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Ruíz Espejo, Mariano
Bases bíblicas de la instrucción “Donum Vitae”
Vida y Ética Año 18, Nº 1, junio 2017
Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional 
desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual 
de la Institución.
La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea.
 
Cómo citar el documento:
Ruíz Espejo, Mariano. “Bases bíblicas de la instrucción “Donum Vitae”” [en línea]. Vida y Ética, 18.1 (2017). 
Disponible en: 
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/bases-biblicas-instruccion-donum-vitae.pdf [Fecha de 
consulta:.......]
 
Mg. Dr. Mariano Ruiz Espejo
mruiz033@alu.ucam.edu
· Máster en Bioética por la Universidad Católica
San Antonio de Murcia 
· Doctor en Sociología por la Universidad 
Pontificia de Salamanca
· Licenciado en Ciencias Matemáticas por la 
Universidad Complutense de Madrid
· Forma parte del equipo de tutores y directores
de Trabajo fin de máster en Bioética por la 
Universidad Católica San Antonio de Murcia
ARTÍCULOS
31
Pa la bras cla ve
· Bases bíblicas 
· Dignidad de la 
procreación 
· Instrucción Donum
vitae
· Respeto de la vida
humana naciente
Key words
· Biblical basis
· Dignity of the 
procreation 
· Instruction Donum
vitae
· Respect of the 
incipient human life.
INSTITUTO DE BIOÉTICA / UCA - VIDA Y ÉTICA AÑO 18 Nº 1 JUNIO 2017
BASES BÍBLICAS
DE LA 
INSTRUCCIÓN
‘DONUM VITAE’
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VIDA Y ÉTICA
Año 18 / No 1 / Junio de 2017
RESUMEN
El artículo tiene cuatro partes. La
primera de Introducción, sitúa su
justificación; describe la instrucción
Donum vitae que estudia el respeto
a la dignidad de la vida humana
desde su concepción, las cuestiones
morales planteadas por las interven-
ciones técnicas sobre la procreación
humana, y la orientación sobre la ley
moral y las leyes civiles en torno a
su legitimidad. Otra fuente adicional
de consulta es la Sagrada Biblia de
la Conferencia Episcopal Española,
que nos sirve para situar citas y re-
ferencias a los temas tratados. Los
fundamentos cristianos del respeto
a la vida se explican también. Otros
textos están tomados en relación
con el don de la vida. En la segunda
parte, estudiamos el Contenido de
la instrucción. En ella resumimos
brevemente las ideas desarrolladas
en la instrucción y haciendo comen-
tarios de síntesis de cada una de
ellas. En la tercera parte del artículo
se presentan los Resultados y dis-
cusión. Y en la cuarta parte las Con-
clusiones desde el punto de vista
bioético.
ABSTRACT
The article is divided in four parts.
The first one is the Introduction,
where its justification is explained;
it also describes the Donum vitae
instruction which studies the
respect to human life dignity since
the moment of conception, the
moral questions raised by the
technical interventions in human
procreation and the orientation of
moral and civil laws in regards to
their legitimacy. Another source for
consultation is the Sacred Bible of
the Spanish Episcopal Conference
used to extract quotation and make
references about the questions at
stake. Christian foundations for the
respect to life are also explained.
Other texts are related to the gift of
life. In the second part, we deal
with the Contents of the
instruction. There, we briefly
summarize the ideas developed in
the instruction and comment the
synthesis of each one. The third part
of this article contains the Results
and discussion. The fourth part is
reserved for the Conclusions made
from a bioethical point of view.
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1. INTRODUCCIÓN
1.1 La ética del inicio de la vida
Como estudiante de Bioética uno
puede sorprenderse ante la afirmación de
algún autor, quien en un artículo suyo,
afirma que no existen normas éticas en
relación con la vida humana naciente, lo
que sorprende aún más si se tiene en
cuenta el consejo que da a los lectores el
profesor de teología moral Lino Ciccone
(2006) de leer la instrucción Donum vitae.
Otro libro de indudable interés sobre la
ética biomédica en el inicio de la vida hu-
mana es el libro de Elio Sgreccia (2012).
Esta instrucción de la Congregación
para la Doctrina de la Fe (1987) ha sido y
es una de las respuestas de la Iglesia a la
cuestión planteada de si las técnicas bio-
médicas que permiten intervenir en la
fase inicial de la vida del ser humano y en
el mismo proceso creativo son conformes
con los principios de la moral católica. La
instrucción ofrece, a la luz de la doctrina
precedente del Magisterio, una respuesta
específica a los problemas planteados.
Como toda cuestión bioética, la Iglesia
tiene respuestas morales claras al res-
pecto, y su puesta en práctica informa de
una ética de los profesionales católicos,
padres católicos, otros fieles, y todos los
que acogen las enseñanzas de la Iglesia
con el espíritu propio de los que quieren
actuar con una base sólida basada en la
razón y en la fe en la medida que Dios da
a cada uno.
La aportación del autor de este trabajo
es la de fundamentar en la revelación
cristiana recogida en la Biblia y en espe-
cial de los Evangelios, además de las se-
senta referencias o notas del Magisterio
de la Iglesia que se recogen al final del ar-
tículo, los principios morales que inspiran
dicha instrucción. Todas estas contribu-
ciones ayudan a formar una idea más
clara que informa la ética cristiana en re-
lación con las cuestiones planteadas sobre
el respeto de la vida humana naciente
desde antes de su concepción y la digni-
dad de la procreación humana.
