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Los Mayas

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08
CULTURA DE 
GUATEMALA 
Los mayas: historia,
discursos y sujetos
Séptimo Congreso de Estudios Mayas
8-10 agosto de 2007
�v
Licda. Guillermina Herrera
Rectora
Lic. Ariel Rivera Irías
Vicerrector Administrativo
Dr. Rolando Alvarado, S.J.
Vicerrector Académico
Dr. Larry Andrade-Abularach
Secretario General
CULTURA DE GUATEMALA
Licda. Guillermina Herrera
Directora
Dr. Ricardo E. Lima Soto
Dra. Lucrecia Méndez de Penedo
M.A. Lucía Verdugo
M.A. María Eugenia del Carmen Cuadra
Licda Marcia Vázquez de Schwank
Lic. Ernesto Loukota
Consejo Editorial
Licda. Ana María Palma
Diagramación y revisión
T. U. Mayra Fong
Diseño de portada
Una publicación de la Universidad Rafael Landívar
Vista Hermosa III, zona 16
01016, Guatemala de la Asunción
Guatemala, C.A.
Teléfono: 2426-4547• Fax: 2426-2626 Ext. 2486
© Universidad Rafael Landívar, 2008
v
Índice
Presentac�ón......................................................................................... v��
Ch�xoy, Apocalypto:.la.pasada.v�olenc�a.local.como.
v�olenc�a.s�mból�ca.global�zada
Arturo.Ar�as.............................................................................................1
Aportes.de.la.arqueología.a.los.mayas.actuales.y.los.aportes.
de.los.mayas.actuales.a.la.arqueología
Iyaxel.Cojtí
Avexn�m.Cojtí
D�ego.Vásquez.......................................................................................13
El.m�to.del.maya.“puro”:.un.anál�s�s.de.la.construcc�ón.
y.expres�ón.de.�dent�dad.en.la.época.preh�spán�ca
Tomás.Barr�entos..................................................................................27
H�stor�a,.m�grac�ones.y.camb�o.l�ngüíst�co.Q´eqchi´:.
¿Homogene�zac�ón.d�alectal.o.res�gn�ficac�ón.de.las.d�ferenc�as?
Serg�o.Romero......................................................................................41
Algunos.comentar�os.sobre.el.Lienzo de Quauhquechollan.
y.la.conqu�sta.de.Guatemala
Jorge.Luján...........................................................................................65
Los.topón�mos.mesoamer�canos.preh�spán�cos.y.el.
or�gen.del.nombre.de.Guatemala
Mat�lde.Iv�c.de.Monterroso
Carlos.Alvarado.Gal�ndo.......................................................................83
v�
Pueblos.perd�dos:.Cotzumalguapa.en.el.L�enzo.
de.Quauhquechollan
Oswaldo.Ch�nch�lla.Mazar�egos.
José.V�cente.Genovez.Castañeda...........................................................97
El.Q´eqchi´de.ayer.y.de.hoy,.una.memor�a.h�stór�ca.v�v�ente
Juan.Tzoc............................................................................................115
El.Cosmoser.y.el.Komon:.práct�cas.de.los.mayas.en.mov�m�ento
Xoch�tl.Leyva.Solano..........................................................................127
Polít�ca.nac�onal.e.�dent�dad.local:.los.efectos.de.la.
h�stor�a.sobre.las.práct�cas.de.la.mayan�dad
Sant�ago.Bastos...................................................................................135
El.encantam�ento.de.la.real�dad..Producc�ón.de.
conoc�m�entos.en.procesos.de.construcc�ón.de.�dent�dad.maya,.
en.práct�cas.soc�ales.de.K´icheab´, Kaqchikela´,
Q´eqchi´eb´.y.Q´emam
Serg�o.Mend�zábal..............................................................................163
v��
Presentación
El VII Congreso de Estudios Mayas se llevó a cabo los días 8, 9 y 10 
de agosto de 2007. Este Congreso se organiza bianualmente con el 
fin de reunir en un ambiente académico a intelectuales guatemaltecos 
y extranjeros, para compartir los avances de investigación y debatir 
sobre los principales asuntos de interés del campo de los estudios 
mayas desde distintas disciplinas.
El Congreso fue organizado por una red interinstitucional de centros 
de investigación y de organizaciones mayas, que reúne a un Comité 
Organizador integrado por unidades académicas de la Universidad 
Rafael Landívar: el Instituto de Lingüística y Educación, la Facultad 
de Humanidades, el Centro de Estudios Humanísticos, Artes Landívar; 
al Instituto de Estudios Interétnicos de la Universidad de San Carlos 
de Guatemala; a las Facultades de Arqueología, Antropología e 
Historia de la Universidad Del Valle; a las organizaciones que reúne 
el Consejo Nacional de Educación Maya-CNEM, OKMA, al Centro 
de Documentación e Investigación Maya-CEDIM, CNPRE, a la 
Academia de Lenguas Mayas de Guatemala, al Proyecto Lingüístico 
Francisco Marroquín, AVANCSO, UNESCO y la Universidad 
Autónoma de Madrid. 
En el Comité Organizador se discutió la importancia de relevar 
ciertas temáticas, que por su complejidad y profundidad, requieren 
de un abordaje interdisciplinario. Después de largas discusiones 
sobre la temática que enmarca los temas de preocupación actual, se 
definió el tema Los mayas: historia, discursos y sujetos (Li wunaq 
Mayiib’: Kitzujiil, Kitzujniik, Twunaqiil), como los tres campos de 
investigación sociocultural que exploraron las diversas ponencias que 
se presentaron:
A) El de la temporalidad, que comprende continuidades y rupturas; 
entre las que figuran las recurrencias de estructuras culturales y 
v���
persistencias simbólicas ancestrales en las prácticas sociales de la 
vida cotidiana actual; como también los cambios, transformaciones 
y mutaciones en la organización y en los procesos socioculturales de 
los pueblos mayas. 
B) El del discurso, que ofrece voces, gestos, comportamientos en tanto 
procesos sociales como textos a ser leídos y analizados, decodificados 
y reinterpretados en lo que significan explícita e implícitamente. Se 
trata aquí de hacer emerger los significados y los sentidos, del decir 
y del actuar. 
C) El de los procesos de constitución del sujeto de la acción social. La 
exploración abordará aquí las prácticas de los pueblos mayas como 
actores sociopolíticos y el sentido que esas prácticas adquieren en la 
coyuntura guatemalteca y latinoamericana, la cual en 2007, se anuncia 
intensa y compleja. 
El presente volumen recopila el material presentado durante el 
Congreso, en los siguientes paneles interdisciplinarios: Diálogos con 
el pasado I y II, e Historia en prácticas I. 
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x
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E
Chixoy, Apocalypto: la pasada violencia local 
como violencia simbólica globalizada
Arturo Arias
University of Texas at Austin
Dichas masacres han sido am-
pliamente documentadas e incluso la 
académica Victoria Sanford publicó 
un libro sobre las exhumaciones en 
esta zona. Lo que me interesaba era 
la relación de causa y efecto entre los 
elementos de esa modernización que 
generó una vasta destrucción huma-
na y ecológica, la posterior aparición 
de la lucha de la población local por 
preservar su memoria histórica que 
se transformó en una lucha política 
internacional por exigir reparaciones 
y compensación del INDE por los daños 
sufridos a partir de �975. La preserva-
ción de la memoria no es, pues, sólo 
una manifestación cultural, sino un 
esfuerzo transformativo local que en el 
cual, la compensación efectiva por los 
errores estatales del pasado, aseguraría 
que los pueblos afectados cuenten con 
los recursos y derechos para participar 
como sujetos libres e informados en 
todo futuro proceso desarrollista que 
afecte sus intereses.
Paralelamente a este proceso, 
en diciembre pasado vi con horror la 
proyección de la película Apocalypto. 
Posteriormente conversamos sobre la 
misma con la colega Judith Maxwell, 
de la Universidad de Tulane, y pensa-
mos participar en este mismo Congreso 
con un panel que analizara la misma. 
Mi participación se vio interrumpida 
al transformarse mi presencia en este 
Congreso en el discurso inaugural. 
 n el presente viaje a Guatemala, vine a enterarme de los elementos del legado 
de la represa Chixoy, entrevistando a los miembros de la Asociación Campesina 
Río Negro Maya Achí (ASCRA), sobrevivientes de las masacres de Río Negro y 
alrededores, que tuvieron lugar entre �980 y �983. 
�
Sin embargo, derivo aquí algunas 
observacionesal respecto, comparan-
do la representatividad simbólica de 
dicha película con el proceso vivido 
por los expobladores de Río Negro y 
aledaños.
 
Para quienes no están del todo 
familiarizados con los eventos vividos 
por los achíes de la cuenca del Chixoy, 
permítanme recordárselos. La represa 
Chixoy y su central hidroeléctrica de 
Pueblo Viejo fueron construidas por el 
INDE con financiamiento del Banco 
Interamericano de Desarrollo y del 
Banco Mundial. La construcción ya es 
un claro ejemplo de la globalización 
del capital, pues participaron corpo-
raciones de Suiza, México, Estados 
Unidos, Italia, Alemania, Japón, India, 
Portugal y Canadá. La misma comenzó 
en �975 sin ninguna notificación a la 
población local. Tampoco se realizó un 
censo de las personas afectadas, no se 
adquirió legalmente el terreno para 
apoyar las obras de construcción de la 
represa y de la central hidroeléctrica, 
ni se adquirieron legalmente las tierras 
que serían inundadas por el embalse.
La población se enteró acciden-
talmente del proceso, al ver los inicios 
de la construcción. Las comunidades 
afectadas empezaron a pedirle cuentas 
al INDE. El mismo les prometió a las 
comunidades compensarlas con tierras 
nuevas, casas de mucho mejor calidad 
de las que poseían, agua potable, 
puestos de salud, escuelas, iglesias, 
carreteras para llegar a las mismas, 
camiones gratis para el transporte y 
comercialización de sus productos, y 
energía eléctrica gratis.
