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HERRERA_HIDALGO_MARIA_RELACION_EDUCATIVO

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1 
 
 
 
 
 
 
FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS HUMANAS 
 
 
 
 
 
RELACIÓN ENTRE SEXISMO AMBIVALENTE Y VIOLENCIA DE PAREJA ÍNTIMA 
SEGÚN NIVEL EDUCATIVO 
 
 
 
 
Tesis para optar el título de Licenciada en Psicología con 
mención en Psicología Social 
que presenta la 
 
Bachiller: 
 
 
 
 
MARIA ANTONIETA HERRERA HIDALGO 
 
 
 
 
 
ASESORA: DRA. MARIA RAGUZ ZAVALA 
 
 
 
 
 
LIMA - 2015 
2 
 
 
 
Agradecimientos 
 
Agradezco a mi familia por mostrarme su apoyo en cada momento de mi vida, la 
presentación de esta tesis va dedicada a mis padres Alfonso y Consuelo y a mis tres 
hermanos: Maribel, Acrópolis y Raúl. Un especial reconocimiento a mi cuñado Charlie por 
ser un hermano más desde hace casi 10 años. 
A mis amigos, colegas y compañeros de trabajo por sus espontáneos, pero valiosos aportes 
a las distintas fases de esta investigación. Por animarme a culminar este proyecto y ser un 
motor hacia la excelencia, y, asimismo contribuir para que los hallazgos de este trabajo 
representen una pequeña contribución en los temas de sexismo y violencia. 
A mi asesora Maria Raguz por su paciencia y su dedicación a lo largo de estos años, por 
animarme y contagiarme su entusiasmo en cada avance presentado. Por compartir toda su 
experiencia en el tema y ser una guía muy útil a lo largo de todo el proceso. 
Finalmente, a Dios porque sin El nada hubiera sido posible. Por abrir las puertas en el 
momento correcto y frente a las personas adecuadas. Por fortalecerme las muchas veces que 
estuve a punto de tirar la toalla. Por impulsarme a ser mejor cada día. 
3 
 
 Relación entre Sexismo Ambivalente y Violencia de Pareja Íntima según Nivel 
Educativo 
 
Resumen 
Este estudio pretende analizar la relación entre el Sexismo Ambivalente y la Violencia de 
Pareja Íntima y, además, indagar si existen diferencias según el nivel educativo de hombres 
trabajadores de una empresa metalmecánica. Se utilizó la Escala de Sexismo Ambivalente 
de Glick y Fiske revisada por Cruz, Zempoaltecatl y Correa y el CTS-2 (Conflict Tactics 
Scale), adaptada al contexto peruano por Vara. Participaron 38 hombres convivientes o 
casados, mayores de 18 años. El Sexismo Benevolente correlaciona solo con la Coerción 
Sexual, mientras que el Sexismo Hostil se asocia de manera directa con el Ataque 
Psicológico. Respecto al nivel educativo, se encontraron mayores niveles de Sexismo 
Benevolente, Ataque Físico y Coerción Sexual en los hombres con menor grado de 
instrucción. 
Palabras clave: Sexismo Ambivalente, Violencia de Pareja, Nivel Educativo 
Abstract 
This study aims to analyze the relation between Ambivalent Sexism and Intimate Partner 
Violence and investigates whether there are differences according to educational level, in 
male employees at metal fabricating company. The study used Glick and Fiske’s 
Ambivalent Sexism Scale in its reviewed version by Cruz, Zempoaltecatl and Correa, and 
the Conflict Tactics Scale (CTS-2) which has adapted by Vara for Peruvian context. The 
study included 38 cohabiting and married men, 18 years of age and older. Benevolent 
Sexism only correlated with Sexual Coercion, while Hostile Sexism is directly associated 
with Psychological Attack. Higher levels of Benevolent Sexism, Sexual Coercion and 
Physical Attack have found in men with lower educational status. 
Key words: Ambivalent Sexism, Intimate Partner Violence, Level of Education 
 
4 
 
 
Tabla de contenidos 
 
Violencia de Pareja Íntima .................................................................................................. 5 
Sexismo Hostil y Benevolente .............................................................................................. 8 
Violencia de Pareja Íntima y Sexismo ................................................................................ 9 
Variables asociadas: nivel socioeconómico y nivel educativo ......................................... 11 
Situación en el Perú ............................................................................................................ 12 
Planteamiento del problema .............................................................................................. 13 
 
Método ................................................................................................................................ 13 
Participantes ...................................................................................................................... 13 
Medición ........................................................................................................................... 14 
Procedimiento ................................................................................................................... 16 
 
Resultados............................................................................................................................ 17 
Discusión .............................................................................................................................. 21 
Referencias Bibliográficas ................................................................................................. 28 
Anexos .................................................................................................................................. 34 
 
 
 
 
 
 
 
5 
 
Violencia de pareja intima 
En los últimos años el tema de la violencia de pareja ha cobrado mayor importancia y 
preocupación en diversos sectores de la sociedad. Sin embargo, dada la complejidad de esta 
problemática, es de suma importancia ahondar en el conocimiento de aquellos factores que 
podrían mediar en ella. Una de las variables asociadas a la violencia de pareja ha sido el 
sexismo, pues se ha visto que quienes tienen esquemas rígidos sobre los roles de género 
tienden a una mayor tolerancia a la violencia dentro de la pareja (Rodríguez. Lameiras, 
Faílde & Carrera, 2009a). 
La Organización Mundial de la Salud (1996) define a la violencia como “el uso 
intencional de la fuerza física o el poder contra uno mismo, hacia otra persona, 
grupos/comunidades y que tiene como consecuencia potenciales lesiones físicas, daños 
psicológicos, alteraciones del desarrollo, abandono e incluso la muerte”. En ese contexto, la 
violencia de pareja intima consiste en una serie de actos abusivos de tipo físico, psicológico 
y/o sexual de carácter progresivo y crónico; cometidos por aquella persona con la que se 
convive diariamente (Follingstad, Neckerman, Vormbrock, & Herman, 1997 como se citó 
en Patró, Corbalán & Limiñana, 2007). 
Los efectos de la violencia sobre la víctimas suelen ser a largo plazo y difíciles de 
revertir, sobre todo en el plano psicológico. Se presentan trastornos de ansiedad y depresión 
similares al estrés postraumático; asimismo hay una tendencia a la baja autoestima, 
vergüenza e incluso culpa. En así, que la capacidad de la víctima para afrontar la situación 
de maltrato se reduce, llegando a dañar su nivel de ajuste psicológico (Patró et al., 2007). 
Tipos de violencia de pareja 
La violencia psicológica es entendida como hostilidad verbal o no verbal reiterada 
manifestada en forma de acoso, insulto, amenaza, menosprecio, ignorancia, sometimiento, 
dominación, humillaciones, expulsión del hogar, infidelidades, entre otros (Espinar, 2003). 
La violencia física se define como el uso de la fuerza contra el cuerpo de otra persona” 
(Espinar, 2003). Consiste en ejercer conductas intencionales que representen algún riesgo 
6 
 
