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historia de Turquía

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TURQUÍA
HISTORIA
Para consultas sobre la historia de la actual Turquía antes del Imperio otomano véase Asia Menor.
La primera civilización importante en Anatolia fue la de los hititas, en torno al 1900-1200 a.C., un pueblo originario de la meseta central. Esta civilización quedó destruida por las invasiones de los 'pueblos del mar', quienes arrasaron Asia Menor y Siria a finales del siglo XII a.C. La destrucción de Troya, ciudad de Anatolia occidental, fue todo un acontecimiento que ocurrió con probabilidad durante estas invasiones y que después fue conmemorado en las leyendas griegas.
Uno de los grupos de los 'pueblos del mar', los frigios, establecieron un reino que pasó a ser el poder dominante en Anatolia entre los siglos IX y VIII a.C. Durante este periodo, los griegos fundaron Mileto, Éfeso, Priene y otras muchas ciudades en Jonia, área situada a lo largo de la costa del mar Egeo. Alrededor del 700 a.C. la hegemonía de los frigios acabó a manos de los cimerios, un pueblo nómada que se instaló en el oeste de Asia Menor. En el siglo VII a.C., los lidios fundaron un reino en las costas del Egeo cuya capital fue Sardes. Este reino fue ocupado por los persas bajo Ciro II el Grande en el 546 a.C.
Desde mediados del siglo VI hasta el 333 a.C. la mayor parte de los territorios de Asia Menor, incluyendo Anatolia, pertenecieron al Imperio persa, aunque las ciudades griegas gozaron a menudo de una considerable autonomía. En el siglo IV a.C., el poder persa declinó y poco después del 333 a.C. el territorio fue ocupado por el macedonio Alejandro III el Magno. En los siglos II y I a.C., Asia Menor fue ocupada de forma progresiva por los romanos.
Tras la división del Imperio romano en el siglo IV d.C., Asia Menor pasó a formar parte del Imperio bizantino, cuya capital era Constantinopla o Bizancio (hoy Estambul), situada en el lado europeo del Bósforo, en el centro de la costa occidental de Anatolia. Durante el siglo XI, Asia Menor fue invadida por los selyúcidas turcos. En el 1071 vencieron al ejército bizantino en la batalla de Manzikert y durante el siglo XII ocuparon la mayor parte de la Anatolia central. Aunque en ese momento el objetivo de los selyúcidas no era atacar a los bizantinos sino eliminar la amenaza heterodoxa de los chiitas islámicos, representada por los fatimíes de Egipto, algunos miembros de la dinastía Selyúcida establecieron el sultanato de Rum (cuya capital era Konya), desde donde gobernarían Anatolia central durante los siglos XII y XIII.
La mayoría de las tribus nómadas que hicieron posibles las primeras victorias de los selyúcidas, fueron rápidamente empujadas hacia el oeste de Anatolia, donde se enfrentaron contra las últimas defensas bizantinas. Aunque el sultanato de Rum imitó el gobierno selyúcida de Bagdad, la presencia de un importante número de cristianos dentro de sus fronteras generó un ambiente distinto al que se respiraba en el resto de los estados islámicos, facilitando la base de los sistemas de gobierno y sociedad otomanos que surgirían en el siglo XIV.
Los selyúcidas de Bagdad y Konya fueron pronto derrotados por las invasiones del pueblo mongol, bajo mandato de Gengis Kan, que culminarían con la ocupación y saqueo de Bagdad en 1258. En Anatolia los nómadas turcomanos se aprovecharon de la consiguiente anarquía para formar una serie de principados, nominalmente bajo la soberanía de Rum que estaba ya dominado por los mongoles. Estos principados se mantuvieron gracias a las incursiones que realizaban entre sí y a las correrías efectuadas en los últimos territorios bizantinos que resistían en Anatolia occidental.
El auge de los otomanos
En este enfrentamiento contra los bizantinos en Anatolia occidental pronto se distinguieron los otomanos, que se colocaron a la cabeza de los principados turcomanos. Osmán I, fundador de la dinastía otomana, supo aprovecharse al máximo de la debilidad del enemigo y asegurarse buenos botines en sus incursiones a territorio cristiano, atrayendo a su servicio a miles de nómadas turcomanos y a un gran número de árabes e iraníes que huían de los mongoles. Las conquistas de Osmán en Anatolia estuvieron coronadas con la ocupación, en 1326, de la capital provincial de Bursa por parte de su hijo Orjan (reinó en 1326-1369), lo cual permitió a los otomanos controlar el sistema administrativo, financiero y militar de la zona. Así comenzó a expandirse el poder otomano a costa de los estados cristianos occidentales en declive, pero no en contra de los principados turcomanos situados al este, con los que se alcanzaron acuerdos mediante compras o matrimonios, lo que sirvió para que los otomanos tomaran así posesión de todos los territorios de Anatolia occidental.
Incursiones europeas
La expansión otomana en Europa empezó con el reinado de Orjan. Los soldados otomanos (jenízaros) lucharon como mercenarios en apoyo del emperador bizantino Juan VI Cantacuceno, quien pudo así asegurar su posición en el trono bizantino en 1347. A cambio, los otomanos ocuparon varios territorios bizantinos en Tracia y Macedonia y la hija del emperador fue entregada a Orjan en matrimonio. Los otomanos ocuparon Gallípolis (1354) y llevaron a cabo continuos ataques a las posesiones bizantinas que quedaban en Europa.
La transformación del principado otomano en un vasto imperio que abarcaba el sureste de Europa, Anatolia y el mundo árabe, se consumó entre los siglos XIV y XVI. El reciente Imperio otomano, que se extendía desde el Danubio hasta el Éufrates, fue fundado por Murat I y desarrollado por su hijo Bayaceto I. Murat alcanzó el Danubio después de derrotar en la batalla de Kosovo (1389) a las fuerzas aliadas de serbios, bosnios y búlgaros. A la muerte de Murat, su hijo Bayaceto completó la victoria de los otomanos. Durante los diez años siguientes, Bayaceto rompió la tradición y conquistó la mayoría de los principados turcomanos de Anatolia, con lo que el recién creado imperio llegó a su culminación.
