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G. Gortázar Echeverría J. Cruz Valenciano
COMO ESTUDIAR
HISTORIA
Guía para estudiantes
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vicens-vives
COMO ESTUDIAR
HISTORIA
COMO ESTUDIAR
HISTORIA
Guía para estudiantes
Guillermo Gortázar Echeverría
Catedrático del I.B.
« Cardenal Herrera Oria » de Madrid.
Jesús Cruz Valenciano
Catedrático del I.B.
«Cristóbal Lozano » de Hellín, Albacete.
vicens vives
Segunda edición, 1986
Depósito Legal: B. 2745-1986
ISBN: 84-316-2351-9
N.° de Orden V.V.: D-406
© G. GORTÁZAR ECHEVERRÍA
Sobre la parte literaria
© J. CRUZ VALENCIANO
Sobre la parte literaria
Reservados todos los derechos de edición a favor de Ediciones Vicens-Vives, S.A.
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio.
IMPRESO EN ESPAÑA
PRINTED IN SPAIN
Editado por Ediciones VICENS-VIVES, S.A. Avda. de Sarria, 130. 08017 Barcelona.
Impreso por Gráficas INSTAR, S.A. Metalurgia, s/n, esquina Industria. Hospitalet de
Llobregat (Barcelona).
ÍNDICE
Agradecimiento 1
Prólogo 3
Introducción 7
I. Breve historia de la historiografía 11
1.- La antigüedad clásica 12
2.- Historiografía cristiana 13
3.- Historiografía medieval 14
4.- Historiografía renacentista 14
5.- Historiografía del siglo XVII 15
6.- Historiografía del siglo XVIII 16
7.- Historiografía contemporánea 17
II. La historia en la clase 21
1.- Didáctica y estudio de la historia 21
2- La lectura de los libros de historia 22
3.- El subrayado y anotaciones en el libro 24
4.- Los apuntes 25
5.- Aprovecha, ordena y clasifica los apuntes.. 28
6.- Participa activamente en clase 29
7.- La exposición de un tema en clase 52
8.- El examen 55
III. La historiafuera de clase 57
1.- La historia en tu entorno 58
2.- El trabajo bibliográfico 69
3.- El trabajo de historia 76
4.- Cómo se redacta un trabajo de historia 83
5.- El trabajo de investigación 87
Apéndice 1
Referencias básicas a la bibliografía y fuentes para el estudio e investigación
históricas 93
1.- Diccionarios, enciclopedias, atlas 93
2.- Colecciones biográficas %
3.- Prensa y revistas 97
4.- Publicaciones oficiales y documentos públicos 100
5.- Historiografía y metodología de la historia 102
6.- Ramas especializadas de la historia 102
7.- Principales períodos de la historia universal 103
8.- Principales períodos de la historia de España 122
9.- Fuentes estadísticas para la historia 131
10.- Materiales no librados 131
11.- Archivos y bibliotecas 132
12.- Otros materiales de historia 132
Apéndice 2
Información general útil para el historiador 135
1.- Principales entidades de historia, Academias, Asociaciones, Insti
tuciones, etc 135
2.- El catálogo diccionario y la clasificación decimal universal 137
3.- Principales abreviaturas usadas en notasa piede página. Bibliogra
fías, Catálogos y obras de referencia 139
AGRADECIMIENTO
Esta Guía es especialmente deudora de la Fundación Fulbright-Banco de Bil
bao ya que, en buena parte, es fruto de la experiencia adquirida en un programa de
ampliación de estudios en Universidades americanas. Nuestro agradecimiento al
Ministerio de Educación que autorizó dicho programa y posteriormente premió este
trabajo con el Accésit de «Breviarios de Educación» en la convocatoria de los Pre
mios Nacionales de Investigación e Innovación Educativa de 1983. Pilar del Castillo,
desde un principio, apoyó la idea y realizó importantes sugerencias. Carlos Pascual
del Pino, de la Librería «Marcial Pons», de Madrid, nos ha prestado una inestima
ble ayuda en la confección de los Apéndices Bibliográficos. José Antonio Alvarez
Oses leyó cuidadosamente el original y a él se deben algunas correcciones de última
hora. Especial mención merece Antonio Fernández, quien por su dilatada experien
cia en la docencia de la Historia, consideró de sumo interés la publicación de esta
Guía. El profesor Antonio Fernández, redactor del prólogo, observó algunas ausen
cias en los Apéndices y sugirió ciertas correcciones. Albert Vicens hizo las últimas y
acertadas observaciones que han sido incorporadas a la redacción final. A todos
ellos nuestro reconocimiento por los aciertos y aportaciones que puede haber en las
páginas que siguen. Y, aunque pueda resultar tópico, hay que decirlo: sólo a noso
tros corresponden las deficiencias y ausencias que en esta obra se puedan detectar.
Guillermo Gortázar.
Jesús Cruz Valenciano.
PRÓLOGO
El lector tiene en sus manos un libro singular, por el momento, en el panorama
bibliográfico español sobre temas históricos. Esperábamos este libro. Sentíamos su
necesidaddesde antes que sus autores iniciaran, o hubieran concebido siquiera, la
tareade escribirlo. En tanto que lamisión de un prólogoes estimular lalecturade las
páginas que presenta, aunque aveces el prologuista desdeñe el papel deheraldo para
asumir una función de sintetizador, o de cronistaadulatorio,como si un libro fuese,
sin más,un evento social, podríamos limitarnos a decir que nuncase había escrito
un libro de estas características en España. En otrasnaciones tan ricas en publicísti-
cahistoriográfica comoFrancia oGran Bretaña elgénero de las guías delestudiante,
o del profesor, o las colecciones de documentos, o los «abe», inciden sólo parcial
mente en el ampliocampoque cubrenlas páginas que siguen.No esdifícil encontrar
seriesdocumentales, repertorios bibliográficos, guíasarchivísticas, recetarios meto
dológicos y un muestrario degéneros que intentan situarse más omenospróximos a
la Didáctica, pero el trabajo de conjunto que hoy examinamos es totalmente nuevo
por motivos varios.
Desde las primeras páginas se percibe un esfuerzo sostenido de consulta en
campos muy diversos, que vandesdelaliteratura histórica alaexposición directa de
las fuentes, pero adelantemos que no caen losautores en el vicio usual del refrito li
bresco. Elsigno emblemático deestaobra esque seescribe a partir delapropia expe
riencia profesoral, como resultado del trabajo de cada día con los alumnos. Haber
sabido convertir esa tarea de comunicación que es la clase, y el trabajo de gabinete
que laprecede, y los largos añosdeestudiosyde investigación que sedespliegan so
bre la tarima o ante la pizarra, en un libro es mérito indiscutible de nuestros dos au
tores. Aquí tenemos, y no es difícil de ver, dos vidas,dos vidasde profesor. Esopor
tuno recordar aquellaslíneas del granpsicoanalista vienes Víctor Frankl, en «Homo
patiens»: «Enesode escribir libros tambiénhaysusmásy susmenos:escribir un li
brono es gran cosa, más es llevar una vida; mucho más sería escribir un libro según
el cualpudiera llevarse una vida. Pero icuantísimomás sería llevar una vidasobrela
cual se pudiera escribir un libro!». El lectorvaa internarse, no biográficamente, de
otra forma más sutil, a través del contacto con su trabajo, en lavida de dos profeso
res.De dos profesores que poseen, asídebe ser,una concepcióndinámica de su ma
gisterio, locual implica unaactitud decontinuoaprendizaje comolevadura delejer
cicio docente, porque no es posible éste sin aquél.
Con cierto regusto íntimo, no exento de emoción, expresamos nuestra convic
ción de que esta obra sólo podía ser escrita por profesores de Enseñanza Media. No
vamos a entrar en el debate sobre la superioridad intelectual de los docentes de Uni
versidad o Bachillerato, sobre las calidades o el interés social superior de la investi
gación especializada o el humanismo, porque se corre el riesgo de la elección bizan
tina entre dos prototipos humanos igualmente necesarios, pero lo cierto es que la
multiplicidad de planos que estas páginas atienden sólo podía ser afrontado por
quienes poseen el saber plural del humanista. Los autores son dos catedráticos de
Instituto, colectivo que ha deparadoen el último siglo tantas figuras gloriosasy que
ha contribuido, quizás más que ninguno, a convertir la tareaeducativa en Españaen
uno de los factores de impulso a una sociedad con bastantes signos de arcaísmo. Es
te colectivo ha sido la víctima principal de las reformas en cadena, reformas segura
mente necesarias para democratizar el bien sustantivo de la educación en una socie
dad de masas, pero que se han realizadocon métodos iconoclastas, derribando en un
momento lo que tanto trabajo había costado edificar. Que de los escombros de la ca
charrería salgan a la palestra con un libro de esta calidad dos catedráticos de Institu
to es un motivo de esperanza. Estamos seguros de que muchos profesores van a ver
se reflejados en estas páginas.
La lectura del sumario es más expresiva que la líneas de encomio que pudiéra
mos dedicarle. Clases activas, con manejo de documentos, gráficas, diagramas;
aprendizaje que se prolonga fuera de los límites físicos del aula, en los viajes, exposi
ciones, archivos, cine; peregrinaje por las bibliotecas, con sus ficheros; el horizonte
del trabajo histórico, con sus hipótesis y su estructuración, todo esto y mucho más
se encuentra compendiado en pocas páginas. El alumno que desee conocer el méto
do de análisis de una obra de arte, o los entresijos sutiles del comentario de texto, o
la forma correcta de elaborar fichas catalográficas y temáticas encontrará informa
ción cabal. El esfuerzo que requiere orientar sobre actividades tan varias produce
asombro. Porque para orientar sobre viajes es preciso, antes, viajar mucho; y para
llevar de la mano a los alumnos por archivos, obras literarias, cine, imprescindible
parece que previamente se hayan movido los autores por el mundo vasto de la infor
mación histórica, y paradelinear las líneas de un trabajo de investigación menester
es haber realizado -y continuar realizando- una tarea investigadora. Este libro es
una demostración espectacular de que tan variadas tareas pueden ser realizadas por
un profesor,y tal constatación debe constituir un aliento para tantos profesoresque
anónimamente hacen del saber el horizonte de su vida, y para los alumnos, que des
cubren que una ciencia no reposa, fosilizada, en las páginasde los libros de texto, si
no que es algo vivo, que se hace todos los días con el trabajo de los profesionales, y
con el de los alumnos también.
