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Modelo del autoestándar A pesar de que tanto la Teoría de la consistencia del yo como la Teoría de la autoafirmación centran su atención en procesos relacionados con el autoconcepto, las predicciones derivadas de ambas teorías sobre el papel de la autoestima en el cambio de actitudes son contradictorias: • Según la Teoría de la consistencia del yo, deben ser las personas con una imagen más positi- va de sí mismas las que muestren mayor disonancia después de un acto contraactitudinal. • Según la Teoría de la autoafirmación, la predicción sería la opuesta, ya que la alta autoesti- ma debería servir de escudo contra la amenaza de su yo después de semejante actuación. En otras palabras, la perspectiva de la consistencia del yo postula que las personas con baja autoestima no percibirían incoherencia del yo al realizar un acto contraactitudinal ni, por lo tanto, experimentarían disonancia. En cambio, la Teoría de la autoafirmación postula que esas mismas personas son las más vulnerables a la disonancia. Recientemente, Stone y Cooper (2001) han desarrollado un modelo capaz de conciliar las revisiones de las dos teorías anteriormente mencionadas (Olson y Stone, 2005). En su Modelo de autoestándar, estos investigadores (Cooper, Mirabile y Scher, 2005; Stone, 2003) hacen las propuestas siguientes: • Las personas utilizan algún estándar de comparación para enjuiciar cuándo su conducta es buena o mala, honesta o deshonesta, competente o incompetente. • Los estándares de enjuiciamiento pueden estar relacionados: • Con la representación cognitiva del yo. • Con normas sociales generales propias de ese contexto. • La utilización de estándares basados en el yo o en normas sociales depende: • De la información accesible a la mente. • De la información que es más llamativa en esa situación concreta. Un ejemplo de la aplicación de la Teoría del autoestándar a la comprensión del proceso de di- sonancia lo proporciona su formulación de diferentes predicciones en función de si lo que destaca en la situación son los estándares personales o los normativos sociales (véase el Cuadro 20.1). Cuadro : Diferentes predicciones de la Teoría del autoestándar para el experimento de complacencia inducida. Si predominan Estándares personales Estándares normativos sociales Comparación del comportamiento con las expectati- vas idiosincrásicas de la persona sobre sí misma Comparación del comportamiento con las reglas prescritas en la cultura Ejemplo: En el experimento de Festinger y Carlsmith (1959): • una persona que se considere honesta pensaría “he engañado a un compañero y eso no lo hace alguien que es honesto”. • una persona que se considere mentirosa diría algo como “he engañado a un compañero, como es frecuente en gente como yo”. Dado que las personas con alta autoestima tienen expectativas más positivas sobre sí mismas, es más probable que perciban su comportamiento como una discrepancia del yo y manifiesten mayor disonancia y cambio de actitud que las personas con baja autoestima. Ejemplo: En el experimento de Festinger y Carlsmi- th (1959), los participantes razonarían de la forma siguiente: “he mentido a un compañero y eso es algo que todo el mundo sabe que es malo y que no se debe hacer”. Por tanto, la persona experimentaría disonancia al ser consciente de que se ha comportado en contra de las normas sociales. Aquí no está implicada la autoestima. En resumen, si la persona utiliza estándares personales para evaluar el comportamiento discrepante con la actitud, su autoconcepto condicionará el proceso de arousal característico de la disonancia. Pero si emplea los estándares normativos sociales, el autoconcepto no jugará ningún papel relevante. El que se utilice uno u otro estándar para enjuiciar la conducta depen- de de las claves accesibles en ese contexto. Pautas de activación y reducción de la disonancia en relación con la autoestima Una vez que la disonancia aparece, la autoestima puede moderar el cambio de actitud, pero es conveniente insistir en que ello dependerá siempre de los pensamientos sobre el yo que se activen. Stone y Cooper (2001) subrayan que, atendiendo al tipo de pensamientos salientes en el contexto, existen diferentes pautas de activación y reducción de la disonancia en relación con la autoestima. Estas pautas se muestran en el Cuadro 20.2. Cuadro : Pautas de activación y reducción de la disonancia en relación con la autoestima. Primera situación Segunda situación Tercera situación Saliencia de: • Atributos personales positi- vos relevantes para el com- portamiento discrepante. • Se activan las expectativas sobre el yo. • La autoestima modera la re- ducción de la disonancia. Saliencia de: • Atributos personales positi- vos, pero irrelevantes para el comportamiento discrepante. • A las personas de baja au- toestima la activación de esos aspectos positivos del yo no les afecta. Inexistencia de: • Pensamientos sobre el yo. Teoría de la consistencia del yo: Las personas con alta autoestima experimentarán más disonancia que las de baja autoestima. Teoría de la