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G. Gortázar Echeverría J. Cruz Valenciano COMO ESTUDIAR HISTORIA Guía para estudiantes v vicens-vives COMO ESTUDIAR HISTORIA COMO ESTUDIAR HISTORIA Guía para estudiantes Guillermo Gortázar Echeverría Catedrático del I.B. « Cardenal Herrera Oria » de Madrid. Jesús Cruz Valenciano Catedrático del I.B. «Cristóbal Lozano » de Hellín, Albacete. vicens vives Segunda edición, 1986 Depósito Legal: B. 2745-1986 ISBN: 84-316-2351-9 N.° de Orden V.V.: D-406 © G. GORTÁZAR ECHEVERRÍA Sobre la parte literaria © J. CRUZ VALENCIANO Sobre la parte literaria Reservados todos los derechos de edición a favor de Ediciones Vicens-Vives, S.A. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio. IMPRESO EN ESPAÑA PRINTED IN SPAIN Editado por Ediciones VICENS-VIVES, S.A. Avda. de Sarria, 130. 08017 Barcelona. Impreso por Gráficas INSTAR, S.A. Metalurgia, s/n, esquina Industria. Hospitalet de Llobregat (Barcelona). ÍNDICE Agradecimiento 1 Prólogo 3 Introducción 7 I. Breve historia de la historiografía 11 1.- La antigüedad clásica 12 2.- Historiografía cristiana 13 3.- Historiografía medieval 14 4.- Historiografía renacentista 14 5.- Historiografía del siglo XVII 15 6.- Historiografía del siglo XVIII 16 7.- Historiografía contemporánea 17 II. La historia en la clase 21 1.- Didáctica y estudio de la historia 21 2- La lectura de los libros de historia 22 3.- El subrayado y anotaciones en el libro 24 4.- Los apuntes 25 5.- Aprovecha, ordena y clasifica los apuntes.. 28 6.- Participa activamente en clase 29 7.- La exposición de un tema en clase 52 8.- El examen 55 III. La historiafuera de clase 57 1.- La historia en tu entorno 58 2.- El trabajo bibliográfico 69 3.- El trabajo de historia 76 4.- Cómo se redacta un trabajo de historia 83 5.- El trabajo de investigación 87 Apéndice 1 Referencias básicas a la bibliografía y fuentes para el estudio e investigación históricas 93 1.- Diccionarios, enciclopedias, atlas 93 2.- Colecciones biográficas % 3.- Prensa y revistas 97 4.- Publicaciones oficiales y documentos públicos 100 5.- Historiografía y metodología de la historia 102 6.- Ramas especializadas de la historia 102 7.- Principales períodos de la historia universal 103 8.- Principales períodos de la historia de España 122 9.- Fuentes estadísticas para la historia 131 10.- Materiales no librados 131 11.- Archivos y bibliotecas 132 12.- Otros materiales de historia 132 Apéndice 2 Información general útil para el historiador 135 1.- Principales entidades de historia, Academias, Asociaciones, Insti tuciones, etc 135 2.- El catálogo diccionario y la clasificación decimal universal 137 3.- Principales abreviaturas usadas en notasa piede página. Bibliogra fías, Catálogos y obras de referencia 139 AGRADECIMIENTO Esta Guía es especialmente deudora de la Fundación Fulbright-Banco de Bil bao ya que, en buena parte, es fruto de la experiencia adquirida en un programa de ampliación de estudios en Universidades americanas. Nuestro agradecimiento al Ministerio de Educación que autorizó dicho programa y posteriormente premió este trabajo con el Accésit de «Breviarios de Educación» en la convocatoria de los Pre mios Nacionales de Investigación e Innovación Educativa de 1983. Pilar del Castillo, desde un principio, apoyó la idea y realizó importantes sugerencias. Carlos Pascual del Pino, de la Librería «Marcial Pons», de Madrid, nos ha prestado una inestima ble ayuda en la confección de los Apéndices Bibliográficos. José Antonio Alvarez Oses leyó cuidadosamente el original y a él se deben algunas correcciones de última hora. Especial mención merece Antonio Fernández, quien por su dilatada experien cia en la docencia de la Historia, consideró de sumo interés la publicación de esta Guía. El profesor Antonio Fernández, redactor del prólogo, observó algunas ausen cias en los Apéndices y sugirió ciertas correcciones. Albert Vicens hizo las últimas y acertadas observaciones que han sido incorporadas a la redacción final. A todos ellos nuestro reconocimiento por los aciertos y aportaciones que puede haber en las páginas que siguen. Y, aunque pueda resultar tópico, hay que decirlo: sólo a noso tros corresponden las deficiencias y ausencias que en esta obra se puedan detectar. Guillermo Gortázar. Jesús Cruz Valenciano. PRÓLOGO El lector tiene en sus manos un libro singular, por el momento, en el panorama bibliográfico español sobre temas históricos. Esperábamos este libro. Sentíamos su necesidaddesde antes que sus autores iniciaran, o hubieran concebido siquiera, la tareade escribirlo. En tanto que lamisión de un prólogoes estimular lalecturade las páginas que presenta, aunque aveces el prologuista desdeñe el papel deheraldo para asumir una función de sintetizador, o de cronistaadulatorio,como si un libro fuese, sin más,un evento social, podríamos limitarnos a decir que nuncase había escrito un libro de estas características en España. En otrasnaciones tan ricas en publicísti- cahistoriográfica comoFrancia oGran Bretaña elgénero de las guías delestudiante, o del profesor, o las colecciones de documentos, o los «abe», inciden sólo parcial mente en el ampliocampoque cubrenlas páginas que siguen.No esdifícil encontrar seriesdocumentales, repertorios bibliográficos, guíasarchivísticas, recetarios meto dológicos y un muestrario degéneros que intentan situarse más omenospróximos a la Didáctica, pero el trabajo de conjunto que hoy examinamos es totalmente nuevo por motivos varios. Desde las primeras páginas se percibe un esfuerzo sostenido de consulta en campos muy diversos, que vandesdelaliteratura histórica alaexposición directa de las fuentes, pero adelantemos que no caen losautores en el vicio usual del refrito li bresco. Elsigno emblemático deestaobra esque seescribe a partir delapropia expe riencia profesoral, como resultado del trabajo de cada día con los alumnos. Haber sabido convertir esa tarea de comunicación que es la clase, y el trabajo de gabinete que laprecede, y los largos añosdeestudiosyde investigación que sedespliegan so bre la tarima o ante la pizarra, en un libro es mérito indiscutible de nuestros dos au tores. Aquí tenemos, y no es difícil de ver, dos vidas,dos vidasde profesor. Esopor tuno recordar aquellaslíneas del granpsicoanalista vienes Víctor Frankl, en «Homo patiens»: «Enesode escribir libros tambiénhaysusmásy susmenos:escribir un li brono es gran cosa, más es llevar una vida; mucho más sería escribir un libro según el cualpudiera llevarse una vida. Pero icuantísimomás sería llevar una vidasobrela cual se pudiera escribir un libro!». El lectorvaa internarse, no biográficamente, de otra forma más sutil, a través del contacto con su trabajo, en lavida de dos profeso res.De dos profesores que poseen, asídebe ser,una concepcióndinámica de su ma gisterio, locual implica unaactitud decontinuoaprendizaje comolevadura delejer cicio docente, porque no es posible éste sin aquél. Con cierto regusto íntimo, no exento de emoción, expresamos nuestra convic ción de que esta obra sólo podía ser escrita por profesores de Enseñanza Media. No vamos a entrar en el debate sobre la superioridad intelectual de los docentes de Uni versidad o Bachillerato, sobre las calidades o el interés social superior de la investi gación especializada o el humanismo, porque se corre el riesgo de la elección bizan tina entre dos prototipos humanos igualmente necesarios, pero lo cierto es que la multiplicidad de planos que estas páginas atienden sólo podía ser afrontado por quienes poseen el saber plural del humanista. Los autores son dos catedráticos de Instituto, colectivo que ha deparadoen el último siglo tantas figuras gloriosasy que ha contribuido, quizás más que ninguno, a convertir la tareaeducativa en Españaen uno de los factores de impulso a una sociedad con bastantes signos de arcaísmo. Es te colectivo ha sido la víctima principal de las reformas en cadena, reformas segura mente necesarias para democratizar el bien sustantivo de la educación en una socie dad de masas, pero que se han realizadocon métodos iconoclastas, derribando en un momento lo que tanto trabajo había costado edificar. Que de los escombros de la ca charrería salgan a la palestra con un libro de esta calidad dos catedráticos de Institu to es un motivo de esperanza. Estamos seguros de que muchos profesores van a ver se reflejados en estas páginas. La lectura del sumario es más expresiva que la líneas de encomio que pudiéra mos dedicarle. Clases activas, con manejo de documentos, gráficas, diagramas; aprendizaje que se prolonga fuera de los límites físicos del aula, en los viajes, exposi ciones, archivos, cine; peregrinaje por las bibliotecas, con sus ficheros; el horizonte del trabajo histórico, con sus hipótesis y su estructuración, todo esto y mucho más se encuentra compendiado en pocas páginas. El alumno que desee conocer el méto do de análisis de una obra de arte, o los entresijos sutiles del comentario de texto, o la forma correcta de elaborar fichas catalográficas y temáticas encontrará informa ción cabal. El esfuerzo que requiere orientar sobre actividades tan varias produce asombro. Porque para orientar sobre viajes es preciso, antes, viajar mucho; y para llevar de la mano a los alumnos por archivos, obras literarias, cine, imprescindible parece que previamente se hayan movido los autores por el mundo vasto de la infor mación histórica, y paradelinear las líneas de un trabajo de investigación menester es haber realizado -y continuar realizando- una tarea investigadora. Este libro es una demostración espectacular de que tan variadas tareas pueden ser realizadas por un profesor,y tal constatación debe constituir un aliento para tantos profesoresque anónimamente hacen del saber el horizonte de su vida, y para los alumnos, que des cubren que una ciencia no reposa, fosilizada, en las páginasde los libros de texto, si no que es algo vivo, que se hace todos los días con el trabajo de los profesionales, y con el de los alumnos también. Y aquí nos asomamos a lo que constituye la verdadera revolución