1.2 Partes de la instrucción
Consta de tres partes. La primera, trata
del respeto debido al ser humano desde el
primer momento de su existencia. La se-
gunda, afronta las cuestiones morales
planteadas por las intervenciones técnicas
sobre la procreación humana. La tercera
parte, orienta sobre la relación entre ley
moral y ley civil a propósito de la conside-
ración debida a los embriones humanos y
fetos humanos así como la legitimidad de
las técnicas de procreación artificial.
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Destacaremos los textos más impor-
tantes de la instrucción, a juicio del autor,
exponiendo su base relacionada en la re-
velación cristiana tomando como refe-
rencia la Sagrada Biblia de la Conferencia
Episcopal Española (CEE, 2013). Los textos
referidos se toman tales y como aparecen
en la Biblia, por lo que van entrecomilla-
dos, y en algunos lugares aparecen las
citas bíblicas donde el lector puede con-
sultar y ampliar el contexto histórico del
que surgieron o en los que se escribieron. 
1.3 Fundamentos cristianos del 
respeto a la vida
Los fundamentos bíblicos del respeto
a la vida humana en toda su extensión
han sido tratados concretamente en los
versículos relacionados con el manda-
miento de Dios Padre, del mismo Jesús, y
de la Iglesia desde sus inicios sobre “no
matarás” (CEE, 2013; Éxodo 20,13; Deu-
teronomio 5,17; Mateo 19,18; Marcos
10,19; Lucas 18,20).
Otro mandamiento de respeto al ser
humano por el ser humano, es el de “ama-
rás al prójimo como a ti mismo”, que es
común en el antiguo testamento, en los
evangelios y en los inicios de la Iglesia en
el nuevo testamento (CEE, 2013; Levítico
19,18; Marcos 12,31; Lucas 10,27; Roma-
nos 13,9; Gálatas 5,15; Santiago 2,8).
En otro pasaje del evangelio encontra-
mos las palabras de Jesús sobre lo puro y
lo impuro: 
“Lo que sale de dentro del hombre, eso hace
impuro al hombre. Porque de dentro, del cora-
zón del hombre, salen los pensamientos perver-
sos, las fornicaciones, robos, homicidios,
adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfre-
no, envidia, difamación, orgullo, frivolidad.
Todas esas maldades salen de dentro y hacen al
hombre impuro”(CEE, 2013; Marcos 7,21-23). 
Sobre la impureza, como pecado, tam-
bién hablaron el profeta Ezequiel y San
Pablo en nombre de Dios (CEE, 2013; 
Ezequiel 24,13-14; Ezequiel 36,25; Colo-
senses 3,5).
También, ya con el profeta Moisés y
posteriormente con el profeta Jeremías se
proscribió el derramamiento de sangre
inocente, precepto que alcanza a la vida
humana desde la concepción hasta la
muerte natural (CEE, 2013; Deuteronomio
19,9-10.13; Jeremías 7,6-7; Jeremías
22,3.17). Y Jesucristo no vino a abolir la
Ley ni los Profetas sino a dar su perfecto
cumplimiento (CEE, 2013; Mateo 5,17-18;
Lucas 16,17).
También leemos la frase de Jesús: 
“Así, pues, todo lo que queráis que haga la
gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella;
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pues esta es la Ley y los Profetas” (CEE, 2013;
Mateo 7,12; Lucas 6,31). 
Debería ser así, y la solución a muchos
males está en la regla de oro de la caridad
que hemos entrecomillado como palabra
de Jesús a los discípulos. Esta regla fue to-
davía mejorada por Jesús: 
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis
unos a otros; como yo os he amado, amaos
también unos a otros. En esto conocerán
todos que sois discípulos míos: si os amáis
unos a otros” (CEE, 2013; Juan 13,34-35).
El hermano en la familia de Jesús es
aquel que cumple la voluntad de Dios
(CEE, 2013; Mateo 12,49-50; Marcos
3,33-35; Lucas 8,21) expresada en sus
mandamientos y consejos evangélicos. En
la parábola del juicio final Jesús añade: 
“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis
con uno de estos, mis hermanos más pequeños,
conmigo lo hicisteis” (CEE, 2013; Mateo 25,40), 
y también: 
“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno
de estos, los más pequeños, tampoco lo hicis-
teis conmigo. Y estos irán al castigo eterno y
los justos a la vida eterna” (CEE, 2013; Mateo
25,45-46).
Y por lo que hacemos o no hacemos
en esta vida es por lo que seremos juzga-
dos por Jesús, como recogen estos dos
versículos del evangelio:
“Porque, igual que el Padre tiene vida en sí
mismo, así ha dado también al Hijo tener vida
en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar,
porque es el Hijo del hombre” (CEE, 2013; Juan
5,26-27; Proverbios 19,17).
“Igualmente, no es voluntad de vues-
tro Padre que está en el cielo que se
pierda ni uno de estos pequeños”, como
colofón de Jesús en la parábola de la
oveja perdida (CEE, 2013; Mateo 18,14).
