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Lunes Devuélvannos nuestra identidad Querido lector o lectora, Una vez más me tiemblan los dedos frente a la pantalla en blanco del ordenador. Ocurre siempre que escribo el primer párrafo de un libro nuevo. Me siento asustado e ilusionado a partes iguales. Escribo durante una calurosa mañana de agosto. Es lunes y trabajo sobre la mesa blanca de mi despacho en Madrid, España. Tenemos —los dos, tú y yo, me tomo la libertad de tutearte— siete ratos por delante para reflexionar sobre tus puntos fuertes y débiles como profesional y tu estilo de comunicación personal. Darán para meditar sobre cómo te gustaría conectar con tus colaboradores y las personas de tu entorno. Espero que juntos podamos rescatar de tu memoria algunos relatos clave de tu vida personal y laboral, que puedas usar de manera más consciente, provechosa y placentera después de estos siete días. Mi objetivo es que estos ratos de reflexión, además de resultarte entretenidos, te ayuden a sentirte más a gusto con tu forma de comunicar. Y no te engañes, tienes una forma peculiar e irrepetible de comunicar. Todos tenemos una. Puede que tengas una personalidad extrovertida y locuaz. Quizá te encuentres a gusto con el argentino chiquito que todos llevamos dentro. Puede que, por el contrario, tengas un carácter reservado y te incomode hablar de ti 2 mismo a los demás. Quizás hayas hecho un curso para mejorar tus habilidades de comunicación o puede que nunca nadie te haya podido ayudar a formarte en ese terreno. A lo mejor, como otros millones de personas interesantes y profesionalmente competentes, sólo comunicas cuando es estrictamente necesario o te obligan las circunstancias. Pero lo cierto es que ya tienes un estilo único e intransferible de comunicación. Y comunicas a todas horas. Siempre comunicas. Hasta tus silencios gritan sobre ti. Rehusar tener un estilo de comunicación personal supone también un estilo de comunicación personal. Comencé a trabajar en comunicación hace veinte años. Era un imberbe impertinente de diecinueve años que, mientras llevaba cafés o hacia fotocopias en una agencia de comunicación, no podía evitar entrometerme en las conversaciones de mis superiores para dar mi opinión. Hablaba de asuntos profesionales sin parar, pero en realidad me daba pánico hablar de mí mismo. Intentaba trabajar en cuantos más proyectos mejor, siempre que pudiera ocultarme en todo lo que hacía. Me sentía enormemente seguro en lo estrictamente profesional y muy perdido en mi autoconocimiento y autoaceptación personal. Estoy seguro de que a menudo resultaba confuso, cuando no contradictorio. Comunicaba de manera aséptica e impersonal. El resultado de esacomunicación es que muchas personas tuvieron que tener paciencia infinita para trabajar conmigo. Si he podido desarrollar una profesión durante tantos años, con tantas empresas, profesionales y disciplinas de comunicación y en países distintos ha sido gracias a la compresión de muchos compañeros y jefes durante aquellos años. También gracias a la ayuda de profesionales —maestros y formadores— que me enseñaron y animaron a reconocerme, aceptarme, ser yo mismo y comunicar tal y como soy. Seas como seas, goces de los puntos fuertes y débiles que tengas como profesional, creo que serás más feliz y disfrutarás más de tu trabajo si desarrollas tu capacidad narrativa. Si seleccionas y estructuras los relatos personales de uso más frecuente en tu vida laboral —todos narramos más relatos de lo que a priori somos conscientes—, te sorprenderás conociéndote 3 mejor a ti mismo. Y si afinas aún más tu oído para prestar atención a los relatos que cuentan los demás, te resultará mucho más placentero trabajar en equipo. Quizá te preguntes qué es esto del storytelling, o arte de crear y narrar relatos con propósitos de comunicación y conexión. ¿Cómo hay personas que pueden tomarse tan en serio los relatos personales de los demás como para dedicarse profesionalmente a trabajar con ellos? Aunque el storytelling personal es una disciplina de comunicación aún emergente y poco conocida en los países de habla hispana y portuguesa, en los países de cultura anglosajona ya es una herramienta de comunicación que está alcanzando su madurez. Organizaciones como el Banco Mundial, el Pentágono o la NASA enseñan storytelling a sus equipos. Lo mismo ocurre en empresas como IBM, Microsoft, McDonald’s o Deloitte. The Coca-cola Company incluso construyó un teatro en Las Vegas para contar los relatos de sus empleados y consumidores, «The World of Coca-cola Storytelling Theatre». El storytelling personal también ha calado en la comunicación política. Los dos partidos mayoritarios estadounidenses, republicanos y demócratas, disponen de responsables de storytelling para redactar los relatos de la vida de sus candidatos. Al propio Barack Obama se le llegó a llamar «Storyteller-in-chief» («narrador en jefe»). Las asociaciones profesionales especializadas, como la National Storytelling Network, y el número de agencias de comunicación y consultoras especializadas no paran de crecer. La disciplina de comunicación también se enseña en escuelas de negocios y universidades de derecho, medicina y psicología. El «Master of Science in Narrative Medicine» de la universidad de Columbia es especialmente prestigioso. Las organizaciones sin ánimo de lucro cuya misión es recabar, proteger y analizar relatos de la vida de los ciudadanos —como es el caso de StoryCorps o The Center for Digital Storytelling— reciben cada día más ayudas públicas y privadas para ampliar su labor. Pese a esta pujanza del storytelling, en las empresas de cultura hispana los relatos personales que contamos en el terreno laboral aún son arrinconados al ámbito de lo recreativo. Parece que su lugar está en los corros de pasillos, en los preámbulos de las reuniones —mientras esperamos 4 incómodos a que el ordenador cargue la presentación— o bien en el momento de las despedidas, al acabar la reunión de trabajo. Nuestros relatos personales aún entran en la categoría de anécdotas sin importancia que contamos junto a la máquina de café. A menudo se consideran batallitas profesionales —a veces, preseniles— narradas para impresionar a los becarios más jóvenes. Y aquellas empresas que se toman más en serio los relatos los entienden apenas como unos chismes para sazonar presentaciones de negocios especialmente áridas, haciendo más digeribles mensajes pesados que no tenemos más remedio que atizar a los compañeros. Los relatos de vida laboral suelen recibir un tratamiento frívolo, incluso por parte de los profesionales de los recursos humanos, los directores de comunicación interna de las empresas y muchos líderes responsables de la motivación y cohesión de sus equipos. En el ámbito de la comunicación política, los líderes todavía piensan que el storytelling es apenas un lazo decorativo en su actividad de comunicación, una moda que sirve para adornar con una historia emotiva o divertida la nota de prensa, el discurso o la intervención de un candidato ante una audiencia. Pese a que tú y yo no tengamos a favor la cultura empresarial hispana, que exige inteligencia emocional a sus ejecutivos y a la vez es refractaria a las emociones y a la diversidad de personalidades y personalismos, me siento muy optimista respecto a lo que conseguiremos juntos durante estos siete ratos. Si estás leyendo este libro, quiere decir que hace tiempo que decidiste emprender tu viaje de autoconocimiento. Significa que te interesa y concedes valor al mundo de lo simbólico, motor que siempre late ruidoso detrás de tu propio comportamiento y del de cualquier colectivo y a veces tan silencioso a oídos de los menos atentos. Si estás dispuesto a meditar sobre los relatos que cuentas y los que te cuentan los demás, significa que no tienes miedo a mirarte en el espejo. No eres reacio a trabajar contigo mismo y —si hace falta— pedir la ayuda de los demás, con tal de conocerte cada día más. 5 Meditar para aprender qué nos gusta de nosotros mismos y qué nos disgusta requiere valory sinceridad. Trabajar para celebrar y disfrutar lo primero y aceptar la convivencia con lo segundo —y que nos escueza lo justo— es un ejercicio para el que se requiere perseverancia. Si tienes este libro entre las manos, es porque confías en tener historias auténticas que contar. No hablo de elaborar relatos falsos para conseguir un ascenso o un trabajo. No me refiero a manufacturar un artefacto narrativo para vender un producto o una idea. Ni mucho menos me refiero a exhibir nuestra intimidad con propósitos comerciales o recrearnos en nuestro narcisismo o megalomanía. Hablo de atrevernos a contar nuestras historias para reconocernos a nosotros mismos en todo lo que hacemos. Hablo de atrevernos a contar relatos personales para conectar emocionalmente con los demás. Me refiero a comunicar poniendo una parte de nosotros mismos en el contenido y la forma en la que comunicamos, con el objetivo de ser reconocidos y valorados por aquello que somos por nuestros compañeros, jefes y subordinados. Puede que, pese a disponer de la valentía que supone mostrarnos a los demás tal y como somos, pienses que tu estilo de comunicación, tu profesión, tu trabajo o tus experiencias de vida simplemente no son tan interesantes o no dan de sí como para contar una historia que interese a otros. Todos, todos tenemos una historia que contar A menudo en mi día a día profesional me encuentro muchas personas que me confiesan azorados tener un trabajo muy aburrido, en una empresa muy aburrida, llevar una vida normal y corriente y no andar precisamente sobrados de gracia para contar relatos personales a los demás. No hay vidas normales y corrientes. De cerca, todos tenemos momentos de heroicidad. Todos nos enfrentamos a situaciones que también deben superar millones de personas más. Tomamos decisiones altamente inspiradoras para otros más a menudo de lo que creemos. Puede que tus relatos te resulten aburridos o sosos 6 a ti, pero si pruebas