autoafirmación: Las personas de alta autoestima pueden utilizarlos para reducir su malestar. Las personas de baja autoestima tienen que reducir la disonancia cambiando de actitudes. El malestar generado por la di- sonancia se reducirá cambiando la actitud sin influencia de la autoestima. Experimento de Stone y Cooper (2003) Su objetivo era comprobar si la autoestima modera el cambio de actitud en función: • De la accesibilidad de los atributos positivos que se hacen salientes después de un acto contraactitudinal. • De la relevancia de dichos atributos positivos. Se pedía a todos los participantes que redactaran un escrito en el que debían mostrar sen- timientos carentes de compasión hacia personas con alguna discapacidad. En esto consistía el acto contraactitudinal. A continuación, se creaban tres grupos experimentales: • Primer grupo: se hacían salientes atributos personales positivos congruentes con el escrito, por ejemplo, “compasivo”. • Segundo grupo: se hacían salientes atributos personales positivos pero no congruentes con el escrito, por ejemplo, “creativo”. • Tercer grupo: se activaban atributos personales neutros. Dado que antes de empezar el experimento se había medido la autoestima de los participan- tes, resultó posible dividir cada grupo experimental en participantes altos y bajos en autoestima La magnitud de la disonancia experimentada por los participantes venía indicada por la medida de las actitudes hacia las personas con discapacidad después del escrito (actitud post). El cambio producido por la disonancia es mayor cuanto mayor sea la convergencia de la acti- tud (post) con el escrito. Se comprobó que, en el primer grupo (atributos positivos congruentes), los participantes con alta autoestima cambiaban más de actitud que los de baja autoestima. Es decir, las perso- nas de mayor autoestima experimentaban más disonancia en esa condición. En cambio, en el segundo grupo (de atributos positivos no congruentes), eran los participantes de baja autoes- tima los que modificaban más su actitud. En el tercer grupo (atributos neutros), la autoestima no afectó a la disonancia. Por tanto, las personas con alta autoestima experimentan mayor disonancia cuando se activan atributos positivos relevantes del yo, ya que eso les obliga a enfrentarse con una ima- gen de sí mismos que desmiente su conducta y no es coherente con ella. Sin embargo, si los atributos que se activan son positivos, pero irrelevantes para su conducta, ello les permite reafirmar su yo y reducir el malestar que les provoca el acto contraactitudinal Teoría radical de la disonancia Jean Léon Beauvois Universidad de Niza Sophia Antipolis Un sólido trabajo empírico sirve a Beauvois y Joule (1996, 1999) para desarrollar un enfoque que han denominado Teoría radical de la disonancia, ya que se manifiesta a favor de una inter- pretación literal de la Teoría original de Festinger(1957), basada únicamente en la aplicación de la razón de disonancia. Sus resultados experimentales contradicen algunas de las afirma- ciones de otros autores, como que sea necesario que la acción origine consecuencias aversivas (Cooper y Fazio, 1984) o que la persona tenga que sentir amenazada su visión del yo (Steele, 1988) para que se den los procesos de disonancia pronosticados en la teoría original. Robert Joule Universidad de Aix-en-Provence, Francia Desde esta perspectiva radical, también se critican algunas de las puntualizaciones que se han hecho sobre las condiciones necesarias para que se produzca la disonancia. Según las condiciones marcadas por el new look, la persona se debe considerar libre y responsable de haber realizado la conducta para que experimente disonancia. Beauvois y Joule sólo admiten la libre elección, entendida esta condición como un compromiso de actuación, pero con una salvedad: no es necesario que los participantes que son libres de aceptar o no se sientan res- ponsables de las consecuencias de esa conducta. En este sentido, estos autores señalan que en el experimento clásico de complacencia in- ducida de Festinger y Carlsmith (1959) las personas se comprometían a hacer lo que les pedía el experimentador, pero era este el responsable de lo que pudiera suceder, no ellas. Para los participantes, el compromiso necesario para inducir disonancia se limita a realizar un acto de complacencia que es contrario a su actitud, lo que no supone que se sientan moralmente responsables de una acción que inesperadamente les pide una persona a la que consideran una autoridad en ese contexto. La Teoría radical de la disonancia introduce un concepto esencial para comprender cómo hay que interpretar la razón de disonancia: la cognición generadora. Esta es una cognición sobre el comportamiento que se ha realizado. Se trata de un elemento cognitivo que sirve para determinar qué cogniciones son consonantes o disonantes con esa representación del compor- tamiento, pero que no entra en la razón de disonancia. Es decir, la razón de disonancia sólo in- cluye en el numerador las cogniciones disonantes con el comportamiento y en el denominador las cogniciones consonantes