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Trastornos mentales y rendimiento académico en estudiantes universitarios1 
Alejandra Londoño Martínez2 
Martha Juliana Villegas3 
Resumen 
La educación superior es fundamental para el desarrollo de las sociedades, ya que genera 
sujetos proactivos, a la par con el avance del conocimiento que permite el abordaje de 
problemáticas de manera académica y con mayor probabilidad de éxito a la hora de intervenirlas. 
Por tanto, es muy importante que la educación superior sea de calidad y una manera de medirla 
es a través del rendimiento académico, el cual se muestra principalmente con las notas que 
adquieren los estudiantes durante su proceso de aprendizaje. 
El rendimiento académico se ve afectado por múltiples factores, entre los que se 
encuentran los trastornos mentales, en especial porque muchos de ellos aparecen durante la 
adolescencia. Por tanto, se evidencia que los trastornos mentales son eventos que deben ser 
estudiados y puestos en escena, para definir las intervenciones que ameritan, en orden de conocer 
de manera confiable lo más posible al respecto y mejorar la situación de quienes los padecen. 
Por lo anterior, se decidió realizar una revisión de la literatura, con el fin de identificar la 
manera como los trastornos mentales afectan el rendimiento académico de los estudiantes 
universitarios. 
 
1 El presente artículo está basado en las relaciones que existen entre el rendimiento académico y los trastornos 
mentales, en estudiantes universitarios. 
2 Estudiante de Psicología, de la Universidad Católica de Pereira. indualeja@hotmail.com 
3 Psicóloga. Magister en Intervención en Psicología Clínica y de la Salud. Especialista en Bioética. Docente de planta 
de la Universidad Católica de Pereira, programa de Psicología. martha.villegas@ucp.edu.co 
mailto:indualeja@hotmail.com
mailto:martha.villegas@ucp.edu.co
Palabras clave: Trastornos mentales, estudiantes universitarios, pregrado, rendimiento 
académico, falla académica. 
Abstract 
Higher education is fundamental for the development of societies, since it generates 
proactive subjects, along with the advance of the knowledge that allows the approach of 
problems in an academic way and with greater probability of success in the intervention. 
Therefore, it is very important that higher education is of quality and a way to measure it is 
through academic performance, which is shown mainly with the notes that students acquire 
during their learning process. 
Academic performance is affected by multiple factors, including mental disorders, 
especially since many of them appear during adolescence. Therefore, it is evident that mental 
disorders are events that must be studied and staged, to define the interventions that merit, in 
order to know as reliable as possible about it and improve the situation of those who suffer. 
Therefore, it was decided to carry out a review of the literature, in order to identify the 
way in which mental disorders affect the academic performance of university students. 
 
Keywords: Mental disorders, university students, undergraduate, academic performance, 
academic failure. 
 
El estudio de la calidad de la educación superior incluye varias miradas, entre las que se 
circunscribe, como un factor predominante, el rendimiento académico, ya que brinda una 
perspectiva medible y que permite un análisis profundo (Garbanzo Vargas, 2007). 
El rendimiento académico, se define como “un valor atribuido al logro del estudiante en 
las tareas académicas” y la manera de verificarse dicho logro, es con las calificaciones o notas, 
que permiten la medición y clasificación de los estudiantes. Es importante resaltar que los logros 
de los estudiantes en el aprovechamiento de las actividades académicas, dependen de diferentes 
factores internos y externos (Garbanzo Vargas, 2007). Entre los factores internos relacionados 
con el rendimiento académico, se incluyen los trastornos mentales, ya que son enfermedades 
caracterizadas por la disfunción que causan, como se evidencia en la definición anotada en el 
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta versión (DSM-5, del 
inglés) (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014): 
“Un trastorno mental es un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente 
significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento de un 
individuo, que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, biológicos o del 
desarrollo que subyacen en su función mental. Habitualmente los trastornos mentales van 
asociados a un estrés significativo o una discapacidad, ya sea social, laboral o de otras 
actividades importantes” (p. 5). 
