Logo Studenta

La Psicología social aplicable

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

PSICOLOGÍA SOCIAL774
Estos autores señalan que no se puede distinguir entre lo básico y lo aplicado en Psicolo-
gía social por su implicación histórica, y sustituyen estos términos por los de teoría y praxis. 
Ambos aspectos influyen en el nivel psicológico, que es en el que actúa el psicólogo, de manera 
que la teoría organiza su construcción conceptual y la praxis lo ejecuta directamente sobre las 
personas en el marco comunitario, de las consultorías o sanitario (Morales, 1984).
La Psicología social aplicable
El modelo que plantean Mayo y La France (1980) se considera la aportación más estructurada 
y operativa para la Psicología social aplicada. Se ha comparado con la concepción de Fisher 
sobre la dinámica entre la teoría, la investigación y la práctica, revisada anteriormente (Sán-
chez Vidal, 2002). Como describiremos a continuación, estas autoras añaden al análisis básico 
de la teoría y la práctica un tercer elemento: la calidad de vida. También se piensa que este 
modelo puede ser complementario al planteamiento de la teoría-praxis de Gergen y Basseches 
(Morales, 1984).
En él las autoras incorporan la denominación de aplicable para la Psicología Social, en 
vez de aplicada, al considerar que este término tiene un carácter más dinámico y unificador 
que el anterior. De ello se desprende claramente su rechazo a la dicotomía básico-aplicado 
en la Psicología social. El modelo se representa de forma cíclica compuesto por tres elemen-
tos: la calidad de vida, el desarrollo del conocimiento y la utilización e intervención (véase la 
Figura 28.3).
• La calidad de vida: recoge la inquietud de Lewin en cuanto a la necesidad de que los psicó-
logos sociales se impliquen en los problemas sociales. Sin embargo, como ha ocurrido en
el campo de la salud, del que incorporan el término, estas autoras dan un giro positivo al
concepto y, en vez de hablar de problemas sociales, tratan de la calidad de vida. De igual
manera que sucede con la salud, esta concepción positiva del objetivo de la Psicología so-
cial aplicable permite una reorientación de la intervención psicosocial hacia la prevención
y la promoción y no solamente a la solución de un problema social cuando éste ya está
establecido (como la curación cuando ya existe una enfermedad). Al mismo tiempo le
otorga un valor distinto, al advertir la posibilidad de mejoras o alternativas a la situación.
• El desarrollo del conocimiento: se dirige hacia la predicción sobre la explicación. Las autoras
consideran que el psicólogo social, además de explicar, debe predecir cómo ocurren los
acontecimientos psicosociales. Se centran en los efectos más que en las causas, de modo que
dan una importancia especial, en la Psicología social aplicable, al reconocimiento de los
factores antecedentes de los acontecimientos, tal y como ocurren en su contexto natural.
Hacen hincapié en la necesidad de ampliar el estudio de las variables de carácter individual e
interpersonal a los sistemas sociales. Por lo que se centran en las variables macro, en vez de en 
las micro, al contrario de lo que venía siendo la línea dominante en Psicología social.
• Por último, la utilización e intervención: saca a la luz una serie de cuestiones que aún
continúan sin resolver los psicólogos sociales (véase Morales, 1984). Es el aspecto menos
desarrollado de los tres elementos que constituyen el modelo. Parece que la intervención es
la última parte del trabajo que queda demasiadas veces pendiente. Aunque la intervención, 
como se verá más adelante, es uno de los objetivos hacia los que se dirige la Psicología
social y que cada vez ocupa un lugar más destacado en los textos y trabajos aplicados.
Los tres elementos o nudos (mejora de la calidad de vida, construcción del conocimiento y
utilización e intervención) forman un proceso en el que la mejora de la calidad de vida lleva a 
la construcción del conocimiento y, a través de éste, a la utilización-intervención. Esto ocurre 
a través de lo que las autoras llaman adaptadores, que podemos considerar en función de los 
nudos que unen: 
• formulación del problema y elección del método, para la transición entre la mejora de la
calidad de vida y la construcción del conocimiento;
• análisis del sistema y definición del rol, para la transición entre la construcción del cono-
cimiento y la utilización-intervención;
• interpretación y evaluación, para el paso de la utilización-intervención a la mejora de la
calidad de vida.
Figura 28.3: Modelo de “Psicología Social Aplicable” de Mayo y LaFrance.