 
Algunos residentes se trasladaron 
a los nuevos asentamientos. Al llegar, 
se dieron cuenta de las falsas promesas. 
Regresaron exigiendo compensación 
justa por sus pérdidas. Los demás 
residentes se negaron a trasladarse 
e intentaron negociar términos más 
justos. El INDE llegó a la mesa de 
negociación con militares armados, y 
sus fuerzas de seguridad masacraron 
a 7 personas en la iglesia de la aldea 
el 4 de marzo de �980. Ese mismo año 
fueron robados los registros de las co-
munidades sobre las ofertas prometidas 
y su documentación de propiedad. Los 
dirigentes del Comité Pro-Mejoramien-
to de Río Negro fueron convocados a 
una reunión el �0 de julio de �980 en 
la cual fueron desaparecidos. En con-
secuencia, las comunidades afectadas 
se organizaron para afrontar colecti-
vamente la tensión. El ejército declaró 
3
que las comunidades resistentes eran 
subversivas y que colaboraban con la 
guerrilla. No ayudó en esa coyuntura 
que el EGP anunciara públicamente 
la apertura del frente Marco Antonio 
Yon Sosa que cubría dicha zona en ese 
mismo momento, y que algunos jóve-
nes radicalizados participaran en las 
FIL. En esa situación la Policía Militar 
Ambulante empezó a provocar. Los di-
rigentes se escondieron en el monte. El 
ejército entró acompañado de patrullas 
de autodefensa civil el �3 de febrero de 
�98� y obligó a los hombres a marchar 
a Xococ, donde fueron masacrados. Un 
mes después se repitieron los hechos 
con las mujeres y los niños, quienes 
fueron masacrados en Pacoxom. En 
mayo fueron masacrados otras 85 
personas en Los Encuentros, y 9� más 
en Agua Fría el �4 de septiembre.
Pese a ello, la población resistió. 
Cuando el INDE terminó la construc-
ción y subieron las aguas en enero de 
�983, las patrullas de autodefensa y 
el ejército los desalojaron a la fuerza. 
Para entonces, diez comunidades de 
la cuenca del río Chixoy habían sido 
destruidas por las masacres: Río Negro, 
Los Encuentros, La Laguna, Agua Fría, 
Comalapa, Jocotales, Chitucán, Los 
Mangales, Pacaal y Hacienda Chitu-
cán. Las �50 familias sobrevivientes de 
Río Negro, la población más afectada, 
fueron concentradas en el asentamien-
to Pacux, en las afueras de Rabinal, 
al lado de la base del destacamento 
militar que permaneció observándolos 
de cerca hasta �003, en violación de los 
Acuerdos de Paz de �996.
 
Ahora viene lo que a mí me inte-
resaba en este viaje, por su articulación 
de lo global con lo local en el proceso 
de construcción de redes. Para obtener 
reparación por los daños provocados 
por la construcción de la represa, la 
comunidad de Pacux construyó redes 
internacionales como mecanismos de 
articulación de poder para sobrevivir, 
avanzar y poder atenazar desde fuera 
al Estado guatemalteco. Desde �993, 
abrió contacto con el Banco Mundial 
y el BID, y comenzó a participar en 
procesos internacionales de afectados 
por represas. En �995, “Witness for 
Peace” publicó un informe basado en 
las denuncias de la comunidad, y se 
realizó una campaña de presión con el 
International Rivers Network y Rights 
Action, para presionar al Banco Mun-
dial. Varios representantes de Pacux 
viajaron a Estados Unidos y realizaron 
presentaciones públicas para respaldar 
la campaña. Como resultado, el banco 
4
envió una misión de verificación a 
Guatemala.
Asimismo, el Banco Mundial 
empezó a coordinar con agencias 
estatales y con ONGs para lograr el 
cumplimiento del Plan de Reasenta-
miento Humano que el INDE había 
acordado con el mismo banco cuando 
inició la construcción de la represa. 
En este proceso lograron algunos 
avances, tales como la titulación de 
tierras a favor de los desplazados, la 
construcción de una colonia nueva en 
Cubulco y la compra de una finca para 
los afectados de Río Negro. Asimismo, 
varias ONGs apoyaron la construcción 
de memoriales, las exhumaciones y 
la construcción de cementerios para 
las víctimas. Surgieron también mu-
seos, como el Museo Rabinal Achí, e 
instituciones para la preservación de 
la memoria histórica y cultural de la 
población. 
 
Pero si bien la población valora 
estos aspectos en todas sus dimensio-
nes, para ellos sigue siendo necesario 
reparar los daños sufridos. Por ello, 
presentaron el caso de Chixoy ante 
la Comisión Mundial de Represas 
(CMR) en la reunión que tuvo lugar 
en Río de Janeiro, con el objetivo de 
ser compensados retroactivamente y 
restaurar los ecosistemas dañados. 
Dichas recomendaciones no fueron 
aceptadas por el BID, el Banco Mundial 
y el gobierno de Guatemala. Enton-
ces las comunidades volvieron a los 
espacios globalizados, solicitando la 
asesoría de ONGs internacionales. En 
julio de �003, la Red Internacional de 
Ríos, Derechos en Acción y la Campaña 
para la Reforma del Banco Mundial 
entraron en coordinación con el Centro 
de Ecología Política de California, para 
realizar un estudio catastral y registral 
de la tierra afectada, una investigación 
de la documentación existente, una 
encuesta de las familias afectadas y 
una evaluación de los daños, para 
transformar en decreto ley la compen-
sación exigida.
 De la anterior experiencia, y sin 
intentar reducir este proceso a esque-
mas sencillos o simplistas, yo deduzco 
algunas conclusiones importantes:
 Primero, la comprensión de que 
parte del fenómeno de la represión es-
taba claramente enmarcado dentro de 
un marco de modernización acelerada 
implementada desde arriba, incapaz de 
articular ningún tipo de conectividad 
con la población local, que ya desde 
5
ese entonces le disputaba el control del 
desarrollo al poder ladino. 
Segundo, que en esta moder-
nización acelerada operaban ya in-
tereses globalizados que estuvieron 
involucrados en la construcción de la 
represa, pero que fueron detectados de 
manera más fuerte sólo hasta finales 
de los ochentas. 
Tercero, que el grado tan intenso 
de violencia y de absoluta impunidad 
ejercida por el ejército guatemalteco 
fue también resultado de la subalter-
nización de la mayoría de la población 
maya, y con el racismo concomitante 
generado por la colonialidad de poder 
que la mantuvo sumida en ese estado. 
El mismo generaba una invisibilidad 
simbólica que autorizaba al ejército 
guatemalteco a ejercer la represión 
más salvaje ante los ojos de la hege-
monía ladina y del mundo occidental, 
precisamente porque la población 
maya no era concebida como inte-
grada por sujetos modernos. Quienes 
financiaron la represa del Chixoy y la 
guerra de contrainsurgencia podrían 
reconocer algunos rasgos positivos 
en la misma, pero sujetosa la misma 
colonialidad de poder, concordaban 
con el ejército guatemalteco que, para 
ser moderna, la población debería 
asimilarse al estado ladino, integrarse, 
y aculturarse. Esto implicaba el reco-
nocimiento tácito del dominio ladino, 
que justificaba el apoyo brindado al 
estado contrainsurgente.
 Pero, ya desde la misma guerra, 
la población maya estableció contactos 
de diferente índole con el exterior. Este 
proceso rompió el imaginario tradi-
cional. La “humanizó” ante los ojos 
de minorías occidentales conscientes, 
que empezaron a sentir empatía con 
sus luchas, su dolor y su cultura. Por 
mucho que se tratara de una defensiva 
búsqueda de protectores y mediadores, 
estos contactos generaron nuevas redes 
de solidaridad que permitieron por pri-
mera vez articular voces mayas en es-
pacios globalizados, que iban desde los 
pasillos de las Naciones Unidas, hasta 
redes de académicos estadounidenses 
y europeos de diferentes especialidades 
pero preocupados fundamentalmente 
por la suerte de la población maya, 
organizaciones internacionales de 
mujeres, nacientes organizaciones 
ecológicas, grupos religiosos, hete-
rogéneas asociaciones ciudadanas y 
hasta individuos, que veían con buenos 
ojos, la emergencia de poblaciones 
subalternas que rompían la hegemo-
6
nía eurocentrista occidentalizante que 
caracterizó la modernidad. 
 
Estas nuevas redes de contactos 
fueron decisivas para la articulación 
de las demandas de la población maya 
en las negociaciones de los acuerdos de 
paz. Lo fue también para la obtención 
de fondos para el desarrollo, como lo 
evidencia el ejemplo de la Asociación 
Campesina Río Negro Maya Achí 
(ASCRA). Gracias a estos contactos, 
en ciertos espacios internacionales 
los mayas pasaron de la invisibilidad 
anterior, a ser concebidos como una 
cultura cuya riqueza transformaba la 
reductiva mirada tradicional eurocén-
trica de las Américas. 
Su “aparición” en los espacios 
internacionales generó nuevos desa-
fíos representacionales al constituir 
su presencia imaginarios simbólicos 
alternativos que problematizaban 
la naturaleza colonial de los esta-
dos-naciones latinoamericanos. Su 
posicionamiento y las estrategias des-
plegadas para hacer valer su relación 
privilegiada con su cultura alteraron 
la propia comprensión del concepto de 
cultura, que tuvo que ser re-teorizado y 
re-problematizado desde la perspectiva 
de la colonialidad del poder. 
Ante los ojos de muchos académi-
cos, artistas, organismos vinculados 
con el desarrollo, o agencias de promo-
ción cultural repartidas por el mundo, 
la cultura maya se hizo presente pri-
mero, adquirió valor después y generó 
admiración por último. Con su recién 
ganada visibilidad, la cultura maya 
resignificó la problemática de la colo-
nialidad de una manera fundacional. 
