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Influencia hispana en Estados Unidos En 1968, el presidente Lyn-don B. Johnson propuso al Congreso de Estados Unidos la proclamación de una Semana Nacional de la Herencia Hispánica. La idea arraigó y en 1988 se decidió que las celebraciones tuvieran lugar a lo largo de todo un mes, del 15 de septiembre al 15 de octubre. La finalidad era poner de relieve la fuerza del legado cultural hispánico, sin el que no es posible entender Estados Unidos. Esta fiesta incluye un programa de eventos especiales, actos y exhibiciones. De igual forma, la celebración no solo es en físico sino también en los portales digitales, donde se habla acerca de esta herencia, cultura, espíritu y contribuciones. La celebración del Mes de la Herencia Hispana coincide con las fiestas de independencia de los países de: Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y México. El término “hispano ó hispana”, existe desde hace muchos, para ser más concretos desde el año 218 a. de C. usado por los romanos durante las conquistas en la Península Ibérica. Sin embargo, este término que ha trascendido hasta nuestros tiempos, empezó a adquirir más fuerza en 1910 por el escritor y filósofo español Miguel de Unamuno, quien introdujo la palabra “hispanidad”. El término “hispanidad” hace referencia a las personas pertenecientes o relacionadas con España, como también aplica para todas aquellas personas que hablan el idioma español. En Estados Unidos es común utilizar el término hispano para referirse a una persona extranjera cuya lengua madre es el español. En 1980, el término hispano empezó a utilizarse en Estados Unidos, durante la administración del presidente Richard Nixon. El gobierno empezó a emplear también la palabra latino como una manera de incluir a las personas que eran mixtas (las personas de Centro y Sudamérica). En la costa este de Estados Unidos, se suele emplear más el término hispano para referirse a las personas del Caribe y sudamericanos. En cambio, en la costa oeste se suele emplear más el término latino. Actualmente, los hispanos en Estados Unidos cada vez tienen más fuerza y desempeñan un papel integral en moldear la experiencia estadounidense. Son líderes en el gobierno (41 latinos integran el Congreso de Estados Unidos), el derecho, los negocios, la ciencia, los deportes y el arte, entre otras áreas, e incluso, muchos latinos reciben galardones y altos honores por sus acciones meritorias en el Ejército, la Fuerza Aérea, y la Guardia Costera. Por supuesto, esta influencia de la comunidad hispana está muy ligada con su rápido crecimiento demográfico. Según la Oficina del Censo (U.S. Census Bureau), las personas de origen hispano son la minoría en mayor aumento de la nación americana. Se proyecta que en los próximos 30 a 40 años se duplique el número de habitantes hispanos en Estados Unidos. Hoy hay alrededor de 58 millones y se espera que esta cifra llegue a los 106 millones en el año 2050. Este crecimiento poblacional de las últimas décadas y las proyecciones futuras, hacen que el comportamiento económico y socioeconómico de los hispanos influya cada vez más en las tendencias generales del país y en las decisiones importantes. Hispanos en Estados Unidos ¿amenaza o nueva civilización?* Cincuenta millones de hispanos viven, trabajan, sufren, gozan, cantan y rezan en español en Estados Unidos. Y se rebelan, como se mostró en las manifestaciones masivas del primero de mayo del 2006. Tomás Calvo Buezas, antropólogo español y especialista en el tema de las migraciones y el racismo, nos muestra los avances de esta comunidad, la primera minoría de ese país, que se ha posicionado con una creciente fuerza política y moral. Y ante los vaivenes a que es sometida a diario su identidad cultural, precisa que no habrá poder hispano sin cultura hispana. La política hace referencia, particularmente, al poder; y son muchos los frentes en que se desarrolla e influye el poder, y por lo tanto la influencia política de los hispanos, que va desde su poder electoral a su presencia en las diferentes administraciones públicas, en los gobiernos federales estatales y municipales, en el funcionariado público, etc. Pero hay otros espacios de poder, y por lo tanto de peso político, donde se ejerce ese poder: en la economía, en el empresariado y fuerza laboral, en los medios de comunicación social, en el sistema educativo, etc. Este poder político de los hispanos en Estados Unidos es creciente, gracias principalmente a dos factores: su peso demográfico con crecimiento vertiginoso, y el aumento del poder adquisitivo de la población hispana con un empresariado latino en alza. Como muestra de ese poder demográfico, he aquí unos números: en 1980, los hispanos eran 14 millones; en 1990 eran 22 millones; y en 2006 son unos 40 millones, sin contar los "indocumentados". Dicho de otra forma, en 1980 representaban el 6,4% de la población total norteamericana; en 1990 eran el 9%; en el 2004 un 12%. Y sigue ese crecimiento, tanto por las nuevas migraciones como por la mayor tasa de nacimiento que tienen los hispanos frente al resto de los grupos. Para el año 2025 se calculan 62 millones de hispanos, un 18,2% de la población de Estados Unidos; y en 2050 se estiman 106 millones, el 25,3%, mayor población que el grupo originario de anglosajones. Y esto es poder demográfico, pero también poder político. Esta alza se evidencia en el creciente voto hispano, cotejado por ambos partidos en elecciones estatales y municipales, e incluso federales. Aquí el número es poder y "un hombre, un voto" favorece positivamente a los hispanos, y los convierte — aunque socialmente sean despreciados, infravalorados, pobres y explotados— en un "poder político" codiciado por los partidos en pugna. Y los hispanos cada vez son más, se registran más y por lo tanto votan más. Y por otra parte se diversifican más, no sólo económica e ideológicamente, sino en su preferencia por los diferentes partidos. Fracasado el sueño étnico de los años 60 y 70 de las Formaciones Políticas Étnicas, como la Raza Unida Party, el Partido Republicano cada vez está siendo más elegido por los hispanos, aunque el Partido Demócrata siga siendo mayoritariamente el más votado. Ya están lejos aquellos años en que el candidato demócrata John F. Kennedy obtenía el 90% del voto hispano; en 1976 el demócrata James Cárter obtuvo el 81% del voto hispano y el republicano Gerald R. Ford el 19%; sin embargo, en 1980, Cárter obtuvo el 17% y Ronald Reagan, republicano, consiguió el 25%'. Desde entonces ha ido ascendiendo el voto al Partido Republicano, particularmente con el voto cubano y con una "élite empresarial latina". El éxito en todos los frentes, incluido la toma del poder estatal y municipal de los cubanos en Florida, singularmente en Miami, es la muestra más clara, aunque sea a nivel regional, del poder ascendente político de los hispanos en los Estados Unidos. "Hoy nos manifestamos, mañana votamos". Este ha sido el lema y el trasfondo de las multitudinarias manifestaciones de los hispanos, tanto el 11 de abril como el 1° de Mayo de 2006. La composición de población en EEUU es de 67,6% de blancos, 14,1% de hispanos, 12,9% de negros, 4,2% de asiáticos y el 1,2% restante de indios y otros grupos étnicos; mientras que los Estados con mayor población de origen hispano son Nuevo México, con un 43,3% de población hispana, California