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491Anomalías anatómicas CA P ÍTU LO 1 8 Se ha calculado que la incidencia de extrofi a vesical va de 1 caso en 10 000 a 1 caso en 50 000 (Lattimer, 1966; Rickham, 1960). La anomalía mencionada muestra predilección por varones y la proporción varones/mujeres es de casi 2:1. La extrofi a se caracteriza porque la vejiga está fuera del abdo- men y al descubierto. Los signos acompañantes suelen incluir geni- tales externos anormales y sínfi sis del pubis ensanchada, causada por la rotación de los iliacos hacia afuera. Stanton (1974) observó que 43% de 70 mujeres con extrofi a vesical también tenían anoma- lías del aparato reproductor. De modo típico, la uretra y la vagina son cortas y el orifi cio vaginal suele presentar estenosis y desplaza- miento hacia adelante. El clítoris está duplicado o es bífi do y los labios, el monte de Venus y el clítoris son divergentes. En forma típica, el útero, las trompas de Falopio y los ovarios son normales, excepto algunos defectos ocasionales de fusión de los conductos de Müller. La reconstrucción de los genitales femeninos no constituye un problema tan complejo como ocurriría con el varón. El cierre quirúrgico de la extrofi a suele realizarse en los primeros tres años de vida en la forma de técnicas quirúrgicas (sucesivas) (Damario, 1994; Dees, 1949). Puede ser necesaria la dilatación vaginal o la vaginoplastia para que en las mujeres maduras el coito sea satisfac- torio (Jones, 1973). A largo plazo, los defectos del suelo pélvico predisponen a veces a las mujeres a prolapso uterino (Gearhart, 1992). DEFECTOS DEL CLÍTORIS Las anomalías congénitas del clítoris son poco comunes pero inclu- yen duplicación de dicho órgano, uretra fálica femenina o clito- romegalia. La primera de ellas, la duplicación, conocida también como clítoris bífi do, suele surgir junto con la extrofi a vesical que se ha descrito o con epispadias. El trastorno es raro y su incidencia se acerca a un caso en 480 000 mujeres (Elder, 1992). En pacientes con epispadias pero sin extrofi a vesical, entre las anomalías manifi estas y visibles están la uretra ensanchada e hinchada; clítoris ausente o bífi do; pliegues labiales sin fusio- nar (mayores y menores) y aplanamiento del monte de Venus. También coexisten a menudo anormalidades de vértebras y diasta- sis de la sínfi sis del pubis. Otra anomalía clitorídea es la uretra fálica femenina que apa- rece junto con persistencia de la cloaca (Sotolongo, 1983). La ure- tra fálica desemboca en la punta del clítoris; tal anomalía afecta 4 a 8% de las niñas con cloaca persistente y también se la ha descrito en casos de exposición del embrión a la cocaína (Karlin, 1989). La clitoromegalia observada al nacer el producto sugiere expo- sición del feto femenino a andrógenos en exceso; la anomalía en cuestión se defi ne cuando el índice clitorídeo tiene más de 10 mm2; dicho índice se calcula al multiplicar la longitud del glande por su anchura. Aún más, la exposición temprana a andrógenos en muje- res puede originar fusión de los pliegues labioescrotales y presencia de un solo orifi cio perineal que es el seno urogenital. Los labios están arrugados y se asemejan al escroto. Sin embargo, la gónada identifi cada en la ingle o un labio mayor debe despertar la sospecha de que se trata de un seudohermafroditismo masculino. En recién nacidas prematuras con frecuencia el clítoris puede parecer de gran tamaño, pero su tamaño no cambia y al parecer muestra regresión conforme crece la niña. Otras causas de clitoro- megalia de la recién nacida incluyen la presentación de nalgas con El síndrome de Klinefelter (47,XXY) afecta a 1 de cada 500 neonatos vivos o 1 a 2% de todos los varones. Las personas con este trastorno tienden a ser de talla corta, varones subvirilizados con ginecomastia y con testículos fi rmes y pequeños. Su fecundidad disminuye enormemente por el hipogonadismo y están