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Armin Löwe Niños deficientes auditivos: prevención e integración L a primera escuela estatal alemana para niños sordos se creó hace más de 200 años en Leipzig (en 1778) y un año más tarde se fundó en Viena (Austria) una escuela similar. D a d o que el primer grupo de deficientes en recibir educación fue el de los sordos, esta disciplina es, pues, la má s antigua en el campo de la educación especial. U n a tradición de más de 200 años puede ser tanto una ventaja c o m o un inconveniente. N o sólo los métodos de enseñanza y la organización del sistema educativo para los niños deficientes auditivos han cambiado, sino también la etiolo gía de la sordera infantil. L a educación de los niños sordos se enfrenta en nuestra época con una serie de tareas que representan un verdadero reto para todos los que se han dedicado o desean dedicarse a ella, ya que subsisten muchos problemas todavía sin resolver. D e todas las tareas complejas que en traña la educación de los niños sordos las dos más importantes en nuestro tiempo son la pre vención y la integración. A r m i n L ö w e (República Federal de Alemania). Pro fesar de audiología infantil y de pedagogía de niños deficientes auditivos en el departamento de educación especial del Instituto de Educación, Heidelberg. Pro fesor invitado en varios países, donde ha enseñado su especialidad. Autor de numerosas obras, la mayoría de las cuales están traducidas en varias lenguas. Lo que se entiende por prevención V a n U d e n (1963) considera que el principal objetivo de la primera educación en el hogar es el de prevenir la mudez , la sordera funcional y la formación de u n lenguaje mímico. Nuestros conocimientos actuales nos obligan a dar una interpretación m u c h o más amplia al término prevención, el cual ha de entenderse no sólo com o u n esfuerzo para impedir la agrava ción de un defecto, consecuencia de una inva lidez, sino que deberá asimismo incluir los es fuerzos para prevenir, en la medida de lo posible, la propia invalidez. L a prevención ha de consi derarse en este doble aspecto, lo que constituye sin duda un importante reto que debe aceptar la educación de los niños sordos. L a prevención es una tarea que ha de ini ciarse en la fase preescolar y que no puede concebirse sin una acción de relaciones públicas, ya que en muchos sectores de la población sigue siendo insuficiente la información. Por ejemplo, casi la mitad de los niños deficientes auditivos padecen sordera hereditaria. E n los últimos veinticinco años, la medicina ha lo grado, con ayuda de antibióticos y vacunas, reducir gradualmente el porcentaje de personas que padecen sordera adquirida. El sarampión, la meningitis y la parotiditis ya no tienen la gra vedad que antes. L a vacuna contra la rubeola ha dado buenos resultados en los lugares adonde se introdujo hace más de diez años. E n los Perspectivas, vol. X I , n.° 4, 1981 512 Niños deficientes auditivos: prevención e integración países con buenos servicios de salud, la mayor parte de las deficiencias auditivas serán en el futuro de origen genético. Sordera progresiva Del 50 por ciento de las deficiencias auditivas del hemisferio norte, causadas por factores gené ticos, hay una gran proporción de casos de sor dera progresiva. M u c h o s de los niños padecen en el primero y en el segundo año de vida sólo una pérdida, benigna o leve, de la capacidad auditiva y terminan perdiéndola casi por c o m pleto. Si se lograra identificarlos a tiempo com o deficientes auditivos y proporcionarles desde m u y temprano u n programa educativo de ur gencia, podrían alcanzar en sus primeros años de vida u n buen grado de desarrollo normal de la palabra y el lenguaje. Se podría impedir así que la sordera progresiva que padecen llegare a ser funcional. Limitar las consecuencias de la sordera infantil Se sabe, desde hace m á s de veinticinco años, que cuanto antes se empiece la educación de u n niño deficiente auditivo más satisfactorios serán sus resultados. E n la educación temprana de los niños deficientes auditivos entran en juego dos importantes factores biológicos que conviene aprovechar: el carácter específico de las fases de desarrollo sensorial y la gran plasticidad del cerebro infantil. El primero de los factores significa que los diferentes sistemas sensoriales sólo pueden desa rrollarse plenamente o, en el caso de deficiencia auditiva, alcanzar su eficacia funcional, si se les estimula intensamente antes de su plena m a d u ración, por lo que el periodo en que se puede ejercer un