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LAO ZI EL LIBRO DEL TAO Traducción, Prólogo y Notas Juan Ignacio Preciado EDICIÓN BILINGÜE ÍNDICE PRÓLOGO .................................................................................. IX El Lao zi: personalidad histórica del autor .......................................................................... XIII El Lao zi: versiones, comentarios, traducciones ............................................................ XVII El Dao ........................................................................ XX El Taoismo .......................................................... XXVIII El contenido ideológico del Lao zi ............................ XL El Lao zi: algunos conceptos básicos ...................... XLII El Lao zi y la escuela de huang lao ........................ XLVI ¿Un libro del arte de la guerra? .................................. LII Nuestra versión ......................................................... LVI Notas al Prólogo.................................................LIX BIBLIOGRAFÍA SELECTA .................................................. LXV LAO ZI ..........................................................................................1 COMENTARIOS POR CAPÍTULOS .......................................167 NOTAS DEL TRADUCTOR ....................................................241 GLOSARIO ...............................................................................251 ADVERTENCIA Hemos reproducido los nombres y términos chinos utilizando el pin yin, escritura fonética de uso oficial en la República Popular China. Con ello tratamos de obviar la confusión creada en este terreno por la pluralidad de sistemas de transcripción occidentales, y seguimos la pauta marcada por la simbología europea de los últimos años. CRONOLOGÍA You chao Sui ren Fu xi Shen nong Sociedad primitiva HUANG DI Personajes (hasta s. XXI a.n.e.) (Emperador legendarios Amarillo) Yao Shun Yu Dinastía Xia (s. XXI a s. XVI a.n.e.) Dinastía Shang (s. XVI a s. XI a.n.e.) Sociedad Dinastía Xi Zhou (Zhou del Oeste, Esclavista s. XI a 771 a.n.e.) Época Chun qiu (Primavera y Otoño, 770–476 a.n.e.) (Dinastía Dong Zhou, Zhou del Este) Época Zhan guo (Estados combatientes, 475–221 a.n.e.) (Dinastía Dong Zhou hasta 249 a.n.e.) Dinastía Qin (221 a 206 a.n.e.) Dinastía Xi Han (Han del Oeste, 206 a.n.e. a 23) Dinastía Dong Han (Han del Este, 25–220) San guo (Tres Estados, 220–265) Dinastía Xi Jin (Jin del Oeste, 265–316) Sociedad Dinastía Dong Jin (Jin del Este, 317–420) feudal Nan bei chao (Dinastías del S. y del N., 420–589) Dinastía Sui (581–618) Dinastía Tang (618–907) Wu dai (Cinco dinastías, 907–960) Dinastía Bei Song (Song del N., 960–1127) Dinastía Nan Song (Song del S., 1127–1279) Dinastía Yuan (1271–1368) Dinastía Ming (1368–1644) Dinastía Qing (1644–1911) PRÓLOGO PRÓLOGO XI n diciembre de 1973, al excavar la tumba Han 1 número 3 de Ma wang dui –en las inmediaciones de la ciudad china de Chang sha–, fue descubierto un conjunto de antiguos libros de seda de gran valor histórico. Entre ellos se encontraban dos copias del Lao zi relativamente bien conservadas. Por la fecha de una tablilla hallada en dicha tumba, puede saberse con certeza que la inhumación tuvo lugar el año 12 del reinado de Han Wen di (el emperador Wen de la dinastía Han), correspondiente al año 168 a.n.e. De las dos copias, la más antigua (texto A) apareció enrollada en una tablilla. En ella se emplea la escritura zhuan, habitual en la dinastía Qin (finales del siglo III a.n.e.). Como en esta copia no se omite –y sustituye– ninguno de los ideogramas del nombre del primer emperador Han, Liu Bang, se deduce que la época de su confección tuvo que ser en vida de este emperador, es decir, entre los años 206 y 195 a.n.e. La segunda copia (texto B), encontrada en el interior de una caja laqueada, sí sustituye esos ideogramas conforme era costumbre tras el fallecimiento de un emperador, lo cual hace suponer que fue escrita entre los años 194 y 180 a.n.e. El empleo en ella de la escritura li –propia de la época Han– parece corroborar este punto. Trataríase, pues, de las dos copias más antiguas, hasta ahora conocidas, del Lao zi, una de las obras fundamentales del pensamiento taoísta. Comparados con las versiones del Lao zi hasta hoy utilizadas, ambos textos presentan algunas diferencias importantes. Una de las más llamativas es, sin duda, el orden de E XII LAO ZI los capítulos. Todos los textos del Lao zi dividen la obra en dos partes: los primeros 37 capítulos constituyen el Libro del tao (Dao jing) 2 , mientras que los 44 posteriores forman el Libro del té (De jing). De ahí el nombre con que también –sobre todo en Occidente– es conocido el Lao zi: Tao te ching (Dao de jing). Ahora bien, en las copias de Ma wang dui el orden es justamente inverso: el Libro del té aparece encabezando la obra. Esta inversión, como veremos después, no deja de tener importancia en orden al estudio de la evolución del pensamiento taoísta, a lo largo de cuyas sucesivas etapas históricas fue componiéndose el Lao zi que hoy admiramos. Por otro lado, en las versiones de Ma wang dui los dos libros no se presentan divididos en capítulos como es el caso de las versiones posteriores. En éstas, al final de cada uno de los capítulos se indica su número de orden, seguido de la cifra exacta de los ideogramas, que contiene. En el texto B de Ma wang dui al final de cada uno de los dos libros se ofrece el número total de ideogramas, detrás del nombre (Dao o De) del libro. El texto A carece incluso de estas pequeñas aclaraciones 3 . Sin embargo, la distribución de ambos textos en partes o fragmentos coincidentes con los capítulos de los textos posteriores es evidente, y su orden, en líneas generales, el mismo. Las variaciones se reducen a tan sólo cinco capítulos que se sitúan en lugares distintos de los que ocupan en las versiones posteriores. Finalmente, el contenido de cada fragmento o capítulo en los textos de Ma wang dui discrepa, en diferente medida, no sólo respecto de las dos versiones más ampliamente seguidas hasta la fecha –la de He shang Gong y la de Wang Bi– sino incluso de las numerosas variantes conocidas. No obstante, el sentido general de la obra permanece inalterado. Algunos ideogramas de los textos de Ma wang dui, debido al deterioro de los años, resultan irreconocibles o simplemente se han borrado por completo. Sobre todo en el texto A es particularmente grave esta circunstancia, e incluso dos capítulos enteros se han perdido. Por esta razón, al traducir el Lao zi de PRÓLOGO XIII Ma wang dui hemos seguido preferentemente el texto B, cuyas diferencias con el texto A, por otra parte, son mínimas. I EL LAO ZI: PERSONALIDAD HISTÓRICA DEL AUTOR El problema relativo a la identidad de Lao zi, supuesto autor de la obra de su mismo nombre, sigue aún sin resolverse. Son varias las opiniones sostenidas al respecto por los eruditos chinos, apoyados en distintos argumentos. Fundamentalmente se pueden reducir a tres las posturas principales: a) Lao zi es Lao Dan, un contemporáneo (o, en todo caso, poco tiempo anterior) de Confucio, archivero en un primer momento en la corte de Zhou. Habría, pues, vivido en la época Chun qiu (Primavera y Otoño, 770–476 a.n.e.). Esta opinión se apoya en textos muy antiguos y de modo especial en el testimonio del gran historiadorde la dinastía Xi Han (Han del Oeste), Si-ma Qian, quien en su obra Shi ji (Registros históricos) recoge las noticias referentes a Lao Dan procedentes de dos importantes libros taoístas, el Zhuang zi y el Lie zi. En el primero de ellos, Lao Dan es protagonista de numerosos diálogos y anécdotas, supuestamente históricos, entre los que destaca el encuentro que tuvo lugar entre él y Confucio, cuando éste vino a consultarle a su retiro. En el Lie zi aparece Lao Dan viajando al Oeste; al llegar al paso fronterizo se encuentra con otro maestro, Guan Yin. Otros ven en Guan Yin simplemente al jefe de la guarnición fronteriza. En cualquier caso, a instancias de éste y antes de alejarse definitivamente sin dejar rastro –montado en un búfalo, como se le representa tradicionalmente–, expone Lao Dan su pensamiento, que es registrado por Guan Yin en una obra de más de cinco mil ideogramas. Este es el origen legendario del Dao de jing, surgido del pincel bien de Guan Yin, bien del mismo Lao XIV LAO ZI Dan. Esta última es la versión de Si-ma Qian, cuya historia de Lao Dan traducimos a continuación por su gran interés. Así dice el Lao zi zhuan del Shi ji: Lao zi era natural de la aldea Qu ren, en el municipio de Li, del distrito de Ku 4 en el Estado de Chu. Su apellido era Li; su nombre, Er; su zi (sobrenombre), Bo-yang; su shi (nombre póstumo), Dan. Fue historiador-archivero de Zhou. Confucio se dirigió a Zhou para preguntar a Lao zi acerca de los ritos. Lao zi le dijo: «Toda vuestra enseñanza no pasa de ser palabras dichas por hombres que hace mucho desaparecieron junto con sus huesos. Cuando un hombre virtuoso se acomoda a su tiempo marcha en carruaje, y cuando no, se mueve sin rumbo llevado por el viento. He oído decir que un buen comerciante guarda bien su mercancía aparentando no tener ninguna, y que el hombre virtuoso, dotado de grandes prendas, parece un estúpido. Suprimid vuestra arrogancia y vuestra ambición, vuestra obsequiosidad y vuestra lascivia; todo ello no favorece en nada a vuestra persona. Esto es todo lo que tengo que deciros.» Confucio se alejó y dijo a sus discípulos: «Sé que un pájaro vuela, que un pez nada, que un animal anda; para lo que anda, puedo hacer trampas; para lo que nada, puedo hacer sedales; para