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879-Texto del artículo-1065-1-10-20220617

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Copyright: © 2022 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia 
de uso y distribución “Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional” (CC BY 4.0)
RESUMEN
Las excavaciones realizadas en los santuarios de taula 
por Manuel Fernández-Miranda y William Waldren en To-
rralba d’en Salort, por el Museu de Menorca en Torre den 
Gaumés, So na Caçana y Binissafullet y las investigaciones 
en Cornia Nou y Sa Cudia Cremada han aportado un gran 
volumen de información sobre estos monumentos origina-
les y únicos de Menorca. Las investigaciones arqueológicas 
llevadas a cabo en los últimos 30 años la han incrementado 
aún más. Sin embargo, son muchas las lagunas todavía en el 
campo de la arquitectura religiosa. En este artículo pretendo 
ofrecer un recorrido sobre su evolución durante el I milenio 
a. n. e., analizando y reinterpretando algunos de los contextos 
arqueológicos, y exponiendo las derivadas culturales expre-
sadas en la arquitectura monumental de la cultura talayótica.
ABSTRACT
The archaeological research carried out in the last 30 
years on the taula sanctuaries of Menorca has provided a 
large volume of information on these original and unique 
monuments. From the excavations of Manuel Fernández-
Miranda and William Waldren in Torralba d’en Salort, 
through the excavations of the Museu de Menorca in Torre 
den Gaumés, So na Caçana and Binissafullet, and ending in 
the investigations on Cornia Nou and Sa Cudia Cremada, the 
information generated has been abundant. However, there 
are still many gaps in the field of religious architecture. In 
this paper, I intend to explain the evolution of religious ar-
chitecture in Menorca during the first millennium before our 
era, analyzing and reinterpreting some of the archaeological 
contexts, and setting forth the cultural derivatives expressed 
in the monumental architecture of the Talayotic Culture.
Palabras clave: Cultura Talayótica; Menorca; primer mile-
nio; arquitectura religiosa; santuarios.
Key words: Talayotic Culture; Menorca; first millennium; 
religious architecture; sanctuaries.
1. INTRODUCCIÓN
En la isla de Menorca, la Prehistoria del I mile-
nio a. n. e. puede dividirse en tres grandes períodos. 
Entre el 1100/1000 y el 850 cal ANE, denominado 
Prototalayótico, entre el 800 y el 550 cal ANE, deno-
minado Talayótico, y entre el 550/500 cal ANE hasta 
el 123 a. n. e., o Postalayótico, momento cuando los 
romanos conquistan las islas Baleares (Lull et al. 1999; 
Micó 2005a). El milenio coincide, básicamente, con la 
Primera y Segunda Edad del Hierro, según Guerrero et 
al. (2006). 
Durante el I milenio a. n. e. se producen impor-
tantes novedades en el registro arqueológico como la 
irrupción de los primeros objetos de hierro, introduci-
dos probablemente por el circuito que establecen los 
fenicios. En la transición entre el II y el I milenio fina-
liza el uso de los naviformes, las casas alargadas típicas 
del Bronce Final, y se empiezan a apreciar cambios en 
los rituales funerarios, donde el tratamiento del cráneo 
y de los cabellos merece especial consideración (Lull 
TRABAJOS DE PREHISTORIA
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https://doi.org/10.3989/tp.2022.12289
Talayots y taulas. La evolución de la arquitectura simbólica en la 
Prehistoria de Menorca entre los siglos XI al II cal ANE*
Talayots and taulas. The evolution of symbolic architecture in the Prehistory of Menorca 
between the XI and II centuries cal BP
José Simón Gornés Hacheroa
* Este trabajo de investigación se enmarca dentro del proyecto I+D+I, “Movilidad y conectividad de las comunidades prehistóricas en el Mediterráneo 
occidental durante la Prehistoria reciente: el caso de las Islas Baleares” (PID2019-108692GB-I00, Ministerio de Economía y Competitividad, Gobierno 
de España)”, y en el proyecto “La construcció dels paisatges culturals a l’edat del bronze a les Illes Balears” (PRD2018-19), desarrollados por el grupo 
de investigación del Departamento de Historia i Teoria de les Arts, ARQUEOUIB, de la Universitat de les Illes Balears cuyo investigador principal es el 
Dr. Manuel Calvo Trias. 
a Servei de Patrimoni Històric, Departament de Cultura. Consell Insular de Menorca. Plaza Biosfera n.º 9.
Correo e.: simon.gornes@cime.es - simongornes25@gmail.com https://orcid.org/0000-0001-5634-5508
Recibido 23-IV-2021; aceptado 17-IX-2021.
100 José Simón Gornés Hachero
Trab. Prehist., 79, N.º 1, enero-junio 2022, pp. 99-114, ISSN: 0082-5638
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et al. 1999; Guerrero et al. 2007a). Es el momento de 
esplendor de contenedores funerarios como las nave-
tas y de aparición de los hipogeos del Tipo I o Grupo 
I de Calascoves (Gornés 2017). Son pequeños de cá-
maras generalmente rectangulares irregulares, donde 
aparecen importantes ajuares de cerámicas y objetos 
de bronce. Paralelamente, hacia el 1000/900 a. n. e. 
empezamos a advertir los primeros talayots, grandes 
turriformes construidos con una compleja estructura 
interna a base de anillos concéntricos y técnica cicló-
pea. Como veremos sería entonces cuando se registran 
las primeras evidencias de arquitectura religiosa. Hacia 
el 850 a. n. e. es la fase de apogeo constructivo de estos 
edificios, que van progresivamente abandonándose a 
partir del 800 a. n. e., junto con las antiguas navetas fu-
nerarias. En el 800 y el 600 a. n. e., se produce práctica-
mente un vacío en el registro arqueológico. Se excavan 
nuevas formas de cámaras funerarias, como el hipogeo 
XXI de Calascoves (Gornés y Gual 2018), aparejadas 
a nuevas prácticas, como el uso de ataúdes y de ajua-
res con una presencia masiva de brazaletes y torques, 
junto a herramientas y armas de hierro, y otros objetos 
de importación. En cambio, disponemos de poca in-
formación sobre las tipologías de los hábitats fechados 
entre el 800 y el 600 a. n. e. En el último momento de 
esta fase, los talayots se abandonan, sufren algún tipo 
de destrucción (Guerrero et al. 2007b) o directamente 
se les dan usos secundarios, totalmente diferentes a su 
función original. A partir del siglo VI a. n. e., Menorca 
entra en la esfera de la influencia púnica (Prados et al. 
2015; Prados et al. 2017; Pons 2020). Desde el siglo 
IV a. n. e. parecen construirse los primeros santuarios 
de taula (Gual y Plantalamor 1995; Fernández Miranda 
2009), edificios con una monumental T bilítica que se 
ha tornado en imagen icónica de la isla, al ser monu-
mentos únicos y originales de la Prehistoria menorqui-
na. A partir de este brevísimo recorrido por el último 
milenio a. n. e., plantearemos una interpretación sobre 
la evolución de los edificios destinados a prácticas re-
ligiosas (Fig. 1). 
