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Sarcomas de tejidos blandos Janice N. Cormier y Raphael E. Pollock Antecedentes Incidencia Epidemiología Exposición a radiación Exposición laboral a sustancias químicas Traumatismos Linfedema crónico Genética Activación de oncogenes Genes de supresión tumoral Valoración inicial Presentación clínica Imagenología diagnóstica Ecografía Tomografía computadorizada Imagen por resonancia magnética Técnicas de biopsia Biopsia por aspiración con aguja fina Biopsia en sacabocado Biopsia incisional Biopsia escisional Clasificación anatomopatológica Estadificación y factores pronósticos Grado de malignidad Tamaño del tumor Metástasis ganglionares Metástasis a distancia Factores pronósticos Nomogramas pronósticos Tratamiento del sarcoma de extremidades Cirugía Escisión local amplia Amputación Perfusión regional aislada Radioterapia Tratamiento sistémico Integración del tratamiento multimodal Quimioterapia adyuvante Quimioterapia neoadyuvante/preoperatoria Vigilancia Sarcoma recurrente Escisión quirúrgica de sarcoma metastásico Quimioterapia para sarcoma metastásico Radioterapia paliativa Situaciones especiales Liposarcomas mixoides Sarcomas retroperitoneales Tratamiento adyuvante Recurrencias Sarcomas del tubo digestivo Tumores del estroma gastrointestinal Valoración radiológica Tratamiento de la enfermedad localizada Tratamiento de la enfermedad local avanzada o metastásica Abordaje multidisciplinario Sarcomas de la mama Sarcomas uterinos Desmoides Dermatofibrosarcoma protuberante Sarcomas pediátricos Perspectivas de la investigación Tratamientos experimentales Conclusiones 36Brunicardi(1283-1304).indd 128336Brunicardi(1283-1304).indd 1283 12/7/10 17:11:4312/7/10 17:11:43 1284 C A PÍTU LO 36 Sarcom as de tejidos blandos Subtipos histológicos n % Histiocitoma fibroso maligno 349 28 Liposarcoma 188 15 Leiomiosarcoma 148 12 Sarcoma no clasificado 140 11 Sarcoma sinovial 125 10 Tumor maligno de la vaina de nervios periféricos 72 6 Rabdomiosarcoma 60 5 Fibrosarcoma 38 3 Sarcoma de Ewing 25 2 Angiosarcoma 25 2 Osteosarcoma 14 1 Sarcoma epitelioide 14 1 Condrosarcoma 13 1 Sarcoma de células claras 12 1 Sarcoma alveolar de la parte blanda 7 1 Hemangiopericitoma maligno 5 0.4 Fuente: datos de Coindre et al.2 ANTECEDENTES Incidencia Los sarcomas son un grupo heterogéneo de tumores que de manera pre- dominante se originan en el mesodermo embrionario, aunque también pueden hacerlo, al igual que el sistema nervioso periférico, en el ectoder- mo. En el año 2007 se diagnosticaron cerca de 9 220 casos nuevos de sar- comas de tejidos blandos en Estados Unidos, con 3 560 muertes atribui- bles a la enfermedad.1 Estas raras malformaciones constituyen menos de 1% de los cánceres en adultos y 7% en niños. Se reconocen varios gru- pos distintos de sarcomas; este capítulo se refiere a los sarcomas de tejidos blandos, el más grande de estos grupos. Otros más son los sarcomas óseos (osteosarcomas y condrosarcomas), sarcomas de Ewing y tumores neu- roectodérmicos primitivos periféricos. Los sarcomas de tejidos blandos pueden aparecer en todo el cuerpo e incluyen más de 50 tipos histológicos (cuadro 36-1), con líneas histológi- cas de diferenciación bien definidas. Los tipos histológicos más comunes de sarcomas de tejidos blandos en adultos (sin incluir el sarcoma de Kapo- si) son los siguientes: histiocitoma fibroso maligno (MFH, malignant fi- brous histiocytoma) (28%), leiomiosarcoma (12%), liposarcoma (15%), sarcoma sinovial (10%) y tumores malignos de la vaina de nervios perifé- ricos (6%).2 El sarcoma de tejidos blandos más frecuente en la niñez es el rabdomiosarcoma. Casi todos los sarcomas primarios de tejidos blandos se desarrollan en una extremidad (50 a 60%); luego, los sitios más comu- nes son tronco, retroperitoneo, cabeza y cuello. Durante los últimos 25 años se ha mantenido una estrategia terapéuti- ca multimodal para pacientes con sarcomas en las extremidades que ha conducido a mejorías modestas en la supervivencia y en la calidad de vida. Sin embargo, los pacientes con sarcomas abdominales todavía tienen altos índices de recurrencia y baja supervivencia general. La tasa de superviven- cia general a cinco años para pacientes con todas las etapas de sarcoma de tejidos blandos es de 50 a 60%. De los pacientes que mueren por sarcoma, la mayoría sucumbe a la enfermedad metastásica, lo que 80% de las oca- siones ocurre en los dos a tres años siguientes al diagnóstico inicial. Epidemiología Con excepción de los tumores malignos de la vaina de nervios periféricos en pacientes con neurofibromatosis, los sarcomas no resultan al parecer de la progresión o diferenciación de tumores benignos de tejidos blandos. A pesar de la variedad de subtipos histológicos, los sarcomas tienen mu- chas características clínicas y anatomopatológicas comunes. En conjunto, la evolución clínica de la mayor parte de los sarcomas de tejidos blandos es similar y depende de la localización anatómica (profundidad), maligni- dad y tamaño. El patrón predominante de metástasis es hematógeno, con predominio a pulmones. Rara vez hay metástasis a ganglios linfáticos (<5%), salvo unos cuantos subtipos histológicos como sarcoma epitelioi- de, rabdomiosarcoma, sarcoma de células claras, sarcoma sinovial y an- giosarcoma.3 Exposición a radiación La radioterapia externa es un factor de riesgo del sarcoma de tejidos blan- dos bien establecido. Las publicaciones indican un incremento de ocho a 50 veces de la incidencia de sarcomas en pacientes tratados por cáncer de mama, cervicouterino, ovario, testículo y sistema linfático.4,5 En una revi- sión de 160 enfermos con sarcomas posradiación, los tipos histológicos más comunes fueron sarcoma osteógeno, histiocitoma fibroso maligno, angiosarcoma y linfangiosarcoma.4 En ese protocolo se incrementó el ries- go de sarcoma con dosis de radiación más altas y el periodo mediano de latencia fue de 10 años. Es común diagnosticar sarcomas posradiación en etapas avanzadas y por lo general tienen mal pronóstico. Exposición laboral a sustancias químicas La exposición a ciertos herbicidas, como los ácidos fenoxiacéticos y los conservadores de madera que contienen clorofenoles, se vincula con un riesgo mayor de sarcoma de tejidos blandos.6 Por lo regular, los angiosar- comas hepáticos se relacionan con varios carcinógenos químicos, entre ellos óxido de torio, cloruro de vinilo y arsénico. Traumatismos Aunque las personas con sarcomas refieren a menudo un antecedente de traumatismo, aún no se establece una relación causal. Con mayor frecuen- 1. Los sarcomas constituyen un grupo heterogéneo de tumores que puede originarse en todo el cuerpo; incluye más de 50 subtipos con líneas de diferenciación histológica distintivas. 2. Estos tumores poco comunes representan menos de 1% de los cánceres en los adultos (se calculan 10 000 casos cada año en Estados Unidos) y representan 7% de los cánceres en niños. 3. Casi dos tercios de los sarcomas de tejidos blandos surgen en las extremidades; el tercio restante se distribuye entre el retro- peritoneo, tronco, abdomen, cabeza y cuello. 4. El algoritmo terapéutico para los sarcomas de tejidos blandos depende de la etapa tumoral, el sitio y los rasgos histológicos. 5. Se ha aplicado tratamiento multimodal, que incluye resección quirúrgica, radioterapia y, en algunos casos, quimioterapia sis- témica, a los pacientes con sarcomas en extremidades locales avanzados de alta malignidad. 6. La tasa de supervivencia general a cinco años para pacientes con todas las etapas de sarcoma de tejidos blandos es de 50 a 60%. 7. De los pacientes que mueren por sarcoma, la mayoría sucum- be a la enfermedad metastásica en los pulmones, que en 80% de los casos ocurre dos a tres años después del diagnóstico ini- cial. 8. El progreso en el conocimiento de la biología del sarcoma de tejidos blandos es crucial para el desarrollo de nuevos objeti- vos terapéuticos.PUNTOS CLAVE CUADRO 36-1 Frecuencia relativa de subtipos histológicos de sarcomas de tejidos blandos2 36Brunicardi(1283-1304).indd 128436Brunicardi(1283-1304).indd 1284 12/7/10 17:11:4412/7/10 17:11:44 1285 C A PÍTU LO 36 Sarcom as de tejidos blandos cia, una lesión menor llama la atención sobre un tumor preexistente que puede acentuarse por edema o hematoma. Linfedema crónico En 1948, Stewart y Treves describieron por primera vez el nexo entre el linfedema crónico consecutivo a disección axilar y un linfangiosarcoma subsecuente.7 La aparición de este último también se describió luego de infecciones filariásicas y en las extremidades inferiores de individuos con linfedema congénito o hereditario. Genética La genética molecular, citogenética y la determinación del perfil de expre- sión se han usado para investigar sarcomas, lo que permitió su clasifica- ción en dos grupos principales: los que tienen fenómenos moleculares diagnósticos definidos y los que tienen cambios histológicos y genéticos variables.8 En general, el grupo de pacientes con sarcoma con fenómenos moleculares definidos es más joven y presenta rasgos histológicos defini- dos, lo que sugiere una línea de diferenciación clara. Los fenómenos mo- leculares definidos incluyen mutaciones puntuales, una translocación que produce expresión excesiva de un factor de crecimiento autocrino o factor de transcripción de fusión oncógena. Por el contrario, los sarcomas sin cambios genéticos o características de perfil de expresión identificables hasta ahora tienden a ocurrir en pacientes de mayor edad, presentan ras- gos citológicos pleomórficos y disfunción de p53.8 Los sarcomas son más frecuentes en varios síndromes cancerosos he- reditarios, incluido el retinoblastoma, síndrome de Li-Fraumeni, la neuro- fibromatosis tipo I y la poliposis adenomatosa familiar.9 Sólo se han iden- tificado mutaciones en la línea germinal como causa en una cantidad limitada de estos trastornos. Adelantos en el campo de la biología molecu- lar