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Daniel James – 17 y 18 de octubre: el peronismo, la protesta de masas y la clase obrera argentina.
Gracias a las soluciones que le dio a los viejos reclamos de los trabajadores Perón se ganó
importantes aliados entre los dirigentes sindicales. Sus camaradas militares se comenzaron a
preocupar por el poder político potencial de Perón. El 9 de octubre de 1945, fue destituido de los
cargos de vicepresidente y secretario de Trabajo y Previsión que ocupaba en el gobierno militar. El
13 fue arrestado y trasladado a la isla Martín García.
El 17 de octubre, columnas de manifestantes llegaron al centro de Buenos Aires, obligando
a las autoridades a liberar a Perón y lograr que se dirigiera a las masas. Varias interpretaciones hubo
sobre estos acontecimientos:
Gino Germani: el apoyo obrero a Perón en el período de gestación fue un reflejo de la heteronomía
de la clase obrera, sobre todo de los nuevos trabajadores, los que venían del interior y eran sobre
todo descendientes de inmigrantes. Estos fueron fácilmente manipulados gracias a las cualidades
personales de Perón y a los beneficios que les otorgó un estado paternalista.
Murmis y Portantiero: en los años de gestación del peronismo había una clara dicotomía en la
clase obrera pero el movimiento sindical tradicional desempeñó en 1944/45 un papel decisivo en la
movilización del apoyo a Perón. Esto se dio también como consecuencia de la represión de los
gobiernos conservadores y la ineficacia de la organización sindical. Los trabajadores argentinos
vieron en Perón un aliado.
Juan Carlos Torre: el éxito del 17 y el 18 de octubre de 1945 se debió a la movilización masiva y a
la estructura del sindicalismo organizado. No fue una movilización espontánea de los nuevos
obreros como masa pasiva y manipulada sino que fue organizada y llevada a cabo por actores
políticos con conciencia de clase. Se trató de una nueva clase obrera, cada vez más homogénea.
La caída de Perón y su posterior confinamiento tuvieron una profunda repercusión en la comunidad
de Berisso y Ensenada, donde se encontraba el nuevo cordón industrial por los frigoríficos.
A falta de una iniciativa de la CGT, el sindicato de la carne resolvieron por su cuenta
organizar una huelga para el 17. Ese día se formaron piquetes frente a los dos frigoríficos más
importantes y frente a una fábrica textil. En los puntos de acceso a Berisso se impidió el paso y las
escuelas tuvieron que cerrar por falta de maestros. Los comercios cerraron y no hubo medios de
transporte. En La Plata se esperaba el arribo del contingente obrero de Berisso, que se dio a las 4 de
la tarde.
En el centro de la ciudad, en la plaza San Martín, los trabajadores lograron comunicar su
inquietud a las autoridades. Sin embargo la jornada no terminó allí. Grupos obreros acometieron
contra los edificios de las universidades, diarios locales y nacionales, sedes de partidos y lugares de
esparcimiento de los sectores acomodados de La Plata. También contra los clubes deportivos de
Estudiantes y Gimnasia y Esgrima. Muchos domicilios familiares no escaparon a la agresión, como
la residencia del rector de la universidad. El 18 de octubre también hubo ataques y ausencia total de
agentes de la policía hasta la medianoche.
¿Cómo interpretar los sucesos? Hay que buscar un significado más profundo. Los recuerdos de los
trabajadores de Berisso están rodeados del aura inconfundible del discurso oficial: se movilizaron
para defender sus legítimos reclamos de justicia social en un clima patriótico y de armonía. Esto se
debe a que la versión peronista oficial fue construida en gran medida en torno de lo que pasó en
Plaza de Mayo.
Los recuerdos de los trabajadores de Berisso deben entenderse en función de la historia
posterior y del carácter simbólico que más tarde adquirieron los días de octubre, que se convirtieron
en el emblema del surgimiento de la clase obrera como fuerza auténtica y legítima dentro de la
sociedad y la política argentinas. El Estado peronista adoptó ese día como fecha decisiva del ritual
público y de las conmemoraciones nacionales.