con 34,7%, Tejas con 34,6%, Arizona con 28%, Nevada con 22,8%, Colorado con 19,1%, Florida con 19%, Nueva York con 16%, Nueva Jersey con 14,9% e Illinois con un 14% de población hispana. Medir el éxito o progreso de los hispanos -como grupo o pueblos nacionales- con los mismos indicadores de la sociedad dominante global, como son las cotas de poder político según el número de senadores y diputados, el poder adquisitivo de ingreso, los índices de escolaridad, el nivel del consumo, etc.,-siendo importante para los individuos y algo significativo a nivel grupal hispano son políticamente secundarios; es más, si los hispanos se "obsesionan" como grupo en "competir en esos mismos indicadores de poder"' (político, económico, institucional, educativo) con la sociedad dominante, han tragado el mentiroso señuelo y han caído en las trampas del Imperio, que son el dinero y el poder, arenas donde nunca podrán vencer -ni siquiera competir- con la sociedad dominante, donde realmente está su máximo poder, que es su cultura, su identidad, su capacidad de formar una "communitas-pueblo- nación". Por lo tanto, la Comunidad Hispana debe presentarse como una "unidad grupal" dentro de USA, pero distinta de la sociedad mayoritaria, reclamando su derecho a la diferencia, a la vez que participando y "sintiendo" la ciudadanía común norteamericana, que es también una dimensión de su identidad global. Hay que aceptar, sin humillación, que "tenemos menos que los anglosajones " —y que nunca tendremos probablemente tanto como otros grupos étnicos en Estados Unidos— pero "tener" menos, no quiere decir "ser " menos. Ahí radica el principio del orgullo y dignidad de los pueblos: ser menos alto, menos rico, menos poderoso políticamente, menos instruido institucionalmente, no es por eso "ser" menos que otros que "tienen " más, aunque exista en los individuos y los pueblos el legítimo deseo y esfuerzo de superarse en esas áreas de bienestar material". En consecuencia, no es sólo la cantidad, sino la calidad de vida y cultura, lo que debiera ser el indicador comparativo del desarrollo, valor y riqueza de los pueblos. De ahí que nuestro poder —nuestro gran poder— más que el político y el económico es y será nuestra cultura: todo lo demás, —a nivel grupal, no individual— son trampas, señuelos, propaganda, "engaña bobos". Cabe aclarar que los términos para designar a las comunidades de origen hispanoamericano en Estados Unidos son muy variados, habiendo diversas preferencias por uno u otro término, defendidas con mayor o menor pasión: Hispanos, Latinos, como denominaciones globales, y por orígenes nacionales unos prefieren identificarse como chicanos, mexico-americanos, cubano-americanos, etc. "Las palabras no son inocentes", pero lo importante es resaltar las identidades, y afirmar la unidad plural y fuerza de todos los que comparten las raíces de lengua y cultura indo-hispano-latinoamericana. La lengua, arma política de los hispanos en EUA Un aglutinante crucial de esa potencia política cultural hispana de los Estados Unidos es la lengua. Por eso el "english only" (Proposición R. Unz 227, California) fue muchísimo más que una batalla por la "comunicación información"; fue una lucha por el derecho a la diferencia cultural, por la autonomía como grupo étnico, por la reivindicación del sustrato más poderoso para la creación —etnogenésis— de una nacionalidad propia en un Estado- Sociedad pluriétnico y pluricultural. El idioma La revolución mexicana hizo emigrar al Norte, poco después de 1910, a un gran número de mexicanos que se instalaron en ciudades fronterizas como El Paso o San Antonio (Texas) o, especialmente, Los Angeles (California). Allí crearon sus propios barrios, aunque la segunda generación –la de 1940– estaba ya en el ámbito del inglés y de la sociedad norteamericana. El Chuco es el nombre que dan a El Paso los nacidos en esa ciudad. Los pachucos (nombre que acabó extendiéndose a todo el grupo, con notables consecuencias en la dramaturgia chicana, el teatro y el cine) son los ciudadanos marginales de la gran urbe, L.A., Los Angeles (sin acento en inglés), que pasarían a la posteridad por los tristes motines (los Zoot Suit Riots) de 1943 como consecuencia del ambiente creado por los sucesos de Sleepy Lagoon y el juicio posterior; pero todo ello retomado y reinterpretado sobre todo después de 1970. Para comprender el interés de estas figuras, reales, frente a invenciones posteriores y supuestos lingüísticos de mesa de despacho, es preciso entender la evolución de la cultura chicana, como consecuencia de las protestas –tras la aprobación de las leyes de braceros en California– que culminaron con la huelga de los vendimiadores en Delano en 1965, con el éxito conseguido gracias a los esfuerzos de César Chávez y sus compañeros, en favor de la unión de los trabajadores. El fenómeno no tuvo sólo alcance hispano, sino que se extendió a las otras minorías. En 1965, Luis Valdez, joven aspirante a dramaturgo que trabajaba en la San Francisco Mime Troupe, se unió a César Chávez en el movimiento de los campesinos y, para difundir sus ideas y conseguir fondos, creó un movimiento artístico, El Teatro Campesino, que marcaría el arte chicano desde sus representaciones iniciales en los campos y los pueblos hasta su desarrollo casi inmediato en núcleos urbanos. En 1968 El Teatro Campesino se trasladó a escenarios ciudadanos y se convirtió en el estandarte de la reforma artística chicana. Empezó a ganar premios, se consolidó y en 1970 alcanzó el nivel paradigmático del teatro chicano, en el que se combinaban una concepción basada en la Commedia dell’Arte con el teatro ambulante, las compañías de revistas del Oeste y los rasgos populares del teatro mexicano. Un año después, en 1971, El Teatro Campesino evolucionó para dar lugar a La Carpa de los Rasquachis, donde se amalgamaba música, baile y teatro. Este nuevo modelo cultural chicano, tras el éxito en su periplo por el interior de los EEUU, recorrió ocho países europeos en 1976 y en 1977, con el nombre de El Corrido, se convirtió en un programa de la televisión. En 1978 Valdez presentó Zoot Suit, éxito total en Los Angeles pero menor en el Este, donde se representó en Broadway. La obra seguía vigente en 2005, con su inglés dominante, si bien entreverado de palabras españolas y giros jergales y su impacto sobre amplios públicos, porque, en realidad, identifica los problemas de todas las minorías étnicas en Norteamérica. El Pachuco, un personaje mítico, camela a Henry Reyna para que se oponga a la desigualdad social de un juicio injusto y luche por su comunidad. Así lo hace, pero no hay resolución en la escena. Es, claramente, un planteamiento ‘brechtiano’ que establece un nuevo estándar teatral y conduce, en 1981, a la película del mismo título, protagonizada por Edward James Olmos, en el papel de El Pachuco, y el hermano del autor, Daniel Valdez, quien ya había representado a Reyna en las tablas. El caló es un fenómeno predominantemente léxico; su fonética y su sintaxis no se diferencian de las variantes de la zona y de las alteraciones propias de la conmutación de código entre lenguas en contacto en un medio culturalmente limitado, salvo en los usos literarios artificiales. Está presente en los dos lados de la frontera, como habla fronteriza, por tanto, su rasgo predominante es su colorido léxico, innovador, florido, imbuido de elementos jergales, entre los