de lesión física, daño o dolor sin que necesariamente se haya logrado el cometido 
(Villavicencio, 2001). 
Un tercer tipo de violencia es la violencia sexual, la cual implica al mismo tiempo 
agresión física y ultraje psíquico que atentan principalmente contra la libertad sexual de la 
víctima (Alberdi & Matas, 2002). Muchas mujeres no consideran el sexo forzado con sus 
parejas como una violación, más bien lo adjudican a supapel como esposas (Yañez & 
Maccasi, 2009) Además, el hecho de que la violencia sea hecha por la pareja la convierte en 
un hecho confuso, llevando incluso a concebir a las violaciones como algo normal 
(Fernández, 2007). 
Modelos Teóricos de la Violencia de Pareja 
A lo largo de la literatura en el campo de la psicología social, se presenta distintas 
teorías que explican el fenómeno de la violencia de pareja. 
La Teoría de los Recursos reconoce a la familia como un sistema de poder que debe 
ser protegido a como dé lugar. Cuando un miembro de la familia ve amenazado su poder y 
no encuentra ningún tipo de recurso socialmente aceptado para mantenerlo, la probabilidad 
de que use la violencia se incrementa significativamente (Strube, 1988; como se citó en 
Blázquez, Moreno & García-Baamonde, 2010). Los recursos aceptados incluyen el ingreso 
económico, la inteligencia, el nivel educativo, el prestigio, la autoridad, entre otros (Goode, 
1971 como se citó en Sepúlveda, 2005). Cuando los recursos aceptados no surgen efecto o 
no se cuenta con ellos, emerge la violencia a modo de autoprotección. Algunos estudios 
complementan esta teoría introduciendo la variable cultural; pues el deseo por ostentar el 
poder se verá en mayor o menor medida influenciado por las expectativas sociales y 
culturales sobre la distribución del poder marital (Roche, 1981). 
Otra teoría asentada en el modelo sociocultural es la Teoría del Aprendizaje Social 
(Bandura, Ross & Ross, 1961; Bandura 1973/1975). La conducta violenta es aprendida a 
partir de la interacción social a través del proceso de socialización. Diversos estudios lo han 
corroborado, pues muchos individuos quienes en la actualidad son parte de una situación 
7 
 
violenta (agresor/ agredido por imitación/ identificación) han sufrido continuos episodios 
de violencia familiar durante etapas tempranas de sus vidas (Sepúlveda, 2005). 
Por otro lado, la Teoría del Conflicto de Adams (Adams, 1965; Coser, 1956; 
Dahrendorf, 1959; Scanzoni, 1972; Straus, 1979), asume que el conflicto es un aspecto 
inevitable de todas las relaciones humanas, sin embargo, la violencia como forma de 
manejar estos conflictos no lo es (Strauss, Hamby, Boney –McCoy & Sugarman, 1996). 
Este conflicto es necesario por ser parte de un proceso por el cual las inequidades y 
divergencias son superadas dando como resultado un cambio social positivo. En ese 
sentido, el conflicto per se no es pernicioso; pero el uso de la coerción, incluyendo la fuerza 
y la violencia para resolver las diferencias sí ocasiona un problema de gran índole en 
nuestra sociedad actual (Strauss, 1979). Esta forma de lidiar o enfrentar el conflicto da 
cuenta de un bagaje limitado de estrategias tales como capacidad para negociar, habilidades 
para una adecuada comunicación y tolerancia a la frustración o al estrés; todas necesarias 
para construir un vínculo de pareja saludable. 
Un modelo bastante útil, a partir del cual muchas investigaciones abordan la 
problemática de la violencia, es el Modelo Ecológico de Brofenbrenner (1977), este autor 
explica el desarrollo humano desde una visión integral. Permite identificar los distintos 
niveles en los que se manifiesta la violencia, los factores que influyen y la interacción entre 
factores (Jiménez, Cano & Montejo, 2008). De acuerdo a este modelo, la violencia puede 
interactuar en cuatro niveles: individual, familiar/relacional, comunidad y sociedad. 
El nivel individual contiene la historia de violencia familiar en la familia de origen, así 
como el aprendizaje en cuanto a resolución de conflictos por medios violentos, el 
autoritarismo en relaciones familiares, la baja autoestima, entre otras variables. 
El nivel familiar/relacional incluye al contexto de relaciones más cercanas en donde 
el individuo se desenvuelve. Tiene que ver con relaciones autoritarias en la familia y con 
conflictos conyugales como factores predictivos de la violencia. 
 El nivel de la comunidad se encuentra constituido por todas las instituciones sociales 
donde el individuo se desenvuelve y desarrolla, tales como la escuela, la iglesia, el sistema 
8 
 
de salud, el sistema judicial y el Estado. Un contexto de violencia está caracterizado por 
una legitimización o tolerancia de la violencia en estos espacios, falta de una legislación 
adecuada, carencia en el apoyo hacia las víctimas, déficit en la formación de profesionales 
que ayuden en la prevención y reparación de situaciones de violencia. 
El nivel de la sociedad engloba ideas acerca del ejercicio de poder y la obediencia, 
creencias y valores culturales acerca de la concepción de mujer, hombre, familia, hijos, 
poder, obediencia, roles, derechos, responsabilidad, etc. En este nivel se encuentran las 
políticas públicas, que en muchos casos contribuyen a mantener desigualdades entre 
diferentes grupos de la sociedad. 
Sexismo Hostil y Benevolente 
Ferrer, Bosch, Ramis y Navarro (2006) definen sexismo como la evaluación en las 
dimensiones cognitiva, afectiva y conductual que se realiza de una persona, enfatizando la 
categoría sexual o biológica a la que pertenece. 
El sexismo ha sido tradicionalmente asociado a su forma hostil, sin embargo Glick y 
Fiske (1996) propusieron una nueva teoría de dos factores en relación al sexismo, 
identificando e integrando tanto las actitudes negativas como “positivas” hacia 
determinado sexo. 
El sexismo hostil consta de un conjunto de actitudes tradicionales de prejuicio y 
antipatía basados en la supuesta inferioridad de determinado sexo, en este caso el de las 
mujeres. Este tipo de sexismo gira en torno a tres ideas principales: a) paternalismo 
dominador, entendiendo a la mujer como débiles e inferiores a los hombres, lo que 
legitima la figura dominante del hombre; b) diferenciación de género competitiva, es 
decir, considerar las diferencias de las mujeres frente a los hombres como desventaja para 
triunfar en el ámbito público y relegarlas al espacio privado; c) hostilidad heterosexual, 
considerar que las mujeres tienen un "poder sexual" que las hace peligrosas y poderosas 
frente a los hombres. Al respecto, García, Palacios, Torrico y Navarro (2009) afirman que 
actualmente este tipo de sexismo es socialmente condenado, por lo que no es 
políticamente correcto expresar estas actitudes abiertamente. 
9 
 
En lo referente al sexismo benevolente, este constituye una visión estereotipada y 
limitada a ciertos roles; además, presenta un tono afectivo positivo y tiende a suscitar en 
el individuo conductas típicamente categorizadas como pro-sociales (Cruz, Zempoaltecatl 
& Correa, 2005). Los componentes básicos del sexismo benevolente son: a) 
paternalismo protector, el cual sugiere que las mujeres son débiles e insuficientes y por 
tanto necesitan de un hombre que las proteja; b) diferenciación de género 
complementaria, considerar que las mujeres tienen por naturaleza muchas características 
positivas que complementan las características que tienen los varones; c) intimidad 
heterosexual, considerar la dependencia diádica de los hombres respecto a las mujeres; 
dependen de ellas para criar a sus hijos, así como para satisfacer sus necesidades sexuales. 
 Ambos tipos de sexismo presuponen la inferioridad de las mujeres y refuerzan el 
patriarcado, pues consideran que toda mujer necesita ser cuidada o vigilada por un 
hombre (Donado, 2010). El sexismo benevolente suele ser más peligroso por ser menos 
evidente, así pues su detección resulta más difícil que en el caso del sexismo hostil 
(García et al., 2009). 
Una hipótesis interesante acerca del funcionamiento del sexismo ambivalente, bajo sus 
dos componentes (hostil y benevolente) considera que ambos funcionan como un sistema 
de castigos y recompensas con el fin de que la mujer sepa cuál es su rol en la sociedad. El 
sexismo hostil se aplica como un castigo a las mujeres no tradicionales, profesionales y 
feministas, porqueellas modifican los roles tradicionales de género y las relaciones de 
poder entre hombres y mujeres. En tanto que, el sexismo benevolente actúa como 
recompensa a las mujeres que cumplen los roles tradicionales, debido a que estas mujeres 
aceptan la supremacía masculina y el ‘cuidado’ que estos les ofrecen a cambio (Donado, 
2010). 
 Violencia de pareja íntima y sexismo 
Es importante mencionar que, dado que la violencia de pareja íntima es una 
problemática fuertemente relacionada con factores socioculturales (Recio, Cuadrado & 
Ramos, 2007) y ejercen su influencia desde la transmisión de modelos de masculinidad y 
femineidad entre hombres y mujeres por razón de género (Soler, Barreto & González, 2005 
10 
 