Exponíamos en un trabajo anterior que se consta-
tan evidencias arqueológicas e iconográficas indicati-
vas de la incorporación del toro a la cosmogonía de las 
comunidades talayóticas, al menos a partir del inicio 
del I milenio a. n. e., como sucede en otras culturas 
mediterráneas desde tiempos remotos. Desde entonces 
astas de bronce, pectorales corniformes, contenedores 
de cabellos, colas de bóvidos, estatuillas, vasos cerá-
micos y grabados en cuevas e hipogeos conforman un 
conjunto de expresiones materiales y simbólicas que 
abrazan ámbitos del mundo doméstico, cultual y fune-
rario de las comunidades talayóticas. Todas comparten 
la “presencia” o representación de una parte del bóvi-
do que, finalmente, en el Postalayótico se encarna en 
estatuillas de cuerpo completo (Fig. 2.1). Varios auto-
res recogen el origen pre-indoeuropeo del culto al toro 
(Blanco 1962; Blázquez 1983; Delgado 1996), como 
encarnación de la divinidad protectora de la fecunda-
ción, y como deidad muy ligada al ámbito funerario y 
a los cultos astrales de carácter mágico. Ese mismo ori-
gen se plantea a raíz del estudio de las representaciones 
de guerreros localizadas en Mallorca y Menorca (Gual 
1993: 22 y 23). Las comunidades talayóticas manten-
drían esa cosmogonía hasta la llegada de los cartagine-ses a las islas hasta unos años después de la conquista 
romana de Menorca en el 123 a. n. e. (Figs. 2.2 y 2.3).
2. TEMPLOS, TUMBAS Y DIOSES
Las primeras evidencias de cultos y prácticas ri-
tuales, relacionadas al parecer con tumbas y difuntos, 
las registramos en la Cova des Càrritx, primero, y en 
la Cova des Mussol un poco más tarde, investigadas 
Fig. 1. Emplazamiento de los principales yacimientos arqueológicos 
comentados en el artículo: 1. Trepucó-Hort den Bou; 2. Torelló; 3. 
Cornía Nou; 4. Biniparratx Petit; 5. Alcaidús den Carreres; 6. To-
rralba d’en Salort; 7. Torre d’en Galmés/Comerma de Sa Garita; 8. 
Biniguarda; 9. Algendar; 10. Cala Morell. 
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por el mismo equipo. En la Cova des Càrritx (Lull et 
al. 1999: 169), esas prácticas estaban relacionadas con 
algún culto de tipo ctónico, repartido entre las salas 2, 
4, 6 y 7. Los investigadores las vincularon con la idea 
de fertilidad y el sexo femenino. Los restos materiales 
sitúan este contexto arqueológico hacia el 1500 a. n. e.
La Cova des Mussol tiene un acceso muy difícil 
desde un acantilado marino. Allí se localizaron objetos 
que constataron su uso entre el 1200 y el 1000 a. n. e. 
aproximadamente y también se vinculan con algún tipo 
de culto ctónico, pero esta vez relacionado con el sexo 
masculino. En una sala interior, de nuevo de acceso 
muy difícil, se localizaron cuatro tallas de madera. Una 
representaba una cabeza humana, y otra una cabeza 
zooantropomorfa. Una tercera parece un ser astado. La 
cuarta, en muy mal estado de conservación, podría ser 
otro busto humano. Según la datación radiocarbónica 
efectuada sobre los elementos de madera1 se usó entre 
el 1200 y el 1000 cal ANE (Lull et al. 1995: 89) pero, 
por el efecto de madera vieja, debemos situarla hacia 
el cambio de milenio. Casi de manera contemporánea 
al uso de las tallas, se documenta el de las salas 2, 4 y 
5 para depositar objetos metálicos, como ofrendas, en 
lugares recónditos y escondidos a lo largo de la gruta 
(Lull et al. 1999: 128).
En ambas cuevas las evidencias arqueológicas 
apuntan a rituales practicados en espacios pequeños y 
de difícil acceso por pocas personas y durante breves 
espacios de tiempo, como bien señala Micó (2005b: 
295). Entre el 1500 y el 1000 cal ANE no se han do-
cumentado en Menorca edificios destinados a prácti-
cas religiosas. Sin embargo, este panorama cambiará a 
partir de entonces al construirse los primeros edificios 
con un claro propósito social y en relación directa con 
prácticas religiosas.
Las evidencias disponibles durante la transición en-
tre el Bronce Final y la Edad del Hierro (Lull et al. 1999; 
Guerrero et al. 2006) multiplican los elementos tauro-
morfos en los contextos funerarios y, en menor medida, 
en contextos de hábitat, como Cornia Nou (Figs. 3.1 y 
3.2), más relacionados con prácticas de tipo social como 
veremos. Las investigaciones a cargo de un equipo del 
entorno del Museo de Menorca han descubierto un com-
plejo arquitectónico de gran relevancia para la investi-
gación prehistórica de la isla (Anglada et al. 2011). Sin 
duda las actividades hechas en el interior del recinto ab-
sidal anexo a la fachada sur del gran talayot, el denomi-
nado edificio sur, corresponden a un ambiente concreto 
de prácticas sociales colectivas, ajenas al uso que podría 
tener el interior de una casa o de Es Carritx o Es Mus-
sol. Estamos ante un edificio especial, cuyo uso difiere 
del de una vivienda. Cabe pensar que estamos ante el 
precedente de lo que conoceremos como los santuarios 
de taula, construidos a partir de los siglos V-IV a. n. e., 
como apuntan ya los investigadores de Cornia (Anglada 
et al. 2011: 43; Ferrer et al. 2012: 29).
Reseñamos los elementos que nos llevan hacia esa 
idea para que sea entendible la hipótesis que se plan-
teará más adelante. El conjunto oeste de Cornia Nou 
fue edificado hacia el siglo X a. n. e. Se articula en 
torno a un gran turriforme de perfil troncocónico de 
unos 27 m de diámetro basal y una altura conservada 
de unos 10 m al que se adosaron tres edificios por el 
sur, el oeste y el este. Este último fue casi totalmente 
demolido tras la guerra civil. La propia fisonomía ge-
neral de los edificios es indicativa de su planteamiento 
arquitectónico como conjunto edilicio. La construc-
1 VM-14ª/15ª talla zooantropomorfa. Cod. Lab. n.º Beta-110138. 
Datación 1110 ± 50. Dat. cal ANE (1384) 1310 (1236). VM-10a talla 
antropomorfa. Cod. Lab. N,º Beta 110137. Datación 980 ± 50. Datacion 
cal ANE (1192) 1110 (1028), según Lull et al. (1999: 89).
Fig. 2. Estatuillas de bronce del período Postalayótico de Menorca. 
Torito de bronce de Torralba d’en Salort. La estatuilla mide 13 cm 
desde la testuz, y una longitud máxima desde el hocico hasta el rabo 
de 16,7 cm (fotografía del autor). Museo de Menorca. 2. Guerrero de 
Torelló, Colección particular familia De Olives, en Mahón (fotogra-
fía Margarita Orfila adaptada por Carlos de Salort). 3. Guerrero de 
Son Gall, Museo de Menorca (fotografía Bartomeu Llull). En color 
en la versión electrónica.
102 José Simón Gornés Hachero
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ción del primer y último edificio no debió distanciarse 
mucho. Todo el complejo fue diseñado como un con-
junto unitario. Es decir, los tres edificios adosados que 
han llegado a nosotros no se entienden sin el talayot 
y viceversa. El edificio sur tiene una planta absidal y 
fachada cóncava (Fig. 3.2). Su espacio interior está 
dividido en dos ámbitos. El posterior conservaba una 
cubierta de losas planas y piedras medianas que conec-
taba la planta baja del edificio y la terraza intermedia 
entre el edificio sur y los primeros peldaños de la es-
calera que da acceso a la parte superior del talayot. En 
cambio, en origen, el ámbito anterior tenía una cubierta 
probablemente sostenida por vigas de madera y otros 
elementos vegetales, apoyadas sobre columnas polilí-
ticas formadas por piedras irregulares (Anglada et al. 