lo que vuela, puedo hacer arcos y flechas. En cuanto al dragón, sin embargo, escapa a mi inteligencia de qué manera se eleva hasta el cielo montado en el viento y las nubes. Después de haberlo visto hoy, pienso si Lao zi no será como un dragón.» Lao zi cultivó el dao y su virtud (de); basó su doctrina en el vivir ignorado, sin renombre alguno. Vivió largo tiempo en Zhou; mas al ver la decadencia de este Estado se marchó. Cuando llegó al Paso (Guan), el encargado de su defensa (Guan Yin) le dijo gozoso: «Ya que vais a abandonar el mundo, escribid un libro para mi provecho.» Lao zi entonces escribió una obra compuesta de dos libros (pian) en la que PRÓLOGO XV habla, utilizando más de cinco mil palabras, del sentido del dao y su virtud; luego se alejó. Nadie sabe dónde terminó su viaje. Otros dicen: «Lao lai zi era natural del Estado de Chu; escribió una obra, compuesta de 15 libros, en la que expone la aplicación de las doctrinas de la escuela del dao; fue contemporáneo de Confucio.» Es muy posible que Lao zi viviera más de ciento sesenta años, algunos dicen que incluso doscientos años; ello se debió a su cultivo del dao, que le permitió alcanzar la longevidad. Ciento veintinueve años después de la muerte de Confucio, un historiador registró la audiencia que tuvo Tai shi Dan, del Estado de Zhou, con el duque Xian de Qin, en la que dijo a éste: «Al principio los Estados de Qin y de Zhou estuvieron unidos y luego se separaron; separados durante quinientos años, luego se volverán a unir; cuando lleven setenta años reunidos aparecerá un gran rey» Algunos dicen: «(Tai shi) Dan era Lao zi.» Otros dicen: «No lo era» Nadie en el mundo sabe dónde está la verdad sobre este problema. Lao zi fue un hombre sabio que vivió ignorado. El hijo de Lao zi, llamado Zong, mandó los ejércitos del Estado de Wei y obtuvo el feudo de Duan gan. El hijo de Zong se llamó Zhu; el hijo de Zhu, Gong; el tataranieto de Gong se llamó Jia. Jia fue funcionario al servicio del emperador Wen de la dinastía Han (Han Wen di). Su hijo, Jie, fue preceptor de Ang, rey de Jiao xi, por lo que vivió en el Estado de Qi. Los seguidores de Lao zi siempre han despreciado la doctrina de Confucio, y los confucianos, a su vez, han despreciado a Lao zi. ¿No será éste acaso el sentido del dicho: «Quienes siguen diferentes caminos nunca tienen algo útil que decirse»? Li Er no actuaba y el pueblo se transformaba por sí mismo; permanecía en la pureza de la quietud y el pueblo se ordenaba con toda espontaneidad 5 . XVI LAO ZI b) Esta teoría sobre la identidad de Lao zi fue puesta en duda ya desde la dinastía Song del Sur (1127-1197). Se empieza a pensar que no es Lao Dan sino un personaje de comienzos de la época Zhan guo (Estados combatientes, 475-221 a.n.e.) llamado Tai shi Dan, tal como apunta el mismo Si-ma Qian. El argumento principal aducido es que el Lao zi no pudo ser escrito en la época en que se supone vivió Lao Dan , sino más tarde, a principios de Zhan guo como muy pronto 6 . c) Una tercera y reciente opinión es la del profesor Feng You-lan, de la Universidad de Pekín, quien sostiene que el autor del Lao zi es Li Er, de la época Zhan guo. Según Feng You-lan, Si-ma Qian habría confundido a Lao Dan y Li Er en una sola persona y adelantado en dos siglos el origen del Lao zi. Es un parecer que Lao Dan, en realidad, ni siquiera existió 7 . d) El Lao zi es una obra compuesta en época muy tardía, posterior al Zhuang zi, tal vez a finales del siglo III a.n.e. entre las dinastías Qin y Han del Oeste. Actualmente, en base a los materiales históricos que se poseen, la opinión predominante considera que el Lao zi es el resultado final de una prolongada compilación y elaboración en las que intervino toda una escuela a lo largo de muchos años. La redacción definitiva del libro habría tenido lugar durante los años que separan a los filósofos Mo Di y Zhuang Zhou, es decir, hacia la primera mitad del siglo IV a.n.e. En este punto conviene hacer referencia al parecer de dos eminentes filósofos chinos de hoy: Guo Mo-ruo y Yan Rong-guo. Guo Mo-ruo sostiene que el Lao zi es obra de Huan Yuan (conocido también como Guan Yin). Este filósofo taoísta del periodo Zhan guo habría compilado las sentencias de Lao Dan conservadas en su tiempo y, desarrollando una explicación de las mismas, habría dado cima a la composición del Lao zi. Basa Guo Mo-ruo su aserto en un estudio comparativo de las sentencias de PRÓLOGO XVII Lao Dan expuestas en el último libro del Zhuang zi (Tian xia pian) y el texto mismo del Lao zi que las recoge y amplía 8 . Yang Rong-guo, por su parte, ha realizado un minucioso estudio del Lao zi y llega a la conclusión de que no pudo ser escrito sino con posterioridad al Zhuang zi. Su argumento fundamental radica en el hecho de que el Lao zi recoge una serie de planteamientos filosóficos pertenecientes a las diversas corrientes taoístas contemporáneas del Zhuang zi. Para Yan Rong-guo, por tanto, el Lao zi es una recapitulación general de las hasta entonces relativamente dispersas e inconexas ramificaciones del taoísmo primitivo, incluido el pensamiento de Zhuang Zhou. Esta opinión de Yan Rong-guo contradice a otra, muy difundida, que quiere ver en el Zhuang zi un desarrollo, en forma de comentario, del Lao zi. II EL LAO ZI: VERSIONES, COMENTARIOS, TRADUCCIONES Antes del descubrimiento de Ma wang dui, eran varias las versiones del Lao zi que habían llegado hasta nuestros días. En ellas, el texto fundamental no presenta grandes discrepancias,aunque no son pocos los casos de variantes en los ideogramas. Probablemente ello es debido a errores de copia –a los que se presta con bastante facilidad la lengua china– 10 , aunque tampoco puede descartarse la intencionalidad en algunos casos 11 . De cualquier manera, las interpretaciones de numerosos pasajes del Lao zi a lo largo de la dilatada historia de la filosofía china resultaron no sólo diferentes sino, incluso, contradictorias entre los muchos comentaristas. Entre todas las versiones de la obra, dos habían venido siendo utilizadas, hasta ahora, como base para restablecer el texto original y como punto de partida para el estudio del pensamiento reflejado en el Lao zi. Una es la versión, anotada y XVIII LAO ZI comentada, de He shang Gong. Aunque este filósofo taoísta vivió a finales de la época de Zhan guo –próximo, por lo tanto, a la redacción del Lao zi–, parece ser que el texto de la obra que se le atribuye fue escrito varios siglos después. Pese a ello, era hasta ahora la versión más antigua, junto con la de Wang Bi (226-249), cuyo comentario e interpretación idealista del Lao zi ocupó en los siglos que siguieron un lugar privilegiado entre los estudiosos del taoísmo. Existen otras obras más antiguas que recogen parcialmente el texto del Lao zi. Su valor a la hora de la reconstrucción e interpretación delt exto original es incalculable, pero, desgraciadamente, sólo reproducen algunos capítulos o pasajes aislados. Es el caso del Han Fei zi, del Lü shi chun qiu y del Huai nan zi. En el Han Fei zi se contienen dos libros consagrados al comentario de capítulos o fragmentos de Lao zi: El Jie Lao y el Yu Lao (libros XX y XXI respectivamente del Han Fei zi). El primero explica con bastante claridad algunos capítulos del Lao zi. El segundo es una exposición de la doctrina del Lao zi. Esta interpretación de Han Fei se acomete desde las posiciones de la escuela legista, de la que el autor del Han Fei zi es uno de los máximos representantes, y, como veremos después, coincide con el pensamiento de la escuela de Huang Lao, a la que indudablemente pertenece e Lao zi como ha venido a confirmar el descubrimiento de Ma wang dui. Ya en tiempos de la dinastía Han del Este (Dong Han), el historiador Ban Gu en su Yi wen zhi del Libro de los Han (Han shu) registró la existencia de tres comentarios del Lao zi: los cuatro libros de Lin, los treinta y siete de Fu y los seis de Xu, todos ellos perdidos. Tal número de comentarios, y la extensión de los mismos, confirma la enorme difusión y prestigio de las doctrinas de Lao zi durante la dinastía Han del Oeste. Estos son, en resumen, los comentarios conocidos del Lao zi anteriores al texto y comentarios de Wang Bi de que antes hemos hablado. PRÓLOGO XIX Wang Bi y He Yan (193-249) son las grandes figuras de una nueva corriente taoísta, el xuan xue, que floreció en la época Wei Jin (siglos III y IV). Su interpretación del Lao zi desde posiciones confucianas hizo, debido a la influencia ejercida por el comentario de Wang Bi, que las originales vinculaciones del Lao zi con el legismo se perdieran en el pensamiento taoísta posterior. Durante la dinastía Tang, el Yu zhu dao de jing 12 es un comentario del Lao zi obra del emperador Xuan zong (713-756). La proscripción y persecución del budismo desencadenada a finales de esta dinastía, en el año 845, alcanzó, de rechazo, a su compañero de viaje, el taoísmo. No obstante, en las dinastías que siguieron no faltan notables comentarios del Lao zi. Entre ellos cabe destacar a Su Che y a Wang Yu de la dinastía Song (960- 1271); Wu Cheng de la dinastía Yuan (1271-1368); Jiao Hong de la dinastía Ming (1368-1644); Yao Nai y Wei Yuan de la dinastía Qing (1644-1911). En el siglo XX, la labor de los eruditos chinos en el estudio del Lao zi ha conocido un nuevo impulso y ha cristalizado en trabajos de gran valor que el lector encontrará en la bibliografía que se incluye en este libro. Por lo que se refiere a las traducciones del libro, puede afirmarse que el Lao zi es una de las obras de la literatura (y no sólo filosófica) china más traducidas a otras lenguas. Después de las primeras –e ingenuas en algunos puntos– traducciones de Abel Rémusat y de Stanislas Julien (ambos del Collège de France), muchas otras versiones han seguido en los últimos años, de las que el lector encontrará una breve selección en la BIBLIOGRAFÍA SELECTA. Entre ellas, personalmente, destacaríamos por su sobriedad y precisión la de Richard Wilhelm, prologada el 1.