pedagógica en el campo de la Enseñanza Media. Porque lo importante no es lo que el profesor enseña, más transcendencia ofrece que el alumno aprenda a aprender. La clase ha pasado de ser ámbito de disertación erudita a lugar de trabajo, donde el alumno ocu pa el puesto protagonista, sin que ello suponga merma de la decisiva tarea de direc ción que el profesor desempeña. Sepa el alumno que no está todo hecho, que, como cantó Evtuchenko, no ha nacido tarde. «Pensábamos que todo había sido hecho / antes de nosotros / que nosotros habíamos venido al mundo / demasiado tarde», confiesa el poeta ruso. Sin su vuelo lírico en este libro se expone la misma idea de que el esfuerzo personal es necesario para el progreso de la ciencia y de la sociedad. Sobre este supuesto de que aquí lo que se plantea es una cuestión gnoseológica en torno al proceso de aprendizaje pensamos que esta «Guía», en principio dirigida a los estudiantes de historia puede resultar útil para un público más amplio, estudian tes universitarios y profesores de diversas disciplinas. Porque son aplicables a otras asignaturas las recomendaciones sobre fichas, técnicas de apuntes, citas textuales, hipótesis temáticas. En otro orden de cosas, y ciñéndonos exclusivamente a una credencial injusta que a veces se adjudica a los historiadores, la soltura expresiva con que está redacta do, y que hace singularmente atractiva la lectura de páginas que podrían resultar pre miosas por su contenido, refuta el tópico del desaliño estilístico de quienes cultivan la ciencia de Clío. Siempre gratifica leer un libro bien escrito. Felicitémonos todos, profesionales y estudiantes, por esta publicación. Para los alumnos constituirá ade más de una ayuda estimable sobre técnicas de estudio una revelación de la multipli cidad de campos en los que puede introducirse y entender que en el cine y el teatro, en los viajes y en la obra de arte, se asoma a los misterios de la historia con la misma intensidad que cuando lee documentos en su libro de texto. Y para los profesores, así lo esperamos, la obra de Guillermo Gortázar y Jesús Cruz Valenciano será un estímulo, de sugerencias, o de respaldo a la tarea que realizan. Mario Benedetti, re flexionando sobre el oficio de escritor, resumía: «luchamos a diario con la palabra y tratamos de convertirla en literatura, es decir, en patrimonio de todos». Sin forzar una coma la idea podría aplicarse a los profesores, que luchan a diario con la palabra oral para desvelar las estructuras de una ciencia, y a la obra de Gortázar y Cruz Va lenciano, quienes con esta «Guía» convierten su valiosa experiencia profesional en patrimonio de todos. Antonio Fernández García Madrid, 3 julio 1984 INTRODUCCIÓN La presente guía pretende cubrir un vacíoexistente en el campode la metodo logía yaprendizaje de la Historia. Quizásla principal aportación que se puedahacer desde estas páginas es dirigirnos al sujeto de la enseñanza,al estudiante. En efecto, son numerosos los trabajospublicadossobre didácticade la Historia, pero preferen temente se han orientado al profesorado por lo que el aprovechamiento y recepción de nuevas directrices didácticas ha tenido una fortuna diversasegún la disposición, mentalidad o circunstancias de los docentes. Desde este punto de vista, la presente guíasupone un cambio de enfoqueal dirigirse al estudiante, a quien ofrecemos un conjunto práctico de técnicas de trabajo, aprendizaje, estudio y de orientación bi bliográfica. Al abordar este trabajo hemos tratado de delimitar con precisión el nivel del es tudiante al que puede ser útil una guía de estas características. Nuestro objetivoes que ésta sea asequible al estudiantede los últimos cursos de bachilleraro, de la Es cuela de Formación del Profesorado y de los primeros años de licenciatura de histo ria. Por ello, hemos evitadodeliberadamente un elevadogradode abstraccióny po lémicasmetodológicas o historiográficas, más propiasde profesionalesque de estu diantes que traten de encontrar en este libro un instrumento útil para la iniciación de sus estudios históricos. El motivo que nos ha inducido a escribir la presente guía es el convencimiento de que la basedelaprendizaje, en estecasode laHistoria, reside en tu propio interés y esfuerzo. Sobreesta base,pretendemos facilitarte toda una seriede técnicas y há bitos de estudio. La lectura y adecuada asimilación de este libro te ayudará a evitar o reducir las iniciales dificultades metodológicas y bibliográficas que, por lógica inex periencia, surgen normalmente a todos los estudiantes. Muchas de las recomendaciones metodológicas, técnicas de trabajo y estudio, etc., contenidas en esta guía son perfectamente extensibles yaplicablesa otras disci plinas de Letras(Literatura,Filosofía, etc.), por lo que este libropuedeser útil a es tudiantes de otras materias. Incluso el aficionado a la Historia encontrará en algu nos epígrafes y especialmente en los Apéndices, un valioso instrumento para su orientación bibliográfica. Estaguía no pretende ser, ni se debe tomar, como un recetarioque se ha de se- guiral piede la letra. La propia experiencia e iniciativa, asícomo la intuición, son fundamentales en cualquier trabajo. Tanto más en un proceso deaprendizaje. Por eso insistimos en el carácter orientativo, en absoluto cerrado y dogmático, de las múltiples recomendaciones y sugerencias quesehacen en las páginas quesiguen. El tono directo y conciso de la redacción se debe interpretar, portanto, más como un recurso de claridad que de limitación de otras posibilidades o vías de aprendizaje. Con respectoa los capítulos que componen estaguía, hemos considerado con veniente iniciar la misma con un breve bosquejo histórico sobre la evolución histo- riográfica. Uno de los rasgosmás apasionantes de la Historia es su carácterdinámico y abierto. Conocer, aunque seasomeramente, los principales períodos y corrientes históricas, aportará a los lectores una base suficiente para comprender mejorel tra bajo de los historiadores y sus problemas. Pasamos, seguidamente,del nivel del historiador y su obra, al nivel de la rela ción del estudiante con la Historia como asignatura. El capítulo la historia en la clase, elaborado con un estrictocriterio orientativo, aporta todauna seriede ideas, experiencias y criterios que te permitirán adquirir, más fácilmente, las técnicas de trabajo precisas paraun mejor aprovechamiento de tus esfuerzos en el estudio de la Historia. Por razones metodológicas hemos diferenciado elanterior capítulo del siguien te, la historia fuera de la clase. Pero también creemos que esta diferenciación expresa claramente laidea de que el aprendizaje de laHistoria no comienzay termi na entre lascuatro paredes del aula, sino que laHistoria se vive y porlo tanto se asi mila por múltiplesvías, yasea en el entorno, yasea en una serie televisiva, etc. Por ello, deberías estaratento para utilizar las distintas posibilidades que se te ofrecen para el conocimiento de la Historia, en la perspectiva de una mejor preparación y formación. En este sentido, incluimos explicaciones y ejemplos sobre actividades queaparentementeno tienen unarelación inmediata con laHistoria comoasignatu ra pero que, sin embargo, pueden incidir favorablemente en tu proceso de aprendi zaje. Que orientes y aproveches adecuadamente esas actividades ha sido nuestra in tención en este tercer capítulo. Especial atención hemosdedicado ala elaboración y redacción deun trabajo de Historia porcuanto, de alguna manera, supone la adquisición de toda una serie de técnicas, de lecturas, deanotaciones, derecensiones, detrabajo bibliográfico, dedo miniode un cuerpo conceptual, etc.,queexpresa elgrado demadurez quevas alcan zandocomo estudiante. El último punto sobre la investigación histórica, no presu pone, nimuchomenos,queelresultado lógico detu aprendizaje dela Historia tenga que concluirnecesariamente en lainvestigación. Muy alcontrario, las posibles sali das profesionales sonmuchomás diversas. Noobstante, esconveniente queelestu diante que se proponga trabajar en cualquier investigación (una tesina, una mono grafía, etc.) conozca, incluso desde los estudios de Licenciatura, algunos criterios que le facilitarán su trabajo. Parte fundamental de la presente guía lo constituyen los Apéndices. Son un instrumento al quete puedes dirigir inicialmente, para la elaboración deun trabajo de Historia, para preparar una intervención en la clase o simplemente para conocer la bibliografía básica del tema en el que estás interesado. 8 El Apéndice n.° 1, referencias básicas a la bibliografía y fuentes para el estudio E investigación históricas, no pretende, ni debería, sustituir tu trabajo de búsqueda de bibliografía por medio de un fichero catalográfico. Su finalidad es constituirse en el primer paso a dar en la selección de títulos y autores básicos sobre el aspecto o áreaen que piensas trabajar. A partirde esta primera referencia biblio gráfica, a ti te corresponde el trabajode búsqueda de los títulos que mejor se adapten o se refieran a tus necesidades. La ordenación del Apéndice se hace por áreas temá ticas de modo que resulte fácil localizar el libro o título clave sobre el tema de tu tra bajo o interés. Las obras reseñadas son: Grandes colecciones de Referencia (Atlas históricos, Enciclopedias, Catálogos, índices, etc.); colecciones o libros de Biblio grafías sobre temas específicos de Historia; y bibliografía seleccionada por temas. Incluimos un segundo Apéndice, de finalidad eminentemente práctica,en el que in formamos acerca de Instituciones de Historia, sistema de catalogación, etc. Guillermo Gortázar redactó los capítulos I, II y III. Jesús Cruz Valenciano es autor de los Apéndices 1.°y 2.