Los trastornos mentales muchas veces aparecen durante la vida universitaria, en relación 
con el estrés y factores propios del proceso biológico de la adolescencia y adultez temprana, por 
lo que causan alteraciones en el funcionamiento académico, entre otras dificultades. Dado que 
los trastornos mentales podrían generar situaciones negativas como abandono de la universidad, 
pérdida de materias, cancelaciones de semestre, entre otras, relacionadas la mayoría con el 
rendimiento académico, es fundamental que tener claridad sobre la manera como dichos 
trastornos afectan el desempeño académico, con el fin de poder intervenir a tiempo y de manera 
efectiva, logrando menguar los efectos deletéreos propios de la enfermedad mental. 
En consecuencia con lo anterior, se insiste en que la población universitaria reviste 
especial importancia, en cuanto a la necesidad de estudiarse, por las consecuencias sociales y 
económicas que traen los trastornos mentales en ella, ya que, habiendo un bajo rendimiento 
académico, se limita el desarrollo del potencial de los estudiantes. Es decir, que la aparición de 
trastornos mentales en estudiantes universitarios tiene consecuencias a largo plazo, no sólo en lo 
concerniente a la vida social, sino laboral, puesto que, al haber un bajo rendimiento académico, 
el aprovechamiento de los conocimientos será pobre (Águila, Castillo, de la Guardia, & Achon, 
2015), tanto para las materias asociadas a aquellos cursos que la persona realizaba durante la 
aparición del trastorno, como para la aplicación de los conocimientos después de graduarse. 
Es fundamental lograr intervenciones que disminuyan las consecuencias de los trastornos 
mentales en estudiantes universitarios y, para ello, debe entenderse la relación que hay entre los 
mismos y el rendimiento académico. Teniendo en cuenta lo anterior, se resalta la importancia de 
tener claridad sobre el efecto de los trastornos mentales en el rendimiento académico. Es decir, 
es conocido que influyen, pero no está definido en qué medida, ni por qué mecanismos. Por 
tanto, surge la pregunta: ¿Cuál es la relación entre trastornos mentales y rendimiento académico 
en estudiantes universitarios? 
 
 
Método 
Se realizó una revisión de la literatura, en busca de resolver la pregunta planteada, con el 
objetivo de identificar los hallazgos científicos al respecto de la relación entre los trastornos 
mentales y el rendimiento académico, teniendo como base que no se pretende definir si hay 
relación o no, puesto que ello ya ha sido dilucidado. 
 Teniendo en cuenta que la mejor herramienta de búsqueda es PubMed, en relación con la 
confiabilidad de los resultados y el acceso a los artículos en revistas serias (Franco, 2014). 
Adicionalmente, se realizó búsqueda de artículos en Google académico y BioMed Central 
(BMC), con el fin de complementar la información y revisar pertinentemente el tema propuesto. 
En la búsqueda, se incluyeron los términos: "academic achievement", "academic status", 
"academic performance", "academic failure", "mental disorder", "mental illness", "college", 
"undergraduate", "student", “trastornos mentales”, “estudiantes universitarios”, “rendimiento 
académico”, “falla académica”y se tomaron los resultados de los últimos 5 años. 
 La búsqueda arrojó pocos resultados que se relacionaran directamente con la pregunta 
problema y, los artículos que trataron el tema de manera particular, fueron en español y 
encontrados en Google Académico. 
Trastornos mentales 
Los trastornos mentales son un problema de salud pública en todo el mundo, ya que, según 
estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), analizados en su consejo ejecutivo en el 
año 2012, ya en 2004 equivalían al 13% de la carga de morbilidad mundial. Además, en el 
mismo análisis se encontró que los trastornos mentales representaban el 25,3% de los años 
perdidos por discapacidad en los países de ingresos bajos y el 33,5% en los de ingresos medios. 
Así mismo, se encontró que hay grandes deficiencias en el tratamiento de los trastornos mentales 
(Consejo Ejecutivo, OMS, 2012). 