como se citó en Recio et al., 2007), se deben analizar estas evaluaciones hacia el sexo 
opuesto para así identificar tendencias frente a una situación de violencia en la pareja. 
En esa línea, Castro y Riquer (2003) señalan que la existencia de una marcada 
ideología de los roles de género favorece significativamente la aparición de la violencia de 
pareja. De la misma manera, muchos estudios sintetizados por Ferrer y Bosch (2000) 
afirman que las actitudes y creencias sumamente estereotipadas acerca de los roles sexuales 
suelen ser elementos característicos de aquellos hombres que ejercen violencia contra sus 
parejas. Igualmente, Jakupcak, Lisak y Roemer (2002), en un estudio con jóvenes 
universitarios estadounidenses, encontraron que quienes tenían esquemas cognitivos más 
rígidos respecto a los roles de género incrementaban su probabilidad de agresión o 
violencia contra sus parejas. 
La teoría y la investigación sugieren que los altos índices de violencia hacia las 
mujeres son asociados con las normas patriarcales de apoyo a la posición dominante del 
hombre y la hostilidad hacia las mujeres (Kaufman, 1992; Glick, Sakalli-Ugurlu, Ferreira & 
De Souza, 2002 como se citó en Donado, 2010). Asimismo, algunos autores concluyen que 
la cultura en la que se desenvuelve la pareja es uno de los predictores más importante de la 
conducta agresiva (Rohner, 1976 como se citó en San Martin, 2012). 
Un estudio realizado en Granada (Durán, 2010) concluyó que el alto nivel de sexismo 
benevolente en las mujeres influía en su reacción frente a actos de agresión sexuales 
recibidos. Las creencias benevolentes solo debilitaban sus reacciones de ira, lo que impedía 
poner fin a la relación. Del mismo modo, el sexismo benevolente de sus parejas también 
entorpecía sus reacciones asertivas frente a un intento o acto de coerción sexual. Jackman 
1994 (como se citó en Durán, 2010) considera que las personas protectoras suelen evocar 
menor resistencia que las personas hostiles ante un acto de agresión. 
 De otro lado, Jakupcak et al., (2002) en un estudio en Estados Unidos que permitía 
explorar el rol de la ideología masculina en las relaciones de pareja violentas, encontraron 
que la violencia se presentaba en mayor medida cuando estos percibían que las normas 
asociadas a su papel masculino eran quebrantadas. 
11 
 
Variables asociadas: nivel socioeconómico y nivel educativo 
Muchos estudios encuentran asociaciones entre bajo estrato socio-económico, bajo 
nivel educacional y violencia, tomando en cuenta a estos factores como riesgo en la 
prevalencia de la violencia de pareja íntima (Larrain, 1993 como se citó en Sepúlveda, 
2005). 
Si bien la creencia que define la violencia de pareja como un fenómeno de clase es un 
hecho discutible, la literatura internacional apoya mayor incidencia de mal trato en las 
clases desfavorecidas (Wolfe, 1998). En otros estudios se ha postulado la existencia de 
relación entre la violencia y niveles bajos de educación (Kyriacou et al., 1999). 
En la misma dirección, Moreno (1999) realizó una investigación en distintos países 
(Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Venezuela y España) que examinaba 
los factores asociados a la violencia de pareja. Así pues, encontró que la violencia 
manifestada conductualmente en gritos, bofetadas y golpes (violencia física) era menor 
cuando el nivel socioeconómico en la pareja aumentaba. Sin embargo, el autor subraya 
que la violencia de pareja es un fenómeno multicausal y que el factor económico puede 
resultar uno más al interior de la dinámica de violencia. También se cree que los bajos 
ingresos pueden desempeñar un papel activador de la violencia por el estrés que genera, 
pero no la causa en sí misma (Boira, 2008). 
Otra investigación realizada en España con hombres atendidos en una entidad 
sanitaria por violentar contra sus parejas, intentó establecer un perfil sociodemográfico de 
estos frente al resto de la población. Se encontró a hombres relativamente jóvenes, de bajo 
nivel educativo y en su mayoría ocupaban puestos laborales de menor rango (Boira, 2008) 
Kyriacou et al., (1999) analizaron variables demográficas en mujeres maltratadas y en 
sus parejas. Se trabajó con estas mujeres y con un grupo control de similares 
características, pero sin historia de maltrato. Los resultados demostraban que los menores 
niveles de educación en las parejas de las mujeres víctimas incrementaban la probabilidad 
de experimentar violencia doméstica. 
 
12 
 
Situación en el Perú 
Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, en el 2014, el Centro de 
Emergencia Mujer registró 43 810 casos de violencia contra mujeres: 38 598 por 
violencia psicológica y física, y un total de 5 212 por violencia sexual. Según la misma 
fuente, durante el período 2002 – 2014, las mujeres atendidas por violencia alcanzaron un 
total de 431 626 casos, en contraste con las 57 824 para hombres víctimas de violencia. Se 
registraron 7 veces más casos de mujeres víctimas que de hombres. Si bien es posible que 
muchos de estos no acudan a ningún centro de atención por un tema de vergüenza o 
sanción social, también es cierto que la violencia es mayormente dirigida hacia las 
mujeres. Ochoa (2002) afirma que la violencia en el hogar es la causa más común de 
lesiones o daños en la mujer, incluso más que accidentes automovilísticos o robos. 
A pesar de los esfuerzos realizados desde el Estado, se reconoce la dificultad para 
registrar la real incidencia de violencia contra las mujeres, pues muchas no denuncian 
hasta que ya es muy tarde. Al respecto, Macassi, Paredes y Ruiz (2006) consideran como 
barreras para la oportuna denuncia a la inexistencia de un enfoque intercultural, debilidad 
de las sanciones a los agresores e ineficacia del sistema judicial, insuficiente número de 
servicios de atención a las víctimas y ausencia de campañas dirigidas a la población. 
Por otro lado, algunos autores (Gonzales & Gavilano, 1996) analizaron el rol de la 
pobreza en la prevalencia de la violencia y concluyeron que si bien la carencia de recursos 
económicos no es una razón desencadenante, puede convertirse en un factor agravante. Al 
parecer la educación del hombre se encontraría inversamente relacionada tanto a episodios 
de violencia física como psicológica (Ochoa, 2002) 
Uno de los primeros estudios llevados a cabo desde la perspectiva masculina fue 
realizado por Ramos (2006). Este estudio cualitativo se realizó entre hombres de 29 a 48 
años del distrito de Villa El Salvador y la ciudad del Cusco. Se halló que los hombres 
ejercen violencia física y/o sexual cuando perciben que su hegemonía se rompe, sienten 
gran malestar por el quiebre del modelo de hombre que han interiorizado. Si bien 
reconocen que la violencia es perniciosa, la humillación y desvalorización social se 
anteponen al remordimiento. 
13 
 
 Planteamiento del problema 
 El fenómeno de la violencia de pareja es una problemática bastante compleja, es 
difícil hallar la ecuación que nos permita tener claro qué factores son los causantes de 
ella. Sin embargo, distintas investigaciones señalan que las actitudes sexistas se 
encuentran fuertemente relacionadascon la presencia de situaciones de violencia de 
pareja en sus diversas manifestaciones. Es importante destacar, en este punto, que el 
sexismo ambivalente es un constructo que muestra dos caras de una misma moneda. El 
sexismo tradicional, conocido como sexismo hostil, y el sexismo en su tono benévolo. 
Bajo esta mirada, una mujer puede ser considerada “peligrosa”, “manipuladora”, 
“mentirosa” y “agresiva” y al mismo tiempo ser percibida como “delicada”, “frágil” y 
”débil” (Cruz et al., 2005). En este contexto, ambos tipos de sexismo tienen el mismo 
potencial de peligrosidad en la manifestación de la violencia psicologica, física o sexual 
en la pareja. 
Múltiples estudios han sido realizados desde la óptica de las mujeres, desde lo que ellas 
reportan sobre sus parejas. Es por esta razón, que esta investigación pretende recoger 
información a partir de una muestra netamente masculina, ya que suelen ser ellos los 
principales perpetradores de violencia en sus parejas. 
 Por lo tanto el objetivo principal de esta investigación es indagar si existe relación 
entre el sexismo ambivalente (benevolente y hostil) y los tres tipos de violencia de pareja 
íntima (psicológica, física y sexual) en este grupo de hombres trabajadores de la 
metalmecánica. Específicamente se busca identificar la relación entre sexismo y violencia 
según el nivel educativo al que pertenezcan los participantes. 
 
