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DOMENICO GRASSO 
 
 
 
TEOLOGÍA DE LA PREDICACIÓN 
 
 
 
 
EL MINISTERIO DE LA PALABRA 
 
EL MINISTERIO DE LA PALABRA 
 
 
 
 
SEGUNDA EDICION 
 
 
 
 
 
EDISIONES SIGUEME 
APARTADO 332 
SALAMANCA 
1968 
 
 
ÍNDICE 
 
1. El problema teológico de la predicación 
2. El objeto de la predicación 
3. Dios habla 
4. La mediación de la palabra humana 
5. El misterio de la presentación 
6. La respuesta del hombre: la fe 
7. dimensiones de la predicación 
8. Palabra y sacramento 
9. Predicación y testimonio 
10. Los motivos del testimonio 
11. La eficacia de la predicación 
12. Predicación y adaptación 
13. El predicador 
14. Formas de predicación 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1. EL PROBLEMA TEOLÓGICO DE LA PREDICACIÓN. 
 
 
La predicación está de moda. Esta afirmación puede parecer extraña, ya que la 
proclamación del evangelio ha sido siempre el deber principal de la Iglesia. Y, con todo, 
parece, que la pastoral y la teología de nuestro tiempo están descubriendo de nuevo la 
predicación, en cuanto a su naturaleza y su cometido en la vida cristiana. Los congresos1 y 
las revistas de pastoral2, las encuestas entre predicadores y oyentes3, las publicaciones cada 
vez más numerosas y comprometidas4 dan fe de un interés antes desconocido. 
 
1 La predicación ha sido objeto de varios congresos de pastoral en diversas naciones, cuyas actas 
han sido pulicadas. En Francia tenemos los congresos de Bordeaux del año 1947: Esangelisation. 
Paris 1947. y de Montpellier, en el ño 1954: la pretre, ministre de la parole.Paris 1954; en Austria 
se celebro un congreso en Viena, el año 1950; das evangeliun muss nen gepredigt werden. Win 
1951, en españe tenemos el congreso de Valencia del año 1955; en itlia el de Roma, en el año 
1956; la parola dionella comunita cristiana. Milano 1957. loa autores homileticos alemanes han 
celebrado hasta el momento en la ciuadad de würzburg, tres reuniones sobre los temas 
Neeuzeitleicle Predigtansbilang en 1957; the elogie und predigt en 1958, y publicado la relación de 
las misma en el fasciculo anual procceings of the catholie homiletis society, editado en Chicago 
desde el año 1958. los estudios de problemas catequeticos han celebrado tambien varias 
reuniones en diversos lugares, en Italia tenemos los que organizo la revista <<catechesis>>en el 
paso de la mendola el año 1959: IIcatechismo oggi in Italia. Torino 1960; en Asis el año 1960: le 
inete ella catechesi, Torino 1961, y en Florencia en 1962: II centemito della catechesi, Torino 1963. 
sobre la predicación misionera tenemos el gran congreso de Eichstätt del año 1960. cuyas actas 
han sido publicadas en diversas lenguas. En ingles: teaching all nations. A simposium en: modern 
catecheties. London 1961. los problemas de la predicación misionera fuero tambien el tema de la 
restringida reunión de Bangkok del año 1962. de la que da cuenta el p. Nebreda: Lumen vitae 17 
(1962) 623-637 prestando atención especial a los problemas de la preevanglización. El primer 
congreso internacional de pastoral, celebrado en Friburgo de Suiza, el año 1961, reservo a los 
problemas de la predicación tres relaciones, que corriero al cargo del P. Grasso, del P. Delcuve y 
del prof. X arnol d (cf.problemas actuales de pastoral. Madrid 1963) 
2
 Durante los años después de la guerra, el interes por los problemas de la predicación ha llevado 
a fundamentar diversas revistas. A modo de ejemplo, recordemos; Lumen vitae: Bruselles 1946; 
Revista del catechismo Brescia 1949: Temi de predicaciones. Napoli 1957 (esta revista, aunque es 
de orientación eminente mente practica, publica de vez en cuando algunos numeros especiales 
dedicados a los aspectos generales y especiales y teologicos de la predicación): parole et misión 
paris 1960: Sinite. Salamanca 1960. Ademas varias revistas han dedicado numeros especiles a la 
predicación, entre ellas: La Nouvelle Reuve Theologique (junio 1947); Lebendije Seelsorge (1954. 
Heft 4;1958; Heft 3) Anima (1955,HEFT 3 Y 4): orientamenti pastorali (1957, n.i y 3):Lumiere et vie 
(n.35,1957; n. 46, 1950). Entre las revistas liturgicas, La maison Dieu ha ha dedicado a l 
apredicación el cuaderno n. 16, 1948, y el n.. 39, 1954. 
3
 Las encuestas sobre el estado de la predicación han sido publicadas por SILENS. Le srmon du 
point de une de panditeur: NRT 69 (1947) 563-580; en que te sur la predication : Evangeliser 8 
(1954) 564-568; I hiericic la predicaciones: Temi predicaciones, n. 24 (1960) 297-324 ; B. 
 
 
1. La crisis de la predicación. 
 
En el fondo de este interés, se halla latente una serie de razones que reflejan los problemas 
y las exigencias de la teología y de la labor pastoral contemporáneas. 
 
En primer lugar, la crisis de la predicación5. Hoy constituye ya un tópico hablar de ella. Es 
un hecho que la predicación no gusta, no despierta inquietud en las conciencias, los fieles 
la escuchan con escaso interés, y no faltan sacerdotes que tratan de concederle sòlo una 
importancia mínima. Incluso algunos llegan a decir que la predicación, como medio para 
difundir el evangelio, ha pasado a la historia y hay que buscar otros medios de expresión 
social más adecuados, como la prensa, la radio, el cine y la televisión6. Están muy lejos ya 
los tiempos en que san Juan Crisóstomo hablaba del honor en que se tenia a quienes se 
dedicaban a este ministerio7. 
 
 
FISCHER, Die stimne derer unter der Kansel: Tr Thz 69 (1960) 275-287; U.PELLEGRINO. Crisi 
Della predicasione e rinedi : Revista del cledo italiano 42 (1961) 515-522 (vuelve sobre el articulo 
de Fischer y lo comenta). 
4
 Los padres Alszeghy y Flick han hecho un analisis de las principales obras y articulos que sobre 
el problema teologico de la predicación, se han publicado entre los años 1936 y 1959. Este analisis 
se publico con el titulo con el titulo II problema teologico Della predicasione:Greg 40 (1959) 671-
744 los autores autorizan y analizan y valoran los lñibros y articulos de revistas que tratan de la 
naturaleza, eficasia y necesidad de la predicación y es indispensable para quien quiera seguir la 
evolución historica del problema y conocer el estado actual de la investigación. Este analisis lo 
hemos continuados nosotros en el articulo Nuevi aporti alla tcologia Della predicasione: 
Gregoreanum 44 (1963) 88-II8, extendiendo ademas el estudio a las diversas formas de 
predicación. 
5
 La crisis de la predicación es un punto que han tratado ampliamente cuantos se interesan por el 
problema, señalaremos algunos de los problemas mas recientes: P. Duploye. Rethorique et parole 
de Die n. Paris 1955,9-49:V 
6 Esta afirmación es bastante comun y costituye unos de los signos mas evidentes de la crisis, 
veasen entre otros, J.P. Dubols-Duner, predicatio et monde moderne, en leprete misistre de la 
parole. Paris 1954 21 M . Felcher . a. c. en la nota anterior, 225 J. HAMER, a. c. en la nota 
precedente 114. 
7 De sacerdotio 5.6. 
A juicio de Duployé, la predicación actual es una miseria8, opinión que comparte también 
Fleckenstein9. El padre Jannrone habla de “la general falta de aprecio en que ha caído la 
predicación dentro del pueblo cristiano” y “de la desconfianza que se ha insinuado entre los 
mismos sacerdotes, heraldos por vocación y misión de la palabra divina”10.L Osservatore 
romano en su número correspondiente al 1 de enero de 1961, se hizo eco de esta crisis: “La 
predicación, escribía, en su sentido clásico, sufre una crisis profunda, que no es de hoy. El 
desierto material y espiritual que se ha ido creando bajo los púlpitos ha sido ampliamente 
denunciado desde diversos sectores y, a veces, documentado por medio de sondeos de la 
opinión pública, de análisis estadísticos más o menos precisos y de estudios serios desociología religiosa. El hecho es indiscutible. El negarlo o no prestarle atención sería 
evadirse de la realidad. Peor aún, contribuiría a acrecentar el mal que lamentamos”. 
Los mismos laicos han captado tambien y denunciado esta crisis. Son de sobra conocidos 
los juicios de Ida goerres y de f . mauriac. La primera se pregunta sorprendida por que el al 
pastoral ordinaria << una platica decorosa>> constituye mas bien una exepción11. Mauriac, 
en su respuesta a la pregunta <<que esperas del sacerdote>>, respondio wque un buen 
predicador no teni anada que decirle y que no habia ninguno con el que no se encointrara el 
desacuerdo apartir de la tercera frase. Para el, la unic apredicació verdadera l arepresentaba 
la liturgia12. 
 
A la predicación actual se le reprocha que es demasiado abstracta e irreal, demasiado 
fragmentaria y poco genuina, que es de signo prevalentemente moralista13. El predicador no 
consigue insertar su palabra en la situación real del hombre contemporáneo, no logra hacer 
mella en él. 
 
8
 Rethringue et parole de DIEN, sobre todo, 47. 
9 Rodermengen an cine zeingemässe Verkindingung, en Mittelallerliches in der Kireche von heute? 
Wwürzburg 1962.61. 
10
 I chierici e la predicaciones: Temi di predicazione,n.24,297 
 
11
 Citad por R. scherel, wer ohren hat en hören, der horet, Beitraje surf rage der predigt. Freiburg I 
B. 1948,45. 
12
 La table ronde, 1949. 
13
 Cf. Entre otros: r. Cherrer, a. c. en la nota II, 45-60:H. fleuo kensteins, Die predigt von hente im 
urte der höre, en Theologi g und predigt, 12-32; B.olivier, les conditions d´ahutenticite de la 
predication actuelle, en el volumen la parole de dieu en jesus –Christ. Paris 1961 210-211. 
 
