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327© 2018. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Cirugía en el paciente geriátrico Heather Yeo, Jeffrey Indes, Ronnie A. Rosenthal Í N D I C E Pensamiento centrado en la cirugía de los adultos mayores Declive fisiológico Valoración preoperatoria Complicaciones postoperatorias específicas Cirugía de los principales sistemas orgánicos En las últimas décadas, la expectativa de vida ha aumentado de manera sustancial, de modo que la mujer actual promedio de 65 años puede esperar vivir otros 20 años más, casi el doble de sus homólogas de 1900. Hoy en día, la mujer promedio de 80 años puede esperar vivir otros 10 años (tabla 13-1).1 Este incremento de la esperanza de vida supone un aumento del número de personas de edad avanzada con enfermedades y trastornos crónicos que, hace unos años, habrían producido su muerte. En la actualidad, más del 75% de las personas mayores de 65 años padecen al menos un trastorno crónico, y el 20% de la personas que reciben cobertura del Medicare padecen cinco o más.2 Muchas de estas enfermedades y trastornos crónicos, como cáncer, enfermedad articular degenerativa, arteriopatía coronaria y deterioro visual, cuentan con la opción quirúrgica como parte del algoritmo de tratamiento. En 2012, todos los días casi 10.000 estadounidenses cumplen 65 años. En las próximas décadas, cuando los 78 millones de personas de la generación del baby boom (nacidos entre 1946 y 1964) empiecen a alcanzar los 65 años de edad, se producirá en EE. UU. un rápido enve- jecimiento de la población (fig. 13-1).3 Se estima que en torno al año 2030, una de cada cinco personas será mayor de 65 años y, hacia 2050, casi 20 millones de personas serán mayores de 85 años. A diferencia de las personas mayores de generaciones previas, los miembros de la generación del baby boom (aumento inusual de las tasas de natalidad tras la Segunda Guerra Mundial en varios países anglosajones) esperan permanecer activos e independientes mucho después de la jubilación. Si no se desarrollan nuevas formas de incremento de ingresos y mejora de prestaciones, es probable que la demanda de servicios de atención sanitaria llegue a superar la capacidad del sistema. En abril de 2008, en respuesta a la inminente crisis en la pres- tación de servicios de salud a los adultos de más edad, el Institute of Medicine hizo público un informe en el que «encargaba al Committee on the Future Health Care Workforce for Older Americans la tarea de determinar las necesidades de atención sanitaria de los estadouniden- ses mayores de 65 años y de analizar las fuerzas que conformaban el personal laboral de la atención sanitaria destinado a esas personas».2 El Comité determinó que, para satisfacer tales necesidades, era necesario un abordaje desde tres flancos: 1. Reforzamiento de la competencia en el trabajo con pacientes geriá- tricos de todo el personal de atención sanitaria. 2. Aumento de la contratación y el mantenimiento de especialistas en geriatría. 3. Mejora de la manera en la que se lleva a cabo la prestación de atención sanitaria. Como primer paso en el proceso de aumentar la competencia de los cirujanos y los cirujanos en formación para trabajar con pacientes geriátricos, el American Board of Surgery, con el apoyo de la American Geriatrics Society, la American Medical Association y la John A. Hartford Foundation, convocó a una reunión de siete comités de especialidades quirúrgicas para desarrollar una serie de competencias que se podrían utilizar con fines de certificación en todas las disciplinas. Si bien hubo un consenso general en que la asistencia de pacientes quirúrgicos mayores requiere competencias específicas y se desarrolló un grupo de competen- cias,4 su adopción por distintos comités ha sido variable. Sin embargo, se han agregado contenidos de geriatría a los exámenes de formación, a los requisitos del comité de revisión de residencias y a los exámenes de certificación en la mayoría de las especialidades (fig. 13-2), y continúan los esfuerzos para incorporar competencias geriátricas en todos los pro- cesos de certificación. El objetivo de este capítulo es aumentar el conocimiento sobre geriatría de los cirujanos y los cirujanos en formación, destacando los aspectos que tornan diferente la asistencia quirúrgica de los pacientes mayores. Asimismo, se presenta la base fisiológica de las diferencias, se describen los métodos actuales para evaluar la repercusión del declive y las enfermedades concomitantes, se identifican las complicaciones importantes para anticiparlas y evitarlas, y se repasa el estado actual del tratamiento de las enfermedades quirúrgicas frecuentes del enve- jecimiento. PENSAMIENTO CENTRADO EN LA CIRUGÍA DE LOS ADULTOS MAYORES Al planificar la cirugía de un paciente geriátrico, hay dos conside- raciones de primordial importancia. En primer lugar, la enferme- dad quirúrgica en los adultos mayores puede no ser idéntica a la enfermedad quirúrgica en los adultos más jóvenes. El patrón, la pre- sentación y la evolución natural de la enfermedad suelen ser diferentes, y las opciones terapéuticas deben tener en cuenta estas diferencias. En segundo lugar, el paciente quirúrgico mayor es distinto desde una perspectiva fisiológica y psicológica. La toma de decisiones quirúrgicas se debe centrar en lo que es mejor para el paciente adulto mayor sobre la base de la naturaleza de la enfermedad, el estado de salud general y, más importante aún, los objetivos del tratamiento y las preferencias del individuo. El principal interés puede ser la paliación de los síntomas, Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio328 más que la curación de la enfermedad con expectativa de vida quizá más prolongada, pero de calidad menos satisfactoria. Patrón, presentación y evolución natural de la enfermedad En muchas disciplinas quirúrgicas, el panorama ha cambiado de mane- ra sustancial durante las últimas décadas a medida que la población envejece. Por ejemplo, en el área de traumatología del departamento de urgencias, el número de pacientes mayores que concurren por una caída ha superado al número de pacientes más jóvenes que presentan lesiones más espectaculares. Las caídas son responsables de la mayoría de las lesiones en las personas mayores de 65 años de edad (fig. 13-3).5 Si bien el mecanismo de lesión puede parecer menos significativo, las lesiones graves y la discapacidad son frecuentes. Asimismo, una caída puede ser la primera manifestación, o una consecuencia ulterior, de una enfermedad de base grave. La conciencia de que una caída menor puede tener derivaciones graves en un individuo mayor ha aumentado; sin embargo, a menudo se carece de algoritmos que consideren el resultado funcional y la repercusión de una caída sobre la calidad de vida y la independencia ulterior del individuo. La presentación de otros problemas quirúrgicos en los pacientes mayores también puede inducir a error. El patrón sintomático y la evolución natural de enfermedades frecuentes a menudo son diferentes de los observados en los pacientes más jóvenes. A menudo, la ausencia de signos y síntomas característicos induce a errores en el diagnóstico y a retrasos en el tratamiento. Como consecuencia de ello, no es insólito que una complicación aguda sea el primer indicador de enfermedad. Por ejemplo, la colecistitis aguda y los cálculos en el colédoco cons- tituyen una indicación de colecistectomía más frecuente en pacientes mayores de 65 años, mientras que el cólico biliar es más común en los menores de esa edad. Además, a menudo, en el momento de la cirugía la enfermedad se encuentra mucho más avanzada en ancianos que en jóvenes. Entre los pacientesque necesitan hospitalización por colecistectomía, se observó que los mayores de 65 años de edad tenían diagnósticos más complejos y mayor necesidad de procedimientos abiertos y adicionales que los pacientes más jóvenes, con las mayores tasas en los pacientes de más de 80 años.6 En los pacientes con apen- dicitis, más del 50% de los mayores de 65 años presentan perforación en el momento de la apendicectomía en comparación con menos del 25% en los menores de 65 años. Es necesario un índice elevado de sospecha para identificar precozmente la enfermedad quirúrgica en ancianos que se presentan con síntomas vagos o cambios inexplicables en su estado mental. Toma de decisiones quirúrgicas Para los cirujanos generales y de urgencias, la presentación de una emer- gencia abdominal en un paciente mayor con múltiples enfermedades concomitantes plantea un problema particularmente difícil. Cuando se enfrenta la necesidad de tomar una decisión con respecto a la cirugía en un marco temporal corto, por una patología que es potencialmente susceptible de curación quirúrgica, a menudo las consideraciones se centran por entero en el riesgo de morbimortalidad a corto plazo. Sin embargo, en muchos pacientes mayores, la muerte preocupa menos que el declive funcional y la pérdida de la independencia. A menudo se pasan por alto los objetivos generales del paciente y la calidad de vida postoperatoria. Los datos muestran que el 33% de los socios de Medicare fallecidos fueron sometidos a un procedimiento quirúrgico en el último año de vida; esta tasa varió mucho según la localización geográfica (del 11,5% en Hawái al 34,5% en Indiana).7 Otros datos indican que las preferencias del paciente con respecto a tratamientos de soporte vital no difieren según el lugar;8 