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EL_DESPERTAR_DEL_LEÓN_La_humanidad,_nunca_más_de_rodillas_Parte

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David Icke 
EL DESPERTAR DEL LEÓN 
La humanidad, nunca más de rodillas 
El despertar del león - parte 1 
Índice 
Capítulo uno: Soy David Icke ................................................................................... 23 
Capítulo dos: No seré otro ladrillo en el muro ........................................................ 43 
Capítulo tres: «¿Qué le pasa a nuestro Dave?» ....................................................... 59 
Capítulo cuatro: «Sólo tienes que seguir las pistas...» ............................................ 87 
Capítulo cinco: «¿Vas a entrar en mi salón? Dijo la araña a la mosca» ......................... 111 
Capítulo seis: Hombres araña ................................................................................. 133 
Capítulo siete: El ordenador central de Sion ......................................................... 163 
Capítulo ocho: Vender la «película» ....................................................................... 209 
Capítulo nueve: Vender la película (2) ................................................................... 259 
Capítulo diez: ¿Ha dicho que son qué?.................................................................. 307 
Capítulo once: La adoración de la serpiente ......................................................... 359 
Capítulo doce: La verdad cifrada ........................................................................... 407 
Capítulo trece: ¿Dónde están? ................................................................................ 439 
Capítulo catorce: La Luna, una nave espacial ....................................................... 459 
Capítulo quince: La voz ........................................................................................... 491 
Capítulo dieciséis: El «juego» de la realidad virtual ............................................. 507 
Capítulo diecisiete: Internet cósmico ..................................................................... 553 
Capítulo dieciocho: Descodificando la realidad ................................................... 591 
Capítulo diecinueve: La Matrix lunar .................................................................... 619 
Capítulo veinte: Plan de juego (1): acabar con la salud ........................................ 673 
Capítulo veintiuno: Plan de juego (2): la aniquilación ......................................... 701 
Capítulo veintidós: Plan de juego (3): declarar la guerra a la mente y el cuerpo ...... 737 
Capítulo veintitrés: Plan de juego (4): Distintas máscaras sobre un mismo rostro .... 769 
Capítulo veinticuatro: Plan de juego (5): «mundializar» todo ............................. 809 
Capítulo veinticinco: Plan de juego (6): asalto a la libertad ................................. 843 
Capítulo veintiséis: Plan de juego (7): robo de menores ...................................... 875 
Capítulo veintisiete: Plan de juego (8): los idiotas útiles ...................................... 891 
Capítulo veintiocho: Rompiendo el «hechizo» ..................................................... 919 
Capítulo veintinueve: El alzamiento ...................................................................... 949 
Apéndice I: ................................................................................................................ 983 
Apéndice II: ............................................................................................................... 995 
Bibliografía: ............................................................................................................. 1009 
Índice analítico ................................................................................................. 1013 
Dedicatoria 
A Linda, una mujer extraordinaria que me protege en cada tormenta. 
A la maravillosa Yeva, mi gran amiga que nos dejó mientras yo 
escribía este libro. 
A Kerry, Gareth y Jaymie por apoyarme en todo momento. A Carol 
Clarke y a Linda Smith por su apoyo incondicional. 
A Credo Mutwa… Me enorgullece llamarte amigo. 
A mi colega Neil Hague. 
A las egocéntricas y destructivas personas 
que han entrado en mi vida y han perjudicado mi salud, 
trabajo y economía mientras afirmaban «apoyarme». 
He hecho lo que he hecho y haré lo que haré a pesar de vosotros, y 
tendréis que aprender 
a vivir con ello durante el resto de vuestras vidas 
–y más allá–. Ya sabéis quiénes sois (o, tal vez, vuestra disonancia
cognitiva 
no os lo permita). 
 
 
LEVANTAOS COMO LOS LEONES 
 
 
 
¿Qué es la Libertad? …podéis decir igualmente, qué es la esclavitud… 
Porque su verdadero nombre ha crecido hasta un eco de vosotros mismos. 
 
Es trabajar para un sueldo que sólo os permita tirar adelante en vuestros 
hogares en el día a día, como en una celda, dejando que los tiranos 
disfruten todos los placeres de la vida. 
 
Así para ellos aceptáis la sumisión telar y arado y espada y pala, queráis o no, 
os curváis para su defensa y alimento. 
 
Es ver a vuestros débiles hijos con sus madres languideciendo y sufriendo, 
cuando los vientos invernales son melancólicos… vuestros hijos están 
muriendo mientras hablo. 
 
Es codiciar por una comida que el hombre rico en su jolgorio arroja a los 
rollizos perros que se atiborran bajo su mirada; 
 
es dejar que el Fantasma del Oro tome del Trabajo mil veces más de lo que 
podría su riqueza en las tiranías del pasado. 
 
Los billetes… esta falsificación de títulos de propiedad, a los que atribuís algo 
de valor de la herencia de la Tierra. 
 
Es sentirse esclavos por dentro y no tener un control firme de la propia 
voluntad, ser como a uno le hacen los demás. 
 
 
 
Y al final, cuando os quejáis con un leve murmullo y en vano es ver a los 
súbditos del tirano aplastar a caballo a vuestra esposa y a vosotros mismos… 
La sangre nutre la hierba como el rocío. 
 
Entonces es sentir la venganza que ansía ferozmente intercambiar 
sangre por sangre e injuria por injuria… No hagáis esto si sois fuertes. 
 
Esto es la Esclavitud. Hombres salvajes o bestias feroces en una madriguera no 
habrían sufrido tanto como vosotros. 
Pero jamás conocieron semejantes adversidades. 
 
¿Qué eres, Libertad? ¡Oh! ¡Pudieran los esclavos responder a esta pregunta 
desde sus tumbas! Los tiranos huirían como sombras borrosas. 
 
Hágase una gran Asamblea de los intrépidos y los libres en alguna parte del 
territorio inglés donde las llanuras se extiendan con amplitud. 
 
El cielo azul en lo alto, la verde tierra sobre la que camináis todo lo que es 
eterno será testigo de la solemnidad. 
 
Vosotros, que sufrís penas indecibles porque sentís o veis vuestro miserable 
país comprado o vendido y pagado con sangre y oro… 
 
Hágase una enorme asamblea donde, con gran solemnidad, se declare con 
palabras ponderadas que sois, tal y como Dios os hizo, libres. 
 
Y estas palabras se convertirán entonces en el destino estruendoso de la 
Opresión que late en cada corazón y cerebro más… más… y más… 
 
Humanos, levantaos como los leones después de un sueño profundo 
en un número invencible, dejad caer al suelo vuestras cadenas, que durante 
el sueño se hayan posado sobre vosotros, como el rocío. 
Vosotros sois muchos, ellos son pocos. 
 
Extracto de versos de La máscara de Anarquía de Percy Bysshe Shelley, obra 
escrita después de la masacre de Peterloo que en 1819 llevó a cabo el 
 
 
Gobierno británico en Manchester contra la población que se había reunido 
para exigir una reforma de la representación parlamentaria. 
 
 
Si... 
 
Si tu juicio no pierdes cuando todos lo pierden a pesar de que todos con la 
culpa te cargan; 
 
 
 
 
si confías en ti mismo aunque todos lo nieguen, y también reconoces las 
dudas que te achacan; 
 
si esperas sin descanso cuando es deber la espera, si engañado no engañas y si 
odiado no odias, ni mejor que tú eres ser fingiendo aparentas, 
ni hablas como quien sabe y tiene buena memoria; si sueñas y no dejas de ti 
al sueño adueñarse, 
si piensas y no haces de tus ideas la meta, 
si encuentras por azar alTriunfo y al Desastre, y a los dos impostores como 
iguales aceptas; 
 
si la verdad que dices el mundo hace mentira con malas intenciones, pero tú 
no te hundes, y cuando se destruye la obra de tu vida la comienzas de 
nuevo y todo reconstruyes; 
 
si amontonas de golpe todo lo que has ganado y lo arriesgas sin miedo 
porque tú lo quisiste, y pierdes y te vuelves por donde hayas llegado sin perder 
la alegría, sin decir lo que fuiste; 
 
si fuerzas a tu cuerpo, al corazón y al nervio a obedecer tu orden, aunque ya se 
desinfle, a aguantar el vacío de tu interior desierto porque tú se lo mandas y le 
dices ¡resiste! 
 
Si hablando con el pueblo mantienes tu virtud, y andando junto a reyes te 
guardas natural, si amigos y enemigos saben que tú eres tú y a todos los 
ayudas, sin quitar libertad; 
 
si llenas el minuto fugaz e imperdonable de sesenta segundos de trabajo 
escogido, tuya será la Tierra, todo lo imaginable, y además, lo mejor: ¡serás 
Hombre, hijo mío! 
 
Rudyard Kipling (Traducción de Manuel Alfonseca) 
 
 
 
 
 
Ahora creo que sé... 
 
Noche estrellada pinta de azul y gris tu paleta escruta un día de verano con 
ojos que conocen la oscuridad de mi alma. 
Sombras en la colina esboza árboles y narcisos captura la fría brisa del 
invierno en colores sobre la tierra de lino nevada. 
 
Noche estrellada luminosas flores de brillante resplandor torbellino de nubes 
en la niebla violácea se reflejan en los ojos de Vincent de porcelana azul los 
colores cambian de matiz campos matutinos de trigo ámbar rostros 
curtidos por el dolor aplacado por la tierna mano del artista ahora 
comprendo lo que tratabas de decirme y cómo sufriste por tu lucidez y 
cómo trataste de liberarles no escucharon, no sabían cómo tal vez 
escuchen ahora. 
Pero no sabían quererte aun así tu amor era sincero y cuando no te quedaba 
esperanza en esa noche estrellada te quitaste la vida como suelen hacer 
los amantes. 
 
Yo podría haberte dicho, Vincent, que este mundo no se hizo para alguien 
tan bello como tú como los extraños que conociste el harapiento de 
andrajosa vestimenta espina de plata, una sanguinolenta rosa yace aplastada 
sobre la impoluta nieve creo que ahora sé lo que intentaste decirme cómo 
sufriste por tu lucidez y cómo intentabas liberarles no te escucharon aún 
siguen sin escuchar y tal vez nunca lo hagan. 
 