Su palabra da la impresión de ser un residuo de épocas pasadas, algo desencarnado que deja 
al auditorio indiferente. No tiene el aspecto de tratar problemas vitales, decisivos para la 
vida. El cristiano de hoy ve la predicación como una convención a que tiene que someterse 
cuando va al templo, como una especie de pensum que tiene que pagar para cumplir con el 
precepto de la misa festiva o para prepararse para el matrimonio. Congar ha descrito las 
condiciones de la predicación actual en este tono semiserio: la predicación es el enunciado 
màs o menos brillante de aquello que se ha convenido que se puede y debe decir en este 
lugar especial que es el templo, desde lo alto de esta tribuna especial que es el púlpito, en el 
curso de una ceremonia especial y en una lengua, con frecuencia, especial14. En una 
palabra, la predicación se ha convertido muchas veces en un “rito” que se realiza casi 
automáticamente15. 
 
Scherer cree descubrir, y no sin fundamento, en la predicación de nuestros días “una 
tensión subterránea entre laicos y clero”, que es tanto màs digna de cuidado, por el hecho 
de darse entre fieles religiosamente más abiertos16. Esta tensión lleva a muchos cristianos a 
preferir las misas en las que no se predica o en las que la homilía es breve17. 
 
La crisis de que hablamos no se da únicamente dentro del catolicismo. Existe también 
dentro del protestantismo, que tiene a gala definirse “la religión de la palabra”. El año 
1949, hablando de las dificultades que la predicación encuentra entre los fieles de su 
Iglesia, se preguntaba Fendt si no sería más oportuno dar màs importancia a la liturgia, ya 
que la misa católica continúa ejerciendo un gran poder de atracción, después de cuatro 
siglos de ataques18. Shadelin hacía esta misma observación pocos años más tarde: “La 
duda sobre la importancia central de la predicación, en nuestra Iglesia, está hoy muy 
 
14
 Tour pour une liturgie et une prediaction relles LMD 16(1948) 85. 
15
 A.C.8 
16 A.C.en la nota II .45 
17
 Varios autores denuncian este hecho. Lo deploraba ya Segneri: <<Y hablo singularmente con los 
cabezas de familia, ya que nvian a su esposa a la misa en que el sacerdote suele instruir al pueblo, 
mientras que ellos van a otra, en la que no se predica>> : II cristiano instruito.Torino 1869, 12. 
18 L. Fendt, Homiletik. Thcologic und Technik der predigt. Berlin 1949. 
difundida dentro de la misma. Muchos opinan que la predicación debe ceder su puesto a la 
liturgia màs ricamente desarrollada o a la acción social”19. Y el obispo de Lijie decía, en el 
sínodo general de la iglesia luterana, celebrado en Hamburg desde el 19 al 23 de mayo de 
1957, refiriéndose a la doctrina protestante de que el cometido principal de la Iglesia es la 
predicación: “Es claro que precisamente esta tesis suscita no sólo la desconfianza, sino 
probablemente también la oposición de los hombres de hoy”20. La situación, entre los 
ortodoxos, no es más halagüeña21. 
 
 
2. Causas de la crisis. 
 
La crisis hunde sus raíces en la situación misma del hombre y en el estado del cristianismo. 
La crisis de la predicación es un aspecto y una consecuencia de la crisis religiosa que afecta 
hoy a las diversas religiones, aunque dentro del cristianismo se manifiesta màs 
agudamente22. Se oye afirmar que la religión está en crisis, que no dice ya nada al hombre 
de nuestros días y que éste la ha sustituido por la ciencia y la técnica de las que espera hoy 
la felicidad que antes esperaba de Dios. Algunos opinan que la evolución de la ciencia ha 
atrofiado o acabará por atrofiar, en el hombre, el sentido religioso. 
 
Este juicio tiene una base de verdad. Es indudable que el hombre del siglo veinte no 
necesita de Dios en la misma medida que el hombre del pasado. Hasta hace unos decenios, 
se necesitaba un milagro, una intervención extraordinaria de Dios para curar determinadas 
enfermedades. Hoy basta con un buen médico que conozca discretamente su profesión. El 
hombre se ha adueñado de la naturaleza y cada día la somete más a su bienestar. Debido a 
 
19 A. SHÄDELINS Dic rechte predigt. Graundriss der Homilctik. Zürich 1953.5. 
20
 D. MUJER, Was and von Soller vir hente predigen, en Die predigt. Gesprach über die predigt anf 
der lutherisellen Generalsynode 1957 imal 16 de marzo de 1962, reiria opiniones de 
personalidades protestantes americanas sobre las difilcultades de la predicación actual en los 
Estados Unidos. 
21
 CH. Moeller escribe que tambien los ortodoxos experimentan la necesidad de renovar su 
catequesis. Y continua: la coutume de placer lÉglise par lesfieles: la plupart ont quitte le santuarie a 
ce momento : Theologie de la parabole oecnmenisme: Irenikon 24 (1951)322 
22 A. Desqueyrat la crisis religiosa de los tiempos nuevos Bilbao 1958. 
ello, ya no necesita de Dios igual que antes. Pero concluir de esto que la ciencia ha 
atrofiado el sentimiento religioso, es inexacto: no le ha atrofiado, le ha purificado. La 
ciencia no ha eliminado la necesidad de Dios, sino que ha restituido a éste su papel de causa 
primera, por el desarrollo de la potencialidad de las causas segundas. Por consiguiente, 
Dios no es necesario para curar una enfermedad ni para enviar la lluvia tras un período de 
sequía que amenaza la cosecha, sino que es necesario como el único objeto capaz de 
explicar y satisfacer la inquietud metafísica del hombre. En este sentido, el progreso 
científico no sólo no ha perjudicado a la religión, sino que la ha ayudado. 
 
La ciencia ha adormecido el sentimiento religioso únicamente en aquellos a quienes una 
educación equivocada había acostumbrado a ver a Dios como el único que debe resolver 
todas las necesidades materiales del hombre. Al no necesitar ya recurrir a Dios en cada 
necesidad, han visto que la realidad divina se iba alejado hasta casi desaparecer. En estas 
condiciones, oír hablar de Dios puede causar la impresión de ser trasplantados fuera de la 
realidad. 
 
Por otra parte el progreso de la ciencia y de la técnica, al difundir el bienestar, ha creado en 
el hombre moderno un estado deánimo desfavorable a la religión. Preocupado con todas 
sus energías por conseguir un puesto en la vida, puede ver en la religión un obstáculo a su 
ascenso social. Al estar totalmente orientada hacia la vida futura, la religión puede dar la 
impresión de no ser capaz de resolver los problemas del momento presente, del mundo real 
en que vivimos. 
 
Naturalmente, quien experimenta, aunque quizá sin advertirlo, esta convicción, tiene que 
sentir por el mundo de la predicación una desconfianza instintiva. Para èl sacerdote no 
puede comprender su situación, no puede darse cuenta de las verdaderas condiciones en que 
tiene que actuar. El sacerdote que predica, se le antoja fuera de la realidad, y el 
cristianismo, una religión que exige demasiadas renuncias. De aquí procede su larvada 
desconfianza hacia la predicación, que le empuja, con frecuencia, a exagerar idénticos 
defectos reales de la misma. La acusación de irrealidad y de moralismo suele tener un 
sustrato sicológico, característico del hombre y del cristiano de nuestra época. 
 
Se da también una inflación de la palabra. En tiempos pasados, el predicador conservaba el 
monopolio de la palabra, y hoy ya no. El hombre contemporáneo sufre un auténtico 
bombardeo de palabras, que lleva a ponerlo todo al mismo nivel, comprendida la misma 
palabra de Dios. Bouyer dice que nos hallamos bajo “el imperialismo de la palabra o, mejor 
aún, de las palabras desvitalizadas, debido a su exceso”23. La “náusea de la palabra” 
constituye realmente una tragedia para el trabajo pastoral moderno24. 
 
La inflación de la palabra no sólo ha insensibilizado a los oyentes, sino que, además, los ha 
hecho desconfiados. Nuestros contemporáneos, se oye decir, no creen ya en palabras 
quieren hechos. Toman como criterio valorativo de las cosas, no lo verdadero, sino lo útil, 
no el principio abstracto, sino su eficiencia concreta. 
 
 
3. Exigencias de la espiritualidad contemporánea. 
 
Las exigencias que hemos examinado han tenido indudablemente su influjo y han hecho 
sentir al cristiano actual los defectos de la predicación, pero no pueden haber sido ni las 
únicas ni probablemente las más profundas. En realidad, las críticas de los oyentes 
traicionan un malestar que no puede explicarse únicamente por la crisis religiosa y por la 
crisis religiosa y por la inflación de la palabra. Hemos citado antes la afirmación de 
Scherer, de que entre los laicos y el clero existe cierta tensión, que se da principalmente 
entre los fieles “religiosamente mas abiertos”25. Esta observación nos parece importante. Si 
la predicación no contase con el favor de los fieles comunes, para quienes la vida religiosa 
es lago marginal, podríamos tranquilizarnos explicando esta crisis por las razones antes 
 
23
 El rito y el hombre. Estela, Barcelona 1967.100. 
24
 Iniciación teologica, 3. Barcelonas 1694, 368 Tambien Lilje, en su articulo citado en la nota 22, 
habla de la inflación de la palabra (10). 
25 A.c. 45. 
expuestas. Pero el hecho de que los críticos màs severos de los predicadores se den entre 
los cristianos màs fervientes, demuestra que la predicación, la de nuestras iglesias de hoy, 
no responde a las exigencias de una espiritualidad que trata de alimentarse de ella. Las 
acusaciones de abstractismo, de irrealidad, de moralismo pueden traicionar un malestar que 
es señal, no de una crisis religiosa, sino de una vida espiritual desarrollada y adulta, que no 
soporta determinados esquemas y cierto tipo de lenguaje. 
 
