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Modelo del autoestándar

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Modelo del autoestándar
A pesar de que tanto la Teoría de la consistencia del yo como la Teoría de la autoafirmación 
centran su atención en procesos relacionados con el autoconcepto, las predicciones derivadas 
de ambas teorías sobre el papel de la autoestima en el cambio de actitudes son contradictorias: 
• Según la Teoría de la consistencia del yo, deben ser las personas con una imagen más positi-
va de sí mismas las que muestren mayor disonancia después de un acto contraactitudinal.
• Según la Teoría de la autoafirmación, la predicción sería la opuesta, ya que la alta autoesti-
ma debería servir de escudo contra la amenaza de su yo después de semejante actuación.
En otras palabras, la perspectiva de la consistencia del yo postula que las personas con baja
autoestima no percibirían incoherencia del yo al realizar un acto contraactitudinal ni, por lo 
tanto, experimentarían disonancia. En cambio, la Teoría de la autoafirmación postula que 
esas mismas personas son las más vulnerables a la disonancia.
Recientemente, Stone y Cooper (2001) han desarrollado un modelo capaz de conciliar las 
revisiones de las dos teorías anteriormente mencionadas (Olson y Stone, 2005). En su Modelo 
de autoestándar, estos investigadores (Cooper, Mirabile y Scher, 2005; Stone, 2003) hacen las 
propuestas siguientes: 
• Las personas utilizan algún estándar de comparación para enjuiciar cuándo su conducta
es buena o mala, honesta o deshonesta, competente o incompetente.
• Los estándares de enjuiciamiento pueden estar relacionados:
• Con la representación cognitiva del yo.
• Con normas sociales generales propias de ese contexto.
• La utilización de estándares basados en el yo o en normas sociales depende:
• De la información accesible a la mente.
• De la información que es más llamativa en esa situación concreta.
Un ejemplo de la aplicación de la Teoría del autoestándar a la comprensión del proceso de di-
sonancia lo proporciona su formulación de diferentes predicciones en función de si lo que destaca 
en la situación son los estándares personales o los normativos sociales (véase el Cuadro 20.1).
Cuadro : Diferentes predicciones de la Teoría del autoestándar para el experimento de 
complacencia inducida.
Si predominan
Estándares personales Estándares normativos sociales
Comparación del comportamiento con las expectati-
vas idiosincrásicas de la persona sobre sí misma
Comparación del comportamiento con las reglas 
prescritas en la cultura
Ejemplo: En el experimento de Festinger y 
Carlsmith (1959): 
• una persona que se considere honesta pensaría
“he engañado a un compañero y eso no lo hace
alguien que es honesto”.
• una persona que se considere mentirosa diría
algo como “he engañado a un compañero,
como es frecuente en gente como yo”.
Dado que las personas con alta autoestima tienen 
expectativas más positivas sobre sí mismas, es más 
probable que perciban su comportamiento como una 
discrepancia del yo y manifiesten mayor disonancia y 
cambio de actitud que las personas con baja autoestima.
Ejemplo: En el experimento de Festinger y Carlsmi-
th (1959), los participantes razonarían de la forma 
siguiente:
“he mentido a un compañero y eso es algo que 
todo el mundo sabe que es malo y que no se debe 
hacer”. 
Por tanto, la persona experimentaría disonancia al 
ser consciente de que se ha comportado en contra 
de las normas sociales.
Aquí no está implicada la autoestima.
En resumen, si la persona utiliza estándares personales para evaluar el comportamiento 
discrepante con la actitud, su autoconcepto condicionará el proceso de arousal característico 
de la disonancia. Pero si emplea los estándares normativos sociales, el autoconcepto no jugará 
ningún papel relevante. El que se utilice uno u otro estándar para enjuiciar la conducta depen-
de de las claves accesibles en ese contexto.
Pautas de activación y reducción de la disonancia en relación 
con la autoestima
Una vez que la disonancia aparece, la autoestima puede moderar el cambio de actitud, pero 
es conveniente insistir en que ello dependerá siempre de los pensamientos sobre el yo que se 
activen. Stone y Cooper (2001) subrayan que, atendiendo al tipo de pensamientos salientes en 
el contexto, existen diferentes pautas de activación y reducción de la disonancia en relación 
con la autoestima. Estas pautas se muestran en el Cuadro 20.2.
Cuadro : Pautas de activación y reducción de la disonancia en relación con la autoestima.
Primera situación Segunda situación Tercera situación
Saliencia de:
• Atributos personales positi-
vos relevantes para el com-
portamiento discrepante.
• Se activan las expectativas
sobre el yo.
• La autoestima modera la re-
ducción de la disonancia.
Saliencia de:
• Atributos personales positi-
vos, pero irrelevantes para el
comportamiento discrepante.
• A las personas de baja au-
toestima la activación de
esos aspectos positivos del
yo no les afecta.
Inexistencia de:
• Pensamientos sobre el yo.
Teoría de la consistencia del yo:
Las personas con alta autoestima 
experimentarán más disonancia 
que las de baja autoestima.