Don McLean (Traducción de Luis Beltrán) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La historia humana 
 
 
 
 
Hay una historia oriental que versa sobre un mago muy adinerado que tenía un 
gran rebaño pero que, al mismo tiempo, era un ser muy mezquino. No 
quería contratar pastores, ni quería construir una valla alrededor del prado 
donde pastaban las ovejas. En consecuencia, las ovejas con frecuencia salían al 
bosque, caían por precipicios y les ocurrían otras desgracias, aunque sobre 
todo huían, porque sabían que el mago quería su carne y sus pieles y eso no 
les agradaba. 
Al fin, el mago halló una solución. Hipnotizó a sus ovejas y las sugestionó, en 
primer lugar, de que eran inmortales y de que no les dolería ser despellejadas, 
sino que, al contrario, les haría muy bien y sería muy placentero; luego, de que 
el mago era un buen maestro que amaba tanto a su rebaño que haría 
cualquier cosa por él; y, por último, de que, si alguna vez les ocurría algo, 
sin duda no sería en aquel momento ni ese mismo día, por lo que no tenían 
ninguna necesidad de pensar en ello. Es más, el mago les dijo a sus ovejas 
que no eran ovejas; a algunas de ellas les dijo que eran leones, a otras que 
eran águilas, a otras que eran hombres y a otras que eran magos. 
Después de aquello, se terminaron todas sus preocupaciones por las ovejas. 
Nunca volvieron a huir, sino que esperaban tranquilamente el momento en el 
que el mago necesitara su carne y sus pieles. 
Esta historia es una buena ilustración de la posición en la que nos hallamos 
los seres humanos. 
 
G. I. Gurdjieff, citado por P. D. Ouspensky en su libro titulado In Search of 
the Miraculous, 1949. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Nada es imposible a menos que creamos lo 
contrario 
 
Imagina ser capaz de atravesar paredes. 
No tendrías que molestarte en abrir las puertas; podrías pasar a través de 
ellas. No tendrías que rodear edificios; podrías acceder y salir de ellos a través de 
sus paredes y columnas. No tendrías que rodear las montañas; podrías entrar 
en ellas directamente. Cuando tuvieras hambre, te bastaría con llegar a la puerta 
de la nevera sin necesidad de abrirla. Nunca podrías quedarte fuera del coche 
por haberlo cerrado accidentalmente; podrías atravesar su puerta. 
 
Imagina ser capaz de desaparecer y reaparecer a voluntad. 
En lugar de conducir a la escuela o al trabajo, podrías desvanecerte y volverte a 
materializar en tu clase o en tu oficina. No necesitarías un avión para visitar 
lugares lejanos, porque podrías desaparecer y aparecer donde quisieras. Nunca 
te verías atrapado en un atasco de tráfico durante las horas punta; tú y tu 
coche desapareceríais y os volveríais a materializar en vuestro destino. 
 
Imagina tener ojos con rayos X. 
Serías capaz de ver los accidentes desde cierta distancia. Después de desaparecer 
y materializarte en el lugar del accidente, podrías ver exactamente dónde están 
las víctimas, incluso aunque estuvieran sepultadas por los restos. 
 
Imagina ser capaz de alcanzar el interior de objeto sin necesidad 
de abrirlo. 
Podrías extraer el fruto de la naranja sin necesidad de pelarla ni cortarla. 
Serías un gran cirujano porque tendrías la capacidad de reparar los órganos 
internos de los pacientes sin siquiera cortar la piel, lo cual reduciría en gran 
medida el dolor y el riesgo de infección. Simplemente, alcanzarías el interior 
del cuerpo de una persona, atravesándolo por la piel, y harías la delicada 
operación. 
 
Imagina lo que podría hacer un delincuente con tales poderes. 
Podría acceder al banco más vigilado. Podría ver a través de las macizas puertas 
de las cámaras acorazadas, alcanzar el interior y llevarse su contenido. Podría 
luego salir y las balas de los policías pasarían a través de su cuerpo. 
 
 
Con estos poderes, ninguna cárcel podría encerrar a un delincuente. Nadie nos 
podría guardar secretos. Nadie nos podría ocultar tesoros. Ningún obstáculo 
nos detendría. Seríamos verdaderos trabajadores milagrosos, logrando 
proezas que superarían la comprensión del común de los mortales. También 
seríamos omnipotentes. 
 
¿Qué ser podría poseer estos poderes de Dios? 
Respuesta: un ser de un mundo de dimensión superior. 
 
El físico Michio Kaku, autor de Hiperespacio: una odisea científica a través de 
universos paralelos, distorsiones del tiempo y la décima dimensión. 
 
 
 
La humanidad se halla en una bifurcación, y ya no podemos perder más 
tiempo mirando el mapa y preguntándonos qué dirección tomar. Después de 
todo, apenas es una elección. 
Una carretera lleva a una dictadura fascista/comunista que controlará cada 
aspecto de nuestras vidas, inclusive nuestros pensamientos. La otra abrirá la 
puerta de la libertad y la posibilidad hasta una magnitud que nunca hemos 
experimentado en el «mundo» tal y como lo conocemos. 
Muy difícil, ¿no? 
¿Elegir entre una cárcel y el paraíso? 
¡Caramba! Decisiones, decisiones, decisiones. 
 
 
 
 
 
 
 
Para seguir la táctica del avestruz uno tiene 
que estar arrodillado 
 
 
Si un tornado se acercase a nosotros, ¿cuál sería la reacción más 
apropiada? 
¿Emplear la táctica del avestruz y convencernos de que no se está acercando? 
Eso durante un rato estaría bien, pero el tornado seguiría acercándose y nuestro 
trasero seguiría estando fuera, obstruyendo su paso. La ignorancia puede ser 
felicidad, pero luego… 
¿No es mucho más inteligente admitir que hay un tornado, ponernos en pie, 
darnos la vuelta y encararnos a él? Con ello tendremos el control de la 
situación y el poder para actuar a fin de evitarlo. 
Hoy en día la humanidad tiene ante sí esta elección. 
Recuerda: la ignorancia puede ser felicidad… pero sólo durante un tiempo. Tras, 
tras, tras.«Cariño, ¿quién puede ser a estas horas de la noche?». 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO UNO 
 
Soy David Icke 
 
El único tirano que aceptaré en este mundo es la pequeña voz silenciosa del 
interior. 
MAHATMA GANDHI 
 
 
He vivido una vida insólita; bien, muy insólita según los criterios de la 
mayoría de las personas, pero para mí ya no tiene nada de inusual. 
En algún momento sí que lo tuvo, a decir verdad. Un día era un 
respetado presentador de televisión, y al siguiente era la figura tal 
vez más ridiculizada en la historia de Gran Bretaña. ¿Qué ocurrió? 
Desperté. Irónicamente, mientras el mundo me tachaba de «loco», 
yo estaba recobrando mi cordura. Estaba tomando consciencia, por 
lo menos un poco más. 
De hecho, el «yo» en el contexto de estas palabras no significa «yo». 
Es una experiencia llamada «David Icke». El verdadero «yo», el «yo» 
eterno, es la Consciencia que estaba «tomando» -con la que estaba 
volviendo a conectar-mientras que «David Icke», mi «personalidad» 
humana o mi «experiencia», estaba siendo calificado de «demente». 
La humanidad está profundamente confundida con la diferencia 
entre el verdadero «yo» -la Consciencia, que es su yo eterno- y lo 
que llamamos cuerpo/mente/personalidad humana. El primero es 
quién somos y el segundo es lo que estamos experimentando. Esta 
confusión lleva a miles de millones de personas a experimentar falsas 
identidades, creyendo que así es como son realmente. Soy Ethel 
Brown... soy Charlie Smith... nací aquí... trabajo allí... me gusta ir a 
España de vacaciones. Así, la consideración de sí mismas está 
profundamente limitada: no puedo soy un hombre común, no tengo 
poder. Esta situación encaja en las redes fe manipulación y control 
mundial porque, obviamente, es mucho más fácil guiar y reprimir a 
millones de «Ethel Brown» y «Charlie Smith» que a millones de 
personas que saben que su estado primordial es la eterna 
Consciencia, todo lo que existe, existido y existirá jamás. 
 
 
 
 
Figura 1. El cuerpo humano sólo es un nivel de nuestra Consciencia Infinita. El 
cuerpo no es lo que somos, sino un vehículo con el que experimentamos este 
universo de realidad virtual. 
 
No somos nuestros cuerpos; somos una Consciencia Infinita que está 
viviendo una experiencia a través de nuestros cuerpos (figura 1). 
Permitidme aclarar de dónde vengo desde el inicio del libro, porque 
todo lo que leeréis se relaciona con esto, inclusive mi propia 
«historia» (experiencia). Vivimos en un universo virtual, muy bien 
simbolizado en la trilogía cinematográfica de Matrix, pese a que hay 
mucho más que lo que se explica en estas películas. No somos 
nuestros cuerpos, ni siquiera nuestras mentes. Estos son vehículos 
que nos permiten experimentar la realidad virtual, una versión 
sumamente avanzada de Internet en muchos sentidos, tal y como 
veremos. Si uno quiere acceder a Internet y «experimentar» lo que 
nos ofrece, no le basta con entrar al sistema. Necesita un conducto o 
interfaz que le permita «conectarse». A esta interfaz la llamamos 
ordenador, y el universo de la realidad virtual funciona básicamente 
del mismo modo, a pesar de que, por supuesto, en un nivel mucho 
más sofisticado. El verdadero «yo» -la Consciencia- no tiene ningún 
aspecto en su estado eterno e infinito. Sólo es conciencia. La interfaz 
 
 
que utiliza la Consciencia es el sistema informático que llamamos 
mente y cuerpo humanos. El cuerpo es el ordenador más evidente 
cuando observamos las pruebas, y su sistema de comunicación es lo 
que llamamos «mente». O, mejor dicho, La Mente. Hablamos sobre 
«mi» mente, «su» mente, «sus» mentes, etcétera, pero yo sugiero 
que sólo hay una mente: La Mente. Es la interfaz que conecta la 
Consciencia con el universo de la realidad virtual, y todos, desde un 
partidario de la Nueva Era hasta un banquero de Wall Street, están 
expresando distintos aspectos de La Mente, siempre y cuando no 
tomen consciencia y se den cuenta de que ellos no son su cuerpo ni 
su mente. En ese caso, pueden abrir la Mente a la Consciencia y 
tomar conciencia de su verdadero ser (figuras 2 y 3). Podríamos decir 
que es un estado de «verdadera consciencia del yo», en 
contraposición al falso yo mental. 
 