2011). Este ámbito tiene dos espacios o habitaciones a 
ambos lados, separados por un corredor que conducía 
a un ámbito posterior. En el centro de este corredor se 
localizó un hogar formado por piedra de pizarra, in-
terpretado como brasero donde, al parecer, se tostaron 
cereales (Figs. 3.1. y 3.2).
Sin el edificio sur no tiene sentido la escalera de 
piedra del talayot. Lo mismo ocurre con el edificio 
adosado al talayot por el oeste, puesto que permite el 
acceso al corredor que une la planta baja del mismo 
con la cima del turriforme. Es muy probable que suce-
diera otro tanto con el corredor casi vertical emplazado 
dentro del paramento del lado este del turriforme, aun-
que la destrucción del edificio allí existente nos impide 
asegurarlo.
Las dos habitaciones localizadas en el ámbito 1 fue-
ron compartimentadas en una fase posterior mediante 
muretes que conformaron las denominadas habitación 
Oeste y habitación Este (Anglada et al. 2013). Su inte-
rior estaba a su vez dividido por muretes construidos en 
una segunda fase. En el interior de la habitación Oeste 
se recuperaron numerosos utensilios e instrumentos, 
unos relacionados con el procesado de alimentos como 
los molinos de mano, percutores y morteros y otros con 
el trabajo y curtido de pieles como los punzones óseos 
(Ferrer et al. 2014: 16). Se sitúan entre c. 900-800 cal y 
800-600 cal (Anglada et al. 2011: 36). La función real 
Fig. 3. Talayots del Bronce Final y Hierro I de Menorca: 1. talayot y edificio sur de Cornia (Mahón). Fotografia del autor; 2. planta basal del 
edificio sur de Cornía (según Anglada et al. 2011); 3. planta basal y superior del talayot de Trepucó (según Plantalamor 1991, fig. V, anexo sin 
paginar); 4. planta basal y superior del talayot deTorelló (según Plantalamor 1991, lam. IX, anexo sin paginar); 5. planta superior del talayot de 
Biniparratx Petit (según Guerrero et al. 2007: 44, fig. 5a). En color en la versión electrónica.
Talayots y taulas. La evolución de la arquitectura simbólica en la Prehistoria de Menorca entre los siglos... 103
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del edificio sur de Cornia plantea dos alternativas: ¿se 
elaboraban alimentos y manufacturaban productos en 
su interior? ¿era un almacén centralizado de utensilios 
y herramientas? A tenor de los datos proporcionados 
por la excavación de este edificio, parece que la segun-
da variante cobra más fuerza. 
Como se indicó, los investigadores de Cornia Nou 
ya plantean la semejanza del edificio sur adosado al 
talayot oeste (Anglada et al. 2013: 291) con lo que 
después conoceremos como los santuarios de taula. 
También encontraremos en estos santuarios elementos 
como edificio absidal, fachada cóncava, paramentos ci-
clópeos semejantes y hoguera central.
Compartimos el planteamiento del equipo de Cor-
nia. Sin embargo, recordemos que el edificio sur de 
Cornia está en relación directa con los otros dos y so-
bre todo con el talayot al que se adosa. El talayot es 
uno de los mejor conservados de la isla. Gran parte de 
su estructura arquitectónica original se conserva razo-
nablemente bien, salvo su coronamiento, arrasado a 
principios del siglo XX. La excavación en este último 
determinó que el monumento se construyó mediante 
sucesivos anillos murarios adosados unos a otros, pero 
no deparó resultado alguno sobre su posible uso. 
Sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo en 
otros talayots permiten inferir en la cima de algunos 
de ellos la realización de prácticas rituales que les da-
rían los atributos de templos o santuarios (Figs. 3.3 a 
3.5). Gracias a las investigaciones de Biniparratx Petit 
(Guerrero et al. 2007a) sabemos que la cima del ta-
layot presentaba una construcción de planta absidal, 
con una posible cubierta vegetal sustentada al menos 
por cuatro postes de acebuche. Desgraciadamente de 
nuevo la cima fue arrasada ahora por las obras de ade-
cuación de la pista del aeropuerto de Menorca, pero 
pudo determinarse un nivel donde se recuperaron nu-
merosos restos de fauna doméstica, entre los que des-
tacaban los ovicápridos. También en Trepucó, cuya 
cima fue excavada en parte por el equipo del Museu 
de Menorca (Plantalamor 1991), se localizó un número 
desconocido de huesos de fauna doméstica, ya que los 
contextos de esta excavación están todavía por estu-
diar y publicar. Finalmente, en Torelló, se excavó lo 
que fue la cámara superior del talayot, que hasta no 
hace mucho conservaba todavía las lajas de piedra de 
su cubierta, desgraciadamente destruida de nuevo por 
habérsele instalado una baliza de seguridad del aero-
puerto. Desconocemos en detalle los contextos de este 
yacimiento, pero sí sabemos que la cámara superior era 
de tendencia globular alargada, y que la cubierta estaba 
sustentada por grandes columnas polilíticas de piedra, 
de sección circular. En su interior diversas lucernas y 
algunos vasos de paredes finas de época romana do-
cumentaron el final del recinto, interpretado como una 
reutilización del espacio como santuario, en esa época 
(Plantalamor 1991: 293). 
Las pobres evidencias con las que contamos por el 
momento nos bastan para plantear que, en concreto, en 
las cámaras que ocupaban la cima de los talayots que 
cuentan con puerta elevada, se llevaban a cabo prácti-
cas rituales cuyos detalles están todavía por determi-
nar. Evidentemente, no planteamos una función reli-
giosa exclusiva y/o excluyente para estos edificios. Es 
muy probable que los talayots cumplieran diferentes 
roles sociales. Sin ser edificios defensivos a pesar de su 
aspecto turriforme, se les pueden atribuir otros papeles. 
El primero es servir como una clara referencia visual 
sobre el territorio, puesto que desde su cima pueden 
divisarse otros talayots, además de ejercer el control 
visual sobre su entorno inmediato e incluso, a larga dis-
tancia, controlando amplios sectores de la costa. Gal-
més (2015) en su análisis de zonas de Mallorca lo ha 
dejado bastante claro y por lo que vamos sabiendo de 
sus investigaciones también en Menorca2. Su presencia 
en el paisaje los conforma como verdaderos hitos, de-
marcadores de territorios y espacios. En estos edificios 
con múltiples funciones (sociales, económicas, religio-
sas, territoriales) la comunidad se agregaría y llevaría 
a cabo prácticas en común relacionadas con todas esas 
funcionalidades. La distinta morfología de los talayots 
menorquines complica aún más la interpretación de sus 
usos. Sin embargo, los que conservan todavía la esca-
lera monumental y/o la puerta superior de acceso a la 
cámara superior (Trepucó, Torelló, Cornia, Binicalaf, 
Biniparratx Petit, Binicodrell, Montefí absidal, etc.), se 
extienden por toda la isla y forman una tipología con-
creta que los convierte en referencia de las prácticas 
sociales durante este momento de la Prehistoria insular.