que tienen lugar tanto términos carcelarios como también muestras del caló propiamente dicho –el gitano–, que preserva características de la lengua histórica de ese pueblo, el romaní, una lengua indoeuropea del subgrupo indo, emparentada por tanto con el sánscrito. Es también un fenómeno predominantemente oral, que aparece por escrito como incrustación local en obras literarias chicanas; pero no como un dialecto destinado a la escritura. El rasquachi, el pachuco y su manifestación lingüística –el caló– adquieren de esta manera un rasgo cultural y literario propio, que es realmente representativo de una estética, lo que no significa que la población hispana o latina se sienta totalmente identificada con él; pero, en cualquier caso, despierta un sentimiento de grupo, de identidad, algo que no existe en el caso del spanglish. El primero es hispano, provoca confianza; el segundo no, el spanglish produce incomodidad,si no hostilidad directa. El spanglish es un problema del inglés y no del español, aunque éste se halle en sus cimientos. Se trata de un fenómeno marginal, afín a los procesos de ‘guetización’, que afecta a la expansión del español, pero no a su estructura en lo que son sus territorios originarios. En otras palabras, el spanglish afecta a las personas que tratan de comunicarse en un medio anglo, sin dominar el inglés, y a quienes se quieran comunicar con ellos, desde el inglés, sin dominar el español. Si, en un futuro el spanglish desplazara a una lengua en los Estados Unidos, esa lengua no sería el español, que no es la lengua del país, sino el inglés, que ya desplazó en su momento al español histórico de los territorios del Suroeste y de Florida. El spanglish no es un proceso del español histórico, es un proceso de lenguas modernas en contacto en situaciones concretas vinculado a déficits culturales. No debe confundirse tampoco con los resultados de un mal conocimiento, unido al descuido –y en el fondo, al desprecio cultural– que se refleja en las malas traducciones al español que son características de muchos lugares, incluidos documentos oficiales de municipios o estados. Además, no hay ’un‘ spanglish, no sucede que exista un tipo de habla en la que se puedan comunicar personas de Nueva York y de Los Angeles de manera estable, sino múltiples manifestaciones de interferencias dialectales del español con el inglés. Ni existe un spanglish general, ni tampoco dialectos: no puede hablarse de un spanglish puertorriqueño o uno cubano o uno mexicano; son individuales, sujetos a modas u oscilaciones. No está en marcha un proceso de ‘criollización’ del spanglish, que haría que en ciertos hogares se hablara ese inexistente criollo anglo-español y los niños lo aprendieran y usaran como lengua del hogar. Un individuo, en un momento determinado, a falta de una palabra, o por juego, con frecuencia, introduce una palabra de la otra lengua. Así tomó el inglés del Suroeste muchos términos del español, como ‘rodeo’, ‘patio’ o ‘fiesta’. Spanglish es, en general, para la mayoría de la población, más un modo de vida que un comportamiento lingüístico, aunque, en el mundo del español haya predominado este aspecto. Cualquiera que haya disfrutado con la película del mismo título de James L. Brooks sabe que lo definido (también en lo que concierne a la lucha lingüística de la protagonista) no es la lengua, sino un modelo cultural, espléndidamente expresado en la escena de Adam Sandler (John), Paz Vega (Flor) y Shelbie Bruce (Cristina) como intérprete de las palabras de ambos, que acaba con el comentario «culpa, guilt, yes, we know, we are Catholics». En 2004, un artículo del profesor de Harvard Samuel P. Huntington titulado El reto hispano, provocó duras reacciones dentro y fuera de los Estados Unidos: «El flujo persistente de inmigrantes hispanos amenaza con dividir los Estados Unidos en dos pueblos, dos culturas y dos lenguas». En realidad, sólo se trata de una reacción de identidad, posiblemente favorecida por las numerosas veces en las que los escritores latinos se refieren a un futuro latino de los EEUU. En ambos casos hay una sensación de amenaza. El cambio en el origen de la población inmigrante, según Huntington, ha tenido consecuencias determinantes sobre la población escolar y sus resultados. Las consecuencias económicas de la inmigración hispana son notables, porque un mercado interno de cerca de cuarenta millones de personas (no todas las cuales hablan español; pero se sienten dentro de una cultura, de la ‘raza’) es un atractivo innegable e impone, en varios aspectos, un sello distinto. Nótese que la discusión de Huntington se centra en los hispanos, a pesar de existir diferencias culturales mucho mayores con indios, filipinos y chinos. Por cierto, éstas no impiden los magníficos resultados en la escuela de indios y chinos. En el año 2000, el 86,6 por ciento de los nacidos en América se graduó en la High School. De los no nativos, los africanos alcanzaron el 94,9 por ciento, los asiáticos un 83,8 por ciento, los latinoamericanos en general el 49,6 por ciento y los mexicanos el 33,8 por ciento. Parece que los latinos, en conjunto, tienen menor interés o menores posibilidades de terminar su educación preuniversitaria. En lo que concierne a la educación universitaria, la brecha es mucho mayor. Situada en el exacto contexto de la inmigración, la acusación de que los inmigrantes hispanos no tienen interés por aprender el inglés es directamente falsa. Hay un matiz, sin embargo, que afecta a la valoración de la educación bilingüe: si se compara con el total de los inmigrantes (de los que un 32 por ciento es partidario de que algunas clases de la escuela pública se impartan en las lenguas maternas de los alumnos), que el 45 por ciento de los mexicanos sea partidario de esa fórmula representa un fuerte incremento. Casi el 90 por ciento de los inmigrantes en general está convencido de que el inglés es imprescindible para tener un buen trabajo y más del 65 por ciento considera que es natural que los inmigrantes aprendan inglés. Pero, frente al 37 por ciento de los inmigrantes que afirman tener un buen conocimiento del inglés a su llegada a los EEUU, sólo un 7 por ciento de los mexicanos declara tener ese nivel. El español de los Estados Unidos es un haz dialectal, como el de cualquier lugar, con sus especificidades, por su imprescindible y difícil relación con el inglés. Pero el hablante de un dialecto tejano o neomexicano tiene tanto derecho a expresarse en su dialecto como el salteño, el andino o el canario. Lo único necesario es entender que este español es plural, es fuerte demográfica y económicamente, tiene un buen mercado, pero tiene debilidades culturales y sociales que exigen del resto del mundo hispanohablante un esfuerzo, primero de aceptación de esas características propias y, segundo, de convencimiento de que se puede conseguir mantener la cohesión de todo el idioma, explicando y reforzando con acciones de prestigio, no coercitivas ni discriminatorias, la importancia de la norma hispánica. La vieja tarea de la escuela es hoy también parte de la responsabilidad de los medios de comunicación, a los que los norteamericanos acceden ad libitum, puede decirse que sin limitaciones. Los mecanismos de la libertad son siempre ventajosos para las lenguas. En Estados Unidos el español goza de un estatus fronterizo entre las categorías de lengua materna y lengua extranjera. En