°. Confiamos en que la presente guía pueda llegar a ser un instrumento útil en tu aprendizaje, de modo que el acercamiento a la Historia te resulte lo más sencillo, asequible y gratificante posible. Esa y no otra ha sido nuestra intención. BREVE HISTORIA DE LA HISTORIOGRAFÍA* Un estudiante de Historia debe conocer cómo se ha ido conformando la mate ria quevaa sersu objeto deestudio. Enotraspalabras, cómo, a través deltiempo, se ha relacionado el hombre con la Historia. La historiografía (o estudio de los métodos, escuelas e interpretaciones de los historiadores) se encuentra en íntima relación con la evolución histórica. La labor de los historiadores ha de considerarse en el contexto de los valores, ideas, posición social y política, etc., en que desarrollaron su trabajo. Quiere esto decir que a través de los tiempos el hombre ha escrito la Historiaque estaba en condicionesobjetivas de escribir. Así, porejemplo, la historiografía judía, caracterizada por una interpre tación teológica del devenir histórico, nos relata la Historia de su pueblo, desde su peculiar perspectiva. Por su parte, la Historia pragmático-explicativa de los autores greco-romanos reflejasus puntos de vistasobre los acontecimientosde losque fue ron testigos (Tucídides) o utilizan la Historia como medio de glorificaciónde Roma (Tito Livio). La Historia es, sobre todo, evolución. Pero también evolución de la mentali dad, métodosy puntos de vistade los historiadores.Porello, laHistoriaposeeun ca rácter dinámico y abierto. El historiador actual y el estudiante cuenta con un cúmulo de experiencias, de explicaciones yde síntesisprocedentes de un ingentetrabajo an terior, en el que cada historiador aportó su pequeña parcela. Este breve repaso a los principales autores y escuelas te ayudará a analizar con espíritu crítico las diversas opinionesde los historiadores, según la época, circuns- * Para una ampliación del presente tema, ver elapéndice bibliográfico sobre Historia de la Historio grafía, pág. 138. 11 tancias o escuela a que pertenecieran. Así mismo, te ayudará a situarte en la actual coyuntura de la historiografía y sus problemas. 1. LA ANTIGÜEDAD CLASICA Nuestra actual concepción de la Historia es heredera de la tradición cultural de Occidente, por ello iniciamos nuestra exposición en el marco de la Antigüedad Clá sica. A la cultura griega le corresponde el mérito de haber iniciado el relato histórico. En efecto, las referencias escritas conservadas de las culturas orientales eran funda mentalmente relatos mitológicos o religiosos. En ellos el hombre no era el responsa ble del devenir histórico sino simple espectador del designio de los Dioses. La cultu ra griega, sin embargo, va a dar dimensión humana a los acontecimientos. El hom bre es capaz de inquirir y responder a las preguntas que el entorno le plantea. El paso del relato religioso y mitológico al histórico estuvo marcado por un pe ríodo de transición en el que los logógrafos griegos, a fines del s. VI a.C, inician la crítica de la mitología en su búsqueda de la verdad. Además abandonaron el estilo poético o épico, significando, por medio de la prosa, que un importante cambio se estaba operando. A Herodoto (485-420? a.C.) se debe la utilización, por primera vez, del término istoria, que significa inquirir, investigar. El estilo de Herodoto es directo y conciso. No le preocupa la forma literaria sino la veracidad de los testimonios que transmite. El protagonista de la Historia es el hombre que se debate entre las propias ambicio nes y los cambiantes designios de la fortuna. Su obra, Los Nueve Libros de la Histo ria, se ocupa principalmente del relato de las guerras entre Persas y Griegos. Por su parte Tucídides (460-404? a.C), nos deja su Historia de la Guerra del Pe- loponeso. Son notables los cambios que encontramos con respecto a Herodoto. En primer lugar, Tucídides prefiere realizar un acabado retrato psicológico de los perso najes y cuidar preferentemente el estilo literario aunque por ello su obra pierda rigor histórico. Por eso pondrá en boca de sus personajes elaborados y acabados discur sos. Para él, el hombre es el protagonista de la Historia. La causa de los aconteci mientos históricos reside en la naturaleza humana, en las pasiones y ambiciones de los hombres. Por eso desconfía y critica las tradiciones y leyendas como explicacio nes de los acontecimientoshistóricos. Como el devenir histórico es un producto humano, si conocemos las causas se pueden deducirlas consecuencias. La Historia puede, por tanto, servir para educar. Pasa entonces a tener una finalidad práctica. Este pragmatismo se deriva de la utilidad que se obtiene de la experiencia histórica sobre los aciertos y errores de los hombres en el pasado. La Historia que escribe Tucídides va a ser por tanto educativa^ explicativa y pragmática. No obstante, las limitaciones de ambos autores, derivadas de su carácter pione ro, son obvias: no contaban con bibliotecas ni archivos. Tenían por ello que basarse en su propio conocimiento de los hechos o en relatos de testigos. Esto limitaba enor memente su ámbito cronológico y geográfico. La época Helenística no aporta nombres importantes a la historiografía. Con 12 todo, la expansión del Imperio de Alejandro Magno (334-323 a.C.) va a dar a la cultu ra griega una visión mucho más universalista. En el s. III a.C, se crearon grandes centros culturales como Pérgamo y Alejandría. En sus bibliotecas se copian, conser van y corrigen las obras de la cultura griega. Se inicia en dichos centros una ciencia de enorme importancia para el futuro desarrollo de la Historia: la Filología. Polibio (210-126 a.C), transfiere a Roma el protagonismo historiográfico. Él mismo fue testigo de la conquista de Grecia por Roma y formó parte de los mil ciu dadanos griegos tomados por Roma como rehenes. Admirado de la potencia y uni versalidad del nuevo mundo Romano, escribió una Historia en la que relata la por tentosa aventura de Roma. Además de una visión amplia o universalizadora del de venir histórico, Polibio elabora una teoría de los ciclos históricos que tendrá enorme vigencia posterior. Para él, las sociedades tienen un comportamiento similar al de los cuerpos humanos. Nacen, se desarrollan, llegan a su esplendor y posteriormente viene la decadencia y extinción. La historiografía romana continúa la tradición griega incrementando, si cabe, su pragmatismo. En todo caso, el protagonismo de la Historia es ahora ejercido por la ciudad de Roma. Es decir, no es un héroe en particular al que se ensalza sino a Ro ma. Tito Livio (59 a.C-17 d.C) es, con mucho, el principal historiador romano. Es cribió una monumental Historia de Roma desde sus orígenes, en la que explicaba cuáles fueron las virtudes que habían llevado a Roma a ser la cabeza del mundo. También fueron desarrollados otros géneros, como las Biografías (Plutarco, Suetonio), o las Memorias (César). 2. HISTORIOGRAFÍA CRISTIANA La aparición de la historiografía cristiana está en íntima conexión con la crisis del Imperio Romano y por ello estuvo imbuida en la herencia del saber clásico y las consecuencias políticas y sociales derivadas del fenómeno de las invasiones. En este contexto se van a operar importantes cambios ideológicos, filosóficos y religiosos. Para los historiadores cristianos, cuyo principal representante es San Agustín (354- 430), Roma ya no es, en adelante, la protagonista de la Historia. En todo caso, El Im perio Romano se considera como el marco o instrumento que Dios ha dispuesto pa ra la universalización de su mensaje de salvación. En este sentido Cristo, y su men saje destinado a todo el género humano, pasa a ser el eje del relato histórico. La His toria deja de ser explicativa. No hay causas que explicar por cuanto el devenir histó rico obedece a la voluntad divina, a la Providencia. Esta peculiar visión de la Historia procede de la conjunción de elementos orientales, del judaismo y de tendencias an tihistóricas de la filosofía griega, particularmente platónicas, que creían más en los elementos permanentes que en los evolutivos. En cualquier caso, la influencia del Providencialismo va a prolongarse durante toda la-Edad Media e incluso estará pre sente todavía en algunos historiadores de los siglos XVII y XVIII. A unos niveles más inmediatos, la influencia cristiana en la historiografía resulta evidente en la pe- riodización, en la que el nacimiento de Cristo sirve como punto divisorio de todo nuestro sistema cronológico. 13 3. HISTORIOGRAFÍA MEDIEVAL La historiografía medieval estuvo poderosamente influenciada por el Provi- dencialismo agustiniano. En realidad, hay que entender que nos encontramos en un mundo que padece una profunda crisis histórica. Lasciudades decaen por completo y se produce un fenómeno de ruralización. El antiguo orden esclavista y mercantil está dando paso a otro en el que van a predominar las relaciones feudales de depen dencia personal. Los historiadores, en un contexto de contracción cultural general van, o bien a recopilarel saber legado por la antigüedad (San Isidoro de Sevilla)o bien a redactar historias de ámbitos reducidos de acuerdo con los nuevos reinos constituidos tras las invasiones. Un punto de inflexión se produce a partir del s. XII. En efecto, con el resurgi miento de las ciudades y el posterior nacimiento de las Universidades se crearon unas condiciones más favorables para una revitalización de la historiografía. En ello jugó un importantepapel la recuperación del Aristotelismo pormediode SantoTo más de Aquino, que supuso una brecha racionalistay evolucionistafrente al Plato nismoagustinianoimperante.Asímismo,el conocimiento de lasobrasde loshisto riadores clásicos incidió en este cambio general de ambiente. La historiografía musulmana no realiza aportación algunadurante este perío do. Su estricta visión coránica, es decir, teocrática, del mundo no inducía a un ejerci cioriguroso de la reflexión histórica. Su historiografía se limitó a recoger relatos de tradición oral yteológica. No obstante, los árabes, a través del norte deÁfrica yEs paña, van a realizar una importante laborde transmisión de textos, fundamental mente de la cultura clásica. Especial referencia mereceIbn Haldun (1350-1400). Considerado comoun au téntico precursor de la Sociología, se interesó porla comprensión yexplicación del ascenso ycaída de losEstados. Frentea latradición oral árabe queexplicaba lacrisis de los Estados porla lucha de lasdinastías, IbnHaldun busca lascausas profundas que motivan estos procesos. Apartir deahí, elabora unateoría general sobre los ci clos de las sociedades (nomadismo, sedentarismo y lucha por la obtención del po der). 