La escalera que lleva a la parte superior del talayot 
oeste de Cornia tiene una clara vocación de lugar de re-
presentación o contemplación. El acceso podía hacerse 
desde el corredor que une el edificio sur con la terraza, 
y desde ahí por la escalera, cruzando la puerta adintela-
da o bien a través de los corredores laterales. El prime-
ro queda a la vista del público, al menos hasta que se 
accede a la cima y se cruza el umbral, mientras que los 
otros dos están evidentemente ocultos. El personaje o 
personajes que accedieran hasta la cima del edificio sur 
por la escalera monumental sería o serían observables 
por cualquier persona situada ante la fachada. Puede 
decirse que hay una intención de escenificación en esta 
2 Alejandra Galmés Alba, Visibilidad y conexiones visuales en la 
isla de Menorca. Análisis de los yacimientos de época talayótica. Infor-
me per a la candidatura de Menorca Talaiótica a Patrimoni Mundial 
UNESCO. Informe técnico inédito, Servei de Patrimoni Historic del Con-
sell Insular de Menorca, 2019; Alejandra Galmés Alba, Piedras que enla-
zan comunidades y paisajes. Un estudio sobre arquitectura y visibilidad 
en la isla de Mallorca durante la Edad del Hierro (c. 850-123 AC). Tesis 
doctoral inédita. Universitat de les Illes Balears, 2021.
104 José Simón Gornés Hachero
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parte del edificio. Quienes se situaran delante o en los 
costados del talayot podían contemplar lo que aconte-
ciera en ese tramo. De hecho, la escalera de acceso a la 
cima se convierte en un lugar de tránsito al descubierto 
entre dos espacios cubiertos.
El concepto arquitectónico que se observa en los 
siglos V-IV a. n. e. en los denominados santuarios de 
taula es totalmente distinto, no así una parte de las 
prácticas rituales que se documentan en su interior.
Los santuarios o recintos de taula, como también se 
les conoce, son edificios formados por un muro cons-
truido con técnica ciclópea de doble paramento y de 
planta absidal, con fachada recta o ligeramente cónca-
va. En su interior, en el espacio central del edificio, se 
sitúa la taula, una gran T monumental (Fig. 4), formada 
por dos grandes lajas de piedra arenisca. La piedra so-
porte es generalmente rectangular, y a veces tiene un 
resalte en la cara posterior, o bien una pilastra adosada. 
El capitel tiene forma troncopiramidal invertida, y sue-
le fabricarse sobre una roca de marés más blanda que la 
piedra soporte. Está trabajado por sus seis costados. En 
Trepucó y Talatí de Dalt el situado al sur es ligeramente 
cóncavo. El interior está compartimentado por pilas-
tras adosadas al paramento interior del muro. A la de-
recha de la entrada, y antes de la taula, se localizan uno 
o dos hogares delimitados por piedras. A ambos lados 
de la entrada,en la parte inmediata a ella, se clavan lo 
que algunos arqueólogos han denominado betilos (Rita 
1997; Gornés 1997), unas piedras de arenisca roja o de 
calcárea gris, procedentes del norte de la isla (Figs. 5.1 
y 5.2). Hay que recordar que con las piedras areniscas 
y conglomerados del Terciario se elaboran instrumen-
tos multifuncionales como los molinos, las manos y 
los percutores. Hay claras evidencias de que los betilos 
se tocaron repetidamente en el santuario n.º 2 de So 
Na Caçana y en el betilo localizado en la entrada de la 
casa del aeropuerto de Biniparratx Petit. Estas piedras 
podrían interpretarse como betilos o piedras sagradas, 
que sustituyen a la efigie o estatua que representa la 
divinidad (Wagner 2011: 127; De Nicolás 2015: 271).
Fig. 4. Taula de Trepucó (Mahón). Mide 4,20 m de altura desde el 
capitel hasta la roca madre, y la piedra soporte tiene 2,75 de ancho 
por 0,40 cm de grosor. La piedra capitel mide 3,65 m de largo por 
1,60 cm de ancho y tiene un grosor de 0’60 cm. La piedra soporte 
tiene un volumen aproximado de 5.300 m3, lo que representa un peso 
de 13.000 kg (según Fernandez-Miranda 2008: 20). Fotografía del 
autor. En color en la versión electrónica.
Fig. 5. Betilos localizados en el interior de dos recintos de taula. 
Betilo del monumento n.º 2 de So Na Caçana. Betilo en piedra del 
monumento 5 de So na Caçana. Fotografías del autor. En color en la 
versión electrónica.
Talayots y taulas. La evolución de la arquitectura simbólica en la Prehistoria de Menorca entre los siglos... 105
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A la derecha de la taula suele erigirse un pilar co-
ronado por un capitel. A la izquierda, aprovechando 
una pilastra adosada al muro o disponiendo una laja de 
mayor tamaño que las pilastras, se dispone una zona 
de cierta relevancia donde se han localizado estatuillas 
de bronce, como la que representa al semidiós Imho-
tep, en Torre d’en Gaumés, o la del torito de Torralba 
(Fernández-Miranda 2009).
En el interior de los santuarios de taula se ofrenda-
ban ciertas partes de cabritos, ovejas y cerdos, y en me-
nor medida, de bóvidos, rituales que se han relacionado 
con la fertilidad de animales, campos y personas. La 
gran cantidad de recipientes anfóricos localizados en la 
parte posterior de estos santuarios sugiere que también 
se ofertaban libaciones de vino (Gual y Plantalamor 
1995).
Recordemos los elementos que se repiten en estos 
santuarios: planta absidal, fachada cóncava y fuego 
central. Además, aparecen otros totalmente nuevos, 
como la T monumental central, los betilos de la entra-
da, el altar o zona donde se emplazan las figuritas de 
bronce. El cambio en las prácticas rituales es especial-
mente notorio. El registro arqueológico es totalmente 
distinto al documentado en el edificio sur de Cornia 
Nou. Se pasa de un edificio donde se almacena un gran 
número de molinos y herramientas ‒probablemente 
también de víveres contenidos en grandes vasos cerá-
micos (Anglada et al. 2011)‒, a otro donde se ofrendan 
partes cárnicas y vino, donde hay betilos y altares en 
los que se sitúan estatuillas de bronce. Ahora la taula, 
un nuevo elemento iconográfico de gran entidad y de 
fuerte carga simbólica, ocupa el centro del espacio del 
santuario. Reformulamos anteriormente la antigua hi-
pótesis de Mascaró Pasarius (1969), según la cual las 
taulas simbolizarían la cabeza de un toro. Su pareci-
do formal con otras representaciones localizadas en 
diferentes ámbitos domésticos y funerarios nos lleva 
a plantear la analogía entre todos ellos (Fig. 6). Sin 
embargo, siguiendo a Marco Simón (2019), nos pre-
guntamos si la taula representaría a la divinidad o, por 
el contrario, la propia deidad se manifestaría a través 
de un significante material. Es revelador que en el in-
terior del santuario de taula encontremos figuraciones 
realistas, como la estatuilla de toro de Torralba, junto 
con elementos naturales como los betilos de piedra del 
norte, y todo ello presidido por la monumental taula. 
