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1 FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS HUMANAS RELACIÓN ENTRE SEXISMO AMBIVALENTE Y VIOLENCIA DE PAREJA ÍNTIMA SEGÚN NIVEL EDUCATIVO Tesis para optar el título de Licenciada en Psicología con mención en Psicología Social que presenta la Bachiller: MARIA ANTONIETA HERRERA HIDALGO ASESORA: DRA. MARIA RAGUZ ZAVALA LIMA - 2015 2 Agradecimientos Agradezco a mi familia por mostrarme su apoyo en cada momento de mi vida, la presentación de esta tesis va dedicada a mis padres Alfonso y Consuelo y a mis tres hermanos: Maribel, Acrópolis y Raúl. Un especial reconocimiento a mi cuñado Charlie por ser un hermano más desde hace casi 10 años. A mis amigos, colegas y compañeros de trabajo por sus espontáneos, pero valiosos aportes a las distintas fases de esta investigación. Por animarme a culminar este proyecto y ser un motor hacia la excelencia, y, asimismo contribuir para que los hallazgos de este trabajo representen una pequeña contribución en los temas de sexismo y violencia. A mi asesora Maria Raguz por su paciencia y su dedicación a lo largo de estos años, por animarme y contagiarme su entusiasmo en cada avance presentado. Por compartir toda su experiencia en el tema y ser una guía muy útil a lo largo de todo el proceso. Finalmente, a Dios porque sin El nada hubiera sido posible. Por abrir las puertas en el momento correcto y frente a las personas adecuadas. Por fortalecerme las muchas veces que estuve a punto de tirar la toalla. Por impulsarme a ser mejor cada día. 3 Relación entre Sexismo Ambivalente y Violencia de Pareja Íntima según Nivel Educativo Resumen Este estudio pretende analizar la relación entre el Sexismo Ambivalente y la Violencia de Pareja Íntima y, además, indagar si existen diferencias según el nivel educativo de hombres trabajadores de una empresa metalmecánica. Se utilizó la Escala de Sexismo Ambivalente de Glick y Fiske revisada por Cruz, Zempoaltecatl y Correa y el CTS-2 (Conflict Tactics Scale), adaptada al contexto peruano por Vara. Participaron 38 hombres convivientes o casados, mayores de 18 años. El Sexismo Benevolente correlaciona solo con la Coerción Sexual, mientras que el Sexismo Hostil se asocia de manera directa con el Ataque Psicológico. Respecto al nivel educativo, se encontraron mayores niveles de Sexismo Benevolente, Ataque Físico y Coerción Sexual en los hombres con menor grado de instrucción. Palabras clave: Sexismo Ambivalente, Violencia de Pareja, Nivel Educativo Abstract This study aims to analyze the relation between Ambivalent Sexism and Intimate Partner Violence and investigates whether there are differences according to educational level, in male employees at metal fabricating company. The study used Glick and Fiske’s Ambivalent Sexism Scale in its reviewed version by Cruz, Zempoaltecatl and Correa, and the Conflict Tactics Scale (CTS-2) which has adapted by Vara for Peruvian context. The study included 38 cohabiting and married men, 18 years of age and older. Benevolent Sexism only correlated with Sexual Coercion, while Hostile Sexism is directly associated with Psychological Attack. Higher levels of Benevolent Sexism, Sexual Coercion and Physical Attack have found in men with lower educational status. Key words: Ambivalent Sexism, Intimate Partner Violence, Level of Education 4 Tabla de contenidos Violencia de Pareja Íntima .................................................................................................. 5 Sexismo Hostil y Benevolente .............................................................................................. 8 Violencia de Pareja Íntima y Sexismo ................................................................................ 9 Variables asociadas: nivel socioeconómico y nivel educativo ......................................... 11 Situación en el Perú ............................................................................................................ 12 Planteamiento del problema .............................................................................................. 13 Método ................................................................................................................................ 13 Participantes ...................................................................................................................... 13 Medición ........................................................................................................................... 14 Procedimiento ................................................................................................................... 16 Resultados............................................................................................................................ 17 Discusión .............................................................................................................................. 21 Referencias Bibliográficas ................................................................................................. 28 Anexos .................................................................................................................................. 34 5 Violencia de pareja intima En los últimos años el tema de la violencia de pareja ha cobrado mayor importancia y preocupación en diversos sectores de la sociedad. Sin embargo, dada la complejidad de esta problemática, es de suma importancia ahondar en el conocimiento de aquellos factores que podrían mediar en ella. Una de las variables asociadas a la violencia de pareja ha sido el sexismo, pues se ha visto que quienes tienen esquemas rígidos sobre los roles de género tienden a una mayor tolerancia a la violencia dentro de la pareja (Rodríguez. Lameiras, Faílde & Carrera, 2009a). La Organización Mundial de la Salud (1996) define a la violencia como “el uso intencional de la fuerza física o el poder contra uno mismo, hacia otra persona, grupos/comunidades y que tiene como consecuencia potenciales lesiones físicas, daños psicológicos, alteraciones del desarrollo, abandono e incluso la muerte”. En ese contexto, la violencia de pareja intima consiste en una serie de actos abusivos de tipo físico, psicológico y/o sexual de carácter progresivo y crónico; cometidos por aquella persona con la que se convive diariamente (Follingstad, Neckerman, Vormbrock, & Herman, 1997 como se citó en Patró, Corbalán & Limiñana, 2007). Los efectos de la violencia sobre la víctimas suelen ser a largo plazo y difíciles de revertir, sobre todo en el plano psicológico. Se presentan trastornos de ansiedad y depresión similares al estrés postraumático; asimismo hay una tendencia a la baja autoestima, vergüenza e incluso culpa. En así, que la capacidad de la víctima para afrontar la situación de maltrato se reduce, llegando a dañar su nivel de ajuste psicológico (Patró et al., 2007). Tipos de violencia de pareja La violencia psicológica es entendida como hostilidad verbal o no verbal reiterada manifestada en forma de acoso, insulto, amenaza, menosprecio, ignorancia, sometimiento, dominación, humillaciones, expulsión del hogar, infidelidades, entre otros (Espinar, 2003). La violencia física se define como el uso de la fuerza contra el cuerpo de otra persona” (Espinar, 2003). Consiste en ejercer conductas intencionales que representen algún riesgo 6 de lesión física, daño o dolor sin que necesariamente se haya logrado el cometido (Villavicencio, 2001). Un tercer tipo de violencia es la violencia sexual, la cual implica al mismo tiempo agresión física y ultraje psíquico que atentan principalmente contra la libertad sexual de la víctima (Alberdi & Matas, 2002). Muchas mujeres no consideran el sexo forzado con sus parejas