En espacios globalizados, la cultura 
maya levantaba la problemática de la 
confluencia de la nación con clases, 
etnicidad y subjetividad, Evidenciaba 
nuevas maneras de producir identi-
dades nacionales, así como la tensa 
negociación del pluriculturalismo en 
el continente. Organizaciones como 
la ASCRA ponían en relieve el hecho 
de que los productores alternativos de 
conocimiento se transformaban en 
los proveedores de un conocimiento 
autogenerado, uno que se originaba 
en sitios que no eran ni tradicionales 
ni convencionales, rompiendo el mito 
de que la información y el aprendi-
zaje sólo podían ser producidos por 
académicos cosmopolitas, o bien por 
medio del ejercicio disciplinario de 
las instituciones académicas. Con este 
giro, organizaciones como la ASCRA 
evidenciaron como habían provincia-
lizado a los críticos cosmopolitas, a las 
7
instituciones académicas tradicionales 
y a toda la maquinaria productora de 
conocimiento en general. 
 El crecimiento de los movi-
mientos étnicos como el maya generó 
escenarios en los cuales intelectuales 
orgánicos subalternizados pudieron 
encontrar su voz, identificar sus 
públicos y participar en acciones 
políticas abiertas. Este proceso en 
su conjunto también evidenció la 
emergencia de una nueva geopolítica 
del conocimiento, la cual mezcla 
el conocimiento de las bases con el 
activismo político. También ilustró la 
habilidad de muchas comunidades 
subalternizadas para multiplicar las lí-
neas de escape, por medio de las cuales 
lograba insertarse dentro de diferentes 
texturas globalizadas, construyendo 
así espacios paralelos controlados por 
ellos mismos que operaban dentro de 
cuerpos foráneos. 
Es en este contexto que nosotros 
tenemos que entender la emergencia 
de una reacción eurocéntrica que, a la 
defensiva, pero operando dentro de es-
tructuras de poder globalizadoras que 
reafirman su posicionalidad, intenta 
reimponer los valores occidentales y 
la estructura vigente de la colonialidad 
del poder en los espacios simbólicos y 
dentro de los imaginarios sociales. La 
misma se manifestó ya con el libro 
de David Stoll atacando a Rigoberta 
Menchú, pero cobra ahora un cariz 
más globalizado y más dañino con 
la aparición de una película como 
Apocalypto.
Me imagino que la trama es 
conocida por todos. La película no 
es en realidad sobre los mayas, sino 
un drama de acción del subgénero 
denominado “action-chase,” en el cual 
el suspenso es articulado visceralmente 
por el hombre que huye para defender 
su vida. Este tipo de películas han 
abundado en Hollywood desde sus 
inicios y continuarán existiendo 
por mucho tiempo, siempre con 
escasas pretenciones de seriedad. Son 
aventuras escapistas que en época 
reciente se han llenado de sangre, 
pero que siempre han sido limitadas 
en su marco imaginativo como para 
constituirse en auténticos desafíos 
de orden simbólico. No pasan de ser 
entretenimiento violento. 
 Su director, una polémica fi-
gura que nada a contracorriente del 
establishment hollywoodiano, alegó 
intentar una alegoría política entre el 
8
pasado “maya” y el presente occiden-
tal, argumentando que las mismas 
fuerzas destructivas que acabaron con 
la cultura clásica maya –destrucción 
ambiental, consumo excesivo y corrup-
ción política– están ocurriendo en el 
presente. En esta tenue lógica cruda la 
alegoría intencional sería la de compa-
rar la cultura maya con el occidenta-
lismo anglosajón y la llegada final de 
los españoles con el fundamentalismo 
musulmán. Pese a ello, el contexto 
extra-textual del director, conocido 
por su militancia en una secta católica 
fundamentalista, determina la lectura 
simbólica. De igual manera, el análisis 
crítico de las imágenes representadas 
evidencia lo contrario.
 La película sintetiza mal aproxi-
madamente mil años de una compleja 
y abigarrada historia de complejas ten-
siones entre el valle central de México 
y las zonas mayas de Guatemala y 
Yucatán, articulando un esencialismo 
que confunde todas sus prácticas cultu-
rales. Rasgos mexicas del �400 al �500 
aparecen representados como mayas 
clásicos, y la llegada de los españoles 
como la consecuencia del ocaso del 
período maya Clásico. La tensión dra-
mática gira en torno al sacrificio. Di-
cha representación presumiría que la 
única razón de ser de la cultura maya, 
y la única justificación de la existencia 
de pirámides, sería la de los sacrificios 
humanos, gesto racista que estereotipa 
la cultura. El sacrificio se hace en una 
pirámide del período Clásico, pese a 
que se pretende representar el inicio 
del siglo XVI según el calendario oc-
cidental. El templo aparece decorado 
con elementos estilísticos Puuc, que 
aparecieron siglos después de que se 
dejaran de emplear estructuras arqui-
tectónicas como las del período Clásico. 
Asimismo, son representados murales 
de épocas y culturas diferentes, como 
los de Bonampak y los de San Bartolo, 
combinados con rasgos de Teotihuacán 
e imaginería mexica. En fin, la lista 
de errores es larguísima, quizás las 
más ofensiva sean la de la existencia 
de cuerpos humanos pudriéndose al 
lado de sembradíos de maíz, grotesco 
eco de masacres como la de Río Negro 
que delineé hace algunosinstantes y 
evocación insensible de sus traumáti-
cas exhumaciones. 
Ofende también el uso de seres 
humanos como blancos para las 
prácticas de tiro, por ser no sólo falso 
históricamente, sino evocar también 
el eco de las recientes masacres. La 
aparición final de las carabelas y el 
9
desembarco del cura con la cruz, 
legitima la cristiandad occidentalista 
como único mecanismo de poder 
válido para salvaguardar las vidas de 
los mesoamericanos victimizados por 
sus decadentes élites corruptas con 
sus estilos de vida extravagantes, sus 
guerras endémicas y su abotagado 
estilo de vida antihumanista.
Todo director de cine argumenta 
que ejerce libertad poética con fines 
estéticos y que intenta mantener un 
equilibrio entre la autenticidad histó-
rica y la tensión dramática que entre-
tiene, provee emociones al espectador 
y garantiza el éxito. Sin embargo, esto 
suele darse en un contexto en el cual su 
público ideal se encuentra plenamente 
familiarizado con el contexto histórico, 
el cual en el cine hollywoodiano ha 
consistido de la metanarrativa occi-
dentalista heroica.
 En el caso de Apocalypto, tene-
mos una representación etnopolítica 
en la cual la sociedad referenciada ha 
permanecido invisibilizada durante 
siglos ante ese público occidentalista 
ideal enmarcado por valores anglo-
sajones articulados por la colonialidad 
del poder. Entonces, el proceso de 
empatía con los personajes y culturas 
representadas se rompe. En consecuen-
cia, la identificación epidérmica con 
los personajes no se produce, homoge-
neizando las texturas no occidentales 
y reduciéndolas en su conjunto a un 
nivelamiento exótico que desbarata 
cualquier otredad, generando tan solo 
la repetición de simulacros. Apocalypto 
es un simulacro que precluye cualquier 
discurso contrarrepresentacional, pre-
tendiendo diversificar, pero en realidad 
homogeneizando. Lo “alienado” de 
la cultura representada ante el ojo 
occidental impide desestabilizar los 
paradigmas del conocimiento colonial 
occidental, de manera que no se pro-
duce una fusión entre ese mundo occi-
dental y la subalternidad indígena. No 
se produce relación dialógica que rom-
pa el estereotipo de la representación de 
la matriz subalternizada. El potencial 
posicionamiento antioccidentalizante 
es barrido hacia el mercado capitalista 
que lo transforma en melodramática 
conciencia globalizada.
Finalmente, el director de la 
mencionada película tiene poder total 
para bloquear la revisión de narrati-
vas desde puntos de vista diferentes, 
que puedan emerger dentro de su 
ideologizado esquema. Por razones de 
tiempo, reduzco esto a una anécdota. 
�0
Hacia fines de marzo, el director llegó a 
promover su película al departamento 
de cine de la Universidad Estatal de 
California en Northridge. La profesora 
guatemalteca Alicia Estrada se enteró 
porque un estudiante maya suyo se 
lo informó y le pidió que asistiera al 
evento para levantar algunas de las 
problemáticas señaladas en este mismo 
trabajo. Cuando la profesora Estrada, 
muy cortésmente, levantó la mano y, 
al recibir la palabra, inició una breve 
crítica de la película, el director no la 
dejó terminar. La interrumpió, acusán-
dola de todo tipo de cosas con lujoso 
empleo de groserías verbales. Apenado, 
el estudiante maya quiso intervenir, 
pero ni siquiera se le permitió hablar. 
Para colmo, los estudiantes de cine allí 
presentes empezaron a abuchear a la 
profesora Estrada y al estudiante maya 
y a pedir que se salieran. Un guardaes-
paldas del director saltó hacia ellos, les 
mostró una pistola bajo el saco y los 
obligó a desalojar el salón. 
 Al día siguiente, en todas las 
noticias televisivas de Los Angeles 
apareció un clip de pocos segundos de 
la profesora Estrada en el cual se decía 
que intentó interrumpir al director con 
despliegue de mala educación. La fa-
mosa revista hollywoodiana US Weekly 
sacó una pequeña columna en la cual 
se reproducía una foto y contenido 
similares. La profesora Estrada recibió 
amenazas telefónicas anónimas y tuvo 
que explicarse ante su decana. Colegas 
suyos empezaron a hacerle el feo y a 
distanciarse de ella.
A guisa de conclusión, podemos 
ver que la violencia real sufrida a nivel 
local en el pasado reciente reaparece 
hoy bajo nuevas formas globalizadas 
a nivel simbólico, como consecuencia 
y producto de la geopolítica del cono-
cimiento. Al hacerse visible la maya-
nidad en la modernidad globalizada, 
también abrió la puerta para que el 
saber occidental intentara recuperar y 
reposicionar ese mismo conocimiento 
subyugado. Por ello, los ejemplos que 
trabajé representan dos polos opuestos 
de la nueva articulación de lo local 
dentro de lo global. 
