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¿Qué mueve a los huracanes? 
J. Rubén G. Cárdenas 
Los ciclones tropicales y los huracanes (un ciclón tropical puede dar 
lugar a un huracán si la velocidad de sus vientos alcanza cierta 
magnitud) ocasionan grandes pérdidas a las sociedades. Por ello se 
están haciendo esfuerzos muy serios para entender y poder predecir sus 
trayectorias y posibles consecuencias. Gracias a los recursos de 
cómputo con los que se cuenta actualmente, los científicos del clima se 
acercan cada vez más a modelar con mayor precisión estos fenómenos 
naturales; aunque quizá nunca lo logren a la perfección. 
Estos fenómenos permanecen como uno de los enigmas de la dinámica 
de fluidos, en parte porque son difíciles de observar y porque no se 
cuenta con la capacidad de simularlos en un laboratorio. A esto hay que 
añadir que, paradójicamente, los huracanes han recibido poca atención 
de los teóricos de la dinámica de fluidos, debido quizá a que plantean 
problemas de termodinámica complejos que involucran un amplio 
espectro de procesos de dinámica de fluidos como rotación, dinámica de 
flujos estratificados, condiciones de frontera, convección, interacción 
entre la atmósfera y el océano. Sin embargo, todos estos factores 
plantean problemas de investigación sumamente interesantes. 
 
¿Por qué existe una temporada de huracanes? 
La temporada principal del año en la que hay ciclones tropicales es el 
verano y el otoño: de julio a octubre para el hemisferio norte y de 
diciembre a marzo en el hemisferio sur. El pico que alcanzan estos 
fenómenos en verano u otoño se debe a que durante ese tiempo del año 
están presentes todos los ingredientes necesarios para la formación de 
ciclones tropicales: aguas del océano cálidas (por lo menos 26oC), una 
atmósfera tropical que provoca fácilmente la convección que da lugar a 
las tormentas, baja cizalla; o sea, un aumento en la velocidad del viento 
horizontal a la altura de la tropósfera baja y una cantidad sustancial de 
circulación de aire disponible a gran escala, ya sea por las depresiones 
de un monzón o por sus ondas. 
 
 
 
Aquí se muestra la cantidad de tormentas tropicales, huracanes y 
huracanes de mayor intensidad en los distintos meses del año. Imagen 
tomada de: www.aoml.noaa.gov 
 
 
Uno pensaría intuitivamente que los ciclones tropicales y por ende, los 
huracanes, alcanzan sus mayores magnitudes justo en el tiempo de la 
máxima radiación solar; es decir, a fines de junio en el hemisferio 
tropical del norte y a fines de diciembre para el hemisferio tropical del 
sur, pero toma varias semanas adicionales que los océanos puedan 
alcanzar temperaturas más elevadas. La circulación atmosférica en los 
trópicos debe alcanzar también su condición más favorable a los ciclones 
tropicales. El lapso de tiempo en que estos fenómenos alcanzan mayor 
magnitud es en realidad análogo al ciclo diario de las temperaturas del 
aire en la superficie terrestre: más caliente a media tarde, pero con la 
radiación solar más alta a mediodía. 
¿Qué determina el movimiento de los huracanes? 
El movimiento de los huracanes puede verse como compuesto por dos 
partes: 
1) Mecanismos del medio circundante del huracán 
Advección del huracán por el flujo atmosférico (velocidad de los vientos, 
gradientes de presión etc.); es decir el transporte horizontal de 
cualquier elemento en la atmósfera por medio del movimiento del aire 
(viento) debido al mismo huracán. Por ejemplo, la advección del calor y 
la humedad en la atmósfera permiten que el flujo atmosférico que rodea 
al huracán, determine su movimiento. La advección dependerá de la 
estructura del vórtice (ver en Cienciorama: Cómo se forman los 
huracanes) y de las condiciones alrededor del huracán. 
 