estímulo es limitado. Por otro lado, el término plasticidad significa que las posibili dades compensatorias u organizativas del cere bro son claramente superiores en la primera infancia a las existentes en periodos posteriores. A este respecto, conviene mencionar otras tres nociones: el periodo crítico, el periodo sensible y la privación sensorial. ¿Qu é significan estas nociones? El periodo crítico es una fase de duración m u y limitada. E n él, y sólo en él, se forman irreversiblemente ciertas estructuras o aptitudes. Por tanto, los aportes educativos y/o el estímulo sensorial durante el periodo crítico obtienen mayores resultados que antes o después de él. L o que es aún más importante, si durante ese periodo se proporciona u n estímulo auditivo completo cabe la posibilidad de contrarrestar algunos de los trastornos auditivos existentes. E n lo que se refiere al estímulo auditivo, este periodo parece durar sólo hasta la edad de 9 meses. Por periodo sensible se entiende aquél en el que una persona puede adquirir ciertas apti tudes y conocimientos con mayor eficacia, m á s rápidamente y con m á s facilidad que en otros. E n lo que se refiere al estímulo auditivo, muchos elementos revelan que dicho periodo parece durar hasta cumplidos los 2 años de edad. Para obtener el m á x i m o beneficio posible d u rante este periodo es preciso, entre los 18 y los 24 meses de edad, proporcionar al niño deficiente auditivo u n audífono apropiado y someterlo a u n intenso programa que le esti mule el oído. Por último, por privación sensorial se entiende la falta de estímulos ambientales. E n el caso de los niños deficientes auditivos conviene pensar ante todo en los estímulos auditivos. Los m á s importantes de éstos son los orales. Desgracia damente, muchos padres de niños deficientes auditivos dejan de hablar a sus hijos tan pronto c o m o se enteran de que el niño es sordo. C o m o estos niños no reaccionan ante el lenguaje ha blado de la mi sma manera que los niños con capacidad auditiva normal, consideran que es inútil hablarles. C o m o consecuencia de esa falta de estímulo sensorial y oral, su hijo no sólo no 513 Armin Löwe aprenderá a hablar sino que tampoco compren derá el habla de sus padres. Basándonos en lo que precede, quisiera sacar dos conclusiones aplicables a la educación tem prana de los niños deficientes auditivos. L a pri mera es la necesidad de contrarrestar lo antes posible la privación sensorial que entrañan las deficiencias auditivas. L a segunda se refiere al periodo de intervención en el terreno de la edu cación. Las investigaciones realizadas por Grif fiths (1967), Griffiths y Ebbin (1978) y Götze (1980) señalan que para las privaciones senso riales de ese tipo hay, no sólo un periodo sen sible, sino también otro crítico durante el cual las medidas educativas pueden contribuir a una reducción de algunos trastornos auditivos. L a reeducación auditiva del niño ha de empezar, por tanto, antes de los 8 meses. Importancia de un diagnóstico precoz Teniendo en cuenta estos conocimientos, la identificación y el diagnóstico tempranos de los niños deficientes auditivos deberán recibir hoy mayor prioridad que la que se les ha venido atribuyendo. Ello puede permitir que se dé una educación preventiva a muchos niños que padecen sordera.N o obstante, esta acción pre supone un verdadero diagnóstico precoz y una temprana educación auditiva que ha de iniciarse inmediatamente. Desde el m o m e n t o en que se confirma una sordera infantil, es preciso iniciar un buen programa de reeducación auditiva, ya sea con objeto de contrarrestar la pérdida de la capacidad auditiva o, por lo menos, de reducir sus posibles consecuencias para el desarrollo lingüístico, cognoscitivo, afectivo, psicomotor, sensomotor y social. Utilización temprana de audífonos L a utilización temprana de audífonos bien adaptados tiene importancia decisiva para pre venir las posibles consecuencias de una defi ciencia auditiva. Deberá recurrirse a ellos tan pronto com o se diagnostique la pérdida de la capacidad auditiva. Los progresos de la tecno logía de las computadoras y de los medios elec trónicos y de nuestro conocimiento del compor tamiento y del desarrollo han contribuido a la eleboración de procedimientos simples que pueden utilizarse para diagnosticar la pérdida de la capacidad auditiva en el niño desde la m á s temprana infancia e incluso "en el recién nacido" (Gerber y Mencher, 1978). Si estos conocimien tos estuvieran m á s difundidos, muchos lactantes se habrían salvado de las consecuencias desas trosas de una