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Revista de Antiguos Alumnos del IEEM |84 Agosto 2010 E co n om ía de Revista de Antiguos Alumnos del IEEM | Agosto 201084 Por María Noel Laborde y Leonardo Veiga Emprendimiento y desarrollo económico D urante buena parte del siglo XX, el desarro-llo económico estuvo asociado a la aparición de grandes organizaciones. Esta tendencia comenzó a revertirse a mediados de la década de los 70. La tendencia ahora en cuanto al tamaño de las empresas en los países desarrollados es una disminución persistente del peso de las grandes corporaciones en beneficio de la actividad emprendedora. A efectos de comprender los orígenes de este proceso es necesario entender las tres grandes etapas de desarrollo por las que pasa un país. La primera fase de desarrollo de la economía de un país se basa en los sectores primarios y extractivos. Los países con bajo nivel de desarrollo económico tienen típicamente un gran sector agrícola que provee subsistencia para una pobla- ción que vive mayoritariamente en áreas rurales. El sector in- dustrial comienza a desarrollarse frecuentemente basado en la explotación de los recursos naturales (industrias extractivas y agroindustriales). Las nuevas industrias generan puestos de trabajo que atraen a la población agrícola a las zonas urba- nas, al mismo tiempo que la tecnificación de la producción agrícola reduce drásticamente los requerimientos de mano de obra en las zonas rurales. La sobreoferta de trabajo en las zonas urbanas genera emprendimientos de subsisten- cia en la medida que los trabajadores excedentes procuran crear oportunidades de empleo como una vía para ganarse la vida. En esta fase, pues, el emprendimiento está asocia- do a una economía que carece de la capacidad de generar suficientes puestos de trabajo para su población. En la segunda fase de desarrollo, el sector industrial pro- duce un aumento de las escalas de producción orientado a una mejora de la productividad. Las políticas económicas en esta fase suelen estar dirigidas a favorecer los grandes negocios nacionales. De la mano del desarrollo de estas grandes empresas se van generando nichos en las cadenas productivas que abren espacios a otras empresas nacio- nales de menor porte. Complementariamente se produce un desarrollo del sistema bancario que permite acceder a capital financiero, todo lo cual sienta las bases para el sur- gimiento de un sector manufacturero de pequeña y me- diana escala. Esto provoca un cambio en la composición de los emprendimientos, siendo desplazado parcialmente el emprendimiento de subsistencia por otro tipo de em- prendimiento con una vocación empresarial. En la tercera fase de desarrollo de una economía se produ- ce una expansión del sector de servicios, que se sustenta en las demandas más sofisticadas de una población con un alto nivel de ingresos. El sector industrial evoluciona hacia mayores niveles de variedad y complejidad de los productos manufacturados. Se trata de una economía en donde la generación y aplicación del conocimiento tienen un peso fundamental en su dinámica. La demanda masiva de productos estandarizados propia de fases anteriores es sustituida por demandas mucho más segmentadas, que abren espacio a ofertas diferenciadas e innovadoras. Las instituciones económicas y financieras se adaptan, pasan- do a ser capaces de atender las necesidades de los nuevos emprendimientos que surgen a partir de las oportunidades que la nueva estructura de la economía permite. ¿Cuál es entonces la incidencia de los emprendedores en estos procesos? Tal como hemos mencionado, en la pri- mera fase el emprendimiento es una forma de atenuar el desempleo. En la fase de industrialización comienza a pesar un tipo de emprendimiento distinto, de carácter más em- presarial. En la última fase esta tendencia se consolida. ¿Cómo se traduce esto en los niveles de actividad empren- dedora? Por lo que hemos visto dentro del concepto ge- nérico de emprendimiento tenemos dos grandes grupos. Por un lado están los emprendedores por necesidad, que son aquellos que emprenden porque no encuentran otra forma de ganarse la vida y, por otro, los emprendedores por oportunidad, que son emprendedores por elección. En la primera fase las economías tienen altos niveles de emprendimiento, fundamentalmente por necesidad. En la fase de industrialización los niveles de emprendimiento caen, debido a que se generan muchos puestos de trabajo 85 Revista de Antiguos Alumnos del IEEM | Agosto 2010 de Economía 85 Revista de Antiguos Alumnos del IEEM | Agosto 2010 María Noel Laborde. Máster en Administración y Dirección de Empresas, IEEM, Universidad de Montevideo; Licenciada en Economía, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de la República; First Choice Head, DHL Uruguay. en el sector industrial. El emprendimiento por oportunidad aumenta aquí. En la fase final el emprendimiento por ne- cesidad pasa a ser insignificante, pasando a tener un peso protagónico el emprendimiento por oportunidad. En la Figura 1 puede observarse la evolución de los niveles de emprendimiento por nivel de desarrollo económico de cada país, medido en términos del ingreso per cápita, de acuerdo a los datos del Global Entrepreneurship Monitor, correspon- diente al año 2009. Puede observarse que los niveles de em- prendimiento disminuyen pronunciadamente a medida que el nivel de ingreso per cápita aumenta y el emprendimiento por necesidad disminuye, hasta que se llega a determinado nivel de ingresos en que la economía genera suficientes posi- bilidades como para que el aumento de los emprendedores por oportunidad compense las subsiguientes disminuciones de los emprendedores por necesidad. Este proceso parece llegar a un punto en que los niveles de emprendimiento por oportunidad se estabilizan, no generándose nuevos aumen- tos de su nivel ante aumentos del ingreso. Podemos concluir que la actividad emprendedora realiza una contribución importante a la actividad económica, in- dependientemente de la fase de desarrollo económico en que se encuentre el país. Uruguay se encuentra en una fase de transición entre una economía de tipo industrial (fase dos) y una economía basa- da en el conocimiento (fase tres). La fase industrial tiene la particularidad de ser la que menos exigencias tiene de altos niveles de emprendimiento. En efecto, en la etapa previa era el medio para la sobrevivencia, y en la etapa final es el sustento de la dinámica económica. Pero en la fase indus- trial los empleos sustituyen al emprendimiento por necesi- dad, y dado que el número de empresas es relativamente reducido (pocas pero grandes), con pocos emprendedores se satisfacen los requerimientos básicos de la economía. En la fase en la que está entrando Uruguay los emprendedores son un factor esencial. Al igual que en las restantes econo- mías desarrolladas, se deben abandonar aquellas modalida- des de actividad industrial en donde el costo de la mano de obra es un factor de competitividad relevante. La actividad primaria, si bien sigue siendo relevante, exige que la acción de los emprendedores genere una mayor agregación de va- lor para poder sostener los niveles de ingreso relativamente altos logrados en la etapa industrial. Estos elementos explican por qué, en tan poco tiempo, el fomento de la actividad emprendedora ha ganado tanto peso dentro de la agenda pública. Leonardo Veiga. Ph.D. en Cultura y Gobierno de las Organizaciones (en curso), Universidad de Navarra; Máster en Dirección y Administración de Empresas, IEEM, Universidad de Montevideo; Contador Público y Licenciado en Administración, Universidad de la República; profesor de Economía y Sociedad del IEEM. lveiga@um.edu.uy Figura 1 – Emprendimiento y nivel de ingreso per cápita View publication statsView publication stats https://www.researchgate.net/publication/47277593
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