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Mód 4 - Intervención en cimentaciones

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PATOLOGÍA E INTERVENCIÓN EN 
CIMENTACIONES DE EDIFICACIÓN
MÓDULO 4. INTERVENCIÓN EN CIMENTACIONES
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Índice
 4. Intervención en cimentaciones
 4.1 Condicionantes para la intervención
 4.2 Clases de intervenciones
 4.3 Técnicas de tratamiento para la mejora del terreno
 4.3.1 Las inyecciones
 4.3.2 El jet grouting
 4.4 Recalces superficiales
 4.4.1 Aumento de las dimensiones en planta
 4.4.2 Aumento de la profundidad del plano de apoyo
 4.5 Recalces profundos
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
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4. INTERVENCIÓN EN CIMENTACIONES
4.1. Condicionantes para la intervención
Una vez conocido el origen de los daños y en el supuesto de que su diagnóstico haya establecido la ne-
cesidad de una intervención en el terreno o en los cimientos del edifi cio, se procede a redactar el Proyecto de 
Ejecución de las correspondientes reparaciones. 
Para concretar ese Proyecto, hay que analizar las diversas soluciones posibles, estudiar las técnicas y pro-
cedimientos que pueden ser adoptados, seleccionar aquellos que sean más adecuados para el caso y, fi nalmen-
te, proceder a la redacción de los documentos técnicos necesarios. En todas estas tareas, de carácter claramente 
selectivo, hay que tener en cuenta los siguientes condicionantes:
• Causas que determinan la reparación.
• Sistema de cimentación que va a ser objeto de intervención.
• Problemas específi cos que presentan el edifi cio y su entorno.
• Grado de deterioro alcanzado.
• Técnicas de reparación aplicables y, de entre ellas, técnicas que resultan realmente disponibles en la 
ubicación en la que se va a trabajar. 
• Condiciones económicas mínimamente necesarias para aplicar las técnicas disponibles y condiciones 
económicas que resultan realmente disponibles para la ejecución de la obra.
Si se ha llevado a término con el debido rigor la fase de información, se poseerán los conocimientos 
sufi cientes para concretar con exactitud cuáles son las causas que han exigido el llevar a cabo la reparación. 
Pero las soluciones y las técnicas de actuación son muchas y muy variadas, por lo que la correcta selección del 
procedimiento más adecuado para detener total y defi nitivamente el deterioro (o, por lo menos, para frenarlo) 
siempre va a exigir la detenida consideración de todos y cada uno de los condicionantes más arriba reseñados.
A modo de aclaración de cómo deben ser considerados en la práctica real esos tan repetidos condicionan-
tes y en el supuesto de que las causas determinantes de la reparación permanezcan constantes, cabe hacer los 
comentarios que se expresan a continuación. 
En lo relativo al sistema de cimentación que va a ser objeto de intervención, las soluciones elegidas serán 
distintas según se trate de un sistema de cimentación superfi cial o de un sistema de cimentación profunda. En 
una cimentación superfi cial es posible intervenir sobre el cimiento ya existente, mejorándolo mediante distin-
tas clases de refuerzos (recalces superfi ciales). Pero, en una cimentación profunda por pilotaje, no es posible 
intervenir sobre los pilotes ya existentes, sino que es preciso añadir nuevos elementos de cimentación profun-
da, casi siempre micropilotes (recalces profundos).
En lo relativo a la consideración de los problemas específi cos inherentes al edifi cio, las soluciones elegi-
das serán distintas según se trate de edifi cios vacíos o en uso y ocupados, por cuanto las intervenciones sobre 
estos últimos conllevan graves riesgos, aparte de que resulta ineludible el mantener en ellos unas condiciones 
mínimas de habitabilidad y de funcionalidad. Y las soluciones también serán diferentes en función de que el 
inmueble se encuentre aislado o adosado a otros edifi cios, ya que la presencia de éstos no sólo condiciona la 
ejecución de las excavaciones sino que, además, favorece el que esas edifi caciones colindantes se vean afecta-
das por los movimientos adicionales que puedan aparecer en el transcurso de la intervención. Y, por supuesto, 
la morfología general específi ca de cada edifi cio (existencia o carencia de sótanos, ritmos de la superestructura, 
dimensiones de las piezas, etc.) condiciona drásticamente todo lo referente al acceso, a la maniobrabilidad y al 
correcto rendimiento de la maquinaria imprescindible para muchos de los sistemas de actuación. 
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
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En lo relativo a la consideración del grado real de deterioro ya alcanzado por el edifi cio, debe tenerse en 
cuenta que los edifi cios objeto de intervención suelen tener muy mermadas las que fueron sus capacidades 
mecánicas iniciales y originales para afrontar con éxito cualquier movi-miento estructural. Y también que, 
en la aplicación práctica en obra de la gran mayoría de las técnicas de intervención, se producen subsidiaria 
e inevitablemente algunos movimientos adicionales, causados por las propias actuaciones (excavaciones he-
chas al lado o al pie de cimientos existentes, empleo de agua a alta presión, etc.) y por la puesta en carga de 
cimentaciones nuevas o de refuerzos incorporados a las cimentaciones preexistentes. Estas circunstancias son 
las que, tanto para evitar la progresión de los daños ya sobrevenidos como para coartar posibles movimien-
tos adicionales, pueden aconsejar que, antes de iniciar cualquier intervención en los cimientos, se proceda a 
reforzar las estructuras originales del edifi cio y/o a introducir las estructuras auxiliares de presencia temporal 
(apeos) que se revelen necesarias.
Siguiendo con el análisis de los condicionantes para seleccionar debidamente una de las diversas solucio-
nes de intervención posibles y por encima de que todas ellas puedan ser bien conocidas y estén sobradamente 
experimentadas, se puede poner un ejemplo aclaratorio de la importante infl uencia que tiene, a la hora de 
elegir una solución constructiva, la real disponibilidad a pie de obra de una o de otra técnica de actuación. Ese 
ejemplo es el siguiente:
En un emplazamiento relativamente aislado y que tenga un difícil o incómodo acceso, aunque se 
encomiende la intervención a los mejores técnicos y se tenga la certeza científi ca de cuál es el 
procedimiento óptimo para hacer las reparaciones, su ejecución resultará prácticamente imposible 
si hay que aplicar soluciones cuyas tecnologías exijan el empleo de la maquinaria con la que sue-
len operar las denominadas “empresas especializadas”. Si, además, la obra va a ser de pequeño 
volumen, es muy probable que a estas “empresas especializadas” no les resulte rentable el acudir 
a ese emplazamiento aislado e incómodo.
Y, en lo relativo a la importancia que tienen las condiciones económicas en el proceso de selección de 
la intervención más adecuada, debe hacerse constar que, cuando los recursos disponibles sean limitados, es 
preferible plantear la ejecución de una actuación total, escalonada en una sucesión bien planifi cada de fases de 
obra, que correr los riesgos que se derivarían de llevar a cabo una solución parcial e incompleta o, lo que es 
peor, de tener que interrumpir forzosamente las obras. 
La interrupción de los trabajos por indecisiones técnicas o por agotamiento de los recursos económicos 
suele dar lugar a los mayores fracasos, sobre todo cuando se hacen recalces. Efectivamente, durante los perío-
dos en los que la obra está parada, se producen interacciones mecánicas de los elementos que ya han sido tra-
tados sobre el resto de los elementos del edifi cio que todavía no lo han sido. Y de ello se deriva un incremento 
de los movimientos que inicialmente padecía el edifi cio, incremento que, a su vez, causa un aumento del grado 
de deterioro inicial.