Teoría de la autoafirmación:
Las personas de alta autoestima 
pueden utilizarlos para reducir 
su malestar.
Las personas de baja autoestima 
tienen que reducir la disonancia 
cambiando de actitudes.
El malestar generado por la di-
sonancia se reducirá cambiando 
la actitud sin influencia de la 
autoestima.
Experimento de Stone y Cooper (2003)
Su objetivo era comprobar si la autoestima modera el cambio de actitud en función: 
• De la accesibilidad de los atributos positivos que se hacen salientes después de un acto
contraactitudinal.
• De la relevancia de dichos atributos positivos.
Se pedía a todos los participantes que redactaran un escrito en el que debían mostrar sen-
timientos carentes de compasión hacia personas con alguna discapacidad. En esto consistía el 
acto contraactitudinal. A continuación, se creaban tres grupos experimentales:
• Primer grupo: se hacían salientes atributos personales positivos congruentes con el escrito, 
por ejemplo, “compasivo”.
• Segundo grupo: se hacían salientes atributos personales positivos pero no congruentes con 
el escrito, por ejemplo, “creativo”.
• Tercer grupo: se activaban atributos personales neutros.
Dado que antes de empezar el experimento se había medido la autoestima de los participan-
tes, resultó posible dividir cada grupo experimental en participantes altos y bajos en autoestima
La magnitud de la disonancia experimentada por los participantes venía indicada por la 
medida de las actitudes hacia las personas con discapacidad después del escrito (actitud post). 
El cambio producido por la disonancia es mayor cuanto mayor sea la convergencia de la acti-
tud (post) con el escrito.
Se comprobó que, en el primer grupo (atributos positivos congruentes), los participantes 
con alta autoestima cambiaban más de actitud que los de baja autoestima. Es decir, las perso-
nas de mayor autoestima experimentaban más disonancia en esa condición. En cambio, en el 
segundo grupo (de atributos positivos no congruentes), eran los participantes de baja autoes-
tima los que modificaban más su actitud. En el tercer grupo (atributos neutros), la autoestima 
no afectó a la disonancia.
Por tanto, las personas con alta autoestima experimentan mayor disonancia cuando se 
activan atributos positivos relevantes del yo, ya que eso les obliga a enfrentarse con una ima-
gen de sí mismos que desmiente su conducta y no es coherente con ella. Sin embargo, si los 
atributos que se activan son positivos, pero irrelevantes para su conducta, ello les permite 
reafirmar su yo y reducir el malestar que les provoca el acto contraactitudinal
Teoría radical de la disonancia
Jean Léon Beauvois 
Universidad de Niza Sophia Antipolis
Un sólido trabajo empírico sirve a Beauvois y Joule (1996, 1999) para desarrollar un enfoque 
que han denominado Teoría radical de la disonancia, ya que se manifiesta a favor de una inter-
pretación literal de la Teoría original de Festinger(1957), basada únicamente en la aplicación 
de la razón de disonancia. Sus resultados experimentales contradicen algunas de las afirma-
ciones de otros autores, como que sea necesario que la acción origine consecuencias aversivas 
(Cooper y Fazio, 1984) o que la persona tenga que sentir amenazada su visión del yo (Steele, 
1988) para que se den los procesos de disonancia pronosticados en la teoría original. 
Robert Joule 
Universidad de Aix-en-Provence, Francia
Desde esta perspectiva radical, también se critican algunas de las puntualizaciones que 
se han hecho sobre las condiciones necesarias para que se produzca la disonancia. Según las 
condiciones marcadas por el new look, la persona se debe considerar libre y responsable de 
haber realizado la conducta para que experimente disonancia. Beauvois y Joule sólo admiten 
la libre elección, entendida esta condición como un compromiso de actuación, pero con una 
salvedad: no es necesario que los participantes que son libres de aceptar o no se sientan res-
ponsables de las consecuencias de esa conducta. 
En este sentido, estos autores señalan que en el experimento clásico de complacencia in-
ducida de Festinger y Carlsmith (1959) las personas se comprometían a hacer lo que les pedía 
el experimentador, pero era este el responsable de lo que pudiera suceder, no ellas. Para los 
participantes, el compromiso necesario para inducir disonancia se limita a realizar un acto 
de complacencia que es contrario a su actitud, lo que no supone que se sientan moralmente 
responsables de una acción que inesperadamente les pide una persona a la que consideran una 
autoridad en ese contexto.
La Teoría radical de la disonancia introduce un concepto esencial para comprender cómo 
hay que interpretar la razón de disonancia: la cognición generadora. Esta es una cognición 
sobre el comportamiento que se ha realizado. Se trata de un elemento cognitivo que sirve para 
determinar qué cogniciones son consonantes o disonantes con esa representación del compor-
tamiento, pero que no entra en la razón de disonancia. Es decir, la razón de disonancia sólo in-
cluye en el numerador las cogniciones disonantes con el comportamiento y en el denominador 
las cogniciones consonantes y disonantes con ese comportamiento. Las cogniciones que tienen 
que ver con la actitud previa o con aspectos del autoconcepto no formarían parte de la razón de 
disonancia según esta perspectiva. 