Método 
Participantes 
La muestra estaba compuesta por 38 hombres trabajadores de una empresa 
metalmecánica ubicada en Lurín, que en el momento de la aplicación, se encontraban en 
14 
 
una relación de pareja estable (convivientes o casados), El rango de edad de los 
participantes fluctuaba entre los 22 y 60 años (M = 38.3; DE = 9.06). Respecto al nivel de 
instrucción, el 44.7% contaban con secundaria completa como máximo nivel educativo, 
mientras que el 55.3% contaba con estudios superiores. Alrededor de la mitad había 
nacido en Lima (47.4%). En cuanto al estado civil, el 44.7% era conviviente y el 55.3% se 
encontraba casado. La mayoría (95%) tenía al menos 1 hijo. 
Medición 
Para analizar el sexismo en los participantes se utilizó la Escala de Sexismo 
Ambivalente, adaptada por Cruz et al. (2005). Se compone de 24 ítems desarrollados en 
escala Likert de respuestas que van de 1 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de 
acuerdo). Estos reactivos se basaron en la teoría propuesta por Glick y Fiske (1996). La 
presente escala fue validada con población mexicana, en la que se halló la presencia de 
dos factores que corresponden al Sexismo Hostil y Benevolente, los cuales explican el 
64.3% de la varianza total. 
Otro estudio, llevado a cabo en jóvenes universitarios de Lima, realizado por Camacho, 
Cuéllar, Torres, Pérez y Camarena (2009) utilizando esta escala obtuvo un total de 4 
factores. Los factores fueron denominados Paternalismo (percepción de las mujeres 
como seres dependientes y débiles, y; requieren de protección masculina); Hostilidad 
Heterosexual (creencia de que las mujeres emplean el atractivo físico para ejercer 
influencia sobre los hombres y obtener ventajas); Necesidad de Complemento (se le 
atribuye a la mujer una serie de características positivas, las cuales además complementan 
a las masculinas y es precisamente por este motivo que los hombres necesitarían 
relaciones de intimidad y cercanía con las mujeres, para lograr la plenitud); y 
Dominancia Heterosexual (la mujer no debe encontrarse en una posición de mando con 
respecto al hombre) . Los coeficientes de confiabilidad fueron de 0.81, 0.81, 0.72 y 0.67, 
para cada uno de los factores, respectivamente. 
La presente investigación trabaja solo con los dos factores: Sexismo Benevolente y 
Sexismo Hostil. Se replicó este modelo, ya que la cantidad de la muestra era insuficiente 
para tomar más factores o correr análisis adicionales. 
15 
 
Se realizaron análisis de confiabilidad para cada una de las escalas del Sexismo 
Ambivalente. La primera subescala de la prueba de Sexismo Ambivalente (S. Hostil), la 
cual contaba con 13 ítems inicialmente, obtuvo un coeficiente de confiabilidad α= .811. 
Luego se eliminaron los ítems “Si tuviera que contratar a un ingeniero preferiría que 
fuera varón” y “Los hombres deben impedir que las mujeres corran cualquier riesgo”, 
debido a que sus correlaciones ítem-test era negativas y al eliminarlos la confiabilidad 
obtenida era α= .853. 
La segunda subescala de la prueba de Sexismo Ambivalente (S. Benevolente), 
compuesta en un inicio por 11 ítems, obtuvo un coeficiente de confiabilidad α= .527 en el 
primer análisis. Luego se eliminaron los ítems “En momentos difíciles, las mujeres son 
mucho más solidarias que los hombres” y “Un hombre debe hacer todo lo posible con tal 
de conservar a la mujer que ama”, debido a que sus correlaciones ítem-test era negativa 
en el primer caso, y muy baja en el segundo caso. Al eliminarlos, la confiabilidad que se 
obtuvo fue de α= .615. 
El autoreporte de Violencia de pareja fue evaluado a través del Conflict Tactics Scale 
(CTS2) versión revisada del original (Strauss et al., 1996), adaptada a la población 
peruana por Vara (1999). Vara realizó un estudio con 713 estudiantes de cuatro 
universidades de Lima (Universidad Nacional Federico Villarreal, Universidad Nacional 
Mayor de San Marcos, Universidad Nacional del Callao y Universidad Particular Ricardo 
Palma) involucrados en relaciones maritales o pre-matrimoniales, obteniendo un alpha de 
Cronbach de 0.93 para toda la escala. Este instrumento consta de 5 subescalas: ataque 
psicológico, ataque físico, coerción sexual, negociación y daño físico. Sin embargo, para 
esta investigación, sólo se usaron ataque psicológico, ataque físico, y coerción sexual 
debido a que el objetivo principal de este estudio era evaluar la presencia de violencia 
íntima en alguna de sus formas, además de que las escalas adicionales prolongaban aún 
más la duración de la aplicación. En su adaptación, Vara encontró un alpha de Cronbach 
de 0.89 para ataque psicológico, 0.79 para ataque físico y 0.73 para coerción sexual. 
16 
 
 El CTS2 mide los actos perpetrados, tanto por uno mismo como por la pareja, en el 
último año. Las subescalas evaluadas contaban con 30 ítems para ataque psicológico, 22 
ítems para ataque físico, y 10 ítems para coerción sexual. 
Las opciones de repuesta del instrumento original del Conflict Tactict Scale (CTS2) 
contemplan la cantidad de veces (de 0 a más de 20) que surgió este evento en el último 
año. Para esta investigación, se utilizaron las opciones de respuesta de una validación 
española elaborada por Muñoz-Rivas, Andreu, Graña, O´Learly y Gonzáles (2007), ya 
que resultaba más comprensible a la hora de aplicar la escala. Las opciones de respuesta 
van desde 0 (Nunca) hasta 4 (Muy a menudo). 
Se realizaron análisis de confiabilidad para las tres subescalas que evalúan Violencia 
de Pareja Íntima, y, luego de evaluar los ítems de cada escala, se obtuvieron los siguientes 
resultados: ataque psicológico arrojó un α= .772; ataque físico obtuvo un α= .787 y, 
Coerción Sexual arrojó un coeficiente α= .646 . Finalmente, las escalas de Ataque 
Psicológico, Ataque Físico y Coerción Sexual quedaron con 24, 14 y 8 ítems 
respectivamente, luego de un análisis de ítems. 
Procedimiento 
Para esta investigación que analizó la relación entre el sexismo y la violencia de pareja 
se utilizaron dos escalas. Fueron 38 hombres, padres de familia, de diversos niveles 
educativos (desde primaria incompleta hasta universitaria completa), de una empresa 
metalmecánica. La empresa metalmecánica a la que se tuvo acceso tiene una población de 
aproximadamente 95% de hombres, entre ingenieros, personal administrativo y operarios. 
Es por eso que se consideró pertinente realizar un estudio donde el contacto laboral diario 
es principalmente con personas del mismo sexo por la tipología del trabajo (uso dela 
fuerza asociado a lo masculino). 
El contacto se realizó a través del Jefe de Operaciones, este brindó la información 
necesaria para la selección de los participantes. Los filtros de selección eran los 
siguientes: sexo masculino y que se encontraran en una relación de pareja estable, 
pudiendo ser convivientes o casados. 
17 
 
Tabla 1. 
N Rango Mín Max M DE
Sexismo Benevolente 38 26 16 42 30.32 5.76
Sexismo Hostil 38 32 11 43 28.89 9.22
Ataque Psicológico 38 29 4 33 19.26 6.70
Ataque Físico 38 12 0 12 1.82 2.68
Coerción sexual 38 8 0 8 1.95 2.37
Estadísticos descriptivos Escalas Sexismo y Violencia de pareja
Fue necesario ir a la empresa metalmecánica durante cinco oportunidades para poder 
realizar la aplicación completa, pues el personal se encontraba en su hora de trabajo y no 
todos podían asistir a la aplicación al mismo tiempo. Iban en grupo de ocho personas 
aproximadamente, siempre fue en la mañana y en un ambiente tranquilo. 
Al inicio de la aplicación de los instrumentos se leyó el consentimiento informado que 
indicaba la participación voluntaria y que en cualquier momento podían retirarse de la 
investigación. Se incidió en la confidencialidad de la información, pues ésta solo se usaría 
con fines académicos y los resultados serían evaluados de manera grupal y no individual. 
Luego de la recolección de la información se procedió a la codificación de las 
encuestas y a la elaboración de una base de datos. Todos los análisis estadísticos fueron 
trabajados en el programa Statistical Package for the Social Sciences (SPSS v.17). 
Resultados 
El primer cuadro muestra los estadísticos descriptivos de las cinco escalas que miden 
Sexismo Ambivalente y Violencia de pareja. 
 