y disonantes con ese comportamiento. Las cogniciones que tienen que ver con la actitud previa o con aspectos del autoconcepto no formarían parte de la razón de disonancia según esta perspectiva. A modo de ejemplo, si un alumno tiene una actitud negativa hacia el aumento de las tasas de matrícula y dice que es mejor que se incrementen, la consciencia de que lo ha dicho sería la cognición generadora, respecto a la cual su actitud es incoherente. Supongamos que, en ese momento, la magnitud de la disonancia se sitúa en D = Cd/Cd. Toda cognición añadida que sea consonante con esa acción de apoyar el aumento de tasas reducirá la disonancia al entrar en el denominador de la razón de disonancia. Si el alumno añade consideraciones como, por ejemplo, que con tasas más elevadas se podrían mejorar los laboratorios o que se podrían au- mentar los servicios telemáticos a los alumnos, estas dos nuevas creencias serán consonantes con su afirmación de que se deben subir las tasas de matrícula. Ahora, respecto al momento anterior, la razón será D= Cd/Cd + Cc + Cc, con lo cual la disonancia será menor, y en ese caso cambiará menos su actitud hacia el aumento de tasas. La razón de disonancia es la única base en que se apoyan estos autores para probar sus hipótesis, y con ella demuestran: • Que la Teoría de la disonancia no es una Teoría de la consistencia. • Que la reducción de la disonancia no tiene como objeto la restauración de una imagen positiva del yo. • Que la activación de la disonancia no implica necesariamente que exista responsabilidad por el acto (Beauvois y Joule, 1999, p. 45). Para definir su perspectiva, recurren a dos nuevos paradigmas de investigación: el paradig- ma de la doble complacencia y el paradigma de la racionalización de un acto. El paradigma de la doble complacencia A uno de los modelos de investigación que utilizan lo denominan paradigma de la doble complacencia porque se fundamenta en el procedimiento seguido en el experimento de Festinger y Carlsmith (1959). Beauvois y Joule puntualizan que en este experimento los participantes aceptan en realidad llevar a cabo no uno, sino dos actos, para complacer al experimentador: primero hacer una tarea aburrida, y posteriormente decir que es divertida. En la investigación realizada con el paradigma de la doble complacencia, Beauvois y Joule analizan la reducción de la disonancia cuando se llevan a cabo dos comportamientos de aceptación, y al menos uno de ellos es contrario a la actitud de la persona. No sólo analizan si cada uno de los dos comportamientos realizados es contrario o no a la actitud previa. Tienen en cuenta, además, si la relación existente entre ambos comporta- mientos es consonante o disonante. Si se aplica este razonamiento al experimento clásico de la complacencia inducida, se aprecia que el proceso de reducción de la disonancia depende de dos comportamientos contrarios a la actitud (es decir, en contra de la valoración de la tarea como aburrida): por un lado realizar la tarea y por otro decir que es atractiva. Ahora bien, al mismo tiempo, si se aplica la definición original de Festinger de los elemen- tos cognitivos, se aprecia que ambos comportamientos son consonantes entre sí, puesto que el hecho de haber realizado uno mismo la tarea concuerda con el comportamiento que provoca la cognición generadora de disonancia: afirmar que la tarea es divertida. Según este plantea- miento, realizar la tarea aburrida contribuiría a reducir la disonancia, ya que la cognición “he realizado esa tarea” es consonante con afirmar que es divertida, por lo que entraría como cognición consonante en el denominador de la razón de disonancia. Primer experimento En una reproducción parcial del paradigma clásico, Beauvois y Joule (1996) generan cuatro condiciones experimentales: • Doble complacencia (hacer la tarea aburrida y afirmar ante un compañero que es divertida); • Complacencia simple 1 (sólo hacer la tarea). • Complacencia simple 2 (sólo afirmar ante un compañero que la tarea es divertida). • Control (se les describía la tarea pero no realizaban ninguna de las dos conductas). La actitud hacia la tarea se midió en un cuestionario anónimo con dos escalas (de –5, muy negativa, a +5, muy positiva) en las que evaluaban el atractivo y la diversión que pro- ducía la tarea. En este estudio, aplican sus consideraciones sobre la razón de disonancia. El punto de partida es la hipótesis según la cual los participantes que convencían al compañero y no habían realizado la tarea contraactitudinal (complacencia simple 2) experimentarían mayor disonancia que los de la condición de doble complacencia, ya que la cognición, “he realizado a tarea” es consonante con la conducta de afirmar que es divertida y, por tanto, forma parte del denominador de la razón de disonancia. Por este motivo, haber realizado ellos mismos la tarea ayudaba a reducir la disonancia. La magnitud de la disonancia se midió comparando la evaluación de la tarea en las con- diciones experimentales con la del grupo control. Una mejor evaluación de la tarea sería indicativa de un mayor cambio de actitud para