Este modelo añade elementos muy positivos a la comprensión de la aplicación psicosocial, 
pero también presenta algunas dificultades (véase Sánchez Vidal, 2002). Entre sus méritos 
podemos destacar la incorporación de un objetivo positivo en la mejora de la calidad de vida, 
así como introducir la utilización-intervención como nexo entre la teoría y la práctica. Sin 
embargo, también se ha manifestado que el término adaptador no está lo suficientemente 
claro y que el enfoque positivo, basado en la mejora de la calidad de vida, plantea problemas 
de límites, que requiere establecer unos criterios sobre las necesidades, las prioridades y la 
amplitud de la intervención. Asimismo, es necesario tener en cuenta los límites de la propia 
capacidad de actuación del psicólogo social, puesto que la calidad de vida está determinada 
por muchos elementos que escapan a su campo de acción. 
 La Psicología social como una ciencia aplicada
La Psicología social aplicada, como puede deducirse de las páginas anteriores, es un área de la Psi-
cología social con muy pocos años de historia, que aún no está claramente definida y delimitada. 
Se ha profundizado mucho en las diferencias y la relación entre el área básica y el área aplicada 
de la Psicología social y existen varias aportaciones en este sentido (p. e. Bickman, 1980; Deutsch 
y Hornstein, 1975; Fisher, 1982; Morales, 1984; Sánchez Vidal, 2002). De hecho, como hemos 
puesto de manifiesto, la dicotomía básica-aplicada constituye la base de los planteamientos en 
los distintos modelos, tanto para partir de las diferencias, como para intentar encontrar el nexo 
entre ellas. A continuación intentaremos delimitar, con mayor claridad, lo que estamos enten-
diendo por Psicología social aplicada, la forma en la que se articula como una ciencia aplicada y 
sus características fundamentales. 
Definición y características de la Psicología social aplicada
A partir de los modelos revisados, podemos extraer de forma explícita o implícita la concep-
ción de la Psicología Social Aplicada sobre la que se han construido. Recordemos que Mayo y 
La France conciben la Psicología social aplicable como un ciclo continuo que tiene el objetivo 
de mejorar la calidad de vida de las personas utilizando el conocimiento social aplicable y 
derivando una intervención interdisciplinar. Creen que la evaluación de los resultados de la 
intervención y de los cambios en la calidad de vida permite que se vayan acumulando los 
conocimientos que son socialmente relevantes. 
Por otra parte, Proshansky (1981) define la Psicología social aplicada como una Psicología 
social que investiga problemas concretos de la vida real, con el objetivo fundamental de reunir el 
conocimiento empírico y teórico para comprender los factores y condiciones que pueden servir, si 
es posible, para solucionar los problemas (véase Proshanski, 1981; citado en Blanco y cols., 1985).
Otras definiciones sencillas pueden ayudarnos a entender la función que la Psicología 
social aplicada tiene en la sociedad. Así, Blanco y de la Corte la definen como “la manera de 
aproximarse a la realidad de las diversas vertientes y manifestaciones del comportamiento 
social humano” (1996, p. 14). Esta definición está caracterizada por el empleo de teorías y/o 
metodología psicosocial (Morales, 1984), la consideración de asuntos de la vida cotidiana que 
son de interés para las “personas de la calle”, la contrastación de las hipótesis planteadas en 
situaciones de la vida real,y la perspectiva interdisciplinar. Sin embargo, esta concepción no 
llega a abordar el papel de esta disciplina en la intervención, aspecto que sí tienen en cuenta 
autores como Oskamp (1984) o Schneider y cols. (2005). 
Así, Sadava (1997) resalta el acierto de la definición de Oskamp (1984) al entender la 
Psicología social aplicada como el resultado de las aplicaciones de los métodos, principios y 
hallazgos de la investigación a la solución de problemas sociales. Schneider y cols. (2005) la 
definen como “una rama de la Psicología social que utiliza las teorías, principios y métodos de 
la evidencia de las investigaciones de la Psicología social para comprender problemas sociales y 
prácticos, y para desarrollar estrategias de intervención destinadas a mejorar el funcionamien-
to de las personas, grupos, organizaciones, comunidades y sociedades respecto a problemas 
reales prácticos” (p. 5). Desde esta concepción, el “funcionamiento” hace referencia a que las 
personas se desenvuelvan adecuadamente en relación con algún criterio emocional, de ajuste 
social, salud física, rendimiento escolar, trabajo y demás áreas de su vida. 