realidad es y no es las dos cosas a la vez, y cuando es una u otra, lo es de una manera sumamente peculiar. Que el español no es ni ha sido nunca una lengua extranjera en América del Norte lo ponen de relieve la toponimia y la historia. Una fugaz mirada al mapa basta para constatar la inconfundible filiación de nombres como Colorado, San Francisco, Nevada o Los Ángeles, por citar sólo unos pocos lugares. Los primeros textos acerca de cualquier parte de lo que es hoy territorio estadounidense no se redactaron en inglés sino en castellano, por autores españoles de los siglos XVI y XVII como Alvar Núñez Cabeza de Vaca y -Gaspar Pérez de Villagrá, entre otros. Hoy día, el español se habla en el 12% de los hogares norteamericanos, lo que lo convierte por derecho propio en la segunda lengua materna del país. En cuanto que lengua extranjera, el estatus del español es también sumamente peculiar. El primer dato a resaltar es que la demanda de su enseñanza se sitúa muy por encima del resto de las lenguas extranjeras. Tanto dentro como fuera del sistema educativo, e independientemente del nivel que se consi-dere, la predominancia del español sobre las demás lenguas es tan absoluta que en círculos políticos y académicos ha habido quienes han expresado preocupación por un posible descuido con respecto a la enseñanza de los demás idiomas.No hay tal cosa. Lo que hace que la demanda de español se sitúe tan por encima de la de otras lenguas es que las razones que llevan a los norteamericanos a estudiarlo no son las que normalmente se tienen para querer adquirir una lengua extranjera. De hecho, los norteamericanos siguen teniendo la misma falta de curiosidad por aprender idiomas que siempre. Su interés por aprender español es muy real, no hay duda de ello, pero no obedece al deseo de adquirir una nueva lengua, sino a la acuciante necesidad por parte de amplios sectores de la sociedad de comunicarse con el ingente número de hispanos que no habla inglés. Esta urgencia ha sido la causa directa de la creación de una industria dedicada a la enseñanza rápida de un español básico. Se calcula en un centenar el número de empresas cuyo objetivo es facilitar a profesionales cualificados las destrezas mínimas que les permitan comunicarse a nivel elemental con trabajadores hispanos que no saben inglés. Se trata de una enseñanza que no se ajusta para nada a estándares académicos de calidad. Su objetivo es satisfacer necesidades primarias de comunicación en el mundo laboral, en ámbitos como las finanzas, la sanidad y las instancias legales o gubernamentales, entre otras. A la fuerza numérica de la inmigración de origen latinoamericano, hay que añadir su dispersión geográfica, un fenómeno relativamente reciente. Hasta hace poco, la población hispánica estaba circunscrita a enclaves perfectamente localizados, en su mayoría urbanos. Hoy día los latinos se encuentran distribuidos por la totalidad del territorio nacional, incluidas amplias áreas rurales. En una zona tan remota como el Estado de Washington, en el extremo occidental de la frontera con Canadá, la población hispana, no hace mucho inexistente, ronda ya el diez por ciento. La dispersión por todo el país de sucesivas oleadas de inmigrantes que no hablan inglés está transformando de manera radical el mapa nacional estadounidense, confiriéndole un rostro cada vez más latino. La dispersión demográfica lleva consigo la diseminación lingüística y cultural. Por toda la geografía nacional surgen sin cesar nuevos medios de comunicación y expresión cultural, en sus formas más diversas. En este ámbito también hay que hablar de una verdadera explosión. Las emisoras de radio han doblado su número en una década. En la actualidad rondan las 550. El aumento de emisoras de televisión es de un 70%, unas 55, según estimaciones de la industria. Estas cifras no incluyen la televisión por cable o por satélite, ni las numerosas radios y televisiones que emiten un segmento de su programación en español. Walt Disney World –tiene una página web en español. Una cadena hispana, UNIVISIÓN, se ha convertido en abril de 1998 en la quinta cadena de televisión de Estados Unidos, llegando al 52% de los 30 millones de hispanos de los Estados Unidos, consiguiendo que llegue a 1.4 millones de hogares de Estados Unidos en horario prime time. Además, sus imágenes pueden ser vistas en muchos países latinoamericanos. Por otra parte, en ese mismo año 1998, la Nueva Mega, una emisora de radio en español, se colocó en el primer lugar de audiencia en el área metropolitana de Nueva York. "Ayer misiones, hoy emisiones...". Esta compleja red de comunicación pública en español es una batalla culturalmente ganada; y a ello contribuyen también la música y la danza, los mariachis y ritmos caribeños, la salsa y el merengue; y todo ello con la sal y la pimienta del español. Gloria Estefan, la cantante cubano-americana, ha realzado esta unión de los hispanos a través de la sangre común que es el Idioma Español, cuando canta: "Hay tanto tiempo que hemos perdido por discutir por diferencias que entre nosotros no deben existir, las costumbres, raíces y herencias que me hacen quien soy. Son colores de un mismo arco iris, acordes de un mismo son. Hablemos el mismo idioma y así las cosas irán mejor..." En todos los medios de comunicación y discursos públicos se hace referencia a este auge del español en Estados Unidos, tanto en el mundo de la política como en el de los negocios y la cultura. La afirmación de doble, pero armoniosa, identidad hispano-norteamericana era el trasfondo simbólico de traducir (abril 2006) al español-castellano el Himno Americano, que provocó alarma en ciertos círculos conservadores, obligando al Senado a declarar al "inglés" como lengua nacional. Uno de los aspectos más interesantes de la expansión del español en Estados Unidos tiene que ver con la mejora de su calidad. De manera gradual, el español está convirtiéndose en una lengua de prestigio. Hasta hace poco, se tendía a pensar en lo hispánico, lingüística y culturalmente, como una manifestación de segundo orden, en parte porque la inmigración se debía a razones de extrema pobreza, y la inmensa mayoría de los recién llegados habían tenido un acceso muy limitado a la educación y a la cultura. Por poner un ejemplo, el establecimiento de una sólida comunidad hispanohablante está reforzando el uso y mejora del español literario. La existencia de un público lector ha hecho que la industria editorial en español tenga cada vez más peso. Es en esta área donde se hace más patente la preocupación por la calidad del español. De hecho, cada vez hay más lectores. Hace unos meses la organización America Reads Spanish y el Instituto Cervantes de Nueva York publicaron una guía esencial de los quinientos títulos de obras literarias más importantes de todos los tiempos escritas en español. La publicación está en inglés porque responde a una demanda urgente por parte de los bibliotecarios que tienen que atender a usuarios que leen en nuestra lengua. Otro fenómeno que vale la pena destacar es la existencia de un número considerable de escritores que escriben en español y residen en Estados Unidos. No puede hacerse una reflexión de conjunto sobre lo que está sucediendo con el español en Estados Unidos sin señalar que el país del norte es profundamente consciente del valor de nuestra lengua como vehículo de expresión de las distintas