Y aquí nos asomamos a lo que constituye la verdadera revolución pedagógica
en el campo de la Enseñanza Media. Porque lo importante no es lo que el profesor
enseña, más transcendencia ofrece que el alumno aprenda a aprender. La clase ha
pasado de ser ámbito de disertación erudita a lugar de trabajo, donde el alumno ocu
pa el puesto protagonista, sin que ello suponga merma de la decisiva tarea de direc
ción que el profesor desempeña. Sepa el alumno que no está todo hecho, que, como
cantó Evtuchenko, no ha nacido tarde. «Pensábamos que todo había sido hecho /
antes de nosotros / que nosotros habíamos venido al mundo / demasiado tarde»,
confiesa el poeta ruso. Sin su vuelo lírico en este libro se expone la misma idea de
que el esfuerzo personal es necesario para el progreso de la ciencia y de la sociedad.
Sobre este supuesto de que aquí lo que se plantea es una cuestión gnoseológica en
torno al proceso de aprendizaje pensamos que esta «Guía», en principio dirigida a
los estudiantes de historia puede resultar útil para un público más amplio, estudian
tes universitarios y profesores de diversas disciplinas. Porque son aplicables a otras
asignaturas las recomendaciones sobre fichas, técnicas de apuntes, citas textuales,
hipótesis temáticas.
En otro orden de cosas, y ciñéndonos exclusivamente a una credencial injusta
que a veces se adjudica a los historiadores, la soltura expresiva con que está redacta
do, y que hace singularmente atractiva la lectura de páginas que podrían resultar pre
miosas por su contenido, refuta el tópico del desaliño estilístico de quienes cultivan
la ciencia de Clío. Siempre gratifica leer un libro bien escrito. Felicitémonos todos,
profesionales y estudiantes, por esta publicación. Para los alumnos constituirá ade
más de una ayuda estimable sobre técnicas de estudio una revelación de la multipli
cidad de campos en los que puede introducirse y entender que en el cine y el teatro,
en los viajes y en la obra de arte, se asoma a los misterios de la historia con la misma
intensidad que cuando lee documentos en su libro de texto. Y para los profesores,
así lo esperamos, la obra de Guillermo Gortázar y Jesús Cruz Valenciano será un
estímulo, de sugerencias, o de respaldo a la tarea que realizan. Mario Benedetti, re
flexionando sobre el oficio de escritor, resumía: «luchamos a diario con la palabra y
tratamos de convertirla en literatura, es decir, en patrimonio de todos». Sin forzar
una coma la idea podría aplicarse a los profesores, que luchan a diario con la palabra
oral para desvelar las estructuras de una ciencia, y a la obra de Gortázar y Cruz Va
lenciano, quienes con esta «Guía» convierten su valiosa experiencia profesional en
patrimonio de todos.
Antonio Fernández García
Madrid, 3 julio 1984
INTRODUCCIÓN
La presente guía pretende cubrir un vacíoexistente en el campode la metodo
logía yaprendizaje de la Historia. Quizásla principal aportación que se puedahacer
desde estas páginas es dirigirnos al sujeto de la enseñanza,al estudiante. En efecto,
son numerosos los trabajospublicadossobre didácticade la Historia, pero preferen
temente se han orientado al profesorado por lo que el aprovechamiento y recepción
de nuevas directrices didácticas ha tenido una fortuna diversasegún la disposición,
mentalidad o circunstancias de los docentes. Desde este punto de vista, la presente
guíasupone un cambio de enfoqueal dirigirse al estudiante, a quien ofrecemos un
conjunto práctico de técnicas de trabajo, aprendizaje, estudio y de orientación bi
bliográfica.
Al abordar este trabajo hemos tratado de delimitar con precisión el nivel del es
tudiante al que puede ser útil una guía de estas características. Nuestro objetivoes
que ésta sea asequible al estudiantede los últimos cursos de bachilleraro, de la Es
cuela de Formación del Profesorado y de los primeros años de licenciatura de histo
ria. Por ello, hemos evitadodeliberadamente un elevadogradode abstraccióny po
lémicasmetodológicas o historiográficas, más propiasde profesionalesque de estu
diantes que traten de encontrar en este libro un instrumento útil para la iniciación
de sus estudios históricos.
El motivo que nos ha inducido a escribir la presente guía es el convencimiento
de que la basedelaprendizaje, en estecasode laHistoria, reside en tu propio interés
y esfuerzo. Sobreesta base,pretendemos facilitarte toda una seriede técnicas y há
bitos de estudio. La lectura y adecuada asimilación de este libro te ayudará a evitar o
reducir las iniciales dificultades metodológicas y bibliográficas que, por lógica inex
periencia, surgen normalmente a todos los estudiantes.
Muchas de las recomendaciones metodológicas, técnicas de trabajo y estudio,
etc., contenidas en esta guía son perfectamente extensibles yaplicablesa otras disci
plinas de Letras(Literatura,Filosofía, etc.), por lo que este libropuedeser útil a es
tudiantes de otras materias. Incluso el aficionado a la Historia encontrará en algu
nos epígrafes y especialmente en los Apéndices, un valioso instrumento para su
orientación bibliográfica.
Estaguía no pretende ser, ni se debe tomar, como un recetarioque se ha de se-
guiral piede la letra. La propia experiencia e iniciativa, asícomo la intuición, son
fundamentales en cualquier trabajo. Tanto más en un proceso deaprendizaje. Por
eso insistimos en el carácter orientativo, en absoluto cerrado y dogmático, de las
múltiples recomendaciones y sugerencias quesehacen en las páginas quesiguen. El
tono directo y conciso de la redacción se debe interpretar, portanto, más como un
recurso de claridad que de limitación de otras posibilidades o vías de aprendizaje.
Con respectoa los capítulos que componen estaguía, hemos considerado con
veniente iniciar la misma con un breve bosquejo histórico sobre la evolución histo-
riográfica. Uno de los rasgosmás apasionantes de la Historia es su carácterdinámico
y abierto. Conocer, aunque seasomeramente, los principales períodos y corrientes
históricas, aportará a los lectores una base suficiente para comprender mejorel tra
bajo de los historiadores y sus problemas.
Pasamos, seguidamente,del nivel del historiador y su obra, al nivel de la rela
ción del estudiante con la Historia como asignatura. El capítulo la historia en la
clase, elaborado con un estrictocriterio orientativo, aporta todauna seriede ideas,
experiencias y criterios que te permitirán adquirir, más fácilmente, las técnicas de
trabajo precisas paraun mejor aprovechamiento de tus esfuerzos en el estudio de la
Historia.
Por razones metodológicas hemos diferenciado elanterior capítulo del siguien
te, la historia fuera de la clase. Pero también creemos que esta diferenciación
expresa claramente laidea de que el aprendizaje de laHistoria no comienzay termi
na entre lascuatro paredes del aula, sino que laHistoria se vive y porlo tanto se asi
mila por múltiplesvías, yasea en el entorno, yasea en una serie televisiva, etc. Por
ello, deberías estaratento para utilizar las distintas posibilidades que se te ofrecen
para el conocimiento de la Historia, en la perspectiva de una mejor preparación y
formación. En este sentido, incluimos explicaciones y ejemplos sobre actividades
queaparentementeno tienen unarelación inmediata con laHistoria comoasignatu
ra pero que, sin embargo, pueden incidir favorablemente en tu proceso de aprendi
zaje. Que orientes y aproveches adecuadamente esas actividades ha sido nuestra in
tención en este tercer capítulo.
Especial atención hemosdedicado ala elaboración y redacción deun trabajo de
Historia porcuanto, de alguna manera, supone la adquisición de toda una serie de
técnicas, de lecturas, deanotaciones, derecensiones, detrabajo bibliográfico, dedo
miniode un cuerpo conceptual, etc.,queexpresa elgrado demadurez quevas alcan
zandocomo estudiante. El último punto sobre la investigación histórica, no presu
pone, nimuchomenos,queelresultado lógico detu aprendizaje dela Historia tenga
que concluirnecesariamente en lainvestigación. Muy alcontrario, las posibles sali
das profesionales sonmuchomás diversas. Noobstante, esconveniente queelestu
diante que se proponga trabajar en cualquier investigación (una tesina, una mono
grafía, etc.) conozca, incluso desde los estudios de Licenciatura, algunos criterios
que le facilitarán su trabajo.
Parte fundamental de la presente guía lo constituyen los Apéndices. Son un
instrumento al quete puedes dirigir inicialmente, para la elaboración deun trabajo
de Historia, para preparar una intervención en la clase o simplemente para conocer
la bibliografía básica del tema en el que estás interesado.
8
El Apéndice n.° 1, referencias básicas a la bibliografía y fuentes para el
estudio E investigación históricas, no pretende, ni debería, sustituir tu trabajo
de búsqueda de bibliografía por medio de un fichero catalográfico. Su finalidad es
constituirse en el primer paso a dar en la selección de títulos y autores básicos sobre
el aspecto o áreaen que piensas trabajar. A partirde esta primera referencia biblio
gráfica, a ti te corresponde el trabajode búsqueda de los títulos que mejor se adapten
o se refieran a tus necesidades. La ordenación del Apéndice se hace por áreas temá
ticas de modo que resulte fácil localizar el libro o título clave sobre el tema de tu tra
bajo o interés. Las obras reseñadas son: Grandes colecciones de Referencia (Atlas
históricos, Enciclopedias, Catálogos, índices, etc.); colecciones o libros de Biblio
grafías sobre temas específicos de Historia; y bibliografía seleccionada por temas.
