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Quemados Valoración y criterios de actuación Quemados Valoración y criterios de actuación Coordinador Dr. Ricardo Palao Doménech QUEMADOS. VALORACIÓN Y CRITERIOS DE ACTUACIÓN Coordinador: Dr. Ricardo Palao Doménech 1.ª edición 2009 © de esta edición: ICG Marge, SL Edita: Marge Medica Books - València, 558, ático 2.ª - 08026 Barcelona (España) www.marge.es - Tel. +34-932 449 130 - Fax +34-932 310 865 Director editorial: Héctor Soler Gestión editorial: Ana Soto, Laura Matos, Anna Palacios Producción editorial: Estela Serrano, Miguel Ángel Roig Colaboración técnica: Esther Solsona, Albert Roura Compaginación: Mercedes Lara Impresión: Novoprint (Sant Andreu de la Barca, Barcelona) ISBN: 978-84-92442-46-1 Depósito Legal: B- Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta edición, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproduci- da, almacenada, transmitida, distribuida, utilizada, comunicada públicamente o transformada mediante ningún medio o sistema, bien sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin la previa autorización escrita del editor, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Índice Autores 7 Introducción 9 Capítulo 1. Fisiopatología local y sistémica. Diagnóstico y clínica. Mecanismo y epidemiología de las quemaduras 13 Capítulo 2. Atención inicial prehospitalaria, criterios de derivación y condiciones de traslado del paciente quemado 24 Capítulo 3. Cuidados locales de las quemaduras: uso de cremas y apósitos 29 Capítulo 4. Cuidados posquemadura: presoterapia, siliconas y otras medidas de apoyo 38 Capítulo 5. Sustitutos cutáneos 43 Oriol Vernetta Rubio Médico Residente Servicio de Cirugía Plástica y Quemados Hospital Universitari Vall d’Hebron Barcelona Pablo A. Gómez Morell Médico Adjunto Servicio de Cirugía Plástica y Quemados Hospital Universitari Vall d’Hebron Barcelona Ricardo Palao Doménech Médico Adjunto Servicio de Cirugía Plástica y Quemados Hospital Universitari Vall d’Hebron Barcelona 17983rpd@comb.es Autores ras minor es un área un poco olvidada en la litera- tura, y a pesar de los valiosos consejos presentes en varias publicaciones,1-4 no fue hasta el año 2007, cuando un grupo de especialistas europeos desarro- lló un algoritmo de tratamiento que incluye una guía paso a paso para los no especialistas, con los principios actuales en la curación de las quemadu- ras y la elección de apósitos.5 En vista de todo esto, el objetivo del manual que el lector tiene entre sus manos es dar una guía de actuación en el manejo de las quemaduras (especialmente, las de espesor parcial minor) que pueda ser útil al personal sanitario de hospitales sin unidad de quemados y al de áreas básicas de salud, teniendo en cuenta al personal de urgen- cias, cirujanos plásticos y generales, traumatólo- gos, dermatólogos, pediatras, geriatras y miembros de en fermería. Por otro lado, este manual ofrece al cirujano plástico una puesta al día específica en el tratamiento de las quemaduras. Con esta volun- tad, incidiremos en una serie de puntos básicos como son: 1. fisiopatología local y sistémica. Diagnóstico y clínica. Mecanismo y epidemiología; 2. quién debe ser trasladado, cómo y cuándo a una unidad de quemados; 3. manejo de las quemaduras; 4. cuidados poscuración de la quemadura: pre- soterapia y terapia con silicona; 5. sustitutos cutáneos, aspecto básico en el tratamiento actual y futuro de las quema- duras. Finalmente, queremos agradecer al Laboratorio Meda el apoyo ofrecido para que esta publicación haya visto la luz y confiamos en que el lector halle temas de su interés, tanto por lo que se refiere a un mejor conocimiento del manejo del paciente que- mado, como a la revisión de algunos capítulos espe- cíficos. Dentro de los traumatismos que podemos sufrir las personas, las quemaduras son las que mayor repercusión física y psíquica pueden ocasionarnos; sin olvidar que son la segunda causa de muerte accidental en los países desarrollados. El dolor, las circunstancias en que se producen, la espectacula- ridad de las lesiones, la necesidad de curas locales, el tratamiento quirúrgico y/o rehabilitador, el so - porte nutricional, psicológico y psiquiátrico, junto con las posibles secuelas, bien sean físicas o psíqui- cas, han hecho que el tratamiento de estas lesio- nes, desde la década de 1960, cada vez más, se aborde desde un enfoque multidisciplinar en las unidades de quemados. Como hemos dicho, las quemaduras no son una patología infrecuente, aunque, en la mayoría de casos son de poca importancia y no implican con- secuencias trascendentes para el que las sufre, si bien pueden afectar a las actividades cotidianas, especial- mente, cuando su tratamiento no se realiza de forma adecuada. Y es que cabe señalar que la mayoría de quemaduras de espesor parcial (segundo grado superficial-profundo) son tratadas en nuestro siste- ma sanitario, de forma regular, por personal no especializado y que ejerce en un hospital general o en un área básica de salud, donde este tipo de heri- das sólo representa un pequeño porcentaje, con la consiguiente falta de experiencia que esto supone. Estas heridas presentan a día de hoy, en pleno siglo XXI, una gran confusión en los diferentes aspec- tos de su manejo; además, en ocasiones, aparecen evoluciones tórpidas, así como trastornos funcio- nales y cosméticos, que no son bien aceptados en nuestra sociedad. Por todo ello y con el fin de con- seguir un mejor resultado en los pacientes, las que- maduras de espesor parcial deben ser adecuadamen- te tratadas en centros no especializados y referidas a las unidades de quemados en los casos que estén indicados. En contra de lo que pudiera parecer, el manejo de las quemaduras de espesor parcial y quemadu- Introducción Bibliografía 1. Tompkins D, Rossi LA. Care of outpatiens burns. Burns 2004; 30: A7-9. 2. Hudspit J, Rayatt S. ABC of burns. First aid and treat- ment of minor burns. BMJ 2004; 328: 1487-489. 3. Allison K, Porter K. Consensus on the prehospital approach to burn patient management. Emerg Med J 2004; 21: 112-14. 4. Johnson R, Richard R. Partial-thickness burns: identifi- cation and management. Adv Skin Wound Care 2003; 16: 178-89. 5. Alsbjörn B, Palao R et al. Guidelines for the manage- ment of partial-thickness burns in a general hospital or community setting. Recommendations of a European working party. Burns 2007; 33: 155-60. 10 Introducción Quemados Valoración y criterios de actuación 1. La piel Como sabemos, se trata del mayor órgano del cuerpo, representa cerca del 15 % del peso cor- poral y cubre, aproximadamente, una superficie de 1,7 m2 en el adulto; además, es el mayor ór - gano del sistema inmunológico. Por otro lado, la piel juega un papel fundamental en nuestra homeostasis mediante el mantenimiento de la temperatura corporal y el balance de fluidos, así como en la protección del medio interno fren- te a los peligros del entorno. Está compuesta por dos capas: una externa llamada epidermis (la cual está formada por queratinocitos en constante proceso de regeneración; es avascular y cuenta con una alta capacidad de regeneración) y una capa interna, conocida como dermis (que, a su vez, se divide en dos recubrimientos: uno superficial y delgado llamado papilar y uno grueso y profun- do, llamado reticular). La dermis contiene células destinadas a realizar las principales funciones de la piel como son: los fibroblastos, los mastocitos y los macrófagos; además, es rica en vasos san - guíneos, terminaciones nerviosas y en ella se loca- lizan los folículos pilosebáceos, básicos en el pro- ceso de epitelización posquemadura. Esta capa interna es la que proporciona resistencia a la piel, debido a sus propiedades elásticas, pero, a dife- rencia de la epidermis, no se regenera. De esto podemos deducir, fácilmente, que la calidad de la cicatriz resultante tras una heridaserá di - rectamente proporcional a la afectación de la dermis. • Definición del concepto quemadura: denomi- namos así a las lesiones producidas en los tejidos vivos por agentes físicos, químicos y, eventualmente, biológicos, los cuales pro- vocan alteraciones que varían desde el eri- tema a la destrucción de las estructuras afec- tadas. 2. Fisiopatología local El calor aplicado a nivel celular produce desnatura- lización de las proteínas y pérdida de la integridad de la membrana plasmática. La temperatura y la duración del contacto tienen un efecto sinérgico tal que la necrosis celular tiene lugar tras un segundo de exposición a 69 ºC o tras una hora a 45 ºC. Tras una quemadura, la necrosis se produce en el centro de la lesión y pierde severidad conforme se aleja. Así, la descripción de Jackson en 1953 de tres áreas concéntricas sigue vigente hoy en día (véase la figu- ra 1). Se puede distinguir, por tanto: el área central o de coagulación (donde no hay células viables) y alrededor de la misma el área de estasis (caracteri- zada por una mezcla de células viables y no viables, alteraciones en la microcirculación con fenómenos de agregación plaquetaria, depósitos de fibrina, microtrombos, etc.) que nos puede llevar a la isque- mia. Esta segunda área representa, por tanto, la «zona de riesgo» y puede evolucionar hacia la necro- sis si se produce hipoperfusión, desecación, edema e infección. Con un adecuado manejo local de la herida, estos cambios pueden ser reversibles;1 si bien, Capítulo 1 Fisiopatología local y sistémica. Diagnóstico y clínica. Mecanismo y epidemiología de las quemaduras Dr. Ricardo Palao Doménech Zona de estasis Zona de hiperemia Zona de necrosis Figura 1. Áreas de afectación cutánea tras una quemadura. 