como una violación, más bien lo adjudican a supapel como esposas (Yañez & Maccasi, 2009) Además, el hecho de que la violencia sea hecha por la pareja la convierte en un hecho confuso, llevando incluso a concebir a las violaciones como algo normal (Fernández, 2007). Modelos Teóricos de la Violencia de Pareja A lo largo de la literatura en el campo de la psicología social, se presenta distintas teorías que explican el fenómeno de la violencia de pareja. La Teoría de los Recursos reconoce a la familia como un sistema de poder que debe ser protegido a como dé lugar. Cuando un miembro de la familia ve amenazado su poder y no encuentra ningún tipo de recurso socialmente aceptado para mantenerlo, la probabilidad de que use la violencia se incrementa significativamente (Strube, 1988; como se citó en Blázquez, Moreno & García-Baamonde, 2010). Los recursos aceptados incluyen el ingreso económico, la inteligencia, el nivel educativo, el prestigio, la autoridad, entre otros (Goode, 1971 como se citó en Sepúlveda, 2005). Cuando los recursos aceptados no surgen efecto o no se cuenta con ellos, emerge la violencia a modo de autoprotección. Algunos estudios complementan esta teoría introduciendo la variable cultural; pues el deseo por ostentar el poder se verá en mayor o menor medida influenciado por las expectativas sociales y culturales sobre la distribución del poder marital (Roche, 1981). Otra teoría asentada en el modelo sociocultural es la Teoría del Aprendizaje Social (Bandura, Ross & Ross, 1961; Bandura 1973/1975). La conducta violenta es aprendida a partir de la interacción social a través del proceso de socialización. Diversos estudios lo han corroborado, pues muchos individuos quienes en la actualidad son parte de una situación 7 violenta (agresor/ agredido por imitación/ identificación) han sufrido continuos episodios de violencia familiar durante etapas tempranas de sus vidas (Sepúlveda, 2005). Por otro lado, la Teoría del Conflicto de Adams (Adams, 1965; Coser, 1956; Dahrendorf, 1959; Scanzoni, 1972; Straus, 1979), asume que el conflicto es un aspecto inevitable de todas las relaciones humanas, sin embargo, la violencia como forma de manejar estos conflictos no lo es (Strauss, Hamby, Boney –McCoy & Sugarman, 1996). Este conflicto es necesario por ser parte de un proceso por el cual las inequidades y divergencias son superadas dando como resultado un cambio social positivo. En ese sentido, el conflicto per se no es pernicioso; pero el uso de la coerción, incluyendo la fuerza y la violencia para resolver las diferencias sí ocasiona un problema de gran índole en nuestra sociedad actual (Strauss, 1979). Esta forma de lidiar o enfrentar el conflicto da cuenta de un bagaje limitado de estrategias tales como capacidad para negociar, habilidades para una adecuada comunicación y tolerancia a la frustración o al estrés; todas necesarias para construir un vínculo de pareja saludable. Un modelo bastante útil, a partir del cual muchas investigaciones abordan la problemática de la violencia, es el Modelo Ecológico de Brofenbrenner (1977), este autor explica el desarrollo humano desde una visión integral. Permite identificar los distintos niveles en los que se manifiesta la violencia, los factores que influyen y la interacción entre factores (Jiménez, Cano & Montejo, 2008). De acuerdo a este modelo, la violencia puede interactuar en cuatro niveles: individual, familiar/relacional, comunidad y sociedad. El nivel individual contiene la historia de violencia familiar en la familia de origen, así como el aprendizaje en cuanto a resolución de conflictos por medios violentos, el autoritarismo en relaciones familiares, la baja autoestima, entre otras variables. El nivel familiar/relacional incluye al contexto de relaciones más cercanas en donde el individuo se desenvuelve. Tiene que ver con relaciones autoritarias en la familia y con conflictos conyugales como factores predictivos de la violencia. El nivel de la comunidad se encuentra constituido por todas las instituciones sociales donde el individuo se desenvuelve y desarrolla, tales como la escuela, la iglesia, el sistema 8 de salud, el sistema judicial y el Estado. Un contexto de violencia está caracterizado por una legitimización o tolerancia de la violencia en estos espacios, falta de una legislación adecuada, carencia en el apoyo hacia las víctimas, déficit en la formación de profesionales que ayuden en la prevención y reparación de situaciones de violencia. El nivel de la sociedad engloba ideas acerca del ejercicio de poder y la obediencia, creencias y valores culturales acerca de la concepción de mujer, hombre, familia, hijos, poder, obediencia, roles, derechos, responsabilidad, etc. En este nivel se encuentran las políticas públicas, que en muchos casos contribuyen a mantener desigualdades entre diferentes grupos de la sociedad. Sexismo Hostil y Benevolente Ferrer, Bosch, Ramis y Navarro (2006) definen sexismo como la evaluación en las dimensiones cognitiva, afectiva y conductual que se realiza de una persona, enfatizando la categoría sexual o biológica a la que pertenece. El sexismo ha sido tradicionalmente asociado a su forma hostil, sin embargo Glick y Fiske (1996) propusieron una nueva teoría de dos factores en relación al sexismo, identificando e integrando tanto las actitudes negativas como “positivas” hacia determinado sexo. El sexismo hostil consta de un conjunto de actitudes tradicionales de prejuicio y antipatía basados en la supuesta inferioridad de determinado sexo, en este caso el de las mujeres. Este tipo de sexismo gira en torno a tres ideas principales: a) paternalismo dominador, entendiendo a la mujer como débiles e inferiores a los hombres, lo que legitima la figura dominante del hombre; b) diferenciación de género competitiva, es decir, considerar las diferencias de las mujeres frente a los hombres como desventaja para triunfar en el ámbito público y relegarlas al espacio privado; c) hostilidad heterosexual, considerar que las mujeres tienen un "poder sexual" que las hace peligrosas y poderosas frente a los hombres. Al respecto, García, Palacios, Torrico y Navarro (2009) afirman que actualmente este tipo de sexismo es socialmente condenado, por lo que no es políticamente correcto expresar estas actitudes abiertamente. 9 En lo referente al sexismo benevolente, este constituye una visión estereotipada y limitada a ciertos roles; además, presenta un tono afectivo positivo y tiende a suscitar en el individuo conductas típicamente categorizadas como pro-sociales (Cruz, Zempoaltecatl & Correa, 2005). Los componentes básicos del sexismo benevolente son: a) paternalismo protector, el cual sugiere que las mujeres son débiles e insuficientes y por tanto necesitan de un hombre que las proteja; b) diferenciación de género complementaria, considerar que las mujeres tienen por naturaleza muchas características positivas que complementan las características que tienen los varones; c) intimidad heterosexual, considerar la dependencia diádica de los hombres respecto a las mujeres; dependen de ellas para criar a sus hijos, así como para satisfacer sus necesidades sexuales. Ambos tipos de sexismo presuponen la inferioridad de las mujeres y refuerzan el patriarcado, pues consideran que toda mujer necesita ser cuidada o vigilada por un hombre (Donado, 2010). El sexismo benevolente suele ser más peligroso por ser menos evidente, así pues su detección resulta más difícil que en el caso del sexismo hostil (García et al., 2009). Una hipótesis interesante acerca del funcionamiento del sexismo ambivalente, bajo sus dos componentes (hostil y benevolente) considera que ambos funcionan como un sistema de castigos y recompensas con el fin de que la mujer sepa