º de diciembre de 1910 en Tsingtau (Qing dao); en ella, el traductor reproduce con gran exactitud y control imaginativo el texto chino, sin concesiones de estilo. En castellano se han publicado varias traducciones, aunque sólo una directamente del chino: la del jesuita P. Carmelo Elorduy. Es una XX LAO ZI edición muy trabajada y de gran mérito y valor, aunque su interpretación y conclusiones sobre el Lao zi sean muy discutibles. III EL DAO El término dao en su origen significaba –y sigue significando en el chino moderno– «camino». Ya en la época Chun qiu se empleaba la expresión tian dao (camino celeste) para designar las órbitas de los astros. Otras veces, el ideograma dao representaba la ley que rige la vida del hombre, su felicidad y su desgracia, sus éxitos y sus fracasos, su nacimiento y su muerte. Luego pasó a significar, en una aplicación semántica, «método» o «procedimiento». También encontramos, desde antiguo, el término dao en la acepción de «doctrina», «enseñanza», derivación de su empleo verbal en el sentido de decir, hablar. En la antigua China, todas las escuelas de pensamiento utilizaron el concepto dao, aunque su contenido ideológico difiere notablemente de unas a otras. El confucianismo, por ejemplo, se servirá de dao para designar la norma moral, en correspondencia con los designios (caminos) del Cielo. Para el legista, el dao es el proceso mismo de transformación de la Naturaleza, la razón inherente a todos los seres, la síntesis suprema de todos los contrarios que se resumen en la contradicción-raíz yin-yang. Es esta segunda visión del ideograma dao la que más se aproxima a la que del mismo tiene el taoísta. Tratemos ahora de averiguar, a partir de los textos mismos, qué es el dao para quienes han hecho de él la piedra angular de su edificio filosófico. Pues bien, los comienzos no pueden ser más desesperanzadores: El dao está oculto, ningún nombre le puede designar. (Lao zi, cap. III.) PRÓLOGO XXI El dao que puede expresarse con palabras, no es el dao permanente. (Ibid., cap. XLV.) Veamos, entonces, en el otro gran clásico taoísta, el Zhuang zi: Lo que se expresa con palabras no es el dao… El que responde cuando le preguntan acerca del dao, no conoce el dao. (Libro XXII, Zhi bei you, La Inteligencia viaja hacia el Norte.) La inefabilidad, por tanto, del dao nos obliga a buscarlo nosotros mismos; pero aquí también nos parece tropezar contra un muro: Se lo mira y no se lo ve, su nombre es lo invisible. Se lo escucha y no se lo oye, su nombre es lo inaudible. Se lo palpa y no se lo siente, su nombre es lo impalpable. (Lao zi, cap. LVIII). El gran sonido (el dao) no se puede oír, la gran imagen (el dao) no tiene forma. (Ibid., cap. III.) Y lo mismo en el Zhuang zi: El dao no puede ser percibido, lo que se percibe no es el dao; el dao no puede ser visto, lo que se ve no es el dao. (1. cit.) Lo que pueden expresar las palabras, lo que puede alcanzar el entendimiento, son cosas y nada más. XXII LAO ZI (Libro XXV, Ze Yang.) y aún más tajante: El dao es inalcanzable. (Libro XXII, Zhi bei you.) Sin embargo, cuando se penetra en el mundo taoísta, poco a poco nuestros ojos acaban por adaptarse a la luz de su penumbra. Y descubrimosentonces que lo que nos impide alcanzar el dao –más aún, nos aleja de él– son precisamente los sentidos y la inteligencia, es decir, las facultades discriminantes que separan y rompen la unidad fundamental de todos los seres. El esto y el aquello, la verdad y el error, el ser y el no ser, son todas categorías ilusorias que hacen imposible nuestra intuición del dao, Totalidad en que se hace uno cuanto es y no es. Conocer es no conocer. (Lao zi, cap. XXXVI.) Sólo si dejas de pensar, si dejas de discurrir, conocerás el dao. (Zhuang zi, Libro XXII, Zhi bei you.) Desprenderse de los miembros y suprimir la inteligencia, abandonar el cuerpo y eliminar todos los conocimientos, haciéndose uno con el Todo. (Ibid., Libro VI, Da zong shi, El gran maestro.) ¿Qué es, pues, el taoísmo en su sentido más profundo? ¿Un panteísmo? ¿Materialista? ¿Idealista? Dejemos la palabra a los eruditos chinos que han investigado este problema. Y por supuesto, no vamos a hallar unanimidad de criterios, aunque si prevalece la opinión, hoy en día, de que para el taoísmo filosófico PRÓLOGO XXIII –cuando menos en la obra que nos ocupa– el dao es de naturaleza espiritual. Según esta interpretación, la categoría suprema de la filosofía taoísta sería para el Lao zi no una realidad, sino, por el contrario, una suerte de espíritu absoluto, origen de todo el universo material. El Loa zi dice del dao: Parece el origen de todas las cosas… Yo no sé de quién es hijo, se manifiesta como antepasado de dios. (cap. XLVIII.) El dao es lo primero, anterior al mundo sensible, y sólo de él pudieron nacer todos los seres. Este proceso en el que el dao engendra a los seres es el que se describe en el capítulo V: El dao engendra al uno, el uno engendra al dos, el dos engendra al tres, el tres engendra a los diez mil seres. Aquí el «uno» puede entenderse como el soplo o pneuma original (yuan qi), es decir, la materia primordial. De modo que en la mente del autor del Lao zi la materia nace del dao y, a su vez, es el origen del universo. Por tanto, el dao sería anterior y distinto de la materia; sería una realidad de naturaleza espiritual. Esta es la interpretación de Ren Ji-yu, quien concluye que el sistema filosófico laoziano es un idealismo objetivo 13 ; objetivo por cuanto el dao existiría con total y absoluta independencia de la mente humana. Otro argumento utilizado es que en algunos lugares del libro el dao se define como wu (no-ser). Dícese en el capítulo IV: Las cosas del mundo nacen del ser (you), el ser nace del no-ser (wu). Por tanto, al ser el wu más radical que el you, al ser el wu XXIV LAO ZI el origen último de los seres, no puede referirse a otra cosa que al dao. Una vez establecida la identidad entre dao y wu, ahora podemos comprender por qué es imposible que el hombre llegue a percibirlo con los sentidos. El dao carece de todo atributo concreto, y algunos comentaristas dirán, incluso, que es una pura abstracción. A partir de esto podrán entenderse las palabras del capítulo LVIII, que antes citamos en parte: Se lo mira y no se lo ve, su nombre es lo invisible… Es un proceso interminable, que no admite nombre, que retorna al no-ser de las cosas. Es la forma que no tiene forma, la figura incorpórea. Es imperceptiblemente sutil. El dao está también más allá del espacio y el tiempo, es Anterior al cielo y a la tierra… de nada depende y permanece inalterado. (cap. LXIX.) Las cosas cambian, sólo el dao es absolutamente inmutable. Los seres están llamados a desaparecer, sólo el dao continuará existiendo. Innumerable es la variedad de los seres, mas todos retornan a su origen (cap. LX.) Es decir, retornan al dao, es la quietud (ibid.) En resumen, todas las cosas del universo material tienen una existencia limitada, mientras que el dao que las engendra PRÓLOGO XXV permanece por siempre inmutable. De ahí deducen algunos filósofos actuales que el dao para el Lao zi, más que de naturaleza ideal, es una pura construcción metafísica. No opina así Feng You-lan, para quien la noción de dao en el Lao zi encierra un carácter materialista y ateo. El dao es fundamentalmente una negación del concepto tradicional de tian (Cielo), el cual incluía ciertos matices semirreligiosos en la China más antigua, e incluso claramente religiosos como en la escuela de los moístas, contemporánea del libro. En cuanto a la naturaleza material del dao, dice el profesor Feng que todas las frases del Lao zi en que aparece el término dao tienen un carácter oscuro, que permite interpretarlo tanto en sentido materialista como idealista; todas, dice, menos una. Es la frase que abre el capítulo LXIX: Hay una cosa confusamente formada, anterior al cielo y la tierra. El término «cosa» (wu) podría referirse a algo de naturaleza ideal, pero la expresión «confusamente formada» (hun cheng), en chino, sólo se puede aplicar a una realidad material. Esta realidad material con la que se identifica el dao sería el qi (soplo, pneuma, el equivalente del prâna hinduista), una categoría de la antigua filosofía china que no sobrepasa los límites de lo material. ¿Cómo demostrar que el dao es el qi? A partir del pensamiento taoísta tradicional, contenido y desarrollado en otros libros taoístas, como el Nei ye del Guan zi, del que más adelante se hablará. Numerosos pasajes del Lao zi se iluminan y hacen comprensibles, dice Feng You-lan, enfocados desde esta perspectiva. Afirma, como conclusión, que con toda seguridad el dao del Lao zi y el qi (o jing qi) de las otras escuelas taoístas es una y la misma cosa 14 . O, al menos, uno de los significados del término dao, pues –y en esto están de acuerdo todos los comentaristas– otras veces se refiere claramente a la XXVI LAO ZI ley que rige el devenir de los fenómenos naturales. Sin embargo, todas estas discusiones académicas sobre la naturaleza espiritual o material del dao, vistas desde dentro, desde la óptica taoísta, acaban por alejarnos de él, al tratarse de meras disquisiciones intelectivas. Pues, en definitiva, el dao ni es material ni espiritual; materialidad y espiritualidad no son sino aspectos o