Según García-Gelabert entre los pueblos iberos de la 
península ibérica el toro no fue divinizado, aunque sí se 
asoció a una deidad preindoeuropea de pueblos pasto-
res, más en su valor apotropaico y de símbolo (García-
Gelabert y Blázquez 1997: 422). Pensamos que, en el 
caso menorquín, es probable que estemos ante una di-
vinización del toro, al que puede sumarse un valor apo-
tropaico en los ambientes funerarios. La taula, como 
representación de la deidad, ocuparía el espacio central 
de los santuarios erigiéndose en la imagen dominante 
de todo lo que aconteciera en el interior del edificio. 
Los grabados localizados en algunos hipogeos, en 
especial en los de Sant Agustí Vell, Hort den Bou y Al-
caidús, y la representación de cuernos de bóvido en el 
pilar del hipogeo n.º 2 de Cala Morell refuerzan la idea 
de que la taula representa, de forma esquemática, la 
Fig. 6. 1. Arquitectura tauliforme del Postalayótico de Menorca. Taula de Torralba d’en Salort (Alaior). La piedra soporte mide 5 m de alto por 
2,50 m de anchura superior y 44 cm de grosor. La piedra capitel mide 70 cm de alto por 3,74 m de ancho máximo. 2. Pilar central de la casa 
Cartailhac, en Torre den Gaumés (Alaior). 3. Pilar tauliforme del hipogeo n.º 3 de la necrópolis de Es Tudons (Ciutadella). Mide 2’10 m de alto. 
Fotografias del autor. En color en la versión electrónica.
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cabeza de un bóvido. La hipótesis planteada en su día 
por Murray (1932) y después concretada por Mascaró 
Pasarius (1969) cobra fuerza, por tanto, a raíz de los 
últimos hallazgos (De Nicolás et al. 2015; Carbonell et 
al. 2020) (Figs. 7.1 a 7.3).
La monumentalización de la representación del dios 
toro que supone la localización de la taula en el centro 
del recinto tampoco sería casual. Las taulas pueden lle-
gar a sobrepasar los 5 m de altura, y el capitel los 3 m 
de ancho. Erigir en el centro del santuario semejante 
mole de piedra pretende que se concentre en ella toda 
la atención del interior del recinto. Es una forma, por 
tanto, de monumentalizar la representación del dios 
toro. A ello hay que añadir el planificado diseño y cons-
trucción que implica levantar la taula y el recinto que la 
envuelve. El interesante análisis efectuado por Albero 
(2010) muestra el detallado cálculo hecho para situar la 
taula como elemento central del templo, creando zonas 
concretas en el interior del recinto e individualizando 
el complejo sagrado del espacio exterior. La termina-
ción de los muros de algunos santuarios de taula, como 
el n.º 5 de So na Caçana, o el de Torre d’en Gaumés, 
muestra como el capitel de la taula sobresaldría visual-
mente por encima del muro y de los capiteles de las pi-
lastras que se le adosan. Aparentemente no se observan 
indicios de que este santuario de taula tuviera cubierta 
de losas ni de elementos vegetales por lo que el capitel 
sería visible desde el exterior por encima del muro de 
cierre.
Recientemente se han planteado nuevas hipótesis 
de trabajo en cuanto al simbolismo y significado de la 
taula. Torres y otros (2017) actualizan y reinterpretan 
algunas informaciones sobre los santuarios de taula, y 
ofrecen nuevas lecturas en cuanto a la influencia que 
los púnicos ejercieron sobre las comunidades talayóti-
cas del momento. En pocas palabras, plantean la dedi-
cación de los santuarios menorquines del Postalayótico 
a las principales divinidades prerromanas de Cartago, 
e incluso que la propia taula representara a Baal-Ham-
mon y a Tinnit. Esta última hipótesis supondría que la 
influencia púnica sobre las comunidades talayóticas 
fue lo suficientemente intensa como para transformar 
aspectos tan arraigados como las creencias religiosas.
Según la propuesta de Ferrer y otros (2020: 155) 
las casas y los recintos de taula encarnaríanuna misma 
concepción ideológica del espacio, simbolizada en la 
arquitectura, donde la taula sería la representación sim-
bólica de una puerta, a modo de las falsas puertas fune-
rarias documentadas en varias culturas mediterráneas. 
Las taulas serían, así, representaciones simbólicas mo-
numentales del acceso a un ámbito sagrado. Coincido 
con parte de lo expuesto por estos autores, pero no con 
Fig. 7. Grabados y elementos escultóricos tauliformes localizados en diversos yacimientos de Menorca: 1. grabados tauliformes de la Cova dels 
Bous (SAG-1, Es Migjorn Gran); 2. grabado tauriforme de Alcaidús; 3. grabado de Alcaidús (Alaior) (según Carbonell et al. 2020: 98, fig. 8); 4 y 
5. pilar tauromorfo del hipogeo n.º 2 de Cala Morell (Ciutadella), mide 2’10 m de alto y el capitel mide 1’40 cm de grosor por 1’10 cm de ancho; 
6. pilastra tauliforme del hipogeo n.º 2 de Es Tudons (Ciutadella), mide 2’20 m de alto. Fotografias del autor. En color en la versión electrónica.
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la idea de que la taula fuera la representación simbólica 
de una puerta hacia un ámbito sagrado, no sabemos si 
divino o funerario. Implicaría que los recintos de tau-
la tuvieran un componente de culto funerario, práctica 
que no debe descartarse a priori, pero sin ninguna evi-
dencia científica por ahora. Las ofrendas documenta-
das en los santuarios apuntan a ritos relacionados con 
la fecundidad de campos, animales y personas, pero no 
funerarios. Es más, todo apunta a que esos ritos se rea-
lizaban en el interior de los hipogeos, que funcionarían 
como verdaderos santuarios funerarios, como es evi-
dente al observar la estructura y organización interna 
de muchos de ellos. El hipogeo n.º 4 de Cala Morell 
incluso tiene un altar o mesa de ofrendas delante del 
pilar central (Figs. 8.1 y 8.2). El ajustado patrón cons-
tructivo de los resultados estadísticos a partir de un 
muestreo de nueve casos sobre las dimensiones de las 
puertas norte de las casas contemporáneas a las taulas 
y de las dimensiones de las T no demuestra que la taula 
fuera considerada una puerta simbólica de acceso a un 
espacio sagrado. Sí deja constancia de que hay un pa-
trón métrico con el que se construyen ciertos edificios 
o monumentos, ya conocido en otras fases de la Pre-
historia menorquina (Gornés 2016: 105) y que, en con-
creto sobre las taulas, ya expuso Ibáñez (2000) junto a 
una interpretación histórica que no comparto, y que no 
expondremos aquí por motivos de espacio.
Abundando en la hipótesis de Ferrer y otros (2020), 
las casas del talayótico final tienen la misma estructura 
organizativa y siguen un patrón funcional y estructu-
ral previamente establecido. Las diferentes estancias 
se organizan entorno a un patio central, donde está el 
hogar o cocina. Entrando a la izquierda, siempre hay 
dos estancias separadas por un murete interior y por 
un gran pilar de sección rectangular, coronado por un 
capitel tauliforme, en la fachada de la habitación que 
da al patio. El muro de la fachada suele tener grandes 
lajas verticales muy bien escuadradas y un rebaje en el 
umbral para colocar una puerta o un cierre que supo-
nemos de madera (Figs. 9.1 y 9.2). En general, estas 
estancias muestran una dedicación constructiva, un uso 
y significado especial. En su interior se han localizado 
conjuntos de vasos y contenedores cerámicos, y hay 
una coincidencia mayoritaria en su uso como dormi-
torios y como almacenes, claramente documentado en 
Biniparratx Petit y Trepucó. La única puerta de acceso 
al interior de la casa, la que separa el exterior del inte-
rior, ya de por sí tendría su importancia simbólica. Si 
hubiera alguna puerta especial en el interior de la casa 
sería la que da acceso a las habitaciones situadas al oes-
te de su patio interior que, además, viene señalada por 
un pilar que representa a una taula. 