permiten comprender mejor los procesos celulares básicos que rigen a oncogenes y genes de supresión tumoral. Activación de oncogenes Los oncogenes son genes que pueden inducir transformación maligna y tienden a impulsar la proliferación celular. Se han identificado varios de ellos relacionados con sarcomas de tejidos blandos, como MDM2, N-myc, c-erbB-2 y miembros de la familia ras. Estos oncogenes producen onco- proteínas específicas que tienen una participación en la función nuclear y la transducción celular de señales o actúan como factores de crecimiento o receptores de este último. Se ha demostrado que la amplificación de es- tos genes se correlaciona con un resultado final adverso en varios sarco- mas de tejidos blandos.10 En análisis citogenéticos de tumores de tejidos blandos se identificaron translocaciones cromosómicas precisas que al parecer codifican a oncoge- nes vinculados con ciertos subtipos histológicos. Estos cambios genéticos específicos originan fusión de genes en el marco y el producto fusionado codifica a la expresión de oncoproteínas que actúan como activadores o represores transcripcionales.10,11 Los reordenamientos génicos mejor ca- racterizados se encuentran en el sarcoma de Ewing (fusión EWS-FLI-1), sarcomas de células claras (fusión EWS-ATF1), liposarcoma mixoide (fu- sión TLS-CHOP), rabdomiosarcoma alveolar (fusión PAX3-FHKR), tu- mor de célula redonda pequeña desmoplásico (fusión EWS-WT1) y sarco- ma sinovial (fusión SSX-SYT). Se calcula que, en conjunto, los sarcomas relacionados con un gen de fusión pueden representar hasta 30% de todos los sarcomas.12 El potencial oncógeno de muchos de estos genes ya está comprobado in vitro e in vivo. Tales genes de fusión no sólo representan marcadores diagnósticos, sino que codifican proteínas quiméricas, y am- bos son blancos terapéuticos potenciales. Genes de supresión tumoral Los genes de supresión tumoral tienen una función crítica en la inhibición del crecimiento y pueden suprimir el desarrollo de células cancerosas. La inactivación de genes supresores de tumor (que también se conocen como antioncogenes) ocurre a través de mecanismos hereditarios o esporádicos. Los dos genes más importantes de cánceres de tejidos blandos son el gen supresor del tumor retinoblastoma (Rb) y el gen supresor tumoral p53. Las mutaciones o deleciones en Rb pueden conducir al desarrollo de retino- blastoma o sarcomas de tejidos blandos y óseos. Las mutaciones en el gen supresor tumoral p53 son las más comunes en masas sólidas de los seres humanos y se han informado en 30 a 60% de los sarcomas de tejidos blan- dos.13 Los sujetos con mutaciones en la línea germinal del gen supresor de tumor p53 (síndrome de Li-Fraumeni) poseen una incidencia elevada de sarcomas. Se piensa que la expresión mutante p53 se correlaciona con la supervivencia general.10 La mutación p53 también se utiliza como una molécula terapéutica en los tratamientos génicos. La neurofibromatosis es un padecimiento neurocutáneo del que exis- ten dos variantes. La neurofibromatosis de tipo 1, que también se conoce como enfermedad de von Recklinghausen, ocurre en cerca de una de cada 3 000 personas y se debe a varias mutaciones del gen supresor de tumor NF-1 localizado en el cromosoma 17. Se estima que los individuos con neurofibromatosis de tipo 1 tienen durante la vida un riesgo adicional es- timado de 3 a 15% de enfermedad maligna, incluido el neurofibrosarco- ma. De los enfermos que manifiestan neurofibrosarcomas, 50% muestra una mutación en NF-1.14 VALORACIÓN INICIAL Presentación clínica Los sarcomas de tejidos blandos se presentan más a menudo como una masa asintomática. Otra presentación menos frecuente de un sarcoma en la extremidad puede ser la trombosis venosa profunda, sobre todo en pacien- tes sin factores de riesgo significativos para trombosis.15 Cuando se identi- fican, el tamaño del tumor guarda relación con su localización. Por lo regu- lar, las neoplasias más pequeñas se encuentran en las extremidades distales, en tanto que los tumores de las extremidades proximales y el retroperito- neo pueden adquirir un gran tamaño antes de que sean aparentes. Con frecuencia se descubre la masa en una extremidad después de un aconteci- miento traumático que llama la atención hacia una lesión preexistente. Los sarcomas de tejidos blandos con frecuencia crecen en forma centrí- fuga y comprimen estructuras normales circundantes. Rara vez su contusión con hueso o estructuras neurovasculares causa dolor, edema y tumefacción. Los sarcomas de tejidos blandos retroperitoneales casi siempre se presentan en la forma de una masa grande asintomática. Con menor frecuencia los pacientes evidencian síntomas gastrointestinales obstructivos o molestias neurológicas secundarias a la compresión de nervios lumbares o pélvicos. El diagnóstico diferencial de una masa de tejidos blandos incluye lesio- nes benignas que comprenden lipomas (100 veces más frecuentes que el sarcoma), linfangiomas, leiomiomas y neuromas. Además de los sarco- mas, deben considerarse otras lesiones malignas, como carcinomas pri- marios o metastásicos, melanomas o linfomas. Las lesiones pequeñas que no cambian durante varios años, según el historial clínico, pueden vigilar- se de forma estrecha. En todos los demás tumores es necesario considerar una biopsia para establecer el diagnóstico definitivo. Imagenología diagnóstica Las imágenes radiológicas antes del tratamiento tienen varios propósitos: a) definir la extensión local de un tumor, b) estadificar la enfermedad ma- ligna, c) facilitar los procedimientos de biopsia percutánea y d) contribuir al diagnóstico de malformaciones de tejidos blandos (benignas o malig- nas, de baja o alta malignidad). Los estudios de imagen también pueden ser cruciales para vigilar los cambios de la tumoración después del trata- miento, en especial con la quimioterapia o radioterapia preoperatoria, y detectar recurrencias después de laresección quirúrgica. Las radiografías proporcionan información importante sobre tumores óseos primarios, pero no son útiles para la valoración de sarcomas de teji- dos blandos de las extremidades, a menos que se sospeche una afección del hueso subyacente por un tumor contiguo de tejidos blandos. En pa- cientes con sarcomas primarios debe obtenerse una radiografía de tórax para valorar metástasis pulmonares. En enfermos con lesiones de alta ma- lignidad o tumores >5 cm (T2), debe considerarse la CT de tórax. La técnica de elección para la valoración de sarcomas retroperitoneales es la tomografía computadorizada (CT), en tanto que se prefiere la reso- nancia magnética (MRI) para sarcomas de tejidos blandos de las extremi- dades.16 La ecografía y la CT son útiles para guiar la biopsia por aspiración con aguja fina o biopsia en sacabocado para el diagnóstico inicial o en caso de recurrencia. Ecografía La ecografía puede ser diagnóstica en quienes no es posible obtener una MRI. También es un coadyuvante útil de esta última cuando los hallazgos son indeterminados y para delinear estructuras vasculares adyacentes. 36Brunicardi(1283-1304).indd 128536Brunicardi(1283-1304).indd 1285 12/7/10 17:11:4412/7/10 17:11:44 1286 C A PÍTU LO 36 Sarcom as de tejidos blandos Tomografía computadorizada La CT reforzada con medio de contraste permite estimar la extensión de la carga de tumor de tejidos blandos y la proximidad de la neoplasia a estruc- turas vitales (fig. 36-1). Es la técnica preferida para valorar sarcomas retro- peritoneales.16 Las técnicas actuales suministran un estudio detallado del abdomen y la pelvis, y revelan órganos y estructuras vasculares adyacen- tes. En los sarcomas de las extremidades, la CT es útil cuando no se dispo- ne de MRI o no es posible utilizarla. Si la valoración histológica de un sarcoma de las extremidades muestra un liposarcoma mixoide, debe soli- citarse CT de abdomen y pelvis, ya que este subtipo da metástasis al abdo- men.17 Imagen por resonancia magnética La MRI delinea con precisión grupos musculares y diferencia entre hueso, estructuras vasculares y tumor. Las imágenes sagital y coronal permiten valorar compartimientos anatómicos en tres dimensiones (fig. 36-2). Los sarcomas de tejidos blandos de las extremidades suelen presentarse en la MRI como masas heterogéneas. Su intensidad de señal tiende a ser igual o un poco más alta que la del músculo esquelético contiguo en imágenes T1 ponderadas, y heterogénea y alta en imágenes T2 ponderadas. Es posible observar en el tumor alteraciones hemorrágicas, quísticas o necróticas. Cuando es necesario delinear estructuras vasculares adyacentes puede re- currirse a técnicas de MRI especiales, incluida la angiografía por resonan- cia magnética. La MRI sustituyó a la CT como la técnica de imagen de elección para la valoración de sarcomas de tejidos blandos de las extremidades; también tiene valor para estimar la recurrencia del tumor después de la cirugía (fig. 36-3). Por lo regular se obtiene una imagen basal tres meses después de la intervención. Algunos médicos piensan que en sujetos asintomáticos no se precisan imágenes posoperatorias del sitio de un tumor primario de la extremidad, al aducir que existen dificultades para detectar una recurren- cia temprana en tejido radiado y cicatrizado.16 Otros solicitan imágenes por rutina cada seis meses durante los dos primeros años. En el análisis citológico la MRI puede ser un coadyuvante de impor- tancia para diferenciar lesiones benignas, como lipomas, hemangiomas, schwannomas, neurofibromas y mixomas intramusculares, de sus corres- pondientes malignos. En la quimioterapia preoperatoria puede emplearse la MRI T1 ponderada con reforzamiento de contraste para valorar la ne- crosis intratumoral. Técnicas de biopsia Biopsia por aspiración con aguja fina Esta técnica es aceptable para el diagnóstico de la mayoría de los sarcomas de tejidos blandos, en particular cuando los resultados se correlacionan muy de cerca con hallazgos clínicos y de imagen.18 Sin embargo, la biopsia por aspiración con aguja fina sólo está indicada para el diagnóstico prima- rio de sarcomas de tejidos blandos en centros en los que los citopatólogos tienen experiencia con estos tipos oncológicos. También es el procedi- miento de elección para confirmar o descartar la presencia de un foco metastásico o una recurrencia local. No obstante, cuando es esencial esta- Figura 36-1. Un varón de 27 años de edad se presentó con síntomas de dolor en la espalda. La CT de abdomen demostró una tumoración hipodensa de 4.1 × 3.3 cm en la región retrocaval que afectaba la vena cava inferior. La biopsia del tumor confirmó leiomiosarcoma. Figura 36-2. Una mujer de 55 años de edad se presentó con dolor y una tumoración creciente en el muslo derecho. Imagen coronal que muestra una tumoración de 18 cm dentro del músculo aductor mayor con evidencia de necrosis y hemorragia. 