consideraciones de una misma realidad, que las engloba y en la que se identifican. Como tampoco puede interpretarse el dao como el Ser Absoluto contrapuesto al No-ser, dado que uno y otro quedan superados y anulados (o subsumidos) en un Todo que no es nada o una Nada que lo es todo: el dao. Desde estas nuevas alturas se puede entender con relativa facilidad, volviendo a nuestro punto de partida, cómo el dao es «inalcanzable», cómo el dao escapa a la persecución de nuestros sentidos y nuestro entendimiento; éstos, comprendemos ahora, se mueven en los límites de la dualidad sujeto-objeto, su razón de ser encuentra en la dicotomía radical que separa y enfrenta al «yo» y «no yo», sujeto y objeto, son una y la misma cosa. Sólo desde el momento que franqueamos esta puerta del «misterio» y reconstituimos la unidad original –o mejor, «se» reconstituye la unidad original– puede hablarse del camino hacia la intuición y posesión del dao. Y es en este sentido como se puede afirmar, sin reserva alguna, que el taoísmo es la filosofía china que entronca de manera directa con la mejor tradición del Oriente hindú; con lo que queda demostrada la fuerza y arraigo de unos valores y una visión del cosmos y el hombre, diametralmente diferentes de los de Occidente. La exposición del significado y contenido de la idea de dao quedaría incompleta si no se aclara la relación entre dao y de, a falta de lo cual el pensamiento taoísta –y con mayor razón el Lao zi– resultarían incomprensibles en muchos puntos. El dao es lo universal. La virtud (de) es la particularización del dao en cada uno de los seres concretos.El dao es el todo, la virtud es la parte; PRÓLOGO XXVII en el sentido de que todos los seres participan del dao («el dao engendra, la virtud alimenta», Lao zi, c. XIV; «la gran virtud se manifiesta en la adhesión exclusiva al dao», ibid. c. LXV). De manera que de (virtud) es la naturaleza particular que constituye cada ser, pues un ser concreto es lo que es sólo en virtud de su de. El de no puede, por tanto, existir como algo independiente de las cosas concretas. El dao, universal, es el conjunto indiferenciado de todas sus virtudes; cada de, cada virtud, es la manifestación del dao universal. Para terminar esta primera aproximación al núcleo ideológico del taoísmo, es pertinente tratar de otra de las ideas que vamos a ver repetidas una y otra vez en el Lao zi: el wu wei. Es este otro de los conceptos taoístas que más desafinan con la mente occidental. En un primer golpe de vista observamos que wu wei significa, stricto sensu, «no-actuar». El dao no actúa; Más conviene pronto aclarar que el no-actuar no es un concepto puramente negativo, no es la absoluta pasividad, de la misma forma que, ya hemos visto, la nada, el no-ser (wu) del dao, no es la nada radical. Wu wei, no-actuar, se dice del dao en cuanto que éste engendra a los seres sin intención preconcebida, sin fin último. El wu wei es, pues, la negación de toda interpretación teleológica del devenir universal. Como el dao carece de intencionalidad y voluntad, nada busca, nada pretende, por nada lucha. Por eso el sabio taoísta, el hombre que se ha hecho uno con el dao, carece de deseos y ha renunciado a toda lucha, dejando que las cosas discurran por sí mismas, sin intervenir él en nada. Esta es la descripción que del sabio encontraremos en el Lao zi, por la que vemos que el wu wei puede también interpretarse como «no-intervención». Y esto resulta más patente en los capítulos que tratan del arte de «gobierno»: el soberano ideal es aquel que gobierna sin gobernar, es decir, sin intervenir, respetando el libre curso de los acontecimientos. Entonces la sociedad de los hombres se ordenará por sí misma, espontáneamente. La intervención del gobernante no es sino una XXVIII LAO ZI piedra lanzada que enturbia y descompone la tranquila igualdad de las aguas del estanque. IV EL TAOISMO La época de Zhan guo representó un periodo histórico fundamental para el pensamiento filosófico chino. Es una época de ruptura, a lo largo de la cual se verifica la transformación del sistema esclavista –que había alcanzado su momento de esplendor durante la dinastía Zhou del Oeste (Xi Zhou)– y su sustitución por el sistema feudal. Las guerras entre Estados devastan la cuenca del Huang he (río Amarillo) y se extienden hasta el valle del río Huai y, más al sur, hasta el Chang jiang, el río Azul de los occidentales. Paralelamente, las diferentes escuelas de pensamiento rivalizan por conquistar el lugar de honor entre los reyes de los diferentes Estados. Cada una de estas escuelas refleja los intereses de las clases en contradicción aguda de aquel entonces: la aristocracia esclavista y los nuevos terratenientes feudales. La lucha entre ambas clases, iniciada a finales del periodo Chun qiu en el Estado de Lu 15 , se prolongará durante varios siglos hasta la unificación del Imperio en el año 221 a.n.e. por Qin shi huang; unificación que consagra el triunfo del feudalismo. En los tres siglos que preceden a esta unificación –los más fecundos del pensamiento chino, que se abre en cien flores y compite en cien escuelas– cuatro corrientes ideológicas van a desbordar con más fuerza y profundidad. Los confucianos (ru jia) representan la tradición de los «reyes sabios» (sheng wang) de antaño. Una legendaria Edad de Oro sirve a Confucio de pretexto para fundar un sistema ético- político que encuentra en la inexorable regularidad del Cielo su razón última, y en el concepto de ren su contenido humanista. El PRÓLOGO XXIX Cielo (tian) ha perdido en el confucianismo sus antiguas connotaciones religiosas; si todavía en Confucio se puede atisbar una ligera pervivencia del aspecto providencial del tian, pronto éste va a pasar a significar exclusivamente las leyes reguladoras del orden universal. Este orden celestial determina el orden moral; el hombre debe adecuar su conducta a unas normas que proceden del Cielo (tian ming, el mandato del Cielo). El término «ritos» es el aquí empleado por Confucio, quien cuando explica la virtud del ren como consistente en «autodominarse y retornar a los ritos» (ke ji fu li), se está refiriendo a los ritos de la dinastía Zhou del Oeste. Así es como el confucianismo difunde una jerarquización social basada en las cualidades innatas (dadas por el Cielo) de las personas: los hombres superiores nacen sabiendo, otros consiguen autocultivarse mediante el estudio, y, por último, la mayoría está predestinada a trabajar con las manos. El hombre sabio y virtuoso (jun zi) se mueve por la justicia y la rectitud; el hombre vulgar (xiao ren), por el interés material. Las jerarquías sociales y familiares deben respetarse estrictamente, cada uno debe conservar su lugar; la virtud confuciana del xiao (piedad filial) debe entenderse en este contexto, como sumisión incondicional al padre, al soberano, al esposo, a los «mayores» en una palabra. No tiene, pues, nada de extraño que en aquellos tiempos el confucianismo fuera la ideología de una clase esclavista conservadora, y que su función, objetiva, girara en torno al apuntalamiento de un sistema social que se desmoronaba. En el polo opuesto, los legistas (fa jia) pretenden transformar a fondo las estructuras sociales tradicionales, sustituyendo el «gobierno mediante ritos» (li zhi) por el «gobierno mediante la ley» (fa zhi); es decir, se trata de suprimir unos «ritos» que sostienen el régimen jerárquico del sistema esclavista y los privilegios hereditarios de la aristocracia, e implantar el universal imperio de la ley (fa), una para todos sin excepción –frente al confuciano «los ritos no descienden hasta los hombres comunes ni la ley asciende hasta los nobles». Los XXX LAO ZI legistas niegan todo valor a las virtudes confucianas, que deben ser reemplazadas, según ellos, por la sola obediencia a la ley. Estas tesis se apoyan, en último término, en una visión revolucionaria del hombre; los legistas no admiten que esté sometido a la implacable voluntad celestial, como afirman los confucianos, sino que, en blasfema pirueta, sostienen que el hombre es superior al Cielo (ren ding sheng tian). Este voluntarismo positivista ha hecho que el legismo desempeñara a lo largo de la Historia de China un papel progresista, en contraste con el conservadurismo reaccionario de la doctrina de Confucio; y es precisamente el predominio casi absoluto de esta última lo que explica el estancamiento milenario de la sociedad china. Un tanto al margen de la gran polémica, a veces sangrienta 16 , entre legistas y confucianos, aparecen las otras dos escuelas: taoístas (dao jia) y moístas (mo jia). Estos últimos reciben su nombre del filósofo Mo Di (480-420 a.n.e.), antiguo confuciano, escindido y fundador de la principal escuela rival de los ru jia durante un tiempo. Los moístas provenían, en su mayor parte, de las capas sociales de artesanos, campesinos libres y pequeños comerciantes; por ello defendían el principio de confiar el gobierno a los hombres más capaces y de elevada virtud (shang xian), con total independencia de su origen social. Sin embargo, su diferencia cardinal con los confucianos residía en el principio del «amor universal» (jian ai), es decir, el amor a todos los hombres por igual, que preconizaban frente al matizado y jerarquizado ren de Confucio. Según éste, se debe amar preferentemente a los propios padres, al propio soberano, al propio Estado, y ahí,dicen los moístas, es donde se encuentra el origen de todas las guerras que enfrentan a los hombres, y que deben ser condenadas. El pacifismo –para ser más exactos, la condena de las guerras de agresión, fei gong– es otras de las características del