura (índi- Rev. Facultad de Agronomía, 7 (1): 25-44, 1986 Agroclimas del cultivo de girasol en la Argentina 39 ces de a y b) demuestran su sensibilidad para delimitar la distribución norte-sur del cultivo, pero fue necesario considerar un índice hídrico que señalara los límites de la expansión hacia los climas semiári- dos del oeste de la región de agricultura de secano. La elección de dicho índice resultó un tanto dificultosa pues, por el momento, la zonificación del cultivo es posible realizarla sólo en una escala ma- croclimática, mientras que los índices de rivados del balance hidrológico seriado creyó conveniente recurrir a índices deri vados del balance hidrológico climático (Thornthwaite, 1948), más congruente con la escala de trabajo analizada. Del análisis de la distribución geográfica del cultivo (Figura la) surge con bastante claridad que el girasol se extiende en toda la región oriental de cultivo en secano y, dado que los límites hídricos de la misma pueden establecerse por medio de la iso- línea correspondiente al valor de —20 pa ra el índice hídrico de Thornthwaite (Pas éale y Damario, 1983), se la utilizó en la delimitación zonal tentativa. Además, pa ra señalar las diferentes combinaciones de condiciones favorables para el cultivo en las distintas zonas, se utilizó también la isolínea de índice hídrico de Thornthwaite igual a 0 que, según Burgos (1951), sepa ra los climas húmedos y subhúmedos de los semiáridos y áridos. Por lo tanto, la subregión a oriente de la isolínea de índice hídrico igual a 0 puede considerarse exenta de limitaciones hídri- cas para el cultivo, mientras que, a partir de dicha línea hacia el oeste comienzan a aumentar las deficiencias hídricas, hasta la isolínea de —20 o límite occidental del cultivo en secano en la región oriental ar gentina. Las zonas determinadas por estos índices agroclimáticos fueron representadas en la Figura 2, mientras que en el Cuadro 8 se efectúa una breve descripción de las ca racterísticas de cada una. La caracterización de los suelos de la re gión y su incidencia sobre el cultivo del girasol producirá una carta que, super puesta a la de zonificación agroclimática propuesta, servirá para intentar la zonifi cación agroecológica, de relevante impor tancia en la implementación de una po lítica nacional. Aunque de naturaleza puramente climá tica, la zonificación coincide en sus aspec tos fundamentales con la propuesta por el INTA sobre una base ecológica (INTA, 1983), lo cual puede tomarse como una prueba de su consistencia y de la íntima correlación existente entre los fenómenos climáticos, edáficos y biológicos que in tegran el ecosistema. No obstante, debe señalarse que la zoni ficación producida por el INTA sitúa el límite del cultivo algo más al oeste, abar cando gran parte de la provincia de San Luis, reflejando el avance de las fronteras de la agricultura producido en el país ba jo las condiciones hídricas favorables pre dominantes desde comienzo de la década del setenta. Por el contrario, la zonificación desarro llada en este estudio considera la posición media de los índices agroclimáticos utili zados, calculados sobre un gran número de años, o sea en escala climática, de ma nera que los límites establecidos en la misma se encuentran más hacia el este, representando la posible difusión del cul tivo para el ciclo hídrico con el rango de oscilación registrado desde principios de siglo hasta comienzos de la década del setenta, es decir, a lo que comunmente se denomina “clima normal” . Por el momento es imposible predecir si las condiciones favorables de los últimos años se mantendrán, constituyendo un cambio climático permanente, si se retor nará al “clima normal” , o si una fluctua ción desfavorable vendrá a compensar la anterior pero, en cualquier caso, resulta prudente tener en cuenta que la variabi lidad es una de las principales característi cas del clima, razón por la cual, la vulne rabilidad de un sistema de producción ajustado al extremo más favorable