36Brunicardi(1283-1304).indd 128636Brunicardi(1283-1304).indd 1286 12/7/10 17:11:4412/7/10 17:11:44 1287 C A PÍTU LO 36 Sarcom as de tejidos blandos dificar el tumor para planificar el tratamiento, la biopsia no es la técnica preferida. La biopsia por aspiración con aguja fina con frecuencia se realiza en el ámbito hospitalario en lesiones superficiales. En masas más profundas tal vez se requiera un radiólogo intervencionista para efectuar la técnica bajo guía ecográfica o tomográfica. Muchas veces la técnica incluye el uso de una aguja número 21 a 23, que se introduce en la tumoración después de limpiar de manera apropiada la piel e inyectar un anestésico local. Se aplica presión negativa y se retira e introduce la aguja varias veces en dife- rentes direcciones. Una vez que se libera la presión negativa, se extrae la aguja y se utiliza su contenido para preparar un frotis.19 Luego, el citopató- logo examina con cuidado los portaobjetos para determinar si es suficien- te el material diagnóstico; en caso contrario, debe realizarse una biopsia en sacabocado. Las tasas de precisión diagnóstica de biopsia por aspiración con aguja fina de tumores primarios fluctúan entre 60 y 96%. En general, la cantidad de material que se obtiene con esta técnica es pequeña y la precisión para el diagnóstico depende sin duda de la experiencia del citopatólogo. Biopsia en sacabocado La biopsia en sacabocado es un procedimiento seguro, preciso y económi- co para el diagnóstico de sarcomas; la muestra de tejido que se obtiene suele ser suficiente para varios estudios diagnósticos, como microscopia electrónica, análisis citogenético y citometría de flujo. La tasa publicada de complicaciones con esta técnica es menor de 1%.20 La guía con CT incrementa el índice de resultados positivos de una biopsia en sacabocado al señalar con mayor precisión la localización del tumor. Es en particular importante situar con exactitud la masa tumoral para evitar muestras de áreas necróticas o quísticas del tumor que no per- mitan el diagnóstico. Asimismo, la guía con CT permite abordar tumores en sitios anatómicos de otra manera inaccesibles o cerca de estructuras vitales. Dupuy et al. examinaron la precisión de la biopsia en sacabocado en 221 pacientes con neoplasias musculoesqueléticas.20 Dicha biopsia posee una precisión de 93% comparada con el diagnóstico obtenido durante el tratamiento definitivo. Sólo en 8% de los sujetos los especímenes no fue- ron diagnósticos o suficientes. Biopsia incisional La biopsia abierta es un método diagnóstico seguro que permite obtener una muestra de tejido adecuada para la identificación histológica definiti- va y específica de sarcomas óseos o de tejidos blandos. Cuando no es po- sible obtener tejido apropiado para el diagnóstico mediante biopsia por aspiración con aguja o en sacabocado, está indicada una biopsia incisional para tumores profundos o superficiales de tejidos blandos >3 cm. Las biopsias incisionales se efectúan como último recurso si losespecímenes obtenidos por biopsia por aspiración con aguja fina o en sacabocado no son diagnósticos. Las biopsias abiertas sólo deben practicarlas cirujanos con experiencia en el tratamiento de sarcomas de tejidos blandos. En una serie de 107 individuos con estas últimas neoplasias fue necesario cambiar en 25% de los casos los tratamientos quirúrgicos planificados debido a biopsias previas mal orientadas.21 Otras series indican complicaciones hasta en 16% de las biopsias abiertas.19 La biopsia abierta, de manera ideal, debe solicitarse en un centro de tratamiento especializado y llevarla a cabo el cirujano encargado de la ci- rugía definitiva. La incisión para biopsia debe orientarse en sentido longi- tudinal a lo largo de la extremidad para permitir una escisión local amplia subsecuente que incluya el sitio de biopsia, la cicatriz y el tumor en bloque. Una incisión para biopsia mal orientada obliga en ocasiones a crear un defecto quirúrgico excesivamente grande para efectuar una escisión local amplia, que a su vez puede dar por resultado un campo de radioterapia posoperatoria más grande para incluir todo el tejido bajo riesgo. Otra exi- gencia de la técnica quirúrgica es obtener una hemostasia adecuada du- rante la biopsia para evitar la diseminación de células tumorales a planos hísticos adyacentes por un hematoma. La biopsia incisional o abierta es el método diagnóstico más seguro y proporciona un diagnóstico y estadificación histológicos precisos en más de 95% de los sarcomas de tejidos blandos. Además, la cantidad de tejido que se obtiene casi siempre es suficiente para los estudios diagnósticos adicionales, en caso necesario. Biopsia escisional La biopsia escisional puede practicarse en lesiones de las extremidades o el tronco de fácil acceso (superficiales) <3 cm. No debe efectuarse en lesio- nes que incluyan las manos o pies porque después tal vez no sea posible una nueva escisión definitiva. Los resultados de la biopsia escisional se acompañan de una tasa de recurrencia de 30 a 40% cuando los márgenes son positivos o inciertos. Estas biopsias rara vez proporcionan algún bene- ficio sobre otras técnicas de biopsia y pueden generar complicaciones posoperatorias que postergan un tratamiento definitivo. Clasificación anatomopatológica Algunos expertos sugieren que la clasificación anatomopatológica de los sarcomas de tejidos blandos tiene más importancia pronóstica que el gra- do del tumor cuando se consideran otras variables anteriores al tratamien- to. Las neoplasias con potencial metastásico limitado incluyen desmoide, tumor lipomatoso atípico (también conocido como liposarcoma bien dife- renciado), dermatofibrosarcoma protuberans y hemangiopericitoma. Las tumoraciones con riesgo intermedio de diseminación metastásica suelen tener un componente mixoide grande, e incluyen liposarcoma mixoide y condrosarcoma extraesquelético. Entre los tumores muy agresivos que tie- nen un potencial metastásico notorio cabe señalar angiosarcoma, sarcoma de células claras, liposarcoma pleomorfo y no diferenciado, leiomiosarco- ma, rabdomiosarcoma y sarcoma sinovial. En fecha reciente se observó que el histiocitoma fibroso maligno (MFH) no se relaciona con un cúmulo génico distintivo, lo que sugiere que esta neoplasia no representa una entidad tumoral separada, sino una apariencia morfológica común de varios subtipos de sarcoma.22,23 Por ejemplo, la mayor parte de los tumores diagnosticados en un principio como MFH en el retroperitoneo se reclasifican con base en el perfil genó- mico como liposarcomas no diferenciados.24 En 25 a 40% de los casos, los anatomopatólogos expertos en sarcomas difieren acerca del diagnóstico histológico específico y los criterios para definir el grado del tumor.25 Esta tasa elevada de discordancia resalta la necesidad de marcadores moleculares y bioquímicos más objetivos para mejorar la valoración histológica convencional. Figura 36-3. Una mujer de 51 años de edad, 30 meses después de la escisión de un tumor desmoide en la mama izquierda y la pared torácica. Imagen por resonancia magnética del tórax que muestra una tumoración de 5.2 × 7.7 cm en las imágenes T2 y en la imagen T1 después de contraste, indicativa de un tumor desmoide recurrente en la cara anterior de la parte superior del brazo y hombro izquierdos. 36Brunicardi(1283-1304).indd 128736Brunicardi(1283-1304).indd 1287 12/7/10 17:11:4412/7/10 17:11:44 1288 C A PÍTU LO 36 Sarcom as de tejidos blandos Tumor primario (T) T1 Tumor ≤5 cm T1a Tumor superficial T1b Tumor profundo T2 Tumor >5 cm T2a Tumor superficial T2b Tumor profundo Ganglios linfáticos regionales (N) N0 Sin metástasis a ganglios linfáticos regionales N1 Metástasis a ganglios linfáticos regionales Metástasis a distancia (M) M0 Sin metástasis a distancia M1 Metástasis a distancia Grado de malignidad (G) G1 Bien diferenciado G2 Moderadamente diferenciado G3 Mal diferenciado G4 Indiferenciado Agrupación por etapa Etapa IA T1a, T1b N0 M0 G1 Bajo Etapa IB T2a N0 M0 G1 Bajo Etapa IIA T1a, T1b N0 M0 G2-G3 Alto Etapa IIB T2a N0 M0 G2-G3 Alto Etapa III T2b N0 o N1 M0 G2-G3 Alto Etapa IV Cualquier T Cualquier N M1 Cualquier G Cualquier G Fuente: usado con autorización del American Joint Committee on Cancer (AJCC). Chicago, Illi- nois. La fuente original de este material es el AJCC Cancer Staging Manual, Seventh edition (en prensa), publicado por Springer Science and Business Media LLC, www.springerlink. com.175 Estadificación y factores pronósticos Los criterios actuales para la estadificación del American Joint Committee on Cancer (AJCC) de los sarcomas de tejidos blandos se basa en el grado de malignidad, tamaño y profundidad del tumor, y presencia de metástasis a distancia o ganglionares (cuadro 36-2).26 Este sistema no aplica al tumor del estroma gastrointestinal, la fibromatosis (tumor desmoide), al sarcoma de Kaposi ni al fibrosarcoma infantil. Grado de malignidad El grado de malignidad es aún el factor pronóstico más importante en pacientes con sarcomas. Para