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� �� ��� Te rc er a Ép oc a: A ño X XI X • Vo lu m en I, e ne ro -a br il 20 08 CULTURA DE GUATEMALA Los mayas: historia, discursos y sujetos Séptimo Congreso de Estudios Mayas 8-10 agosto de 2007 �v Licda. Guillermina Herrera Rectora Lic. Ariel Rivera Irías Vicerrector Administrativo Dr. Rolando Alvarado, S.J. Vicerrector Académico Dr. Larry Andrade-Abularach Secretario General CULTURA DE GUATEMALA Licda. Guillermina Herrera Directora Dr. Ricardo E. Lima Soto Dra. Lucrecia Méndez de Penedo M.A. Lucía Verdugo M.A. María Eugenia del Carmen Cuadra Licda Marcia Vázquez de Schwank Lic. Ernesto Loukota Consejo Editorial Licda. Ana María Palma Diagramación y revisión T. U. Mayra Fong Diseño de portada Una publicación de la Universidad Rafael Landívar Vista Hermosa III, zona 16 01016, Guatemala de la Asunción Guatemala, C.A. Teléfono: 2426-4547• Fax: 2426-2626 Ext. 2486 © Universidad Rafael Landívar, 2008 v Índice Presentac�ón......................................................................................... v�� Ch�xoy, Apocalypto:.la.pasada.v�olenc�a.local.como. v�olenc�a.s�mból�ca.global�zada Arturo.Ar�as.............................................................................................1 Aportes.de.la.arqueología.a.los.mayas.actuales.y.los.aportes. de.los.mayas.actuales.a.la.arqueología Iyaxel.Cojtí Avexn�m.Cojtí D�ego.Vásquez.......................................................................................13 El.m�to.del.maya.“puro”:.un.anál�s�s.de.la.construcc�ón. y.expres�ón.de.�dent�dad.en.la.época.preh�spán�ca Tomás.Barr�entos..................................................................................27 H�stor�a,.m�grac�ones.y.camb�o.l�ngüíst�co.Q´eqchi´:. ¿Homogene�zac�ón.d�alectal.o.res�gn�ficac�ón.de.las.d�ferenc�as? Serg�o.Romero......................................................................................41 Algunos.comentar�os.sobre.el.Lienzo de Quauhquechollan. y.la.conqu�sta.de.Guatemala Jorge.Luján...........................................................................................65 Los.topón�mos.mesoamer�canos.preh�spán�cos.y.el. or�gen.del.nombre.de.Guatemala Mat�lde.Iv�c.de.Monterroso Carlos.Alvarado.Gal�ndo.......................................................................83 v� Pueblos.perd�dos:.Cotzumalguapa.en.el.L�enzo. de.Quauhquechollan Oswaldo.Ch�nch�lla.Mazar�egos. José.V�cente.Genovez.Castañeda...........................................................97 El.Q´eqchi´de.ayer.y.de.hoy,.una.memor�a.h�stór�ca.v�v�ente Juan.Tzoc............................................................................................115 El.Cosmoser.y.el.Komon:.práct�cas.de.los.mayas.en.mov�m�ento Xoch�tl.Leyva.Solano..........................................................................127 Polít�ca.nac�onal.e.�dent�dad.local:.los.efectos.de.la. h�stor�a.sobre.las.práct�cas.de.la.mayan�dad Sant�ago.Bastos...................................................................................135 El.encantam�ento.de.la.real�dad..Producc�ón.de. conoc�m�entos.en.procesos.de.construcc�ón.de.�dent�dad.maya,. en.práct�cas.soc�ales.de.K´icheab´, Kaqchikela´, Q´eqchi´eb´.y.Q´emam Serg�o.Mend�zábal..............................................................................163 v�� Presentación El VII Congreso de Estudios Mayas se llevó a cabo los días 8, 9 y 10 de agosto de 2007. Este Congreso se organiza bianualmente con el fin de reunir en un ambiente académico a intelectuales guatemaltecos y extranjeros, para compartir los avances de investigación y debatir sobre los principales asuntos de interés del campo de los estudios mayas desde distintas disciplinas. El Congreso fue organizado por una red interinstitucional de centros de investigación y de organizaciones mayas, que reúne a un Comité Organizador integrado por unidades académicas de la Universidad Rafael Landívar: el Instituto de Lingüística y Educación, la Facultad de Humanidades, el Centro de Estudios Humanísticos, Artes Landívar; al Instituto de Estudios Interétnicos de la Universidad de San Carlos de Guatemala; a las Facultades de Arqueología, Antropología e Historia de la Universidad Del Valle; a las organizaciones que reúne el Consejo Nacional de Educación Maya-CNEM, OKMA, al Centro de Documentación e Investigación Maya-CEDIM, CNPRE, a la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala, al Proyecto Lingüístico Francisco Marroquín, AVANCSO, UNESCO y la Universidad Autónoma de Madrid. En el Comité Organizador se discutió la importancia de relevar ciertas temáticas, que por su complejidad y profundidad, requieren de un abordaje interdisciplinario. Después de largas discusiones sobre la temática que enmarca los temas de preocupación actual, se definió el tema Los mayas: historia, discursos y sujetos (Li wunaq Mayiib’: Kitzujiil, Kitzujniik, Twunaqiil), como los tres campos de investigación sociocultural que exploraron las diversas ponencias que se presentaron: A) El de la temporalidad, que comprende continuidades y rupturas; entre las que figuran las recurrencias de estructuras culturales y v��� persistencias simbólicas ancestrales en las prácticas sociales de la vida cotidiana actual; como también los cambios, transformaciones y mutaciones en la organización y en los procesos socioculturales de los pueblos mayas. B) El del discurso, que ofrece voces, gestos, comportamientos en tanto procesos sociales como textos a ser leídos y analizados, decodificados y reinterpretados en lo que significan explícita e implícitamente. Se trata aquí de hacer emerger los significados y los sentidos, del decir y del actuar. C) El de los procesos de constitución del sujeto de la acción social. La exploración abordará aquí las prácticas de los pueblos mayas como actores sociopolíticos y el sentido que esas prácticas adquieren en la coyuntura guatemalteca y latinoamericana, la cual en 2007, se anuncia intensa y compleja. El presente volumen recopila el material presentado durante el Congreso, en los siguientes paneles interdisciplinarios: Diálogos con el pasado I y II, e Historia en prácticas I. �x x � E Chixoy, Apocalypto: la pasada violencia local como violencia simbólica globalizada Arturo Arias University of Texas at Austin Dichas masacres han sido am- pliamente documentadas e incluso la académica Victoria Sanford publicó un libro sobre las exhumaciones en esta zona. Lo que me interesaba era la relación de causa y efecto entre los elementos de esa modernización que generó una vasta destrucción huma- na y ecológica, la posterior aparición de la lucha de la población local por preservar su memoria histórica que se transformó en una lucha política internacional por exigir reparaciones y compensación del INDE por los daños sufridos a partir de �975. La preserva- ción de la memoria no es, pues, sólo una manifestación cultural, sino un esfuerzo transformativo local que en el cual, la compensación efectiva por los errores estatales del pasado, aseguraría que los pueblos afectados cuenten con los recursos y derechos para participar como sujetos libres e informados en todo futuro proceso desarrollista que afecte sus intereses. Paralelamente a este proceso, en diciembre pasado vi con horror la proyección de la película Apocalypto. Posteriormente conversamos sobre la misma con la colega Judith Maxwell, de la Universidad de Tulane, y pensa- mos participar en este mismo Congreso con un panel que analizara la misma. Mi participación se vio interrumpida al transformarse mi presencia en este Congreso en el discurso inaugural. n el presente viaje a Guatemala, vine a enterarme de los elementos del legado de la represa Chixoy, entrevistando a los miembros de la Asociación Campesina Río Negro Maya Achí (ASCRA), sobrevivientes de las masacres de Río Negro y alrededores, que tuvieron lugar entre �980 y �983. � Sin embargo, derivo aquí algunas observacionesal respecto, comparan- do la representatividad simbólica de dicha película con el proceso vivido por los expobladores de Río Negro y aledaños. Para quienes no están del todo familiarizados con los eventos vividos por los achíes de la cuenca del Chixoy, permítanme recordárselos. La represa Chixoy y su central hidroeléctrica de Pueblo Viejo fueron construidas por el INDE con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial. La construcción ya es un claro ejemplo de la globalización del capital, pues participaron corpo- raciones de Suiza, México, Estados Unidos, Italia, Alemania, Japón, India, Portugal y Canadá. La misma comenzó en �975 sin ninguna notificación a la población local. Tampoco se realizó un censo de las personas afectadas, no se adquirió legalmente el terreno para apoyar las obras de construcción de la represa y de la central hidroeléctrica, ni se adquirieron legalmente las tierras que serían inundadas por el embalse. La población se enteró acciden- talmente del proceso, al ver los inicios de la construcción. Las comunidades afectadas empezaron a pedirle cuentas al INDE. El mismo les prometió a las comunidades compensarlas con tierras nuevas, casas de mucho mejor calidad de las que poseían, agua potable, puestos de salud, escuelas, iglesias, carreteras para llegar a las mismas, camiones gratis para el transporte y comercialización