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Bazo Benjamin K. Poulose, Michael D. Holzman Í N D I C E Anatomía esplénica Función esplénica Esplenectomía Morbilidad tardía después de la esplenectomía Tratamiento profiláctico de los pacientes esplenectomizados ANATOMÍA ESPLÉNICA El bazo es un órgano de 80 a 300 g que se desarrolla en un prin- cipio a partir de células mesenquimatosas en el mesogastrio dorsal durante la quinta semana de la embriogenia y se asienta en la zona más superior e izquierda del abdomen. La superficie superior está cubierta por el diafragma, que lo separa de la pleura. Sin embargo, el receso costodiafragmático se extiende hasta la cara más inferior de un bazo de tamaño normal. Las relaciones viscerales del bazo incluyen la curvatura mayor del estómago, la flexura esplénica del colon, el vértice del riñón izquierdo y la cola del páncreas (fig. 56-1). Está protegido por las costillas 9, 10 y 11 y suspendido en su localización por múltiples reflejos peritoneales, los ligamentos esplenofrénico, gastroesplénico, esplenorrenal y esplenocólico. En los pacientes sin hipertensión portal, los ligamentos esplenofrénico y esplenocólico son relativamente avasculares. El ligamento gastroesplénico lleva los vasos gástricos cortos en su cara superior y la gastroepiploica izquierda en su cara inferior. El ligamento esplenorrenal alberga la arteria y la vena esplénicas, así como la cola del páncreas. La cola del páncreas linda con el hilio esplénico en el 30% de los sujetos y está a menos de 1 cm del hilio en el 70%. La arteria esplénica, una rama del tronco celíaco, es un vaso sinuoso que da lugar a múltiples ramas que van al páncreas en su discurrir a lo largo de su cara posterior (fig. 56-2). Existen dos variaciones comunes de la arteria esplénica según describió originalmente Michels: el tipo magistral, que se ramifica en las arterias terminales y polares cerca del hilio del bazo; y el tipo distribuido, que, como su nombre indica, emite sus ramas pronto y distantes del hilio.1 El tipo magistral de la anatomía arterial esplénica aparece en el 30% de las personas en comparación con el tipo distribuido (70%). Habitualmente hay una arteria polar superior, que se comunica a veces con las arterias gástricas cortas, las arterias terminales superior, media e inferior y una arteria polar inferior. Es necesario conocer estas distribuciones variables cuando se realizan resecciones, especialmente en una técnica que conserve el bazo. Debido a la naturaleza variable de la arteria esplénica, se debe ser cauto al operar cerca de este vaso y sus tributarias. El bazo está metido dentro de una cápsula fibroelástica. Las tra- béculas que compartimentan el bazo proceden de la cápsula espléni- ca. El bazo también está segmentado por las divisiones de los vasos esplénicos cuando se ramifican dentro del órgano y se fusionan con estas trabéculas. Las arteriolas se ramifican incluso en vasos de menor tamaño y abandonan estas trabéculas para fusionarse con la pulpa esplénica, donde su adventicia es reemplazada por una cobertura de tejido linfático que continúa hasta que los vasos se convierten en capilares. Estas vainas linfáticas forman la pulpa blanca del bazo y se entremezclan entre las ramas arteriolares en forma de folículos linfáticos. La pulpa blanca interactúa entonces con la pulpa roja en la zona marginal. Es en esta zona marginal donde las arteriolas pierden su tejido linfático y los vasos evolucionan a senos y sinusoides esplénicos de paredes finas. Los sinusoides se convierten entonces en vénulas, que drenan en venas que viajan a lo largo de las trabéculas para formar venas esplénicas que reflejan sus correlatos arteriales. La vena esplénica abandona el hilio esplénico, discurre por detrás del páncreas y se une a las ramas pancreáticas y, a menudo, a la vena mesentérica inferior para recibir finalmente la vena mesentérica superior y formar la vena porta. FUNCIÓN ESPLÉNICA Durante el desarrollo fetal, el bazo tiene funciones hematopoyéticas importantes, lo que incluye la producción de eritrocitos y leucocitos. La médula ósea usurpa esta producción durante el quinto mes de gestación y, en condiciones normales, el bazo no tiene una función hematopoyética significativa más allá de este punto. En ciertos tras- tornos, como la mielodisplasia, el bazo puede readquirir esta función. Más allá de la hematopoyesis, los vasos especializados del bazo se rela- cionan directamente con sus otras funciones, la defensa y la limpieza. Es probable que la filtración mecánica del bazo contribuya a controlar la infección al eliminar microorganismos patógenos dentro de las células (p. ej., paludismo) o circulantes en el plasma. Esta filtración puede ser particularmente importante para eliminar microorganis- mos frente a los cuales el huésped no tiene un anticuerpo específico (cuadro 56-1). Las funciones inmunitarias del bazo resultan obvias después de la esplenectomía, cuando se aprecia que los pacientes tienen un riesgo significativo de infección. La secuela más importante es la infección abrumadora postesplenectomía (IAPE), con meningitis, neumonía o bacteriemia.2 Estudios antiguos demostraron que el riesgo de IAPE era mayor en los primeros 2 años siguientes a una esplenectomía, pero estudios recientes han confirmado que sigue habiendo riesgo toda la vida. Un tercio de los casos se producen más de 5 años después de la operación, y la incidencia global publicada es del 3,2 al 3,5%. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 56 Bazo 1557 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. En los que adquieren la IAPE, la mortalidad se sitúa entre el 40 y el 50%.3 El riesgo es mayor en los pacientes con talasemia mayor y drepanocitosis. La IAPE suele deberse a microorganismos con cápsulas de polisacáridos, como Streptococcus pneumoniae, Neisseria meningitidis y Haemophilus influenzae. Estos y otros microorganismos son identi- ficados por anticuerpos, que se unen a ellos junto con componentes del complemento para ser fagocitados por los macrófagos en el bazo. Después de la esplenectomía, los anticuerpos continúan uniéndose a los microorganismos, pero no es posible que los macrófagos espléni- cos los digieran. Al comparar el momento de la administración de las vacunas neu- mocócicas en pacientes con traumatismos después de la esplenectomía y en sujetos de control, se ha observado que los pacientes que carecen de bazo expresan niveles similares de anticuerpos de inmunoglobulina G después de la vacunación; sin embargo, los niveles de anticuerpos funcionales fueron más bajos.4 Además, se ha visto que los pacientes asplénicos expresan concentraciones deficientes de inmunoglobulina M y que sus células mononucleares de la sangre periférica exhiben una supresión de la respuesta de inmunoglobulinas. El riesgo de sufrir una IAPE o una septicemia abrumadora asplénica o hipoes- plénica por razones diferentes a la esplenectomía quirúrgica está ligado al conocimiento por el paciente de los riesgos de infección.5 En esta población de riesgo alto deben considerarse los registros que permiten un seguimiento prolongado y una educación periódica sobre las reco- mendaciones actuales.6,7 Otros factores implicados en la respuesta inmunitaria, como la properdina y la tuftsina, las opsoninas producidas en el bazo, mues- tran una concentración sérica reducida tras la esplenectomía. La properdina, una globulina conocida también como factor P, inicia la vía alternativa de activación del complemento; esto incrementa la destrucción de bacterias y células extrañas o anómalas. La tuftsina, un tetrapéptido, aumenta la actividad fagocítica de los fagocitos mononu- cleares y de los leucocitospolimorfonucleares. La inexistencia de un mediador circulante suprime la función del neutrófilo. El bazo también interviene en la escisión de la tuftsina a partir de la cadena pesada de la inmunoglobulina G; de este modo, las concentraciones circulantes de tuftsina son deficientes en los pacientes asplénicos. La filtración se realiza a través de dos formas de flujo sanguíneo dentro del bazo, los sistemas cerrado y abierto. En el sistema cerrado, la sangre fluye desde las arterias a las venas. En el sistema abierto, la mayor parte del flujo sanguíneo del bazo se produce cuando la sangre fluye a través de las arteriolas y después gotea a través del parénquima FIGURA 56-1 A. Bazo desde la parte frontal. (1) Diafragma, (2) estómago, (3) ligamento gastroesplénico, (4) impresión gástrica, (5) borde superior, (6) escotadura, (7) superficie diafragmática, (8) borde inferior, (9) ángulo cólico izquierdo, (10) fosa costodiafragmática y (11) pared torácica. Se han eliminado las paredes abdominal superior izquierda y torácica anterior inferior, y parte del diafragma (1) se ha invertido hacia arriba para mostrar el bazo en su posición normal, adyacente al estómago (2) y el colon (9), con la parte inferior contra el riñón (B, 9 y 10). B. El bazo, en un corte transverso de la parte superior izquierda del abdomen. (1) Lóbulo izquierdo del hígado, (2) estómago, (3) diafragma, (4) ligamento gastroesplénico, (5) receso costodiafragmático de la pleura, (6) novena costilla, (7) décima costilla, (8) peritoneo de la cavidad peritoneal mayor, (9) bazo, (10) riñón izquierdo, (11) capa posterior del ligamento esplenorrenal, (12) cola del páncreas, (13) arteria esplénica, (14) vena esplénica, (15) capa anterior del ligamento esplenorrenal, (16) cavidad peritoneal menor, (17) glándula supra- rrenal izquierda, (18) disco intervertebral, (19) aorta abdominal, (20) tronco celíaco y (21) arteria gástrica izquierda. El corte está a la altura del disco (18) entre las vértebras D12 y L1 y se ve desde abajo mirando hacia el tórax. El bazo (9) está sobre el diafragma (3) y el riñón izquierdo (10), pero está separado de él por el peritoneo de la cavidad peritoneal mayor (8). El peritoneo que está detrás del estómago (2), que forma parte de los ligamentos gastroesplénico (4) e ileorrenal (15), pertenece a la cavidad peritoneal menor (16). (Tomado de McMinn RMH, Hutchings RT, Pegington J, Abrahams PH: Color atlas of human anatomy, ed 3, St Louis, 1993, Mosby–Year Book, pp 230–231.) Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1558 similar a un colador compuesto de células reticuloendoteliales en los senos esplénicos antes de drenar en el sistema venoso (fig. 56-3). Los elementos celulares son dirigidos hacia estas células reticuloendotelia- les, en las que tienen lugar procesos de limpieza. Entre ellos están la retirada de células senescentes, inclusiones celulares (p. ej., nucléolos de eritrocitos) y parásitos y el secuestro de eritrocitos (para la maduración) y plaquetas (reservorio). El plasma es dirigido al tejido linfático, donde antígenos solubles estimulan la producción de anticuerpos. La filtración esplénica mantiene así la forma y con ello la función de los eritrocitos. Los eritrocitos normales son bicóncavos y se deforman FIGURA 56-2 Relaciones anatómicas de la vasculatura esplénica. El tipo magistral de la anatomía de la arteria esplénica (A) aparece en el 30% de las personas. El tipo distribuido de anatomía, más común (B), aparece en el 70% de las personas. (Tomado de Economou SG, Economou TS: Atlas of surgical techniques, Philadelphia, 1966, WB Saunders, p 562.) Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 56 Bazo 1559 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. fácilmente. Esta plasticidad permite su paso a través de la microvas- culatura y optimiza el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono. Los eritrocitos imperfectos con inclusiones, como nucléolos, cuerpos de Howell-Jolly (restos nucleares), cuerpos de Heinz (hemoglobina desnaturalizada), cuerpos de Pappenheimer (gránulos de hierro), acan- tocitos (células estrelladas), codocitos (células en diana), y punteados inducen su eliminación en el bazo. Los eritrocitos senescentes con una menor plasticidad (> 120 días) quedan atrapados en el bazo y son destruidos. Los eritrocitos anómalos debidos a una drepanocitosis, una esfero- citosis hereditaria, una talasemia o una deficiencia de piruvato cinasa también quedan atrapados en el bazo y son destruidos. El efecto global es un empeoramiento de la anemia, esplenomegalia y a veces autoinfar- to esplénico. De forma análoga, el bazo participa en la destrucción de plaquetas en la púrpura trombocitopénica inmunitaria (PTI). ESPLENECTOMÍA La esplenectomía puede realizarse por diversas razones y trastornos. Trastornos hematológicos benignos Purpura trombocitopénica inmunitaria La PTI, conocida tradicionalmente como púrpura trombocitopénica idiopática, se caracteriza por un número de plaquetas bajo a pesar de una médula ósea normal y la ausencia de otras causas de tromboci- topenia que podrían ser responsables de este síntoma. Los autoanti- cuerpos son responsables de la destrucción desordenada de plaquetas en la que participa la fagocitosis de plaquetas con exceso de actividad dentro del sistema reticuloendotelial. Dentro de la médula ósea hay cantidades normales (o a veces incrementadas) de megacariocitos. Ahí persiste, sin embargo, una insuficiencia medular ósea relativa en la que la producción no puede igualar a la destrucción para compensarla adecuadamente. La presentación típica de la PTI se caracteriza por púrpura, epistaxis y hemorragia gingival. Con menor frecuencia se observan hemorragia Adaptado de Eichner ER: Splenic function: Normal, too much and too little. Am J Med 66:311–320, 1979. CUADRO 56-1 Sustancias biológicas eliminadas por el bazo Personas sanas Membrana de eritrocitos Fosas y cráteres de la superficie de los eritrocitos Cuerpos de Howell-Jolly Cuerpos de Heinz Cuerpos de Pappenheimer Acantocitos Eritrocitos senescentes Antígenos particulados Personas con enfermedad Esferocitos (esferocitosis hereditaria) Drepanocitos, células con hemoglobina C Eritrocitos cubiertos por anticuerpos Plaquetas cubiertas por anticuerpos Leucocitos cubiertos por anticuerpos FIGURA 56-3 Estructura del bazo sinusoidal que muestra los flujos sanguíneos abierto y cerrado. (Tomado de Bellanti JA: Immunology: Basic processes. Philadelphia, 1979, WB Saunders.) Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1560 digestiva y hematuria. La hemorragia intracerebral es una presentación poco frecuente pero a veces mortal. El diagnóstico de PTI exige la exclusión de otras causas relativamente frecuentes de trombocitope- nia: el embarazo, la trombocitopenia inducida por fármacos (p. ej., heparina, quinidina, quinina, sulfamidas), las infecciones víricas y el hiperesplenismo (cuadro 56-2). La trombocitopenia leve puede verse en aproximadamente del 6 al 8% de embarazos que, por lo demás, son normales y en más del 25% de las mujeres con preeclampsia. Se cree que pocas veces se produceuna trombocitopenia inducida por fármacos, que aparece en aproximadamente un 20-40 casos/millón de usuarios de medicamentos habituales, como la trimetoprim-sulfamida y la quinina. Otros medicamentos, como las sales de oro, tienen una incidencia mayor, en aproximadamente el 1% de los usuarios.8 Una infección vírica (p. ej., hepatitis C, infección por el VIH y, pocas veces, por el virus de Epstein-Barr) puede ser responsable de la trom- bocitopenia independiente del secuestro esplénico. De nuevo hay que descartar otros trastornos, pero los profesionales sanitarios se sentirán más seguros de la existencia de estos factores causales si el número de plaquetas mejora con el tratamiento eficaz de la infección responsable. Una infección bacteriana, en concreto por Helicobacter pylori, también se ha ligado a la trombocitopenia relacionada con infecciones que mejora con su eliminación. En el cuadro 56-2 se enumeran otras causas; no pueden ignorarse los valores falsos del laboratorio provocados por agrupaciones de plaquetas o la presencia de plaquetas gigantes. La PTI es una enfermedad que afecta de forma predominante a mujeres jóvenes; el 72% de los pacientes mayores de 10 años de edad son mujeres y el 70% de las mujeres afectadas son menores de 40 años. La PTI se manifiesta de forma diferente en los niños: afecta por igual a ambos sexos, el inicio es repentino, la trombocitopenia es acentuada y pueden verse remisiones espontáneas completas en aproximadamente el 80% de los niños afectados. Las niñas mayores de 10 años con púrpura más crónica son aquellas en las que la enfermedad parece persistir. El tratamiento de la PTI depende principalmente de la intensidad de la trombocitopenia.9 A los pacientes asintomáticos con cifras de plaquetas mayores de 50.000/mm3 se les puede observar sin ninguna intervención adicional. Un número de plaquetas de 50.000/mm3 o más pocas veces se asocia a secuelas clínicas, incluso con técnicas cruentas. Los pacientes con cifras de plaquetas ligeramente inferiores, entre 30.000 y 50.000/mm3, tienen que estar bajo observación pero con un seguimiento más sistemático porque tienen un riesgo elevado de progresar a una trombocitopenia grave. El tratamiento médico inicial de los pacientes con cifras de plaquetas menores de 50.000/mm3 y síntomas como una hemorragia mucosa, situaciones de riesgo alto (p. ej., un estilo de vida activo, hipertensión, úlcera gastroduodenal) o cifras de plaquetas menores de 20.000 a 30.000/mm3, incluso sin síntomas, es la administración de glucocorticoides (sobre todo, prednisona, 1 mg/kg de peso corporal/día). Se observa una respuesta clínica con un aumento en las concentraciones de plaquetas de más de 50.000/mm3 en más de dos tercios de los pacientes entre la primera y la tercera semana una vez iniciado el tratamiento. De los pacientes tratados con esteroides, el 25% experimentará una respuesta completa. Los pacientes con cifras de plaquetas mayores de 20.000/mm3 sin síntomas o que experimentan una púrpura menor como único síntoma no requieren hospitalización. Los pacientes que pueden necesitar hospitalización son los que tienen un número de plaquetas inferior a 20.000/mm3 con hemorragia mucosa significativa, y es necesaria en todos aquellos que tengan una hemorragia que ponga en peligro su vida. La transfusión de plaquetas está indicada solo en aquellos que experimenten una hemorragia grave. Las inmunoglobulinas i.v. son importantes para el tratamiento de las hemorragias agudas, durante el embarazo o para los pacientes que se están preparando para una operación, incluida la esplenectomía. La dosis habitual es de 1 g/kg peso corporal/día durante 2 días. Esta dosis suele aumentar el número de plaquetas en 3 días; también aumenta la eficacia de las transfusio- nes de plaquetas. En caso de que el tratamiento inicial de la PTI fracasara, las opciones médicas para la PTI resistente son, entre otras, prednisona oral, dexametasona oral (40 mg/día durante 4 días), rituximab (375 mg/m2/semana por vía intravenosa durante 4 semanas) y antagonistas de los receptores de trombopoyetina (eltrombopag, romiplostim). En el 28 al 44% de los pacientes que usan rituximab se observa una respuesta satisfactoria durante