14 Dr. Ricardo Palao Doménech Distinguiremos tres procesos en la fisiopatolo- gía de la quemadura: – shock posquemadura; – respuesta inflamatoria; – respuesta hipermetabólica. Shock posquemadura. Inicialmente, tendremos la fase hipodinámica. La quemadura provoca extrava- sación de plasma en sí misma, así como en los tejidos circundantes, lo cual conllevará una serie de cambios hemodinámicos que incluirán: disminución del gasto cardíaco, del volumen plasmático, de la diuresis, del flujo periférico y de la liberación de oxigeno; así como aumento de la resistencia vascular sistémica.3 El trata- miento inicial, al igual que en otros shock hipovolé- micos, será la rápida restauración del volumen vascu- lar y la preservación de la perfusión tisular, con el fin de minimizar la isquemia tisular. En caso de no tratar adecuadamente la fase hipodinámica, pasaríamos a la fase hiperdinámica donde nos encontraríamos con una gran disminución de la resistencia vascular sisté- mica, lo que comportaría una inhabilidad patológica de responder con vasoconstricción a la hipovolemia, así como un gran aumento del gasto energético, acom- pañado de una disminución de la inmunidad. Todo ello, a su vez, provocará un gran aumento del gasto cardíaco con un ligero incremento de la diuresis. El edema juega un papel fundamental en este pro- ceso. Es generalizado cuando la quemadura afecta a más del 25 % de la superficie corporal total y su for- mación sigue un patrón bifásico: un inmediato y rápido aumento del contenido de agua (70-80 %) en el tejido quemado y un incremento gradual en todos los tejidos en las 12-24 horas, alcanzado su nivel máximo a las 24-48 horas postquemadura4 (véanse las figuras 2 y 3). Es importante destacar, también, el edema intracelular que se produce por la alteración de la membrana celular con cambios en el potencial de membrana de -90 mV a -70 mV; la muerte celular ocurre a -60 mV. Este descenso en los potenciales de membrana se asocia con un aumento intracelular del sodio y una disfunción orgánica. En resumen, podemos indicar que las causas del edema posquemadura son: – aumento de la permeabilidad capilar; – aumento de la presión hidrostática en la microcirculación; en el gran quemado, deberíamos añadir una correc- ta reposición hidroelectrolítica y una modulación de la respuesta inflamatoria y metabólica. La zona más periférica es el área de hiperemia. Se caracteriza por presentar un daño celular mínimo, con células viables y fenómenos de vasodilatación debidos a la acción de los mediadores locales de la inflamación. Los tejidos de esta zona suelen recupe- rarse completamente, a menos que haya complicacio- nes como hipoperfusión severa o infecciones. Tras este repaso de la fisiopatología local, se ha de valorar más, si cabe, el adecuado manejo de las que- maduras y heridas en general, con el fin de evitar una evolución local tórpida. 3. Fisiopatología sistémica La quemadura es un traumatismo que produce una lesión por energía en diversas áreas anatómicas con mayor o menor repercusión sistémica. Tras produ- cirse una quemadura se desencadenan una serie de alteraciones, unas a nivel local, ya comentadas, y otras a nivel sistémico cuando la superficie afectada es superior al 25-30 % de la superficie corporal total, independientemente de la profundidad de la misma. Veremos una alteración de los fluidos y electrolitos, cambios metabólicos, contaminación bacteriana de los tejidos y, finalmente, complicaciones de órga- nos vitales. Hoy en día, está plenamente reconocido que el shock posquemadura es un complejo proceso de disfunción cardiovascular que no es fácil o comple- tamente reparado por la reposición de líquidos. La lesión tisular genera una respuesta inflamatoria e hipermetabólica generalizada, se producen cambios antigénicos con hiperproducción de mediadores químicos (citoquinas, interleukinas, histamina, bra- diquinina, etc.), así como activación de leucocitos.2 Además, algunas hormonas y otros factores media- dores de la función cardiovascular (adrenalina, nor- adrenalina, vasopresina, etc.) están elevados tras la quemadura. Ante esto sólo hay dos posibilidades: la regeneración del proceso o la evolución hacia el fallo multiorgánico. En el paciente quemado, la fuente de todas estas alteraciones es la propia que- madura; por tanto, la escisión temprana de la misma conllevará una mejora de la supervivencia y una dis- minución de la morbilidad. Fisiopatología local y sistémica. Diagnóstico y clínica. Mecanismo y epidemiología de las quemaduras 15 – importante descenso de la presión hidrostáti- ca intersticial; – relativo aumento de la presión oncótica inters- ticial. Respuesta inflamatoria. Los pacientes quema- dos, con o sin inhalación de humos, presentan un cuadro clínico producido por una inflamación sis- témica. En la respuesta inflamatoria aguda repro- ducen una serie de cambios (aumento de la permea - bilidad vascular, activación y migración de los leucocitos, fagocitosis y liberación de metabolitos, etc.) que pueden ser neutralizados por la propia pro- tección de la inflamación o bien derivar al daño tisular por la misma agresión del proceso inflama- torio. Para describir los signos y síntomas de esta situación se introdujo el término «síndrome inflama- torio sistémico» (SIRS). El SIRS incluye un rango de severidad que abarca desde la presencia de taqui- cardia, taquipnea, fiebre, leucocitosis e hipotensión refractaria hasta, en sus formas más severas, la apa- rición del síndrome de disfunción multiorgánica (MODS) y la muerte. El término SIRS fue introducido en 1992 como resultado de una conferencia consenso del Colegio Americano de Cirujanos Torácicos y la Asocia - ción Americana de Medicina Intensiva para des- cribir el proceso inflamatorio sistémico, indepen- dientemente de su causa.5 Los signos clínicos aparecen en pacientes con cuadros como sepsis, shock, traumas importantes, quemaduras y pancreatitis. El diagnóstico de SIRS se realiza cuando existen dos o más de estos signos clínicos: – temperatura > 38 ºC o < 36 ºC; – frecuencia cardíaca > 90 latidos/minuto; – frecuencia respiratoria > 20/minuto o pCO2 < 32 mm Hg; – leucocitos > 12.000/μl o < 4.000/μl. Diferentes estudios han demostrado que la per- sistencia de criterios de SIRSdurante más de tres días evolucionará mucho peor6 en pacientes que- mados y traumáticos. El hecho fisiopatológico fun- damental es el daño tisular que puede resultar de la lesión directa del trauma o de la lesión celular inducida por los mediadores de la isquemia-reper- fusión como los radicales libres del O2. El trauma-Figuras 2 y 3. Quemadura facial al ingreso. Edema a las 48 horas. 16 Dr. Ricardo Palao Doménech Un efecto local de esta reacción es la posible afec- tación del tejido sano por el ataque inmunológico. En tal caso se desencadenará un mecanismo de feedback para detener el ataque (véase la tabla 1 de Herndon D. Total Burn Care 1996. Chapter 19, Pathophisiology of the systemic inflammatory response syndrome). Cuando esto ocurre, y los mecanismos de inflamación escapan al control local, todo el organismo entra en una res- puesta inflamatoria sistémica. El SIRS representa un fallo de los mecanismos del feedback. En la respuesta inflamatoria sistémica, y por efec- to de los mediadores de la inflamación, se produce: – aumento de la permeabilidad celular; – fallo de la microcirculación (vasodilatación, aumento de shunts); – hipermetabolismo; – hipercoagulabilidad. Todo esto favorece la hipoxia celular, el daño celular, el fallo orgánico y, si no se detiene, la muer- te. Además, el SIRS puede irse manteniendo y tismo produce un incremento de la perfusión local y una liberación aguda de las citoquinas favorece- doras de la inflamación como son el factor-α de necrosis tumoral y las interleukinas IL-1 e IL-6. Estas citoquinas atraen monocitos y neutrófilos polimorfonucleares al área afectada, al tiempo que son estimuladas a abandonar el espacio intravascu- lar y a dirigirse al espacio intersticial, donde segre- garán enzimas proteolíticas y radicales libres de O2 que fagocitarán y digerirán bacterias y tejidos ne - cróticos con el fin de iniciar el proceso de regene- ración. Si se trata de un traumatismo o de una quemadura severa, se liberará una mayor cantidad de citoquinas, lo que inducirá un SIRS. A su vez, para protegerse de una excesiva respuesta inflama- toria que le sea perjudicial, el organismo desenca- denará una respuesta antiinflamatoria mediante la liberación de mediadores como la IL-10 y el TGFβ. Sin embargo, este estado antiinflamatorio puede llevarnos a una situación de inmunosupresión que predisponga al paciente a infecciones oportunis- tas y, finalmente, a la sepsis. Agresión (quemadura, sepsis, trauma, shock, pancreatitis) Respuesta inflamatoria local (fisiológica) (mecanismos de feedback intactos respuesta limitada) Dependiendo del grado y la duración de la agresión Respuesta inflamatoria sistémica (patológica) (fallo de los mecanismos feedback respuesta ilimitada) 1. Incremento permeabilidad 2. Fallo microcirculación Hipoxia 3. Hipermetabolismo 4. Hipercoagulabilidad Daño celular Fallo barrera intestinal Disfunción orgánica Fallo barrera pulmonar Fallo orgánico Fallo multiorgánico Círculo vicioso Círculo vicioso Tabla 1. Fisiopatología sistémica de las quemaduras. Fisiopatología local y sistémica. Diagnóstico y clínica. Mecanismo y epidemiología de las quemaduras 17 potenciando por la implicación del pulmón y el intestino, ya que el aumento de permeabilidad epi- telial en ambos órganos provoca la translocación bacteriana de la flora existente.7 Los principales mediadores de la inflamación que se liberan y des- encadenan el SIRS son: – Catecolaminas (adrenalina, noradrenalina). – Radicales libres de O2 (O2, H2O2, OH): dañan el endotelio vascular y aumentan la