Los avances de la ASCRA no hubie-
ran sido posibles dentro del marco del 
Estado guatemalteco. Necesitaba redes 
internacionales como mecanismos de 
articulación de poder para sobrevivir, 
avanzar y presionar desde fuera. 
Pero esa misma visiblidad hace que 
los diseños globales generen nuevas 
formas de colonialidad para preservar 
��
sus hegemonías tradicionales. Por 
ello aparecen en el orden simbólico 
productos culturales como Apocalypto 
o como el libro de Stoll, que intentan 
desacreditar las iniciativas subalterni-
zadas, restarles agenciamiento. Pero 
así como la ASCRA fue una respuesta 
constructiva ante las masacres, algo 
similar sucederá en el espacio cul-
tural y en el terreno de lo simbólico 
para contrarrestar las lamentables 
masacres simbólicas representadas 
por Apocalypto a nivel mundial en los 
espacios globales.
��
�3
Aportes de la arqueología a los mayas 
actuales y los aportes de los mayas actuales 
a la arqueología
Iyaxel Cojtí
Avexnim Cojtí
Diego Vásquez
L a arqueología guatemalteca, ya sea como medio para conocer el pasado y/o 
como instrumento de legitimación ideológica, ha desempeñado diferentes pape-
les a través de la historia. Los usos que se le ha dado han respondido al contexto 
sociopolítico en el que se desenvuelve, que van desde legitimar un discurso nacio-
nalista que promueve la vinculación de toda la sociedad bajo un mismo pasado, 
como se dio en el período Liberal, a una disciplina que enajena a la sociedad o 
a ciertos sectores de la sociedad de su pasado, como ocurre actualmente con la 
población maya descendiente�. 
� Es necesario aclarar que existen varios tipos de arqueólogos por lo que muchos de los comentarios que aparecen 
en esta ponencia no son generalizados. 
En el contexto sociopolítico 
presente, la arqueología se desen-
vuelve dentro de una sociedad cuyo 
Estado hace poco reconoció su mul-
ticulturalidad, y en donde la po-
blación maya ha luchado para que 
se reconozcan sus derechos e iden-
tidad en una sociedad excluyente.
 
El objetivo de esta ponencia es 
mostrar la incidencia directa o indi-
recta que han tenido los conocimien-
tos generados por los arqueólogos en 
las percepciones que se tiene de los 
mayas actuales, y la forma en como 
los mismo mayas se apropian y re-
significan estos conocimientos para 
la reivindicación de su cultura. De 
esto surge la necesidad de establecer 
una arqueología más comprometida, 
ética y políticamente, con la sociedad 
guatemalteca, en especial con la po-
blación indígena, quienes como des-
cendientes del “objeto de estudio”, 
han participado de forma mínima 
en la construcción de su pasado. Por 
otro lado, se desea resaltar el valor 
de los conocimientos tangibles e 
intangibles de los mayas actuales, 
para mejorar el entendimiento y las 
�4
interpretaciones de los restos que 
dejaron los mayas prehispánicos. 
El reto ahora es ver que tan viable 
puede ser unir los dos tipos de cono-
cimientos –el científico y el tradicio-
nal– y las implicaciones políticas, 
sociales y culturales que esto conlleva. 
Trasfondo histórico
El rompimiento histórico entre 
los grupos indígenas y su pasado 
“maya” no es algo exclusivo del 
trabajo arqueológico, sino que forma 
parte de un universo simbólico que 
comenzó a gestarse desde la Colonia, 
y que se ve ejemplificadoen la idea 
de la degeneración del “indio” 
(Taracena, �00�). Los españoles 
conocían la conexión de los “indios” 
coloniales con algunas de las 
ciudades prehispánicas Posclásicas: 
sin embargo esta relación fue 
progresivamente interrumpida con 
el fin de romper con una tradición e 
historia que amenazaba la imposición 
efectiva de una nueva cultura. 
Entre las estrategias que los espa-
ñoles utilizaron para la subyugación 
de las poblaciones locales estaban: la 
reducción de la población indígena 
en pueblos (“pueblos de indios”), el 
establecimiento de un nuevo orden 
político (las “dos repúblicas”), y la 
destrucción de ciudades, altares y li-
bros (considerados sagrados) de va-
rios pueblos mayas. Estas estrategias 
garantizaron –en apariencia– una 
sumisión social, física, cultural y 
mental de las poblaciones indígenas.
A pesar de esto, existieron 
muchos esfuerzos de los indígenas por 
mantener su cultura y reclamar sus 
derechos ante un nuevo orden, entre 
ellos la elaboración de textos como el 
Popol Vuh, el Memorial de Sololá, el 
Título de Totonicapán, entre otros, 
con los cuales deseaban preservar su 
historia prehispánica, sus mitos de 
origen, el derecho sobre sus territorios, 
y apelar su legitimidad ante el sistema 
colonial (Chinchilla, �999: �00). 
Otra expresión de resistencia fue 
la conservación de las prácticas es-
pirituales antiguas por descendientes 
mayas, quienes visitaron y aún siguen 
visitando los sitios arqueológicos a los 
que consideran como centros de co-
nexión espiritual con los antepasados. 
Tal práctica es observable entre los 
lakandones con el sitio de Bonampak 
(Boremanse, �998), los yukatekos en 
el sitio de Oxkintok (Rivera y Arma-
dor, �997), los k’iche’s en Q’umarkaj, 
los kaqchikeles en Iximche’ y los 
q’eqchi’es en Cancuén (García, 
�00�) entre otros tantos ejemplos. 
�5
 El interés por estudiar las dis-
tintas etnias mayas y los diferente si-
tios arqueológicos fue mínima en la 
Colonia� . Surge en el siglo XVII, como 
resultado de un sentimiento localista 
entre los criollos, marcando los ini-
cios de una idea de “nación guate-
malteca” que tendría sus frutos hasta 
el siglo XIX. Uno de los ideólogos de 
este tiempo fue Francisco Antonio de 
Fuentes y Guzmán, quien en su libro 
Recordación Florida (�93�), elogió 
el paisaje que lo rodeaba, incluyendo 
la naturaleza y la población indí-
gena. A pesar de conocer la relación 
entre los indígenas coloniales y los si-
tios arqueológicos Posclásicos del al-
tiplano, se justificaba la apropiación 
de los sitios y de sus habitantes por el 
hecho de que sus antecesores espa-
ñoles los descubrieron y conquistaron. 
Posterior a la Independencia de 
�8�� y con la llegada de Rafael Ca-
rrera al poder – con los subsecuentes 
temores a una “guerra de castas”3 
(Taracena: �997)– se comenzó a 
valorar el potencial nacionalista de 
los vestigios arqueológicos. Algunas 
exploraciones, tanto de nacionales 
como de extranjeros, son una mues-
tra de ello4. Pero fue con el esta-
blecimiento de los liberales en �87�, 
que se comenzó a construir una idea 
de nación guatemalteca que estaba 
sustentada en gran parte en una su-
puesta “grandeza prehispánica”, la 
cual pasó a pertenecer a todos los 
guatemaltecos. El arquetipo de “lo 
guatemalteco” fue, desde entonces, 
lo ladino, entonces los sitios arqueo-
lógicos pasan a ser pasado del ladino.
Los inicios de la investigación 
arqueológica 
De los primeros viajes explorato-
rios a inicios del siglo XIX se pasó a 
trabajos de carácter investigativo a 
finales del mismo siglo y continuaron 
a lo largo del siglo XX. Los arqueólo-
gos y exploradores más famosos de 
� Para exploraciones en sitios arqueológicos en la Colonia, ver Fuentes y Guzmán, �93�.
3 El temor a que en Guatemala sucediera una réplica de lo que, por entonces, estaba sucediendo en el norte de la 
península de Yucatán y Chiapas, motivó a las elites guatemaltecas a tratar de entender mejor al indígena e incluirlo en 
el emergente proyecto de nación. Posteriormente, dicha inclusión conllevó al proyecto asimilacionista de los gobiernos 
liberales.
4 A finales de la Colonia se llevaron a cabo algunas expediciones al sitio de Palenque (entonces parte del Reino 
de Guatemala) en los años de �784, �785, �786 y en �804-05 con Dupaix. Posterior a �8��, varios exploradores llegaron 
a la región en búsqueda de aventuras y civilizaciones “perdidas”. Tal es el caso de Waldeck, Stephens y Walker como 
exploradores extranjeros, y a Rivera Maestre (�834) y Ambrosio Tut y Modesto Méndez (�848) como guatemaltecos. Por 
esa época también Gavarrete realizó exploraciones en el área de Cotzumalguapa, Escuintla.
�6
esa época fueron: Alfred Maudslay, 
Teobert Maler, Sylvanus Morley y 
Alfred Tozzer, y especialistas en et-
nohistoria y etnología como: Ralph 
Roys, William Gates, Oliver La Farge, 
Frans Bloom entre otros, quienes im-
pulsaron los llamados estudios con-
juntivos5 (Freidel, et. al., �999: 4�). 
Este tipo de trabajo, reforzado con 
los documentos coloniales, solidificó 
la percepción de la relación cultural-
histórica entre los mayas modernos 
y los que habitaron los sitios pre-
hispánicos. Fue entonces cuando se 
comenzó a incorporar a los mayas 
vivientes en investigaciones arqueo-
lógicas, como fuentes de analogías 
para interpretar el récord arqueo-
lógico (Yaeger y Borgstede, �004). 