Pero Jesús no se queda en estas pala-
bras como si fueran reducidas a este
mundo, sino que añade: 
“Esta es la voluntad del que me ha enviado: que
no pierda nada de lo que me dio, sino que lo re-
sucite en el último día” (CEE, 2013; Juan 6,39).
1.4 El don de la vida
Como rezamos los católicos, el Espíritu
Santo es el Señor y dador de vida, a pesar
de las dificultades que se presenten. 
“¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el
camino que lleva a la vida! Y pocos dan con
ellos” (CEE, 2013; Mateo 7,14). 
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Y en otro lugar Jesús dice: “El Espíritu
es quien da vida; la carne no sirve para
nada. Las palabras que os he dicho son es-
píritu y vida” (CEE, 2013; Juan 6,63).
La instrucción Donum vitae en su In-
troducción comienza diciendo: 
“El don de la vida, que Dios Creador y Padre ha
confiado al hombre, exige que éste tome con-
ciencia de su inestimable valor y lo acoja 
responsablemente”.
Esta acogida responsable es un deber
desde el primer momento de la vida del
niño, pero también es una responsabili-
dad de los padres desde antes de su con-
cepción y de su nacimiento. Es importante
preparar el camino del nuevo ser humano
con la caridad que deseamos para noso-
tros mismos.
Sobre matrimonio y divorcio, Jesús
dijo a sus discípulos: 
“¿No habéis leído que el Creador, en el princi-
pio, los creó hombre y mujer, y dijo: Por eso de-
jará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y serán los dos una sola
carne? De modo que ya no son dos, sino una
sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo
separe el hombre” (CEE, 2013; Mateo 19,4-6;
Marcos 10,8; 1 Corintios 7,10-11), y añadió:
“Pues yo os digo que, si uno repudia a su mujer
–no hablo de unión ilegítima– y se casa con
otra, comete adulterio” (CEE, 2013; Mateo 19,9;
Mateo 5,32; Lucas 16,18).
Y sobre la responsabilidad de no co-
meter adulterio, Jesús lo relaciona con lo
que hay que hacer de bueno para obte-
ner la vida eterna (CEE, 2013; Mateo
19,16-19; Éxodo 20,12-16; Deuteronomio
5,16-20; Levítico 19,18).
La misión de los padres y de los edu-
cadores es muy importante porque el
Señor ha puesto en el nuevo ser humano
toda su propia bondad. Así Jesús dijo a sus
discípulos quién es el más importante: 
“El que acoge a este niño en mi nombre, me
acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al
que me ha enviado. Pues el más pequeño de
vosotros es el más importante” (CEE, 2013;
Lucas 9,48; Mateo 18,4; Marcos 9,37).
Y sobre el amor de Jesús por los niños,
como ejemplo para padres y educadores,
encontramos algunos textos evangélicos
que lo describen (CEE, 2013; Mateo
19,13-15; Marcos 10,13-16; Lucas 18,15-
17; Mateo 18,3-5).
1.5 El cuidado médico
También el cuidado de la vida naciente
es objeto de nuestra reflexión, pues tene-
mos el consejo de Jesús: 
“Sed misericordiosos como vuestro Padre es mi-
sericordioso” (CEE, 2013; Lucas 6,36). 
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El amor paternal de Dios Padre tiene
que ser el modelo del amor que nos ten-
gamos unos a otros, especialmente los pa-
dres hacia los hijos, del mismo médico
hacia los pequeños, y de todos los demás
como son los que ejercen el poder civil y
político.
En la conclusión de la parábola del
buen samaritano (CEE, 2013; Lucas 10,25-
37), Jesús le contesta al maestro de la ley
que le preguntó sobre quién era su pró-
jimo: “¿Cuál de estos tres te parece que ha
sido prójimo del que cayó en manos de los
bandidos?” Y el maestro de la ley dijo: “El
que practicó la misericordia con él”. Jesús le
dijo: “Anda y haz tú lo mismo” (CEE, 2013;
Lucas 10,36-37). Es un consejo para que
nos responsabilicemos de la vida y de la
salud de nuestro prójimo, especialmente
del débil y en necesidad, y del que ha sido
dañado por la maldad de otros.
Jesús se mostró como médico sentado
a la mesa en la casa de Mateo, una vez
que le llamó: 
“No tienen necesidad de médico los sanos,
sino los enfermos. Andad, aprended lo que
significa Misericordia quiero y no sacrificio:
que no he venido a llamar a justos sino a
pecadores” (CEE, 2013; Mateo 9,12-13;
Marcos 2,17; Lucas 5,31-32).
Y poco más adelante añade: “Si com-
prendierais lo que significa quiero miseri-
cordia y no sacrificio, no condenaríais a
los inocentes” (CEE, 2013; Mateo 12,7).
1.6 Responsabilidad de padres 
y administradores
En la parábola de los viñadores homi-
cidas (CEE, 2013; Lucas 20,9-19), Jesús
nos muestra cómo los labradores en
arriendo se decían al ver al hijo del dueño
de la viña: “Este es el heredero. Maté-
moslo para que la herencia sea nuestra”
(CEE, 2013; Lucas 20,14; Marcos 12,7), y
añade: “Pues, ¿qué hará con ellos el
dueño de la viña? Vendrá, hará perecer a
estos labradores y dará la viña a otros”
(CEE, 2013; Lucas 20,14-16). No adminis-
traban bien los labradores de la parábola
y su delito fue la causa de su destrucción,
y de que la viña sea arrendada a otros.