meses; de los antagonistas de los receptores de trombopoyetina se observan respuestas más transitorias.10 Antes del establecimiento de los glucocorticoides como tratamiento de la PTI en 1950, la esplenectomía era el tratamiento elegido.9 En los dos tercios de pacientes en los que los glucocorticoides producían la normalización del número de plaquetas, no es necesario ningún tratamiento posterior. En los pacientes con trombocitopenia grave, con cifras menores de 10.000/mm3 durante 6 semanas o más, aque- llos con trombocitopenia resistente al tratamiento con glucocorticoides y aquellos que requieren dosis tóxicas de esteroides para conseguir la remisión, el tratamiento elegido es la esplenectomía. La esplenectomía es además el tratamiento de elección en los pacientes con una respues- ta incompleta al tratamiento con glucocorticoides y en las mujeres embarazadas en el segundo trimestre de embarazo que tampoco han respondido al tratamiento con esteroides ni al tratamiento con inmu- noglobulinas i.v. con cifras de plaquetas menores de 10.000/mm3 sin síntomas o menores de 30.000/mm3 con problemas hemorrágicos. No es necesario proceder a la esplenectomía en los pacientes con una cifra de plaquetas mayor de 50.000/mm3, que han tenido PTI durante más de 6 meses, no han experimentado síntomas de hemorragia y no realizan actividades de riesgo alto. Un estudio sobre el fracaso a corto plazo y a largo plazo de la esplenectomía laparoscópica ha descrito un índice de fracaso total aproximado del 28% a los 5 años después de la esplenectomía.11 Un estudio sistemático de 436 artículos publicados desde 1966 a 2004 ha descrito que el 72% de los pacientes con PTI respondió completamente a la esplenectomía. Hubo recaídas en una mediana del CUADRO 56-2 Diagnóstico diferencial de la púrpura trombocitopénica inmunitaria Número de plaquetas falsamente bajo Agregación de plaquetas en el tubo causada por aglutininas dependientes del frío o por el ácido etilenodiaminotetraacético (EDTA) Plaquetas gigantes Causas frecuentes de trombocitopenia Embarazo (trombocitopenia gestacional, preeclampsia) Trombocitopenia inducida por fármacos (los fármacos frecuentes son heparina, quinidina, quinina, sulfamidas) Infecciones víricas, como infecciones por el VIH, rubéola, mononucleosis infecciosa Hiperesplenismo provocado por hepatopatía crónica Otras causas de trombocitopenia confundidas con la púrpura trombocitopénica inmunitaria Mielodisplasia Trombocitopenias congénitas Púrpura trombocitopénica trombótica y síndrome hemolítico urémico Coagulación intravascular diseminada crónica Trombocitopenia asociada a otros trastornos Enfermedades autoinmunitarias, como el lupus eritematoso sistémico Trastornos linfoproliferativos (leucemia linfocítica crónica, linfoma no hodg kiniano) Adaptado de George JN, El-Harake MA, Raskob GE: Chronic idiopathic thrombocytopenic purpura. N Engl J Med 331:1207–1211, 1994. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 56 Bazo 1561 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. 15% de pacientes (con un intervalo del 1 al 51%), con una mediana de seguimiento de 33 meses.12 Además de los índices de recaídas, se examinaron los factores pronósticos de la eficacia de la esplenectomía. De las variables en el modelo multifactorial, la edad en el momento de la esplenectomía fue una variable independiente relacionada sobre todo con la respues- ta.12 Los pacientesmás jóvenes obtuvieron mejores respuestas. En la gammagrafía preoperatoria con plaquetas marcadas con indio (In) 111, los pacientes con plaquetas secuestradas sobre todo dentro del bazo tuvieron una respuesta significativamente superior a la que se observó en el secuestro hepático.13 La mayoría de los pacientes mostrarán una mejoría del número de plaquetas en los 10 días siguientes del postoperatorio y las respuestas permanentes de las plaquetas se asocian a pacientes con números de plaquetas de 150.000/mm3 el tercer día del postoperatorio o más de 500.000/mm3 el décimo día del postoperatorio. Pero incluso con la esplenectomía, algunos pacientes pueden recaer (≈12%; con un intervalo del 4 al 25%).14 Un estudio de 1.223 pacientes con PTI ha estimado un índice de fracasos a largo plazo de la esplenectomía laparoscópica de aproximadamente el 8% y de aproximadamente 44/1.000 años-paciente de seguimiento.11 Otro estudio ha calculado que la respuesta completa de los pacientes con PTI tras la esplenec- tomía es del 66%.12 Aunque durante la operación inicial se lleva a cabo una búsqueda minuciosa de los bazos accesorios, hay que buscar un bazo accesorio perdido en los pacientes que experimentan una recaída. En su eva- luación de 394 pacientes tratados con esplenectomía laparoscópica, Katkhouda et al.14 observaron que el 15% de pacientes tenían bazos accesorios. En aquellos con bazos accesorios, el examen de un frotis de sangre periférica carecerá de eritrocitos con las formas características de la extirpación del bazo. La gammagrafía también puede ser útil para localizar la presencia y la localización de cualquier tejido esplénico accesorio. En los pacientes con PTI crónica a los que se ha identificado un bazo accesorio, este debe extirparse, siempre que el paciente pueda superar el riesgo quirúrgico. Otras opciones terapéuticas en estos pacientes son la observación de los pacientes estables sin hemorragia con números de plaquetas superiores a 30.000/mm3, el tratamiento con glucocorticoides a lar- go plazo y el tratamiento con azatioprina o ciclofosfamida. Pruebas recientes sobre los agonistas del receptor de trombopoyetina pueden ofrecer un tratamiento médico novel a los pacientes que no respon- den a los esteroides, al tratamiento con inmunoglobulinas i.v. ni a la esplenectomía.15 Otros trastornos ligados a la trombocitopenia son la púrpura trom- bótica trombocitopénica, la coagulación intravascular diseminada crónica, la trombocitopenia congénita, la mielodisplasia, los tras- tornos autoinmunitarios (p. ej., el lupus eritematoso sistémico) y los trastornos linfoproliferativos (p. ej., la leucemia linfocítica crónica, el linfoma no hodgkiniano). Aproximadamente, del 10 al 20% de los pacientes infectados por el VIH por lo demás asintomáticos sufrirán una PTI. La esplenectomía es una opción terapéutica segura en esta cohorte de pacientes y realmente puede retrasar la progresión de la enfermedad del VIH.16,17 Esferocitosis hereditaria La esferocitosis hereditaria es una enfermedad autosómica dominante que afecta a la producción de espectrina, una proteína citoesquelética de los eritrocitos. La pérdida de esta proteína hace que los eritro- citos carezcan de su forma bicóncava característica. Esto afecta a la deformabilidad de los eritrocitos, porque la falta de esta proteína da lugar a eritrocitos rígidos que son pequeños y tienen forma de esfera. Además, estas células tienen la fragilidad osmótica incrementada y son más proclives a su retención y destrucción en el bazo. Las manifes- taciones clínicas resultantes son la anemia, en ocasiones con ictericia y esplenomegalia. El diagnóstico se hace mediante la exploración de un frotis de sangre periférica, el aumento del número de reticulocitos, el aumento de la fragilidad osmótica y una prueba de Coombs negativa. La anemia producida puede tratarse con buenos resultados con una esplenectomía, pero no suele normalizarse la forma de los eritrocitos. La esplenectomía debería retrasarse hasta la edad de 5 años para conservar la función inmunitaria del bazo y reducir el riesgo de IAPE. Igual que en otras anemias hemolíticas, es fre- cuente la presencia de cálculos biliares pigmentados. El examen médico preoperatorio debe incluir una ecografía; si hay cálculos biliares, puede realizarse una colecistectomía al mismo tiempo que la esplenectomía. La eliptocitosis hereditaria, la piropoiquilocitosis hereditaria, la xerocitosis hereditaria y la hidrocitosis hereditaria también pueden dar lugar a una anemia secundaria a anomalías en las membranas eritrocíticas. La esplenectomía está indicada en los casos de anemia grave en estos trastornos, excepto en la xerocitosis hereditaria, que solo ocasiona una anemia leve con importancia clínica limitada. Anemia hemolítica provocada por una deficiencia de enzimas de los eritrocitos Las deficiencias de piruvato cinasa y de glucosa-6-fosfato deshidroge- nasa (G6PD) son los trastornos hereditarios predominantes asociados a una anemia hemolítica. La deficiencia de piruvato cinasa es una enfermedad autosómica recesiva que disminuye la deformabilidad de los eritrocitos y da lugar a la formación de equinocitos, un tipo de eri- trocito especulado. Esta variante morfológica aumenta la probabilidad de que la célula sea retenida y destruida por el bazo, lo que da lugar a la esplenomegalia, la anemia hemolítica y las necesidades transfusionales asociadas, que pueden mitigarse con la esplenectomía. De nuevo, por las razones expuestas anteriormente, la esplenectomía se retrasa hasta los 5 años de edad. Sin embargo, en la deficiencia de G6PD no suele estar indicada la esplenectomía. Este trastorno ligado a X es característico de las personas de origen africano, de Oriente Medio o de origen mediterráneo. La anemia hemolítica en estos pacientes es más frecuente después de una infección o exposición a determinados alimentos, fármacos o sustancias químicas. Por lo tanto, el tratamiento principal es evitar la exacerbación del trastorno. Hemoglobinopatías Además de los defectos de las membranas celulares o las enzimas, las anemias