Incluimos un segundo Apéndice, de finalidad eminentemente práctica,en el que in
formamos acerca de Instituciones de Historia, sistema de catalogación, etc.
Guillermo Gortázar redactó los capítulos I, II y III. Jesús Cruz Valenciano es
autor de los Apéndices 1.°y 2.°. Confiamos en que la presente guía pueda llegar a ser
un instrumento útil en tu aprendizaje, de modo que el acercamiento a la Historia te
resulte lo más sencillo, asequible y gratificante posible. Esa y no otra ha sido nuestra
intención.
BREVE HISTORIA DE LA HISTORIOGRAFÍA*
Un estudiante de Historia debe conocer cómo se ha ido conformando la mate
ria quevaa sersu objeto deestudio. Enotraspalabras, cómo, a través deltiempo, se
ha relacionado el hombre con la Historia.
La historiografía (o estudio de los métodos, escuelas e interpretaciones de los
historiadores) se encuentra en íntima relación con la evolución histórica. La labor
de los historiadores ha de considerarse en el contexto de los valores, ideas, posición
social y política, etc., en que desarrollaron su trabajo. Quiere esto decir que a través
de los tiempos el hombre ha escrito la Historiaque estaba en condicionesobjetivas
de escribir. Así, porejemplo, la historiografía judía, caracterizada por una interpre
tación teológica del devenir histórico, nos relata la Historia de su pueblo, desde su
peculiar perspectiva. Por su parte, la Historia pragmático-explicativa de los autores
greco-romanos reflejasus puntos de vistasobre los acontecimientosde losque fue
ron testigos (Tucídides) o utilizan la Historia como medio de glorificaciónde Roma
(Tito Livio).
La Historia es, sobre todo, evolución. Pero también evolución de la mentali
dad, métodosy puntos de vistade los historiadores.Porello, laHistoriaposeeun ca
rácter dinámico y abierto. El historiador actual y el estudiante cuenta con un cúmulo
de experiencias, de explicaciones yde síntesisprocedentes de un ingentetrabajo an
terior, en el que cada historiador aportó su pequeña parcela.
Este breve repaso a los principales autores y escuelas te ayudará a analizar con
espíritu crítico las diversas opinionesde los historiadores, según la época, circuns-
* Para una ampliación del presente tema, ver elapéndice bibliográfico sobre Historia de la Historio
grafía, pág. 138.
11
tancias o escuela a que pertenecieran. Así mismo, te ayudará a situarte en la actual
coyuntura de la historiografía y sus problemas.
1. LA ANTIGÜEDAD CLASICA
Nuestra actual concepción de la Historia es heredera de la tradición cultural de
Occidente, por ello iniciamos nuestra exposición en el marco de la Antigüedad Clá
sica.
A la cultura griega le corresponde el mérito de haber iniciado el relato histórico.
En efecto, las referencias escritas conservadas de las culturas orientales eran funda
mentalmente relatos mitológicos o religiosos. En ellos el hombre no era el responsa
ble del devenir histórico sino simple espectador del designio de los Dioses. La cultu
ra griega, sin embargo, va a dar dimensión humana a los acontecimientos. El hom
bre es capaz de inquirir y responder a las preguntas que el entorno le plantea.
El paso del relato religioso y mitológico al histórico estuvo marcado por un pe
ríodo de transición en el que los logógrafos griegos, a fines del s. VI a.C, inician la
crítica de la mitología en su búsqueda de la verdad. Además abandonaron el estilo
poético o épico, significando, por medio de la prosa, que un importante cambio se
estaba operando.
A Herodoto (485-420? a.C.) se debe la utilización, por primera vez, del término
istoria, que significa inquirir, investigar. El estilo de Herodoto es directo y conciso.
No le preocupa la forma literaria sino la veracidad de los testimonios que transmite.
El protagonista de la Historia es el hombre que se debate entre las propias ambicio
nes y los cambiantes designios de la fortuna. Su obra, Los Nueve Libros de la Histo
ria, se ocupa principalmente del relato de las guerras entre Persas y Griegos.
Por su parte Tucídides (460-404? a.C), nos deja su Historia de la Guerra del Pe-
loponeso. Son notables los cambios que encontramos con respecto a Herodoto. En
primer lugar, Tucídides prefiere realizar un acabado retrato psicológico de los perso
najes y cuidar preferentemente el estilo literario aunque por ello su obra pierda rigor
histórico. Por eso pondrá en boca de sus personajes elaborados y acabados discur
sos. Para él, el hombre es el protagonista de la Historia. La causa de los aconteci
mientos históricos reside en la naturaleza humana, en las pasiones y ambiciones de
los hombres. Por eso desconfía y critica las tradiciones y leyendas como explicacio
nes de los acontecimientoshistóricos. Como el devenir histórico es un producto
humano, si conocemos las causas se pueden deducirlas consecuencias. La Historia
puede, por tanto, servir para educar. Pasa entonces a tener una finalidad práctica.
Este pragmatismo se deriva de la utilidad que se obtiene de la experiencia histórica
sobre los aciertos y errores de los hombres en el pasado. La Historia que escribe
Tucídides va a ser por tanto educativa^ explicativa y pragmática.
No obstante, las limitaciones de ambos autores, derivadas de su carácter pione
ro, son obvias: no contaban con bibliotecas ni archivos. Tenían por ello que basarse
en su propio conocimiento de los hechos o en relatos de testigos. Esto limitaba enor
memente su ámbito cronológico y geográfico.
La época Helenística no aporta nombres importantes a la historiografía. Con
12
todo, la expansión del Imperio de Alejandro Magno (334-323 a.C.) va a dar a la cultu
ra griega una visión mucho más universalista. En el s. III a.C, se crearon grandes
centros culturales como Pérgamo y Alejandría. En sus bibliotecas se copian, conser
van y corrigen las obras de la cultura griega. Se inicia en dichos centros una ciencia
de enorme importancia para el futuro desarrollo de la Historia: la Filología.
Polibio (210-126 a.C), transfiere a Roma el protagonismo historiográfico. Él
mismo fue testigo de la conquista de Grecia por Roma y formó parte de los mil ciu
dadanos griegos tomados por Roma como rehenes. Admirado de la potencia y uni
versalidad del nuevo mundo Romano, escribió una Historia en la que relata la por
tentosa aventura de Roma. Además de una visión amplia o universalizadora del de
venir histórico, Polibio elabora una teoría de los ciclos históricos que tendrá enorme
vigencia posterior. Para él, las sociedades tienen un comportamiento similar al de
los cuerpos humanos. Nacen, se desarrollan, llegan a su esplendor y posteriormente
viene la decadencia y extinción.
La historiografía romana continúa la tradición griega incrementando, si cabe,
su pragmatismo. En todo caso, el protagonismo de la Historia es ahora ejercido por
la ciudad de Roma. Es decir, no es un héroe en particular al que se ensalza sino a Ro
ma. Tito Livio (59 a.C-17 d.C) es, con mucho, el principal historiador romano. Es
cribió una monumental Historia de Roma desde sus orígenes, en la que explicaba
cuáles fueron las virtudes que habían llevado a Roma a ser la cabeza del mundo.
También fueron desarrollados otros géneros, como las Biografías (Plutarco,
Suetonio), o las Memorias (César).
2. HISTORIOGRAFÍA CRISTIANA
La aparición de la historiografía cristiana está en íntima conexión con la crisis
del Imperio Romano y por ello estuvo imbuida en la herencia del saber clásico y las
consecuencias políticas y sociales derivadas del fenómeno de las invasiones. En este
contexto se van a operar importantes cambios ideológicos, filosóficos y religiosos.
Para los historiadores cristianos, cuyo principal representante es San Agustín (354-
430), Roma ya no es, en adelante, la protagonista de la Historia. En todo caso, El Im
perio Romano se considera como el marco o instrumento que Dios ha dispuesto pa
ra la universalización de su mensaje de salvación. En este sentido Cristo, y su men
saje destinado a todo el género humano, pasa a ser el eje del relato histórico. La His
toria deja de ser explicativa. No hay causas que explicar por cuanto el devenir histó
rico obedece a la voluntad divina, a la Providencia. Esta peculiar visión de la Historia
procede de la conjunción de elementos orientales, del judaismo y de tendencias an
tihistóricas de la filosofía griega, particularmente platónicas, que creían más en los
elementos permanentes que en los evolutivos. En cualquier caso, la influencia del
Providencialismo va a prolongarse durante toda la-Edad Media e incluso estará pre
sente todavía en algunos historiadores de los siglos XVII y XVIII. A unos niveles
más inmediatos, la influencia cristiana en la historiografía resulta evidente en la pe-
riodización, en la que el nacimiento de Cristo sirve como punto divisorio de todo
nuestro sistema cronológico.
13
3. HISTORIOGRAFÍA MEDIEVAL
La historiografía medieval estuvo poderosamente influenciada por el Provi-
dencialismo agustiniano. En realidad, hay que entender que nos encontramos en un
mundo que padece una profunda crisis histórica. Lasciudades decaen por completo
y se produce un fenómeno de ruralización. El antiguo orden esclavista y mercantil
está dando paso a otro en el que van a predominar las relaciones feudales de depen
dencia personal.
Los historiadores, en un contexto de contracción cultural general van, o bien a
recopilarel saber legado por la antigüedad (San Isidoro de Sevilla)o bien a redactar
historias de ámbitos reducidos de acuerdo con los nuevos reinos constituidos tras
las invasiones.
Un punto de inflexión se produce a partir del s. XII. En efecto, con el resurgi
miento de las ciudades y el posterior nacimiento de las Universidades se crearon
unas condiciones más favorables para una revitalización de la historiografía. En ello
jugó un importantepapel la recuperación del Aristotelismo pormediode SantoTo
más de Aquino, que supuso una brecha racionalistay evolucionistafrente al Plato
nismoagustinianoimperante.Asímismo,el conocimiento de lasobrasde loshisto
riadores clásicos incidió en este cambio general de ambiente.