a contarlos, observarás cuánta gente asiente con complicidad, o sonríe y te dicen «eso también me pasó a mí» o «gracias por contarlo» o «tu relato fue muy inspirador» o «tu historia me ayudará a…». De cerca, todas las vidas contienen relatos capaces de conectar emocionalmente con los demás. Cada vez que doy un curso o una conferencia, comienzo por presentarme ante los que me escuchan. Cuento mi propio relato «Quién soy yo», una herramienta que veremos el viernes. Más o menos lo narro así: «Me llamo Antonio Núñez López. Me gano la vida escuchando y creando relatos con propósitos educativos, persuasivos e inspiracionales. Sin embargo, no estudié literatura, psicología o narratología. »Nací en Jerez, España, en un pueblo donde todo el mundo se ganaba la vida en la industria del vino. Recuerdo el día en que hablé con mi padre sobre mis estudios universitarios: quería ser novelista. Mi padre respondió que eso lo podía estudiar sábados y domingos, pero que de lunes a viernes, mejor que estudiara… ciencias empresariales. No dije que me apellidara Botín Slim o Trump Hilton, sino Núñez López. Mi padre se hizo a sí mismo partiendo de un origen humilde y rápidamente aprendió que hay que tener los pies en el suelo. Hoy le agradezco aquel consejo. »Partí a Barcelona para estudiar en la prestigiosa ESADE Business School. Detesté los estudios de inmediato. »Un día asistí a una asignatura que a priori me parecía especialmente árida: Organización de empresas. El profesor, Carlos Obeso, nos iba a explicar qué era eso de la producción en cadena o «taylorismo». Repartió los casos prácticos. Pero no. No eran los papelajos habituales. Aquello era… ¡un cuento corto del escritor guatemalteco Augusto Monterroso! »El relato se titulaba “Mr. Taylor”. Lo protagonizaba una tribu de indios jívaros que, por codicia, comienza a producir en cadena las famosas cabecitas reducidas de sus enemigos, que utilizan como 7 fetiche decorativo. »Aquel relato —y el profesor— me cambiaron la vida. Entendí que podía reconciliar mi vocación y mis estudios. Comprendí que los relatos pueden tener usos empresariales, políticos y organizativos. Comencé a trabajar en comunicación.» Con el tiempo he aprendido que contar este relato sirve para presentarme y además para ilustrar el poder transformador de la narrativa y el storytelling personal. Cada vez que lo cuento me reconozco en él y me siento feliz con el trabajo que hago. Recuerdo que tengo habilidades y capacidades personales en ambos mundos, el empresarial y la narrativa. Ya no me siento frustrado por no vivir de la novela. Me reafirmo en creer que mi ventaja competitiva como profesional y mi lugar en el mundo como persona están justo ahí, en medio de ambos mundos, con un pie firme en cada uno. También he podido comprobar que este relato personal conecta emocionalmente con muchas personas de perfiles diferentes. Personas que sienten tener una vocación frustrada. Personas que recuerdan su relación con sus padres. También con personas que tienen dudas sobre su rumbo profesional o simplemente afición por el cine, la literatura, la psicología o la antropología. Este relato personal me acerca a profesionales que se parecen a mí y con los que me siento a gusto trabajando. Y además ayuda a que mi audiencia se predisponga a la inmersión en una disciplina de comunicación, el storytelling personal, que vive a caballo entre el mundo de lo real y el mundo de lo simbólico. Reflexionar durante una semana sobre tu storytelling personal te ayudará en muchos campos por distintos motivos. Tanto tú como tu empresa o institución os beneficiaréis de una comunicación más emocional y personal. Por un lado, la disminución de oportunidades laborales y la mayor oferta de candidatos con formación compitiendo por cada trabajo hace recomendable que cuentes con una marca personal. Ya no basta con tener formación, experiencia y actitud, además hay que saber venderlas y comunicarlas. El reto de contar con un relato de vida laboral consistente es también 8 cada día más difícil, ya que nos vemos obligados a cambiar de profesión y empleador con más frecuencia que antes. El storytelling puede ser de gran ayuda para la comunicación de una marca personal sólida y coherente. El auge de nuevos medios y canales de comunicación —fruto de la revolución de las nuevas tecnologías— está fragmentando y acelerando la realidad que compartimos. Antes todos veíamos los mismos programas de televisión, escuchábamos la misma radio, leíamos la misma prensa, todos a la vez. Estos puntos de referencia comunes facilitaban el entendimiento y la conexión emocional de personas de perfiles distintos. Aunque en los taxis, los ascensores o en los breves prolegómenos de las reuniones laborales se siga hablando del tiempo o de fútbol, cada vez resulta más difícil y disponemos de menos tiempo y referencias comunes para conectar emocionalmente con desconocidos. Tu storytelling personal puede ser de gran ayuda para lograrlo. Por otro lado, cada vez pasamos más tiempo conectados a las redes sociales en internet, usando las nuevas tecnologías para comunicarnos. La vida digital roba cada vez más tiempo a la vida física. Si la videoconferencia gana al encuentro presencial y el correo electrónico a la entrevista personal, necesitamos que nuestra comunicación digital sea más emocional para construir la empatía que requiere cualquier equipo de trabajo. Por último, la salida a la crisis económica, tecnológica y de valores que vivimos requiere que todas y cada una de las personas que trabajamos nos sintamos lo más a gusto posible con nuestra actividad laboral para poder ofrecer nuestro máximo potencial… ¡creativo! La experiencia de las empresas más creativas y exitosas de la nueva economía demuestran que uniformar a los empleados, imponer manuales de estilo de comunicación o conducta y seleccionar personalidades de identidad clónica para sus equipos son la mejor receta para la falta de innovación y la esclerosis empresarial. Si la salida a esta crisis pasa por la innovación —tanto a nivel individual como colectivo—,debemos fomentar que nuestros equipos y colaboradores se expresen tal y como son. De la riqueza y diversidad de personalidades de nuestros equipos y colaboradores —en diálogo abierto, franco y 9 colaborativo— depende nuestro futuro como profesionales, como empresas o instituciones y como sociedad. ¡Uf! Ya me puse solemne. Perdona. Es uno de mis puntos débiles. Resumamos las ideas clave de hoy. Uno: que el autoconocimiento es la primera piedra para construir tu identidad laboral, tu marca propia, tu estilo de comunicación y storytelling personal. Dos: que comunicando de manera más emocional y personal lograrás reconocerte más en tu trabajo y conectar mejor con los demás. Tres: que el storytelling personal fomenta la creatividad y la innovación. Para ser la primera sesión, por hoy es suficiente. Espero que vuelvas mañana. Hablaremos de cómo te funciona el cerebro últimamente. Frase inspiradora del lunes: «Tuve que descubrir y entender mi propia historia antes de poder escuchar y ayudar a los demás con las suyas.» BARACK OBAMA, presidente de EE. UU. Vídeos y recursos útiles: Musseo da Pessoa es un museo virtual brasileño que atesora cientos de vídeos y miles de documentos y fotografías sobre relatos personales y de vida laboral de diversos colectivos. Entre otras empresas, están los de los empleados de Wall-Mart o Petrobras: Musseodapessoa.net Libro útil para saber más: SENNET, Richard. La Corrosión del carácter, Editorial Anagrama, Barcelona, 2001. 10 Martes No somos robots, somos primates Querida lectora o lector, Hoy escribo de noche. El cielo acaba de romper y ha comenzado a llover. Por fin el fresco vence al bochorno que me ha castigado la sesera todo el día. Huele a adoquines mojados. Estoy de buen humor. Durante este rato vamos a analizar por qué tus relatos personales son tan eficaces como herramientas de comunicación y cohesión con tus colaboradores y personas cercanas. Intentaré desgranar algunos argumentos científicos sobre la eficacia de los relatos, por si un día los necesitas para hablar con algún escéptico del storytelling personal. De niño me encantaba la película El libro de la selva. Disfrutaba estudiando la forma de hablar, cantar y de comportarse ante los demás de cada uno de los habitantes de la jungla. Me encantaba el epicúreo oso Baloo («nunca del trabajo hay que abusar»), la responsable pantera Bagheera y, cómo no, Mowgli, el cachorro humano siempre deseoso de aprender. Si como Homo sapiens de oficina tuviéramos que buscar parecidos con alguno de los protagonistas de la película de Disney, no seríamos como el oso Baloo. Tampoco seríamos como la pantera Bagheera. Ni tan siquiera nos pareceríamos a Mowgli. Como trabajadores nos pareceríamos más a la manada de monos bailongos, obsesionados por las relaciones de poder, que lideraba el orangután Rey Louis («Yubiduu, quiero ser como tú»). Si tuviéramos que rodar un documental sobre nuestro hábitat laboral y 11 costumbres, apareceríamos ante las cámaras como los hiperactivos monos de Disney. Trabajando desplegados de manera rigurosamente jerárquica, los jefes en la ramas superiores del árbol —léase plantas superiores del edificio de oficinas — y la tropa, en las inferiores. Todos estudiándonos de reojo constantemente los unos a los otros mientras trabajamos para el jefe inmediato. Todos poniendo a prueba mediante juegos y bromas la vigencia y solidez de las relaciones de poder y territorio establecidas. Todos tanteando a cada rato las posibilidades de promoción individual en la escala grupal. Puede que en este retrato cinematográfico tan políticamente incorrecto parezcamos seres mezquinos. Pero no, simplemente vivimos, trabajamos y nos comunicamos como los primates mutualistas que somos. Buscamos el provecho propio, pero necesitamos vivir en manada para competir con éxito. Necesitamos lograr nuestros objetivos propios, pero también asociarnos. Somos animales sociales. Los relatos son el pegamento social que