 
Figura 2. La mayoría de las personas tiene una identidad que se relaciona con 
su mente/ cuerpo y la hace prisionera de los cinco sentidos porque cierra su 
mente a los niveles superiores de conciencia. Está atrapada en lo que yo llamo 
«cáscara» o «burbuja». 
 
¿Quién soy yo? 
 
Muy pocas personas saben la verdadera respuesta (a pesar de que 
 
 
cada vez hay más personas que sí) porque han estado coaccionadas 
y manipuladas para considerar que son sus mentes y sus cuerpos. Se 
miran al espejo y dicen «ésa soy yo», y escuchan la interminable 
charla del pensamiento que dice en su cabeza: «ésa soy yo». Pero no 
es así. Ese «yo» no es en absoluto el «yo». Es un vehículo por el cual 
el verdadero «yo» -la Consciencia- experimenta esta realidad. 
La humanidad ha estado engañada en demasiados sentidos y de 
sobradas maneras para identificar el «yo» con la mente y el cuerpo. 
Esta falsa identidad encierra nuestra atención, nuestra conciencia, en 
el cuerpo y la mente, y la desconecta así de nuestro verdadero «yo», 
la Consciencia. Esta situación es crucial para nuestra experiencia y 
para el mundo que creamos a nivel colectivo, puesto que sus 
perspectivas son extremadamente dispares. La Consciencia sabe que 
todo es Uno, mientras que la Mente ve todo en términos separados 
y divididos. No es erróneo que la Mente esté al servicio de la 
experiencia de la Consciencia, ya que ése es el rol que debe 
desempeñar. El problema empieza cuando pensamos que nosotros 
somos nuestros cuerpos y nuestras mentes. Entonces nos vemos 
atrapados en una ilusión que creemos real. Es la mente la que nos 
proporciona la experiencia en este reino de formas o de «cosas», 
cuando descodifica la realidad vibracional en ilusiones, tales como el 
«tiempo», el «espacio» y una aparente «fisicalidad», muy parecido a 
un ordenador que descodifica la información de un disco de 
software en imágenes, texto y gráficos en la pantalla. El tiempo, el 
espacio y la fisicalidad no son más que construcciones ilusorias que 
experimentamos a través de los sistemas de descodificación de 
nuestra mente y nuestro cuerpo, tal y como explicaré 
detalladamente. Es muy simple cuando uno descubre cómo funciona 
todo, y extraordinario cuando descubre cómo difiere la realidad 
«física» de aquello que pensamos que es. El mundo «físico» que 
vemos fuera de nosotros sólo existe (con esa apariencia) en nuestro 
cerebro. ¿Te parece ridículo? ¿Imposible? No, sencillamente es cierto. 
 
 
 
 
 
Figura 3. Cuando abrimos nuestras mentes, podemos conectar con el «yo» más 
amplio y acceder a niveles mayores de conocimiento, perspicacia y conciencia. El 
«mundo» aparece entonces muy distinto del que perciben aquellos que 
permanecen en la «burbuja». 
 
 
 
Figura 4. El mundo «físico» no existe tal y como lo percibimos, sino que es 
información vibracional y eléctrica que descodifica nuestro cuerpo/cerebro en 
una fisicalidad ilusoria en nuestras «mentes». Es como un ordenador que 
descodifica la información de un disco de software para que aparezca en la 
pantalla en forma de colores, texto, imágenes y gráficos.
 
 
No vemos a través de nuestros ojos; vemos mediante los sistemas de 
descodificación de nuestro cerebro. Los ojos convierten la 
información vibracional en señales eléctricas que el cerebro 
descodifica para construir nuestra realidad «física» (figura 4). Toda la 
información es la misma con distintas formas, sea vibracional, 
eléctrica, química o cualquier otra. El medio de comunicación es 
distinto, pero es la misma información con distintos formatos. Es 
como un hombre trajeado que le da un papel a una mujer con un 
vestido y ésta a su vez se lo da a un tipo con camiseta. Tal vez el 
medio de comunicación parezca distinto, pero la información sigue 
siendo la misma. Este principiose aplica al cuerpo-ordenador que 
comunica y descodifica la información vibracional, eléctrica, 
electromagnética y química. El libro que tienes delante sólo existe 
con su aparente forma «física» en tu cerebro, y lo mismo ocurre con 
todo lo demás que «ves», inclusive el sol, la luna y las estrellas, que 
parecen tan lejanas. Toda visión, sonido, tacto, olor, color, 
temperatura y la experiencia de la distancia, la solidez e incluso el 
movimiento, es información vibracional -longitudes de onda-
descodificadas por los cinco sentidos y el cerebro y convertidas en la 
ilusión de que la fisicalidad está «ahí fuera». La realidad es que no 
hay un «ahí fuera» cuando se trata del mundo «físico». Tú sientes 
que estás sosteniendo físicamente el libro, de acuerdo, igual que yo 
siento el teclado a medida que escribo en él; pero tus manos y las 
mías están convirtiendo información vibracional del libro y del 
teclado en señales eléctricas que descodifica el cerebro y se 
convierten en la sensación «física» de sostener el libro y escribir en el 
teclado. Hablaré de esto más detalladamente a medida que avance 
el libro, porque es fundamental para comprender lo que realmente 
está ocurriendo en este «mundo». A la mayoría de las personas le 
parecerá asombrosa y extravagante buena parte de la información 
que voy a explicar sobre muchos temas, pero ¿qué diablos puede ser 
más extravagante que el hecho de que tú no estés siquiera sujetando 
el libro que estás leyendo? El mundo no sólo es un poco distinto de 
como pensamos que es, sino que no tiene nada que ver con nuestra 
idea de él. Me resulta cómico oír comentarios del tipo: «Icke está 
loco» por una perspectiva que, cuando se trata de rarezas, no está 
siquiera a la altura de la realidad misma. «¡Icke está loco!» ¿De veras? 
 
 
¿Crees que es aire lo que estás respirando ahora? 
La mente percibe la realidad en términos de distanciamiento, 
estructura lenguaje, jerarquía, leyes, tiempo, espacio e individualidad. 
Ésa es su tarea: ofrecer a la Consciencia una experiencia de tales 
cosas. El problema es que la humanidad se ha identificado tan 
completamente con la Mente y su percepción, que las personas 
creen que su experiencia es lo que verdaderamente son. Es como 
estar delante de un teclado con el ratón en la mano y ver todo tal y 
como lo ve el ordenador. De pronto, toda nuestra creatividad y 
singularidad está perdida en el software universal que hay en todos 
los ordenadores. Lo mismo ocurre con los seres humanos cuando 
nos identificamos con la mente y el cuerpo y olvidamos nuestra 
verdadera naturaleza infinita. Sin embargo, no solamente olvidamos. 
La red de familias cruzadas entre sí de la que he estado hablando a 
lo largo de todos estos años nos ha estado manipulando para 
olvidar. Las personas de las sombras, como yo las llamo, saben cómo 
creamos la realidad, y su objetivo es que permanezcamos en la 
Mente, fuera de la Consciencia, pues así somos más fáciles de 
controlar. Nos encierran en el nivel de la percepción del cuerpo y la 
mente y luego programan el sentido de la realidad, controlando la 
información y las influencias electroquímicas que recibimos. 
 
 
Figura 5. Las personas que se guían por su «Mente» ven casi todo desde la 
perspectiva de los cinco sentidos, y están atrapadas en las ilusiones del mundo 
«físico». Eso hace que sean sumamente fáciles de manipular y controlar. Las 
personas conscientes conservan su conexión con los niveles superiores de 
conciencia y ven todo desde otro punto de vista. Están en este mundo, pero no 
pertenecen a él. Las personas guiadas por su «Mente» a menudo tildan de 
 
 
«locos» o de «peligrosos» a los seres Conscientes a causa de sus distintas 
perspectivas de la realidad. 
 
Una vez más, explicaré todo esto a medida que avancemos. Las 
personas hablan sobre el consciente y el subconsciente y pronuncian 
frases como «recobrar la consciencia». Yo estoy utilizando el término 
«Consciencia» de un modo muy distinto, especialmente con la C 
mayúscula para destacar que todas las consciencias son una 
Consciencia que se expresa de maneras infinitas. Cuando hablo de la 
Consciencia, me refiero a ese nivel de la conciencia que es eterno e 
infinito: nuestro estado primordial. Es la Consciencia Única e Infinita 
que lo sabe todo, que tiene todas las posibilidades y que es 
consciente de sí misma. Todo es una expresión de esa Única 
Consciencia; tiene que ser así porque eso es todo lo que existe. Pero 
no todo está en el mismo estado de conciencia y, comparado con la 
Consciencia que es consciente de sí misma, la Mente es como el 
tonto del pueblo. Se dice que la conciencia de uno mismo, el ser 
conscientes de la propia existencia, es la definición de «ser 
consciente». No estoy de acuerdo. La conciencia de uno mismo tal 
vez signifique que uno es consciente de su propia existencia, pero no 
que sea Consciente en el sentido del término que estoy empleando 
aquí. La mente tiene conciencia de sí misma, sobre todo de su falsa 
identidad, de ser Ethel Brown o Charles Smith y las «historias» que 
los acompañan; pero si la Mente se convierte en un circuito cerrado, 
en una «mente cerrada» como le ocurre a la mayoría de las personas, 
no es verdaderamente Consciente en el sentido de la Consciencia 
eterna o Conciencia Infinita. Estará funcionando con un sentido de la 
conciencia, la posibilidad y la propia identidad esencialmente 
limitado. Si eres nuevo en este tema, tal vez necesites asimilar 
muchas cosas, pero será muy sencillo en cuanto ates los cabos. 
 