de sus productos, y energía eléctrica gratis. Algunos residentes se trasladaron a los nuevos asentamientos. Al llegar, se dieron cuenta de las falsas promesas. Regresaron exigiendo compensación justa por sus pérdidas. Los demás residentes se negaron a trasladarse e intentaron negociar términos más justos. El INDE llegó a la mesa de negociación con militares armados, y sus fuerzas de seguridad masacraron a 7 personas en la iglesia de la aldea el 4 de marzo de �980. Ese mismo año fueron robados los registros de las co- munidades sobre las ofertas prometidas y su documentación de propiedad. Los dirigentes del Comité Pro-Mejoramien- to de Río Negro fueron convocados a una reunión el �0 de julio de �980 en la cual fueron desaparecidos. En con- secuencia, las comunidades afectadas se organizaron para afrontar colecti- vamente la tensión. El ejército declaró 3 que las comunidades resistentes eran subversivas y que colaboraban con la guerrilla. No ayudó en esa coyuntura que el EGP anunciara públicamente la apertura del frente Marco Antonio Yon Sosa que cubría dicha zona en ese mismo momento, y que algunos jóve- nes radicalizados participaran en las FIL. En esa situación la Policía Militar Ambulante empezó a provocar. Los di- rigentes se escondieron en el monte. El ejército entró acompañado de patrullas de autodefensa civil el �3 de febrero de �98� y obligó a los hombres a marchar a Xococ, donde fueron masacrados. Un mes después se repitieron los hechos con las mujeres y los niños, quienes fueron masacrados en Pacoxom. En mayo fueron masacrados otras 85 personas en Los Encuentros, y 9� más en Agua Fría el �4 de septiembre. Pese a ello, la población resistió. Cuando el INDE terminó la construc- ción y subieron las aguas en enero de �983, las patrullas de autodefensa y el ejército los desalojaron a la fuerza. Para entonces, diez comunidades de la cuenca del río Chixoy habían sido destruidas por las masacres: Río Negro, Los Encuentros, La Laguna, Agua Fría, Comalapa, Jocotales, Chitucán, Los Mangales, Pacaal y Hacienda Chitu- cán. Las �50 familias sobrevivientes de Río Negro, la población más afectada, fueron concentradas en el asentamien- to Pacux, en las afueras de Rabinal, al lado de la base del destacamento militar que permaneció observándolos de cerca hasta �003, en violación de los Acuerdos de Paz de �996. Ahora viene lo que a mí me inte- resaba en este viaje, por su articulación de lo global con lo local en el proceso de construcción de redes. Para obtener reparación por los daños provocados por la construcción de la represa, la comunidad de Pacux construyó redes internacionales como mecanismos de articulación de poder para sobrevivir, avanzar y poder atenazar desde fuera al Estado guatemalteco. Desde �993, abrió contacto con el Banco Mundial y el BID, y comenzó a participar en procesos internacionales de afectados por represas. En �995, “Witness for Peace” publicó un informe basado en las denuncias de la comunidad, y se realizó una campaña de presión con el International Rivers Network y Rights Action, para presionar al Banco Mun- dial. Varios representantes de Pacux viajaron a Estados Unidos y realizaron presentaciones públicas para respaldar la campaña. Como resultado, el banco 4 envió una misión de verificación a Guatemala. Asimismo, el Banco Mundial empezó a coordinar con agencias estatales y con ONGs para lograr el cumplimiento del Plan de Reasenta- miento Humano que el INDE había acordado con el mismo banco cuando inició la construcción de la represa. En este proceso lograron algunos avances, tales como la titulación de tierras a favor de los desplazados, la construcción de una colonia nueva en Cubulco y la compra de una finca para los afectados de Río Negro. Asimismo, varias ONGs apoyaron la construcción de memoriales, las exhumaciones y la construcción de cementerios para las víctimas. Surgieron también mu- seos, como el Museo Rabinal Achí, e instituciones para la preservación de la memoria histórica y cultural de la población. Pero si bien la población valora estos aspectos en todas sus dimensio- nes, para ellos sigue siendo necesario reparar los daños sufridos. Por ello, presentaron el caso de Chixoy ante la Comisión Mundial de Represas (CMR) en la reunión que tuvo lugar en Río de Janeiro, con el objetivo de ser compensados retroactivamente y restaurar los ecosistemas dañados. Dichas recomendaciones no fueron aceptadas por el BID, el Banco Mundial y el gobierno de Guatemala. Enton- ces las comunidades volvieron a los espacios globalizados, solicitando la asesoría de ONGs internacionales. En julio de �003, la Red Internacional de Ríos, Derechos en Acción y la Campaña para la Reforma del Banco Mundial entraron en coordinación con el Centro de Ecología Política de California, para realizar un estudio catastral y registral de la tierra afectada, una investigación de la documentación existente, una encuesta de las familias afectadas y una evaluación de los daños, para transformar en decreto ley la compen- sación exigida. De la anterior experiencia, y sin intentar reducir este proceso a esque- mas sencillos o simplistas, yo deduzco algunas conclusiones importantes: Primero, la comprensión de que parte del fenómeno de la represión es- taba claramente enmarcado dentro de un marco de modernización acelerada implementada desde arriba, incapaz de articular ningún tipo de conectividad con la población local, que ya desde 5 ese entonces le disputaba el control del desarrollo al poder ladino. Segundo, que en esta moder- nización acelerada operaban ya in- tereses globalizados que estuvieron involucrados en la construcción de la represa, pero que fueron detectados de manera más fuerte sólo hasta finales de los ochentas. Tercero, que el grado tan intenso de violencia y de absoluta impunidad ejercida por el ejército guatemalteco fue también resultado de la subalter- nización de la mayoría de la población maya, y con el racismo concomitante generado por la colonialidad de poder que la mantuvo sumida en ese estado. El mismo generaba una invisibilidad simbólica que autorizaba al ejército guatemalteco a ejercer la represión más salvaje ante los ojos de la hege- monía ladina y del mundo occidental, precisamente porque la población maya no era concebida como inte- grada por sujetos modernos. Quienes financiaron la represa del Chixoy y la guerra de contrainsurgencia podrían reconocer algunos rasgos positivos en la misma, pero sujetosa la misma colonialidad de poder, concordaban con el ejército guatemalteco que, para ser moderna, la población debería asimilarse al estado ladino, integrarse, y aculturarse. Esto implicaba el reco- nocimiento tácito del dominio ladino, que justificaba el apoyo brindado al estado contrainsurgente. Pero, ya desde la misma guerra, la población maya estableció contactos de diferente índole con el exterior. Este proceso rompió el imaginario tradi- cional. La “humanizó” ante los ojos de minorías occidentales conscientes, que empezaron a sentir empatía con sus luchas, su dolor y su cultura. Por mucho que se tratara de una defensiva búsqueda de protectores y mediadores, estos contactos generaron nuevas redes de solidaridad que permitieron por pri- mera vez articular voces mayas en es- pacios globalizados, que iban desde los pasillos de las Naciones Unidas, hasta redes de académicos estadounidenses y europeos de diferentes especialidades pero preocupados fundamentalmente por la suerte de la población maya, organizaciones internacionales de mujeres, nacientes organizaciones ecológicas, grupos religiosos, hete- rogéneas asociaciones ciudadanas y hasta individuos, que veían con buenos ojos, la emergencia de poblaciones subalternas que rompían la hegemo- 6 nía eurocentrista occidentalizante que caracterizó la modernidad. Estas nuevas redes de contactos fueron decisivas para la articulación de las demandas de la población maya en las negociaciones de los acuerdos de paz. Lo fue también para la obtención de fondos para el desarrollo, como lo evidencia el ejemplo de la Asociación Campesina Río Negro Maya Achí (ASCRA). Gracias a estos contactos, en ciertos espacios internacionales los mayas pasaron de la invisibilidad anterior, a ser concebidos como una cultura cuya riqueza transformaba la reductiva mirada tradicional eurocén- trica de las Américas. Su “aparición” en los espacios internacionales generó nuevos desa- fíos representacionales al constituir su presencia imaginarios simbólicos alternativos que problematizaban la naturaleza colonial de los esta- dos-naciones latinoamericanos. Su posicionamiento y las estrategias des- plegadas para hacer valer su relación privilegiada con su cultura alteraron la propia comprensión del concepto de cultura, que tuvo que ser re-teorizado y re-problematizado desde la perspectiva de la colonialidad del poder. Ante los ojos de muchos académi- cos, artistas, organismos vinculados con el desarrollo, o agencias de promo- ción cultural repartidas por el mundo, la cultura maya se hizo presente pri- mero, adquirió valor después y generó admiración por último. Con su recién ganada visibilidad, la cultura maya resignificó la problemática de la colo- nialidad de una manera fundacional. En espacios globalizados, la cultura maya levantaba la problemática de la confluencia de