 
Uno de los mayistas más famo-
sos de mediados del siglo XX fue el 
inglés Eric Thompson, quien usando 
la información heredada de todos sus 
predecesores, formó la visión clásica 
de los antiguos mayas. Aparte de creer 
que los habitantes prehispánicos eran 
sacerdotes pacíficos que se dedicaban 
a perfeccionar sus cálculos astronómi-
cos, él también defendía la idea de que 
las distintas expresiones culturales de 
los mayas contemporáneos les fueron 
heredadas de los mayas prehispánicos 
del sector campesino y de los plebeyos, 
cuya cultura difería a la de la elite 
(Freidel, et. al., �999: 43). Con esta 
afirmación, Thompson declara ex-
plícitamente, que la riqueza cultural 
de la elite desapareció, mientras que 
la cultura de los sectores más bajos 
sobrevivió, y es la que se observa en la 
población indígena actual. A partir de 
los años de �950, la visión romántica 
de Thompson comenzó a ser supera-
da por ideas mejor sustentadas. Esta 
nueva generación de investigadores 
estuvo encabezada por investigadores 
como Yuri Knorosov (en Rusia), Ta-
tiana Proskouriakoff, Jeremy Sabloff, 
Heinrich Berlin, Michael y William 
Coe, entre otros. Para este momento, 
la disciplina arqueológica teórica y 
práctica estaba en manos de académi-
cos extranjeros, dejando una mínima 
participación a estudiosos guate-
maltecos de ingresar a estos estudios 
(como los hermanos Villacorta), y en 
el caso de los indígenas, éstos eran 
incorporados simplemente como ob-
jetos de analogías y como jornaleros.
5 Los estudios conjuntivos son los trabajos de investigación que combinan información arqueológica, antropológica, 
etnológica y etnohistórica. Su principal impulsor fue Franz Boas (Yaeger y Borgstede, �004). 
�7
La arqueología de Guatemala 
actualmente 
La forma como se desarrolla ac-
tualmente la arqueología difiere de la 
que se hacía hace un siglo, debido a 
los avances en la tecnología y en los 
métodos empleados para analizar 
el registro arqueológico. Lo anterior 
se da también por el aumento de la 
participación de guatemaltecos en 
las investigaciones arqueológicas, sin 
embargo, la relación con la mayoría 
de la población indígena sigue siendo 
la misma. A pesar del aumento de ar-
queólogos guatemaltecos, la produc-
ción teórica y administración de la 
mayoría de los proyectos se encuen-
tran bajo la dirección de arqueólogos 
extranjeros, quienes establecen sus 
perspectivas académicas a los inves-
tigadores guatemaltecos. De igual 
forma, los arqueólogos, tanto ladinos 
como indígenas, que han continuado 
sus estudios superiores en el extran-
jero, aprenden y adoptan la forma de 
hacer arqueología propiade las uni-
dades académicas de donde egresan 
y las reproducen en sus investigacio-
nes en Guatemala. Como lo men-
cionan Politis y Pérez (�007:353), la 
poca propuesta de los arqueólogos 
latinoamericanos es la consecuen-
cia de su subordinación intelectual, 
que dicho en otros términos corres-
ponde a la dependencia económica 
y política de los países de esa región. 
En Latinoamérica, solamente 
ha existido en el campo arqueológico 
una propuesta teórica y metodológi-
ca, llamada “arqueología social 
latinoamericana”. Concebida en la 
década de �970, esta corriente basada 
en el marxismo tenía una perspectiva 
enfocada en la crítica hacia la su-
bordinación teórica y epistemológica 
de la arqueología en el continente y 
en la reivindicación de una postura 
política radical a los problemas socia-
les. Su impacto fue temporal en Gua-
temala, quizás se debió a la fuerza 
de la corriente procesual (manejada 
principalmente en los Estados Uni-
dos), por su poca aplicabilidad y por 
el contexto de represión a los movi-
mientos revolucionarios marxistas 
de esa época. Esta corriente procesual 
no fue mal vista, en Guatemala, por 
las dictaduras militares de entonces, 
probablemente porque su base neo-
positivista y “neutral” no represen-
taba peligro para el Estado y, además, 
los mismos arqueólogos asumieron 
el rol de “científicos puros” más que 
sociales, dejando a un lado la reali-
dad social (al menos explícitamente) 
de ese entonces. Como lo mencionan 
Sharer y Ashmore (�993:�3), quienes 
siguen la lógica de la arqueología 
�8
procesual para estudiar al pasado, los 
arqueólogos han desarrollado una se-
rie de métodos para descubrir, recavar, 
preservar, describir y analizar el regis-
tro arqueológico. También se ayudan 
de una teoría que les provee de las 
formas para interpretar la evidencia 
arqueológica y les permite describir 
y explicar el pasado. De esta corriente 
no existe ninguna referencia al pa-
pel de la arqueología en la sociedad 
actual ni muchos menos a su rela-
ción con las poblaciones indígenas.
Aunque la arqueología procesual 
no resultó ser peligrosa para el siste-
ma autoritario imperante, sí lo fue y 
lo es para los descendiente mayas por 
dos aspectos: primero, porque una ar-
queología “neutral”, en un contexto 
como el guatemalteco, sólo sirve para 
sustentar el orden social existente (que 
es excluyente y racista) por su falta de 
compromiso con la sociedad y por no 
cuestionarla (Shanks y Tilley, �987a: 
�89); y segundo, porque al considerar 
los procedimientos científicos como 
la base de sus investigaciones, excluye 
otras forma de interpretación (que 
no siguen el patrón del racionalismo 
occidental), y por ende limita la par-
ticipación de los mayas actuales en la 
construcción de la historia y cultura 
de sus antepasados desde su propia 
visión. Otra consecuencia negativa 
de esta situación es que niega a la 
población indígena el derecho a de-
clararse como descendientes de los 
mayas prehispánicos, ya que son los 
arqueólogos los que definen qué y 
quién es o no es “maya”. En Guate-
mala, gran parte de los arqueólogos 
guatemaltecos siguen usando como 
base la corriente procesual modifi-
cada, o siguen la que se emplea en los 
proyectos en donde trabajan; sin em-
bargo, ésta no les ayuda a diversificar 
sus actividades fuera de los proyectos 
y del ámbito investigativo hacia otros 
campos de aplicación más social. 
Aportes de la arqueología a 
los mayas actuales
¿Pero entonces cuáles son los 
aportes de la arqueología a los ma-
yas actuales? La respuesta es que los 
arqueólogos trabajan principalmente 
para la ciencia, para sus unidades aca-
démicas y para producir conocimien-
tos destinados al mercado intelectual 
y comercial, por lo que sus aportes a la 
población maya actual son indirectos, 
inclusive involuntarios. Reconoce-
mos que existen algunas excepciones 
como el Proyecto Cancuén, los talleres 
de epigrafía de Nikolai Grube en Anti-
gua Guatemala, el proyecto Q’umakaj 
en Quiché, y los talleres ofrecidos 
por la Universidad de Austin, Texas, 
�9
en donde existe una relación más 
directa con la población indígena.
Se dice que la mayoría de los 
aportes son indirectos, ya que algunos 
de los conocimientos que generan los 
arqueólogos en sus investigaciones, 
son reapropiados y resignificados por 
los mayas actuales, para reivindicar y 
revitalizar su cultura a través del uso 
de varios rasgos culturales de los ma-
yas prehispánicos. Tal es el caso de la 
escritura jeroglífica y la iconografía, 
la cual en tiempos prehispánicos estu-
vo asociada con la política y el poder, 
por lo que no es sorprendente que los 
mayas actuales las hayan recaptura-
do con similares asociaciones (Sturm, 
�996:��6). Es por ello que muchos 
líderes indígenas, organizaciones, y 
diferentes instituciones que luchan 
por la causa maya, emplean la icono-
grafía y la escritura prehispánica en 
sus libros, emblemas, folletos y otros 
recursos de divulgación. También 
existen expresiones de la simbología 
maya en los artículos de uso diario y 
en diferentes espacios, vemos enton-
ces, en el caso de las mujeres, el uso de 
los símbolos de los días del calendario 
maya en sus joyas, en los diseños de 
fajas y güipiles, en los bordados de 
las camisas de los hombres y en las 
agendas de uso diario, entre otros. Un 
componente cultural que ha sido re-
cuperado por los indígenas (aunque 
no por todos) y que posee un fuerte 
significado es el calendario maya. En 
especial el calendario sagrado llama-
do ch’olq’ij, cuyo uso va desde el con-
teo del tiempo hasta su uso como guía 
de las actividades diarias. En necesa-
rio aclarar que el conocimiento y uso 
de este calendario ha sido ininterrum-
pido desde tiempos prehispánicos gra-
cias a los practicantes de la espiri-
tualidad maya llamados Ajq’ijab’6. 
Esta idea de continuidad entre 
los mayas del período Clásico y los 
mayas actuales de Guatemala no es 
del todo aceptada por muchos ar-
queólogos y gran parte de la sociedad 
guatemalteca. Esto debido a que no 
existe evidencia concreta que expli-
que lo que le sucedió a la elite maya 
(que es el “objeto de estudio” de los 
arqueólogos) después del denomina-
do “colapso” en Petén. Sin embargo, 
la tarea de buscar a los descendien-
tes directos de esta elite es una tarea 
casi imposible por diversas razones, 
ente ellas: el hecho de que la zona 
fue abandonada tras la migración de 
6 Por otro lado, también se ha retomado simbólicamente la llamada Cuenta Larga, este calendario cuenta el tiempo 
transcurrido desde un año cero de los mayas prehispánicos hasta nuestros días, es por eso que ahora nos encontramos en 
el año 5��3 (según el Programa Educativo Pop Noj). 
�0
sus ocupantes, por el transcurso de 
tanto tiempo desde el colapso hasta 
nuestros días, por la inexistencia de 
registros escritos que especifiquen 
esa descendencia y por los cambios 
que se dieron durante la Colonia. 
Por ende, muchos arqueólogos 
aceptan la idea de que los posibles des-
cendientes son los que están lingüísti-
camente más cercanos al idioma que 
hablaba la elite maya prehispánica, 
que era el Chol Clásico (Grube, 
�00�:�57). Por lo tanto, los ch’orti’s 
actuales, cuyo idioma es el más cerca-
no al que hablaban los mayas pasados, 
sería la población más cercana a los 
descendiente de los mayas del período 
Clásico, incluyendo los yukatekos 
quienes siguen ocupando los territo-
rios de sus antepasados y cuyo idioma 
es muy afín al chol (ibíd., �57), y los 
mopanes y los itza’es quienes fueron 
los que ocuparon Petén antes de la 
venida de los españoles (Caso, �00�). 