Desde la perspectiva que plantean Schneider y cols. (2005), si bien el objetivo último de 
la Psicología social aplicada es producir un “cambio positivo” o mejora del bienestar o, en 
términos más amplios, de la calidad de vida, también se incluye en su cometido la investigación 
previa con el fin de encontrar los factores que determinan un problema social. Tampoco se 
termina la responsabilidad del psicólogo social en el diseño e intervención sobre un problema, 
sino que se extiende a la evaluación de los resultados y consecuencias de la intervención, con 
objeto de asegurarse de sus beneficios. Asimismo, el psicólogo social debe comprobar la ausen-
cia de efectos negativos y considerar la posibilidad de que pudieran darse en algún momento.
Cada modelo o perspectiva incorpora aspectos interesantes que nos ayudan a comprender 
el desarrollo y la tarea de un psicólogo social en el ámbito aplicado. Si nos basamos en los 
aspectos revisados hasta el momento, las principales características de la Psicología social 
aplicada serían las que se indican a continuación. 
La Psicología Social Aplicada: 
• Se constituye como una ciencia.
• Con un corpus teórico proveniente de la Psicología social.
• Adopta una metodología científica.
• Se orienta a la comprensión de los determinantes que subyacen a los problemas sociales.
• Busca la mejora de la calidad de vida, el bienestar social y el cambio social.
• Organiza y lleva a la práctica intervenciones sobre problemas sociales.
• Responde a una obligación ética guiada por un conjunto de valores.
• Es responsable de los resultados de su intervención que se someten a evaluación.
Estas características recogen los tres elementos básicos que ya Weyant (1986) advirtiera en 
la Psicología social (p. 6): 
• Básica, es decir, dirigida a comprender cómo las personas influyen unas en otras.
• Aplicable, es decir, centrada en comprender los problemas del mundo real.
• Aplicada, es decir, dedicada a resolver los problemas reales.
Con el ánimo de concretar, se han señalado dos grandes tendencias en la aplicación de la
Psicología social: la Psicología social aplicada y la Intervención psicosocial (Sánchez Vidal, 
2002). A esta última nos dedicamos a continuación. 
La intervención psicosocial
La intervención psicosocial es claramente el camino que debe recorrer la aplicación de la Psi-
cología social para conseguir el objetivo de reducir los problemas sociales, mejorar la calidad 
de vida, el bienestar o, en general, la vida de las personas. Por ejemplo, se intentaría aumentar 
el respeto entre iguales en un centro escolar manejando los conflictos entre los alumnos, o 
aumentando los hábitos preventivos y de salud. En un ámbito sanitario, se trataría de hacer 
disminuir las probabilidades de que se desarrollen trastornos que pueden desembocar en 
enfermedades o factores de riesgo para la salud. En este apartado revisaremos brevemente los 
objetivos, las etapas y la evaluación de la intervención psicosocial. 
La intervención psicosocial puede abordarse como un elemento dentro de la intervención 
social, en general, con un foco en lo psicosocial específicamente; o como una actividad inde-
pendiente, tal y como la abordaremos en este capítulo. Se ha puesto en duda la viabilidad de 
un enfoque exclusivamente psicosocial argumentando que las causas de los problemas sociales 
residen en factores estructurales. Este argumento pasa por alto que el alcance de las teorías de 
la Psicología social permite comprobar hasta qué punto los procesos psicosociales determinan 
los problemas sociales. De una manera parecida, el avance de la intervención en el área aplica-
da indica las posibilidades de desarrollo de la perspectiva psicosocial.
Problema social, necesidad, bienestar social y calidad de vida
Cuando se alude al objetivo de la Psicología social aplicada, y en concreto de la intervención, 
tradicionalmente se ha hecho referencia a los problemas sociales. Es un concepto subjetivo 
que se establece según las normas y valores de las personas que lo identifican como tal. Sullivan, 
Thompson, Wrigth, Gross y Spady (1980; véase Clemente, 1992) consideran que existe un 
problema social cuando un grupo de influencia conoce la existencia de una situación social 
que afecta a sus valores, puede solucionarse interviniendo de forma colectiva, y debe res-
ponder a las siguientes características: 
• Todos los miembros de la sociedad tienen que estar de acuerdo en que se trata de un pro-
blema social.