de su Rev. Facultad de Agronomía, 7 (1): 25-44, 1986 42 E. M. Sierra y G. M. Murphy am p litu d es un riesgo m u y grande para la economía nacional. Durante la década del setenta y lo que va de la del ochenta, las condiciones climá ticas han sido favorables para la agricul tura argentina de secano, favoreciendo su expansión hacia nuevas áreas, proceso en el que el girasol jugó un rol importante. Por esta causa, es conveniente tener en cuenta el hecho de que, por haberse di fundido hacia zonas poco aptas bajo con diciones agroclimáticas medias, este culti vo ocupa actualmente algunas áreas de elevado riesgo de producirse una fluctua ción negativa en el régimen hídrico. Dado que la agricultura moderna resultó ser muy vulnerable al impacto climático durante la fluctuación negativa que afec tó al Hemisferio Norte, sería muy impor tante que se dedicaran esfuerzos al desa rrollo de sistemas de producción que no sólo fueron altamente redituables, sino que además tuvieran capacidad para resis tir condiciones adversas sin una total pér dida de productividad. Por lo tanto, puede señalarse que las di ferencias entre las dos zonificaciones ana lizadas, constituyen una buena base para la elaboración de esquemas de trabajo adaptados a las distintas alternativas que pueden emerger en el futuro, frente a las cuales sería necesario contar con planes previamente elaborados. CONCLUSIONES 1. El período analizado corresponde a un proceso de activa evolución del cultivo del girasol en la Argentina, por lo que los límites agroclimáticos de su área de difu sión sólo pueden ser trazados en forma aproximada debiendo esperarse hasta el establecimiento de una nueva situación de equilibrio antes de poder hacerlo con mayor precisión. 2 . Los principales co n d ic io n a n tes agroclim á ticos de la difusión del girasol en nuestro país son la disponibilidad de un período anual con temperaturas moderadas, y la existencia de un balance hídrico equili brado durante el mismo. A partir de di chos índices pudo llevarse a cabo una zo- nificación dentro de la cual se describen los principales agroclimas bajo los cuales se encuentra difundida la especie. 3. Merced a su plasticidad adaptativa, el gira sol ha servido de avanzada en la expan sión de la agricultura hacia el oeste ini ciada durante la década del setenta, no obstantelo cual, puede señalarse la conve niencia de: a) desarrollar cultivares adap tados a altas temperaturas, lo que permiti ría la difusión del cultivo hacia el norte, aprovechando áreas de régimen hídrico adecuado; b) desarrollo de cultivares adaptados a suelos con limitantes climáti cas por exceso hídrico, lo cual permitiría la expansión del cultivo dentro de la Me sopotamia. 4. Dado que la presente expansión de la agri cultura ha tenido lugar durante un perío do de fluctuación positiva del régimen hí drico, debería tenerse en cuenta que la reversión de esta situación produciría un reacondicionamiento de las áreas dedica das a las distintas especies. Dentro de esta hipótesis, es de fundamen tal importancia el desarrollo de sistemas productivos alternativos que permitan una rápida adaptación a situaciones cli máticas no tan favorables como las actua les. BIBLIOGRAFIA 1) Bernard, H. W., 1980. “The greenhouse effect” ' Ballinger Publissing Company, Cambridge, U. S.A., p. 188. 2) C.I.A.R.A., 1982. Anuario Estadístico de Oleaginosas. Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina. 192 págs. Rev. Facultad de Agronomía, 7 (1). 25-44, 1986 Agroclimas del cultivo de girasol en la Argentina 43 3) Cotte, A., 1957. “Sunflower used as a forage crop” Ann. Amelior. Plant. 7: 349-357. 4) De Fina, A. L., 1950. “Sistema práctico para dividir los países en distritos agroclimáticos” . Rev. de Investigaciones Agrícolas , 4 (4 ) : 341- 355. Pub. N° 16. Instituto de Suelos y Agro tecnia. 5) De Nevi, P., 1982. “El pronóstico m eteoroló gico” . Editorial Tres Tiempos, Buenos Aires, p. 149. 6) Doyle, A. 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