 A nivel continental, la Organización Panamericana de la Salud – OPS, en conjunto con la 
organización Mundial de Salud - OMS, analizaron diversos estudios epidemiológicos, 
encontrando que, en 2002, los trastornos mentales y neurológicos representaban el 22,2% de la 
carga global de enfermedad en América Latina y el Caribe, expresada en años de vida ajustados 
en función de la discapacidad (AVAD), es decir, “los años que se esperaba vivir en plena salud 
pero que se perdieron como resultado de la incidencia de enfermedades específicas”. En el 
mismo estudio, reportan que la discapacidad por enfermedades neurológicas y mentales (AVPD, 
Años de Vida Perdidos por Discapacidad), es de 21.361.776 (Organización Panamericana de la 
Salud, OPS, 2009). 
 En Colombia, según el Estudio Nacional de Salud Mental (ENSM) del año 2003, 
basándose en los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su 
cuarta versión (DSM-IV), el 40,1% de la población entre los 18 y 65 años de edad, ha tenido o 
tendrá un trastorno psiquiátrico alguna vez en la vida. Además, se encontró una prevalencia del 
7,4% de trastornos mentales en los últimos 30 días y describieron que dichos trastornos suelen 
comenzar entre los 9 y los 23 años de edad. En el estudio mencionado, la ansiedad constituyó el 
grupo de trastornos más frecuente (19,3%), seguido por los trastornos del estado de ánimo (15%) 
y los de uso de sustancias psicoactivas (10,6%). Además, se encontró que el 4,9% de la 
población estudiada, había intentado suicidarse alguna vez en la vida (Ministerio de la Protección 
Social y Fundación FES Social, 2003). Sin embargo, aunque este informe arroja datos 
importantes con respecto a la prevalencia de trastornos mentales en adultos, el rango de edad 
tomado en este estudio no permite la identificación de dichos trastornos, discriminados por 
grupos etarios. 
 Al respecto de los hallazgos mencionados en el ENSM, 2003, Posada explica la 
importancia de dar más atención desde el ámbito de la salud pública, a los trastornos mentales y 
enfatiza en el avance que procuran los estudios integradores, para la atención de la población, así 
como para reforzar la promoción de la salud mental (Posada, 2013). 
 En consonancia con lo anterior, se han realizado diferentes investigaciones con el fin de 
determinar la prevalencia de trastornos mentales en diversas poblaciones colombianas y los 
factores de riesgo asociados. Entre las investigaciones más actuales, está la Encuesta Nacional de 
Salud Mental, realizada en el año 2015, la cual discriminó los problemas de salud mental de 
niños, adolescentes y adultos, entre otros hallazgos (Ministerio de Salud y Protección Social y 
Colciencias, 2015). 
 A partir de la Encuesta Nacional de Salud Mental (ENSM), realizada en el año 2015, se 
encontró que la población entre 12 y 17 años, consideró su salud mental entre buena y excelente, 
en un 96,2%, y, regular en un 3,5%, mientras que los resultados de las personas que consideraron 
su salud mental como pobre, no fueron de validez inferencial, por lo que no fueron reportados. 
Por otro lado, entre los sujetos encuestados, entre los 18 y los 44 años de edad, se encontró que el 
96,5% reportó una percepción entre buena y excelente de su salud mental, mientras que el 3,3% 
reportó un estado de salud mental regular. Nuevamente, los resultados de las personas que 
consideraron su salud mental como pobre, no fueron de validez inferencial, por lo que no fueron 
reportados (Ministerio de Salud y Protección Social y Colciencias, 2015). Lo anterior muestra 
que, si bien, la ENSM, 2015 no precisa los trastornos mentales en universitarios, se puede 
considerar que la prevalencia de psicopatología en dicha población posiblemente es baja, en la 
población colombiana. 
 Ahora bien, en Risaralda, la Secretaría de Salud Departamental, elaboró un informe del 
Diagnóstico Situacional y Plan Territorial de Salud Mental del Departamento entre 2004 y 2007, 
a partir del cual se trataron de promover e implementar estrategias para disminuir el impacto de 
las patologías mentales en los risaraldenses. Los resultados encontrados en ese momento, 
indicaron que los trastornos mentales en el año 2003 ocupaban el sexto lugar dentro de la 
morbilidad hospitalaria (41.290 casos) y el quinto lugar en la morbilidad por consulta externa 
(2.304 casos) y eran la quinta causa de mortalidad. En el período 2002-2004, los trastornos 
emocionales y del comportamiento, que, según los autores, aparecen habitualmente en la niñez y 
en la adolescencia, fueron la primera causa de morbilidad en salud mental (13.343 casos –28.7%) 
(Escobar Barrios & Alarcón Velandia, 2006). El informe anterior, muestra el alarmante número 
de casos de trastornos emocionales y del comportamiento, que lo hacen ocupar el primer lugar 
dentro de la morbilidad de trastornos mentales en niños y adolescentes del departamento en el 
período estudiado, lo que hace pensar que es posible que un porcentaje considerable de 
estudiantes universitarios podrían presentar trastornos mentales, sin embargo, no es posible 
corroborar dicha suposición con la información obtenida. 