engrasa y protege nuestra más poderosa arma de supervivencia como especie: la sociedad. El relato y el pensamiento narrativo son adaptaciones biológicas surgidas durante nuestro proceso de evolución como especie. Para sobrevivir al entorno y defendernos de otras especies, no tuvimos más remedio que generar una inteligencia narrativa que nos posibilitara el análisis de la información social más rápidamente que otros animales. Como primates necesitábamos interpretar y dotar de sentido los estímulos sensoriales externos a más velocidad que otras especies. Pero no bastaba con poder reaccionar al estímulo exterior individualmente. Vivíamos —y lográbamos sobrevivir— en sociedad. Resultaba imprescindible poder comunicarnos entre nosotros como colectivo social y orquestar una respuesta colectiva frente al estímulo con más eficacia que los grupos de otras especies. Nuestro cerebro está diseñado para buscar relatos en cualquier información que llega a través de nuestros sentidos. De entre una jauría de estímulos sensoriales pugnando por captar tu atención, ganará siempre aquella unidad informativa —sea la textura de una hoja, el olor a carne a la brasa o la imagen de un surco en la tierra— que contenga un patrón, información previamente estructurada en medio del caos. 12 Digamos que nuestra especie tiene una «debilidad neuronal» por los relatos. Husmeamos entre el aluvión de estímulos en búsqueda de información ya estructurada y ordenada porque así encontramos sentido más rápidamente en medio del torrente diario de sensaciones que penetra sin cesar a través de nuestros sentidos. Cuanto más rica en patrones sea una unidad informativa, mayor capacidad tendrá de captar nuestro tiempo de atención y más profundamente nos implicaremos en su análisis. Brian Boyd, de la universidad de Auckland, afirma que las manifestaciones artísticas de los primeros homínidos —las pinturas rupestres en las cavernas, la música hecha arrastrando palos sobre incisiones en piedras, las esculturas de menhires y dólmenes y los primeros relatos orales que se contaban alrededor de la hoguera tribal— no eran más que juegos cognitivos diseñados para atraer nuestra atención, gracias a nuestro interés innato por cualquier información rica en patrones. En ese sentido Boyd llama a cualquier tipo de manifestación artística —relatos orales incluidos— «el sudoku o Brain Training de la mente». Esta inteligencia narrativa es una de nuestras habilidades más sofisticadas como especie. De hecho, a los genios de la inteligencia artificial les resulta casi imposible programar un ordenador para que detecte y comprenda hasta las estructuras narrativas más sencillas. Un superordenador podrá ganar al campeón del mundo de ajedrez Gari Kaspárov, pero no reconoce Caperucita roja en medio de una montaña de palabras. Los relatos personales tienen muchas propiedades que los convierten en excelentes herramientas de comunicación, movilización, educación, mnemotecnia, contagio y viralidad, cohesión y participación. Vayamos por partes, que dijo el carnicero. En primer lugar, los relatos son una excelente herramienta de comunicación porque son altamente notorios. Narrados en una oficina ruidosa y atestada de empleados, ocultos en los contenidos de una aburrida presentación de negocios o susurrados durante un concurrido cóctel social de bienvenida, los relatos personales logran destacar del entorno y son capaces de captar y retener nuestro preciado y perseguido tiempo de atención. 13 En segundo lugar, los relatos son altamente motivadores y movilizantes porque contienen información que apela a nuestras emociones. La información que nos emociona penetra más profundamente en nuestra mente y de forma más rápida que otro tipo de estímulos porque impacta en nuestra amígdala cerebral, la encargada de nuestra memoria emocional. La amígdala forma parte de nuestro sistema límbico, alojado en las profundidades de nuestros lóbulos temporales. El sistema límbico —también llamado nuestro «cerebro reptiliano»— contiene la información genéticamás antigua de nuestro organismo. Es el encargado de nuestras reacciones emocionales. Si una manada de seres humanos sobrevivía al ataque de un Tyrannosaurus rex a la hora de su aperitivo, no era porque fuésemos capaces de huir más veloces que otros animales, o por ser más fuertes o sigilosos que otros. La manada de seres humanos sobrevivía porque los seres humanos sentíamos miedo más rápido que el resto de las especies competidoras y traducíamos la emoción, en este caso, el miedo, en una acción —individual y colectiva— orquestada de forma más rápida que otras especies. Por eso nuestros relatos personales son herramientas muy eficaces para motivar y movilizar a quien nos escucha. Los estímulos puramente informativos y argumentativos nos llevan a la reflexión, pero los estímulos emocionales que contienen los relatos personales nos hacen actuar. Como los simpáticos primates de El libro de la selva, obsesionados por la propia supervivencia, necesitamos poder decidir rápidamente cuándo cooperar con la manada y cuándo competir contra otro miembro de la manada. Tomar decisiones como primates mutualistas no siempre es fácil. Suerte que contamos con la ayuda de los relatos personales de los miembros de la tribu. En tercer lugar, nuestros relatos personales son también excelentes herramientas pedagógicas. Nuestros relatos personales y los de los demás miembros de nuestro entorno contienen una alta dosis de patrones informativos sobre lo que más nos interesa como especie: el grupo social en el que vivimos. Los relatos personales ilustran mediante experiencias particulares las verdades universales compartidas por la tribu. Nos permiten representar y compartir con los demás situaciones y retos pasados y cómo los 14 resolvimos con éxito. Nuestros relatos personales ayudan al resto de miembros de la manada a tomar decisiones en situaciones complejas, imitando nuestro exitoso comportamiento pasado. Nos ayudan a responder la pregunta eterna: ¿competir o cooperar? La imitación es, por cierto, una de las más poderosas herramientas de aprendizaje de que disponemos como primates. No es casual que un bebé de Homo sapiens sea capaz de aprender a imitar con éxito la sonrisa de un adulto con apenas una hora de vida. Los relatos orales sobre héroes familiares o tribales que narraban los homínidos de más edad alrededor de la hoguera cumplen la misma función que los cómics de Marvel o Bruguera de hoy. No hacían más que contar las verdades de la tribu a los miembros más jóvenes. Ayudan a decidir cuándo cooperar con la manada y cuándo competir con un miembro de la misma. Sirven para conocer las recompensas o los castigos sociales que el grupo administrará en cada caso, según lo acertado o descarriado de nuestro comportamiento. Los relatos nos permiten representar y analizar una situación y hacer inferencias. Si la situación se vuelve a repetir en nuestra vida, si reconocemos el mismo patrón de información en otra situación, simplemente imitamos el comportamiento exitoso que aprendimos con el relato escuchado. En otro tipo de selvas —las escuelas de negocios de las ciudades—, a esta herramienta de aprendizaje la llaman «caso práctico» o «caso de estudio». En cuarto lugar, los relatos personales gozan de un alto componente lúdico. Tus relatos personales son una refrescante pausa que alivia la saturación y el escepticismo de los sobrecargados equipos de trabajo de hoy. En medio de una presentación de negocios tu audiencia recibirá de mejor grado una frase que diga «… Y ahora voy a ilustrar mi idea con algo que me pasó en Copacabana» que otra que anuncie «… y para demostrarlo abriré este archivo de Excel». En quinto lugar, los relatos nunca imponen su sentido. Implican profundamente a cada miembro de tu audiencia, que tendrá que extraer sus propias conclusiones y aprendizajes. Para lograrlo deberá trabajar activamente y de forma individual en el análisis de los patrones, los personajes, las tramas y las relaciones causales de tu relato personal. Por eso los relatos personales son altamente mnemotécnicos. 15 El profesor de psicolingüística de la universidad de Stanford Richard Gerrig fue el primer investigador que —en 1993— estudió las diferencias entre nuestra forma de prestar atención a la información narrativa respecto a la que no lo es. Gerrig acuñó la llamada «Teoría del transporte», que yo prefiero llamar «atención proyectiva». Demostró que cuando prestamos atención a cualquier relato nos identificamos con sus personajes y nos proyectamos en ellos durante el tiempo de exposición al mismo. Literalmente no paramos de preguntarnos a nosotros mismos: «¿Qué haría yo si estuviera en el lugar del personaje?». La «atención proyectiva» me hace recordar a mi abuela. Cuando veíamos las telenovelas rosas de las sobremesas de mi infancia, mi abuela no paraba de gritar y advertir a sus heroínas sobre qué pretendiente debían escoger para casarse. Mi abuela se proyectaba en la heroína. Lo que más nos interesa de la «atención proyectiva» es que el profesor Gerrig demostró que entramos en un proceso en el que todas nuestras capacidades y sistemas mentales se concentran en los patrones informativos inacabados del relato (acontecimientos por ocurrir, preguntas sin resolver y dilemas de los personajes). También se activan nuestra capacidad de emocionarnos y nuestras capacidades de visualización y representación espacial. Cuando un relato nos atrapa se reduce la atención que prestamos al mundo real (entorno físico y personas que nos rodean en la oficina, en el cine o en la sala de lectura, por ejemplo) y se incrementan nuestra concentración e implicación emocional con el relato. El resultado de toda esta concentración y esfuerzo en asimilar un relato no es sólo que luego recordemos mejor los hechos de los que trata, sino que queremos contrastar lo acertado de nuestra interpretación propia del relato compartiéndola con los demás. No hay más que asistir en grupo al cine para saber qué es lo primero que ocurre