cuál es su rol en la sociedad. El sexismo hostil se aplica como un castigo a las mujeres no tradicionales, profesionales y feministas, porqueellas modifican los roles tradicionales de género y las relaciones de poder entre hombres y mujeres. En tanto que, el sexismo benevolente actúa como recompensa a las mujeres que cumplen los roles tradicionales, debido a que estas mujeres aceptan la supremacía masculina y el ‘cuidado’ que estos les ofrecen a cambio (Donado, 2010). Violencia de pareja íntima y sexismo Es importante mencionar que, dado que la violencia de pareja íntima es una problemática fuertemente relacionada con factores socioculturales (Recio, Cuadrado & Ramos, 2007) y ejercen su influencia desde la transmisión de modelos de masculinidad y femineidad entre hombres y mujeres por razón de género (Soler, Barreto & González, 2005 10 como se citó en Recio et al., 2007), se deben analizar estas evaluaciones hacia el sexo opuesto para así identificar tendencias frente a una situación de violencia en la pareja. En esa línea, Castro y Riquer (2003) señalan que la existencia de una marcada ideología de los roles de género favorece significativamente la aparición de la violencia de pareja. De la misma manera, muchos estudios sintetizados por Ferrer y Bosch (2000) afirman que las actitudes y creencias sumamente estereotipadas acerca de los roles sexuales suelen ser elementos característicos de aquellos hombres que ejercen violencia contra sus parejas. Igualmente, Jakupcak, Lisak y Roemer (2002), en un estudio con jóvenes universitarios estadounidenses, encontraron que quienes tenían esquemas cognitivos más rígidos respecto a los roles de género incrementaban su probabilidad de agresión o violencia contra sus parejas. La teoría y la investigación sugieren que los altos índices de violencia hacia las mujeres son asociados con las normas patriarcales de apoyo a la posición dominante del hombre y la hostilidad hacia las mujeres (Kaufman, 1992; Glick, Sakalli-Ugurlu, Ferreira & De Souza, 2002 como se citó en Donado, 2010). Asimismo, algunos autores concluyen que la cultura en la que se desenvuelve la pareja es uno de los predictores más importante de la conducta agresiva (Rohner, 1976 como se citó en San Martin, 2012). Un estudio realizado en Granada (Durán, 2010) concluyó que el alto nivel de sexismo benevolente en las mujeres influía en su reacción frente a actos de agresión sexuales recibidos. Las creencias benevolentes solo debilitaban sus reacciones de ira, lo que impedía poner fin a la relación. Del mismo modo, el sexismo benevolente de sus parejas también entorpecía sus reacciones asertivas frente a un intento o acto de coerción sexual. Jackman 1994 (como se citó en Durán, 2010) considera que las personas protectoras suelen evocar menor resistencia que las personas hostiles ante un acto de agresión. De otro lado, Jakupcak et al., (2002) en un estudio en Estados Unidos que permitía explorar el rol de la ideología masculina en las relaciones de pareja violentas, encontraron que la violencia se presentaba en mayor medida cuando estos percibían que las normas asociadas a su papel masculino eran quebrantadas. 11 Variables asociadas: nivel socioeconómico y nivel educativo Muchos estudios encuentran asociaciones entre bajo estrato socio-económico, bajo nivel educacional y violencia, tomando en cuenta a estos factores como riesgo en la prevalencia de la violencia de pareja íntima (Larrain, 1993 como se citó en Sepúlveda, 2005). Si bien la creencia que define la violencia de pareja como un fenómeno de clase es un hecho discutible, la literatura internacional apoya mayor incidencia de mal trato en las clases desfavorecidas (Wolfe, 1998). En otros estudios se ha postulado la existencia de relación entre la violencia y niveles bajos de educación (Kyriacou et al., 1999). En la misma dirección, Moreno (1999) realizó una investigación en distintos países (Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Venezuela y España) que examinaba los factores asociados a la violencia de pareja. Así pues, encontró que la violencia manifestada conductualmente en gritos, bofetadas y golpes (violencia física) era menor cuando el nivel socioeconómico en la pareja aumentaba. Sin embargo, el autor subraya que la violencia de pareja es un fenómeno multicausal y que el factor económico puede resultar uno más al interior de la dinámica de violencia. También se cree que los bajos ingresos pueden desempeñar un papel activador de la violencia por el estrés que genera, pero no la causa en sí misma (Boira, 2008). Otra investigación realizada en España con hombres atendidos en una entidad sanitaria por violentar contra sus parejas, intentó establecer un perfil sociodemográfico de estos frente al resto de la población. Se encontró a hombres relativamente jóvenes, de bajo nivel educativo y en su mayoría ocupaban puestos laborales de menor rango (Boira, 2008) Kyriacou et al., (1999) analizaron variables demográficas en mujeres maltratadas y en sus parejas. Se trabajó con estas mujeres y con un grupo control de similares características, pero sin historia de maltrato. Los resultados demostraban que los menores niveles de educación en las parejas de las mujeres víctimas incrementaban la probabilidad de experimentar violencia doméstica. 12 Situación en el Perú Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, en el 2014, el Centro de Emergencia Mujer registró 43 810 casos de violencia contra mujeres: 38 598 por violencia psicológica y física, y un total de 5 212 por violencia sexual. Según la misma fuente, durante el período 2002 – 2014, las mujeres atendidas por violencia alcanzaron un total de 431 626 casos, en contraste con las 57 824 para hombres víctimas de violencia. Se registraron 7 veces más casos de mujeres víctimas que de hombres. Si bien es posible que muchos de estos no acudan a ningún centro de atención por un tema de vergüenza o sanción social, también es cierto que la violencia es mayormente dirigida hacia las mujeres. Ochoa (2002) afirma que la violencia en el hogar es la causa más común de lesiones o daños en la mujer, incluso más que accidentes automovilísticos o robos. A pesar de los esfuerzos realizados desde el Estado, se reconoce la dificultad para registrar la real incidencia de violencia contra las mujeres, pues muchas no denuncian hasta que ya es muy tarde. Al respecto, Macassi, Paredes y Ruiz (2006) consideran como barreras para la oportuna denuncia a la inexistencia de un enfoque intercultural, debilidad de las sanciones a los agresores e ineficacia del sistema judicial, insuficiente número de servicios de atención a las víctimas y ausencia de campañas dirigidas a la población. Por otro lado, algunos autores (Gonzales & Gavilano, 1996) analizaron el rol de la pobreza en la prevalencia de la violencia y concluyeron que si bien la carencia de recursos económicos no es una razón desencadenante, puede convertirse en un factor agravante. Al parecer la educación del hombre se encontraría inversamente relacionada tanto a episodios de violencia física como psicológica (Ochoa, 2002) Uno de los primeros estudios llevados a cabo desde la perspectiva masculina fue realizado por Ramos (2006). Este estudio cualitativo se realizó entre hombres de 29 a 48 años del distrito de Villa El Salvador y la ciudad del Cusco. Se halló que los hombres ejercen violencia física y/o sexual cuando perciben que su hegemonía se rompe, sienten gran malestar por el quiebre del modelo de hombre que han interiorizado. Si bien reconocen que la violencia es perniciosa, la humillación y desvalorización social se anteponen al remordimiento. 