culturas de América Latina. La lengua española alcanzó su plenitud y verdadero ser cuando se trasladó al otro lado del Atlántico y se hizo americana. La fuerza del español es consecuencia directa del hecho de que es la lengua de expresión de una veintena de países americanos. Estados Unidos está experimentando un proceso creciente de latinización y la expansión del español constituye una parte esencial de dicho fenómeno. Al contrario de lo que ocurrió con el latín medieval, que se disgregó dando origen a las diversas lenguas romances, en Estados Unidos está surgiendo actualmente una segunda latinitas de signo integrador. Postulo que está forjándose en aquel país una nueva nacionalidad latinoamericana y una nueva variedad lingüística del español. La comunidad latina de Estados Unidos es un conglomerado resultante de la fusión de los hispanos que llevan tiempo instalados en el país (algunos más de siglo y medio) con los emigrantes que siguen llegando sin cesar de las más diversas regiones del Caribe, América Central y Suramérica. Las distintas culturas nacionales tienden a relacionarse entre sí de manera espontánea, y están creando una entidad híbrida de signo panhispánico, claramente diferenciada de la de los países originarios. Se trata de un fenómeno en pleno proceso, que tardará en cristalizar, pero ya son palpables muchos signos de la nueva identidad. De manera semejante a lo que sucede con la cultura, defiendo que en Estados Unidos está forjándose una variedad de español autóctona, resultante de la amalgama de sus distintas variedades regionales. La necesidad de dar con una modalidad de español con la que se sientan cómodos todos los hispanos empieza a ser perceptible en los medios de comunicación. Un buen ejemplo son las emisiones de la CNN en español, retransmitidas desde Atlantapara todo el mundo hispanohablante, en las que se recurre a una suerte de español neutro. Otros ejemplos son el lenguaje que se busca en ciertos sectores de la prensa escrita (como ocurre en Nueva York), o el de las traducciones de las obras escritas por narradores latinos cuya lengua de expresión es el inglés, y que buscan verterse a un español que trascienda las marcas de identidad regional. Por supuesto, lo tangible es la existencia de enclaves específicos ocupados por comunidades diferenciadas: mexicano-americanos, dominicanos, puertorriqueños, colombianos o cubanos, entre otros. Podría considerarse que grandes zonas de California, Texas, Nuevo México o Miami, así como barrios enteros de Washington, Chicago, Nueva York y otras ciudades son provincias o comarcas delimitadas por fronteras porosas, que forman parte de una macrorregión panhispana estadounidense. En todas ellas está dándose de manera incipiente un movimiento transversal de acercamiento lingüístico y cultural. Puede considerarse que estas regiones son zonas de fricción donde está en marcha, junto a los procesos de unificación lingüística, un proceso de uniformización cultural. Así mismo puede hablarse de cine español, literatura chilena o teatro argentino, puede hablarse de arte, cine, teatro, música y literatura específicamente hispano-norteamericanos. En general, en todas las áreas de expresión artística y cultural están creándose movimientos autóctonos, que llevan el sello de lo hispano. Puede considerarse que los latinos de Estados Unidos constituyen una nación dentro de una nación, una unidad con una entidad cultural propia, integrada sin traumas y de manera positiva en la gran nación norteamericana, a la que se sienten orgullosos de pertenecer. Estados Unidos es, crecientemente, un país bilingüe y bicultural. Cuanto tiene que ver con la lengua española y una visión hispana o latina de las cosas es parte integral de la realidad de cada día de una manera cada vez más poderosa y prestigiada. Los hispanos están y pertenecen también a la sociedad norteamericana por su nacionalidad, por su trabajo, por su participación en la vida social y política, por muchas costumbres y modos de vida, incluido el uso de la lengua inglesa, signo de identidad que los diferencia de su cultura de origen y del resto de los pueblos iberoamericanos. Pero su alma cultural, su visión del mundo, radicalmente opuesta a la angloamericana, su palpitar sentimental y raíces de pertenencia, las claves de su cosmovisión y axiología, es decir, su "pathos", "ethos" y "eidós" se mueven en torno a la órbita cultural hispanoamericana; ellos son culturalmente Iberoamérica, aunque también sean norteamericanos y ciudadanos de pleno derecho de este país. Son comunidades étnicas transnacionales en un mundo globalizado; ésa es la dimensión que las diferencias de los antiguos grupos de emigrantes europeos en los siglos XIX y XX, cuando el mundo era más incomunicado y aldeano. En esta tensión reside la explicación de muchas ambivalencias y aparentes ambigüedades, calificadas impropiamente de esquizofrénicas; pero es en ella donde reside también la clave de su singularidad como pueblo, la fuente de su riqueza cultural y el desafío histórico a que están llamados, aportando a angloamericanos y a iberoamericanos una nueva forma de vivir y sentir el mundo, una nueva cultura, entroncada pero distinta de sus ancestros, una perla más en la creación cultural de la historia de la humanidad. Están en un error los que quieren amputar una u otra dimensión de las comunidades hispano-norteamericanas. Ni sociológicamente es posible ni es deseable como ideal. La misión de los hispanos en Estados Unidos no es la reproducción automática de su cultura de origen, ni la asimilación, ni la mera suma de lo hispano y de lo anglosajón; su gesta prometeica es recrear, transfigurar y superar esa dualidad en una nueva síntesis, original y originante; es crear una nueva cultura y un nuevo mestizaje, lo más valioso y singular que ha producido la Comunidad Iberoamericana, una nueva sociedad y una nueva cultura de raíces indo-negro-ibéricas. Como ha escrito Octavio Paz (ABC, 9-IV-1987): "Este es un hecho preñado de futuro: la comunicación entre las minorías hispanas y las naciones latinoamericanas ha sido y es continua. No es presumible que se rompa. Es una verdadera comunidad, no étnica, ni política, ni económica, sino cultural". Los hispanos seguirán desarrollando su heroica resistencia en todos los frentes, exigiendo igualdad de oportunidades en el trabajo y en la educación, igual trato ante la ley, enseñanza bilingüe-bicultural, mayor representación en la política; están ampliando la utilización de medios propios de comunicación en castellano, prensa, radio, televisión; están creando un cine, una literatura, un teatro, un muralismo, una poesía, una pintura, en definitiva, un arte que refleja sus problemas y utopías, reforzando su identidad y orgullo étnico. Tres factores más, que ordinariamente suelen silenciarse, contribuyen, además de los medios de comunicación social, a la renovada supervivencia de la cultura hispánica en los Estados Unidos: la vivencia comunitaria religiosa en lengua y forma tradicional ritual-festiva de la religiosidad popular hispanoamericana; el folclore de baile-música-comida en versión de mariachis, salsa u otras versiones hispanas; y las madres y abuelitas que dan de mamar o enseñan a rezar a sus chamaquitos en lengua castellana. Quien haya sido arrullado, santiguado o danzado en español, siempre conservará un sello indeleble que le marcará como perteneciente a un