Las «mentes excelentes» (y las menos excelentes) 
piensan de forma similar 
 
Las mentes se comunican a través del pensamiento. Nunca dejan de 
pensar. Los humanos son adictos a pensar porque son adictos a la 
Mente y creen que eso es lo que son. A su vez, los pensamientos se 
 
 
convierten en emociones, que son la reacción de la mente y el 
cuerpo al pensamiento, y por eso los humanos también son adictos a 
ellas. Uno ni siquiera tiene que experimentar algo directamente para 
activar una respuesta emocional; le basta con pensarla. Vivimos en 
un mundo construido por la Mente, lleno de personas de la Mente, y 
por eso la Mente es Dios: «Tiene una mente excelente»; «Tiene una 
mente increíble»; «Qué mente tan brillante». La Mente es todo en 
una realidad ideada por la mente, y por eso el intelecto es un objeto 
de adoración en el llamado mundo moderno. Ser «intelectual» o 
académico es una confirmación, según nuestro distorsionado 
entendimiento, de que somos «inteligentes». Bien, depende de lo 
que queramos decir con inteligente. La definición del diccionario es: 
«mentalmente ágil y original; brillante». Mentalmente ágil, bien, pero 
ése es el papel de la Mente, resolver los asuntos mediante el 
pensamiento. ¿Original? No es cierto. La originalidad surge de la 
Consciencia, no de la Mente. ¿Brillante? De nuevo, ¿qué se quiere 
decir con «brillante»? Si significa la capacidad de almacenar 
numerosos datos en la memoria y evocarlos a voluntad, se trata 
nuevamente de la función de la Mente. Aquello que llamamos 
«inteligencia» viene de la Mente, mientras que la sabiduría viene de 
la Consciencia y, tal y como he estado diciendo durante años, la 
inteligencia sin la sabiduría es la fuerza más destructiva de la tierra. 
Por ejemplo, requiere de mucha inteligencia fabricar una bomba 
atómica, pero no es sabio hacerlo. Existen cantidad de personas 
inteligentes, pero no tantas personas sabias, puesto que la 
percepción de la humanidad está dominada por la Mente, el 
conducto informático, en lugar de por el verdadero ser. 
Durante más de veinte años he estado hablando ante distintos 
públicos en más de cincuenta países, y sin lugar a dudas, son las 
personas intelectuales y las académicas las más incapaces de 
responder a cualquier asunto «fuera de lo habitual», y eso se debe a 
la Mente. Están tan encarcelados por la Mente que no pueden 
computar información ni conocimientos inspirados por la 
Consciencia. Para ellos es un mundo extraterrestre,como La 
dimensión desconocida. Sin embargo, es a ellos a quien se les 
reconoce su inteligencia y son ellos quienes dirigen las instituciones 
y controlan y guían a la sociedad. El sistema elaborado por la Mente 
 
 
es el que arroja robots hechos de Mente para que administren el 
sistema ideado por la Mente. Es un ciclo que se perpetúa una década 
tras otra. Mientras la Mente se comunica mediante el pensamiento, 
la Consciencia nos habla mediante el «entendimiento». También se 
llama «intuición». No es algo que uno piense; es algo que siente, 
algo que simplemente sabe. Todos tenemos esta intuición hasta 
cierto punto. Es esa sensación de que uno sabe algo, pero no sabe 
por qué lo sabe. «Sólo sé que debo conocer a esa persona», «ir 
aquí», «estar allí». Normalmente no hay palabras (en la Mente) para 
explicar este saber, este impulso para hacer algo, pero viene de 
algún lugar profundo en nuestro interior. Sí, de la Consciencia. El 
dominio de la Mente sobre nuestra percepción de la realidad cierra 
la puerta de la intuición, porque si seguimos a nuestra sensación, 
entonces la Mente deja de ser la que gobierna, deja de tener el 
control. Por supuesto, va a luchar para mantener su lugar destacado. 
¿Cuántas veces has tenido una intuición o un poderoso impulso por 
hacer algo sólo porque el parloteo de tu cabeza te disuadía de ello? 
 
No puedes hacer eso; ¿qué pensará tu familia, tus vecinos y tus 
compañeros de trabajo? Es irresponsable; tienes compromisos y 
deberes, ¿y qué hay de tu carrera profesional? Vas a decepcionar a 
los demás y a ti mismo. No puedes hacer todo lo que se te antoje. 
No es lógico. 
 
Ah, sí, lógica: «un método de razonamiento». ¿Pero qué es la razón? 
Las definiciones del diccionario son clásicas: «Capacidad del 
pensamiento lógico, racional y analítico; inteligencia; buen juicio; 
sensatez; estado mental normal; cordura». Mente, mente, mente. 
«Capacidad del pensamiento lógico, racional y analítico; inteligencia» 
sin duda se refiere al intelecto o la Mente, pero ¿el «buen juicio y la 
sensatez»? ¿Con qué criterio se rigen, si se puede saber? El dominio 
que ejerce la Mente sobre nuestra realidad significa que todo está 
definido desde la perspectiva de la Mente. El «buen juicio, la 
sensatez» es simplemente una definición de la Mente. ¿Qué ocurre si 
la Mente sólo conoce una fracción de lo que existe (y ése es el caso)? 
¿Te creerías la definición del tonto del pueblo del «buen juicio, la 
sensatez» y actuarías acorde con ella sin cuestionarla? Eso sería de 
 
 
locos, pero es precisamente lo que están haciendo cada día casi 
7000 millones de personas. Si te asomaras a la ventana una buena 
mañana soleada creerías que es sensato tomar el té en el jardín junto 
a tu familia, o tumbarte en una hamaca a tomar el sol. Si tuvieras 
mayor conciencia de las cosas y dijeras que se está acercando un 
tornado, lo que antes parecía un buen juicio, un buen criterio, ahora 
parecería una gran estupidez. Lo mismo ocurre con el grado de 
conciencia sumamente distinto entre la Mente y la Consciencia. 
Cuando uno abre su Mente a la Consciencia se da cuenta de lo 
limitada e incluso estúpida que es la Mente cuando funciona como 
un circuito cerrado y sólo es consciente de la realidad que percibe 
mediante los cinco sentidos. También comprende que aceptar que la 
Mente es el árbitro del «buen juicio, la sensatez» es una idea 
descabellada. Hablando de eso, me encanta esa tercera definición de 
la «razón»: «un estado mental normal; cordura». La ilusoria 
perspectiva de la Mente es el punto desde el cual se filtra y se juzga 
todo y a todos. Si uno dice cosas que superan la capacidad de 
comprensión de la Mente, debe, por definición, ser una persona 
demente y no estar en un «estado mental normal». Por eso he dicho 
tantas veces que me gusta que me llamen loco, porque eso es lo que 
confirma mi cordura. Gracias a todos los que les incumbe. 
 
No ser tan estúpidos 
 
Todo es energía en distintas formas. Científicos japoneses han 
demostrado que los cuerpos «brillan» y emiten luz que aumenta y 
disminuye con el paso del día. En un estudio colocaron cada tres 
horas a cinco hombres sanos que se habían ofrecido voluntarios, 
desnudos de cintura para arriba, frente a unas cámaras y 
completamente a oscuras durante veinte minutos. Los investigadores 
encontraron que el brillo del cuerpo aumentaba y disminuía a lo 
largo del día, siendo el punto más bajo a las 10 de la mañana y el 
más alto a las 4 de la tarde, descendiendo gradualmente a partir de 
esa hora. Se cree que estas fluctuaciones en las emisiones de energía 
están vinculadas al reloj biológico del cuerpo. El cuerpo y la mente 
son energía, como todo, y ésta puede fluir libremente (una mente 
abierta) o ser densa y pesada (una mente cerrada), en función del 
 
 
estado de ánimo de cada uno. Nada provoca más que esta energía 
se densifique que el miedo y las creencias rígidas. Un fenómeno 
llamado «mapeo cerebral» significa que las creencias rígidas se 
perpetúan a medida que el cerebro filtra la realidad para que ésta se 
ajuste a sus creencias. Aquellos que están en las sombras tratando 
de controlar los acontecimientos del mundo están persiguiendo 
nuestra mente: nuestras creencias. Apenas les importa qué creencias 
tengamos, ya sean religiosas, políticas, etcétera, siempre y cuando 
tengamos alguna. Cualquiera de ellas limita nuestra capacidad para 
ver desde todos los ángulos, y también les permite confrontar 
creencias para dividir y gobernar. Las mentes abiertas que se pueden 
expandir para conectar conscientemente con la Conciencia Infinita 
son la peor pesadilla Para los manipuladores, que han estructurado 
la sociedad para hacer todo lo posible por evitar este despertar, esta 
apertura de la mente. Las creencias rígidas pueden incluso verse en 
el modo en que las neuronas se conectan en el cerebro, porque 
forman una red eléctrica que representa la rigidez de la percepción, y 
las neuronas se activan según la secuencia que representa la 
creencia. Estas redes se llaman «mapas cerebrales», y se puede 
resumir con la frase: «Las neuronas que se activan juntas, 
permanecerán conectadas». 
David Shainberg, un psiquiatra estadounidense del William Alanson 
White Institute of Psychiatry de Nueva York, dice que los 
pensamientos son vórtices de energía que pueden volverse rígidos e 
inflexibles. Estos vórtices son otro nivel del proceso que conecta con 
las redes neuronales y crean la secuencia rígida y repetitiva según se 
activan. Shainberg sugiere que estos vórtices rígidos y densos se 
manifiestan en opiniones rígidas, en una percepción inflexible de la 
realidad y en puntos de vista inamovibles. También en las opiniones 
y las creencias arraigadas que crean los densos vórtices y las rígidas 
redes neuronales. Son estas redes y estos campos de energía de 
escasa vibración (distintas expresiones de las mismas creencias) los 
que cierran los canales, nos retienen en la realidad de cinco sentidos 
y bloquean la conexión consciente con la Conciencia Infinita. Son 
niveles eléctricos y vibracionales del proceso de filtrado en el que el 
cerebro elabora la información a fin de que encaje con sus creencias. 
Significa que algunas personas ven el vaso medio lleno y otras lo ven 
 
 
medio vacío; algunas personas ven siempre el lado positivo y otras 
sólo ven el lado negativo. Estos «mapas cerebrales» de redes 
neuronales que se activan en una secuencia repetitiva son como los 
programas de software que se ejecutan en un ordenador: nunca 
cambian hasta que reescribimos los códigos de software o 
cambiamos el disco. La mayoría de las personas nunca lo hacen, y 
por eso son tan predecibles y su percepción y comportamiento están 
tan limitados. Cuando nos deshacemos de un pensamiento tan 
rígido, la red neuronal se parte y se forma otra para encajar con la 
nueva realidad. De este modo, el proceso de filtración cambia y 
podemos descodificar otros campos de posibilidad a los que antes 
no teníamos acceso. Esta situación laexperimentamos como algo 
que «nos cambia la vida», o como una ola repentina de nuevas 
oportunidades que no se habían presentado antes. Estas 
«oportunidades» siempre han estado allí, en la masa de energía 
dentro de Todas las Posibilidades; sólo que la creencia de la persona 
provocaba que el cerebro no las «leyera» ni las manifestara en la 
experiencia «física». Los pensamientos rígidos y las emociones de 
escasa vibración, especialmente el miedo, provocan que nuestros 
campos de energía tengan una densidad de vibración lenta, lo cual 
crea un «cortafuegos» con la Conciencia Infinita. ¿Cómo llamamos a 
las personas que no son muy «brillantes»? Las llamamos «estúpidas» 
(«densas» en inglés). Tras mi primer despertar en 1990, empecé a 
decir cosas que desbordaban las creencias de la mayoría de las 
personas, y sus mapas cerebrales se activaron para calificarme de 
loco e incluso de persona peligrosa. En realidad, lo que estaba 
ocurriendo es que estaba «saliendo de mi Mente» y accediendo a la 
Consciencia. 
 