Para continuar con la presente exposición, corresponde hacer unas breves consideraciones acerca de la 
ejecución de una obra de reparación. Ante todo, hay que dejar bien sentado que hacer cualquier obra de repara-
ción es algo más complejo y más comprometido que ejecutar una obra de nueva planta. Como en cualquier otra 
obra, en las de reparaciónhay que cumplir toda la Normativa aplicable vigente, hay que respetar exactamente 
todos los contenidos del Proyecto y debe ejercerse un estricto control de calidad sobre todos los materiales, 
elementos, subsistemas y sistemas constructivos. Pero además, en las reparaciones de cimientos deben llevarse 
a cabo dos tareas importantísimas, que son las siguientes:
• Controlar todos los posibles movimientos del edifi cio, preferiblemente mediante instrumentos de pre-
cisión. 
• Vigilar la puesta en carga de todos los elementos de nueva introducción, para que se lleve a cabo de un 
modo paulatino y, además, temporalmente escalonado entre unas y otras zonas del edifi cio, de modo 
que se minimicen los posibles movimientos de aparición subsidiaria.
Por último, debe advertirse que una obra de reparación de cimientos no fi naliza cuando ya han concluido 
las tareas correspondientes a su ejecución propiamente dicha. Después de esta conclusión, se requiere un pe-
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
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ríodo mínimo de tiempo para comprobar tanto la estabilización de todos los movimientos (los que dieron lugar 
a la reparación y los inducidos por las propias intervenciones y por la puesta en carga de los elementos correc-
tores) como la ausencia de nuevos daños que pudieran haber surgido por insufi ciencias o por defi ciencias en 
las soluciones adoptadas. Este período de comprobación es variable según el tipo y la complejidad de la obra 
ejecutada, pero nunca debería ser inferior a un año. 
Obviamente, es muy conveniente que el control de movimientos durante el período de comprobación se 
realice mediante instrumentos de precisión, lo cual obliga a mantener las bases de la instrumentación y, en 
consecuencia, a retrasar la fase fi nal de ejecución de los acabados hasta pasado ese período de comprobación 
o hasta que las comprobaciones resulten satisfactorias.
4.2. Clases de intervenciones.
Las soluciones de intervención en un edifi cio con fallos en la cimentación son muchas y muy variadas, 
pero todas ellas se concretan en tres clases fundamentales, que son:
• Intervenciones para el tratamiento y mejora del terreno afectado por los elementos de cimentación. 
• Recalces o intervenciones sobre los elementos de cimentación.
• Intervenciones sobre las superestructuras.
Las intervenciones sobre el terreno, obviamente con la fi nalidad de mejorarlo, pueden ser las más adecua-
das cuando éste se encuentre en estado fl ojo, con muchos huecos y con una baja capacidad portante, o bien 
cuando haya que reducir su permeabilidad porque contenga una cantidad de agua tan notable que las excava-
ciones resulten muy difíciles o muy incómodas. 
En estas intervenciones no se actúa sobre los elementos de cimentación, sino solamente sobre el terreno 
afectado por ellos. Las técnicas más utilizadas en edifi cación son:
• Las inyecciones. 
• El “jet-grouting”.
Los recalces o intervenciones sobre los elementos de cimentación resultan adecuados en dos casos: pri-
mero, cuando, considerados como un elemento constructivo más, los cimientos presenten insufi ciencias o 
defi ciencias intrínsecas que pongan en peligro parcial o totalmente su integridad o su estabilidad; y segundo, 
cuando se vayan a realizar obras por debajo de las superestructuras o muy cerca de la base de las mismas, de 
manera que resulte presumible que estos elementos vean alteradas sus condiciones de equilibrio iniciales.
Los recalces pueden clasifi carse en dos grandes grupos: 
• Recalces superfi ciales.
• Recalces profundos.
Los recalces superfi ciales son actuaciones de reparación o de refuerzo sobre los cimientos superfi ciales 
preexistentes (generalmente, zapatas) con la fi nalidad de aumentar la superfi cie de transmisión al terreno de 
las cargas actuantes, o sea, para mayorar la superfi cie de contacto cimiento-suelo. Pero debe hacerse constar 
que, en ocasiones, los recalces superfi ciales también tienen como fi nalidad el profundizar el plano de apoyo del 
cimiento hasta alcanzar un terreno más resistente.
Los recalces profundos consisten en añadir nuevos elementos de cimentación profunda (generalmente, 
micropilotes), que pueden construirse o bien atravesando las cimentaciones preexistentes o bien junto al perí-
metro de las mismas.
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
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Conviene advertir que los recalces constituyen una solución de tipo quirúrgico, que debe emplearse sola-
mente en aquellos casos en los que no sea posible frenar o eliminar los daños mediante otra solución menos 
drástica. Este criterio está basado en que las obras de recalce conllevan forzosamente grandes repercusiones de 
carácter funcional, económico y estético que, en muchos casos, se podrían soslayar mediante otras interven-
ciones más sencillas.
En efecto, el recalce es un proceso constructivo un tanto complejo que, normalmente, se desarrolla en tres 
fases sucesivas, que son:
• PRIMERA FASE: Transferencia temporal de las cargas que actúan sobre la cimentación preexistente 
hasta una estructura provisional (el ”apeo”), que debe ser preparada antes de comenzar las actuaciones 
y que suele exigir la construcción de una cimentación propia, temporal, que luego se abandona o se 
elimina.
• SEGUNDA FASE: Ejecución del recalce propiamente dicho.
• TERCERA FASE: Transmisión defi nitiva de las cargas temporalmente actuantes sobre el apeo hasta la 
cimentación preexistente ya debidamente reforzada o, en su caso, hasta la nueva cimentación creada. 
Esta operación es la que se denomina “puesta en carga”.
El desarrollo de cada una de estas tres fases provoca inevitablemente unos movimientos adicionales que 
se superponen a los ya sobrevenidos y que, si llegan a afectar a una construcción que ya esté muy deteriorada, 
pueden conducir a su ruina irremediable y defi nitiva o, en el mejor de los casos, a la necesidad de proceder a 
un refuerzo de la superestructura del edifi cio.
En ocasiones, en la “Primera Fase” del proceso puede prescindirse de la estructura provisional antes men-
cionada. Así sucede cuando se aplica la solución de recalzar mediante micropilotes que atraviesen la cimenta-
ción superfi cial preexistente. Pero, como se detallará más adelante, la aplicación de esta solución requiere que 
la cimentación objeto de intervención posea unas determinadas condiciones favorables (en su dimensionado y 
en el estado de sus fábricas) que en la práctica solamente se dan en rarísimas ocasiones.
En lo relativo a las intervenciones sobre las superestructuras, debe hacerse constar que estas actuacio-
nes se revelan adecuadas en dos casos: el primero, preventivo, cuando las estruc-turas originales del edifi cio 
requieren un refuerzo de sus elementos constitutivos (muros y/o barras y/o nudos) porque las capacidades 
mecánicas de tales elementos resultan insufi cientes para afrontar los movimientos adicionales que vayan a 
sobrevenir como consecuencia del recalce; y el segundo, corrector, cuando haya que frenar o que subsanar los 
daños ya ocasionados por determinadas clases de acciones o de movimientos. 