Caída y restauración
No obstante, esta conquista debilitó las bases del Estado otomano. Los elementos musulmanes y los nobles turcos, quienes ayudaron a los otomanos a conseguir sus victorias en Europa, se negaron a participar en la campaña de Anatolia, y en su lugar Bayaceto buscó el apoyo de los cristianos. Al mismo tiempo, el resurgimiento de los otomanos como máxima potencia en Anatolia amenazaba los flancos laterales del Imperio mongol de Tamerlán, que hacía poco había conquistado gran parte de los territorios de Irán y Asia central; en 1402 Tamerlán ocupó también Anatolia, capturando a Bayaceto, quien murió prisionero en 1403.
El hijo menor de Bayaceto, Mehmet I, restauró el Imperio otomano después de haber eliminado a sus hermanos en la lucha por el poder, y haber sometido a los vasallos cristianos y turcomanos de Europa y Anatolia. Su hijo Murat II restableció el dominio otomano hasta el Danubio, después de derrotar a los diferentes príncipes cristianos de Serbia y Bulgaria, territorios donde se instaló una administración otomana directa. Esta política continuó con el reinado de Mehmet II el Conquistador, quien acabó con los últimos príncipes cristianos establecidos al sur del Danubio. Sus conquistas culminaron con la toma de Constantinopla (1453) y el sometimiento de Anatolia hasta los territorios situados en el Éufrates. Bayaceto II consolidó los territorios que habían sido ocupados durante los reinados anteriores. Su hijo, Selim I, prosiguió las campañas militares, arrebatando a los mamelucos en 1517 Siria, Palestina, Egipto y Arabia, incorporando así, al Imperio otomano, el corazón del antiguo califato islámico. Solimán I el Magnífico completó la expansión del Imperio al cruzar el Danubio para conquistar Hungría después de la batalla de Mohács (1526) y asediar Viena en 1529; en el este, conquistó los últimos reductos de Anatolia y el antiguo centro Abasí y Selyúcida de Irak.
Sociedad y Estado otomano
Con las conquistas de Solimán I, el Imperio otomano estableció varias instituciones sociales, gubernamentales y administrativas, ya desarrolladas en elsiglo XIV, formalizándolas en una serie de códigos que perduraron hasta el fin del Imperio. Tal y como aparecía reflejado en estos códigos, la sociedad quedaba sometida a la voluntad del sultán, que imponía su autoridad sobre todo el Imperio, y era considerado la sombra de Dios en la tierra.
El atributo básico de la autoridad del sultán era el derecho a explotar la riqueza del Imperio, que era dividido en unidades administrativas y financieras gobernadas por representantes gubernativos, considerados esclavos del sultán, aunque en realidad fueron ellos quienes constituyeron la clase dominante de la sociedad otomana. Su autoridad, no obstante, estuvo limitada a funciones relativas a la explotación de la riqueza del Imperio y a la expansión y defensa del Estado, organizado de tal forma que pudiera asegurarse el primer propósito. Para que pudieran llevarse a cabo estas funciones, la clase dominante se organizó en cuatro instituciones básicas: la corte imperial en la que se encontraban los sirvientes personales del sultán y otros funcionarios que atendían los servicios externos garantes del funcionamiento del sistema; la institución militar, que mantenía el orden a través de varios cuerpos militares, de los cuales el más importante era el de los jenízaros y la caballería; el tesoro público que asesoraba al sultán y a la clase dominante en el establecimiento y cobro de los impuestos que garantizaran la administración del Imperio, y por último la institución religiosa que otorgaba el liderazgo religioso y cultural al sultán, que era responsable de la educación y del mantenimiento de la justicia. La clase dominante estaba constituida por dos elementos diferenciados y, en ocasiones, enfrentados: por un lado los musulmanes turcomanos, árabes e iraníes quienes formaron la aristocracia que dominó la administración otomana durante los siglos XIV y XV, y por otro lado los prisioneros y esclavos cristianos que fueron reclutados, convertidos y formados en los principios islámicos a través del famoso sistema de devshirme; a mediados del siglo XVI, este último grupo controló las principales instituciones del poder.
El resto de las funciones sociales fueron desempeñadas por comunidades creadas con criterios religiosos y que se denominaron millets, y otras con criterios sociales y económicos. A los millets de judíos, griegos ortodoxos, armenios y musulmanes se unieron con posterioridad los millets formados por católicos, protestantes, y búlgaros ortodoxos que contaban con autonomía religiosa y cultural.
Caída y reforma tradicional
La decadencia del Imperio otomano comenzó tras el fin del reinado de Solimán I y continuó hasta el fin de la I Guerra Mundial. La reacción oficial a este declive pasó por diferentes fases: la de la reforma tradicional (1566-1807), en la que se llevaron a cabo varios intentos por restaurar las viejas instituciones, y la de la reforma moderna (1807-1918), en la que se abandonaron los viejos métodos en favor de otros más modernos procedentes de Occidente.
Razones del declive
Hasta mediados del siglo XVI, los sultanes se apoyaron tanto en la aristocracia turca como en los devshirme cristianos para llevar a cabo la administración del Imperio, procurando que existiera un cierto equilibrio entre ambos grupos; sin embargo, durante el reinado de Solimán, los cristianos convertidos obtuvieron el control del poder y comenzaron a explotar el Estado en beneficio propio. Al mismo tiempo, el Imperio comenzó a sufrir un excedente de población como consecuencia, en parte, del establecimiento de una paz estable. Las altas tasas de natalidad tanto en las zonas rurales como urbanas, fueron el resultado del desempleo provocado por la limitada disponibilidad de tierras y por las restrictivas políticas económicas establecidas a los gremios urbanos. Sin trabajo, las masas oprimidas formaron grupos de bandidos cuyas actividades afectaron tanto a ciudades como a pueblos. Con un gobierno formado por una clase dominante incompetente y de dudosa integridad moral, las tierras dejaron de cultivarse y el Imperio sufrió graves epidemias endémicas y enfermedades, a consecuencia de lo cual distritos enteros —a veces hasta provincias— cayeron bajo el control de los notables de las provincias. Además, los millets y gremios aumentaron su autonomía y desempeñaron las funciones propias del gobierno siempre que lo consideraban necesario. Al mismo tiempo, en Europa empezaban a surgir estados nacionales mucho más poderosos que aquéllos a los que el Imperio otomano había hecho frente en siglos anteriores.