A modo de ejemplo, si un alumno tiene una actitud negativa hacia el aumento de las tasas 
de matrícula y dice que es mejor que se incrementen, la consciencia de que lo ha dicho sería 
la cognición generadora, respecto a la cual su actitud es incoherente. Supongamos que, en ese 
momento, la magnitud de la disonancia se sitúa en D = Cd/Cd. Toda cognición añadida que 
sea consonante con esa acción de apoyar el aumento de tasas reducirá la disonancia al entrar 
en el denominador de la razón de disonancia. Si el alumno añade consideraciones como, por 
ejemplo, que con tasas más elevadas se podrían mejorar los laboratorios o que se podrían au-
mentar los servicios telemáticos a los alumnos, estas dos nuevas creencias serán consonantes 
con su afirmación de que se deben subir las tasas de matrícula. Ahora, respecto al momento 
anterior, la razón será D= Cd/Cd + Cc + Cc, con lo cual la disonancia será menor, y en ese caso 
cambiará menos su actitud hacia el aumento de tasas.
La razón de disonancia es la única base en que se apoyan estos autores para probar sus 
hipótesis, y con ella demuestran: 
• Que la Teoría de la disonancia no es una Teoría de la consistencia.
• Que la reducción de la disonancia no tiene como objeto la restauración de una imagen
positiva del yo.
• Que la activación de la disonancia no implica necesariamente que exista responsabilidad
por el acto (Beauvois y Joule, 1999, p. 45).
Para definir su perspectiva, recurren a dos nuevos paradigmas de investigación: el paradig-
ma de la doble complacencia y el paradigma de la racionalización de un acto.
El paradigma de la doble complacencia
A uno de los modelos de investigación que utilizan lo denominan paradigma de la doble 
complacencia porque se fundamenta en el procedimiento seguido en el experimento de 
Festinger y Carlsmith (1959). Beauvois y Joule puntualizan que en este experimento los 
participantes aceptan en realidad llevar a cabo no uno, sino dos actos, para complacer al 
experimentador: primero hacer una tarea aburrida, y posteriormente decir que es divertida. 
En la investigación realizada con el paradigma de la doble complacencia, Beauvois y Joule 
analizan la reducción de la disonancia cuando se llevan a cabo dos comportamientos de 
aceptación, y al menos uno de ellos es contrario a la actitud de la persona. 
No sólo analizan si cada uno de los dos comportamientos realizados es contrario o no a 
la actitud previa. Tienen en cuenta, además, si la relación existente entre ambos comporta-
mientos es consonante o disonante. Si se aplica este razonamiento al experimento clásico de 
la complacencia inducida, se aprecia que el proceso de reducción de la disonancia depende 
de dos comportamientos contrarios a la actitud (es decir, en contra de la valoración de la 
tarea como aburrida): por un lado realizar la tarea y por otro decir que es atractiva. 
Ahora bien, al mismo tiempo, si se aplica la definición original de Festinger de los elemen-
tos cognitivos, se aprecia que ambos comportamientos son consonantes entre sí, puesto que el 
hecho de haber realizado uno mismo la tarea concuerda con el comportamiento que provoca 
la cognición generadora de disonancia: afirmar que la tarea es divertida. Según este plantea-
miento, realizar la tarea aburrida contribuiría a reducir la disonancia, ya que la cognición 
“he realizado esa tarea” es consonante con afirmar que es divertida, por lo que entraría como 
cognición consonante en el denominador de la razón de disonancia. 
Primer experimento
En una reproducción parcial del paradigma clásico, Beauvois y Joule (1996) generan cuatro 
condiciones experimentales: 
• Doble complacencia (hacer la tarea aburrida y afirmar ante un compañero que es divertida);
• Complacencia simple 1 (sólo hacer la tarea).
• Complacencia simple 2 (sólo afirmar ante un compañero que la tarea es divertida).
• Control (se les describía la tarea pero no realizaban ninguna de las dos conductas).
La actitud hacia la tarea se midió en un cuestionario anónimo con dos escalas (de –5,
muy negativa, a +5, muy positiva) en las que evaluaban el atractivo y la diversión que pro-
ducía la tarea. 
En este estudio, aplican sus consideraciones sobre la razón de disonancia. El punto de 
partida es la hipótesis según la cual los participantes que convencían al compañero y no 
habían realizado la tarea contraactitudinal (complacencia simple 2) experimentarían mayor 
disonancia que los de la condición de doble complacencia, ya que la cognición, “he realizado a 
tarea” es consonante con la conducta de afirmar que es divertida y, por tanto, forma parte del 
denominador de la razón de disonancia. Por este motivo, haber realizado ellos mismos la tarea 
ayudaba a reducir la disonancia. 