 En un estudio más actualizado, realizado por Díaz, en 2014, se encontró que Risaralda 
fue el departamento con mayor prevalencia de diagnósticos psiquiátricos en el año 2014 (Díaz 
Sotelo, 2014). Adicionalmente, Pérez y Pérez, en 2015, realizaron un estudio, también con datos 
del año 2014, que incluyó la demanda de los servicios de psiquiatría en el departamento de 
Risaralda, según datos obtenidos del Sistema Integral de Información para la Protección Social 
(SISPRO), y se encontró que 2997 personas, entre 12 y 17 años de edad, equivalentes al 0,3% de 
la población total del departamento, tuvieron al menos un diagnóstico psiquiátrico en el año 
2014. Entre dichos diagnósticos, los más frecuentes fueron los trastornos de ansiedad (17,5%), 
trastornos de conducta (12,9%), trastornos depresivos (12,2%) y trastorno hipercinético (8,9%) 
(Pérez Bustamante & Pérez Estrada, 2015). 
 Ya a nivel local, se encontró que el 6,98% de las personas menores de 19 años sufren 
depresión, según el inventario de Beck y reportaron síntomas que incluían pérdida de la energía, 
lentitud, ideas de inutilidad, disminución de la concentración, entre otros. El 22,16% del total de 
la población pereirana entrevistada, sufría síntomas ansiosos leves, mientras que el 3,24% eran 
moderados y el 2,61% cursaba con síntomas severos; además, el 12,5% tenía síntomas de 
trastorno de estrés postraumático (Alcaldía de Pereira - Centro de Especialistas de Risaralda, 
2015). 
 
Rendimiento académico 
 El rendimiento académico es un concepto de difícil definición, que debe entenderse desde 
los procesos de evaluación, por lo que la forma más frecuente de medirlo son las calificaciones. 
Sin embargo, es importante aclarar que la perspectiva evaluativa no necesariamente implica que 
los resultados del rendimiento académico sirvan para mejorar la calidad de la educación; es más, 
el rendimiento académicodepende de factores tan difíciles de evaluar, como el nivel de 
inteligencia del estudiante, el nivel socioeconómico (contexto), etc. (Edel Navarro, 2003). 
 Algunas investigaciones, realizadas con el objetivo de encontrar factores relacionados 
con el rendimiento académico señalan que el sexo, el rendimiento escolar previo a la universidad 
y el factor económico son variables que favorecen un adecuado desempeño académico, así 
mismo, muestran que los hábitos de estudio y la integración social, influyen de manera 
importante (Delia, y otros, 2008). 