La reacción otomana ante este declive no fue muy determinante por distintas razones: en primer lugar, los países europeos estuvieron muy ocupados en sus propios asuntos, enfrentados por cuestiones políticas y religiosas; durante al menos un siglo, el Imperio otomano no realizó esfuerzos para aprovecharse de esta situación; en segundo lugar, la mayor parte de los miembros que pertenecían a la clase dominante se beneficiaban de un caos que les permitía obtener enormes ganancias. Por último los otomanos asumieron que el mundo islámico seguía estando por delante de la Europa cristiana, por lo que la clase dominante no encontró la necesidad de cambios o reformas, favoreciendo un aislamiento político y cultural, siendo incapaces de acrecentar el poder que habían establecido en Europa tiempo atrás.
No obstante, Europa empezó a realizar intentos para lograr el debilitamiento interno del Imperio otomano. En 1571, una flota formada por varios países católicos y dirigida por el español Juan de Austria avanzó hacia el Mediterráneo oriental y destruyó a la flota otomana en la batalla de Lepanto. Esta victoria quedó contrarrestada con la construcción de una nueva flota con la que los otomanos reanudaban el control naval del Mediterráneo oriental que conseguirían mantener durante medio siglo más. No obstante, en Europa se empezó a tener la impresión de que los otomanos no eran invencibles, y la guerra contra Austria (1593-1606), obligó al sultán a retirar los impuestos que Austria se había comprometido anteriormente a pagar; todo esto hizo que Europa prestara atención a la situación del Imperio otomano.
Reformas y pérdidas
Sólo cuando se produjeron ataques extranjeros que afectaban a los privilegios y riquezas de la clase dominante se aceptó implantar algún tipo de reformas. En 1623, el sha Abbas I el Grande de Irán conquistó Bagdad y el este de Irak e incitó varias revueltas turcomanas en Anatolia oriental. En respuesta, el sultán Murat IV estableció las llamadas reformas tradicionales que fueron apoyadas por la clase dirigente y el Ejército. Después de la despiadada ejecución de miles de integrantes de los gremios (sin respetar la ley y tradición islámicas), fueron expulsados los iraníes de Irak y se iniciaron las conquistas en el Cáucaso (1638). A la muerte de Murat se reanudó el anterior declive. Estalló una larga guerra con Venecia (1645-1669), que llegó a bombardear Estambul; la gravedad de la situación hizo que el sultán Mehmet IV (reinó entre 1648-1687) entregara el gobierno, con plenos poderes, al gran visir Mehmet Köprülü, miembro de una familia albanesa, iniciándose así una dinastía de visires (jefes de gobierno) que duró hasta principios del siglo XVIII y que pretendió llevar a cabo el más importante intento de reforma del Imperio otomano. La restauración del poder otomano estimuló al último de los grandes visires Köprülü, Kara Mustafá Pachá, a realizar nuevos intentos por conquistar Viena en 1683. Tras un largo asedio, el ejército otomano quedó totalmente derrotado, lo cual hizo posible la creación de una nueva Liga formada por Austria y Venecia, con el apoyo de Polonia y Rusia que conquistaron algunas zonas europeas del Imperio otomano. El Tratado de Karlowitz (1699) confirmó la pérdida de Hungría y Transilvania en favor de Austria, Podolia y el sur de Ucrania para Polonia, y Azov y las tierras al norte del mar Negro para Rusia.
Pocas ganancias y muchas pérdidas
No obstante, a comienzos del siglo XVIII, el Imperio otomano mostrabala suficiente fuerza interna como para corregir los errores y adoptar las nuevas armas y tácticas europeas, incluso hasta el punto de recuperar algunos territorios. En 1711, los otomanos destruyeron una campaña organizada por el zar Pedro I el Grande, tras la que le obligaron a devolver los territorios perdidos en Karlowitz; sin embargo, la guerra contra Venecia y Austria (1714-1717) significó la pérdida de Belgrado y el norte de Serbia. Esto estimuló una nueva era de reformas orientadas a la europeización del país durante el reinado de Ahmed III (1703-1730), que es conocido como 'periodo de los tulipanes' (1715-1730); el ejército otomano fue reorganizado y modernizado manteniendo este esfuerzo durante el reinado (1730-1754) de Mahmud I, cuando el oficial de la artillería francesa Claude de Bonneval, con la ayuda de Humbaraci Ahmed Pachá, creó un nuevo cuerpo de artillería al estilo europeo. Al estallar la guerra contra Rusia y Austria (1736-1739), los otomanos pudieron recuperar la mayoría de los territorios perdidos en el norte de Serbia y en las costas septentrionales del mar Negro. Después siguió un periodo de paz con las potencias europeas, en parte, gracias a las guerras entre ellas; pero esta tregua hizo creer una vez más a la clase dominante que el peligro había pasado y puso fin a las reformas modernizadoras del Imperio, manteniendo su decadencia. Los otomanos sucumbieron en las dos desastrosas guerras que tuvieron lugar entre 1768 y 1792 (véase Guerras Turco-rusas), y se produjeron nuevas pérdidas de territorios con lo que el Imperio estuvo cerca de un total derrumbamiento.