En otro pasaje histórico de la vida del
niño Jesús y de los peligros a los que se
expuso, tenemos el siguiente texto: 
“Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se
apareció de nuevo en sueños a José en Egipto
y le dijo: Levántate, coge al niño y a su madre
y vuelve a la tierra de Israel, porque han
muerto los que atentaban contra la vida del
niño. Se levantó, tomó al niño y a su madre y
volvió a la tierra de Israel. Pero al enterarse de
que Arquelao reinabaen Judea como sucesor
de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá. Y
avisado en sueños se retiró a Galilea y se esta-
bleció en una ciudad llamada Nazaret” (CEE,
2013; Mateo 2,19-23).
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En la parábola del siervo fiel Jesús ex-
plica el premio al criado fiel y prudente: 
“¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el
señor encarga de dar a la servidumbre la co-
mida a sus horas? Bienaventurado ese criado, si
el señor, al llegar, lo encuentra portándose así.
En verdad os digo que le confiará la adminis-
tración de todos sus bienes” (CEE, 2013; Mateo
24,45-47).
Sobre la necesaria fidelidad o fe en
Dios, y sobre la unidad, fidelidad e indi-
solubilidad del matrimonio hablaron tam-
bién los profetas y Jesucristo (CEE, 2013;
Habacuc 2,4; Malaquías 2,14-16; Mateo
5,32; Marcos 10,7-9).
2. EL CONTENIDO DE LA INSTRUCCIÓN
2.1 Introducción de la instrucción
Ante la posibilidad de intervenir en los
mecanismos de la procreación, no solo para
facilitarlos sino también para dominarlos, y
aun cuando estas técnicas pueden consti-
tuir un progreso al servicio del hombre,
comportan graves riesgos (cf. CDF, 1987).
Los criterios que la Iglesia propone
están basados en su deber apostólico y
son los de la doctrina moral conforme a la
dignidad de la persona y a su vocación in-
tegral. Estos criterios son el respeto, la de-
fensa y la promoción del hombre, su
“derecho primario y fundamental” a la
vida y su dignidad de persona, dotada de
alma espiritual, de responsabilidad moral
y llamada a la comunión beatífica con
Dios (cf. CDF, 1987).
La Iglesia, anunciando el evangelio de
salvación, revela al hombre su propia dig-
nidad y le invita a descubrir plenamente
la verdad sobre sí mismo. Dios da a los
hombres sus mandamientos y la gracia
para observarlos, ofreciendo su perdón
(cf. CDF, 1987).
Sería ilusorio reivindicar la neutralidad
moral de la investigación científica y de sus
aplicaciones. Ni la simple eficacia técnica,
ni la utilidad, ni las ideologías dominantes
pueden reportar a unos a costa de otros,
sino que los criterios deben estar al servi-
cio de la persona humana, de sus derechos
inalienables y de su bien verdadero e inte-
gral según el plan y la voluntad de Dios. La
ciencia sin la conciencia no conduce sino a
la ruina del hombre (cf. CDF, 1987).
Respetar la dignidad del hombre com-
porta salvaguardar la identidad del hom-
bre corpore et anima unus. Ningún
médico o biólogo puede pretender razo-
nablemente decidir el origen y el destino
de los hombres, en nombre de su compe-
tencia científica. Los significados y los va-
lores de orden personal determinan, en el
plano moral, los límites de las interven-
ciones artificiales sobre la procreación y
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el origen de la vida humana. Los procedi-
mientos no deben rechazarse por el hecho
de ser artificiales, pues testimonian las
posibilidades de la medicina, pero deben
ser valorados moralmente en relación con
la dignidad humana llamada a correspon-
der a la vocación divina, al don del amor
y al don de la vida (cf. CDF, 1987).
La vida física no agota en sí misma
todo el valor de la persona, ni representa
el bien supremo del hombre llamado a la
eternidad. Pero en la vida física se apoyan
y se desarrollan todos los valores de la
persona. La inviolabilidad del derecho a la
vida del ser humano inocente “desde el
momento de la concepción hasta la
muerte” es signo y una exigencia de la in-
violabilidad de la persona, a la que el Cre-
ador ha concedido el don de la vida (cf.
CDF, 1987).
Progresos posibles de la técnica, como
la fecundación in vitro de células germi-
nales extraídas previamente del varón y
de la mujer, no son por esa razón moral-
mente admisibles. Una reflexión sobre los
valores fundamentales de la vida y de la
procreación humana, es indispensable
para formular un juicio moral acerca de
las intervenciones técnicas sobre el ser
humano desde sus primeros estadios de
desarrollo (cf. CDF, 1987).
Entre las enseñanzas del Magisterio de
la Iglesia está que la vida de todo ser hu-
mano ha de ser respetada de modo abso-
luto desde el momento mismo de la con-
cepción, porque el hombre es la única
criatura en la tierra que Dios ha “querido
por sí misma”, y el alma espiritual de cada
hombre es “inmediatamente creada” por
Dios; todo su ser lleva grabada la imagen
del Creador. La vida humana es sagrada
porque desde su inicio comporta “la ac-
ción creadora de Dios” y permanece siem-
pre en una especial relación con el
Creador, su único fin. Solo Dios es Señor
de la vida desde su comienzo hasta su tér-
mino, y nadie, en ninguna circunstancia,
puede atribuirse el derecho de matar de
modo directo a un ser humano inocente
(cf. CDF, 1987).