 En un estudio realizado en Medellín, con 24 estudiantes que cumplían los criterios de 
bajo rendimiento académico, según la Universidad San Buenaventura, se encontró que, de los 
sujetos estudiados, el 61,5% no presentaban ningún trastorno mental. Por otro lado, el 10,3%, 4 
personas, cumplía criterios de depresión mayor; mientras que había 7 sujetos que cada uno 
cumplía criterios para un trastorno diferente, a nombrar: distimia, trastorno bipolar, trastorno 
obsesivo-compulsivo, trastorno de ansiedad generalizada, dependencia de alcohol, trastorno 
deficitario de la atención con hiperactividad y trastorno de estrés postraumático asociado a 
consumo de sustancias psicoactivas. Lo anterior, corresponde al 2,6% para cada uno de los 
trastornos mencionados (Molina, Galvis, & Arenas, 2014). Por otro lado, en un estudio realizado 
en estudiantes universitarios, por la Universidad de Concepción, en Chile, se encontró que 23,4% 
sufrían un síndrome ansioso, mientras que el 16,4% sufrían un síndrome depresivo, lo que 
adjudicaron al estrés académico, a manera de posibilidad, pues no realizaron análisis adicionales 
para verificarlo (Solar, y otros, 2007) 
 Considerando que entre la diferentes variables que son determinantes en el desempeño 
académico de los estudiantes, se incluyen la motivación, el autocontrol y las habilidades sociales 
(Edel Navarro, 2003), es lógico pensar que los trastornos psiquiátricos tendrían efectos negativos 
en el rendimiento académico, puesto que son esas las variables que más suelen afectarse en 
momentos de crisis de enfermedad mental (Ministerio de Salud y Protección Social, 2015). Es 
relevante aclarar, en cuanto al desempeño académico, que hay otras variables relacionadas, 
incluso insospechadas, como es el hecho que el interés de los estudiantes en determinado curso 
depende de factores tan aparentemente nimios, como el nombre del mismo (Spoor & Lehmiller, 
2014). 
 Además de verse afectado el rendimiento académico por los factores mencionados, es 
importante resaltar que el proceso es bidireccional, en su relación con la psicopatología; es decir, 
que el rendimiento académico se ve afectado por la aparición de trastornos mentales, pero la 
aparición de trastornos mentales puede desencadenarse por el estrés académico (Águila, Castillo, 
de la Guardia, & Achon, 2015). Por ejemplo, en un estudio realizado en Medellín, en el año 
2010, se encontró asociación entre el estrés académico y la presencia de depresión, en 
estudiantes universitarios (Gutiérrez Rodas, y otros, 2010). Sin embargo, es especialmente 
importante tener en cuenta los factores de riesgo psicosociales (no académicos) para sufrir 
psicopatología, ya que su identificación y análisis permite la recolección de conocimiento, con 
miras a lograr la disminución de la prevalencia de trastornos mentales y sus consecuencias 
sociales, familiares y académicas (Castro, Campero, & Hernández, 1997). 
 Adicionalmente, en un estudio realizado en una universidad iraní, sobre el punto de vista 
de los estudiantes, al respecto del fallo académico y/o la deserción, se encontró que el 
currículum, factores relacionados con el educador, el ambiente de aprendizaje, factores 
familiares y socioeconómicos, eran los más relacionados. En el mismo artículo, explican la 
importancia social de la falla académica y la deserción, ya que ello implica altos costos tanto 
para el sistema educativo, como para la familia del estudiante; además, produce estrés 
psicológico que puede desencadenar en enfermedad mental (Najimi, Sharifirad, Mohammad 
Amini, & Davood Meftagh, 2013). Así mismo, Wilkinson et al, encontraron que el desempeño 
académico se relacionaba con el hecho de tener una base física y emocional segura, siendo los 
estudiantes con pobres redes sociales y los inmigrantes, los más vulnerables (Wilkinson, y otros, 
2016) 
 En el mismo sentido de indagar las razones para un pobre desempeño académico, Kornell 
y Hausman, en una revisión de la literatura, encontraron que los profesores mejor evaluados por 
los estudiantes, tenían estudiantes con mejores resultados en los exámenes de final de curso, 
mientras que los docentes con bajas calificaciones, tenían mejor efectividad a largo, plazo, lo 
cual medían con el rendimiento en los curso subsecuentes relacionados con la materia que 
dictaban los profesores mal calificados (Kornell & Hausman, 2016). 
Rendimiento académico y trastornos mentales 
 La relación entre rendimiento académico y psicopatología es clara, según lo descrito 
anteriormente, en especial para estudiantes universitarios, ya que la adolescencia es la edad en 
que más se presentan trastornos psiquiátricos y coincide con la edad de inicio de la vida 
universitaria (Benjet, y otros, 2009). Sin embargo, es importante corroborar la evidencia 
científica al respecto, ya que, de la precisión de los datos, se desprenderán intervenciones mucho 
más efectivas y eficientes, con el fin de controlar, o, al menos mitigar la situación, sin desangrar 
económicamente las universidades, que son las que finalmente suelen responder ante los 
problemas desencadenados por los trastornos mentales en el ámbito académico universitario. 