Era de las reformas modernas
Durante el siglo XIX, la continua amenaza de una conquista extranjera fue agravada por la aparición del nacionalismo entre los pueblos no turcos del Imperio que lucharon por conseguir su independencia. Grecia fue el primer país en hacerlo en 1829, y siguieron distintas revueltas por parte de serbios, búlgaros, albanos y armenios de Anatolia oriental. La supervivencia otomana se debió no tanto a su propia fuerza, sino al desacuerdo europeo sobre cómo dividir el botín, lo que históricamente se conoce como la 'Cuestión Oriental'.
El Tanzimat
La clase dominante otomana respondió a esta crisis intentando establecer reformas de tipo occidental mediante un movimiento reformista (1839-1876) conocido como Tanzimat (en turco 'reorganización'). Ideado e iniciado por Mahmud II y culminado con la rígida autocracia de Abdülhamit II (1876-1909), el Tanzimat modernizó el Imperio otomano con la expansión del ámbito de gobierno en todos los aspectos de la vida del país, solapando los millets y gremios autónomos que anteriormente habían monopolizado la mayor parte de las funciones de gobierno. Se creó una nueva administración y se dispuso una fuerte burocracia centralizada en el Ejército, siguiendo directrices occidentales. Los seculares sistemas de educación y justicia fueron revisados para aportar personal a la nueva administración; las obras públicas, realizadas a gran escala, modernizaron la estructura física del Imperio con la construcción de nuevas ciudades, carreteras, vías de ferrocarril y líneas de telégrafo, además del establecimiento de modernos métodos de cultivo, que también contribuyeron a la revitalización otomana. Otra de las medidas adoptadas consistió en suprimir las minorías existentes en el interior del Imperio. Esta política tuvo como resultado la muerte de cientos de miles de súbditos de etnia armenia entre 1894 y 1923. (El gobierno turco rechaza que la política del Imperio otomano hacia los armenios tuviera carácter genocida, pues arguementa que la mayoría de los armenios fallecidos lo fueron en el transcurso de la I Guerra Mundial, por lo que su muerte estuvo causada por el propio conflicto armado, o las enfermedades y las hambrunas consecuencia de aquél).
Intereses europeos
Establecer estas reformas Tanzimat suponía solucionar numerosos problemas económicos, políticos y financieros. Los recién industrializados estados europeos prefirieron mantener el Imperio otomano como fuente barata de materias primas y mercado para sus productos. Con la utilización de los tratados de capitulación —por los que, a partir del siglo XVI, los sultanes permitieron vivir y trabajar a los europeos dentro de los dominios del Imperio según sus normas y leyes, y bajo control de sus propios dirigentes—, los europeos impidieron que los otomanos limitaran las importaciones extranjeras y evitaron la competencia con sus propias industrias, que por otro lado estaban en auge. Dado que los otomanos dependían del capital y tecnología de las industrias extranjeras, los europeos también pudieron debilitar y destruir todas las tentativas de desarrollo industrial. El Imperio solicitó préstamos a los bancos europeos que en los últimos años del régimen fueron destinados a pagar más de la mitad de los intereses. El autoritarismo de la nueva y moderna burocracia desarrolló un amplio movimiento de oposición.
Un grupo de intelectuales y liberales conocidos como los Jóvenes Turcos empezaron entonces a reclamar un límite al poder de la clase dominante y de la burocracia, para, así, reforzar los derechos del pueblo. Oprimidos por los dirigentes del Tanzimat, los Jóvenes Turcos tuvieron que marcharse al exilio, donde publicaron sus reivindicaciones en libros y panfletos que fueron enviados al Imperio a través de oficinas de correo extranjeras que, al estar protegidas por las capitulaciones, estaban libres del control gubernamental otomano. Al mismo tiempo, los recién independientes estados balcánicos comenzaron a organizar revueltas a gran escala para ocupar Macedonia, donde la población estaba casi completamente dividida entre musulmanes y cristianos. En Grecia, Serbia y Bulgaria se establecieron sociedades secretas que lucharon para garantizar sus reivindicaciones mediante acciones terroristas que dañaron de forma importante la capacidad de los otomanos para mantener el control del Estado. Finalmente, las muertes de los principales dirigentes del movimiento Tanzimat alrededor de 1870, pusieron a la estructura autocrática de gobierno que ellos mismos habían creado en manos de políticos que reanudaron el régimen de corrupción del gobierno, medida que inspiró al Tanzimat en primera instancia.
Golpe de Estado y Constitución
En este momento de crisis internacional, las amenazas de guerra contra Rusia y Austria y las aspiraciones constitucionalistas de un grupo de reformadores, hicieron que, tras un breve reinado, el sultán Abd al-Aziz fuera destronado en 1876. Se promulgó una Constitución que establecía un Parlamento representativo bicameral que se reunió en 1877, pero que pronto quedó disuelto por la guerra con Rusia, que impuso el Tratado de San Stefano (1878), por el que el Imperio otomano perdía sus dominios europeos, salvo Estambul. Gracias al apoyo de Gran Bretaña, Abdülhamit II consiguió que se revisara el Tratado de San Stefano en el Congreso de Berlín de 1878, por el que el Imperio recuperaba sus provincias tracias y macedonias. Fue entonces cuando se implantaron reformas liberales que pretendían crear un Estado relativamente moderno y próspero. Sin embargo, ante las continuas amenazas europeas, el sultán suspendió el parlamento e instauró, en 1878, un gobierno altamente autocrático. Se suprimió todo tipo de oposición y el poder gubernamental quedó centralizado en el palacio. Abdülhamit estableció varias medidas económicas que favorecieron la estabilidad financiera, pero la dura represión política hizo que se organizara un nuevo movimiento liberal de oposición dirigido por los Jóvenes Turcos, y que contaba con el apoyo de jóvenes oficiales del Ejército. El sultán fue obligado a restablecer la Constitución y el Parlamento, cuyos escaños fueron prácticamente monopolizados por los Jóvenes Turcos después de las elecciones de 1908. El éxito de un nuevo régimen constitucional fue inmediatamente socavado por varios desastres en el exterior: Austria se anexionó Bosnia y Herzegovina, Bulgaria ocupó el este de Rumelia y las accionesterroristas continuaban en Macedonia y Anatolia oriental.