 
Esta visión es un tanto estática y 
simplista ya que se determina la cer-
canía de lo “puramente maya” por 
medio de la identificación de rasgos 
culturales parecidos a los que poseía 
la elite maya (que es el referente de 
comparación). Esto omite el paso de 
más de mil años en donde pudieron 
haber sucedido diferentes aconte-
cimientos históricos y políticos que 
influyeron en la conformación de la 
identidad y etnicidadde los mayas 
actuales. Los más de seis millones 
de mayas que actualmente viven en 
México, Guatemala y Belice hablan 
3� diferentes idiomas que son afines, 
debido a que se remontan a la misma 
raíz: el protomaya, que según Grube 
(�00�: �54), se creó hace 4000 años 
en los Altos de Guatemala. Además 
del idioma existen otras similitudes 
culturales entre las diferentes comu-
nidades lingüísticas como en los ali-
mentos, el vestuario, en las relaciones 
sociales como con la naturaleza, entre 
otros. Es por esto que se puede afirmar 
con seguridad que la población maya 
actual es descendiente de la cultura 
maya aunque no de su elite, inclusive 
de una cultura más amplia como es 
la mesoamericana. Como lo dice Ba-
rrientos (�005: �63) la gran variedad 
de grupos étnicos mesoamericanos 
han tenido una ideología en común, y 
aunque ha sido influenciada por ideas 
provenientes de otras regiones del 
mundo, han mostrado la continuidad 
de sus elementos más fundamentales. 
Los aportes de la población 
maya actual a la arqueología
Es en este punto en donde puede 
visualizarse el aporte de los mayas ac-
��
tuales a la arqueología en el campo 
académico. Muchos arqueólogos na-
cionales y extranjeros han integrado 
en sus interpretaciones sobre los mayas 
del Clásico datos etnográficos sobre la 
cultura de diversos pueblos mayas ac-
tuales, incluyendo los libros sagrados 
como: El Popol Vuh, el Memorial de 
Sololá, los relatos del Rabinal Achí, 
entre otros. Como lo dice el arqueólo-
go mexicano Miguel Rivera, que tra-
baja en Yucatán, en el sitio arqueo-
lógico de Oxkintok: “no puede haber 
algo más subyugante que identificar 
en el registro arqueológico elementos, 
hechos, conductas, vestigios de sitios, 
que tengan obvio reflejo en la cultura 
de las colectividades indígenas actua-
les”. Luego prosigue diciendo que “a 
veces la fortuna de los arqueólogos 
provoca que tengan una gran descon-
fianza hacia las interpretaciones so-
bre el material arqueológico…. del 
pueblo maya” (Rivera, �997: ��4). 
Esto indica que, cuando con-
viene, los mayas actuales son uti-
lizados indirectamente para ayudar a 
interpretar parte del registro arqueo-
lógico, pero al mismo tiempo se les 
niega el derecho de interpretarlos de 
forma directa, ya que su visión no es 
considerada como objetiva, más bien 
es visto como mitología y tradición 
oral (Montejo, �005). Como se men-
cionó anteriormente, los aportes de 
los mayas actuales a la arqueología 
también son indirectos, ya que los 
datos que se emplean sobre las po-
blaciones indígenas actuales son 
citados de trabajos de investigadores 
que sí han tenido contacto directo 
con ellas, tal como lo hicieron varios 
de los primeros exploradores y ar-
queólogos, y como lo siguen haciendo 
los antropólogos en la actualidad.
Es así como muchos arqueólogos 
han aprendido de sus antecesores so-
bre cosmovisión y cultura maya pre-
hispánica y actual, por lo que ahora 
pueden interpretar varios rasgos del 
registro arqueológico sin necesidad de 
recurrir a las poblaciones mayas ac-
tuales. Esto implica que, desde el ejer-
cicio de la profesión, se reduce el espa-
cio de interacción entre arqueólogos 
y la población maya actual, lo cual 
conduce a la desaparición de la obli-
gación de los académicos de devolver 
algo a las poblaciones indígena, in-
clusive a los guatemaltecos en gene-
ral. Otro problema, muy recurrente en 
el quehacer arqueológico, es el hecho 
de que muchos arqueólogos creen que 
con el conocimiento etnográfico y et-
nohistórico que se posee, ya se tienen 
las nociones básicas para realizar 
una buena labor interpretativa, sin 
tomar en cuenta que el conocimiento 
��
obtenido por medio de estas fuentes 
sólo son una pequeña parte de lo que 
probablemente fue y es el sustrato 
cultural maya y mesoamericano. 
Esta compleja situación también 
ha provocado que los arqueólogos no 
tengan que responder ante ninguna 
autoridad que no sea el IDAEH (Insti-
tuto de Antropología e Historia) para 
investigar los sitios arqueológicos, al 
igual que el Estado se ha aprovechado 
de esto para administrar estos sitios 
sin ninguna restricción más que la 
misma ley que él ha creado. Los ar-
queólogos guatemaltecos, aunque no 
todos, a diferencia de los arqueólogos 
extranjeros, pueden tener mayor difi-
cultad para acercarse a los mayas ac-
tuales o darles mayor participación en 
las investigaciones, ya que el hacerlo 
significaría darles reconocimiento y 
poder sobre su vínculo con los mayas 
pasados, y poner en riesgo la idea de 
lo maya como cultura nacional. Es 
evidente que esta postura no es tan 
generalizada, sin embargo a través 
del ejercicio de la profesión y en el 
discurso de algunos arqueólogos esto 
se ha afirmado implícitamente. Por 
ejemplo, en un debate sobre la pelícu-
la Apocalypto en donde asistieron 
varios profesionales no indígenas de 
las ciencias sociales, una arqueóloga 
afirmó: que “no debemos ofender-
nos ante el trabajo de un extranjero 
(refiriéndose a Mel Gibson), ya que 
nosotros somos los que conocemos 
nuestra cultura”. Con esa frase ella 
estaba reproduciendo la idea de que 
lo maya forma parte del folclor na-
cional, el cual no incluye del todo a 
la población indígena ya que los ar-
queólogos presentes (con excepción 
de uno) se enfocaron en hablar de los 
errores temporales, históricos y cul-
turales de la película, sin concentrarse 
mayormente en el contexto social en 
donde se desenvuelve, incluyendo los 
reclamos que muchos indígenas hi-
cieron por diferentes medios. Por otro 
lado, cuando ella dice que “nosotros 
conocemos nuestra cultura” en reali-
dad se está refiriendo a su círculo de 
académicos, ya que son los arqueólo-
gos los que producen y manejan los 
conocimientos sobre los mayas pre-
hispánicos, y no los indígenas ni la 
sociedad guatemalteca en general. 
Otro motivo del por qué en el 
debate sobre Apocalypto, no se hizo 
mayor énfasis en el contexto social e 
histórico en la que se desenvuelve, se 
debe a que los arqueólogos (aunque 
no todos) en su afán de “neutralidad” 
política, se han distanciado bastante de 
los debates más recientes sobre la rea-
lidad social actual en Guatemala, los 
que por supuesto han incluido temas 
�3
como el racismo y la descolonización 
del conocimiento. Sería factible pen-
sar, incluso, que muchos arqueólogos 
guatemaltecos han preferido seguir 
esta disciplina para poder trabajar en 
algo que consideran suyo (lo maya 
prehispánico), sin confrontar sus pro-
pios prejuicios sobre las comunidades 
indígenas actuales. Esto tiene sentido 
si se ve que en la antropología, por 
ejemplo, esto es más difícil ya que el 
sujeto que es estudiado puede llegar a 
cuestionar directamente al académi-
co con respecto al trabajo que realiza, 
en cambio en la arqueología no hay 
nadie vivo (al menos no los sujetos 
que son objeto de estudio directo) que 
confronte la actitud del arqueólogo. 
Conclusiones: hacia una ar-
queología consciente y social
Los aportes hacia la construcción 
de disciplinas sociales más conscien-
tes de sí mismas y de su papel en la so-
ciedad (que iniciaron desde la década 
de �970 con Clarke en Europa) han 
tenido su impacto en la arqueo-
logía7. Sin embargo dichos aportes 
entraron en contradicción –en su 
mayor parte– con el “imaginario de 
lo maya” ya establecido en las mentes 
de muchos académicos tanto gua-
temaltecos como extranjeros. Por lo 
tanto, muchos de estos nuevos aportes 
humanísticos fueron aceptados de 
forma parcial por los arqueólogos, 
incorporándolos en su quehacer co-
tidiano para así estar de acuerdo con 
lo “políticamente correcto” de este 
período histórico. Es de resaltar que 
si bien muchos de estos académicos 
probablemente asumieron parte de 
este nuevo discurso “ético” de forma 
sincera, en muchos casos esto no sig-
nificó que transformaran su forma 
de ver el mundo (tanto laboral como 
personal) ni sus relaciones con los 
pueblos indígenas, ni con la socie-
dad en general. Actualmente, lo que 
se necesita son visiones y modelos de 
arqueologíaque vayan acordes a la 
realidad plural y étnica del país y que 
dejen su presente neo-colonial. Esto, 
en primer lugar, porque los mayas ac-
tuales son descendientes de la cultura 
7 Los trabajos teóricos de David Clarke (�973) ya cuestionaban el papel del arqueólogo en la sociedad contemporánea. 
Posteriormente, a mediados de la década de �980 los trabajos de Ian Hodder (�985; �986; �986a) cambiaron mucho del 
pensamiento arqueológico e iniciaron la llamada Arqueología Posprocesual. A finales de la misma década se sumaron 
más variantes de esta nueva corriente, especialmente en los trabajos de Mark Leone y especialmente Shanks y Tilley (�987, 
�987a), quienes con su “arqueología crítica” llevaron la reflexividad dentro de la disciplina a niveles nunca antes alcanzados. 
En Mesoamérica, los exponentes más cercanos a esta corriente fueron Flannery y Marcus (�983) y los talleres de epigrafía 
maya de Linda Schele y Nikolai Grube. En Guatemala, el arqueólogo Edgar Gutiérrez Mendoza, con la publicación de su 
libro, hace una crítica a la arqueología tradicional guatemalteca y propone una de mayor carácter social. 
