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Sociedad enferma Esta opinión pronunciada reiteradamente a través de los siglos, por quienes haciendo una reflexión sobre los acontecimientos más violentos y degradantes de la condición humana, señalan que la sociedad afronta una enfermedad degenerativa que se ha ido agravando en la medida que los individuos, gobiernos e instituciones promueven libertades y derechos sin valores morales racionales. Sin embargo, como las cosas o los hechos no aparecen sin tener una causa, se hace necesario retroceder en el tiempo para darle contexto a estas reflexiones; y vienen a mi memoria las narraciones sobre el origen de los seres humanos que describe el génesis, como también muchas frases de corte profético editadas en los libros más vendidos a través de varios siglos, donde se fundamentan las religiones monoteístas que conocemos. La sentencia bíblica entre otras muchas: “Por sus hechos los conoceréis” que más que un juicio profético es una maldición, no solo describe nuestra patética y perniciosa condición humana después de haber perdido la gracia por el pecado original, donde cada generación irremediablemente deberá pagar en sufrimiento y degradación, el derecho a la vida. Abordado este asunto desde el punto evolutivo, nuestro surgimiento a la vida no es menos triste para nuestro consuelo; ya que como producto evolutivo natural, estamos condicionados por instintos primarios que no solo nos mantienen con vida, sino también por el deseo acucioso de seguirla generando sin importar como sea. Ante estas dos opciones que se retroalimentan de la ignorancia ciega de las creencias religiosas, y del conocimiento de nuestra constitución física, emocional y cognitiva nos encontramos atrapados, En esta forma la persona humana en las sociedades se ha debatido siempre entre el temor a un dios iracundo que no perdona la desobediencia, y las leyes civilizadas que penalizan nuestros comportamientos contrarios a la moral pública y a la convivencia. Cuando el ser humano se libera de las ataduras propias de sus creencias o su racionalidad, es una fiera que solo responde a sus instintos depredadores, sin detenerse a considerar si está bien o mal, pues solo está ejerciendo su libertad y su derecho a satisfacer sus propias necesidades. De esta manera cuando la libertad se esgrime como un derecho natural, la sociedad humana es un campo de batalla, donde prevalecerán solo nuestros instintos más depravados, donde la divisa es:” sálvese el que pueda” Nuestro instinto depredador surge inicialmente como respuesta al sostenimiento de la vida propia, como individuos que somos; donde todo lo demás es visto como objeto de nuestra apetencia de satisfacción física o emocional. Con el avance vertiginoso de las ciencias se ha podido establecer que nuestros comandos naturales instintivos se pueden controlar en la medida de nuestro conocimiento racional; donde el respeto por el otro o lo otro y, la responsabilidad por nuestros actos, especialmente por la vida que generamos, es nuestro mayor compromiso; pues mi libertad y mi derecho unido a mi voluntad termina, donde comienza la del otro, como seres con conciencia y racionalidad. Cuando se dice que la sociedad está enferma, es porque nuestras acciones cada vez son más ominosas: se mata, se viola, se abusa, se extorsiona, se roba, se miente, se instiga, se agrede, se deshonra, se prostituye, etc., sin ningún arrepentimiento o contención humana o divina. Para explicarnos lo que viene ocurriendo en las sociedades que presentan altas tasas de feminicidio, conflictos intrafamiliares, abuso sexual de menores, hijos no deseados o abandonados, suicidios e inestabilidad emocional, promiscuidad sexual, deficiencia educacional, aumento de la drogadicción y de la realidad virtual, demandas a gobiernos, instituciones y personas por prestación de servicios públicos y privados, y en general la violencia y confrontación permanente de todos contra todos, en una espiral que va en aumento, y donde la racionalidad no parece tener cabida. Ante esta situación tan desfavorable para el sosiego y bienestar general de los pueblos, tendríamos que preguntarnos con conciencia en mano, si son las mismas circunstancias de los individuos las que rodean los hechos y los hacen viables; por lo tanto ellas y ellos contribuyen activamente a hacerlos potenciales. De esta manera lo que viene ocurriendo en estas sociedades, es producto de un conjunto de voluntades humanas, que confluyen hacia un objetivo específico, que es la desintegración social. Tanto la libertad como los derechos que exigimos conllevan en grado máximo una responsabilidad, y no es cuestión de evadirla con argumentos irracionales, o intereses particulares. En esta forma todos somos agentes activos o pasivos responsables de lo que viene ocurriendo en nuestras sociedades; que nadie se sienta excluido en acción u omisión de lo bueno, como también de todo lo malo que hacemos los seres humanos Génesis de la comunidad Los organismos desde sus inicios hasta llegar a nosotros han hecho uso de infinitud de formas de expresión o comunicación, siendo la manera por excelencia de preservar la vida; y es en los seres humanos donde se halla su más alto valor. El deseo imperioso de comunicarnos ha hecho de nosotros los artífices del lenguaje, en variedad de formas y contenidos El conjunto de las expresiones que utilizamos se constituye en la verdadera esencia de la comunicación, para comprender el sentimiento que acompañan a las cosas; en el primitivo lenguaje corporal se encuentra el inicio de cualquier información visible de la materia evolucionada. La información como condición primordial de la vida, asegura en la originalidad de su mensaje, que sus contenidos pasen sin sufrir pérdida. Toda cosa o ser, crean y dejan una impresión para ser