Abdülhamit y sus seguidores culparon de estos desastres al nuevo régimen constitucional e intentaron una contrarrevolución en abril de 1909: el Parlamento quedó disuelto y muchos de sus miembros fueron arrestados, pero el ejército de Macedonia, dominado por los Jóvenes Turcos, regresó a Estambul, sofocó la contrarrevolución y destronó al sultán. Tras estos hechos, los sultanes otomanos se mantuvieron en el trono pero su poder gubernativo era nulo.
El régimen de los Jóvenes Turcos
Los primeros años del periodo de los Jóvenes Turcos (1908-1918), constituyeron la etapa más democrática de la historia otomana. La Constitución y el Parlamento quedaron restaurados y se organizaron varios partidos políticos; el más fuerte fue el Partido de la Unión y el Progreso, fundado y dirigido por los Jóvenes Turcos.
Las reformas de este grupo, que llegaron a todos los aspectos de la vida social, culminaron con la secularización de las escuelas y tribunales musulmanes y la ampliación del voto a la mujer durante la I Guerra Mundial. El moderno aparato estatal creado por el movimiento Tanzimat fue democratizado y se desarrolló de forma importante la industria y la agricultura, además de introducirse nuevas técnicas presupuestarias. La primera de las Guerras Balcánicas, provocó que en el seno del partido de la Unión y el Progreso triunfara el sector más autoritario, que impuso un triunvirato en el gobierno, dirigido por Enver Bajá. El triunvirato consiguió aprovechar las disensiones entre los estados vencedores en la primera Guerra Balcánica para recuperar, en la segunda de estas guerras, el reducido territorio que hoy es la Turquía europea.
I Guerra Mundial
Al estallar la I Guerra Mundial el triunvirato en el gobierno intentó evitar cualquier tipo de participación en la misma, pero los alemanes les ofrecieron recuperar las provincias perdidas en Europa y los barcos de guerra turcos confiscados por los británicos, por lo que Turquía entró en la guerra en 1914. Las Fuerzas Armadas turcas llevaron a cabo un importante papel en la campaña de Gallípoli, en la que capturaron a toda una fuerza expedicionaria británica en Kut-al-Imara (Irak). Sin embargo, la campaña a través de la península del Sinaí con el propósito de hacerse con el control del canal de Suez y Egipto, no fue tan exitosa, provocando la intervención británica para dirigir una revuelta árabe en los territorios bajo dominio turco. Con la ayuda de los árabes, las fuerzas británicas invadieron Siria desde Egipto y ocuparon el sur de Anatolia justo cuando terminó la guerra. La campaña de Enver Bajá en el Cáucaso al comienzo de la guerra fue sofocada por los rusos en menor medida que por las revueltas de las provincias orientales; posteriormente, los rusos invadieron Anatolia oriental y central en 1915 y 1916, momento en el que las campañas llegarían a su fin cuando en 1917 estalló la Revolución Rusa. Los efectos destructivos de estas invasiones extranjeras provocaron revueltas internas, hambre y enfermedades. Más de seis millones de personas de todos los credos religiosos (lo que suponía una cuarta parte de la población total) murieron, y la economía se vino abajo.
Ocupación y guerra de la Independencia
Tras la rendición, el gobierno turco pasó a estar bajo la autoridad de las fuerzas de ocupación aliadas, dirigidas por los británicos. Por el Tratado de Sèvres, firmado en agosto de 1920, el territorio que permanecía en manos turcas englobaba parte de Anatolia central y septentrional, mientras que se establecían zonas de influencia francesa e italiana, se autorizaba la independencia de Armenia y el acceso a la autonomía de la Región Cultural Kurda, la zona de los estrechos quedaba internacionalizada y Grecia obtenía Tracia y la región alrededor de Esmirna (Izmir). El ejército griego ocupó Izmir en 1922 y extendió su acción por Anatolia suroccidental con el apoyo aliado. En reacción a los tratados de paz y a la invasión de Grecia, surgió un movimiento nacionalista turco en Anatolia bajo el mandato de Mustafá Kemal Atatürk. Durante la guerra de la Independencia turca (1918-1923) Atatürk expulsó a las fuerzas de ocupación griegas, inglesas, francesas e italianas y consiguió firmar el Tratado de Lausana (1923) según el cual las zonas turcas de Tracia oriental y Anatolia formarían parte de un único Estado. Tras esta victoria, se proclamó la república con capital en Ankara y en 1923 se abolió el sultanato.
La República turca
Dirigida por Atatürk durante sus primeros 15 años de existencia, la República turca fue fundada sobre seis principios incorporados en la Constitución: el republicanismo (basado en la premisa de que la soberanía pertenecía al pueblo), el nacionalismo turco (que enfatizaba las glorias del pasado turco y la necesidad de que los turcos formaran su propio Estado según los principios modernos y sin intervención extranjera), el populismo (la idea de que el pueblo gobernara a través de la Gran Asamblea Nacional, donde estarían representados todos los intereses económicos y sociales), el secularismo (que dictaba una total separación entre la religión musulmana y el Estado), el estatismo (que significa el intervencionismo estatal en casi todos los sectores de la economía y su control sobre el resto, con el fin de garantizar un rápido desarrollo económico) y una actitud revolucionaria, que dictaba que todos estos cambios fueran instituidos de una sola vez y en su totalidad para que la sociedad turca pudiera desarrollarse lo más rápidamente posible. Los años de gobierno de Atatürk fueron años de un sustancial progreso económico y de desarrollo general. Turquía evitó cualquier tipo de reivindicación territorial, estableciendo buenas relaciones diplomáticas con sus vecinos balcánicos y al mismo tiempo enfatizaba su política secularista, evitando alianzas con los países musulmanes en el este.
