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Más información sobre el Club de música www.banrepcultural.org/clubes-de-lectura-de-la-blaa/musica Más información sobre la programación de la Sala de Conciertos www.banrepcultural.org/musica EL CLÁSICO DE LOS CLÁSICOS: EL PIANO DE HAYDN, MOZART Y BEETHOVEN Por Esteban Bernal Carrasquilla Guía de trabajo, julio de 2017 Acerca de los orígenes del piano El piano (o más exactamente pianoforte) es un instrumento de tecla con cuerdas percutidas. Sus orígenes y características provienen de dos instrumentos el salterio y el dulcémele, que provienen, aparentemente, del Medio Oriente y África. Estos instrumentos antiguos tienen cuerdas metálicas percutidas que, en su momento, se ejecutaban con martillos de madera o metal que el intérprete sostenía con sus manos. Por otro lado, tenemos instrumentos europeos más actuales que fueron relevantes hasta la segunda mitad del siglo XVIII y que se diferencian entre sí por sus dimensiones, su timbre y su mecánica. Entre ellos están los de cuerda pulsada como el clave (clavicémbalo en italiano o clavecín en francés), el virginal y la espineta. En ellos el sonido es producido por unas pestañas que, al ser accionadas con las teclas, rozan las cuerdas del instrumento. Por su mecánica, la mayoría de ellos no permiten la ejecución con diferentes niveles de volumen y su sonido se apaga rápidamente. Este tipo de instrumentos se oponen al clavicordio, el cual genera su sonido cuando, al pulsar la tecla, esta acciona un martillo que golpea la cuerda. Se toma a este instrumento y su mecánica como uno de los principales referentes para el posterior fortepiano y luego el pianoforte moderno, pues en él sí resultaba posible la interpretación con diferentes dinámicas. Finalmente, el último instrumento de tecla de uso común en el siglo XVIII era el órgano. http://www.banrepcultural.org/clubes-de-lectura-de-la-blaa/musica http://www.banrepcultural.org/musica Para la segunda mitad del siglo XVIII, los cambios e innovaciones que se hacían en los instrumentos de tecla en algunas regiones de Europa no eran rápidamente asimilables en otras, por lo que, ni Haydn ni Mozart lograron interpretar el pianoforte moderno que conocemos hoy en día. Tal no fue el caso de Beethoven quien, a principios del siglo XIX, logró contar con un instrumento bastante similar al actual. Haydn, Mozart y otros instrumentistas y compositores del Clasicismo se formaban en instrumentos como el clave y el clavicordio y tuvieron que esperar hasta sus últimos años para poder interpretar un fortepiano. Franz Joseph Haydn (1732-1809) Su importancia como compositor de música para piano radica en el hecho de haber tomado diversas tradiciones, formas, tipos y géneros musicales para mezclarlos con maestría en la definición de un nuevo estilo de música instrumental. Parte de su aporte fue haber ayudado a definir lo que después se conocería como ‘estilo clásico’. Lo logró a través del estudio de la música que se hacía en su tiempo en diversas regiones de Europa, pero también debido a las exigencias de sus patrones, la noble familia de los Esterházy —para quienes sirvió desde 1761 hasta casi el final de su vida. En esta época de aristócratas que tenían ‘necesidades’ ornamentales para su entretenimiento y su vida en sociedad, los músicos desempeñaban un papel importante haciendo obras originales que acompañaban las diversas actividades del día. También escribían obras para la educación musical de los niños y jóvenes de la nobleza, a quienes con regularidad enseñaban. Parte importante de la producción musical de Haydn se llevó a cabo en Viena, una de las ciudades con mayor vida cultural durante la segunda mitad del siglo XVIII. Allí la música que Haydn componía no solo sonaba en las cortes sino también en los hogares de las altas clases sociales en un momento en el que la música de cámara empezaba a fortalecerse como una actividad común en la vida privada de quienes podían comprar instrumentos musicales y partituras. Gracias al apoyo de los Esterházy, las editoriales