4. HISTORIOGRAFÍA RENACENTISTA También en el orden historiográfico, el Renacimiento supuso un cambio nota ble de actitudes. Aunque todavía se continúan escribiendo crónicas históricas in fluenciadas porla historiografía medieval, en el s. XV se vaa operaruna transforma ción, inicialmente en Italia, que afectará a las artes, a la cultura y, por supuesto a la Historia. La historiografía renacentista se encuentra muy influenciada por los historia dores clásicos, especialmente porTito Livio. Por eso encontramos en estos historia dores un estilo, método e ideas muy similares a los del mundo clásico: - La Historia se concibe como un relato de los hechos políticos y militares más 14 sobresalientes, por ser considerados los más dignos de retener en la memo ria. - La Providencia no se alegará para la explicación de la Historia. Será la natura leza humana, el conjunto de sus defectos y virtudes los que influirán en los hechos históricos. Se inicia por tanto una secularización de la Historia. - La Fortuna se considera un factor determinante del devenir histórico. Frente a ella, el hombre, con sus virtudes, podía en algunos casos, hacer variar su rumbo. En otros, sucumbirá ante ella. - Los historiadores renacentistas van a tener en cuenta, sobre todo, la realidad de una Europa constituida por los nuevos Estados modernos, que cobran un protagonismo y presencia mayor en detrimento de los dos grandes poderes medievales, el Imperio y la Iglesia. - En cuanto al estilo, se abandonó la forma de anales o crónicas para, siguien do el ejemplo de los clásicos, buscar una línea argumental no exclusivamente cronológica. - Se profundiza en la psicología de los personajes, a los que en ocasiones se les hace intervenir en el relato por mediodel discurso. - Los primeros humanistas escriben en latín. Pero al final del s. XV y princi pios del XVI, Maquiavelo y Guicciardini escriben ya en italiano. - La historiografía renacentista es fundamentalmente pragmática, trata de in fluir en el Príncipe, a fin de orientarle en la adecuada conducción del Estado. En suma, nos encontramos de nuevo con una Historia explicativa, narrativa y pragmática. Ahora bien, aunque el Renacimiento suponga una recuperación de las tradiciones históricas clásicas hay que considerar también sus limitaciones: los fac tores económicos no se observan en absoluto. Lo mismo se puede decir sobre las clases sociales. La Historia se reduce al relato de los caracteres personales de Prínci pes, Generales y Papas y su confrontación en el terreno de la política, la diplomacia y la guerra. Luis Vives (1492-1540) advirtió las limitaciones de la historiografía rena centista, especialmente en lo que se refiere a la parcialidad de los historiadores y la falta de crítica al elegir las fuentes. Así mismo, consideraba que la Historia debía ocuparse de otros ámbitos que constituyen la vida humana: religión, leyes, ciencias, economía, usos y costumbres, etc. En cualquier caso, esta recuperación de la Histo ria sufrió un notable frenazo en el contexto de la Reforma. En efecto, la reflexión fi losófica e historiográfica va a desaparecer en el contexto de vivísimas polémicas teo lógicas. En los años de la Reforma la Historia sirvió, en todo caso, como argumento a esgrimir entre ambas partes enfrentadas, entre protestantes y católicos. 5. HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO XVII El s. XVII es uno de los periodos más oscuros en la Historia de la historiografía. La decadencia de las Universidades, sumidas en interminables polémicas dogmáti cas, la instrumentalización de la Historia como argumento contra el enemigo en medio de una Europa dividida y en guerra, la utilización de la Historia por parte de las monarquías absolutas para su propio ensalzamiento, etc., son algunos de los ele- 15 mentos que lastraban a los historiadores desde el s. XVI y que determinaron su de cadencia y desprestigio. Como es sabido, el s. XVII es el siglo de las ciencias. La paz religiosa en Fran cia, Alemania e Inglaterra permitió deslindar los campos de la Religión y de las cien cias. Descartes explícita esta opinión al dividir el saber en cuatro categorías: la Teo logía, se ocupa de las verdades reveladas y como materia de fe queda al margen de cualquier especulación científica; la Poesía es el campo de la imaginación; la Filoso fía, que contiene las ciencias (Matemáticas, Geometría, Física, etc.), es la única que puede aportar verdades mensurables y científicas; la Historia es un saber inútil, in cluso perjudicial y que en modo alguno puede alcanzar la verdad. Sin embargo, a pesar de tan oscuro panorama, la crítica del racionalismo a la Historia va a repercutir en importantes intentos de renovación. Los historiadores encontraron su propio método a través del nacimiento de la Paleografía y la Diplo mática, obra de la Congregación Benedictina de Saint Maur y especialmente del P. Mabillon. Lautilización de estas dos cienciasauxiliares, supone, con mucho, una auténtica revolución metodológica. Ahora se trata de la investigación de los docu mentos, de las fuentes, desde un punto de vista crítico y analítico. Por otra parte, el nuevo espíritu científico y racionalista va a calar profunda mente en los historiadores que en gran medida asumen la situación parcial y depen diente en que había caído la Historia. 6. HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO XVIII El s. XVIII representa un paso fundamental en el avance de la historiografía de bido a la capitalización de todos los avances que aportó el s. XVII en el terreno de la Filosofía, del progreso general de las ciencias y de los nuevos métodos historiográfi- cos. Los historiadores del s. XVIII abandonan de un modo completo el Providencia- lismo. Pero a diferencia de los que se limitaban a omitir la religión o la providen cia, algunos historiadores ilustrados, como Voltaire, adoptaron una actitud belige rante contra la religión y la Iglesia. Esta actitud se explica por el interés de la bur guesía en debilitar el poder político, económico e ideológico de la aristocracia y, por supuesto, la transformación de todo el sistema político e ideológico del Antiguo Ré gimen. El hecho es que esta actitud beligerante se modifica sustancialmente en el s. XIX, cuando gran parte del aparato del Antiguo Régimen se encuentra desmontado. Esta nueva Historia racionalista o ilustrada tenía notables diferencias con la historiografía renacentista. Era, también, una Historia pragmática, pero no estaba orientada a educar o a aconsejar al Príncipe sino a expresar los puntos de vista de la filosofía de la Ilustración. Si el Príncipe los adoptaba, entonces se convertía en un monarca ilustrado que gobernaba de acuerdo con los intereses de esa burguesía, en favor de la racionalización del Estado, de la libertad intelectual y en contra, en últi ma instancia, del Antiguo Régimen. A diferencia de los humanistas, los historiado res ilustrados tenían una visión mucho más amplia de la Historia. Quedaba atrás el mero relato de los defectos y excelencias de determinadas personalidades. Estos his- 16 toriadores, conscientes de la importancia de la Filosofía, de lasartes, de las ciencias, del desarrollo económico, etc., van a redactar una Historia en la que aparece el con cepto de civilización. Incluso criticaron las tensiones y las guerras en la medida en que frenaban el libre desarrollo de la civilización y el progreso. Este nuevo racionalismo, aplicado a la historiografía, implica la búsqueda de causas y leyes históricas. La Providencia estaba descartada. Los protagonismos per sonales ya no se consideraban razón suficiente para explicar la Historia. Algunos historiadores ilustrados se dejaron seducir por explicaciones deterministas del tipo natural (el clima) o geográfico. Otros verán en el acontecimiento mismo la causa de otros fenómenos posteriores. Así, por ejemplo, el historiador ilustrado inglés Ro bertson (1721-1793) deducirá de la conquista turca de Constantinopla (1453) y poste rior llegada de refugiados griegos a Italia, el elemento determinante del Renaci miento. Si bien ello fue sin duda un factor importante, no es menos cierto que el Re nacimiento posee raíces occidentales y manifestaciones importantísimas en fechas mucho más tempranas. Por otra parte, a Robertson se debe la periodización de la Historia en Antigua, Media y Moderna que continúa vigente en nuestros días. A pesar de las críticas que se han efectuado a los historiadores racionalistas (la idea determinista de progreso ininterrumpido de la civilización), muchos de ellos trataron de buscar las causas profundas de la evolución histórica. Así, Montesquieu en su Grandeza y Decadencia de los Romanos, tratará de explicar racionalmente los acontecimientos que llevaron a Roma al Imperio y después a su decadencia. El mis mo Voltaire, posiblemente el historiador más innovador de todo el s. XVIII, es ca paz de explicar las luchas medievales entre el Imperio y la Iglesia más allá de la mera oposición o ambición personal, tal y como se había reputado hasta entonces. Otro avance con respecto a los humanistas es el abandono definitivo de los dis cursos y de las reflexiones morales. Sin embargo, mantienen su preocupación litera ria. Las obras siguen teniendo una cierta estructuración dramática: primero se pre senta a los personajes, después el desarrollo de los acontecimientos y al final el de senlace. El mismo Voltaire manifestaba que los que mejor podían escribir Historia eran los autores de teatro. Por último, no se puede olvidar el importante papel jugado por el nuevo Estado Ilustrado en toda Europa. Así, en España, se constituyó en 1712 la Biblioteca Nacio nal; y en 1738 la Real Academia de la Historia. Igualmente, durante el s. XVIII, se realizó una valiosísima labor de ordenación y catalogación de Archivos. 7. HISTORIOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA El findel Antiguo Régimen y la extensión por toda Europa de la ideología libe ral se produjo en un contexto de avances y retrocesos, de tensiones y guerras. Con todo, el proceso era irreversible. Los regímenes políticos de Europa Occidental no podían frenar el impulso de poderosas fuerzas económicas y sociales que reclama ban una adecuación política de las nuevas realidades decimonónicas, tales como el aumento de la población, la racionalización y liberalización del sistema económico, la incipiente revolución industrial, etc. 17 La exaltación del «espíritu popular» y de la Libertad y la aparición del naciona lismo encontraron su expresión en el Romanticismo. La historiografía de la primera mitad del s. XIX se alineó en torno a estos valores con el apasionamiento propio de aquellos que luchaban y sentían que estaban alumbrando un nuevo tipo de socie dad, más justa e igualitaria. En adelante las historiografías nacionales se van a dife renciar claramente entre sí. En unos casos, debido a los temas que tratan. Así, por ejemplo, los historiadores alemanes escribieron sobre temas referentes al carácter nacional germano, participando en los esfuerzos tendentes a la unificación en Ale mania. En otros casos la diferenciación por países, a grandes rasgos, correspondió a las respectivas tradiciones culturales y filosóficas. En Francia los historiadores con tinuaron la tradición racionalista y el concepto volteriano de civilización. En Alema nia, Ranke (1795-1886) inauguró una influyente corriente: el Historicismo. De acuerdo con esta visión, la Historia debe apartarse de las interpretaciones generales y atenerse al contenido estricto de las fuentes. Entre ellas, Ranke utilizó especial mente las fuentes diplomáticas. Desde Ranke la historiografía alemana ha sido el re sultado de la fusión de la tradición erudita francesa y el idealismo o misticismo ale mán. De este modo se creó un sistema riguroso e innovador en la utilización de las fuentes y de la crítica histórica pero se concedió una gran importancia a la intuición del historiador y una primacía absoluta al valor de las ideas como hilo conductor de la Historia. Frente al subjetivismo romántico, Augusto Comte (1798-1857) escribió su Cur so de Filosofía Positiva,en el que reclamaba laaplicación de métodos científicos, po sitivos, para la Historia y el análisis de la sociedad. Influido sin duda por el especta cular avance de las ciencias naturales y aplicadas, Comte señaló que al investigador, al científico no le competen las causas últimas o metafísicas sino los elementos pró ximos y analizables. Creador de la Sociología, consideró que la sociedad podía ser sometida igualmente a observación positiva y verificable. La evolución de la socie dad en el tiempo, es decir, el estudio dinámico de los factores sociales emergió como el ámbito específico del historiador. Positivismo e historicismo fueron las dos corrientes historiográficas dominan tes al final del s. XIX y principio del s. XX. Cada una, con sus virtudes y defectos, contribuyeron a impulsar poderosamente la producción historiográfica de modo que la Historia ganó un espacio reconocido dentro de la comunidad científica y uni versitaria. El marxismo es la tercera gran corriente de interpretación histórica. Formulada hacia la mitad del s. XIX, no fue tenida en cuenta hasta el triunfo de la revolución ru sa de 1917 y la posterior fundación de una escuela de historiadores marxistas. Junto a ello, la crisis económica de 1929 y la creciente fuerza de los movimientos sociales indujeron a los historiadores a considerar en su importancia una teoría y un cuerpo conceptual que hasta entonces había estado ausente en los círculos académicos. Ba- rraclough sintetiza la aportación del marxismo a la Historia en los aspectos siguien tes: - Orientó la investigación de la Historia hacia los fenómenos sociales y econó micos a largo plazo. 18 - Indujo a los historiadores a considerar la importancia de las condiciones ma teriales de la vida de los pueblos, de la economía y de la tecnología. - Activó la curiosidad por el papel jugado por las masas en la Historia. La teoría de la división de la sociedad en clases, permitió el estudio de los procesos de formación y transición de grandes períodos históricos (esclavismo, feudalis mo, etc.). - Renovó el interés por la Teoría General de la Historia y de los estudios histó ricos. La Primera Guerra Mundial despertó las lógicas afiliaciones nacionalistas. El proyecto de una Historia objetiva, positiva, igualmente analizada y valorada por his toriadores de distintos países, se mostró inviable. Además,, la fe en el progreso y el optimismo propio de los positivistas chocó con la cruda realidad de la guerra. Por otra parte, el historicismo entró igualmente en crisis. Con su negativa a rea lizar generalizaciones, los historicistas caían en particularismos y profundidades eruditas sin conexión alguna con tesis globales. El historicismo, estrechamente vin culado al idealismo, no consideraba la Historia como una ciencia sino como un gé nero literario, un arte. De este modo anulaba la capacidad generalizadora del histo riador que no podía interpretar los grandes períodos de la Historia. El historiador caía así en un relativismo y particularismo esterilizante. La crisis del historicismo y del positivismo no supuso un descalabro para la his toriografía. Al revés, ésta buscó nuevas vías de avance y renovación. La aparición de la Antropología, la Arqueología, la Demografía, la Ciencia Económica, etc., incenti varon los estudios históricos desde un punto de vista interdisciplinar. Un importan te impulso renovador procedió de M. Bloch y L. Febvre, fundadores de la revista francesa Annales en 1929. El historiador debía ampliar sus horizontes, su método y sus objetivos. En cuanto al método, la Escuela de los Annales propugnaba la amplia ción de las fuentes utilizadas hasta entonces por los historiadores. Ademas de los ar chivos, ahora había que observar y analizar los signos, el lenguaje, los símbolos y su evolución, los datos que ofrecía la Geografía, los materiales, etc. Todo ello, en estre cha conexión con el avance de otras ciencias y tratando de integrarlo en una visión dinámica de conjunto. En cuanto a los objetivos, Annales criticó la excesiva especia- lización en que habían caído historicistas y positivistas. Los historiadores debían tratar de evitar la parcialización de la Historia y la simple enumeración desarticulada de hechos, más o menos curiosos. Como señala G. Barraclough «el programa gene ral trazado por Bloch y Febvre culminaba, así, en una reafirmación del carácter científico del trabajo histórico en contraste con el sesgo intuitivo, subjetivo y anti científico del historicismo alemán».1 La influencia de Annales se desarrolló y extendió sobre todo después de la Se gunda Guerra Mundial. En Inglaterra ésta influencia es muy notable entre autores como G. Rudé, Hobsbawn y E. P. Thompson. En los Estados Unidos, donde el prag- 1. G. Barraclough. «La Historiaen un mundo en transformación: de finales del S. XIX a la Segunda Guerra Mundial» en Corrientesde la investigaciónen las Ciencias Sociales, dir. Jacques Havet. Madrid,Tec- nos/Unesco, 1981. pág. 339. 19 matismo americano asimiló rápidamente para la Historia el avance de otras ciencias (Economía, Sociología, etc.) los historiadores adoptaron los impulsos renovadores añadiendo la utilización de «modelos» y las nuevas técnicas de cuantificación. Ha- milton ha pasado a ser un clásico de la Historia con su obra dedicada a la evolución de los precios en España, como consecuencia de las importaciones masivas de oro y plata americana. Vicens Vives potenció la extensión de los criterios y métodos de Annales en España a partir de los años cincuenta, de una manera decisiva.2 En la actualidad, la producción histórica se encuentra en un momento de ex pansión. Por un lado, debido a las grandes posibilidades que ofrecen los nuevos mé todos de investigación. La demografía histórica, la Economía, la Sociología, la His toria de las mentalidades,de la religiosidad y cultura popular, etc., junto con el uso de la estadística, la cuantificación y las computadoras permiten realizar al pasado una serie de preguntas que eran impensables hace tan solo unos años. Por otro lado, hay una amplísima nómina de historiadores interesados en la renovación de los es tudios históricos y en la aplicación de los nuevos métodos. Por supuesto, no todo es progreso. Como en cualquier otra ciencia (y más aún en la Historia que a pesar de su antigüedad es una ciencia relativamente nueva) hay avances y retrocesos, crisis y re conversiones. Por ejemplo, el neopositivismo es una de las corrientes más critica das. En efecto, el abuso de la cuantificación por parte de los «historiadores-matemá ticos» llamados también «cliometristas», ha podido llevar, en algunos casos, a con fundir la utilización adecuada de la estadística y las computadoras con obstrusas e incomprensibles gráficas y fórmulas matemáticas sobre problemas muy particulares que difícilmente pueden revertir en una ampliación de nuestros conocimientos his tóricos. Más bien producen sorprendentes polémicas para «iniciados» sobre las dé cimas de un porcentaje, a todas luces insignificante.3 El historiador tiene hoy los instrumentos metodológicos necesarios para infor mar a la sociedad, desde una perspectiva científica, sobre los factores evolutivos que han conformado los procesos socioeconómicos, las instituciones políticas, la cultu ra, etc. El historiador, en el fondo, es un profesional cualificado que tiene que rever tir en la sociedadlos resultadosverificables y transformadores de su trabajo. Éstaes la apasionante aventura en la que se encuentran los estudios históricos. Los profe sionales de la Historia tienen la responsabilidad de continuar los esfuerzos renova dores que hagan de esta ciencia un instrumento válido para la comprensión de los procesos históricos, sabiendo unir el rigor de las nuevas técnicas con las aportacio nes válidas realizadas durante más de dos mil años de producción historiográfica. 