permea- bilidad. – Histamina: aumenta la permeabilidad capilar. – Prostaglandinas: producen vasodilatación y aumento de la permeabilidad capilar. – PAF (factor de agregación plaquetaria): aumen- ta la permeabilidad capilar. – Quininas-bradiquininas: aumentan la permea - bilidad venosa. – Citoquinas: IL-6 (su presencia indica peor pronóstico); IFN-γ (interferón γ), aumenta la respuesta inflamatoria aguda. Su bloqueo con- sigue disminuir, significativamente, los efectos inflamatorios nocivos inducidos por las endo- toxinas bacterianas. Respuesta hipermetabólica. Los pacientes con que- maduras severas presentan una respuesta hipermeta- bólica superior a cualquier otra enfermedad o proce- so traumático. Quemaduras superiores al 40 % de la SCT incrementarán la respuesta metabólica entre un 80 y un 200 %, lo que implica un déficit de nitróge- no de hasta 30 g/día.8 En las primeras 72 horas habrá una disminución de la respuesta para pasar, seguida- mente, a una fase hipermetabólica que durará más de nueve meses tras la quemadura. Esta etapa se caracteriza por: – aumento del gasto cardíaco; – aumento de la producción de ATP a través de la neoglucogénesis, lo cual implica a su vez: – aumento del consumo de oxígeno y glucosa; – lipólisis; – proteólisis; – aumento de la temperatura. La intensidad de la respuesta dependerá de la exten- sión de la quemadura, del peso corporal del paciente en el momento del ingreso y del espacio de tiempo transcurrido entre la quemadura y la escisión de la misma. Además, la presencia de infección será una dificultad importante en la recuperación de la salud. 9 Todo este metabolismo redundante, y la subsi- guiente pérdida de proteínas corporales, provoca un descenso de las defensas inmunitarias, de la capacidad de curación de las heridas y lleva a la extenuación del organismo. Este estado se manifiesta, clínicamente, en la pérdida de la composición corporal y en la apari- ción de una importante atrofia muscular que, a su vez, retarda la rehabilitación de los pacientes.9 La causa de esta respuesta hipermetabólica es desconocida; sin embargo, diferentes mediadores, ya comentados anteriormente (PAF, IL-1, IL-6, TGFβ, etc.) están implicados en la regulación de esta respuesta.10 Para la modulación de este hiperme- tabolismo actuaremos en diferentes aspectos: a nivel ambiental (evitando las pérdidas de calor y elevan- do la temperatura ambiental a 33 ºC);11 nutricio- nal (mediante la instauración de alimentación en - teral o parenteral, hipercalórica e hiperproteica); cirugía precoz con escisión de las quemaduras y cobertura temporal o definitiva de las mismas. La fisiopatología de las quemaduras eléctricas merece un comentario aparte, sobre todo aquellas que son ocasionadas por el alto voltaje. Por lo que se refie- re a la quemadura cutánea, se asocia con lesiones de los tejidos profundos subyacentes debido al paso de la corriente y al calor que ésta genera en función de la resistencia de los tejidos al paso de la misma, seme- jando una lesión por aplastamiento.12 La resistencia al paso de corriente variará en función del tejido, la existencia de sudor, el grosor de la piel, etcétera. La quemadura eléctrica por alto voltaje puede presentar tres tipos de lesiones: 1. la producida por el propio flujo de corriente; 2. arco voltaico, por el arco eléctrico generado por el paso de corriente de la fuente a un objeto; 3. quemaduras térmicas por llama al encenderse las ropas o el entorno donde tiene lugar el acci- dente. 4. Diagnóstico y clínica La quemadura puede afectar a una o ambas capas de la piel y puede extenderse a la grasa subcutánea, al músculo e incluso afectar a estructuras óseas.13 18 Dr. Ricardo Palao Doménech sión de la superficie quemada. En tres o cuatro días, la epidermis muerta se desprenderá y será reempla- zada por queratinocitos regenerados. En las quemaduras dérmicas superficiales o de segundo grado superficial, la lesión alcanza la der- mis papilar, lo cual se manifestará, clínicamente, de forma característica, con la presencia de flictenas, lecho hiperémico y exudativo. Todo ello es indica- tivo de una buena perfusión vascular e hiperestesia local (véanse las figuras 5, 6 y 7). Dichas lesiones epitelizan, espontáneamente, antes de los doce o catorce días a expensas de las células epitelialesexis- tentes en los anejos cutáneos (folículos pilosebáceos y glándulas sudoríparas) de la dermis profunda. Por lo tanto, a menos que haya una complicación local (infección), curarán con una apropiada cura local, sin riesgo de cicatrices patológicas y sin necesidad de ser tratadas quirúrgicamente. En las quemaduras dérmicas profundas o de segundo grado profundo, la lesión alcanza la der- mis reticular. Clínicamente, no aparecen flictenas, el lecho de la quemadura es pálido, rosáceo y seco, lo que nos indica que hay una mala perfusión vascu- lar. El paciente refiere sensación de malestar y presión más que de dolor (véase la figura 8). En estos casos, la capacidad de regeneración a partir de la propia lesión es mucho menor, debido a la afectación de capas profundas de la dermis, con lo que la reepite- lización espontánea se retrasará más allá de los vein- tiún días. Esto conlleva una serie de riesgos, como el de infección local, desarrollo de cicatrices patoló- gicas o bridas cicatriciales, que hacen recomendable el tratamiento quirúrgico de la quemadura, median- te escisión y cobertura con autoinjertos. En el diagnóstico de una quemadura hay que tener presentes tres elementos fundamentales: profundi- dad, extensión y localización. El conjunto de estos elementos nos determinará en gran medida, junto con otros parámetros, el pronóstico de la misma. Según la profundidad de las heridas podemos clasificar las quemaduras de la siguiente forma: – eritema (primer grado, I); – dérmicas superficiales (segundo grado super- ficial, IIa); – dérmicas profundas (segundo grado profun- do, IIb); – espesor total (tercer grado, III). El eritema o quemadura de primer grado es la típica lesión por exposición solar y, clínicamente, se caracteriza por enrojecimiento cutáneo sin que aparezcan flictenas o ampollas (ya que no hay pér- dida de la integridad cutánea al estar sólo afectada la epidermis), si bien es muy doloroso (véase la figu- ra 4). Nunca se contabilizará al calcular la exten- Figura 4. Eritema solar. Figura 5. Flictena en quemadura dérmica superficial. Fisiopatología local y sistémica. Diagnóstico y clínica. Mecanismo y epidemiología de las quemaduras 19 A caballo entre estos dos grados, hay un grupo importante de quemaduras que son, quizá, las más difíciles de tratar. Se trata de las dérmicas indeter- minadas. Su importancia radica en que, dependien- do del cuidado local que realicemos, evolucionarán hacia la epitelización o precisarán tratamiento qui- rúrgico, con la trascendencia que ello supone para el paciente. Clínicamente, pueden presentar flicte- nas, muchas veces rotas, lecho rojo pálido y ligera hiperestesia. Con un adecuado tratamiento tópico y reposo del área lesionada, epitelizarán, espontá- neamente, en un tiempo de catorce a veintiún días sin necesidad de tratamiento quirúrgico. Ahora bien, si la evolución no es correcta, estas quemaduras se comportarán como dérmicas profundas. La evalua- ción inicial realizada por un cirujano experto acer- ca de si una quemadura dérmica curará en tres sema- nas sólo es acertada entre el 50-70 % de los casos.14 Finalmente, hemos de valorar las quemaduras de espesor total o tercer grado. En ellas, toda la dermis está afectada y, en ocasiones, también, el tejido celu- lar subcutáneo y los planos musculares (véase la figu- ra 9). En estos casos, no hay posibilidad de reepite- lización desde el lecho de la herida. Clínicamente se aprecia un lecho seco, blanco-amarillento, con aspec- to de cuero y, en algunas ocasiones, con la presencia de vasos trombosados. Existe una anestesia en toda la zona por la completa destrucción de las termina- ciones nerviosas. Por todo esto, es inevitable la esci- sión e injerto de las mismas lo antes posible, de cara a acelerar el proceso de recuperación del paciente y prevenir la infección y la cicatrización hipertrófica. Figuras 6 y 7. Quemadura dérmica superficial. Limpieza de esfa- celos. Figura 8. Quemadura dérmica profunda (a), intermedia (b) y superficial (c). Figura 9. Quemadura de espesor total en el centro y dérmica profunda en la periferia. A B C 20 Dr. Ricardo Palao Doménech 4.1 Clínica sistémica En la clínica sistémica de las quemaduras distingui- remos dos fases: la aguda, que corresponde a las pri- meras 72 horas posquemadura, y la subaguda, que atañe al periodo de tiempo posterior al tercer día. 4.2 Fase aguda Se caracteriza por cambios hemodinámicos que se pueden resumir en: • Shock: en todo paciente con quemaduras exten- sas, a partir de un 20-30 % SCT, se va a produ- cir un aumento generalizado de la permeabili- dad capilar, con la consecuente extravasación de plasma, proteínas y electrolitos. Todo ello origi- nará una disminución del volumen plasmático y del gasto cardíaco que, a su vez, producirá una disminución del flujo hepato-renal (oliguria), así como del flujo del intestino delgado. El cuadro de shock producirá una anoxia tisular, sin acompañarse de una disminución de las cifras de tensión arterial al producirse una importante vasoconstricción periférica. Por ello, las cifras de tensión arterial son poco valorables en el tratamiento en la fase aguda y nos hemos de guiar, fundamentalmente, por las cifras de diuresis, que son expresión del flujo renal. Además del aspecto local y la sensibilidad al pinchazo, en la actualidad podemos realizar un mejor diagnóstico de la quemadura con el uso del láser-doppler, el cual nos mide el flujo vascular existente