La verdad es que la espiritualidad contemporánea busca lo esencial y detesta perderse en lo 
periférico. Las diversas devociones que nos han transmitido los siglos pasados, no cuentan 
hoy con el favor de los fieles; ya no les satisfacen. El cristiano moderno está cansado del 
carácter fragmentario con el que se le ofrecen los diversos aspectos del misterio cristiano: la 
liturgia, la Escritura, la Iglesia, el dogma, la moral. El hombre de hoy busca un centro 
alrededor del cual pueda agruparlos, convencido de que no existe espiritualidad sin unidad. 
En este anhelo, está latente el deseo, a veces no del todo consciente, de un contacto mayor 
con las fuentes mismas de la espiritualidad, con la Biblia y la liturgia. 
 
Por su parte, la predicación, en la pastoral ordinaria, no se ha adecuado a estas exigencias. 
Sigue aún centrada en las devociones e ignora el profundo mensaje de la Biblia, trata la 
moral bajo un punto de vista más ético que cristiano, se detiene en temas ya agotados y 
emplea un lenguaje que no gusta en el momento presente, en el que se va derecho a lo 
esencial. 
 
Debido a esto, todos la hacen blanco de su crítica. Unos, porque usa un lenguaje abstracto y 
alejado de la vida; otros, porque la encuentran vacía de un contenido capaz de nutrir el alma 
religiosa, que no se satisface con la mediocridad. 
 
 
4. Causas intrínsecas 
 
Junto a estas razones contingentes y extrínsecas, existen otras inherentes a la predicación 
misma, entendida como medio de comunicación. 
 
La comunicación es, como se sabe, una aventura, un riesgo. La fenomenología nos 
manifiesta la dificultad del encuentro entre personas, la dificultad que hay para abatir las 
barreras que impiden a dos intimidades revelarse mutuamente. Cuanto más avanzamos, 
tanto más advertimos que los demás constituyen un misterio para nosotros. Cuando 
creemos haberles entendido, nos damos cuenta de que nos hemos engañado. La vida está 
llena de sorpresas como ésta. 
 
Ahora bien, si toda comunicación entre hombres es un misterio, lo es en mayor escala, la 
predicación, en la que el hombre se encuentra con Dios. en todo otro tipo de comunicación, 
el hombre puede reservarse para algún ángulo de su personalidad, del que puede tener 
apartada la mirada del extraño. Pero en el encuentro con Dios, la situación es distinta: o 
todo o nada. La fe, a la que está llamado el hombre, es el resultado de una conversión, de 
una metànoia, de un desquiciamiento de la personalidad y de su consiguiente 
reconstrucción en torno a un nuevo centro. Este cambio no puede realizarse sin contrastes. 
La empresa es realmente difícil; difícil en sí misma y, por consiguiente, difícil en todo 
tiempo. Por esta causa, la predicación está sometida a una crisis permanente, que puede 
agudizarse e incluso adquirir dimensiones dramáticas debido a las circunstancias externas, 
pero que se deriva de su misma esencia. Veremos después como la filosofía de la 
comunicación ha contribuido a suscitar el problema de la predicación. De momento, 
podemos decir que ha contribuido a hacernos experimentar la crisis, descubriendo su raíz 
profunda. 
 
Se da por otra parte, el hecho, quizá más importante aún, de que el objeto o el contenido de 
la predicación es un mensaje de salvación, destinado por su misma naturaleza a transformar 
la vida del hombre. Sabido es que un mensaje se transmite por el testimonio, en virtud de 
una experiencia vivida. Únicamente si la intimidad del predicador ha tocado la intimidad de 
Cristo, puede su mensaje provocar el encuentro con Dios. ¿Quién puede afirmar que ha 
alcanzado esta meta? 
 
Por esta razón, la palabra del predicador puede sonar falsa. Si no vive lo que predica, si su 
vida no es un comentario vivo de la palabra que anuncia, esta puede dar la impresión de 
algo irreal, convencional, vacío de contenido. El misterio de la predicación consiste en 
hacer sentir al hombre que en el evangelio se juega el destino de su vida y de su muerte. Por 
ello, la predicación es terriblemente sería, pero, también por esta causa, corre el riesgo de 
caer en el ridículo. La “necesidad de la predicación” de que habla san Pablo (1Cor 1,21), se 
manifiesta en toda su evidencia cuando la palabra del predicador se halla aislada de la 
santidad, que constituye el signo de su credibilidad. 
 
La crisis de la predicación no es, pues, una novedadde nuestra época, aunque ésta ha 
contribuido a ponerla de manifiesto con todo dramatismo26. Es una crisis de siempre. En 
todas las épocas podemos encontrar lamentaciones de predicadores, a quines resulta difícil 
hacerse escuchar, y quejas de los fieles, que no encuentran en la predicación el sustento de 
su alma. San Pablo hablaba ya de quienes se desvían de la verdad del evangelio y se 
vuelven hacía las fábulas (2 Tim 4,4), y exhortaba a Timoteo a no desanimarse y a 
proseguir, sin miedo ni compromisos, su obra de predicador. En tiempos de san Agustín, el 
diácono Deogratias preguntaba al gran doctor cómo tenía que hacer para vencer el 
aburrimiento de sus oyentes27, y el mismo san Agustín no duda en decirnos que el pueblo 
prefería los espectáculos del circo a sus sermones. En la edad media, Dante atacaba a los 
predicadores de su época, que apacentaban a las ovejas “en el viento”28. En tiempos más 
recientes, los predicadores hablan de crisis de la predicación, tanto si la multitud se agolpa 
bajo los púlpitos29 como si deja la Iglesia desierta30. 
 
26
 Arnold en sus dos volúmenes: Al servicio de la fe. Herder, Barcelona 1963, y Grundsätsliches 
and Geschichtliches sur Theologie derseelsorge. Freiburg i.B, 1949 ha examinado las raices 
historicas de la crisis actual de la predicación, indibiluandolas, sobre todo, en el mismo. 
27
 De catechesis rudibus I,I 
28
 Paraiso 29. 106. 
29 L. MASSILLON. En el discurzo que pronuncio el primer domingo de cuaresma, sobre la palabra 
de dios habla de las multitdue que se agolpan frente a los pulpitos, hasta el punto en que los 
 
Pero el resultado de esta crisis ha sido impulsar a predicadores y teólogos a preguntarse qué 
es la predicación, qué sucede en ella, cuál es su contenido y cuál su fin y dimensiones. Si se 
trata de una realidad en crisis permanente, ¿qué tiene de original y en qué difiere de las 
otras formas de comunicación? Únicamente una reflexión derivada de la palabra de Dios 
puede dar contestación a estos problemas. 
 
 
5. El fenómeno de la descristianizaciòn 
 
Pero la crisis de la predicación no ha sido el único hecho que ha atraído la atención de los 
teólogos y los pastores de almas. Otros problemas han contribuido a evidenciar su 
importancia y complejidad. Entre ellos, merece lugar destacado el fenómeno de la 
descristianizaciòn. 
 
Hasta hace pocos decenios, la meta de las misiones y de los misioneros eran únicamente los 
pueblos aún no evangelizados. Estas palabras evocaban tierras lejanas que había que ganar 
para Cristo. Y he aquí que la cristiana Europa advierte, casi de improviso, que el paganismo 
se halla en su mismo suelo. No se trata únicamente del paganismo práctico de quien piensa 
en cristiano y vive en desacuerdo con los principios que profesa externamente, sino de un 
vivir inspirado en una visión del mundo, que no tiene nada de cristiana. La constatación de 
este fenómeno obligo a la pastoral a plantearse el problema de su revisión, y originó el 
movimiento misionero, que representa el aspecto más dinámico de la Iglesia de hoy. 
 
 
lugares de diversión quedan desiertos, pero añade en seguida, que de todos los misterios que 
cristo confio a la iglesia, ninguno parece mas inútil que la predicaciñon, a causa de las pocas 
conversaciones que se ven: Oenvres de Massillon. Paris1825,2, 178-79. 
30 Dice P. SEGNERI: <<Adverti la insensates de quienes no querrian que el sacerdote les hablara 
nunca durante la misa. Ni que se dieran misiones en sus iglesias, bajo el pretesto de que eran ya 
cristianos, y a quienes hay que predicar no es a ellos, si no es a ellos, si no a los turcos>> :II 
cristiano instruito. Torino 1869, 12.K RAHNER admite tambien que la crisis de la predicación ha 
hecho experimentar la necesidad de una teologia. 4. Madrid 1961. 323 
El movimiento misionero, entendido como reconquista de las masas descristianizadas, 
surgió, como se sabe, en Francia, como respuesta a la publicación de un libro que hoy ya es 
clásico: France pays de misión,31 de los sacerdotes Godin y Daniel. Este libro originó la 
toma de conciencia de una situación que no se había valorado hasta este momento en toda 
su profundidad, y evidenció la urgencia de aplicar un remedio. Por primera vez, quizá, 
después de muchos siglos, la distinción entre países de cristiandad y países de misión 
perdía sus contornos netos y suscitaba la impresión antes, y la convicción después de que 
también la cristiana Europa tenía sus zonas de misión. 
 
El examen de las causas de una situación tan inquietante no podía olvidar la predicación. 
Ella es el gran medio que Jesucristo instituyó para le difusión y el desarrollo de la vida 
cristiana (Mt 28,18-20). Si se constataba la existencia de un paganismo en ambientes que 
durante siglos habían sido cristianos, había que concluir que la predicación había fallado 
totalmente o que había tenido muchas deficiencias. De la misma manera que el mensaje 
predicado había cristianizado los pueblos del occidente europeo, su ausencia o sus 
deficiencias le habían descristianizado. 
 
F.Dupanloup intuyó esta conclusión ya en el año 1830, cuando tuvo que pronunciar aunque 
ni sin amargura, estas palabras: “Treinta mil sermones cada domingo en las Iglesias de 
Francia y, sin embargo, Francia no ha perdido aún la fe”. 
 