Las puertas que realmente pueden considerarse 
accesos al más allá son las que documentamos en los 
hipogeos del Postalayótico excavados en las paredes 
de barrancos y acantilados costeros, en especial las 
decoradas con bandas escalonadas. Formalmente son 
muy similares, precisamente, a las falsas puertas y 
estelas documentadas en los tophets cartagineses del 
norte de África y Cerdeña, en la cultura etrusca y en 
la egipcia (Fig. 10), y están vinculadas, directamente, 
con el mundo funerario. Según Cappanera en su tesis3 
3 C. Cappanera. Las puertas de Ditis: estudio comparativo sobre las 
posibilidades de interacción entre vivos y muertos en el Mediterráneo 
antiguo. Tesis doctoral inédita. Universidad Complutense de Madrid, 
2020, véase p. 155.
Fig. 8. Hipogeo n.º 4 de la necrópolis de Cala Morell (Ciutadella). 
1. Planta del hipogeo n.º 4 de Cala Morell (según Plantalamor et al. 
1991: 522, fig. 318). 2. Pilar y ara excavada en la roca del mismo 
hipogeo. Fotografía del autor. En color en la versión electrónica.
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sobre las falsas puertas etruscas, cuando la puerta falsa 
se muestra en el exterior, en general en una posición vi-
sible, se estaría indicando un cambio de ámbito, puesto 
que, una vez superada la puerta, se entra en el mundo 
de los difuntos. La puerta señalaría llamativamente, 
esta separación entre vivos y muertos. Esa dinámica 
simbólica se ha establecido no solo para el ámbito 
etrusco, sino también para el fenicio y el egipcio (Re-
dford 2001: 500; Vivas 2019). Esa es, precisamente, la 
situación de muchas de las puertas de los hipogeos me-
norquines, tengan o no bandas escalonadas en su um-
bral. Muchos de los hipogeos con bandas escalonadas 
se sitúan en puntos geográficos dominantes, visibles en 
su entorno inmediato, haciendo todavía más notoria la 
entrada al otro mundo.
No podemos en este punto exponer en detalle el 
simbolismo que las puertas de ciertos edificios han te-
nido en la antigüedad, ni sobre las supersticiones que 
surgían, ni los ritos que se practicaban en torno a ellas. 
Es un ámbito extenso y complejo. El brillante estudio 
de Marcos Casquero (2005), centrado especialmente 
en la Roma arcaica, da cuenta de lo complejo y pro-
lijo de este mundo. En su análisis recoge documenta-
damente ejemplos de muchas otras civilizaciones me-
diterráneas, orientales y africanas. Las derivadas que 
se conjugan, las supersticiones que se generan, y los 
significados que se crean en torno a las puertas son in-
numerables.
3. LA MONUMENTALIZACIÓN DE LA 
IMAGEN SAGRADA
¿Cómo y por qué surge esta monumentalización y 
por qué adquiere esta preeminencia la taula? Recorde-
mos al lector que no solo se erigen taulas en el inte-
rior de los santuarios. Ya hacia el siglo VIII tenemos 
constancia de la presencia de columnas y pilares en es-
pacios funerarios (Gornés 2008: 505), pero es a partir 
del siglo IV a. n. e., con la construcción de los deno-
minados círculos, o casas del Postalayótico, se erigen 
también pilares y pilastras con una clara forma de tau-
la. Sus ejemplos más emblemáticos están en el círculo 
Cartailhac y otras casas de Torre den Gaumés. En pa-
ralelo, se excavan numerosos hipogeos en acantilados 
y afloramientos rocosos. En su interior se reproducen 
algunas características morfológicas muy similares a la 
compartimentación interna de los santuarios y las casas 
mediante pilastras y pilares de sección rectangular, que 
a menudo reproducen la forma de las taulas con sus 
capiteles troncocónicos invertidos. Es como si todos 
los espacios, los domésticos, los funerarios, y por su-
puesto, los templos, se sacralizaran con la presencia de 
la taula, lo que equivaldría a decir con la presencia del 
dios toro (Figs. 7.4, 7.5 y 11).
No creemos casual que la planta de los santuarios 
de taula reproduzca la planta absidal oen forma de he-
rradura, como ya apuntamos (Gornés 2016: 346), por 
cuanto parece haber una larga tradición que perpetua la 
estructura o forma de la casa de los ancestros a lo largo 
del tiempo. Planteábamos el paralelo entre las nave-
tas funerarias y los naviformes, así como entre algu-
nos talayots de planta absidal y los santuarios de taula. 
Esa primigenia casa ancestral se convierte en un tem-
plo cuya deidad principal ocupa el espacio central del 
santuario. Esta idea no excluye la propuesta de otros 
investigadores sobre la relación entre la intensifica-
ción de los contactos con los comerciantes púnicos y la 
ubicación de capillas o espacios dedicados a dioses de 
origen púnico en el interior de algunos santuarios. Re-
cordemos la hipótesis planteada por De Nicolás (2015: 
265) en cuanto al altar dedicado a Astarté-Tanit ubica-
do en Torralba d’en Salort, o más aún, la de Torres y 
Fig. 9. Elementos tauliformes en casas del Postalayótico de Menor-
ca. 1. Puertas y pilar tauliforme de las habitaciones situadas al oeste 
de la casa Cartailhac, en el poblado de Torre d’en Gaumés (Alaior). 
2. Puerta de acceso a la habitación situada al norte de la misma casa, 
y vista del pilar tauliforme. Fotografías del autor. En color en la ver-
sión electrónica.
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otros (2017: 266) para quienes los propios santuarios 
de taula estarían dedicados a las principales deidades 
cartaginesas, como Baal, Tinnit o Hammon, represen-
tadas por la taula.
La monumentalización de la taula tiene, como re-
presentación de la deidad, un correlato a nivel social. 
Hemos visto como desde el siglo X a. n. e. son recurren-
tes los elementos tauromorfos en ambientes funerarios 
y también cultuales, y cómo la presencia tauromorfa te-
nía antiguas raíces entre las comunidades prehistóricas 
de Menorca (Torres et al. 2017: 273), formando parte 
de la cosmogonía de las comunidades talayóticas desde 
el siglo X a. n. e. Entre el siglo X y el VIII a. n. e., Me-
norca experimenta cambios de importancia, aparecien-
do nuevos tipos de tumbas, las denominadas tumbas de 
Tipo I (Veny 1982), o Grupo I (Gornés 1996, 2017). Se 
emplazan en los cortados de los acantilados costeros, o 
en las paredes verticales de los barrancos, a una cierta 
altura del suelo. Tienen el techo bajo, en forma de lige-
ra bóveda o aplanado. A veces disponen de un pequeño 
banco corrido en el fondo del testero, tallado sobre la 
misma roca. La principal novedad es su agrupamiento 
como en Calascoves, Biniparratx, Forma o Son Xori-
guer. Solo en la necrópolis de Calascoves se conocen 
más de 50 hipogeos correspondientes a esta tipología, 
lo que podría señalar un sustancial aumento de pobla-
ción. La otra novedad es la gran riqueza en objetos 
de bronce de sus ajuares. Predominan los decorativos 
(colgantes, placas circulares o corniformes, brazaletes 
y torques), pero también hay armas, en especial lanzas 
y puntas de jabalina. Todo apunta a la existencia de 
unas élites que amortizan grandes cantidades de obje-
tos de bronce, depositándolos en las tumbas, y que son 
poseedores de armas, la única diferenciación que se ha 
podido documentar con respecto al resto de individuos 
con los que se inhuman en el interior de los hipogeos. 