2. Parauna ampliación de la Historia de la Historiografía española ver B. Sánchez Alonso, Historia de la Historiografía española, CSIC, Madrid, 1947,3 vols. J. M. Jover, «El S. XIX en la historiografía española contemporánea 1939-1972» en J. M. Jover (y otros) Elsiglo XIXen España:doceestudios, Barcelona, Planeta, 1974. M. Tuñón de Lara (y otros). Historiografía española contemporánea, Madrid, Siglo XXI, 1980. 3. Sobre este tema ha llamado la atención L. Stone en un interesantísimo artículo: «The Revival ofNa- rrative: Reflections on a New Oíd History» en Past and Present, n.° 85 (1979), págs. 3-24. 20 II LA HISTORIA EN LA CLASE 1. DIDÁCTICA Y ESTUDIO DE LA HISTORIA La didáctica de la Historia ha sufrido una profunda transformación durante los últimos años. Al igual que otras materias (Ciencias Naturales, Física y Química, etc.), la incorporación de medios audiovisuales, materiales de trabajo histórico en la clase o la misma evolución de los criterios de las nuevas promociones de profesores, han hecho, que en muchos casos, el desarrollo de las actuales clases de Historia se diferencie enormemente de las de hace apenas quince años. Con todo, para la ade cuada utilización de estos nuevos materiales de trabajo es preciso conocer previa mente el marco histórico de referencia. Hay que hacerse con un auténtico «esquele to» histórico sobre el cual articular conceptos y períodos. Por ello, no se debe minus- valorar la importancia de un cierto esfuerzo de memorización sobre acontecimien tos, personalidades, etc. ¿Quiere esto decir que el estudiante tiene que basarse en la memoria para el aprendizaje de esta materia? No, por supuesto. Que la memoria sea necesaria para poder construir y manejar un «esqueleto» histórico no quiere decir que el estudio de la Historia tenga que ser un proceso memorístico. Al menos, no más que otras asignaturas en las que cierta memorización es imprescindible. La cuestión clave re side en cómo se construye, cómo se consolida en la mente un marco histórico que consideramos imprescindible. Lejos de un planteamiento reiterativo (p. ej., la lista de los Reyes Godos, auténtica leyenda negra del estudio de la Historia) se trata de que conjugues los siguientes elementos: - Que el objeto de estudio te resulte de interés. Es decir que te sientas motiva do, aunque sea de un modo general, por esa área de estudio. - Que dispongas del material adecuado. Un buen libro de texto o manual; unos buenos apuntes, etc. - Que el proceso de aprendizaje sea precisamente eso, un proceso. Es decir, que no te des un atracón de fechas, nombres y conceptos la víspera del exa men. 21 - Sobre todo, que los acontecimientos se te vayan grabando mediante la com prensión, aunque sea general, de las causas que los motivaron. - Que puedas y sepas concatenar los acontecimientos y conceptos. Así, por ejemplo, el mejor modo de comprender y estudiar el Feudalismo es saber y establecer las causas y el modo en que se descompuso el Imperio Romano. Si realmente te enfrentas al estudio de la Historia desde esta perspectiva, te será mucho más fácil obtener resultados satisfactorios. Pero incluso se podría decir que el estudiante que recita acontecimientos sin más, que «recuerda» un tema sin com prenderlo, tendrá seguramente los siguientes resultados: - Olvidará la materia tan pronto como pase la tensión de un examen. - Tendrá una manifiesta incapacidad para redactar o explicar un tema de un modo coherente y concatenado. - Tenderá a «coger manía» a una asignatura que no comprende y que exige «un memorión» para poder aprobarla. Como es sabido, la mayoría de los historia dores no se caracterizan precisamente por poseer una memoria portentosa si no por abordar su trabajo con método y lógica. Simplemente eso. 2. LA LECTURA DE LOS LIBROS DE HISTORIA Generalmente, un curso académico gira en torno a los contenidos básicos de un libro de texto o manual. Como otros muchos temas referidos a la enseñanza el li bro de texto o manual ha sido objeto de una enconada polémica, reflejo de diversos criterios pedagógicos en liza. A pesar de todo ello, en mayor o menor medida el estu diante tendrá como punto de referencia un libro a lo largo del curso. Una adecuada utilización del mismo (siempre que su calidad sea aceptable) ha de producir satisfactorios resultados. Entre otros aprenderás a tener un punto de re ferencia al cual dirigirte en las más diversas circunstancias: centrar un tema, ubicar una explicación dada o por dar; ver y asimilar mapas e imágenes de la época objeto de estudio que te facilitarán la comprensión de determinados acontecimientos his tóricos, etc. Pero vamos por partes. Lo primero que te va a informar el manual es el contenido de la materia a estudiar durante el curso. Acude a la introducción. En ella el autor te informará de los objetivos del libro y en algunos casos los medios para ha cer mejor uso posible del mismo. Observa el índice, él te dirá el nombre y la época de los principales temas que al final del curso te tendrán que resultar familiares. Ojea el libro; mira las fotografías, los esquemas, los mapas, observa la realidad cambiante que dichas imágenes te presentan. Mira el manual como un instrumento que te va a ayudar extraordinariamente en tu trabajo. No es buen sistema comenzar el curso considerando el texto como un enemigo al que hay que superar. Con una predisposición de este tipo seguro que te va a parecer todo mucho más cuesta arriba, cuando en realidad el libro tiene que ser vir para ayudarte, para que avances en el estudio de la Historia con seguridad y méto do. Por ello haz un adecuado uso del manual. No acudas a él la víspera del examen. Léelo semana a semana. No trates de memorizarlo atropelladamente. Léelo deteni- 22 damente; subraya las ideas importantes; anota al margen aquellas cosas que te lla men la atención; prepara preguntas precisas para hacer al profesor sobre aspectos que consideres poco claros. Te será muy útil leer un tema en el libro antes de que se explique enclase. El profesor haráseguramente referencia a conceptos y acontecimientos que se dan por sabidos en tu nivel de bachillerato o universitario y que quizás no los tienes claros en ese momento. Te será además mucho más fácil comprender un tema, por ejemplo, sobre el resurgimiento de las ciudades medievales en el s. XII si antes has leído los fundamentos económicos y demográficos (auténticas revoluciones agrarias y demo gráficas) del siglo XI. Lee el manual en relación al avance de las explicaciones en clase. Destaca y su braya la introducción del tema (a veces, se contiene aparte una breve sinopsis), las generalizaciones, la conexión de acontecimientos que te llamen la atención, las de finiciones claves, incluso las anécdotas divertidas, que muchas veces son buenos puntos de referencia para recordaruna personalidad o una situación singular. Trata de analizar y relacionar los textos o apéndices que suele llevar cada capítulo, con el tema que estás estudiando. Normalmente, el autor ha seleccionado cuidadosamen te un texto histórico que recoge, documental o historiográficamente, las ideas bási cas que deberías retener del capítulo o tema recién estudiado. Si llevas a cabo un trabajo sistemático con el libro de texto o manual, al cabo de unas semanas podrás volver a los temas explicados. Las partes subrayadas, los co mentarios, las llamadas, las preguntas, etc., te resultarán familiares y valiosísimas para centrarte en el estudio que será, más que nada, una relectura. Consolidarás un conocimiento del tema que se inició incluso antes de la explicación del profesor en clase. Conforme el nivel de estudio sea superior, especialmente en los cursos de Li cenciatura en Historia, se hará más habitual la utilización de otros libros además del manual. En un principio, lo normal es que acudas a libros recomendados expresa mente por el profesor y que vayas desarrollando la capacidad y habilidad de buscar y seleccionar los libros que te sean necesarios o interesantes. Algunos libros tienen, por su metodología o aportaciones, un enorme interés. En ese caso se impone una detenida y completa lectura, reflexión y crítica. Otras ve ces se manejan varios libros que, en algunos de sus capítulos se hace referenciaal te ma que nos interesa. Entonces, lo mejor es actuar de la siguiente manera: - Evita tener que leer un fárrafo de páginas para encontrar el pasaje, la opinión o la idea que estás buscando en el libro. Busca concretamente lo que te inte resa. Para ello el índice te pormenoriza a grandes rasgos, los contenidos del libro. Leer un libro de Historia es, en muchos casos, una tarea apasionante, pero también puede ser un trabajo mal planteado. Si lo que nos interesa es un punto concreto no por ello tenemos que leer todo el libro. A veces, el libro se adapta por completo a nuestro objeto de estudio. Otras veces no es así. - Acostúmbrate a plantear al libro y al capítulo seleccionado preguntas concre tas, sobre opiniones, acontecimientos, etc. El libro puede comportarse per fectamente como un interlocutor. 23 - Subraya la idea central del párrafo o página en que se responde a tu pregunta. - Traslada a una ficha u hoja aparte la información que buscabas y utilízala en tu trabajo, tema o comentario sobre el libro. 