sordera precoz no tratada. Diversificación de los métodos de educación El principal objetivo de la educación de los niños sordos es su integración en la sociedad de las personas con oído normal. C o n nuestros cono cimientos actuales, este objetivo no puede al canzarse mediante un único método o m o d o de educación válido para todos los niños sordos, por lo que serán necesarios varios programas: Programas puramente orales para todos los niños con sordera intensa y profunda que pueden ser educados satisfactoriamente por este medio; Programas combinados orales y manuales, dando m á s importancia al lenguaje escrito y a la dactilología o a la comunicación gestual, para una minoría de niños con sordera intensa o profunda que no puede ser educada satisfac toriamente con un método puramente oral; Programas no integrados destinados a los niños sordos que, por unas u otras razones, lo necesitan; 514 Niños deficientes auditivos: prevención e integración Programas integrados destinados a los niños a los que este método de educación augura un mejor desarrollo afectivo, cognoscitivo, social y lingüístico. Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial ha de entenderse como un proceso pluridimensional que esta blece u n balance sobre la situación presente del niño y proporciona indicaciones sobre los tipos de asistencia educativa que el niño precisa para su desarrollo. El diagnóstico pedagógico no puede, pues, limitarse a determinar la deficiencia (pérdida de la capacidad auditiva) del niño, sino que ha de tener en cuenta asimismo los puntos positivos. El mero hecho de que u n niño sea sordo intenso o profundo no puede ser el único criterio para enviarlo a una escuela especial. Esto equival dría a ignorar que existen otros factores que pueden ejercer una posible influencia positiva o negativa en el desarrollo lingüístico de tal niño. El diagnóstico de un niño sordo no debe limi tarse a los aspectos audiológicos de la sordera, sino que debe entrañar asimismo otros aspectos y considerarse c o m o un proceso continuo. Las observaciones anteriores tienen que ser reconsi deradas a intervalos regulares. Y las medidas educativas, consecuencia de u n primer diag nóstico, sirven principalmente para comple tarlo, dando informaciones sobre los puntos débiles o fuertes del niño. No todos los niños sordos pueden aprender a hablar M u c h o s niños sordos pueden aprender a hablar de manera comprensible. N o obstante, algunos factores c o m o una detección y una educación tardías tienen efectos negativos en la adquisi ción de la palabra e impiden u n aprovecha miento precoz de la audición residual. C o m o consecuencia, esos niños suelen desarrollar u n lenguaje esotérico. Pero existe asimismo la dys praxia, factor que hasta ahora no se ha tenido suficientemente en cuenta, el cual está acompa ñado casi siempre de una disritmia y de una memoria m u y insuficiente para las formas (ges talten) sucesivas pero m u y buena, en cambio, para las formas simultáneas. D a d o que el conocimiento de estos términos no es aún general, requieren una breve expli cación. L a dispraxia es lo opuesto a la eupraxia, que puede definirse como una conducta que corres ponde a movimientos deliberados. L a eupraxia significa que una persona es capaz de localizar y coordinar sus miembros con rapidez y elastici dad y dirigir, contener y reproducir sus movi mientos sin dificultad. Esta conducta coordinada concierne a todas las funciones motoras, m á s o menos precisas, incluidos los movimientos de los órganos del habla. Las deficiencias en este te rreno reciben el nombre de dispraxia. Cerca del 20 por ciento de los niños sordos padecen el síndrome de dispraxia que se caracteriza por los síntomas siguientes: un control limitado de las funciones motoras, precisas o no; una memoria superior a la media para todo lo que pueda per cibirse simultáneamente con la vista, porque está inmóvil, particularmente el lenguaje es crito; una memoria inferior a la media para todo lo que se percibe sucesivamente, particularmente los movimientos de los órganos del habla que el niño sordo tiene que "leer" para comprender el lenguaje hablado, e imitar para aprender a hablar. Los niños sordos de inteligencia normal que padecen el síndrome de dispraxia tendrán m u chas dificultades para aprender a hablar, leer en los labios y aprovechar al m á x i m o su audi ción residual. Por tanto, los niños sordos que padecen dispraxia no pueden ser educados con los niños sordos eupráticos. V a n Dijk (1976) y V a n U d e n (1964) recomiendan que se les apli quen