Para poder identificar los niveles de la escala de sexismo ambivalente, tanto en su 
versión Benevolente como Hostil, se establecieron rangos tomando en cuenta el puntaje 
mínimo y el máximo que se podía obtener en cada escala. Se hicieron tres cortes que 
dividían la variable en tres niveles. Sexismo Benevolente (9 -20 = Bajo; 21 - 33 = Medio; 
34 - 55= Alto). Sexismo Hostil (11-25 = Bajo; 26 - 40 = Medio; 41 – 55 = Alto). 
18 
 
La mayoría de los participantes (97.4%) muestran o un nivel medio o alto de Sexismo 
Benevolente; en tanto que solo el 2.6% presenta nivel bajo de este tipo de sexismo. Lo 
mismo ocurre con el Sexismo Hostil, pues el 71.1% se ubica en el nivel medio o alto. Sin 
embargo, un mayor porcentaje (28.9%) de participantes, que en el caso del Sexismo 
Benevolente, presentan un bajo sexismo hostil. 
 
Al evaluar la presencia de algún tipo de violencia íntima en la pareja (al menos una 
vez), la todos los participantes han sido parte de un ataque psicológico (100%), el 82% ha 
tenido episodios de ataque físico, y el 83% situaciones de coerción sexual, durante el 
último año. 
 
Para realizar los siguientes análisis, se trabajó con la suma de puntajes de cada 
subescala a fin de obtener un puntaje total. Con estos puntajes se solicitaron pruebas de 
normalidad Kolmogorov - Smirnov (n >30) y, posteriormente se aplicaron los estadísticos 
correspondientes. 
Las pruebas de normalidad para ver el tipo de estadísticos que se usarían en los análisis 
dieron como resultado una distribución normal para las escalas Sexismo Benevolente, 
Sexismo Hostil y Ataque psicológico (p>.05). En tanto que, las escalas de Ataque físico y 
Coerción sexual no cumplieron con los supuestos de normalidad (p<.05), por lo tanto se 
utilizaran estadísticos no paramétricos.En los que respecta a la relación entre el Sexismo y 
la Violencia de Pareja Íntima se encuentra, primero, que el Sexismo Benevolente se 
asocia significativa y positivamente con Sexismo Hostil y Coerción Sexual. El Sexismo 
Hostil, además de estar asociado al Sexismo Benevolente, se relaciona positivamente con 
Ataque Psicológico. No se encontraron correlaciones significativas entre Sexismo 
Benevolente y Ataque Psicológico, ni entre Sexismo Benevolente y Ataque Físico. 
Tampoco se encontraron relaciones entre Sexismo Hostil y Ataque Físico, ni entre 
Sexismo Hostil y Coerción Sexual. 
19 
 Tabla 2. 
1 2 3 4 5
1. Sexismo Benevolente -
2. S exismo Hostil .42** -
3. Ataque Psicológico .16 .37** -
4. Ataque Físico .21 -.01 .18 -
5. Coerción sexual .28* .07 .03 .32* -
**p<.05
*p<.10
Nota: Las correlaciones entre las escalas de seximo y violencia de pareja aparecen en negritas
Correlaciones entre Escalas Sexismo y Violencia de pareja
 
A fin de establecer comparaciones entre grupos se establecieron dos cortes para la 
variable Nivel Educativo. Así pues, un primer grupo se encontraba conformado por 
individuos que contaban con educación primaria completa hasta secundaria completa 
(grupo de menor educación; N= 17). El segundo grupo está compuesto por aquellos que 
tienen educación técnica incompleta hasta universitaria completa (grupo de mayor 
educación; N=21). 
Estos cortes se hicieron tomando en cuenta la distribución de la muestra, considerando 
que la mitad de participantes perteneciera a un grupo. Además, se reconoce que la 
educación superior es un diferencial en nuestro país en lo que respecta a mayores 
posibilidades de superar la pobreza, movilidad social y mayores ingresos (Cuenca, 2012). 
Las variables en las cuales se observan diferencias significativas según el nivel 
educativo son: Sexismo Benevolente, Agresión Física y Coerción sexual. Se puede 
observar que hay mayor Sexismo Benevolente, mayor presencia de Agresión Física y 
mayor presencia de Coerción Sexual en los hombres de menor nivel educativo de la 
empresa metalmecánica evaluada. 
20 
 
Tabla 3.
P 
Bajo Alto (b)
(n=17) (n=21)
Sexismo Benevolente 23 16.67 119 .080*
Sexismo Hostil 19.32 19.64 175.5 .930* 
Ataque Psicológico 17.15 21.4 138.5 .239*
Ataque Físico 22.68 16.9 124.5 .092*
Coerción Sexual 23.38 16.36 112.5 .042**
* p< .10
Diferencias en las Escalas de Sexismo y Violencia según Nivel Educativo
Nivel educativo
Mann-Whitney U
a. Variable de agrupación: Nivel educativo
b. ** p< ..05
Tabla 4. 
1 2 3 4 5
1. Sexismo Benevolente - .50** -.22 .22 .36
2. S exismo Hostil .43* - .24 .00 .09
3. Ataque Psicológico .71** .52** - .24 -.13
4. Ataque Físico -.36 .02 .23 - -.13
5. Coerción sexual .00 .09 .27 .59** -
**p<.05
*p<.10
Correlaciones entre Escalas Sexismo y Violencia de pareja según nivel educativo
Nota: Las correlaciones para los participantes de mayor nivel educativo (n=21) son presentados encima de la diagonal
y las correlaciones para los participantes de menor nivel educativo (n=17) son presentados debajo de la diagonal. Las 
correrlaciones entre las escalas aparecen en negritas
 
 
Se corrieron correlaciones en cada uno de los grupos. En el caso del grupo de mayor 
educación, solo se encontraron correlaciones entre las dos tipologías del sexismo 
ambivalente. Mientras que en el grupo de menor educación, además de estas 
correlaciones, se halló una correlación positiva y bastante alta entre sexismo benevolente 
y ataque psicológico. Asimismo, el sexismo hostil también correlaciona positivamente 
con ataque psicológico. Otras variables que correlacionaron positivamente fueron ataque 
físico y coerción sexual. 
21 
 