hereditarias también pueden deberse a defectos en las molé- culas de hemoglobina. La drepanocitosis y la talasemia son dos tras- tornos en los que las moléculas de hemoglobina manifiestan defectos cualitativos o cuantitativos. Esto da lugar a eritrocitos con una forma anómala, lo que puede conducir a su secuestro esplénico y su des- trucción subsiguiente. La drepanocitosis es el resultado de una sustitución aislada de aminoá- cidos (ácido glutámico por valina) en la sexta posición de la cadena β de la hemoglobina A, lo que origina que esas cadenas de hemoglobina, en condiciones de escasez de oxígeno, se hagan rígidas y sean incapaces de deformarse dentro de la microvasculatura. Esta rigidez provoca que los eritrocitos adopten forma de drepanocito o de media luna alargada. La drepanocitosis se produce por la herencia homocigótica de hemoglobina defectuosa (hemoglobina S), aunque también pueden formarse drepano- citos cuando la hemoglobina S se hereda junto con otras variedades de hemoglobina, como la hemoglobina C o la β-talasemia drepanocítica. En los afroamericanos, el 8% son heterocigóticos respecto a la hemo- globina S (rasgo de célula falciforme) y aproximadamente el 0,5% son homocigóticos respecto a la hemoglobina S. Durante situaciones con baja tensión de oxígeno, estas moléculas de hemoglobina S cristalizan y esto distorsiona la célula en una forma de media luna. Estas células defor- madas son incapaces de atravesar la microvasculatura, lo que da lugar a una oclusión capilar, trombosis y, al final, microinfarto. Esta cascada de acontecimientos suele producirse en el bazo. Los episodios de oclu- sión vascular e infarto progresivo ocasionan una autoesplenectomía. El bazo, que suele hipertrofiarse al inicio de la vida, se atrofia de manera ca- racterística durante la edad adulta, aunque en ocasiones puede persistirla esplenomegalia. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1562 Otras causas de anemia hemolítica son las talasemias. Estas se here- dan como rasgos autosómicos dominantes y son el resultado de un defecto en la síntesis de hemoglobina que provoca distintos grados de anemia hemolítica. La esplenomegalia, el hiperesplenismo y el infarto esplénico, frecuentes en la drepanocitosis, también suelen verse en las talasemias. El hiperesplenismo y el secuestro esplénico agudo son trastornos que ponen en peligro la vida en los niños con talasemia y drepanocitosis. En estos trastornos puede producirse una esplenomegalia rápida, que ocasiona dolor intenso y puede requerir múltiples transfusiones de sangre. Los pacientes con crisis de secuestro esplénico agudo presentan anemia grave, esplenomegalia y una respuesta aguda de la médula ósea, con eritrocitosis. Puede haber una disminución simultánea de las con- centraciones de hemoglobina, dolor abdominal y colapso circulatorio. La reanimación con hidratación y transfusiones en estos pacientes puede seguirse de una esplenectomía. El hiperesplenismo relacionado con la drepanocitosis se caracteriza por anemia, leucopenia y trombo- citopenia, y requiere transfusiones; estas pueden reducirse mediante la esplenectomía. La esplenomegalia sintomática masiva que interfiere en las actividades diarias también puede mejorar con la esplenectomía. Finalmente, en niños con drepanocitosis que muestran un retraso del crecimiento o incluso pérdida de peso debido al incremento metabólico y la renovación total de proteínas de todo el cuerpo, la esplenectomía puede aliviar estos síntomas. También pueden verse abscesos esplénicos en pacientes con drepa- nocitosis. Estos pacientes presentan fiebre, dolor abdominal y espleno- megalia dolorosa. La mayoría de los pacientes con abscesos esplénicos tendrán una leucocitosis, así como trombocitosis y cuerpos Howell- Jolly que indican una asplenia funcional. Suelen observarse con fre- cuencia los géneros Salmonella y Enterobacter y otros microorganismos intestinales en todos aquellos con un absceso esplénico. Estos pacientes requieren una reanimación con hidratación y transfusiones, y tal vez necesiten una esplenectomía urgente después de su estabilización. Neoplasias malignas Linfomas Enfermedad de Hodgkin. La enfermedad de Hodgkin es un linfoma maligno que suele afectar a adultos jóvenes de entre 20 y 30 años. En algunos casos los pacientes presentan síntomas inespecíficos como sudoración nocturna, pérdida de peso y prurito pero, de forma más característica, hay una adenopatía cervical generalmente asintomá- tica. Desde el punto de vista histológico la enfermedad de Hodgkin se caracteriza por el predominio linfocítico, la esclerosis nodular, la celularidad mixta y la eliminación linfocítica. Desde un punto de vista anatomopatológico, la enfermedad se clasifica siguiendo la clasificación de Ann Arbor. El estadio I es la enfermedad en una sola región linfática. El estadio II es la enfermedad en dos o más regiones linfáticas al mis- mo lado del diafragma. El estadio III indica la enfermedad en ambos lados del diafragma e incluye la afectación esplénica. La enfermedad en estadio IV es la enfermedad en la que hay una diseminación a regio- nes extralinfáticas como el hígado, el pulmón o la médula ósea. La adición de un subíndice E al estadio I, II o III indica la disemina- ción extralinfática aislada o contigua; el subíndice S indica afectación esplénica. A los pacientes que muestran síntomas inespecíficos se los designa con una B (presencia) y a los que no muestran síntomas se los designa con una A (ausencia). Tradicionalmente, a los pacientes con enfermedad de Hodgkin se los sometía a una laparotomía de estadificación que incluía una esplenectomía para conseguir información sobre el estadio anatomo- patológico necesaria para determinar el tratamiento apropiado. Esto era especialmente frecuente en los estadios I y II de la enfermedad para descartar la afectación esplénica o subdiafragmática. Además de la esplenectomía, la intervención conlleva una linfoadenectomía hiliar esplénica, una biopsia del hígado, una biopsia de los ganglios retroperitoneales y una biopsia de un ganglio hepatoduodenal, y una ovariopexia en las mujeres premenopáusicas. Los métodos de estadi- ficación han evolucionado hasta incluir técnicas de diagnóstico por imagen —tomografía computarizada (TC), tomografía por emisión de positrones con 18F-fluorodesoxiglucosa y linfoangiografía—, lo que hace que los métodos de estadificación invasivos hayan quedado casi obsoletos. La laparotomía de estadificación sigue siendo apropiada en determinados pacientes, como los que están en estadios tempranos de la enfermedad (IA o IIA) en los cuales la estadificación abdomi- nal modificará significativamente el tratamiento. La enfermedad de Hodgkin en un estadio temprano suele curarse solo con radioterapia. La laparotomía ya no está indicada en los pacientes propensos a una recaída, aquellos con pruebas de afectación intraabdominal en la eco- grafía ni en los que tienen síntomas B. Estos pacientes deberían recibir quimioterapia sistémica. Linfoma no hodgkiniano. La esplenomegalia o hiperesplenismo apa- rece con frecuencia durante la evolución del linfoma no hodgkiniano (LNH). La esplenectomía está indicada en los pacientes con un LNH con esplenomegalia masiva que provoca dolor abdominal, saciedad temprana y sensación de plenitud. También puede estar indicada en pacientes que presentan anemia, neutropenia y trombocitopenia asociadas al hiperesplenismo. La esplenectomía también puede contribuir decisivamente en el diagnóstico y la estadificación de los pacientes con un trastorno esplénico aislado. La neoplasia esplénica principal más frecuente es el LNH. Menos del 1% de los pacientes presentan esplenomegalia sin linfoadenopatía; sin embargo, del 50 al 80% de los pacientes con LNH tienen afectado el bazo.18 De los pacientes con una afec- tación esplénica aislada se dice que tienen un linfoma maligno con afectación esplénica. La mayoría de los pacientes tienen un LNH de grado bajo, con una afectación frecuente de los ganglios linfáticos hiliares esplénicos, los ganglios extrahiliares, la médula ósea o el híga- do. Aproximadamente, el 75% de estos pacientes tienen hiperesplenis- mo clínico. En pacientes con manifestaciones predominantemente esplénicas, la supervivencia mejora de manera significativa después de la esplenectomía en comparación con pacientes similares que no se sometieron a ella. Leucemia Tricoleucemia. La tricoleucemia, un trastorno poco frecuen- te responsable de aproximadamente el 2% de las leucemias en los adultos, se caracteriza por esplenomegalia, pancitopenia y células mononucleares neoplásicas en la sangre periférica y la médula ósea. Las células que dan a la enfermedad su nombre son linfocitos B que tienen una membrana celular fruncida. Este fruncido da a las células el aspecto de tener proyecciones citoplásmicas al micros- copio óptico. Este trastorno afecta a hombres de edad avanzada que presentan esplenomegalia palpable. Aproximadamente, el 10% de los pacientes no requieren tratamiento debido a la evolución indolora de la enfermedad. El tratamiento de las citopenias o la esplenomegalia empieza de forma característica con quimioterapia con análogos de la purina.19,20 En los cánceres más resistentes puede instituirse una inmunoterapia de segunda línea. En otros, sin embargo, la extensión de la esplenomegalia o los síntomas del hiperesplenismo, la anemia sintomática, las infecciones por neutropenia o la hemorragia por trombocitopenia pueden llevar a una esplenectomía. La mayoría de los