moísmo que, como vemos, ha encontrado en el amor universal el remedio definitivo de los conflictos armados. Para completar la visión global de esta escuela, diremos que PRÓLOGO XXXI mantiene la creencia en los espíritus y demonios y considera al Cielo como un dios personal que rige los destinos del mundo, y cuya voluntad es que el hombre practique el amor universal y la justicia; los castigos que el Cielo puede imponer después de la muerte sirven, según Mo Di, para empujar hacia el recto camino a los hombres, egoístas por naturaleza. El fatalismo queda excluido: es el hombre mismo, y no el Cielo ni poder supeiror alguno, el responsable de su propia suerte. Contrastando con la relativa homogeneidad del pensamiento de las otras escuelas, la taoísta encierra en su seno una serie de corrientes de muy variadas características. Entre los denominados taoístas encontramos desde figuras cercanas al confucianismo y al moísmo, como Song Jian, hasta pensadores como Shen Dao que muchos, hoy, consideran legista. Todos los taoístas, no obstante, coinciden en un punto: su filosofía gira en torno a la noción del dao. El dao es para el taoísta lo que el tian para el confuciano y el fa para el legista. En tiempos de la dinastía Han se conocía con el nombre de taoístas a la escuela de Huang Lao. Las fuentes en que esta escuela se inspiraba pretendían remontarse, pues, a las doctrinas del emperador Amarillo (Huang di) y de Lao Dan. Huang di es una figura legendaria. Según la tradición, él habría sido el patriarca del pueblo chino, el héroe que unificó el Imperio, anterior a Yao, Shun, Yu y Tang, los «reyes de antaño» (xian wang), venerados por Confucio. En opinión de Guo Mo- ruo, el nombre «Huang di» podría provenir de una modificación de «Shang di» (emperador de lo alto, dios). Otros ven en Huang di una personificación del dao 17 ; personificación de larga fecha, conservada y transmitida por ciertas corrientes taoístas de la época Zhan guo. De cualquier modo, el registro histórico más antiguo en que se menciona a Huang di es una inscripción de un vaso ritual de bronce, en la que es presentado como antepasado de Qi Xuan wang (el rey Xuan del Estado Qi). Y precisamente en el Estado de Qi es donde las doctrinas de Huang Lao van a florecer a mediados del periodo Zhan guo. Durante los reinados XXXII LAO ZI de Wei y de Xuan (siglo IV a.n.e.) se va a imitar en el corte de Qi la tradición de finales de la época Chun qiu, el cultivo de letrados (yang shi), que acudirán de todos los lugares del Imperio, desde los Estados limítrofes y también desde los más lejanos, a Ying qiu, a la sombra de los reyes mecenas. Todas las escuelas sin discriminación, encontrarán acogida en el xue tang (palacio de estudios) de Ji xia, patrocinado por los monarcas de Qi. Allí acuden confucianos, filósofos de la escuela del yin yang (Zou Yan y Zou Shi), independientes (Chun Yu-kun). Pero son sobre todo los adeptos del dao los discípulos de Huang y de Lao quienes destacan sobre todos los demás. Dentro de esta escuela aparecen varias corrientes que, de acuerdo con la clasificación que de ellas proporciona un libro taoísta fundamental como el Zhuang zi, se distribuirían en los siguientes filósofos principales: Song Jian e Yin Wen; el primer autor, según Guo Mo- ruo, de algunos capítulos del Guan zi. Tian Pian y Shen Dao. Guan Yin, también llamado Huan Yuan, a quien algunos atribuyen la paternidad de Lao zi. Todos ellos desarrollaron en diferentes direcciones la doctrina del dao y del de, enseñada desde tiempos remotos por Huang di y, más tarde por Lao Dan. Este último y su discípulo Yang Zhu, a diferencia de Confucio y Mo Di, no escribieron ninguna obra si admitimos las mejor argumentadas teorías sobre la paternidad del Lao zi. No podía ser de otra manera, pues el núcleo de su pensamiento radicaba en el apartamiento del mundo (bi shi), resultado de su rechazo absoluto de la realidad de su tiempo. Veamos a continuación cómo explica Feng You-lan la formación y desarrollo del pensamiento taoísta primitivo. Para él, cuando en el periodo Chun ciu comenzó a derrumbarse el sistema esclavista, algunos nobles arruinados se convirtieron en yin shi (letrados escondidos en su retiro). Insatisfechos con la realidad social de su tiempo, sentían una profunda aversión hacia PRÓLOGO XXXIII las formas de gobierno de aquel entonces, que extendían, llevados por su pesimismo, hacia todo tipo de gobierno. Dado que estos nobles arruinados se vieron, probablemente, obligados a trabajar la tierra, su ideología pudo reflejar no sólo los intereses de la pequeña nobleza esclavista, sino también los de una parte del campesinado. Por otro lado, el hecho de su «retiro» condicionó unos sentimientos y una teoría alejada de la sociedad e incluso, en casos extremos, de este mundo 18 . Las dos figuras representativas del taoísmo puro, del taoísmo primitivo son Lao Dan y Yang Zhu. Del primero ya hemos puesto de relieve las dudas planteadas sobre su carácter histórico; en todo caso, no cabe duda de que el Lao zi, pese a la época muy posterior en que fue escrito y pese a influencias y alteraciones incuestionables, es el mejor camino para tratar de llegar a reconstruir esa pureza original del pensamiento taoísta. Yang Zhu pasa por ser discípulo de Lao Dan. Se supone vivió entre Confucio y Mo Di. Otros hacen retroceder al siglo IV su figura histórica. La influencia de su pensamiento fue tal que, según el Meng zi, en un tiempo sus doctrinas y las de Mo Di monopolizaron el panorama ideológico 19 . Por supuesto, aquí Mencio se está refiriendo al pensamiento taoísta en general que él personifica en Yang Zhu. Las ideas de éste son menos conocidas que las de Lao Dan, ya que ninguna obra ha llegado hasta hoy que pueda ser reconocida como exposición de las mismas. En efecto, el capítulo titulado Yang Zhu del libro taoísta Lie zi se sabe con certeza que fue escrito mucho después, durante las dinastías Wei Jin (siglo III). Los principios enseñados por Yang Zhu son conocidos, en cambio, a través de citas en obras no taoístas, como el Meng zi o el Han Fei zi, o semitaoístas, como el Huai nan zi. Uno de esos principios enseñados por Yang Zhu, de pura esencia taoísta, es el qing wu zhong sheng (despreciar las cosas y estimar la vida propia). Según el Han Fei zi, Yan Zhu decía no estar dispuesto a cambiar un pelo de su cuerpo por todo un reino. La realización «pasiva» del hombre exige, para Yang Zhu, un XXXIV LAO ZI corte radical de todas las ataduras que le ligan a las cosas y a los demás hombres y que perturban el discurrir de una vida inmersa en la naturaleza. Mencio, según todos los indicios, parece haber tergiversado el pensamiento de Yang Zhu cuando pretende presentárnosle como partidario de un individualismo egoísta extremo, que rehúsa, si ello supone renunciar a un solo pelo del cuerpo, realizar cualquier acción en beneficio de los demás. En otro terreno, Mencio censura a Yang Zhu su rechazo de príncipes y señores, de lo que puede colegirse que el pensamiento de Yang Zhu debía estar marcado por un anarquismo cardinal que destruía la autoridad de los señores y todo régimen jerárquico, rasgo éste bastante común a toda la ideología taoísta. Respecto de Mo Di, la postura de Yang Zhu tampoco dejaba lugar al compromiso; según el Huai nan zi, Yang Zhu se oponía no sólo al jian ai (amor universal) y al shang xian (respecto hacia los hombres sabios y virtuosos) de Mo Di sino también a la creencia de éste en dioses y espíritus. En el taoísmo posterior, más evolucionado, se sitúan lascorrientes taoístas de Ji xia antes mencionadas. Entre ellas merece especial atención la más antigua, la representada por Song Jian e Yin Wen. El primero es mencionado en el Han Fei zi con el nombre de Song Rong y en el Meng zi bajo el de Song Keng. Las fuentes que permiten conocer su pensamiento se han ampliado notablemente tras el descubrimiento hecho por Guo Mo-ruo de que la paternidad de algunos libros del Guan zi corresponde a estos dos taoístas. Hasta entonces, sólo era conocido fragmentariamente, a través de las citas y referencias contenidas en el Tian xia pian del Zhuang zi, y también en el Han Fei zi, en el Xuan zi y en el Lü shi chun qiu. Los recientes estudios de Guo Mo-ruo afianzan la interpretación de esta corriente taoísta como eslabón o actitud conciliadora entre las ru jia y los mo jia. En este sentido parece también apuntar el Zhuang zi cuando dice de ellos: «Con su cordialidad fomentaban la concordia y armonizaban las tierras rodeadas por el mar.» PRÓLOGO XXXV Los planteamientos básicos de Song e Yin eran: a) bie you (indulgencia con los desiguales), con lo que se pretendía superar las demarcaciones sociales convertidas en prejuicios. b) jin gong (prohibición del ataque), es decir, no a las guerras de anexión. Punto éste coincidente con el fei gong (negación del ataque) de los moístas. c) qing yu gua qian (reducir y debilitar los sentimientos y los deseos). d) jian wu bu ru (no sentirse agraviado por las ofensas recibidas). De los libros del Guan zi atribuidos por Guo Mo-ruo a estos dos filósofos, reviste especial interés el titulado Nei ye. Resulta así que serían ellos los principales teóricos de la doctrina del jing qi, presente de alguna manera en todo pensamiento chino antiguo. La doctrina del jing qi parece ser el resultado de sus investigaciones sobre el yang sheng (alimentación de la vida), es decir, sobre la técnica de conservación y prolongación de la vida basada en una peculiar inteligencia del origen y naturaleza de la misma. En el Nei ye se viene a decir que el qi (o jing qi) es el elemento fundamental de que están formados todos los