A título de ejemplo de este segundo supuesto cabe reseñar la intervención consistente en un atirantado de 
las superestructuras de un edifi cio afectado por un movimiento de asiento combinado con el giro de uno de sus 
bordes. En este caso, el atirantado no solamente frena la progresión de dicho movimiento, sino que también 
reduce y homogeneiza la distribución de tensiones que el elemento de cimentación causa sobre el terreno. Esto 
es así porque el atirantado genera un giro de sentido contrario al que ha afectado a la cimentación y reduce la 
excentricidad inicial de las cargas. En resumen, desempeña las funciones que serían propias de un recalce, sin 
tener que realizar excavación alguna. (Véase Figura 4-1).
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
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Figura 4-1: Efectos del atirantado en un edifi cio con movimiento combinado de asiento y de giro en uno de sus bordes.
Hay casos en los que estos atirantados de las superestructuraspueden resultar imprescindibles como me-
didas de precaución (apeos provisionales) antes de acometer las intervenciones necesarias sobre el terreno o 
sobre los cimientos.
Y para concluir estos comentarios acerca de las distintas clases de intervenciones, debe hacerse constar 
que, en varias ocasiones, hay actuaciones mucho más sencillas y elementales que las que se puedan hacer so-
bre el terreno o sobre los cimientos o sobre las superestructuras y que, a pesar de su simplicidad, son de una 
sorprendente efi cacia, al menos para frenar la progresión de los daños. 
De entre esas actuaciones sencillas, cabe mencionar las siguientes: la optimización, la reparación o la 
reconstrucción de las acometidas, conducciones y demás elementos de las instalaciones de agua a presión y de 
las redes de evacuación de aguas residuales y pluviales; la ventilación permanente de las cámaras de aire en 
contacto con el terreno; la supresión del arbolado y de la vegetación existentes en el entorno inmediato de las 
edifi caciones; la pavimentación de este mismo entorno; etc.
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
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4.3. Técnicas de tratamiento para la mejora del terreno.
Aunque resulte obvio, conviene dejar constancia de que, en las intervenciones sobre el terreno con la fi -
nalidad de mejorarlo no se actúa sobre los elementos de cimentación, sino sobre el terreno afectado por estos 
elementos.
En las cimentaciones directas o superfi ciales, el volumen de terreno afectado por el cimiento está en fun-
ción del ancho de este último. Como es lógico, la mejora del terreno debe ser aplicada en esta zona de infl uen-
cia. (Véase Figura 4-2). 
Figura 4-2: Zona de infl uencia de una cimentación directa o superfi cial (DB-SE-C).
En las cimentaciones profundas por pilotaje, el terreno afectado por el cimiento es función de la longitud o 
profundidad de empotramiento de los pilotes en el terreno (Véase Figura 4-3). Y habida cuenta de que un pilote 
suele atravesar varias capas de terreno cuyas características y propiedades geotécnicas suelen ser diferentes, las 
técnicas de tratamiento pueden ser aplicadas a una o a varias de esas capas. 
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
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Figura 4-3: Zona de infl uencia de un pilote en fuste y en punta (DB-SE-C).
Como ya se ha mencionado, las técnicas habituales para el tratamiento del terreno afectado por la cimen-
tación en la edifi cación son: las inyecciones y el “jet-grouting”.
4.3.1 Las inyecciones.
Las inyecciones consisten en hacer penetrar en los huecos y en las fi suras del terreno un fl uido que mejore 
la cohesión interna del mismo. Se emplean como tratamiento del terreno para reducir su permeabilidad, para 
mejorar su capacidad portante y para reducir su compresibilidad.
De entre las ventajas de la aplicación de inyecciones cabe destacar las siguientes:
• Rellenan los huecos y fi suras del terreno y le añaden una componente cohesiva, todo lo cual favorece 
una mejora de su compacidad y una reducción de su permeabilidad.
• No requieren ni una solidarización con los cimientos preexistentes ni una puesta en carga, por cuanto 
son aplicadas al terreno que está situado alrededor o por debajo de esos cimientos.
• No suelen requerir apeos, porque lo frecuente es que no haya que hacer excavaciones ni al pie ni junto 
a los cimientos existentes. Y, puesto que no se hacen ni solidarización con los cimientos preexistentes 
ni puesta en carga ni excavaciones, solamente pueden sobrevenir movimientos extemporáneos debi-
dos a la puesta en obra de la propia técnica de inyección.
Y, como inconvenientes de la aplicación de inyecciones, cabe señalar los siguientes:
• Incompatibilidad de las inyecciones con la penetrabilidad del terreno. Donde las inyecciones son 
más fácilmente aplicables es en los terrenos granulares gruesos, pero en ellos rara vez se presentan 
defi ciencias o insufi ciencias de capacidad portante. En tiempo pasado, el fl uido que se inyectaba siem-
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pre era una lechada de cemento, pero actualmente existen numerosos productos que han mejorado 
notablemente la compatibilidad de las inyecciones con las distintas clases de terrenos. De entre esos 
productos, cabe destacar los geles de sílice, las resinas, los poliuretanos, el microcemento, etc. 
• Difícil control de las inyecciones, porque, al introducir en el terreno un fl uido, éste puede alcanzar 
alguna vía que facilite su escape y su circulación, como pueden ser una canalización del saneamiento 
enterrada o una galería. Como consecuencia de esas fugas, no solo queda inutilizada la canalización 
que actúa como vía de circulación, sino que, además, el volumen de producto inyectado aumenta con-
siderablemente, elevando el costo de la intervención sin que se logre la mejora del terreno afectado 
por el cimiento.
• Incertidumbre acerca de la mejora real que puede ser obtenida con las inyecciones, a menos que, una 
vez hechas, se complementen con la ejecución de sondeos y ensayos “in situ” y con la extracción de 
muestras del terreno con la fi nalidad de ensayarlas en laboratorio, únicas vías que permiten hacer una 
estimación seria y científi ca de la mejora obtenida en los parámetros geotécnicos. Y la ejecución de 
esos nuevos sondeos y ensayos da lugar a una notable repercusión económica en aquellas obras que 
tienen un volumen limitado, tal y como suele ocurrir en las de edifi cación.
Los dos tipos habituales de inyección son: las inyecciones superfi ciales con resinas expansivas y las inyec-
ciones profundas con tubo-manguito y doble obturador.
4.3.1.1 Inyecciones superfi ciales con resinas expansivas.
Las inyecciones superfi ciales con resinas expansivas comenzaron a aplicarse en Italia hace unos veinte 
años, pero en España su empleo es mucho más reciente. Consisten en inyectar una de esas resinas, o bien por 
simple gravedad o bien mediante una presión controlada, en una perforación previamente abierta en el terreno 
con la ayuda de una maquinaria muy simple. (Véanse Figura 4-4 y Figura 4-5).
Figura 4-4: Ejecución de la perforación previa a la inyección. 
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Figura 4-5: Inyección de la perforación.
Las perforaciones suelen hacerse a distancias comprendidas entre 1,0 m y 3,0 m, distribuidas en líneas o 
formando una cuadrícula. (Véase Figura 4-6).
Figura 4-6: Consolidación de la subbase de una acera.