La procreación humana presupone la
colaboración responsable de los esposos
con el amor fecundo de Dios, el don de la
vida humana debe realizarse en el matri-
monio mediante los actos específicos y
exclusivos de los esposos, de acuerdo con
las leyes inscritas en sus personas y en su
unión (cf. CDF, 1987).
De estas consideraciones, el espíritu de
la instrucción no solo está dirigido a una
normativa negativa como el manda-
miento “no matarás”, sino sobre todo a
orientar al científico y al lector a aspirar
a cumplir y perfeccionarse en la gracia, a
que su actuación esté dirigida a la cari-
dad y la misericordia con la vida humana
por su dignidad de estar llamada a la vida
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eterna, a semejanza del amor de Dios con
los hombres, y sin olvidar que su respon-
sabilidad es grande, y que cuenta con la
misericordia y el perdón de Dios en los
cauces de la Iglesia y en sus sacramentos
de institución divina.
La apreciación particular es que esta
instrucción, además de exponer los retos
a los que los científicos y médicos católi-
cos se exponen ante la evolución técnica
en el principio de la vida humana, es una
llamada a la atención de la necesaria ac-
tuación caritativa de padres, científicos,
médicos, bioéticos, legisladores, abogados,
religiosos, etc. en los aspectos del trato
debido a todo ser humano a la luz de la
revelación cristiana y del Magisterio de la
Iglesia. En este espíritu se desarrolla todo
su contenido moral.
2.2 El respeto de los embriones 
humanos
La vida ya concebida ha de ser salva-
guardada con extremos cuidados desde
el momento de su concepción. El aborto
y el infanticidio son crímenes abomina-
bles. Desde el primer momento de su
concepción el ser humano es un nuevo
ser individual con sus características bien
determinadas, y no es posible que un in-
dividuo humano no sea ser humano y
por tanto defendido en su integridad,
cuidado y sanado, en la medida de lo po-
sible como cualquier otro ser humano
(cf. CDF, 1987).
El diagnóstico prenatal es moralmente
lícito cuando respeta la vida en su inte-
gridad del embrión y del feto humano y si
se orienta hacia su custodia o hacia su cu-
ración. El diagnóstico prenatal se opone
gravemente a la ley moral y se comete
una acción grave ilícita cuando contem-
pla la posibilidad, en dependencia de los
resultados del mismo, de provocar un
aborto (cf. CDF, 1987).
Son lícitas las intervenciones sobre el
embrión humano siempre que respeten la
vida y la integridad del embrión, que no lo
expongan a riesgos desproporcionados,
que tengan como fin su curación, la me-
jora de sus condiciones de salud o su su-
pervivencia individual (cf. CDF, 1987).
La investigación médica debe renunciar
a intervenir sobre embriones vivos, a no ser
que exista la certeza moral de que no se
causará daño alguno a su vida y a su inte-
gridad ni a la de la madre, y solo en el caso
de que los padres hayan otorgado su con-
sentimiento, libre e informado,a la inter-
vención sobre el embrión. La investigación
médica, aunque se limite a la mera obser-
vación del embrión, será ilícita cuando im-
plicase un riesgo para la integridad física o
la vida del embrión. La experimentación no
directamente terapéutica sobre embriones
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es ilícita, aunque haya una finalidad que
pareciese noble, como una utilidad para la
ciencia, para otros seres humanos o para la
sociedad. El respeto a la dignidad del ser
humano excluye todo tipo de manipula-
ción experimental o explotación del em-
brión humano. En el supuesto de que la
experimentación sea claramente terapéu-
tica, y se trate de terapias experimentales
utilizadas en beneficio del embrión como
un intento extremo de salvar su vida, y a
falta de otras terapias eficaces, puede ser
lícito el recurso a fármacos o procedimien-
tos todavía no enteramente seguros (cf.
CDF, 1987).
Los restos mortales de los embriones o
fetos humanos, voluntariamente aborta-
dos o no, deben ser respetados como los
de los demás seres humanos. Toda prác-
tica comercial de los fetos muertos, como
los de personas adultas, es ilícita y debe
ser prohibida. Es inmoral producir em-
briones humanos destinados a ser explo-
tados como “material biológico”
disponible, así como la destrucción vo-
luntaria de embriones humanos obteni-
dos in vitro (cf. CDF, 1987).
Las técnicas de fecundación in vitro
pueden hacer posibles otras formas de
manipulación biológica o genética de em-
briones humanos, como intentos de fe-
cundación entre gametos humanos y
animales, o la gestación de embriones hu-
manos en útero de animales. Estos proce-
dimientos son contrarios a la dignidad del
ser humano propia del embrión, y lesio-
nan el derecho de la persona a ser conce-
bida y a nacer en el matrimonio y del
matrimonio. Otros intentos como la hipó-
tesis de obtención de un ser humano son
conexión alguna con la sexualidad me-
diante “fisión gemelar”, clonación, parte-
nogénesis, deben ser considerados
contrarios a la moral al estar en contraste
con la dignidad tanto de la procreación
humana como de la unión conyugal, así
como a la integridad y dignidad del ser
humano (cf. CDF, 1987).