esto señala que factores distintos de los deseos del paciente controlan el tratamiento recibido. Tradicionalmente los cirujanos han medido el éxito quirúrgico en términos de mortalidad y morbilidad a 30 días. Sin embargo, en ancianos la definición del resultado satisfactorio es más compleja. Aun- que en la actualidad es posible realizar en ancianos incluso la cirugía mayor más compleja con las tasas de éxito quirúrgico tradicionales, es probable que la calidad del resultado desde el punto de vista del paciente dependa de que este mantenga su funcionalidad en los mis- mos niveles que antes de la cirugía. En algunos ancianos, la pérdida de independencia funcional como consecuencia de una intervención de cirugía mayor puede ser un resultado mucho peor que vivir con la enfermedad para la que se ofrece la cirugía, o incluso que morir por tal enfermedad. En un estudio realizado en pacientes mayores con esperanza de vida limitada por una grave enfermedad crónica, Fried et al.9 analizaron el impacto de la complejidad del tratamiento (baja en intervenciones menores, como antibióticos intravenosos [i.v.]; alta en intervenciones mayores, como cirugía) y del resultado esperado (deseable frente a no deseable) sobre las preferencias de tratamiento del paciente. Los resultados indicaron que más del 70% de los ancia- nos no desearían un tratamiento de complejidad baja si el resultado esperado fuera un grave deterioro funcional o deterioro cognitivo. La preocupación por el deterioro funcional y cognitivo era más acusada que la preocupación por la muerte (fig. 13-4). En otro estudio de preferencias en relación con el ingreso en una residencia permanente por parte de enfermos graves hospitalizados, el 56% de los pacientes se mostraron muy reacios o desearían morir antes que vivir de forma permanente en una residencia de ancianos. La correspondencia entre los deseos del paciente y la opinión del médico y del representante sobre los deseos del paciente fue deficiente.10 Es esencial proporcionar al paciente de edad avanzada una estimación realista del resultado funcional global del tratamiento quirúrgico propuesto, así como de la probabilidad de control o cura de la enfer- medad concreta. Es asimismo esencial que el cirujano comprenda las preferencias del paciente en el contexto de esta visión más amplia del éxito quirúrgico. Cuidados paliativos Respetar las preferencias de un paciente para el tratamiento al final de la vida es un componente necesario de la asistencia médica de calidad. Hay estudios que documentaron que el grado de carga desempeña un papel en las decisiones de los pacientes de optar por asistencia intensiva. Si el riesgo y los beneficios se analizan de manera adecuada, los pacientes mayores a menudo pueden elegir tratamiento menos intensivo.9 En los pacientes con mal pronóstico, la consideración con respecto a los cuidados paliativos debe tener lugar en etapas tempranas de la conversación sobre el tratamiento. Los cuidados paliativos no evitan el tratamiento de la enfermedad ni de los síntomas. Se debe alentar al paciente y a sus familiares a completar y analizar directivas anticipadas, que han mostrado facilitar a los pacientes y sus familias las decisiones acerca de la asistencia al final de la vida y están más de acuerdo con los deseos del paciente. Los cuidados paliativos tempranos han mostrado inducir mejorías sustanciales de la calidad de vida y el estado de ánimo, TABLA 13-1 Esperanza de vida de personas mayores a distintas edades EDAD (AÑOS) TODAS LAS RAZAS HOMBRES MUJERES 65 17,9 20,5 70 14,4 16,6 75 11,2 12,9 80 8,3 9,7 85 5,9 7 90 4,1 4,8 95 2,8 3,3 100 2 2,3 Tomado de National Center for Health Statistics: Deaths: Final data for 2013. Natl Vital Stat Rep 64, 2013. Disponible en <http://www.cdc.gov/ nchs/data/nvsr/nvsr64/nvsr64_02.pdf>. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 13 Cirugía en el paciente geriátrico 329 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. e incluso mostraron aumentar la supervivencia en algunos estudios.11 A medida que se ha presentado mayor atención a la calidad de la asis- tencia, los médicos y los cirujanos han llegado a comprender que el tratamiento no solo se relaciona con curar la enfermedad, sino también con la calidad de vida y el alivio del sufrimiento de los pacientes. DECLIVE FISIOLÓGICO Con el envejecimiento, se produce un declive en la función fisiológica de todos los sistemas orgánicos, aunque la magnitud del mismo es variable según el órgano y el individuo. En estado de reposo, este decli- ve suele tener mínimas consecuencias funcionales, aunque las reservas fisiológicas pueden ser utilizadas solo para mantener la homeostasis. Sin embargo, cuando las reservas fisiológicas son necesarias para afrontar retos adicionales que plantean la cirugía o una enfermedad aguda, el rendimiento global puede mermar. Este progresivo declive de las reservas homeostáticas de los sistemas orgánicos relacionado con la edad se denomina homeoestenosis y fue descrito por primera vez por el fisiólogo Cannon en los años cuarenta. La figura 13-5 es una repre- sentación gráfica de los conceptos actuales sobre homeoestenosis.12 Al avanzar la edad adulta, se registra un uso incrementado de las reservas fisiológicas para mantener la homeostasis normal. Cuando el cuerpo está en condiciones de estrés, se dispone de menos reservas para afrontar el desafío y la función global puede verse abocada al «precipicio» del fallo orgánico o la muerte. A lo largo de las últimas décadas se han llevado a cabo un ele- vado número de estudios para definir los cambios específicos del FIGURA 13-1 Envejecimiento de la generación del baby boom y su descendencia en EE. UU. en 2013, 2030 y 2050. (Tomado de Ortman JM, Velkoff VA, Hogan H: An aging nation: The older population in the United States, Current Populations Reports, P25–1140. Washington,DC, 2014, U.S. Census Bureau.) Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio330 funcionamiento orgánico que son atribuibles directamente al enve- jecimiento. Esta tarea resulta en sí misma difícil debido a que el envejecimiento va acompañado, además, de una mayor vulnerabilidad a la enfermedad. A menudo no es fácil determinar si un declive observado en la función es secundario al envejecimiento de por sí o si es conse- cuencia de una enfermedad asociada al envejecimiento. Sin embargo, el efecto general sigue siendo el mismo —un margen mucho menor de error en la atención del paciente mayor—. El conocimiento de los cambios en la función orgánica puede ayudar a reducir al mínimo estos errores. Aparato cardiovascular En EE. UU., la enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en hombres y mujeres. El 83% de estos fallecimientos se regis- tran en personas mayores de 65 años. La prevalencia de insuficiencia cardíaca se acerca a 10 de cada 1.000 personas en este grupo de edad. La insuficiencia cardíaca congestiva es un factor de riesgo de diversas com- plicaciones postoperatorias, incluida la infección del sitio quirúrgico. En los pacientes mayores, los episodios cardíacos son frecuentes en el período postoperatorio y son atribuibles a enfermedad o a cambios en la estructura y en la función del corazón que acompañan al envejeci- miento (cuadro 13-1). Al avanzar la edad, se observan cambios morfológicos que afectan al miocardio, a las vías de conducción, a las válvulas, a la vascularización del corazón y a los grandes vasos. El número de miocitos disminuye, al tiempo que el contenido de colágeno y elastina aumenta, dando lugar a áreas fibróticas en todo el miocardio y a una disminución general de la distensibilidad ventricular. Casi el 90% del tejido autónomo del nódulo sinusal es reemplazado por grasa y tejido conjuntivo, y la fibrosis interfiere en la conducción a través de las vías intraganglionares y del fascículo de His. Estos cambios contribuyen a la elevada inciden- cia de síndrome de seno enfermo, arritmia auricular y bloqueo de rama de fascículo. La esclerosis y la calcificación de la válvula aórtica son frecuentes, pero no suelen revestir importancia funcional. La progresiva dilatación de los cuatro anillos valvulares es probablemente responsable de la insuficiencia multivalvular registrada en adultos mayores sanos. Por último, se registra un progresivo incremento de la rigidez y una disminución de la distensibilidad de arterias coronarias y grandes vasos. FIGURA 13-2 Tarjeta de puntuación de Solomon: adopción de contenido geriátrico por especialidades quirúr- gicas. Rosado: no; verde: sí. (Tomado de American Geriatrics Society Geriatrics-for-Specialists Initiative, 2013.) FIGURA 13-3 Etiología de las lesiones traumáticas por grupo etario. Con el avance de la edad, las caídas representan la mayor parte de las lesiones traumáticas. CVM, colisión en vehículo de motor. (Tomado de Liberman M, Mulder DS, Sampalis JS: Increasing volume of patients at level I trauma centres: Is there a need for triage modification in elderly patients with injuries of low severity? Can J Surg 46:446–452, 2003.) Copyright © 2017 by Canadian Medical Association. Este trabajo está protegido por copyright y esta copia fue autorizada por Access Copyright. Cualquier modificación del contenido o copia adicional de cualquier forma está estrictamente prohibida a menos que la ley autorice lo contrario. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 13 Cirugía en el paciente geriátrico 331 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. Los cambios en el sistema vascular periférico contribuyen al aumento de la presión arterial sistólica, al de la resistencia al flujo ventricular y a la pérdida compensatoria de miocitos con hipertrofia ventricular. Las implicaciones funcionales directas de estos cambios son difí- ciles de valorar, ya que los cambios relacionados con la edad y que afectan a la composición del cuerpo, al índice metabólico, al estado general de forma física y a las enfermedades subyacentes influyen en el rendimiento cardíaco. En la actualidad, se suele aceptar que la función sistólica se mantiene según avanza la edad. El gasto cardíaco y la fracción de eyección se mantienen, a pesar del incremento de la poscarga debido al endurecimiento del tracto de salida. Sin embargo, el mecanismo en virtud del cual el gasto cardíaco se mantiene durante el ejercicio es diferente. En las personas jóvenes, el gasto se mantiene mediante el incremento de la frecuencia cardíaca en respuesta a la estimulación β-adrenérgica. Con el envejecimiento, se instaura un relativo estado hiposimpático en el que el corazón se torna menos sensible a las catecolaminas, posiblemente de forma secundaria al declive de la función del receptor. El corazón envejecido mantiene el gasto cardíaco incrementando el llenado ventricular (precarga), no aumentando la frecuencia cardíaca. Debido a la dependencia de la precarga, una hipovolemia, incluso menor, puede dar lugar a una afectación importante de la función cardíaca. La función diastólica, que depende de la relajación más que de la contracción, se ve afectada por el envejecimiento.13 La disfunción diastólica es responsable del 50% de los casos de insuficiencia cardíaca en pacientes mayores de 80 años. La relajación miocárdica depende en mayor medida de la energía y requiere más oxígeno que la contracción. Con el envejecimiento, se produce una disminución progresiva de la presión parcial de oxígeno. Por consiguiente, la hipoxemia, incluso leve, puede dar lugar a relajación prolongada, presión diastólica más elevada y congestión pulmonar. Dado que el llenado diastólico temprano es deficiente, el mantenimiento de la precarga depende aún más de la sin- cronía auriculoventricular. La pérdida de la contribución auricular a la precarga puede dar lugar a una mayor afectación de la función cardíaca. La manifestación de cardiopatía en adultos mayores es a veces ines- pecífica y atípica. Aunque el dolor torácico sigue siendo el síntoma más frecuente de infarto de miocardio, los síntomas atípicos, como disnea, síncope, confusión aguda o accidente cerebrovascular, se registran en el 40% de los pacientes de edad avanzada. Asimismo, el envejecimiento altera la función de los vasos sanguíneos y causa enfermedad cardiovascular. La disfunción vas- cular se debe a los siguientes factores: 1) aumento de la agresión oxidativa; 2) reducción de la biodisponibilidad de óxido nítrico por menor síntesis de óxido nítrico o aumento de su fijación, o ambos; 3) desequilibrios en la producción de factores vasoconstrictores/ vasodilatadores; 4) ambiente proinflamatorio de bajo grado; 5) alte- ración de la angiogenia, y 6) senescencia de las células endoteliales. El proceso de envejecimiento del músculo liso vascular se caracteriza por lo siguiente: 1) alteración del potencial de replicación; 2) cambio del fenotipo celular; 3) cambios de la reactividad a los mediadores de la contracción y la relajación, y 4) cambios de las funciones de señalización intracelular. La hipertensión arterial sistémica es un trastorno dependiente de la edad; casi el 50% de los ancianos son hipertensos. Se recomienda el tratamiento de la hipertensión en los pacientes ancianos. Las modificaciones del estilo de vida, los compuestos naturalesy la terapia hormonal son útiles para los pri- meros estadios y como tratamiento de sostén con medicación, pero se necesita una evidencia de estudios clínicos en esta población. Como todos los agentes antihipertensivos pueden reducir la presión arterial en los pacientes ancianos, la elección del agente se debe basar en los posibles efectos colaterales y las interacciones medicamentosas.14 Aparato respiratorio La enfermedad crónica de las vías respiratorias inferiores es la cuarta causa más importante de muerte después de cardiopatía, cáncer y accidente cerebrovascular. Los problemas respiratorios son las com- plicaciones postoperatorias más comunes en pacientes de edad avanzada FIGURA 13-4 Muchos pacientes están dispuestos a someterse a tra- tamientos de alta o baja complejidad, aun cuando el riesgo de muerte es elevado (hasta de un 50%). Sin embargo, cuando existe un riesgo, aunque sea pequeño, de discapacidad cognitiva o funcional, el número de pacientes dispuestos a someterse a un tratamiento, incluso de baja com- plejidad, disminuye de manera drástica. (Tomado de Fried TR, Bradley EH, Towle VR, et al: Understanding the treatment preferences of seriously ill patients. N Engl J Med 346:1061–1066, 2002.) FIGURA 13-5 Representación gráfica de la homeoestenosis. Al avanzar la edad, las reservas fisiológicas son utilizadas de forma creciente para mantener la homeostasis. Las flechas verticales representan cambios, como pueden ser el estrés quirúrgico o una enfermedad aguda. Dado que, en el paciente mayor, las reservas ya están siendo utilizadas, existe una menor disponibilidad de las mismas para afrontar tales retos. Como resultado de ello, el «precipicio» supone un estrés que sería mejor tole- rado a edades inferiores. Este precipicio puede ser cualquier marcador clínico importante, como disfunción de un órgano, insuficiencia o muerte. (Tomado de Taffett GE: Physiology of aging. In Cassel CK, Leipzig RM, Cohen HJ, et al, editors: Geriatric medicine: An evidence-based approach, ed 4, New York, 2003, Springer-Verlag, pp 27–35.) CUADRO 13-1 Principales cambios cardiovasculares con la edad Disminución del número de miocitos Fibrosis de vías de conducción con aumento de arritmias Disminución de distensibilidad ventricular y arterial (aumento de poscarga) Disminución de la capacidad de respuesta β-adrenérgica Aumento de dependencia de precarga (incluida «patada auricular») Aumento de disfunción diastólica Aumento de isquemia asintomática Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio332 (cuadro 13-2). Los cambios en la estructura y la función pulmonares relacionados con la enfermedad y con la edad contribuyen a esta vul- nerabilidad.15 Con el envejecimiento se produce un declive de la función res- piratoria, atribuible a cambios que afectan a la pared torácica y a los pulmones. La distensibilidad de la pared torácica disminuye como consecuencia de cambios en la estructura causados por cifosis, y se acentúa con el colapso vertebral. La calcificación de los cartílagos costales y la contractura de los músculos intercostales dan lugar a dis- minución de la movilidad costal. Las fuerzas espiratoria e inspiratoria máximas pueden disminuir en un 50% por la progresiva disminución de la fuerza de los músculos respiratorios. En el pulmón, se registra pérdida de elasticidad, que conduce a aumento de la distensibilidad alveolar, con colapso de vías respiratorias menores y la consiguiente ventilación alveolar irregular con atrapamiento de aire. La ventilación alveolar irregular da lugar a desajustes ventilación- perfusión, que causan una reducción de la tensión de oxígeno arterial de alrededor de 0,3-0,4 mmHg/año. La presión parcial de dióxido de carbono no cambia, a pesar del incremento del espacio muerto; esto puede deberse, en parte, a la disminución de la producción de dióxido de carbono que acompaña a la caída de los índices metabólicos basales. El atrapamiento de aire es también responsable de un incremento del volumen residual o volumen remanente después de espiración máxima. La pérdida de soporte de las vías respiratorias menores conduce también al colapso durante la espiración forzada, lo que limita los volúmenes pulmonares dinámicos y las tasas de flujo. La capacidad vital forzada disminuye en 14-30 ml/año y el volumen espiratorio forzado en 1 s disminuye en 23-32 ml/año en hombres. El efecto general de pérdida de retroceso elástico del pulmón hacia dentro se ve contrarrestado por la disminución de la fuerza hacia fuera de la pared torácica. La capacidad pulmonar total se mantiene invariable y se registra solo un ligero incremento del volumen pulmonar en reposo, o capacidad funcional residual. Dado que la capacidad pulmonar total se mantiene invariable, el incremento de volumen residual da lugar a una disminución de la capacidad vital. El control de la ventilación se ve también afectado por el envejeci- miento. Las respuestas de ventilación frente a la hipoxia y la hipercapnia disminuyen un 50 y un 40%, respectivamente. No ha quedado del todo definido el mecanismo exacto de esta disminución, pero es posible que se deba a la disminución de la función quimiorreceptora en el sistema nervioso central y periférico. Además de estos cambios intrínsecos, la función pulmonar se ve afectada por alteraciones en la capacidad de protección del aparato respiratorio frente a agresiones medioambientales e infecciones. La eliminación de partículas del pulmón a través del escalador muco- ciliar es menor y se asocia con disfunción ciliar. Muchos cambios complejos de la inmunidad con el envejecimiento contribuyen a una mayor susceptibilidad a las infecciones, incluida una respuesta inmunitaria menos robusta de los sistemas