en la lesión. Esta prueba diagnóstica se debe realizar entre el segundo y el quinto día pos- quemadura, habiendo demostrado una alta fiabi- lidad (95 % de acierto).15 El disponer de este sis- tema nos orientará en gran medida a la hora de decidir el tratamiento, bien sea conservador con curas locales, bien sea quirúrgico. Para el cálculo de la extensión de una quema- dura podemos utilizar distintas reglas: – Regla de los 9: ciertas áreas del cuerpo como la cabeza, el cuello y las extremidades supe- riores representan el 9 % de la superficie cor- poral total (SCT); el tórax, la espalda y cada una de las extremidades inferiores, el 18 %; por lo que respecta a los genitales, éstos supo- nen el 1 % (véase la figura 10). Los valores son algo diferentes en los niños por las diferen- cias de tamaño respecto al adulto. – Regla del 1: la palma de la mano del paciente equivale al 1 % de su superficie corporal total. – Tablas específicas: son las que se utilizan en las unidades de quemados y en niños (tablas de Lund y Browder). Figura 10. Regla de los 9 calculada según la edad. Área corporal. Cuerpo del adulto Porcentaje Brazo 9 % Cabeza 9 % Cuello 1 % Pierna 18 % Tronco anterior 18 % Tronco posterior 18 % Área corporal. Cuerpo del niño Porcentaje Brazo 9 % Cabeza y cuello 18 % Pierna 14 % Tronco anterior 18 % Tronco posterior 18 % 9 % 1 % Frontal 18 % 9 % 9 % Dorsal 18 % 18 % 18 % 18 % Frontal 9 % 18 % 9 % Dorsal 18 % 14 % 14 % Fisiopatología local y sistémica. Diagnóstico y clínica. Mecanismo y epidemiología de las quemaduras 21 La disminución del volumen plasmático nos dará una elevación importante en el hema- tocrito. Hay una excreción acelerada de nitrógeno, por proteólisis. Frente a la agresión se produ- ce una respuesta endocrina consistente en un aumento de la producción de adrenalina, ACTH y cortisona, todo lo cual va a producir un cuadro de hiperglucemia. Hay una alteración de la función cardíaca como consecuencia de la anoxia, la acidosis, la hiperpotasemia y de factores bioquímicos como sustancias (quininas) depresoras del miocardio. Puede existir, también, una alteración de la función respiratoria por pulmón de shock, por la inhalación de gases tóxicos en el incen- dio o por exceso en la fluidoterapia. También se puede producir una alteración de la función hepática y de la renal cuya máxi- ma expresión es el fracaso renal agudo (FRA) de origen prerrenal al ser insuficiente la fluido- terapia en la reanimación del quemado. • Pérdida de plasma: comoconsecuencia del aumento de la permeabilidad capilar, no sólo en el área quemada sino de una forma genera- lizada, se va a producir una extravasación hacia el espacio intersticial de agua, electrolitos y pro- teínas, con una pérdida importante de plasma y con la aparición de un importante edema. • Pérdida de eritrocitos: se va a producir una des- trucción de hematíes en el área quemada pero, también, una hemólisis por aumento de la fra- gilidad capilar y una retención de los propios hematíes a nivel de los capilares. Todo ello pro- duce una disminución relativa y absoluta de hematíes, pero dicha anemia inicial se va a ver enmascarada por el aumento del hematocrito por la hemoconcentración consecuencia de la pérdida de plasma. • Edema: ya hemos comentado las bases fisio- patológicas de su aparición. El edema no sólo tiene lugar en el área quemada sino, también, a distancia, y produce importantes alteracio- nes hidroelectrolíticas. En él quedan secues- tradas abundantes proteínas, así como cantida- des importantes de sodio (ya que los quemados son como una esponja ante este mineral), lo cual producirá un cuadro inicial de hipopro- teinemia e hiponatremia. Por la destrucción de tejidos y hematíes se va a producir, además, un cuadro de hiperka- lemia. 4.3 Fase subaguda Es la que se inicia a partir de las 72 horas posque- madura y se caracteriza por: • Diuresis: la reabsorción del edema a partir del cuarto o quinto día va a producir un aumento de la diuresis y del gasto cardíaco, así como una movilización del sodio. Existe en esta fase un riesgo potencial de edema agudo de pulmón por sobrecarga hídrica. • Anemia refractaria: el cuadro de anemia se debe al aumento de la fragilidad por conti- nuas pérdidas durante las curas y la cirugía, por la expansión del lecho capilar en las áreas de granulación y, eventualmente, por los ele- vados niveles iniciales de COHb (carboxihe- moglobina). Se da un cuadro de hipocromía y microcitosis, siguiendo a la hemólisis ini- cial. Existe la necesidad de incrementar el aporte de hierro y proteínas para la regenera- ción de eritrocitos. • Hipermetabolismo: hay un incremento genera- lizado de toda la actividad celular y bioquími- ca. Se producen importantes pérdidas de calor en la evaporización del agua a través de las que- maduras; los grandes quemados necesitan unas 3.000-4.000 kcal/día. • Desequilibrio nitrogenado: el paciente con que- maduras extensas presenta un importante aumento del catabolismo proteico o nitroge- nado. Hay un catabolismo tisular con pérdida de proteínas musculares por neoglucogénesis; también aparecen pérdidas de proteínas a tra- vés del tejido de granulación de las heridas y puede presentarse una disminución de la inges- ta oral por anorexia. A todo lo anterior, cabe añadir un aumen- to en el anabolismo proteico o nitrogenado para la reparación tisular. Por todo ello se va a producir, inicialmen- te, un balance nitrogenado negativo (es decir se consumen más proteínas de las que se for- man); dicho balance negativo persistirá hasta el cierre de la herida o hasta que se consiga aportar suficiente cantidad de proteínas para 22 Dr. Ricardo Palao Doménech Se pierde la capacidad de una correcta ter- morregulación así como el control de la evapo- ración con una perdida excesiva de agua. Se pierde, también, la función de la piel como elemento de unión sensorial entre el sis- tema nervioso central y el entorno. 5. Mecanismo El mecanismo de producción de las quemaduras puede ser por: 1. Escaldadura: son las producidas por líquidos calientes. Es el principal mecanismo de que- madura en niños y adultos. 2. Llama, el mecanismo es la acción directa de las llamas del fuego. Son las siguientes en fre- cuencia. 3. Contacto: cuando la piel toca sólidos calien- tes como el tubo de escape de las motos, el horno de la cocina, etcétera. 4. Eléctricas: debido al paso de corriente eléctri- ca, bien de alta tensión (> 1.000 voltios), o bien de baja tensión (< 1.000 voltios).También se incluyen en este mecanismo las producidas por una deflagración eléctrica (fogonazo), a pesar de que no hay paso de corriente eléctrica y fisio- patológicamente se comporta como una que- madura térmica. En las quemaduras producidas por alto voltaje, las lesiones locales acostum- bran a ser muy importantes, siendo preciso, en muchos casos, amputar las extremidades afec- tadas por el paso de la corriente, pudiendo, asi- mismo, producir lesiones en otros órganos. 5. Químicas: son producidas por agentes quími- cos, que se pueden clasificar en ácidos, bases, compuestos orgánicos e inorgánicos. Acostum - bran a ser más graves a nivel local que el resto de quemaduras estudiadas y precisan tratamien- to quirúrgico en un porcentaje más elevado. Según sea el producto químico involucrado también se pueden presentar alteraciones de tipo sistémico (como la hipocalcemia en las lesiones ocasionadas por el ácido fluorhídrico). 6. Radiación: son las producidas por una fuen- te de radiación (ionizantes, calóricas, etc.) como las solares, radiactivas o las producidas por un brasero. compensar las pérdidas. Al positivizarse el balance nitrogenado se acelera el proceso de curación. Estos cambios cuantitativos y cualitativos del metabolismo proteico no sólo afectan al ritmo de curación de las heridas sino también a la res- puesta inmune, siendo una de las causas del cua- dro de inmunosupresión de los quemados. • Desorden del metabolismo de las grasas: hay un aumento de la oxidación de las mismas como respuesta al trauma, lo cual es un factor impor- tante en la pérdida de peso. • Alteraciones del metabolismo de las vitaminas: hay un incremento en las necesidades de vita- mina C, tiamina, riboflavina, etcétera, y un deficiente ingreso por la anorexia. • Cambios óseos y articulares: puede haber altera- ciones limitadas a los huesos (osteomielitis, osteoporosis, fracturas patológicas, etc.), o bien presentarse en las estructuras pericapsulares (calcificaciones, osteofitos); también hay modi- ficaciones en las articulaciones (artritis sépti- cas, anquilosis, luxaciones, etc.); cambios por contractura muscular (malposición de articu - laciones, escoliosis, etc.), anomalías en el creci- miento y amputaciones. • Alteraciones endocrinas: se produce una dis- minución de la función gonadal, un posible agotamiento adrenal, un riesgo de úlcera de Curling por estrés y otras alteraciones endo- crinas. • Desequilibrio electrolítico: hay un incremento en las necesidades de potasio y calcio por los procesos curativos; una pérdida de potasio, sodio y calcio a través del tejido de granula- ción, y deficientes ingresos. • Alteraciones circulatorias: hay una disminución del volumen sanguíneo. Una disminución de la presión oncótica por hipoproteinemia. Una tendencia a la trombosis venosa por hiperpro- trombinemia, aumento del fibrinógeno y enca- mamiento prolongado. Puede haber complicaciones de las enfer- medades renales o cardíacas preexistentes. • Pérdida de las funciones de la piel: hay una dis- minución de la protección contra la invasión de gérmenes con un riesgo importante de infec- ción. También se pierde la protección mecáni- ca frente a los traumatismos físicos y químicos. Fisiopatología local y sistémica. Diagnóstico y clínica. Mecanismo y epidemiología de las quemaduras 23 6. Epidemiología Las quemaduras son consecuencia, fundamental- mente, de accidentes domésticos (55-60 %), labo- rales (15-20 %) y, en mucho menor grado, son debidas a accidentes de tráfico, autoagresión y agre- sión de otras personas. En Cataluña se atienden unas 100-150 quemaduras/100.000 habitantes/ año, de las cuales unas 2.000 son tratadas en la Unidad de Quemados del Hospital Universitari Vall d’Hebron de Barcelona; 550-600 de estos pa - cientes requieren ingresar en la misma. Bibliografía 1. Zawacki BE. Reversal of capillary stasis and prevention of necrosis in burns. Ann Surg 1974; 180(1): 98-102. 