 Infortunadamente, la ENSM, 2015, no permite barruntar nada sobre la presencia de 
trastornos mentales en estudiantes universitarios, puesto que, aunque reporta que el 85,7% de los 
adolescentes están escolarizados, así como el 14,1% de los adultos entre los 18 y 44 años, no 
brinda información sobre el tipo de escolaridad ni la relación entre escolaridad y trastornos 
mentales (Ministerio de Salud y Protección Social y Colciencias, 2015). Sin embargo, como se 
indicó anteriormente, el 96,5% de los encuestados reportó buena, muy buena o excelente salud 
mental, lo que indica que solamente el 3,5% de la muestra tenía un posible trastorno mental 
(Ministerio de Salud y Protección Social y Colciencias, 2015). 
 En una investigación realizada por Bienestar Universitario en una institución de 
educación superior de la Costa Atlántica, en 2002, encontraron que el 83% de los estudiantes 
universitarios reportan como motivo de consulta problemas académicos y el 67% problemas de 
ansiedad. Por esta razón, la investigadora encuentra que la relación entre el rendimiento 
académico y la ansiedad, “podría darse de manera indirecta a través de la autoeficacia, en una 
relación compleja”, es decir, que es difícil definir cuál causa a cuál, aunque es claro que están 
presentes, en conjunto, la mayoría de las veces (Contreras, Caballero, Palacio, & Pérez, 2008). 
 En relación con la deserción académica, Yates (2012), realizó un estudio que brinda gran 
ayuda al momento de comprender el fenómeno. Incluyó una cohorte de estudiantes de medicina, 
que debían graduarse en determinado momento, si tuvieran éxito académico y, del 6% que no 
lograron graduarse, analizó qué sucedió cada uno de los 5 años de la carrera, en relación con las 
razones para desertar del programa universitario. Encontró que la mayoría de retiros sucedió 
durante los primeros 2 años, durante los cuales 11 se retiraron voluntariamente y 12 fueron 
suspendidos por falla académica. El estudio también reporta también que los retiros al final de la 
carrera estuvieron estrechamente relacionados con problemas de salud mental, que consistieron 
tanto en patologías crónicas, las cuales afectaron el rendimiento a lo largo detodo el curso de la 
carrera; como en situaciones agudas, que afectaron estudiantes que, en general, tenían buen 
rendimiento académico previo al inicio de la psicopatología. Por último, la autora propone 
estandarizar una entrevista estructurada para los estudiantes que se retiran, trasladan o son 
suspendidos por razones académicas (Yates, 2012). 
Trastornos mentales en estudiantes universitarios 
En cuanto a la prevalencia de trastornos mentales en estudiantes universitarios de áreas de la 
salud, se ha encontrado que la prevalencia es alta. Por ejemplo, en cuanto a los estudiantes de 
psicología, en un estudio realizado en Perú, sobre la prevalencia de trastornos mentales, se 
encontró en una muestra de 71 sujetos, que el 40% presentaron algún tipo de trastorno mental, 
según la escala M.I.N.I. (Mini Entrevista Neuropsiquiátrica Internacional, versión CIE-10) (Galli 
Cambiaso, 2005). 
 En un estudio realizado en estudiantes universitarios de Chile, analizando una base de 
datos recogidos entre enero de 2006 a julio de 2008, en un servicio de consulta a estudiantes, se 
encontró que el 92% de los diagnósticos se concentraban entre los trastornos adaptativos 
(48,3%), los trastornos del estado del ánimo (22,8%) y trastornos de ansiedad (20,9%). Además, 
se encontró que el 21,5% de los estudiantes sufría un trastorno de personalidad, siendo los más 
frecuentes el histriónico, con el 7% y el límite, con el 4,8%. Adicionalmente, encontraron que el 
90,9% de las personas con un trastorno de personalidad, tenían también un diagnóstico del Eje I 
(Micin & Bagladi, 2011). Concluyen las autoras que la universidad puede generar salud o 
enfermedad y sería esperable que se presentaran más trastornos mentales en estudiantes 
universitarios. 