pacientesmejoran después de la intervención, con una respuesta que dura aproximadamente 10 años después de la esplenectomía, y en algunos pacientes (≈40 a 60%) se normaliza el hemograma después de la esplenectomía.21 Los pacientes que tienen una afectación medular difusa sin esplenomegalia masiva responden peor a la esplenectomía. Los pacientes con tricoleucemia tienen un riesgo dos o tres veces mayor de sufrir otras neoplasias malignas después de haberles diagnos- ticado la tricoleucemia. La mayoría de estas segundas neoplasias malignas son tumores sólidos, como los cánceres cutáneos, el cáncer de pulmón, el cáncer de próstata y los adenocarcinomas digestivos. La tricoleucemia se comporta como una leucemia crónica; muchos Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 56 Bazo 1563 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. pacientes pueden conseguir la remisión clínica, con una esperanza de vida normal o casi normal. Leucemia linfocítica crónica. La leucemia linfocítica crónica (LLC) es un trastorno clínicamente heterogéneo de los linfocitos B caracterizado por la acumulación progresiva de linfocitos relativamen- te maduros, pero con incompetencia funcional. La LLC se ve con un ligero predominio en hombres, principalmente después de los 50 años de edad. La LLC se clasifica siguiendo el sistema Rai y se correlaciona bastante bien con la supervivencia. En la LLC de bajo riesgo (antes estadio 0) solo hay afectación medular y linfocitosis sanguínea, en la LLC de riesgo intermedio (antes estadios I y II) linfocitosis y linfoadenopatía en cualquier región o esplenomegalia, hepatomegalia o hepatoesplenomegalia y en la LLC de riesgo alto (antes estadios III y IV) linfocitosis y anemia o trombocitopenia. El sistema Rai ayuda a los médicos a determinar cuándo hay que empezar el tratamiento. Nuevas pruebas moleculares, como las de detección de ZAP-70, la cadena Z asociada a la proteína 70 (una proteína intracelular que no suele encontrarse en los linfocitos B normales), son cada vez más útiles para determinar el pronóstico.22 El tratamiento médico, que consiste en fármacos análogos a los nucleósidos o un tratamiento combinado, está indicado en los pacientes sintomáticos o en aquellos que muestran pruebas de una progresión rápida de la enfermedad. También se emplean anticuerpos monoclonales en el tratamiento de la LLC. Actualmente, el trasplante de médula ósea es la única cura conocida para la LLC. La esplenectomía está indicada en los pacientes con esplenomegalia y pancitopenia resistentes, ya que mejora los hemo- gramas en el 60-70% de los pacientes.23 Leucemia mielógena crónica. La leucemia mielógena crónica (LMC) es un trastorno mieloproliferativo debido a una transforma- ción neoplásica de los elementos mielocíticos. La LMC se caracteriza por el reemplazo progresivo de elementos diploides normales de la médula ósea por células mielocíticas neoplásicas de apariencia madura. Aunque la LMC puede ser asintomática, los pacientes frecuentemente presentan fiebre, astenia, malestar general, efectos de la pancitopenia (infecciones, anemia, facilidad para los hematomas) y, en ocasiones, esplenomegalia. Un marcador cromosómico, el cromosoma Filadelfia, está muy asociado a la LMC y surge por la fusión de fragmentos de los cromosomas 9 y 22. Esta fusión da lugar a la expresión del producto del gen BCR-ABL, una tirosina cinasa, que entonces acelera la división celular e inhibe la reparación del ADN. La LMC puede aparecer desde niños a adultos de edad avanzada. Generalmente, se presenta con una fase crónica asintomática pero puede progresar a una fase acelerada asociada a fiebre, sudoración nocturna y esplenomegalia progresiva. La fase acelerada puede ser asintomática y puede que solo sea detectable por los cambios en la sangre periférica o la médula ósea. La fase acelerada puede progresar entonces a la fase hemoblástica. Esta fase también se caracteriza por fiebre, sudoración nocturna y esplenomegalia pero también se asocia a anemia, infecciones y hemorragia. El producto del gen BCR-ABL es el objetivo del tratamiento con inhibidores de la tirosina cinasa y otras modalidades de quimiotera- pia. El trasplante de médula ósea es una opción, pero el pronóstico ha mejorado notablemente con la llegada de tratamientos recientes, lo que hace que el trasplante sea menos frecuente. Se están llevando a cabo estudios que evalúan la eficacia de los tratamientos más nue- vos y los tratamientos combinados. La esplenomegalia sintomática y el hiperesplenismo en la LMC pueden tratarse de forma eficaz con la esplenectomía, pero no parecen beneficiosos para la supervivencia cuando se realizan durante la fase crónica temprana.24 Por lo tanto, la cirugía se reserva para los pacientes con síntomas significativos. Tumores no hematológicos del bazo El bazo también puede ser asiento de una metástasis, como se ve en más del 7% de las necropsias de pacientes con cáncer. Los tumores sólidos que se extienden con más frecuencia al bazo son los carci- nomas de mama y de pulmón y el melanoma. Cualquier neoplasia maligna primaria, sin embargo, puede metastatizar en el bazo.25 Las metástasis son a menudo asintomáticas, pero pueden asociarse a una esplenomegalia e incluso a una rotura esplénica; así, la esplenectomía puede ser paliativa en pacientes cuidadosamente elegidos con metástasis esplénicas sintomáticas. Los tumores primarios del bazo son, con frecuencia, neoplasias vasculares e incluyen variantes benignas y malignas. Los hemangiomas son hallazgos frecuentes en los bazos extirpados por otras razones. Los angiosarcomas (o hemangiosarcomas) del bazo suelen ocurrir de forma espontánea, pero han estado ligados a exposiciones ambienta- les, como el dióxido de torio y el cloruro de vinilo monomérico. Los pacientes con angiosarcomas pueden presentar esplenomegalia, anemia hemolítica, ascitis, derrames pleurales o incluso una rotura esplénica espontánea. Estos tumores son malignos y tienen un mal pronós- tico. Los linfoangiomas, por el contrario, son quistes revestidos de endotelio a los que se presta atención por la esplenomegalia secundaria al aumento del quiste. Suelen ser tumores benignos; sin embargo, dentro de los linfoangiomas se han encontrado linfoangiosarcomas. La esplenectomía es apropiada para el diagnóstico, el tratamiento y/o la mejora de estos trastornos. Trastornos benignos diversos Quistes esplénicos Desde que aparecieron la TC y la ecografía, ha aumentado la frecuen- cia con la que se ven quistes esplénicos. Se clasifican como quistes verdaderos, que pueden ser parasitarios o no parasitarios, o como seudoquistes. Los tumores del bazo también pueden tener aspecto quístico; estos comprenden los linfoangiomas y los hemangiomas cavernosos (v. anteriormente).26 Los quistes primarios verdaderos del bazo son responsables aproximadamente del 10% de todos los quis- tes esplénicos no parasitarios, mientras que la mayoría de los quistes no parasitarios son seudoquistes secundarios a un traumatismo. Los quistes verdaderos están recubiertos de un epitelio escamoso y muchos se consideran congénitos. Estas células epiteliales suelen expresar el antígeno carbohidrato 19-9 y el antígeno carcinoembrionario, lo que se ve por pruebas inmunohistoquímicas. Los pacientes con quistes epidermoides esplénicos pueden tener concentraciones séricas elevadas de uno o los dos marcadores tumorales. Estos quistes, sin embargo, son benignos y aparentemente no tienen poder maligno más allá del de rodear al tejido natural. Los quistes esplénicos verdaderos son, a menudo, asintomáticos y se descubren casualmente. Los pacientes pueden referir plenitud abdominal,saciedad temprana, dolor torácico pleurítico, disnea y/o dolor en la espalda o el hombro izquierdo. También pueden experi- mentar síntomas renales por la compresión del riñón izquierdo. En la exploración física puede palparse una masa abdominal. Pocas veces los quistes esplénicos aparecen con síntomas agudos relacionados con la rotura, la hemorragia o la infección. El diagnóstico se hace mejor con TC, y está indicada la intervención quirúrgica en todos aquellos pacientes con quistes sintomáticos o grandes. La esplenectomía total o parcial puede ser un tratamiento apropiado. La esplenectomía parcial tiene la ventaja de conservar la función esplénica; el 25% del bazo parece suficiente para protegerse contra una neumonía neumocócica. Las intervenciones abiertas y laparoscópicas permiten la esplenectomía total o parcial, la resección de la pared quística o la descapsulación parcial.26,27 La mayoría de los quistes esplénicos verdaderos son quistes parasi- tarios y aparecen en áreas de hidatidosis endémica (el género Echino- coccus). Las imágenes radiográficas revelan calcificaciones en la pared quística o quistes hijos y, aunque la hidatidosis es poco frecuente en Norteamérica, hay que excluir este diagnóstico antes de someterse a intervenciones invasivas que podrían derramar el contenido del quiste. La rotura del quiste y la expulsión del contenido hacia el abdomen Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1564 pueden precipitar un shock anafiláctico y también llevar a la disemi- nación intraperitoneal de la infección. Las pruebas serológicas son útiles para verificar la presencia de estos parásitos. La esplenectomía es el tratamiento elegido. Como en los quistes hidatídicos del hígado, los quistes pueden esterilizarse con una inyección de una solución de cloruro sódico al 3%, alcohol o nitrato de plata al 0,5%. Incluso