reducir la disonancia, y también de mayor disonancia. Los resultados confirmaron la hipótesis. En efecto, el Cuadro 20.3 muestra que el grupo en el que las personas convencían a un compañero sin haber realizado anteriormente la tarea (complacencia simple 2) cambió más su actitud. Así lo demuestra su valoración, más positiva que la de los participantes del grupo de doble complacencia, que antes de afirmar que la tarea era divertida habían pasado por la experiencia de realizar la tarea aburrida (aunque este grupo, que había mentido, experimentó más disonancia que el que sólo había realizado la tarea y que el grupo control). Otroresultado interesante es que los participantes de la condición de complacencia simple 1 experimentan reducción de disonancia. Se observa que la evaluación del atractivo y de la diversión de la tarea fue significativamente mejor que la del grupo control, a pesar de que en principio se podría pensar que este grupo, después de estar una hora haciendo algo aburrido, debería evaluar esa tarea de forma más negativa que los que no habían pasado por esa situa- ción. Parece, por lo tanto, que el simple hecho de realizar la tarea fue suficiente para cambiar la actitud y hacerla coherente con la conducta que habían llevado a cabo. Cuadro : Puntuación media en actitudes hacia la tarea. Atracción Diversión Doble complacencia (realizar tarea y convencer a otro) 1,30 –0,27 Complacencia simple 1 (realizar tarea) 0,22 –0,27 Complacencia simple 2 (convencer a otro) 2,17 2,77 Control –1,02 –1,92 Es importante advertir que en el experimento que se acaba de describir, los dos compor- tamientos realizados por los sujetos son consonantes entre sí y, por otra parte, contrarios a la actitud, ya que saber que la tarea es aburrida es incoherente con realizarla y con decir públi- camente que es divertida. Segundo experimento En otro experimento, los mismos autores (Beauvois y Joule, 1996) se propusieron averiguar lo que sucedería si sólo uno de los comportamientos fuera contrario a la actitud y los dos fueran disonantes entre sí. Utilizaron en esencia el mismo diseño y procedimiento que en el experi- mento anterior, si bien procedieron a modificar uno de los comportamientos. En concreto, los participantes informaban al compañero que la tarea era aburrida. Por tanto, en este segundo experimento, las cuatro condiciones quedaban así: • Doble complacencia (hacer la tarea aburrida y afirmar ante un compañero que es aburrida y carente de interés). • Complacencia simple 1 (sólo hacer la tarea). • Complacencia simple 2 (sólo afirmar ante un compañero que la tarea es aburrida). • Control (se les describía la tarea, pero no realizaban ninguna de las dos conductas). En este segundo estudio el único comportamiento contrario a la actitud, y por lo tanto el que provoca la cognición generadora, era que accedían a hacer la tarea (complacencia simple 1), ya que decir que era aburrida (complacencia simple 2) no contradecía sus creencias. Ahora bien, el segundo comportamiento (afirmar que la tarea es aburrida) contradice el primero (realizar la tarea), por lo que se esperaba mayor disonancia en la condición de doble complacencia que en el resto de condiciones. Este argumento se basa en que este segundo comportamiento es disonante con el que provoca la cognición generadora y, por lo tanto, entraría en el numerador y denominador de la razón de disonancia, aumentando la magnitud de la disonancia. El Cuadro 20.4 recoge los datos de este segundo experimento. Los participantes que reali- zaron la tarea y dijeron a otro compañero que era aburrida (doble complacencia) la evaluaron más positivamente que el resto, es decir, fueron los que experimentaron más disonancia. Con respecto a los resultados obtenidos en las dos situaciones de complacencia simple, convie- ne señalar que los participantes del grupo que sólo realizó la tarea aburrida (complacencia simple 1) experimentaron disonancia, y de hecho su evaluación fue más positiva que la del grupo control. Frente a ellos, los participantes del grupo que habían afirmado ante sus compañeros que la tarea era muy aburrida (complacencia simple 2) valoraron dicha tarea peor que el grupo control. En estos dos casos, la actitud final de los participantes convergía y era congruente con la conducta realizada. En comparación con el grupo control, los que han realizado la tarea la encuentran más atractiva y los que han dicho que es aburrida y tediosa la encuentran menos atractiva. Cuadro : Puntuación media en actitudes hacia la tarea. Atracción Diversión Doble complacencia (realizar tarea y afirmar que es aburrida) 1,06 –0,42 Complacencia simple 1 (realizar tarea) –0,82 –0,45 Complacencia simple 2 (afirmar que es aburrida) –2,82 –2,52 Control –1,32 –2,12 Una consideración conjunta de los resultados de los dos experimentos permite concluir que, cuando una persona accede a realizar cualquier conducta, su actitud va a modificarse para ser coherente con ese comportamiento realizado. Por eso, Beauvois y Joule (1996) llaman la atención sobre el hecho de que, cuando se induce a una persona a actuar de una