pueblo y a una cultura singular, un pueblo que por su trenzado de lengua-raza-religión-familia-arte-folclore y por su cosmovisión vitalista, forma parte de la Comunidad Iberoamericana, teniendo el desafío de crear en el corazón de la sociedad más rica y poderosa del mundo una nueva y singular versión de cultura hispana, dentro del amplio mosaico de culturas indo-negro-iberoamericanas. Pero siendo también y a la vez, un pueblo partícipe y ciudadano de pleno derecho de Estados Unidos, en donde están llamados a realizar su destino histórico y su gesta heroica: "la misión histórica y espiritual de la minoría hispana en la democracia americana —ha escrito Octavio Paz— consiste en expresar la visión otra del mundo y del hombre que representa nuestra cultura y nuestra lengua. Los Estados Unidos se han ido transformando, no sin tropiezos, durante los últimos treinta años, en una democracia multirracial, la primera en la historia. La acción de la comunidad hispánica puede ser el comienzo de otra gran mutación histórica: la coexistencia de una pluralidad de culturas dentro de una sociedad democrática. Sería el alba de la verdadera civilización universal". Características de la cultura hispana en Estados Unidos Tradicionalmente, la familia hispana es un grupo cercano y la unidad en la sociedad más importante. El termino “familia” usualmente transciende el núcleo familiar. La unidad familiar hispana, no solo incluye los padres y los niños sino también la familia extendida. En la mayoría de las familias hispanas, el padre es la cabeza de la familia, y la madre es la responsable del hogar. Los individuos dentro de una familia tienen una responsabilidad moral de ayudar a otros miembros de la familia si sufren problemas financieros, desempleo, problemas de salud y otros problemas o situaciones. La afiliación familiar es tan importante que la “paternidad” muchas veces es vista tan importante como el “compadrazgo”. Los lazos familiares son bien fuertes: cuando alguien viaja a otra ciudad o barrio para estudiar o por una corta visita (es decir, vacaciones, negocios, razones médicas), el alojarse con familiares o hasta con amigos de familiares es una práctica común. Las familias muchas veces se reúnen para celebrar los días festivos, cumpleaños,bautizos, primeras comuniones, graduaciones y bodas. Las familias hispanas inculcan en sus niños la importancia del honor, buenos modales y costumbres, y respeto a la autoridad y a los envejecientes. Preservar el lenguaje español en sus familias es una práctica común en la mayoría de los hogares hispanos. En las familias Latinas, la necesidad de la familia es más importante que las necesidades individuales. De hecho, esto tan cierto que la confianza en si mismo, el valor, la seguridad y su identidad son determinadas por su relación con otros miembros de su familia. El concepto de la familia se puede extender a una red de amigos, vecinos y organizaciones que son parte de la comunidad en la que son viven. Esta red es un medio de apoyo cuando enfrentan diferentes problemas o crisis que puedan ocurrir. En general el concepto de familia, ayuda a las familias a sobrevivir las vicisitudes en su vida diaria. La meta primaria del matrimonio en los latinos es tener hijos y la vida familiar que eso conlleva. En un estudio hecho con parejas Latinas que tienen matrimonios bien cimentados, reflejo claramente que los conceptos del matrimonio y de la familia fueron percibidos como el mismo concepto. En respuesta a las preguntas acerca del matrimonio, los participantes proveyeron descripciones de su familia incluyendo a sus niños. Las parejas en el estudio también hicieron claro que no desean envolverse en actividades que no incluyan a sus niños. En el mundo hispano, la religión ha tenido un papel significativo en la actividad diaria. Más del 90% del mundo que habla español es Católico Romano. La religión católica es la religión predominante en las comunidades latinas en los Estados Unidos. La iglesia influye en la vida familiar y en asuntos comunitarios, dándole un significado espiritual a la cultura hispana. Cada comunidad local celebra la fiesta del santo patrón con más importancia y ceremonia que los cumpleaños individuales. Como en otras partes del mundo, rastros de religiones indígenas o de afro-americanos en Latinoamérica son parte del Catolicismo que los hispanos practican. Los que hablan español tienden a ser más formales en el trato personal. Un saludo cordial extendiendo la mano es la práctica más común. Un abrazo y un beso en la mejilla son también prácticas comunes entre las damas y amigos cercanos o familiares. El lenguaje español provee la forma de saludo formal y la informal (diferente si usa usted o tu para el pronombre en inglés “you”), formas correctas y familiares, el utilizar títulos que denotan respeto delante de los nombres de las personas como Don ó Doña. En ambientes informales, la conversación de los hispano parlantes es de tono alto, rápida y animada con gestos y lenguaje corporal para acentuar sus puntos de vista. La religión es el centro de la vida matrimonial y la vida familiar en la cultura latina. Aunque la persona no participe de la religión, sus creencias religiosas son parte de la vida familiar. Además, instituciones religiosas en donde sus miembros son latinos son vistas como confiables e influyen en la vida de las familias latinas. Influencia hispana en la cultura popular americana Debido a que la comunidad hispana representa a groso modo el 18 por ciento de la población total, la “idiosincrasia” latina cada vez se siente con más fuerza a lo largo y ancho de Estados Unidos. Estados Unidos a pesar de ser exportador de cultura, absorbe otras tradiciones culturales con relativa facilidad. Como país los Estados Unidos de América se conforman mediante una mezcla de colonización, expansión y conquista hacia el Oeste, compra de territorios, invasión y, en el caso concreto de Hawaii, mediante el apoyo de un golpe de estado para derrocar a la monarquía isleña. Estos son los territorios que un día formaron parte del Imperio español o de México, como país ya independiente: Louisiana: en 1803 el gobierno del presidente Thomas Jefferson compra a la Francia de Napoleón Bonaparte el territorio de Louisiana por $15 millones (en lo que hoy sería poco más de 200 millones de dólares). Florida: el cuarto estado más poblado de Estados Unidos no sólo tiene un presente muy latino. También tiene un pasado: el domingo de Pascua Florida de 1513 Ponce de León declara "el descubrimiento". Por tratados entre las potencias europeas para poner fin a guerras en el Viejo Continente en 1763 España cede Florida a Inglaterra, quien se la regresa 20 años más tarde. Finalmente, en 1821, España se la cede a Estados Unidos en cumplimiento del Tratado Adams-Onís de 3 años antes en el que se estableció la frontera entre Estados Unidos y el virreinato de Nueva España (México). En ese mismo tratado, España renuncia a favor de Estados Unidos toda reclamación sobre el territorio de Oregón. Texas: aunque los primeros exploradores españoles llegaron a lo que hoy es Texas en 1519 no fue hasta 1680 que se fundó El Paso, la primera ciudad estable. Tras la independencia de México en 1821, Texas pasa a formar parte del nuevo país, que favorece el asentamiento de colonos europeos procedentes de Estados Unidos hasta el punto de que pronto superan a los mexicanos (menos de 