inmunitarios innato y adaptativo (v. más adelante).16 También se produce una disminución de distintos componentes de la función de deglución. La pérdida del reflejo de la tos secundaria a trastornos neurológicos, unida a la disfunción de deglución, predis- pone a la aspiración. El aumento de la frecuencia y de la gravedad de la neumonía en personas mayores ha sido atribuido a estos factores y a una incidencia aumentada de colonización orofaríngea por microorganis- mos gramnegativos. Esta colonización guarda estrecha relación con enfermedades concurrentes y con la capacidad de los ancianos para llevar a cabo actividades de la vida diaria (AVD). Este hecho lleva a apoyar la idea de que la capacidad funcional es un factor crucial en la valoración del riesgo de neumonía en ancianos. Sistema renal Alrededor del 25% del total de estadounidenses mayores de 70 años pre- sentan disminución moderada o grave de la función renal (cuadro 13-3). Entre los 25 y los 85 años de edad se produce una progresiva disminu- ción de la corteza renal. Con el paso del tiempo, alrededor del 40% de las nefronas se tornan escleróticas. El resto de unidades funcionales se hipertrofian de forma compensatoria. La esclerosis de los glomérulos va acompañada de atrofia de las arteriolas aferentes y eferentes y de una disminución del número de células tubulares renales. El flujo sanguíneo renal también disminuye en aproximadamente un 50%. Desde el punto de vista funcional, en torno a los 80 años se produce una disminución de la filtración glomerular de aproximadamente un 45%. La función tubular renal también disminuye según avanza la edad. La capacidad de conservación del sodio y de la excreción de iones hidrógeno se aminora, dando lugar a una menor capacidad de regulación del equili- brio líquido y acidobásico. La deshidratación se convierte en un problema especial, debido a que las pérdidas de sodio y agua por causas no renales no se ven compensadaspor los mecanismos habituales. Se considera que la incapacidad para retener sodio se debe al declive de la actividad del sis- tema renina-angiotensina. La creciente incapacidad para la concentración de la orina guarda relación con una disminución de la capacidad de res- puesta del órgano final a la hormona antidiurética. La marcada pérdida de la sensación subjetiva de sed está también documentada, aunque no se conoce bien el mecanismo por el cual se produce. Es posible que las alteraciones de la función de los osmorreceptores en el hipotálamo sean responsables de la falta de reconocimiento de la sensación de sed, a pesar de elevaciones importantes de la osmolaridad sérica. Los niveles circulantes de eritropoyetina (EPO) son más altos en los ancianos sanos que en los individuos más jóvenes. Se interpreta que la mayor producción de EPO en los ancianos es un mecanismo contrarregulador destinado a preservar la masa eritrocítica normal en respuesta a un recambio más alto y a la resistencia a la EPO. En cambio, las concentraciones de EPO son más bajas en los ancianos anémicos, lo que sugiere una alteración de la respuesta contrarreguladora a las bajas concentraciones de hemoglobina. Los ancianos pueden presen- tar deficiencia de vitamina D como consecuencia del deterioro de la capacidad del riñón envejecido de convertir 25-hidroxivitamina D CUADRO 13-2 Principales cambios respiratorios con la edad Disminución de la distensibilidad de la pared torácica Declive de las fuerzas inspiratoria y espiratoria máximas Disminución de la elasticidad pulmonar (colapso de las vías respiratorias menores) Desajuste ventilación-perfusión Disminución de la Pao2, sin cambios en la Paco2 Disminución de la CVF y del FEV1 Declive de respuestas ventilatorias a la hipoxemia y la hipercapnia Declive en los mecanismos normales de protección de las vías respiratorias (aumento del riesgo de aspiración) CVF, capacidad vital forzada; FEV1, volumen espiratorio forzado en 1 s; Paco2, presión arterial de dióxido de carbono; Pao2, presión arterial de oxígeno. CUADRO 13-3 Principales cambios renales con la edad Disminución del número de nefronas funcionales Disminución del número de células tubulares Disminución del flujo sanguíneo Disminución de la FG Declive de la ECr a pesar de los niveles normales de creatinina sérica Declive de la función tubular (pérdida de capacidad de concentración) Aumento de la propensión a la deshidratación Disminución de la eliminación de ciertos fármacos Aumento de las infecciones y de la disfunción de las vías urinarias inferiores ECr, eliminación de creatinina; FG, filtración glomerular. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 13 Cirugía en el paciente geriátrico 333 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. en 1,25-dihidroxivitamina D, pero factores extrarrenales (p. ej., dis- ponibilidad de 25-hidroxivitamina D) son, por lo menos, igual de responsables de la insuficiencia de vitamina D en este grupo etario.17 Debido a la disminución de la función renal con el envejecimiento, a menudo es importante medir la filtración glomerular en ancianos, como parte de la valoración del riesgo preoperatorio y hospitalario y para proporcionar una dosis adecuada de medicación. En pacientes ancianos hospitalizados, la medición directa de la eliminación de crea- tinina (ECr) resulta difícil debido a que la incontinencia y el deterioro cognitivo hacen que la recogida de orina de 24 h sea irrealizable. El nivel de creatinina sérica es, en ocasiones, un indicador poco fiable del estado de la función renal, ya que puede mantenerse invariable como consecuencia de una disminución concomitante de la masa corporal magra y de una disminución de la producción de creatinina. Un nivel de creatinina sérica de 1 mg/dl representa a veces una ECr de más de 100 ml/min en una persona de 30 años, pero de menos de 60 ml/min en una persona de 85 años. Para superar estos problemas, se han desarrollado fórmulas de estimación de la ECr a partir de la creatinina plasmática y de las características del paciente. Las fórmulas utilizadas habitualmente son la ecuación de Cockcroft-Gault y la ecuación de modificación de la dieta en la enfermedad renal (fig. 13-6). En un amplio estudio llevado a cabo entre ancianos hospitalizados, se ha demostrado que la ecuación de Cockcroft-Gault es la que mejor se corresponde con la ECr medida directamente.18 La lesión renal aguda (LRA) queda definida por una variación de 0,3 mg/dl o del 50% o superior en el nivel de creatinina sérica en relación con los valores basales o por una reducción del gasto urinario inferior a 0,5 ml/kg/h durante un intervalo de 6 h, dentro de un perío- do de 48 h, después de una reposición de líquidos adecuada. La LRA es frecuente después de cirugía mayor. Hasta un 7,5% de los pacientes con un nivel normal preoperatorio de creatinina sérica desarrollará LRA. La LRA se asocia a aumento de la morbilidad y la mortalidad a corto plazo y a incremento de la mortalidad a largo plazo. La edad, la cirugía de urgencia, la cardiopatía isquémica y la insuficiencia cardíaca congestiva son factores de riesgo para el desarrollo de LRA postoperatoria. Por otro lado, los pacientes ancianos con función renal ya alterada están expuestos a mayor riesgo de LRA postoperatoria. La clave para evitarla consiste en considerar en todo momento que los pacientes ancianos corren un riesgo más alto, en dar los pasos necesarios para evitar una hipovolemia innecesaria y en asegurar la adecuada dosificación de los fármacos susceptibles de eliminación renal y de los nefrotóxicos. Las vías urinarias inferiores también experimentan cambios al avan- zar la edad. En la vejiga, el aumento del contenido de colágeno da lugar a una limitada distensibilidad y a déficit de vaciado. También se ha identificado sobreactividad del músculo detrusor, secundaria a tras- tornos neurológicos por causas idiopáticas. En la mujer, la disminución de los niveles circulatorios de estrógenos y la menor capacidad de respuesta tisular a esta hormona causan cambios en el esfínter uretral, que predisponen a incontinencia urinaria. En el hombre, la hipertrofia prostática dificulta el vaciado de la vejiga. En conjunto, estos factores dan lugar a incontinencia urinaria en el 10 al 15% de las personas mayores que viven en la comunidad y en el 50% de los que viven en residencias geriátricas. Se registra, asimismo, una creciente prevalencia creciente de la bacteriuria asintomática según avanza la edad, que varía de un 10 a un 50% dependiendo del sexo, del nivel de actividad, de los trastornos subyacentes y del lugar de residencia. Por sí solas, las infecciones de las vías urinarias son responsables del 30 al 50% del total de casos de bacteriemia en pacientes ancianos. Se piensa que las alteraciones del medio local y la caída de las defensas del huésped son las causas responsables. Sistema hepatobiliar La función hepática global se mantiene bien con la edad. Sin embargo, la enfermedad hepática y la mortalidad relacionada con ella aumentan en personas de entre 45 y 85 años. Entre los cambios morfológicos cabe citar una reducción general de peso, volumen y tamaño del hígado. Aumenta el tamaño de los hepatocitos y el número de células binucleadas, y disminuye la cantidad de mitocondrias.19 Desde el punto de vista funcional, el flujo sanguíneo hepático disminuye en un 35-50%. La capacidad de síntesis del hígado, medida mediante pruebas estándar de función hepática, se mantiene invariable (cuadro 13-4). Sin embargo, el