2. Demling RH. Fluid replacement in burned patients. Surg Clin North Am 1987; 67: 15-30.3. Kramer et al. Pathophisiology of burn shock and burn edema. Total Burn Care 3rd edition, 2007. Chapter 8. 4. Demling RH et al. The study of burn wound edema using dischromatic absorptiometry. J Trauma 1978; 255: H1609. 5. Bone RC, Balk RA, Cerra FB et al. Definitions for sepsis and organ failure and guidelines for the use of innova- tive therapies in sepsis. The ACCP/SCCM Consensus conference COMMITTEE. American College of Chest Physicians/ Society of Critical Care Medicine. Chest 1992; 101: 1644-655. 6. 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J Trauma 1996; 40 (6):956-61. su prioridad será identificar a las víctimas, así como garantizar su rescate y puesta a salvo lo más lejos posible del lugar del suceso, con el fin de que pueda procederse a la atención sanitaria por parte del per- sonal desplazado.1 De forma sistematizada se deben tomar una serie de precauciones, como llevar guan- tes, mascarillas y gafas, con el fin de prevenir el con- tacto con sangre o fluidos corporales.2 En lo refe- rente al paciente, se debe retirar toda la ropa dañada, evitando, de este modo, una lesión mayor; así como todos los anillos, relojes, joyería y cinturones, ya que pueden retener calor y producir un efecto tor- niquete a nivel digital con el consiguiente compro- miso vascular.3 A nivel local, actuaremos enfriando la zona que- mada con lo que dispongamos en aquel momento; puede ser agua, suero fisiológico o bien hidrogeles. El rápido enfriamiento puede reducir la profundi- dad de la quemadura y disminuir el dolor. No obs- tante, debemos ser cuidadosos con las medidas esco- gidas, ya que si se produjera un enfriamiento a nivel global del paciente podría provocar hipotermia con fibrilación ventricular o asistolia (de ahí que, hoy en día, los servicios de emergencia utilicen, preferen- temente, hidrogeles). En cualquier caso, evitaremos utilizar hielo, ya que puede dañar más a la piel o provocar hipotermia. En caso de que el mecanismo sea un agente quí- mico, además de lo dicho anteriormente, continua- remos con la irrigación con agua de forma conti- nua sobre el área afectada hasta llegar a un centro hospitalario. No se deben utilizar neutralizantes contra los agentes químicos debido a la generación de calor, lo cual puede generar un mayor daño tisu- lar. Sólo está indicado, en caso de disponer, el uso de productos anfóteros como Diphoterine®. Si nos hallamos ante una víctima por corriente eléctrica, debemos desconectar dicha corriente para retirarla de la fuente; si esto no es posible, utiliza- remos algún material que no sea conductor con el objetivo mencionado de separarla de la fuente.4 1. Introducción En las últimas décadas, los avances en el manejo de accidentados han mejorado la supervivencia y re - ducido la morbilidad en el paciente traumático y los grandes quemados. El tratamiento integral de estos últimos se ha concentrado en las llamadas uni- dades de quemados donde, de forma monotemáti- ca, se trata este complejo traumatismo. Su coste eco- nómico es elevado y, siendo los recursos limitados, cada unidad se concibe como centro de referencia de un área geográfica más o menos extensa. En estos momentos, en España hay once unidades de que- mados. Además, contamos con varios servicios de cirugía plástica donde se atiende a pacientes con esta patología hasta un 15 % de SCT. Está demostrado que uno de los factores que más influye en la disminución de la morbimortalidad del paciente quemado es la rapidez en el inicio de un tratamiento adecuado. Por tanto, cabe destacar que de poco serviría disponer de unidades punteras en tecnología y preparación para el tratamiento de que- maduras si la atención que recibiera el paciente fuera tardía o tuviera lugar en malas condiciones. Para que el sistema funcione correctamente deben estructurarse una serie de actuaciones prehospitala- rias que garanticen la atención del paciente quema- do tanto en el lugar del accidente y durante su trans- porte como, en caso de ser necesario, en un hospital hasta que sea posible su traslado al centro de refe- rencia. Es responsabilidad de las administraciones generar los recursos suficientes para garantizar una cobertura óptima desde todos los ángulos necesa- rios: logística, medios materiales y personal capaci- tado para el tratamiento de quemados. 2. Atención inicial prehospitalaria La primera responsabilidad del equipo de emergen- cias es evitar conductas de riesgo; en segundo lugar, Capítulo 2 Atención inicial prehospitalaria, criterios de derivación y condiciones de traslado del paciente quemado Dr. Ricardo Palao Doménech Atención inicial prehospitalaria, criterios de derivación y condiciones de traslado del paciente quemado 25 Con el fin de sistematizar, dividiremos la aten- ción médica inicial del quemado en: • valoración primaria; • valoración secundaria. La valoración médica primaria pasa por consi- derar que todo paciente quemado es, potencialmen- te, un paciente politraumatizado, ya que la quema- dura es consecuencia de un suceso accidental que puede haber causado también otro tipo de lesiones tan importantes o más, incluso, que la propia que- madura. Por lo tanto, la primera actuación pasa por identificar y descartar aquellos problemas que pue- dan comprometer de forma inmediata la vida del paciente. Esto se ha estandarizado en la aplicación del llamado ABC de la reanimación, asegurando una vía aérea permeable y garantizando una ade- cuada función ventilatoria y cardiocirculatoria. La exposición a gases calientes y humo proce- dente de la combustión de diferentes materiales puede dañar el tracto respiratorio. Esto podría deri- var en la formación de un edema que llegara a obs- truir la vía aérea. Inicialmente, se debe administrar oxígeno humidificado al 100 % a todos los pacien- tes sin signos de distrés respiratorio. La obstrucción de las vías aéreas superiores se puede desarrollar rápi- damente, por lo que, en caso de sospecha de afec- tación de las mismas por humo o gases, se debe monitorizar de forma continua el estado respirato- rio para valorar la necesidad de soporte ventilatorio. La intubación endotraqueal se debe hacer antes de que el edema oblitere la vía aérea.2 Aleteo nasal, estridor laríngeo, aumento de la frecuencia respiratoria, quemaduras torácicas cir- cunferenciales de espesor total son algunos de los síntomas que nos harán sospechar que hay afecta- ción de la vía aérea. La presión arterial no es el mejor método para monitorizar un paciente con quemaduras extensas debido a los cambios fisiopatológicos que acompa- ñan estas lesiones. El control del pulso nos puede ayudar más en la monitorización de la resucitación hídrica. Si las quemaduras se han producido a conse- cuencia de una explosión o accidente de tráfico, hemos de tener presente la posibilidad de lesiones a nivel de la médula espinal. Por ello, procedere- mos a la inmovilización cervical y a la estabilizaciónde la espalda antes de ejercer cualquier desplaza- miento del paciente. Asimismo, debemos descartar la presencia de sangrado agudo, tanto a nivel abdo- minal como de las extremidades. En la valoración médica secundaria, una vez ase- guradas las constantes vitales del paciente, realiza- remos una rápida anamnesis y una exploración físi- ca más pormenorizada para acabar de identificar el resto de traumatismos y de patologías de base aso- ciadas. Se colocará una vía endovenosa por la cual se administrarán líquidos, preferentemente Ringer Lactato, a un ritmo de 500 ml/hora en el adulto y 250 ml/hora en niños de cinco años en adelan- te; en menores de esta edad no se recomiendan vías endovenosas.3 Esta vía también nos permitirá la administración de analgésicos a dosis suficientes para controlar el dolor. Se evitará la administra- ción vía intramuscular o subcutánea por la impre- decible absorción. Asimismo, evitaremos adminis- trar antibióticos. Es entonces cuando debemos valorar las que- maduras (localización, profundidad y extensión) y conocer el verdadero alcance de las lesiones; de tal modo que podremos iniciar el tratamiento ade- cuado para estabilizar al paciente y permitir su traslado con garantías. A nivel local, sólo se requerirá proteger las heri- das del entorno con un vendaje o sábana térmica. Hoy en día, los hidrogeles cumplen, perfectamente, esta función; además, proporcionan enfriamiento de la herida, alivio del dolor, así como una reducción de la pérdida de calor durante el transporte, evitan- do, de este modo, la hipotermia. Evitaremos colo- car cremas y apósitos que, posteriormente, puedan dificultar la valoración de las quemaduras. Además de la extensión, localización y profun- didad de las quemaduras (con frecuencia sobredi- mensionadas si no se está versado en el tema) debe- mos valorar otros factores pronóstico como son: la edad del paciente, las áreas afectadas por la quema- dura, la existencia de otras enfermedades de base, la presencia de traumatismos asociados y, por su - puesto, la causa de la quemadura. Cuando existen múltiples víctimas, el caos puede dificultar nuestras acciones, por ello, en este con- texto toma gran importancia el concepto de triage o de selección, con el fin de optimizar recursos y poder asegurar a cada lesionado el tratamiento más adecuado. 