Aunque esta afirmación pudo interpretarse en su época como un desahogo de un hombre 
que deploraba cierto estado de cosas, se reveló después, y no sólo en Francia, como la 
diagnosis de un mal en germen. Las investigaciones de Boulard nos han dado la prueba de 
ello. Buscando el origen de la descristianizaciòn de amplios sectores rurales de su pueblo, 
señala, como la “cusa más profunda”, la falta de predicación o las deficiencias de la misma. 
“el mayor defecto de nuestra acción apostólica pasada, escribe, ha sido la falta de 
evangelización.32 En ocasiones, hay que entender esta ausencia al pie de la letra. Es raro, 
 
31 Paris 1943 
32 Subrayado en el original. 
pero se ha dado realmente en medios rurales, el que un sacerdote cansado o desanimado 
haya estado veinte o veinticinco años al frente de una parroquia, sin predicar jamás.33 O tras 
veces, la falta de predicación hay que entenderla en sentido formal: no ha existido una 
evangelización auténtica, por falta de realismo”.34 Se ha hecho consistir la instrucción 
religiosa en aprender de memoria las fórmulas del catecismo, sin ninguna explicación, 
mientras que las homilías han sido vacías, pedidas, moralistas. No se han tocado los 
grandes temas de la revelación, sino los restos de una religión natural, que no tenían nada 
que decir al hombre de la revolución industrial. Godin, en su obra antes citada, habla 
también de esta falta de evangelización.35 
 
Este mismo análisis sociológico permite constatar que donde ha existido una predicación 
genuina, la vida cristiana ha resistido a los factores de la descristianizaciòn. Boulard se 
pregunta por qué algunas diócesis, que se hallan en las mismas condiciones sociales y 
económicas de las zonas descristianizadas que las circundan, han conservado la fe. 
Encuentran el motivo en la predicación. “parece ser que estas regiones excepcionales 
fueron sólida y recientemente evangelizadas en los siglos XVII XVIII. No se consideró 
suficiente la práctica religiosa, sino que se realizó una evangelización profunda. Se trató de 
formar cristianos instruidos en su religión, que vivieran el cristianismo en todos los 
aspectos de su vida humana: familiar, profesional, social”36. Fue la palabra de santos 
misioneros la que asentó la fe en el alma de estas poblaciones, y la capacito para resistir 
frente a los factores de la descristianizaciòn. 
 
Si la predicación fue, debidosus deficiencias, “la causa más profunda” de la 
descristianizaciòn, debe ser asimismo el factor principal en la obra de reconquista. Para 
llevar de nuevo a la fe las masas descristianizadas, no se cuenta más que con la 
proclamación del evangelio. Hoy, igual que en tiempos de los apóstoles, la Iglesia debe, 
 
33 Subrayado en el original. 
 
34
 Problemas misionares de la france rurale. Paris 1945.185-6 
35 France pys de misión 60. 
36 Premiers ilineraires en sociologie reeligierse. Paris 1954.48 
para convertir a los paganos, anunciar la palabra de Dios, porque la fe viene de la 
predicación (Rm 10,17). ¿Qué es pues, la predicación, esta realidad fundamental, que 
ejercida de una forma causa la fe y ejercida de otra ocasiona su debilitación y su pérdida? 
¿Qué significa predicar? ¿Qué es la Palabra de Dios, el evangelio que anuncia el 
predicador? Sólo la teología puede responder a estos problemas. 
 
De esta forma, el movimiento misionero, que ocupa un puesto tan importante en las 
preocupaciones actuales de la Iglesia, plantea el problema teológico de la predicación con 
toda la fuerza que emana de la inmensidad de su cometido. Ha hecho sentir pues, la 
necesidad de contactos más estrechos entre el predicador y de los conocimientos del otro. 
 
 
6. El movimiento litúrgico, bíblico y patristico 
 
La exigencia de un análisis más profundo de la predicación bajo el aspecto teológico, no se 
deriva únicamente de las sombras que enturbian la vida cristiana de nuestros días, sino 
también de sus luces, de los diversos movimientos que caracterizan la espiritualidad del 
cristiano contemporáneo. Aludimos a los movimientos litúrgico, bíblico y patrístico. 
 
El movimiento litúrgico, surgido bajo el pontificado de san Pío X, y difundido más o menos 
en todas las naciones, ha exigido a sus promotores un esfuerzo de reflexión para penetrar la 
naturaleza íntima de una realidad tan compleja como la liturgia. De esta manera, ha llevado 
lógicamente a descubrir la relación estrecha que se da entre ésta y la predicación. De 
hecho, la predicación anuncia el misterio de la salvación, misterio que realiza la liturgia. La 
liturgia no pude existir sin la fe, que procede de la predicación (Rm 10,17). Era pues, 
normal que el esfuerzo por comprender la liturgia indujera a preguntarse por la naturaleza 
íntima de la predicación, especialmente de la predicación litúrgica, es decir de la homilía. 
“Teóricos y pastores dice Fleckenstein saben que el redescubrimiento de la homilía ha 
suscitado un nuevo gusto entro del campo de la predicación, tanto en los predicadores como 
en los oyentes”.37 
 
De hecho, algunos ensayos notables sobre la Palabra de Dios y su puesto en la liturgia, se 
deben a liturgistas.38 Son éstos quienes han redescubierto y defendido con abundantes 
argumentos el ligamen íntimo entre liturgia y predicación. El movimiento litúrgico ha 
originado, por ello mismo, un nuevo análisis de la predicación, de toda la predicación y no 
sólo de la homilía, en lo que atañe a su papel en el proceso de la fe y de la vida de la 
Iglesia. 
 
Otro tanto hay que decir el movimiento bíblico. Sabido es que la Escritura está de moda y 
que los estudiosos se esfuerzan por hacerla accesible al mayor número posible de fieles. 
Pero la Escritura es inseparable de la predicación, no sólo porque constituye su objeto, sino 
también porque, al menos en lo que se refiere al Nuevo Testamento, constituye su origen. 
Los evangelios y las cartas nos ofrecen la catequesis de los apóstoles. Más aún, el Nuevo 
Testamento, según demuestra cada vez con mayor claridad la exégesis,39 no es otra cosa 
que el desarrollo de un núcleo primitivo de la predicación, del Kerigma que, según san 
Pablo, era el mismo para todos los apóstoles indistintamente (1Cor 15,11). Si esta tesis es 
exacta, el problema de la predicación puede iluminar la misma exégesis bíblica. Para 
conocer la verdadera naturaleza del Nuevo Testamento, hay que tener ante los ojos la 
naturaleza de la predicación y las exigencias que plantea a los apóstoles. Igual que la 
liturgia, la Escritura suscita también el problema de la predicación. 
 
Los estudios bíblicos, por su parte, han permitido a la predicación reencontrar la unidad en 
la multiplicidad de sus formas. En la Iglesia de los primeros siglos, podemos distinguir 
 
37
 Mittelalterliches in der Kirche von hente 61 
38
 Señalemos en particular:B Fischer. Liturgiegesehichte and verkindignong, en Die Messe in der 
Glaubensverkindigung. Freiburg i. B 1950. 1-13: L Agustoni. Das wort gotter als Kulties II ert: Anima 
10 (1955) 272-284: palabra de dios y liturgia siguime, salamanca1966 C:N: AGAGGINI , EL sentido 
teologico de la liturgia (Bac I8I) Madrid 1959, sobre todo el c. 24: cf. Tambien los numeros que han 
dedicado a la predicación las revistas citadas en la nota 2. 
39 C.H. DoDD, The Apostolie preaching and ist deselopments. London I056 
claramente tres formas diversas de predicación: la misionera, dirigida a los paganos en 
orden a su conversión, la de los catecúmenos, orientada al bautismo, y la de los miembros 
de la comunidad cristiana. El estudio sobre el origen del Nuevo Testamento ha manifestado 
la originalidad de la predicación misionera y de su papel normativo respecto a las otras dos 
formas40. Ha demostrado que la catequesis primitiva, tal como la tenemos en los evangelios 
y también, en síntesis, en el símbolo de los apóstoles, se debe a la evolución del Kerigma, 
esto, es, de aquel conjunto de hechos que constituyó la predicación primitiva de los 
apóstoles, dirigida a los no cristianos, y de la que tenemos ejemplos en el libro de los 
Hechos y en las cartas de san Pablo.este descubrimiento asido importante , porque ha 
permitido seguir todo el ciclo de la predicación y descubrir en lel una rica multiplicidad de 
formas. 
Por otra parte, el descubrimiento de la originalidad de la predicación misionera a tenido su 
impportancia para la evangelisación del mundo pagano y d4l mundo cristiano paganizado. 
Este hallazgo se debe, en gran parte, al estudio de los libros de los hechos.41 
Finalmente, la investigación biblica por medio de los estudios de los vocablos que se 
refieren a la transmisiómn de lka fe, hga demostrado toda la complejiadad y la riqueza del 
fenomeno de la predicación, y a provisto a la reflexión de bases solidas. El analisis de 
voclavos realizados por diversos diccionarios, y en primer lugar por el del kittes, se ha 
revelado indispensable para comprender una realidad, como la predicación, que en el 
Nuevo Testamento designa con mas de 30 vocablos diferentes.42 
Tampoco hay que infravalorar la aportación de los estudios patrísticos. Los Padres no sólo 
han sido grandes pastores de almas y excelentes predicadores, que demostraron de forma 
 
40
 Sobre este problema hemos tratado en nuestro articulo II kerigma e la predicasione: Greg41 
(1960) 424-450. 
41 El estudio del libro de los Hechos ha contribuido notablemente ha esclareser l a problemática de 
la predicación. Entre los estudios mas recientes, Cf. A. retif, foi au crhirt et misión.paris 1953; P. 
hitz, pregon misionero del evangelio. Desclee de brouwer, bilbau 1960 C.2; Y.B.tremel , del 
kerigma de los apostoles al kerigma de hoy, en anuncios del evangelio hoy. Estela, Barcelona 
1964, 13-46. 
42 K .H . SCHELKIE. Jimgersehafi and apostelant eine biblishe aus geun des priesterlishen dieste. 
Freiburg y B. 1957, 57.tiene gran importancia para la aportación de los estudios biblicos a la 
teologia de la predicación, la obra de erre astig, dieverküdigang des wortes gottes in urkistentun, 
dargestenllt an de begriffen <<wort gottes >> <<evangelium>>, und <<zeugnis>>. Estugartt 1939. 
muchos estudios posteriores se basan en esta obra. 
concreta cómo se debe anunciar la Palabra de Dios43,sino que han legado además ensayos 
de evangelización,44 de catequesis45 y de homilética, y nos han permitido, de este modo, 
comprender los principios que inspiraban su actividad de difusores de la fe. 
 