metabolismo de ciertos tipos de fármacos y la sensibilidad a los mismos se ven alterados. Es posible que los fármacos querequieren oxidación microsómica (reacciones de fase I) antes de la conjugación (reacciones de fase II) sean metabolizados más lentamente, mientras que puede que los que requieren solo conjugación sean depurados a velocidad normal. En ancianos, los fármacos que actúan directamente sobre los hepatocitos, como la warfarina, pueden producir efectos tera- péuticos deseados en dosis bajas, debido al aumento de la sensibilidad de las células ante tales fármacos. Algunas evidencias indican, asimismo, que el envejecimiento puede ir asociado a disminución de la capacidad hepática de protección frente a los efectos del estrés oxidativo. En personas de edad avanzada, la alteración de la función hepa- tobiliar se asocia de forma significativa a incremento de la incidencia de cálculos biliares y de complicaciones relacionadas con los mismos. La prevalencia de los cálculos biliares aumenta de manera constante con la edad, aunque existe variabilidad en los porcentajes absolutos, dependiendo de la población. Se ha demostrado presencia de cálculos biliares en el 80% de los residentes en centros geriátricos mayores de 90 años. La enfermedad de las vías biliares es la indicación más frecuente de cirugía abdominal en adultos mayores (v. más adelante). FIGURA 13-6 Ecuaciones para el cálculo de la eliminación de creatinina. FG, filtración glomerular; MDER, modificación de la dieta en la enfermedad renal. CUADRO 13-4 Principales cambios hepatobiliares con la edad Menor volumen hepático Aumento del tamaño y la ploidía de los hepatocitos Disminución del número de mitocondrias de los hepatocitos Disminución del flujo sanguíneo hepático La capacidad de síntesis permanece invariable Aumento de la sensibilidad a ciertos fármacos y disminución de la eliminación de los mismos Aumento de la incidencia de cálculos biliares y enfermedades relacionadas con estos Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio334 Función inmunitaria La capacidad inmunitaria, como otros parámetros fisiológicos, dis- minuye según avanza la edad (cuadro 13-5).20 Este envejecimiento inmunitario se caracteriza por aumento de la susceptibilidad a padecer infecciones, incremento de anticuerpos e inmunoglobulinas mono- clonales y aumento de la génesis tumoral. Por otro lado, como ocurre con otros sistemas fisiológicos, este declive puede no ser observable si no se dan circunstancias que pongan a prueba el sistema. Por ejemplo, no se produce disminución del recuento de neutrófilos con la edad, aunque la capacidad de la médula ósea para incrementar la producción de neutrófilos en respuesta a la infección puede estar deteriorada. Los pacientes mayores con infecciones importantes presentan con frecuen- cia recuentos de leucocitos normales, aunque el recuento diferencial mostrará una profunda desviación a la izquierda, con gran proporción de formas inmaduras. Con el envejecimiento, se registra una disminución de la reserva de células madre hematopoyéticas, lo que determina una menor produc- ción de linfocitos T indiferenciados a partir del timo y de linfocitos B a partir de la médula ósea. La involución del timo, con una disminución en los niveles de hormona tímica, impide en mayor medida la produc- ción y la diferenciación de linfocitos T indiferenciados y da lugar a un aumento de la proporción de linfocitos T de memoria. Esta variación en la población de los niveles de linfocitos T hace que el huésped adulto mayor muestre menor capacidad de respuesta frente a antígenos nuevos. Se han identificado varios defectos de linfocitos B, aunque se con- sidera que los déficits funcionales en la producción de anticuerpos guardan mayor relación con la regulación alterada de los linfocitos T que con los cambios intrínsecos de linfocitos B. In vitro, se ha obser- vado un aumento de la actividad de los linfocitos T cooperadores para la producción de anticuerpos inespecíficos, así como una menor capacidad de los linfocitos T supresores procedentes de ratones viejos para reconocer y suprimir antígenos específicos. Ello se refleja en un incremento superior a un 10% en la prevalencia de autoanticuerpos en torno a los 80 años de edad. Los porcentajes de inmunoglobulinas también cambian: los niveles de inmunoglobulina M (IgM) disminu- yen, mientras que los niveles de IgG e IgA aumentan ligeramente. Los cambios en el sistema inmunitario que se producen con el envejecimiento son similares a los observados en la inflamación crónica y el cáncer. Además de una disminución de respuestas mitógenas de los linfocitos T, se produce un incremento de los niveles de proteínas de fase aguda. Se ha planteado la hipótesis de que niveles elevados persistentes de citocinas inflamatorias puedan ser responsables de la regulación a la baja de la producción de interleucina 2 por parte de linfocitos T estimulados de manera crónica. Se ha demostrado que marcadores de la inflamación como la interleucina 6 aumentan en los pacientes de edad avanzada. Se ha observado, asimismo, la impli- cación de la inflamación crónica en el síndrome de fragilidad, que se caracteriza por pérdida de masa muscular (sarcopenia), desnutrición y deterioro de la movilidad. Las citocinas inflamatorias intervienen también en la anemia normocítica, que es frecuente en los adultos mayores en situación de fragilidad. Las implicaciones clínicas de estos cambios resultan de difícil deter- minación. Cuando se superponen a la ya conocida inmunodepresión causada por el estrés físico y psicológico de la cirugía, en los pacientes de edad avanzada son previsibles respuestas inmunitarias insuficientes. Sin embargo, es más probable que la sensibilidad aumentada a numerosos agentes infecciosos en el período postoperatorio sea el resultado de una combinación de estrés y trastorno concurrente, más que fruto únicamente del declive fisiológico. Homeostasis de la glucosa Datos tomados de la National Health and Nutrition Examination Survey han puesto de manifiesto un incremento de la prevalencia de trastornos de la homeostasis de la glucosa con la edad. De hecho, más del 20% de las personas mayores de 60 años tienen diabetes de tipo 2. Un 20% adicional presentan intolerancia a la glucosa, caracterizada por glucosa normal en ayunas y un nivel de glucosa postestimulación por encima de 140 mg/dl, aunque por debajo de 200 mg/dl. La intolerancia a la glucosa puede deberse a una disminución de la secreción de insulina, a un aumento de la resistencia a la insulina o a ambos (fig. 13-7).21 La función de las células β disminuye con la edad. Este cambio se manifiesta en forma de fracaso de las células β para adaptarse al medio hiperglucémico con un incremento adecuado de la respuesta insulínica. La cuestión de la resistencia a la insulina parece más com- plicada. Aunque se ha observado que la acción de la insulina disminuye en los adultos mayores, se piensa que este cambio se debe, no tanto a la edad en sí misma, sino a la diferente composición del organismo en este grupo de personas, que tienen una cantidad mayor de tejido adiposo y menor de masa corporal magra. Otros autores consideran que el aumento de la resistencia a la insulina es directamente atribuible al envejecimiento, tal como se manifiesta por la disminución en el músculo de la captación de glucosa mediada por la insulina, que nor- malmente se halla regulada por el transportador de glucosa GLUT-4. Se registra, asimismo, un incremento de la acumulación de lípidos intracelulares, que interfiere en la señalización normal de la insulina. Estos cambios pueden ir asociados a declive de la función mitocondrial, que también acompaña al envejecimiento.21 Todos estos factores, combinados con comorbilidad, medicacióny predisposición genética, confluyen y elevan el riesgo de hiperglucemia no controlada en los pacientes quirúrgicos de edad avanzada cuando se enfrentan a la habitual resistencia a la insulina inherente al estrés fisio- lógico de la cirugía. En los ancianos sometidos a una agresión de este tipo, tanto la respuesta de glucosa endógena al estrés traumático como la respuesta glucémica a una carga exógena de glucosa son exageradas. Aunque la mayor parte de los datos sobre el control de la gluco- sa y los resultados quirúrgicos pueden consultarse en la bibliografía sobre cirugía cardíaca, evidencias más recientes han confirmado que la hiperglucemia no controlada en el período postoperatorio inmediato se asocia a un incremento de las infecciones en casi todos los tipos de cirugía. No obstante, sigue siendo objeto de discusión el nivel óptimo de control de la glucosa. Los primeros estudios prospectivos indicaban que el control estrecho de la glucemia (80-110 mg/dl) mediante infusión continua de insulina mejoraba ciertos resultados, incluida la mortalidad en pacientes en estado crítico en la unidad de cuidados intensivos, pero datos más recientes han arrojado dudas sobre los efectos beneficiosos de un control tan estricto. En general, en la actualidad se acepta como objetivo apropiado el mantenimiento de la glucemia por debajo de 180 mg/dl en el período perioperatorio, incluso en pacientes ancianos. VALORACIÓN PREOPERATORIA El aumento de la edad parece ejercer un efecto negativo sobre el resultado de la cirugía. Estudios previos pequeños o de una sola institución demos- traron resultados similares en los pacientes mayores y en los más jóvenes incluso en los