así, hay que tener mucho cuidado para evitar la rotura intraoperatoria del quiste. Los seudoquistes comprenden el 70-80% restante de los quistes esplénicos no parasitarios. Suele provocarlo de manera característica un antecedente traumático. Los seudoquistes del bazo no están reves- tidos de epitelio. Las imágenes radiográficas revelan generalmente una lesión lisa, unilocular, con paredes gruesas, a veces con calcifi- caciones focales. Los seudoquistes asintomáticos pequeños (< 4 cm) no necesitan tratamiento y con el tiempo pueden involucionar. Los seudoquistes sintomáticos se presentan de forma similar a los quistes esplénicos verdaderos; se tratan con una esplenectomía total o parcial, recordando de nuevo que la esplenectomía parcial conserva la función esplénica. También se ha descrito el drenaje percutáneo para los seudoquistes esplénicos28 aunque, en una serie de casos, la recidiva fue frecuente y las complicaciones subsiguientes se consideraron demasiado altas.29 Absceso esplénico El absceso esplénico es una enfermedad inusual, pero puede ser poten- cialmente mortal, con una incidencia del 0,7% en una serie de necrop- sias.30 La mortalidad por el absceso esplénico varía del 15 al 20% en pacientes previamente sanos con lesiones uniloculares aisladas al 80% por abscesos múltiples en pacientes inmunodeprimidos. La enfermedad y otros factores que predisponen al absceso esplénico son las neoplasias malignas, la policitemia vera, la endocarditis, un traumatismo anterior, las hemoglobinopatías, las infecciones de las vías urinarias, el consumo de fármacos i.v. y el sida. Aproximadamente el 70% de los abscesos esplénicos se producen por la diseminación hematógena del microorganismo infeccioso desde otra localización, como la endocarditis, la osteomielitis y el consumo de fármacos i.v. La diseminación también puede ocurrir de manera continua por infecciones locales del colon, el riñón o el páncreas. Es característica la participación de cocos grampositivos (frecuentemente los géneros Staphylococcus, Streptococcus o Ente- rococcus) y microorganismos intestinales gramnegativos. También se han encontrado los géneros Mycobacterium tuberculosis, Myco- bacterium avium y Actinomyces. Los abscesos fúngicos (p. ej., el género Candida) también aparecen, especialmente en los pacientes inmunodeprimidos. Los abscesos esplénicos se presentan con síntomas inespecíficos: dolor abdominal indefinido, fiebre, peritonitis y dolor torácico pleu- rítico. La esplenomegalia no es característica. La TC es el método preferido para el diagnóstico; sin embargo, también puede hacerse con ecografía. El tratamiento de los abscesos esplénicos depende de si el absceso es unilocular o multilocular. En un tercio de los pacientes adultos, el absceso es multilocular. En un tercio de los niños, el absceso es unilocular. Los abscesos uniloculares pueden tratarse a menudo con un drenaje percutáneo, junto con los antibióticos,31 con una eficacia descrita del 75 al 90% en las lesiones uniloculares. Las lesiones multi- loculares, sin embargo, suelen tratarse con esplenectomía, drenaje del cuadrante superior izquierdo y antibióticos.32 También se ha descrito la esplenectomía laparoscópica en el absceso.33 Bazo errante El bazo errante es un hallazgo poco frecuente que se observa en niños y mujeres de 20 a 40 años de edad. Se sospecha una de dos causas. La primera teoría propuesta es que se produce por un fallo en la forma- ción de los soportes peritoneales esplénicos normales que suspenden el órgano de forma segura dentro de su posición anatómica habitual. Se cree que el fallo en la formación de estos soportes se debe a la falta de fusión del mesogastrio dorsal a la pared abdominal posterior durante la embriogenia. La segunda teoría supone que la multiparidad, los cambios hormonales y la laxitud abdominal provocan un defecto adquirido en los soportes esplénicos. En cualquier caso, sin estos soportes, el pedículo esplénico es inusualmente largo y propenso a la torsión. El dolor abdominal intermitente, la esplenomegalia que se produce por la congestión venosa y el dolor intenso persistente hacen pensar en el bazo errante y en la tensión o torsión intermitentes del pedículo esplénico. Puede palparse una masa móvil en la exploración física. La TC del abdomen con administración i.v. de contraste confirma el diagnóstico, con el bazo localizado fuera de su posición habitual. Un bazo sin contraste o el aspecto verticilado del pedículo vascular proporcionan pruebas adicionales del trastorno y pueden ser útiles para elegir la esplenopexia o la esplenectomía.34 Otras consideraciones Traumatismo esplénico Véase el capítulo 16. Esplenectomía laparoscópica programada La esplenectomía laparoscópica es, actualmente, el método preferido para extirpar el bazo. Esta técnica se describió por primera vez en 199135 y muchos estudios han apoyado su uso en términos de resultados y seguridad del paciente.14 Las desventajas de la técnica laparoscópica son la larga duración de las intervenciones y la dificultad para eliminar los órganos grandes; sin embargo, la estancia hospitalaria reducida y la recuperación postoperatoria más rápida mitigan estas limitaciones. Las complicaciones están generalmente relacionadas con los trastornos asociados de los pacientes. La esplenectomía laparoscópica se ha descrito en la mayoría de los trastornos esplénicos y es el método preferido para la mayoría de las situaciones, excepto los traumatismos o los casos de esple- nomegalia masiva. Cuando se está decidiendo si se van a seguir los métodos laparoscópicos para la esplenectomía, deberían tenerse en cuenta ciertas consideraciones, como la indicación quirúrgica (p. ej., trastorno benigno o maligno), el tamaño esplénico y cualquier con- traindicación posible para la laparoscopia. Las imágenesde la TC contribuyen a la planificación preoperatoria, especialmente en lo que respecta a la esplenomegalia. Melman y Matthews36 han observado que los bazos que miden más de 22 cm en su diámetro craneocaudal o más de 19 cm de anchura y que pesan más de 1.600 g requerirán técnicas laparoscópicas asistidas con las manos, o incluso una esple- nectomía abierta. La esplenectomía laparoscópica puede completarse en, aproximadamente, el 90% de los pacientes. La conversión des- crita a la esplenectomía abierta se produce entre el 0 y el 20%. La mayoría de las conversiones están provocadas por una hemorragia intraoperatoria, la falta de experiencia quirúrgica, las adherencias prohibitivas,37 la esplenomegalia masiva28 y la obesidad.2,17 Como en otras técnicas laparoscópicas, hay una curva de aprendizaje y con el aumento de la experiencia disminuye la conversión a la esplenec- tomía abierta.4,38 Directrices publicadas recientemente referidas a la esplenectomía laparoscópica reiteran la importancia de las indi- caciones quirúrgicas, las imágenes preoperatorias para determinar el tamaño, el volumen y la presencia de tejido esplénico accesorio, las elecciones que hacen referencia a las técnicas asistidas con las manos (tempranas en los casos de esplenomegalia), las contraindi- caciones (p. ej., hipertensión portal, trastornos médicos importantes asociados) y las vacunaciones esplénicas.39 Las vacunaciones frente a N. meningitidis, S. pneumoniae y H. influenzae deberían adminis- trarse 15 días antes de la esplenectomía programada o en los 30 días siguientes a una esplenectomía urgente para reducir el riesgo de IAPE (v. anteriormente). Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 56 Bazo 1565 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. La recuperación postoperatoria de la esplenectomía laparoscópica es rápida, como la de la colecistectomía laparoscópica. El tiempo de estan- cia varía de 1,8 a 6 días; las estancias hospitalarias más cortas son una ventaja importante de las técnicas laparoscópicas.18,20 Se ha realizado un ensayo clínico prospectivo con asignación aleatoria que comparó los abordajes abierto y laparoscópico en pacientes con β-talasemia mayor. Este estudio describió una estancia hospitalaria media más corta en los pacientes laparoscópicos, pero tiempos operatorios más largos y un incremento de las transfusiones de sangre.40 Se desconoce si estos resultados pueden generalizarse a todos los pacientes con un trastorno esplénico. Una serie de casos diversos también comparó el abordaje laparoscópico con el abierto y apoyó sistemáticamente el abordaje lapa- roscópico, particularmente en lo referente a la reanudación temprana de la dieta, la disminución del dolor postoperatorio y la menor estancia hospitalaria.13 Los resultados del tratamiento son la preocupación principal al comparar estos abordajes. En los datos publicados hasta la fecha, los resultados laparoscópicos son equivalentes a los de la esplenectomía abierta. En una revisión de la esplenectomía laparoscópica para trastor- nos malignos, Burch et al.41 publicaron que esta población de pacientes se beneficiaba de la esplenectomía laparoscópica de forma similar a los que sufren un trastorno benigno. Katkhouda et al.14 han publicado que, en el tratamiento de la PTI, los resultados de la esplenectomía laparos- cópica y abierta parecen análogos. Como se ha señalado, la cirugía laparoscópica debe considerarse con cuidado en poblaciones especiales. La hipertensión portal y su riesgo de hemorragia operatoria prohíben la esplenectomía laparos- cópica. La esplenectomía laparoscópica durante el embarazo para la trombocitopenia resistente lleva asociada una mortalidad fetal del 