Mentirse a sí mismo 
 
Una importante expresión de estos mapas cerebrales es un 
fenómeno' llamado «disonancia cognitiva». Se trata de un 
desequilibrio de la mente y las emociones que mantiene a la 
humanidad en una condición de ignorancia y servidumbre. 
Comprender la disonancia cognitiva es entender buena parte de la 
condición humana. Tal vez suene muy culto o parezca que provenga 
 
 
del mundo nebuloso de la jerga intelectual, pero realmente es muy 
sencillo. Básicamente significa tener dos ideas contradictorias entre 
sí, que principalmente se manifiestan con una creencia que se 
contradice con la experiencia, la información o el comportamiento. 
La disonancia (discordia) cognitiva (conocimiento, consciencia) es un 
estado de estrés y desasosiego interior provocado por la no 
correspondencia entre la creencia de una persona y su experiencia, 
conducta o los hechos que tiene ante sí. Con esta corta frase he 
descrito a la mayor parte de la humanidad y por qué el mundo es 
como es. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 6. La disonancia cognitiva puede ser un tipo de esquizofrenia en la que 
dos perspectivas o hechos contradictorios se creen ciertos: la guerra es la paz, la 
libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza. 
 
Esta sensación de desasosiego insiste en que resolvamos la 
contradicción, lo que normalmente hacemos mintiéndonos a 
nosotros mismos o autoengañándonos. Los humanos están 
constantemente en un estado de disonancia cognitiva, y aquellos 
que desean controlarnos explotan esta situación sin piedad. «Cállate, 
no quiero escucharlo» es una expresión de la disonancia cognitiva, o 
un esfuerzo por evitarla. ¿Cuántas veces hemos oído decir esto 
cuando una creencia muy arraigada topa con cierta información que 
se contradice con su realidad? Estas palabras revelan lo que ocurre 
cuando las pruebas se contradicen con las creencias y las 
percepciones. A fin de mitigar la disonancia, el estrés provocado por 
 
 
la contradicción, las personas normalmente (a) descartan la 
información que se opone a sus creencias sin investigar nada o (b) 
cambian sus creencias y asunciones a la luz de la nueva información 
o experiencia. Esta última opción hace que la disonancia cognitiva 
sea algo positivo. Uno aprende de la nueva información y la 
experiencia y expande su conciencia. Desafortunadamente, sin 
embargo, la mayoría de las personas toman la otra ruta e intentan 
proteger sus creencias de cualquier contradicción (figura 6), lo cual 
es especialmente cierto con los creyentes religiosos, los académicos, 
los científicos, los médicos y aquéllos con una perspectiva política o 
cultural muy arraigada. Si tienen que elegir entre sus creencias y una 
comprensión más amplia, siempre se decantan por sus creencias. Eso 
significa que en su propia mente deben desacreditar al mensajero - 
«Icke es un chiflado»- para, de algún modo, encontrar una 
explicación convincente y dejar sus creencias intactas. La Sociedad 
Escéptica estadounidense en realidad es una Sociedad con 
Disonancia Cognitiva. Su función no es cuestionar información y 
creencias que se oponen a las suyas, sino desacreditarlas por temor a 
hallar defectos a sus propias creencias. Cuanto más comprendamos 
la verdadera naturaleza de la realidad, más ridículas nos parecerán 
las «explicaciones» de los defensores de la academia. En una 
universidad del Reino Unido hay una «parapsicóloga» que 
constantemente desacredita las experiencias paranormales y 
«cercanas a la muerte» con términos que a uno le hacen temblar. En 
una ocasión dijo que las experiencias cercanas a la muerte —después 
de que un gran número de personas haya explicado haber 
abandonado su cuerpo y regresado a él— se deben a que el cerebro 
recuerda su «vida» en el momento de morir. Bien, ¿cómo puede 
estar recordando el hecho de flotar sobre su cuerpo y observarse 
desde arriba? ¡Es una locura! Pero así es como funciona la disonancia 
cognitiva. Las creencias empañan el juicio a medida que las neuronas 
se activan con su secuencia repetitiva, y ni siquiera permiten ver las 
contradicciones más obvias. George Orwell llamó «aceptación de 
principios contradictorios» a lo que actualmente llamamos 
disonancia cognitiva: la capacidad de albergar dos creencias 
contradictorias y aceptar la veracidad de ambas. Su frase «la guerra 
es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza» 
 
 
reproduce el autoengaño de la disonancia cognitiva. Es una 
pandemia humana y resulta crucial para el éxito del sistema mundial 
de control que he estado tratando de exponer durante veinte años. 
También es un fenómeno de la Mente, no de la Consciencia. 
 
La voz silenciosa 
 
La mayoría de las personas es tan prisionera de su Mente que rara 
vez siente los impulsos de su saber intuitivo, lo que algunas personas 
llaman la voz silenciosa. La Mente «habla» en voz alta, y cuanto más 
alto mejor. Le encanta mantener el ambiente ruidoso y aumenta los 
decibelios cuando es necesario para asegurarse de que el parloteo 
interminable, irrelevante e irreflexivo de la mente, ahoga la Voz 
Silenciosa de la Consciencia. ¿QUÉ DIJO MI INTUICIÓN? ¿DISCULPA? 
NO PUEDO OÍRTE. HE DICHO, ¿QUÉ ES LO QUE DIJO MI INTUICIÓN? 
OH, OLVÍDALO, YA SE ME HA IDO. Todo tiene conciencia de algún 
tipo, y sin duda la Mente también. Es consciente de que si permite 
que la Consciencia se exprese en esta realidad, se han terminado sus 
días de dominio. 
 
 
 
Figura 7. El cuerpo está conectado con múltiples campos de energía (niveles de 
conciencia) a través de los chacras. 
Hay siete chacras principales. 
 
No quiere que eso ocurra y está tan engañada que, por razones que 
explicaré más adelante, actúa para cerrar los canales con la 
Consciencia, alentada por las familias selectas de la conspiración 
mundial y sus redes de sociedades secretas. Estas familias utilizan el 
conocimiento que estoy destacando aquí para encerrar a la 
población en las cárceles de la Mente. Más adelante detallaré cómo 
lo consiguen, pero una de sus formas predilectas es destruyendo el 
silencio y haciendo que las personas teman el silencio. Obviamente, 
la Voz Silenciosa habla con más claridad cuando hay silencio, y no se 
comunica tanto con palabras como con conciencia y «saberes». Con 
todo, ¿cuántas personas siguen sentándose en silencio? En todas 
partes el mundo moderno está destruyendo el silencio, y no es 
casual en el sanctasanctórum de la conspiración. 
La consciencia nos habla a través del corazón, y por eso tendemos a 
«sentir» la intuición en el área del pecho. No me refiero al corazón 
físico, sino al «espiritual», que podemos sentirlo en el centro del 
pecho. Es un vórtice o «chakra» (cuyo significado es «rueda de luz») 
que conecta el nivel «físico» con nuestros niveles superiores de 
conciencia que trascienden los cinco sentidos (figura 7). De ahí que 
el corazón «físico» se utilice para simbolizar el amor. Viene de la 
pérdida de comprensión del verdadero significado del «corazón»en 
este contexto. Cuando sientas un gran amor o compasión, trata de 
notar de nuevo cómo lo sientes en el centro del pecho: en la 
ubicación del chakra o vórtice del corazón a través del cual también 
sentimos nuestro «saber» intuitivo. Cuando alguien está tratando de 
tomar una decisión, decimos: «¿Qué te dice el corazón?» o «¿Qué es 
lo que sientes?». El chakra del corazón, el Anajata, es nuestra 
principal conexión con la Consciencia que está más allá de este 
«mundo» ilusorio, mientras que nuestra «cabeza», la Mente 
condicionada, ha caído en la trampa del «pensamiento», que se 
ajusta a las normas y regulaciones de la realidad de los cinco 
sentidos. La mayoría de las personas está encarcelada en su 
«cabeza», que ha sido adoctrinada para creer la versión oficial de lo 
 
 
que es correcto y lo que no, lo que es moral e inmoral, lo que es 
sensato o descabellado: las «normas» de la sociedad. Se trata de una 
expresión de la conciencia ligada a la tierra, la Mente de «cinco 
sentidos», que cada día se manipula para aceptar una versión de la 
realidad y la posibilidad que se ajusta al plan de aquellos que tratan 
de tener el control. Se basa en las limitaciones, las normas y las 
regulaciones y la mentalidad de «no puedo» y «no puedes». Ve por 
qué no se puede hacer o no se debería hacer una cosa, pero rara vez 
ve por qué puede o por qué debería hacer una cosa. También está 
petrificada por el miedo, y eso mantiene encerrada a la humanidad 
en una cárcel mental y emocional. El «corazón», la intuición, sin 
embargo, es nuestra conexión con el Yo infinito que trasciende los 
cinco sentidos. Tiene su propio campo electromagnético y su propia 
percepción de la realidad. El «corazón» siente más que piensa y tiene 
«saberes» más que «información» de segunda mano cosechada de la 
máquina de adoctrinar. Algunos lo llaman «inteligencia innata», 
inteligencia que supera el mero «conocimiento». La mayoría de las 
personas tienen una «lucha» interna entre lo que piensan y lo que 
sienten: lo que les dice su cabeza que deben hacer y lo que 
intuitivamente creen que deben hacer. Casi siempre gana la cabeza. 
Es más fácil, o por lo menos así lo parece, en una sociedad de 
Mentes que se basa en la imposición de pensamientos y creencias. 
En cuanto el sistema ha decidido e impuesto las «normas» a través 
de la «educación», la «ciencia», los medios de comunicación, la 
medicina, etcétera, cualquier rebelde o librepensador está sujeto al 
ridículo o a las condenas (en mi caso a ambas cosas) por el crimen 
de ser diferente, o por oponerse a esta ridícula versión limitada de la 
realidad y la posibilidad. Hay un dicho japonés que revela este 
proceso de forma excelente: «No seas el clavo que destaca por 
encima del resto porque serás el primero en ser golpeado». La 
Mente mantiene la cabeza gacha; la Consciencia dice: «Eh, tíos, estoy 
aquí». 
 