Discusión 
Existe evidencia para asegurar que los hombres de esta empresa metalmecánica 
presentan actitudes sexistas, tanto de tipo benevolente como hostil; asimismo cabe 
resaltar que la presencia del sexismo hostil es mucho menor que la del sexismo 
benevolente. Es común que ambos tipos de sexismo convivan en una misma persona, 
pues las actitudes sexistas dependerán del tipo de estímulo que desencadene una u otra 
actitud. Como afirma Rodríguez Lameiras, Faílde & Carrera (2009b), el sexismo 
benevolente actúa como un sistema de recompensas y castigos, “premiando” a las 
mujeres que cumplen su rol y “sancionando” a aquellas que no. Sin embargo, Velásquez 
(2003) sostiene que ambos tipos de mujeres se convierten enpotenciales víctimas de 
violencia; la primera, debido a su imagen de indefensión crea las condiciones necesarias 
para ser abusada y la segunda, por ser responsable de alterar y provocar la ira en los 
hombres. 
Por otro lado, un elemento importante a mencionar es el tipo de trabajo y el entorno 
que rodea a los participantes del estudio. Bronfebrenner (1977) explica que los 
fenómenos sociales se ven influenciados por todos los espacios en los que se desenvuelve 
el ser humano. Los empleados de esta empresa se relacionan básicamente con otros 
empleados del mismo sexo, desempeñando labores tradicionalmente relacionadas a lo 
masculino, por tanto es de esperarse que haya un efecto ideologizante en ese contexto. 
Téllez (2001) refiere que el trabajo como cualquier otra esfera de la vida humana produce 
ideologías, actitudes y pautas de comportamiento organizando el propio funcionamiento 
de la sociedad. Es posible que en trabajos o entornos donde abunde uno u otro sexo se 
produzca algún tipo de concepciones y expectativas estereotipadas acerca de los 
miembros del otro sexo (García- Leiva, 2005). Ahí radica la importancia de promover los 
espacios mixtos en las distintas instituciones sociales de nuestro entorno (colegios, 
empleo, estado, gobierno, entre otros). 
En lo que respecta a la violencia de pareja, sorprende que a pesar de medir esta 
variable a través del auto reporte todos los sujetos admitan haber participado de al menos 
un episodio de violencia psicológica con su pareja en el último año. Asimismo, 2 de cada 
22 
 
5 afirma que hubo situaciones de violencia física y violencia sexual. El problema con la 
violencia es que una vez instaurada en la dinámica cotidiana de la pareja/familia/sociedad 
el daño y sus efectos en las víctimas se ven minimizados. Es sorprendente notar que 
recién desde 1991 la violación sexual dentro del matrimonio es considerada como delito 
en el Perú, antes de eso tener relaciones forzadas era parte del deber de las mujeres para 
con sus maridos (Fernández, 2007). Una sociedad en donde la violencia es legitimada o 
tolerada, donde no se fomenta la denuncia, donde se callan los abusos será más 
condescendiente hacia episodios violentos en la pareja. Si bien hay esfuerzos por parte de 
las autoridades para erradicar la violencia contra la mujer, según el Ministerio de la Mujer 
y Poblaciones Vulnerables en los años 2013 y 2014 se registraron 282 casos de 
feminicidio por año, esta cifra se incrementó en 38% en comparación al 2012. El 
feminicidio es el caso extremo de la violencia, sin embargo es posible evitar su 
incremento si las mujeres denunciaran desde la primera vez que ocurre, si se contara con 
un sistema eficiente de denuncias y una adecuada legislación para los agresores y 
atención para las víctimas (Macassi et al, 2006). Velásquez (2003) agrega que las propias 
autoridades pueden llegar hacer uso de una violencia simbólica al reproducir estereotipos 
de género desde la consulta, hacer generalizaciones y apresurarse en solicitar una serie de 
pruebas médicas sin detenerse a tomar en cuenta la subjetividad de cada mujer. He ahí la 
necesidad de contar con profesionales adecuadamente capacitados para asumir estrategias 
de prevención y asistencia. 
Otro hallazgo de este estudio permite establecer relaciones entre las variables del 
Sexismo Benevolente y la Violencia de Pareja. El primer resultado arroja una relación 
directa entre Sexismo Benevolente y Sexismo Hostil, lo cual concuerda con la teoría 
propuesta por Glick y Fiske, pues ambos tipos de sexismo coexisten como resultado de las 
complejas relaciones de aproximación/evitación que caracteriza a los sexos (Rodríguez et 
al., 2009). Ambos tipos de sexismo presuponen la inferioridad de la mujer con 
sentimientos antagónicos; sin embargo estas actitudes contrarias no generan disonancia en 
los hombres, pues el sexismo ambivalente es capaz de reconciliar ambas caras de la 
misma moneda. 
23 
 
 También se halló una relación positiva entre Sexismo Benevolente y Coerción Sexual, 
lo cual indica que a mayor Sexismo Benevolente, mayor presencia de Violencia Sexual. 
Fernández (2007) sostiene que en el imaginario de muchas mujeres está presente la idea 
de satisfacer los deseos del otro como una tarea a cumplir, los mandatos sociales se 
instalan en el inconsciente de hombres y mujeres haciendo que la detección de la 
violencia sea confusa para ambos, debido a la estabilidad y a la intimidad propias del 
vínculo de pareja. Asimismo, esta autora menciona que muchas mujeres no llegan a 
centros de atención por violencia sexual, sino por violencia física o psicológica y es en la 
intervención donde los profesionales suelen detectar estos casos notando la incapacidad 
de estas mujeres para asumirse como víctimas de este tipo de violencia. El tema de la 
violencia sexual suele ser sumamente complejo para las víctimas, pues comprende desde 
controlar la natalidad hasta forzar con violencia a tener relaciones sexuales, por eso 
muchas de esas conductas pueden pasar inadvertidas a pesar de la incomodidad que 
generan en las mujeres (Velásquez, 2003). Sumado a ello, se sabe que aquellas mujeres 
que identifican a los hombres como benévolos romantizando la situación de posesión en 
una situación de violencia sexual (Fernández, 2007), suelen ser menos culpados, mostrar 
menor intención de terminar la relación y denunciar menos tales delitos ante la policía; en 
comparación a si perciben que los victimarios son abiertamente hostiles con ellas (Duran, 
2010). La tarea pendiente es visibilizar la violencia sexual a través de campañas que 
difundan que esta es una problemática de salud pública y no parte de la esfera privada de 
una pareja. Asimismo, es importante develar esta tipología de agresores frente a la 
sociedad, aquellos que encubren sus acciones bajo conductas aparentemente de cuidado y 
protección. 
De otro lado, se encontró una relación positiva entre el Sexismo Hostil y el Ataque 
Psicológico. Este tipo de sexismo tiene detrás la creencia de que las mujeres son 
peligrosas y deben ser limitadas en su poder estableciéndole claros límites en su intento de 
dominación sobre el hombre, además se aplica como castigo a aquellas mujeres que 
intentan cambiar los tradicionales roles de género y relaciones de poder (Donado, 2010). 
Un estudio (Ponce, 2012) sobre la violencia en mujeres emprendedoras en el Perú 
(personas de la PEA que está desarrollando alguna actividad empresarial) encontró que 
24 
 
estás en su mayoría eran casadas o convivientes (76.4%) y que además eran más 
propensas a episodios de violencia que el resto nacional (21.87% vs 13.6%). Asimismo se 
reveló que había mayor riesgo de violencia psicológica en mujeres dedicadas al trabajo 
manual no calificado. Dicho estudio apoya la idea de que aquellas mujeres que buscan 
independencia financiera, desligándose así de la hegemonía del poder económico de sus 
parejas suelen tener mayores índices de violencia en su intento por limitar la igualdad en 
la pareja. Los hombres no quieren equilibrar la balanza, por eso hacen uso del último 
recurso con el que cuentan: la violencia (Goode, 1971 como se citó en Sepúlveda, 2005). 
Adicionalmente, dado que este tipo de sexismo se encuentra socialmente condenado 
(García et al, 2009), la agresión psicológica, por su tipología, suele ser el arma más sutil y 
menos detectable mediante el cual el agresor encontraría protección e impunidad. 
Como era de esperarse se hallaron correlaciones entre Ataque físico y Coerción sexual. 
Lo más probable es que ambos tipos de violencia se retroalimenten o vayan acompañadas 
en muchos casos. Fernández (2007) en su práctica como psicoterapeuta con mujeres 
maltratadas, afirma que muchas de estas se convierten en esposas “sexualmente 
disponibles” por el miedo a ser golpeadas físicamente. 
No se encontraron correlaciones entre Sexismo Benevolente y Agresión Psicológica,tampoco entre Sexismo Benevolente y Agresión Física. Es posible que este sexismo tome 
mayor forma y sea menos detectable en el terreno de la sexualidad, terreno en donde las 
libertades entre cónyuges suelen ser bastante difusas y combinarse con creencias pre 
concebidas de derechos y deberes de cada uno de los miembros de la pareja. Puesto que la 
violencia psicológica y, más aún, la violencia física pueden ser elementos más detectables 
para la mujer o su red más cercana, resulta factible que el Sexismo Benevolente halle un 
aliado silencioso y poderoso en el ámbito de la sexualidad. 
Otras correlaciones que no resultaron significativas fueron: Sexismo Hostil y Agresión 
Física y, Sexismo Hostil y Coerción Sexual. Es importante mencionar que estudios de 
auto reporte no necesariamente reflejan conductas de la realidad, es razonable sospechar 
subreportes de conductas por un asunto de deseabilidad social, principalmente en temas 
delicados, como la violencia física o sexual (Jakupcak et al., 2002). 
25 
 
