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Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) 114 de distinta índole. Buena parte de la población que vive en los territorios de tránsito y de destino desconoce la dimensión real de las causas de la expulsión de migrantes y las razones de su presencia en dichos territorios. Por ejemplo, en un país tan grande como México se desconoce la magnitud de la violencia y de la inseguridad y de los efectos que ha tenido. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha llamado la atención sobre la grave crisis de derechos humanos en el caso de México. Asimismo, los informes de los comités de las Naciones Unidas hacen lo propio para los países del norte de Centroamérica. Los Estados tienen el reto de emprender mayores esfuerzos mediante el fortalecimiento de sus instituciones y de la cooperación en distintas escalas (local, nacional e internacional) y la concurrencia de distintos sectores para que la llamada gobernanza de la migración no se quede en la retórica ni en la realización de múltiples y diversas reuniones, sino que sea un mecanismo efectivo que propicie el respeto y proteja los derechos de las personas migrantes. Lamentablemente, el reconocimiento del “derecho a tener derechos” no forma parte de la cultura de la mayor parte de las personas migrantes, ni de la sociedad en general. Debido a esta limitación, se ha generado la creencia de que al no tener documentos migratorios los “migrantes no tienen derechos”. Este tipo de ideas ha conducido a criminalizar a la migración y a las personas migrantes, a pesar del trabajo de defensa y promoción de los derechos humanos de las personas migrantes, que llevan a cabo organizaciones de la sociedad civil, organismos internacionales y distintas oficinas, dependencias o instituciones de los propios gobiernos de la región. Es necesario emprender acciones encaminadas a acabar con esta criminalización, que se establezcan principios y prácticas mínimas, con su respectivo seguimiento, que garanticen el derecho a migrar y a garantizar los derechos humanos para todas las personas migrantes, independientemente de su condición migratoria. Un tema crucial es el de la facilitación de la migración regular. En los países de la región se llevan a cabo programas de regularización temporal; sin embargo, son acotados o son selectivos para algunas nacionalidades o para ciertos grupos de migrantes. La regularización migratoria debe ser parte de mecanismos más permanentes de documentación migratoria, considerando que la llamada “facilitación” debe incluir la exención de pagos y multas y las facilidades para los trámites, pero también haciendo la difusión necesaria. En México, por ejemplo, el programa de regularización evidenció que la población desconoce que puede regularizar su situación migratoria por unidad familiar, un derecho incorporado en la Ley de Migración de 2011. La facilitación también debe incluir los procesos de solicitud de asilo y de condición de refugiado, que suelen ser tardados por los procedimientos burocráticos y por la falta de personal capacitado para analizar los casos. El asilo y la condición de refugiado, así como la protección complementaria constituyen un recurso internacional de protección de derechos y de salvaguarda de las personas que huyen de situaciones adversas.
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