La catequesis, sobre todo, ha podido encontrar, en contacto con las obras de san Cirilo de 
Jerusalén, de san Ambrosio, de san Juan Crisóstomo y de san Agustín, la línea de la historia 
de la salvación, que permitió a los padres aquella síntesis del pensamiento con la vida 
cristiana, que hizo felices con su fe a los cristianos de los primeros siglos. 
 
De esta forma, la liturgia, la Escritura y la patrística han puesto de nuevo ante la reflexión 
teológica un problema al que se había prestado escasa atención: el de la predicación. 
 
 
7. El ecumenismo 
 
Hay que citar además la aportación del ecumenismo, que representa una de las 
preocupaciones más profundas de la teología católica de nuestros días. 
 
Durante muchos años, teólogos católicos y protestantes han polemizado entre si, 
exasperando con ello un estado de ánimo ya de por sí tenso. Estas polémicas han conducido 
a ambas partes a exagerar, en su teología, los elementos de contraste. Cada parte 
consideraba un deber poner más de relieve aquellos elementos que la parte contraria 
negaba, y precisamente porque los negaba. 
 
43
 Buena ventura de mehr ha recogido la bibliografia sobre la predicación en los padres: colfranc 12 
1942 7-16 Esta bibliografia sea enriquesido después citemos: A schorn. Das wer Gottes bei den 
fater en vem horen de worles Gottes, 19-33: L Bopp, Diels Heils machtigkeit de worles Gottes nch 
den Vateru, en teologíe and predigt. Würzburg 1958 190-226: B H Vanderbergue, saint jean 
Chrysosteme el la parole de DIE paris 1961 
44
 Gf. Sobre este punto nuestro articulo : saint agustin evangelisanteur parolmis, n, 22 (1963) 357-
378, donde demostramos que la obra de catequisandis rubidos del obispo de Ipona es un ensayo 
de evangelisación de los paganos, en orden a su conversión y administrar el catecumenado. 
45
 En todas las epocas se estudio la catequesis de los padres. Cf. B. Parodi. La catechesi di santi 
Ambrogio. Studio di pedagogia pastorale. Milano 1957 A. PAULIN,S Cyrille de jerusalene 
catequesis paris 1950. 
 
Debido a ello, la teología católica nos ha dado un tratado completo bajo todos sus aspectos 
sobre los sacramentos, mientras que no ha sucedido igual en lo que atañe a la predicación. 
Puesto que nadie la ha puesto en tela de juicio, no se ha sentido la necesidad de concentrar 
en ella los esfuerzos de la reflexión. 
 
Kart Barth ha reprochado a los teólogos católicos esta laguna con palabras muy severas. 
“En lo que atañe a la predicación, escribe, los autores dogmáticos católicos mantienen un 
silencio casi completo. Después de haber tratado de la gracia o de la Iglesia, pasan 
inmediatamente al examen de los sacramentos, desarrollan la doctrina sacramental del ordo 
sacerdotal y hablan sin límites del magisterio de la Iglesia, como si la predicación no 
existiese; la predicación entendida seriamente como medio de gracia indispensable. Lo que 
les interesa de la predicación, y siempre de forma accesoria, son las cuestiones jurídicas, 
por ejemplo las cuestiones del sujeto primario y secundario de la legítima doctrina, el 
problema de la necesidad de una missio canónica, etc.” 
La dogmatica catolica y la sdeclaraciones normativas del magisterio eclesiastico, que no 
son precisamente avaras de explicaciones cuando se trata de aspecto a su parecer 
importantes, se circundan de una oscuridad casi total cuando tratan de la predicación… la 
predicación no es un elemento constitutivo de la nocion catolica del sacramento y, en este 
sentido se distingue claramente del sacramento>> 46 
Esta acusación de Barth no es del todo justa. El análisis actual ha demostrado la 
importancia que grandes teólogos, como san Buenaventura47 y santo Tomás,48 han 
concedido al problema de la predicación bajo su aspecto teológico. E incluso después del 
concilio de Trento, en plena polémica con los protestantes, ha habido teólogos que han 
hecho de la predicación el objeto de sus estudios.49 Tampoco hay que olvidar, en este 
campo, la aportación que han hecho a la teología de la predicación algunos que no eran 
 
46 Degmatique Geneve 1956, v.i.t.i.64-56. 
47 E. EILERS, Gottes wort. Etna theologie der predigt nach Bonaventura Freiburg I B. 1941 
48
 A. Rock unless they be sent. A theological study of the nature and purpose of preaching. 
Dubuque 1953; E Robeben, II problema teologico della predicacione. Roma 1962. 
49 Aludimos a suarez de quien hablaremos en el capitulo cuarto de la primera parte de nuestro 
tratado : el tambien lo que escribia C. 
teólogos, es decir, los grandes predicadores, que fueron siempre conscientes de la 
importancia capital de su ministerio y de la eficacia particular de la palabra de Dios.50 Pero 
está fuera de duda el hecho de que la investigación teológica no ha concedido a la 
predicación la misma importancia que a los sacramentos. 
 
El movimiento ecuménico ha ayudado a colmar esta laguna. En un momento en que 
católicos y protestantes acercan sus posiciones, para confrontarlas y descubrir los puntos de 
contacto que encierran, la predicación constituye uno de los puntos privilegiados sobre el 
que los estudiosos de ambas partes pueden entablar el diálogo. 
 
Moeller señaló este hecho de forma explícita, con ocasión del encuentro interconfesional de 
Chevetogne, en el año 1950. “la necesidad de una teología de la palabra (de la predicación), 
revela al mismo tiempo un problema nuevo. Esta teología es una parte de la eclesiología; y 
es precisamente en este terreno, donde se plantean las divergencias mayores entre las 
confesiones cristianas”51. Por consiguiente, la elaboración de una teología de la 
predicación, que atañe a un problema de interés común, puede brindar una base para la 
discusión más detallada de los problemas dispuestos. Y, en realidad, se constata que los 
estudios más importantes sobre el problema teológico de la predicación son obra de los 
teólogos más comprometidos en el diálogo ecuménico. Basten, como ejemplo, Schlier, que 
ha dedicado a la predicación un breve pero sustancioso ensayo bíblico,52 y Semmelroth, que 
ha tocado repetidamente en sus obras este problema.53 
Este es uno de los teologicos catolicos alemanes que estan más en contacto con 
los protestantes, como puede verse por su colaboración en la revista <<católica >> 
 
50 L.B. SCHNERYER. DIE Heilsbedentung der predigt in der AUFFASSUNG DER Natholischen prediger: 
ZKTh 84 (1958) 152-170. 
51 Theologie de la parabole et occonenisme Irenikon 24 (1951)333. 
52 H. Schiler wort Gottes eine Neutestamentliche bessi ng. Wurbzburg 1958: iD Die Verrundingung im 
Gottesdient der kirche. Kolh 1953 
53 O. SEMMELROTH el ministerio espiritual fan: Madrid 1697 palabra eficaz. Dinor. San sebastian 
1968. 
En esta revista ha publicado las ideas fundamentales que desarrola en los 
ensayos citados. 54 
 
 
8. La filosofía de la comunicación 
 
Queremos recordar también, de paso, la aportación que puede prestar al problema de la 
predicación, incluso bajo su aspecto teológico, la filosofía de la comunicación, que desde 
Max Scheler a Buber, Le Senne, Marcel y Nédoncelle ha intentado penetrar el, misterio del 
encuentro entre personas. La predicación es una forma de comunicación. En ella se 
encuentran Dios y el hombre mediante la palabra humana. Por tanto, el análisis de lo que se 
realiza en el encuentro entre hombres puede ayudar a comprender cuanto acaece en el 
encuentro con Dios. 
 
Particularmente la filosofía del testimonio tiene gran importancia en este punto. Jesucristo 
dijo a lo apóstoles que fueran sus testigos hasta el fin del mundo (Hech 1,8). La predicación 
transmiteun mensaje que se comunica por el testimonio.55 De algun modo esta constituiad 
por valores destinados a incidir sobre la vida humana. Por consiguiente la filosofia de los 
valores puede contribuir al esclarecimiento de la predicación56. 
 
 
9. La teología Kerigmática 
 
 
54 Los estudiosos protestantes estan convencidos tambien de la importancia del problema de la 
predicación para el dialogo ecumenico j.j. Non Allmen dedica a este tema la ultima parte de su 
articulo la predication bajo el titulo: la predication apport reforme d toecumenisme : verbum caro 
9(1955) I5I s, y se detiene en especial sobre la predicación de edificación. Sobre la aportación 
posible de la predicación misionera a este problema, cf. H. J. MARGULL theologie, der 
missionarischen verkündigung, evangelization als ochumensisches problema Stuttgart 1959. 
55 Cf. Entre otros, j. Guitton. El problema de jesus. Fax Madrid 1960 M BUBER je et Tu. Paris 1938 R 
MELL, ¿quien es mi projimo? Barcelona 1966 G Gusdort. La parole paris 1956. 
 
56 Sobre estas razones que han inducido al planteamiento del problema teologico de la predicación 
se detienen tambien los padres Flick y alserzghn en el articulo citado en la nota 4.672-676 
Como se ve, desde diferentes ángulos y por distintas exigencias, surge el problema 
teológico e la predicación. De las causas citadas, la primera, al menos en orden de tiempo, 
es la crisis de la predicación. Es justa la observación de los padres Alszeghy Flick, cuando 
señalan que “el análisis teorético de la predicación se experimenta como una exigencia que 
se deriva de la práctica”57 
 
Realmente se viene hablando de la crisis de la predicación y de la necesidad de superarla 
por medio del examen teológico de su naturaleza y cometido en la vida de la Iglesia, desde 
el momento en que el padre J.A. Jungmann publicó su libro, hoy clásico, Die Frohbotscbaft 
und unsere Glaubensverkûndigung,58 reelaborado últimamente bajo el título 
Glaubensverkûndigung im Licbte der Frohbotscbaft.59 (trad. Castellana: La predicación de 
la fe a la luz de la Buena Nueva, Dinos, san Sebastián 1964), que originó la controversia 
llamada de la Verkûndigungs theologie o teología Kerigmática. 
 