investigada, comprendida y utilizada por las generaciones actuales y futuras; como testimonio de existencia y de cultura. Los seres humanos tomamos las imágenes y los hechos de las cosas, y las plasmamos en nuestra mente y luego fuera de ella; como un medio para sujetar los objetos y sus acciones y poder dominarlos, haciéndolos reales y asequibles para nosotros. Sin éste mecanismo de defensa, los objetos y sus acciones nos causarían daño permanentemente, y nos imposibilitarían saber de ellos y de sus consecuencias en forma anticipada. Al lograr nosotros contener en la imagen el símbolo y el concepto del objeto, creemos estar también en posesión de su esencia o su espíritu, y esto ya nos aleja el temor que toda cosa desconocida nos produce. Somos por inexperiencia seres temerosos y asustadizos, en cuanto nos estamos estrenando de conocedores. Las señales o símbolos que caen en el campo de nuestra percepción, forman un hábito o patrón que nos anticipan los objetos o los hechos mismos; por ejemplo: juzgamos ó pensamos que va a llover, porque advertimos en el color, la aparición o forma de las nubes, en el viento, en el trueno y el relámpago, el pronóstico de la lluvia. Nuestra existencia depende constantemente de la habilidad con que se maneje la información de los hechos que nos afectan, pues donde no se obtiene éxito, es probable que la falta de previsión nos lleve al fracaso y por ende a la extinción. Nuestro mundo es un eterno escaparate que expone para nuestra comprensión, la naturaleza de los seres y las cosas enfrentadas a la acción. La representación pictórica ha sido utilizada por diversidad de culturas desde la antigüedad, en las divinidades personificadas y como elemento profano en los ritos funerarios. En el Icono se deja ver a través de la imagen, una manifestación que se irá consolidando en las costumbres y el sentir de sus gentes; estos símbolos ya conocidos y experimentados son un medio visual sumamente efectivo para nosotros los seres sensoriales que somos. En esta forma la pintura personificada es llevada por las religiones, como material pedagógico para representar la divinidad o la santidad, y lossentimientos que se traslucen a través de lágrimas, gestos, aptitud de las manos y el cuerpo en general; los adornos, el vestuario y los símbolos o atributos que exhibe la imagen en forma y color. La aureola que rodea las cabezas de los santos y vírgenes, los elementos de martirio utilizados en su tiempo, los ropajes atribuidos a la virtud y los rostros con miradas fijas muy destacados; es la utilización básica de colores primarios y especialmente trata de acercarse lo más posible a la forma del retrato; esta iconografía es propia de la iglesia de Roma y en las culturas paganas es llevada a los cementerios a manera de retrato del difunto. Dentro de todas las culturas el ícono ha ocupado un lugar fundamental para expandir conceptos moralistas, de credo, raza, género y autoridad; las sociedades contemporáneas rinden culto a las imágenes manipuladas no solo de lo divino, sino también de lo profano; todo sirve al mercantilismo, a la comercialización de cualquier producto y nuestro tiempo es síntesis del ícono. Cada forma de expresión signo o símbolo ha servido a la especie humana para avanzar en el conocimiento. Desde las narraciones orales hasta las crónicas en piedra, desde la pintura hasta el mundo virtual, la comunicación en sus diferentes representaciones formales, ha marcado los grandes avances en la comprensión del ser y las diferencias entre las clases sociales. El gran poder de la palabra escrita que permaneció oculta por milenios en la oscuridad de los templos y palacios, es el vehículo que recién ha liberado al conocimiento que nos incita a saber más. En el deseo de comunicación los seres humanos hemos querido ser recordados y admirados, y la manera de hacerlo son los testimonios orales, las palabras escritas, las imágenes, la arquitectura y todo cuanto pueda ser llevado al nivel de la información. La imagen como espejo de la realidad ha hecho un largo viaje hasta llegar a nuestros hogares, para dotarnos de información histórica y contemporánea, actual e interactiva; ya no es necesario estar en el escenario de los acontecimientos para saber y recrearnos o sufrir por ellos; el mundo de la información a distancia invade nuestras vidas colapsando nuestra intimidad, pero asegurando nuestra supervivencia. Desde el llamado más urgente que es el llanto de un bebé, hasta la comunicación satelital, pasando por las pinturas rupestres, la escritura cuneiforme hasta los signos modernos; las tradiciones orales, el telégrafo, el teléfono, la radio, la televisión, los libros, la música, etc., hasta llegar a la era de la informática en la Internet, donde ya nadie podrá escaparse de la comunicación global. Los aprendices de brujos tomamos la palabra y hacemos magia desde la antigüedad, pero el siglo veintiuno reboza de información a la velocidad de la luz, la tecnología que se ha ido desarrollando, proyecta a la comunicación a dimensiones desconocidas; la Internet, la red más moderna nos permite en tiempo real, no solo escribirnos, escucharnos y vernos, sino también interactuar recibiendo, cambiando o dando información, y es donde toda experiencia comunitaria o individual, es un fenómeno mundial. La plenitud de la imagen a partir de lo digital, hasta llegar a la imagen computarizada, ha ido cerrando la brecha de la comunicación global Venimos del gesto y el grito como lo más primitivo en la comunicación, y hemos llegado al mundo virtual, donde ya no queremos nuestra presencia real; el mundo social que tiende a su globalidad, está resultando ser enormemente abrumador; lo conocido nos enloquece y nos confunde, y estamos optado por escapar del contacto real.
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