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
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Esta técnica tiene un costo mucho más reducido que la de la inyección profunda con tubo-manguito, pero 
al contrario que ésta, no permite ni inyectar en profundidad ni a distancias predeterminadas en cada taladro. 
No obstante, puede proporcionar buenos resultados en la consolidación del terreno en casos sencillos, como, 
por ejemplo, por debajo de cimientos muy someros que correspondan a edifi cios de pequeña entidad (que 
transmiten cargas reducidas al terreno), o bien por debajo de elementos secundarios, como son las aceras, las 
soleras, etc.
4.3.1.2. Inyecciones profundas con tubo-manguito y doble obturador.
Son las inyecciones tradicionales, cuya ejecución conlleva las siguientes fases (Véase Figura 4-7):
• Ejecución de la perforación mediante una sonda hasta la profundidad requerida. Si el terreno no se 
sostiene o contiene agua, la perforación se realiza al abrigo de una entubación.
• Instalación en la perforación del denominado “tubo-manguito”. Se trata de un tubo en el que se rea-
lizan taladros equidistantes con separaciones predeterminadas (de entre 0,50 m y 1,0 m). Sobre estos 
taladros se colocan unos manguitos de caucho que los obturan. (Véase Figura 4-8). 
• Vertido del fl uido por el interior del tubo-manguito, por simple gravedad. El fl uido sale por el extre-
mo inferior del tubo y asciende por el espacio entre éste y las paredes de la perforación, creando una 
vaina alrededor del tubo. Una vez completada esa vaina y con el fl uido aún fresco, puede retirarsela 
entubación que haya servido para sostener la perforación, ya que ésta queda sostenida por la vaina.
• Instalación del tubo de inyección con doble obturador (Véase, de nuevo, Figura 4-8) por el interior del 
tubo-manguito e inyección de fl uido a alta presión, moviendo el tubo de inyección desde abajo hasta 
arriba. Al aplicar la alta presión, la inyección va venciendo los manguitos, rompe la vaina y va creando 
zonas de terreno mejoradas alrededor de los taladros del tubo-manguito. (Véase Figura 4-9). El doble 
obturador permite inyectar la zona requerida a las distancias predeterminadas, una o más veces.
Figura 4-7: Fases de la inyección con tubo-manguito y doble obturador.
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Figura 4-8: Tubo-manguito y tubo de inyección con doble obturador.
Figura 4-9: Proceso de inyección.
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Las perforaciones para la inyección pueden hacerse en cualquier dirección y atravesar cimientos existen-
tes. A título de ejemplo, la Figura 4-10 muestra un esquema de la disposición de las perforaciones en la zona 
de infl uencia de una zapata.
Figura 4-10: Perforaciones para inyectar la zona de infl uencia de una zapata.
Como ya se ha comentado, en zonas urbanas consolidadas y/o por debajo de edifi cios existentes existe 
un riesgo de fuga de la inyección hacia alguna galería o conducción enterradas, las cuales brindan un camino 
más fácil para que circule un fl uido a alta presión. Para evitar este riesgo, algunos autores proponen realizar 
un recinto perimetral al pie del cimiento existente o bien mediante jet-grouting o bien mediante inyección a 
baja presión y, una vez creado ese recinto perimetral, inyectar a alta presión por debajo del cimiento. (Véase 
Figura 4-11).
Figura 4-11: Creación de recinto perimetral con jet-grouting e inyección a alta presión bajo el centro.
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Otros autores proponen crear ese recinto perimetral mediante la construcción de vigas de hormigón arma-
do, las cuales, a su vez, pueden servir de refuerzo de las cimentaciones existentes. Pero esta solución requiere 
la introducción de apeos, por cuanto la construcción de esas vigas obliga a realizar excavaciones al pìe o junto 
a los cimientos existentes. A título de ejemplo, la Figura 4-12 muestra una solución mixta que fue empleada en 
la basílica del Pilar de Zaragoza y en la que el recinto perimetral fue creado mediante refuerzos de hormigón 
e inyecciones a baja presión.
Figura 4-12: Creación de recinto perimetral con refuerzos de hormigón e inyecciones a baja presión.
4.3.2 El jet-grouting.
El jet-grouting es una técnica de sustitución del terreno defi ciente por un terreno mejorado con cemento. 
Más concretamente, consiste en lo siguiente: en el terreno defi ciente y hasta la profundidad requerida, se cons-
truyen unas columnas por debajo del cimiento existente (atravesándolo) o bien junto al mismo, las cuales son 
parecidas a unos pilotes perforados “in situ”, aunque, a diferencia de éstos, no tienen una sección transversal 
constante y, además, están construidas con unos materiales de peor calidad. (Véase Figura 4-13).
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
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Figura 4-13: Columnas de jet-grouting por debajo de un cimiento existente.
Con respecto a las inyecciones tradicionales, el jet-grouting presenta las siguientes ventajas:
• La mejora del terreno está localizada y no existe ese riesgo de fuga del material que se aporta, tal y 
como sucede en las inyecciones tradicionales.
• No hay incompatibilidad entre el terreno y la inyección, porque, al producir la mejora, el jet-grouting 
rompe y aparta el terreno.
• La medición del volumen de las columnas de jet-grouting es bastante precisa, lo que permite elaborar 
un presupuesto más aproximado a la realidad de la obra que el que puede hacerse para las inyecciones 
tradicionales.
Y como principal inconveniente del jet-grouting, cabe destacar un incremento de los movimientos sub-
sidiarios debidos a la puesta en obra de la propia técnica de mejora. Este incremento, además de requerir un 
control preciso de tales movimientos mediante instrumentos de precisión, obliga a la introducción de apeos 
localizados que aseguren la estabilidad y la integridad de aquellas estructuras que sean particularmente sensi-
bles a los movimientos, como son las bóvedas, los arcos, etc 
Para llevar a cabo el jet-grouting, se perfora el terreno mediante una tubería cuyo extremo inferior lleva 
una cabeza de corte y tiene unas toberas a través de las que se inyecta agua o aire o agua-aire a alta presión. 
(Véase Figura 4-14).
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Figura 4-14: Tubería de perforación para la ejecución del jet-grouting.
Una vez alcanzada la profundidad requerida, por el eje de esa misma tubería se inyecta una lechada de 
cemento a alta presión, lechada que disgrega el terreno y que se mezcla con él y con el agua que ha sido in-
troducida durante la perforación. A continuación, la tubería va siendo retirada hacia fuera y, a la vez, se le va 
imprimiendo un movimiento de rotación sobre su propio eje, con lo que en el seno del terreno se va formando, 
de abajo a arriba, una especie de columna de suelo mezclado con cemento. (Véase Figura 4-15).
Figura 4-15: Proceso de ejecución del jet-grouting.
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Una vez extraída la tubería de inyección, se puede hincar verticalmente una barra de armadura en la zona 
superior de la columna, para mejorar su resistencia a fl exión en esa zona y para facilitar la futura unión con la 
estructura preexistente. (Véase Figura 4-16)
Aunque lo más habitual sea la ejecución de columnas de jet-grouting verticales, tales columnas pueden 
tener cualquier dirección, sin más limitaciones que las debidas a la maniobrabilidad y al funcionamiento de la 
propia maquinaria de ejecución.