13 Planteamiento del problema El fenómeno de la violencia de pareja es una problemática bastante compleja, es difícil hallar la ecuación que nos permita tener claro qué factores son los causantes de ella. Sin embargo, distintas investigaciones señalan que las actitudes sexistas se encuentran fuertemente relacionadascon la presencia de situaciones de violencia de pareja en sus diversas manifestaciones. Es importante destacar, en este punto, que el sexismo ambivalente es un constructo que muestra dos caras de una misma moneda. El sexismo tradicional, conocido como sexismo hostil, y el sexismo en su tono benévolo. Bajo esta mirada, una mujer puede ser considerada “peligrosa”, “manipuladora”, “mentirosa” y “agresiva” y al mismo tiempo ser percibida como “delicada”, “frágil” y ”débil” (Cruz et al., 2005). En este contexto, ambos tipos de sexismo tienen el mismo potencial de peligrosidad en la manifestación de la violencia psicologica, física o sexual en la pareja. Múltiples estudios han sido realizados desde la óptica de las mujeres, desde lo que ellas reportan sobre sus parejas. Es por esta razón, que esta investigación pretende recoger información a partir de una muestra netamente masculina, ya que suelen ser ellos los principales perpetradores de violencia en sus parejas. Por lo tanto el objetivo principal de esta investigación es indagar si existe relación entre el sexismo ambivalente (benevolente y hostil) y los tres tipos de violencia de pareja íntima (psicológica, física y sexual) en este grupo de hombres trabajadores de la metalmecánica. Específicamente se busca identificar la relación entre sexismo y violencia según el nivel educativo al que pertenezcan los participantes. Método Participantes La muestra estaba compuesta por 38 hombres trabajadores de una empresa metalmecánica ubicada en Lurín, que en el momento de la aplicación, se encontraban en 14 una relación de pareja estable (convivientes o casados), El rango de edad de los participantes fluctuaba entre los 22 y 60 años (M = 38.3; DE = 9.06). Respecto al nivel de instrucción, el 44.7% contaban con secundaria completa como máximo nivel educativo, mientras que el 55.3% contaba con estudios superiores. Alrededor de la mitad había nacido en Lima (47.4%). En cuanto al estado civil, el 44.7% era conviviente y el 55.3% se encontraba casado. La mayoría (95%) tenía al menos 1 hijo. Medición Para analizar el sexismo en los participantes se utilizó la Escala de Sexismo Ambivalente, adaptada por Cruz et al. (2005). Se compone de 24 ítems desarrollados en escala Likert de respuestas que van de 1 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo). Estos reactivos se basaron en la teoría propuesta por Glick y Fiske (1996). La presente escala fue validada con población mexicana, en la que se halló la presencia de dos factores que corresponden al Sexismo Hostil y Benevolente, los cuales explican el 64.3% de la varianza total. Otro estudio, llevado a cabo en jóvenes universitarios de Lima, realizado por Camacho, Cuéllar, Torres, Pérez y Camarena (2009) utilizando esta escala obtuvo un total de 4 factores. Los factores fueron denominados Paternalismo (percepción de las mujeres como seres dependientes y débiles, y; requieren de protección masculina); Hostilidad Heterosexual (creencia de que las mujeres emplean el atractivo físico para ejercer influencia sobre los hombres y obtener ventajas); Necesidad de Complemento (se le atribuye a la mujer una serie de características positivas, las cuales además complementan a las masculinas y es precisamente por este motivo que los hombres necesitarían relaciones de intimidad y cercanía con las mujeres, para lograr la plenitud); y Dominancia Heterosexual (la mujer no debe encontrarse en una posición de mando con respecto al hombre) . Los coeficientes de confiabilidad fueron de 0.81, 0.81, 0.72 y 0.67, para cada uno de los factores, respectivamente. La presente investigación trabaja solo con los dos factores: Sexismo Benevolente y Sexismo Hostil. Se replicó este modelo, ya que la cantidad de la muestra era insuficiente para tomar más factores o correr análisis adicionales. 15 Se realizaron análisis de confiabilidad para cada una de las escalas del Sexismo Ambivalente. La primera subescala de la prueba de Sexismo Ambivalente (S. Hostil), la cual contaba con 13 ítems inicialmente, obtuvo un coeficiente de confiabilidad α= .811. Luego se eliminaron los ítems “Si tuviera que contratar a un ingeniero preferiría que fuera varón” y “Los hombres deben impedir que las mujeres corran cualquier riesgo”, debido a que sus correlaciones ítem-test era negativas y al eliminarlos la confiabilidad obtenida era α= .853. La segunda subescala de la prueba de Sexismo Ambivalente (S. Benevolente), compuesta en un inicio por 11 ítems, obtuvo un coeficiente de confiabilidad α= .527 en el primer análisis. Luego se eliminaron los ítems “En momentos difíciles, las mujeres son mucho más solidarias que los hombres” y “Un hombre debe hacer todo lo posible con tal de conservar a la mujer que ama”, debido a que sus correlaciones ítem-test era negativa en el primer caso, y muy baja en el segundo caso. Al eliminarlos, la confiabilidad que se obtuvo fue de α= .615. El autoreporte de Violencia de pareja fue evaluado a través del Conflict Tactics Scale (CTS2) versión revisada del original (Strauss et al., 1996), adaptada a la población peruana por Vara (1999). Vara realizó un estudio con 713 estudiantes de cuatro universidades de Lima (Universidad Nacional Federico Villarreal, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Universidad Nacional del Callao y Universidad Particular Ricardo Palma) involucrados en relaciones maritales o pre-matrimoniales, obteniendo un alpha de Cronbach de 0.93 para toda la escala. Este instrumento consta de 5 subescalas: ataque psicológico, ataque físico, coerción sexual, negociación y daño físico. Sin embargo, para esta investigación, sólo se usaron ataque psicológico, ataque físico, y coerción sexual debido a que el objetivo principal de este estudio era evaluar la presencia de violencia íntima en alguna de sus formas, además de que las escalas adicionales prolongaban aún más la duración de la aplicación. En su adaptación, Vara encontró un alpha de Cronbach de 0.89 para ataque psicológico, 0.79 para ataque físico y 0.73 para coerción sexual. 16 El CTS2 mide los actos perpetrados, tanto por uno mismo como por la pareja, en el último año. Las subescalas evaluadas contaban con 30 ítems para ataque psicológico, 22 ítems para ataque físico, y 10 ítems para coerción sexual. Las opciones de repuesta del instrumento original del Conflict Tactict Scale (CTS2) contemplan la cantidad de veces (de 0 a más de 20) que surgió este evento en el último año. Para esta investigación, se utilizaron las opciones de respuesta de una validación española elaborada por Muñoz-Rivas, Andreu, Graña, O´Learly y Gonzáles (2007), ya que resultaba más comprensible a la hora de aplicar la escala. Las opciones de respuesta van desde 0 (Nunca) hasta 4 (Muy a menudo). Se realizaron análisis de confiabilidad para las tres subescalas que evalúan Violencia de Pareja Íntima, y, luego de evaluar los ítems de cada escala, se obtuvieron los siguientes resultados: ataque psicológico arrojó un α= .772; ataque físico obtuvo un α= .787 y, Coerción Sexual arrojó un coeficiente α= .646 . Finalmente, las escalas de Ataque Psicológico, Ataque Físico y Coerción Sexual quedaron con 24, 14 y 8 ítems respectivamente, luego de un análisis de ítems. Procedimiento Para esta investigación que analizó la relación entre el sexismo y la violencia de pareja se utilizaron dos escalas. Fueron 38 hombres, padres de familia, de diversos niveles educativos (desde primaria incompleta hasta universitaria completa), de una empresa metalmecánica. La empresa metalmecánica a la que se tuvo acceso tiene una población de aproximadamente 95% de hombres, entre ingenieros, personal administrativo y operarios. Es por eso que se consideró pertinente realizar un estudio donde el contacto laboral diario es principalmente con personas del mismo sexo por la tipología del trabajo (uso dela fuerza asociado a lo masculino). El contacto se realizó a través del Jefe de Operaciones, este brindó la información necesaria para la selección de los participantes. Los filtros de selección eran los siguientes: sexo masculino y que se encontraran en una relación de pareja estable, pudiendo ser convivientes o casados. 