• Tiene que identificarse claramente el grupo que lo considera como tal.
• Deben clarificarse la prioridad de los valores del grupo que percibe el problema social en
comparación con los valores de otros grupos.
• Diferenciarlo de los problemas personales.
También podemos destacar la concepción de Merton (1976) sobre los problemas sociales
(véase Sánchez Vidal, 2002), que incluye la idea de discrepancia entre lo que es y lo que la gente 
piensa que debería ser una situación concreta. 
Cerca de esta acepción o modelo de discrepancia, se encuentra la noción de necesidad social,
más cercana al campo psicológico que al sociológico, al que se asocia más el término de problema 
social. Las necesidades se definen desde la carencia, como “las divergencias respecto de ciertas 
condiciones o estados psicológicos o sociales” (Sánchez Vidal, 2002, p. 107). Por ejemplo, en 
programas de salud comunitaria, es imprescindible la detección de las necesidades de los usua-
rios de los servicios de salud. Estas pueden valorarse en función de: 
• Las discrepancias entre las expectativas y resultados.
• El riesgo de desarrollar situaciones perjudiciales o negativas en el futuro.
• Las necesidades de mantener una ayuda o servicio, cuya retirada sería perjudicial
(McKillip, 1987).
La mayoría de los problemas que padecemos actualmente pueden clasificarse como proble-
mas sociales. Por ejemplo, la adicción a las drogas, el SIDA, la violencia, la discriminación, el 
fracaso escolar o el acoso laboral, son problemas que para su solución necesitan que se realice 
una intervención psicosocial dirigida al cambio de las actitudes, los valores y el estilo de vida 
que los sustentan. Es evidente que la disminución de estos problemas favorece, en general, el 
desarrollo humano, y mejora la calidad de vida y el bienestar social.
El bienestar social en un concepto que se relaciona con el reparto de los recursos de una 
sociedad, como un índice de su desarrollo, a través de medidas de equidad y justicia distribu-
tiva. Se trata de una situación objetiva, sobre una situación real, que parte de unos mínimos 
indispensables (Casas, 1996). Como complemento a la valoración objetiva de la situación 
social como bienestar, el concepto de calidad de vida incluye en su significado la apreciación 
subjetiva de la distribución de los recursos. Aunque, en general, se define como un concepto 
multidimensional(Stewart, Ware y Brook, 1987), se puede entender como una valoración 
cercana al bienestar subjetivo, que relaciona la presencia de elementos indicativos de bienestar 
con la apreciación subjetiva expresada en forma de satisfacción y felicidad global por la vida. 
De este modo, la relación entre las variables subjetivas y las objetivas se combinan para deter-
minar la calidad de vida (véase Blanco, 1985).
Intervención psicosocial
La intervención psicosocial reúne una serie de perspectivas y estrategias para abordar los problemas 
sociales, con el objetivo de aumentar la calidad de vida. En lugar de hacer una revisión de las dife-
rentes técnicas y enfoques en los que se ha centrado, vamos a intentar seguir un esquema básico de 
la intervención, que pueda servir como inicio de intervenciones más amplias y complejas. En este 
sentido, Schneider y cols. (2005) definen la intervención como “una estrategia (o procedimiento) 
que se desarrolla para influir en la conducta de las personas con el objetivo de mejorar su funcio-
namiento respecto a algún problema social o práctico” (p. 56) y expone un proceso muy claro que 
sirve de ejemplo sobre la forma en la que se puede hacer intervención psicosocial. 
La intervención puede realizarse en diferentes dominios de análisis. Siguiendo a Sapsford 
(1998), se identifican los dominios intrapersonal, interpersonal, grupal y societal. Asimismo, 
la intervención sigue diferentes etapas. Antes de la intervención propiamente dicha, conviene 
realizar intervenciones de prueba o ensayo para probar las estrategias de intervención o para 
valorar la eficacia de una intervención sin tener que realizarla obligatoriamente sobre la pobla-
ción objetivo. Cuando se decide realizar la intervención, hay que seguir los siguientes pasos: 
• Identificación de los problemas.
• Búsqueda de soluciones.
• Planteamiento de objetivos y diseño de la intervención.
• Realización de la intervención propiamente dicha.
