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Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) 
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aunque sin que esta fuera insignificante. Hubo algunos centros educativos que surgieron 
solamente para atender la nueva demanda técnica o vocacional, sin todas las capacidades 
requeridas para hacerlo, y con un grado de descentralización que no favoreció su monitoreo 
y control. A su vez, la capacitación técnica se orientó al desarrollo de capacidades de 
mantenimiento, reparación, servicios y construcción, más que al conocimiento de las 
tecnologías que entonces eran la base de la reconversión industrial de los Estados Unidos. 
En cierta manera ya respondían a lo que sería la expansión futura de la economía 
de servicios. 
Hubo varias evaluaciones del GI Bill y parte de su éxito es que logró modificarse 
para superar ciertas limitaciones, aunque algunos problemas nunca pudieron resolverse. 
Hubo críticas de la capacitación en la agricultura, ya sea porque algunos de los beneficiarios 
eran demasiado marginales como para desarrollarse exitosamente, o porque ya eran 
exitosos y no necesitaban la capacitación para mejorar su condición. El impacto de la mayor 
educación o capacitación fue menor en las áreas tradicionalmente pobres, como en el sur. 
Las mujeres y los afroamericanos se beneficiaron en menor proporción que los blancos y 
fueron objeto de distintas formas de discriminación, muy fuertes en esa época, previo a las 
conquistas de los derechos civiles en la década de 1960. Sin embargo, la nueva demanda de 
servicios de capacitación también abrió espacios para que surgieran y se desarrollaran 
centros de excelencia en áreas tan diferentes como las artes y los servicios culinarios 
(Altschuler y Blumin, 2009). 
Desde entonces ha habido numerosas lecciones que se han aprendido de 
experiencias de capacitación y educación de diversos programas de retornados, como lo ha 
documentado la OIM. Sin embargo, lo que más llama la atención es el tamaño del esfuerzo 
realizado en los Estados Unidos, así como la capacidad de la economía norteamericana para 
absorber mano de obra mejor calificada. 
Otros componentes del GI Bill, además de las experiencias reseñadas por la OIM, 
pueden dar algunas luces de lo que se requeriría para generar mayor actividad económica en 
beneficio de los retornados. Una conclusión importante de esta iniciativa es que los préstamos 
para pequeños negocios o granjas no fueron especialmente exitosos, principalmente debido a 
que banqueros y autoridades no creían que otorgar préstamos a jóvenes veteranos sin 
experiencia pudiera tener éxito. Otra conclusión más positiva e importante es que los 
préstamos para vivienda, en cambio, tuvieron resultados muy positivos78. 
 
 
78 Montos bajos de préstamos y un plazo muy corto para pagarla, así como el hecho de que los préstamos solo 
podían cubrir la mitad del costo de la casa, limitó las perspectivas iniciales de la primera propuesta para 
favorecer la compra de casas por parte de los veteranos norteamericanos. Pero un aumento posterior de los 
montos y proporciones y una extensión del plazo de pago —de hasta 30 años—, además de otras políticas 
complementarias de fomento de la vivienda, dio lugar a que 4 millones de jóvenes veteranos pudieran 
comprar sus casas a los pocos años de haber vuelto de la guerra.

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