Habida cuenta de que no pueden realizarse simultáneamente todas las columnas de jet-grouting y de que 
el fraguado de la lechada de aportación es muy lento, durante el tiempo de ejecución el terreno se convierte en 
un fl uido viscoso, por lo que, inevitablemente, aumentan los movimientos (los asientos y sobre todo los giros) 
de los cimientos preexistentes.
Otra causa del incremento de esos movimientos es la que se deriva de las altas presiones utilizadas en 
su ejecución, presiones que, antes de disiparse en el terreno, pueden llegar a transmitirse a capas de agua o a 
estratos duros, con el riesgo de que se produzcan levantamientos del terreno o de las cimentaciones próximas.
Los mejores resultados de la técnica del jet-grouting, en los que se minimiza el riesgo de que aparezcan 
daños causados por movimientos subsidiariamente inducidos, son los obtenidos en la mejora del terreno por 
debajo de cimientos continuos rígidos, bastante robustos y masivos. Pero, lamentablemente, estas característi-
cas favorables no suelen ser frecuentes cuando hay fallos en la cimentación.
Figura 4-16: Cabezas de las columnas de jet-grouting en un campo de pruebas.
A la hora de elegir esta solución, debe tenerse en cuenta la necesidad ineludible de un espacio de actuación 
libre en el entorno inmediato del edifi cio, en donde se puedan ubicar una mezcladora, los depósitos para las 
distintas mezclas y los contenedores para los detritos que son bombeados. Esta necesidad puede causar graves 
difi cultades cuando se actúa en cascos urbanos consolidados. (Véase Figura 4-17).
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Figura 4-17: Difi cultades en el casco urbano de Espinosa de los Monteros (Burgos) para la ejecución de un jet-grouting.
Cuando esta técnica de mejora es ejecutada en el interior de un edifi cio, también debe tenerse en cuenta la 
necesidad de disponer de un gálibo sufi ciente para que las columnas de jet-grouting puedan alcanzar la profun-
didad requerida. (Véase Figura 4-18).
Figura 4-18: Jet-grouting en el interiorde la iglesia de Espinosa de los Monteros (Burgos).
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
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El jet-grouting permite asociar sus columnas en una o en varias fi las, por lo que es posible su aplicación 
para realizar recalces apantallados, al abrigo de los cuales pueden ser ejecutadas excavaciones al pie de cimien-
tos existentes. (Véase Figura 4-19).
En estos recalces apantallados es frecuente que las columnas sean ejecutadas con una mezcla de bentoni-
ta-cemento, con el objetivo de lograr la impermeabilización y la estanqueidad del recinto excavado frente a la 
entrada de agua contenida en el terreno.
Figura 4-19: Disposición en planta de un recalce apantallado con jet-grouting.
El dimensionado de las columnas de jet-grouting suele hacerse como el de los pilotes perforados “in situ”, 
considerando una resistencia en fuste y una resistencia en punta. Los valores de estas resistencias deben ser 
muy conservadores, por cuanto la sección de una misma columna de jet-grouting varía a cada profundidad, 
en función de la clase de terreno atravesado y de la resistencia que éste ofrezca a la perforación. De hecho, el 
diámetro de estas columnas puede llegar a ser de 1,50 m y hasta de 2,00 m cuando atraviesan terrenos muy 
fl ojos, mientras que se limita a menos de 0,30 m cuando atraviesan alguna capa muy dura.
Por último, debe advertirse que, cuando se hacen columnas de jet-grouting atravesando un cimiento pre-
existente, no hay plena garantía de un buen contacto entre éste y las columnas, ya que estas últimas siempre 
padecen una cierta reducción de su sección dentro de su correspondiente perforación, a causa de su normal 
retracción durante el fraguado. No obstante, en la práctica este problema no es muy grave, porque esa holgura 
entre el cimiento y la columna es muy pequeña.
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
21
4.4 Recalces superfi ciales
Tal y como ya se ha hecho constar, los recalces superfi ciales son reparaciones, refuerzos o actuaciones 
sobre los cimientos superfi ciales preexistentes (generalmente, zapatas), con la fi nalidad de aumentar la super-
fi cie de transmisión de las cargas al terreno (esto es, la superfi cie de contacto suelo-cimiento) y, en ocasiones, 
con la fi nalidad de profundizar el plano de apoyo de la cimentación hasta alcanzar un terreno más competente.
Conviene advertir que este tipo de recalces es cada vez menos frecuente, debido a tres causas: al elevado 
coste de la mano de obra, al largo tiempo necesario para su ejecución y al riesgo que conllevan las ineludibles 
excavaciones que hay que hacer al pie de los cimientos existentes.
4.4.1 Aumento de las dimensiones en planta.
El aumento de las dimensiones en planta de los cimientos preexistentes está indicado en aquellos casos 
en que éstos apoyan sobre un terreno competente, pero con unas secciones mecánicas útiles que son inferiores 
a las mínimamente necesarias, ya sea porque el cimiento no está bien dimensionado, ya sea porque se han 
degradado sus materiales constituyentes, ya sea porque se van a aumentar las acciones transmitidas al terreno. 
Debe advertirse que, al aumentar las dimensiones en planta de un cimiento, también aumenta su zona de 
infl uencia, por lo que pueden incrementarse los asientos, sobre todo cuando los cimientos sobre los que se va 
a intervenir se encuentran muy próximos y los bulbos de presiones pueden superponerse. En estos casos, el 
volumen de terreno compresible y afectado por el cimiento es el correspondiente al bulbo conjunto. (Véase 
Figura 4-20).
Figura 4-20: Bulbo conjunto de presiones en cimientos próximos (DB-SE-C).
Y también debe advertirse, aunque resulte reiterativo, que para aumentar las dimensiones en planta de 
un cimiento resulta ineludible el realizar excavaciones al pie o junto a ese cimiento y que estas excavaciones 
reducen la capacidad portante del mismo, por cuanto desaparecen las tierras en sus laterales. Por ello, la más 
elemental prudencia aconseja que estos recalces sean acometidos después de haber introducido unas estructu-
ras auxiliares temporales (apeos) que descarguen los cimientos objeto de intervención. 
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
22
Las soluciones más frecuentes pueden concretarse en las dos siguientes:
• Ensanche de zapata aislada, construyendo dos anillos perimetrales de refuerzo. (Véase Figura 4-21).
• Ensanche de zapata corrida, construyendo dos vigas, adosadas a uno y a otro lado de la zapata. (Véase 
Figura 4-22).
En estas soluciones, los dos principales problemas son: la solidarización de la fábrica preexistente con los 
nuevos elementos de refuerzo y la puesta en carga del conjunto.
Figura 4-21: Ensanche de zapata aislada.
Figura 4-22: Ensanche de zapata corrida.
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
23
En el ensanche de zapatas aisladas, la ejecución de un refuerzo compuesto de dos anillos perimetrales 
permite resolver la puesta en carga del conjunto. El proceso de ejecución es el siguiente: se comienza por la 
construcción de un primer anillo encima del cimiento, a nivel de la base del soporte. Una vez que este primer 
anillo ha fraguado, se hace una excavación en todo el perímetro del cimiento, hasta su plano de apoyo. Des-
pués, se hace un recorte perimetral a media altura del cimiento preexistente, creando una caja anular. En esa 
caja se disponen unos dispositivos (unos gatos hidráulicos o unos perfi les que posean algún sistema de exten-
sión por husillo) que permitan apretar la base del cimiento preexistente contra la cara inferior del primer anillo. 