Identificación de problemas (primer paso)
Schneider señala cómo se canalizan los problemas a través de personas o grupos, a los que se 
denomina actores sociales, que son los afectados por él o los que, por diferentes razones, están 
interesados en él. Estas razones pueden ser personales, en el caso de que sufran o padezcan el 
problema, o de otra índole (p.e., profesionales, de lucro). 
Vale la pena señalar la dificultad en establecer el problema cuando las interpretaciones que 
dan los diferentes canales de información son distintos. Ello pone de manifiesto la necesidad 
de utilizar diferentes métodos (objetivos y subjetivos) para recoger los diversos puntos de vista 
y la presencia de otros problemas en los diversos sectores implicados. También influyen los 
valores que mantiene el psicólogo en su ejercicio profesional, así como los de los grupos socia-
les que intervienen en la situación y el poder que puedan ejercer en su determinación como 
problema. Para establecer la medida en que ocurre un problema y existen necesidades que 
cubrir, se realiza una evaluación de necesidades. A través de ella se recoge la mayor cantidad de 
información para determinar la existencia de la necesidad o del problema, mediante métodos 
formales o directamente de los afectados. Por ejemplo, se reúne a diferentes grupos de actores 
sociales para hacerles una entrevista de grupo o pasarles un cuestionario. 
Búsqueda de una solución (segundo paso)
Se indagan los determinantes del problema sobre el que se quiere intervenir para encontrar 
la forma de solucionarlo. Se distinguen los factores que activan el problema, denominados 
precipitantes, y los que lo mantienen o perpetuantes (por ejemplo, que un enfermo incumpla 
los tratamientos puede estar provocado porque el médico se ha olvidado de explicarlos con 
detalle, pero la falta de consideración de la importancia de los aspectos psicosociales en la 
asistencia sanitaria perpetúa el incumplimiento terapéutico). Una vez detectados los factores 
determinantes, es necesario buscar el tipo de intervención adecuada a las necesidades encon-
tradas. Schneider (2005) considera dos alternativas: 
• Que exista una intervención anterior sobre el mismo problema que se haya mostrado
eficaz.
• Buscar una solución de forma independiente.
Este autor resalta las ventajas de que la solución encontrada se base en alguna teoría psicosocial
importante y recomienda huir de las que proceden del sentido común. Por último, la solución se 
puede expresar en forma de hipótesis de intervención, con el fin de facilitar su comunicación.
Planteamiento de los objetivos y diseño de la intervención (tercer paso)
Supone la realización del diseño de la intervención. Esta se compone de una serie de actividades 
del programa (o procedimientos específicos que se van a poner en marcha con los receptores de 
la intervención), entre los que destacan los siguientes:
• Fines, o resultado que, a largo plazo, se espera conseguir.
• Objetivos, o cambios que se esperan obtener a corto plazo.
• Actividades, que se refieren a los ejercicios o entrenamiento específico a realizar con las
personas a las que va dirigida la intervención, con objeto de conseguir los fines planteados.
Wholey (1983) describe este proceso como un Modelo lógico de programa (véase Schneider
y cols., 2005). Así pues, el programa relaciona las actividades, los objetivos y los fines con una 
base teórica lógica. Véase la Figura 28.4.
Ejecución de la intervención (cuarto paso)
Se refiere a la realización de las actividades planificadas para la intervención con las personas 
a las que se destina dicha intervención. Por tanto, requiere siempre establecer todos los pasos 
y detalles del programa. La dificultad de la realización del programa dependerá de aspectos 
como la población a la que va dirigido, el problema que pretende solucionar, o las condiciones 
en las que se va a desarrollar. Con objeto de que pueda realizarse una evaluación posterior de 
los resultados obtenidos, siempre se lleva a cabo lo que se conoce como la evaluación de pro-
gramas. En realidad, esta evaluación puede considerarse como una quinta fase del programa de 
intervención, que se ejecuta por motivos éticos y de rentabilidad, para asegurarse, como indica 
Schneider (2005), que el programa tiene fundamentos teóricos contrastados, se ha desarrolla-
do de forma ética y ha obtenido los beneficios suficientes en relación con los costes.
Este esquema de intervención psicosocial puede aplicarse a los diferentes campos en los 
que se desarrolla que, como tratamos a continuación, son numerosos.