vienesas publicaban las obras de Haydn casi tan pronto como eran terminadas. Y, aunque durante los largos veranos la familia se trasladaba a su palacio en Esterhaza, Hungría, obligando a Haydn a un aislamiento de las dinámicas musicales vienesas, el compositor aprovechaba la oportunidad para dar rienda suelta a su imaginación en la escritura musical. Esto fue particularmente importante para que introdujera algunos cambios e innovaciones en la música que luego definió el estilo clásico. Hablando particularmente de la música de teclado de Haydn, el compositor creció cuando niño con el sonido del clave y, a diferencia de Mozart, no buscó nunca especializarse en este como concertista sino que lo tomaba como una herramienta para la composición. Durante su tiempo de servicio para los Esterházy, Haydn tuvo en su poder un clave muy sofisticado que tenía pedales que permitían una mayor vibración de las cuerdas y que, por ende, su sonido perdurara un poco más —característica más cercana al piano moderno—. Su primer fortepiano lo obtuvo hacia 1788 y, aunque para ese entonces ya había compuesto 49 de sus 52 sonatas, —así dijera que no podía imaginarlas siendo interpretadas con otros instrumentos distintos al fortepiano—, algunos historiadores y académicos opinan que su obra para instrumento de tecla fue pensada para ser interpretada por los dos instrumentos. No obstante, que sus sonatas se fueran complejizando con el tiempo exigía que las mismas fueran tocadas en un instrumento que permitiera un sonido más rico y versátil. Las sonatas para piano de Haydn pueden clasificarse en tres grandes grupos. El primero de ellos corresponde a aquellas escritas durante sus estancias en Viena y Lukavek (Croacia) durante la década de 1760. Se caracterizan por su sencillez, su construcción en la que predominaban tres movimientos en la misma tonalidad —generalmente mayor—, de forma binaria al interior de cada uno (dos partes ligeramente contrastantes) y con un espíritu no pretencioso pensado para el entretenimiento en casa. El segundo responde a su trabajo con la casa Esterházy, desde 1761 hasta 1784. A este grupo pertenece la Sonata para piano No. 50 en re mayor, HOB. XVI:37 (que interpretará Peter Donohoe en su concierto en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, el domingo 16 de julio de 2017). Esta sonata hace parte de una serie llamada Auenbrugger, apellido de unas hermanas pianistas muy conocidas en Viena, aunque en particular la que se va a interpretar Donohoe está dedicada a otra pianista importante de la época: Therese Jansen. En términos generales, las sonatas escritas bajo el patronazgo de los Esterházy son de acompañamiento ligero, exploran las tonalidades menores, muestran algo de intensidad y desarrollo técnico encaminado a la expresividad —sin ser esta el fin último—. Finalmente, las sonatas escritas entre 1784 y 1794 son las de su periodo tardío o de madurez, en el cual ya había definido un estilo considerado como clásico. Resaltan en ellas características de dualidad entre la sencillez y la intensidad, las formas clásicas (sonata, canción, variaciones, rondó) y las texturas (homofonía y polifonía). Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) A diferencia de Haydn, Mozart desarrolló su estilo de manera temprana, demostrando desde niño su genialidad y convirtiéndose en un prolífico compositor y concertista reconocido en las regiones de Europa que visitaba. Se diferencia de su maestro en el sentido de no presentar una obra contrastante que va evolucionando, mutando y complejizándose. Si se analiza transversalmente su repertorio de sonatas, puede observarse en ellas una constante en términos de técnica y uso de las formas. Su condición de concertista consumado desde temprana edad contrasta con la vida de Haydn, pues Mozart nunca contó con la seguridad económica que le habría dado el trabajar para una familia de la nobleza.En su caso, buscó sobrevivir como un artista independiente, lo cual solo logró por periodos cortos de tiempo. Su obra de mayor importancia para piano corresponde