a la salida. Cada miembro del grupo compartirá apasionadamente su punto de vista particular respecto a la película. En términos evolutivos de nuevo la misma causa: queremos verificar con el grupo de primates si hemos extraído la información social correcta. ¿Cooperar o competir? Por este motivo los relatos son altamente contagiosos y presentan altos índices de «viralidad» en las redes sociales. Un relato con diversas 16 interpretaciones posibles polariza la opinión de los miembros de una red social y favorece su proceso de difusión de persona en persona. En séptimo lugar, los relatos estimulan la cohesión social de un grupo, así como el orgullo de pertenencia. Trabajar como empleado en la cadena de restaurantes McDonald’s no suele generar orgullo de pertenencia en ningún país. Servir hamburguesas en esta cadena de comida rápida no desata la admiración de los demás ni suele suponer un valor añadido en el currículum de nadie. Para remediar esta situación, McDonald’s Portugal decidió crear la iniciativa de storytelling personal «Relatos con M». Diversos empleados o ex empleados de la cadena contaban en vídeo sus testimonios personales, revelándose como personas motivadas, con vocaciones y metas claras y grandes dosis de fuerza de voluntad. Los empleados narraban los sueños que querían alcanzar trabajando en el tiempo libre del que gozaban, gracias a los contratos laborales y horarios flexibles que McDonald’s ofrece a sus empleados. Mujeres futbolistas, diseñadores de moda, artistas plásticos o regatistas se encuentran entre los protagonistas de la iniciativa. El resultado del proyecto narrativo es que la imagen de los empleados de McDonald’s mejoró radicalmente en el país luso. Trabajar para McDonald’s hoy se percibe como una opción atractiva e inteligente para muchos tipos de personas y etapas de la vida. En octavo lugar, el storytelling personal fomenta la participación y la implicación de sus miembros en la vida colectiva del grupo. La medicina narrativa ha probado la eficacia del storytelling personal comoherramienta para mejorar la aceptación de la enfermedad por parte de los pacientes y sus familiares. También ayuda a la integración social de los enfermos y el cumplimiento y la adherencia de los pacientes a los tratamientos medicinales prescritos por los médicos. En EE. UU. los afroamericanos tienen mayor propensión a sufrir de hipertensión. Respecto a los estadounidenses de origen anglosajón, tienen un 21 % más de probabilidad de fallecer de enfermedades cardiovasculares y un 49 % más de muerte por infarto. Diversos estudios proporcionan algunas explicaciones sobre la diferencia de 17 presión arterial entre ambos grupos de población. Apuntan a las dietas alimenticias, la falta de ejercicio, fruto de estilos de vida más sedentarios, menor acceso a la medicina y los tratamientos médicos, la desconfianza hacia el sistema sanitario y un menor grado de cumplimiento y adherencia a los tratamientos por parte de los afroamericanos. La hipertensión requiere de un tratamiento exigente, observar una dieta alimenticia estricta, tomar medicinas con regularidad, hacer deporte y seguir un control médico exhaustivo. Los tratamientos y planes de comunicación dirigidos a afroamericanos han demostrado ser poco eficaces a la hora de convencer a los pacientes sobre los potenciales daños que la hipertensión causa a largo plazo. Entonces se hizo un experimento. El American College of Physicians publicó en enero/febrero de 2011 un estudio que demostró que aquellos pacientes afroamericanos que visionaron un DVD con relatos personales de pacientes de su mismo origen étnico y social terminaban por obtener mejores resultados de salud que aquellos pacientes que no recibieron los DVD. En los DVD los pacientes narraban sus testimonios particulares sobre cómo contrajeron la enfermedad, sus estilos de vida y las dificultades a la hora de cumplir con el tratamiento médico. El estudio demostró que los pacientes se identificaban con los narradores, aceptaban su enfermedad, se comparaban con los protagonistas de los relatos y acaban por observar los tratamientos con más adherencia que los pacientes que no visionaron los DVD. Los pacientes sencillamente dejaban de sentirse solos y pasaban a considerarse parte de un grupo. Y esto es todo respecto a la ciencia y las ventajas de los relatos personales. Mañana hablaremos sobre cómo ordenar toda la información de la que dispongas para crear un relato personal. Para ello hablaremos del Bolero de Ravel y el walkman. Y si no sabes de qué dispositivo musical hablo, joven primate, te bastará con saber que es el abuelo japonés del iPod. Un cordial saludo y hasta mañana. Frase inspiradora de hoy: 18 «El storytelling revela el sentido sin cometer el error de definirlo.» HANNAH ARENDT, filósofa política Vídeos y recursos útiles: McDonald’s Portugal es responsable de la iniciativa «Histórias com M». Se trata de un proyecto de storytelling personal que cuenta en formato audiovisual los relatos de vida laboral y las vocaciones de personas que trabajan o trabajaron en alguno de sus restaurantes en el país: www.historiascomm.com Libro útil para saber más: TURNER, Mark. The Literary Mind, Oxford University Press, 1996. 19 http://historiascomm.com/ Miércoles Háblame de ti… con orden Querido lector o lectora, Releo y me doy cuenta de que estos primeros días he estado demasiado argumentativo, casi a la defensiva. En el fondo me he sentido inseguro, intentando aportar evidencias o pruebas científicas de cada idea que explico. Así que, si has tenido la paciencia de llegar hasta aquí, a partir de ahora daré por hecho que eres «creyente» en esto del storytelling personal. Se acabaron los estudios clínicos. Prometo ir más al grano. La palabra «relato» está de moda. Leemos que un candidato político «no tiene relato», y en realidad quieren decir que el candidato carece de capacidad de oratoria. Escuchamos el supuesto «relato de los hechos» de un reportero, pero luego su crónica es abstracta y carece de personajes. Asistimos a muchas presentaciones de negocios que dicen ser «relatos», pero en realidad son una sucesión de informaciones inconexas expuestas en puntos de diapositivas de PowerPoint. Hoy vamos a intentar ponernos de acuerdo en una cosa: a qué llamar relato personal. Habrá gente que diga que un relato no se puede despiezar y analizar. Que un relato es un todo único, que su belleza reside en ser una combinación irrepetible. Tratar de separar cada ingrediente, analizarlo y que tenga sentido es garantizarnos que —como en las autopsias— cuando separemos cada órgano ya no haya vida en el cuerpo. Al fin y al cabo si existiera una fórmula maestra para 20 narrar, todos seríamos storytellers infalibles. Pero nosotros no pretendemos diseccionar los componentes de todo relato para ganar el premio Nobel de literatura o el Oscar al mejor guión. Apenas queremos familiarizarnos con los conceptos básicos de la narrativa para mejorar nuestra forma de conectar con los demás. Así que, adelante: bisturí, por favor. Un relato personal no es una anécdota o un chiste. Se trata de una herramienta de comunicación estructurada en una secuencia de acontecimientos que apelan a nuestros sentidos y emociones. El exponer uno o varios conflictos personales, y cómo el protagonista los resuelve, revela una verdad que aporta sentido a nuestras vidas. En los próximos dos días vamos a estudiar la alquimia de todo relato. Para ello te pido que primero leas lo siguiente: «En casa éramos una familia inusitadamente moderna. A mi madre le gustaba mucho la música clásica occidental y compró muchos discos para nuestra antigua victrola. Mi abuelo la llevaba con frecuencia a conciertos y estoy convencido de que mi interés por la electrónica y la reproducción de los sonidos empezó debido a mi madre. Desde la gran bocina del gramófono escuchábamos una y otra vez, sin cesar, las grabaciones con el ruido de fondo de la aguja, de los grandes maestros musicales de Europa. Con el equipo mecánico para grabación que, en aquel entonces, tenían a su disposición los fabricantes resultaba difícil reproducir el sonido de toda una orquesta […] Todavía tengo en la memoria cuando yo no era más que un niño pequeño y daba vueltas vigorosamente a la manivela […] »Mi padre pensaba que si a uno le gusta la música, debe contar con un buen sonido. Además, le preocupaba que escuchar esa victrola con sonido a lata fuese malo para nuestro oído y nuestra sensibilidad musical […] Recuerdo que la nueva máquina, también una Víctor, costó una fortuna increíble. Nunca olvidaré el fantástico sonido que salía de la nueva máquina… en comparación con el de la antigua mecánica. Era un sonido del todo diferente y yo estaba fascinado. El 21 primer disco que recibimos fue Bolero, de Ravel. […] »Me obsesionaba este descubrimiento y todas las preguntas que hacía surgir en mi mente. Tenía un pariente ingeniero y cuando oí que él solo había construido un fonógrafo eléctrico, estuve ansioso por ver el aparato. […] estaba en forma de componentes, todos interconectados y dispuestos en rosario, sobre el suelo de estera de la casa. Parecía maravilloso que ese aparato lo pudiera construir un aficionado […] »Empecé a comprar libros sobre electrónica y me suscribí a revistas japonesas y extranjeras […] »Mis experimentos de electrónica me absorbían tanto que casi me valieron mi expulsión del colegio. Mi madre recibía a menudo llamadas para informarla de mi mal rendimiento escolar y el director estaba enojado y preocupado por mi falta de interés por los estudios convencionales.» El narrador de este relato personal es Akio Morita, cofundador de Sony a la edad de veintidós años y presidente de la compañía durante décadas. Sus palabras proceden de la autobiografía Made in Japan. En primer lugar, hemos dicho que un relato es una secuencia de acontecimientos. En un relato siempre hay un orden, una estructura para presentar y dosificar la información que proporcionamos al que nos presta atención. En el relato de Akio