 Por otro lado, se encontró que una mejor calidad del sueño se relaciona con un mejor 
rendimiento académico, mientras que no se encontró relación entre la duración del sueño y el 
mismo desenlace. Propusieron la realización de intervenciones para mejorar la calidad del sueño, 
con el fin de facilitar el éxito académico (Lemma, Berhane, Worku, Gelaye, & Williams, 2014). 
 En una investigación publicada en 2015, se encontró que el inicio de la vida universitaria 
es un proceso estresante, que frecuentemente conlleva síntomas depresivos, lo que genera 
alteraciones del desempeño académico y de la calidad de vida. Se encontró, entre otros 
hallazgos, que el 45% de los estudiantes sufría niveles altos de estrés, mientras el 48% 
presentaba síntomas depresivos clínicamente significativos; además, se encontró asociación 
estadísticamente significativa de correlación entre el estrés y los síntomas depresivos, además, se 
verificó que tener menos apoyo social, generaba más estrés (Brandy, Penckofer, Solari-Twadell, 
& Velsor-Friedrich, 2015). 
 Estadísticamente, se ha encontrado que sufrir depresión, según el test de personalidad de 
Minnesota (MMPI), disminuye el desempeño académico en estudiantes de medicina, lo cual 
explican Samouei et al, a partir de las dificultades que produce dicho trastorno afectivo, en áreas 
como la concentración, la planeación, la perseverancia, entre otros. Agregan que, aunque los 
estudiantes deprimidos entienden la importancia del éxito académico, no logran recuperarse. 
Además, los investigadores encontraron que tener rasgos hipocondriacos en el MMPI, también se 
correlacionaba con dificultades en el desempeño académico, lo que adjudicaron al hecho de 
disminuir la concentración y la obtención del logro (Samouei, Fooladvand, Janghorban, & 
Khorvash, 2015). En una investigación que buscaba aclarar si había factores de confusión en la 
relación entre depresión y rendimiento académico, se encontró que, ajustando por edad, sexo, 
año de estudio, etnia, uso de sustancias psicoactivas y endeudamiento, seguía habiendo un riesgo 
aumentado de problemas académicos en los sujetos que reportaron, incluso pocos síntomas 
depresivos (Turner, Thompson, Huber, & Arif, 2012). 
Ya a nivel nacional, en un estudio realizado en la Pontificia Universidad Javeriana de 
Bogotá en estudiantes de medicina, reportaron una prevalencia de trastornos depresivos y de 
ansiedad del 45.96%. (Peñaranda, 2007). A nivel local, en la Universidad Libre de Pereira, se 
realizó un estudio de prevalencia de trastornos depresivos en 135 estudiantes de enfermería, 
aplicando el test de Zung y se evidenció que el 83.6% presentó algún grado de depresión 
(Valencia M., 2010).Por otro lado, en Medellín, se realizó un estudio sobre la prevalencia de 
trastornos mentales con 61 estudiantes que consultaron en el servicio de psicología de Bienestar 
Universitario de la Universidad de San Buenaventura y se encontró que la facultad de psicología 
aportaba el 7,5% de los trastornos mentales encontrados (Vargas Ramos, Lemos Hoyos, Toro, & 
Londoño Arredondo, 2008). 
En una investigación realizada por González, Gaspar, Luengo y Amigo, en 2014, en un 
Centro de Atención Psicológica, CAPSI, se encontró que entre 2011 y 2013 atendieron 222 
estudiantes, de los cuales 123 eran del programa de psicología, siendo el 38% por trastornos de 
ansiedad, el 14% por trastornos del ánimo y un porcentaje bajo correspondía a trastornos por uso 
de alcohol y trastornos de personalidad. (González Trujillo, González Candia, Luengo López, & 
Amigo Vásquez, 2014) 
A su vez, en una universidad privada de Cali (Colombia), se encontró que la ansiedad, la 
depresión y el estrés, se relacionaba con el consumo de alcohol, en jóvenes universitarios; lo que 
explicaron como una manera de obtener placer y facilitar la expresión emocional, así como 
mejorar las relaciones sociales. Reportaron que el alcohol era la sustancia más consumida en la 
población estudiada, ya que el 97,4% lo había ingerido al menos una vez en su vida, y de ellos, el 
74,5% mantenía el consumo (Cáceres, Salazar, Varela, & Tovar, 2006). 