La historiografía musulmana no realiza aportación algunadurante este perío
do. Su estricta visión coránica, es decir, teocrática, del mundo no inducía a un ejerci
cioriguroso de la reflexión histórica. Su historiografía se limitó a recoger relatos de
tradición oral yteológica. No obstante, los árabes, a través del norte deÁfrica yEs
paña, van a realizar una importante laborde transmisión de textos, fundamental
mente de la cultura clásica.
Especial referencia mereceIbn Haldun (1350-1400). Considerado comoun au
téntico precursor de la Sociología, se interesó porla comprensión yexplicación del
ascenso ycaída de losEstados. Frentea latradición oral árabe queexplicaba lacrisis
de los Estados porla lucha de lasdinastías, IbnHaldun busca lascausas profundas
que motivan estos procesos. Apartir deahí, elabora unateoría general sobre los ci
clos de las sociedades (nomadismo, sedentarismo y lucha por la obtención del po
der).
4. HISTORIOGRAFÍA RENACENTISTA
También en el orden historiográfico, el Renacimiento supuso un cambio nota
ble de actitudes. Aunque todavía se continúan escribiendo crónicas históricas in
fluenciadas porla historiografía medieval, en el s. XV se vaa operaruna transforma
ción, inicialmente en Italia, que afectará a las artes, a la cultura y, por supuesto a la
Historia.
La historiografía renacentista se encuentra muy influenciada por los historia
dores clásicos, especialmente porTito Livio. Por eso encontramos en estos historia
dores un estilo, método e ideas muy similares a los del mundo clásico:
- La Historia se concibe como un relato de los hechos políticos y militares más
14
sobresalientes, por ser considerados los más dignos de retener en la memo
ria.
- La Providencia no se alegará para la explicación de la Historia. Será la natura
leza humana, el conjunto de sus defectos y virtudes los que influirán en los
hechos históricos. Se inicia por tanto una secularización de la Historia.
- La Fortuna se considera un factor determinante del devenir histórico. Frente
a ella, el hombre, con sus virtudes, podía en algunos casos, hacer variar su
rumbo. En otros, sucumbirá ante ella.
- Los historiadores renacentistas van a tener en cuenta, sobre todo, la realidad
de una Europa constituida por los nuevos Estados modernos, que cobran un
protagonismo y presencia mayor en detrimento de los dos grandes poderes
medievales, el Imperio y la Iglesia.
- En cuanto al estilo, se abandonó la forma de anales o crónicas para, siguien
do el ejemplo de los clásicos, buscar una línea argumental no exclusivamente
cronológica.
- Se profundiza en la psicología de los personajes, a los que en ocasiones se les
hace intervenir en el relato por mediodel discurso.
- Los primeros humanistas escriben en latín. Pero al final del s. XV y princi
pios del XVI, Maquiavelo y Guicciardini escriben ya en italiano.
- La historiografía renacentista es fundamentalmente pragmática, trata de in
fluir en el Príncipe, a fin de orientarle en la adecuada conducción del Estado.
En suma, nos encontramos de nuevo con una Historia explicativa, narrativa y
pragmática. Ahora bien, aunque el Renacimiento suponga una recuperación de las
tradiciones históricas clásicas hay que considerar también sus limitaciones: los fac
tores económicos no se observan en absoluto. Lo mismo se puede decir sobre las
clases sociales. La Historia se reduce al relato de los caracteres personales de Prínci
pes, Generales y Papas y su confrontación en el terreno de la política, la diplomacia y
la guerra. Luis Vives (1492-1540) advirtió las limitaciones de la historiografía rena
centista, especialmente en lo que se refiere a la parcialidad de los historiadores y la
falta de crítica al elegir las fuentes. Así mismo, consideraba que la Historia debía
ocuparse de otros ámbitos que constituyen la vida humana: religión, leyes, ciencias,
economía, usos y costumbres, etc. En cualquier caso, esta recuperación de la Histo
ria sufrió un notable frenazo en el contexto de la Reforma. En efecto, la reflexión fi
losófica e historiográfica va a desaparecer en el contexto de vivísimas polémicas teo
lógicas. En los años de la Reforma la Historia sirvió, en todo caso, como argumento a
esgrimir entre ambas partes enfrentadas, entre protestantes y católicos.
5. HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO XVII
El s. XVII es uno de los periodos más oscuros en la Historia de la historiografía.
La decadencia de las Universidades, sumidas en interminables polémicas dogmáti
cas, la instrumentalización de la Historia como argumento contra el enemigo en
medio de una Europa dividida y en guerra, la utilización de la Historia por parte de
las monarquías absolutas para su propio ensalzamiento, etc., son algunos de los ele-
15
mentos que lastraban a los historiadores desde el s. XVI y que determinaron su de
cadencia y desprestigio.
Como es sabido, el s. XVII es el siglo de las ciencias. La paz religiosa en Fran
cia, Alemania e Inglaterra permitió deslindar los campos de la Religión y de las cien
cias. Descartes explícita esta opinión al dividir el saber en cuatro categorías: la Teo
logía, se ocupa de las verdades reveladas y como materia de fe queda al margen de
cualquier especulación científica; la Poesía es el campo de la imaginación; la Filoso
fía, que contiene las ciencias (Matemáticas, Geometría, Física, etc.), es la única que
puede aportar verdades mensurables y científicas; la Historia es un saber inútil, in
cluso perjudicial y que en modo alguno puede alcanzar la verdad.
Sin embargo, a pesar de tan oscuro panorama, la crítica del racionalismo a la
Historia va a repercutir en importantes intentos de renovación. Los historiadores
encontraron su propio método a través del nacimiento de la Paleografía y la Diplo
mática, obra de la Congregación Benedictina de Saint Maur y especialmente del
P. Mabillon. Lautilización de estas dos cienciasauxiliares, supone, con mucho, una
auténtica revolución metodológica. Ahora se trata de la investigación de los docu
mentos, de las fuentes, desde un punto de vista crítico y analítico.
Por otra parte, el nuevo espíritu científico y racionalista va a calar profunda
mente en los historiadores que en gran medida asumen la situación parcial y depen
diente en que había caído la Historia.
6. HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO XVIII
El s. XVIII representa un paso fundamental en el avance de la historiografía de
bido a la capitalización de todos los avances que aportó el s. XVII en el terreno de la
Filosofía, del progreso general de las ciencias y de los nuevos métodos historiográfi-
cos.
Los historiadores del s. XVIII abandonan de un modo completo el Providencia-
lismo. Pero a diferencia de los que se limitaban a omitir la religión o la providen
cia, algunos historiadores ilustrados, como Voltaire, adoptaron una actitud belige
rante contra la religión y la Iglesia. Esta actitud se explica por el interés de la bur
guesía en debilitar el poder político, económico e ideológico de la aristocracia y, por
supuesto, la transformación de todo el sistema político e ideológico del Antiguo Ré
gimen. El hecho es que esta actitud beligerante se modifica sustancialmente en el s.
XIX, cuando gran parte del aparato del Antiguo Régimen se encuentra desmontado.
Esta nueva Historia racionalista o ilustrada tenía notables diferencias con la
historiografía renacentista. Era, también, una Historia pragmática, pero no estaba
orientada a educar o a aconsejar al Príncipe sino a expresar los puntos de vista de la
filosofía de la Ilustración. Si el Príncipe los adoptaba, entonces se convertía en un
monarca ilustrado que gobernaba de acuerdo con los intereses de esa burguesía, en
favor de la racionalización del Estado, de la libertad intelectual y en contra, en últi
ma instancia, del Antiguo Régimen. A diferencia de los humanistas, los historiado
res ilustrados tenían una visión mucho más amplia de la Historia. Quedaba atrás el
mero relato de los defectos y excelencias de determinadas personalidades. Estos his-
16
toriadores, conscientes de la importancia de la Filosofía, de lasartes, de las ciencias,
del desarrollo económico, etc., van a redactar una Historia en la que aparece el con
cepto de civilización. Incluso criticaron las tensiones y las guerras en la medida en
que frenaban el libre desarrollo de la civilización y el progreso.
Este nuevo racionalismo, aplicado a la historiografía, implica la búsqueda de
causas y leyes históricas. La Providencia estaba descartada. Los protagonismos per
sonales ya no se consideraban razón suficiente para explicar la Historia. Algunos
historiadores ilustrados se dejaron seducir por explicaciones deterministas del tipo
natural (el clima) o geográfico. Otros verán en el acontecimiento mismo la causa de
otros fenómenos posteriores. Así, por ejemplo, el historiador ilustrado inglés Ro
bertson (1721-1793) deducirá de la conquista turca de Constantinopla (1453) y poste
rior llegada de refugiados griegos a Italia, el elemento determinante del Renaci
miento. Si bien ello fue sin duda un factor importante, no es menos cierto que el Re
nacimiento posee raíces occidentales y manifestaciones importantísimas en fechas
mucho más tempranas. Por otra parte, a Robertson se debe la periodización de la
Historia en Antigua, Media y Moderna que continúa vigente en nuestros días.
A pesar de las críticas que se han efectuado a los historiadores racionalistas (la
idea determinista de progreso ininterrumpido de la civilización), muchos de ellos
trataron de buscar las causas profundas de la evolución histórica. Así, Montesquieu
en su Grandeza y Decadencia de los Romanos, tratará de explicar racionalmente los
acontecimientos que llevaron a Roma al Imperio y después a su decadencia. El mis
mo Voltaire, posiblemente el historiador más innovador de todo el s. XVIII, es ca
paz de explicar las luchas medievales entre el Imperio y la Iglesia más allá de la mera
oposición o ambición personal, tal y como se había reputado hasta entonces.
Otro avance con respecto a los humanistas es el abandono definitivo de los dis
cursos y de las reflexiones morales. Sin embargo, mantienen su preocupación litera
ria. Las obras siguen teniendo una cierta estructuración dramática: primero se pre
senta a los personajes, después el desarrollo de los acontecimientos y al final el de
senlace. El mismo Voltaire manifestaba que los que mejor podían escribir Historia
eran los autores de teatro.