seres sin excepción: El jing qi al condensarse da nacimiento a las cosas. En la tierra produce los cinco cereales, en el cielo dispone las estrellas; cuando fluye por el espacio intermedio entre cielo y tierra se le denomina espíritus, dioses (gui, shen); escondido en el corazón del hombre, se convierte en sabio (shen ren); por lo que se le llama qi. De manera que no sólo hombres y cosas están constituidos de jin qi, sino también los mismos espíritus y dioses, cuyo jing qi posee el liu dong (desplazarse, discurrir, fluir) como XXXVI LAO ZI especificidad. La vida y todos los fenómenos superiores del hombre son explicados, pues, a partir del jing qi. Cuando el hombre se apropia del jing qi, el cuerpo se fortalece y «los nueve orificios» (los sentidos) pueden profundizar en su percepción. Cuando el jing qi reside en el corazón, el hombre se hace inteligente, alcanza la sabiduría. Cuando se pierde el jing qi, la vida se agota y sobreviene la muerte. Las fórmulas, los métodos propuestos para conservar el jing qi son: mantenerse interiormente en vacío y en reposo, suprimir los deseos y la reflexión, no caer en la seducción de las cosas exteriores, todo esto complementado con un régimen de higiene fisiológica – en el que las técnicas respiratorias ocupan un lugar clave– y un régimen dietético que preservan al hombre de la enfermedad. Esta doctrina del jing qi les sirve igualmente de base para interpretar el concepto de dao. Las diferentes corrientes taoístas se distinguen precisamente por su particular explicación del principio fundamental, del dao. En el caso de Song-Yin el dao es identificado con el jing qi. El dao, raíz y fuente, origen de todo cuanto existe, no es otra cosa que el jing qi. De esta manera se puede ver claramente que las más antiguas interpretaciones del dao fueron de neto carácter materialista, pues el jing qi es entendido por Song-Ying como una materia sutil, de gran movilidad, y de ningún modo como una realidad inmaterial. La doctrina del jing qi del taoísmo primitivo ofrece una gran similitud con la escuela del yin yang. Esta escuela, cuyos orígenes se remontan a las más antiguas concepciones cosmológicas elaboradas por el pensamiento chino, considera la existencia de dos clases de qi. Uno es ligero y puro, de naturaleza yang, y tiende hacia arriba, hacia el cielo. El otro, de naturaleza yin, es pesado e impuro, y tiende hacia la tierra. Los seres PRÓLOGO XXXVII estarían, en definitiva, constituidos por la unión de ambos. El jing qi del Nei ye era, probablemente, el yang qi, es decir, el qi ligero y puro. Por eso se dice en este libro del Guan zi: Cuando el hombre nace, el cielo pone el jing, la tierra pone el xing (forma, cuerpo); de la unión de ambos se constituye el hombre. Su unión es la vida, si falta esa unión no habrá vida alguna. Es, pues, claro que para el Guan zi, el hombre está formado por dos elementos, de los que uno (jing) procede del cielo y el otro (xing), de la tierra. Compárese este punto con el pasaje del Lao zi que dice: los diez mil seres contienen en su seno el yin y el yang, los dos soplos vitales se compensan en un soplo vital armónico. (cap. V.) A partir de estas citas puede advertirse que el cuerpo del hombre se forma del qi pesado e impuro, y el espíritu está constituido por el qi ligero y puro. Otro pensamiento del Lao zi coincidente con el Guan zi lo encontramos en el cap. LIV: ¿Puedes, portando sobre ti el alma corpórea, abrazar el uno y no abandonarlo? Aquí ying po (alma corpórea) se refiere al mismo jing qi. La frase quiere decir que debe conservarse cuidadosamente el jing qi. Sin embargo, en el Lao zi encontramos un momento de discrepancia fundamental con el Guan zi. En el cap. V del Lao zi se dice: «El dao engendra al uno.» Ahora bien, en los capítulos taoístas del Guan zi «el uno» siempre aparece referido al qi. Es obvio, por lo tanto, que el dao de Lao zi sería no sólo distinto, XXXVIII LAO ZI sino también anterior al qi. De lo cual se deduce que el Lao zi representa una evolución hacia el idealismo desde el pensamiento taoísta más antiguo, y con ello parece quedar confirmado el hecho de que no fue escrito por Lao Dan sino en época muy posterior a él. La evolución señalada en el libro que traducimos se continúa y profundiza en el Zhuang zi, en cuyo libro XXII (Zhi bei you) se dice. Lo luminoso nace de lo oscuro. Lo que tiene un orden nace de lo que no tiene cuerpo. El espíritu nace del dao. Lo corpóreo nace del espíritu. Zhuang Zhou, autor del Zhuang zi, es considerado, en efecto, por la mayor parte de los filósofos chinos y por todos los sinólogos occidentales como el representante más cumplido del pensamiento taoísta. El Lao zi y el Zhuang zi son la base de casi todos los estudios realizados hasta hoy acerca de la filosofía taoísta. A pesar de ello, está en pie una cuestión capital: ¿es el Zhuang zi una evolución, un desarrollo del Lao zi, o viceversa? Hasta fecha reciente semejante problema no se había planteado. La opinión unánime de los historiadores de la filosofía china sostenían que Zhuang Zhou se había fundamentado en las enseñanzas de Lao Dan recogidas en el Lao zi, y prueba de ello serían las numerosas alusiones al supuesto autor del Lao zi que aparecen en el Zhuang zi, así como las abundantes citas textuales que reproducen fielmente sentencias e incluso párrafos enteros del Lao zi. Sin embargo, hace unos años el profesor Yang Rong- guo argumentó una nueva teoría: el Lao zi es una obra escrita posteriormente al Zhuang zi. Fundamenta su aseveración en el hecho de que nociones como la de dao, tian (cielo), wu (materia) aparecen en el Lao zimucho más evolucionadas de cómo se nos ofrecen en el Zhuang zi 20 . Debe tenerse en cuenta que cuando Yang Rong-guo habla del Zhuang zi se refiere a los siete PRÓLOGO XXXIX primeros libros de la obra, pues los restantes veintiséis libros fueron con toda probabilidad –y esto es opinión generalizada– escritos en fecha posterior. De los siete primeros excluye, a su vez, el Qi wu lun por considerarlo obra de Shen Dao. Dice Yang Rong-guo que en el Zhuang zi el dao se identifica con la Naturaleza y sólo en pasajes aislados se apunta la idea de su anterioridad con respecto a aquélla. En cambio, en el Lao zi la diferencia y anterioridad del dao respecto de la Naturaleza se encuentra plenamente desarrollada en varios capítulos. el dao engendra al uno, el uno engendra al dos, el dos engendra al tres, el tres engendra los diez mil seres (cap. V.) el dao engendra (a los seres) (cap. XIV.) (el dao) se manifiesta como antepasado de dios (cap. XLVIII.) (el dao es) anterior al cielo y a la tierra… se le puede considerar el origen del mundo. (cap. LXIX.) Zhuang Zhou emplea el término tian (cielo) para designar también a la Naturaleza. Pero el Lao zi lo entiende de forma diferente: el hombre tiene por norma a la tierra, la tierra tiene por norma al cielo, el cielo tiene por norma al dao. (cap. LXIX.) El concepto wu (materia), del mismo modo, habría sido modificado en el Lao zi desde el punto de vista metafísico de su XL LAO ZI afirmación en el reposo («todos los seres retornan a su origen; es la quietud» en el capítulo LX), frente al talante dialéctico de Zhuang Zhou al tratar del zi ran wu (la Naturaleza material). En definitiva, para Yang Rong-guo es evidente que el Lao zi es posterior al Zhuang zi. Respecto al escollo que supone la mención de Lao Dan y las citas textuales del Lao zi, apunta la hipótesis de que Lao Dan no sería sino una figura inventada por Zhuang Zhou. Al presentar a Lao Dan como venerable sabio al que acudía el mismo Confucio a pedir enseñanza, no buscaba Zhuang Zhou sino realzar el prestigio de la doctrina taoísta sobre las doctrinas rivales –especialmente el confucianismo– de su tiempo. Las citas del Lao zi no serían citas en realidad, sino sentencias esenciales al taoísmo, transmitidas tradicionalmente desde tiempos antiguos y que tanto el Zhuang zi como el Lao zi comentan y explican como base de su doctrina. V EL CONTENIDO IDEOLÓGICO DEL LAO ZI Un primer problema planteado a los estudiosos del Lao zi es la determinación de las raíces sociales del pensamiento contenido en la obra. La opinión predominante entre los más modernos filósofos y críticos chinos considera el Lao zi como representante ideológico de la clase en decadencia de los propietarios de esclavos. Dado que también se considera que la escuela confuciana representa a la misma clase social –sólo el legismo es reflejo de los intereses de la nueva clase, en ascenso, de los terratenientes feudales– surge también la cuestión de cómo dos ideologías opuestas pueden proceder de un mismo origen. A esto responde unos diciendo que Confucio elaboró sus teorías antes de que fuera escrito el Lao zi, en una época (finales de Chin qiu –principios de Zhan guo) en que aún era fuerte la clase de los propietarios de esclavos; de ahí que propugnara un retorno a la PRÓLOGO XLI época dorada del esclavismo, la dinastía Zhou del Oeste, y adoptara una actitud activa de consolidación de las estructuras esclavistas basadas en el «gobierno mediante los ritos» (li zhi). En cambio, dicen, el Lao zi fue escrito a mediados de la época de Zhan guo, cuando ya se desmoronaban dichas estructuras e iban siendo sustituidas por las nuevas propias del sistema feudal; por eso la ideología del Lao zi es pesimista y, sobre todo, pasiva en sus planteamientos. El wu wei, es decir, el no-actuar, la no- intervención, sería así el nuevo recurso de una clase amenazada de muerte para frenar la implantación de la clase enemiga, que recurría al sistema «activo» de la promulgación de las leyes detalladas, de validez