No vamos a detenernos ahora sobre este movimiento, que ha ejercido un influjo decisivo 
sobre la orientación de la teología en los últimos decenios, ya que otros han hablado 
detenidamente de él, y la polémica, tras la última intervención de Jungmann, puede 
considerarse terminada. Haremos únicamente algunas alusiones, para demostrar cuánto ha 
influido esta polémica en la génesis del problema teológico de la predicación. 
 
La idea fundamental del libro es conocida. Jungmann parte del análisis de la vida cristiana 
de muchos fieles de hoy, tal como él la había observado durante sus años de ministerio en 
una parroquia del Tirol, y la encuentra sin alegría y sin entusiasmo. “para muchos, decía, el 
cristianismo no es una buena nueva que se recibe con alegría, sino una ley pesada, a la que 
hay que someterse para no condenarse”. 
 
 
57 A.c 672 
58
 Regenburg 1936 
59 Innbruck, wien, München 1963 Aunque la obra es una reelaboración de la anterior, ti4ene en 
cuenta el proceso de la teologia desde 1936 hasta nuestros días. 
Más en particular, carecen los fieles del “sentido de la unidad, de una visión de conjunto, de 
la inteligencia clara del maravilloso mensaje de la gracia divina. De toda la doctrina 
cristiana, sòlo se quedan con una enumeración de dogmas y de preceptos morales, de 
amenazas y de promesas, de costumbres y de ritos, de obligaciones y deberes, impuestos a 
los desdichados católicos, mientras que los no católicos gozan de libertad”. 
 
Entre las cusas de esta situación, el teólogo de Innsbruck se fijaba principalmente en la 
predicación. En el fondo, los fieles viven la fe que se les propone en la explicación del 
catecismo y en la homilía dominical. Si el resultado es una fe anémica y fragmentaria, la 
causa debe radicar en la exposición que hacen de la fe los catecismos y los predicadores. 
 
Jungmann llegaba aún más lejos y culpa de este estado de cosas a la teología, tal como se la 
enseña en los seminarios. En realidad, los predicadores transmiten al pueblo la religión tal 
como ellos mismos la han estudiado en sus años de formación. Hay que achacar, pues a la 
teología la responsabilidad principal de la anemia de la vida religiosa de muchos cristianos 
de nuestro tiempo. Preocupada de los problemas históricos y polémicos o del aspecto 
especulativo de la revelación, ha descuidado su aspecto más pastoral y Kerigmático. Y ello 
ha influido notablemente sobre la predicación, que se ha concebido como la vulgarización 
de los tratados teológicos. Si comparamos los catecismos redactados según esta mentalidad 
con la exposición de la fe que nos brinda la antigüedad cristiana, advertimos en seguida la 
diferencia. “Por una parte, encontramos un mensaje sencillo, un cuadro gráfico; por otra, un 
edificio complicado de conceptos, divisiones y distinciones”. 
 
El autor concluía de esta constatación, que la predicación no debe proponerse vulgarizar la 
reología, sino anunciar el Kerigma, es decir, el evangelio, la buena nueva: “he aquí la 
diferencia fundamental entre la teología y la predicación. La teología está ante todo al 
servicio del conocimiento; estudia la realidad religiosa hasta los límites últimos de lo que es 
posible conocer y trata de alcanzar la brizna más pequeña de verdad que le sea posible, sin 
preguntarse por el valor que tal esfuerzo pueda tener para la vida. La predicación, por el 
contrario, se orienta totalmente a la vida y considera la misma vida religiosa, en cuanto fin 
que motiva nuestros esfuerzos. Con estas palabras, establecía la distinción precisa entre 
teología y predicación. Mientras que la primera, saliendo al encuentro de las 
preocupaciones teóricas del hombre se propone entender, defender y sistematizar la palabra 
de Dios; la segunda anuncia el mensaje de la salvación, que no es “conocimiento, sino vida, 
no es teología sino santidad”. 
10. La reacción de los teólogos 
 
Las ideas de Jungmann, y más aún de los otros autores de esta tendencia, originaron una 
polémica que se reveló muy fecunda. Quizá por primera vez en la época moderna, los 
teólogos atendieron con interés al tema de la predicación. 
 
Conocidas son las reacciones de muchos estudiosos ante la idea de una teología de la 
predicación, distinta de la científica. Muchos se opusieron de forma tenaz. Vieron, en este 
intento, un modo de consagrar definitivamente la ruptura entre la teología y la vida, de abrir 
el camino al subjetivismo, de sobrevalorar el aspecto emocional frente al intelectual o de 
caer en el irracionalismo. Las últimas reacciones fueron ya más moderadas. Definieron a 
esta tentativa como “no necesaria”.60 
 
Es cierto que los teólogos disintieron unánimemente en lo que se refiere a una doble 
teología pero afirmaron, sin excepción, la existencia, en la teología, de una dimensión 
Kerigmática o pastoral. El que hasta el momento hubiera prestado escaso interés la teología 
a los problemas de la vida cristiana, no se debió a su naturaleza, sino a la polémica con que 
debieron enfrentarse los teólogos. La teología es la ciencia de la revelación, de esta realidad 
que se ordena, por su naturaleza misma a la fe y a la vida sobrenatural. “toda teología 
científica tiene que ser, de alguna manera, teología de la predicación, si no quiere correr el 
riesgo de dejar de ser teología científica”61. Lo mismo han afirmado Von Baltasar y otros62. 
 
60
 Entre los propulsores mas conocidos de esta tentativa, hay que citar a H. Rahner, lotz Dander… 
en las obras antes citadas de Kapper y de Avelino puede verse una exposición de sus doctrinas. 
61 A. Avelino.o.c.378 
62 M.Schmaus,teologia dogmatica, 2,14. 
Estas reacciones pueden parecer negativas si se las compara con la actitud de Jungmann. 
Pero adviértase que daban razón a la idea fundamental que sostenía éste: la teología no 
puede desentenderse de los problemas de la predicación. El mismo autor lo dice, al 
responder a Schmaus: “la teología, recalca Schmaus, debe liberarse de su inercia, 
lanzándose más decididamente por el camino de la historia, de la historia de la redención, al 
encuentro del “Cristo histórico, muerto, resucitado y glorificado”. 
 
Schmaus reclama la disposición cristocéntrica también para la teología científica; pone a 
Cristo en la definición de la teología y declara como objeto de ésta no a “Dios en sí”, sino a 
“Dios en cuanto se nos ha manifestado en Cristo y en esta manifestación de sí mismo se 
conserva y facilita en la Iglesia a través de los siglos”. Si la teología es entendida de esta 
manera, se realiza sustancialmente el pensamiento de la teología de la predicación, y se 
podría renunciar, sin reparos, al nombre”63. 
 
Con estas palabras el autor ha redimensionado toda la controversia y la ha llevado de nuevo 
a su punto de partida, es decir, que la teología debe tener una dimensión pastoral, concreta, 
cristocéntrica, abierta a las cuestiones de la vida cristiana.64 
 
 
 
 
 
11. Una teología de la predicación 
 
 
63 Catequetica,334 
64
 La teologia actual va orientandose de una forma palpable hacia un planteamiento basado en la 
histiria de la salvación significativa, en estesentido, es la obra de M. Flick y Z Alzerghy, los 
comienzos de la salvación. Sigueme. Salamanca, 1965. esta misma linea siguen los autores en su 
tratado el evangelio de la gracia. Salamanca 1965. 
Pero podemos y debemos sacar aún otra conclusión de esta controversia: la exigencia de 
que la teología reflexiones sobre la naturaleza de la predicación, en sí misma y en la 
historia de la salvación. 
 
No es posible superar la crisis de esta realidad tan fundamental para la vida cristiana si se 
desconoce la realidad misma. En el fondo, el que la crisis haya podido adquirir 
proporciones tan vastas, hasta el punto de que algunos sacerdotes no dudan en pensar que la 
predicación es un medio ya superado, insinúa que se desconoce qué es la predicación, cuál 
es su necesidad para la génesis y el desarrollo de la fe, cuáles son su contenido y eficacia y 
en qué relación está el mensaje con la persona que lo anuncia. 
 
Por consiguiente, para superar la crisis, el primer paso necesario es elaborar una teología de 
la predicación. Fue precisamente Jungmann el primero que lo observó, en el libro antes 
citado. “en los temas de importancia no hay nada más práctico que una buena teoría y una 
orientación segura, que ayuden a recorrer, sin desviaciones, los caminos acertados”.65 
 
Desde entonces, esta afirmación se ha convertido en un lugar común. Tras de haber 
enumerado las dificultades en que se debate la predicación actual, P.Hitz escribe: “Es, pues 
necesaria una visión teológica de la predicación y de sus principales exigencias, tal como 
las revela la palabra de Dios”66. Schlier habla con mayor claridad aún: “La crisis de la 
predicación no procede únicamente, ni en primer lugar, de dificultades externas o 
personales ni de insuficiencias metodológicas, sino sobre todo del desconocimiento de lo 
que acontece en la predicación. Y depende asimismo de la carencia de una teología de la 
palabra salvìfica y de la palabra en general; carencia que se advierte cada vez más”67. 
También, según Hamer, para superar esta crisis hay que recurrir a la teología, pues la crisis 
de la predicación es, en realidad una crisis teológica. Y será imposible salvar tal crisis 
mientras no exista una “visión clara de la función de la palabra de Dios en el plano 
 