Por último, no se puede olvidar el importante papel jugado por el nuevo Estado
Ilustrado en toda Europa. Así, en España, se constituyó en 1712 la Biblioteca Nacio
nal; y en 1738 la Real Academia de la Historia. Igualmente, durante el s. XVIII, se
realizó una valiosísima labor de ordenación y catalogación de Archivos.
7. HISTORIOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
El findel Antiguo Régimen y la extensión por toda Europa de la ideología libe
ral se produjo en un contexto de avances y retrocesos, de tensiones y guerras. Con
todo, el proceso era irreversible. Los regímenes políticos de Europa Occidental no
podían frenar el impulso de poderosas fuerzas económicas y sociales que reclama
ban una adecuación política de las nuevas realidades decimonónicas, tales como el
aumento de la población, la racionalización y liberalización del sistema económico,
la incipiente revolución industrial, etc.
17
La exaltación del «espíritu popular» y de la Libertad y la aparición del naciona
lismo encontraron su expresión en el Romanticismo. La historiografía de la primera
mitad del s. XIX se alineó en torno a estos valores con el apasionamiento propio de
aquellos que luchaban y sentían que estaban alumbrando un nuevo tipo de socie
dad, más justa e igualitaria. En adelante las historiografías nacionales se van a dife
renciar claramente entre sí. En unos casos, debido a los temas que tratan. Así, por
ejemplo, los historiadores alemanes escribieron sobre temas referentes al carácter
nacional germano, participando en los esfuerzos tendentes a la unificación en Ale
mania. En otros casos la diferenciación por países, a grandes rasgos, correspondió a
las respectivas tradiciones culturales y filosóficas. En Francia los historiadores con
tinuaron la tradición racionalista y el concepto volteriano de civilización. En Alema
nia, Ranke (1795-1886) inauguró una influyente corriente: el Historicismo. De
acuerdo con esta visión, la Historia debe apartarse de las interpretaciones generales
y atenerse al contenido estricto de las fuentes. Entre ellas, Ranke utilizó especial
mente las fuentes diplomáticas. Desde Ranke la historiografía alemana ha sido el re
sultado de la fusión de la tradición erudita francesa y el idealismo o misticismo ale
mán. De este modo se creó un sistema riguroso e innovador en la utilización de las
fuentes y de la crítica histórica pero se concedió una gran importancia a la intuición
del historiador y una primacía absoluta al valor de las ideas como hilo conductor de
la Historia.
Frente al subjetivismo romántico, Augusto Comte (1798-1857) escribió su Cur
so de Filosofía Positiva,en el que reclamaba laaplicación de métodos científicos, po
sitivos, para la Historia y el análisis de la sociedad. Influido sin duda por el especta
cular avance de las ciencias naturales y aplicadas, Comte señaló que al investigador,
al científico no le competen las causas últimas o metafísicas sino los elementos pró
ximos y analizables. Creador de la Sociología, consideró que la sociedad podía ser
sometida igualmente a observación positiva y verificable. La evolución de la socie
dad en el tiempo, es decir, el estudio dinámico de los factores sociales emergió como
el ámbito específico del historiador.
Positivismo e historicismo fueron las dos corrientes historiográficas dominan
tes al final del s. XIX y principio del s. XX. Cada una, con sus virtudes y defectos,
contribuyeron a impulsar poderosamente la producción historiográfica de modo
que la Historia ganó un espacio reconocido dentro de la comunidad científica y uni
versitaria.
El marxismo es la tercera gran corriente de interpretación histórica. Formulada
hacia la mitad del s. XIX, no fue tenida en cuenta hasta el triunfo de la revolución ru
sa de 1917 y la posterior fundación de una escuela de historiadores marxistas. Junto
a ello, la crisis económica de 1929 y la creciente fuerza de los movimientos sociales
indujeron a los historiadores a considerar en su importancia una teoría y un cuerpo
conceptual que hasta entonces había estado ausente en los círculos académicos. Ba-
rraclough sintetiza la aportación del marxismo a la Historia en los aspectos siguien
tes:
- Orientó la investigación de la Historia hacia los fenómenos sociales y econó
micos a largo plazo.
18
- Indujo a los historiadores a considerar la importancia de las condiciones ma
teriales de la vida de los pueblos, de la economía y de la tecnología.
- Activó la curiosidad por el papel jugado por las masas en la Historia. La teoría
de la división de la sociedad en clases, permitió el estudio de los procesos de
formación y transición de grandes períodos históricos (esclavismo, feudalis
mo, etc.).
- Renovó el interés por la Teoría General de la Historia y de los estudios histó
ricos.
La Primera Guerra Mundial despertó las lógicas afiliaciones nacionalistas. El
proyecto de una Historia objetiva, positiva, igualmente analizada y valorada por his
toriadores de distintos países, se mostró inviable. Además,, la fe en el progreso y el
optimismo propio de los positivistas chocó con la cruda realidad de la guerra.
Por otra parte, el historicismo entró igualmente en crisis. Con su negativa a rea
lizar generalizaciones, los historicistas caían en particularismos y profundidades
eruditas sin conexión alguna con tesis globales. El historicismo, estrechamente vin
culado al idealismo, no consideraba la Historia como una ciencia sino como un gé
nero literario, un arte. De este modo anulaba la capacidad generalizadora del histo
riador que no podía interpretar los grandes períodos de la Historia. El historiador
caía así en un relativismo y particularismo esterilizante.
La crisis del historicismo y del positivismo no supuso un descalabro para la his
toriografía. Al revés, ésta buscó nuevas vías de avance y renovación. La aparición de
la Antropología, la Arqueología, la Demografía, la Ciencia Económica, etc., incenti
varon los estudios históricos desde un punto de vista interdisciplinar. Un importan
te impulso renovador procedió de M. Bloch y L. Febvre, fundadores de la revista
francesa Annales en 1929. El historiador debía ampliar sus horizontes, su método y
sus objetivos. En cuanto al método, la Escuela de los Annales propugnaba la amplia
ción de las fuentes utilizadas hasta entonces por los historiadores. Ademas de los ar
chivos, ahora había que observar y analizar los signos, el lenguaje, los símbolos y su
evolución, los datos que ofrecía la Geografía, los materiales, etc. Todo ello, en estre
cha conexión con el avance de otras ciencias y tratando de integrarlo en una visión
dinámica de conjunto. En cuanto a los objetivos, Annales criticó la excesiva especia-
lización en que habían caído historicistas y positivistas. Los historiadores debían
tratar de evitar la parcialización de la Historia y la simple enumeración desarticulada
de hechos, más o menos curiosos. Como señala G. Barraclough «el programa gene
ral trazado por Bloch y Febvre culminaba, así, en una reafirmación del carácter
científico del trabajo histórico en contraste con el sesgo intuitivo, subjetivo y anti
científico del historicismo alemán».1
La influencia de Annales se desarrolló y extendió sobre todo después de la Se
gunda Guerra Mundial. En Inglaterra ésta influencia es muy notable entre autores
como G. Rudé, Hobsbawn y E. P. Thompson. En los Estados Unidos, donde el prag-
1. G. Barraclough. «La Historiaen un mundo en transformación: de finales del S. XIX a la Segunda
Guerra Mundial» en Corrientesde la investigaciónen las Ciencias Sociales, dir. Jacques Havet. Madrid,Tec-
nos/Unesco, 1981. pág. 339.
19
matismo americano asimiló rápidamente para la Historia el avance de otras ciencias
(Economía, Sociología, etc.) los historiadores adoptaron los impulsos renovadores
añadiendo la utilización de «modelos» y las nuevas técnicas de cuantificación. Ha-
milton ha pasado a ser un clásico de la Historia con su obra dedicada a la evolución
de los precios en España, como consecuencia de las importaciones masivas de oro y
plata americana. Vicens Vives potenció la extensión de los criterios y métodos de
Annales en España a partir de los años cincuenta, de una manera decisiva.2
En la actualidad, la producción histórica se encuentra en un momento de ex
pansión. Por un lado, debido a las grandes posibilidades que ofrecen los nuevos mé
todos de investigación. La demografía histórica, la Economía, la Sociología, la His
toria de las mentalidades,de la religiosidad y cultura popular, etc., junto con el uso
de la estadística, la cuantificación y las computadoras permiten realizar al pasado
una serie de preguntas que eran impensables hace tan solo unos años. Por otro lado,
hay una amplísima nómina de historiadores interesados en la renovación de los es
tudios históricos y en la aplicación de los nuevos métodos. Por supuesto, no todo es
progreso. Como en cualquier otra ciencia (y más aún en la Historia que a pesar de su
antigüedad es una ciencia relativamente nueva) hay avances y retrocesos, crisis y re
conversiones. Por ejemplo, el neopositivismo es una de las corrientes más critica
das. En efecto, el abuso de la cuantificación por parte de los «historiadores-matemá
ticos» llamados también «cliometristas», ha podido llevar, en algunos casos, a con
fundir la utilización adecuada de la estadística y las computadoras con obstrusas e
incomprensibles gráficas y fórmulas matemáticas sobre problemas muy particulares
que difícilmente pueden revertir en una ampliación de nuestros conocimientos his
tóricos. Más bien producen sorprendentes polémicas para «iniciados» sobre las dé
cimas de un porcentaje, a todas luces insignificante.3
El historiador tiene hoy los instrumentos metodológicos necesarios para infor
mar a la sociedad, desde una perspectiva científica, sobre los factores evolutivos que
han conformado los procesos socioeconómicos, las instituciones políticas, la cultu
ra, etc. El historiador, en el fondo, es un profesional cualificado que tiene que rever
tir en la sociedadlos resultadosverificables y transformadores de su trabajo. Éstaes
la apasionante aventura en la que se encuentran los estudios históricos. Los profe
sionales de la Historia tienen la responsabilidad de continuar los esfuerzos renova
dores que hagan de esta ciencia un instrumento válido para la comprensión de los
procesos históricos, sabiendo unir el rigor de las nuevas técnicas con las aportacio
nes válidas realizadas durante más de dos mil años de producción historiográfica.