establecer con precisión el grado del tumor es necesario que un anatomopatólogo con experiencia en sarcomas fije, tiña y revise de forma apropiada una muestra de tejido. Las características que definen el grado son celularidad, diferenciación, pleomorfismo, ne- crosis y número de mitosis. Se ha demostrado que el grado de malignidad es factor pronóstico del desarrollo de metástasis y la supervivencia total.27 Los potenciales metastásicos se calculan de 5 a 10% en lesiones de baja malignidad, 25 a 30% en lesiones de malignidad intermedia y 50 a 60% en tumores de alta malignidad. La malignidad varía según sea el sistema de clasificación que se utilice. Los que se emplean más a menudo, los del National Cancer Institute y la French Federation of Cancer Centers, utilizan tres grados tumorales.28 El sis- tema del National Cancer Institute se basa sobre todo en el tipo histológico del tumor, la localización y la necrosis. El sistema de la French Federation of Cancer Centers incluye una calificación basada en la diferenciación del tu- mor, índice mitótico y grado de necrosis tumoral. Un análisis comparativo de los dos sistemas de estadificación sugirió que el segundo tenía quizá me- jor capacidad pronóstica, con predicción de tasas de supervivencia a cinco años de 90, 70 y 40% para tumores de grados 1, 2 y 3, respectivamente.28 Luego de la recomendación del College of American Pathologists, el sis- tema de estadificación del AJCC de 2008 cambió de formato al nuevo sistema de estadificación, de un sistema de cuatro grados a uno de tres.29 Los tres grados tumorales se designan: bien diferenciado (G1), con dife- renciación moderada (G2) y poco diferenciado (G3). En este sistema tri- ple, el grado 1 se considera “baja malignidad”; los grados 2 y 3 se conside- ran “alta malignidad”. Tamaño del tumor Desde hace mucho tiempo se reconoció que el tamaño del tumor es una variable pronóstica de importanciaen sarcomas de tejidos blandos. Estas neoplasias se estadifican habitualmente en dos grupos con base en el tama- ño; lesiones T1 ≤5 cm y T2 >5 cm. Algunos autores sugieren que una cata- logación adicional de los pacientes a partir del tamaño del tumor proporcio- naría información pronóstica más precisa. Por ejemplo, cuando se examinó y agrupó a 316 enfermos con sarcomas de tejidos blandos en cuatro subgru- pos por tamaño del tumor (<5 cm, 5 a 10 cm, 10 a 15 cm y >15 cm), se en- contró que cada subgrupo tenía un pronóstico diferente y las tasas de super- vivencia a cinco años fueron de 84, 70, 50 y 33%, respectivamente.30 En 1998 se incorporó al sistema de estadificación del AJCC la ubica- ción anatómica del tumor en cuanto a su relación con la fascia de revesti- miento de la extremidad o el tronco. Los sarcomas de tejidos blandos por arriba de la fascia de revestimiento superficial de la extremidad o el tronco se denominan lesiones “a” en la calificación T, en tanto que los tumores invasores o profundos respecto de la fascia y las neoplasias retroperitonea- les, mediastínicas y viscerales se consideran lesiones “b”. Metástasis ganglionares Son raras las metástasis de sarcomas de tejidos blandos a ganglios linfáti- cos.3 Unos cuantos subtipos histológicos, incluidos sarcoma epitelioide, rabdomiosarcoma, sarcoma de células claras, sarcoma sinovial, MFH y an- giosarcoma, tienen mayor incidencia de compromiso ganglionar. En el sis- tema de estadificación recién revisado del AJCC, la enfermedad ganglionar (N1) se reclasificó como enfermedad en etapa III, en lugar de etapa IV. Varios estudios que informan mejores tasas de supervivencia para pa- cientes con metástasis ganglionares regionales aisladas tratados con linfa- denectomía radical, en comparación con aquellos que tenían metástasis distantes,3,31-33 orillaron al cambio en el sistema de estadificación del AJCC. Los resultados de estos estudios apoyan el beneficio de la linfadenectomía terapéutica, incluidas disecciones axilar e ilioinguinal, para el sarcoma de tejidos blandos en extremidad con metástasis a ganglios linfáticos regiona- les.31 En los pacientes con ganglios regionales sospechosos por los datos clínicos o radiológicos se debe confirmar la metástasis mediante aspiración preoperatoria con aguja fina antes de la linfadenectomía radical. Metástasis a distancia Las metástasis a distancia se reconocen con mayor frecuencia en los pul- mones (fig. 36-4). Pacientes seleccionados con metástasis pulmonares pueden sobrevivir periodos prolongados después de la resección quirúrgi- CUADRO 36-2 Séptima edición de la estadificación del sarcoma del American Joint Committee on Cancer175 Figura 36-4. Una mujer de 29 años de edad con antecedente de un leiomiosarcoma T1 que afectaba la vena cava inferior desarrolló múltiples metástasis pulmonares varios meses después de la resección quirúrgica. 36Brunicardi(1283-1304).indd 128836Brunicardi(1283-1304).indd 1288 12/7/10 17:11:4412/7/10 17:11:44 1289 C A PÍTU LO 36 Sarcom as de tejidos blandos ca y quimioterapia. Otros posibles sitios de metástasis incluyen hueso, ce- rebro e hígado (fig. 36-5). Los sarcomas viscerales y retroperitoneales tie- nen una incidencia mayor de metástasis hepáticas y peritoneales. Factores pronósticos Los factores pronósticos son importantes para identificar a los pacientes con riesgo alto de recurrencia y muerte por la enfermedad. Las variables pronós- ticas en el sarcoma de tejidos blandos incluyen las características del tumor, como tamaño, malignidad y profundidad, todas las cuales se incorporaron en el sistema de estadificación, además de los rasgos histológicos, sitio del tumor y presentación con recurrencia local. Algunos factores del paciente, como edad avanzada y género, también se relacionan con la recurrencia y mortalidad en varios estudios.34 Un margen microscópico positivo y la re- currencia temprana después de la resección de un sarcoma en alguna extre- midad tiene un vínculo comprobado con supervivencia más baja.34 También se ha investigado la expresión de marcadores de la cinética celular y proteínas reguladoras del ciclo celular como factores pronósticos potenciales del sarcoma de tejidos blandos. Varios grupos publicaron que Ki-67, un marcador de proliferación, se relaciona con un mal pronóstico clínico en sarcomas de alta malignidad en extremidades.35,36 Otros han investigado la relación entre la expresión de varias proteínas de membrana y los pronósticos clínicos. La caderina E y las cateninas, proteínas esencia- les para las uniones intercelulares, se vinculan con mal pronóstico en pa- cientes con sarcoma de tejidos blandos.35 De igual manera, la expresión más alta de CD100 en estos últimos se relaciona con un mayor potencial proliferativo y peor pronóstico.36 Nomogramas pronósticos En fecha reciente se introdujeron nomogramas para varios tumores malignos,37-39 incluido el sarcoma de tejidos blandos40 como modelo en el que los factores pronósticos identificados pueden combinarse y usarse para predecir el riesgo de supervivencia específica para la enfermedad. Se desarrolló uno de esos nomogramas para la supervivencia específica de la enfermedad a 12 años del sarcoma posoperatorio general, y se propuso como herramienta para la asesoría al paciente, estrategias de vigilancia y consideración para estudios clínicos. Esta herramienta pronóstica se basa en la edad del paciente, tamaño del tumor, profundidad, sitio, grado y ras- gos histológicos. En fecha más reciente, los mismos investigadores desa- rrollaron un nomograma específico por subtipos para pacientes con lipo- sarcoma41 y demostraron que el nomograma tenía más exactitud para predecir la supervivencia específica para la enfermedad. TRATAMIENTO DEL SARCOMA DE EXTREMIDADES (FIG. 36-6) En la elección del tratamiento primario para sarcomas de tejidos blandos es crítico el diagnóstico histológico preciso preoperatorio. La presentación con lesión a simple vista después de la biopsia incisional, en sacabocado o por aspiración con aguja fina permite al grupo de oncología valorar la proximidad del tumor a estructuras vitales y la posibilidad de llevar a cabo una resección quirúrgica con márgenes histológicos negativos. Además, el tumor puede servir como un marcador biológico de la respuesta si los in- dividuos se incluyen en protocolos de tratamiento neoadyuvantes. En las dos últimas décadas, el tratamiento multimodal mejoró la su- pervivencia y calidad de vida de personas con sarcomas de las extremida- Etapa de la enfermedad Tratamiento Establecer diagnóstico Biopsia con aguja gruesa guiada por CT/US, revisión de patólogo experto Establecer etapa de la enfermedad MRI de extremidad CXR/CVT de tórax Resección quirúrgica Resección quirúrgica, radiación +/– quimioterapia Quimioterapia +/– resección quirúrgica Resección quirúrgica +/– radiación Etapa I Tumores de baja malignidad Etapa II Tumores de alta malignidad ≤5 cm Etapa III >5 cm, enfermedad de alta malignidad o ganglionar Etapa IV Enfermedad metastásica distante Figura 36-6. Algoritmo terapéutico para sarcoma de tejidos blandos en una extremidad. CT, tomografía computadorizada; CXR, radiografía torácica; MRI, imagen por resonancia magnética; US, ecografía. Figura 36-5. Un varón de 69 años de edad con antecedente de liposarcoma pleomórfico T2 en el muslo desarrolló múltiples metástasis pulmonares. 36Brunicardi(1283-1304).indd 128936Brunicardi(1283-1304).indd 1289 12/7/10 17:11:4412/7/10 17:11:44 1290 C A PÍTU LO 36 Sarcom as de tejidos blandos 1. Los tumores de tejidos blandos que crecen o son >3 cm deben valorarse con imágenes radiográficas (ecografía o CT) y establecerse un diagnóstico hístico mediante biopsia con aguja gruesa. 2. Una vez que se establece el diagnóstico de sarcoma, se obtienen imágenes (MRI para lesiones en extremidad y CT para otros sitios anatómicos) y se bus- can metástasis con CT torácica para tumores de malignidadintermedia/alta o T2. 3. Una escisión local amplia con márgenes de 2 cm es un tratamiento adecuado para lesiones de baja malignidad y tumores T1. 