26 Dr. Ricardo Palao Doménech manos, pies, genitales, perineo y articula- ciones mayores; 5. todas las quemaduras circulares; 6. todas las quemaduras eléctricas, incluido el fogonazo; 7. todas las quemaduras químicas; 8. quemaduras con inhalación de humos; 9. quemaduras con traumatismo asociado; 10. lesiones menores en pacientes con patolo- gía de base que pueda afectar negativamen- te a la evolución y al tratamiento de la que- madura; 11. hospitales sin personal o equipamiento cua- lificado para el cuidado de niños quemados críticos. 4. El transporte del paciente quemado Antes de trasladar a un paciente quemado y, even- tualmente, politraumatizado a la unidad de quema- dos debemos estabilizarlo. ¡El tiempo crítico es el invertido en llevar hasta el lugar del accidente la aten- ción médica adecuada al afectado y no lo que tarde- mos en que éste ingrese en la unidad de quemados! El quemado tolera bien, en general, un traslado durante las primeras 24 horas desde el accidente, sobre todo si el viaje no excede de los sesenta minu- tos. Pasado este tiempo es mejor posponer el tras- lado hasta después del tercer día, cuando se haya resuelto la fase aguda de reanimación hídrica. Es necesaria una buena comunicación entre el personal sanitario de origen y el de destino. En ori- gen se informará sobre el estado del paciente, sus antecedentes y el mecanismo de la lesión, así como de las medidas terapéuticas adoptadas. Es el momento de asesorarse con respecto a la pauta de reanimación a seguir y las condiciones del trasla- do. Para calcular la necesidad de líquido en la rea- nimación hídrica del adulto hay diferentes fórmu- las, pero por su sencillez aconsejamos hacer el cálculo inicial siguiendo la fórmula de Parkland: 4 cc/kg/% quemadura. Siempre tenemos que tener presente que esto sólo es una guía y que, en fun- ción de la evolución, deberá irse corrigiendo. El cristaloide escogido es el Ringer-Lactato. El pará- metro que mejor nos indicará la evolución es la diuresis. Se tiene que conseguir una cantidad de 0,5 cc/kg peso paciente / hora. El triage debe hacerse, en el mismo lugar del suceso, por una persona capacitada y con experien- cia suficiente para decidir en base al pronóstico del individuo, evacuando primero al que más posibili- dades tiene de sobrevivir. 3. Criterios de traslado a una unidad de quemados La Asociación de Quemados Americana (ABA) ha establecido unos criterios de gravedad para decidir el traslado a una unidad especializada. En base a estos puntos, hemos elaborado una guía para orien- tar a los profesionales de la emergencia médica y de los centros hospitalarios, aunque siempre será el profesional implicado el que, en última instancia, deberá decidir. Consideramos que deberían derivarse a una uni- dad de quemados los siguientes afectados:3 1. cualquier paciente con quemaduras de segundo y tercer grado > 15 %; 2. niños < 10 años o adultos > 50 años con que- maduras de segundo y tercer grado > 10 %; 3. quemaduras de tercer grado 5 %, indepen- dientemente de la edad del afectado; 4. quemaduras de segundo y tercer grado (independientemente de su extensión) que afecten a áreas importantes desde un punto de vista funcional y/o cosmético: cara, Figura 1. Niña de veinte meses. Quemadura dérmica superficial y profunda por escaldadura. Atención inicial prehospitalaria, criterios de derivación y condiciones de traslado del paciente quemado 27 En la tabla 1, se recogen las medidas y requeri- mientos que se deberían seguir al trasladar un paciente a una unidad de quemados, en función del tiempo transcurrido desde el accidente y del lugar desde donde se traslada. Según las administraciones locales, existen organizaciones (cada comunidad autónoma tiene la suya, SEM, SAMU, etc.), que coordinan este tipo de eventos. Son los responsables de garanti- zar que el tratamiento del paciente quemado no se interrumpe durante el traslado. Por ello es importante valorar qué tipo de personal debe acompañar al paciente, con qué medios técnicos de soporte vital contamos y qué tipo de transporte utilizaremos. Durante el trayecto cumpliremos las siguientes premisas: • monitorizar las constantes vitales; • asegurar la vía aérea; • vía venosa permeable; • garantizar una diuresis horaria adecuada; • aislar las quemaduras para evitar su contami- nación; • evitar la hipotermia; • conseguir niveles de sedo/analgesia óptimos; • valorar la necesidad de sonda nasogástrica. Teniendo en cuenta el estado del paciente y la distancia a recorrer, debe decidirse qué medio de transporte es el adecuado (terrestre o aéreo). Figura 2. Niño monitorizado y envuelto con una manta térmi- ca, a punto de ser trasladado en una UVI móvil. Traslado: duración Minutos o tiempo inferior a una hora Lugar del accidente Centro sanitario Centro sanitario • Vía IV • Rehidratación • Analgesia • Inicio del tratamiento de lesiones asociadas • Vía IV • Sonda vesical • Rehidratación • Analgesia • Inicio del tratamiento de lesiones asociadas • Diagnóstico preciso • Retirar ropas • Lo mismo + • Historia clínica • Analítica • Tratamiento de patología previa Sí No Tabla 1. Condiciones que deberían cumplirse al trasladar un paciente, en función de la duración y lugar del traslado. Texto resalta- do en rojo: actuaciones imprescindibles a realizar. El transporte aéreo merece un comentario espe- cial, ya que ocasiona fuerzas de aceleración y des- aceleración durante las maniobras de despegue y aterrizaje, así como vibraciones, ruidos y turbulen- cias que pueden influir en el estado del paciente. Los helicópteros son un medio útil y rápido de transporte, muy valorado por la facilidad de acceso al lugar del accidente y al hospital (helipuerto).Pero sólo permiten recorrer distancias cortas, con buena visibilidad (no viajan por la noche) y con condicio- nes climáticas óptimas. Un espacio de habitabili- dad reducido dificulta la atención del paciente si existen complicaciones durante el vuelo, pudiéndo- se precisar de un aterrizaje de emergencia si, por ejemplo, el afectado se inestabiliza y precisa de intu- bación. El déficit de insonorización puede poner nervioso al paciente y dificultar la transmisión de órdenes entre el personal sanitario. Además, la cabi- na del helicóptero no está presurizada y el descen- so de la presión atmosférica puede causar alteracio- nes en la oxigenación (ley de Dalton) y expandir acúmulos patológicos de aire en el individuo (ley de Boyle-Mariotte).5 La ley de Dalton dice que en una mezcla de gases, la presión total es la suma de las presiones parciales ejercidas por cada uno de los gases que componen dicha mezcla. Como al ascender en altu- ra la presión barométrica de la atmósfera descien- de, también lo harán las presiones parciales de los gases que la conforman y, entre ellos, el oxígeno. Por lo tanto, deberemos dar suplementos de oxíge- no a los pacientes (sobre todo si presentan proble- mas respiratorios) para asegurar una respiración correcta. La ley de Boyle-Mariotte dice que para una tem- peratura dada, el volumen ocupado por un gas es inversamente proporcional a la presión ejercida. Como al ascender en altura la presión barométrica de la atmósfera desciende, el volumen ocupado por el gas se incrementará. Esto es importante conside- rarlo cuando el paciente presenta complicaciones tales como neumotórax, neumoperitoneo y/o íleo paralítico. Por lo tanto, deberemos haber drenado convenientemente dichos acúmulos (drenaje torá- cico, drenaje abdominal, SNG) antes de hacer el transporte aéreo de dichos pacientes. Los aviones medicalizados salvan muchos de los problemas referidos para los helicópteros. Permiten cubrir distancias mayores, no están tan influidos por las condiciones atmosféricas, están presuriza- dos y presentan mejores condiciones de habitabili- dad para el paciente y el personal médico. Sin embargo, son caros y precisan de un aeropuerto próximo. 28 Dr. Ricardo Palao Doménech Bibliografía 1. Dimick AR. Triage of burn patients. En: Wachtel TL, Kahn V, Franks HA, eds. Current topics in burn care. Rockville, MD: Aspen Systems 1983; 15-8. 2. Wachtel TL. 