Nuevamente indicamos que en estos
posibles actos inmorales existe un desco-
nocimiento de la voluntad divina revelada
en Dios Padre y en Jesucristo, por lo que
no considero superfluo el resumen de la
revelación de ambos recogida en la sec-
ción primera de Introducción.
Baste señalar que la simple puesta en
práctica de la caridad cristiana evitaría la
mayor parte o la totalidad de los riesgos
de estos posibles actos inmorales contra
la vida humana en su estadio inicial. Otras
enseñanzas cristianas en el seno de la
Iglesia, complementan y ayudan a enten-
der el alcance de la moralidad querida por
Dios para los hombres y su quehacer en
torno a la vida humana incipiente. Por
ejemplo, la necesaria legitimidad de la
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unión de los padres y la exclusión de todo
mal trato a los embriones, así como pro-
curar su bien en todo momento.
2.3 Intervenciones sobre la 
procreación humana
La instrucción Donum vitae entiende
por “procreación artificial” o “fecunda-
ción artificial” a los diversos procedi-
mientos técnicos encaminados a lograr la
concepción de un ser humano por una vía
diversa de la unión sexual del varón y la
mujer. Trata, por tanto, de la fecundación
del óvulo en una probeta (fecundación in
vitro) y de la inseminación artificial me-
diante la transferencia a las vías genitales
de la mujer del esperma previamente re-
cogido (cf. CDF, 1987).
En base al respeto debido al embrión
humano y a que habitualmente no se
transfieren todos los óvulos fertilizados in
vitro a las vías genitales de la mujer tras
unos días, algunos embriones, denomina-
dos normalmente “embriones sobrantes”,
se destruyen o se congelan. También algu-
nos embriones ya implantados se sacrifi-
can por razones eugenésicas, económicas
o psicológicas. La destrucción voluntaria
de seres humanos o su utilización para
fines diversos, en detrimento de su inte-
gridad y de su vida, es contraria a la doc-
trina antes recordada a propósito del
aborto procurado (cf. CDF, 1987).
Todo ser humano debe ser acogido
siempre como un don y bendición de Dios.
Sin embargo, desde el punto de vista
moral, solo es verdaderamente responsa-
ble, para con quien ha de nacer, la procre-
ación que es fruto del matrimonio. La
fidelidad de los esposos, en la unidad del
matrimonio, comporta el recíproco respeto
a su derecho a llegar a ser padre y madre
exclusivamente el uno a través del otro. El
hijo tiene derecho a ser concebido, llevado
en las entrañas, traído al mundo y educado
en el matrimonio. A través de la referencia
conocida y segura de sus padres pueden los
hijos descubrir la propia identidad y alcan-
zar la madurez humana. El hijo es la ima-
gen viva del amor de los padres, el signo
permanente de su unión conyugal, la sín-
tesis viva e indisoluble de su dimensión pa-
terna y materna. La vitalidad y el equilibrio
de la sociedad exigen que los hijos vengan
al mundo en el seno de una familia, y que
ésta esté establemente fundamentada en
el matrimonio. La tradición de la Iglesia y la
reflexión antropológica reconocen en el
matrimonio y en su unidad indisoluble el
único lugar digno de una procreación ver-
daderamente responsable (cf. CDF, 1987).
La fecundación artificial heteróloga
(mediante la unión de gametos de al
menos un donador diverso de los esposos
unidos en matrimonio) es contraria a la
unidad del matrimonio, a la dignidad de
los esposos, a la vocación propia de los
padres y al derecho de los hijos a ser con-
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cebidos y traídos al mundo en el matri-
monio y por el matrimonio. El recurso a
los gametos de una tercera persona, para
disponer del esperma o del óvulo, consti-
tuye una violación del compromiso recí-
proco de los esposos y una falta grave
contra la unidad del matrimonio. Estas y
otras razones determinan un juicio moral
negativo de la fecundación artificial he-
teróloga. La maternidad sustitutiva, por
las mismas razones, es contraria a la uni-
dad del matrimonio y a la dignidad de la
procreación de la persona humana (cf.
CDF, 1987).
La enseñanza de la Iglesia sobre el ma-
trimonio y sobre la procreación afirma la
inseparable conexión, que Dios ha querido
y que el hombre no puede romper por ini-
ciativa propia, entre los significados del
acto conyugal: el significado unitivo y el
significado procreador. En la fecundación
artificial homóloga se realiza objetiva-
mente esta separación, privando del acto
conyugal de su apertura a la procreación,
disociando las finalidades del matrimonio.
La procreación quedaría privada de su
perfección propia, desde el punto de vista
moral, cuando no es querida como el
fruto del acto conyugal, es decir, del gesto
específico de la unión de los esposos. La
unión conyugal debe realizarse respe-
tando la apertura a la generación. El
deseo de un hijo es un requisito necesario
desde el punto de vista moral para la pro-
creación humana responsable, pero no es
suficiente para justificar una valoración
moral positiva de la fecundación in vitro
entre los esposos. El acto de amor conyu-
gal es considerado por la Iglesia como el
único lugar digno de la procreación hu-
mana. Por tanto, la fecundación artificial
homóloga libre de toda relación con la
praxis abortiva de la destrucción de em-
briones y con la masturbación, sigue
siendo una técnica moralmente ilícita,
porque priva a la procreación humana de
la dignidad que le es propia y connatural.