Mediante esos dispositivos se consigue la puesta en carga del sistema. Finalmente se hormigona el segundo 
anillo perimetral, dejando los repetidos dispositivos perdidos en la masa del hormigón. (Véase Figura 4-23).
Figura 4-23: Puesta en carga de un ensanche de zapata aislada.
Cuando el cimiento original es de hormigón, puede mejorarse su unión con el hormigón nuevo sin más que 
impregnar el plano de contacto con resinas adhesivas. (Véase Figura 4-24). 
En las zapatas corridas, la solidarización entre la fábrica antigua y la de los nuevos elementos de refuerzo 
suele hacerse mediante unos conectores pasantes, resueltos con redondos de acero bañados en resinas adhesi-
vas, que son introducidos en unas perforaciones que calan de lado a lado el cimiento preexistente. (Véase, de 
nuevo, Figura 4-22).
Cuando la zapata corrida preexistente es de hormigón, su unión con el hormigón nuevo suele hacerse 
mediante atirantados, cuya presencia también contribuye a mejorar la puesta en carga del conjunto. (Véase 
Figura 4-25).
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
24
Figura 4-24: Unión entre hormigones en el ensanche de una zapata.
Figura 4-25: Unión atirantada en el ensanche de una zapata.
En una zapata corrida, el proceso de ejecución para conseguir la puesta en carga de los nuevos elementos 
de refuerzo conlleva las siguientes fases: 
• Realizar unas perforaciones en la base del muro que apoya sobre el cimiento, a intervalos regulares 
(entre 1,0 m y 1,5 m); 
• Introducir en esas perforaciones unos perfi les de acero (las denominadas agujas) pasantes de lado a 
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
25
lado del conjunto; 
• Llevar a cabo la puesta en carga.
Como solución alternativa a los mencionados perfi les de acero, algunos autores proponen la construcción 
de agujas de hormigón armado. Pero esta solución, además de aumentar el coste de la mano de obra, incremen-
ta notablemente el tiempo de ejecución y, en consecuencia, el riesgo de movimientos adicionales subsidiarios. 
La puesta en carga puede conseguirse mediante alguna de las tres soluciones siguientes:
• Por acuñado de las agujas contra las vigas de refuerzo del cimiento. Para ello, durante el hormigonado 
de éstas se colocan unas placas de acero, para reparto de los esfuerzos. A continuación, se introducen 
cuñas de acero en el espacio comprendido entre esas placas y las agujas. Y, fi nalmente,se procede a 
apretar las cuñas. (Véase, una vez más, Figura 4-22).
• Mediante la colocación de gatos hidráulicos planos en el espacio comprendido entre las agujas y las 
placas de acero preparadas en la coronación de las vigas de refuerzo. (Véase Figura 4-26).
• Mediante el relleno con mortero de cemento expansivo del espacio comprendido entre las agujas y la 
coronación de las vigas de refuerzo.
Figura 4-26: Puesta en carga del ensanche de una zapata corrida mediante gatos hidráulicos.
4.4.2 Aumento de la profundidad del plano de apoyo.
Se suele aumentar la profundidad del plano de apoyo de un cimiento cuando éste apoya sobre un terreno 
defi ciente pero, debajo de ese apoyo, a una escasa profundidad (de menos de dos metros) se localiza un terreno 
mucho más resistente.
Para aumentar esa profundidad, hay que realizar un descalce ordenado y temporizado de la cimentación 
preexistente, excavando por debajo de la misma una serie de pozos, los denominados bataches, hasta alcanzar 
el nivel de apoyo competente. Para hacer estos bataches, son imprescindibles dos cosas: que el terreno sea ar-
cilloso (al menos de resistencia media) para que las paredes verticales de su excavación puedan sostenerse sin 
necesidad de entibación y que el nivel freático se encuentre por debajo de la profundidad de excavación, para 
que ésta pueda ejecutarse en seco.
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
26
No se debe excavar ningún batache al lado de otro que ya esté abierto, sino que los bataches deben ser 
ejecutados en un orden alternado, para que la cimentación que se está tratando sea capaz de salvar, trabajando 
en arco, cada vacío que se va creando por debajo de ella. (Véase Figura 4-27).
Figura 4-27: Ejecución de bataches para profundizar el plano de apoyo de una cimentación corrida.
Este método no presenta graves difi cultades para el recalce de muros apoyados sobre zapatas corridas, 
porque la rigidez del conjunto cimiento-muro puede permitir el reseñado trabajo en arco sobre cada uno de los 
sucesivos vacíos que van siendo abiertos por debajo del cimiento. 
Pero hay que tener en cuenta que ese trabajo en arco solamente es fi able cuando se cumplen cuatro con-
diciones: que la fábrica del cimiento se encuentre en buen estado, que esa fábrica tenga sufi ciente resistencia 
a tracción, que la anchura del batache sea reducida (del orden de 1,00 m a 1,50 m) y que las distancias entre 
cada dos bataches que estén abiertos simultáneamente sean superiores a unas tres veces la citada anchura. De 
aquí, la necesidad ineludible de defi nir con toda exactitud tanto las dimensiones como el orden de ejecución de 
los bataches. Si no se respetan estas cuatro premisas, se producirá la fractura en arco de la cimentación y de las 
fábricas preexistentes. (Véase Figura 4-28).
Cuando va a ser profundizada una zapata aislada bajo un pilar, es imprescindible introducir previamente 
un apeo completo de los elementos estructurales cuyas acciones inciden en ese pilar y considerar la ejecución 
de dos y hasta de cuatro bataches por cada zapata. Puede comprenderse que, en este tipo de zapatas, el método 
de los bataches resulta muy lento, es extraordinariamente complejo y conlleva notables riesgos, por lo que 
generalmente no suele aplicarse, sino que se opta o bien por la demolición y la nueva construcción de los ele-
mentos estructurales afectados (tanto de las zapatas como de los pilares) o bien por otras soluciones de menor 
riesgo, como son los recalces profundos mediante micropilotes.
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
27
Figura 4-28: Trabajo en arco de la fábrica del cimiento sobre el hueco creado por el batache.
Otros inconvenientes de la ejecución mediante bataches son los siguientes:
• La difi cultad para rellenar totalmente cada volumen vaciado, habida cuenta de que el hormigón suele 
verterse desde una sola cara. 
• La separación que puede aparecer entre la base del cimiento preexistente y la coronación del batache, 
debida a la retracción del hormigón de relleno del mismo.
• La difi cultad para la puesta en carga del conjunto.
Para solventar estos inconvenientes, se recurre a las medidas siguientes: (Véase Figura 4-29)
• Formación de un bebedero (tolva o embudo) para el vertido del hormigón.
• Relleno del batache en dos fases: una primera, de vertido de hormigón, en la que se deja sin rellenar 
un espacio por debajo del cimiento preexistente; y una segunda fase, en la que se lleva a cabo la puesta 
en carga y se completa el relleno. Ese espacio que en la primera fase se deja sin hormigonar tiene una 
altura variable (pero siempre inferior a 0,50 m), en función de la solución que vaya a ser adoptada 
para la puesta en carga.