determinada manera, se la está induciendo a cambiar sus actitudes en la dirección de la conducta realizada. Mecanismos de racionalización de la conducta Estos y otros estudios que analizan la influencia, no de una sola conducta, sino de cadenas de conductas congruentes o incongruentes con el comportamiento causante de la disonancia, pusieron de manifiesto un efecto paradójico, que consiste en que la conducta contraactitu- dinal que da lugar a la cognición generadora es menos problemática si se realiza una nueva conducta, también contraactitudinal, más problemática que la anterior, y en la misma línea que la realizada anteriormente. Este efecto se ha estudiado en el paradigma de la racionaliza- ción de un acto. Como ya se ha comentado, desde el enfoque radical se considera que la cognición generadora de la disonancia procede de la representación que se tiene del comportamiento realizado. La función de la racionalización, que puede ser cognitiva o conductual, es ayudar a que ese comportamiento se vea como menos problemático, lo que reduce la activación producida por la disonancia. Si se cambia la actitud para hacerla más coherente con el comportamiento y para eliminar, de esta forma, el malestar psicológico, la racionalización es cognitiva. Pero existe otro tipo de racionalización y, paralelamente, otra forma de reducir la disonancia: es la racionalización conductual. Esta consiste en realizar un nuevo acto igual de problemático, o más, que el acto inicial que ha producido la disonancia. Es lo que se muestra en el Cuadro 20.5. Cuadro : El paradigma de la racionalización de un acto. Fundamentación Hipótesis según la cual, después de llevar a cabo un acto problemático contrario a la actitud, ese comportamiento se puede racionalizar me- diante la realización de un nuevo acto similar al anterior pero incluso más problemático. Procedimiento experimen- tal estándar utilizado en este paradigma Se trata, en esencia, de pedir a los participantes que vayan aceptando paulatinamente realizar diversos comportamientos contraactitudina- les relacionados entre sí. Ejemplo de un experimen- to realizado por Beauvois y Joule A los participantes, que eran todos fumadores, se les pedía que fue- ran aceptando una serie de acciones, cada una de las cuales era más contraria que la anterior a su actitud hacia el tabaco. Así, primero se le pedía que estuviese sin fumar dos horas; a continuación, que no fumase hasta el día siguiente; y, pasado ese periodo, que estuviese tres días sin fumar (Beauvois y Joule, 1996). Resultados obtenidos con el paradigma de la racionalización de un acto Las personas pueden utilizar un segundo comportamiento para racionali- zar el comportamiento discrepante anterior, siempre que se les presente esa oportunidad inmediatamente después del primer comportamiento Implicaciones de este paradigma Con base en los resultados obtenidos con el paradigma de la racio- nalización de un acto, se puede explicar la eficacia de técnicas de influencia como las del “pie en la puerta” o de la “bola baja” (véase el Capítulo sobre principios básicos de influencia social en este manual). En estas dos tácticas se observa que, una vez que las personas se comprometen a realizar una acción, es más fácil que acepten nuevos compromisos, si estos son coherentes con esa línea de actuación. Se predice que la persona optará por la forma de racionalización que le resulte más sencilla. A veces modificará las creencias disonantes y consonantesy su importancia. Otras veces re- currirá a restaurar el valor del comportamiento problemático y, para ello, actuará de la misma forma en posteriores situaciones. Las conclusiones que se pueden extraer de este planteamiento teórico permiten compren- der cómo, a partir de un comportamiento contrario a la actitud, se pueden obtener conductas cada vez más contrarias a esa actitud. Esta forma de racionalización explica el éxito de algunas técnicas de persuasión. Según la teoría, cada vez que se nos induce a realizar un comporta- miento como comprar un producto, acatar una ley u obedecer a un superior se está induciendo un cambio en las actitudes. Carácter funcional de la disonancia: el modelo basado en la acción ¿Por qué estamos las personas fuertemente motivadas a reducir la disonancia, cuando esta es una experiencia tan común y generalizada? Esta pregunta es el punto de partida en el desa- rrollo del Modelo de disonancia cognitiva basado en la acción (Harmon-Jones, 1999; Harmon- Jones y Harmon-Jones, 2002). Desde esta perspectiva, se plantea el carácter adaptativo que para el ser humano puede tener la disonancia y la motivación para reducirla. La explicación dada por Festinger (1957), y por todos los teóricos que han trabajado sobre la Teoría de la disonancia, se ha centrado en las causas inmediatas, y se ha aceptado mayoritariamente que la motivación para reducir la disonancia surge de la necesidad de paliar el malestar psicológico producido después de realizar una conducta incongruente con creencias y actitudes. Pero un mecanismo psicológico como la disonancia, que aparece con tanta frecuencia en el