La magnitud de la disonancia se midió comparando la evaluación de la tarea en las con-
diciones experimentales con la del grupo control. Una mejor evaluación de la tarea sería 
indicativa de un mayor cambio de actitud para reducir la disonancia, y también de mayor 
disonancia. Los resultados confirmaron la hipótesis. 
En efecto, el Cuadro 20.3 muestra que el grupo en el que las personas convencían a un 
compañero sin haber realizado anteriormente la tarea (complacencia simple 2) cambió más 
su actitud. Así lo demuestra su valoración, más positiva que la de los participantes del grupo 
de doble complacencia, que antes de afirmar que la tarea era divertida habían pasado por la 
experiencia de realizar la tarea aburrida (aunque este grupo, que había mentido, experimentó 
más disonancia que el que sólo había realizado la tarea y que el grupo control).
Otroresultado interesante es que los participantes de la condición de complacencia simple 
1 experimentan reducción de disonancia. Se observa que la evaluación del atractivo y de la 
diversión de la tarea fue significativamente mejor que la del grupo control, a pesar de que en 
principio se podría pensar que este grupo, después de estar una hora haciendo algo aburrido, 
debería evaluar esa tarea de forma más negativa que los que no habían pasado por esa situa-
ción. Parece, por lo tanto, que el simple hecho de realizar la tarea fue suficiente para cambiar 
la actitud y hacerla coherente con la conducta que habían llevado a cabo.
Cuadro : Puntuación media en actitudes hacia la tarea.
Atracción Diversión
Doble complacencia (realizar tarea y convencer a otro) 1,30 –0,27
Complacencia simple 1 (realizar tarea) 0,22 –0,27
Complacencia simple 2 (convencer a otro) 2,17 2,77
Control –1,02 –1,92
Es importante advertir que en el experimento que se acaba de describir, los dos compor-
tamientos realizados por los sujetos son consonantes entre sí y, por otra parte, contrarios a la 
actitud, ya que saber que la tarea es aburrida es incoherente con realizarla y con decir públi-
camente que es divertida. 
Segundo experimento
En otro experimento, los mismos autores (Beauvois y Joule, 1996) se propusieron averiguar lo 
que sucedería si sólo uno de los comportamientos fuera contrario a la actitud y los dos fueran 
disonantes entre sí. Utilizaron en esencia el mismo diseño y procedimiento que en el experi-
mento anterior, si bien procedieron a modificar uno de los comportamientos. En concreto, los 
participantes informaban al compañero que la tarea era aburrida. 
Por tanto, en este segundo experimento, las cuatro condiciones quedaban así:
• Doble complacencia (hacer la tarea aburrida y afirmar ante un compañero que es aburrida
y carente de interés).
• Complacencia simple 1 (sólo hacer la tarea).
• Complacencia simple 2 (sólo afirmar ante un compañero que la tarea es aburrida).
• Control (se les describía la tarea, pero no realizaban ninguna de las dos conductas).
En este segundo estudio el único comportamiento contrario a la actitud, y por lo tanto el que 
provoca la cognición generadora, era que accedían a hacer la tarea (complacencia simple 1), ya 
que decir que era aburrida (complacencia simple 2) no contradecía sus creencias. Ahora bien, 
el segundo comportamiento (afirmar que la tarea es aburrida) contradice el primero (realizar 
la tarea), por lo que se esperaba mayor disonancia en la condición de doble complacencia que 
en el resto de condiciones. Este argumento se basa en que este segundo comportamiento es 
disonante con el que provoca la cognición generadora y, por lo tanto, entraría en el numerador 
y denominador de la razón de disonancia, aumentando la magnitud de la disonancia.
El Cuadro 20.4 recoge los datos de este segundo experimento. Los participantes que reali-
zaron la tarea y dijeron a otro compañero que era aburrida (doble complacencia) la evaluaron 
más positivamente que el resto, es decir, fueron los que experimentaron más disonancia. 
Con respecto a los resultados obtenidos en las dos situaciones de complacencia simple, convie-
ne señalar que los participantes del grupo que sólo realizó la tarea aburrida (complacencia simple 
1) experimentaron disonancia, y de hecho su evaluación fue más positiva que la del grupo control. 
Frente a ellos, los participantes del grupo que habían afirmado ante sus compañeros que la tarea 
era muy aburrida (complacencia simple 2) valoraron dicha tarea peor que el grupo control. En 
estos dos casos, la actitud final de los participantes convergía y era congruente con la conducta 
realizada. En comparación con el grupo control, los que han realizado la tarea la encuentran más 
atractiva y los que han dicho que es aburrida y tediosa la encuentran menos atractiva.
Cuadro : Puntuación media en actitudes hacia la tarea.
Atracción Diversión
Doble complacencia (realizar tarea y afirmar que es aburrida) 1,06 –0,42
Complacencia simple 1 (realizar tarea) –0,82 –0,45
Complacencia simple 2 (afirmar que es aburrida) –2,82 –2,52
Control –1,32 –2,12
Una consideración conjunta de los resultados de los dos experimentos permite concluir 
que, cuando una persona accede a realizar cualquier conducta, su actitud va a modificarse para 
ser coherente con ese comportamiento realizado. Por eso, Beauvois y Joule (1996) llaman la 
atención sobre el hecho de que, cuando se induce a una persona a actuar de una determinada 
manera, se la está induciendo a cambiar sus actitudes en la dirección de la conducta realizada. 