la nación con clases, etnicidad y subjetividad, Evidenciaba nuevas maneras de producir identi- dades nacionales, así como la tensa negociación del pluriculturalismo en el continente. Organizaciones como la ASCRA ponían en relieve el hecho de que los productores alternativos de conocimiento se transformaban en los proveedores de un conocimiento autogenerado, uno que se originaba en sitios que no eran ni tradicionales ni convencionales, rompiendo el mito de que la información y el aprendi- zaje sólo podían ser producidos por académicos cosmopolitas, o bien por medio del ejercicio disciplinario de las instituciones académicas. Con este giro, organizaciones como la ASCRA evidenciaron como habían provincia- lizado a los críticos cosmopolitas, a las 7 instituciones académicas tradicionales y a toda la maquinaria productora de conocimiento en general. El crecimiento de los movi- mientos étnicos como el maya generó escenarios en los cuales intelectuales orgánicos subalternizados pudieron encontrar su voz, identificar sus públicos y participar en acciones políticas abiertas. Este proceso en su conjunto también evidenció la emergencia de una nueva geopolítica del conocimiento, la cual mezcla el conocimiento de las bases con el activismo político. También ilustró la habilidad de muchas comunidades subalternizadas para multiplicar las lí- neas de escape, por medio de las cuales lograba insertarse dentro de diferentes texturas globalizadas, construyendo así espacios paralelos controlados por ellos mismos que operaban dentro de cuerpos foráneos. Es en este contexto que nosotros tenemos que entender la emergencia de una reacción eurocéntrica que, a la defensiva, pero operando dentro de es- tructuras de poder globalizadoras que reafirman su posicionalidad, intenta reimponer los valores occidentales y la estructura vigente de la colonialidad del poder en los espacios simbólicos y dentro de los imaginarios sociales. La misma se manifestó ya con el libro de David Stoll atacando a Rigoberta Menchú, pero cobra ahora un cariz más globalizado y más dañino con la aparición de una película como Apocalypto. Me imagino que la trama es conocida por todos. La película no es en realidad sobre los mayas, sino un drama de acción del subgénero denominado “action-chase,” en el cual el suspenso es articulado visceralmente por el hombre que huye para defender su vida. Este tipo de películas han abundado en Hollywood desde sus inicios y continuarán existiendo por mucho tiempo, siempre con escasas pretenciones de seriedad. Son aventuras escapistas que en época reciente se han llenado de sangre, pero que siempre han sido limitadas en su marco imaginativo como para constituirse en auténticos desafíos de orden simbólico. No pasan de ser entretenimiento violento. Su director, una polémica fi- gura que nada a contracorriente del establishment hollywoodiano, alegó intentar una alegoría política entre el 8 pasado “maya” y el presente occiden- tal, argumentando que las mismas fuerzas destructivas que acabaron con la cultura clásica maya –destrucción ambiental, consumo excesivo y corrup- ción política– están ocurriendo en el presente. En esta tenue lógica cruda la alegoría intencional sería la de compa- rar la cultura maya con el occidenta- lismo anglosajón y la llegada final de los españoles con el fundamentalismo musulmán. Pese a ello, el contexto extra-textual del director, conocido por su militancia en una secta católica fundamentalista, determina la lectura simbólica. De igual manera, el análisis crítico de las imágenes representadas evidencia lo contrario. La película sintetiza mal aproxi- madamente mil años de una compleja y abigarrada historia de complejas ten- siones entre el valle central de México y las zonas mayas de Guatemala y Yucatán, articulando un esencialismo que confunde todas sus prácticas cultu- rales. Rasgos mexicas del �400 al �500 aparecen representados como mayas clásicos, y la llegada de los españoles como la consecuencia del ocaso del período maya Clásico. La tensión dra- mática gira en torno al sacrificio. Di- cha representación presumiría que la única razón de ser de la cultura maya, y la única justificación de la existencia de pirámides, sería la de los sacrificios humanos, gesto racista que estereotipa la cultura. El sacrificio se hace en una pirámide del período Clásico, pese a que se pretende representar el inicio del siglo XVI según el calendario oc- cidental. El templo aparece decorado con elementos estilísticos Puuc, que aparecieron siglos después de que se dejaran de emplear estructuras arqui- tectónicas como las del período Clásico. Asimismo, son representados murales de épocas y culturas diferentes, como los de Bonampak y los de San Bartolo, combinados con rasgos de Teotihuacán e imaginería mexica. En fin, la lista de errores es larguísima, quizás las más ofensiva sean la de la existencia de cuerpos humanos pudriéndose al lado de sembradíos de maíz, grotesco eco de masacres como la de Río Negro que delineé hace algunosinstantes y evocación insensible de sus traumáti- cas exhumaciones. Ofende también el uso de seres humanos como blancos para las prácticas de tiro, por ser no sólo falso históricamente, sino evocar también el eco de las recientes masacres. La aparición final de las carabelas y el 9 desembarco del cura con la cruz, legitima la cristiandad occidentalista como único mecanismo de poder válido para salvaguardar las vidas de los mesoamericanos victimizados por sus decadentes élites corruptas con sus estilos de vida extravagantes, sus guerras endémicas y su abotagado estilo de vida antihumanista. Todo director de cine argumenta que ejerce libertad poética con fines estéticos y que intenta mantener un equilibrio entre la autenticidad histó- rica y la tensión dramática que entre- tiene, provee emociones al espectador y garantiza el éxito. Sin embargo, esto suele darse en un contexto en el cual su público ideal se encuentra plenamente familiarizado con el contexto histórico, el cual en el cine hollywoodiano ha consistido de la metanarrativa occi- dentalista heroica. En el caso de Apocalypto, tene- mos una representación etnopolítica en la cual la sociedad referenciada ha permanecido invisibilizada durante siglos ante ese público occidentalista ideal enmarcado por valores anglo- sajones articulados por la colonialidad del poder. Entonces, el proceso de empatía con los personajes y culturas representadas se rompe. En consecuen- cia, la identificación epidérmica con los personajes no se produce, homoge- neizando las texturas no occidentales y reduciéndolas en su conjunto a un nivelamiento exótico que desbarata cualquier otredad, generando tan solo la repetición de simulacros. Apocalypto es un simulacro que precluye cualquier discurso contrarrepresentacional, pre- tendiendo diversificar, pero en realidad homogeneizando. Lo “alienado” de la cultura representada ante el ojo occidental impide desestabilizar los paradigmas del conocimiento colonial occidental, de manera que no se pro- duce una fusión entre ese mundo occi- dental y la subalternidad indígena. No se produce relación dialógica que rom- pa el estereotipo de la representación de la matriz subalternizada. El potencial posicionamiento antioccidentalizante es barrido hacia el mercado capitalista que lo transforma en melodramática conciencia globalizada. Finalmente, el director de la mencionada película tiene poder total para bloquear la revisión de narrati- vas desde puntos de vista diferentes, que puedan emerger dentro de su ideologizado esquema. Por razones de tiempo, reduzco esto a una anécdota. �0 Hacia fines de marzo, el director llegó a promover su película al departamento de cine de la Universidad Estatal de California en Northridge. La profesora guatemalteca Alicia Estrada se enteró porque un estudiante maya suyo se lo informó y le pidió que asistiera al evento para levantar algunas de las problemáticas señaladas en este mismo trabajo. Cuando la profesora Estrada, muy cortésmente, levantó la mano y, al recibir la palabra, inició una breve crítica de la película, el director no la dejó terminar. La interrumpió, acusán- dola de todo tipo de cosas con lujoso empleo de groserías verbales. Apenado, el estudiante maya quiso intervenir, pero ni siquiera se le permitió hablar. Para colmo, los estudiantes de cine allí presentes empezaron a abuchear a la profesora Estrada y al estudiante maya y a pedir que se salieran. Un guardaes- paldas del director saltó hacia ellos, les mostró una pistola bajo el saco y los obligó a desalojar el salón. Al día siguiente, en todas las noticias televisivas de Los Angeles apareció un clip de pocos segundos de la profesora Estrada en el cual se decía que intentó interrumpir al director con despliegue de mala educación. La fa- mosa revista hollywoodiana US Weekly sacó una pequeña columna en la cual se reproducía una foto y contenido similares. La profesora Estrada recibió amenazas telefónicas anónimas y tuvo que explicarse ante su decana. Colegas suyos empezaron a hacerle el feo y a distanciarse de ella. A guisa de conclusión, podemos ver que la violencia real sufrida a nivel local en el pasado reciente reaparece hoy bajo nuevas formas globalizadas a nivel simbólico, como consecuencia y producto de la geopolítica del cono- cimiento. Al