8,000) en una proporción de 4 a 1. En 1835 Texas se separa de México y por diez años se convierte en nación independiente. Finalmente en 1845 se convirtió en el estado 28 de los Estados Unidos. California, partes de Nuevo México y Arizona, Utah, Nevada, partes de Colorado y Wyoming: mediante el tratado de Guadalupe Hidalgo firmado el 2 de febrero de 1848 los Estados Unidos pagaron a México $15 millones de dólares en compensación. A los mexicanos que vivían en él se les brindó la posibilidad de emigrar a México o quedarse y convertirse en ciudadanos americanos. Se estima que 9 de cada 10 prefirió quedarse. Nuevo México y Arizona, mediante la Compra de Gadsden, conocida en México como Venta de la Mesilla y firmada el 8 de junio de 1854. Su finalidad principal para EEUU era la construcción de una vía de tren intercontinental por la frontera sur del país. Puerto Rico. En 1898, durante la Guerra entre Estados Unidos y España el primero invade Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Puerto Rico pasó primero por un gobierno militar para pasar luego a manos civiles. En 1917 se le reconoce a los puertorriqueños la ciudadanía americana y esta es la documentación que se necesita para viajar como turista a la Isla. El origen y significado del símbolo del dólar tiene un origen hispano. Cuando en el siglo XVIII las 13 colonias se independizan de Inglaterra para convertirse en los Estados Unidos de América tuvieron un problema de acceso a dinero y era común, particularmente en ciertos estados, la utilización del dólar español procedente de lo que en aquel momento eran colonias españolas en América. Del dólar español se trasladó al dólar americano cuando éste fue creado. Y también a otras divisas, particularmente latinoamericanas tras la independencia. Abundan numerosas teorías sobre cómo se originó el símbolo de dólar, siendo las más aceptadas las dos siguientes: Es una abreviación de peso en la forma de ps. Después la s se hizo más pequeña y posteriormente acabó escribiéndose encima de la p, para finalmente evolucionar a una línea sobre la p. Es una representación estilizada de las Columnas de Hércules: dos barras unidas por una franja gruesa. Este símbolo aparece en los escudos de armas de varios monarcas españoles. Las Columnas de Hércules se refieren a un lugar mitológico que se cree que es Gibraltar por un lado y Ceuta o el norte de Marruecos por otro y que se supone que marcaban el fin del mundo conocido- el Mediterráneo. La cultura Americana esta cambiando. Hoy en día, ciertas costumbres latinas han sido tomadas por los estadounidenses como, por ejemplo, celebrar los cumpleaños de sus hijos rompiendo una piñata. Las piñatas se venden en números iguales a latinos yno latinos. En un año se venden en EEUU aproximadamente doce millones de piñatas. La mitad de ellas para niños no hispanos. Una de sus celebraciones es el Cinco de Mayo, que a pesar de ser una fecha tradicionalmente mexicana que conmemora la derrota francesa frente a las tropas de Benito Juárez, hoy es una fiesta nacional (extraoficialmente) que une a hispanos y no hispanos en ciudades como Miami, Los Ángeles o Nueva York. La influencia hispana se puede ver en muchos aspectos del estilo de vida Americano como en el entretenimiento (Gloria Estefan, Selena, Ricky Martin, Marc Anthony, Andy García, etc....). Por cierto, cualquier cosa Latina esta de moda en EU. La influencia hispana esta cambiando los gustos de América. La inscripción que aparece en las monedas de EU es un reflejo de que creemos en la diversidad. Las palabras en latín “E Pluribus Unun”, traducidas al español significan “En la Diversidad, la Unidad”. También se hace evidente la influencia hispana en la oferta gastronómica. Particularmente la comida mexicana es una de las más consumidas por los estadounidenses en todo el país, como el chili con carne. Como muestras de su importancia destacan: en Estados Unidos se venden más tortillas (sin incluir las chips) que pan de hamburguesas y para perritos calientes (hot dogs) y se vende más salsa que Ketchup. El helado de Hageen Dazs de dulce de leche (un sabor que tienen varios países de América Latina como Argentina, Colombia y México en diferentes presentaciones) es el cuarto más vendido. La familia Unanue (de origen español y puertorriqueño), propietaria de Goya Foods, se encuentra entre las hispanas más ricas de Estados Unidos. Entre las 12 marcas de cerveza más vendidas en EEUU, dos son mexicanas: en el número 5, Corona extra, y en el 11, Modelo especial. La influencia del español - y de lenguas indígenas latinoamericanas- en Estados Unidos es, cuando menos notable y abarca campos muy diversos: Apellidos: dos hispanos se encuentran entre los diez más comunes. Nombres de personas: según datos del Seguro Social en varones dos nombres iguales en inglés y en español ocupan el top 20 de los nuevos nacidos en EEUU: Daniel (11) y David (20). Nombres geográficos: Florida (por el día de Resurrección o Pascua Florida), Colorado (color del río), Nevada (color de las montañas) o California (nombre del paraíso en tierra en una novela de caballería medieval). Palabras en inglés de los Estados Unidos de origen español o de las lenguas indígenas de Latinoamérica Del nahuatl, entre otras: avocado, cacao, chocolate, chia, chicle, coyote, guacamole y tomato. Del quechua, entre otras: condor, inca, lima, llama, puma, pisco, quinoa, quinine y soroche. Del taíno y otras lenguas caribeñas, entre otras: barbacue, cacique, caimán, canoe, guava, hammock (hamaca), hurricane, iguana, tobacco y yuca. Del guaraní y tupí, entre otras: cayenne, jaguar, cougar, maraca, petunia y tapioca. Del español, entre otros: adiós, adobe, alligator (de el lagarto), amigo, ancho, apache, armada, armadillo, bronco, bodega, bolero, bonito, barrio, burrito, cafeteria, canyon, cargo, caudillo, chorizo, churro, cojones, conquistador, cordillera, dengue, desperado, fiesta, flotilla, guerrilla, hola, incommunicado, junta, loco, macho, marijuana, matador, merengue, mesa, mestizo, nacho, nada, ole, oregano, patio, paella, peccadillo, piña colada, pimento, piñata, piragua, playa, politico, poncho, pronto, pronunciamiento, pueblo, rancho, renegade, rodeo, salsa, siesta, tango, telenovela, tortilla, turista, vanilla, vaquero y zorro. Curiosidades En la Guerra de las Galaxias la conversación que mantiene Han Solo con un personaje llamado Greedo en una cantina se una versión del quechua. El español ha sobrepasado al francés como el segundo idioma más estudiado en escuelas y universidades en Estados Unidos. La influencia hispana también se siente en otros sectores como el deportivo, pues muchos de los deportistas y empresarios deportivos hispanos han contribuido a transformar el mundo del deporte profesional en el béisbol, el boxeo y el golf, por mencionar algunos. En cuanto al béisbol, sería hoy impensable sin los latinos ya que son uno de cada cuatro jugadores de las Grandes Ligas, el puertorriqueño Roberto Clemente, el chicano Keith Hernández, el dominicano Sammy Sosa y el expelotero Alex Rodríguez, entre otros, han abierto el deporte a las decenas de jugadores latinos que hoy se destacan en las Ligas Mayores. También han tenido una gran influencia ejecutivos y personalidades de la televisión deportiva como el comentarista Andrés Cantor y la vicepresidenta de Heineken, Esther García, quien fue la responsable de que la cerveza patrocinara la Champions