Por primera vez detectamos brazaletes de hierro, como 
elementos exóticos formando parte del ajuar funerario. 
Son grupos de fuerte identidad grupal, sometidos a una 
fuerte normativización arquitectónica y ritual (Gornés 
2017). Al mismo tiempo, otros grupos siguen enterrán-
dose en cuevas naturales cerradas por muros ciclópeos, 
y las navetas funerarias viven sus últimos momentos 
de uso. No se aprecian diferencias significativas en 
los ajuares entre ambos tipos de tumbas. En algunas 
cuevas y abrigos naturales se han registrado también 
Fig. 10. Puertas decoradas con bandas escalonadas de diferentes hipogeos menorquines: 1 y 2. Calascoves (Alaior); 3. Son Bou (Alaior); 4. 
Biniguarda (Alaior); 5. Algendar (Ferreries). Fotografías del autor. En color en la versión electrónica.
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grandes cantidades de objetos de bronce, como en Bi-
nigurdó, Es Càrritx o algunas cuevas de La Vall4. Los 
ritos funerarios documentados en las cuevas y los hipo-
geos son idénticos. La diferencia está, por lo tanto, en 
el contenedor, en la distinta tipología de la tumba que 
se construye o excava para enterrar a los difuntos.
Estas nuevas élites (Kristiansen 2001: 115) desta-
carían su linaje de jefatura a través de los objetos amor-
tizados en las tumbas, de rituales funerarios específi-
cos de algunos de ellos –véase la tonsura y tintado del 
cabello‒, y muy probablemente también de la gestión 
de los espacios de culto, como se observa en Cornia. 
Este proceso social se consolidaría a partir de los si-
glos IX-VIII a. n. e. ya con tumbas de planta compleja, 
como la del hipogeo XXI de Calascoves, en cuyo in-
terior la propia arquitectura funeraria y sus elementos 
de alto contenido simbólico, como pilares y pilastras, 
junto con los ajuares y los ritos funerarios practicados 
en ellos, continúan reafirmando el papel de estas élites. 
La colonización de Ibiza por los fenicios conllevó 
la llegada a las costas menorquinas de nuevos objetos 
de lujo, como se deduce de hallazgos como el timia-
terion de Rafal del Toro, los primeros objetos de hie-
rro y piezas de adorno personal en plata y oro, como el 
pendiente localizado en el hipogeo XXI de Calascoves 
(Gornés y Gual 2018) o la cinta áurea de Rafal dels Fra-
res (De Nicolás 2015). La progresiva introducción del 
vino, como nuevo producto de lujo reforzó el poder de 
4 L. Plantalamor, M. Anglada y A. Ferrer. Informe de la campanya 
d’excavació de 2009 al jaciment de Curnia Nou (Maó). Memoria inédita. 
Archivo del Consell Insular de Menorca, 2009.
esas élites. Vemos como en los siglos IV y III a. n. e. 
se ofrendan ánforas vinarias rotas en el ábside de al-
gunos santuarios de taula (Gual y Plantalamor 1995). 
Menorca entra así, en el nuevo circuito del intercambio 
y comercio de prestigio que introducen los cartagine-
ses (Ramon 2017: 76; Pons 2020). Hacia el siglo IV 
a. n. e., hay grandes concentraciones de hipogeos en 
barrancos y acantilados costeros, y en zonas de inte-
rior. Ahora son grandes tumbas a menudo de más de 
100 m² e incluso de más de 200 m2 (Gornés 1996: 94). 
Suelen presentar pilastras en el testero, pilares centra-
les y muchos tienen forma de taula (Figs. 12.1 y 12.2). 
Desafortunadamente muy pocas se han excavado cien-
tíficamente. Los ajuares contienen algunas importacio-
nes, como algún vaso griego del siglo IV a. n. e., pero 
sobre todo abundan los boles y cuencos púnicos, y 
los adornos. Hay un gran surtido de cuentas de vidrio 
púnicas, brazaletes de varias vueltas de hierro, cuchi-
llos de dorso recto y de perfil semilunar, collares de 
cadenita ‒alguno con claros paralelos en necrópolis 
paleoibéricas peninsulares (Maluquer 1987: 147) del 
siglo VI a. n. e.‒, torques, brazaletes y campanillas 
de bronce. Las élites siguen reforzando su papel, esta 
vez utilizando los bienes de prestigio proporcionados 
por el circuito comercial púnico. Pero los principales 
bienes materiales que encontramos son otros. En este 
momento numerosas vértebras caudales de bóvidos se 
depositan como ofrenda junto con los ajuares fune-
rarios. Las dataciones de algunas de las procedentes 
del hipogeo XXI de Calascoves (Gornés et al. 2001) 
sitúan su uso entre el siglo VIII y finales del V a. n. e. 
Ya hemos destacado como la cabaña ganadera que re-
Fig. 11. Pilar tauromorfo del hipogeo n.º 2 de Cala Morell (Ciutadella). mide 2,10 m de alto y el capitel mide 1,40 cm de grosor por 1,10 cm de 
ancho Fotografía del autor. Encolor en la versión electrónica.
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presentan las vértebras caudales cobra una importancia 
económica estratégica entre las comunidades menor-
quinas del momento (Hernández 1998). 
El sacrificio y ofrenda de cabras, ovejas y cerdos 
de corta edad en el interior de los santuarios de taula es 
una práctica ritual muy diferente a la documentada en 
el edificio sur de Cornia. El componente religioso tiene 
un peso más claro y específico. En vez de las herra-
mientas y utensilios que allí había se ofertan alimentos 
dentro del recinto sagrado. Se pasa de almacenar y/o 
distribuir herramientas, a ofrecer regalos a los dioses 
y/o a consumirlos como parte del festejo ritual. Esta 
es una de las razones por las que pensamos que la con-
centración de poder en las élites dio un paso adelante. 
Se pasa de la esfera económica a una potenciación de 
la religiosa, ofreciendo regalos en el interior del san-
tuario, donde se llevan a cabo rituales relacionados con 
la fertilidad de las personas, animales y campos. Las 
estatuillas de guerrero (Orfila 1983; Gual 1993; An-
glada et al. 2019) localizadas en algunos yacimientos 
representarían a estas nuevas élites y a sus ancestros, 
asociadas con la concentración del poder en unas po-
cas personas o grupos. La ideología de las élites do-
minantes se refuerza así mediante el mundo sagrado. 
La nueva representación simbólica encarnada en la 
taula, como símbolo del dios toro, ¿podría vincularse 
a una mayor concentración de poder en determinadas 
personas? ¿Estamos en el momento embrionario del 
siguiente paso hacia un reforzamiento ideológico de 
las élites? Las antiguas élites que vimos prosperar du-
rante el Bronce Final expresan ahora su ideología en 
los ámbitos religioso, doméstico y funerario de la vida. 