Objetivos adicionales de la presente investigación buscaban identificar diferencias 
según el nivel educativo en las variables que han sido objeto de análisis hasta este punto. 
En el grupo de menor educación, además de hallar una relación positiva entre ambos tipos 
de sexismo, se encontró una correlación bastante fuerte entre el Sexismo Benevolente y el 
Ataque Psicológico, lo mismo sucedió con el Sexismo Hostil y el Ataque Psicológico. 
Resulta curioso notar que en el grupo de mayor educación, solo correlacionaron el 
Sexismo Benevolente y el Sexismo Hostil. Con estos resultados cabe cuestionarse si la 
variable educación actúa como mediadora entre las actitudes o creencias y el 
comportamiento violento. Si bien la violencia es un fenómeno multicausal (Boira, 2008), 
el tema de la educación es un factor que puede actuar como neutralizador de la violencia 
porque permite mayor acceso al conocimiento e información ampliando el repertorio de 
estrategias para resolver conflictos y mejorar la comunicación (Kyriacou et al., 1999). 
Además, la educación es un elemento reductor de brechas entre género, pues se sabe que 
mientras mayor sea el nivel educativo de ambos cónyuges, menor será la brecha social 
entre ellos. En otras palabras, tendrán mayores probabilidades de ocupar el mismo puesto 
y de percibir el mismo salario, lo cual brinda mayores oportunidades para la igualdad 
(Pastor, Raymond, Roig & Serrano, 2008). 
A favor de esta hipótesis, se encontró mayor nivel de Sexismo Benevolente en aquellos 
hombres que poseían un nivel educativo por debajo de la educación secundaria en 
comparación a quienes al menos habían tenido formación técnica superior. Algunos 
autores sugieren que las parejas tienden a ser similares en algunos aspectos demográficos 
tales como el nivel socioeconómico o el nivel educativo (Kyriacou, et al., 1999). Aquellos 
hombres con mayor grado de instrucción tendrán parejas que hayan alcanzado una 
educación similar a ellos, lo cual - de alguna manera - las despoja del estereotipo de 
fragilidad, inferioridad o dependencia, con el que el sexismo benevolente percibe a la 
mujer. Una mujer con mayor educación tendrá mayores oportunidades para insertarse al 
mundo laboral, lo cual le permitirá compartir sus roles como esposa/madre dentro del 
hogar con otros roles relacionados tradicionalmente al sexo masculino fuera de casa. No 
obstante debe tomarse en cuenta que la menor o mayor predisposición social a los 
discursos desiguales y a los actos de violencia guardan estrecha relación con las historias 
26 
 
de vida personal (Velásquez, 2003) y los aprendizajes en etapas más tempranas de la vida 
(Bandura et al., 1961). 
 En el caso de los hombres de mayor educación no se hallaron relaciones entre las 
variables de Sexismo y Violencia. Este resultado puede deberse a lo anteriormente 
mencionado sobre el rol de la educación; sin embargo es necesario discernir si el mayor 
nivel educativo influye en una mayor capacidad para esconder comportamientos violentos 
frente a personas ajenas al núcleo familiar, considerando que es un tema sumamente 
delicado y que tiene una alta deseabilidad social. 
El presente estudio no pretende afirmar que el nivel educativo del varón o de la mujer 
sean los causantes de fenómenos como la violencia de pareja íntima o el sexismo. La 
naturaleza de la violencia es mucho más compleja de lo que parece, abarca múltiples 
factores tanto individuales como sociales. Es indispensable analizar otros factores, tanto 
en hombres como en mujeres, que tengan impacto sobre el Sexismo y la Violencia. 
Se considera que uno de los hallazgos más importantes de esta investigación es la 
relación entre el Sexismo Benevolente y la Coerción Sexual. El valor de este hallazgo 
radica en que puede existir una tendencia natural a pensar que este tipo de sexismo no 
tiene el potencial de generar mayores daños en la sociedad y, por lo tanto, no ser 
sancionado de ninguna manera. Lo que muestra este estudio es lo dañino que puede llegar 
a ser mantener este tipo de creencias benévolas sobre las mujeres, sobre todo en 
relaciones de matrimonio o convivencia, pues detectarlas como tal se hace sumamente 
complicado. 
Tanto el Sexismo Benevolente como la Coerción Sexual suelen pasar desapercibidos; 
el primero por camuflarse en un discurso pro social, y el segundo por pertenecer a un 
terreno delicado y sumamente íntimo. Ambos aspectos limitan la identificación de 
potenciales riesgos en las relaciones de violencia en las parejas. Al respecto, es imperioso 
sacar a la luz este tipo de conductas de riesgo a través de campañas preventivas que 
demuestren el efecto negativo de estas ideas y conductas. Tales creencias se instauran a 
temprana edad (Bandura et al, 1961), suelen ser aceptadas socialmente e identificadas 
como inofensivas (Bronfebrenner, 1977). El panorama exige un trabajo conjunto entre las 
27 
 
autoridades judiciales, gubernamentales y médicas que tomen conciencia de tremendo 
peligro que esconden algunas actitudes. 
 
Reflexiones finales 
A modo de reflexión, es importante destacar que, en todo momento, se debe 
contemplar a ambos miembros de la pareja para buscar posibles explicaciones a los 
resultados. Una nueva pareja que se forma crea sus propios códigos, sus propias reglas y 
su propia dinámica; por lo que lo que ocurra al interior de esta será responsabilidad de 
ambos integrantes. Al respecto, Perrone y Nannini, (2002 como se citó en Jiménez, Cano 
& Montejo, 2008), plantean que la violencia no es un fenómeno individual sino la 
manifestación de un fenómeno interaccional. Por tanto, en situaciones como ésta es 
importante observar las interacciones de las características psicológicas, sociales, 
culturales de ambos cónyuges, más que a cada miembro por separado. Las investigaciones 
posteriores deben abordar la problemática tomando en cuenta la interacción de estos 
diversos factores tanto personales como sociales a fin de tener un mejor entendimiento de 
la violencia en la dinámica de la pareja. 
Las limitaciones del estudio contemplan el tamaño de la muestra, el muestreo por 
accesibilidad, el tipo de empresa y, la alta deseabilidad social que genera este tema. Es 
necesario que estudios futuros cuenten con un mayor número de participantes, utilice 
muestras aleatorias y cuente con trabajadores de distintos tipos de empresas o rubros. Esto 
último resultaría interesante para identificar si el tipo de trabajo guarda alguna relación 
con las variables estudiadas. Trabajar con un mayor número de instrumentos puede 
ayudar a reducir el tema de la deseabilidad social. 
 
 
 
 
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http://www.aristidesvara.com/web_antigua/investigaciones/violencia_pareja/parejas_universitarias1.htm�
http://www.aristidesvara.com/web_antigua/investigaciones/violencia_pareja/parejas_universitarias1.htm�
34 
 
Anexos 
 
CONSENTIMIENTO INFORMADO 
 
Soy alumna de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y estoy realizando una investigación 
que forma parte de mi proyecto de Tesis en Psicología Social. 
Con esa finalidad le solicito su colaboración con este estudio, debe llenar todas las preguntas que 
se le presentan en el siguiente cuestionario. Cabe mencionar que dicho llenado le tomará 
aproximadamente 20 minutos. 
Es necesario resaltar que el cuestionario busca conocer su opinión sobre sus vivencias personales. 
En ese sentido, no existen respuestas correctas o incorrectas al mismo. Además, el cuestionario es 
anónimo y garantizo que la información que me brinde será trabajada de manera confidencial y 
sólo con fines académicos. 
Es importante añadir que puede dejar de responder el cuestionario cuando lo desee. Sin embargo, 
le rogaría que en la medida de lo posible, por favor llene la totalidad del mismo. 
 
