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¿Dónde estará el violín de Belisario?
Resolvé el misterio junto al gusanito 
más simpático y sus amigos.
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Belisario 
y el violín
Belisario y el violín
María Cristina Ramos
Ilustraciones de Perica
Un día, el gusano Belisario fue a buscar su violín y no lo 
encontró. 
¡Era un verdadero misterio! 
Pero el gusanito adoraba la música, así que salió a 
buscarlo por un camino donde había muchos amigos 
dispuestos a ayudarlo.
 
María Cristina Ramos
Ilustraciones de Perica
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© 1999, María Cristina Ramos
www.mariacristinaramos.com.ar
© 1999, 2015, Ediciones Santillana S.A.
© De esta edición:
2015, Ediciones Santillana S.A.
Av. Leandro N. Alem 720 (C1001AAP)
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
ISBN: 978-950-46-4312-8
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
Impreso en Argentina. Printed in Argentina.
Primera edición: octubre de 2015
Coordinación de Literatura Infantil y Juvenil: María Fernanda Maquieira
Ilustraciones: Perica
Dirección de Arte: José Crespo y Rosa Marín 
Proyecto gráfico: Marisol Del Burgo, Rubén Chumillas y Julia Ortega
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, 
ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación 
de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, 
electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso 
previo por escrito de la editorial.
Ramos, María Cristina
 Belisario y el violín / María Cristina Ramos ; ilustrado por Perica. - 1a ed. 
. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Santillana, 2015.
 40 p. : il. ; 19 x 16 cm. - (Amarilla)
 ISBN 978-950-46-4312-8
 1. Literatura Infantil y Juvenil Argentina. I. Perica, ilus. II. Título.
 CDD A863.9282
Es ta Edi ción dE 2.000 EjEm pla rEs sE tEr mi nó dE im pri mir En El mEs dE octubrE dE 
2015, En Gráfica offsEt s. r. l., santa ElEna 328, ciudad autónoma dE buEnos 
airEs, rEpública arGEntina.
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Belisario y el violín 
María Cristina Ramos
Ilustraciones de Perica
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Dicen que dicen entre los bichos, que a los 
gusanos les encanta pasear. Pero hay uno, sin 
embargo, que prefiere la música.
Ésta es la historia de Belisario, el gusano violinista.
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Belisario descubrió su amor por 
la música el día en que escuchó cantar 
a Belinda, la gusanita de la manzana 
de al lado. Belinda salía a tender la 
ropa para que la secara el viento de la 
mañana y cantaba un canto estiradito 
que daba vueltas en el aire soleado.
—Ay, Belinda —le dijo el 
vecino—. ¿Me dejaría acompañarla 
con el violín?
—¡Sería maravilloso! —contestó 
Belinda, cerrando los ojos, 
emocionada.
—En un momentito regreso 
 —dijo Belisario—, voy a buscar el 
violín. —Y se fue.
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A paso largo llegó junto 
a la ventana, donde lo dejaba 
siempre, pero el violín no 
estaba.
—¿Cómo que no está? 
—pensó Belisario—. ¡Esto es 
un verdadero misterio! —Y 
ahí nomás salió a buscarlo.
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Anduvo un poco y se encontró con una 
mariposa brillante.
—Mariposa que sabes volar, 
¿no has visto a mi violín pasar?
—Por aquí pasó —dijo segura la mariposa—. 
Hará cosa de media hora lo vi bajar por esa ramita 
de enfrente.
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—¡Qué raro! —dijo Belisario— que yo sepa, mi 
violín no camina. Pero ¡gracias mariposa! —Y siguió 
buscando.
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Bajaba por el tronco del 
árbol, frenando con las patas de 
adelante y sosteniéndose con las 
de atrás, cuando tropezó con 
alguien muy oscuro.
—Buen día, Escarabajo 
—dijo Belisario—. ¿No ha visto 
a mi violín por aquí abajo?
—Casualmente lo vi bajar 
por este camino de corteza hace 
no mucho rato.
—¡Qué raro! —murmuró 
Belisario—. Nunca vi a mi violín 
avanzar cuesta abajo. —Belisario 
se despidió y siguió buscando.
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Iba eligiendo las vereditas más suaves del árbol 
y cantando una canción que decía:
Yo tenía un violín
colgadito en la ventana
¿Se habrá volado
de rama en rama?
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Yo tenía un violín
de palo de jazminero;
me costó mucho trabajo
que no me costó dinero.
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Y mientras seguía avanzando, se puso 
a pensar que ya era la hora de lustrarlo y 
de estirar sus cuerdas, hasta que su sonido 
fuera como el trino de los pájaros. Pero el 
violín no aparecía y era mucho el silencio. 
Belisario estaba tan cansado, que se detuvo un 
ratito en el centro de una hoja; y fue justo en ese 
momento en que lo alcanzó la tristeza.
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