Moritatenemos una secuencia cronológica de los hechos. Arranca por el origen de su pasión por la música durante su infancia. Y a continuación va describiendo su relación con todos y cada uno de los aparatos musicales que fue conociendo hasta llegar el nacimiento de su firme vocación profesional. Como buen obsesionado por la electrónica, Morita narra en su autobiografía toda la historia de su vida personal, la historia de su familia y la de sus hijos, como una sucesión de invenciones de aparatos musicales y lanzamientos comerciales. Cada aparato o campaña comercial le recuerda una emoción, un evento, una etapa importante de su vida. 22 Puedes elegir cualquier estructura u orden para presentar los acontecimientos de tu relato personal. Quizá decidas narrar tu vida laboral en orden cronológico, en función de las empresas para las que trabajaste — empezando por la última o por la primera—, usar como secuencia lógica los viajes de trabajo que hiciste, los jefes más odiados o queridos —ordenados por su impacto afectivo en tu vida— o los tipos de silla en los que te has ido sentado para trabajar. Lo importante es que primero medites la estructura narrativa. A continuación decide la información clave de cada «capítulo» o «escena» del relato. Después piénsate su extensión, la cantidad de información que vas facilitar según su importancia estratégica en el relato. Akio Morita podría haberse dejado llevar por su pasión por la electrónica. Podría habernos descrito con todo lujo de detalle las tripas y los componentes de cada aparato… lo que hubiera provocado nuestras ganas de dejar de prestar atención. Pero no lo hace. Describe su frustración con el sonido de cada aparato porque sabe que lo que nos interesa como lectores no es la cacharrería en sí, sino los motivos humanos que llevaron al Morita adolescente a interesarse por la electrónica de manera tan obsesiva. Morita sólo hace una excepción. Se explaya con el aparato decisivo en su vida, el que construyó su pariente y le llevó a intentar construir su primer dispositivo. Lo describe casi como una serpiente, embajadora simbólica de la tentación: el aparato estaba «en forma de componentes, todos interconectados y dispuestos en rosario, sobre el suelo de estera de la casa». Recuerda que en cada escena debes ofrecer la información necesaria para el capítulo. Ni más ni menos. Si proporcionas información de más, se convertirá en un peso muerto y correrás el riesgo de aburrir a tu audiencia. Si ofreces menos información de la necesaria, tu audiencia perderá el hilo y no comprenderá tu relato. Fíjate que hemos dicho que un relato es una «secuencia de acontecimientos». No basta sólo con incluir la información imprescindible. No basta con sacar la tijera para dejar fuera el dato que en realidad sólo es «grasa» para la musculatura del relato. Además, debes transformar la información estática en acontecimientos. Se trata de narrar escenas, acciones concretas y no ideas abstractas o 23 argumentos retóricos. En un relato pasan cosas. «Mi compromiso con la vocación por la electrónica creció» no es un acontecimiento; en cambio, «empecé a comprar libros sobre electrónica y me suscribí a revistas japonesas y extranjeras» sí lo es. «Mi pasión por la electrónica me resultaba absorbente» no es un acontecimiento; «Mi madre recibía a menudo llamadas para informarla de mi mal rendimiento escolar y el director estaba enojado y preocupado por mi falta de interés por los estudios convencionales» sí lo es. Los acontecimientos, las acciones de tus personajes o de tus escenarios — paisajes, interiores o exteriores—, ayudan a que tu audiencia visualice la historia. Los acontecimientos de un relato eficaz siempre llevan asociados una imagen fácil de componer y recordar. En el relato del cofundador de Sony, el relato se podría contar con las siguientes imágenes: 1.ª Familia de Morita asistiendo a conciertos. 2.ª Familia escuchando una gramola. El Morita niño da vueltas a la manivela. 3.ª Morita fascinado escuchando la nueva máquina Víctor. 4.ª El disco de Ravel llega a su casa. 5.ª Morita contempla fascinado el fonógrafo eléctrico construido por su pariente ingeniero. 6.ª Morita suscribiéndose a revistas de electrónica. 7.ª Las llamadas del director del colegio a su madre para quejarse del rendimiento de Akio. A continuación analizaremos una estructura que en mi opinión es como la «navaja suiza» de las estructuras narrativas. Suele funcionar para casi cualquier tipo de material narrativo a ordenar, sea cual sea el soporte de comunicación que vayas a utilizar para contarlo: una nota de prensa, un discurso, una presentación, una carta, un vídeo, un podcast, etcétera. Se trata de una adaptación propia de una estructura narrativa analizada por Vladímir Yákovlevich Propp, autor del clásico Morfología del cuento. Veamos sus diferentes apartados. a) El reto del protagonista o el agravio al protagonista Esta estructura comienza con el protagonista del relato afrontando un acontecimiento o dilema que le obliga a escoger entre varias opciones. Cuanta 24 más presión tenga el protagonista para elegir entre las diversas opciones y más se juegue en la decisión, más aprenderá la audiencia sobre el carácter y la personalidad de tu héroe, y más posibilidades habrán de que genere empatía o antipatía. Todos los protagonistas tienen miedo a equivocarse de elección. De nuevo la eterna pregunta primate: ¿cooperar o competir? Todos tienen dudas sobre su capacidad para hacer frente al reto o agravio. Todos temen equivocarse interpretando o poniendo a prueba las verdades de la tribu. En los clásicos anuncios televisivos de detergente, el reto o agravio es normalmente un acontecimiento que mancha de manera catastrófica una prenda de alto valor simbólico o emocional. El protagonista —normalmente el ama de casa, son así de machistas— se enfrenta a las decisiones de lavar la mancha de inmediato o posponer el lavado, y de qué detergente y programa de lavado escoger en el menú de la lavadora. Añadamos presión a la decisión del protagonista para incrementar las posibilidades de empatía. Pongamos que la prenda es la camiseta del equipo de fútbol del niño para el partido de su vida, que además se juega en un plazo de dos horas. O digamos que la prenda es el mantel de la mesa nupcial de un restaurante que celebra el banquete esa misma tarde. O la mancha ha destrozado la camisa blanca que un miembro de la familia iba a usar en su primer día de trabajo en una empresa. En el relato de Morita, el agravio es el sonido deficiente de cada aparato. Las decisiones son la de dedicarse al estudio autodidacta de electrónica para mejorar el sonido existente y con qué grado de compromiso e intensidad. La presión la aporta el hecho de que en su decisión se juega su rendimiento escolar en los estudios oficiales, además del respeto y cariño de su madre, su familia y el director del colegio. b) Aparición del mentor Tras presentar el reto o agravio, en esta estructura narrativa el protagonista cuenta habitualmente con una o varias personas que le ayudan a tomar la 25 decisión. Al contar con más experiencia que él, le ofrecen consejos y pistas valiosas o le proporcionan formación y entrenamiento. En el caso de los anuncios de detergentes, se trata de esa madre a la que el estudiante novato llama desesperado para consultar cómo lavar la prenda manchada. Otras veces es una vecina con más experiencia o la suegra la que echa una mano al ama de casa inexperta. En el relato personal de Akio Morita vemos el rol iniciático de su madre, que le da a conocer los placeres de la música. Sin embargo, es el pariente ingeniero el que de verdad espolea su fascinación por la electrónica y le lleva a intentar construir su primer fonógrafo. c) Aparición del objeto mágico A la presentación de la figura del mentor suele seguir la aparición del objeto mágico. Es habitual que sea el propio mentor el que entregue el talismán al héroe del relato. El objeto mágico es una herramienta de propiedades y carga emocional casi sobrenaturalescuya posesión ayuda al protagonista a superar sus dudas o miedos y sentirse capaz de enfrentarse al reto. En el caso de James Bond —el detective 007 creado por Ian Fleming— el objeto mágico es la pluma estilográfica que lo mismo corta la liga de una media que se transforma en paracaídas o en jabalina asesina. También el zapatófono explosivo o cualquiera de las invenciones del extravagante Doctor Q. El objeto mágico de Harry Potter es su varita. El del ex presidente brasileño Lula da Silva, el programa social Bolsa Família. El del presidente de la Transición española Adolfo Suárez fue los «Pactos de la Moncloa». Los Juegos Olímpicos cuentan con la antorcha olímpica. En los anuncios televisivos clásicos de detergente el objeto mágico suele proceder de la fórmula o los ingredientes activos: hiperperlas, megaperlas, superperlas, oxyactions, aroma de Marsella, pino, etcétera. En el relato personal de Akio Morita el objeto mágico es el dispositivo que «estaba en forma de componentes, todos interconectados y dispuestos en 26 rosario, sobre el suelo de estera de la casa». No obstante, en los relatos múltiples que componen la leyenda empresarial de Akio Morita, creo que sería el walkman el objeto mágico que catapultaría a Sony y a su presidente a la gloria. Escoge bien y escenifica la presentación del objeto mágico de tu relato personal. Puede que sea el diploma de una universidad prestigiosa si estás contando tu relato personal durante una entrevista de trabajo. Puede que sea un modelo de negocio si estás solicitando un préstamo bancario. Puede que sea un objeto inspirador —heredado de un jefe muy querido— si estás en una convención de empresa. En cualquier caso, te estarás jugando la fe que tu audiencia ponga en que el protagonista del relato superará el reto. Todos necesitamos objetos mágicos en los que creer. d) Fase de aprendizaje o adquisición de competencias Tenemos al protagonista que ha comprendido ya a qué reto se enfrenta. Ha conocido a su mentor y por