Datos generales: 
 
¿Tiene Usted pareja? Sí ( ) CONTINUAR No ( ) TERMINAR 
¿Vive actualmente con su pareja? Sí ( ) CONTINUAR No ( ) TERMINAR 
 
Edad: _______ 
Grado de Instrucción: Primaria incompleta ( ) Técnico incompleta ( ) 
 Primaria completa ( ) Técnico completa ( ) 
 Secundaria incompleta ( ) Universitaria incompleta ( ) 
 Secundaria completa ( ) Universitaria completa ( ) 
 
Ocupación : _____________ 
 
Estado Civil: Conviviente ( ) Casado ( ) 
Años de convivencia/matrimonio: ______ 
Número de Hijos: _________ 
Lugar de Nacimiento: __________ 
 
 
 
 
 
35 
 
SECCIÓN 1 
 
A continuación se presentan una serie de frases, señale la opción que más refleje su opinión 
(teniendo en cuenta que 1 es “Totalmente en desacuerdo” y 5 es “Totalmente De acuerdo”) 
 
 
Totalmente Totalmente 
en Desacuerdo de Acuerdo 
1 2 3 4 5 
1. Es obligación de un hombre mantener a salvo a las 
mujeres de su casa. 
 
2. Las mujeres se visten provocativamente para obtener 
ventajas en el trabajo 
 
3. En momentos difíciles, las mujeres son mucho más 
solidarias que los hombres 
 
4. Un hombre debe hacer todo lo posible con tal de 
conservar a la mujer que ama 
 
5. Un hombre debe establecer límites claros a las mujeres 
de su casa 
 
6. Las mujeres se visten provocativamente cuando quieren 
conseguir algún favor de los hombres 
 
7. Para que una mujer esté segura, debe permitir que un 
hombre la proteja 
 
8. La seguridad de una mujer es responsabilidad de los 
hombres que la acompañan 
 
9. Si he de tener un jefe prefiero que sea hombre a que sea 
mujer. 
 
10. Un hombre debe señalar a la mujer sus errores para que 
los cambie 
 
11. Las mujeres son más honradas que los hombres 
12. Si tuviera que contratar a un ingeniero preferiría que 
fuera varón. 
 
13. Un hombre sólo puede compartir sus miedos con la 
mujer que ama. 
 
36 
 
14. Las mujeres deben aceptar la protección masculina por 
su propio bien 
 
15. Las mujeres acostumbran seducir a los hombres para 
controlarlos 
 
16. Los hombres que no tienen a una mujer a su lado son 
tristes y solitarios. 
 
17. Un hombre debe hacer hasta lo imposible para 
conquistar a la mujer que quiere. 
 
18. Los hombres deben impedir que las mujeres corran 
cualquier riesgo. 
 
19. Las mujeres, como jefas, son más fáciles de manipular 
que los hombres. 
 
20. No votaría por una mujer para presidente 
21. El hombre de la casa debe vigilar que las mujeres no 
malgasten el dinero. 
 
22. Las mujeres actúan como niñas para evitar que los 
hombres se enojen. 
 
23. En momentos difíciles, las mujeres se sacrifican mucho 
más que los hombres 
 
24. La ternura es una de las mejores cualidades femeninas 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
37 
 
SECCIÓN 2 
 
La siguiente es una lista de las cosas que Ud. o su pareja hicieron en el último año. Por favor 
marque con una aspa (X) qué tan seguido ocurre esto en su relación de pareja. Recuerde que la 
encuesta es totalmente anónima. 
 
Nunca 
Rara 
vez 
Algunas 
veces 
A 
menudo 
Muy a 
menudo 
1. No le hago caso a las opiniones de mi pareja 
2. Mi pareja no hace caso a mis opiniones. 
3. Durante una riña, me fui bruscamente. 
4. Durante una riña, mi pareja se fue bruscamente. 
5. Le dije a mi pareja que no quería que asistiera a 
reuniones sociales o saliera con sus amigos. 
 
6. Mi pareja me dijo que no quería que asistiera a 
reuniones sociales o saliera con mis amigos. 
 
7. Destruí a propósito algo que le pertenecía a mi 
pareja 
 
8. Mi pareja destruyó a propósito algo que me 
pertenecía. 
 
9. Amenacé a mi pareja con abandonarla. 
10. Mi pareja me amenazó con abandonarme. 
11. Le impedí asistir a reuniones sociales o salir con 
sus amigos. 
 
12. Mi pareja me impidió asistir a reuniones sociales 
o salir con sus amigos. 
 
13. La hice enojar. 
14. Mi pareja me hizo enojar. 
15. La acusé o ridiculicé de tener la culpa de las 
discusiones. 
 
16. Mi pareja me acusó o ridiculizó de tener la culpa 
de las discusiones. 
 
17. La insulté de fea o gorda 
18. Mi pareja me insultó de feo o gordo. 
19. Le grité. 
38 
 
 
Nunca 
Rara 
vez 
Algunas 
veces 
A 
menudo 
Muy a 
menudo 
20. Mi pareja me gritó 
21. La maldije (“mentar la madre”) 
22. Mi pareja me maldijo (“mentar la madre”) 
23. La callé con violencia. 
24. Mi pareja me calló con violencia. 
25. Amenacé con golpearla o lanzarle algo que 
puede herir. 
 
26. Mi pareja amenazó con golpearme o lanzarme 
algo que puede herir. 
 
27. La acusé o me burlé de que no sabe hacer el 
amor. 
 
28. Mi pareja me acusó y ridiculizó de no saber 
hacer el amor. 
 
29. La amenacé de muerte. 
30. Mi pareja me amenazó de muerte. 
31. La empujé. 
32. Mi pareja me empujó. 
33. La sujeté por la fuerza 
34. Mi pareja me sujetó por la fuerza. 
35. Le di una bofetada (“cachetada”) 
36. Mi pareja me dio una bofetada (“cachetada”) 
37. La pateé. 
38. Mi pareja me pateó. 
39. La empujé violentamente contra la pared. 
40. Mi pareja me empujó violentamente contra la 
pared. 
 
41. Le doblé el brazo, arañé o jalé de loscabellos. 
39 
 
 
Nunca 
Rara 
vez 
Algunas 
veces 
A 
menudo 
Muy a 
menudo 
42. Mi pareja me dobló el brazo, arañó o jaló de los 
cabellos 
 
43. Le lancé algo que podía herirla. 
44. Mi pareja me lanzó algo que podía herirme. 
45. Intenté usar un arma o cuchillo contra ella. 
46. Mi pareja intentó usar un arma o cuchillo contra 
mí. 
 
47. La golpee con algo que podía herirla. 
48. Mi pareja me golpeó con algo que podía 
herirme. 
 
49. Le di una golpiza. 
50. Mi pareja me dio una golpiza. 
51. La quemé intencionalmente. 
52. Mi pareja me quemó intencionalmente. 
53. Le insistí para tener relaciones sexuales. 
54. Mi pareja insistió en tener relaciones sexuales. 
55. Intenté obligarla a tener relaciones sexuales. 
56. Mi pareja intentó obligarme a tener relaciones 
sexuales. 
 
57. Usé amenazas para tener relaciones sexuales. 
58. Mi pareja usó amenazas para tener relaciones 
sexuales. 
 
59. Le prohibí utilizar métodos anticonceptivos. 
60. Mi pareja me prohibió utilizar métodos 
anticonceptivos. 
 
61. Usé la fuerza (sujetando, golpeando o usando un 
arma) para tener relaciones sexuales. 
 
62. Mi pareja usó la fuerza (sujetando, golpeando o 
usando un arma) para tener relaciones sexuales. 
 
 
	CONSENTIMIENTO INFORMADO

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