�4
en estudio, y en segundo lugar y la 
más importante, porque los indígenas 
dependen de su historia como fuente 
de identidad colectiva y como base 
para el reconocimiento de sus dere-
chos culturales en un contexto donde 
se les niega la autoridad para tomar 
decisiones sobre la preservación y 
manejo de su propio patrimonio.
A pesar de que los proyectos 
arqueológicos han beneficiado 
económicamente a ciertas familias 
o personas de las comunidades 
indígenas cercanos a ellos, no han 
existido mayores aportes de los 
arqueólogos para resolver un problema 
que padecen todos los indígenas de 
Guatemala: el racismo. Como lo 
dicen Shanks y Tilley (�989), si los 
arqueólogos buscaran simplemente 
transmitir conocimientos del pasado, 
están forzados a adoptar una posición 
conservadora ya que no se critica 
la relación de esta disciplina con 
la sociedad. En otras palabras, los 
arqueólogos prefieren seguir con la 
forma tradicional de hacer arqueología 
sin tratar de cambiar la situación, ya 
que esto les acarrearía problemas más 
allá de lo académico o simplemente 
no están consientes de su papel en la 
sociedad. Esperamos que este trabajo 
sea un aporte hacia la reflexión que 
siempre debe de haber en las ciencias 
sociales, especialmente en la disciplina 
arqueológica. Cuando los arqueólogos 
asuman realmente su papel en la 
sociedad en que viven, y no sólo en 
el pasado que estudian, entenderán 
que mucho de ese pasado convive, al 
menos en Mesoamérica, hoy con ellos. 
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�7
El mito del maya “puro”: un análisis de la 
construcción y expresión de identidad en la 
época prehispánica
Tomás Barrientos
E n otras ocasiones, incluyendo este mismo Congreso, he tenido la oportunidad n otras ocasiones, incluyendo este mismo Congreso, he tenido la oportunidad 
de expresar algunos pensamientos sobre el papel que juega la arqueología en temas 
de identidad, especialmente como medio para definir la situación pluricultural y 
pluriétnica de Guatemala en tiempos prehispánicos (Barrientos, �006). Siguiendo 
esta misma línea y acorde al tema principal del VII Congreso de Estudios Mayas, 
presento el análisis de un discurso que he llamado “el mito del maya puro”.
Iyaxel Cojtí y sus coautores (este 
volumen) ya han expresado algunos 
de los aportes que la arqueología ha 
dado a los mayas, pero considero 
que es necesario agregar uno todavía 
más importante. Me refiero a que 
esta disciplina es fundamental para 
investigar los procesos que han con-
formado la identidad maya a través 
de toda su historia, y en particular, la 
arqueología ha proporcionado datos y 
argumentos para rebatir estereotipos 
como el supuesto origen mexicano de 
los mayas del altiplano. 
Por otro lado, también quiero 
introducir esta ponencia con un co-mentario hacia el Informe Nacional 
de Desarrollo Humano de �005, que 
trata sobre la Diversidad Étnico-
Cultural. De todo el contenido, que 
consta de 400 páginas, solamente se 
dedicaron 30 líneas al tema de la di-
versidad prehispánica (PNUD, �005: 
�7). Esto sin lugar a dudas refleja una 
tendencia general de los guatemalte-
cos a desconocer la utilidad de los es-
tudios del pasado prehispánico. Esta 
afirmación se hace más representativa 
por la gran cantidad de profesionales 
mayas y no mayas involucrados en 
la elaboración de dicho documento. 
En mi opinión, muchos de los con-
ceptos que se aplican a la diversidad 
�8
actual ya existían en el pasado, por lo 
que conocer sus orígenes sería muy 
útil para el profundizar más sobre el 
tema.
La presente ponencia va dirigida 
entonces a ejemplificar uno de los 
aportes que puede tener la arqueo-
logía hacia los mayas y a la nación 
guatemalteca en general. No obstan-
te, la trascendencia de estos estudios 
dependerá del interés de las institucio-
nes culturales y educativas, así como 
de la actitud de la población misma, 
en cuanto a la búsqueda de una iden-
tidad basada en valores legítimos, que 
tanto necesita nuestro país.
El “mito del maya puro”
En Guatemala, el concepto de la 
identidad maya prehispánica se ha 
manejado de distintas formas, pero en 
la mayoría de la población ha preva-
lecido una idea romántica y homoge-
neizada. Este concepto, al que llamo 
el “mito del maya puro”, está fuerte-
mente arraigado a las grandes obras 
artísticas de las ciudades de las Tierras 
Bajas del período Clásico. En este es-
quema, el maya puro también se co-
noce como “maya original”, “maya 
verdadero” y otros términos similares, 
y se define solamente mediante la 
asociación con elementos como las 
pirámides, el jade, el calendario y los 
glifos. Quienes no muestren relación 
con estos íconos se desvían entonces 
de la “pureza” maya, como es el caso 
de los mayas posclásicos del altiplano, 
y son considerados en la literatura 
como mayas mexicanizados, tribus, o 
“señoríos” de afiliación desconocida. 
Se puede definir de manera 
preliminar que el mito del maya 
puro se basa en la identificación de 
elementos de la nobleza maya del 
período Clásico, específicamente en 
las Tierras Bajas Centrales. En esta 
definición no se toma en cuenta 
aspectos tales como los idiomas, la 
cultura popular y la relación con 
otras culturas contemporáneas.
Arqueología e identidad
Los estudios arqueológicos tienen 
grandes limitantes en comparación a 
las investigaciones realizadas por la 
antropología, sociología y otras cien-
cias sociales. 
La principal limitación es la 
incapacidad de interactuar directa-
mente con las sociedades e individuos 
bajo estudio, ya que han desaparecido. 
Por lo tanto, cuando se trata un tema 
como la identidad, siempre se tendrá 
una visión incompleta de la realidad. 
�9
No obstante, estas limitantes no impi-
den que se pueda, en ocasiones muy 
contadas, tener un acercamiento ha-
cia las formas en que los individuos 
expresaron su pertenencia a un grupo 
social o étnico. Para abordar el tema 
de identidad y definirla de una mane-
ra más completa, se proponen tres 
aspectos a considerar: construcción, 
expresión y análisis externo.
Al hablar de construcción de 
identidad, me refiero al proceso por 
medio del cual un individuo crea 
un sentimiento de pertenencia a 
uno o varios grupos sociales. Cada 
individuo construye su identidad de 
forma consciente, pero depende de 
sus experiencias personales y de los 
procesos de socialización a que ha 
estado expuesto en las distintas etapas 
de la vida. Así, un individuo puede 
identificarse con una nación, un 
poblado, una ideología, una corriente 
artística, un equipo deportivo, etc.
La expresión de identidad es la 
manera en que este sentimiento se 
exterioriza mediante actitudes y ob-
jetos materiales. Por las limitantes ya 
mencionadas de la investigación ar-
queológica, el estudio de la identidad 
pasada se fundamenta precisamente 
en su expresión material, ya sea ves-
timenta, decoración de objetos, forma 
de vivienda, prácticas funerarias, etc. 
Sin embargo, como ya se mencionó, 
estas manifestaciones materiales no 
siempre constituyen un reflejo com-
pleto de la identidad individual.
Finalmente, el análisis externo 
de la identidad es la forma en que 
las demás personas perciben al indi-
viduo. Esto es lo que en antropología 
y arqueología se define como el punto 
de vista etic, donde es el investigador 
quien define, categoriza y clasifica la 
identidad de un individuo o grupo de 
acuerdo a sus expresiones materiales.
Si aplicamos estos conceptos al 
mito del maya puro, resulta difícil a 
un indígena guatemalteco identifi-
carse con los edificios y joyas de Petén 
antiguo y que no forman parte de su 
vida cotidiana. Por otro lado, para el 
resto de guatemaltecos, las expresiones 
materiales de los “mayas puros” difie-
ren de las formas en que los mayas de 
hoy expresan su identidad, no encon-
trando así ningún nexo entre ambas 
épocas. Para abordar la problemática 
que se deriva del mito del maya puro, 
es necesario entonces analizar la vali-
dez de dicho concepto, para lo cual se 
debe definir la manera en que los ma-
yas antiguos expresaban su identidad 
y cómo podemos observarla a través 
del registro arqueológico.
30
Medios de expresión de 
identidad en el pasado
Dentro de la evidencia mate-
rial estudiada por los arqueólogos se 
pueden definir algunos aspectos que 
pueden servir para aproximarse al 
complejo problema de la afiliación 
de individuos a un grupo social o ét-
nico. Uno de ellos son las tradiciones 
arquitectónicas, cerámicas y líticas, 
que pueden sugerir patrones de com-
portamiento que son compartidos por 
los miembros de una comunidad, y 
que de alguna manera también pue-
den reflejar algún sentido de perte-
nencia. Así, la distribución de cierto 
tipo de tecnología constructiva o de 
elaboración cerámica coincide mu-
chas veces con las divisiones políticas, 
lingüísticas y culturales.
Lo mismo se puede decir con las 
tradiciones religiosas, que también 
son medios para expresar sentimien-
tos de identidad. La elaboración de 
cierto tipo de ofrendas, la colocación 
de los muertos en cierta orientación 
o la veneración de alguna deidad, 
pudieron también reflejar la identifi-
cación hacia una comunidad o grupo 
determinado.
A pesar de contar con todo este 
tipo de expresiones materiales, éstas 
suelen encontrarse de forma incom-
pleta y es raro contar con depósitos, 
contextos o edificios que permitan 
una interpretación clara. Además, la 
asociación de estilos y tradiciones con 
grupos étnicos en particular ha dado 
lugar a confusión, en especial la ela-
boración de teorías sobre invasiones y 
conquistas. Esto es frecuente cuando 
se tiene la idea de un grupo maya 
aislado y se niega la compleja inte-
racción que existió con las otras cul-
turas de Mesoamérica. Por lo tanto, el 
estudio de la identidad en el pasado 
no puede ser motivo de simples gene-
ralizaciones y debe haber suficiente 
evidencia para apoyarlas.