League. Los caballos y los cowboys, tan asociados con las praderas americanas, son también una aportación latina. Llegaron vía México durante la época de la colonia, adonde había llegado desde España. Entre las influencias culturales hispanas de mayor importancia está el mundo del entretenimiento. La salsa, el merengue, bachata, ballenato, el rap latino, las canciones latinas y hoy en día, el reggaetón, sin duda un lugar especial ocupa la música norteña, que consolidan un sólido mercado no solo para el hispanohablante, sino para el entretenimiento americano. Nombres como J Balvin, Maluma, Camila Cabello y Ozuna son ampliamente conocidos en la escena musical nacional. Ellos no solo venden discos masivamente, sino que por primera vez son entrevistados en programas estadounidenses como ‘The Tonight Show Starring Jimmy Fallon’, en el que han estado Nicky Jam, Jennifer López y Bad Bunny, entre otros. Pero además de aparecer en la televisión americana y protagonizar números musicales, en entregas de premios americanos como los ‘MTV Video Music Awards’ o los Grammys, también están captando la atención de artistas norteamericanos que ante su popularidad los han invitado a cantar a dúo. Este es el caso de Madonna que lanzó una canción junto al reggaetonero Maluma, Beyoncé que se unió al éxito de ‘Mi gente’ para sacar una nueva versión junto a J Balvin, Justin Bieber que sorprendió al mundo al cantar ‘Despacito’ con Daddy Yankee y Luis Fonsi, y Katy Perry que colaboró con Daddy Yankee en ‘Con calma’. El papel de los latinos en los derechos civiles Al igual que otros grupos minoritarios los latinos han sufrido enormes injusticias y discriminaciones. En su lucha por los derechos civiles contribuyeron a la creación de una nación más justa, diversa e inclusiva. En esta lucha destaca el papel de un grupo de padres y madres latinos que demandaron al Board de Educación del condado de Orange, en California. El Board establecía una división clara entre qué escuelas podían atender los blancos (las buenas y bonitas) y a cuáles los estudiantes latinos. Se llegó en el pleito al Circuito 9 que declaró en Méndez v. Westmister el fin de la segregación racial no sólo en Orange, sino también en toda California. Era el año 1947. César Chávez, el gran líder de los derechos de los trabajadores agrícolas. Mucho antes que el presidente Obama, Chávez popularizó la frase "sí se puede". (A pesar de ser una figura controversial para algunos latinos por su oposición a la inmigración indocumentada). Y en la actualidad, los movimientos y líderes de los Dreamers, enfocados en los derechos de los inmigrantes indocumentados que fueron traídos a los Estados Unidos siendo niños. Sus luchas están detrás del éxito de medidas como la Acción Diferida. En la actualidad aproximadamente el 13 por ciento tiene un título universitario. Y por primera vez en el otoño de 2014 los campus de una de las joyas de la corona de universidades públicas de Estados Unidos (el sistema de la Universidad de California) ha admitido a más estudiantes latinos que blancos. Sí se quiere estudiar pero no se tienen recursos económicos suficientes, considerar comenzar enun Community College. De todos los sectores en los que ha impactado el hispano, quizás uno de los más representativos es el político. La representación hispana se sintió fuertemente el año pasado cuando 41 latinos fueron elegidos al Congreso de Estados Unidos marcando un nuevo registro histórico. Gracias a este importante logro, hoy la comunidad latina cuenta con varios referentes políticos que están teniendo un gran poder de influencia. Y este poder de influencia se siente también en los votantes. De acuerdo con Pew Research Center, se cree que las próximas elecciones del 2020 serán las primeras en que los hispanos representen el grupo minoritario más grande del electorado con un poco más del 13% de los votantes elegibles. Esto muestra que aunque la población latina que vota ha sido considerada durante mucho tiempo como un “gigante dormido” en la política estadounidense, ahora no es así. Hoy en día, los votantes hispanos son un grupo demográfico cada vez más importante e influyente para los candidatos políticos. Tanto es así que la mayoría de los candidatos se hacen presentes en las comunidades hispanas y tratan de pronunciar algunas frases en español para ganar el voto latino, e incluso, tomar un cortadito cubano durante sus campañas electorales mientras responden a las preguntas de los votantes o anuncian alguna que otra iniciativa en algunos de los restaurantes hispanos. Desde la fundación de Estados Unidos hace más de 200 años, los hispanos han influido, de una u otra forma, en la grandeza de esta nación y se augura que en las próximas décadas este grupo tendrá una mayor influencia social, política, cultural y económica en Estados Unidos. ¡Un día sin inmigrantes! Nunca desde los años sesenta, con el Movimiento por los Derechos Civiles y la protesta contra la guerra del Vietnam, las minorías étnicas de Estados Unidos, particularmente los hispanos, habían sido protagonistas relevantes de Manifestaciones Populares tan tumultuosamente concurridas, a través de todas las grandes ciudades, ocupando calles y plazas con su parafernalia singular, reclamando los derechos de los hispanos, particularmente la regularización legal para los inmigrantes indocumentados. El telón de fondo es el viejo problema de la inmigración, particularmente mexicana, con sus 3,000 kilómetros de frontera, haciendo de facto ineficaz el control de fronteras. Por eso, ante el hecho de los 12 millones de indocumentados en Estados Unidos, ocho de ellos mexicanos, lo inmediato en que piensa el poder es construir vallas, echar mano de la Guardia Nacional y de voluntarios patriotas anti-inmigración. Este control de fronteras, como freno a la inmigración irregular, viene de lejos, pero se recrudeció a partir de abril de 2006. Después de la manifestación del 1° de mayo, el tema se volvió más polémico y político ante su discusión en el Senado y la Cámara, afectando también al Presidente Bush. Son las consecuencias de la gran desigualdad económica entre Sur-Norte, que dieron pie al dicho: "México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos ". Pero también, como diría un indio guatemalteco, padre de dos hijos que sostenían con sus envíos de dólares a toda la parentela: "Después de Dios, nos queda Estados Unidos". Ambivalencias de la geopolítica y la desigualdad social entre vecinos, que generan estructuralmente la emigración y el enriquecimiento del país rico con la mano de obra barata de los trabajadores extranjeros. La misión histórica de los hispanos en Estados Unidos es aportar, enriquecer, hacer más plural a ese país con su lengua, su sensibilidad, sus modos de vida, su arte, su religiosidad, sus valores, su cosmovisión y su dimensión civilizatoria propia. Ese es su mayor potencial, no sólo cultural, sino político a largo plazo. En contra de lo que proclama Samuel Huntington, de que el "American Dream " sólo es posible soñarlo en inglés, los hispanos demuestran que el sueño americano es posible soñarlo también en lengua española y en cultura hispano- latinoamericana. Fuente: doralfamilyjournal.com mundohispanico.com journals.unam.mx: Archipiélago, revista cultural de nuestra América, Vol 14, No 55 thoughtco.com revistadelibros.com dphx.org
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