4. La radioterapia tiene una función crucial en el tratamiento de tumores gran- des (T2). 5. Los pacientes con sarcomas recurrentes de alta malignidad o metástasis dis- tantes deben valorarse para quimioterapia. 6. Debe optarse por una estrategia quirúrgica agresiva para tratamiento de pa- cientes con recurrencia local aislada o metástasis distantes imposibles de resecar. des. En estas neoplasias, un método terapéutico multidisciplinario dio por resultado tasas de control local hasta de 90%. Sin embargo, los individuos con sarcomas del abdomen aún registran tasas elevadas de recurrencia y mala supervivencia total. La tasa total de supervivencia a cinco años para todas las etapas de sarcomas de tejidos blandos es de 50 a 60%. La mayoría de los pacientes muere por enfermedad metastásica, que se torna obvia en 80% de los casos en el transcurso de dos a tres años tras el diagnóstico inicial. El cuadro 36-3 presenta un breve resumen de las recomendaciones para la valoración y tratamiento de pacientes con tumoraciones de tejidos blandos. Cirugía Los tumores primarios pequeños (<5 cm) sin prueba de enfermedad me- tastásica distante se tratan en forma local, con extirpación, sola o combi- nada con radioterapia, cuando son limitados los márgenes anatomopato- lógicos por restricciones anatómicas. El tipo de resección quirúrgica lo determinan varios factores, entre ellos localización del tumor, tamaño de la neoplasia, profundidad de invasión, inclusión de estructuras cercanas, necesidad de injerto de piel o reconstrucción con tejido autógeno y estado funcional de la persona. En 1985, los National Institutes of Health elabora- ron una declaración de consenso que recomienda la resección con conser- vación del miembro para la mayoría de los sujetos con sarcomas de alto grado de las extremidades.42 Sin embargo, en enfermos cuyos tumores no pueden resecarse con un procedimiento de conservación del miembro y preservación de la función (<5%) el tratamiento de elección es aún la am- putación. Se ha demostrado que el estado del margen después de la resección quirúrgica es un factor pronóstico independiente.43,44 Los individuos con márgenes quirúrgicos positivos en la microscopia tienen un riesgo mayor de fracaso local; empero, aún no se prueba que el margen quirúrgico posi- tivo o el fracaso local afecten de manera adversa la supervivencia total.45 Estos datos deben considerarse en el plan terapéutico si para obtener már- genes quirúrgicos limpios se requiere una amputación o una alteración funcional considerable de la extremidad. Escisión local amplia La escisión local amplia es el tratamiento primario para los sarcomas de la extremidad; el objetivo de éste es resecar el tumor con un margen de por lo menos 1 a 2 cm de tejido circundante normal.43 Las neoplasias suelen estar rodeadas por una zona de tejido reactivo comprimida que forma una seudocápsula y puede guiar de modo equívoco la resección (enucleación) por un cirujano sin experiencia. Cuando se planifican la operación y la radioterapia es necesario considerar las extensiones del tumor más allá de las seudocápsulas. En algunas áreas anatómicas no es posible obtener már- genes negativos por la proximidad de la neoplasia con estructuras vitales. Los sarcomas de tejido blando adyacentes al hueso implican un dilema particular, ya que no es posible obtener un margen amplio sin cortar hue- so (fig. 36-7). Aunque es posible la resección y la reconstrucción de defec- tos óseos, la probabilidad de complicaciones posoperatorias es mayor y es factible que los resultados funcionales no sean tan favorables. Un análisis reciente de Lin et al.46 de 55 pacientes con sarcomas de tejidos blandos opuestos al hueso informó que, en ausencia de franca penetración cortical ósea, el periostio es un margen quirúrgico adecuado para los sarcomas tratados con escisión amplia y radiación. Se considera que la invasión ósea por un sarcoma de tejidos blandos en una extremidad, que casi siempre puede identificarse con una imagen transversal de alta calidad, como la MRI, ocurre en casi 5% de los pacientes.47 En tales casos es necesaria la re- sección ósea para obtener un margen quirúrgico adecuado y lograr con- trol local. La invasión tumoral ósea se acompaña de descenso de la super- vivencia general.47 Rara vez se lleva a cabo una escisión en bloque amplia como procedi- miento diagnóstico. Cuando se realiza con este propósito, no suele esti- marse de modo adecuado el estado del margen en la valoración anatomo- patológica del espécimen. A menos que se proporcionen descripciones detalladas del procedimiento quirúrgico y el espécimen anatomopatológi- co, los bordes deben clasificarse como inciertos o desconocidos, una clasi- ficación que se acompaña del mismo pronóstico que el de los márgenes de resección positivos para células tumorales. En estos casos, si es posible, debe realizarse una nueva escisión para asegurar márgenes negativos. También debe incluirse en bloque, junto con el espécimen resecado, el si- tio o trayecto de la biopsia (si esto aplica). Los sarcomas de tejidos blandos que se originan en la parte distal de las extremidades, sobre todo en manos y pies, presentan desafíos técnicos únicos. Aunque los tumores en la parte distal de las extremidades a menu- do se detectan antes (<5 cm) en comparación con los que se originan en la parte proximal, las técnicas de resección y la reconstrucción a menudo son más complejas y la planificación preoperatoria es crucial para obtener re- sultados funcionales favorables. Es indispensable la identificación de la proximidad del tumor a las estructuras críticas subyacentes, como el hue- so, tendones o estructuras neurovasculares en la MRI a fin de planificar el tratamiento quirúrgico. La radiación casi siempre es necesaria como trata- miento adjunto a la cirugía, sin importar el tamaño del tumor, porque es rara la posibilidad de obtener un margen de 2 a 3 cm en la parte distal de las extremidades sin sacrificar estructuras importantes. Para tumores lo- cales avanzados se han obtenido buenos resultados funcionales con re- construcción de defectos óseos, reconstrucción vascular, transferencia de tendones y reconstrucción de tejidos blandos con colgajos regionales o li- bres.48 La amputación se mantiene como una opción terapéutica razona- ble para pacientes con sarcomas de tejidos blandos en la parte distal de las extremidades cuando los resultados oncológicos o funcionales no pueden lograrse con técnicas de salvamento de la extremidad. Figura 36-7. Sarcoma de alta malignidad no clasificado en el muslo izquierdo que mide 21.7 × 7 × 5.2 cm, adyacente a la corteza femoral en la parte anterior y anteromedial, sin evidencia de invasión medular. CUADRO 36-3 Recomendaciones para el tratamiento de tumoraciones en el tejido blando 36Brunicardi(1283-1304).indd 129036Brunicardi(1283-1304).indd 1290 12/7/10 17:11:4412/7/10 17:11:44 1291 C A PÍTU LO 36 Sarcom as de tejidos blandos Varios estudios publicaron mejor supervivencia en pacientes con me- tástasis ganglionares linfáticas regionales aisladas tratados con linfadenec- tomía radical.3,31-33 En personas con ganglios regionales con sospecha clínica o radiológica debe confirmarse la metástasis antes de la linfadenec- tomía radical. La práctica actual en la institución de los autores incluye valoración con ecografía, con biopsia por aspiración con aguja fina de ganglios linfáticos en pacientes seleccionados con hallazgos clínicos o ra- diológicos sospechosos. El uso de biopsia del ganglio centinela se ha cues- tionado para subtipos histológicos particulares de sarcoma de alta malig- nidad con propensión a metástasis ganglionares (p. ej., sarcoma epitelioide, rabdomiosarcoma, sarcoma de células claras, sarcoma sinovial, MFH y angiosarcoma). Sin embargo, no hay estudios prospectivospara valorar en forma adecuada la sensibilidad y especificidad de las técnicas de biopsia del ganglio centinela en estos pacientes. La probabilidad de recurrencia local sin operación apropiada ni trata- miento combinado con resección y radiación es >50%. Con las técnicas quirúrgicas y de radioterapia modernas han mejorado las tasas de preser- vación de extremidades y de control local. Hoy en día es común notificar una tasa de fracaso local de 10% después del tratamiento apropiado de sarcomas de tejidos blandos de las extremidades. La amputación no es necesaria incluso en pacientes con tumores locales avanzados que com- prometen estructuras vasculares mayores, ya que en sujetos seleccionados es posible la reconstrucción vascular y a menudo produce resultados fun- cionales razonables. En una pequeña serie, la resección tumoral con re- construcción vascular produjo un aumento en las complicaciones posope- ratorias. Sin embargo, las tasas de recurrencia local y supervivencia a cinco años fueron similares a las de los sujetos que no ameritaron resección vascular.49,50 Amputación La amputación constituye el tratamiento de elección para 5% de pacientes con tumores de extremidad primarios o recurrentes que no pueden rese- carse mediante una técnica para conservación de extremidad al tiempo que se respete su función. La escisión local de sarcomas de tejidos blandos siempre ha tenido tasas de fracaso local de 50 a 70%, incluso cuando se extirpa un margen de tejido normal alrededor del tumor. En consecuen- cia, la resección radical o amputación se constituyó en el tratamiento es- tándar. Como los sarcomas se diseminan a lo largo de planos fasciales o dentro de haces musculares, la resección radical incluye extirpación de todos los músculos del compartimiento afectado, además de nervios, va- sos y hueso; por lo antes mencionado, esta estrategia con frecuencia re- quiere una amputación. La adición de radioterapia a una resección quirúrgica menos radical permite en muchos casos salvar la extremidad. En el National Cancer Ins- titute se llevó a cabo entre 1975 y 