 
 
Discusión 
El objetivo de la presente revisión es identificar la relación que hay entre el rendimiento 
académico y los trastornos mentales, para lo cual se identificaron múltiples publicaciones, entre 
las que no hubo investigaciones que trataran de manera precisa el tema. La mayoría fueron 
investigaciones de tipo descriptivo, por lo que no se pudo encontrar datos de tipo Odds Ratio 
(OR) o Riesgo Relativo (RR). 
Lo anterior, se constituye en una limitación, pues, aunque es evidente que hay relación 
entre los trastornos mentales y el rendimiento académico, no se puede identificar de manera 
precisa el tipo de asociación. Además, solamente un artículo integró los resultados académicos 
según el año de estudio, lo cual permitió evidenciar que los retiros o deserciones más tardíos de 
la universidad, se deben en su mayoría a trastornos mentales. 
Por otro lado, no se dio una diferenciación entre programas, aunque es claro que el nivel 
de estrés y los factores asociados con cada carrera son diferentes, en cuanto a la manera como 
son dictadas y la necesidad de traslados, inversiones mayores en materiales, trasnochos, etc. 
No se reportaron carreras más estresantes, puesto que no era el objetivo de la presente 
revisión, sin embargo, surge el cuestionamiento de si la carrera de psicología es una causa mayor 
de trastornos mentales en universitarios, dado que los porcentajes encontrados mostraron que los 
estudiantes de psicología asistían con mayor frecuencia a los servicios psicológicos 
universitarios. Sin embargo, podría pensarse que en la carrera de psicología hay mayor 
sensibilidad ante las problemáticas mentales, por lo que se generan mayores consultas. 
Sería pertinente investigar si hay diferencias en el nivel de estrés de los estudiantes 
universitarios, según la carrera y el año, pues ello brindaría elementos importantísimos de 
prevención, para aplicarse por parte de las universidades. 
Conclusiones 
El rendimiento académico es medido predominantemente con las notas, aunque su 
concepto es mucho máscomplejo y profundo. Por otro lado, es clara la influencia negativa de los 
trastornos mentales en el rendimiento académico, en especial los síntomas depresivos y ansiosos, 
lo cual se ha explicado por las implicaciones cognitivas y motivacionales que acompañan dichos 
síntomas. 
Es fundamental realizar intervenciones que mitiguen el efecto deletéreo de los trastornos 
mentales en el rendimiento académico, pues ello tiene consecuencias a corto, mediano y largo 
plazo, no solamente para el estudiante, sino para toda la comunidad. 
Entre las intervenciones posibles, está la activación de redes de apoyo (Gutiérrez Rodas, y otros, 
2010), el acompañamiento universitario (Najimi, Sharifirad, Mohammad Amini, & Davood 
Meftagh, 2013), el estímulo de la buena higiene del sueño (Lemma, Berhane, Worku, Gelaye, & 
Williams, 2014) y la aplicación de técnicas como el mindfulness (de Vibe, y otros, 2013). 
Además, es importante que quienes sufren trastornos mentales, tengan un tratamiento 
pertinente, pues de no realizarse un manejo adecuado de la situación, podría conllevar incluso a 
la deserción académica (Yates, 2012). 
Los trastornos mentales afectan de manera grave el desempeño académico, por lo que 
deben ser prevenidos y, cuando ya estén presentes, sería de gran impacto que se tuvieran 
definidas las medidas de contención para evitar las consecuencias negativas para los estudiantes 
que, desde el punto de vista académico, es la muerte académica, tanto por retiro voluntario como 
involuntario por parte del estudiante. 
Finalmente, no se encontraron estudios específicos que determinaran estadísticamente la 
relación entre los trastornos mentales y el rendimiento académico, pero queda claro que sí hay 
asociación. Se deben realizar más estudios, para identificar el grado de correlación y así tener un 
panorama claro al respecto de la situación, ya que, si bien los trastornos mentales deterioran el 
rendimiento académico, hay múltiples factores adicionales relacionados con el mismo desenlace, 
que deben incluirse en la ecuación de la intervención a realizarse, para poder impulsar los 
estudiantes hacia el éxito académico. 
 
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