hacerse visible la maya- nidad en la modernidad globalizada, también abrió la puerta para que el saber occidental intentara recuperar y reposicionar ese mismo conocimiento subyugado. Por ello, los ejemplos que trabajé representan dos polos opuestos de la nueva articulación de lo local dentro de lo global. Los avances de la ASCRA no hubie- ran sido posibles dentro del marco del Estado guatemalteco. Necesitaba redes internacionales como mecanismos de articulación de poder para sobrevivir, avanzar y presionar desde fuera. Pero esa misma visiblidad hace que los diseños globales generen nuevas formas de colonialidad para preservar �� sus hegemonías tradicionales. Por ello aparecen en el orden simbólico productos culturales como Apocalypto o como el libro de Stoll, que intentan desacreditar las iniciativas subalterni- zadas, restarles agenciamiento. Pero así como la ASCRA fue una respuesta constructiva ante las masacres, algo similar sucederá en el espacio cul- tural y en el terreno de lo simbólico para contrarrestar las lamentables masacres simbólicas representadas por Apocalypto a nivel mundial en los espacios globales. �� �3 Aportes de la arqueología a los mayas actuales y los aportes de los mayas actuales a la arqueología Iyaxel Cojtí Avexnim Cojtí Diego Vásquez L a arqueología guatemalteca, ya sea como medio para conocer el pasado y/o como instrumento de legitimación ideológica, ha desempeñado diferentes pape- les a través de la historia. Los usos que se le ha dado han respondido al contexto sociopolítico en el que se desenvuelve, que van desde legitimar un discurso nacio- nalista que promueve la vinculación de toda la sociedad bajo un mismo pasado, como se dio en el período Liberal, a una disciplina que enajena a la sociedad o a ciertos sectores de la sociedad de su pasado, como ocurre actualmente con la población maya descendiente�. � Es necesario aclarar que existen varios tipos de arqueólogos por lo que muchos de los comentarios que aparecen en esta ponencia no son generalizados. En el contexto sociopolítico presente, la arqueología se desen- vuelve dentro de una sociedad cuyo Estado hace poco reconoció su mul- ticulturalidad, y en donde la po- blación maya ha luchado para que se reconozcan sus derechos e iden- tidad en una sociedad excluyente. El objetivo de esta ponencia es mostrar la incidencia directa o indi- recta que han tenido los conocimien- tos generados por los arqueólogos en las percepciones que se tiene de los mayas actuales, y la forma en como los mismo mayas se apropian y re- significan estos conocimientos para la reivindicación de su cultura. De esto surge la necesidad de establecer una arqueología más comprometida, ética y políticamente, con la sociedad guatemalteca, en especial con la po- blación indígena, quienes como des- cendientes del “objeto de estudio”, han participado de forma mínima en la construcción de su pasado. Por otro lado, se desea resaltar el valor de los conocimientos tangibles e intangibles de los mayas actuales, para mejorar el entendimiento y las �4 interpretaciones de los restos que dejaron los mayas prehispánicos. El reto ahora es ver que tan viable puede ser unir los dos tipos de cono- cimientos –el científico y el tradicio- nal– y las implicaciones políticas, sociales y culturales que esto conlleva. Trasfondo histórico El rompimiento histórico entre los grupos indígenas y su pasado “maya” no es algo exclusivo del trabajo arqueológico, sino que forma parte de un universo simbólico que comenzó a gestarse desde la Colonia, y que se ve ejemplificadoen la idea de la degeneración del “indio” (Taracena, �00�). Los españoles conocían la conexión de los “indios” coloniales con algunas de las ciudades prehispánicas Posclásicas: sin embargo esta relación fue progresivamente interrumpida con el fin de romper con una tradición e historia que amenazaba la imposición efectiva de una nueva cultura. Entre las estrategias que los espa- ñoles utilizaron para la subyugación de las poblaciones locales estaban: la reducción de la población indígena en pueblos (“pueblos de indios”), el establecimiento de un nuevo orden político (las “dos repúblicas”), y la destrucción de ciudades, altares y li- bros (considerados sagrados) de va- rios pueblos mayas. Estas estrategias garantizaron –en apariencia– una sumisión social, física, cultural y mental de las poblaciones indígenas. A pesar de esto, existieron muchos esfuerzos de los indígenas por mantener su cultura y reclamar sus derechos ante un nuevo orden, entre ellos la elaboración de textos como el Popol Vuh, el Memorial de Sololá, el Título de Totonicapán, entre otros, con los cuales deseaban preservar su historia prehispánica, sus mitos de origen, el derecho sobre sus territorios, y apelar su legitimidad ante el sistema colonial (Chinchilla, �999: �00). Otra expresión de resistencia fue la conservación de las prácticas es- pirituales antiguas por descendientes mayas, quienes visitaron y aún siguen visitando los sitios arqueológicos a los que consideran como centros de co- nexión espiritual con los antepasados. Tal práctica es observable entre los lakandones con el sitio de Bonampak (Boremanse, �998), los yukatekos en el sitio de Oxkintok (Rivera y Arma- dor, �997), los k’iche’s en Q’umarkaj, los kaqchikeles en Iximche’ y los q’eqchi’es en Cancuén (García, �00�) entre otros tantos ejemplos. �5 El interés por estudiar las dis- tintas etnias mayas y los diferente si- tios arqueológicos fue mínima en la Colonia� . Surge en el siglo XVII, como resultado de un sentimiento localista entre los criollos, marcando los ini- cios de una idea de “nación guate- malteca” que tendría sus frutos hasta el siglo XIX. Uno de los ideólogos de este tiempo fue Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, quien en su libro Recordación Florida (�93�), elogió el paisaje que lo rodeaba, incluyendo la naturaleza y la población indí- gena. A pesar de conocer la relación entre los indígenas coloniales y los si- tios arqueológicos Posclásicos del al- tiplano, se justificaba la apropiación de los sitios y de sus habitantes por el hecho de que sus antecesores espa- ñoles los descubrieron y conquistaron. Posterior a la Independencia de �8�� y con la llegada de Rafael Ca- rrera al poder – con los subsecuentes temores a una “guerra de castas”3 (Taracena: �997)– se comenzó a valorar el potencial nacionalista de los vestigios arqueológicos. Algunas exploraciones, tanto de nacionales como de extranjeros, son una mues- tra de ello4. Pero fue con el esta- blecimiento de los liberales en �87�, que se comenzó a construir una idea de nación guatemalteca que estaba sustentada en gran parte en una su- puesta “grandeza prehispánica”, la cual pasó a pertenecer a todos los guatemaltecos. El arquetipo de “lo guatemalteco” fue, desde entonces, lo ladino, entonces los sitios arqueo- lógicos pasan a ser pasado del ladino. Los inicios de la investigación arqueológica De los primeros viajes explorato- rios a inicios del siglo XIX se pasó a trabajos de carácter investigativo a finales del mismo siglo y continuaron a lo largo del siglo XX. Los arqueólo- gos y exploradores más famosos de � Para exploraciones en sitios arqueológicos en la Colonia, ver Fuentes y Guzmán, �93�. 3 El temor a que en Guatemala sucediera una réplica de lo que, por entonces, estaba sucediendo en el norte de la península de Yucatán y Chiapas, motivó a las elites guatemaltecas a tratar de entender mejor al indígena e incluirlo en el emergente proyecto de nación. Posteriormente, dicha inclusión conllevó al proyecto asimilacionista de los gobiernos liberales. 4 A finales de la Colonia se llevaron a cabo algunas expediciones al sitio de Palenque (entonces parte del Reino de Guatemala) en los años de �784, �785, �786 y en �804-05 con Dupaix. Posterior a �8��, varios exploradores llegaron a la región en búsqueda de aventuras y civilizaciones “perdidas”. Tal es el caso de Waldeck, Stephens y Walker como exploradores extranjeros, y a Rivera Maestre (�834) y Ambrosio Tut y Modesto Méndez (�848) como guatemaltecos. Por esa época también Gavarrete realizó exploraciones en el área de Cotzumalguapa, Escuintla. �6 esa época fueron: Alfred Maudslay, Teobert Maler, Sylvanus Morley y Alfred Tozzer, y especialistas en et- nohistoria y etnología como: Ralph Roys, William Gates, Oliver La Farge, Frans Bloom entre otros, quienes im- pulsaron los llamados estudios con- juntivos5 (Freidel, et. al., �999: 4�). Este tipo de trabajo, reforzado con los documentos coloniales, solidificó la percepción de la relación cultural- histórica entre los mayas modernos y los que habitaron los sitios pre- hispánicos. Fue entonces cuando se comenzó a incorporar a los mayas vivientes en investigaciones arqueo- lógicas, como fuentes de analogías para interpretar el récord arqueo- lógico (Yaeger y Borgstede, �004). Uno de los mayistas más famo- sos de mediados del siglo XX fue el inglés Eric Thompson, quien usando la información heredada de todos sus predecesores, formó la visión clásica de los antiguos mayas. Aparte de creer que los habitantes prehispánicos eran sacerdotes pacíficos que se dedicaban a perfeccionar sus cálculos astronómi- cos, él también defendía la idea de que las distintas expresiones culturales de los mayas contemporáneos les fueron heredadas de los mayas prehispánicos del sector campesino y de los plebeyos, cuya cultura difería a la de la elite (Freidel, et. al., �999: 43). Con esta afirmación, Thompson declara ex- plícitamente, que la riqueza cultural de la elite desapareció, mientras que la cultura de los sectores más bajos sobrevivió, y es la que se observa en la población indígena actual. A partir de los años de �950, la visión romántica de Thompson comenzó a ser supera- da por ideas mejor sustentadas. Esta nueva generación de investigadores estuvo encabezada por investigadores como Yuri Knorosov (en Rusia), Ta- tiana Proskouriakoff, Jeremy Sabloff, Heinrich Berlin, Michael y William Coe, entre otros. Para este momento, la disciplina arqueológica teórica y práctica estaba en manos de académi- cos extranjeros, dejando una mínima participación a estudiosos guate- maltecos de ingresar a estos estudios (como los hermanos Villacorta), y en el caso de los indígenas, éstos eran incorporados simplemente como ob- jetos de analogías y como jornaleros. 