Mecanismos de racionalización de la conducta
Estos y otros estudios que analizan la influencia, no de una sola conducta, sino de cadenas de 
conductas congruentes o incongruentes con el comportamiento causante de la disonancia, 
pusieron de manifiesto un efecto paradójico, que consiste en que la conducta contraactitu-
dinal que da lugar a la cognición generadora es menos problemática si se realiza una nueva 
conducta, también contraactitudinal, más problemática que la anterior, y en la misma línea 
que la realizada anteriormente. Este efecto se ha estudiado en el paradigma de la racionaliza-
ción de un acto. 
Como ya se ha comentado, desde el enfoque radical se considera que la cognición generadora de 
la disonancia procede de la representación que se tiene del comportamiento realizado. La función 
de la racionalización, que puede ser cognitiva o conductual, es ayudar a que ese comportamiento 
se vea como menos problemático, lo que reduce la activación producida por la disonancia. 
Si se cambia la actitud para hacerla más coherente con el comportamiento y para eliminar, 
de esta forma, el malestar psicológico, la racionalización es cognitiva. Pero existe otro tipo de 
racionalización y, paralelamente, otra forma de reducir la disonancia: es la racionalización 
conductual. Esta consiste en realizar un nuevo acto igual de problemático, o más, que el acto 
inicial que ha producido la disonancia. Es lo que se muestra en el Cuadro 20.5. 
Cuadro : El paradigma de la racionalización de un acto.
Fundamentación
Hipótesis según la cual, después de llevar a cabo un acto problemático 
contrario a la actitud, ese comportamiento se puede racionalizar me-
diante la realización de un nuevo acto similar al anterior pero incluso 
más problemático. 
Procedimiento experimen-
tal estándar utilizado en 
este paradigma
Se trata, en esencia, de pedir a los participantes que vayan aceptando 
paulatinamente realizar diversos comportamientos contraactitudina-
les relacionados entre sí. 
Ejemplo de un experimen-
to realizado por Beauvois 
y Joule
A los participantes, que eran todos fumadores, se les pedía que fue-
ran aceptando una serie de acciones, cada una de las cuales era más 
contraria que la anterior a su actitud hacia el tabaco. Así, primero se 
le pedía que estuviese sin fumar dos horas; a continuación, que no 
fumase hasta el día siguiente; y, pasado ese periodo, que estuviese 
tres días sin fumar (Beauvois y Joule, 1996). 
Resultados obtenidos con 
el paradigma de la 
racionalización de un acto
Las personas pueden utilizar un segundo comportamiento para racionali-
zar el comportamiento discrepante anterior, siempre que se les presente 
esa oportunidad inmediatamente después del primer comportamiento 
Implicaciones de 
este paradigma
Con base en los resultados obtenidos con el paradigma de la racio-
nalización de un acto, se puede explicar la eficacia de técnicas de 
influencia como las del “pie en la puerta” o de la “bola baja” (véase el 
Capítulo sobre principios básicos de influencia social en este manual). 
En estas dos tácticas se observa que, una vez que las personas se 
comprometen a realizar una acción, es más fácil que acepten nuevos 
compromisos, si estos son coherentes con esa línea de actuación.
Se predice que la persona optará por la forma de racionalización que le resulte más sencilla. 
A veces modificará las creencias disonantes y consonantesy su importancia. Otras veces re-
currirá a restaurar el valor del comportamiento problemático y, para ello, actuará de la misma 
forma en posteriores situaciones. 
Las conclusiones que se pueden extraer de este planteamiento teórico permiten compren-
der cómo, a partir de un comportamiento contrario a la actitud, se pueden obtener conductas 
cada vez más contrarias a esa actitud. Esta forma de racionalización explica el éxito de algunas 
técnicas de persuasión. Según la teoría, cada vez que se nos induce a realizar un comporta-
miento como comprar un producto, acatar una ley u obedecer a un superior se está induciendo 
un cambio en las actitudes.
 Carácter funcional de la disonancia: el modelo basado en 
la acción
¿Por qué estamos las personas fuertemente motivadas a reducir la disonancia, cuando esta es 
una experiencia tan común y generalizada? Esta pregunta es el punto de partida en el desa-
rrollo del Modelo de disonancia cognitiva basado en la acción (Harmon-Jones, 1999; Harmon-
Jones y Harmon-Jones, 2002). Desde esta perspectiva, se plantea el carácter adaptativo que 
para el ser humano puede tener la disonancia y la motivación para reducirla. La explicación 
dada por Festinger (1957), y por todos los teóricos que han trabajado sobre la Teoría de la 
disonancia, se ha centrado en las causas inmediatas, y se ha aceptado mayoritariamente que la 
motivación para reducir la disonancia surge de la necesidad de paliar el malestar psicológico 
producido después de realizar una conducta incongruente con creencias y actitudes. Pero un 
mecanismo psicológico como la disonancia, que aparece con tanta frecuencia en el repertorio 
de conductas del ser humano, y en situaciones tan diferentes, debe cumplir alguna función de 
adaptación, es decir, tiene que aportar algún tipo de utilidad que beneficie al organismo.