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Además, es una cura que ofrece un gran confort al afectado y está especialmente indicada en la primera asistencia y para el traslado del paciente a un centro sanitario. En el caso de las quemaduras químicas, hemos de tener en cuenta su particularidad. El producto químico continúa actuando mientras está en con- tacto con la piel del paciente. A causa de esto, es muy importante la inmediata retirada del agente. Esto obligará a retirar las ropas y a proceder a una cuidadosa y abundante irrigación con agua en la misma escena del accidente. La irrigación será por un período de tiempo de entre veinte minutos y hasta dos horas, en función de la concentración y del agente implicado. El objetivo es conseguir neu- tralizar o eliminar el agente causal. El sitio donde se realice la irrigación debe tener un lugar de dre- naje, evitando que el agua quede estancada, ya que en caso contrario dicha agua, que contiene produc- to químico, podría afectar otras zonas corporales del paciente. Exceptuando algún agente específico, se recomienda evitar la utilización de neutralizan- tes, ya que la reacción exotérmica que provocan genera calor y puede agravar la lesión local, además de retardar la hidroterapia. En estos últimos años en Europa se ha venido utilizando, en lugares de trabajo donde se usan agentes químicos, la descontaminación de piel y ojos con Diphoterine®. Se trata de un polvo solu- ble en agua fabricado por el Laboratorio Prevor, Valmondois (Francia), que se dispensa en diferen- tes presentaciones disuelto en agua y estéril. Esta solución es hipertónica, anfotérica y se puede uti- 1. Introducción El tratamiento de las quemaduras, tanto sistémico como tópico, ha experimentado una serie de cam- bios durante todo el siglo XX y principios del XXI que ha marcado las pautas de actuación de todas las unidades de quemados alrededor del mundo, obligando a los especialistas a conocer todos los avances que se han producido y a adaptarse a las tecnologías que han ido apareciendo. Periódicamente, se han realizado reuniones de consenso1 entre las distintas unidades especializadas en la atención del paciente quemado por tal de man- tener una actualización de conocimientos y unos cri- terios de tratamiento uniformes a nivel global. Durante el siglo pasado, los esfuerzos se centra- ron en establecer las pautas de reanimación hídri- ca y recuperación del shock por quemadura, consi- guiéndose un aumento de la supervivencia en grandes quemados. Asimismo, se avanzó en el tra- tamiento tópico, reduciendo las tasas de infección gracias a las cremas y pomadas con poder antibac- teriano. En los últimos años, los esfuerzos se han centra- do tanto en obtener nuevos tratamientos que modu- len la respuesta inflamatoria a nivel sistémico,2 como en desarrollar curas tópicas que ofrezcan ventajas frente a las cremas clásicas. En este sentido, con la aparición de los nuevos apósitos, se ha avanzado en términos de confort de los pacientes, disminución del dolor en las curas y un manejo más adecuado de las infecciones. 2. Cuidados iniciales de las quemaduras En el momento en el que se produce la quemadu- ra térmica, ésta debe procurar enfriarse lo más rápi- damente posible, cuidando de no disminuir la tem- peratura del paciente. Esto se conseguirá irrigando la zona afectada con agua, o bien, si se está en un Capítulo 3 Cuidados locales de las quemaduras: uso de cremas y apósitos Dr. Oriol Vernetta Rubio lizar en cualquier área del cuerpo. La hipertonici- dad previene la penetración del producto químico en los tejidos y hace posible crear un flujo reverso por el que se elimina el agente. Su carácter anfoté- rico le permite actuar sobre los agentes corrosivos e irritantes, que son el origen de las quemaduras químicas, tal como los ácidos, bases, agentes oxi- dantes y reductores. Por tanto, tiene un doble efecto: – las propiedades mecánicas del lavado con agua; – el hecho adicional de ser neutralizante y que- lante, con lo que al mismo tiempo acelera y optimiza el proceso de descontaminación. Las flictenas que se formen deben desbridarse en ambiente estéril antes de realizar una cura oclusiva. Esto nos permitirá, por un lado, visualizar el lecho para poder diagnosticar la profundidad de la que- madura y, por otro lado, colocar la crema o apósi- to de la cura en contacto directo con la lesión. En el caso de quemaduras muy extensas que requieran traslado a una unidad especializada, puede optarse por no desbridar las flictenas, cubrir las lesiones con hidrogeles y realizar el traslado lo más rápidamente posible para que puedan realizarse las curas en la misma unidad de quemados. Por norma general, siempre realizaremos curas oclusivas, ya que una buena cobertura de las que- maduras nos producirá mayor protección,mejor gestión de las pérdidas hídricas y un efecto analgé- sico muy importante. Excepcionalmente, en que- maduras puntiformes o quemaduras faciales muy pequeñas, podremos realizar curas expositivas. A la hora de elegir con qué producto realizare- mos la cura hemos de tener en cuenta una serie de consideraciones: – valoración de los productos de que dispone- mos; – posibilidad de que nosotros sigamos contro- lando al paciente o si éste será derivado; – plan de curas (24 horas, tres días, etc.); – características del paciente (edad, situación social, entorno, etc.); – características de la quemadura (grado, loca- lización, extensión). Tras estas consideraciones, decidiremos qué pro- ducto se adapta mejor a las necesidades del paciente. Otras medidas que deben tomarse son la vacu- nación antitetánica y la administración de analgé- sicos. No deben prescribirse antibióticos. Tras la cura, los miembros afectos deberán man- tenerse en reposo y elevados para evitar la forma- ción de edemas, situación que dificulta la reepite- lización de las quemaduras y que, incluso, puede provocar una profundización de las mismas. A continuación pasamos a detallar las caracterís- ticas de las cremas y apósitos que se están utilizando con más frecuencia en las unidades de quemados. 3. Cremas El uso de cremas para el tratamiento de las quema- duras es antiguo y ha experimentado muchos cam- bios a lo largo de la historia. Utilizaremos cremas que posean actividad fren- te a diferentes gérmenes, ya que, a pesar de que las quemaduras son, generalmente, estériles en el momento agudo, con el paso de los días pueden infectarse, complicando enormemente el proceso de epitelización y condicionando secuelas estéticas y funcionales. Es importante recalcar que, en la actualidad, los nuevos apósitos están desplazando el uso de estas pomadas gracias a las ventajas que nos aportan y que serán descritas, minuciosamente, más adelan- te. Sin embargo, el tratamiento tópico de una que- 30 Dr. Oriol Vernetta Rubio Figura 1. Quemadura química por ácido fórmico. tratamiento de las quemaduras, poniendo especial énfasis en las indicaciones más adecuadas para cada una de ellas y en las complicaciones o efectos secun- darios que pueden condicionar (véase la tabla 1). 3.1 Hidrogeles (Burnshield®) Son geles de agua que enfrían, alivian y protegen la quemadura de la infección, evitando por otro lado la hipotermia del paciente. Es una cura fácil y rápi- da de realizar. Se aconseja, principalmente, para la primera urgencia y para el traslado de paciente. En la tabla 2 se analizan sus ventajas frente al enfria- miento con gasas húmedas. 3.2 Sulfadiacina argéntica (Flammazine®, Silvederma®) Las cremas que contienen este principio activo son untuosas y suelen asociar excipientes como la vase- lina. Posee actividad bacteriostática y es eficaz ante S. aureus, E. coli, Klebsiella, proteus, pseudomonas y cándidas. No penetra en la escara. Mantiene su actividad durante unas 16-18 horas. Por tanto, las curas no deben alargarse más de 24 horas. Su aplicación no es dolorosa y suele aliviar al paciente de forma inmediata. Dificulta la valora- ción de las quemaduras tras la primera aplicación, ya que forma una fina capa blanquecina sobre lecho que no es necesario retirar en cada cura para evi- tar molestias al paciente. Además, esta capa resi- dual imposibilita la realización posterior de técni- cas diagnósticas como el láser-doppler, al no permitir la adecuada medición del flujo vascular de la zona. El efecto secundario más importante de la utili- zación de sulfadiacina argéntica es la leucopenia seve- ra (5-15 %), habitualmente reversible. Debe recor- darse su pertenencia a la familia de las sulfamidas y, por tanto, debe evitarse su utilización en las últimas fases del embarazo y durante la lactancia.3 Cuidados locales de las quemaduras: uso de cremas y apósitos 31 madura con cremas sigue siendo válido y útil, espe- cialmente, en grandes quemados con quemaduras quirúrgicas y niños. En el protocolo de actuación de la unidad de quemados del Hospital Universitari Vall d’Hebron de Barcelona para el año 2008, el uso de cremas se limita por norma general a: – quemaduras faciales, en las que el uso de apósi- tos puede resultar incómodo para el paciente. – quemaduras quirúrgicas en espera de cirugía. – zonas dadoras de injertos, en las que resulte difícil o incómoda la inmovilización con apó- sitos, como grandes extensiones en abdomen y espalda. Finalmente, insistiendo en la necesidad de indi- vidualizar la cura para cada caso, en aquellas que- maduras o pacientes en los que sea necesario un control diario o en quemaduras prácticamente epi- telizadas en las que persistan pequeñas zonas cruen- tas, el tratamiento con cremas nos permitirá una mejor higiene diaria y control evolutivo. A continuación describimos las características específicas de las cremas con poder bactericida y/o bacteriostático que se usan, habitualmente, en el • Quemaduras faciales. • Quemaduras quirúrgicas, en espera de la cirugía. • Quemaduras en las que la zona a tratar impide el uso de apósitos. • Rescate en caso de reacción alérgica o molestias con el uso de un apósito. • Tratamiento de determinadas zonas injertadas. • Tratamiento de determinadas zonas donantes de injertos. Tabla 1. Indicaciones del uso de cremas en pacientes quemados. Tabla 2. Comparativa entre el enfriamiento de la quemadura con apósitos de gel de agua y con gasas húmedas con suero. Apósitos de gel de agua Irrigación y cobertura con gasas húmedas • Calman el dolor. • Requieren poco tiempo (una sola aplicación). • Efecto duradero (hasta 24 horas). • Antiséptico incorporado (malaleuca alternifolia). • Evitan la hipotermia (efecto traje de buzo). • No se adhieren al lecho de la herida. • Calman el dolor. • Requieren tiempo y material abundante. • Efecto poco duradero. • Sólo protegen parcialmente de la contaminación. • En superficies extensas se presenta riesgo de hipotermia. • Se adhiere al lecho de la herida. 