Otro hecho de gran interés son los famosos honderos 
baleáricos, grupos de guerreros altamente entrenados 
y especializados, de los que las fuentes clásicas dejan 
constancia a partir de los siglos V-IV a. n. e. (Blanes 
et al. 1990). Todas destacan su carácter mercenario 
como fuerza de choque, destreza en el uso de la honda, 
y su entrenamiento militar desde muy jóvenes. En este 
momento podríamos encuadrar la aparición de gran-
des “casas”, edificios vinculados a prácticas políticas, 
como podría ser Sa Comerma de Sa Garita (Sintes 
2006: 46; Sintes et al. 2015: 223), o el edificio sur del 
poblado de La Beltrana (Ferreries). Se emplazan fue-
ra de los poblados y reproducen en parte la estructura 
de las casas circulares del Postalayótico, añadiéndoles 
elementos de fuerte componente simbólico como las 
taulas o grandes fachadas monumentales (Fig. 13). 
Otro caso distinto, pero en la línea de la diferenciación 
social, sería el círculo Cartailhac (Sintes e Isbert 2009), 
construido con grandes piedras perfectamente trabaja-
das y ensambladas, y donde se erigen taulas en el patio 
a semejanza de las instaladas en los santuarios. Estos 
procesos han sido bien analizados, recientemente, en 
un proyecto de investigación que plantea la proyección 
social y las claras ostentaciones de poder de un grupo 
Fig. 12. Diferentes pilares y pilastras tauliformes del Postalayótico de Menorca. 1. Pilastra tauliforme de la necrópolis de Sa Sarola, en Torre Ve-
lla (Alaior), mide 2,15 m de altura. Fotografía del autor. 2. Pilares y pilastras tauliformes de la Cova dels Cinc Portals, en Torralba Vell (Alaior). 
El techo del hipogeo mide 2,20 m de altura de media. Fotografia Josep Luis Florit Gomila. En color en la versión electrónica.
112 José Simón Gornés Hachero
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frente al resto mediante la arquitectura (Torres y De 
Nicolás 2020: 15). En su día Guerrero (Guerrero et al. 
2006: 246) planteó un análisis en esta línea al referir-
se a una presencia de legados en representación de las 
Baleares (entendiéndose estrictamente como Mallorca 
y Menorca) que implicaría una organización política a 
nivel insular.
Tenemos así muchos elementos que apuntan a que 
hacia el final del Postalayótico, entre el siglo IV y el II 
a. n. e., se estaban produciendo cambios en la cosmo-
gonía y la religiosidad de las comunidades de Menorca 
mediante la representación del toro en forma de taula 
en todas las facetas de su vida social.
Desconocemos en gran medida que ocurrió con los 
antiguos talayots. Apenas disponemos de información 
sobre lo acontecido en ellos a partir del siglo VI a. n. e., 
pero quizá no sea casualidad que su abandono coincida 
con la construcción de los primeros muros defensivos en 
algunos poblados postalayóticos (Hernández y Arambu-
ru 2005; Guerrero et al. 2006: 33; Anglada et al. 2017). 
Sabemos que, antes de la introducción de cerámicas a 
torno en la isla, el de Biniparratx sufrió un gran incendio 
que destruyó el habitáculo que ocupaba la cima. A partir 
de esta fecha sabemos que fue utilizado en los siglos 
XVII-XVIII como posible atalaya, primero, y como 
punto de contemplación panorámica, después. Tan 
solo aportan algún dato las excavaciones en Biniparra-
tx Petit (Guerrero et al. 2007), en el talayot de Torelló 
(Plantalamor 1991) y quizá en el de Toràixer (Gornés 
et al. 1995). A los pies de este último se localizó un 
paquete sedimentario conformado por un gran número 
de ánforas ibéricas y púnicas datables entre mediados 
del siglo IV y el II a. n. e., que, por su disposición, 
parecía provenir de la parte alta del monumento. En el 
corredor de acceso a la cima del talayot de Biniparra-
tx se identificó una unidad estratigráfica que contenía 
algunas cerámicas púnicas y romanas de paredes finas, 
sigillatas y ánforas, cuyo arco cronológico iba del siglo 
I a. n. e. al II d. C. En la cámara superior del talayot de 
Torelló solo se dio a conocer el hallazgo de lucernas 
romanas imperiales junto con cerámicas de paredes fi-
nas tardías. En general, es un tipo de ajuar cerámico 
muy similar al que encontramos entre los siglos I y II 
d. C. en el interior de los santuarios de taula (Fernán-
dez-Miranda 2009). ¿Es posible que en la plataforma 
superior de algunos talayots continuaran practicándose 
rituales religiosos hasta bien entrada la romanización? 
Sabemos que muchos de los santuarios de taula perdu-
raron hasta dos siglos después de la romanización de 
Menorca (Orfila et al. 2017) con algunos cambios en 
los rituales practicados en el interior de los santuarios 
de taula, como la introducción de nueva vajilla, como 
vasos de paredes finas, lucernas, y ánforas. Pero eso 
es algo que futuras investigaciones deberán dilucidar.
4. CONCLUSIONES 
Durante el I milenio a. n. e., las comunidades pre-
históricas de Menorca experimentan cambios en dife-
rentes ámbitos, expresadas en la materialidad de tum-
bas, templos y casas. En la primera mitad del milenio, 
y hasta el 600 a. n. e., parece que los talayots y sus edi-
ficios absidales adosados son el centro de las prácticas 
sociales de culto. Entre el siglo VI y el IV esos espacios 
son abandonados, y las evidencias arqueológicas nos 
indican que los primeros santuarios de taula se cons-
truyen a inicios del siglo IV a. n. e. A partir de este mo-
mento, en espacios domésticos, funerarios y de culto, 
es frecuente documentar representaciones de taulas en 
un contexto social en el que parecen sacralizarse todos 
los espacios comunitarios. La monumentalizacion de 
la taula que, a nuestro entender, representa la imagen 
esquematizada del dios toro, con la monumental T eri-
gida en el centro de estos santuarios, indicaría cambios 
en la esfera ideológica y en especial en la religiosa. 
Estos podrían venir de la mano de la creciente influen-
cia económica y cultural de los púnicos sobre la isla de 
Menorca.
Fig. 13. Sa Comerma de Sa Garita (Alaior). 1 y 2. Planta y vista axo-nométrica, según Victor Tolós. ©Ministerio de Cultura y Deportes. 
Subdirección General de Gestión y Coordinación de Bienes Cultu-
rales. 3 y 4. Dos vistas del yacimiento de Sa Comerma de Sa Garita 
(fotografía del autor). En color en la versión electrónica.
Talayots y taulas. La evolución de la arquitectura simbólica en la Prehistoria de Menorca entre los siglos... 113
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AGRADECIMIENTOS
Joana Gual Cerdó, Jefa del Servei de Patrimoni 
Històric del Consell Insular de Menorca (CIM), la Dra. 
Amalia Pérez-Juez Gil, profesora de la Universidad 
de Boston, y el Dr. Manuel Calvo, catedrático de la 
Universitat de les Illes Balears, hicieron comentarios 
y aportaciones al artículo. María Calderón, técnica de 
patrimonio del Ayuntamiento de Calviá, también ma-
quetó las figuras. Las omisiones y errores que pueda 
contener solo son atribuibles al autor.
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