Por ello, no se puede admitir, salvo que el
medio técnico no sustituya al acto con-
yugal, sino que sea una facilitación y una
ayuda para queaquél alcance su finalidad
natural (cf. CDF, 1987).
La masturbación, mediante la que nor-
malmente se procura el esperma, es otro
signo de disociación, pues aunque se rea-
lice en vista de la procreación, este gesto
sigue estando privado de su significado
unitivo de la mutua donación de los espo-
sos para la procreación en un contexto de
amor verdadero. El médico está al servicio
de la persona y de la procreación humana,
no le corresponde la facultad de disponer
o decidir sobre ellas (cf. CDF, 1987).
El matrimonio no confiere a los cón-
yuges el derecho a tener un hijo, sino so-
lamente el derecho a realizar los actos
naturales que de suyo se ordenan a la
procreación. El hijo no es algo debido y no
puede ser considerado como objeto de
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propiedad: es más bien un don, “el más
grande” y el más gratuito del matrimonio,
y el testimonio vivo de la donación recí-
proca de sus padres. El hijo tiene derecho
a ser el fruto específico del amor conyu-
gal de sus padres y tiene también el dere-
cho a ser respetado como persona desde
el momento de su concepción. Cuando la
procreación no es posible, no por ello la
vida conyugal pierde su valor, pues puede
hacer servicios a la vida de otras personas
humanas, como la adopción, labores edu-
cativas, ayuda a otras familias, a los niños
pobres o minusválidos (cf. CDF, 1987).
Es importante señalar que el deseo de
procrear tiene unos cauces reflexivos y una
moralidad que debe ser respetada, dentro
del matrimonio con sus obligaciones y mi-
sión específicas, así como con otras nor-
mas de pureza y legitimidad en la donación
y la unión de los esposos para la procrea-
ción digna y respetuosa con el nuevo ser
humano en toda su vida, desde la concep-
ción hasta el final de su vida natural.
La instrucción anima a los investiga-
dores científicos a proseguir sus investi-
gaciones en la lucha contra la esterilidad,
salvaguardando plenamente la dignidad
de la procreación humana, para prevenir y
remediar las causas de la esterilidad de
manera que los matrimonios estériles
consigan procrear respetando su dignidad
personal y la de quien ha de nacer, el hijo.
2.4 Moral y ley civil
Derechos inviolables como el de todo
individuo humano inocente a la vida, los
derechos de la familia y de la institución
matrimonial son valores fundamentales
porque conciernen a la condición natural
y a la vocación integral de la persona hu-
mana. También son constitutivos de la so-
ciedad civil y de su ordenamiento jurídico.
Autoridades políticas y legislativas tienen
que intervenir sobre las posibilidades de
la técnica en la biomedicina. La concien-
cia individual y la autodisciplina de los in-
vestigadores no basta para asegurar el
respeto de los derechos personales y del
orden público. De otro modo, el euge-
nismo y la discriminación entre los seres
humanos podrían verse legitimados, lo
cual sería un grave atentado contra la
igualdad, contra la dignidad y contra los
derechos fundamentales de la persona
humana (cf. CDF, 1987).
La misión de la ley civil consiste en ga-
rantizar el bien común de las personas me-
diante el reconocimiento y la defensa de
los derechos fundamentales, la promoción
de la paz y de la moralidad pública. Los de-
rechos inalienables de la persona deben
estar reconocidos y ser respetados por
parte de la sociedad civil y de la autoridad
política, pues estos derechos del hombre
no están subordinados ni a los individuos
ni a los padres, y tampoco son una conce-
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sión de la sociedad o del estado, pues per-
tenecen a la naturaleza humana y son in-
herentes a la persona en virtud del acto
creador que le ha originado (cf. CDF, 1987).
Por estar al servicio de las personas, la
autoridad política también debe estar al
servicio de la familia. Las naciones y los
Estados deben tomar conciencia de todas
las implicaciones culturales, ideológicas y
políticas relacionadas con las técnicas de
procreación artificial, y deben saber en-
contrar la sabiduría y el ánimo necesarios
para emanar leyes más justas y respetuo-
sas con la vida humana y de la institución
familiar. Además, ante esas leyes civiles
que no respetan la vida humana, se debe
presentar y reconocer la “objeción de
conciencia” (cf. CDF, 1987).
2.5 Conclusión de la instrucción
La CDF (1987) promueve y tutela la en-
señanza de la Iglesia acerca de los gravísi-
mos problemas morales que la difusión de
técnicas de intervención sobre los proce-
sos de la procreación humana, relativos al
respeto debido al ser humano desde su
misma concepción y a la dignidad de la
persona, de su sexualidad y de la transmi-
sión de la vida. De este modo dirige una
llamada a todos los que por la función que
desempeñan y por su actividad, pueden
ejercer una influencia positiva para que en
la familia y en la sociedad se respete debi-
damente la vida y el amor, a los responsa-
bles de la formación de las conciencias y
de la opinión pública, a los hombres de
ciencia y a los profesionales de la medi-
cina, a los juristas y a los políticos.