31%. Hay escasa literatura médica referida a esta población poco frecuente de pacientes, aunque la esplenectomía laparoscópica puede realizarse durante el embarazo.39,42 La técnica laparoscópica puede realizarse con el paciente en decú- bito supino o lateral, o combinando ambas. Después de la inducción de la anestesia general y la intubación endotraqueal, se introducen una sonda nasogástrica y una sonda urinaria. Hay que tomar las pre- cauciones antitrombóticas habituales. La colocación del paciente es crucial para completar una esplenectomía laparoscópica. En las tres posiciones, hay que colocar al paciente de forma que el apoyo renal pueda elevarse para aumentar al máximo el espacio que hay entre la cresta ilíaca y el borde costal. Se coloca al paciente de manera que la mesa pueda doblarse para ampliar el espacio de trabajo. Finalmente, se inclina al paciente en posición de Trendelenburg inversa para faci- litar la retracción de la víscera en sentido inferior lejos del cuadrante superior izquierdo. En decúbito supino, el cirujano permanece a la izquierda del paciente, y el primer asistente y el ayudante de cámara permanecen a su derecha.37 Puede ser más fácil para un cirujano diestro trabajar desde una posición situada entre las piernas del paciente, con este en una posición de litotomía modificada. El instrumentista permanece al lado izquierdo del paciente, cerca del pie de la mesa. El paciente también puede colocarse en una posición en decúbito lateral derecho a 60° usando una bolsa arriñonada y un rollo axilar. En este caso, el brazo izquierdo del paciente se coloca en un apoyabrazos o se sujeta con una férula. Con este abordaje, el cirujano y el instrumentista permanecen a la derecha del paciente y los asistentes a su izquierda. Entonces el bazo estará suspendido de sus uniones diafragmáticas, la gravedad retraerá el estómago, el epiplón y el colon, y el hilio esplénico estará sometido a cierto grado de tensión. En cualquier abordaje, los monitores del vídeo se colocan a cualquier lado de la mesa, en o por encima del nivel de los hombros del paciente. Se introduce el trocar en el abdomen y se forma el neumoperitoneo con una presión de 12 a 15 mmHg. Se usan de tres a cinco puertos de 2 a 12 mm de diámetro; el puerto de la cámara en la zona umbilical o el espacio entre el ombligo y el borde costal. Los otros puertos se colocan como se representa en la figura 56-4. La operación comienza con una búsqueda exhaustiva de la presen- cia de tejido esplénico accesorio en la cavidad abdominal (fig. 56-5); el estómago se retrae hacia el lado derecho para facilitar la exploración del ligamento gastroesplénico. A continuación, se inspeccionan el ligamento esplenocólico, el epiplón mayor y el ligamento frenoes- plénico. Se examinan los mesenterios del intestino grueso y delgado, la pelvis y los tejidos anexiales. Finalmente, se abre el ligamento gas- troesplénico y se confirma si la cola del páncreas está libre de tejido esplénico. Nuestra preferencia ha sido utilizar el abordaje en decúbito lateral derecho, con la mesa de quirófano inclinada 45° respecto a la horizontal y el apoyo renal elevado. La disección inicial comienza con la movili- zación de la flexura esplénica del colon. Mediante disección roma se divide el ligamento esplenocólico. Entonces puede retraerse el bazo en sentido cefálico; hay que tener cuidado para no romper la cápsula esplénica durante la retracción. Lo siguiente es hacer una incisión en las inserciones peritoneales laterales del bazo, usando unas tijeras o una cizalla ultrasónica. A lo largo de la cara lateral del bazo se deja 1 cm de manguito de peritoneo, que después puede agarrarse para facilitar la retracción medial. Se entra en la cavidad peritoneal menor a lo largo del borde medial del bazo. Continuando la retracción cefálica, pueden FIGURA 56-4 Posición en decúbito lateral derecho del paciente para la esplenectomía laparoscópica. La mesa está angulada,lo que consigue la flexión lateral forzada del paciente para abrir el espacio costofrénico. Se insertan trocares a lo largo del borde costal izquierdo en la zona más posterior. El bazo está colgado de sus inserciones peritoneales. Las líneas numeradas muestran la posición de los puertos laparoscópicos. (Tomado de Gigot JF, Lengele B, Gianello P, et al: Present status of laparoscopic splenectomy for hematologic diseases: Certitudes and unresolved issues. Semin Laparosc Surg 5:147–167, 1998.) Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1566 identificarse los vasos gástricos cortos y el pedículo vascular principal. La cola del páncreas también se visualiza y hay que tener el cuidado de evitarla, ya que está cerca del hilio esplénico. Se dividen los vasos gástricos cortos. Disponemos actualmente de varias opciones, como los disectores ultrasónicos, los hemoclips, los dispositivos bipolares, LigaSure y los dispositivos de grapado endovascular. Los hemoclips se usan muy poco alrededor de la zona del hilio esplénico para evitar interferir en el uso futuro del dispositivo de grapado, lo que podría provocar una hemorragia significativa a partir de los vasos hilares ligados de forma inadecuada. Después de dividir los vasos gástricos cortos, el pedículo esplénico se disecciona cuidadosamente desde las caras medial y lateral. Des- pués de disecar la arteria y la vena, se dividen los vasos aplicando grapas endovasculares o ligaduras de sutura. En el modo de dis- tribución más frecuente hay múltiples ramificaciones vasculares que entran en el bazo cerca del hilio, por lo que la disección se lleva a cabo aproximadamente a 2 cm de la cápsula esplénica. Aun así es posible encontrar varias ramificaciones, pero pueden controlarse individualmente con más facilidad. Un pedículo formado por la arteria y la vena que entra en el hilio se conoce como tipo magistral de la anatomía arterial. Si se ve, se secciona en bloque el pedículo usando una grapadora vascular lineal. La cola del páncreas, que está 1 cm por dentro del hilio esplénico en el 75% de los pacientes y toca al hilio en el 30%, debería visualizarse bien cuando se aplica la grapadora para evitar una lesión. El bazo ahora desvascularizado está suspendido solo de un man- guito pequeño de tejido esplenofrénico avascular en el polo superior. Este tejido facilita el traslado del bazo a la bolsa de recuperación. Para retirar el bazo separado se agarra la bolsa de nailon resistente a las punciones por el cordón, para extraerlo a través de un puerto, generalmente el epigástrico o el supraumbilical. Se abre un poco la bolsa, lo que proporciona acceso al bazo aún intraabdominal. Entonces, el bazo se fragmenta con pinzas anulares o con el dedo y se extrae poco a poco (fig. 56-6). En los pocos casos que exigen un examen anatomopatológico de un bazo intacto, debe hacerse una incisión lo suficientemente grande para permitir extraer el bazo. Es preciso tener cuidado para evitar el derrame de cualquier fragmento esplénico en la cavidad o en la herida abdominal. Después, se vuelve a reintroducir el laparoscopio y se evalúa la hemostasia del lecho esplénico. Pueden colocarse drenajes si es necesario. Entonces se libera el neumoperitoneo y se cierra la fascia de todos los puertos del trocar de más de 5 mm. Esplenectomía robótica Hay pocos estudios sobre trastornos esplénicos tratados con tecnología robótica, y solo hay uno que compara específicamente la esplenectomía laparoscópica con la robótica. En su estudio retrospectivo, Bodner et al.43 compararon los tiempos operatorios, la estancia y el coste hospitalario. Concluyeron que, aunque la intervención robótica es factible y segura para el paciente, el coste y los tiempos operatorios son más elevados en el grupo robótico. En otro estudio, Corcione et al.44 evaluaron el uso de un sistema robótico en intervenciones quirúrgicas generales frecuentes. Aunque observaron algunos beneficios (p. ej., FIGURA 56-5 Localización habitual de los bazos accesorios. (1) Liga- mento gastroesplénico, (2) hilio esplénico, (3) cola del páncreas, (4) li- gamento esplenocólico, (5) lado izquierdo del mesocolon transverso, (6) epiplón mayor junto a la curvatura mayor del estómago, (7) mesen- terio, (8) lado izquierdo del mesocolon, (9) ovario izquierdo, (10) fondo del saco de Douglas y (11) testículo izquierdo. (Tomado de Gigot JF, Lengele B, Gianello P, et al: Present status of laparoscopic splenectomy for hematologic diseases: Certitudes and unresolved issues. Semin Laparosc Surg 5:147–167, 1998.) FIGURA 56-6 Extracción del bazo dentro de una bolsa de plástico resis- tente, con fragmentación instrumental del órgano con pinzas. (Tomado de Gigot JF, Lengele B, Gianello P, et al: Present status of laparoscopic splenectomy for hematologic diseases: Certitudes and unresolved issues. Semin Laparosc Surg 5:147–167, 1998.) Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 56 Bazo 1567 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. disponibilidad de la visión en tres dimensiones, mayor destreza con los instrumentos), describieron problemas sobre la capacidad de con- trolar la hemorragia con solo los dos instrumentos disponibles; en estos casos fue necesaria la conversión a una intervención laparoscópica tradicional. En resumen, la adición de un robot a una intervención sencilla como la esplenectomía laparoscópica se considera actualmente innecesaria. MORBILIDAD TARDÍA DESPUÉS DE LA ESPLENECTOMÍA La trombocitosis postesplenectomía aparece sobre todo en pacientes con trastornos mieloproliferativos (p. ej., LMC, policitemia vera, trombocitosis esencial), lo que puede dar lugar a una trombosis de las venas mesentérica, portales y renales y puede ser en potencia mortal porque puede dar lugar a una hemorragia y una tromboembolia. No se ha determinado el riesgo permanente de trombosis venosa profunda y embolia pulmonar, pero puede ser significativo. Además, se han descrito casos de infarto agudo de miocardio tras la esplenectomía en pacientes con trombocitosis. La IAPE es la complicación tardía mortal más frecuente de la esplenectomía. La infección puede aparecer en cualquier momento tras la esplenectomía.2 En una serie, la mayoría de las infeccio- nes ocurrieron pasados más de 2 años de la esplenectomía, y el 42% ocurrió más de 5 años después de esta, aunque la incidencia real de la IAPE ha sido difícil de determinar porque es probable que no se comuniquen todas las infecciones en estos pacientes esplenectomizados. La IAPE empieza de manera característica con una fase pro- drómica caracterizada por fiebre, escalofríos y tiritona y otros síntomas inespecíficos, como dolor de garganta, malestar general, mialgias, diarrea y vómitos. Puede haber neumonía y meningitis. Muchos pacientes no tienen un foco identificable de infección y solo presentan bacteriemia primaria de grado alto. La progresión del trastorno es rápida, con la aparición de hipotensión, coagulación intravascular diseminada, disnea, coma y la muerte a las pocas horas de la presentación. A pesar de los antibióticos y los cuidados intensivos, la mortalidad se sitúa entre el 50 y el 70% en la IAPE florida. Además, los que sobreviven suelen tener una evolución hospitalaria larga y complicada con múltiples secuelas, como la gangrena periférica que exige amputación, la sordera secundaria a meningitis, la osteomielitismastoidea, la endocarditis bacteriana y la valvulopatía cardíaca. El microorganismo implicado con mayor frecuencia en la IAPE es S. pneumoniae, que se calcula que es responsable del 50 al 90% de los casos. Otros microorganismos implicados en la IAPE son H. influenzae, N. meningitidis, Streptococcus y especies de Salmonella, otros microorganismos neumocócicos y Capnocitophaga canimorsus, implicado en la IAPE por mordedura de perro. En una serie de necropsias realizada por Pimpl et al.,45 se identi- ficó una neumonía mortal con el doble de los pacientes sometidos a una esplenectomía que en los controles. Además se identificó una septicemia mortal con fallo multiorgánico en el 6,9% de los pacientes esplenectomizados en comparación con el 1,5% de las necropsias en los controles. Una observación intrigante es que el riesgo de IAPE es mayor entre los pacientes esplenectomizados por una neoplasia maligna o por trastornos hematológicos que entre los esplenectomi- zados por un traumatismo. El riesgo también es mayor en los niños pequeños (< 4 años de edad). Se calcula que el riesgo de IAPE mortal es de 1/300 a 350 pacientes por año de seguimiento en los niños y de 1/800 a 1.000 pacientes por año de seguimiento en los adultos. La revisión de algunas series de esplenectomía publicadas con 7.872 casos en total, incluidos niños y adultos, ha revelado 270 episodios de septicemia (3,5%), con 169 muertes sépticas (2,1%).17 La incidencia de la infección no mortal y septicemia es probable, por tanto, que sea significativamente mayor. TRATAMIENTO PROFILÁCTICO DE LOS PACIENTES ESPLENECTOMIZADOS Vacunación El tratamiento actual de referencia de los pacientes esplenectomiza- dos incluye la inmunización con la vacuna neumocócica polivalente (PPV23), la vacuna con polisacárido meningocócico y la de H. in- fluenzae de tipo b conjugada a las 2 semanas de la esplenectomía si el paciente no las ha recibido antes de la operación.4 A pesar de esta referencia establecida, la literatura médica refleja una diversidad del 11 al 75% en la cifra de vacunación tras la esplenectomía. Esto puede manifestar la falta de conocimiento por parte del paciente y de las personas que lo cuidan respecto al riesgo de infección y septicemia tras la esplenectomía.46 Como se ha señalado, la mayoría de los casos de infección se deben a S. pneumoniae, H. influenzae y N. meningitidis y esto en teoría puede evitarse si se administran las vacunas profilácticas apropiadas. Hay estudios sobre otros microorganismos menos frecuentes como causa de infección tras la esplenectomía.3 La educación continua de pacientes, familiares y cuidadores tiene que destacar la necesidad de atención médica inmediata en el caso de que estos pacientes muestren signos de infección. Ha habido muchos casos de IAPE retardada en pacientes inmuno- deprimidos no vacunados, antes de la vacuna PPV23 actual introducida en 1983, que reemplazó a la vacuna 14-valente autorizada en 1977. La vacuna PPV23 está compuesta de preparados purificados de antígenos polisacáridos capsulares neumocócicos de 23 serotipos de S. pneumo- niae (25 mg de cada uno), que provocan el 88% de las enfermedades neumocócicas bacteriémicas en EE. UU. No se ha establecido la relación entre el valor de los anticuerpos y la protección frente a la enfermedad invasiva. La mayoría de los adultos sanos muestran un aumento del doble o más del anticuerpo específico en las 2 o 3 semanas siguientes a la vacunación. Sin embargo, se ha demostrado claramente que, después de la vacunación con PPV23, las concentraciones del anticuerpo declinan pasados 5 o 10 años y pueden descender a los valores previos a la vacunación. Incluso con la vacunación, el desarrollo de una concentración protectora de anticuerpos contra los neumococos es solo del 50%. Actualmente, las vacunas disponibles inducen una respuesta independiente de los linfocitos T y no producen un incremento mantenido de los valores del anticuerpo. Así, la capacidad de definir la necesidad de repetir la vacunación en función de las pruebas serológicas sigue siendo un desafío clínico. Los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de EE. UU. no recomiendan la revacunación sistemática de personas inmunode- primidas. La revacunación se recomienda, sin embargo, en las personas de riesgo alto. Los candidatos para la revacunación con PPV23 son los siguientes: • Personas que han recibido la vacuna 14-valente que tienen un riesgo alto de infección neumocócica mortal (p. ej., pacientes asplénicos). • Adultos con riesgo alto que recibieron la vacuna 23-valente 6 años antes. • Adultos con riesgo alto que han mostrado una disminución rápi- da de las concentraciones de anticuerpos neumocócicos (p. ej., pacientes con síndrome nefrótico, pacientes con insuficiencia renal, receptores de trasplantes). • Niños con riesgo alto (p. ej., aquellos con asplenia, síndrome nefrí- tico, drepanocitosis) que tendrían 10 años de edad en el momento de la revacunación. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1568 Para estas personas de riesgo alto solo se recomienda una dosis de revacunación con PPV23 y se administra 5 años después de la primera dosis. Rutherford et al.47 han examinado la eficacia y la seguridad de la revacunación neumocócica después de la esplenectomía por traumatismo. De los 45 pacientes a los que se les ofreció la revacuna- ción 2 o más años después de la vacunación principal, 24 pacientes demostraron no comprender lo que significaba estar esplenectomizado, lo que confirma el conocimiento insuficiente del paciente del riesgo que supone esta situación. Después de la revacunación, el 48% de los pacientes demostró un aumento del doble en al menos un valor (serotipos neumocócicos 6 y 23). Los CDC han concluido que, a pesar de la educación del médico y del paciente, los panfletos y las pulseras MedicAlert, el conocimiento del paciente acerca de los riesgos de la esplenectomía es insuficiente. Recomiendan revacunar y reeducar a todos los pacientes, incluidos los que tienen esferocitosis hereditaria, entre 2 y 6 años después de la esplenectomía. Sus recomendaciones incluyen la determinación de los valores de los anticuerpos neumocócicos después de la vacunación en todos los pacientes esplenectomizados, porque los que no respondan a la vacunación podrían tener un riesgo alto de IAPE. Se recomienda el seguimiento subsiguiente de los valores del anticuerpo a los 3 o 5 años para evaluar la posible necesidad de revacunar. En un intento de mejorar la inmunocompetencia del huésped, se han considerado el rescate esplénico parcial o el autotransplante esplénico porque esto puede mejorar la respuesta inmunitaria humoral a la PPV23.48 La dificultad de las técnicas de rescate esplénico es la inexistencia de pruebas inmunitarias funcionales objetivas en los seres humanos. Esto también ocurre en los pacientes que se han sometido a una embolización angiográfica para detener la hemorragia esplénica tras un traumatismo. No hay estudios sobre el riesgo de estos pacientes de padecer IAPE. Estudios preclínicos han examinado la localización y la cantidad de tejido esplénico óptimas para el autotransplante. Se comprobó que el lugar más eficaz para el autotransplante esplénico era la bolsa epiploica, y que sería necesario aproximadamente el 50% del bazo para prevenir la septicemia neumocócica. Aunque hay que hacer todo lo posible para conservar el bazo en las víctimas de traumatismos, la estrategia de autotransplante esplénico parece tener una aplicabilidad limitada en los seres humanos. Actualmente, se ha señalado que es necesaria una intervención educativa en los pacientes sometidos a una esplenectomía; los
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