3.3 Sulfadiacina argéntica + nitrato de cerio (Flammazine Cerio®) Añade a las propiedades de la sulfadiacina argénti- ca la capacidad de penetrar en la escara, por lo que es la cura de elección en las quemaduras de tercer grado en espera de la cirugía. Modula la respuesta inmunitaria y algunos estudios ponen de manifies- to cierta actividad sobre la organización de las fibras de colágeno en la formación de la cicatriz.4 3.4 Nitrofurazona (Furacin®) Se trata de una pomada con actividad antiséptica y bacteriostática. Es hidrosoluble, por lo que puede usarse en heridas muy exudativas o en contacto con pus o sangre. Es efectiva ante gérmenes Gram positivos y nega- tivos como S. aureus (incluso MRSA), pero no es útil frente a la infección por pseudomona. Su actividad bacteriostática se prolonga hasta los siete días, siendo recomendable cambiar la cura a las 48-72 horas. No penetra las escaras en gran medida, por lo que es poco útil frente a las quemaduras de tercer grado. Su aplicación, habitualmente, es indolora pero puede producir cierto prurito como efecto secundario. Normalmente, combinaremos la apli- cación de esta pomada con un apósito siliconado no adhesivo como Mepitel® para evitar que la cura se adhiera al lecho y dificulte los cambios de la misma. La nitrofurazona es también útil como cura de zonas injertadas, asociada a un apósito no adheren- te (Linitul®, Adaptic®, Urgotul®). El principal efecto indeseado de la nitrofurazo- na es la alta tasa de reacciones alérgicas que provo- ca (del 1-4 % según las series), por lo que debe evi- tarse, en la medida de lo posible, la prolongación del tratamiento. No se han demostrado afectos adversos durante la gestación, lactancia ni en el recién nacido. Debe usar- se con precaución en casos de insuficiencia renal grave por la posibilidad de acumulación de los excipientes. 3.5 Povidona yodada (Betadine gel®, Betatul®) Presenta una gran actividad frente a multitud de gérmenes con un amplio espectro que incluye Gram positivos(incluido el MARSA), negativos, mico- bacterias y hongos. Las curas pueden espaciarse cada 24-48 horas. A diferencia de otros productos, aun- que el excipiente permanece en la superficie, el yodo (principio activo) sí que penetra en la herida en pro- fundidad, pudiendo controlar la infección a ese nivel. Es hidrosoluble. Acostumbra a utilizarse bien combinada con un apósito no adherente en que- maduras no muy extensas (Betatul®), o bien en fases de áreas cruentas postinjerto. En nuestra práctica habitual también la utilizamos, en muchas ocasio- nes, combinada con una crema de corticoides 32 Dr. Oriol Vernetta Rubio Figura 2. Alergia a Nitrofurazona. Tabla 3. Comparativa entre las diferentes cremas. Características Inconvenientes Nitrofurazona Curas c/2-4 días. Hidrosoluble. Asociar apósito no adherente. Prurito al ser aplicada. Reacciones alérgicas. Sulfadiacina Ag Curas c/12-24 horas. Hidrata. Cura confortable. Leucopenia. Povidona yodada Curas c/24-48 horas. Hidrosoluble. Alivia el dolor Absorción de yodo (sin incidencias descritas). Corticoides Curas expositivas c/24 horas. Reduce el tejido hipertrófico. el tratamiento de casos concretos, según las necesi- dades de una u otra quemadura. Esto obliga a los profesionales a tener ciertos conocimientos acerca de la actividad y las características individuales de los apósitos más extendidos. Sus principales inconvenientes son la menor dis- ponibilidad fuera de las unidades especializadas y la necesidad de una curva de aprendizaje para fami- liarizarse con el producto, con el fin de obtener una buena relación coste-efectividad. El apósito ideal debe mantener un ambiente húmedo sobre la quemadura, proteger frente a la infección, adaptarse al contorno corporal, permitir una cura confortable y mantenerse en contacto con el lecho de la herida sin ser excesivamente adheren- te. Otras características ideales serían un bajo coste- efectividad y la posibilidad de espaciar las curas al máximo. No existe ningún apósito en el mercado que cumpla con todos estos requisitos; ello obliga a los profesionales a conocer las características propias de cada uno de los más usados con el fin de adaptar su indicación al caso concreto que deban tratar, sabien- do elegir el más adecuado según las necesidades de cada paciente y cada quemadura o herida. A continuación detallamos una serie de apósitos, centrándonos en aquellos de los que tenemos expe- riencia clínica. Esto no quiere decir que otros apó- sitos existentes en el mercado no puedan sernos úti- les, pero al no tener experiencia con ellos preferimos no mencionarlos. 4.1 Aquacel Ag® Se trata de un apósito de hidrofibra que contiene plata iónica. Presenta un amplio espectro bacteri- cida frente a gram prositivo y negativo, incluido el MARSA y hongos. Proporciona una buena gestión del exudado y su colocación no resulta dolorosa. Si la quemadura no genera mucho exudado, acos- tumbra a adherirse al lecho, haciendo difícil la revi- sión. Una vez realizada la cura, los pacientes refie- ren cierta sensación de ferulización en áreas de flexión. Al ser colocado debe humedecerse con suero fisiológico, teniendo en cuenta que este apósito se encoge de forma importante, por lo que debe dejar- se un margen de seguridad (5 cm) alrededor del borde de la quemadura para que no queden zonas expuestas cuando Aquacel Ag® se encoja. Cuidados locales de las quemaduras: uso de cremas y apósitos 33 (Celesto derm®) para reducir el tejido de granula- ción en áreas cruentas y así favorecer el cierre por segunda intención; también, en el sellado de los márgenes de la zona cubierta con regeneradores dér- micos. Ha de evitarse cubrir áreas muy extensas por la posible absorción de yodo, aunque no se han des- crito incidencias al respecto. 4. Apósitos Están desplazando a las cremas en el tratamiento de las quemaduras, incluso para grandes extensio- nes. Existen diferentes tipos de apósitos en el mer- cado, desde los pasivos, que deben usarse en com- binación con cremas o con otros apósitos, hasta los interactivos. Dentro del primer grupo encontramos los apósitos de silicona (Mepitel®) y las láminas no adherentes (Adaptic®, Urgotul®). Éstos no aportan actividad intrínseca sobre las heridas, pero comple- mentan y mejoran a otro producto, haciendo la cura más confortable y efectiva. Dentro del segundo grupo encontramos los apósitos que actúan direc- tamente sobre la quemadura: proporcionan una actividad bactericida mediante la plata que incor- poran, bien sea iónica bien nanocristalina, y tienen la capacidad de gestionar el exudado, de modular el proceso de epitelización y de reducir el dolor. Se conocen como interactivos porque reaccionan de distinta forma según las propias características de la quemadura, como el nivel de exudado. En la actualidad, constituyen el tratamiento de elección en la mayoría de pacientes debido a que presentan una serie de ventajas frente a las curas clásicas con cremas. Éstas son: – son más fáciles y rápidos de colocar; – confort de la cura; – mantienen la actividad entre cuatro y siete días, permitiendo espaciar las curas; – presentan una menor tasa de absorción de principios activos; – presentan una menor incidencia de reaccio- nes alérgicas. Otra ventaja en nuestro medio es que no inter- fieren con la prueba diagnóstica del láser-doppler. Cada apósito nos aporta características distinti- vas (véase la tabla 2) que pueden interesarnos para Tras la primera cura, en las revisiones posterio- res no es conveniente retirar los apósitos que per- sistan, firmemente, adheridos al lecho, maniobra que puede resultar dolorosa. Tan sólo se deben recortar aquellos que se hayan empezado a despren- der conforme el fondo se haya ido epitelizando. Mantiene su actividad alrededor de siete días, por lo que no es necesario realizar cambios, a menos que aparezcan signos de saturación del apósito por el exudado o infección. Aquacel Ag® es, también, una cura muy adecua- da para zonas injertadas; su uso, siempre, debe ir asociado con un tul graso, para que el apósito no se adhiera al injerto. Además, es una buena opción para zonas dadoras de injertos, ya que permite una inmovilización prolongada sin cambios de apósito. 4.2 Mepilex Ag® Está formado por una espuma absorbente im - pregnada en plata iónica; ofrece un amplio espec- tro antibacteriano como todos los apósitos con plata iónica y presenta una película de silicona en una de sus caras (tecnología Safetac). Esta pelí- cula permite un buen contacto con el lecho de la quemadura pero sin adherirse firmemente al mismo, lo que facilita revisar la herida sin gene- rar dolor al paciente y volver a colocar el mismo apósito. Gestiona el exudado de forma adecuada y puede mantenerse sobre la quemadura hasta siete días, dependiendo del nivel de saturación del apósito. Se adapta aceptablemente al lecho. Al adherirse poco al lecho de la herida, este apó- sito es muy sencillo de retirar para revisar el estado de la lesión y, en consecuencia, puede colocarse de nuevo generando las mínimas molestias en el paciente. Esto lo hace especialmente indicado en las curas de los niños. También es útil en el trata- miento de zonas dadoras de piel, pero no sobre autoinjertos. 34 Dr. Oriol Vernetta Rubio Figura 3. Cura con AquacelAg®. Margen de seguridad de 5 cm del borde de la quemadura. Figura 4. Mepilex Ag®: cura en niño y en los dedos de un pacien- te adulto. Biatain Ibu® libera ibuprofeno progresivamente en función del exudado absorbido, directamente, del lecho de la herida, observándose una importan- te actividad analgésica. Se trata, por tanto, de un apósito ideal para aque- llas heridas con bajo riesgo de infección en las que prime la necesidad analgésica. Idealmente, lo utili- zaremos para las zonas dadoras de injertos; aunque, también, se puede utilizar en heridas y quemaduras sin signos de infección. Biatain Ag® tiene, como los apósitos descritos anteriormente con plata iónica, un amplio espec- tro antibacteriano, pudiendo mantener su poder bactericida hasta
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