medidas especiales y se preste una particu lar atención al lenguaje escrito y a la dactilología 515 Armin Löwe combinados con u n programa de reeduca ción psicomotriz y con otro de autopercepción audiovisual. C o n este programa, y en un medio escolar que ofrezca todas las oportunidades para una comunicación no oral (mediante la escritura y la dactilología), pueden alcanzar un buen nivel en materia de lenguaje. E n otras palabras, el diagnóstico pedagógico deberá ayudar a que la escuela para niños sordos proporcione a cada alumno el programa educa tivo que corresponda a su capacidad y posibi lidades, así com o a sus necesidades; y ofrezca a los niños sordos que pueden ser educados satisfactoriamente por el método oral, un pro grama que los mantenga alejados de todo lo que pueda impedir una adquisición óptima del len guaje oral; y a los que no pueden ser educados por el método oral si no es con grandes dificultades y con resultados finales m u y insuficientes, u n programa que no obstaculice su acceso al lenguaje. E n el caso de los primeros, es preciso pre venir todos las factores que puedan oponerse al desarrollo del lenguaje hablado, mientras que para los segundos debe prestarse atención prio ritaria a la adquisición de un m o d o de c o m u nicación. Interacción entre niños sordos y niños con audición normal El conocimiento del lenguaje hablado de la mayor parte de los niños sordos es considera blemente inferior a la de los niños de la misma edad con audición normal. Aunque la finalidad declarada de los educadores de niños sordos sea prepararlos para una vida entre personas con capacidad auditiva normal, la simple integración de los niños sordos con los de capacidad au ditiva normal en cualquier actividad c o m ú n puede dar por resultado un mayor distancia miento entre ellos. C o n todo, es indispensable que haya interacciones a una edad m u y tem prana "en primer lugar, porque las diferencias en las adquisiciones lingüísticas, educativasy so ciales (...) serán considerablemente inferiores a las que existen entre grupos de adultos y, en segundo término, porque es menos probable que esos niños adopten en sus relaciones actitudes y comportamientos hostiles imitados de sus padres o de otras personas en estrecho contacto con ellos" (Gorman, i960). Ejemplo de esa interacción es la creación, en escuelas ordinarias, de clases para niños sordos con maestros especializados. Este tipo de edu cación, cuyo principio de base es el de que los sordos, en lugar de permanecer aislados entre ellos, sean educados con los otros niños y vayan a clases autónomas de escuelas ordinarias, es una realidad en varias regiones del m u n d o y ha obtenido resultados satisfactorios en los países europeos de habla alemana. Sólo seis años des pués de haber creado su primera clase para niños sordos en una escuela tradicional de Viena, Willer (i960) escribía: "Estos niños son m u y diferentes de los demás en cuanto a su apariencia y compostura, su comportamiento y la impresión general que causan. N o s encontra m o s con u n tipo de alumno desenvuelto, libre y vivaz, dispuesto a mantener contactos con per sonas de oído normal, lo que contrasta agrada blemente con la gran mayoría de los demás niños sordos." Un estudio de competencia lingüística Desgraciadamente, Wilier no da precisiones sobre los notables progresos escolares y lin güísticos de sus alumnos. Para demostrar las ventajas de este tipo de educación, he realizado un estudio comparado de los progresos lin güísticos de una clase autónoma de alumnos sordos profundos en una escuela ordinaria cerca de Lucerna (Suiza). Los progresos de los niños sordos se compararon con los de los niños con capacidad auditiva normal en el mismo grado y en la misma escuela o se sometieron a tests 516 Niños deficientes auditivos: prevención e integración normalizados elaborados únicamente para niños con oído normal. El estudio se efectuó en tres fases y durante un periodo de cinco años. C o m o los resultados se han publicado ya (Löwe, 1978; 1981), no es ne cesario entrar aquí en detalles. Baste mencionar que todos los niños deficientes auditivos que participaron en ese estudio eran sordos pro fundos (con excepción de un hipoacústico) y que todos eran sordos de nacimiento o desde su primer año. Es preciso mencionar, además, que todos poseían una inteligencia normal o superior a la normal; que, en su totalidad, procedían de familias con tres hijos o m á s y que, con una excepción, los padres pertenecían a la clase media. REDACCIONES Se pidió a los alumnos deficientes auditivos o