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Gramática y cultura escolar

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Gramática y cultura escolar
Resumen
La “gramática escolar” es una analogía usada para designar las estructuras profundas las normas y costumbres que comparten de manera implícita entre los actores sociales de la comunidad educativa y que organizan y dan sentido al trabajo escolar. Se asimila al concepto de “cultura escolar”, que comparte valores, creencias y prácticas e influye en los procesos de aprendizaje. Cuando se habla de cultura escolar o de gramática de la escuela, se está haciendo referencia a una cultura única que caracterizaría a las instituciones educativas en un tiempo y espacio determinados.
La gramática básica de la escolarización, como la forma de las aulas, ha permanecido estable a lo largo de décadas. Poco ha cambiado en la forma en que las escuelas dividen su tiempo y el espacio, clasifican a los estudiantes y los asignan a clases, dividen el conocimiento en ‘materias escolares’ y otorgan notas y ‘créditos’ como evidencia del aprendizaje.
La escuela constituye una institución histórica, que se ha formado en el contexto de las sociedades disciplinarias, en ellas, el individuo recorre los “centros de encierro”, en los que pasa de un círculo cerrado a otro, cada uno con sus leyes; la escuela se erige como uno de ellos. Luego, éstas fueron sustituidas por las sociedades de control, en las que el individuo no termina algo para comenzar otra cosa, habita un tiempo en el que “nunca se termina nada”(G. Deleuze). 
Al hablar de “culturas escolares”, hablamos de las necesidades y perspectivas de los distintos actores y de los juegos de intereses de quienes las proponen y de quienes las llevan - o no - a cabo, se hace referencia a las reglas de juego que se transmiten de generación en generación, que permiten interactuar en las aulas y hacer frente a las exigencias de la tarea: prácticas y rituales de la acción educativa, marcha de la clase, modos organizativos formales e informales, los discursos, las palabras, las frases que dan sentido y cohesión al conjunto.
Tyack y Cuban contemplan las reformas como si fueran elementos superadores de instancias anteriores que deben ser incluidos para producir una modificación. No existe posibilidad de reforma sin profesores e instituciones que las lleven a cabo.
Lo que ha permitido que se mantenga la gramática de la escuela es la falta de reflexión sobre los hábitos institucionales y las creencias culturales ampliamente extendidas sobre lo que constituye una “escuela real”. Esta naturalización de la escuela graduada se ha visto favorecida por el tipo de organización de las instituciones educativas que proporcionan una forma estandarizada y homogénea de trabajar con un gran número de personas y que hace que la gramática escolar se reproduzca constantemente. 
Las culturas escolares se realizan a lo largo de un período de tiempo y actúan en el proceso de socialización, en pos de la formación de sujetos. Pero existe una cultura que se constituye en relación con la identidad de las instituciones, que se arma sobre aquello que cada escuela va haciendo de sí misma: las culturas institucionales.
Escolano Benito define la cultura de la escuela como el “conjunto de prácticas, teorías y normas que codifican las formas de regular los sistemas, lenguajes y acciones en las instituciones educativas”. 
Cada escuela posee una marca que la conforma. La imagen de esa institución tiene aspectos manifiestos como el tipo de construcción edilicia, la limpieza, el aseo y el orden interno: las formas en que se recibe a los niños, docentes y padres, la calificación de títulos, las posibilidades de salida laboral que tienen sus egresados, el estilo de los vínculos, las decisiones que se toman, la percepción que los miembros de la institución tienen de la escuela, entre otros. Existen rasgos que conforman a las instituciones, que la definen con características propias y que la hacen diferente a las otras, esto es la cultura institucional; allí se integran los principios pedagógicos, los ideales y los proyectos institucionales.
La gestión escolar se halla entretejida en la cultura institucional que cada una de las instituciones educativas llega a sostener, por ello es preciso abordar los diversos tipos de cultura institucional: la institución escolar como “cuestión de familia”, la institución escolar como “cuestión de papeles” y la institución escolar como “lugar de negociación”. 
En la relación con lo familiar y las escuelas, Frigerio advierte que en esta clase de culturas institucionales se desarrollan modalidades de trabajo en las que las relaciones “familiares” juegan un papel fundamental, desplazando la prioridad que debería merecer el saber experto en la transmisión de conocimientos dentro del nuevo ámbito educativo. Existe un proceso de identificación entre la escuela y quien la gestiona, en muchos casos se produce una superposición y confusión entre los lugares que ocupan sus miembros. Esta modalidad suele aportar tranquilidad y seguridad a quienes la habitan, pero no está exenta de dificultades. La conducción es personalista, centrada en las personas que la dirigen, surgen alusiones a los modos de relaciones familiares, se generan comportamientos más emocionales que racionales, se valora la “lealtad” personal y el esfuerzo voluntario de sus miembros para llevar adelante los objetivos institucionales, no se evalúa la gestión del equipo de conducción ni su capacidad para garantizar el aprendizaje, así como tampoco los saberes técnicos. La circulación de la información se basa en un circuito informal y se asienta en la articulación espontánea de sus miembros, se accede a esa información de acuerdo con la cercanía o lejanía de quienes toman las decisiones.
A diferencia de esta última, la cultura burocrática presenta como ventaja el hecho de que la organización está establecida formalmente, esto permite que ciertas acciones que deben realizarse en forma rutinaria puedan ser previsibles, la autoridad está contemplada y se encuentra reglando lo que debe hacerse en caso de que la norma sea transgredida, los canales de comunicación son totalmente formales, la comunidad educativa en general no puede llegar a participar de las decisiones que se toman, ni siquiera de aquellas que los involucran. La información circula de arriba hacia abajo, a causa de esto la mayor parte de los miembros solo accede a fragmentos de información que conforman visiones parciales y distorsionadas de la realidad. Todo está puntillosamente pautado, por lo que resulta difícil la emergencia de propuestas, por lo que el trabajo se torna monótono, pasivo, rutinario. La gestión es personalista, alguien indica a otros qué deben hacer y estos tienen que aceptarlo, las relaciones son de dependencia con escasa o nula autonomía, se van tomando decisiones en virtud de los problemas que surgen en el momento. El currículum se manifiesta como una cuestión tecnocrática y el docente se transforma en un ejecutor, los contenidos, los objetivos, la metodología y la forma de planificar quedan en manos de otros. Se trata de una actividad rutinaria que va perdiendo significación, en la que cada uno termina siendo parte de un engranaje gastado por el tiempo.
El establecimiento de acuerdos, es aquello que atraviesa la cultura de la negociación, es decir el resultado de la negociación de los actores de una institución que se convierte en una práctica contextuada. El modelo de gestión se halla sostenido en modelos profesionales, la promoción, el asesoramiento, la orientación, la coordinación, la evaluación son parte de un trabajo conjunto y cooperativo de sus miembros; el rol de la conducción es un rol de mediación, que procura hacer viables las propuestas, conciliando diferencias y establecimiento de pactos y compromisos de acción en los que cada uno se haga cargo de lo que asume como su “tarea”. El conflicto es reconocido como parte de aquello que hace al funcionamiento institucional, no se trata de evitar el conflicto sino de explicitarlo a fin de resolverlo, o como encaminarse a su resolución. Se trata de contemplar los intereses,motivaciones, aspiraciones, pero también de evaluar qué competencias puede aportar cada uno a fin de optimizar el trabajo, de recuperar los significados que manejan las distintas personas que integran la institución. La negociación implica el reconocimiento de distintas posturas enmarcadas en la historia de cada uno de los actores.

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