universal para todos los miembros de la sociedad sin excepción privilegiada alguna. Otros autores evitan el argumento cronológico y afirman, sencillamente, que mientras los confucianos son los representantes de la nobleza esclavista más poderosa, el Lao zi representa a los pequeños propietarios de esclavos, muchos de ellos ya arruinados, cuyo pesimismo y aislamiento de la realidad social de su tiempo es fácilmente comprensible. Frente a esta opinión, casi unánime, destaca la que adelantaron no hace muchos años Hou Wai-lu y Zhao Ji-bin, siguiendo a Yang Xing-shun. Según ellos 21 , el Lao zi representa la ideología de los campesinos de la antigua comuna clanal en periodo de disgregación. Las razones aducidas para sostener esta afirmación son: El «Estado pequeño de escasa población» (cap. XXX) imaginado por el Lao zi no es otro que la perfecta comuna clanal, es decir, el ideal de los campesinos, para los que la ruina se identificaba con la ruptura y desaparición de las relaciones económicas comunales. En la época de Zhan guo, la decadencia del campesinado de las comunas era debida a la escisión en clases y ésa es la razón de las repetidas denuncias que hace el libro de los diferentes antagonismos sociales de su tiempo. XLII LAO ZI El punto de vista de la «inocencia» en el Lao zi (numerosas comparaciones y referencias al recién nacido) coincide con la forma de pensar de los campesinos de la comuna. E igualmente, la decadencia de los mismos se refleja en el sentimiento «derrotista» que contienen sentencias como «el que actúa fracasará; el que aferra algo, lo perderá» (capítulo XXVII). Un último reflejo de la mentalidad campesina comunal sería el anarquismo radical de las concepciones socio-políticas del Lao zi y, secundariamente, su animadversión hacia la fuerza del dinero. VI EL LAO ZI: ALGUNOS CONCEPTOS BÁSICOS Veamos, a continuación, cuáles son las ideas fundamentales que se descubren a partir de un estudio comparativo de los diferentes capítulos del Lao zi. El autor o autores del Lao zi observan la naturaleza fijando su atención en los cambios y transformaciones que se suceden en todos los niveles y campos del universo material; y también observan la sociedad, viendo en los cambios históricos y políticos y en las relaciones humanas en general una sucesión y entrelazamiento de victorias y derrotas, de prosperidad y decadencia, de desgracias y felicidad que se condicionan mutuamente y se transforman unas en otras. En este terreno, es decir, en el descubrimiento e interpretación del carácter contradictorio de la realidad, ningún filósofo de la antigua China aventajó al Lao zi. El Lao zi está penetrado de sentido dialéctico. Son numerosas y repetidas las exposiciones de pares contradictorios. La contradicción fundamental wu-you (ser-no ser) se ve particularizada a lo largo del libro con otros opuestos, como mucho-poco, delante-detrás, gloria-deshonor, sabiduría-necedad, PRÓLOGO XLIII nobleza-desprecio, yin-yang, movimiento-reposo, ataque-defensa, avance-retroceso, fortaleza-debilidad. El profundo significado filosófico y social de estos planteamientos y su exposición dialéctica representan un logro capital del pensamiento chino de aquellos tiempos. Vio el Lao zi que en toda cosa se contienen aspectos opuestos y que, además, estos aspectos opuestos se condicionan mutuamente. Recurre a una figura muy sugestiva para expresarlo: «La felicidad acompaña de cerca a la desgracia; la desgracia se esconde en la felicidad… lo normal se convierte en anómalo, la bondad se vuelve malignidad» (cap. XXI). En una palabra, el Lao zi llegó a captar la ley objetiva conforme a la cual las cosas se transforman en su contrario. Sin embargo, la dialécticalaoziana es primitiva e imperfecta. Considera que la tendencia del desarrollo de los seres va del you al wu, del movimiento (dong) al reposo (jing). A este retorno a la quietud del no ser es a lo que el Lao zi llama «lo permanente» (chang) de todos los seres, es decir, la ley inmutable que rige las transformaciones de los seres. Por tanto, el movimiento y la multiplicidad son relativos, mientras que lo absoluto es la identidad y el reposo. El movimiento, por consiguiente, es circular, es un retorno al punto de partida. No hay atisbo de desarrollo progresivo en la dialéctica laoziana. Dos capítulos nos resumen perfectamente los puntos clave de la teoría del conocimiento de Lao zi. Dice en el capítulo X: Sin salir de la propia casa se conoce el mundo. Sin mirar por la ventana, se conoce el dao del cielo… Por eso el sabio conoce sin viajar, distingue las cosas sin mirar. No hay lugar, pues, para el conocimiento sensible ni para la experiencia de la práctica social del hombre. Pero es que además, sabemos que los conocimientos, la erudición, el estudio, todo ello debe ser rechazado sin vacilación, según el Lao zi. Entonces, ¿cuál es el camino para conocer la realidad? XLIV LAO ZI Cuando alcanzamos el vacío, y conservamos la quietud, del devenir abigarrado de los diez mil seres contemplamos su eterno retorno. (cap. LX.) El término contemplar (guan) no se refiere a la contemplación por medio de los sentidos, sino a una especie de intuición interior que nos permite captar el retorno al dao de todas las cosas. En el terreno político y social, el pensamiento del Lao zi viene condicionado por la realidad de su tiempo. Ya hemos dicho que es la época del desmoronamiento del sistema esclavista. La clase de los terratenientes sube a la escena histórica para establecer unas nuevas relaciones sociales y una nueva forma de explotación. Ante esta situación, el Lao zi adopta una actitud de repudio, bien desde el punto de vista de la nobleza esclavista, ya sea desde el de los campesinos de la antigua comuna clanal. Su rechazo es puramente pasivo; su aspiración, una vez tornada la espalda, es regresar a épocas y formas de convivencia pretéritas. Quizás con mayor perspicacia que Confucio y sus letrados, ve el Lao zi que el sistema esclavista está condenado a desaparecer. Los ritos de Zhou, a los que quiere retornar Confucio, no pueden ser ya restablecidos. Por eso el Lao zi se rebela contra ellos y los critica de forma acerba. Los ritos suponen un debilitamiento de la lealtad y la confianza, y son el principio del desorden. (cap. I.) Las denuncias de la injusticia social que reina en su tiempo aparecen en varios capítulos. Los hombres están hambrientos, porque los muchos impuestos les arrebatan su cosecha. (cap. XL.) PRÓLOGO XLV La corte está corrompida; los campos, abandonados; los graneros vacíos. Ropajes lujosos, afiladas espadas al cinto, manjares hasta saciarse y riquezas sin cuento, a todos ellos hay que llamarles jefes de bandidos. (cap. XVI.) En estos pasajes se ataca a todo sistema de explotación en general, si se considera el resto de su doctrina del Estado ideal. Pero otros comentaristas piensan que la denuncia se dirige exclusivamente contra la nueva clase dominante y se hace, por tanto, desde las posiciones reaccionarias de la nobleza esclavista en decadencia. También se opone el Lao zi a la guerra y abundan los pasajes en este sentido. Todo el capítulo LXXV, que comienza con un «a las armas, instrumentos nefastos», es una enérgica denuncia de la guerra. No podía ser de otra manera, dado que es fundamental en la ideología laozinaa el wu wei y el mantenerse en el lugar inferior y en la humillación. El Lao zi propugna el gobierno de la no-intervención, de la no-acción. El gobernante debe, en realidad, renunciar al gobierno, dejar que los hombres se dispongan, ordenen y arreglen por sí solos de forma espontánea y natural. Por culpa del gobierno de los pretendidos «sabios», «santos», «hombres superiores», poco importa cómo se les llame, brota el desorden, las luchas, o reina la injusticia en la sociedad. En el principio de los tiempos, cuando dominaba el dao en el mundo, cuando no existía el gobierno de los «sabios», no había entonces superiores e inferiores, ricos y pobres. Eran los tiempos de la comuna primitiva, sin propiedad privada ni clases sociales. Esta es la sociedad ideal del Lao zi a cuya descripción está consagrado el capítulo XXX: «Un Estado pequeño de escasa población…» Este, al menos, parece que era el punto de vista originario del Lao zi sobre el problema de la organización social. Estas ideas del Lao zi acerca de la sociedad fueron, siglos después, desarrolladas por una de las figuras más interesantes – XLVI LAO ZI aunque poco conocida– de la historia de la filosofía china. Se trata de Bao Jing-yan, de cuyas teorías sólo hemos llegado a saber a través de la crítica de las mismas que se contiene en el Bao pu zi de Ge Hong (278-338), de quien Bao Jing-yan debió ser contemporáneo. Estos son los puntos principales de su wu jun lun (teoría de la negación de los señores): En la alta antigüedad, el hombre era sencillo y puro; llevaba una vida natural, no había dominantes y dominados, ni diferencias entre nobles y plebeyos, ni existía el respeto y el desprecio. Luego fue cuando los fuertes empezaron a oprimir a los débiles, los inteligentes empezaron a engañar a los tontos, y así terminó por formarse un sistema jerárquico que aseguraba el orden de dominación señor-vasallo, los de arriba-los de abajo. Tal sistema en absoluto obedece a una disposición del cielo (ley natural). Los señores tienen en sus manos la ley y el ejército, que utilizan para apoderarse de lo que la gente produce; a esto se debe el caos social y la miseria del pueblo. Los amos y señores son la raíz de todos los crímenes y desgracias que tienen lugar en la sociedad. Estas eran las tesis de Bao Jing-yan, de quien Ge Hong dice era un «aficionado a los