5 Los estudios conjuntivos son los trabajos de investigación que combinan información arqueológica, antropológica, etnológica y etnohistórica. Su principal impulsor fue Franz Boas (Yaeger y Borgstede, �004). �7 La arqueología de Guatemala actualmente La forma como se desarrolla ac- tualmente la arqueología difiere de la que se hacía hace un siglo, debido a los avances en la tecnología y en los métodos empleados para analizar el registro arqueológico. Lo anterior se da también por el aumento de la participación de guatemaltecos en las investigaciones arqueológicas, sin embargo, la relación con la mayoría de la población indígena sigue siendo la misma. A pesar del aumento de ar- queólogos guatemaltecos, la produc- ción teórica y administración de la mayoría de los proyectos se encuen- tran bajo la dirección de arqueólogos extranjeros, quienes establecen sus perspectivas académicas a los inves- tigadores guatemaltecos. De igual forma, los arqueólogos, tanto ladinos como indígenas, que han continuado sus estudios superiores en el extran- jero, aprenden y adoptan la forma de hacer arqueología propiade las uni- dades académicas de donde egresan y las reproducen en sus investigacio- nes en Guatemala. Como lo men- cionan Politis y Pérez (�007:353), la poca propuesta de los arqueólogos latinoamericanos es la consecuen- cia de su subordinación intelectual, que dicho en otros términos corres- ponde a la dependencia económica y política de los países de esa región. En Latinoamérica, solamente ha existido en el campo arqueológico una propuesta teórica y metodológi- ca, llamada “arqueología social latinoamericana”. Concebida en la década de �970, esta corriente basada en el marxismo tenía una perspectiva enfocada en la crítica hacia la su- bordinación teórica y epistemológica de la arqueología en el continente y en la reivindicación de una postura política radical a los problemas socia- les. Su impacto fue temporal en Gua- temala, quizás se debió a la fuerza de la corriente procesual (manejada principalmente en los Estados Uni- dos), por su poca aplicabilidad y por el contexto de represión a los movi- mientos revolucionarios marxistas de esa época. Esta corriente procesual no fue mal vista, en Guatemala, por las dictaduras militares de entonces, probablemente porque su base neo- positivista y “neutral” no represen- taba peligro para el Estado y, además, los mismos arqueólogos asumieron el rol de “científicos puros” más que sociales, dejando a un lado la reali- dad social (al menos explícitamente) de ese entonces. Como lo mencionan Sharer y Ashmore (�993:�3), quienes siguen la lógica de la arqueología �8 procesual para estudiar al pasado, los arqueólogos han desarrollado una se- rie de métodos para descubrir, recavar, preservar, describir y analizar el regis- tro arqueológico. También se ayudan de una teoría que les provee de las formas para interpretar la evidencia arqueológica y les permite describir y explicar el pasado. De esta corriente no existe ninguna referencia al pa- pel de la arqueología en la sociedad actual ni muchos menos a su rela- ción con las poblaciones indígenas. Aunque la arqueología procesual no resultó ser peligrosa para el siste- ma autoritario imperante, sí lo fue y lo es para los descendiente mayas por dos aspectos: primero, porque una ar- queología “neutral”, en un contexto como el guatemalteco, sólo sirve para sustentar el orden social existente (que es excluyente y racista) por su falta de compromiso con la sociedad y por no cuestionarla (Shanks y Tilley, �987a: �89); y segundo, porque al considerar los procedimientos científicos como la base de sus investigaciones, excluye otras forma de interpretación (que no siguen el patrón del racionalismo occidental), y por ende limita la par- ticipación de los mayas actuales en la construcción de la historia y cultura de sus antepasados desde su propia visión. Otra consecuencia negativa de esta situación es que niega a la población indígena el derecho a de- clararse como descendientes de los mayas prehispánicos, ya que son los arqueólogos los que definen qué y quién es o no es “maya”. En Guate- mala, gran parte de los arqueólogos guatemaltecos siguen usando como base la corriente procesual modifi- cada, o siguen la que se emplea en los proyectos en donde trabajan; sin em- bargo, ésta no les ayuda a diversificar sus actividades fuera de los proyectos y del ámbito investigativo hacia otros campos de aplicación más social. Aportes de la arqueología a los mayas actuales ¿Pero entonces cuáles son los aportes de la arqueología a los ma- yas actuales? La respuesta es que los arqueólogos trabajan principalmente para la ciencia, para sus unidades aca- démicas y para producir conocimien- tos destinados al mercado intelectual y comercial, por lo que sus aportes a la población maya actual son indirectos, inclusive involuntarios. Reconoce- mos que existen algunas excepciones como el Proyecto Cancuén, los talleres de epigrafía de Nikolai Grube en Anti- gua Guatemala, el proyecto Q’umakaj en Quiché, y los talleres ofrecidos por la Universidad de Austin, Texas, �9 en donde existe una relación más directa con la población indígena. Se dice que la mayoría de los aportes son indirectos, ya que algunos de los conocimientos que generan los arqueólogos en sus investigaciones, son reapropiados y resignificados por los mayas actuales, para reivindicar y revitalizar su cultura a través del uso de varios rasgos culturales de los ma- yas prehispánicos. Tal es el caso de la escritura jeroglífica y la iconografía, la cual en tiempos prehispánicos estu- vo asociada con la política y el poder, por lo que no es sorprendente que los mayas actuales las hayan recaptura- do con similares asociaciones (Sturm, �996:��6). Es por ello que muchos líderes indígenas, organizaciones, y diferentes instituciones que luchan por la causa maya, emplean la icono- grafía y la escritura prehispánica en sus libros, emblemas, folletos y otros recursos de divulgación. También existen expresiones de la simbología maya en los artículos de uso diario y en diferentes espacios, vemos enton- ces, en el caso de las mujeres, el uso de los símbolos de los días del calendario maya en sus joyas, en los diseños de fajas y güipiles, en los bordados de las camisas de los hombres y en las agendas de uso diario, entre otros. Un componente cultural que ha sido re- cuperado por los indígenas (aunque no por todos) y que posee un fuerte significado es el calendario maya. En especial el calendario sagrado llama- do ch’olq’ij, cuyo uso va desde el con- teo del tiempo hasta su uso como guía de las actividades diarias. En necesa- rio aclarar que el conocimiento y uso de este calendario ha sido ininterrum- pido desde tiempos prehispánicos gra- cias a los practicantes de la espiri- tualidad maya llamados Ajq’ijab’6. Esta idea de continuidad entre los mayas del período Clásico y los mayas actuales de Guatemala no es del todo aceptada por muchos ar- queólogos y gran parte de la sociedad guatemalteca. Esto debido a que no existe evidencia concreta que expli- que lo que le sucedió a la elite maya (que es el “objeto de estudio” de los arqueólogos) después del denomina- do “colapso” en Petén. Sin embargo, la tarea de buscar a los descendien- tes directos de esta elite es una tarea casi imposible por diversas razones, ente ellas: el hecho de que la zona fue abandonada tras la migración de 6 Por otro lado, también se ha retomado simbólicamente la llamada Cuenta Larga, este calendario cuenta el tiempo transcurrido desde un año cero de los mayas prehispánicos hasta nuestros días, es por eso que ahora nos encontramos en el año 5��3 (según el Programa Educativo Pop Noj). �0 sus ocupantes, por el transcurso de tanto tiempo desde el colapso hasta nuestros días, por la inexistencia de registros escritos que especifiquen esa descendencia y por los cambios que se dieron durante la Colonia. Por ende, muchos arqueólogos aceptan la idea de que los posibles des- cendientes son los que están lingüísti- camente más cercanos al idioma que hablaba la elite maya prehispánica, que era el Chol Clásico (Grube, �00�:�57). Por lo tanto, los ch’orti’s actuales, cuyo idioma es el más cerca- no al que hablaban los mayas pasados, sería la