Eddie Harmon-Jones 
Universidad A&M de Texas
El modelo basado en la acción acepta la Teoría original, pero trata de explicar la causa última 
por la que se produce la disonancia. Parte de la premisa de que cualquier acción viene precedida 
de pensamientos que guían las tendencias para esa acción y que orientan el curso de la conducta. 
La cognición, igual que la percepción, proporciona información útil para llevar a cabo la acción, 
con el fin de lograr determinados objetivos. Esto es lo que muestra la Figura 20.2.
Figura : Representación gráfica de un curso de acción normal.
Si ese curso de la acción se ve interferido por pensamientos que son conflictivos con el 
desarrollo eficaz de esa actuación, porque son contradictorios con ella, se produce disonan-
cia. Todos los factores que aumentan la magnitud de la disonancia, como la importancia o el 
número de creencias disonantes, también aumentan la probabilidad de interferencia con la 
tendencia de acción. Es decir, cuando las propias creencias, actitudes o conductas, son diso-
nantes entre sí, el sentimiento de ser capaz de controlar eficazmente el curso de la acción se ve 
amenazado. Esto es lo que muestra la Figura 20.3.
Figura : Representación gráfica de un curso de acción interferido por la disonancia.
De este razonamiento se sigue que la función última de la motivación para reducir la diso-
nancia sería restaurar esa capacidad de llevar a cabo eficazmente una línea de acción que se ha 
visto entorpecida por cogniciones disonantes.
Muchas de las situaciones en las que se ha inducido disonancia se podrían analizar desde 
esta óptica. Véase el Cuadro 20.6.
Cuadro: Interferencia de la disonancia con la acción en algunos 
paradigmas experimentales.
Paradigma de la 
complacencia inducida 
La actitud hacia la tarea (que se considera aburrida) interfiere con la 
conducta que las personas se comprometen a realizar (decir que la tarea 
es divertida).
Paradigma de la 
libre elección 
Las creencias sobre los aspectos positivos de la opción rechazada, y sobre 
los aspectos negativos de la elegida, son disonantes con la tendencia de 
acción por la que se ha optado y, por lo tanto, interfieren con ella.
También se observa que en ocasiones se reduce la disonancia rechazando la información 
o procesándola de forma sesgada. Según el Modelo basado en la acción, ese procesamiento
sesgado de la información puede ser necesario y funcional, siempre que facilite que la línea de
acción sea más efectiva y menos conflictiva. Una vez que la persona ha reducido el malestar
puede actuar según había planeado (Harmon-Jones y Harmon-Jones, 2002, p. 712).
En resumen, los supuestos de este modelo son: 
• Las cogniciones disonantes entre sí son disfuncionales porque entorpecen que se pueda
llevar a cabo una acción de manera eficaz.
• El malestar psicológico actuaría como detonante y la persona se vería acuciada para redu-
cirlo y recuperar el equilibrio psicológico.
• La reducción de la disonancia se haría siempre por una vía que permita orientar la acción
según se había planeado.
Por lo tanto, las predicciones derivadas de este modelo afectan a la activación y a la re-
ducción de la disonancia: (a) cuando se ha tomado la decisión de seguir una línea de acción 
los procesos que la entorpezcan serán disonantes, y (b) la reducción de la disonancia es un 
proceso que ayuda a continuar con esa decisión de acción.
Experimento de Harmon-Jones y Harmon-Jones (2002)
Para comprobar sus hipótesis sobre reducción de la disonancia relacionada con la ejecución de 
una decisión, estos autores diseñaron un experimento con el paradigma de la libre elección. 
Manipularon, por un lado, la dificultad de la decisión: elegir entre dos tipos de ejercicios 
de gimnasia igualmente valorados (decisión difícil y que provoca disonancia) o entre uno muy 
valorado y otro poco (elección fácil que no provoca disonancia). 
Por otro lado, manipularon que los participantes centraran sus pensamientos en la línea de 
acción o en algo neutral. Con este fin, el grupo en la condición “mentalmente orientados a la 
acción” debía escribir al menos siete frases sobre la puesta en práctica de ese tipo de ejercicios 
de gimnasia para mejorar su preparación física; mientras que el grupo mentalmente centrado 
en algo neutral escribía sobre siete actividades que realizaba en un día normal. 
De acuerdo con las predicciones de la Teoría de la disonancia, en la condición de difícil 
elección los participantes cambiaron sus evaluaciones posdecisión de forma que valoraron 
más el ejercicio elegido y menos el rechazado que antes de la elección; ese cambio no se produjo 
en la condición de fácil elección. 