Los estilos de arte constituyen 
un tipo de expresión de identidad que 
puede ser de gran utilidad para la 
investigación arqueológica, aunque 
sólo si se analiza cuidadosamente. A 
este respecto, Esther Pasztory define 
que los estilos de arte son expresiones 
locales, pero que en algún momento 
pueden ser indicadores de contactos 
externos. También pueden evidenciar 
cambios temporales y en algunos 
casos, la forma de pensar e identidad 
de sus autores (Pasztory, �993: ��0-
���). 
Pasztory ha identificado un 
patrón artístico muy característico 
3�
en Mesoamérica durante el período 
Clásico, que se define mediante la 
oposición de dos estilos diferentes en 
una misma escena u objeto. Esto se 
ejemplifica en varios monumentos 
que muestran personajes con dis-
tintos atributos estilísticos, lo que 
seguramente fue hecho como forma 
de expresar algún tipo de diferencia 
entre los individuos. Por lo tanto, 
de acuerdo aesta autora, los estilos 
artísticos fueron medios de expresión 
de identidad étnica, y una de sus fun-
ciones fue la de indicar la existencia 
de grupos y naciones distintas (ibíd., 
���-��9). Por otro lado, la aparición 
de algunos estilos en otras regiones 
indica las existencia de grandes re-
des de comunicación e intercambio. 
Citando a Pasztory con respecto a la 
creación de imágenes en el período 
Clásico, se puede concluir que: “el 
estilo de un grupo es una parte de su 
existencia y realidad tan inalienable 
como su vestimenta o lenguaje. El 
estilo no es relativamente neutral y 
no puede separarse de su cargamento 
cultural” (Pasztory, �993: �30, tra-
ducción mía).
Tikal como símbolo de la 
pureza maya
A partir de los conceptos defini-
dos anteriormente, se procederá a 
analizar un caso concreto de análi-
sis de identidad prehispánica. Se ha 
seleccionado un personaje de Tikal 
precisamente porque es el lugar que 
mejor representa el “mito del maya 
puro”. Para ello nos remontaremos 
al período Clásico Temprano, es-
pecíficamente durante los siglos IV 
y V d.C., que corresponde al mayor 
apogeo alcanzado por Tikal. En esta 
época, la ciudad no contaba con las 
construcciones monumentales que 
todos conocemos, pero su hegemonía 
política en casi todo Petén no tenía 
rival alguno.
A partir del año 378 d.C. varias 
ciudades de Petén registraron la 
presencia de personajes que se 
identifican con vestuarios y objetos 
que son propios de la ciudad de 
Teotihuacan, la cual se encontraba a 
unos �000 km de distancia de Tikal. 
Sin embargo, durante esta época, 
dicha ciudad del Altiplano Central de 
México constituía la mayor ciudad de 
Mesoamérica y de todo el continente 
americano.
Varias inscripciones en Tikal 
mencionan la llegada de uno o varios 
personajes, el día �6 de enero de 378 
d.C., lo que se ha llegado a conocer 
como la “Entrada Teotihuacana” 
(Stuart, �000). En el año siguiente, 
32
accedió al trono de Tikal el decimo-
quinto gobernante en la línea dinás-
tica, llamado Yax Nuun Ayiin I, o más 
popularmente, “Nariz Rizada I”. Este 
es sin lugar a dudas, uno de los perso-
najes más polémicos en la historia de 
Tikal y de toda la historia maya. Lo que 
hace tan particular a Yax Nuun Ayiin I 
es la manera en que se representó en 
los monumentos públicos. A diferen-
cia de su antecesor y de su sucesor, este 
gobernante siempre aparece asociado 
a los símbolos teotihuacanos. Su re-
trato mejor conservado se encuentra 
a los lados de la Estela 31 (Figuras 1 
y 2), en cuyo frente aparece su hijo y 
sucesor. Este monumento es uno de los 
más representativos de la oposición de 
dos estilos artísticos distintos. Mientras 
Yax Nuun Ayiin I aparece en estilo teo-
tihuacano, su hijo fue retratado den-
tro de la tradición de Tikal. Entre los 
elementos teotihuacanos que lleva Yax 
Nuun Ayiin I destacan:
- El lanzadardos atlatl, que era 
un arma precursora del arco y 
flecha.
- El escudo del tios tlaloc, caracteri-
zado por “anteojos”, tocado con borlas 
y una placa en la nariz
- Un espejo y colas de coyote en la par-
te baja de la espalda
- Un casco de la serpiente Xiuhcoatl, 
hecho con pequeñas placas a manera 
de escamas.
Figura 1. Retrato del gobernante de Tikal Yax 
Nuun Ayiin I, Lateral izquierdo de la Estela 31 de 
Tikal.
Figura 2. Retrato del gobernante de Tikal Yax 
Nuun Ayiin I, Lateral derecho de la Estela 31 de 
Tikal.
33
La presencia de todos estos 
objetos teotihuacanos asociados a Yax 
Nuun Ayiin I ha sido objeto de varias 
hipótesis acerca de su identidad. 
Originalmente, la explicación 
inicial de Coggins (�979, �983) fue 
que se trataba de un teotihuacano 
que había conquistado Tikal, pero 
después Schele y Freidel (�990) le 
identificaron como un gobernante 
de Tikal vestido como teotihuacano. 
Recientemente, la hipótesis de 
conquista ha ganado popularidad de 
nuevo, especialmente ante los avances 
en la lectura de los glifos asociados a 
este personaje. Ha sido el renombrado 
epigrafista David Stuart (�000) quien 
cree que Yax Nuun Ayiin I era de 
origen teotihuacano, y que llegó a 
Tikal desde Teotihuacan para tomar 
control de dicha ciudad. Uno de los 
principales argumentos de esta teoría 
es la identificación del nombre de su 
padre, quien definitivamente no es el 
gobernante anterior. Además, el glifo 
de dicho nombre contiene una mano 
sosteniendo un atlatl, que es un 
símbolo de origen teotihuacano.
A pesar que el estilo artístico y los 
textos apuntan hacia un origen teo-
tihuacano de Yax Nuun Ayiin I, otros 
tipos de investigación arqueológica 
podrían sugerir lo contrario. Durante 
las excavaciones en la Acrópolis Norte 
en Tikal, se pudo descubrir la tumba 
de este gobernante (Entierro �0) en 
el interior de la pirámide 5D-34 o 
Templo 34. Las ofrendas cerámicas 
de este personaje fueron mayoritaria-
mente decoradas con dioses y otras 
figuras de estilo teotihuacano, lo que 
inicialmente supuso la confirmación 
de su origen mexicano. No obstante, 
el análisis reciente de estas vasijas ha 
demostrado que a pesar de que fueron 
importadas, su lugar de manufactura 
no fue Teotihuacan (Reents-Budet, et. 
al., �004). También se han llevado a 
cabo análisis de isótopos de estroncio 
en los dientes de Yax Nuun Ayiin I, 
indicando que era originario de Petén 
y no del Altiplano de México (Wright, 
�005).
Hasta el momento, los debates 
actuales sobre la naturaleza de la 
Entrada Teotihuacana y sus repercu-
siones en Tikal constituyen uno de los 
temas más polémicos e interesantes de 
la arqueología maya. A pesar de con-
tar con varias inscripciones y objetos 
relacionados con Yax Nuun Ayiin I, 
todavía no hay un consenso sobre su 
origen y verdadera identidad. No es el 
objetivo de este trabajo tomar alguna 
postura sobre el debate, sino llamar la 
atención sobre la dificultad que pre-
senta el estudio de las expresiones de 
identidad en Tikal. 
34
Para muchos guatemaltecos 
sería sorprendente e incluso inau-
dito que Tikal, símbolo de la pureza 
maya, haya sido gobernado por un 
personaje originario del Altiplano 
Central de México. Sin embargo, la 
presencia de gobernantes extranjeros 
ha sido un rasgo bastante común en 
la historia de los grandes estados e 
imperios de todo el mundo, como el 
caso de Carlos I de España, que era 
de origen alemán y terminó siendo el 
monarca más poderoso en la historia 
de ese país. 
Por otro lado, es probable que 
Yax Nuun Ayiin I fuera en realidad 
originario de Tikal. No obstante, este 
gobernante se identifica siempre con 
objetos y símbolos teotihuacanos y 
no con la tradición artística de las 
ciudades mayas de la época. Como 
dice Pasztory: “Aunque no podemos 
reconstruir lo que ellos hicieron, los 
monumentos nos muestran como 
querían aparecer tanto para ellos 
mismos como para otros” (Pasztory, 
�993:�40).
Por el momento no se sabe con 
exactitud si las relaciones con Teoti-
huacan fueron pacíficas o no, pero es 
posible que la asociación con esa ciu-
dad del Altiplano Central de México 
haya conferido prestigio político e in-
cluso religioso, ya que varios autores 
consideran que fue la primera ciudad 
asociada a Tollan, el lugar mítico de 
origen (Stuart, �000; Fash y Fash, 
�000). 
De cualquier manera, el caso del 
gobernante Yax Nuun Ayiin I rompe 
con muchos de los esquemas y este-
reotipos que se basan en el mito del 
maya puro. La Estela 3� de Tikal y 
otros monumentos del siglo IV y V d.C., 
demuestran que la construcción de 
identidades en las antiguas ciudades 
mayas estuvo lejos de ser un fenómeno 
simple. Los estilos de arte de los mo-
numentos de esa época sugieren que 
durante un tiempo la construcción de 
identidades en Tikal estuvo asociada 
con la civilización teotihuacana, pero 
es importante aclarar que este fenó-
meno solamente se dio al nivel de la 
nobleza y los mismos gobernantes. La 
evidencia arqueológica en las áreas 
que rodean el centro ceremonial de 
Tikal muestran poco o nada de esta 
influencia teotihuacana. 
Geoffrey Braswell ha identificado 
en Kaminaljuyú los mismos

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