17 Tabla 1. N Rango Mín Max M DE Sexismo Benevolente 38 26 16 42 30.32 5.76 Sexismo Hostil 38 32 11 43 28.89 9.22 Ataque Psicológico 38 29 4 33 19.26 6.70 Ataque Físico 38 12 0 12 1.82 2.68 Coerción sexual 38 8 0 8 1.95 2.37 Estadísticos descriptivos Escalas Sexismo y Violencia de pareja Fue necesario ir a la empresa metalmecánica durante cinco oportunidades para poder realizar la aplicación completa, pues el personal se encontraba en su hora de trabajo y no todos podían asistir a la aplicación al mismo tiempo. Iban en grupo de ocho personas aproximadamente, siempre fue en la mañana y en un ambiente tranquilo. Al inicio de la aplicación de los instrumentos se leyó el consentimiento informado que indicaba la participación voluntaria y que en cualquier momento podían retirarse de la investigación. Se incidió en la confidencialidad de la información, pues ésta solo se usaría con fines académicos y los resultados serían evaluados de manera grupal y no individual. Luego de la recolección de la información se procedió a la codificación de las encuestas y a la elaboración de una base de datos. Todos los análisis estadísticos fueron trabajados en el programa Statistical Package for the Social Sciences (SPSS v.17). Resultados El primer cuadro muestra los estadísticos descriptivos de las cinco escalas que miden Sexismo Ambivalente y Violencia de pareja. Para poder identificar los niveles de la escala de sexismo ambivalente, tanto en su versión Benevolente como Hostil, se establecieron rangos tomando en cuenta el puntaje mínimo y el máximo que se podía obtener en cada escala. Se hicieron tres cortes que dividían la variable en tres niveles. Sexismo Benevolente (9 -20 = Bajo; 21 - 33 = Medio; 34 - 55= Alto). Sexismo Hostil (11-25 = Bajo; 26 - 40 = Medio; 41 – 55 = Alto). 18 La mayoría de los participantes (97.4%) muestran o un nivel medio o alto de Sexismo Benevolente; en tanto que solo el 2.6% presenta nivel bajo de este tipo de sexismo. Lo mismo ocurre con el Sexismo Hostil, pues el 71.1% se ubica en el nivel medio o alto. Sin embargo, un mayor porcentaje (28.9%) de participantes, que en el caso del Sexismo Benevolente, presentan un bajo sexismo hostil. Al evaluar la presencia de algún tipo de violencia íntima en la pareja (al menos una vez), la todos los participantes han sido parte de un ataque psicológico (100%), el 82% ha tenido episodios de ataque físico, y el 83% situaciones de coerción sexual, durante el último año. Para realizar los siguientes análisis, se trabajó con la suma de puntajes de cada subescala a fin de obtener un puntaje total. Con estos puntajes se solicitaron pruebas de normalidad Kolmogorov - Smirnov (n >30) y, posteriormente se aplicaron los estadísticos correspondientes. Las pruebas de normalidad para ver el tipo de estadísticos que se usarían en los análisis dieron como resultado una distribución normal para las escalas Sexismo Benevolente, Sexismo Hostil y Ataque psicológico (p>.05). En tanto que, las escalas de Ataque físico y Coerción sexual no cumplieron con los supuestos de normalidad (p<.05), por lo tanto se utilizaran estadísticos no paramétricos.En los que respecta a la relación entre el Sexismo y la Violencia de Pareja Íntima se encuentra, primero, que el Sexismo Benevolente se asocia significativa y positivamente con Sexismo Hostil y Coerción Sexual. El Sexismo Hostil, además de estar asociado al Sexismo Benevolente, se relaciona positivamente con Ataque Psicológico. No se encontraron correlaciones significativas entre Sexismo Benevolente y Ataque Psicológico, ni entre Sexismo Benevolente y Ataque Físico. Tampoco se encontraron relaciones entre Sexismo Hostil y Ataque Físico, ni entre Sexismo Hostil y Coerción Sexual. 19 Tabla 2. 1 2 3 4 5 1. Sexismo Benevolente - 2. S exismo Hostil .42** - 3. Ataque Psicológico .16 .37** - 4. Ataque Físico .21 -.01 .18 - 5. Coerción sexual .28* .07 .03 .32* - **p<.05 *p<.10 Nota: Las correlaciones entre las escalas de seximo y violencia de pareja aparecen en negritas Correlaciones entre Escalas Sexismo y Violencia de pareja A fin de establecer comparaciones entre grupos se establecieron dos cortes para la variable Nivel Educativo. Así pues, un primer grupo se encontraba conformado por individuos que contaban con educación primaria completa hasta secundaria completa (grupo de menor educación; N= 17). El segundo grupo está compuesto por aquellos que tienen educación técnica incompleta hasta universitaria completa (grupo de mayor educación; N=21). Estos cortes se hicieron tomando en cuenta la distribución de la muestra, considerando que la mitad de participantes perteneciera a un grupo. Además, se reconoce que la educación superior es un diferencial en nuestro país en lo que respecta a mayores posibilidades de superar la pobreza, movilidad social y mayores ingresos (Cuenca, 2012). Las variables en las cuales se observan diferencias significativas según el nivel educativo son: Sexismo Benevolente, Agresión Física y Coerción sexual. Se puede observar que hay mayor Sexismo Benevolente, mayor presencia de Agresión Física y mayor presencia de Coerción Sexual en los hombres de menor nivel educativo de la empresa metalmecánica evaluada. 20 Tabla 3. P Bajo Alto (b) (n=17) (n=21) Sexismo Benevolente 23 16.67 119 .080* Sexismo Hostil 19.32 19.64 175.5 .930* Ataque Psicológico 17.15 21.4 138.5 .239* Ataque Físico 22.68 16.9 124.5 .092* Coerción Sexual 23.38 16.36 112.5 .042** * p< .10 Diferencias en las Escalas de Sexismo y Violencia según Nivel Educativo Nivel educativo Mann-Whitney U a. Variable de agrupación: Nivel educativo b. ** p< ..05 Tabla 4. 1 2 3 4 5 1. Sexismo Benevolente - .50** -.22 .22 .36 2. S exismo Hostil .43* - .24 .00 .09 3. Ataque Psicológico .71** .52** - .24 -.13 4. Ataque Físico -.36 .02 .23 - -.13 5. Coerción sexual .00 .09 .27 .59** - **p<.05 *p<.10 Correlaciones entre Escalas Sexismo y Violencia de pareja según nivel educativo Nota: Las correlaciones para los participantes de mayor nivel educativo (n=21) son presentados encima de la diagonal y las correlaciones para los participantes de menor nivel educativo (n=17) son presentados debajo de la diagonal. Las correrlaciones entre las escalas aparecen en negritas Se corrieron correlaciones en cada uno de los grupos. En el caso del grupo de mayor educación, solo se encontraron correlaciones entre las dos tipologías del sexismo ambivalente. Mientras que en el grupo de menor educación, además de estas correlaciones, se halló una correlación positiva y bastante alta entre sexismo benevolente y ataque psicológico. Asimismo, el sexismo hostil también correlaciona positivamente con ataque psicológico. Otras variables que correlacionaron positivamente fueron ataque físico y coerción sexual. 