De la neutralidad a la alianza occidental
Atatürk fue sucedido como presidente por Ismet Inönü, quien continuó su política interna. Consciente de la terrible experiencia que supuso la I Guerra Mundial, Inönü mantuvo al país neutral durante casi toda la II Guerra Mundial, hasta febrero de 1945 en que Turquía declaró la guerra a Alemania y Japón. Tras la guerra, la Unión Soviética intentó incluir a Turquía dentro de su esfera de influencia a través del control de las provincias occidentales turcas y de los estrechos. En respuesta, Turquía aceptó la ayuda a gran escala ofrecida por Estados Unidos, estableciendo acuerdos de cooperación económica y militar; en 1952 pasaba a ser miembro integrante de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Al mismo tiempo, Inönü democratizó el régimen y permitió la introducción de partidos políticos de oposición. En 1950 triunfó en las elecciones generales el Partido Democrático que defendía la introducción de la empresa privada, mientras que el Partido de la República de Atatürk entraba a formar parte de la oposición.
Dirigido por el presidente Celal Bayar, junto con el primer ministro Adanan Menderes y el ministro de Asuntos Exteriores, Fuat Köprülü, el Partido Democrático controló el gobierno turco entre 1950 y 1960. La economía turca se expandió rápidamente durante este periodo como resultado del nuevo liberalismo económico y la ayuda extranjera a gran escala, sobre todo de Estados Unidos tras la entrada de Turquía en la OTAN. No obstante, la mala gestión de este rápido crecimiento económico llevó a duras estrecheces económicas y sociales y al aumento del descontento político, encabezado por el Partido Republicano, mientras que los demócratas aumentaban la represión. En 1960 un golpe de Estado militar derrocó el gobierno dirigido por Menderes, algunos de cuyos miembros estaban asociados a casos de corrupción, y en 1961 instauró una nueva Constitución.
Proceso hacia el caos
Después de 1961, Turquía pasó a estar dirigida por una serie de débiles gobiernos. El rápido desarrollo económico de la década de 1950, en combinación con la legislación liberal sobre trabajadoresautónomos y sociedades, provocó la creación de un número de organizaciones que asumían el poder y la autoridad ostentada en principio por el gobierno, la asamblea legislativa y los partidos políticos. Al mismo tiempo, un movimiento de izquierdas cada vez más activo dio lugar a la aparición de grupos extremistas que llevaron a cabo actos terroristas para la consecución de sus propósitos. En respuesta, surgieron grupos terroristas de extrema derecha, aumentando la violencia en el país, que quedó totalmente dividido. Los sindicatos creados después de 1950, se fundieron en dos grandes confederaciones de trabajadores, el Partido del Trabajo de Turquía, que representaba a los grupos más moderados, y la Confederación de la Unión de Sindicatos que incorporaba a grupos comunistas y a otros partidos de izquierda. A mediados de la década de 1960, la influencia de estas organizaciones se extendió por toda Turquía.
La situación interna provocó el enfrentamiento entre los dos partidos con mayor representación; el Partido Republicano, bajo liderazgo de Bülent Ecevit, tendió a incorporar ideales de tipo socialdemócrata, y el Partido de la Justicia, encabezado por Süleymán Demirel, mantenía en mayor o menor medida las viejas tradiciones de Atatürk. Varios partidos comunistas y socialistas minoritarios representaban los distintos ámbitos de la izquierda, mientras que el Partido de Acción Nacional lideraba las opciones nacionalistas y el Partido de Salvación Nacional reclamaba la vuelta a un régimen islámico. La representación proporcional que establecía la Constitución de 1961 hacía difícil que los partidos obtuvieran la mayoría necesaria para desarrollar un completo programa de gobierno.
Política exterior
A pesar del caos de gobierno de este periodo, Turquía permaneció fiel a su alianza con Occidente, aportando bases militares para la OTAN y para las fuerzas militares estadounidenses. Esta alianza estuvo sujeta a una considerable tensión en 1974, cuando Turquía ocupó el tercio norte de Chipre, en respuesta a una rebelión civil griega en la isla, que pretendía declararla república independiente. Tras estos hechos, Estados Unidos suspendió la ayuda militar y económica a Turquía que respondió con el cierre temporal de todas las bases militares estadounidenses del país. Las tropas turcas permanecieron en el norte de Chipre, y Turquía continuó su política de separación de los gobiernos chipriota y turco, desafiando a Estados Unidos y a las resoluciones de la ONU.
Los diferentes gobiernos europeos iniciaron negociaciones durante la década de 1990, tanto con Grecia como con Turquía, para admitir a la Chipre dividida como miembro integrante de la Unión Europea. El Congreso de Estados Unidos reanudó su ayuda económica, consiguiendo que los turcos reabrieran las bases estadounidenses, aunque el incidente provocó entre la población un fuerte resentimiento contra la presencia militar estadounidense, que fue acrecentado por las manifestaciones de los grupos izquierdistas. Los grupos islámicos también empezaron a oponerse a la presencia de Estados Unidos y solicitaron una mayor aproximación a sus vecinos árabes, beneficiándose así de la riqueza que aportaban los yacimientos petrolíferos y, por tanto, del poder político que de esto se derivaba.
El golpe de Estado de 1980
Entre 1979 y 1980, el gobierno de Süleymán Demirel decidió frenar la alianza con los países occidentales, y con ello, la esperanza de desarrollo del sector privado de la economía, que se apoyaba en la ayuda extranjera. El Partido Republicano solicitó el control estatal de los medios elementales de producción y el establecimiento de nuevas alianzas con el Tercer Mundo y el bloque comunista. Los grupos extremistas de izquierda y derecha volvieron a cometer asesinatos de figuras políticas y a llevar a cabo acciones terroristas. El 12 de septiembre de 1980, el Ejército se hizo con el control del gobierno y suspendió la Constitución. Los nuevos gobernantes impusieron la ley marcial, prohibieron la actividad política, limitaron el derecho de prensa y encarcelaron a miles de ciudadanos, acusados de terroristas.
El Ejército gobernó a través del Consejo de Seguridad Nacional, que nombró jefe del Estado al general Kenan Evren, mientras que el almirante Bülent Ulusu pasó a ser primer ministro.