 Campos de aplicación de la Psicología social
Las aplicaciones de la Psicología social motivan especialmente a los estudiantes y ello se pone de 
manifiesto en el incremento de los trabajos aplicados y de los campos de aplicación. Esto es fácil 
de observar si revisamos algunos de los manuales fundamentales del área (p. e., Álvaro, Garrido 
y Torregrosa, 1996; Brewer y Hewstone, 2004; Deuch y Hornstein, 1975; Expósito y Moya, 
2005; Morales, Blanco, Huici y Fernández, 1985; Ovejero, 1998; Sadava, 1997; Sánchez Vidal, 
2002; Semin y Fiedler, 1996; Schneider, Gruman y Coutts, 2005). Sin ánimo de ser exhaustivos, 
a continuación nos centraremos en las aplicaciones más destacadas de la Psicología Social.
Psicología social de la salud
Es el ámbito que aparece prácticamente en todos los manuales de la disciplina y al que se le dedica 
más capítulos. La salud mental, la salud física, la atención sanitaria y las relaciones que se produ-
cen en todo el proceso de atención de la salud, son objeto de estudio de la Psicología social, hasta 
constituirse en un campo en sí mismo, que se conoce como Psicología social de la salud.
La Psicología Social se incorpora al campo de la salud aplicando sus contenidos y su meto-
dología a la promoción de la salud y a la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación 
de la enfermedad. Parte del objeto de estudio de la Psicología social, es decir, de la interacción 
entre el individuo y la sociedad, para resaltarsu participación esencial en el estudio de la salud. 
Añade al estudio de la salud la consideración de los factores psicosociales que influyen en el 
origen, evolución, mantenimiento y cambio de la salud y de los problemas de salud y enfer-
medad. Todo ello permite llegar a una comprensión de la salud y de la enfermedad en toda su 
globalidad (para una revisión véanse, Barriga, León, Martínez y Jiménez, 1990; Baum, Taylor y 
Singer, 1984; Rodríguez Marín, 1995; Marelich y Erger, 2004; Salovey y Rotman, 2003; Salovey, 
Rottman y Rodin, 1998; Spacapan y Oskamp, 1988; Stroebe y Stroebe, 1995, entre otros). 
Desde este punto de vista, la salud y la enfermedad están fundamentalmente determinadas 
por procesos de interacción, que podemos resaltar en cinco grupos fundamentales de aspectos 
que son abordables desde la Psicología social: 
• El comportamiento de salud y de enfermedad, determinado por las actitudes, creencias,
formas de afrontamiento y atribuciones, resultado de la interacción social (por ejemplo, la
influencia de las creencias en la conducta de riesgo).
• Las interacciones entre los profesionales sanitarios y los usuarios de los servicios y cui-
dados de la salud en todo el proceso de atención (promoción, prevención, tratamiento y
rehabilitación) (por ejemplo, la comunicación de información al paciente por parte de los
profesionales sanitarios).
• El papel de los grupos en la formación, transmisión, expresión y cuidado de la salud (por
ejemplo, el papel del grupo familiar en la promoción de hábitos de salud).
• La formación y educación para la salud en el ámbito comunitario general, por medio de cam-
pañas de cambio de actitudes y marketing social (por ejemplo, las campañas antitabaco).
• El medio sociocultural, que determina el propio concepto de salud, estigmatiza ciertas
enfermedades (como el VIH o el cáncer), controla el acceso a los servicios de salud,
impone un estilo de vida, controla el apoyo social o inf luye a través de las instituciones
en el riesgo de accidentes laborales, polución ambiental y contaminación por vertidos
tóxicos (por ejemplo, el efecto de la exclusión social en la utilización de los servicios de
asistencia sanitaria).
Psicología de las organizaciones
Otros campos de gran importancia para la aplicación psicosocial son organizaciones y centros 
de trabajo, juzgados y salas de justicia, centros escolares, comunidad y servicios sociales, cen-
tros de mayores, equipos deportivos, campañas de propaganda política, estudio de la conducta 
de voto y de los movimientos sociales, medios de comunicación y estudio de la conducta de 
consumo, intervención sobre el estrés psicosocial, o efectos del medio ambiente sobre los seres 
humanos y viceversa. Entre todos estos ámbitos, los centros de trabajo y organizaciones cons-
tituyen la aplicación más desarrollada de la Psicología social y la que constituye su especialidad 
fundamental: la Psicología de las organizaciones. Esta disciplina estudia a las personas en el 
contexto de la organización, cómo ocurren los procesos interpersonales y grupales (p. e., la 
comunicación, el liderazgo o la toma de decisiones), las variables que afectan a la satisfacción 
laboral, la cultura de la organización, los procesos de selección de personal, o las característi-
cas de la persona emprendedora, entre otros aspectos. 