repertorio de conductas del ser humano, y en situaciones tan diferentes, debe cumplir alguna función de adaptación, es decir, tiene que aportar algún tipo de utilidad que beneficie al organismo. Eddie Harmon-Jones Universidad A&M de Texas El modelo basado en la acción acepta la Teoría original, pero trata de explicar la causa última por la que se produce la disonancia. Parte de la premisa de que cualquier acción viene precedida de pensamientos que guían las tendencias para esa acción y que orientan el curso de la conducta. La cognición, igual que la percepción, proporciona información útil para llevar a cabo la acción, con el fin de lograr determinados objetivos. Esto es lo que muestra la Figura 20.2. Figura : Representación gráfica de un curso de acción normal. Si ese curso de la acción se ve interferido por pensamientos que son conflictivos con el desarrollo eficaz de esa actuación, porque son contradictorios con ella, se produce disonan- cia. Todos los factores que aumentan la magnitud de la disonancia, como la importancia o el número de creencias disonantes, también aumentan la probabilidad de interferencia con la tendencia de acción. Es decir, cuando las propias creencias, actitudes o conductas, son diso- nantes entre sí, el sentimiento de ser capaz de controlar eficazmente el curso de la acción se ve amenazado. Esto es lo que muestra la Figura 20.3. Figura : Representación gráfica de un curso de acción interferido por la disonancia. De este razonamiento se sigue que la función última de la motivación para reducir la diso- nancia sería restaurar esa capacidad de llevar a cabo eficazmente una línea de acción que se ha visto entorpecida por cogniciones disonantes. Muchas de las situaciones en las que se ha inducido disonancia se podrían analizar desde esta óptica. Véase el Cuadro 20.6. Cuadro: Interferencia de la disonancia con la acción en algunos paradigmas experimentales. Paradigma de la complacencia inducida La actitud hacia la tarea (que se considera aburrida) interfiere con la conducta que las personas se comprometen a realizar (decir que la tarea es divertida). Paradigma de la libre elección Las creencias sobre los aspectos positivos de la opción rechazada, y sobre los aspectos negativos de la elegida, son disonantes con la tendencia de acción por la que se ha optado y, por lo tanto, interfieren con ella. También se observa que en ocasiones se reduce la disonancia rechazando la información o procesándola de forma sesgada. Según el Modelo basado en la acción, ese procesamiento sesgado de la información puede ser necesario y funcional, siempre que facilite que la línea de acción sea más efectiva y menos conflictiva. Una vez que la persona ha reducido el malestar puede actuar según había planeado (Harmon-Jones y Harmon-Jones, 2002, p. 712). En resumen, los supuestos de este modelo son: • Las cogniciones disonantes entre sí son disfuncionales porque entorpecen que se pueda llevar a cabo una acción de manera eficaz. • El malestar psicológico actuaría como detonante y la persona se vería acuciada para redu- cirlo y recuperar el equilibrio psicológico. • La reducción de la disonancia se haría siempre por una vía que permita orientar la acción según se había planeado. Por lo tanto, las predicciones derivadas de este modelo afectan a la activación y a la re- ducción de la disonancia: (a) cuando se ha tomado la decisión de seguir una línea de acción los procesos que la entorpezcan serán disonantes, y (b) la reducción de la disonancia es un proceso que ayuda a continuar con esa decisión de acción. Experimento de Harmon-Jones y Harmon-Jones (2002) Para comprobar sus hipótesis sobre reducción de la disonancia relacionada con la ejecución de una decisión, estos autores diseñaron un experimento con el paradigma de la libre elección. Manipularon, por un lado, la dificultad de la decisión: elegir entre dos tipos de ejercicios de gimnasia igualmente valorados (decisión difícil y que provoca disonancia) o entre uno muy valorado y otro poco (elección fácil que no provoca disonancia). Por otro lado, manipularon que los participantes centraran sus pensamientos en la línea de acción o en algo neutral. Con este fin, el grupo en la condición “mentalmente orientados a la acción” debía escribir al menos siete frases sobre la puesta en práctica de ese tipo de ejercicios de gimnasia para mejorar su preparación física; mientras que el grupo mentalmente centrado en algo neutral escribía sobre siete actividades que realizaba en un día normal. De acuerdo con las predicciones de la Teoría de la disonancia, en la condición de difícil elección los participantes cambiaron sus evaluaciones posdecisión de forma que valoraron más el ejercicio elegido y menos el rechazado que antes de la elección; ese cambio no se produjo en la condición de fácil elección. Al mismo tiempo, y en línea con lo pronosticado por el Modelo basado en la acción, dentro del grupo de difícil elección —es decir, el que experimentaba disonancia—, las personas que centraron su atención en la decisión tomada exageraron más esas diferencias posdecisión entre la