Retorno a la democracia
El mayor avance para el establecimiento de un gobierno civil se llevó a cabo en 1982, cuando se promulgó una nueva Constitución, por la que Evren fue nombrado presidente de la República. Las elecciones parlamentarias de noviembre de 1983 supusieron una abrumadora victoria del Partido de la Madre Patria (que contó con el apoyo del Ejército por su carácter conservador derechista), cuyo máximo dirigente, Turgut Ozal, fue nombrado primer ministro. En 1989, Ozal fue elegido como primer jefe civil del Estado desde 1960, y Yilidirim Akbulut le sustituyó como primer ministro. Akbulut fue reemplazado por Mesut Yilmaz en 1991, sustituido a su vez por la economista Tansu Çiller en 1993, dirigente del Partido de la Recta Vía. Turquía colaboró con las fuerzas internacionales en la expulsión iraquí de Kuwait entre 1990 y 1991, aunque las tropas turcas no participaron en la guerra del Golfo Pérsico. Tras la guerra, y a raíz de un desafortunado levantamiento de los kurdos iraquíes, cientos de miles de refugiados cruzaron la frontera hacia Turquía, aunque se establecieron campos de refugiados bajo la administración aliada en las proximidades de la frontera turca.
A partir de 1984 se ha venido desarrollando una guerra no declarada entre los sucesivos gobiernos turcos y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), un grupo marxista-leninista que está intentando conseguir la autonomía de las tierras de quince millones de kurdos por métodos terroristas. El conflicto está localizado sobre todo en el sureste del país donde se reúne la mayor concentración de población kurda. En marzo de 1995 el gobierno de Tansu Çiller mostró su intención de destruir el movimiento separatista, invadiendo cuarenta kilómetros de la región kurda situada al noroeste de Irak y que era zona protegida de las Naciones Unidas. Al mismo tiempo, el gobierno aprobó leyes más liberales que permitían la legalización de grupos nacionalistas kurdos moderados y la reapertura de las escuelas kurdas.
El efímero gobierno islamista y sus consecuencias
El triunfo del Partido del Bienestar (de tendencia islamista) en las elecciones generales anticipadas celebradas en diciembre de 1995 supusieron un importante giro en la política de la Turquía moderna. Pese a que los grupos laicos de derecha (ANAP y DYP) formaron en marzo de 1996 un gobierno de coalición con el fin de evitar la llegada al ejecutivo del país de los islamistas, finalmente, en junio de ese año, su dirigente, Necmettin Erbakan, acabó formando un gobierno de coalición con el Partido de la Recta Vía, de la anterior primera ministra Tansu Çiller, que se convertía en viceprimera ministra y ministra de Asuntos Exteriores. Ante la reacción negativa que se produjo por tal motivo entre los altos mandos del Ejército turco y en Occidente, Erbakan manifestó su intención de mantener el carácter laico del Estado y sus compromisos internacionales.
La presión ejercida sobre la coalición hizo que, finalmente, en junio de 1997 se produjera una crisis gubernamental que se tradujo en la dimisión de Erbakan y en la formación de un nuevo gabiente integrado por el ANAP y el centroizquierdista DSP, con el apoyo externo del socialdemócrata CHP. Mesut Yilmaz (ANAP) se convirtió en julio en primer ministro, en sustitución de Erbakan.
Pese a la nueva situación, con un gobierno laico y prooccidnetal en el poder, en diciembre Turquía rechazó las condiciones de adhesión y rompió el diálogo político con la Unión Europea, debido al contencioso existente con Grecia respecto a Chipre.
En enero de 1998, el Partido del Bienestar fue ilegalizado, acusado de atentar contra la laicidad del Estado turco proclamada en su Constitución. En febrero, Erbakan afrontó una acusación del TribunalConstitucional, que le amenazaba con un proceso penal que le llevara a la cárcel, si bien finalmente la pena fue de cinco años de inhabilitación. Por su parte, los 157 diputados del Refah (y sus militantes de base) hubieron de incorporarse a las filas del minúsculo pero legal Partido de la Virtud (Fazilet Partisi, FP), también de tendencia islamista, dirigido por Racai Kutan, amigo y colaborador de Erbakan. En marzo los islamistas volvían a formar el mayor grupo en el Parlamento turco.
En esa coyuntura, en el mes de junio, el primer ministro turco Mesut Yilmaz informó del adelantamiento de las elecciones a abril 1999, para así poner fin a una crisis política que amenazaba gravemente la estabilidad del país.
Respecto a la denominada “cuestión kurda”, en febrero de 1999 se produjo la detención de Abdalá Ocalan, que en agosto de 1998 había decretado una tregua unilateral de sus 10.000 hombres. La detención y posterior traslado a Turquía para ser juzgado por un tribunal especial provocó una inmediata reacción del PKK: a las manifestaciones de sus seguidores en las principales ciudades de Turquía y Europa siguió una ola de atentados en Estambul y Ankara que se cobró la vida de varias personas.
El presunto apoyo brindado por Siria a la guerrilla kurda de Ocalan provocó, en octubre de 1998, un conflicto diplomático y fronterizo entre Turquía y Siria que no degeneró en guerra abierta gracias a la mediación de varios países, encabezados por Egipto.
A la dimisión de Yilmaz en diciembre de ese mismo año, le siguió, un mes después, la creación de un nuevo gabinete dirigido por Ecevit y de carácter interino hasta la celebración de las elecciones.
En éstas el partido vencedor fue el de la Izquierda Democrática, del primer ministro en funciones Ecevit, seguido del ultraderechista Partido de Acción Nacionalista (MHP en sus siglas en turco). El islamismo, representado por el Partido de la Virtud, sufrió un serio revés, reduciendo el número de sus diputados en el Parlamento, del que quedó fuera el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo. Por su parte, las dos formaciones de la derecha turca (el Partido de la Madre Patria, de Mesut Yilmaz, y el Partido de la Recta Vía, de Tansu Çiller) sufrieron una reducción considerable en el porcentaje de votos recibidos. En los comicios participó el Partido de la Democracia del Pueblo (HADEP), el único grupo político kurdo legalizado por las autoridades turcas.