La Iglesia desea que todos compren-
dan la incompatibilidad que existe entre
el reconocimiento de la dignidad de la
persona humana y el desprecio de la vida
y del amor, entre la fe en el Dios vivo y la
pretensión de querer decidir arbitraria-
mente el origen y el destino del ser hu-
mano (cf. CDF, 1987).
De este modo será posible vivir y amar
con la dignidad y la libertad que nacen
del respeto a la verdad. Las indicaciones
precisas de esta instrucción no pretenden
frenar el esfuerzo de reflexión, sino darle
el renovado impulso por el camino de la
irrenunciable fidelidad a la doctrina de la
Iglesia. Ésta invita a cada uno a compor-
tarse, en el ámbito de su propia respon-
sabilidad, como el buen samaritano y a
reconocer en el más pequeño de los hijos
de los hombres al propio prójimo (CEE,
2013; Lucas 10,29-37).
3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La tradición cristiana tiene una ética
que se concreta en el conocimiento de lo
que es bueno y lo que es malo, también
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llamada sabiduría, y en la habilidad de lle-
var estos conocimientos a la práctica,
también llamada inteligencia. Por esto, al
tratar el tema de la instrucción Donum
vitae, la Iglesia tiene que basarse en esta
ética milenaria cristiana recogida en las
enseñanzas de Dios y por medio de los
santos profetas, así como por la palabra
de Jesucristo recogida principalmente en
los cuatro Evangelios y en algunos aspec-
tos también en el Nuevo Testamento.
También el Magisterio de la Iglesia nos da
luz en muchos aspectos, pues quien lo
inspira es el Espíritu Santo, como el
mismo Jesucristo resucitado explicó a los
discípulos de la Iglesia naciente.
No son cosas desconocidas para la tra-
dición de la Iglesia, y por esto y ante al-
gunos de los tan atrevidos pasos de la
ciencia y la técnica, pues en muchos casos
algunos científicos parecen desconocer o
ignoran claramente las enseñanzas cris-
tianas básicas actuando inmoral o ilegíti-
mamente, la Congregación para la
Doctrina de la Fe ha salido al paso para
orientar a los fieles católicos, como es su
misión, sobre lo que es lícito y lo que no
lo es, recordándonos el respeto debido a la
vida humana naciente y la dignidad de la
procreación y de la transmisión de la vida.
En esta misión la Iglesia nos recuerda
cosas como la dignidad de la sexualidad,
del matrimonio, del valor sagrado y del
respeto a la vida humana desde su con-
cepción hasta su muerte natural, de la
responsabilidad de los padres, médicos,
educadores, científicos, legisladores, polí-
ticos, abogados, periodistas, farmacéuti-
cos, bioéticos, y de todas las personas que
tienen que ver con estas técnicasrecien-
tes. Especialmente se hace una llamada de
atención a los católicos para que influyan
en la sociedad a favor de la dignidad de la
vida humana en todas sus fases y en todas
sus profesiones.
Tomar conciencia del valor de la vida
humana y acogerla responsablemente debe
ser el centro de la reflexión para esclarecer
y resolver los problemas morales que sur-
gen de las intervenciones artificiales sobre
la vida naciente y sobre los procesos pro-
creativos originados en las últimas décadas
y sobre los que la Iglesia contribuye con su
propia enseñanza y reflexión a la dignifi-
cación en todos sus aspectos y vertientes
para todos los involucrados en estas técni-
cas e investigaciones.
4. CONCLUSIONES
La primera conclusión, es que la Igle-
sia no se opone a la investigación cientí-
fica en esta área, ni tampoco rechaza las
técnicas artificiales por ser artificiales,
pero claramente indica que no basta que
el fin sea bueno como podría ser “tener
un hijo”, sino que todos los medios enca-
minados para ello deben ser dignos y tie-
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nen que respetar la dignidad de todos los
actores en el proceso de procreación y es-
pecialmente la del más inocente y débil, el
ser humano naciente.
Otra conclusión, es que la difusión de
técnicas de intervención sobre los proce-
sos de la procreación humana plantea
gravísimos problemas morales que no son
resueltos desde un enfoque meramente
científico, sino que tienen que ser resuel-
tos a través de seguir por el camino de la
irrenunciable fidelidad a la doctrina de la
Iglesia cuya piedra angular es el propio
Jesucristo con su amor y su caridad como
modelo de actuación para todo creyente,
así como del respeto a la verdad, sin olvi-
dar la misericordia divina expresada en el
buen camino y en el perdón instituido por
Jesucristo a través de sus sacramentos
como fuente inagotable de gracia divina.
REFERENCIAS
CICCONE, Lino, Bioética. Historia.
Principios. Cuestiones, 2ª Edición, Madrid,
Ediciones Palabra, 2006.
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA,
Sagrada Biblia, 2ª Edición, Madrid, Biblio-
teca de Autores Cristianos, 2013.
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA
DE LA FE, Instrucción Donum Vitae. Sobre
el Respeto de la Vida Humana Naciente y
la Dignidad de la Procreación, Roma, Dis-
ponible en el portal de internet Vati-
can.va, 22 de febrero de 1987.
SGRECCIA, Elio, Manual de Bioética I.
Fundamentos y Ética Biomédica, Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos, 2012.
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