2. Parauna ampliación de la Historia de la Historiografía española ver B. Sánchez Alonso, Historia de
la Historiografía española, CSIC, Madrid, 1947,3 vols. J. M. Jover, «El S. XIX en la historiografía española
contemporánea 1939-1972» en J. M. Jover (y otros) Elsiglo XIXen España:doceestudios, Barcelona, Planeta,
1974. M. Tuñón de Lara (y otros). Historiografía española contemporánea, Madrid, Siglo XXI, 1980.
3. Sobre este tema ha llamado la atención L. Stone en un interesantísimo artículo: «The Revival ofNa-
rrative: Reflections on a New Oíd History» en Past and Present, n.° 85 (1979), págs. 3-24.
20
II
LA HISTORIA EN LA CLASE
1. DIDÁCTICA Y ESTUDIO DE LA HISTORIA
La didáctica de la Historia ha sufrido una profunda transformación durante los
últimos años. Al igual que otras materias (Ciencias Naturales, Física y Química,
etc.), la incorporación de medios audiovisuales, materiales de trabajo histórico en la
clase o la misma evolución de los criterios de las nuevas promociones de profesores,
han hecho, que en muchos casos, el desarrollo de las actuales clases de Historia se
diferencie enormemente de las de hace apenas quince años. Con todo, para la ade
cuada utilización de estos nuevos materiales de trabajo es preciso conocer previa
mente el marco histórico de referencia. Hay que hacerse con un auténtico «esquele
to» histórico sobre el cual articular conceptos y períodos. Por ello, no se debe minus-
valorar la importancia de un cierto esfuerzo de memorización sobre acontecimien
tos, personalidades, etc.
¿Quiere esto decir que el estudiante tiene que basarse en la memoria para el
aprendizaje de esta materia? No, por supuesto. Que la memoria sea necesaria para
poder construir y manejar un «esqueleto» histórico no quiere decir que el estudio de
la Historia tenga que ser un proceso memorístico. Al menos, no más que otras
asignaturas en las que cierta memorización es imprescindible. La cuestión clave re
side en cómo se construye, cómo se consolida en la mente un marco histórico que
consideramos imprescindible. Lejos de un planteamiento reiterativo (p. ej., la lista
de los Reyes Godos, auténtica leyenda negra del estudio de la Historia) se trata de
que conjugues los siguientes elementos:
- Que el objeto de estudio te resulte de interés. Es decir que te sientas motiva
do, aunque sea de un modo general, por esa área de estudio.
- Que dispongas del material adecuado. Un buen libro de texto o manual; unos
buenos apuntes, etc.
- Que el proceso de aprendizaje sea precisamente eso, un proceso. Es decir,
que no te des un atracón de fechas, nombres y conceptos la víspera del exa
men.
21
- Sobre todo, que los acontecimientos se te vayan grabando mediante la com
prensión, aunque sea general, de las causas que los motivaron.
- Que puedas y sepas concatenar los acontecimientos y conceptos. Así, por
ejemplo, el mejor modo de comprender y estudiar el Feudalismo es saber y
establecer las causas y el modo en que se descompuso el Imperio Romano.
Si realmente te enfrentas al estudio de la Historia desde esta perspectiva, te será
mucho más fácil obtener resultados satisfactorios. Pero incluso se podría decir que
el estudiante que recita acontecimientos sin más, que «recuerda» un tema sin com
prenderlo, tendrá seguramente los siguientes resultados:
- Olvidará la materia tan pronto como pase la tensión de un examen.
- Tendrá una manifiesta incapacidad para redactar o explicar un tema de un
modo coherente y concatenado.
- Tenderá a «coger manía» a una asignatura que no comprende y que exige «un
memorión» para poder aprobarla. Como es sabido, la mayoría de los historia
dores no se caracterizan precisamente por poseer una memoria portentosa si
no por abordar su trabajo con método y lógica. Simplemente eso.
2. LA LECTURA DE LOS LIBROS DE HISTORIA
Generalmente, un curso académico gira en torno a los contenidos básicos de
un libro de texto o manual. Como otros muchos temas referidos a la enseñanza el li
bro de texto o manual ha sido objeto de una enconada polémica, reflejo de diversos
criterios pedagógicos en liza. A pesar de todo ello, en mayor o menor medida el estu
diante tendrá como punto de referencia un libro a lo largo del curso.
Una adecuada utilización del mismo (siempre que su calidad sea aceptable) ha
de producir satisfactorios resultados. Entre otros aprenderás a tener un punto de re
ferencia al cual dirigirte en las más diversas circunstancias: centrar un tema, ubicar
una explicación dada o por dar; ver y asimilar mapas e imágenes de la época objeto
de estudio que te facilitarán la comprensión de determinados acontecimientos his
tóricos, etc. Pero vamos por partes. Lo primero que te va a informar el manual es el
contenido de la materia a estudiar durante el curso. Acude a la introducción. En ella
el autor te informará de los objetivos del libro y en algunos casos los medios para ha
cer mejor uso posible del mismo. Observa el índice, él te dirá el nombre y la época de
los principales temas que al final del curso te tendrán que resultar familiares. Ojea el
libro; mira las fotografías, los esquemas, los mapas, observa la realidad cambiante
que dichas imágenes te presentan.
Mira el manual como un instrumento que te va a ayudar extraordinariamente
en tu trabajo. No es buen sistema comenzar el curso considerando el texto como un
enemigo al que hay que superar. Con una predisposición de este tipo seguro que te
va a parecer todo mucho más cuesta arriba, cuando en realidad el libro tiene que ser
vir para ayudarte, para que avances en el estudio de la Historia con seguridad y méto
do. Por ello haz un adecuado uso del manual. No acudas a él la víspera del examen.
Léelo semana a semana. No trates de memorizarlo atropelladamente. Léelo deteni-
22
damente; subraya las ideas importantes; anota al margen aquellas cosas que te lla
men la atención; prepara preguntas precisas para hacer al profesor sobre aspectos
que consideres poco claros.
Te será muy útil leer un tema en el libro antes de que se explique enclase. El
profesor haráseguramente referencia a conceptos y acontecimientos que se dan por
sabidos en tu nivel de bachillerato o universitario y que quizás no los tienes claros en
ese momento. Te será además mucho más fácil comprender un tema, por ejemplo,
sobre el resurgimiento de las ciudades medievales en el s. XII si antes has leído los
fundamentos económicos y demográficos (auténticas revoluciones agrarias y demo
gráficas) del siglo XI.
Lee el manual en relación al avance de las explicaciones en clase. Destaca y su
braya la introducción del tema (a veces, se contiene aparte una breve sinopsis), las
generalizaciones, la conexión de acontecimientos que te llamen la atención, las de
finiciones claves, incluso las anécdotas divertidas, que muchas veces son buenos
puntos de referencia para recordaruna personalidad o una situación singular. Trata
de analizar y relacionar los textos o apéndices que suele llevar cada capítulo, con el
tema que estás estudiando. Normalmente, el autor ha seleccionado cuidadosamen
te un texto histórico que recoge, documental o historiográficamente, las ideas bási
cas que deberías retener del capítulo o tema recién estudiado.
Si llevas a cabo un trabajo sistemático con el libro de texto o manual, al cabo de
unas semanas podrás volver a los temas explicados. Las partes subrayadas, los co
mentarios, las llamadas, las preguntas, etc., te resultarán familiares y valiosísimas
para centrarte en el estudio que será, más que nada, una relectura. Consolidarás un
conocimiento del tema que se inició incluso antes de la explicación del profesor en
clase.
Conforme el nivel de estudio sea superior, especialmente en los cursos de Li
cenciatura en Historia, se hará más habitual la utilización de otros libros además del
manual. En un principio, lo normal es que acudas a libros recomendados expresa
mente por el profesor y que vayas desarrollando la capacidad y habilidad de buscar y
seleccionar los libros que te sean necesarios o interesantes.
Algunos libros tienen, por su metodología o aportaciones, un enorme interés.
En ese caso se impone una detenida y completa lectura, reflexión y crítica. Otras ve
ces se manejan varios libros que, en algunos de sus capítulos se hace referenciaal te
ma que nos interesa. Entonces, lo mejor es actuar de la siguiente manera:
- Evita tener que leer un fárrafo de páginas para encontrar el pasaje, la opinión
o la idea que estás buscando en el libro. Busca concretamente lo que te inte
resa. Para ello el índice te pormenoriza a grandes rasgos, los contenidos del
libro. Leer un libro de Historia es, en muchos casos, una tarea apasionante,
pero también puede ser un trabajo mal planteado. Si lo que nos interesa es un
punto concreto no por ello tenemos que leer todo el libro. A veces, el libro se
adapta por completo a nuestro objeto de estudio. Otras veces no es así.
- Acostúmbrate a plantear al libro y al capítulo seleccionado preguntas concre
tas, sobre opiniones, acontecimientos, etc. El libro puede comportarse per
fectamente como un interlocutor.
23
- Subraya la idea central del párrafo o página en que se responde a tu pregunta.
- Traslada a una ficha u hoja aparte la información que buscabas y utilízala en
tu trabajo, tema o comentario sobre el libro.
3. EL SUBRAYADO Y ANOTACIONES EN EL LIBRO
Subrayar y anotar un libro es una técnica que no se domina desde el principio.
Por ello, has de saber que:
- Subrayar supone un trabajo intelectual previo: tienes que elegir, seleccionar
ciertas partes del texto. Muchas veces se ven libros con páginas enteras su
brayadas, lo cual es totalmente opuesto a la finalidad del subrayado. Es de
cir, destacar aquellas ideas que deseamos retener. Por ello, subraya sólo lo
que consideres interesante.
- Subraya las síntesis; las generalizaciones; las interrelaciones de los aconteci
mientos; las opiniones del autor; el estado de la cuestión; los acontecimien
tos que soportan o confirman una hipótesis inicial; cifras o datos claves que
apoyan una tesis.