alternativa elegida y la rechazada (véase la Figura 20.4). Además de con el paradigma posdecisión, las hipótesis de este modelo también se han comprobado con el paradigma de la hipocresía (Harmon-Jones, Peterson y Vaughn, 2003) Figura : Actitudes hacia el ejercicio elegido en función de la orientación mental. Condición de alta disonancia por difícil elección. Disonancia y conducta grupal A pesar de que la primera publicación sobre disonancia que vio la luz fue el trabajo de Festin- ger, Riecken y Schachter (1956), sobre el manejo de la disonancia en una secta, los teóricos de la disonancia apenas han analizado el papel que juega la pertenencia grupal en la activación o la reducción de la disonancia. Un estudio llevado a cabo por Zanna y Sande (1987, citado en Cooper y Stone, 2000, p. 231) comprobó que la difusión de la responsabilidad en el grupo servía para atenuar la experiencia de disonancia. En este experimento de laboratorio, todos los participantes escribían un ensayo contraactitudinal, pero, mientras que la mitad de ellos lo hacía de manera individual, la otra mitad lo hacía en grupo, después de consensuar entre todos los miembros qué argumentos se recogerían en el ensayo. Los sujetos de la condiciónindividual cambiaron más de actitud en la línea del escrito, como consecuencia de experimen- tar mayor disonancia que los de la condición grupal, a pesar de que estos últimos creían que sus argumentos eran mejores y más convincentes. Otro resultado interesante de este estudio es que aquellas personas que creían que los otros habían sido más responsables del escrito que ellos, es decir, los que más difundían la responsabilidad entre el resto del grupo, cambiaron menos de actitud. Parece, por lo tanto, que la difusión de la responsabilidad puede ser un mecanismo para justificar la conducta y reducir la disonancia. La identidad social y la pertenencia grupal también pueden determinar que se utilicen formas de reducción de la disonancia características de situaciones grupales, cuando una identidad social determinada se hace saliente. Todos pertenecemos a diferentes grupos y to- dos esos grupos contribuyen a nuestro autoconcepto. Así, una persona es hombre o mujer, pertenece a una profesión, ha nacido en una región y puede ser creyente de una determinada fe religiosa. Pero no todas estas categorías sociales son igualmente importantes para el yo en cualquier situación. Cuando las características del contexto hacen especialmente saliente una categoría, como por ejemplo la pertenencia regional, las personas tienden a comportarse como un prototipo de esa categoría y a evaluar a su grupo más positivamente que al resto de los grupos que, en el caso del ejemplo, serían las personas de otras regiones. Hay identidades sociales que son especialmente importantes para la autoestima y el au- toconcepto, Así, para un militante político la pertenencia a su partido puede ser una faceta esencial de su autoconcepto, lo que no quiere decir que en cada situación y momento esa pertenencia sea accesible a su mente. Las actitudes hacia esos grupos, tan importantes para el autoconcepto son muy estables y especialmente difíciles de cambiar. Dos investigaciones han planteado cómo la pertenencia a grupos reales que son impor- tantes para la persona puede influir en la manera de reducir la disonancia (Cooper y Mackie, 1983; Cooper y Stone, 2000). Los autores parten de la consideración de que toda categorización social se fundamenta en una diferenciación de características que distingue a unos grupos de otros. De estas características, unas son definitorias del grupo y, por lo tanto, son condición necesaria para la pertenencia grupal, mientras que otras están asociadas a esos grupos pero no son esenciales para la pertenencia a ellos. Por ejemplo, para ser Cristiano Evangelista es esen- cial ser cristiano, pero, aunque la mayoría apoyen el que sea obligatorio rezar en las escuelas, esta sería una característica asociada, ya que se puede ser Cristiano Evangelista y pensar que la escuela pública puede mantenerse al margen de las expresiones religiosas. Si a una persona se la induce a que se muestre en contra de una característica de un grupo del que es miembro, ¿cómo resolverá la disonancia? Para dilucidar esta cuestión, en las dos in- vestigaciones mencionadas se buscaron muestras de grupos reales y especialmente importantes para los participantes. En ambos estudios, se pedía que escribieran argumentos contrarios a su actitud, pero en unos casos esos argumentos se referían a características definitorias del grupo y en otros a rasgos no definitorios. Por ejemplo, en una de las investigaciones, que se llevó a cabo durante la campaña electoral que enfrentaba a Ronald Reagan y Jimmy Carter, se utilizó una muestra de estudiantes de las Juventudes pro Reagan (Cooper y Mackie, 1983, citado en Cooper y Stone, 2000). En este estudio, los estudiantes tenían que escribir a favor de Carter (argumen- tos contrarios y definitorios del grupo) o a favor de la ampliación de la ayuda sanitaria, una medida a la que se oponían, pero que no era definitoria de su