Al mismo tiempo, y en línea con lo pronosticado por el Modelo basado en la acción, dentro 
del grupo de difícil elección —es decir, el que experimentaba disonancia—, las personas que 
centraron su atención en la decisión tomada exageraron más esas diferencias posdecisión entre 
la alternativa elegida y la rechazada (véase la Figura 20.4). 
Además de con el paradigma posdecisión, las hipótesis de este modelo también se han 
comprobado con el paradigma de la hipocresía (Harmon-Jones, Peterson y Vaughn, 2003)
Figura : Actitudes hacia el ejercicio elegido en función de la orientación mental. Condición de 
alta disonancia por difícil elección.
 Disonancia y conducta grupal
A pesar de que la primera publicación sobre disonancia que vio la luz fue el trabajo de Festin-
ger, Riecken y Schachter (1956), sobre el manejo de la disonancia en una secta, los teóricos de 
la disonancia apenas han analizado el papel que juega la pertenencia grupal en la activación 
o la reducción de la disonancia. Un estudio llevado a cabo por Zanna y Sande (1987, citado
en Cooper y Stone, 2000, p. 231) comprobó que la difusión de la responsabilidad en el grupo
servía para atenuar la experiencia de disonancia. En este experimento de laboratorio, todos
los participantes escribían un ensayo contraactitudinal, pero, mientras que la mitad de ellos
lo hacía de manera individual, la otra mitad lo hacía en grupo, después de consensuar entre
todos los miembros qué argumentos se recogerían en el ensayo. Los sujetos de la condiciónindividual cambiaron más de actitud en la línea del escrito, como consecuencia de experimen-
tar mayor disonancia que los de la condición grupal, a pesar de que estos últimos creían que
sus argumentos eran mejores y más convincentes. Otro resultado interesante de este estudio
es que aquellas personas que creían que los otros habían sido más responsables del escrito que
ellos, es decir, los que más difundían la responsabilidad entre el resto del grupo, cambiaron
menos de actitud. Parece, por lo tanto, que la difusión de la responsabilidad puede ser un
mecanismo para justificar la conducta y reducir la disonancia.
La identidad social y la pertenencia grupal también pueden determinar que se utilicen 
formas de reducción de la disonancia características de situaciones grupales, cuando una 
identidad social determinada se hace saliente. Todos pertenecemos a diferentes grupos y to-
dos esos grupos contribuyen a nuestro autoconcepto. Así, una persona es hombre o mujer,
pertenece a una profesión, ha nacido en una región y puede ser creyente de una determinada 
fe religiosa. Pero no todas estas categorías sociales son igualmente importantes para el yo en 
cualquier situación. Cuando las características del contexto hacen especialmente saliente una 
categoría, como por ejemplo la pertenencia regional, las personas tienden a comportarse como 
un prototipo de esa categoría y a evaluar a su grupo más positivamente que al resto de los 
grupos que, en el caso del ejemplo, serían las personas de otras regiones. 
Hay identidades sociales que son especialmente importantes para la autoestima y el au-
toconcepto, Así, para un militante político la pertenencia a su partido puede ser una faceta 
esencial de su autoconcepto, lo que no quiere decir que en cada situación y momento esa 
pertenencia sea accesible a su mente. Las actitudes hacia esos grupos, tan importantes para el 
autoconcepto son muy estables y especialmente difíciles de cambiar.
Dos investigaciones han planteado cómo la pertenencia a grupos reales que son impor-
tantes para la persona puede influir en la manera de reducir la disonancia (Cooper y Mackie, 
1983; Cooper y Stone, 2000). Los autores parten de la consideración de que toda categorización 
social se fundamenta en una diferenciación de características que distingue a unos grupos de 
otros. De estas características, unas son definitorias del grupo y, por lo tanto, son condición 
necesaria para la pertenencia grupal, mientras que otras están asociadas a esos grupos pero no 
son esenciales para la pertenencia a ellos. Por ejemplo, para ser Cristiano Evangelista es esen-
cial ser cristiano, pero, aunque la mayoría apoyen el que sea obligatorio rezar en las escuelas, 
esta sería una característica asociada, ya que se puede ser Cristiano Evangelista y pensar que la 
escuela pública puede mantenerse al margen de las expresiones religiosas. 
Si a una persona se la induce a que se muestre en contra de una característica de un grupo 
del que es miembro, ¿cómo resolverá la disonancia? Para dilucidar esta cuestión, en las dos in-
vestigaciones mencionadas se buscaron muestras de grupos reales y especialmente importantes 
para los participantes. En ambos estudios, se pedía que escribieran argumentos contrarios a su 
actitud, pero en unos casos esos argumentos se referían a características definitorias del grupo y 
en otros a rasgos no definitorios. Por ejemplo, en una de las investigaciones, que se llevó a cabo 
durante la campaña electoral que enfrentaba a Ronald Reagan y Jimmy Carter, se utilizó una 
muestra de estudiantes de las Juventudes pro Reagan (Cooper y Mackie, 1983, citado en Cooper 
y Stone, 2000). En este estudio, los estudiantes tenían que escribir a favor de Carter (argumen-
tos contrarios y definitorios del grupo) o a favor de la ampliación de la ayuda sanitaria, una 
medida a la que se oponían, pero que no era definitoria de su grupo. En la otra investigación se 
eligió de muestra a un grupo de cristianos muy comprometidos con su religión. En este caso, en 
la condición de argumentos definitorios debían memorizar y repetir argumentos a favor de la 
supremacía del budismo sobre el cristianismo, mientras que en la condición de argumentos no 
definitorios el ejercicio de memoria tenía que ver con el universo (Cooper y Stone, 2000). 