Fascismo psicológico 
 
Cualquiera que siga verdaderamente a su «saber» intuitivo en lugar 
de aquél en el que la han adoctrinado, se verá enfrentado al ridículo 
 
 
y a las condenas de los fascistas psicológicos. Estos no son sólo los 
que llevan botas militares y ridículos bigotes; son padres, «amigos», 
compañeros y, si estás en la esfera pública, los «periodistas» y el 
público en general; en realidad, cualquier persona que te haga la 
vida difícil o desagradable por ser distinto. Esta reacción está 
extensamente codificada en la psique humana por medio del poder 
de la programación genética y el dominio de la Mente. Fijémonos en 
lo crueles que pueden ser los niños en la escuela con cualquiera que 
sea «distinto». Casi toda la raza humana está completamente 
adoctrinada por las «normas» implantadas desde fuera que 
bombardean la mente desde que nace hasta que muere; no 
comprende que su pensamiento «normal» es su cárcel individual y 
colectiva. Tal es su perplejidad, que no sólo contribuye cada minuto 
a su propia esclavitud, sino que también defiende fervientemente el 
Sistema de Control ante cualquiera que cuestione o desafíe los 
fundamentos y las asunciones sobre los que se basa. Como dice 
Morfeo en la primera película de Matrix: 
 
La Matrix es un sistema, Neo. y este sistema es nuestro enemigo. 
Cuando estás dentro, y miras a tu alrededor, ¿qué es lo que ves? 
Empresarios, profesores, abogados, carpinteros, las mismas mentes 
de las personas que intentamos salvar. Pero hasta que lo hagamos, 
estas personas son parte de este sistema, y eso las convierte en 
nuestros enemigos. Tienes que comprender que la mayoría de estas 
personas no está preparada para la desconexión. Y muchas... 
dependen tanto del sistema que lucharán para protegerlo. 
 
No comparto la idea de los enemigos -eso es propio de la Mente- 
pero describe con bastante precisión la percepción humana del 
sistema que la esclaviza. Es lo que yo denomino «perspectiva de la 
Tierra plana». Cuando la norma decía que la Tierra era plana, 
cualquiera que afirmara lo contrario era ridiculizado y condenado, 
incluso encarcelado o asesinado. Cuando la norma cambió con el 
aluvión de pruebas de que la Tierra era esférica, los roles se 
intercambiaron inmediatamente y cualquier persona que afirmara 
que era plana era tildada de chiflada. Las normas mandan, ¿está 
claro? Establece las normas y controlarás la percepción y el 
 
 
comportamiento humano. Por eso es tan importante exponer la 
insensatez de las normas. Aquellos que se dejan llevar por su 
intuición siempre atraen la atención de la Policía del Pensamiento, 
porque la «cabeza» y el «corazón», la Mente y la Consciencia, ven la 
realidad desde puntos de vista completamente distintos. La Mente 
de cinco sentidos que está desconectada de la Consciencia está 
enfrascada en una violenta e interminable batalla con la intuición, 
provocada por el miedo a perder su aparente poder sobre los 
eventos y el comportamiento. Si alguien dijera que su intuición le 
dice que hay bandidos por las esquinas y que deberían darse la 
vuelta, la Mente de estas personas le pediría «pruebas». Le dirían que 
no fuera tan estúpido y que dejara de fastidiarles el paseo. Del 
mismo modo, hay personas que se negaron a subirse a un avión que 
posteriormente se estrelló porque tenían una «sensación»; una 
intuición de la Consciencia. Aunque estas personas hubieran 
advertido a los demás pasajeros que bajaran del avión, la mayoría 
habría permanecido en él. Sus cabezas les habrían dicho que la 
probabilidad de estrellarse era mínima y que, en cualquier caso, 
necesitaban llegar a su destino para asistir a una reunión de 
negocios o a una cita. Además, los grandes avances en el 
conocimiento, inclusive de la ciencia, son invariablemente el 
resultado de la intuición, de algo visceral, y no únicamente del 
intelecto. La intuición es la inspiración, y el intelecto -o la Mente- 
sólo la confirma. 
 
Atreverse a ser diferentes 
 
Cuando hacemos caso a nuestra intuición, con frecuencia nos vemos 
comportándonos de un modo que las mentes condicionadas y 
encarceladas de las personas de nuestro alrededor no alcanzan a 
comprender. Tienen que «racionalizar» nuestras palabras y 
conductas y decir que estamos «locos» o que somos «peligrosos». 
En realidad sólo somos diferentes, sólo vemos la realidad desde otro 
punto de vista. Es como la escena de la película El club de los poetas 
muertos en la que Robin Williams dice a sus alumnos, que van a una 
escuela muy estricta: 
Me he subido a la mesa para recordarme que debemos mirar 
 
 
constantemente las cosas de un modo diferente. El mundo se ve 
distinto desde aquí arriba... cuando ustedes crean que saben algo, 
deben mirarlo de un modo distinto; aunque pueda parecer tonto o 
equivocado, deben intentarlo... 
 
... Todos necesitamos ser aceptados, pero deben pensar que sus 
convicciones son únicas, les pertenecen, aunque a otros puedan 
parecerles raras o inaceptables, aunque toda la manada diga: «No 
está bieeeen». 
 
Con una perfecta sincronía, justo antes de mi propio «despertar», 
experimenté ciertas situaciones que me llevarona decidir que si 
alguna vez volvían a estar en conflicto mi mente y mi intuición, mi 
cabeza y mi corazón, siempre haría caso a mi intuición. Desde 
entonces nunca he titubeado. Como pronto iba a descubrir, 
comprometerse a confiar en la propia intuición puede provocar 
grandes desafíos en un mundo que funciona con la cabeza y la 
Mente. Mientras ocurren estas situaciones, la mente está gritando al 
corazón: «¡Te lo dije! ¡Mira lo que ocurre cuando no me escuchas!». 
Aquí es donde la mayoría de las personas abandonan y vuelven a 
hacer caso a su cabeza; el experimento se ha terminado. Pero 
cuando uno permanece firme] y confía en sus saberes intuitivos 
teniendo en cuenta todas las consecuencias que se puedan derivar, 
empieza a manifestarse una maravillosa trasformación liberadora. La 
mente juzga los acontecimientos sólo desde la perspectiva de su 
visión de la próxima curva del río, pero la intuición (Consciencia) ve 
todo el río, desde su origen hasta su desembocadura en el mar. Sabe 
que aunque en ese punto las cosas parezcan funestas, sólo un poco 
río abajo la experiencia le llevará a algún lugar realmente hermoso. A 
mí me ha pasado constantemente, y nunca me ha ocurrido más 
veces que al principio de aquellos artos de la década de los noventa. 
Algunas veces nos enfadamos y frustramos porque, para la Mente, 
algo ha ido «mal»; pero más tarde vemos que aquello que fue «mal» 
era en realidad perfecto a raíz de lo que surgió de allí, o del 
obsequio que os entregó la experiencia. Por ejemplo, utilizando la 
analogía del río, la corriente puede arrastrarnos hasta la orilla o 
provocar un agujero en nuestra canoa de manera que tengamos que 
 
 
detenernos. Tal vez estemos furiosos, maldigamos nuestra «suerte» y 
digamos «¿Por qué yo?». Sin embargo, aparece entonces un nativo, y 
nos dice que hemos tenido mucha suerte porque en la siguiente 
curva hay una gran cascada que sin duda nos habría matado. 
Cuando somos sensibles a nuestra intuición, ni siquiera necesitamos 
«pistas» como un barco agujereado; simplemente «sabemos» que 
deberíamos ir a la orilla y no seguir adelante. 
 
 
 
Figura 8. La humanidad está desconectada de la Consciencia a causa de 
obstáculos y creencias artificiales que se han ideado paro centrar la percepción 
en los cinco sentidos. De este modo bloqueamos nuestra infinidad y percibimos 
una fracción de lo que hay por «ver» y saber. 
 
El desafío consiste en leer las señales y los mensajes que la intuición 
y las experiencias nos brindan y actuar al respecto en lugar de dejar 
que decida la Mente. «No hay motivo para detenerse», diría la 
Mente. «No hay pruebas de que haya cascadas o rápidos en este río, 
y hasta que no vea las pruebas vamos a continuaaaar... 
aaaaagggghhhh...». Si uno se abre a la Consciencia, la Mente puede 
ser una aliada en lugar de una enemiga. Puede regresar a su lugar 
legítimo para servir a la experiencia de la Consciencia y dejar de ser 
la dominante. A raíz de fiarme de mi intuición al margen de todo, mi 
Mente de cinco sentidos ha sido capaz de observar «lógicamente» 
que, mientras que seguir a la intuición puede suponer grandes 
 