procedimientos más complejos, como la resección de Whipple por cáncer de páncreas. Es probable que estos estudios se vieran limitados por un sesgo de selección, que determinó que se propusiera cirugía solo a los pacientes mayores más aptos. Estudios más recientes de grandes bases de datos indican que la mortalidad operatoria de la cirugía por enfermedades digestivas importantes aumenta con el avance de la edad, aun después del ajuste por enfermedades concomitantes.22 CUADRO 13-5 Principales cambios en la función inmunitaria con la edad Involución del timo Disminución en la producción y diferenciación de linfocitos T indiferenciados Disminución de la actividad mitógena de los linfocitos T Aumento de citocinas inflamatorias Aumento de autoanticuerpos Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 13 Cirugía en el paciente geriátrico 335 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. Se han desarrollado varios modelos de cálculo del riesgo para valorar el riesgo quirúrgico global en todos los pacientes quirúrgicos preopera- torios. Entre ellos se encuentra el modelo de los programas nacionales de mejoría de la calidad quirúrgica del American College of Surgeons, que proporciona una calculadora de riesgo en línea accesible para uso de todos.23 Si bien este modelo suministra una herramienta útil para la valoración del riesgo, se ve limitado en pacientes ancianos por la falta de variables específicas de los pacientes mayores, como declive cognitivo y fragilidad (v. más adelante). Los adultos mayores son diferentes de los adultos más jóvenes, de la misma manera en que los niños son diferentes. Aunque desde hace tiem- po se ha aceptado que los pacientes quirúrgicos pediátricos son un grupo singular, con enfermedades de la infancia y preocupaciones psicosociales específicas, se ha tardado más en reconocer las preocupaciones únicas de la población quirúrgica geriátrica (tabla 13-2). Asimismo, se reconoce que hay un espectro de vulnerabilidad entre los pacientes pediátricos; los niños mayores presentan menos riesgo que los recién nacidos prematu- ros. De modo similar, hay un espectro de vulnerabilidad en los pacientes mayores; los adultos que han envejecido con buena salud tienen menor riesgo que los adultos que se han vuelto frágiles. La bibliografía más reciente sugiere que los adultos mayores frágiles presentan mayor ries- go de morbilidad, mortalidad y declive funcional postoperatorio con pérdida de independencia. A diferencia de la prematuridad, la fragilidad no está bien definida y, a menudo, pasa inadvertida o es subestimada.24 Para garantizar la mejor toma de decisiones quirúrgicas y el mejor resultado quirúrgico para el paciente mayor individual, la valoración preoperatoria debe ser completa y debe considerar todos los aspectos perti- nentes. El American College of Surgeons y la American Geriatrics Society trabajaron juntos para definir un grupo de directrices de práctica óptima para la valoración preoperatoria del paciente geriátrico.25 Estas directrices incluyen una lista de 13 ítems de comprobación de factores cognitivos, comórbidos, funcionales y psicosociales que han mostrado incidir en el resultado de la asistencia de los pacientes quirúrgicos mayores (fig. 13-8). Valoración cognitiva Declive cognitivo y demencia A menudo se pasa por alto el nivel cognitivo preoperatorio como factor de riesgo de resultados postoperatorios negativos en los pacientes mayores. La valoración cognitiva rara vez forma parte de la anamnesis y la exploración física preoperatorias. Sin embargo, las deficiencias cognitivas preoperatorias son frecuentes; la prevalencia de demencia es de alrededor del 1,5% en los adultos de 65 años de edad y se duplica, aproximadamente, con cada 5 años de vida adicionales. Más de un tercio de las personas mayores de 70 años tienen cierto deterioro cog- nitivo o demencia. La disfunción cognitiva preexistente puede alterar la capacidad del paciente para dar consentimiento informado y puede tener consecuencias significativas a corto y largo plazo en el período postoperatorio. Los antecedentes de demencia antes de la cirugía se han asociado con mayores tasas de mortalidad y morbilidad grave. La demencia también es el mayor factor de riesgo de delirio postoperatorio. Delirio se define como un trastorno agudo de la cognición y la atención, y se encuentra entre las complicaciones más frecuentes y potencialmente devastadoras observadas en los pacientes quirúrgicos mayores. La inciden- cia de delirio en los pacientes quirúrgicos mayores varía del 5 a más del 50%. El delirio se asocia con hospitalizaciones más prolongadas; mayores tasas de mortalidad, morbilidad y mala recuperación funcional, y más can- tidad de altas para regresar a lugares distintos del hogar (v. más adelante). Hay varios métodos para valorar el nivel cognitivo basal. La Mini- Cog26 es una prueba exacta de deterioro cognitivo fácil de practicar en un contexto clínico muy atareado. La prueba Mini-Cog com- prende una tarea de aprendizaje y recuerdo de tres palabras (de 0 a 3 puntos; cada palabra correctamente recordada = 1 punto) y una tarea simple de dibujar un reloj (reloj anormal = 0 puntos; reloj normal = 2 puntos) utilizada como distracción antes del recuerdo de palabras. Las puntuaciones totales posibles de la prueba Mini-Cog varían de FIGURA 13-7 La respuesta normal a la hiperglucemia consiste en que las células β se adapten y segreguen insulina suficiente para establecer la euglucemia. Con el envejecimiento, se registra una disminución de la secreción de insulina y un probable incremento de la resistencia a la misma, lo cual, unido a alteraciones concomitantes, factores genéticos y medicamentos, da lugar a una deficiencia en este proceso glucorregu- lador. TAG, tolerancia alterada a la glucosa. (Tomado de Chang AM, Halter JB: Aging and insulin secretion. Am J Physiol Endocrinol Metab 284:E7–12, 2003.) TABLA 13-2 Similitudes entre pediatría y geriatría PEDIATRÍA GERIATRÍADefectos congénitos Enfermedades degenerativas Incapaz de expresar síntomas Síntomas atípicos Inmadurez fisiológica Declive fisiológico Necesidad de ajustes perioperatorios Necesidad de ajustes perioperatorios Abuso/descuido/pobreza Abuso/descuido/pobreza/aislamiento Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio336 0 a 5: de 0 a 2 sugiere una alta probabilidad de deterioro cognitivo, y de 3 a 5 sugiere una baja probabilidad de deterioro cognitivo. Capacidad Para dar consentimiento informado, un paciente debe tener capacidad de tomar decisiones. Los fundamentos de la capacidad de toma de decisiones están bien descritos.27 En esencia, un paciente debe ser capaz de comprender la naturaleza de su enfermedad, los riesgos y beneficios del tratamiento recomendado, y los riesgos y beneficios de las alternativas terapéuticas. Para ser considerado competente para otorgar consentimiento, el paciente debe ser capaz de: 1. Indicar con claridad una opción de tratamiento. 2. Comprender la información relevante presentada. 3. Reconocer la enfermedad médica y las consecuencias de los trata- mientos. 4. Razonar acerca de las opciones terapéuticas. Depresión Se observa depresión en alrededor del 11% de la población mayor de 71 años. En el período postoperatorio, la depresión no reconocida puede explicar la escasa ingesta oral, la falta de participación en el plan de tratamiento postoperatorio y necesidades más altas de analgé- sicos. La depresión también se ha asociado con mortalidad más alta y hospitalización más prolongada en los pacientes sometidos a cirugía cardíaca. La detección sistemática de depresión se realiza con facilidad mediante el Patient Health Questionnaire-2,28 que requiere que el paciente responda a las siguientes dos preguntas: 1. En los últimos 12 meses, ¿ha habido algún período en el que ha esta- do triste, deprimido o decaído la mayor parte del tiempo, durante al menos 2 semanas? 2. En los últimos 12 meses, ¿ha habido alguna vez un período, de al menos 2 semanas de duración, en el que no le interesaron las cosas que le suelen interesar o en el que no disfrutó las cosas que suele disfrutar? FIGURA 13-8 Lista de comprobación de directrices de práctica óptima para la valoración de pacientes quirúrgi- cos geriátricos. (Tomado de Chow WB, Rosenthal RA, Merkow RP, et al: Optimal preoperative assessment of the geriatric surgical patient: A best practices guideline from the American College of Surgeons National Surgical Quality Improvement Program and the American Geriatrics Society. J Am Coll Surg 215:453–466, 2012.) Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 13 Cirugía en el paciente geriátrico 337 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. Delirio La disfunción cognitiva y la depresión son factores de riesgo de delirio; sin embargo, también se deben valorar otros factores. Los factores de riesgo de delirio se dividen en dos grupos, factores preoperatorios o predis- ponentes y factores precipitantes, o factores que aparecen en el período postoperatorio (tabla 13-3).29 Además de la edad avanzada y la disfunción cognitiva, los factores predisponentes son deterioro funcional, desnutri- ción, enfermedad concomitante, deterioro sensorial, abuso de alcohol/ sustancias, medicaciones psicótropas, enfermedad grave y tipo de cirugía. Morbilidad asociada No es rentable, práctico ni necesario en la mayoría de los pacientes solicitar estudios exhaustivos de cada sistema u órgano. Una anamnesis y una exploración física detalladas aportan información para dirigir el plan de estudios adicional, si es necesario. Es importante ajustar la anamnesis y la exploración física para investigar de manera cuidadosa factores de riesgo, signos y síntomas de las enfermedades concomitantes más frecuentes. Enfermedad cardiovascular De todos los trastornos concurrentes, la enfermedad cardiovascular es la que muestra mayor prevalencia, siendo los episodios cardiovasculares la primera causa de complicaciones perioperatorias graves y de muerte. El principal objetivo en la evaluación preoperatoria de la mayor parte de los pacientes, independientemente de su edad, es la identificación de las personas que corren riesgo de complicaciones cardíacas. En 1996 el American College of Cardiology y la Task Force on Practice Guidelines de la American Heart Association publicaron una serie de directrices para la evaluación cardíaca preoperatoria, la actualización más reciente se publicó en 2014.30 Estas directrices proporcionan una estrategia bayesiana por pasos sucesivos, para determinar qué pacientes necesi- tarán nuevas pruebas, a fin de precisar el riesgo, o bien un tratamiento orientado a reducir al mínimo dicho riesgo. La estratificación se basa en factores relacionados con el paciente y con el tipo de cirugía. Para pacientes de edad avanzada con cardiopatía conocida, puede ser nece- sario un estudio riguroso. Para la mayoría de los pacientes, la valoración de la tolerancia al ejercicio y de la capacidad funcional constituye un método adecuado de predicción de la idoneidad de las reservas cardíaca y pulmonar (v. más adelante). Complicaciones pulmonares Aunque el aspecto principal de la evaluación preoperatoria ha sido siempre el estado cardíaco, las complicaciones pulmonares en pacientes mayores son tan frecuentes como las complicaciones cardíacas, si no más. Los factores de riesgo de complicaciones pulmonares no están bien estudiados, como tampoco los correspondientes a las complicaciones cardíacas. Una escasa capacidad de ejercicio y una mala salud general son factores predictivos de complicaciones pulmonares o cardíacas. En una revisión sistemática de la bibliografía para estudiar los factores de riesgo de complicaciones pulmonares después de cirugía no cardíaca (no limitada a ancianos), se identificaron factores ligados tanto al paciente como al procedimiento (tabla 13-4).31 Edades superiores a los 80 años se asociaron a los cocientes de probabilidades más altos de complicación pulmonar, incluso después del correspondiente ajuste por comorbilidad. También fueron importantes, entre otros, los indicadores de deterioro funcional, nutricional y cognitivo. El aneurisma aórtico y las operaciones torácicas y abdominales fueron los factores de mayor peso relacionados con el procedimiento, aunque otros, como la cirugía abdominal, la cirugía prolongada y la cirugía de urgencia, también se revelaron importantes. En los pacientes mayores, las alteraciones concurrentes tales como accidente cerebrovascular previo, enfermedad por reflujo gastroeso- fágico (ERGE) y mala dentición son factores de riesgo de aspiración. También son frecuentes alteraciones sutiles de la función cognitiva y deglutoria, que suelen no ser reconocidas. La valoración inicial para la detección del riesgo de aspiración puede llevarse a cabo fácilmente con una sencilla prueba de deglución de 90 ml de agua, que ha demostrado tener una alta sensibilidad y un valor predictivo negativo. Esta prueba se TABLA 13-3 Factores de riesgo y factores precipitantes de delirio FACTORES DE RIESGO (PREDISPONENTES) FACTORES PRECIPITANTES Edad avanzada Deficiencia cognitiva Deficiencia funcional Malnutrición Comorbilidad Consumo de alcohol Medicación psicotrópica Deficiencia sensorial Tipo de cirugía Enfermedad grave Infección Medicamentos Hipoxemia Anomalías electrolíticas Dolor infratratado/sobretratadoEpisodios neurológicos Deshidratación Privación sensorial Interrupción del sueño Uso de sondas vesicales Entorno no familiar Uso de medidas de restricción física TABLA 13-4 Factores de riesgo potencial de complicaciones pulmonares postoperatorias FACTORES RELACIONADOS CON EL PACIENTE COCIENTE DE PROBABILIDADES FACTORES RELACIONADOS CON EL PROCEDIMIENTO COCIENTE DE PROBABILIDADES Edad (años) Reparación de aneurisma aórtico 6,9 70-79 3,9 Cirugía torácica 4,24 ≥ 80 5,63 Cirugía abdominal 3,01 Clase ASA II o superior 3,12-4,87 Cirugía abdominal alta 2,91 RT anómala 4,81 Neurocirugía 2,53 ICC 2,93 Cirugía prolongada 2,26 Funcionalmente dependiente 1,62-2,51 Cirugía de cabeza y cuello 2,21 EPOC 2,36 Cirugía de urgencia 2,21 Pérdida de peso 1,62 Cirugía vascular 2,1 Comorbilidad médica 1,48 Anestesia general 1,83 Consumo de tabaco 1,4 Transfusión perioperatoria 1,47 Deficiencia sensorial 1,39 Consumo de alcohol 1,21 Adaptado de Smetana GW, Lawrence VA, Cornell JE: Preoperative pulmonary risk stratification for noncardiothoracic surgery: Systematic review for the American College of Physicians. Ann Intern Med 144:581–595, 2006. ASA, American Society of Anesthesiologists; EPOC, enfermedad pulmonar obstructiva crónica; ICC, insuficiencia cardíaca congestiva; RT, radiografía torácica. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio338 lleva a cabo pidiendo al paciente que beba 90 ml de agua sin detenerse. Atragantamiento, tos y calidad húmeda de la voz después de tragar, o imposibilidad para completar la prueba, son indicadores de que debe realizarse una prueba de deglución más completa. Si el paciente supera la prueba, el riesgo de aspiración es bajo; sin embargo, la tasa de falsos positivos es alta. Las medidas de precaución frente a la aspiración deben establecerse para todos los pacientes con cualquier factor de riesgo de aspiración. Las estrategias para reducir las complicaciones pulmonares post- operatorias son el uso preoperatorio de espirometría de incentivo, el abandono del hábito de fumar independientemente del momen- to y la optimización de la función pulmonar en los pacientes con enfermedad pulmonar concomitante de base. Se han sugerido otras estrategias, como el uso selectivo de descompresión nasogástrica (más que el uso sistemático), el bloqueo neuromuscular intraoperatorio de acción corta (más que de acción prolongada), la anestesia y la analgesia epidural, los abordajes laparoscópicos frente a abiertos y los suplementos nutricionales, pero la evidencia que avala su uso es variada. Función El resultado postoperatorio en el paciente geriátrico depende en gran medida de los efectos del deterioro fisiológico y de los tras- tornos concurrentes sobre las reservas funcionales del individuo. Las reservas funcionales preoperatorias limitadas contribuyen a la inmo- vilidad postoperatoria, que induce complicaciones como atelectasia y neumonía, estasis venosa y embolia pulmonar, así como pérdida de condición física (v. más adelante). La función puede valorarse de muchos modos. Clasificación de la American Society of Anesthesiologists Durante décadas, la clasificación del estado físico propuesta por la American Society of Anesthesiologists (ASA) ha sido utilizada con éxito para estratificar el riesgo de las operaciones. Esta sencilla clasi- ficación ordena a los pacientes de acuerdo con las limitaciones físicas impuestas por la enfermedad concurrente. Cuando se examinan las curvas de mortalidad frente a la clase ASA atendiendo a la edad, se observa escasa diferencia entre pacientes jóvenes y mayores, lo cual indica que la mortalidad es una función de la enfermedad coexistente, más que de la edad cronológica. Se ha puesto asimismo de manifiesto que la clasificación de la ASA predice de manera fiable la mortalidad postoperatoria, incluso en pacientes mayores de 80 años. Actividades de la vida diaria Se ha demostrado que la capacidad para el desarrollo de AVD (p. ej., alimentación, continencia, traslados, aseo personal, vestirse, bañarse) y de AVD instrumentales (AVDI; p. ej., usar del teléfono, preparar la comida, comprar, utilizar medios de transporte, realizar las tareas del hogar, gestionar los medicamentos y la economía doméstica) guardan relación con la mortalidad y la morbilidad postoperatorias. En un estudio de pacientes mayores de 80 años, la función (definida como independiente, parcialmente dependiente o totalmente dependiente en las AVD) fue un mejor factor predictivo de mortalidad que la edad. Tolerancia al ejercicio De todos los métodos de valoración de la capacidad funcional global de los ancianos, la tolerancia al ejercicio es el factor predictivo más sensible de complicaciones postoperatorias cardíacas y pulmonares. Los requerimientos metabólicos para muchas actividades rutinarias han sido determinados y cuantificados como equivalentes metabólicos (MET). El consumo de oxígeno basal de un hombre de 70 kg de peso y 40 años de edad en reposo está representado por 1 MET (definido como 3,5 ml/kg/min). Los requerimientos estimados de energía para distintas actividades se muestran en la figura 13-9. Una incapacidad funcional por encima de 4 MET se ha asociado a aumento de los episodios cardíacos postoperatorios y a un mayor riesgo a largo plazo. A través de la realización de las oportunas preguntas sobre el nivel de actividad, es posible determinar con precisión la capacidad funcional. Valoración de la marcha, la movilidad y el riesgo de caídas Las caídas, consideradas uno de los síndromes geriátricos, son una causa importante de lesión en las personas mayores y se asocian con declive de la salud general. Una caída en el hospital se considera un episodio que nunca debería suceder. Asimismo, la evidencia sugiere que una caída en el período preoperatorio puede predecir resultados postoperatorios negativos.32 Se debe preguntar a todo paciente mayor acerca de antecedentes de caídas, y se deben evaluar factores de la mar- cha y la movilidad que pueden predisponer a una caída. Una manera simple de valorar alteraciones de la marcha y la movilidad es la prueba FIGURA 13-9 Necesidades energéticas estimadas para diversas actividades. Al aumentar la actividad, aumenta el número de MET. La incapacidad para mantener las funciones por encima de 4 MET se ha asociado a aumento de episodios cardíacos perioperatorios y del riesgo a largo plazo. (Tomado de Eagle KA, Berger PB, Calkins H, et al: ACC/AHA guideline update for perioperative cardiovascular evaluation for noncardiac surgery—executive summary: A report of the American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines [Committee to Update the 1996 Guidelines on Perioperative Cardiovascular Evaluation for Noncardiac Surgery]. Circulation 105:1257–1267, 2002.) Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 13 Cirugía en el paciente geriátrico 339 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. cronometrada de levantarse y caminar,33 que se puede realizar con facilidad en el consultorio. Se solicita al paciente que se levante de una silla sin utilizar los apoyabrazos, que camine una distancia medida de 3 m, gire y regrese a la silla, y vuelva a sentarse. La imposibilidad de levantarse de la silla sin emplear los apoyabrazos y un tiempo de prueba de más de 15 s se consideran indicaciones de alto riesgo de caídas. Enlos pacientes con alto riesgo de caídas se debe considerar un entrenamiento de marcha y equilibrio preoperatorio si el tiempo lo permite, y en el período postoperatorio, un fisioterapeuta debe asistir en la movilización precoz. Fragilidad La fragilidad es un síndrome geriátrico en el que el declive de las reservas en muchos órganos y sistemas deja al individuo con menor capacidad de responder a numerosos factores de estrés y con mayor vulnerabilidad a malos resultados. De modo similar a la prematuridad en los recién nacidos, la fragilidad en los adultos mayores define a una población con mayor riesgo de resultados negativos ante cualquier intervención. El estudio de la fragilidad se complica por los muchos métodos diferentes usados para definir las características de un indivi- duo frágil. Sin embargo, la pérdida de masa muscular (sarcopenia), la desnutrición crónica, la debilidad y la disminución de la tolerancia al ejercicio son comunes a todos los métodos. La presencia de fragilidad se asocia con muchos resultados de salud desfavorables, como caídas, discapacidad, hospitalización y muerte. El fenotipo de fragilidad Fried34 es el método más utilizado para des- cribir fragilidad. Define el fenotipo frágil mediante cinco características: pérdida de peso, fuerza de prensión débil, agotamiento comunicado por el propio paciente, velocidad de marcha lenta y bajo gasto energético. Aplicando esta definición, se observó que los pacientes frágiles someti- dos a cirugía programada tienen más complicaciones postoperatorias, hospitalizaciones más prolongadas y alta más frecuente para regresar a un lugar distinto del hogar. Otro método para describir la fragilidad es el modelo multidominio, que incluye medidas de cognición y estado de ánimo, función, des- nutrición, enfermedad crónica y síndromes geriátricos. Utilizando los elementos de este modelo (cognición, AVD, albúmina sérica baja, anemia, morbilidad asociada y caídas), se observó que los pacientes frágiles sometidos a cirugía que necesitaron permanecer en una unidad de cuidados intensivos presentaron tasas de mortalidad más altas a los 6 meses de la cirugía.35 Otras medidas sustitutivas de la fragilidad que son simples de evaluar en el consultorio son la prueba cronometrada de levantarse y caminar (> 15 s), mencionada anteriormente; la medición de la velocidad de la marcha (marcha cronometrada de 4,5 m en > 6 s); y el índice de fragilidad simplificado, que incluye pérdida de peso, bajo nivel de energía e imposibilidad de levantarse de una silla cinco veces seguidas sin utilizar los apoyabrazos. Estado nutricional Se conoce desde hace tiempo el impacto que tiene una mala nutrición como factor de riesgo de mortalidad y de alteraciones perioperato- rias, como neumonía y cicatrización deficiente. Distintas cuestiones psicosociales y alteraciones concurrentes que afectan a adultos mayores sitúan a esta población en alto riesgo de deficiencias nutricionales. Se estima que sufren malnutrición entre un 0 y un 15% de los pacien- tes ancianos residentes en la comunidad, entre un 35 y un 65% de los ancianos ingresados en hospitales para enfermedades agudas y entre un 25 y un 60% de los adultos mayores que viven en residencias geriátricas. Los factores que conducen a una inadecuada ingesta y captación de nutrientes en los adultos mayores son la capacidad para obtener alimento (p. ej., limitaciones económicas, disponibilidad de alimento, movilidad limitada), el deseo de comer (p. ej., situación vital, estado mental, enfermedad crónica), la capacidad para comer y absorber los nutrientes (p. ej., mala dentición, trastornos gastrointes- tinales crónicos como ERGE o diarrea) y el uso de medicación que afecta al apetito o al metabolismo de los nutrientes (cuadro 13-6). En el anciano afectado de fragilidad, numerosos factores contribu- yen a la alteración de la regulación neuroendocrina de las señales que controlan el apetito y la saciedad, lo que conduce a la denominada anorexia del envejecimiento. Aunque se trata de una compleja interac- ción entre numerosos acontecimientos y sistemas interrelacionados, el resultado de esta anorexia es la desnutrición crónica y la pérdida de masa muscular (sarcopenia). La malnutrición se ha asociado, asimismo, a aumento del riesgo de caídas y del número de ingresos hospitalarios. La medición del estado nutricional en ancianos resulta difícil. Las mediciones antropomórficas estandarizadas no tienen en cuenta los cambios de composición y de estructura corporal que acompañan al envejecimiento. Por otro lado, las mediciones nutricionales se ven influidas por los cambios relacionados con la edad que afectan en general al sistema inmunitario. Tampoco se han establecido con clari- dad para este grupo de edad criterios de interpretación de marcadores bioquímicos. Existen complicados marcadores e indicadores de malnu- trición, pero no son necesarios en el marco de la cirugía de rutina. Se ha demostrado que la valoración subjetiva a través de los antecedentes clínicos y de la exploración física, en la que se evalúan los factores de riesgo y la evidencia física de malnutrición, es tan eficaz como las mediciones objetivas del estado nutricional. Pueden utilizarse diversas herramientas de detección sistemática, entre ellas la valoración global subjetiva (SGA, Subjective Global Asses- sment) y la minivaloración nutricional (MNA, Mini Nutritional Assessment). La SGA es un medio relativamente sencillo y reproducible para la valoración del estado nutricional a partir de los antecedentes clínicos y la exploración física. Los valores de SGA se ven condiciona- dos, sobre todo, por la pérdida de tejido subcutáneo, la consunción muscular y la pérdida de peso. La SGA ha sido validada en pacientes mayores y enfermos en estado crítico, y se ha relacionado con el desa- rrollo de complicaciones postoperatorias.36 La MNA, que mide 18 fac- tores, entre ellos índice de masa corporal (IMC), antecedentes de peso, CUADRO 13-6 Factores asociados a aumento del riesgo de malnutrición Pérdida de peso reciente Capacidad limitada de obtención de alimento Inmovilidad Pobreza Desinterés por la comida Depresión Aislamiento Deficiencia cognitiva Pérdida de apetito Deterioro del sentido del gusto Dificultad para comer Mala dentición Trastorno de la deglución ERGE Aumento de pérdidas gastrointestinales Diarrea Malabsorción Enfermedades sistémicas Pulmonar crónica Hepática Cardíaca Renal Cáncer Drogas y medicamentos Alcohol Supresión del apetito Bloqueo de metabolismo de nutrientes ERGE, enfermedad por reflujo gastroesofágico. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org II Tratamiento perioperatorio340 estado cognitivo, movilidad, antecedentes dietéticos y autoevaluación, es también un método fiable de valoración del estado nutricional. Se ha observado que el estado nutricional determinado mediante SGA y MNA predice el desenlace en pacientes ambulatorios y pacientes de medicina geriátrica hospitalizados. Se pueden detectar deficiencias nutricionales graves midiendo el IMC (peso en kilogramos/talla en metros cuadrados) y la albúmina sérica, e interrogando acerca de la pérdida no deliberada de peso. El IMC menor de 18,5 kg/m2, la albúmina inferior a 3 g/dl y la pérdida no deliberada de peso mayor del 10-15% en 6 meses identifican a pacientes con alto riesgo de complicaciones relacionadas con la nutrición. En estos casos se puede justificar un curso de suplementos nutricionales preoperatorios, aunque se deba posponer la cirugía durante varias semanas. Manejo de la medicación Los cambios fisiológicos, como disminución de la masa muscular magra y declive de la función renal (v. «Sistema renal», anteriormente),
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