1981 una comparación de amputación o procedimiento de conservación de la extremidad seguido de radioterapia coadyuvante.51 Se distribuyó al azar a 43 pacientes, 27 en el grupo de con- servación de la extremidad y 16 en el de amputación. El seguimiento me- diano fue de cuatro años con ocho meses. Hubo cuatro recurrencias loca- les en el grupo de conservación de la extremidad y ninguna en sujetos sometidos a amputación. No se observó diferencia estadística en la recu- rrencia local o la supervivencia total entre los dos grupos. Potter et al.52 revisaron después la experiencia del National Cancer Institute en 123 pa- cientes tratados mediante operación conservadora junto con radioterapia y 83 programados para amputación. La diferencia en el control local fue importante entre los grupos, con una tasa de fracaso local de 8% en el primero y ninguna recurrencia en el segundo. Sin embargo, las tasas de supervivencia no tuvieron variación estadística significativa entre un gru- po y otro. Varios estudios de grandes instituciones únicas notificaron tasas favorables de control local con la resección conservadora combinada con radioterapia.53-55 Perfusión regional aislada La perfusión regional aislada es un método de investigación para el trata- miento de sarcomas de las extremidades, y recibe más apoyo en Europa. Por lo general se indica como alternativa de la conservación de la extremi- dad en sujetos con sarcoma de tejidos blandos local avanzado o con recu- rrencia local, así como para pacientes con sarcomas multifocales. Además, se aplica como tratamiento paliativo para lograr el control local en enfer- mos con afección metastásica distante. La perfusión del miembro consiste en apartar de la circulación sistémi- ca la arteria y vena principales del miembro a perfundir. La elección del acceso anatómico depende del sitio del tumor; se utilizan los vasos iliacos externos en tumores del muslo, los femorales o poplíteos para neoplasias de la pantorrilla y los vasos axilares en tumoraciones de la extremidad superior. Se disecan los vasos y se ligan todas las colaterales. A continua- ción se cateterizan los vasos y se conectan a una bomba extracorpórea similar a la que se utiliza en la circulación extracorpórea. Se aplica un tor- niquete o una banda de Esmarch a la extremidad para lograr el aislamien- to vascular completo. En las extremidades inferiores se fija la banda de Esmarch en la espina iliaca anterosuperior con ayuda de un alfiler inserta- do en los huesos pélvicos. En la extremidad superior, el alfiler se fija a ni- veles escapular y pectoral. En seguida se añaden fármacos quimioterapéu- ticos al circuito de perfusión y se dejan circular durante 90 min. Se vigila de modo continuo el escape sistémico de la extremidad perfundida mediante la detección de albúmina sérica humana marcada con 99Tc in- yectada en el líquido de perfusión, y con un contador Geiger se registra la radiactividad que existe en el área precordial. Durante todo el procedi- miento se conserva la temperatura de la extremidad perfundida mediante calentamiento externo y el líquido de perfusión a 40°C. Al terminar el procedimiento se lava la extremidad, se extraen los catéteres y se reparan los vasos sanguíneos. A pesar de que la perfusión aislada del miembro se ha efectuado desde hace 40 años para el tratamiento de sarcomas de la extremidad, aún es necesario resolver muchas dudas. Deben aclararse, entre otros, la elección del fármaco quimioterapéutico en el circuito de perfusión, los beneficios de la hipertermia y la eficacia de la perfusión hipertérmica en métodos neocoadyuvantes o coadyuvantes. Estudios publicados hasta la fecha in- cluyen grupos de pacientes heterogéneos y diversos agentes quimiotera- péuticos. A pesar de estos problemas, se han registrado tasas de respues- ta favorables de 18 a 80% y de supervivencia total a cinco años de 50 a 70%.56-60 En 1974, McBride informó por primera vez los resultados de 79 indivi- duos con sarcomas de las extremidades tratados mediante perfusión aisla- da del miembro durante los 14 años anteriores.56 Todos los pacientes reci- bieron melfalán y dactinomicina. La tasa total de supervivencia a cinco años fue de 57% y sólo en 13 enfermos se llevó a cabo una amputación subsecuente por recurrencia de la enfermedad. Durante los siguientes 20 años se dejó de utilizar la perfusión aislada de la extremidad para el trata- miento de sarcomas por varias razones, sobre todo la mejor supervivencia y las tasas más bajas de recurrencia local con un tratamiento menos radi- cal. Se combinó la escisión quirúrgica conservadora con radioterapia o quimioterapia neoadyuvante; de ese modo se ofrecieron opciones para conservar la extremidad a sujetos destinados antes a una amputación. Si se toman en cuenta los resultados alentadores del tratamiento combinado, es difícil justificar el procedimiento de perfusión aislada, que resulta costoso y desafiante en términos técnicos. En 1992, un informe de Lienard et al.60 regeneró el interés por la perfu- sión aislada del miembro como tratamiento para tumores de la extremi- dad. Estos investigadores publicaron una tasa de respuesta de 100% en personas con melanomas y sarcomas de la extremidad cuando se adminis- traron en un circuito de perfusión aislado dosis altas de factor de necrosis tumoral-α recombinante junto con interferón-γ y melfalán. Este informe dio lugar a estudios más grandes dirigidos de manera específica a pacien- tes con sarcoma. El más grande de ellos, el European Multicenter Study, lo comunicaron Eggermont et al., en 1996.58 En ese estudio con 186 pacien- tes, la tasa total de respuesta del tumor fue de 82%. La tasa de respuesta completa clínica y anatomopatológica fue de 29%. Aunque todos los par- ticipantes del estudio eran elegibles para amputación, se informó conser- vación de la extremidad en 82%, tras la perfusión aislada.58 Un estudio similarvaloró la función de la perfusión aislada hipertér- mica del miembro con factor de necrosis tumoral y melfalán en pacientes con sarcomas de la extremidad. Se observó una respuesta completa en 26% de los enfermos y en 30% fue parcial. En 14 personas (32%) se realizó amputación por progresión de los tumores, en tanto que en el otro 68% fue factible llevar a cabo el procedimiento de salvamento de la extremidad después de la perfusión aislada del miembro.59 Se piensa que los resultados inferiores de los estudios estadounidenses se deben a sesgos en la selección de los enfermos y el grado de tratamiento previo antes de la perfusión del miembro. No obstante las publicaciones indican que la actividad del melfalán contra sarcomas de tejidos blandos es mínima cuando se utiliza como fár- 36Brunicardi(1283-1304).indd 129136Brunicardi(1283-1304).indd 1291 12/7/10 17:11:4512/7/10 17:11:45 1292 C A PÍTU LO 36 Sarcom as de tejidos blandos maco sistémico y puede proporcionar respuestas notables con toxicidad mínima cuando se emplea en el circuito de perfusión del miembro. La doxorrubicina es el fármaco sistémico más eficaz para sarcomas de tejidos blandos, pero las preocupaciones sobre su posible toxicidad local y regio- nal limitaron su uso en la perfusión aislada del miembro. Rossi et al.61 efectuaron un estudio clínico de fase II de perfusión aislada hipertérmica del miembro con doxorrubicina en 23 pacientes con sarcomas de las extre- midades. Informaron una tasa de salvamento del miembro de 91% y tasas aceptables de toxicidad de grados 3 y 4 sistémicas (4%) y locales y regiona- les (22%). No se ha hecho una comparación directa de la supervivencia después de la perfusión de la extremidad aislada con otras estrategias terapéuticas más convencionales, incluida la escisión local amplia y radioterapia o am- putación. Radioterapia En la década de 1970, en 50% de los pacientes con sarcomas de la extremi- dad se realizaba una amputación para control local de los tumores. A pesar de la tasa de recurrencia local menor de 10% después de la operación ra- dical, fallecía un gran número de ellos por enfermedad metastásica. Este reconocimiento llevó al desarrollo del tratamiento local que incluía esci- sión quirúrgica conservadora combinada con radioterapia posoperatoria; dichas técnicas proporcionaron tasas de control local de 80 a 90%. Las pruebas para radioterapia coadyuvante en sujetos elegibles para una resec- ción quirúrgica conservadora provienen de dos estudios clínicos con asig- nación al azar62,63 y tres informes grandes de instituciones únicas.64-66 En un estudio clínico con asignación al azar del National Cancer Institute se trató a 91 personas con tumores de alta malignidad de la extremidad me- diante el procedimiento de conservación del miembro seguido de quimio- terapia sola o radioterapia y quimioterapia coadyuvantes. Se trató a un segundo grupo de 50 enfermos con tumores de baja malignidad mediante resección sola o con radioterapia. La tasa de control local a 10 años en to- dos los individuos que recibieron radioterapia fue de 98%, contra 70% de quienes no recibieron radioterapia (P = 0.0001).62 De igual forma, en un estudio clínico con asignación al azar del Memorial Sloan-Kettering Can- cer Center, se aplicó observación o braquiterapia en 164 pacientes después del procedimiento conservador. La tasa de control local a cinco años en enfermos con tumores de alto grado fue de 66% en el grupo de observa- ción y 89% en el de braquiterapia (P = 0.003).63 No se reconocieron dife- rencias estadísticas de consideración entre los grupos de tratamiento de pacientes con tumores de baja malignidad.67 Hasta fecha reciente, los lineamientos terapéuticos estándar requerían la radioterapia como adyuvante de la cirugía en todos los sujetos con tu- mores intermedios o muy agresivos de cualquier tamaño. No obstante, en general, las neoplasias pequeñas (≤5 cm) no suelen acompañarse de recu- rrencia local y quizá no se precise la radioterapia. En una serie de 174 in- dividuos que publicaron Geer