3. EL SUBRAYADO Y ANOTACIONES EN EL LIBRO Subrayar y anotar un libro es una técnica que no se domina desde el principio. Por ello, has de saber que: - Subrayar supone un trabajo intelectual previo: tienes que elegir, seleccionar ciertas partes del texto. Muchas veces se ven libros con páginas enteras su brayadas, lo cual es totalmente opuesto a la finalidad del subrayado. Es de cir, destacar aquellas ideas que deseamos retener. Por ello, subraya sólo lo que consideres interesante. - Subraya las síntesis; las generalizaciones; las interrelaciones de los aconteci mientos; las opiniones del autor; el estado de la cuestión; los acontecimien tos que soportan o confirman una hipótesis inicial; cifras o datos claves que apoyan una tesis. - No subrayes la redacción de un texto que no sea más que el soporte gramati cal o discursivo de una idea principal. Haz un esfuerzo de abstracción. En el fondo, un libro contiene un limitado número de ideas principales: el resto es el soporte o explicación de las mismas. - Todo libro o capítulo posee una gradación de mensajes de interés para tí. Es tablece tu propio «código de señales» en el subrayado, de modo que al releer un capítulo puedas diferenciar cual de las partes señaladas es la principal y cuales otras están en relación con el subrayado principal. - Haz anotaciones a lápiz al margen. Señala lo que te llame la atención; escribe la idea que te surge en ese momento de la lectura; destaca aquello que consi deres insuficientemente explicado; lo que esté en contradicción con una in terpretación historiográfica que conozcas o recuerdes; destaca también aquellas citas sobre bibliografía utilizada o una aclaración que consideres de interés. De todos modos, procura que el libro no quede muy deteriorado. No uses tinta. El libro «trabajado» por tí te será todavía más útil, pero siempre que el proceso de selección en el subrayado haya sido hecho con método, ló gica o/y en función de unos objetivos previos. Cuando se domina esta técnica resulta mucho más sencillo redactar un trabajo. Podrás conocer y citar una amplia bibliografía con la opinión de diversos autores o escuelas historiográficas. Se trata de conseguir la práctica y habilidad de realizar a diversos libros unas preguntas concretas y cada uno de ellos habrá dado unas res puestas determinadas. Como en tantas otras materias la práctica es fundamental. Acostúmbrate a ma nejar varios libros, aplicando correctos métodos de trabajo que faciliten y rentabili- cen tu esfuerzo. 24 4. LOS APUNTES Como es sabido, tomar apuntes en clase es una de las prácticas más habituales del estudiante de Historia y de otras materias. En gran medida se puede asegurar que tomar buenos apuntes depende del profesor. Pero tomarlos bien depende del estu diante. Tomar bien los apuntes es una parte importante de tu trabajo y un ejercicio mental menos mecánico de lo que los detractores de los apuntes suponen. El estudiante debería utilizar los apuntos (o, en su caso, el contenido de una conferencia sobre un tema de Historia) conjuntamente con el material de trabajo (manual, bibliografía, atlas histórico, etc.) en la perspectiva de integrar todas estas vías de aprendizaje, consiguiendo la más completa comprensión y asimilación del tema. En este sentido los apuntes, o mejor dicho, la capacidad de tomar apuntes o no tas durante una explicación en clase o en una conferencia, no debe entenderse como una traslación textual a una hoja, ficha o cuaderno de lo que dice el profesor. Tomar apuntes no tiene nada que ver con escribir al dictado. Un error más extendido de lo que pudiera parecer, es la concepción (y práctica) de que tomar apuntes es copiar textualmente todo lo que dice el profesor en clase. Muy al contrario, tomar apuntes supone un trabajo de selección del mensaje recibido. Es, por tanto, un esfuerzo inte lectual. Hay que desarrollar la capacidad de abstracción y deducción de las ideas principales. La base de esta técnica reside, no en escuchar para copiar como si el oyente fuera una cinta magnetofónica, sino en escuchar para entender y deducir conceptos o ideas principales y transcribirlas por medio de breves notas a un papel o ficha. Al final de la clase o conferencia obtendrás un guión o esquema, que te resul tará muy fácil incorporar a tu bagaje de conocimientos. Por el contrario, estudiar mecánica y memorísticamente un texto tomado al dictado, sin pensar durante la explicación en sus contenidos, razonamientos e ideas, además de ser mucho más costoso, los resultados serán mucho menos satisfactorios en todos los sentidos. Uno de los problemas que se plantean a los estudiantes cuando intentan, a la vez, seguir una explicación y escribir, es la sensación de ir por detrás constantemen te de lo que se dice. Parece como si escribiendouna idea uno se está perdiendo o confundiendo con la siguiente. O bien que no se puede concatenar o relacionar una idea con otra. Si tienes problemas de este tipo, no te preocupes. No hay que desani marse porque al comienzo se te presenten algunas dificultades. Lo importante es que las intentes superar y constates, poco a poco, una mejora en la forma de tomar apuntes. Conforme avances en este sentido, notarás que entiendes mejor las expli caciones, que el volumen de escritura es mucho menor, porque se ha cogido lo esen cial y no la totalidad del mensaje emitido. Sobre esta base inicial -coger la idea, no el discurso- considera la conveniencia de utilizar los siguientes criterios: escribe a tinta o bolígrafo, pues te será mucho más fácil usar después un material escrito que puedas ver claramente; no utilices papel cuadriculado (la lectura en ellos resulta mucho más costosa) ni cuadernos de hojas no intercambiables. Utiliza folios blancos que puedas intercalar en un cuaderno de anillas; encabeza la hoja o ficha con número, título, nombre del profesor o conferen- 25 ciante y fecha; deja espacios entre líneas por si tienes que añadir ideas o datos que se te hayan pasado en un primer momento por alto; lee antes en el manual el tema que te vaya a ser explicado de modo que no «te suene todo a nuevo». Por ello, procura to mar apuntes sobre un tema que te resulte familiar, lo cual te permitirá centrar tu atención en ideas principales, en lo que el profesor pone especial énfasis, porque sean aportaciones o sugerencias o puntos de vista que no señala el manual; usa am plio margen en ambos lados de las anotaciones de modo que puedas hacer llamadas de atención, comentarios, escribir preguntas, hacer adiciones o correcciones, etc. Pon atención en tomar buena nota de aquellos aspectos en los que el profesor se detiene especialmente. Puede mostrar una preferencia por esa parte del tema por una simple inclinación personal o porque se trate de un aspecto de particularimpor tancia. Otras veces los profesores son más asépticos o reservados y no muestran una atención particular a ninguna parte del tema. Es a tí a quien corresponde, en todo ca so, hacer una gradación sobre la importancia que puedan tener determinadas ideas o acontecimientos. En los apuntes debes seleccionar y hacer constar esa gradación. En cualquier caso resalta las interpretaciones y generalizaciones. Escribe también aquellos acontecimientos (una batalla, una cifra demográfica, un nombre, etc.) que el profesor haya utilizado para apoyar su lógica discursiva. Normalmente, el profesor delimita claramente los epígrafes o partes funda mentales de cada tema. Copia textualmente el enunciado de los mismos. Te serán muy útiles parala composición del guión o esquema y te ayudarán a estudiar y com prender el tema en sus diversos aspectos. En el caso en que el profesor no especifi que epígrafes a lo largo de un extenso tema o lección (lo cual es muy raro, pues un te ma se compone de varios puntos claramente definidos y delimitados), haz tú mismo el esfuerzo de separar las partes de la explicación, por ejemplo, la demografía, eco nomía, estado de la cuestión, corrientes historiográficas sobre ese tema, etc. Incluso si la explicación te resulta muy confusa deberías pedir al profesor que reparta un guión o escriba el esquema básico en la pizarra. Ten especial cuidado en que tus apuntes sean coherentes y lógicos. De otro modo te servirán de poco pues al releerlos difícilmente podrás tú mismo compren derlos. Procura escribir una sola vez. No hagas unos apuntes ininteligibles con la in tención de «pasarlos a limpio». Piensa que tu tiempo es limitado y no debes duplicar esfuerzos. Por ello procura que los apuntes tomados durante la explicación sean los definitivos. Establece tu propio sistema o código de abreviaturas y signos. Te ayudarán a es cribir menos, y por ende, a poner más atención en la explicación. Así, por ejemplo, si estás tomando apuntes sobre la Segunda Guerra Mundial, cada vez que tengas que referirtea la misma, puedes poner S.G.M. A continuación, se relacionan algunos ejemplos de abreviaturas que pueden serte útiles: Iniciales Para nombres, ciudades, guerras, etc., que se repitan constantemente a lo largo de una ex plicación o conferencia pq porque q que 26 ad además s/ según tb también + más - menos = igual + distinto > 0 opuesto A incremento, crecimiento (económico, de po blación, etc.) V decrecimiento, crisis. No se trata de una lista exhaustiva. Puedes usar estas o parecidas abreviaturas con la finalidad mencionada. Para ilustrar estos criterios generales de trabajo, a con tinuación exponemos dos ejemplos de apuntes referidos a un mismo tema, las cau sas de la Segunda Guerra Mundial. El primeroxontiene muchos de los errores que debieran evitarse, tales como ausencia de epígrafes, desorden e incoherencias, repe ticiones, etc.: Lascausas de laSegunda Guerra Mundial provocaron enormestensiones. Alemania pretendía anexionarse los Sudetes y la unión con Austria para formar una poderosa potencia centroeuropea. Además, hay que tener en cuenta la cri sis económica de 1929. El nacionalismo alemán e italiano era muy fuerte. La cuestión polaca con dujo al pacto germano-soviético y los japoneses bombardearon en el Pacífico el puerto de los americanos en Hawaii, Pearl Harbour. El expansionismo alemán pretendía una revancha por la Paz de Versalles. Los japoneses querían expulsar a los americanos del Pacífico y expansionarse por el Extremo Oriente. La crisis económica fue especialmente fuerte en Ale mania y Churchill se opuso a Hitler. En el ejemplo de buenos apuntes que a continuación reseñamos, se recogen re ferencias o llamadas a otras lecciones o epígrafes dado que, a lo largo de un curso, gran parte de los temas se encuentran relacionados entre sí. Esto es bastante impor tante porque al final del curso no se trata de «saberse» cada uno de los temas inde pendientemente, sino de integrar y tener capacidad de interrelacionar el cúmulo de información recibido. Lo cual, además de conferirte una información mucho más compleja, te facilitará el aprendizaje, al apoyarte en una comprensión global de los problemas: Tema n.