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Biologia de los microorganismos (1547)

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916 L A S E N F E R M E D A D E S I N F E C C I O S A S Y S U T R A N S M I S I Ó N
humanos que los manejaban. Siete de las 31 personas infecta-
das murieron en este brote de lo que se conoció como el virus 
de Marburg. En 1989, otro cargamento de monos de laborato-
rio trajo un filovirus diferente a Reston, Virginia, en los Esta-
dos Unidos. El virus, que ahora denominamos Ébola-Reston, 
aparentemente no causaba ninguna enfermedad en los huma-
nos, pero, al tener un modo de transmisión respiratoria eficaz, 
el Ébola-Reston infectó y mató a la mayoría de los monos del 
estabulario de Reston en cuestión de días. El elevado potencial 
de mortalidad de las infecciones por filovirus, especialmente de 
una de transmisión respiratoria, puede acabar asolando centros 
de población a escala mundial en cuestión de semanas.
Factores de emergencia: variación 
de los patógenos, fracaso de la salud pública 
y cambio climático
La adaptación de los patógenos y sus cambios pueden contri-
buir a la emergencia de enfermedades. Por ejemplo, casi todos 
los virus de RNA, como el de la gripe (  Sección 29.8), el VIH, 
y los virus de la fiebre hemorrágica, mutan con rapidez. Al 
carecer de mecanismos de corrección de mutaciones durante 
la replicación del RNA, estos virus incorporan mutaciones con 
una frecuencia muchísimo más elevada que la mayoría de los 
virus de DNA. Estos virus de RNA mutantes plantean impor-
tantes problemas epidemiológicos porque la alteración de sus 
genomas puede afectar a sus antígenos, haciendo que la inmu-
nidad frente a los antiguos virus sea ineficaz para neutralizar a 
los mutantes (véase un ejemplo con la gripe en la Figura 29.27). 
Los mecanismos genéticos bacterianos son capaces de refor-
zar la virulencia y favorecer la aparición de nuevas epidemias. 
A menudo, los factores que refuerzan la virulencia se encuen-
tran en bacteriófagos, plásmidos y transposones como elemen-
tos genéticos móviles que se pueden transferir entre miembros 
de la misma especie y, a veces, a otras especies y géneros. En la 
Tabla 28.7 se recogen algunos factores de virulencia móviles que 
pueden contribuir a la emergencia de los patógenos.
En ocasiones, el responsable de la emergencia o reemergen-
cia de las enfermedades es un fallo en las medidas de salud 
pública. Por ejemplo, el cólera (causado por Vibrio cholerae) se 
puede controlar adecuadamente, incluso en áreas endémicas, 
mediante la correcta eliminación de las aguas residuales y el 
adecuado tratamiento del agua. En 2010, el suministro de agua 
contaminada, probablemente por unas inadecuadas medidas de 
saneamiento llevadas a cabo por las fuerzas de pacificación de 
las Naciones Unidas, llevó el cólera a Haití por primera vez en 
más de 100 años (Sección 28.10). En 1993, el suministro munici-
pal de agua de Milwaukee (Wisconsin, Estados Unidos) se con-
taminó de Cryptosporidium, un protista resistente al cloro, y 
ocasionó más de 400.000 casos de enteropatías.
Los programas de vacunación pública inadecuados pueden lle-
var a la reaparición de enfermedades que ya estaban controladas. 
Por ejemplo, la tosferina, una enfermedad respiratoria de la infan-
cia que se previene con una vacuna, ha aumentado recientemente 
en la Europa Oriental y en los Estados Unidos debido, en parte, a 
una inmunización inadecuada entre los adultos y los niños.
Finalmente, los acontecimientos naturales anormales alteran 
a veces el equilibrio habitual entre el hospedador y el patógeno. 
Por ejemplo, el hantavirus es un patógeno humano endémico en 
200.000 personas y que 598 murieron; la enfermedad se consi-
dera ahora endémica cerca del embalse. La enfermedad de Lyme, 
la más frecuente de las enfermedades transmitidas por vectores 
en los Estados Unidos, aumenta continuamente debido en buena 
parte a los cambios en los patrones del uso del suelo (  Sección 
30.4). La reforestación y el consiguiente incremento de las pobla-
ciones de ciervos y ratones (los reservorios naturales de Borre-
lia burgdorferi, que provoca la enfermedad) han dado lugar a una 
mayor cantidad de garrapatas, el artrópodo vector. Las casas y 
áreas recreativas nuevas en los bosques o cerca de ellos, incre-
mentan el contacto entre las garrapatas infectadas y los humanos, 
con el consiguiente incremento de la incidencia de la enfermedad.
El transporte, el procesamiento a gran escala y los métodos de 
distribución centralizados se han vuelto cada vez en más impor-
tantes para garantizar calidad y la rentabilidad en la industria 
alimentaria. Sin embargo, estos mismos factores pueden incre-
mentar la posibilidad de epidemias de fuentes comunes cuando 
fallan las medidas sanitarias. En 2009, por ejemplo, una sola 
planta de procesamiento de carne en los Estados Unidos pro-
pagó la Escherichia coli O157:H7 a habitantes de ocho estados. 
Se retiró del mercado la fuente de contaminación alimentaria, 
la carne picada, y se detuvo la epidemia, pero no sin que antes 
murieran varias personas.
Los viajes y el comercio internacionales también afectan 
a la diseminación de los patógenos. Por ejemplo, los filovirus 
(Filoviridae), un grupo de virus de RNA, producen fiebres que 
acaban en una enfermedad hemorrágica en los hospedadores 
infectados (véase Explore el mundo microbiano, «Manejo de 
los virus de las fiebres hemorrágicas víricas», en el capítulo 30). 
Estas enfermedades víricas intratables suelen tener una tasa de 
mortalidad por encima del 20 %. La mayoría de los brotes se han 
circunscrito al África central ecuatorial, donde viven los pri-
mates hospedadores naturales y otros vectores (Figura 28.10), 
pero los viajes de posibles hospedadores hacia o desde las áreas 
endémicas, pueden provocar la transmisión de la enfermedad. 
Por ejemplo, uno de los filovirus llegó a Marburg (Alemania) 
en 1967 con un cargamento de monos verdes africanos (Cerco-
pithecus aethipops) que se usaban para los estudios en laborato-
rios. El virus se propagó desde el hospedador primate a algunos 
Figura 28.11 Virus del dengue de 2013. El virus del dengue se
encuentra ahora en los países tropicales y subtropicales debido a la 
propagación por su vector, el mosquito Aedes aegypti. Las áreas en rojo son 
ahora endémicas para el virus y el mosquito vector. Los puntos rojos indican 
brotes fuera de las áreas endémicas conocidas. Antes de 1981, el virus del 
dengue era desconocido en América. Los datos proceden del CDC, Atlanta, 
Georgia, Estados Unidos.
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