65
 Die frohbotschaft, VII. 
66 Theologie et catechese: NRT 87 (1955) 922. 
67 Wort Gottes. II. 
divino”68. Y llegando más lejos, sostiene que la preocupación principal de los estudiosos no 
debe ser la técnica de la palabra o su aceptación, sino la respuesta al interrogante: “Qué es 
la palabra de Dios?¿Cuál es su función en la Iglesia y en el mundo?”. Y concluye: 
“Únicamente la Escritura, el magisterio y la teología pueden responder a estas preguntas y 
manifestar cuán… cierta es aquella afirmación del apóstol: “Ay de mí, si no predico el 
evangelio”.69 
Esta teologia ha necesitado grandes esfuerzos para delinearse con su problemática. Hasta 
hace pocos decenios, los teologos consideraban la predicación como una realidad demasiado 
elemental y obvia para centrar en ella su reflexion sucedió con ella lo mismo que con la revelación. 
Esta última es una realidad basica del orden sobrenatural, un concepto clave de la teologia. Sim 
embargo, hasta la publicación de la obra reciente del padre Latourelle
70
, no se habia realizado una 
reflexión sistematica y profunda sobre su naturaleza intima. 
Otro tamto cabe decir de la predicación por la que la revelación se trasmite, cierto que siempre ha 
sido objeto de estudio, pero los autores se detenian en su aspecto formal, en los problemas 
practicos y metodologicos, en como hay que predicar. De esta forma se han publicado, un gran 
numero de manuales y de trados de oratoria sagrada, destinados a preparar a los sacerdotes para 
el ministerio de la palabra71. Pero todos ellos daban por supuesto el aspecto teologico. Su 
exposición 0 parecia superflua, ya que todos saben o creen saber que significa predicar. Lo que 
habia que aprender y enseñar era como se debe predicar, y es este el intento que perseguían los 
autores, sin embargo desde hace unos decenios, bajo el impulso de los factores, antes descritos, 
ha ido adquiriendo el primer plano el aspecto mas específicamente telogico de la predicación. Tal 
ha acaesido concretamente en el problema de las relaciones entre predicación. Y sacramento, del 
que ya se habian ocupado Scheeben72 y Kuhn. Hoy este problema se halla en el ambiente y le han 
tocado de alguna manera casi todos los autores, Söhngen, Schmaus, Betz, Schillebeeckx.73 
 
 
12. Los primeros ensayos. 
 
68
 La crise de la predidition: Rev Nouv 29 (1955)146 
69
 A.c 147. 
70
 R. Latourelle, teologia de la revelación. Sigeme salamanca.1961. 
71 Recordemos entre otros a G Zocchi, la predicasione, visi rimedi. Siena 1907; A.D. Sertllanges, 
lórateur Chretien. Juvisy 1930; L.A.P. Paquet, cours d´eloquerence sacree. Queebec 1925. 
72
 W. BARTZ, verkündigung and sacramentin Kirchenbegriff Scheebense. Theologie und seelsorge 
4 (1944)184 s. 
73 Joh Kuhn, zur lechre vom dem wort golles und den sakramenten; ThQ 37 (1855) 3-57. 
 
Aunque el problema de la predicación no se ha solucionado aún totalmente en lo que afecta 
a su problemática, se han realizado ya algunas tentativas de síntesis. Soiron fue el primero, 
en el año 194374. A la luz de la teología de san Buenaventura, y teniendo en cuenta lo que 
habían publicado los estudiosos protestantes sobre este tema, Soiron expone, en las dos 
primeras partes de su obra, la teología de la palabra de Dios y de su transmisión; en las 
otras dos, se fija en la cuestión del oyente y del predicador. Podemos considerar esta obra 
como una síntesis, aunque indecisa debido a la situación del análisis de este tema hace 
veinte años, de los elementos teológico y práctico de la predicación. El mérito principal del 
autor consiste en haber afirmado, inmediatamente después de Jungmann, y haber 
demostrado teológicamente, la necesidad de que la predicación sea la proclamación de la 
historia de la salvación, centrada totalmente en la persona de Cristo. 
 
Recientemente otros ensayos han venido a satisfacer esta exigencia, que se había hecho más 
consciente a partir de la publicación de la obra antes citada. Ha sido el padre O. 
Semmelroth quien ha escritola obra tal vez más comprometida sobre el tema de la 
predicación, aunque centra principalmente su atención sobre el aspecto, ciertamente 
fundamental, de la eficacia. La obra se divide en dos partes. En la primera, el autor se 
propone trazar la teología de la palabra de Dios, a la que sigue a lo largo de todo su iter 
desde el seno de la Trinidad hasta su comunicación al alma en gracia, para detenerse, por 
último, en el aspecto de la eficacia. Es una obra densa en conceptos, original en su 
desarrollo, pero elude todos aquellos problemas que no encajan en la línea de pensamiento 
seguida por el autor. Semmelroth está dentro de la problemática alemana, según la cual, la 
teología de la predicación consiste en determinar la eficacia de la palabra de Dios en 
relación con la eficacia de los sacramentos. A las demás cuestiones, les concede menos 
importancia. Semmelroth, pues, no dedica mayor atención al sujeto y objeto de la 
predicación que, a juicio nuestro, son indispensables para comprender su eficacia. 
 
 
74 De estos teologos y de sus escritos hablaremos en el c.8. Th. Solron, Die verkündigung des 
worte Gottes. Freiburg 1943 
Un nuevo intento de síntesis lo realizo el padre A. Gunthor. También él concede gran 
importancia al tema de la eficacia, en el que sigue de cerca de Semmelroth, pero dedica un 
amplio capítulo del fin de la predicación y particularmente al de su objeto, en lo que 
concuerda con el cristocentrismo de la teología actual. Consagra además toda una parte del 
volumen a la predicación dominical y a la misionera popular. 
 
También Sandro Maggiolini se ha detenido sobre los problemas del objeto, de las fuentes, 
del fin y de la eficacia de la predicación, en un breve volumen, en el que ha sintetizado 
cuanto se ha escrito hasta el momento sobre este tema. Algo semejante cabe decir del libro 
de Spiazzi, útil para quienes se interesan por la historia de la predicación y de la catequesis. 
 
 
13. Nuestro propósito 
 
Nos proponemos examinar el papel de la predicación en el plano divino de la salvación del 
hombre, y la predicación en sí misma, dejando para otro trabajo el examen de su 
dinamismo. 
Por “predicación” entendemos la transmisión del mensaje cristiano, prescindiendo de sus 
diversas formas. 
 
 
 
 
 
 
2. EL OBJETO DE LA PREDICACIÓN 
 
Para responder cuál es el objeto de la predicación, necesitamos estudiar cuál fue el objeto 
de la predicación de los apóstoles, de la que es continuación y prolongación la de la Iglesia, 
bajo sus diferentes modos. El Nuevo Testamento emplea para designar diversas 
expresiones, distintas entre sí, al menos en apariencia. Las más comunes son reino de Dios, 
palabra de Dios, evangelio y misterio. La primera es más frecuente en los sinópticos y la 
última en san Pablo; las demás, en el libro de los Hechos y en los evangelios en general. 
Para determinar el objeto de la predicación apòstolica necesitamos dilucidar el sentido de 
estas fórmulas. 
 
 
1. El reino de Dios 
 
El reino de Dios es el objeto de la predicación de Jesucristo. Inicia su ministerio público 
con la proclamación del mismo: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios: 
arrepentíos y creed en el evangelio” (Mc 1,14-15). Al recorrer Galilea y enseñar en las 
sinagogas, se entrega a predicar “el evangelio del reino” (Mt 4,23). Cuando quieren que se 
detenga en algún lugar, lo rehúsa, porque “también a las otras ciudades tenía que anunciar 
el evangelio del reino de Dios” (Lc 4,43). Cuando envió los discípulos a predicar, en el 
ensayo que realizó durante su vida pública, les recomendó decir: “Está cerca el reino de los 
cielos” (Mt 10,7). Jesucristo habla de este reino a lo largo de toda su predicación. 
 
Con la proclamación del reino de Dios termina el Antiguo Testamento (Lc 11,20), se 
verifican las profecías (Lc 7,22-23) y el dominio del diablo queda derrocado (Lc 11,20). 
Por consiguiente, constituye una realidad íntimamente ligada a la persona de Cristo. Si este 
reino se halla ya presente, es porque Cristo arroja a los demonios (Mt 12,28); si el Mesías 
ha venido ya, es porque Jesucristo realiza los signos que predijeron los profetas como 
propios del Mesías (Lc 7,22), y los discípulos son bienaventurados porque ven lo que los 
profetas desearon ver (Lc 10,23). 
Es más, podemos decir que el reino de Dios es el mismo Jesucristo, cuya venida y actividad 
inaugura una nueva época en las relaciones entre Dios y el hombre, una nueva alianza, 
destinada a sustituir a la del Sinaì. Esta identificación es evidente en algunos textos 
evangélicos: “Todo aquel que dejó casas, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos 
o campos por causa de ni nombre, dice Jesucristo, recibirá el cien doblado y poseerá en 
herencia la vida eterna” (Mt 19,29). Lucas nos transmitió el texto de esta forma: “Nadie 
hay que dejó casa o mujer, o hermanos o padres o hijos, por causa del reino de Dios, que 
no lo recobre multiplicado en el tiempo presente y en el siglo venidero la vida eterna” (Lc 
18,29-30). Jesucristo y el reino de de Dios son la misma realidad: dejar todo cuanto se 
posee por él es igual que dejarlo por el reino de Dios. 
 
En otro pasaje, compara el reino de Dios con diez vírgenes, de las cuales algunas eran 
fatuas y otras prudentes, que esperan la llegada del esposo con las lámparas encendidas (Mt 
25, 1s.). Lucas aclara que este esposo, al que hay que esperar continuamente, es el hijo del 
hombre, que puede llegar en el momento en que menos se espere (Lc 12,35). 
 
Esta identificación nos ayuda a entender por qué la persona de Jesucristo ocupa el centro de 
la narración evangélica y por qué él, al predicar el reino de Dios, invita a los hombres a 
tomar cada uno su cruz y seguirle (Mt 16,24); por qué llama bienaventurados a quienes 
fueren perseguidos por causa suya (Mt 5,11), y no se escandalizaren de él (Mt 11,6), y por 
qué dará la vida eterna a quienes le han socorrido en la persona de sus hermanos 
necesitados y se la negará a quienes rehusaron hacerlo (Mt 25,34s.) 
 
El objeto de la predicación de Jesucristo es, pues, él mismo, su persona75. El análisis de la 
segunda expresión nos lleva a una conclusión idéntica. 
 