expuestos a un mayor riesgo de tumores de células germinativas, osteoporosis y cáncer de mama. ■ Asignación de género En el nacimiento, la asignación de género al recién nacido nor- mal por lo común comprende la simple valoración de los genitales externos y una declaración abiertamente amable por parte del obs- tetra de que se trata de un varón o de una mujer. El nacimiento de un pequeño con un trastorno del desarrollo sexual constituye una posible urgencia médica y es un problema grave de tipo psicosocial, diagnóstico, médico y tal vez quirúrgico, para un grupo de espe- cialistas de diversas ramas de tipo médico. Los genitales externos ambiguos en un recién nacido pueden generar la posibilidad de repercusiones permanentes y ramifi caciones sociales para el indivi- duo y su familia. En circunstancias óptimas, en la medida en que el recién nacido con genitales ambiguos se encuentre estable, se per- mitirá a sus progenitores tenerlo en brazos, si es posible. Hay que llamar al niño como “su bebé”. El obstetra debe explicar que los genitales están formados de manera incompleta y destacar la serie- dad de la situación y la necesidad de una consulta rápida y de estu- dios de laboratorio (fig. 18-9). Otros términos sugeridos para usar cuando se comenta el desarrollo ambiguo de los genitales incluyen “falo”, “gónadas”, “pliegues” para hacer referencia a los labios o al escroto con falta de desarrollo y al “seno urogenital” para describir la vagina o la uretra. En la exploración física del recién nacido es importante que se incluya: 1) la posibilidad de palpar gónadas en la región labioescrotal o en la inguinal; 2) la posibilidad de palpar el útero durante el tacto rectal; 3) tamaño del falo; 4) pigmenta- ción de genitales, y 5) presencia de los demás componentes del síndrome. También hay que valorar el estado metabólico del recién nacido, porque la presencia de hiperpotasemia, hipernatremia o hipoglucemia pueden denotar que existe hiperplasia suprarrenal congénita. Es necesario explorar a la madre en busca de signos de hiperandrogenismo (Th yen, 2006). Además, con la mayor pron- titud posible, se solicita la valoración de endocrinólogos pediatras y endocrinólogos expertos en la función reproductiva. Durante la orientación de la familia hay que destacar la necesidad de la asigna- ción precisa del género y el sexo de crianza. Los comentarios deben comprender la necesidad de estimulación hormonal en la pubertad y la posibilidad o reconstrucción quirúrgica ulterior. DEFECTOS DE LA VEJIGA Y EL PERINEO La extrofi a vesical es consecuencia de que la membrana cloacal no fue “reforzada” por la invaginación del mesodermo. La membrana cloacal bilaminar está en el extremo caudal del disco germinativo y forma la pared abdominal infraumbilical. En circunstancias nor- males, la invaginación del mesodermo entre las capas ectodérmica y endodérmica de la membrana cloacal permite la formación de los músculos de la mitad inferior del vientre y los huesos pélvicos. Si no hay reforzamiento, la membrana comentada se puede romper prematuramente. Con arreglo a la magnitud del defecto intraum- bilical y la fase del desarrollo en el cual se rompa, surgirán extrofi a vesical, extrofi a cloacal o epispadias (Gearhart, 1992). 18_Chapter_18_Hoffman_4R.indd 49118_Chapter_18_Hoffman_4R.indd 491 06/09/13 21:1306/09/13 21:13 GINECOLOGÍA������������������������������������������������� SECCIÓN 2 ENDOCRINOLOGÍA DE LA REPRODUCCIÓN (...)������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������� 18. ANOMALÍAS ANATÓMICAS���������������������������������������������������������������������������������������� DEFECTOS DE LA VEJIGA Y EL PERINEO���������������������������������������������������������������������������������������������������������������������� DEFECTOS DEL CLÍTORIS�������������������������������������������������������������������������������
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