fin tiene en su poder el objeto mágico que le ayudará. Toca entrenamiento. Durante la fase de aprendizaje, el esfuerzo de tu personaje por adquirir las destrezas o habilidades necesarias para enfrentarse al reto revelará su verdadero carácter. Con cada caída, con cada error, con cada hora de estudio o kilómetro recorrido por tu personaje, aumentará tanto su destreza como la fe de tu audiencia en sus posibilidades. Los errores, los fallos o las caídas del héroe de tu relato recordarán la magnitud del riesgo que asume, qué se está jugando y las consecuencias de su posible fracaso final. No olvides la atención proyectiva que los relatos despiertan en nosotros. Prestamos atención a la fase de aprendizaje de cualquier relato personal para valorar cuánto tendríamos que esforzarnos nosotros mismos si fuera el caso. Necesitamos valorar si tendríamos posibilidades de triunfar en caso de que se nos presentara una situación similar a la del personaje. Puedes recrear el esfuerzo y las penurias de tu personaje en su fase de aprendizaje, pero recuerda que el nivel de esfuerzo debe percibirse como alcanzable por tu audiencia. Todos queremos sentir que con el esfuerzo y 27 trabajo suficientes podríamos alcanzar el reto planteado al héroe del relato. e) La gran batalla o el «momento de la verdad» Tras la dura preparación y el esfuerzo, y las primeras escaramuzas a las que se ha tenido que enfrentar tu personaje, llegó la hora de jugársela de verdad. El protagonista de tu relato debe enfrentarse —en solitario y sin ayuda de aliados o mentores— a su reto. En la saga de películas Rocky, tras subir y bajar miles de peldaños de escaleras, enfrentarse a sparrings, hacer dietas y renunciar a una vida normal, Rocky Balboa tiene que subir al cuadrilátero en el día de su gran combate. En Wall Street, después de tantos estudios y sacrificios, el joven y ambicioso ejecutivo de bolsa Bud Fox tiene que elegir entre el legado moral de su padre sindicalista o la vida lujosa, trepidante e inmoral que le proporciona su falso mentor y jefe Gordon Gekko. En Nacido el 4 de Julio el ex combatiente Ron Kovic debe elegir entre los valores supuestamente patrióticos heredados de su familia y su pueblo o convertirse en un activista antisistema, crítico con la intervención militar estadounidense en Vietnam. En los anuncios clásicos de detergente, el ama de casa tiene que programar la lavadora, pulsar el botón y atenerse a las consecuencias de sus decisiones de lavado. En el relato de Akio Morita, éste tendrá que decidirse entre la vida incierta de joven emprendedor o seguir la estela de la tradición empresarial de su familia, propietaria durante generaciones de una fábrica de sake, la tradicional y riquísima bebida japonesa. f) La recompensa o sanción social Hemos dicho que en todo relato el protagonista cuestiona o investiga la vigencia de las verdades culturales de la tribu. El protagonista recorre un esforzado y arriesgado trayecto físico o espiritual —de autoconocimiento— para poder responder a la pregunta: ¿cooperar o competir?, ¿seguir con los valores 28 de lujo y dinero de los años ochenta o recuperar los valores colectivos de los sesenta?, ¿abrazar la educación patriótica familiar o los valores alternativos de los años sesenta?, ¿continuar con la empresa tradicional de mis antepasados o innovar creando una nueva? En esta última fase de la estructura narrativa el entorno social del protagonista reconoce públicamente lo acertado de su decisión, certifica su éxito y le agradece el esfuerzo realizado y el riesgo asumido. La manada de primates ve reafirmada la vigencia de su cultura o, por el contrario, ve cómo uno de sus miembros la modifica para bien, adaptándola a un nuevo entorno o nuevos tiempos. El héroe ha hecho avanzar a la manada viviendo su aventura. Gracias a su interpretación particular de la verdad cultural en cuestión y su decisión acertada, ha abierto el camino al proceso de aprendizaje por imitación del resto de los miembros de la tribu. En esa última fase de la estructura narrativa, la tribu celebra y recompensa al protagonista del relato. El niño con el trofeo deportivo en la mano besa a su madre. El familiar le agradece la autoconfianza durante su primer día de trabajo. Sony y Japón hacen un homenaje a Akio Morita. Es todo en cuanto a orden, dosificación de la información y estructura narrativa. Mañana veremos por qué hasta el hippie más pacifista adora un conflicto. Un cariñoso saludo. Frase inspiradora de hoy: «Aquellos que no tienen el poder sobre el relato que domina sus vidas, el poder de recontarlo, de repensarlo, de deconstruirlo, de bromear sobre él o cambiarlo, son auténticos impotentes, porque no pueden tener nuevos pensamientos.» SALMAN RUSHDIE, escritor británico Vídeos y recursos útiles: 29 La revista Smith Magazine es una publicación dedicada al storytelling personal. Haciendo homenaje al apellido más popular en lengua inglesa, además publica libros, cómics y vídeos con relatos personales que envían sus lectores, storytellers profesionales y aficionados. Los relatos personales están agrupados en categorías como «vida digital», «trabajo» o «felicidad». Smith es promotora de la exitosa iniciativa «Six Word Memories» (memorias en seis palabras), que ha dado lugar a una saga de libros y vídeos donde sus seguidores cuentan sus vidas en relatos de seis palabras como máximo: Smithmag.net Libro útil para saber más: MCKEE, Robert. El guión, Alba Editorial, Madrid, 2009. 30 Jueves Háblame de ti… y de tus conflictos Querida lectora o lector, Esta noche de agosto hace un calor casi insoportable en Madrid. Decido tomármelo con filosofía. Es la temperatura perfecta para escribir sobre el tema de hoy: el conflicto. Ayer vimos que un relato personal es una herramienta de comunicación estructurada en una secuencia de acontecimientos que apelan a nuestros sentidos y emociones. El exponer uno o varios conflictos personales, y cómo el protagonista los resuelve, revelan una verdad queaporta sentido a nuestras vidas. A lo largo de los talleres de formación que he impartido no son pocos los líderes, responsables de recursos humanos o de formación que me han solicitado evitar el uso de la palabra «conflicto» durante las sesiones. El concepto de «conflicto» da miedo y genera rechazo. «Ya tenemos suficientes conflictos en este partido», «el equipo está hasta arriba de conflictos, no queremos recordarlos» o «la cultura estadounidense es más integradora que la europea, aquí aborrecemos el conflicto», «Antonio explica el concepto, pero no uses esa palabra», etcétera. Siempre me he negado. Un relato personal necesita de las altas temperaturas que proporciona un conflicto. Es el conflicto —y no la corrección política— el que garantiza la polémica, la polarización de la opinión de la audiencia, el contagio viral y el boca a oreja que logran los relatos. Son la 31 adrenalina y el vértigo del conflicto en su máxima expresión —y no las medias tintas— los que consiguen que aprendamos y recordemos las enseñanzas del relato personal. Sin conflicto no hay relato personal Sólo mediante uno o varios conflictos tendremos garantías de que nuestro relato personal pueda activar el modo de atención proyectiva de nuestra audiencia y que las emociones que detonan atrapen su atención. Pero cuando hablo de conflicto no hablo de presentarnos a los demás mediante la polémica forzada. No hablo de convertirnos en lo que en internet se llama un troll. No se trata de captar la atención de los demás diciendo barbaridades o buscando ser políticamente incorrecto porque sí. No queremos ser Torrente o Borat. Tampoco Detritus, un personaje de Astérix y Obélix que me fascinó de niño. Detritus era un sembrador de cizaña profesional, enviado por Julio César para dividir a los galos. Entiendo por conflicto en un relato personal la pregunta íntima a responder, el dilema a resolver o la elección que tiene que realizar su protagonista respecto a una verdad culturalmente aceptada por su tribu. De nuevo la gran pregunta primate: ¿cooperar o competir? En el storytelling personal el conflicto suele reconocerse en la secuencia circunstancia-elección-consecuencia. Veámoslo con un ejemplo. Analicemos el relato personal de Rocío, recogido en 2011 por Beetles Stories: una recopilación de historias vividas junto a un Beetle. Se trata de una iniciativa del grupo de automoción Volkswagen para rescatar relatos personales de conductores fieles al mítico «escarabajo» (www.beatlestories.com). El relato de Rocío se titula En memoria de mi abuela: «Me saqué el carné de conducir a los treinta años y fui, con mucho orgullo, una de las primeras mujeres que se sacó el carné de conducir en España, aunque por aquel entonces estaba mal visto. Mi primer 32 http://beatlestories.com/ coche fue un Volkswagen Sedán de color blanco y hacía pocos años que había terminado la segunda guerra mundial. Con aquel coche empecé a viajar por Cataluña; pero no te creas que muy lejos; veraneábamos en Can Carelleu, en una casita blanca donde después de derrumbarse se construyó el edificio que ahora será tu universidad. »Como tu abuelo siempre estaba fuera por trabajo, tuve que convertirme en una mujer independiente, y con ese escarabajo azul marino os llevaba de vacaciones los veranos a la torre de San Cugat (antes era todo bosque), o nos íbamos al Tibidabo. Llevaba a muchas de las amigas de tu madre al colegio, porque era la única madre que conducía; me llevaba a mis amigas de viaje, incluso una vez me atreví a ir con tres amigas a una fiesta a Sitges; ¡si vieras cómo nos miraban todos los hombres al ver bajar a tres mujeres de un coche sin un hombre que nos acompañara! Ellos nos miraban con ojos de deseo y ellas, con mala cara. Realmente me daba igual, aquel coche me hacía poderosa, me hizo saber lo que era ser una mujer independiente, me hacía ser una mujer respetada. Al subirme al coche, todo el mundo me miraba por la ciudad y la gente me miraba con respeto. Los hombres que conducían en los años cuarenta el escarabajo sedán