 
 
2. La Palabra de Dios. 
 
La expresión palabra de Dios es ya muy común en el Antiguo Testamento. Según la 
estadística de Grether76 aparece 242 veces, incluidos diez textos inciertos. Para los griegos, 
 
75 Los estudiosos admiten comúnmente que la persona de cristo ocupa el centro del Dios que el 
mismo predico: cf. Entre otros, R. SCHNAC Kenburg. Reino y reinado de Dios Fax, Madrid 1967 : 
Devile Grelot: NTB 675-680: J. Alfaro.Fides, Spaes Catas. Adotationes in tractahon de virtubibus 
teologices. Romae 1963.132. 
la palabra significa el elemento inteligible de un objeto, la idea que la inteligencia puede 
aferrar en su intento de penetrar la naturaleza de las cosas; sin embargo, los estudiosos 
afirman unánimemente que para los pueblos orientales antiguos la palabra es la expresión 
no tanto de la inteligencia cuanto de la voluntad; significa primordialmente un hecho y no 
una idea, un mandato y no una instrucción. Es un medio de salvación. Dios crea el mundo 
con la palabra (Gn 1; Sal 33,6), con ella establece la ley que impone a su pueblo77, por 
medio de la palabra dirige la historia hacia los objetivos que se ha propuesto78. La palabra 
es esencialmente dinámica, contiene una fuerza especial que conduce necesariamente a la 
acción una vez que fue pronunciada sobre todo si se trata de fórmulas de bendición o 
maldición79. 
 
La palabra debe su dinamismo a su estrecha relación con la persona. “El hebreo, dice E. 
Schillebeeckx, no distingue entre la palabra y la persona que la pronuncia. La palabra es un 
modo de ser de la persona misma… la fuerza de la palabra es la misma que la de la persona 
quela pronuncia. De aquí el poder de la palabra de Dios.80 La Palabra de Dios, tal como 
 
76 Name und wort Gottes im A.T. Giessen 1934. 64 s. este tema es muy comun entre los 
estudiosos que, al tratar de la palabra de Dios, intentar determinar su sentido a la luz de la cultura 
antigua, tanto griega como oriental, Cf. Entre otros, L Düor Die wertimg des göttlichen wortes tm 
A:T. und im antiken orient. Leipzig 1938; H. Ringern, Word and winsdom. Lund 1947; w Eichrodt , 
theologie des A.T. Berlin 1948, 32-39: D. Barsotti, Misterio cristiano y palabra de Dios sigueme, 
Salamanca 1965-9-40; P. van Imschoot, theologie de T.A.T: Tournai 1954, I 200-207; E jacob, 
teología, de PA.T Nechatel –paris 1955, 103-109; J.l.Mc Kenzie, The Word of god in the old 
testament: theological Studies 21 (1960) 183-206; H. Scgiller, wort Gottes würzburg 1958 Hay tres 
tres articulos dedicados a la noción de la palabra de Dios en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, 
en el volumen la parole de Dien en J.C., cuyos autores son: Larcher, Dupont y Gilbet. Paris 1961 
Para una comparación entre la concepción griega de la palabra y la orientación.Cf. J. Leenhardt, La 
signification de la notion de parole Dans la pensse chretienne: Rev HPHR 35 (1955) 263-273; R 
Bultmann, Der Begriff des Wortes Gottes im N.T. en Glanben und vertechen Tubing 1958 268-293. 
en cuanto a dicanarios. Consultense los articulos de o Procksch; TWNT 4, 89-140 de Robert: DBS 
y el de Feullet- VTB 559-565. 
77 A veces a los mandatos de Dios se los denomina <<palabras>> (2 cron 29,15), d eigual modo 
que se denomina <<palabras>> a los diez mandamientos (ex 34,28; Dt 4,13). 
78
 El Jacob o.c. 106 D. Barsotti. 25. El dinamismo de la palabra se seduce tambien de su 
etimologia. Aunque los autores no se han puesto de acurdo sobre ella. Según Jacob, dabar 
significa <<la proyección hacia delante de aquello que esta detrás. Es decir la actuación de lo que 
se tiene en la mente>> (o.c.104) A. Robert . por el contrario opina que de procede de una doble 
raiz una de las cuales significa <<hablar>> y la otra <<estar>> detrás a.c. 442. 
79 parole et sacrament dans Eglise: Lum Vie 46 (1960)25. 
80 R. Bultmann,o.c.271. 
nos la presenta el A.T, es Dios mismo en cuanto que realiza algo fuera de sí, en cuanto que 
crea y se dirige al hombre para comunicarle su voluntad81. 
 
El Nuevo Testamento sigue la misma línea del Antiguo Testamento. El Verbo, la segunda 
persona de la Trinidad que se hace hombre y habita entre nosotros es la palabra de Dios (Jn 
1,1-14). El padre, al expresarse inmanentemente a sí mismo, origina el Hijo, por quien crea 
todas las cosas (Jn 1,3). Las cosas son palabras de Dios sustanciadas82. 
 
Por ello, el Nuevo Testamento puede emplear rectamente junto a la expresión palabra de 
Dios, la expresión palabra del Señor o sencillamente palabra. La primera aparece en el 
Nuevo testamento 30 veces, 40 la segunda y la tercera 883. Aparecen, sobre todo, en el 
libro de los Hechos, para indicar el contenido de la predicación apostólica. Por ejemplo, 
cuando dice que muchos de los que habían escuchado la palabra creyeron (Hech 4,4), que 
Pablo y Bernabé evangelizaban la palabra del Señor (Hech 15,35), también san Pablo, en 
sus cartas, habla de la proclamación de la palabra (1Tes 1,6), que los tesalonicenses la han 
aceptado no como palabra de hombres sino como palabra de Dios (1 Tes 2,13). El apóstol 
emplea también la fórmula palabra del Señor (1Tes 1,8) y palabra de Cristo (Rm 10,17). 
¿Qué es lo que pretenden significar los apóstoles cuando hablan de predicar la palabra, la 
palabra de Dios, la palabra del Señor? 
 
De hecho el mismo Jesucristo afirma: “Quien me desecha y no recibe mis palabras, ya tiene 
quien le juzga. La palabra que hablé, ésa le juzgará en el último día” (Jn 12,4s). por el 
contrario: “el que escucha mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no incurre 
en sentencia de condenación, sino que ha pasado de la muerte a la vida” (Jn 5,24). 
 
Por consiguiente, rechazar a Cristo significa lo mismo que no creer en sus palabras; y 
escuchar sus palabras, es creer en aquel que le ha enviado. Igual que Cristo es la vida (Jn 
 
81
 A.C. 205. 
82
 Según S.Mowinkel. en la encarnación del verbo consiste la novedad del nuevo testamento con 
relación del antiguo : o.c. 43-44. 
83 TWNT 4, 115 Nº estan comprendidos aquí los escritos de Juan Ibib.. 116 y nota 13. 
14,6), así lo son sus palabras (Jn 6,63); de la misma manera que él juzga (Jn 8,15), también 
juzga su palabra (Jn 12,48).84 Juan llega a decir en su primera carta, que él anuncia “la 
palabra de vida” (1 Jn 1,1-4). La palabra es la persona de Cristo. 
 
Lo mismo cabe decir de los sinópticos. Según ellos, la palabra de Dios es la voluntad de 
Dios, en cuanto que exige su cumplimiento. Podemos descubrirlo al confrontar textos 
paralelos. Por ejemplo, Marcos dice “El que hiciere la voluntad de dios, éste es mi hermano 
y hermana y madre” (Mc 3,35); y Lucas en el mismo pasaje, escribe: “Mi madre y mis 
hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la ponen por obra” (Lc 8,21). Por tanto, la 
palabra de Dios es la voluntad de Dios, dios mismo en cuanto que exige al hombre 
obediencia. Otro tanto cabe afirmar en lo que se refiere a la palabra de Cristo: “Quien se 
avergonzare de mí y de mis palabras en esa generación adúltera y pecadora, también el Hijo 
del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los ángeles 
santos” (Mc 8,36). Lucas: “todo aquel que se declarare por mí delante de los hombres, 
también el Hijo del Hombre se declarará por el delante de los ángeles de Dios” (Lc 12,8). 
Como se ve, la palabra de Jesucristo y su persona son una misma realidad. 
 
Por consiguiente, el objeto y contenido de la predicación es Cristo, la palabra por la que el 
Padre se expresa y comunica su voluntad al hombre. Con razón el libro de los Hechos, en 
vez de afirmar que predican la palabra de Dios, puede afirmar que predican la palabra de 
Cristo (Hech 8,5), que predican a Jesucristo (Hech 9,20).85 
 
 
3. El evangelio 
 
84 r.Bultmann,a.c. 291 
85
 a semejntes conclusiones llegan todos cuantos han estudiado nuestro tema : cf.R. Asting die 
verkünddigma des wortes GOTTES IM URCHRIS LENTUM, DARGESTELL an den Begrifen 
<<Word Gottes>> <<evangelium>> und <<zeugnis>> Stugttsrt 1939 295-296. Identifica conclusión 
en Kittel 4. 126 s. Gilbrt refiriendose a los secritos del nuevo testamento, afirma que <<les autres 
acrits de N.T pavaint remarque et les acts des Aportes, en particular, son riches, en formules 
suggestives. la personne de Jesús est aucente du message, elle sídentifique en vuelque sorte avec 
lui. Porte la parode esta precher Jesús-chist la teologie joharique du logos. en la parole de Dien en 
Jesús-chis: 100: y después ; a proposito de Juan. 
 
El término evangelio aparece frecuentemente en el Nuevo Testamento, para indicar el 
objeto de la predicación apostólica86. Designa a ésta con las expresiones: “evangelio de 
Dios” (1 Tes 2,2.8.9; 2 Cor 15,16, etc), “evangelio de Cristo” (1 Tes 3,2; 2 Cor 9,13; Gál 
1,7, etc); “mi evangelio” (1 Tes 1,5; 2 Tes 2,14; Rom 2,16; 16,25), “evangelio de la gloria 
de Cristo” (2 Cor 4,4), “evangelio de vuestra salvación” (Ef 1,13), “evangelio de Paz” (Ef 
6,15), “evangelio de verdad” (Col 1,5 ), “evangelio de la gloria del Dios bienaventurado” (1 
Tim 1,11), o sencillamente “evangelio” (1 Tes 2,4; 1 Cor 4,15; 8,19; 9,18; Gál 2,5.14; 2 
Tim 1,8, etc). 
 
El contenido del evangelio, según los sipnòticos (Mc 1, 15; Mt 4,17; 9,35) y según el libro 
de los Hechos, es la venida del reino de Dios, que el diácono Felipe predica en Samarìa 
(Hech 8,12) y el apóstol Pablo en Asia Menor (Hech 14,21-22) y en Roma

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