 
desafíos, la experiencia siempre resulta ser la adecuada desde una 
perspectiva más amplia. Se da cuenta de que lo que parece ser una 
autodestrucción, al final resulta en consecuencias positivas, y eso 
ocurre a causa de la experiencia «autodestructiva» y no a pesar de 
ella. Con este descubrimiento, la cabeza y la intuición actúan con 
armonía, y se termina así la guerra entre lo que uno piensa y lo que 
siente, entre lo que cree y lo que sabe. Los dos se vuelven Uno, y la 
persona sigue sus «saberes» intuitivos sin que su mente golpee 
simbólicamente con el puño en la mesa. 
La vida no se trata tanto de aprender como de desaprender, de 
desprogramarse. La Consciencia, en su nivel superior, ya es 
omnisciente. Adquirir consciencia no es algo por lo que debamos 
esforzarnos; es nuestro estado natural. Las personas se pasan tanto 
tiempo buscándola que nunca se detienen a encontrarla. Nosotros 
somos Consciencia; no hay ninguna necesidad de buscarla. Lo que 
debemos hacer es destruir las barreras y los obstáculos ilusorios (tan 
bien simbolizados en la figura 8) que bloquean nuestra conexión con 
lo que realmente somos y nos mantienen encerrados en la Mente. La 
base sobre la que se erigen todos los obstáculos es el apego a la 
Mente y la creencia de que eso es lo que somos. Si ponemos fin a 
esa adicción, a esa ilusión, la Consciencia entrará a raudales sin que 
sea necesario hacer nada más. Podemos sumergir una pelota en el 
fondo de una cisterna de agua, pero en cuanto la dejamos ir (nos 
liberamos de la Mente), asciende a la superficie en un instante. Tiene 
que hacerlo. Es su estado natural. No necesitamos destruir la Mente. 
Tiene un rol importante que desempeñar, en realidad, crucial, porque 
es la interfaz, el sistema informático que permite a la Consciencia 
experimentar este mundo de «formas» y «cosas». Es la Mente la que 
descodifica esta realidad en el paisaje «físico» que percibimos; 
descodifica las palabras y el lenguaje; y básicamente nos permite 
vivir dentro de la ilusión. Tener una «mente brillante» no es 
perjudicial siempre y cuando forme parte de nuestra percepción y no 
sea la reguladora de ésta. 
En cuanto pensamos que somos la Mente, tomamos contacto con el 
pegajoso mundo físico y garantizamos una conexión firme. Entonces 
nos convertimos en Ethel y en Charlie. Me niego a identificarme con 
estos personajes falsos. Yo no soy David Icke. Soy Consciencia 
 
 
Infinita, y David Icke es mi experiencia actual dentro de esta realidad 
«física». Cuando haces esta distinción, el cambio interno que tiene 
lugar modificará tu vida para siempre. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO DOS 
 
No seré otro ladrillo en el muro 
 
La libertad es el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír. 
George Orwell. 
 
Mi propia «historia» (experiencia) es un ejemplo de lo que estoy 
hablando. Como todos, yo pensaba que era una mente y un cuerpo 
llamado David Icke, hasta que diversas experiencias asombrosas que 
aún persisten me mostraron que era algo mucho más magnífico: la 
Consciencia. 
Eso es lo que tú también eres. No me importa cuál sea tu nombre, de 
dónde vengas o qué hayas o no hayas hecho. Estos detalles son 
solamente tu experiencia. Lo que tú eres es Consciencia, en realidad la 
misma Consciencia que yo. Somos Uno, y las aparentes divisiones de 
raza, edad, cultura, religión, empleo o ingresos son meras ilusiones, 
como veremos, que nos esclavizan en una identidad falsa y permiten 
que unos pocos controlen a la multitud. Da lo mismo que sea un 
príncipe o un indigente. El príncipe es el indigente y el indigente es el 
príncipe, porque son expresiones de la misma Consciencia. Ésta es la 
revelación, el descubrimiento que nos hará libres. Imagina un océano 
infinito. La masa de agua es la misma en todas partes, pero la 
perspectiva de la realidad, cuando se ve desde distintas partes del 
océano, será distinta y se le darán distintos nombres: océano Atlántico, 
océano Pacífico, mar de la China Meridional... La única diferencia entre 
nosotros es el ángulo desde el que elegimos observar la realidad desde 
la Consciencia Infinita. Somos el mismo océano, la misma Consciencia, 
pero observamos la realidad desde distintas perspectivas, distintos 
ángulos de conciencia. A lo largo de los últimos miles de años, la 
pérdida de este conocimiento (tal y como percibimos el «tiempo») ha 
supuesto que el lenguaje no se haya desarrollado para describir 
adecuadamente la naturaleza del verdadero «yo». Siempre que 
 
 
hablamos de «yo», la Mente inmediatamente lo relaciona con el cuerpo 
o la personalidad humana y su nombre. Confío en que quedará claro a 
qué «yo» me refiero en los distintos contextos, y utilizaré términos 
como verdadero «yo» para la Consciencia a fin de aclararlo cuando sea 
necesario. 
 
 
Figura 9. Se puede apreciar lo contento que estaba de estar en el planetaTierra. 
 
El David Icke que constituye el «yo» nació en Leicester, en Inglaterra, 
alrededor de las 6:15 de la mañana el 29 de abril de 1952. Crecí en lo 
que en Gran Bretaña llaman una familia de «clase trabajadora» (figura 9). 
Muchas veces es otra forma de decir «pobre», y en nuestro caso sin 
duda era así. Beric, mi padre, fue un hombre muy estricto y mi mayor 
influencia en aquellos primeros años. Mi madre, Barbara, era 
completamente opuesta a mi padre (figura 10). El dominaba y quería 
controlar, y ella silenciosamente iba haciendo todo lo necesario para la 
familia. Si alguna vez necesitaba que alguien estuviera conmigo en la 
trinchera, ella era de las primeras personas a las que llamaba. Mi padre 
era muy agudo intelectualmente, pero sus humildes orígenes y su 
preocupación por sobrevivir día a día, significaron que nunca pudo 
lograr su ambición de llegar a ser médico. Sólo las personas con dinero 
tenían la oportunidad de serlo, y mi padre tuvo que dejar la escuela para 
proporcionar ingresos a su familia después de que su padre se largara y 
los abandonara. Esta época le dejó cicatrices que arrastró durante el 
resto de su vida; igual que sus vivencias en la Gran Depresión de 1930, 
 
 
cuando en una ocasión se fue andando en busca de trabajo de Londres 
a Blackpool, recorriendo unos trescientos kilómetros, durante la 
(ingeniada) «crisis» en la que el desempleo creció mientras los 
responsables engrandecían desmesuradamente sus riquezas. Durante la 
Segunda Guerra Mundial se incorporó en la Army Medical Corps, y en 
1943 ganó la Medalla del Imperio Británico por sacar soldados de las 
fuerzas aéreas de un avión en llamas que hizo un aterrizaje de 
emergencia en la base aérea de Chipping Warden en Northamptonshire, 
en Inglaterra. También sirvió en Oriente Medio y llegó a Italia cuando los 
fascistas se retiraron. Se quedó perplejo cuando vio las adineradas 
iglesias católicas romanas en lugares como Nápoles, rodeadas de una 
pobreza increíble, mientras aquellos que estaban en una situación 
desesperada seguían entregándose a su despiadada religión. Eso le hizo 
oponerse a las religiones durante el resto de su vida; 
desafortunadamente, también rechazó cualquier idea de una vida 
después de la «muerte» porque la equiparaba a la visión de las 
religiones que tanto despreciaba. Sus muchas historias, como la de 
Nápoles, moldearon mi actitud ante la vida desde mi infancia. Siempre 
me ha sacado de quicio cualquier expresión de favoritismo, injusticia e 
imposición. Fui un rebelde desde el principio, que cuestionaba el orden 
establecido. Ahora sé que las experiencias de mi infancia me estaban 
preparando para lo que haría mucho tiempo después. Para mi «Mente» 
yo sólo era un chico en desarrollo, pero para mí «yo» más amplio, mi 
vida era una cadena de experiencias que me llevaba a lo que sabía que 
estaba por venir. De nuevo es como la analogía de la canoa en el río con 
la Mente que ve hasta la siguiente curva y la Consciencia que ve todo el 
río. La pregunta es: ¿«Aprendemos» (a desprogramarnos del dominio de 
la Mente y a ser Conscientes) a raíz de nuestras experiencias en el «río» 
o las ignoramos y dejamos que la Mente siga dictando nuestra 
percepción? Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y 
hasta cierto punto es verdad. Los «ciegos que no quieren ver» son 
aquellos que han vivido las más diversas experiencias y apenas han 
aprendido algo de ellas (casi no se han desprogramado). 
 
 
 
 
Figura 10. Mi madre, Barbara. 
 
Uno de los primeros momentos que recuerdo es el de estar sentado en una 
vieja mesa desbaratada en una lúgubre y oscura habitación. En la mesa había 
una botella de leche esterilizada, muy utilizada por la «clase trabajadora» 
británica en la década de 1950 porque duraba más tiempo que cualquier 
otro tipo de leche. Siempre que huelo el distintivo olor de la leche 
esterilizada recuerdo aquel momento. La escena era en una diminuta 
vivienda insalubre en Lead Street, justo al final de Wharf Street, en el 
decadente centro de Leicester, una ciudad industrial de East Midlands. Viví 
en Lead Street durante mis primeros tres años de vida, y la leche esterilizada 
es todo lo que recuerdo. En el segundo recuerdo que albergo aparezco 
corriendo a la parada del autobus cuando nos trasladamos a una nueva 
vivienda de protección oficial a las afueras de Leicester, en la casa en la que 
sigue viviendo mi hermano pequeño Paul. Está frente al hospital general de 
Leicester en el que nací. Durante mi infancia escaseó mucho el dinero, y 
recuerdo que los jueves (día que se cobraba) iba con mi madre a la parte 
trasera de los baños de la fábrica de relojes para que mi padre pudiera venir 
a darnos el dinero para comprar la cena de esa noche. En numerosas 
ocasiones, cuando alguien llamaba a la puerta de casa, mi madre me 
mandaba esconderme debajo de la ventana o detrás de una silla. Allí 
permanecíamos, quietos y en silencio, hasta que se aseguraba de que no 
había nadie. Yo no tuve la menor idea del porqué de aquella situación hasta 
más tarde, cuando descubrí que era el propietario dé las viviendas que venía 
a recoger el dinero que no teníamos. Me resulta cómico cuando las personas 
observan con tanta envidia a aquellos que aparentan tener vidas más fáciles 
o que han crecido en familias ricas, cuando todos somos sólo una 
Consciencia que está viviendo una experiencia. Si hubiera necesitado nacer 
en una familia rica para hacer lo que hago ahora, entonces habría sido así, 
pero no lo fue. La infancia que tuve fue la que mejor se ajustó a mi 
«trayecto». De modo que debes tranquilizarte si no te gusta tu vida o no te 
gustó tu infancia, y preguntarte por qué es o fue necesario. ¿Por qué te 
ocurrió a ti y no a otra persona? ¿Por qué estás viviendo esta vida y no otra? 
Cuando sepas la respuesta cambiará tu vida porque habrás «aprendido» la 
 