Esa solución para llevar a cabo la segunda fase de la ejecución del batache puede ser alguna de las tres 
siguientes:
• Puesta en carga directa, mediante el simple macizado del espacio restante con un mortero de cemento 
expansivo.
• Puesta en carga mediante cuñas de acero intercaladas entre chapas, también de acero, puestas en la 
coronación del batache y en la base del cimiento preexistente, rematando con un relleno de mortero 
de cemento sin retracción.
• Puesta en carga mediante gatos hidráulicos, análogamente instalados entre chapas de acero puestas en 
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
28
la coronación del batache y en la base del cimiento preexistente. Una vez hecha la puesta en carga, los 
gatos se dejan perdidos en un relleno fi nal hecho con un mortero de cemento sin retracción.
Figura 4-29: Solución para el relleno del batache.
4.5. Recalces profundos.
Tal y como ya se ha hecho constar, los recalces profundos consisten en añadir nuevos elementos de cimen-
tación profunda (generalmente, micropilotes), que pueden construirse o bien atravesando las cimentaciones 
preexistentes o bien junto al perímetro de las mismas.
Están indicados cuando se presenta alguna de las siguientes situaciones:
• El terreno que constituye el plano de apoyo de los cimientos preexistentes no tiene capacidad portante 
sufi ciente para contrarrestar las cargas de la estructura, por lo que experimenta unas deformaciones 
que resultan intolerables para el edifi cio.
• El estrato competente más próximo se encuentra a una profundidad que no puede ser alcanzada o 
resulta difícil de alcanzar mediante recalces superfi ciales.
• La presencia de agua o de terrenos inestables es causa de que la ejecución de recalces superfi ciales 
resulte compleja y conlleve notables riesgos.
• La intervención incluye la ejecución de sótanos por debajo de los volúmenes edifi cados preexistentes.
• La cimentación preexistente es profunda y está resuelta mediante pozos o mediante pilotes.
Los micropilotes son pilotes de pequeño diámetro (usualmente, menor de 200 mm), que se construyen por 
tramos y con una maquinaria de dimensiones reducidas, por lo que resulta posible llevar a cabo su construcción 
en espacios de altura libre reducida, como son los del interior de los edifi cios. (Véase Figura 4-30).
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
29
Figura 4-30: Maquinaria para la ejecución de micropilotes.
Suelen tener una armadura continua, resuelta mediante tramos de tubo de acero, que se empalman o con 
manguitos roscados o por soldadura directa.
El proceso constructivo depende del tipo de micropilote elegido, pero en sus líneas generales, suele con-
sistir en lo siguiente: (Véase Figura 4-31)
Figura 4-31: Fases en la construcción de un micropilote.
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
30
• Ejecución de una perforación, que generalmente es hecha a rotación. Cuando el terreno no se sostiene 
o cuando hay capas de agua, la perforación se realiza al abrigo de una entubación que se va colocando 
por tramos.
• Colocación, también por tramos, de una armadura tubular continua, que constituye simultáneamente 
el elemento estructural y el medio indispensable para la ejecución de las diferentes fases de inyección.
•Inyección de una lechada de cemento por el interior de la armadura tubular, desde cuyo fondo va rebo-
sando hacia arriba, hasta alcanzar la cota de trabajo, con lo que se forma un revestimiento de sellado 
(la denominada “vaina”) entre la armadura y las paredes de la perforación.
• A medida que se forma la vaina, ésta se encarga de sostener las paredes de la perforación, por lo que 
puede retirarse la entubación que las ha estado abrigando, si es caso.
• Relleno del interior de la tubería de armadura con un mortero de cemento, bien sea vertiéndolo por 
gravedad, bien sea inyectándolo a presión, hasta culminar el macizado de la citada armadura. 
• Conexión del micropilote con la estructura preexistente.
En función del sistema empleado para la inyección a través de la armadura tubular, los micropilotes se 
clasifi can en los siguientes tipos:
• De inyección única global (tipo IU). Son micropilotes que se inyectan en una sola fase. (Véase Figura 
4-32).
• De inyección repetitiva (tipo IR). Son micropilotes que pueden ser reinyectados a presión hasta dos 
veces, mediante tubos o circuitos provistos de válvulas antirretorno. (Véase Figura 4-33).
• De inyección repetitiva selectiva (tipo IRS). Son micropilotes que pueden ser reinyectados a presión 
varias veces, mediante tubos-manguito instalados a lo largo de la armadura tubular. (Véase Figura 
4-34).
Figura 4-32: Micropilote tipo IU.
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
31
Figura 4-33: Micropilote tipo IR. (Variantes).
Figura 4-34: Micropilote tipo IRS.
Lo habitual es que los micropilotes trabajen fundamentalmente por rozamiento de su fuste con el terreno, 
por cuanto su sección transversal y, por tanto, la sección de su punta de apoyo es muy reducida, salvo en los 
casos de micropilotes empotrados en roca, en los que sí que puede ser considerada una cierta resistencia en 
punta. La resistencia en fuste es mayor en los micropilotes tipo IR y tipo IRS que en los del tipo IU, porque la 
reinyección a alta presión permite mejorar el terreno que rodea el micropilote. Por ello, los micropilotes tipo 
IR o tipo IRS están indicados o bien cuando el terreno que rodea los micropilotes es defi ciente o bien cuando 
las cargas que van a ser transmitidas a dichos micropilotes son elevadas.
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
32
Habitualmente, los micropilotes tienen unas longitudes moderadas (casi siempre, menores de 20 metros) 
porque, para longitudes mayores, es difícil garantizar que cumplan tres imprescindibles características: su de-
bida alineación según la dirección que conviene, su continuidad estructural y su posición espacial con respecto 
a otros micropilotes.
Debe tenerse en cuenta que, debido a sus reducidas secciones transversales y a sus moderadas longitudes, 
los micropilotes suelen admitir frente al hundimiento del terreno unas cargas mucho menores (del orden de 200 
kN a 300 kN) que las que permiten los pilotes convencionales. Por ello, casi siempre se requiere la ejecución 
de un número elevado de micropilotes cuando se quiere hacer un recalce mediante esta técnica. En todo caso, 
para lograr el apoyo estable de un pilar aislado nunca deben disponerse menos de tres micropilotes.
Las dos soluciones habituales de recalce con micropilotes son:
• Atravesar el cimiento preexistente.
• Rodear el perímetro del cimiento preexistente, a poca distancia del mismo.
La solución de atravesar el cimiento preexistente es la más elemental, sencilla y económica para hacer un 
recalce con micropilotes. Este método consigue solidarizar las cabezas de los micropilotes sin necesidad de 
construir ningún encepado, por cuanto la función de éste es desempeñada por el propio cimiento preexistente. 
La puesta en carga del conjunto es directa e instantánea, sin necesidad de llevar a cabo ninguna operación 
específi ca. Y además, evita la ejecución de excavaciones junto a los cimientos preexistentes, minimizando los 
movimientos subsidiariamente inducidos por la intervención.
Pero esta solución de atravesar el cimiento preexistente sólo es posible cuando este elemento tiene sufi -
ciente canto y/o cuando su fábrica posee una sufi ciente resistencia a cortante para que las acciones de la estruc-
tura sean transmitidas por la adherencia entre el micropilote y dicha fábrica. (Véase Figura 4-35). 
Figura 4-35: Determinación de la carga máxima (P) que puede transmitir el micropilote por adherencia. 