no, que escribieran una redacción acerca de una imagen que se les había dado. Las frases de esas redacciones se clasificaron por su estructura sintáctica según la gramática alemana de D u d e n . E n lo que se refiere al número de palabras y de oraciones, de tipos de oraciones y de errores, los niños deficientes auditivos obtuvieron más o menos los mismos resultados que sus compañeros de oído normal y del mismo grupo de edad. Pero lo más sorprendente fue que las redacciones de los niños deficientes auditivos eran mejores en cuanto al contenido que las de los niños con capacidad auditiva normal. LENGUAJE HABLADO Asimismo se pidió a los niños que comentaran espontáneamente una historia representada en una serie de cinco imágenes. Los comentarios fueron grabados y se evaluaron siguiendo el método aplicado a las redacciones. Para sor presa de todos los participantes, los niños defi cientes auditivos alcanzaron resultados más o menos iguales a los de sus compañeros con ca pacidad auditiva normal. INTELIGIBILIDAD DE LA PALABRA Las grabaciones del lenguaje hablado espon táneo de todos los niños deficientes auditivos sirvieron para evaluar el grado de inteligibilidad de su expresión oral. Cinco oyentes profanos y cinco especialistas que no habían tenido nunca contacto previo con esos niños y tampoco cono cían el contenido de la historia grabada tenían que escucharla. L a evaluación se efectuó si guiendo una escala que iba de 1 (comprensión total) a 5 (casi totalmente incomprensible). Las notas se situaban entre 1 y 2 o entre 2 y 3. Si la comunicación oral hubiera sido directa, el habla de todos ellos se habría comprendido perfec tamente. Los que observaron a los niños deficientes auditivos que participaron en el estudio —maes tros de niños sordos procedentes de todo el m u n d o — convendrán conmigo en que su c o m petencia y sus resultados en el lenguaje oral y escrito fueron notables. Esos niños fueron edu cados en un medio de niños con capacidad audi tiva normal, lo que influyó enormemente en el desarrollo de su lenguaje hablado y de su socia lización. Desde la infancia estuvieron en contacto con niños de oído normal, con los que sólo podían mantener y mantenían una comunica ción oral. Siguieron en todo m o m e n t o viviendo con sus familias y no pasaron u n solo día en u n internado. E n su primer año de escuela compar tieron una serie de actividades con niños de oído normal. A partir del segundo año asistieron una vez por semana a clases de alemán junto con niños de capacidad auditiva normal. E n la en señanza que se les impartía, se utilizaba siempre un lenguaje ordinario. C o m o ya queda dicho, no es siempre posible ofrecer a todos los niños sordos una educación oral en un establecimiento integrado. Pero, no cabe duda de que el número de niños sordos que podrían recibir este tipo de educación es m u y superior al de los que realmente la reciben. Ojalá el lema del A ñ o Internacional de los 517 Armin Löwe Impedidos, "entenderse mejor para vivir jun tos", sirva cada vez más de estimulo a los profesores de niños sordos para enseñar a sus alumnos en un medio que no les separe de los niños de oído normal, con los que tendrán que convivir de adultos. Esta breve colaboración tiene por objeto m o s trar que los niños deficientes auditivos tienen hoy mayores posibilidades que nunca. Desgra ciadamente, no todos los niños sordos, ni si quiera la mayoría de ellos, disfrutan de estas oportunidades. N o sólo es esto cierto en muchos países de África, Asia y América Latina, sino también en muchos países desarrollados indus trializados. Aunque es de lamentar, ya que significa que muchos niños siguen privados de un tratamiento moderno de reeducación de la sordera, tanto los padres como los maestros deberían saber que, c o m o demuestran las ex periencias de muchos países europeos después de la segunda guerra mundial, en un tiempo en que no se conocía aún la reeducación precoz, también se pueden alcanzar resultados notables con deficientes de más edad con tal de que sean educados y enseñados por padres y maestros que no escatimen sus esfuerzos. Referencias D I J K , J. van; U D E N , A . van. 1976. Problems in c o m munication in deaf children. E n The teacher of the deaf (Exeter), n.° 74, p . 70-90. F R A S E R , G . 1976. The causes of profound deafness in childhood. Baltimore, Williams & Wilkins. G E R B E R , S.; M E N C H E R G . (dir. publ.). 1978. Early diagnosis of hearing loss. Nueva York/Londres, Gruñe & Stratton. G Ö T Z E , A . 1980. 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