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Información - O historiador e suas fontes

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Universidad Estatal de Río de Janeiro
Alumno:Rafael Silva Santana Número de registro: 201710527612
Disciplina:Laboratorio de historia I Turno: 2do (M5M6) + 3ro (M1M2) Profesora: Karoline Carula
Registro de lectura del capítulo: “La memoria evanescente” de KARNAL, Leandro y TATSCH, Flavia Galli, del libro “El historiador y sus fuentes”.
Discusión sobre qué es un documento
“El maestro Capistrano dice que encontró a un historiador de dudosa moral quemando documentos para hacer imprescindible y definitiva la lectura de esas fuentes” (p.9).
“El documento es la base del juicio histórico” (p.9).
“Discutir lo que consideramos un documento histórico es, de hecho, establecer qué memoria debe preservar la Historia y el estatus de la Historia misma” (páginas 9 y 10).
“Partiendo de la percepción más extendida, el documento histórico sería una hoja (o varias hojas) de papel escrita por alguien importante. Así, un ejemplo clásico de esta concepción de documento sería la carta escrita por Pero Vaz de Caminha y que relata el “descubrimiento” de Brasil” (p.10).
“El crecimiento en importancia de la Carta Caminha dependió del crecimiento de Brasil, dependió del surgimiento del nacionalismo brasileño, dependió del creciente orgullo portugués [...] En resumen: el documento no es un documento en sí mismo, sino un diálogo claro entre el presente y el documento” (p.12).
“Además de que diferentes agentes generan diferentes lecturas, el enfoque de un documento puede variar según la sección tomada” (p.12).
“Un documento como la Carta de Pero Vaz de Caminha no tiene una importancia en sí misma, eterna e inmutable, pero es un vínculo que establecemos con el pasado y, de la misma manera que fue considerada fundamental en los dos últimos siglos , puede, en el futuro, volver a ser un fardo de papeles viejos perdidos en la Torre do Tombo” (p.13).
“Si concluimos que no existe un hecho histórico eterno, sino que hay un hecho que hoy consideramos como un hecho histórico, es fácil deducir que el concepto de documento sigue la misma lógica” (p.13).
“Sólo en el siglo XIX triunfó la idea de un documento como “prueba histórica”, superando el término más utilizado hasta entonces: Monumento” (p.14).
“Un historiador de la Escuela Metódica del siglo XIX estaría seguro de que el documento es, en esencia, el texto escrito [...] una vez establecida la autenticidad, el texto escrito brillaba a los ojos del analista como la fuente por excelencia ”(pág. 14).
“La Escuela de Annales, en el siglo XX, contribuyó aún más a ampliar la noción de fuente. Al determinar que la búsqueda del historiador estaría guiada por todo lo humano, Marc Bloch demuestra que, al mismo tiempo que se expande el campo del historiador, necesariamente se expande la tipología de su fuente” (p.14).
“Provocando diversas reacciones entre los profesionales de la Historia, surgieron obras que analizaban los senos de la playa, el deseo de tumbas, los niños, los jóvenes” (p.15).
“El cambio profundo en el uso y concepto de los documentos históricos” (p.15).
“La noción de documento se expandió mucho más de lo que querían los historiadores tradicionales, pero, igualmente, no alcanzó el nivel de “nada”” (p.16).
“En la visión tradicional de la Historia, un documento falso era considerado nulo para el ejercicio de la interpretación” (p.16).
“El documento histórico rara vez es “dócil”, “abierto” o “fácil”. Como escribió el citado Ginzburg, el método histórico se acerca mucho al método de un detective o de un médico que, mediante esfuerzos titánicos, debe extraer cosas que sólo aparecen indirectamente” (p.17).
“Por mucho que hayamos demostrado que los documentos “fantásticos” pueden utilizarse para el análisis histórico, la búsqueda de la autenticidad sigue siendo fundamental” (p.18).
“La falsificación afecta a todo objeto de valor, con objetivos variados” (p.19).
“El entusiasmo por el mantenimiento, la autenticidad, la recopilación y la conservación de los documentos parece haber aumentado considerablemente con la Revolución Francesa y el creciente nacionalismo del siglo XIX” (p.20).
“Pero comencemos con este aforismo: un documento se da como documento histórico en función de una determinada visión de una época. Esto introduce un hecho muy importante en el concepto de documento: el documento existe en relación con el entorno social que lo preserva” (p.21).
“La expansión documental no se refiere sólo a nuevos objetos o la inclusión de personajes comunes, sino al carácter holístico de la obra misma” (p.22).
“No fue sólo la noción de documento impreso lo que quedó obsoleto; era el trabajo de un historiador que simplemente leía libros sobre un tema y lo ilustraba con fuentes documentales” (p.22).
“La base de esta creencia quizás se base en otra idea errónea, la de la autonomía documental, la de que el documento “habla por sí mismo” o que el historiador debe guardar respetuoso silencio ante sus fuentes incuestionables” (p.22).
“Así, otros documentos colaboraron para crear el “aura” que éste en cuestión sólo confirmó. Acabemos por ahora con el juego de los espejos: los documentos crean importancia que contamina otros documentos que forman historiadores que comienzan a buscar esos documentos con hipótesis previas” (p.23).
“Sin embargo, el documento puede proporcionar información que ningún otro proporciona y crear una nueva visión” (p.23).
“En definitiva, un documento histórico es cualquier fuente sobre el pasado, conservada por accidente o deliberadamente, analizada desde el presente, estableciendo diálogos entre la subjetividad actual y la subjetividad pasada” (p.24).
“Teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente, sería importante resaltar que, detrás de cada documento conservado, hay miles destruidos. Podemos asumir que el gran límite del papel del historiador es el límite del documento” (p.24).

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