et al., la radioterapia posoperatoria no me- joró las tasas de recurrencia local ni la supervivencia general a cinco años en personas con sarcomas de tejidos blandos pequeños.68 Karakousis et al. notificaron una tasa de recurrencia local a cinco años de 6% en 80 pacien- tes con sarcomas de las extremidades que se trataron mediante escisión local amplia y observación, una tasa similar a la de 64 enfermos en los que se llevó a cabo resección con márgenes quirúrgicos más estrechos y radia- ción posoperatoria coadyuvante.69 Estos investigadores argumentaron que las elevadas tasas de recurrencia después de la intervención menos radical se publicaron en la era anterior al uso de la MRI preoperatoria, y antes de que se contara con mejores técnicas quirúrgicas y anatomopato- lógicas. Aún no se define la modalidad [haz externo, braquiterapia o radiotera- pia con intensidad modulada (IMRT, intensity-modulated radiation thera- py)] y el momento (preoperatorio, intraoperatorio, posoperatorio) ópti- mos. La radioterapia con haz externo puede suministrarse mediante haces de fotones o partículas (electrones, protones, piones o neutrones). La frac- ción convencional es casi siempre de 1.8 a 2 Gy/día. La CT es una parte integral de la radioterapia. Se usa para definir el volumen de tumor a sim- ple vista y estimar un margen de tejido con riesgo de afección microscópi- ca por el tumor. Aún no se precisa bien el margen óptimo; el estándar es un margen de radiación de 5 a 7 cm, aunque algunos centros recomiendan márgenes más amplios para tumores >15 cm. En casi todas las institucio- nes, la dosis preoperatoria típica es de 50 Gy, administrada en 25 fraccio- nes. La planificación de la radioterapia posoperatoria se basa en el grado del tumor, la estimación de los márgenes quirúrgicos y las preferencias de la institución. Es necesario incluir la totalidad de la cicatriz quirúrgica y los sitios de drenaje en el campo, de tal manera que pueda administrarse a la piel una dosis casi completa. Las grapas metálicas colocadas en el lecho del tumor durante la cirugía ayudan a definir los límites de la resección y la planificación de la radioterapia. Para el tratamiento posoperatorio se necesitan dosis de 60 a 70 Gy. Aunque la radioterapia posoperatoria para sarcoma en la extremidad superior se acompaña de menor incidencia de complicaciones de la herida, el sitio en la extremidad superior también se relaciona con mayor índice de recurrencia local en comparación con la extremidad inferior.70 No existe consenso sobre la secuencia óptima de radioterapia y opera- ción. Los datos disponibles provienen en gran parte de estudios sin asig- nación al azar de instituciones únicas. Quienes proponen la radioterapia preoperatoria aducen varias ventajas. La planificación multidisciplinaria con oncólogos radioterapeutas, oncólogos médicos y cirujanos se facilita pronto en el curso del tratamiento si el tumor se encuentra in situ; más aún, pueden suministrarse dosis de radiación preoperatoria bajas a un le- cho hístico no alterado con oxigenación hística mejorada. Además, Niel- sen et al.71 demostraron que el tamaño de los campos de radiación pre- operatoria es más pequeño y el número de articulaciones incluidas en ellos es menor respecto de los campos de radiación posoperatoria, lo que puede proporcionar un mejor resultado final funcional. Quienes objetan la ra- dioterapia preoperatoria arguyen como impedimentos la dificultad para la valoración anatomopatológica de los márgenes y la tasa mayor de compli- caciones de la herida.72 Sin embargo, cada vez se utilizan con mayor fre- cuencia técnicas de cirugía plástica con procedimientos avanzados de transferencia de tejidos en estas heridas de riesgo alto, y se refieren resul- tados finales mejores. La única comparación con asignación al azar de radioterapia preopera- toria y posoperatoria conducida hasta la fecha la llevó a cabo el National CancerInstitute of Canada Clinical Trial Canadian Sarcoma Group.73 Este estudio clínico se diseñó para comparar las complicaciones y el resultado final funcional de pacientes tratados mediante radioterapia preoperatoria y posoperatoria con haz externo. Los 190 enfermos se incorporaron desde octubre de 1994 hasta diciembre de 1997 y se distribuyeron de manera aleatoria para radioterapia preoperatoria (50 Gy) o posoperatoria (66 Gy). Con una mediana de seguimiento de 3.3 años, los índices de recurrencia y supervivencia libre de progresión fueron similares entre los grupos, sólo hubo diferencia estadística significativa en los índices de complicaciones de las heridas. O sea, la incidencia de complicaciones en la herida fue de 35% en los enfermos que recibieron radioterapia preoperatoria, pero sólo de 17% en los individuos con radioterapia posoperatoria.73 La toxicidad tardía por radiación fue más alta en el grupo posoperatorio en compara- ción con el grupo que recibió radioterapia preoperatoria (48.2 vs. 31.5%), los mayores tamaños del campo de radiación predijeron índices más altos de fibrosis, rigidez articular y edema.74 La braquiterapia incluye la colocación de múltiples catéteres en el lecho de resección tumoral. El principal beneficio de la braquiterapia es el tiem- po de tratamiento total más corto, de cuatro a seis días, comparado con los regímenes de radioterapia preoperatoria o posoperatoria, que pueden ser de cuatro a seis semanas. Asimismo, la braquiterapia produce menos dis- persión de la radiación a regiones anatómicas críticas (p. ej., gónadas o articulaciones) y tal vez mejor función. Una comparación del análisis del costo de la braquiterapia y la radioterapia con haz externo demostró que los costos fueron menores en la radiación coadyuvante con braquiterapia de sarcomas de tejidos blandos.75 También puede utilizarse braquitera- pia para la enfermedad recurrente que se trató antes mediante radiación con haz externo. Los lineamientos establecidos en el Memorial Sloan-Ket- tering Cancer Center recomiendan exteriorizar los catéteres con una dis- tancia de al menos 1 cm de diferencia, al tiempo que se deja un margen de 2 cm alrededor del lecho quirúrgico.63 Una vez que se establece la cicatri- zación adecuada de la herida, la mayoría de las veces después del quinto día del posoperatorio, se cargan los catéteres con implantes que contienen iridio-192 y proporcionan 42 a 45 Gy de radiación al lecho del tumor du- rante cuatro a seis días. La principal desventaja de la braquiterapia es que exige prolongar el internamiento y reposo en cama. En fecha reciente se introdujo la IMRT como técnica de radiación con aplicación más precisa al tumor al tiempo que respeta los tejidos cir- cundantes. Los beneficios propuestos de la IMRT preoperatoria incluyen 36Brunicardi(1283-1304).indd 129236Brunicardi(1283-1304).indd 1292 12/7/10 17:11:4512/7/10 17:11:45 1293 C A PÍTU LO 36 Sarcom as de tejidos blandos aplicación terapéutica a los tumores mientras se disminuye la dosis a los tejidos superficiales (o sea, la piel), lo que disminuye las infecciones pos- operatorias de la herida76 y las complicaciones óseas subyacentes (p. ej., al fémur) porque logra distribuciones cóncavas de la dosis.77 En teoría, el tratamiento con IMRT implicaría un menor riesgo de fracturas femorales a largo plazo. Todavía se desconocen los resultados a largo plazo después de la radioterapia con intensidad modulada. La toxicidad local por radioterapia varía de acuerdo con la dosis, el tamaño del campo y el momento (preoperatorio o posoperatorio). Con la radioterapia preoperatoria, las complicaciones más frecuentes de la herida son dehiscencia, necrosis de la herida, drenaje persistente, infección, for- mación de seromas, ulceración y celulitis.73 Asimismo, la radioterapia pos- operatoria de colgajos libres suele acompañarse de complicaciones de la herida y es necesario advertir a los pacientes que quizá se requiera una reparación quirúrgica secundaria. Las tasas de complicaciones de la heri- da publicadas de 13 a 37% en personas que reciben radioterapia preopera- toria son comparables con el 5 a 20% de los enfermos sometidos a trata- miento posoperatorio.78 Si los catéteres se cargan después del quinto día del posoperatorio, las tasas de complicaciones de la herida después de la braquiterapia son similares a las que se observan en la radioterapia pos- operatoria. Los efectos a largo plazo de la radioterapia (los que ocurren más de un año tras la conclusión del tratamiento) suelen vincularse con fibrosis/con- tractura, linfedema, lesión neural, osteítis y fractura, todos los cuales pue- den causar deterioro funcional considerable.78 Las variables relacionadas con un peor resultado funcional después de la radioterapia incluyen trata- miento de tumores grandes, dosis de radiación más elevadas (>63 Gy), campos de radiación mayores (>35 cm), mala técnica de radiación, sacri- ficio neural, fracturas posoperatorias y complicaciones de la herida.74,79 Además, es menos probable que haya complicaciones de cualquier tipo después del tratamiento para el sarcoma en una extremidad superior.72,73 Tratamiento sistémico A pesar de los adelantos en las tasas de control local, las metástasis y la muerte son aún un problema importante en pacientes con sarcomas de tejidos blandos de alto riesgo. Entre las personas con alto riesgo de muerte por sarcoma figuran quienes presentan enfermedad metastásica e indivi- duos con sarcomas localizados en sitios distintos de las extremidades o sarcomas con histología de malignidad intermedia o alta >5 cm (T2).27,63 El tratamiento de pacientes con enfermedad localizada o metastásica de alto riesgo a menudo incluye quimioterapia. Los resultados de los regímenes convencionales de quimioterapia son malos en la mayoría de los pacientes con sarcoma. Como grupo, los sarco- mas comprenden subtipos histológicos que responden bien a la quimiote- rapia citotóxica y subtipos que son siempre resistentes a los agentes actua- les. Ya se demostró