población más cercana a los descendiente de los mayas del período Clásico, incluyendo los yukatekos quienes siguen ocupando los territo- rios de sus antepasados y cuyo idioma es muy afín al chol (ibíd., �57), y los mopanes y los itza’es quienes fueron los que ocuparon Petén antes de la venida de los españoles (Caso, �00�). Esta visión es un tanto estática y simplista ya que se determina la cer- canía de lo “puramente maya” por medio de la identificación de rasgos culturales parecidos a los que poseía la elite maya (que es el referente de comparación). Esto omite el paso de más de mil años en donde pudieron haber sucedido diferentes aconte- cimientos históricos y políticos que influyeron en la conformación de la identidad y etnicidadde los mayas actuales. Los más de seis millones de mayas que actualmente viven en México, Guatemala y Belice hablan 3� diferentes idiomas que son afines, debido a que se remontan a la misma raíz: el protomaya, que según Grube (�00�: �54), se creó hace 4000 años en los Altos de Guatemala. Además del idioma existen otras similitudes culturales entre las diferentes comu- nidades lingüísticas como en los ali- mentos, el vestuario, en las relaciones sociales como con la naturaleza, entre otros. Es por esto que se puede afirmar con seguridad que la población maya actual es descendiente de la cultura maya aunque no de su elite, inclusive de una cultura más amplia como es la mesoamericana. Como lo dice Ba- rrientos (�005: �63) la gran variedad de grupos étnicos mesoamericanos han tenido una ideología en común, y aunque ha sido influenciada por ideas provenientes de otras regiones del mundo, han mostrado la continuidad de sus elementos más fundamentales. Los aportes de la población maya actual a la arqueología Es en este punto en donde puede visualizarse el aporte de los mayas ac- �� tuales a la arqueología en el campo académico. Muchos arqueólogos na- cionales y extranjeros han integrado en sus interpretaciones sobre los mayas del Clásico datos etnográficos sobre la cultura de diversos pueblos mayas ac- tuales, incluyendo los libros sagrados como: El Popol Vuh, el Memorial de Sololá, los relatos del Rabinal Achí, entre otros. Como lo dice el arqueólo- go mexicano Miguel Rivera, que tra- baja en Yucatán, en el sitio arqueo- lógico de Oxkintok: “no puede haber algo más subyugante que identificar en el registro arqueológico elementos, hechos, conductas, vestigios de sitios, que tengan obvio reflejo en la cultura de las colectividades indígenas actua- les”. Luego prosigue diciendo que “a veces la fortuna de los arqueólogos provoca que tengan una gran descon- fianza hacia las interpretaciones so- bre el material arqueológico…. del pueblo maya” (Rivera, �997: ��4). Esto indica que, cuando con- viene, los mayas actuales son uti- lizados indirectamente para ayudar a interpretar parte del registro arqueo- lógico, pero al mismo tiempo se les niega el derecho de interpretarlos de forma directa, ya que su visión no es considerada como objetiva, más bien es visto como mitología y tradición oral (Montejo, �005). Como se men- cionó anteriormente, los aportes de los mayas actuales a la arqueología también son indirectos, ya que los datos que se emplean sobre las po- blaciones indígenas actuales son citados de trabajos de investigadores que sí han tenido contacto directo con ellas, tal como lo hicieron varios de los primeros exploradores y ar- queólogos, y como lo siguen haciendo los antropólogos en la actualidad. Es así como muchos arqueólogos han aprendido de sus antecesores so- bre cosmovisión y cultura maya pre- hispánica y actual, por lo que ahora pueden interpretar varios rasgos del registro arqueológico sin necesidad de recurrir a las poblaciones mayas ac- tuales. Esto implica que, desde el ejer- cicio de la profesión, se reduce el espa- cio de interacción entre arqueólogos y la población maya actual, lo cual conduce a la desaparición de la obli- gación de los académicos de devolver algo a las poblaciones indígena, in- clusive a los guatemaltecos en gene- ral. Otro problema, muy recurrente en el quehacer arqueológico, es el hecho de que muchos arqueólogos creen que con el conocimiento etnográfico y et- nohistórico que se posee, ya se tienen las nociones básicas para realizar una buena labor interpretativa, sin tomar en cuenta que el conocimiento �� obtenido por medio de estas fuentes sólo son una pequeña parte de lo que probablemente fue y es el sustrato cultural maya y mesoamericano. Esta compleja situación también ha provocado que los arqueólogos no tengan que responder ante ninguna autoridad que no sea el IDAEH (Insti- tuto de Antropología e Historia) para investigar los sitios arqueológicos, al igual que el Estado se ha aprovechado de esto para administrar estos sitios sin ninguna restricción más que la misma ley que él ha creado. Los ar- queólogos guatemaltecos, aunque no todos, a diferencia de los arqueólogos extranjeros, pueden tener mayor difi- cultad para acercarse a los mayas ac- tuales o darles mayor participación en las investigaciones, ya que el hacerlo significaría darles reconocimiento y poder sobre su vínculo con los mayas pasados, y poner en riesgo la idea de lo maya como cultura nacional. Es evidente que esta postura no es tan generalizada, sin embargo a través del ejercicio de la profesión y en el discurso de algunos arqueólogos esto se ha afirmado implícitamente. Por ejemplo, en un debate sobre la pelícu- la Apocalypto en donde asistieron varios profesionales no indígenas de las ciencias sociales, una arqueóloga afirmó: que “no debemos ofender- nos ante el trabajo de un extranjero (refiriéndose a Mel Gibson), ya que nosotros somos los que conocemos nuestra cultura”. Con esa frase ella estaba reproduciendo la idea de que lo maya forma parte del folclor na- cional, el cual no incluye del todo a la población indígena ya que los ar- queólogos presentes (con excepción de uno) se enfocaron en hablar de los errores temporales, históricos y cul- turales de la película, sin concentrarse mayormente en el contexto social en donde se desenvuelve, incluyendo los reclamos que muchos indígenas hi- cieron por diferentes medios. Por otro lado, cuando ella dice que “nosotros conocemos nuestra cultura” en reali- dad se está refiriendo a su círculo de académicos, ya que son los arqueólo- gos los que producen y manejan los conocimientos sobre los mayas pre- hispánicos, y no los indígenas ni la sociedad guatemalteca en general. Otro motivo del por qué en el debate sobre Apocalypto, no se hizo mayor énfasis en el contexto social e histórico en la que se desenvuelve, se debe a que los arqueólogos (aunque no todos) en su afán de “neutralidad” política, se han distanciado bastante de los debates más recientes sobre la rea- lidad social actual en Guatemala, los que por supuesto han incluido temas �3 como el racismo y la descolonización del conocimiento. Sería factible pen- sar, incluso, que muchos arqueólogos guatemaltecos han preferido seguir esta disciplina para poder trabajar en algo que consideran suyo (lo maya prehispánico), sin confrontar sus pro- pios prejuicios sobre las comunidades indígenas actuales. Esto tiene sentido si se ve que en la antropología, por ejemplo, esto es más difícil ya que el sujeto que es estudiado puede llegar a cuestionar directamente al académi- co con respecto al trabajo que realiza, en cambio en la arqueología no hay nadie vivo (al menos no los sujetos que son objeto de estudio directo) que confronte la actitud del arqueólogo. Conclusiones: hacia una ar- queología consciente y social Los aportes hacia la construcción de disciplinas sociales más conscien- tes de sí mismas y de su papel en la so- ciedad (que iniciaron desde la década de �970 con Clarke en Europa) han tenido su impacto en la arqueo- logía7. Sin embargo dichos aportes entraron en contradicción –en su mayor parte– con el “imaginario de lo maya” ya establecido en las mentes de muchos académicos tanto gua- temaltecos como extranjeros. Por lo tanto, muchos de estos nuevos aportes humanísticos fueron aceptados de forma parcial por los arqueólogos, incorporándolos en su quehacer co- tidiano para así estar de acuerdo con lo “políticamente correcto” de este período histórico. Es de resaltar que si bien muchos de estos académicos probablemente asumieron parte de este nuevo discurso “ético” de forma sincera, en muchos casos esto no sig- nificó que transformaran su forma de ver el mundo (tanto laboral como personal) ni sus relaciones con los pueblos indígenas, ni con la socie- dad en general. Actualmente, lo que se necesita son visiones y modelos de arqueologíaque vayan acordes a la realidad plural y étnica del país y que dejen su presente neo-colonial. Esto, en primer lugar, porque los mayas ac- tuales son descendientes de la cultura 7 Los trabajos teóricos de David Clarke (�973) ya cuestionaban el papel del arqueólogo en la sociedad contemporánea. Posteriormente, a mediados de la década de �980 los trabajos de Ian Hodder (�985; �986; �986a) cambiaron mucho del pensamiento arqueológico e iniciaron la llamada Arqueología Posprocesual. A finales de la misma década se sumaron más variantes de esta nueva corriente, especialmente en los trabajos de Mark Leone y especialmente Shanks y Tilley (�987, �987a), quienes con su “arqueología crítica” llevaron la reflexividad dentro de la disciplina a niveles nunca antes alcanzados. En Mesoamérica, los exponentes más cercanos a esta corriente fueron Flannery y Marcus (�983) y los talleres de epigrafía maya de Linda Schele y Nikolai Grube. En Guatemala, el arqueólogo Edgar Gutiérrez Mendoza, con la publicación de su libro, hace una crítica a la arqueología tradicional guatemalteca y propone una de mayor carácter social. �4 en estudio, y en segundo lugar y la más importante, porque los indígenas dependen de su historia como fuente de identidad colectiva y como base para el reconocimiento de sus dere- chos culturales en un contexto donde se les niega la autoridad para tomar decisiones sobre la preservación y manejo de su propio patrimonio. A pesar de que los proyectos arqueológicos han beneficiado económicamente a ciertas familias o personas de las comunidades indígenas cercanos a ellos, no han existido mayores aportes de los arqueólogos para resolver un problema que padecen todos los indígenas de Guatemala: el racismo. Como lo dicen Shanks y Tilley (�989), si los arqueólogos buscaran simplemente transmitir conocimientos del pasado, están forzados a adoptar una posición conservadora ya que no se critica la relación de esta disciplina con la sociedad. En otras palabras, los arqueólogos prefieren seguir con la forma tradicional de hacer arqueología sin tratar de cambiar la situación, ya que esto les acarrearía problemas más allá de lo académico o simplemente no están consientes de su papel en la sociedad. Esperamos que este trabajo sea un aporte hacia la reflexión que siempre debe de haber en las ciencias sociales, especialmente en la disciplina arqueológica. Cuando los arqueólogos asuman realmente su papel en la sociedad en que viven, y no sólo en el pasado que estudian, entenderán que mucho de ese pasado convive, al menos en Mesoamérica, hoy con ellos. Referencias bibliográficas Barrientos, Tomás �005 “Ideología y religión en Mesoamérica”, en Mesoamérica. Guatemala: Universidad Mesoamericana. 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Siguiendo esta misma línea y acorde al tema principal del VII Congreso de Estudios Mayas, presento el análisis de un discurso que he llamado “el mito del maya puro”. Iyaxel Cojtí y sus coautores (este volumen) ya han expresado algunos de los aportes que la arqueología ha dado a los mayas, pero considero que es necesario agregar uno todavía más importante. Me refiero a que esta disciplina es fundamental para investigar los procesos que han con- formado la identidad maya a través de toda su historia, y en particular, la arqueología ha proporcionado datos y argumentos para rebatir estereotipos como el supuesto origen mexicano de los mayas del altiplano. Por otro lado, también quiero introducir esta ponencia con un co-mentario hacia el Informe Nacional de Desarrollo Humano de �005, que trata sobre la Diversidad Étnico- Cultural. De todo el contenido, que consta de 400 páginas, solamente se dedicaron 30 líneas al tema de la di- versidad prehispánica (PNUD, �005: �7). Esto sin lugar a dudas refleja una tendencia general de los guatemalte- cos a desconocer la utilidad de los es- tudios del pasado prehispánico. Esta afirmación se hace más representativa por la gran cantidad de profesionales mayas y no mayas involucrados en la elaboración de dicho documento. En mi opinión, muchos de los con- ceptos que se aplican a la diversidad �8 actual ya existían en el pasado, por lo que conocer sus orígenes sería muy útil para el profundizar más sobre el tema. La presente ponencia va dirigida entonces a ejemplificar uno de los aportes que puede tener la arqueo- logía hacia los mayas y a la nación guatemalteca en general. No obstan- te, la trascendencia de estos estudios dependerá del interés de las institucio- nes culturales y educativas, así como de la actitud de la población misma, en cuanto a la búsqueda de una iden- tidad basada en valores legítimos, que tanto necesita nuestro país. El “mito del maya puro” En Guatemala, el concepto de la identidad maya prehispánica se ha manejado de distintas formas, pero en la mayoría de la población ha preva- lecido una idea romántica y homoge- neizada. Este concepto, al que llamo el “mito del maya puro”, está fuerte- mente arraigado a las grandes obras artísticas de las ciudades de las Tierras Bajas del período Clásico. En este es- quema, el maya puro también se co- noce como “maya original”, “maya verdadero” y otros términos similares, y se define solamente mediante la asociación con elementos como las pirámides, el jade, el calendario y los glifos. Quienes no muestren relación con estos íconos se desvían entonces de la “pureza” maya, como es el caso de los mayas posclásicos del altiplano, y son considerados en la literatura como mayas mexicanizados, tribus, o “señoríos” de afiliación desconocida. Se puede definir de manera preliminar que el mito del maya puro se basa en la identificación de elementos de la nobleza maya del período Clásico, específicamente en las Tierras Bajas Centrales. En esta definición no se toma en cuenta aspectos tales como los idiomas, la cultura popular y la relación con otras culturas contemporáneas. Arqueología e identidad Los estudios arqueológicos tienen grandes limitantes en comparación a las investigaciones realizadas por la antropología, sociología y otras cien- cias sociales. La principal limitación es la incapacidad de interactuar directa- mente con las sociedades e individuos bajo estudio, ya que han desaparecido. Por lo tanto, cuando se trata un tema como la identidad, siempre se tendrá una visión incompleta de la realidad. �9 No obstante, estas limitantes no impi- den que se pueda, en ocasiones muy contadas, tener un acercamiento ha- cia las formas en que los individuos expresaron su pertenencia a un grupo social o étnico. Para abordar el tema de identidad y definirla de una mane- ra más completa, se proponen tres aspectos a considerar: construcción, expresión y análisis externo. Al hablar de construcción de identidad, me refiero al proceso por medio del cual un individuo crea un sentimiento de pertenencia a uno o varios grupos sociales. Cada individuo construye su identidad de forma consciente, pero depende de sus experiencias personales y de los procesos de socialización a que ha estado expuesto en las distintas etapas de la vida. Así, un individuo puede identificarse con una nación, un poblado, una ideología, una corriente artística, un equipo deportivo, etc. La expresión de identidad es la manera en que este sentimiento se exterioriza mediante actitudes y ob- jetos materiales. Por las limitantes ya mencionadas de la investigación ar- queológica, el estudio de la identidad pasada se fundamenta precisamente en su expresión material, ya sea ves- timenta, decoración de objetos, forma de vivienda, prácticas funerarias, etc. Sin embargo, como ya se mencionó, estas manifestaciones materiales no siempre constituyen un reflejo com- pleto de la identidad individual. Finalmente, el análisis externo de la identidad es la forma en que las demás personas perciben al indi- viduo. Esto es lo que en antropología y arqueología se define como el punto de vista etic, donde es el investigador quien define, categoriza y clasifica la identidad de un individuo o grupo de acuerdo a sus expresiones materiales. Si aplicamos estos conceptos al mito del maya puro, resulta difícil a un indígena guatemalteco identifi- carse con los edificios y joyas de Petén antiguo y que no forman parte de su vida cotidiana. Por otro lado, para el resto de guatemaltecos, las expresiones materiales de los “mayas puros” difie- ren de las formas en que los mayas de hoy expresan su identidad, no encon- trando así ningún nexo entre ambas épocas. Para abordar la problemática que se deriva del mito del maya puro, es necesario entonces analizar la vali- dez de dicho concepto, para lo cual se debe definir la manera en que los ma- yas antiguos expresaban su identidad y cómo podemos observarla a través del registro arqueológico. 