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
33
Pero, lamentablemente, en los edifi cios que padecen defi ciencias en sus cimientos, éstos ni suelen tener un 
canto sufi ciente, ni suelen estar construidos con una buena fábrica, ni dicha fábrica suele encontrarse en buen 
estado, por lo que resulta forzoso el recurrir a alguna de las soluciones siguientes: 
• Aumentar el número de micropilotes por pilar, para reducir las cargas que van a ser transmitidas a 
cada uno de ellos.
• Soldar redondos o aletas de acero en la coronación de la armadura de los micropilotes, para aumentar 
la adherencia entre estos y la fábrica del cimiento. (Véase Figura 4-36).
• Soldar redondos o aletas de acero en la coronación de la armadura de los micropilotes y embeber esa 
coronación así preparada en un recrecido del canto del cimiento preexistente, debidamente creado a 
modo de suplemento. Esta solución solamente resulta adecuada cuando hay sufi ciente altura libre en 
la planta que está en contacto con el terreno, porque resulta inevitable el elevar el nivel de la corona-
ción de los cimientos. (Véase Figura 4-37).
• Ensanchar la perforación del micropilote en el tramo que atraviesa el cimiento preexistente, soldar 
redondos o aletas de acero en la coronación de los micropilotes y rematar con el macizado de la perfo-
ración. Esta solución solamente es posible en cimientos cuya fábrica sea de hormigón y se encuentre 
en buen estado, por cuanto el diámetro de la perforación tiene que aumentar unos diez centímetros, 
como mínimo. (Véase Figura 4-38).
Figura 4-36: Solución para aumentar la adherencia del micropilote con la fábrica del cimiento.
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
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Figura 4-37: Solución para aumentar la adherencia del micropilote con la fábrica del cimiento.
Figura 4-38: Solución para aumentar la adherencia del micropilote con la fábrica del cimiento.
Cuando no es posible atravesar el cimiento preexistente, no hay más salida que construir los micropilotes 
junto al perímetro de dicho cimiento y aislados del mismo. (Véase Figura 4-39).
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
35
Figura 4-39: Micropilotes junto al perímetro de un cimiento preexistente.
Esta segunda solución requiere todo lo siguiente (Véase Figura 4-40):
• La construcción de un encepado que solidarice las cabezas de todos los micropilotes introducidos para
realizar el recalce.
• La consecución del necesario y efi caz contacto entre el cimiento preexistente y el mencionado encepado.
• La colocación de dispositivos específi cos que consigan la puesta en carga de los micropilotes.
Aunque resulte obvio, debe hacerse constar que esta solución incrementa los movimientos subsidiaria-
mente inducidos por la propia reparación, porque requiere hacer excavaciones junto al cimiento preexistente y 
porque es inevitable la aplicación de determinadas acciones cuando se procede a la puesta en carga del sistema.
(Véase Figura 4-41).
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
36
Figura 4-40: Recalce con micropilotes junto al perímetro del cimiento preexistente.
Figura 4-41: Ejecución de un recalce con micropilotes junto al perímetro del cimiento preexistente.
Finalmente, cabe señalar que los micropilotes también se emplean con cierta frecuencia como apeos pro-
visionales de la estructura cuando se quiere crear sótanos por debajo de los volúmenes edifi cados preexistentes.
Para esta ampliación de espacios bajo rasante nunca podrían utilizarse apeos convencionales, porque las 
propias excavaciones que vayana ser realizadas eliminan las tierras sobre las que deberían apoyar las bases 
de tales apeos. En cambio, con micropilotes sí que se puede constituir un apeo estable, porque sus armaduras 
tubulares penetran en el terreno por debajo del fondo de la excavación y funcionan como unos pies derechos 
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
37
de acero.
Otra ventaja de hacer el apeo con micropilotes es que con estos mismos elementos puede quedar resuelta 
la cimentación propia de las estructuras correspondientes a la ampliación que se vaya a hacer bajo los volú-
menes edifi cados preexistentes. La solución más frecuente consiste en construir una losa al nivel del fondo de 
la excavación, losa que cumple la función de encepado de todos los micropilotes y que sirve para instalar los 
arranques de los pilares del nuevo sótano.
La técnica más sencilla y económica para aplicar esta solución consiste, al igual que en los recalces, en 
atravesar el cimiento preexistente con los micropilotes y después excavar hasta la profundidad requerida. 
(Véase Figura 4-42).
Figura 4-42: Empleo de los micropilotes como apeo provisional.
En esta solución es imprescindible ir zunchando los grupos de micropilotes a medida que se va excavando, 
para evitar su pandeo. (Véase Figura 4-43). 
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
38
Figura 4-43: Apeo de una zapata con tres micropilotes zunchados.
En el ejemplo que muestra la Figura 4-43, los micropilotes acabaron por constituir uno de los pilares de-
fi nitivos del volumen excavado.
Cuando se quiere apear un muro, la solución más frecuente consiste en construir, junto a una y a otra cara 
del mismo, dos alineaciones paralelas de micropilotes y después hacer las excavaciones hasta la cota proyec-
tada. A continuación, sobre las cabezas de los micropilotes, convenientemente suplementadas y rigidizadas, se 
pueden añadir, mediante simples soldaduras, todos los elementos metálicos que se revelen necesarios para el 
apeo. (Véase Figura 4-44).
Figura 4-44: Detalle de las cabezas de los micropilotes en el apeo de la Casa de América (Madrid).
Módulo 4. Intervención en cimentaciones
39
El proceso constructivo es el siguiente:
• Construcción, desde la rasante inicial, de dos alineaciones paralelas de micropilotes, junto a una y a 
otra cara del muro que se pretende apear.
• Descabezado de los micropilotes, dejando al descubierto la coronación de las armaduras tubulares.
• Refuerzo y rigidización de la coronación de las armaduras de todos los micropilotes y solidarización 
de las cabezas de los micropilotes de cada alineación, mediante la construcción de una viga de coro-
nación. Las vigas de coronación suelen ser de perfi les de acero, tal y como muestra la Figura 4-44.
• Ejecución de una serie de perforaciones transversales en la base del muro, practicadas a intervalos re-
gulares, y colocación a través de cada una de ellas de una viga pasante (la denominada “aguja”) cuyos 
extremos apoyen en las dos vigas de coronación ya construidas.
• Excavación hasta la cota proyectada. A medida que se excava, ir atando los micropilotes de cada ali-
neación con perfi les de acero. (Véase Figura 4-45).
• Si es caso, a medida que se excava o como obra fi nal, pueden ser demolidas la franja de muro y de su 
cimiento que queden por debajo de la rasante inicial. (Véanse Figura 4-46 y Figura 4-47).
Figura 4-45: Proceso de excavación junto a un muro apeado con micropilotes.
Patologías e intervención en las cimentaciones de edifi cación
40
Figura 4-46: Demolición de la franja de muro que queda por debajo de la zona apeada.
Figura 4-47: Apeo con micropilotes de los muros del edifi cio de la Casa de América (Madrid).
Debe advertirse que, cuando se hagan los cálculos para estos recalces de muros antes de la excavación 
de un nuevo sótano, siempre habrá que tener en cuenta que, una vez eliminadas las tierras, las alineaciones 
de micropilotes correspondientes a los muros perimetrales van a funcionar de hecho como una pantalla de 
contención.

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