un espectro de sensibilidad a la quimioterapia para varios subtipos histológicos. En particular, el sarcoma sinovial y el fibro- sarcoma son muy sensibles a la quimioterapia;80 el liposarcoma y el mixo- fibrosarcoma tienen sensibilidad intermedia, y los tumores estromales GI y condrosarcoma son muy resistentes a la quimioterapia. Al considerar la variabilidad de las respuestas, no es sorprendente que no se hayan demos- trado beneficios en la supervivencia general. Los datos muestran que sólo tres fármacos, la doxorrubicina, dacarba- cina e ifosfamida, poseen tasas constantes de respuesta de 20% o mayores en sarcomas de tejidos blandos avanzados. Los dos agentes más activos son doxorrubicina e ifosfamida, con tasas consistentes de respuesta de 20% o mayores, y los dos fármacos muestran curvas de dosis-respuesta positivas.81,82 Las tasas de respuesta informadas a la ifosfamida varían de 20 a 60% en series de instituciones únicas mediante regímenes posológi- cos mayores o combinados con doxorrubicina.82 En los últimos cinco años se ha observado la actividad de varios fármacos quimioterapéuticos más. Los índices de respuesta publicados a gemcitabina como fármaco único en pacientes con sarcoma avanzado son de 18%,83 excepto para el subtipo histológico específico leiomiosarcoma, en el cual se han informado índi- ces de respuesta de hasta 53%, ya sea como agente único o combinada con docetaxel.83,84 La gemcitabina combinada con vinorelbina también aporta beneficio clínico a los pacientes con sarcomas avanzados.85 Otros agentes citotóxicos para subtipos específicos incluyen a los taxanos, docetaxel y paclitaxel, para los que se descubrió una actividad específica contra angiosarcomas.86,87 Integración del tratamiento multimodal Su principal objetivo es la curación; cuando esto no es factible, la finalidad es la paliación de los síntomas. Los pacientes con sospecha diagnóstica de sarcoma de tejidos blandosdeben referirse a centros multidisciplinarios que se especializan en tratar esta enfermedad.88 Siempre que es posible, los pacientes con una masa profunda en tejido blando deben referirse, incluso antes de llevar a cabo una biopsia, a un centro terciario para recibir cuida- dos de un grupo de especialistas. De manera característica, estos grupos multidisciplinarios incluyen oncólogos de varias disciplinas (medicina, pediatría [si es el caso], cirugía y radioterapia) y anatomopatólogos, radió- logos y personal auxiliar. Un análisis de Gutierrez et al.89 indica que los pacientes con sarcoma de tejidos blandos tratados en centros con gran volumen de pacientes tienen supervivencia y resultados funcionales mu- cho mejores. Concluyeron que en particular aquellos con tumores gran- des, de alta malignidad o troncales/retroperitoneales deben tratarse sólo en centros especializados. Quimioterapia adyuvante Aún existe controversia sobre el uso de la quimioterapia adyuvante para sarcomas de tejidos blandos. La tasa de supervivencia promedio a cinco años sin enfermedad en personas con una afección inicial localizada sólo es de 50%. Más de una docena de estudios clínicos con asignación al azar, individuales, de quimioterapia coadyuvante no demostró mejoría en suje- tos sin enfermedad ni en la supervivencia total en enfermos con sarcomas de tejidos blandos. Sin embargo, es posible que varias limitaciones de estos estudios clínicos individuales expliquen la falta de mejoría observada. Pri- mero, los regímenes de quimioterapia empleados fueron subóptimos y se basaron en el tratamiento con un fármaco (con mayor frecuencia doxo- rrubicina) y programas de dosificación insuficiente. Segundo, los grupos de personas no fueron lo bastante grandes para detectar diferencias clíni- cas de importancia en las tasas de supervivencia. Por último, casi todos los estudios incluyeron a enfermos con riesgo bajo de metástasis y muerte, en especial pacientes con tumores pequeños (<5 cm) y de baja malignidad. El Sarcoma Meta-Analysis Collaboration analizó a 1 568 pacientes de 14 estudios clínicos de quimioterapia adyuvante basada en doxorrubicina para valorar el efecto de este tratamiento en sarcomas de tejidos blandos, localizados y resecables.90 En un seguimiento mediano de 9.4 años, dicho tratamiento mejoró en notoria proporción las tasas de tiempo hasta una recurrencia local y distante y de supervivencia sin recurrencia. Sin embar- go, el beneficio absoluto en la supervivencia total de la muestra fue sólo de 4%, que no fue significativo (P = 0.12). En un análisis de subgrupo, los sujetos con tumores de las extremidades tuvieron un beneficio de 7% en la supervivencia (P = 0.029).90 Después de este metaanálisis, estudios clínicos controlados y con asig- nación al azar adicionales con combinaciones más modernas (fármacos, dosis y programas) de antraciclina/ifosfamida para números relativamen- te pequeños de pacientes proporcionaron resultados inconsistentes. En un estudio clínico cooperativo italiano se observó una mejoría aparente en los tiempos medianos de supervivencia sin enfermedad y total en personas con sarcomas del tejido blando de la extremidad, de alto riesgo.91 En ese estudio se distribuyó al azar a 104 enfermos con tumores de alta maligni- dad ≥5 cm a tratamiento local definitivo (resección) o tratamiento local y quimioterapia adyuvante, que consistió en epirrubicina (60 mg/m2/día en los días primero y segundo) e ifosfamida (1.8 g/m2/día en los días primero a quinto) durante cinco ciclos. En un seguimiento mediano de casi cinco años, los tiempos de supervivencia sin enfermedad fueron de 16 meses en el grupo con resección sola y 48 meses en el de tratamiento combinado (P = 0.04), y una mediana general de supervivencia de 46 meses en com- paración con 75 meses (P = 0.03) en quienes se trataron mediante ablación comparada con esta última y quimioterapia, respectivamente.91 Sin em- bargo, varios años después se observó convergencia en los índices de recaí- da (28% en el grupo con quimioterapia y 32% en el de control) y muertes (22% en comparación con 29%) que derivaron en una supervivencia gene- ral estadísticamente similar.92 Otros estudios clínicos con asignación al azar no confirmaron este beneficio. En un esfuerzo por valorar mejor la función de la quimioterapia en pacientes con sarcoma en extremidad en etapa III, hace poco se realizó un análisis de las bases de datos combinadas de la University of Texas M. D. Anderson y Memorial Sloan-Kettering. Se revisaron los datos de 674 pacien- tes con sarcoma etapa III en una extremidad, que recibieron quimioterapia basada en doxorrubicina preoperatoria o posoperatoria para conocer los 36Brunicardi(1283-1304).indd 129336Brunicardi(1283-1304).indd 1293 12/7/10 17:11:4512/7/10 17:11:45 1294 C A PÍTU LO 36 Sarcom as de tejidos blandos resultados (supervivencia general específica por enfermedad a cinco años e índices de recurrencia local y distante a cinco años) con el tratamiento sis- témico. La tasa de supervivencia específica para la enfermedad a cinco años fue 61%.93 El análisis de regresión de Cox mostró un efecto variable con el tiempo de la quimioterapia con un beneficio relacionado durante el primer año. Sin embargo, los beneficios clínicos de la doxorrubicina en pacientes con sarcomas en extremidad de alto riesgo no se mantuvieron luego de un año después del tratamiento. Grobmyer et al. también compa- raron el resultado de una cohorte de pacientes tratados en dos instituciones (1990 a 2001) sólo con tratamiento quirúrgico o con quimioterapia neo- adyuvante que incluyera doxorrubicina y ciclofosfamida. En este análisis hubo una mejoría en la supervivencia específica para la enfermedad a tres años, más pronunciada en pacientes con tumores >10 cm (62% para la ci- rugía sola frente a 83% para cirugía con quimioterapia neoadyuvante).94 Como la evidencia referente al tratamiento de la enfermedad en etapa III no es concluyente, todavía existe una variación considerable en los es- tándares terapéuticos. Pudiera ser que haya subgrupos de pacientes con sarcoma de tejidos blandos en la extremidad de alto riesgo, con base en el tamaño del tumor o los rasgos histológicos, que obtengan un beneficio significativo de la quimioterapia sistémica. En particular, los análisis re- trospectivos por grupo detectaron un beneficio en la supervivencia espe- cífica de la enfermedad en pacientes con grandes liposarcomas (T2) de alta malignidad y en sarcomas sinoviales de la extremidad tratados con ifosfamida combinada con doxorrubicina, en comparación con pacientes que no recibieron quimioterapia.95 Un elemento disuasorio para el uso de quimioterapia adyuvante es el riesgo de efectos tóxicos adversos en pacientes que no responden al trata- miento. A fin de optimizar el uso de doxorrubicina e ifosfamida, los inves- tigadores intentaron aumentar las dosis de los fármacos con regímenes combinados, con la finalidad de maximizar la destrucción de las células tumorales. El objetivo final es lograr un mayor índice de respuesta y mejo- rar la calidad de la respuesta lo suficiente para influir en la supervivencia. Sin embargo, los límites a esta estrategia se vuelven evidentes cuando el tratamiento incluye apoyo con factores de crecimiento hemopoyético. El advenimiento de factores de crecimiento como el factor estimulante de colonias de granulocitos y el factor estimulante de colonias de granuloci- tos-macrófagos ha ayudado a disminuir la morbilidad relacionada con la neutropenia; no obstante, la trombocitopenia limitante de la dosis todavía impone un desafío terapéutico. El uso de dosis altas de doxorrubicina está limitado por la toxicidad de la médula ósea y epitelios; síndrome doloroso de mano y pie, y la toxicidad cardiaca que puede ser grave. El perfil de toxicidad de los regímenes sistémicos con gemcitabina ha sido leve, se debe sobre todo a toxicidad hematológica. Este régimen tiene interés clíni- co particular
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