21 Discusión Existe evidencia para asegurar que los hombres de esta empresa metalmecánica presentan actitudes sexistas, tanto de tipo benevolente como hostil; asimismo cabe resaltar que la presencia del sexismo hostil es mucho menor que la del sexismo benevolente. Es común que ambos tipos de sexismo convivan en una misma persona, pues las actitudes sexistas dependerán del tipo de estímulo que desencadene una u otra actitud. Como afirma Rodríguez Lameiras, Faílde & Carrera (2009b), el sexismo benevolente actúa como un sistema de recompensas y castigos, “premiando” a las mujeres que cumplen su rol y “sancionando” a aquellas que no. Sin embargo, Velásquez (2003) sostiene que ambos tipos de mujeres se convierten enpotenciales víctimas de violencia; la primera, debido a su imagen de indefensión crea las condiciones necesarias para ser abusada y la segunda, por ser responsable de alterar y provocar la ira en los hombres. Por otro lado, un elemento importante a mencionar es el tipo de trabajo y el entorno que rodea a los participantes del estudio. Bronfebrenner (1977) explica que los fenómenos sociales se ven influenciados por todos los espacios en los que se desenvuelve el ser humano. Los empleados de esta empresa se relacionan básicamente con otros empleados del mismo sexo, desempeñando labores tradicionalmente relacionadas a lo masculino, por tanto es de esperarse que haya un efecto ideologizante en ese contexto. Téllez (2001) refiere que el trabajo como cualquier otra esfera de la vida humana produce ideologías, actitudes y pautas de comportamiento organizando el propio funcionamiento de la sociedad. Es posible que en trabajos o entornos donde abunde uno u otro sexo se produzca algún tipo de concepciones y expectativas estereotipadas acerca de los miembros del otro sexo (García- Leiva, 2005). Ahí radica la importancia de promover los espacios mixtos en las distintas instituciones sociales de nuestro entorno (colegios, empleo, estado, gobierno, entre otros). En lo que respecta a la violencia de pareja, sorprende que a pesar de medir esta variable a través del auto reporte todos los sujetos admitan haber participado de al menos un episodio de violencia psicológica con su pareja en el último año. Asimismo, 2 de cada 22 5 afirma que hubo situaciones de violencia física y violencia sexual. El problema con la violencia es que una vez instaurada en la dinámica cotidiana de la pareja/familia/sociedad el daño y sus efectos en las víctimas se ven minimizados. Es sorprendente notar que recién desde 1991 la violación sexual dentro del matrimonio es considerada como delito en el Perú, antes de eso tener relaciones forzadas era parte del deber de las mujeres para con sus maridos (Fernández, 2007). Una sociedad en donde la violencia es legitimada o tolerada, donde no se fomenta la denuncia, donde se callan los abusos será más condescendiente hacia episodios violentos en la pareja. Si bien hay esfuerzos por parte de las autoridades para erradicar la violencia contra la mujer, según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables en los años 2013 y 2014 se registraron 282 casos de feminicidio por año, esta cifra se incrementó en 38% en comparación al 2012. El feminicidio es el caso extremo de la violencia, sin embargo es posible evitar su incremento si las mujeres denunciaran desde la primera vez que ocurre, si se contara con un sistema eficiente de denuncias y una adecuada legislación para los agresores y atención para las víctimas (Macassi et al, 2006). Velásquez (2003) agrega que las propias autoridades pueden llegar hacer uso de una violencia simbólica al reproducir estereotipos de género desde la consulta, hacer generalizaciones y apresurarse en solicitar una serie de pruebas médicas sin detenerse a tomar en cuenta la subjetividad de cada mujer. He ahí la necesidad de contar con profesionales adecuadamente capacitados para asumir estrategias de prevención y asistencia. Otro hallazgo de este estudio permite establecer relaciones entre las variables del Sexismo Benevolente y la Violencia de Pareja. El primer resultado arroja una relación directa entre Sexismo Benevolente y Sexismo Hostil, lo cual concuerda con la teoría propuesta por Glick y Fiske, pues ambos tipos de sexismo coexisten como resultado de las complejas relaciones de aproximación/evitación que caracteriza a los sexos (Rodríguez et al., 2009). Ambos tipos de sexismo presuponen la inferioridad de la mujer con sentimientos antagónicos; sin embargo estas actitudes contrarias no generan disonancia en los hombres, pues el sexismo ambivalente es capaz de reconciliar ambas caras de la misma moneda. 23 También se halló una relación positiva entre Sexismo Benevolente y Coerción Sexual, lo cual indica que a mayor Sexismo Benevolente, mayor presencia de Violencia Sexual. Fernández (2007) sostiene que en el imaginario de muchas mujeres está presente la idea de satisfacer los deseos del otro como una tarea a cumplir, los mandatos sociales se instalan en el inconsciente de hombres y mujeres haciendo que la detección de la violencia sea confusa para ambos, debido a la estabilidad y a la intimidad propias del vínculo de pareja. Asimismo, esta autora menciona que muchas mujeres no llegan a centros de atención por violencia sexual, sino por violencia física o psicológica y es en la intervención donde los profesionales suelen detectar estos casos notando la incapacidad de estas mujeres para asumirse como víctimas de este tipo de violencia. El tema de la violencia sexual suele ser sumamente complejo para las víctimas, pues comprende desde controlar la natalidad hasta forzar con violencia a tener relaciones sexuales, por eso muchas de esas conductas pueden pasar inadvertidas a pesar de la incomodidad que generan en las mujeres (Velásquez, 2003). Sumado a ello, se sabe que aquellas mujeres que identifican a los hombres como benévolos romantizando la situación de posesión en una situación de violencia sexual (Fernández, 2007), suelen ser menos culpados, mostrar menor intención de terminar la relación y denunciar menos tales delitos ante la policía; en comparación a si perciben que los victimarios son abiertamente hostiles con ellas (Duran, 2010). La tarea pendiente es visibilizar la violencia sexual a través de campañas que difundan que esta es una problemática de salud pública y no parte de la esfera privada de una pareja. Asimismo, es importante develar esta tipología de agresores frente a la sociedad, aquellos que encubren sus acciones bajo conductas aparentemente de cuidado y protección. De otro lado, se encontró una relación positiva entre el Sexismo Hostil y el Ataque Psicológico. Este tipo de sexismo tiene detrás la creencia de que las mujeres son peligrosas y deben ser limitadas en su poder estableciéndole claros límites en su intento de dominación sobre el hombre, además se aplica como castigo a aquellas mujeres que intentan cambiar los tradicionales roles de género y relaciones de poder (Donado, 2010). Un estudio (Ponce, 2012) sobre la violencia en mujeres emprendedoras en el Perú (personas de la PEA que está desarrollando alguna actividad empresarial) encontró que 24 estás en su mayoría eran casadas o convivientes (76.4%) y que además eran más propensas a episodios de violencia que el resto nacional (21.87% vs 13.6%). Asimismo se reveló que había mayor riesgo de violencia psicológica en mujeres dedicadas al trabajo manual no calificado. Dicho estudio apoya la idea de que aquellas mujeres que buscan independencia financiera, desligándose así de la hegemonía del poder económico de sus parejas suelen tener mayores índices de violencia en su intento por limitar la igualdad en la pareja. Los hombres no quieren equilibrar la balanza, por eso hacen uso del último recurso con el que cuentan: la violencia (Goode, 1971 como se citó en Sepúlveda, 2005). Adicionalmente, dado que este tipo de sexismo se encuentra socialmente condenado (García et al, 2009), la agresión psicológica, por su tipología, suele ser el arma más sutil y menos detectable mediante el cual el agresor encontraría protección e impunidad. Como