° 15 La Segunda Guerra Mundial. Historia Contemporánea Universal. C.O.U. Feb. 1983. Causas de la Guerra a) Remotas: Crisis política y económica europea. (Ver tema de la crisis del 19.) Paralelamente, exaltación nacionalista y crisis del liberalismo. (V.t. del fascis- a) Remotas: Crisis política y económica europea. (Ver tema de la crisis del 29.) 27 Importante b) Próximas: Paralelamente, exaltación nacionalista y crisis del li beralismo. (V.t. del fascismo y nazismo.) Expansionismo alemán: sentido de desquite frente a la Paz de Versalles que lesionó el orgullo alemán. (V.t. de las relaciones internacionales.) Expansionismo japonés: lucha con los Estados Uni dos por el control del Extremo Oriente. Japón, nueva potencia industrial y militar, a la búsqueda de mate rias primas y energéticas. El partido nazi en el poder. Eliminación de la oposi ción. Carrera armamentista, militarización. Unión con Austria. Anexión de la región de los Sudetes. La cuestión polaca: zona de expansión alemana y so viética. Pacto germano-soviético. Invasión de Polo nia 1939. Estalla la Segunda Guerra Mundial. En el Pacífico, bombardeo japonés de Pearl Harbour, 1941. Las diferencias entre ambos ejemplos son obvias. Los apuntes bien tomados aparecen claramente estructurados, y sobre todo, poseen lógica y coherencia. Son comprensibles. Muchas veces ocurre que unos apuntes tomados sin método y sin respetar un orden cronológico o temático, resultan incomprensibles hasta para no sotros mismos. Si consideras que las notas tomadas en clase son demasiado telegráficas o sim plemente prefieres reconstruir el tema con tu propia redacción, puedes reescribir los apuntes. La ventaja de este último sistema reside en que te obliga a un repaso que siempre redundará en un mejor aprendizaje del tema. Pero en general, recuerda: tra ta de que los primerosapuntes sean los definitivos. 5. APROVECHA, ORDENA Y CLASIFICA LOS APUNTES Tienes que pensar que la utilización de unos buenos apuntes no acaba al final del curso académico sino que te serán de gran utilidad en fechas posteriores. Parti cularmente, el contenido de una conferencia, en tanto que estado de la cuestión de última hora y normalmente dada por un especialista, te podrá servir de punto de re ferencia al que acudir en diversas ocasiones. ¿Por qué, entonces, tirar, traspapelar o infrautilizar un material en el que hemos trabajado y puede sernos muy útil? Busca, para todos estos materiales, tu propio sistema de clasificación. Esto es algo muy personal. Las clasificaciones por materias, asignaturas y épocas son muy operativas. Dentro de cada una de ellas se pueden hacer separaciones en distintos puntos o epígrafes y dentro de cada uno de ellos por autor. Así, por ejemplo, en un tema, como la época de Carlos II, se puede clasificar según los aspectos políticos, de- 28 mográficos, económicos, clases sociales, culturas, etc. De modo que sobre el último cuarto del siglo XVII obtendríamos una amplia visión de conjunto en el caso de te ner que realizar una síntesis o trabajo; o simplemente podríamos buscar los materia les de que disponemos si nos interesa la economía de ese período. Si para tus apuntes o notas utilizaras fichas de tamaño mediano te será muy fá cil ordenarlas en un archivador. Además, tienen la ventaja de la manejabilidad y du rabilidad, por su mayor consistencia. Si normalmente trabajas con hojas sueltas, uti liza un cuaderno de hojas intercambiables o simplemente carpetas. Cuando acabes con un tema o hayas finalizado el curso, reúne las hojas en carpetas con título, fe chas, etc., que a su vez puedas guardar en archivadores en los que se vea claramente qué es lo que contienen. Evita guardar desordenadamente en un armario un buen material, pues es muy posible que te olvides prácticamente de él. Si los apuntes pro ceden de una conferencia a la que hayas asistido, clasifica esas anotaciones por el título o materia sobre la que haya versado, o bien por el nombre del conferenciante, según te sea más operativo en relación a tu trabajo. Pero haz lo posible por tener esas notas a mano y fácilmente localizables. En definitiva, rentabiliza tu esfuerzo. Trabaja a largo plazo. Piensa que, en una futura ocupación relacionada con la Historia (profesional de la enseñanza, de una Institución cultural, de la investigación, etc.) un material bien trabajado te será se guramente de gran utilidad. Por eso deberías tener cuidado de, además de tomar bien los apuntes, saber después aprovecharlos. De igual manera podrías clasificar y ordenar las fichas de contenido y otros ma teriales extraídos de tus lecturas. Esta tarea te eximirá, cuando lo necesites, de tener que volver a leer una obra que ya has leído en otro momento. Además, cuando ten gas que preparar un trabajo, un examen, o cualquier otra actividad, podrás remitirte a estos materiales con la seguridad de que en ellos volverás a recoger ideas que con el paso del tiempo, has olvidado. Te aconsejamos para esta labor, sobre todo, la utiliza ción de la «ficha de contenido». Esta ficha, cuyo tamaño varía según el modelo entre la media cuartilla y el medio folio, es útil por ser mayor que la ficha bibliográfica, de la que hablaremos más adelante. El mayor tamaño de las fichas temáticas posibilita que en ellas puedas anotar ideas más extensas, opiniones contrastadas, datos, etc. Posteriormente, puedes organizar un fichero, con idéntico criterio de catalogación que el utilizado para los apuntes. Ten en cuenta que en los establecimientos desti nados a la venta de estos productos, puedes hallar archivadores para el tamaño y tipo de fichas que desees utilizar. 6. PARTICIPA ACTIVAMENTE EN CLASE El aprendizaje de la Historia no empieza y termina con el libro de texto o con los apuntes tomados en clase. Hay toda una serie de actividades que te permitirán integrar y ampliar tus conocimientos. Es más, si descuidas estos aspectos de tu for mación, constatarás una importante laguna a lo largo de tus estudios y en tu futura actividad profesional. De modo que aprovecha la totalidad de oportunidades que se te presenten en la clase y fuera de la clase en este sentido. 29 a) El comentario de texto Es quizás la actividad más importante que puedes haceren claseparadesarro llar la crítica histórica y adquirir los hábitos precisos en esta materia. El comentario de texto, ya sea procedente de documentación originalo de la historiografía, es con mucho la base del trabajo de todo historiador, en la medida en que éste se va a tener que enfrentar en su actividad profesional, fundamentalmente, con ese tipo de fuen tes. Pero aunque no tengas intención de dedicarte a la investigación, el comentario de texto educará tu capacidad críticay deductivaa la vez que te exigirá un estilo de trabajo y estructuración del mismo, que te serán necesarios en cualquier actividad escolar o profesional. El comentario de texto pone en relación tu volumen de conocimientos históri cos con tu capacidad crítica y deductiva. Hacer bien un comentario de texto, como todo aprendizaje, requiere tiempo y práctica. Pero también un método. Existe una amplia bibliografía sobre técnicas o métodos para hacer los comentarios de texto (Ver Apéndice, pág.93 y s.), pero has de tener en cuenta que un elemento básicoi del comentario, reside en el conocimiento previo, aunque sea a grandes rasgos, de la época y acontecimientos principales a los que se refiere ese texto. De otro modo es prácticamente imposible realizar un buen comentario sobre algo que no se conoce más que por un breve texto que tenemos delante. En síntesis, a grandes rasgos, unas directrices para redactar un comentario so bre un texto histórico serían las siguientes: 1. Léelo detenidamente más de una vez. Según sea el texto puede reque rir varias lecturas. Pero, en general, es prácticamente seguro que una sola lectu ra resultará insuficiente. Subraya aquellos elementos que te permitan localizar y comprender el texto: nombres, fechas, acontecimientos, opiniones, acotacio nes, referencias, localizaciones geográficas, frases e ideas claves, instituciones, etc. No tengas reparo alguno en consumir en la lectura y en el subrayado buena parte del tiempo de que dispongas. Piensa que este primer trabajo es el que te permitirá hacer un análisis y comentario riguroso. 2. Clasificación del texto. Es, en gran medida, la base de todo trabajo pos terior. De su acertada clasificación dependerá que el comentario que realice mos sea el adecuado. Parte de los datos que te ofrece el texto y cuyos elementos más sobresalientes ya has subrayado. Destaca: - La naturaleza u origen del texto: Señala si se trata de un texto jurídico -constitución, tratado ley, decreto...-. Si es un texto circunstancialmente his tórico -discurso, artículo de prensa, proclama, declaración, resolución...-. Si es un texto histórico -literario extraído de unas Memorias, de unas cartas, de unas notas personales...-. Especifica si se trata de un texto historiográfico de un es critor contemporáneo o posterior a los hechos relatados, etc. - Las circunstancias del texto. Señala la fecha precisa o aproximada del texto. En su caso, la fecha en que escribe el historiador. La situación y circuns tancias espacio-temporales del momento histórico relacionados con dicho tex to. 30 - El autor del texto. Si es posible indica la identidad y personalidad concreta del autor. Si el autor no es una persona sino un colectivo señala su de nominación, ideología u origen. Su situación y circunstancias tanto si es un au tor contemporáneo o posterior al texto. Sus caracteres originarios según sea un autor colectivo o personal; en ese caso indica las personalidades potencialmen- te más cercanas a ese texto. Determina la posible sinceridad o falsificación del texto por parte del mismo. - Establece el destinatario del texto. Puede tratarse de una persona determinada (si se trata de una carta personal) o
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