eran de la alta burguesía catalana; las mujeres que lo conducían no existían. »Empezaron a aparecer nuevos coches, el clasismo en España cada vez era más radical. Un coche envejecía hasta matar a otro antiguo y tenías que cambiártelo porque si no, no estabas a la altura. Jamás vendí ese coche y el tiempo me dio la razón, por lo que veo, ahora, después de sesenta años, se han vuelto reliquias; los jóvenes los buscan y los quieren volver a conducir. »Rocío, vives conmigo desde pequeña, durante muchos años, cuando llegaba Navidad pedías para Reyes el coche de la abuela, y ahora que has cumplido dieciocho años y que tu madre y sus hermanas me han prohibido conducir por vieja, ha llegado el momento de que te regale tu primer coche.» Me llevó al garaje, encendió las luces y fue caminando hacia un bulto cubierto con unas sábanas blancas. Lo destapó y ahí estaba 33 aquel fabuloso escarabajo sedán de color azul marino que llevaba tantos años en el garaje (remodelado, claro). El motor seguía intacto, pero el coche estaba repintado y la tapicería interior absolutamente nueva. Había cambiado las ruedas, las llantas, el cambio de marchas y el cristal trasero que estaba roto desde hacía un par de años. Entonces, mi abuela dijo: «Espero que te haga sentir tan importante y libre como me hizo sentir a mí durante tanto tiempo». Y tanto es así que lo sigo conduciendo, aunque sólo en ocasiones especiales. Mi abuela falleció el pasado mes de noviembre justo una semana antes que mi abuelo; me he animado a pasaros el escrito que ella me hizo para poder participar «con ella» en el concurso de Volkswagen. En este relato, la protagonista, la abuela de Rocío, se enfrenta a varios conflictos. El primero es un conflicto con su entorno social. Las verdades compartidas mayoritariamente por su tribu en aquella época eran que «el lugar de la mujer es su casa» y que la mujer «debe estar junto a su marido». La abuela de Rocío debió hacerse la pregunta íntima de si seguir las costumbres sociales machistas de la época o bien enfrentarse a ellas y hacer caso a su instinto de libertad. Una vez más: ¿cooperar o competir? Las consecuencias de las decisiones de los personajes y los riesgos que éstos asumen con ellas aportan intensidad dramática al relato. Garantizan las emociones que harán que tu personaje gane la simpatía o antipatía de tu audiencia. Nadie conecta emocionalmente con héroes que superan sus conflictos con un solo dedo. Conectamos con la humanidad del héroe, con su vulnerabilidad y su sacrificio, no con su genialidad. Hasta los relatos de genios giran en torno a su vulnerabilidad. Piensa en los relatos personales más solicitados de Steve Jobs —el carismático líder de Apple—, de Bill Clinton —el ex presidente estadounidense con mayor índice de aprobación ciudadana de la historia de EE. UU.— o de Oprah Winfrey, la estrella televisiva afroamericana. Los relatos personales que más han conectado emocionalmente con sus equipos y seguidores han sido los relatos de conflictos cuya resolución exigía mostrar su 34 vulnerabilidad y sacrificio: las infancias difíciles, las decisiones erróneas y el trabajo constante, no los momentos de gloria fácil o rápida. Así que a la hora de narrar la resolución del conflicto de tu relato, nada de «veni, vidi, vici». Sangre, sudor y lágrimas. Aunque el dilema de la abuela de Rocío hoy parezca baladí, se jugaba mucho en su elección. Si optaba por ser «una mujer de su casa», contaría con el beneplácito de su tribu —la burguesía catalana—, pero a cambio traicionaría su forma de ser más profunda. Tendría que resignarse a una vida casera y rutinaria de té de las cinco y naipes con las vecinas. Si, por el contrario, optaba por vivir como una mujer independiente, asumía el riesgo de sufrir la marginación o el rechazo de la burguesía catalana. En aquella época a las mujeres independientes automáticamente se les asumía una «vida licenciosa». El principal conflicto del relato personal de la abuela de Rocíoestá servido. La audiencia podrá tomar partido por una decisión u otra. La polémica —si merecía la pena pagar el precio de una u otra decisión en aquella época— implicará a la audiencia y servirá de motor de difusión y propagación boca a oreja del relato. Analicemos el conflicto bajo la secuencia circunstancia-elección- consecuencia. La abuela de Rocío vivió una circunstancia personal: la ausencia permanente de su marido en los años cuarenta en España, época en la que las mujeres apenas gozaban de derechos propios sin la autorización de sus esposos. En su relato lo explica: «Los hombres que conducían en los años cuarenta el escarabajo sedán eran de la alta burguesía catalana; las mujeres que lo conducían no existían. […] fui […] una de las primeras mujeres que se sacó el carné de conducir en España, aunque por aquel entonces estaba mal visto.» A partir de esa circunstancia, la abuela de Rocío asume los riesgos, y realiza su elección: «[…] tuve que convertirme en una mujer independiente, y con ese 35 escarabajo azul marino os llevaba de vacaciones los veranos a la torre de San Cugat (antes era todo bosque), o nos íbamos al Tibidabo. Llevaba a muchas de las amigas de tu madre al colegio, porque era la única madre que conducía; me llevaba a mis amigas de viaje, incluso una vez me atreví a ir con tres amigas a una fiesta a Sitges.» Y su elección le acarrea unas consecuencias. Se trata del crecimiento de su orgullo y autoestima y también de las críticas de sus coetáneos, críticas que conforme pasan los años terminan convirtiéndose en admiración y reconocimiento por su valentía: «[…] ¡si vieras cómo nos miraban todos los hombres al ver bajar a tres mujeres de un coche sin un hombre que nos acompañara! Ellos nos miraban con ojos de deseo y ellas, con mala cara […]. Realmente me daba igual, aquel coche me hacía poderosa, me hizo saber lo que era ser una mujer independiente, me hacía ser una mujer respetada. Al subirme al coche, todo el mundo me miraba por la ciudad y la gente me miraba con respeto.» Pero el relato de Rocío contiene otros conflictos secundarios. El segundo conflicto del relato En memoria de mi abuela tiene que ver de nuevo con la norma social de la tribu y el dilema de la protagonista de respetarla o traicionarla para permanecer fiel a su forma de ser. a) Circunstancia: «Empezaron a aparecer nuevos coches, el clasismo en España cada vez era más radical. Un coche envejecía hasta matar a otro antiguo y tenías que cambiártelo porque si no, no estabas a la altura». b) Elección: «[…] Jamás vendí ese coche». c) Consecuencia: «[…] y el tiempo me dio la razón, por lo que veo, ahora después de sesenta años se han vuelto reliquias; los jóvenes los buscan y los quieren volver a conducir». El tercer conflicto de la abuela de Rocío es de tipo interno. Es del 36 protagonista consigo mismo y tiene que ver con la aceptación del paso del tiempo y la preparación de nuestro legado de vida. a) Circunstancia: «Y ahora que has cumplido dieciocho años y que tu madre y sus hermanas me han prohibido conducir por vieja…». b) Elección: «Me llevó al garaje, encendió las luces y fue caminando hacia un bulto cubierto con unas sábanas blancas. Lo destapó y ahí estaba aquel fabuloso escarabajo sedán […] Entonces, mi abuela dijo: “Espero que te haga sentir tan importante y libre como me hizo sentir a mí durante tanto tiempo”». c) Consecuencia: «Y tanto es así que lo sigo conduciendo, aunque sólo en ocasiones especiales». En la vivencia y resolución del conflicto o conflictos podremos ilustrar el arco del personaje. En todo relato el conflicto hace que el protagonista viva una evolución, un viaje interior. El héroe o la heroína de tu relato personal comienza siendo una persona y —tras enfrentarse y superar el conflicto— acaba convirtiéndose en otra. Aunque el conflicto conlleve sangre, sudor y lágrimas, la aventura habrá hecho de tu protagonista una persona más autoconsciente, más sabia y fuerte. Todo conflicto es una aventura transformadora. La joven de la burguesía catalana, valiente, pero quizás aún vulnerable a la crítica de los demás —tras vivir su vida a lomos de un escarabajo— acaba convirtiéndose en una mujer adulta, segura de sí misma, que lega lo mejor de su espíritu independiente a su nieta. Recuerda que gracias a que el storytelling personal capta una atención de tipo proyectivo en tu audiencia, ésta estará especialmente pendiente del arco de tu personaje protagonista. La evolución vital del personaje, las emociones que viva, el autoconocimiento que gane y la recompensa o sanción social que obtenga serán la promesa que le estés haciendo a tu audiencia si decide imitar el comportamiento de tu protagonista. Cuanto más rico en conflictos sea tu relato personal, más posibilidades de atraer la atención de distintos perfiles de tu audiencia y 37 conectar emocionalmente con ellos. Los tres conflictos ilustrados en En memoria de mi abuela son casi universales y pueden atraer a muchos tipos de personas. Pero cada uno de ellos atraerá a personas que tengan un conflicto similar en su propia vida. Es probable que el primer conflicto pueda atraer a personas interesadas en la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, mayoritariamente mujeres adultas. El segundo, a los interesados en la autenticidad frente a las modas sociales, principalmente adolescentes. El tercero atraerá más a las personas que reflexionen sobre la herencia moral que legar como testamento a los seres queridos, probablemente personas de edad más avanzada. Respecto al concepto de conflicto, sólo me queda contarte que existen tres tipos de conflicto en los relatos personales. Conflictos internos, del personaje consigo mismo; conflictos de relación, del protagonista con las demás personas que le rodean y conflictos del protagonista con el entorno físico, con el hábitat en el que se encuentra. Al primer tipo de conflicto corresponden historias como las de las películas El luchador —una vieja gloria luchando consigo misma para cambiar su vida y dejar los combates, interpretada