a los conciertos para este instrumento y orquesta, de los cuales compuso 27 piezas. Las sonatas fueron 19 en total y fueron compuestas, en su mayoría, con fines pedagógicos. Estas pueden clasificarse en tres grupos, cronológicamente, aunque ello tiene poca relación con la evolución de su sonido, como se dijo anteriormente. El primero corresponde a seis composiciones hechas durante su estadía en Múnich, en 1775. En ellas mantiene la forma en tres movimientos. La Sonata para piano en re mayor, K284 —que Mozart alcanzó a ver publicada en su tiempo—, tiene un carácter orquestal en su primer movimiento, en el que hay varias secciones contrastantes. El segundo es un rondó (presenta un material que se repite constantemente). Finalmente, el tercero es un tema con variaciones. El segundo grupo de tres sonatas corresponde a las escritas en Mannheim y París entre 1777 y 1778 y son algo más expresivas que las anteriores. La Sonata para piano, K310 (que interpretará Donohoe en su concierto) fue la primera en escribir Mozart en modo menor y destaca por su sonoridad algo trágica. Finalmente, las últimas diez sonatas fueron escritas en Viena. Ludwig van Beethoven (1770-1827) Sus años de infancia y juventud estuvieron marcados por el uso del órgano y el clavicordio. Sin embargo, el desarrollo de su avanzada técnica en instrumentos de tecla está relacionada con la evolución de los instrumentos hasta la aparición del pianoforte moderno. Si bien Beethoven nunca fue un gran intérprete del piano, estrenaba la mayoría de sus obras para este instrumento en los múltiples conciertos que realizaba. Decían que su sonido era bastante brusco y su interpretación descuidaba los detalles, y que contaba con una grandiosa fuerza expresiva y un elevado volumen sonoro. A pesar de sus descuidos, que no tienen que ver con alguna falta de talento, estas últimas características nos retratan a un compositor distinto a Haydn y Mozart, quien ya contaba con un instrumento con otras características y con mayores posibilidades para su ejecución. De los tres compositores que se han mencionado, Beethoven es el que dedicó mayores esfuerzos a la composición para piano solo, y de este repertorio destacan sus 32 sonatas. Su trabajo para piano está dividido en tres etapas: la temprana, hasta 1802; la media, entre 1802 y 1815; y la tardía, de 1815 hasta su muerte. La Sonata para piano en fa menor, Op. 2, No. 1 (que interpretará Donohoe), corresponde a su primer periodo que ha sido definido como una etapa de imitación o aprendizaje y en el que es clara la influencia de los otros dos grandes compositores vieneses: Haydn y Mozart. Aunque en esta y otras obras compuestas en este periodo se muestra algo respetuoso de las tradiciones y las formas, Beethoven va rompiendo con ellas poco a poco. Incluyó por ejemplo, un cuarto movimiento, exploró con más regularidad la tonalidad menor, en la que encontraba una herramienta de gran expresividad, y recurría a la técnica avanzada para expresar otros sentires y pasiones. Discos recomendados: - Mitsuko Uchida: Wolfgang Amadeus Mozart – The complete piano sonatas. Disponible para consulta en la Biblioteca Luis Ángel Arango. Número topográfico CD1172. - Daniel Barenboim: Ludwig van Beethoven – Sonatas para piano. Disponible para consulta en la Biblioteca Luis Ángel Arango. Número topográfico CD1212. - Ivo Pogorelich: Mozart piano sonata, Haydn piano sontata. Disponible para consulta en la Biblioteca Luis Ángel Arango. Número topográfico DVD0392. Lecturas recomendadas: - Bonilla, Luis Ernesto: Las treinta y dos sonatas para piano de Beethoven. Disponible para consulta en la Biblioteca Luis Ángel Arango Número topográfico 781.52 B65t - Burkholder, James Peter: Historia de la música occidental. Capítulos 14 y 15. Disponible para consulta en la Biblioteca Luis Ángel Arango Número topográfico 780.9 B87h - Rosen, Charles: Formas de sonata. Capítulo II, LA función social. Disponible para consulta en la Biblioteca Luis Ángel Arango Número topográfico 781.52 R67f1
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