era de esperarse se hallaron correlaciones entre Ataque físico y Coerción sexual. Lo más probable es que ambos tipos de violencia se retroalimenten o vayan acompañadas en muchos casos. Fernández (2007) en su práctica como psicoterapeuta con mujeres maltratadas, afirma que muchas de estas se convierten en esposas “sexualmente disponibles” por el miedo a ser golpeadas físicamente. No se encontraron correlaciones entre Sexismo Benevolente y Agresión Psicológica,tampoco entre Sexismo Benevolente y Agresión Física. Es posible que este sexismo tome mayor forma y sea menos detectable en el terreno de la sexualidad, terreno en donde las libertades entre cónyuges suelen ser bastante difusas y combinarse con creencias pre concebidas de derechos y deberes de cada uno de los miembros de la pareja. Puesto que la violencia psicológica y, más aún, la violencia física pueden ser elementos más detectables para la mujer o su red más cercana, resulta factible que el Sexismo Benevolente halle un aliado silencioso y poderoso en el ámbito de la sexualidad. Otras correlaciones que no resultaron significativas fueron: Sexismo Hostil y Agresión Física y, Sexismo Hostil y Coerción Sexual. Es importante mencionar que estudios de auto reporte no necesariamente reflejan conductas de la realidad, es razonable sospechar subreportes de conductas por un asunto de deseabilidad social, principalmente en temas delicados, como la violencia física o sexual (Jakupcak et al., 2002). 25 Objetivos adicionales de la presente investigación buscaban identificar diferencias según el nivel educativo en las variables que han sido objeto de análisis hasta este punto. En el grupo de menor educación, además de hallar una relación positiva entre ambos tipos de sexismo, se encontró una correlación bastante fuerte entre el Sexismo Benevolente y el Ataque Psicológico, lo mismo sucedió con el Sexismo Hostil y el Ataque Psicológico. Resulta curioso notar que en el grupo de mayor educación, solo correlacionaron el Sexismo Benevolente y el Sexismo Hostil. Con estos resultados cabe cuestionarse si la variable educación actúa como mediadora entre las actitudes o creencias y el comportamiento violento. Si bien la violencia es un fenómeno multicausal (Boira, 2008), el tema de la educación es un factor que puede actuar como neutralizador de la violencia porque permite mayor acceso al conocimiento e información ampliando el repertorio de estrategias para resolver conflictos y mejorar la comunicación (Kyriacou et al., 1999). Además, la educación es un elemento reductor de brechas entre género, pues se sabe que mientras mayor sea el nivel educativo de ambos cónyuges, menor será la brecha social entre ellos. En otras palabras, tendrán mayores probabilidades de ocupar el mismo puesto y de percibir el mismo salario, lo cual brinda mayores oportunidades para la igualdad (Pastor, Raymond, Roig & Serrano, 2008). A favor de esta hipótesis, se encontró mayor nivel de Sexismo Benevolente en aquellos hombres que poseían un nivel educativo por debajo de la educación secundaria en comparación a quienes al menos habían tenido formación técnica superior. Algunos autores sugieren que las parejas tienden a ser similares en algunos aspectos demográficos tales como el nivel socioeconómico o el nivel educativo (Kyriacou, et al., 1999). Aquellos hombres con mayor grado de instrucción tendrán parejas que hayan alcanzado una educación similar a ellos, lo cual - de alguna manera - las despoja del estereotipo de fragilidad, inferioridad o dependencia, con el que el sexismo benevolente percibe a la mujer. Una mujer con mayor educación tendrá mayores oportunidades para insertarse al mundo laboral, lo cual le permitirá compartir sus roles como esposa/madre dentro del hogar con otros roles relacionados tradicionalmente al sexo masculino fuera de casa. No obstante debe tomarse en cuenta que la menor o mayor predisposición social a los discursos desiguales y a los actos de violencia guardan estrecha relación con las historias 26 de vida personal (Velásquez, 2003) y los aprendizajes en etapas más tempranas de la vida (Bandura et al., 1961). En el caso de los hombres de mayor educación no se hallaron relaciones entre las variables de Sexismo y Violencia. Este resultado puede deberse a lo anteriormente mencionado sobre el rol de la educación; sin embargo es necesario discernir si el mayor nivel educativo influye en una mayor capacidad para esconder comportamientos violentos frente a personas ajenas al núcleo familiar, considerando que es un tema sumamente delicado y que tiene una alta deseabilidad social. El presente estudio no pretende afirmar que el nivel educativo del varón o de la mujer sean los causantes de fenómenos como la violencia de pareja íntima o el sexismo. La naturaleza de la violencia es mucho más compleja de lo que parece, abarca múltiples factores tanto individuales como sociales. Es indispensable analizar otros factores, tanto en hombres como en mujeres, que tengan impacto sobre el Sexismo y la Violencia. Se considera que uno de los hallazgos más importantes de esta investigación es la relación entre el Sexismo Benevolente y la Coerción Sexual. El valor de este hallazgo radica en que puede existir una tendencia natural a pensar que este tipo de sexismo no tiene el potencial de generar mayores daños en la sociedad y, por lo tanto, no ser sancionado de ninguna manera. Lo que muestra este estudio es lo dañino que puede llegar a ser mantener este tipo de creencias benévolas sobre las mujeres, sobre todo en relaciones de matrimonio o convivencia, pues detectarlas como tal se hace sumamente complicado. Tanto el Sexismo Benevolente como la Coerción Sexual suelen pasar desapercibidos; el primero por camuflarse en un discurso pro social, y el segundo por pertenecer a un terreno delicado y sumamente íntimo. Ambos aspectos limitan la identificación de potenciales riesgos en las relaciones de violencia en las parejas. Al respecto, es imperioso sacar a la luz este tipo de conductas de riesgo a través de campañas preventivas que demuestren el efecto negativo de estas ideas y conductas. Tales creencias se instauran a temprana edad (Bandura et al, 1961), suelen ser aceptadas socialmente e identificadas como inofensivas (Bronfebrenner, 1977). El panorama exige un trabajo conjunto entre las 27 autoridades judiciales, gubernamentales y médicas que tomen conciencia de tremendo peligro que esconden algunas actitudes. Reflexiones finales A modo de reflexión, es importante destacar que, en todo momento, se debe contemplar a ambos miembros de la pareja para buscar posibles explicaciones a los resultados. Una nueva pareja que se forma crea sus propios códigos, sus propias reglas y su propia dinámica; por lo que lo que ocurra al interior de esta será responsabilidad de ambos integrantes. Al respecto, Perrone y Nannini, (2002 como se citó en Jiménez, Cano & Montejo, 2008), plantean que la violencia no es un fenómeno individual sino la manifestación de un fenómeno interaccional. Por tanto, en situaciones como ésta es importante observar las interacciones de las características psicológicas, sociales, culturales de ambos cónyuges, más que a cada miembro por separado. Las investigaciones posteriores deben abordar la problemática tomando en cuenta la interacción de estos diversos factores tanto personales como sociales a fin de tener un mejor entendimiento de la violencia en la dinámica de la pareja. Las limitaciones del estudio contemplan el tamaño de la muestra, el muestreo por accesibilidad, el tipo de empresa y, la alta deseabilidad social que genera este tema. Es necesario que estudios futuros cuenten con un mayor número de participantes, utilice muestras aleatorias y cuente con trabajadores de distintos tipos de empresas o rubros. Esto último resultaría interesante para identificar si el tipo de trabajo guarda alguna relación con las variables estudiadas. Trabajar con un mayor número de instrumentos puede ayudar a reducir el tema de la deseabilidad social. 