- No subrayes la redacción de un texto que no sea más que el soporte gramati
cal o discursivo de una idea principal. Haz un esfuerzo de abstracción. En el
fondo, un libro contiene un limitado número de ideas principales: el resto es
el soporte o explicación de las mismas.
- Todo libro o capítulo posee una gradación de mensajes de interés para tí. Es
tablece tu propio «código de señales» en el subrayado, de modo que al releer
un capítulo puedas diferenciar cual de las partes señaladas es la principal y
cuales otras están en relación con el subrayado principal.
- Haz anotaciones a lápiz al margen. Señala lo que te llame la atención; escribe
la idea que te surge en ese momento de la lectura; destaca aquello que consi
deres insuficientemente explicado; lo que esté en contradicción con una in
terpretación historiográfica que conozcas o recuerdes; destaca también
aquellas citas sobre bibliografía utilizada o una aclaración que consideres de
interés. De todos modos, procura que el libro no quede muy deteriorado. No
uses tinta. El libro «trabajado» por tí te será todavía más útil, pero siempre
que el proceso de selección en el subrayado haya sido hecho con método, ló
gica o/y en función de unos objetivos previos.
Cuando se domina esta técnica resulta mucho más sencillo redactar un trabajo.
Podrás conocer y citar una amplia bibliografía con la opinión de diversos autores o
escuelas historiográficas. Se trata de conseguir la práctica y habilidad de realizar a
diversos libros unas preguntas concretas y cada uno de ellos habrá dado unas res
puestas determinadas.
Como en tantas otras materias la práctica es fundamental. Acostúmbrate a ma
nejar varios libros, aplicando correctos métodos de trabajo que faciliten y rentabili-
cen tu esfuerzo.
24
4. LOS APUNTES
Como es sabido, tomar apuntes en clase es una de las prácticas más habituales
del estudiante de Historia y de otras materias. En gran medida se puede asegurar que
tomar buenos apuntes depende del profesor. Pero tomarlos bien depende del estu
diante. Tomar bien los apuntes es una parte importante de tu trabajo y un ejercicio
mental menos mecánico de lo que los detractores de los apuntes suponen.
El estudiante debería utilizar los apuntos (o, en su caso, el contenido de una
conferencia sobre un tema de Historia) conjuntamente con el material de trabajo
(manual, bibliografía, atlas histórico, etc.) en la perspectiva de integrar todas estas
vías de aprendizaje, consiguiendo la más completa comprensión y asimilación del
tema.
En este sentido los apuntes, o mejor dicho, la capacidad de tomar apuntes o no
tas durante una explicación en clase o en una conferencia, no debe entenderse como
una traslación textual a una hoja, ficha o cuaderno de lo que dice el profesor. Tomar
apuntes no tiene nada que ver con escribir al dictado. Un error más extendido de lo
que pudiera parecer, es la concepción (y práctica) de que tomar apuntes es copiar
textualmente todo lo que dice el profesor en clase. Muy al contrario, tomar apuntes
supone un trabajo de selección del mensaje recibido. Es, por tanto, un esfuerzo inte
lectual. Hay que desarrollar la capacidad de abstracción y deducción de las ideas
principales. La base de esta técnica reside, no en escuchar para copiar como si el
oyente fuera una cinta magnetofónica, sino en escuchar para entender y deducir
conceptos o ideas principales y transcribirlas por medio de breves notas a un papel o
ficha. Al final de la clase o conferencia obtendrás un guión o esquema, que te resul
tará muy fácil incorporar a tu bagaje de conocimientos.
Por el contrario, estudiar mecánica y memorísticamente un texto tomado al
dictado, sin pensar durante la explicación en sus contenidos, razonamientos e ideas,
además de ser mucho más costoso, los resultados serán mucho menos satisfactorios
en todos los sentidos.
Uno de los problemas que se plantean a los estudiantes cuando intentan, a la
vez, seguir una explicación y escribir, es la sensación de ir por detrás constantemen
te de lo que se dice. Parece como si escribiendouna idea uno se está perdiendo o
confundiendo con la siguiente. O bien que no se puede concatenar o relacionar una
idea con otra. Si tienes problemas de este tipo, no te preocupes. No hay que desani
marse porque al comienzo se te presenten algunas dificultades. Lo importante es
que las intentes superar y constates, poco a poco, una mejora en la forma de tomar
apuntes. Conforme avances en este sentido, notarás que entiendes mejor las expli
caciones, que el volumen de escritura es mucho menor, porque se ha cogido lo esen
cial y no la totalidad del mensaje emitido.
Sobre esta base inicial -coger la idea, no el discurso- considera la conveniencia
de utilizar los siguientes criterios: escribe a tinta o bolígrafo, pues te será mucho más
fácil usar después un material escrito que puedas ver claramente; no utilices papel
cuadriculado (la lectura en ellos resulta mucho más costosa) ni cuadernos de hojas
no intercambiables. Utiliza folios blancos que puedas intercalar en un cuaderno de
anillas; encabeza la hoja o ficha con número, título, nombre del profesor o conferen-
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ciante y fecha; deja espacios entre líneas por si tienes que añadir ideas o datos que se
te hayan pasado en un primer momento por alto; lee antes en el manual el tema que
te vaya a ser explicado de modo que no «te suene todo a nuevo». Por ello, procura to
mar apuntes sobre un tema que te resulte familiar, lo cual te permitirá centrar tu
atención en ideas principales, en lo que el profesor pone especial énfasis, porque
sean aportaciones o sugerencias o puntos de vista que no señala el manual; usa am
plio margen en ambos lados de las anotaciones de modo que puedas hacer llamadas
de atención, comentarios, escribir preguntas, hacer adiciones o correcciones, etc.
Pon atención en tomar buena nota de aquellos aspectos en los que el profesor
se detiene especialmente. Puede mostrar una preferencia por esa parte del tema por
una simple inclinación personal o porque se trate de un aspecto de particularimpor
tancia. Otras veces los profesores son más asépticos o reservados y no muestran una
atención particular a ninguna parte del tema. Es a tí a quien corresponde, en todo ca
so, hacer una gradación sobre la importancia que puedan tener determinadas ideas o
acontecimientos. En los apuntes debes seleccionar y hacer constar esa gradación.
En cualquier caso resalta las interpretaciones y generalizaciones. Escribe también
aquellos acontecimientos (una batalla, una cifra demográfica, un nombre, etc.) que
el profesor haya utilizado para apoyar su lógica discursiva.
Normalmente, el profesor delimita claramente los epígrafes o partes funda
mentales de cada tema. Copia textualmente el enunciado de los mismos. Te serán
muy útiles parala composición del guión o esquema y te ayudarán a estudiar y com
prender el tema en sus diversos aspectos. En el caso en que el profesor no especifi
que epígrafes a lo largo de un extenso tema o lección (lo cual es muy raro, pues un te
ma se compone de varios puntos claramente definidos y delimitados), haz tú mismo
el esfuerzo de separar las partes de la explicación, por ejemplo, la demografía, eco
nomía, estado de la cuestión, corrientes historiográficas sobre ese tema, etc. Incluso
si la explicación te resulta muy confusa deberías pedir al profesor que reparta un
guión o escriba el esquema básico en la pizarra.
Ten especial cuidado en que tus apuntes sean coherentes y lógicos. De otro
modo te servirán de poco pues al releerlos difícilmente podrás tú mismo compren
derlos. Procura escribir una sola vez. No hagas unos apuntes ininteligibles con la in
tención de «pasarlos a limpio». Piensa que tu tiempo es limitado y no debes duplicar
esfuerzos. Por ello procura que los apuntes tomados durante la explicación sean los
definitivos.
Establece tu propio sistema o código de abreviaturas y signos. Te ayudarán a es
cribir menos, y por ende, a poner más atención en la explicación. Así, por ejemplo, si
estás tomando apuntes sobre la Segunda Guerra Mundial, cada vez que tengas que
referirtea la misma, puedes poner S.G.M. A continuación, se relacionan algunos
ejemplos de abreviaturas que pueden serte útiles:
Iniciales Para nombres, ciudades, guerras, etc., que se
repitan constantemente a lo largo de una ex
plicación o conferencia
pq porque
q que
26
ad además
s/ según
tb también
+ más
- menos
= igual
+ distinto
> 0 opuesto
A incremento, crecimiento (económico, de po
blación, etc.)
V decrecimiento, crisis.
No se trata de una lista exhaustiva. Puedes usar estas o parecidas abreviaturas
con la finalidad mencionada. Para ilustrar estos criterios generales de trabajo, a con
tinuación exponemos dos ejemplos de apuntes referidos a un mismo tema, las cau
sas de la Segunda Guerra Mundial. El primeroxontiene muchos de los errores que
debieran evitarse, tales como ausencia de epígrafes, desorden e incoherencias, repe
ticiones, etc.:
Lascausas de laSegunda Guerra Mundial provocaron enormestensiones.
Alemania pretendía anexionarse los Sudetes y la unión con Austria para formar
una poderosa potencia centroeuropea. Además, hay que tener en cuenta la cri
sis económica de 1929.
El nacionalismo alemán e italiano era muy fuerte. La cuestión polaca con
dujo al pacto germano-soviético y los japoneses bombardearon en el Pacífico el
puerto de los americanos en Hawaii, Pearl Harbour.
El expansionismo alemán pretendía una revancha por la Paz de Versalles.
Los japoneses querían expulsar a los americanos del Pacífico y expansionarse
por el Extremo Oriente. La crisis económica fue especialmente fuerte en Ale
mania y Churchill se opuso a Hitler.
En el ejemplo de buenos apuntes que a continuación reseñamos, se recogen re
ferencias o llamadas a otras lecciones o epígrafes dado que, a lo largo de un curso,
gran parte de los temas se encuentran relacionados entre sí. Esto es bastante impor
tante porque al final del curso no se trata de «saberse» cada uno de los temas inde
pendientemente, sino de integrar y tener capacidad de interrelacionar el cúmulo de
información recibido. Lo cual, además de conferirte una información mucho más
compleja, te facilitará el aprendizaje, al apoyarte en una comprensión global de los
problemas:
Tema n.° 15 La Segunda Guerra Mundial. Historia Contemporánea Universal.