grupo. En la otra investigación se eligió de muestra a un grupo de cristianos muy comprometidos con su religión. En este caso, en la condición de argumentos definitorios debían memorizar y repetir argumentos a favor de la supremacía del budismo sobre el cristianismo, mientras que en la condición de argumentos no definitorios el ejercicio de memoria tenía que ver con el universo (Cooper y Stone, 2000). En los dos estudios se obtuvieron resultados similares: • En la condición en que los argumentos contraactitudinales se referían a características asociadas al grupo, pero no definitorias de él, los cambios observados apoyaban las vías habituales de reducción de la disonancia: las actitudes se modificaban en la dirección de los argumentos del escrito. • En la condición en que los argumentos contraactitudinales describían características defi- nitorias del grupo no se observó ese cambio de actitudes en la línea del escrito. Ello hubiera supuesto denostar al grupo e implicaría una amenaza a su identidad social. Se constataba, en cambio, otras estrategias destinadas a afianzar la pertenencia grupal (menospreciar a los miembros del exogrupo, es decir, a los votantes de Carter, o rechazar la información contraria a su actitud). En conclusión, la evidencia empírica sobre la reducción de la disonancia en los grupos ha revelado que el cambio de actitud no es el único mecanismo útil para reducir la disonancia. En contextos grupales, otros mecanismos estrechamente relacionados con la conducta gru- pal pueden ser útiles como estrategias que reducen el malestar psicológico producido por la conducta contraactitudinal: difusión de la responsabilidad, menosprecio del exogrupo, y represión de la información contraria a la actitud. Naturaleza de los procesos que subyacen a la disonancia En la última década, algunos investigadores han comenzado a explorar la relación que mantie- ne el proceso de disonancia con otros procesos que también influyen en el cambio de actitudes y en la relación de ese cambio con la conducta. Estas nuevas aproximaciones al estudio de la disonancia han contribuido a obtener interesantes resultados empíricos, así como a la integra- ción conceptual de fenómenos similares. Disonancia y ambivalencia Una de las características importantes de las actitudes es la accesibilidad. No siempre evaluamos de la misma manera el mismo objeto porque las actitudes dependen de la información accesible en ese momento. Ello incluye información ya existente en la memoria, que es crónicamente accesible, así como la información accesible en ese momento temporal concreto. Es decir, las actitudes están sujetas a las influencias del contexto. La mayor o menor accesibilidad actitudinal depende de la frecuencia de activación de la actitud y de lo recientemente que se haya utilizado. Asimismo, la intensidad o fuerza de una actitud depende, entre otras variables, de su accesibi- lidad. Hay que tener en cuenta que cuanto más intensa es una actitud más persistente es en el tiempo, más resistente es al cambio y más influye en la conducta (Bohner y Wänke, 2002). No es extraño que se haya propuesto un vínculo entre la ambivalencia actitudinal y la disonancia, ya que ambos procesos comparten algunos supuestos. La ambivalencia actitudinal supone que existe una incoherencia de creencias, igual que la disonancia, puesto que es el resultado de evaluar tanto positiva como negativamente un objeto actitudinal. La ambivalen- cia actitudinal provoca también experiencias psicológicas negativas, de conflicto y confusión ante el objeto actitudinal, pero para ello es necesario que los aspectos positivos y negativos que originan esa ambivalencia sean simultáneamente accesibles en ese momento temporal (McGregor y cols., 1999; Newby-Clark, McGregor y Zanna, 2002). Desde esta perspectiva, se propone que la accesibilidad simultánea de creencias disonantes también es un proceso que influye en la aparición de la disonancia, aunque no sea el único. Por lo tanto, una forma de reducir la disonancia sería evitar que las creencias que son disonantes sean simultáneamente accesibles.Esta sería la explicación de que cualquier forma de distrac- ción pueda evitar o disminuir la disonancia. Aunque no se haya manipulado expresamente la accesibilidad simultánea de las cogniciones en los experimentos de disonancia, implícitamente se daba esa accesibilidad temporal tal como se planificaron muchos de esos experimentos. De este modo, se puede deducir de las investi- gaciones en que se utiliza el paradigma de la hipocresía que la disonancia se produce debido a la accesibilidad conjunta de una actitud que se ha hecho saliente, por ejemplo cuando se pide a los participantes que opinen sobre si es necesario el uso de preservativos, y también de una conducta de la que se les hace conscientes, al recordar todas las veces que no los han utilizado. De la misma manera, algunas de las formas de reducción de la disonancia, aparte del cam-bio de actitud, se puede pensar que funcionan porque eliminan la accesibilidad simultánea ....
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