El nacimiento de Perón como figura nacional estaba ligado, por lo tanto, a la intervención
de los trabajadores. Admitir hechos violentos y turbulentos acaecidos en esa jornada habría
empañado la legitimidad y la autenticidad del significado simbólico que llegaron a tener.
En los años posteriores a 1955 el discurso oficial fue acentuadamente antiperonista, que
veía en el 17 de octubre y en el surgimiento mismo del peronismo en la clase obrera, el fruto de los
elementos menos instruidos de esta clase, de los proletarios carentes de educación o de los
“lumpen” (personas social y económicamente marginadas en ambientes urbanos, como los
mendigos).
¿Cómo fue la movilización del 17 y 18 de octubre? El recuerdo de los trabajdores de Berisso evoca
una atmósfera familiar y festiva. Se denota la liberación de la disciplina de la fábrica. La gente
estaba contenta y había una armonía social e individual. Esto ocurrió sobre todo en otros grandes
centros urbanos como Avellaneda, donde se formaban coros, el público desfilaba con vestimentas
de gauchos y paisanas, había bailes y distintas formas de expresión de la clase obrera.
Gran parte de ese comportamiento festivo y carnavalesco tenía que ver con lo que podría
denominarse una forma de “iconoclasia laica”. Iconoclasia: destrucción pública y deliberada de los
símbolos sagrados de alguna institución para anular todo el respeto que se guardaba hacia su
ideología. Se trató sobre todo de aquello que cumplía la función de transmitir y legitimar la riqueza
y el prestigio social.
Se utilizó también la burla y el ridículo para con los símbolos de autoridad. En La Plata, la
muchedumbre descargó expresamente su ira contra los hijos de la “gente bien”. No hubo casi
ningún atentado contra las fábricas y tampoco contra los edificios de los organismos del gobierno ni
de la policía. Los choques con las fuerzas de la ley fueron raros. Los blancos fundamentales fueron
más bien las universidades, los estudiantes y los órganos de prensa.
La multitud properonista dirigía su ira contra la prensa y la universidad porque reconocía su
importancia como enemigos políticos. La prensa argentina se mostró francamente hostil a Perón y a
las medidas adoptadas por él y, como los partidos políticos no estaban en funcionamiento desde
1943, las universidades eran el eje de la oposición al gobierno militar y a Perón en especial.
¿Quiénes eran estos obreros? La fuerza de trabajo original de Berisso estuvo compuesta por
inmigrantes europeos establecidos en las décadas de 1910 y 1920. En las dos décadas siguientes se
les incorporaron nuevos migrantes que provenían de las provincias del interior del país. No hay
pruebas de que los últimos hayan apoyado a Perón u los primeros a los partidos tradicionales de la
clase obrera. Si alguna diferenciación hubo, posiblemente estuvo ligada a las diversas experiencias
de vida de la clase obrera en la década precedente, más que sus distintos orígenes étnicos y
culturales. Sobre todo, la distinción parece haber sido generacional.
Puede hacerse una metáfora entre ciudad y periferia. En la ciudad están las residencias y los
edificios administrativos donde reside el poder político. En la periferia, los suburbios, la no ciudad,
lo que no vale la pena conocer es donde están las muchedumbres. Estas marcharon desde la
periferia y atravesaron la ciudad. La diferencia no era meramente geográfica. Los habitantes de La
Plata y de Berisso vivían en universos sociales distintos. Los acontecimientos de octubre violaron
las convenciones vigentes: los suburbios invadieron el centro.
El 17 y 18 de octubre reflejó la gran capacidad de los trabajadores argentinos para movilizarse en
defensa de sus intereses de clase y mostró la organización sindical. Para ellos el peronismo era la
respuesta a la penuria económica y a la explotación de clase. Además, fue un cuestionamiento social
a las formas aceptadas de jerarquía social y a los símbolos de autoridad. El condimento fue la
sublevacióncarnavalesca, el quebrantamiento de las normas y la confraternidad con las fuerzas de
la ley y el orden. Sobre todo, la clase obrera rendía homenaje a una figura militar autoritaria.

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