libros de Lao (zi) y Zhuang (zi)». VII EL LAO ZI Y LA ESCUELA DE HUANG LAO Tras los descubrimientos de Ma wang dui han aparecido nuevas valoraciones e interpretaciones del Lao zi, y más aún, de la misma escuela de Huang Lao dentro de las corrientes de pensamiento de finales de Zhan guo y primeros años de la dinastía Han. Uno de los factores que más han contribuido a los nuevos planteamientos ha sido el conjunto de libros entre los que apareció el Lao zi. Tanto uno como otro de los dos textos (A y B) PRÓLOGO XLVII del mismo, se encontraron unidos a otras obras o fragmentos perdidos hasta ahora desde la dinastía Han. El texto A de Ma wang dui encabeza una colección de escritos. Tras él aparecen cuatro obras que no llevan título y que comprenden un total de más de 9.000 ideogramas. De ellas, la primera parece confuciana, pues expone algunas teorías de Mencio. La segunda es un fragmento del Yi yin, obra que según el Han shu constaba de 51 capítulos o libros. Aunque en el Han shu el Yi Yin es incluido entre las obras taoístas, su pensamiento está próximo a la escuela legista, como se desprende del fragmento encontrado en Ma wang dui. La tercera obra es un libro del arte militar en el que se recogen los fundamentos dialécticos de la estrategia militar del Lao zi. La cuarta y última obra, la más breve y concisa, expone la doctrina de los cinco elementos y las relaciones entre virtud (de), sabiduría (sheng) e inteligencia (zhi). Mayor importancia presentan las cuatro obras que anteceden al texto B de Ma wang dui. Sus títulos son: Jin fa (con una extensión de 5.000 ideogramas), Shi da jing (4.000 ideogramas), Cheng (1.600 ideogramas) y Dao yuan (460 ideogramas). Salvo la última, de indiscutible carácter taoísta, las restantes representan una mezcla de taoísmo y legismo que hacedifícil su clasificación en una u otra escuela. Particular valor, en cuanto al establecimiento de la ideología predominante en los primeros tiempos de la dinastía Han, posee el Jing fa. En efecto, en esta obra se observa que el contenido legista se manifiesta bajo una fraseología taoísta, o bien, el exterior taoísta sirve para cubrir un pensamiento fundamentalmente legista. A la luz de esta circunstancia son interpretados hoy por los eruditos chinos muchos pasajes e ideas del Lao zi. El primer problema que se plantea ante estos cuatro libros que preceden al texto B, es el de su autor. Todavía no se ha llegado a una conclusión definitiva, ni siquiera acerca de si se trata de cuatro obras diferentes o si, en realidad, son cuatro libros de una obra única. Una opinión que merece ser tenida en XLVIII LAO ZI cuenta es la de Tan Lan, quien aporta abundantes argumentos ideológicos, históricos y bibliográficos para demostrar que los cuatro libros no son otra cosa que el Huang di si jing (Los cuatro clásicos del emperador Amarillo) 22 . Esta obra, de la que se tenía referencias por el Yi wen zhi del libro de los Han, se considera perdida desde hace siglos. De modo que si esta opinión de Tang Lan fuera conforme a la realidad, tendríamos en el conjunto de los libros descubiertos en Ma wang dui la recopilación de las doctrinas fundamentales de la escuela de Huang Lao. Otra hipótesis, por el contrario, señala las diferencias entre las cuatro obras en cuestión, tanto en lo tocante al sistema ideológico como al lingüístico, lo que lleva a la conclusión de que se trata de obras independientes. De ellas, el Shi da jing se piensa que puede pertenecer al también desaparecido Li Mu. La razón es que dicho libro está compuesto a base de un diálogo entre Huang di y su ministro Li Mu, quien, junto con otros funcionarios del emperador Amarillo, interroga a éste sobre diversas cuestiones. Sea cual sea la verdad sobre este asunto, queda cuando menos afianzada la opinión de que, a principios del siglo II a.n.e., el pensamiento legista estaba estrechamente vinculado con el taoísmo, o como mínimo con ciertas escuelas taoístas; entre éstas, la de Huang Lao, cuya auténtica naturaleza taoísta ha sido puesta en duda por los recientes descubrimientos. Hasta el punto que algunos de los últimos estudios publicados en China al respecto, en un espectacular vuelco de todas las teorías hasta ahora sustentadas, apuntan la hipótesis de que la escuela de Huang Lao no era taoísta sino legista. Veamos cómo se explica, hoy en día, los orígenes y evolución de esta escuela, una de cuyas obras capitales es, como sabemos, el Lao zi. Se sigue admitiendo que los orígenes del pensamiento taoísta, es decir, de todas la corriente ideológica que explica el universo a partir del dao, se remontan a la época Chun qiu. Se empezó configurando, muy probablemente, como un sistema idealista objetivo, cuyos elementos son aún fácilmente reconocibles en el Lao zi. Ahora bien, durante la época de Zhan PRÓLOGO XLIX guo, las violentas convulsiones sociales se reflejaron en el terreno ideológico en forma de rupturas, evoluciones y transformaciones en el seno de las diferentes escuelas. Dos clases en antagónica contradicción, nobleza esclavista y terratenientes; dos escuelas enfrentadas irreconciliablemente, confucianos y legistas. A mediados de la época Zhan guo, pese a que las relaciones económicas feudales se han desarrollado considerablemente y, al tiempo, el poder político ha pasado en muchos lugares a manos de la nueva clase en ascenso, los terratenientes, la resistencia, sin embargo, e intentos de restauración de la clase derribada, la nobleza esclavista, no ha cesado e incluso se agudiza en ocasiones. Como consecuencia de ello, en las diferentes escuelas intervienen escisiones y reagrupamientos. Un confuciano como Xun Kuang acabará defendiendo las tesis legistas. Mas es en el campo taoísta donde la ruptura entre tendencias es más acusada. Hasta entonces, el taoísmo habíase desarrollado principalmente en los Estados de Chu y Qi. La escisión en dos grandes tendencias se produce a mediados de la época Zhan guo. El punto clave de la divergencia radica en la diferente interpretación de la vacuidad (xu wu) del dao y, en definitiva, de la naturaleza misma del dao. En Chu predomina la interpretación idealista de Zhuang Zhou, quien ante las luchas sociales y políticas de su tiempo adopta una actitud evasiva. La otra tendencia interpreta el vacío del dao en el sentido del jing qi, es decir, dándole un contenido materialista. Es en Ji xia de Qi donde esta tendencia va a prosperar convirtiéndose en la escuela de Huang Lao y evolucionando hacia el legismo. Se difunde por los Estados de Han y Zhao, e incluso un representante de esta escuela, He Guan zi, aparece en el Estado de Chu. En el Estado de Qi su más sobresaliente figura es Shen Dao, con su obra, conservada en parte, el Shen zi; y también en el Estado de Qi se escriben varios libros del Guan zi de carácter legista, al lado de los libros taoístas atribuidos a Song Jian e Yin Wen. Todos ellos se incluyen dentro de la escuela de Huang Lao. L LAO ZI En el Estado de Han, son Shen Bu-hai y Han Fei los legistas que se inspiraban en las doctrinas de Huang di y Lao zi 23 . Especialmente Han Fei, discípulo de Xun Kuang –quien también sufrió cierta influencia de Huang Lao–, desarrolló en sentido materialista muchos puntos de la doctrina del dao, como se ve en el Jie Lao y el Yu Lao, los dos libros de su obra en que comenta el Lao zi. Finalmente, en el Estado de Zhao encontramos a He shang Zhang ren, citado por el Shi ji como comentarista del Lao zi a finales de Zhan guo, y al que Yang Kuan atribuye el Jing fa y el Shi da jing de Ma wang dui 24 . La razón de esta simbiosis entre el taoísmo y el legismo, o mejor planteado, el recurso a la terminología de Huang Lao por parte del pensamiento legista, reside en las necesidades tácticas de su lucha contra el confucianismo. Este último hacía remontar a los antiguos reyes Yao y Shun sus postulados acerca del gobierno por los ritos; con ello prestigiaban a su escuela, al hacerla directa heredera de los grandes monarcas que llevaron el mundo chino a la paz y la prosperidad. Los legistas de Huang Lao, por su parte, se reclaman auténticos sucesores y partidarios fieles de un sistema de gobierno, el gobierno por la ley, que practicó un emperador anterior a Yao y Shun, el emperador Amarillo. Una vez instaurada la dinastía Han del Oeste, el favor de los primeros emperadores recayó sobre la escuela de Huang Lao. En aquellos tiempos, la lucha entre confucianos y legistas va a revestir la forma de enfrentamiento entre confucianos y escuela de Huang Lao. Los confucianos se han recuperado lentamente del desastre que les reportaron sus actividades conspirativas durante el reinado de Qin shi huang 25 , pero están lejos todavía de la situación de privilegio que alcanzarán años después. Liu Bang, el primer emperador de la nueva dinastía, sigue la línea de los Qin en su desprecio hacia los ru jia. Aplicó la política preconizada PRÓLOGO LI por los legistas y fue un gran admirador de las doctrinas de Huang Lao. Pero cuando esta escuela llegó a la cumbre del favor imperial fue en tiempos de los emperadores Jing y Wu, en la segunda mitad del siglo II a.n.e. La emperatriz regente Dou, ferviente adepta de Huang Lao 26 , llegó incluso a ordenar la destitución y encarcelamiento de algunos altos funcionarios que apoyaban abiertamente el confucianismo. Del estudio de los textos de Ma wang dui se puede descubrir que entre las doctrinas de Huang di y las de Lao zi, pese a aparecer como íntimamente unidas en el seno de una misma escuela, existen innegables diferencias. Las palabras puestas en boca de Huang di parecen mucho más alejadas
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