C.O.U. Feb. 1983.
Causas de la Guerra
a) Remotas: Crisis política y económica europea. (Ver tema de la crisis del 19.)
Paralelamente, exaltación nacionalista y crisis del liberalismo. (V.t. del fascis-
a) Remotas: Crisis política y económica europea. (Ver tema de la
crisis del 29.) 27
Importante
b) Próximas:
Paralelamente, exaltación nacionalista y crisis del li
beralismo. (V.t. del fascismo y nazismo.)
Expansionismo alemán: sentido de desquite frente a
la Paz de Versalles que lesionó el orgullo alemán.
(V.t. de las relaciones internacionales.)
Expansionismo japonés: lucha con los Estados Uni
dos por el control del Extremo Oriente. Japón, nueva
potencia industrial y militar, a la búsqueda de mate
rias primas y energéticas.
El partido nazi en el poder. Eliminación de la oposi
ción. Carrera armamentista, militarización. Unión
con Austria. Anexión de la región de los Sudetes.
La cuestión polaca: zona de expansión alemana y so
viética. Pacto germano-soviético. Invasión de Polo
nia 1939. Estalla la Segunda Guerra Mundial.
En el Pacífico, bombardeo japonés de Pearl Harbour,
1941.
Las diferencias entre ambos ejemplos son obvias. Los apuntes bien tomados
aparecen claramente estructurados, y sobre todo, poseen lógica y coherencia. Son
comprensibles. Muchas veces ocurre que unos apuntes tomados sin método y sin
respetar un orden cronológico o temático, resultan incomprensibles hasta para no
sotros mismos.
Si consideras que las notas tomadas en clase son demasiado telegráficas o sim
plemente prefieres reconstruir el tema con tu propia redacción, puedes reescribir los
apuntes. La ventaja de este último sistema reside en que te obliga a un repaso que
siempre redundará en un mejor aprendizaje del tema. Pero en general, recuerda: tra
ta de que los primerosapuntes sean los definitivos.
5. APROVECHA, ORDENA Y CLASIFICA LOS APUNTES
Tienes que pensar que la utilización de unos buenos apuntes no acaba al final
del curso académico sino que te serán de gran utilidad en fechas posteriores. Parti
cularmente, el contenido de una conferencia, en tanto que estado de la cuestión de
última hora y normalmente dada por un especialista, te podrá servir de punto de re
ferencia al que acudir en diversas ocasiones. ¿Por qué, entonces, tirar, traspapelar o
infrautilizar un material en el que hemos trabajado y puede sernos muy útil?
Busca, para todos estos materiales, tu propio sistema de clasificación. Esto es
algo muy personal. Las clasificaciones por materias, asignaturas y épocas son muy
operativas. Dentro de cada una de ellas se pueden hacer separaciones en distintos
puntos o epígrafes y dentro de cada uno de ellos por autor. Así, por ejemplo, en un
tema, como la época de Carlos II, se puede clasificar según los aspectos políticos, de-
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mográficos, económicos, clases sociales, culturas, etc. De modo que sobre el último
cuarto del siglo XVII obtendríamos una amplia visión de conjunto en el caso de te
ner que realizar una síntesis o trabajo; o simplemente podríamos buscar los materia
les de que disponemos si nos interesa la economía de ese período.
Si para tus apuntes o notas utilizaras fichas de tamaño mediano te será muy fá
cil ordenarlas en un archivador. Además, tienen la ventaja de la manejabilidad y du
rabilidad, por su mayor consistencia. Si normalmente trabajas con hojas sueltas, uti
liza un cuaderno de hojas intercambiables o simplemente carpetas. Cuando acabes
con un tema o hayas finalizado el curso, reúne las hojas en carpetas con título, fe
chas, etc., que a su vez puedas guardar en archivadores en los que se vea claramente
qué es lo que contienen. Evita guardar desordenadamente en un armario un buen
material, pues es muy posible que te olvides prácticamente de él. Si los apuntes pro
ceden de una conferencia a la que hayas asistido, clasifica esas anotaciones por el
título o materia sobre la que haya versado, o bien por el nombre del conferenciante,
según te sea más operativo en relación a tu trabajo. Pero haz lo posible por tener esas
notas a mano y fácilmente localizables.
En definitiva, rentabiliza tu esfuerzo. Trabaja a largo plazo. Piensa que, en una
futura ocupación relacionada con la Historia (profesional de la enseñanza, de una
Institución cultural, de la investigación, etc.) un material bien trabajado te será se
guramente de gran utilidad. Por eso deberías tener cuidado de, además de tomar
bien los apuntes, saber después aprovecharlos.
De igual manera podrías clasificar y ordenar las fichas de contenido y otros ma
teriales extraídos de tus lecturas. Esta tarea te eximirá, cuando lo necesites, de tener
que volver a leer una obra que ya has leído en otro momento. Además, cuando ten
gas que preparar un trabajo, un examen, o cualquier otra actividad, podrás remitirte
a estos materiales con la seguridad de que en ellos volverás a recoger ideas que con el
paso del tiempo, has olvidado. Te aconsejamos para esta labor, sobre todo, la utiliza
ción de la «ficha de contenido». Esta ficha, cuyo tamaño varía según el modelo entre
la media cuartilla y el medio folio, es útil por ser mayor que la ficha bibliográfica, de
la que hablaremos más adelante. El mayor tamaño de las fichas temáticas posibilita
que en ellas puedas anotar ideas más extensas, opiniones contrastadas, datos, etc.
Posteriormente, puedes organizar un fichero, con idéntico criterio de catalogación
que el utilizado para los apuntes. Ten en cuenta que en los establecimientos desti
nados a la venta de estos productos, puedes hallar archivadores para el tamaño y tipo
de fichas que desees utilizar.
6. PARTICIPA ACTIVAMENTE EN CLASE
El aprendizaje de la Historia no empieza y termina con el libro de texto o con
los apuntes tomados en clase. Hay toda una serie de actividades que te permitirán
integrar y ampliar tus conocimientos. Es más, si descuidas estos aspectos de tu for
mación, constatarás una importante laguna a lo largo de tus estudios y en tu futura
actividad profesional. De modo que aprovecha la totalidad de oportunidades que se
te presenten en la clase y fuera de la clase en este sentido.
29
a) El comentario de texto
Es quizás la actividad más importante que puedes haceren claseparadesarro
llar la crítica histórica y adquirir los hábitos precisos en esta materia. El comentario
de texto, ya sea procedente de documentación originalo de la historiografía, es con
mucho la base del trabajo de todo historiador, en la medida en que éste se va a tener
que enfrentar en su actividad profesional, fundamentalmente, con ese tipo de fuen
tes. Pero aunque no tengas intención de dedicarte a la investigación, el comentario
de texto educará tu capacidad críticay deductivaa la vez que te exigirá un estilo de
trabajo y estructuración del mismo, que te serán necesarios en cualquier actividad
escolar o profesional.
El comentario de texto pone en relación tu volumen de conocimientos históri
cos con tu capacidad crítica y deductiva. Hacer bien un comentario de texto, como
todo aprendizaje, requiere tiempo y práctica. Pero también un método. Existe una
amplia bibliografía sobre técnicas o métodos para hacer los comentarios de texto
(Ver Apéndice, pág.93 y s.), pero has de tener en cuenta que un elemento básicoi del
comentario, reside en el conocimiento previo, aunque sea a grandes rasgos, de la
época y acontecimientos principales a los que se refiere ese texto. De otro modo es
prácticamente imposible realizar un buen comentario sobre algo que no se conoce
más que por un breve texto que tenemos delante.
En síntesis, a grandes rasgos, unas directrices para redactar un comentario so
bre un texto histórico serían las siguientes:
1. Léelo detenidamente más de una vez. Según sea el texto puede reque
rir varias lecturas. Pero, en general, es prácticamente seguro que una sola lectu
ra resultará insuficiente. Subraya aquellos elementos que te permitan localizar
y comprender el texto: nombres, fechas, acontecimientos, opiniones, acotacio
nes, referencias, localizaciones geográficas, frases e ideas claves, instituciones,
etc. No tengas reparo alguno en consumir en la lectura y en el subrayado buena
parte del tiempo de que dispongas. Piensa que este primer trabajo es el que te
permitirá hacer un análisis y comentario riguroso.
2. Clasificación del texto. Es, en gran medida, la base de todo trabajo pos
terior. De su acertada clasificación dependerá que el comentario que realice
mos sea el adecuado. Parte de los datos que te ofrece el texto y cuyos elementos
más sobresalientes ya has subrayado. Destaca:
- La naturaleza u origen del texto: Señala si se trata de un texto jurídico
-constitución, tratado ley, decreto...-. Si es un texto circunstancialmente his
tórico -discurso, artículo de prensa, proclama, declaración, resolución...-. Si es
un texto histórico -literario extraído de unas Memorias, de unas cartas, de unas
notas personales...-. Especifica si se trata de un texto historiográfico de un es
critor contemporáneo o posterior a los hechos relatados, etc.
- Las circunstancias del texto. Señala la fecha precisa o aproximada del
texto. En su caso, la fecha en que escribe el historiador. La situación y circuns
tancias espacio-temporales del momento histórico relacionados con dicho tex
to.
30
- El autor del texto. Si es posible indica la identidad y personalidad
concreta del autor. Si el autor no es una persona sino un colectivo señala su de
nominación, ideología u origen. Su situación y circunstancias tanto si es un au
tor contemporáneo o posterior al texto. Sus caracteres originarios según sea un
autor colectivo o personal; en ese caso indica las personalidades potencialmen-
te más cercanas a ese texto. Determina la posible sinceridad o falsificación del
texto por parte del mismo.
- Establece el destinatario del texto. Puede tratarse de una persona
determinada (si se trata de una carta personal) o

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