30 Medios de expresión de identidad en el pasado Dentro de la evidencia mate- rial estudiada por los arqueólogos se pueden definir algunos aspectos que pueden servir para aproximarse al complejo problema de la afiliación de individuos a un grupo social o ét- nico. Uno de ellos son las tradiciones arquitectónicas, cerámicas y líticas, que pueden sugerir patrones de com- portamiento que son compartidos por los miembros de una comunidad, y que de alguna manera también pue- den reflejar algún sentido de perte- nencia. Así, la distribución de cierto tipo de tecnología constructiva o de elaboración cerámica coincide mu- chas veces con las divisiones políticas, lingüísticas y culturales. Lo mismo se puede decir con las tradiciones religiosas, que también son medios para expresar sentimien- tos de identidad. La elaboración de cierto tipo de ofrendas, la colocación de los muertos en cierta orientación o la veneración de alguna deidad, pudieron también reflejar la identifi- cación hacia una comunidad o grupo determinado. A pesar de contar con todo este tipo de expresiones materiales, éstas suelen encontrarse de forma incom- pleta y es raro contar con depósitos, contextos o edificios que permitan una interpretación clara. Además, la asociación de estilos y tradiciones con grupos étnicos en particular ha dado lugar a confusión, en especial la ela- boración de teorías sobre invasiones y conquistas. Esto es frecuente cuando se tiene la idea de un grupo maya aislado y se niega la compleja inte- racción que existió con las otras cul- turas de Mesoamérica. Por lo tanto, el estudio de la identidad en el pasado no puede ser motivo de simples gene- ralizaciones y debe haber suficiente evidencia para apoyarlas. Los estilos de arte constituyen un tipo de expresión de identidad que puede ser de gran utilidad para la investigación arqueológica, aunque sólo si se analiza cuidadosamente. A este respecto, Esther Pasztory define que los estilos de arte son expresiones locales, pero que en algún momento pueden ser indicadores de contactos externos. También pueden evidenciar cambios temporales y en algunos casos, la forma de pensar e identidad de sus autores (Pasztory, �993: ��0- ���). Pasztory ha identificado un patrón artístico muy característico 3� en Mesoamérica durante el período Clásico, que se define mediante la oposición de dos estilos diferentes en una misma escena u objeto. Esto se ejemplifica en varios monumentos que muestran personajes con dis- tintos atributos estilísticos, lo que seguramente fue hecho como forma de expresar algún tipo de diferencia entre los individuos. Por lo tanto, de acuerdo aesta autora, los estilos artísticos fueron medios de expresión de identidad étnica, y una de sus fun- ciones fue la de indicar la existencia de grupos y naciones distintas (ibíd., ���-��9). Por otro lado, la aparición de algunos estilos en otras regiones indica las existencia de grandes re- des de comunicación e intercambio. Citando a Pasztory con respecto a la creación de imágenes en el período Clásico, se puede concluir que: “el estilo de un grupo es una parte de su existencia y realidad tan inalienable como su vestimenta o lenguaje. El estilo no es relativamente neutral y no puede separarse de su cargamento cultural” (Pasztory, �993: �30, tra- ducción mía). Tikal como símbolo de la pureza maya A partir de los conceptos defini- dos anteriormente, se procederá a analizar un caso concreto de análi- sis de identidad prehispánica. Se ha seleccionado un personaje de Tikal precisamente porque es el lugar que mejor representa el “mito del maya puro”. Para ello nos remontaremos al período Clásico Temprano, es- pecíficamente durante los siglos IV y V d.C., que corresponde al mayor apogeo alcanzado por Tikal. En esta época, la ciudad no contaba con las construcciones monumentales que todos conocemos, pero su hegemonía política en casi todo Petén no tenía rival alguno. A partir del año 378 d.C. varias ciudades de Petén registraron la presencia de personajes que se identifican con vestuarios y objetos que son propios de la ciudad de Teotihuacan, la cual se encontraba a unos �000 km de distancia de Tikal. Sin embargo, durante esta época, dicha ciudad del Altiplano Central de México constituía la mayor ciudad de Mesoamérica y de todo el continente americano. Varias inscripciones en Tikal mencionan la llegada de uno o varios personajes, el día �6 de enero de 378 d.C., lo que se ha llegado a conocer como la “Entrada Teotihuacana” (Stuart, �000). En el año siguiente, 32 accedió al trono de Tikal el decimo- quinto gobernante en la línea dinás- tica, llamado Yax Nuun Ayiin I, o más popularmente, “Nariz Rizada I”. Este es sin lugar a dudas, uno de los perso- najes más polémicos en la historia de Tikal y de toda la historia maya. Lo que hace tan particular a Yax Nuun Ayiin I es la manera en que se representó en los monumentos públicos. A diferen- cia de su antecesor y de su sucesor, este gobernante siempre aparece asociado a los símbolos teotihuacanos. Su re- trato mejor conservado se encuentra a los lados de la Estela 31 (Figuras 1 y 2), en cuyo frente aparece su hijo y sucesor. Este monumento es uno de los más representativos de la oposición de dos estilos artísticos distintos. Mientras Yax Nuun Ayiin I aparece en estilo teo- tihuacano, su hijo fue retratado den- tro de la tradición de Tikal. Entre los elementos teotihuacanos que lleva Yax Nuun Ayiin I destacan: - El lanzadardos atlatl, que era un arma precursora del arco y flecha. - El escudo del tios tlaloc, caracteri- zado por “anteojos”, tocado con borlas y una placa en la nariz - Un espejo y colas de coyote en la par- te baja de la espalda - Un casco de la serpiente Xiuhcoatl, hecho con pequeñas placas a manera de escamas. Figura 1. Retrato del gobernante de Tikal Yax Nuun Ayiin I, Lateral izquierdo de la Estela 31 de Tikal. Figura 2. Retrato del gobernante de Tikal Yax Nuun Ayiin I, Lateral derecho de la Estela 31 de Tikal. 33 La presencia de todos estos objetos teotihuacanos asociados a Yax Nuun Ayiin I ha sido objeto de varias hipótesis acerca de su identidad. Originalmente, la explicación inicial de Coggins (�979, �983) fue que se trataba de un teotihuacano que había conquistado Tikal, pero después Schele y Freidel (�990) le identificaron como un gobernante de Tikal vestido como teotihuacano. Recientemente, la hipótesis de conquista ha ganado popularidad de nuevo, especialmente ante los avances en la lectura de los glifos asociados a este personaje. Ha sido el renombrado epigrafista David Stuart (�000) quien cree que Yax Nuun Ayiin I era de origen teotihuacano, y que llegó a Tikal desde Teotihuacan para tomar control de dicha ciudad. Uno de los principales argumentos de esta teoría es la identificación del nombre de su padre, quien definitivamente no es el gobernante anterior. Además, el glifo de dicho nombre contiene una mano sosteniendo un atlatl, que es un símbolo de origen teotihuacano. A pesar que el estilo artístico y los textos apuntan hacia un origen teo- tihuacano de Yax Nuun Ayiin I, otros tipos de investigación arqueológica podrían sugerir lo contrario. Durante las excavaciones en la Acrópolis Norte en Tikal, se pudo descubrir la tumba de este gobernante (Entierro �0) en el interior de la pirámide 5D-34 o Templo 34. Las ofrendas cerámicas de este personaje fueron mayoritaria- mente decoradas con dioses y otras figuras de estilo teotihuacano, lo que inicialmente supuso la confirmación de su origen mexicano. No obstante, el análisis reciente de estas vasijas ha demostrado que a pesar de que fueron importadas, su lugar de manufactura no fue Teotihuacan (Reents-Budet, et. al., �004). También se han llevado a cabo análisis de isótopos de estroncio en los dientes de Yax Nuun Ayiin I, indicando que era originario de Petén y no del Altiplano de México (Wright, �005). Hasta el momento, los debates actuales sobre la naturaleza de la Entrada Teotihuacana y sus repercu- siones en Tikal constituyen uno de los temas más polémicos e interesantes de la arqueología maya. A pesar de con- tar con varias inscripciones y objetos relacionados con Yax Nuun Ayiin I, todavía no hay un consenso sobre su origen y verdadera identidad. No es el objetivo de este trabajo tomar alguna postura sobre el debate, sino llamar la atención sobre la dificultad que pre- senta el estudio de las expresiones de identidad en Tikal. 34 Para muchos guatemaltecos sería sorprendente e incluso inau- dito que Tikal, símbolo de la pureza maya, haya sido gobernado por un personaje originario del Altiplano Central de México. Sin embargo, la presencia de gobernantes extranjeros ha sido un rasgo bastante común en la historia de los grandes estados e imperios de todo el mundo, como el caso de Carlos I de España, que era de origen alemán y terminó siendo el monarca más poderoso en la historia de ese país. Por otro lado, es probable que Yax Nuun Ayiin I fuera en realidad originario de Tikal. No obstante, este gobernante se identifica siempre con objetos y símbolos teotihuacanos y no con la tradición artística de las ciudades mayas de la época. Como dice Pasztory: “Aunque no podemos reconstruir lo que ellos hicieron, los monumentos nos muestran como querían aparecer tanto para ellos mismos como para otros” (Pasztory, �993:�40). Por el momento no se sabe con exactitud si las relaciones con Teoti- huacan fueron pacíficas o no, pero es posible que la asociación con esa ciu- dad del Altiplano Central de México haya conferido prestigio político e in- cluso religioso, ya que varios autores consideran que fue la primera ciudad asociada a Tollan, el lugar mítico de origen (Stuart, �000; Fash y Fash, �000). De cualquier manera, el caso del gobernante Yax Nuun Ayiin I rompe con muchos de los esquemas y este- reotipos que se basan en el mito del maya puro. La Estela 3� de Tikal y otros monumentos del siglo IV y V d.C., demuestran que la construcción de identidades en las antiguas ciudades mayas estuvo lejos de ser un fenómeno simple. Los estilos de arte de los mo- numentos de esa época sugieren que durante un tiempo la construcción de identidades en Tikal estuvo asociada con la civilización teotihuacana, pero es importante aclarar que este fenó- meno solamente se dio al nivel de la nobleza y los mismos gobernantes. La evidencia arqueológica en las áreas que rodean el centro ceremonial de Tikal muestran poco o nada de esta influencia teotihuacana. Geoffrey Braswell ha identificado en Kaminaljuyú los mismos
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