Otros campos que están experimentando un desarrollo importante son la Psicología Ju-
rídica, la Psicología política y la Psicología social de la educación, a los que nos referimos 
brevemente a continuación. 
Psicología jurídica
También denominada, en ocasiones, Psicología aplicada a la ley, cuenta ya con mucha evi-
dencia empírica (p. e., Bull y Carson, 1995; Clemente, 1995; De Paul, 1996; Kapardis, 1997; 
Köhnken,1996; Ross, Read y Toglia, 1994; Sobral, 1994; Sporer, Malpass y Köhnken, 1996; 
Stephenson, 1992). Desde la perspectiva psicosocial se abordan las instituciones penales como 
organización, la conducta del delincuente, sus determinantes, características y comportamiento 
ante la justicia, el juicio y todos los procesos psicosociales que intervienen en el reconocimiento 
de los inculpados, o las declaraciones y la toma de decisiones de los jurados. Estos aspectos se 
han reunido en los que se consideran tres áreas diferenciadas (Kapardis, 1997; véase Brewer y 
Hewstone, 2004): 
• La Psicología en la ley o aplicaciones de la Psicología dentro de la ley (p. e. la Psicología de
los testimonios oculares).
• La Psicología y la ley o investigación psicológica de los delincuentes, abogados y jurados (p. e.
la toma de decisiones de un jurado).
• La Psicología de la ley, que se centra en el estudio de los determinantes de la conducta de
las personas ante la ley (p. e. la obediencia o desobediencia de la leyes).
Psicología política
Esta área se independiza en 1990 como división de la Asociación de Psicología Aplicada 
(Association for Applied Psychology). Se considera “la disciplina que estudia el funciona-
miento mental y acciones de los actores políticos, es decir, de cualquier persona (potencial 
o actual) visto como ciudadano, líder o miembro de un grupo o movimiento cuyo objetivo
es público o colectivo” (Castellani, 1996, p. 283). Estudia aspectos de la actividad pública y
política, tales como los factores de personalidad de las personas que se dedican a este tipo de
actividad, las actitudes y conducta de voto en la población, y los procesos cognitivos subya-
centes al procesamiento de información que se desarrollan en la acción política (Knutson,
1975; Long, 1981; Moya y Morales, 1988; McGrraw, Lodge y Strob, 1990; Sabucedo, 1996).
El cognitivismo ha contribuido al desarrollo de la cognición política, centrada en el estudio
de aspectos como la percepción de los políticos, las habilidades políticas, o el estudio de las
creencias y actitudes políticas.
Psicología social de la educación
Constituida ya como un campo en sí mismo, “descubre los procesos intrapersonales e inter-
personales que operan en el ambiente educativo” (Alexitch, 2005, p. 206). Estudia aspectos 
como la influencia de las creencias, actitudes, expectativas y atribuciones hacia el éxito y 
el fracaso (tanto del alumno como del profesor) en el rendimiento académico de los estu-
diantes, la forma en que ocurre la interacción entre los profesores y los alumnos en el aula 
y cómo puede afectar esta relación a los resultados escolares. Un ejemplo paradigmático lo 
constituyen los trabajos sobre el efecto Pigmalión (Harris y Rosenthal, 1985) acerca de las 
expectativas de los profesores y su influencia en el comportamiento de los alumnos, o sobre 
las expectativas de los alumnos formadas a partir de las atribuciones sobre el éxito y fracaso 
en una materia de estudio (Boekaert, Otten y Voeten, 2003; González-Pineda y cols., 2000; 
Harackiewicz, Barron, Tauer y Elliot, 2002; Kelsey, Kearney, Plax, Allen y Ritter, 2004).
Otras aportaciones de la Psicología social aplicada se desarrollan desde el entorno familiar, 
la comunidad, las relaciones entre las personas y el medio ambiente, las actividades del ocio 
y el tiempo libre, el deporte, el consumo, la conducción de vehículos, la actividad forense, la 
vejez y, hasta las relaciones internacionales. Hay otras aplicaciones emergentes que son la res-
puesta a la aparición de nuevas situaciones y problemas sociales, como el género, la diversidad 
y el prejuicio. 