En los dos estudios se obtuvieron resultados similares: 
• En la condición en que los argumentos contraactitudinales se referían a características
asociadas al grupo, pero no definitorias de él, los cambios observados apoyaban las vías
habituales de reducción de la disonancia: las actitudes se modificaban en la dirección de
los argumentos del escrito.
• En la condición en que los argumentos contraactitudinales describían características defi-
nitorias del grupo no se observó ese cambio de actitudes en la línea del escrito. Ello hubiera 
supuesto denostar al grupo e implicaría una amenaza a su identidad social. Se constataba,
en cambio, otras estrategias destinadas a afianzar la pertenencia grupal (menospreciar a
los miembros del exogrupo, es decir, a los votantes de Carter, o rechazar la información
contraria a su actitud).
En conclusión, la evidencia empírica sobre la reducción de la disonancia en los grupos ha
revelado que el cambio de actitud no es el único mecanismo útil para reducir la disonancia. 
En contextos grupales, otros mecanismos estrechamente relacionados con la conducta gru-
pal pueden ser útiles como estrategias que reducen el malestar psicológico producido por 
la conducta contraactitudinal: difusión de la responsabilidad, menosprecio del exogrupo, y 
represión de la información contraria a la actitud.
 Naturaleza de los procesos que subyacen a la disonancia
En la última década, algunos investigadores han comenzado a explorar la relación que mantie-
ne el proceso de disonancia con otros procesos que también influyen en el cambio de actitudes 
y en la relación de ese cambio con la conducta. Estas nuevas aproximaciones al estudio de la 
disonancia han contribuido a obtener interesantes resultados empíricos, así como a la integra-
ción conceptual de fenómenos similares.
Disonancia y ambivalencia
Una de las características importantes de las actitudes es la accesibilidad. No siempre evaluamos 
de la misma manera el mismo objeto porque las actitudes dependen de la información accesible 
en ese momento. Ello incluye información ya existente en la memoria, que es crónicamente 
accesible, así como la información accesible en ese momento temporal concreto. Es decir, las 
actitudes están sujetas a las influencias del contexto. La mayor o menor accesibilidad actitudinal 
depende de la frecuencia de activación de la actitud y de lo recientemente que se haya utilizado. 
Asimismo, la intensidad o fuerza de una actitud depende, entre otras variables, de su accesibi-
lidad. Hay que tener en cuenta que cuanto más intensa es una actitud más persistente es en el 
tiempo, más resistente es al cambio y más influye en la conducta (Bohner y Wänke, 2002).
No es extraño que se haya propuesto un vínculo entre la ambivalencia actitudinal y la 
disonancia, ya que ambos procesos comparten algunos supuestos. La ambivalencia actitudinal 
supone que existe una incoherencia de creencias, igual que la disonancia, puesto que es el 
resultado de evaluar tanto positiva como negativamente un objeto actitudinal. La ambivalen-
cia actitudinal provoca también experiencias psicológicas negativas, de conflicto y confusión 
ante el objeto actitudinal, pero para ello es necesario que los aspectos positivos y negativos 
que originan esa ambivalencia sean simultáneamente accesibles en ese momento temporal 
(McGregor y cols., 1999; Newby-Clark, McGregor y Zanna, 2002). 
Desde esta perspectiva, se propone que la accesibilidad simultánea de creencias disonantes 
también es un proceso que influye en la aparición de la disonancia, aunque no sea el único. Por 
lo tanto, una forma de reducir la disonancia sería evitar que las creencias que son disonantes 
sean simultáneamente accesibles.Esta sería la explicación de que cualquier forma de distrac-
ción pueda evitar o disminuir la disonancia.
Aunque no se haya manipulado expresamente la accesibilidad simultánea de las cogniciones 
en los experimentos de disonancia, implícitamente se daba esa accesibilidad temporal tal como 
se planificaron muchos de esos experimentos. De este modo, se puede deducir de las investi-
gaciones en que se utiliza el paradigma de la hipocresía que la disonancia se produce debido a 
la accesibilidad conjunta de una actitud que se ha hecho saliente, por ejemplo cuando se pide 
a los participantes que opinen sobre si es necesario el uso de preservativos, y también de una 
conducta de la que se les hace conscientes, al recordar todas las veces que no los han utilizado.
De la misma manera, algunas de las formas de reducción de la disonancia, aparte del cam-bio 
de actitud, se puede pensar que funcionan porque eliminan la accesibilidad simultánea ....

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