A finales de mayo, seis semanas después de las elecciones que le habían dado la victoria, el dirigente socialdemócrata Bülent Ecevit formó gobierno de coalición con los conservadores del ex primer ministro Mesut Yilmaz y con los derechistas del Partido de Acción Nacionalista. Estos grupos políticos sumaban 351 escaños de los 550 con que cuenta el Parlamento turco.
El día 31 de ese mismo mes se inició el juicio contra el dirigente separatista kurdo Ocalan, quien realizó un llamamiento a los miembros del PKK para que abandonaran las armas. La cúpula del Partido de los Trabajadores del Kurdistán hizo público un comunicado en el que aceptaba la propuesta para poner fin a un conflicto que se había prolongado a lo largo de 15 años. No obstante, algunos sectores del grupo independentista mostraron su disconformidad con poner fin a las acciones terroristas y señalaron que el cambio de actitud de Ocalan obedecía al temor de éste a que el tribunal que le juzgaba pudiera condenarle a muerte. El 25 de noviembre de 1999, el Tribunal Supremo ratificó la sentencia que en junio había condenado a muerte a Ocalan. Al mes siguiente, la Unión Europea (UE) decidió elevar el estatuto de Turquía desde la categoría de país asociado a la de país candidato a integrarse en dicha organización. El 12 de enero de 2000, el gobierno de Ecevit decidió aplazar la ejecución de Ocalan y un mes después el PKK abandonó la lucha armada para pasar a defender los derechos de la minoría kurda dentro del sistema político democrático, todo ello ligado a la situación de su máximo dirigente encarcelado. 
Ahmed Necdet Sezer, hasta entonces presidente del Tribunal Constitucional, fue elegido en mayo de 2000 por el Parlamento para suceder a Süleymán Demirel al frente de la presidencia de la República, cargo que este último venía ejerciendo desde hacía siete años. En febrero de 2001 se produjo una grave crisis económica que tuvo sus orígenes en el enfrentamiento político entre el nuevo jefe del Estado y Ecevit. El inmediato derrumbe bursátil amenazó con llevar a la quiebra al sistema financiero del país, ya atenazado por sus tendencias hiperinflacionistas, ante lo cual el gobierno de Ecevit dejó fluctuar libremente la lira turca y efectuó un reajuste de su política económica. La situación del país, sumido en esta profunda crisis financiera, empeoró a partir de julio de 2002; con Ecevit hospitalizado, se produjo una crisis gubernamental que culminó con la renuncia de varios ministros y diputados socialdemócratas y con la convocatoria de elecciones anticipadas para el siguiente 3 de noviembre. Las urnas otorgaron la victoria al Partido de la Justicia y el Desarrollo, islamista moderado, que consiguió 363 escaños (lo que le proporcionaba mayoría absoluta en la Gran Asamblea Nacional), por los 178 logrados por el Partido Republicano del Pueblo, mientras que los grandes partidos tradicionales quedaron sin representación parlamentaria. Ecevit presentó su dimisión al día siguiente y Ahmed Necdet Sezer encargó formar gobierno a Abdullah Gül, número dos de la formación triunfante. El líder de ésta, Recep Tayyip Erdogan, no había podido aspirar a la condición de diputado (obligatoria para ejercer el cargo de primer ministro) al ser inhabilitado por leer un poema islámico en un acto público (lo que fue interpretado como una instigación al odio religioso). Una reforma electoral posterior sí le permitió presentar su candidatura por la provincia de Siirt, circunscripción en la que hubo que repetir los comicios el 9 de marzo de 2003. Erdogan consiguió el acta de diputado y, en el transcurso de ese mismo mes, tras dimitir Gül y su gobierno, se convirtió en primer ministro y formó un nuevo gabinete, en el que Gül pasó a ser viceprimer ministro y titular de la cartera de Asuntos Exteriores.
Con anterioridad, y de forma simultánea a estos hechos, Turquía intentó acercarse a la exigencia de respeto a los derechos humanos requerida por la UE para que ésta la incluyera en su proceso de ampliación. En este sentido, el Parlamento turco aprobó en agosto de 2002 un proyecto de ley para la abolición de la pena de muerte (disposición que dos meses más tarde derivó en la conmutación de la condena de pena capital por la de cadena perpetua para Ocalan). Asimismo, a finales de noviembre el gobierno levantó el estado de excepción vigente durante los 15 años anteriores en Sirnak y Diyarbakýr (provincias con mayoría de población kurda). En octubre de 2005, la UE, que consideró notables los progresos turcos en lo referente a su consolidación como Estado democrático y de Derecho, así como los avances relativos al respeto de los derechos humanos y de las minorías, acordó iniciar con Turquía las negociaciones para su adhesión.
En 2007, próximo a expirar el mandato presidencial de Sezer, Erdogan se postuló para sucederle en la jefatura del Estado. La posibilidad de que esta pudiera ser desempeñada por un político de manifiesta confesionalidad islámica generó protestas y manifestaciones por parte de los partidarios del mantenimiento del laicismo del Estado, igualmente defendido a ultranza por el propio presidente saliente, Sezer, y por el Ejército. Ante la presión, Erdogan, finalmente, renunció a su candidatura, cuyo titular pasó a ser el igualmente islamista moderado Gül. En abril, parte del Parlamento boicoteó la única votación que llegó a producirse (que, además, fue posteriormente invalidada por el Tribunal Constitucional). En un clima de profunda crisis política e institucional, Erdogan convocó comicios legislativos anticipados para julio de ese año 2007. El triunfo del Partido de la Justiciay el Desarrollo (que consiguió una cómoda mayoría absoluta al lograr 341 escaños) propició la ulterior elección presidencial de Gül en el renovado Parlamento.

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