2) Mecanismos de propagación propios 
 
 
La advección ambiental es normalmente el mecanismo dominante. En 
un marco barotrópico, que no es más que un sistema meteorológico en 
el que las superficies de temperatura y presión coinciden y entonces la 
temperatura es uniforme (no hay gradiente de temperatura sobre una 
superficie de presión constante), el movimiento de un huracán es 
básicamente modificado por la fuerza de Coriolis y el gradiente de 
vorticidad horizontal del flujo que lo rodea. En presencia de cizalla en el 
viento y de liberación de calor latente, un huracán tiende a moverse 
hacia un área donde se produzca un máximo en la vorticidad potencial; 
es decir, un huracán se moverá de acuerdo a la fuerza de Coriolis y al 
gradiente de temperatura2. 
Entonces, los huracanes, en una primera aproximación, pueden 
concebirse como algo dirigido por el flujo del medio ambiente 
circundante a lo largo de toda la tropósfera: desde la superficie hasta 
cerca de los 12 km de altura. A veces se usa la analogía del movimiento 
de los ciclones tropicales y los huracanes con el de una hoja dirigida por 
corrientes en la corriente, excepto que en un huracán la corriente no 
tiene fronteras fijas. 
En las latitudes tropicales los ciclones tropicales y los huracanes se 
mueven generalmente hacia el oeste con un componente leve hacia el 
polo norte. Esto es porque allí existe un eje de alta presión llamado Alta 
Presión Subtropical (o cresta subtropical) que en la tormenta se 
extiende de este a oeste y hacia el polo Norte. En el lado ecuatorial de la 
Alta Presión Subtropical, generalmente prevalecen los vientos del este. 
 
La Alta presión Subtropical y su efecto en la trayectoria de los huracanes 
en el Océano Atlántico. Imagen tomada de: www.aoml.noaa.gov 
 
 
 
 
La Alta Presión Subtropical delineada en rojo, y el huracán WILMA en 
azul, a la izquierda abajo. Imagen tomada de: 
lakeeriewx.com/Meteo241/ResearchTopicFour/HurricaneSteering.html 
 
 
Sin embargo, si la Alta Presión Subtropical es débil, muchas veces 
debido a una depresión en la Corriente del Chorro,3 el ciclón tropical 
puede girar hacia el polo Norte y entonces retornar hacia el este. En el 
lado que se extiende hacia el polo de la Alta Presión Subtropical, 
prevalecen los vientos en el oeste llevando al ciclón tropical de regreso 
al este. Estos vientos que van hacia el oeste son los mismos que traen 
normalmente los ciclones extra tropicales y huracanes con sus frentes 
fríos y calientes desde el oeste hasta el este. 
 
Los ciclones tropicales y huracanes son conducidos entonces, entre otras 
cosas, por las corrientes de viento prevalecientes que rodean a la 
tormenta. La tormenta se mueve en la dirección de estas corrientes y a 
su velocidad promedio. El movimiento de un huracán afecta la velocidad 
de los vientos que circulan alrededor del centro del mismo. En un lado 
de la tormenta, donde la circulación de los vientos y la tormenta entera 
están moviéndose en la misma dirección, la velocidad del viento 
aumenta por el movimiento hacia delante de la tormenta. En el lado 
opuesto de la tormenta, la velocidad de los vientos disminuye por el 
movimiento hacia a delante. 
 
Notas 
1 Podemos considerar la vorticidad como una medida de la velocidad 
con la que rota cada partícula en un fluido. 
2 La vorticidad potencial está dada como el producto de la vorticidad 
absoluta, que toma en cuenta el parámetro de la fuerza de Coriolis, en 
relación al gradiente de la temperatura. La vorticidad potencial indica 
que una parcela de aire puede incrementar su vorticidad absoluta 
mientras su estabilidad estática disminuye. La inestabilidad en un fluido 
 
 
--en este caso la atmósfera--provoca que al introducir una perturbación 
muy pequeña en su seno, esta crezca significativamente; decimos 
entonces que se amplifica a medida que pasa el tiempo. Por el contrario, 
la estabilidad tiende a atenuar y a eliminar la presencia de cualquier 
perturbación que se haya introducido o generado en dicho sistema. 
3. La corriente del Chorro es una corriente rápida de vientos del oeste a 
11 km de altura y que da la vuelta al planeta en ambos hemisferios, 
tiene una velocidad mínima de 120 km/h y es casi horizontal. Se 
presenta en la atmósfera superior, conuna longitud de varios miles de 
kilómetros, algunos cientos de kilómetros de anchura y un espesor del 
orden de tres km. 
 
Bibliografía 
Johnny C. L. Chan, The physics of tropical cyclone motion, Annual 
Review of Fluid Mechanics, enero de 2005, Vol. 37, pp. 99-128. 
 
Atlantic Oceanographic and Meteorological Laboratory , Hurricane 
Research Division. En su página de Internet: www.aoml.noaa.gov

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