por Mickey Rourke— o Lost in translation —una estrella cinematográfica de viaje en Tokio buscando sentido a su vida, interpretada por Bill Murray. Al segundo tipo de conflicto corresponden historias como En el nombre del padre —la confrontación de padre e hijo encarcelados bajo la acusación de pertenecer al IRA irlandés— o el combate a tres bandas del western clásico El bueno, el feo y el malo. La saga de películas La jungla de cristal, Hijo de los hombres, de Alfonso Cuarón, o El incidente (Fin de los tiempos), de M. Night Shyamalan, son ejemplos de historias donde los protagonistas deben enfrentarse a un entorno hostil para sobrevivir, sea en forma de edificio asesino, caos apocalíptico o ataques bioquímicos. A la hora de comunicar tu mensaje escoge un relato personal teniendo en cuenta el tipo de conflicto que ilustra, la audiencia al que va destinado, el canal de comunicación y el momento que utilizarás para difundirlo. Los relatos con conflictos internos suelen ser historias más psicológicas y 38 sofisticadas que requerirán concentración y una atención activa de tu audiencia. Son más difíciles de contar mediante imágenes y requieren canales de comunicación que favorezcan la observación y la reflexión. Los relatos con conflictos de relación tienden a ser sencillos. Terminan siendo historias de opuestos: buenos contra malos. Esta simplicidad hace que sean relatos todoterreno, de fácil adaptación a todo tipo de públicos, canales y situaciones. Los relatos que ilustran conflictos con el entorno suelen ser relatos de acción, de espectacularidad fácil, siempre que el canal de comunicación y los recursos tecnológicos lo hagan posible. En mi experiencia particular, el primer tipo de conflicto atrae mayoritariamente a mujeres mientras que los dos últimos interesan más a los hombres. Hablemos ahora de sentidos y emociones en tus relatos personales. Recuerda que habíamos dicho que todo relato es una secuencia de acontecimientosque apelan a nuestros sentidos y emociones. En la cultura occidental tendemos a olvidarnos de nuestros sentidos, cuando no tratamos de eliminarlos. Llamamos «oler bien» a no oler a nada, el tacto está cada vez más perseguido, etcétera. A la hora de narrar las cosas nos ocurre lo mismo. Quizá por nuestra cultura audiovisual tendemos a abusar de la vista y el oído para comunicar. Nos olvidamos de que el resto de los sentidos comunican también. Sin embargo, son los sentidos los que activan nuestras emociones. ¿A qué huele tu nota de prensa? ¿A qué sabe tu discurso? ¿Cuál es la textura de tu conferencia? Si respondes sin titubear demasiado a estas preguntas e incorporas los cinco sentidos a las situaciones y descripciones de tu relato, es muy probable que tengas claro el mensaje que quieres transmitir. Tu relato personal acabará siendo muy eficaz despertando emociones. Si tu relato personal no es capaz de emocionar a quien lo escuche, comunicará igual que una hoja de cálculo en Excel: mal. Los relatos son persuasivos porque logran activar nuestras emociones. ¿Recuerdas por qué éramos capaces de sobrevivir al ataque del Tyrannosaurus rex a la hora de su aperitivo? Las emociones inician respuestas inmediatas en nuestra amígdala cerebral. 39 A la hora de seleccionar un relato personal para contar, piensa en el tipo de emociones que quieres despertar en tu audiencia. Personalmente es lo que más me cuesta del storytelling personal. Tengo la tendencia a ser demasiado solemne. En vez de llevar dentro un argentino pequeñito parece que tengo un penitente andaluz deseando cantar una «saeta». Lo he pagado en muchas ocasiones donde la solución narrativa para sacar adelante una situación comunicativa era despertar emociones más livianas o festivas. En ese sentido admiro mucho al guionista y cineasta Michael Moore. ¿Cuál es su estrategia narrativa para lograr que millones de personas presten atención no a una película de ficción o un musical, sino a un… documental? ¿Cómo lo hace para que millones de personas quieran prestar dos horas de atención a una película que no trata de famosos, deporte o sexo, sino de… política? ¿Acaso él es inmune a eso que llaman la «desafección» de la ciudadanía hacia la política? En mi opinión Moore es un maestro seleccionando el tipo de emociones que quiere provocar con sus relatos y la relación de éstas con las temáticas de su relato. Mediante la exageración, la ironía y la sátira es capaz de reconciliar el humor con temas como el derecho a la sanidad pública, la invasión de Irak o la violencia armada en EE. UU. Gracias a esta habilidad para las emociones, el oscarizado cineasta es capaz de lograr que prestemos atención a relatos muy poco atractivos a priori. Para acabar de glosar la definición de relato personal, ya sólo nos queda hablar de que todo relato «revela una verdad que aporta sentido a nuestras vidas». Todo buen relato contiene una verdad cultural. No importa si tu relato es una experiencia real que ocurrió en tu infancia, una fábula que has creado tú mismo —usando tu capacidad de invención— o una parábola tradicional que has rescatado de un libro para comunicar un mensaje con mayor eficacia. Sea ficción o no ficción, tu relato personal contendrá las verdades de la tribu. No hablo de verosimilitud. No me refiero a que en los relatos personales las vacas no deban volar. Hablo de que incluso cuando nos acogemos a géneros o formatos creativos donde opera el principio de suspensión de realidad —Superman: érase una vez un hombre capaz de volar gracias a su capa— 40 debemos narrar respetando la verdad. Cuando las ficciones no contienen o respetan la verdad mayoritariamente aceptada por la tribu, todos —pequeños y mayores— simplemente dejamos de prestarle atención. Es lo que ocurre cuando una película nos presenta a una familia excesivamente idealizada o una novela describe a un malo-malísimo a todas horas y en todas las facetas de su vida. Sencillamente desconectamos. Sabemos que el relato no contiene verdad. En la vida real no existen las familias perfectas ni malos que lo son a todas horas y en todas las facetas de su vida. Respecto a que las verdades de un relato aportan sentido en nuestras vidas: no hace falta que volvamos a la idea de que los relatos son manuales de instrucciones para interpretar las verdades culturales de la tribu. Al igual que el niño Mowgli de El libro de la selva, prestamos atención a los relatos de los demás porque —interpretando y ordenando la realidad, aportando sentido— nos ayudan a sobrevivir en nuestra propia selva. Mañana empezaremos a ver todo esto en la práctica cotidiana. Estudiaremos relatos personales de Barack Obama, Harvey Milk y Bono, el líder de U2, entre otros. Un abrazo. Frase inspiradora de hoy: «En el paraíso no hay relatos, porque no hay viajes. Son la pérdida, el arrepentimiento, la miseria y el deseo los que empujan a un relato hacia adelante, a lo largo de su retorcido recorrido.» MARGARET ATWOOD, escritora canadiense Vídeos y recursos útiles: Vidas Galp-Museo Virtual En 2004 la empresa petroquímica portuguesa Galp inició un proyecto pionero para recoger todos los relatos personales de empleados, directivos, socios y proveedores de la compañía. El museo dispone de archivos de vídeo, audio y fotografía. Más 41 información en: http://vidas.galpenergia.com/museu.html Libro útil para saber más: GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Cómo se cuenta un cuento, EICTV-Ollero & Ramos Editores, Madrid, 1996. 42 Viernes Relatos personales de uso más frecuente I Querido lector o lectora, Se acabó la «teoría». A partir de hoy vamos sólo con la práctica. En los próximos dos días no pararemos de analizar ejemplos de relatos personales de todo tipo de líderes y perfiles profesionales. Todos contamos relatos en nuestro día a día. Es algo que aprendemos desde pequeños y que hacemos de manera espontánea. La idea es que puedas reconocerte en los tipos de relatos personales que usas con mayor frecuencia y perfecciones cómo y para qué los cuentas. Aunque no debes perder tu espontaneidad, un uso más reflexivo de tu storytelling personal incrementará tu capacidad de conectar con los demás. No existen tipos de relatos «puros», que sirvan para comunicar un único mensaje. Afortunadamente los relatos personales tienen tantas utilidades, matices y resonancias como personas que los lean o escuchen. Pero por razones didácticas necesitamos algún tipo de clasificación. Para agrupar los ejemplos utilizaré una adaptación propia de los criterios que utiliza la consultora de comunicación Annette Simmons. 1. Relatos de identidad, presentación o relato. ¿Quién soy yo? Cada vez que te diriges a un grupo de desconocidos en un entorno laboral tienes que superar el escepticismo que genera la falta de conocimiento. No 43 existen vínculos personales y experiencias compartidas previas que hayan generado confianza recíproca. El relato de autopresentación puede ayudarte a construir tus credenciales profesionales y aptitudes personales para la labor en cuestión ante tu audiencia. También te será útil para tender puentes que aceleren la conexión y la empatía con la persona o el grupo de desconocidos. En otras ocasiones puede que los colegas o clientes desconocidos sí tengan una idea previa de quién eres y a qué te dedicas. Quizás hayan oído hablar de ti a otros compañeros, o conozcan tus trabajos anteriores. Entonces puedes necesitar que te perciban de forma distinta o recordarles otras facetas personales o profesionales diferentes. En tu relato tipo ¿Quién soy yo? debes evitar parecer arrogante enumerando tus méritos, logros o capacidades. Por supuesto que necesitas comunicar los aspectos de tu carrera profesional que sean pertinentes para la reunión o el encuentro, pero debes evitar a todo costa ser impersonal o incrementar la distancia que —fruto del desconocimiento— ya existe entre tu audiencia y tú. Una buena estrategia narrativa es abrir tu relato con un par de aspectos de tu biografía personal, pasar
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