 
lección (habrás eliminado el programa de la Mente) y podrás continuar. No 
hay ninguna necesidad de seguir experimentando algo cuando ya no existe 
ningún motivo, de modo que dejará de experimentar lo que le causa 
malestar. Si te siguen ocurriendo las mismas cosas que antes, entonces es 
que no has visto lo que te están diciendo y, hasta que no lo hagas, el ciclo 
continuará. 
A lo largo de mi infancia siempre me sentí «diferente», a pesar de que 
ignoraba por qué. Sentía que estaba aquí para hacer algo, pero no sabía qué. 
Me gustaba estar solo, y cada día me pasaba horas jugando solo, empujando 
pequeños trenes de metal sobre la repisa de la ventana, absorto en mi 
propio mundo. Estos trenes «Lone Star Locos», como se llamaban, eran mis 
mejores amigos. Mi madre muchas veces recuerda que era tan tímido que 
cruzaba la calle para evitar hablar con gente que conocía. Tras todos estos 
años y las muchas profesiones públicas que he tenido, sigo prefiriendo tener 
mi propio espacio y privacidad, y en cuanto termino un evento público sólo 
quiero salir y desaparecer de la vista. Para mí eso siempre ha sido una 
aparente contradicción. He estado en la esfera pública como jugador de 
fútbol profesional, presentador de televisión, político y ahora como autor y 
detractor del pensamiento convencional; y sin embargo siempre he sido una 
persona a la que no le gusta ser el centro de atención del público y que 
prefiere el anonimato. Adoro la paz y la tranquilidad. Si algo sabía desde mi 
infancia era que me negaría a ser una persona más de la multitud. Iba a ser 
diferente, y si no podía ser distinto no quería estar aquí. No estaba dispuesto 
a aceptar un futuro basado en mi pertenencia a la «clase trabajadora», 
destinado a una fábrica o a cualquier trabajo mal pagado que consistiera en 
hacer lo que alguien me mandara. No estoy criticando a las personas que sí 
lo hacen, en absoluto. Sin estas personas, todo lo que compramos en las 
tiendas, incluida la comida, no estaría allí, y creo que es una vergüenza que 
se paguen esos salarios por trabajos tan esenciales y tan sumamente 
infravalorados. Limpia las callesy te pagan una miseria; juega al casino en 
Wall Street o en la City de Londres, apostando la supervivencia de millones 
de personas, y te pagan una fortuna. No estoy menospreciando a aquellos 
que trabajan en fábricas y son peones de un sistema dictatorial e injusto. 
Simplemente, en una etapa temprana de mi vida decidí que eso no era para 
 
 
mí. Entonces, de nuevo, aquello que era «yo», el muchacho llamado «David 
Icke», estaba dejándose guiar por un nivel de «mí» que yo ignoraba en esa 
época. Mi decisión de ser diferente vino del hecho de que ése era mi 
«destino», mi «camino», lo que debía hacer aquí. 
 
«Eh, ¿alguno de tus chavales puede jugar en la portería?» 
 
No tenía claro cómo escaparía del destino que aguardaba a la mayoría de las 
personas como yo; simplemente sabía que escaparía. Suspendí el famoso 
examen 11 -plus que decidía si pasaría mis últimos años de escolarización en 
una selecta escuela de gramática (para los «más inteligentes» y los 
«mejores») o en una escuela secundaria (para todos los demás). No tenía 
interés en la escuela; me aburría sobremanera, y sólo iba porque tenía que 
hacerlo y porque me permitía jugar con el equipo de fútbol. En los exámenes 
apenas sobrepasaba la media. No podía importarme menos las calificaciones 
que obtenía. Realmente, me importaban un comino los logaritmos o el 
álgebra o cualquier otra cosa que me estuvieran explicando para que 
absorbiera o que esperaban que creyera. Escribir siempre me ha interesado, 
igual que la historia y la geografía, pero eso es todo. La única vez que logré 
buenos resultados fue en la escuela primaria, cuando un profesor me 
ridiculizó y humilló delante de toda la clase y me dijo esencialmente que era 
estúpido. Inmediatamente después de esta humillación pública, el profesor 
nos hizo un examen de deletrear; casi la materia que llevaba mejor, incluso 
hoy en día (un aplauso para el corrector ortográfico). Sin embargo, al término 
de la clase, el pobre tipo tuvo que anunciar que el niño al que acababa de 
ridiculizar había obtenido la puntuación más alta en el examen. Aún puedo 
oírlo atragantándose. Ese año saqué las mejores notas de la clase en los 
exámenes anuales, y me di una lección tanto a mí mismo como a mi 
lamentable profesor. A partir de entonces volví a roncar durante el resto de 
mi tiempo en el vergonzoso sistema educativo. Su función no es educar, sino 
adoctrinar e imponer una identidad falsa a sus desventuradas víctimas. Una 
excelente canción de Pink Floyd lo expresa de forma espléndida: «Eh, 
maestro, deja a estos niños en paz... Sólo eres otro ladrillo en el muro». Yo no 
iba a estar en ese muro. Y si lo estaba, saltaría de él. 
 
 
El fútbol fue mi salvación, mi válvula de escape de esa red que pescaba 
escuelas de niños de la «clase trabajadora» y las vertía en la máquina de 
hacer salchichas. En la escuela primaria, un profesor me vio jugar a fútbol en 
el patio del colegio y me pidió que hiciera una prueba para el equipo de la 
escuela. Si no me lo hubiera pedido, jamás lo habría intentado. La idea de 
que David Icke se uniera a un equipo nunca se me había ocurrido. Creía que 
esas cosas sólo le ocurrían a los demás -no a mí-, pero me escogieron, y 
aumentó la confianza en mí mismo. Tenía unos nueve o diez años y ya sabía 
cuál sería mi vía de escape: sería un futbolista profesional. Parecía una 
ambición ridícula, habida cuenta de que la cantidad de niños que lograban 
llegar a ser profesionales eran una fracción diminuta de aquellos que querían 
ser futbolistas; pero «supe» desde el principio que lo conseguiría. Incluso 
entonces, cuando miro atrás, había un «saber» que me estaba guiando, algo 
que estaba más allá del habitual parloteo mental que oímos constantemente. 
En realidad es una voz silenciosa. Cada día pasaba horas jugando al fútbol. 
En muchas ocasiones mi padre me decía que nunca me ganaría la vida 
golpeando una pelota y que debía pensar en lo que haría realmente cuando 
terminara la escuela. No consideré nada más, ni una sola vez. Sabía que sería 
un futbolista profesional y así fue. Era portero, lo cual se ajustaba 
perfectamente a mi personalidad. Normalmente no es fácil encontrar niños 
que quieran ser porteros. Todos quieren ser los demás jugadores que marcan 
los goles. Con frecuencia empujaban a la portería al peor jugador, pero 
desde el principio yo siempre quise ser el portero. En muchos aspectos es 
una posición solitaria, pues aunque forma parte del equipo, tiene un rol muy 
distinto y necesita unas habilidades muy diferentes de las del resto de 
jugadores. Eso me atrajo instintivamente, y también la responsabilidad de ser 
la última línea de la defensa. Si otros jugadores cometen errores, siempre 
tienen al portero para que los saque del apuro, pero cuando un portero 
comete un error, el gol le castiga siempre quedando anotado en la 
puntuación. 
Me gustaba esa sensación de estar en perfecto equilibrio justo en la línea 
que separa al héroe del villano. 
Seguí jugando con los equipos de la escuela, y cuando cumplí los trece, justo 
dos años antes de abandonarme al temido mundo de los adultos, todavía no 
 
 
había ningún indicio de que fuera en camino de algún club de fútbol 
profesional. Entonces, en el momento justo, un golpe de suerte se cruzó en 
mi camino. Ha sido una importante característica de mi vida, de mi 
experiencia. Justo cuando he necesitado ayuda para conseguir algo, ¡bingo! 
Ahí estaba, muchas veces cuando todo parecía perdido. No me gusta utilizar 
el término «destino» porque suena demasiado grandilocuente, pero si uno 
considera su definición, «un curso predeterminado de los acontecimientos 
que sobrepasa el poder o el control del ser humano», encaja perfectamente. 
El destino suena grandilocuente porque está asociado con la fama o con los 
grandes logros, por ejemplo, con ser presidente de Estados Unidos, pero el 
destino también puede emplearse para el conductor de un autobús o para 
una enfermera. Es el trayecto de la experiencia de cada uno, y uno puede 
perder su «destino» cuando escucha a su Mente en vez de hacer caso de su 
intuición y los impulsos de la Consciencia. Las personas dicen que «no» en 
demasiadas ocasiones. Si uno dice «sí» a su intuición, y pone a la Mente en el 
lugar que le corresponde cuando ésta despotrica y se queja, su «destino» se 
manifestará, sea cual sea. El destino muchas veces se desorienta, se asfixia 
por ser esclavo de la Mente. 
En la década de 1960, si uno quería atraer la atención de los clubes de fútbol 
profesional, debía ser representante del equipo de su cuidad o de la escuela 
de la ciudad. Los grandes clubes no se molestaban en buscar jugadores de 
menor categoría. Se figuraban que si uno no era lo suficientemente bueno 
para representar a su ciudad, entonces es que no era de su interés. Entonces 
yo tenía trece años, una edad crucial para impresionar a los cazatalentos que 
buscan a los mejores jóvenes, y no estaba jugando en la categoría en la que 
éstos buscaban. Asistía a la Crown Hills Secondary Modern School de 
Leicester, y pasaba la mayor parte del tiempo observando por la ventana de 
la clase, soñando despierto para escapar al aburrimiento de las clases, de las 
que apenas escuchaba algo. Entonces, un día, el profesor de Educación Física 
me dijo que me enviaba a hacer una prueba para el equipo de Leicester de 
estudiantes menores de catorce años, pero que iría como jugador, no como 
portero. Me dijo que en la prueba había un portero excelente que sin duda 
iba a ser elegido, y que no valía la pena que intentara competir con él. Era un 
chico que jugaba con el equipo de Leicester de mayores de quince años, y 
 
 
dieron por sentado que también jugaría para el equipo más joven. El 
«destino», sin embargo, como es habitual en mi vida, estaba a punto de 
intervenir. Debemos entender una cosa si queremos ver la «vida» como 
realmente es: no existen las casualidades. Sólo se trata de crear la propia 
realidad y voluntad, o de seguir los saberes intuitivos y dejar de estar

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