 Resumen
Este capítulo presenta las líneas generales de la aplicación psicosocial, sus planteamientos fundamentales, 
la concepción de la Psicología social aplicada en función de diferentes propuestas, unas orientaciones 
sobre la intervención psicosocial y algunos campos en los que se está desarrollando esta área aplicada.
El comienzo y desarrollo de la Psicología social aplicada va asociado a la emergencia de problemas 
sociales a los que dar una respuesta, y a la contribución determinante de algunos psicólogos sociales, 
entre los que destaca Kurt Lewin, por su empeño y trabajo en integrar la teoría, la investigación y la 
prácticaen Psicología social. La Psicología social es una disciplina unitaria, pero eso no impide el 
reconocimiento de la existencia de una aproximación teórica y otra aplicada en su desarrollo. La forma 
en que se ha considerado la relación entre lo básico o teórico y lo aplicado o práctico ha sido objeto de 
estudio y de amplios debates, y viene a ser el elemento fundamental sobre el que se han elaborado las 
distintas concepciones y modelos de la aplicación psicosocial.
La investigación-acción, idea original de Lewin, hace referencia a la investigación que se realiza de forma 
activa para producir un cambio social. Es la idea fundamental en la que se inspiran parte de las alterna-
tivas conceptuales sobre la aplicación psicosocial. Asimismo, ha dado lugar al planteamiento de Fisher, 
que intenta integrar la teoría, la investigación y la práctica. En la misma dirección, y en respuesta a 
la necesidad de integrar lo básico y lo aplicado, surgen otros modelos de aplicación psicosocial, que 
pueden agruparse en función de las diferencias que establecen entre ambas orientaciones. 
En este sentido, se ha citado como el paradigma más difundido de modelo de aplicación psicosocial la 
Tecnología social de Varela, que defiende que la tecnología es la que soluciona los problemas y no la 
investigación, y que establece un corte entre investigación y aplicación. Desde una preocupación por 
la metodología, Cialdini propone un Modelo de ciclo completo en el que aplica el conocimiento social a 
contextos reales, utilizando la observación y la experimentación. Desde el rechazo a la distinción entre 
lo básico y lo aplicado, se elaboran el Modelo de la teoría-praxis de Gergen y Basseches y el Modelo de la 
Psicología social aplicable de Mayo y La France. La aportación de Mayo y La France se considera la más 
estructurada, dinámica y unificadora, ya que plantea un proceso compuesto por tres elementos (calidad 
de vida, construcción del conocimiento y utilización-intervención) que se representa como un ciclo. Sus 
aportaciones fundamentales son: introducir un sentido positivo a la intervención psicosocial, al poner 
su objetivo en la mejora de la calidad de vida; insistir en el conocimiento como predicción; resaltar 
la importancia de la intervención, e introducir los adaptadores, o elementos que permiten el paso de la 
calidad de vida a la construcción del conocimiento y de éste a la utilización-intervención.
La Psicología social aplicada se ha definido en función de los diferentes modelos y perspectivas. Sin 
embargo, pueden destacarse algunas características que la representan como una ciencia con un corpus 
teórico proveniente de la Psicología social, que sigue una metodología científica para comprender los 
factores subyacentes a los problemas sociales, y que busca la calidad de vida, bienestar y cambio social. 
Para ello, interviene sobre los problemas sociales guiada por un conjunto de valores, obligación ética y 
responsabilidad sobre la evaluación de los resultados de su intervención y sobre sus consecuencias.
El deseo de hacer una Psicología social aplicada socialmente útil hace necesario dar especial relevancia 
a la intervención, que puede considerarse como el empleo de procedimientos para influir sobre los 
determinantes de los problemas sociales, a través de una serie de etapas (identificación del problema, 
hallazgo de una solución, planteamiento de los objetivos y diseño de la intervención, ejecución de la 
intervención y evaluación de programas).
Se ha querido dejar constancia de la extensión de la Psicología social aplicada a gran cantidad de 
campos. Entre ellos resalta, por la cantidad de sus trabajos, la salud, las organizaciones, la educación, la 
justicia y la política, sin olvidar otros muchos aspectos como los medios de comunicación, las relaciones 
internacionales, el género, el prejuicio, el deporte o la diversidad cultural, entre otros.

Continuar navegando