28 Referencias Bibliográficas Adams, B. N. (1965). Coercion and consensus theories: Some unresolved issues. American Journal of Sociology 71,714-7 16. Alberdi, I. & Matas, N. (2002). La violencia doméstica. Informe sobre los malos tratos a mujeres en España. Madrid:Fundación “la Caixa”. Bandura, A., Ross, D. & Ross, S. A. (1961). Transmission of aggression through imitation of aggressive models. Journal of Abnormal and Social Psychology, 63,575-582. Bandura, A. (1975). Modificación de conducta: Análisis de la agresión y la delincuencia. México: Ed. Trillas. Blázquez, M., Moreno, J. & García-Baamonde, M. (2010). Revisión teórica del maltrato psicológico en la violencia conyugal. Psicología y Salud, Vol. 20, Núm. 1: 65-75 Boira, S. (2008). 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Con esa finalidad le solicito su colaboración con este estudio, debe llenar todas las preguntas que se le presentan en el siguiente cuestionario. Cabe mencionar que dicho llenado le tomará aproximadamente 20 minutos. Es necesario resaltar que el cuestionario busca conocer su opinión sobre sus vivencias personales. En ese sentido, no existen respuestas correctas o incorrectas al mismo. Además, el cuestionario es anónimo y garantizo que la información que me brinde será trabajada de manera confidencial y sólo con fines académicos. Es importante añadir que puede dejar de responder el cuestionario cuando lo desee. Sin embargo, le rogaría que en la medida de lo posible, por favor llene la totalidad del mismo. Datos generales: ¿Tiene Usted pareja? Sí ( ) CONTINUAR No ( ) TERMINAR ¿Vive actualmente con su pareja? Sí ( ) CONTINUAR No ( ) TERMINAR Edad: _______ Grado de Instrucción: Primaria incompleta ( ) Técnico incompleta ( ) Primaria completa ( ) Técnico completa ( ) Secundaria incompleta ( ) Universitaria incompleta ( ) Secundaria completa ( ) Universitaria completa ( ) Ocupación : _____________ Estado Civil: Conviviente ( ) Casado ( ) Años de convivencia/matrimonio: ______ Número de Hijos: _________ Lugar de Nacimiento: __________ 35 SECCIÓN 1 A continuación se presentan una serie de frases, señale la opción que más refleje su opinión (teniendo en cuenta que 1 es “Totalmente en desacuerdo” y 5 es “Totalmente De acuerdo”) Totalmente Totalmente en Desacuerdo de Acuerdo 1 2 3 4 5 1. Es obligación de un hombre mantener a salvo a las mujeres de su casa. 2. Las mujeres se visten provocativamente para obtener ventajas en el trabajo 3. En momentos difíciles, las mujeres son mucho más solidarias que los hombres 4. Un hombre debe hacer todo lo posible con tal de conservar a la mujer que ama 5. Un hombre debe establecer límites claros a las mujeres de su casa 6. Las mujeres se visten provocativamente cuando quieren conseguir algún favor de los hombres 7. Para que una mujer esté segura, debe permitir que un hombre la proteja 8. La seguridad de una mujer es responsabilidad de los hombres que la acompañan 9. Si he de tener un jefe prefiero que sea hombre a que sea mujer. 10. Un hombre debe señalar a la mujer sus errores para que los cambie 11. Las mujeres son más honradas que los hombres 12. Si tuviera que contratar a un ingeniero preferiría que fuera varón. 13. Un hombre sólo puede compartir sus miedos con la mujer que ama. 36 14. Las mujeres deben aceptar la protección masculina por su propio bien 15. Las mujeres acostumbran seducir a los hombres para controlarlos 16. Los hombres que no tienen a una mujer a su lado son tristes y solitarios. 17. Un hombre debe hacer hasta lo imposible para conquistar a la mujer que quiere. 18. Los hombres deben impedir que las mujeres corran cualquier riesgo. 19. Las mujeres, como jefas, son más fáciles de manipular que los hombres. 20. No votaría por una mujer para presidente 21. El hombre de la casa debe vigilar que las mujeres no malgasten el dinero. 22. Las mujeres actúan como niñas para evitar que los hombres se enojen. 23. En momentos difíciles, las mujeres se sacrifican mucho más que los hombres 24. La ternura es una de las mejores cualidades femeninas 37 SECCIÓN 2 La siguiente es una lista de las cosas que Ud. o su pareja hicieron en el último año. Por favor marque con una aspa (X) qué tan seguido ocurre esto en su relación de pareja. Recuerde que la encuesta es totalmente anónima. Nunca Rara vez Algunas veces A menudo Muy a menudo 1. No le hago caso a las opiniones de mi pareja 2. Mi pareja no hace caso a mis opiniones. 3. Durante una riña, me fui bruscamente. 4. Durante una riña, mi pareja se fue bruscamente. 5. Le dije a mi pareja que no quería que asistiera a reuniones sociales o saliera con sus amigos. 6. Mi pareja me dijo que no quería que asistiera a reuniones sociales o saliera con mis amigos. 7. Destruí a propósito algo que le pertenecía a mi pareja 8. Mi pareja destruyó a propósito algo que me pertenecía. 9. Amenacé a mi pareja con abandonarla. 10. Mi pareja me amenazó con abandonarme. 11. Le impedí asistir a reuniones sociales o salir con sus amigos. 12. Mi pareja me impidió asistir a reuniones sociales o salir con sus amigos. 13. La hice enojar. 14. Mi pareja me hizo enojar. 15. La acusé o ridiculicé de tener la culpa de las discusiones. 16. Mi pareja me acusó o ridiculizó de tener la culpa de las discusiones. 17. La insulté de fea o gorda 18. Mi pareja me insultó de feo o gordo. 19. Le grité. 38 Nunca Rara vez Algunas veces A menudo Muy a menudo 20. Mi pareja me gritó 21. La maldije (“mentar la madre”) 22. Mi pareja me maldijo (“mentar la madre”) 23. La callé con violencia. 24. Mi pareja me calló con violencia. 25. Amenacé con golpearla o lanzarle algo que puede herir. 26. Mi pareja amenazó con golpearme o lanzarme algo que puede herir. 27. La acusé o me burlé de que no sabe hacer el amor. 28. Mi pareja me acusó y ridiculizó de no saber hacer el amor. 29. La amenacé de muerte. 30. Mi pareja me amenazó de muerte. 31. La empujé. 32. Mi pareja me empujó. 33. La sujeté por la fuerza 34. Mi pareja me sujetó por la fuerza. 35. Le di una bofetada (“cachetada”) 36. Mi pareja me dio una bofetada (“cachetada”) 37. La pateé. 38. Mi pareja me pateó. 39. La empujé violentamente contra la pared. 40. Mi pareja me empujó violentamente contra la pared. 41. Le doblé el brazo, arañé o jalé de loscabellos. 39 Nunca Rara vez Algunas veces A menudo Muy a menudo 42. Mi pareja me dobló el brazo, arañó o jaló de los cabellos 43. Le lancé algo que podía herirla. 44. Mi pareja me lanzó algo que podía herirme. 45. Intenté usar un arma o cuchillo contra ella. 46. Mi pareja intentó usar un arma o cuchillo contra mí. 47. La golpee con algo que podía herirla. 48. Mi pareja me golpeó con algo que podía herirme. 49. Le di una golpiza. 50. Mi pareja me dio una golpiza. 51. La quemé intencionalmente. 52. Mi pareja me quemó intencionalmente. 53. Le insistí para tener relaciones sexuales. 54. Mi pareja insistió en tener relaciones sexuales. 55. Intenté obligarla a tener relaciones sexuales. 56. Mi pareja intentó obligarme a tener relaciones sexuales. 57. Usé amenazas para tener relaciones sexuales. 58. Mi pareja usó amenazas para tener relaciones sexuales. 59. Le prohibí utilizar métodos anticonceptivos. 60. Mi pareja me prohibió utilizar métodos anticonceptivos. 61. Usé la fuerza (sujetando, golpeando o usando un arma) para tener relaciones sexuales. 62. Mi pareja usó la fuerza (sujetando, golpeando o usando un arma) para tener relaciones sexuales. CONSENTIMIENTO INFORMADO
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