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Frédéric Barbier-Catherine Bertho Lavenir: Historia de los Medios: de Diderot a Internet. La segunda revolución del libro (1751-1870) CAPÍTULO I: La editorial del Antiguo Régimen (1751-1790): El modelo francés. La editorial tradicional Se caracteriza por tres elementos principales: Un mercado cerrado De ahí que las modificaciones técnicas aportadas a la prensa tipográfica sean poco numerosas : una máquina de madera accionada por la fuerza humana y de baja productividad. El taller tipográfico es un negocio de familia, que funciona autofinanciándose y cuyo principal problema es el de la sucesión de un maestro imprentero a otro. En esta estructura, las funciones profesionales se organizan: por un lado, el maestro imprentero, que dirige el trabajo; por el otro, el editor de fondos, propietario de los títulos a publicar, por los que ha obtenido la cesión del autor y un privilegio de las autoridades. Con respecto a la distribución, la estrechez de los mercados y la imposibilidad material de dominar espacios más amplios conducen a muchos profesionales a combinar actividades. Libros e impresos son vendidos por medio de comerciantes no especializados. Ej: vendedores ambulantes. Una lógica corporativa Imprenteros tipógrafos, editores de fondos o libreros mayoristas se organizan en corporaciones que, a cambio de su trabajo y de la autocensura que ellas ejercen sobre el sector, son beneficiarias de un privilegio de exclusividad por parte de las autoridades (imprentero del rey). Los imprenteros tienden, en el siglo XVIII, a imponerse como notables, tanto por su fortuna como por su status social. El poder asegura a cada uno un privilegio de exclusividad; garantizándoles, a través de los cargos de imprenteros oficiales, una renta mínima. Con la seguridad de tener de que vivir, los imprenteros rechazan los trabajos prohibidos. Resguardados tras privilegios cuidadosamente protegidos, produciendo para un mercado limitado, los grandes editores franceses, apenas se interesan en nuevos tipos de especulación. Lectura y distinción A pesar de que el libro y lo impreso penetran en una franja estrecha de la sociedad, es posible contrastar la expansión de esta franja en dirección, sobre todo, a los grupos de intelectuales. La ausencia de un público importante impide el surgimiento de un procesos de autonomización de las actividades de escritura: si no posee fortuna personal, el escritor está obligado, para vivir, a asegurarse una posición profesional. El espacio privilegiado de aculturación es el de la ciudad, donde los materiales escritos se presentan de manera abundante, y donde se concentra una población de intermediarios culturales (empleados domésticos) que aseguran la transmisión de los modos de vida de las clases altas hacia una población más vasta. El libro y las Luces: La editorial del Antiguo Régimen se prolonga en muchos aspectos hasta el siglo XIX industrial. El crecimiento de la producción impresa francesa Las evaluaciones usuales de la producción impresa francesa del siglo XVIII son extraídas de France littéraire de Quérard. Según esos datos, la producción, medida en número de títulos, se triplicaría entre 1701 y 1770. En valores absolutos tenemos cerca de 2000 títulos por año a comienzos del siglo y más de 6000 en la década de 1770. Las décadas de 1760 y 1770 conocieron un resurgimiento de la producción impresa provincial. La apertura se ve confirmada por el tipo mismo de obras publicadas. Los editores del interior se lanzan a la edición de obras eruditas o de títulos más vinculados a la recreación, especialmente novelas. Se tiene la impresión de que el mercado se abre, y de que los parisinos ya no pueden garantizar su tradicional exclusividad. Nuevos libros, nuevos lectores, nuevas prácticas La ampliación de los circuitos de distribución da cuanta de una relación diferente de las mayorías de la cosa impresa. El autor de la Bastilla descubierta destaca en 1789: ¨A riesgo de sus fortunas, de sus libertades, y a veces de sus vidas, han contribuido a hacernos llegar al punto donde nos encontramos. No alcanzaba con que los escritores compusieran sus libros; era necesario todavía hacerlos imprimir, hacerlos distribuir, atravesando un ejército de espías y delatores¨. Por el lado de los libros, la composición temática de los títulos se desplaza. Cae el sector religioso y crecen los sectores representativos de relaciones modernas con lo impreso. Ej: lecturas científicas o recreativas. Los periódicos, aún siendo caros, son más accesibles que los libros, ofrecen tipos de artículos bastante variados, permiten acelerar la circulación y la difusión de las novedades y de los saberes, y parecen permitir la participación de sus lectores en el trabajo y en las reflexiones de una República de las Letras que tiende a convertirse, cada vez más en una República de los Ciudadanos. Lo que se demanda de ahora en adelante al periódico es un tipo de información rápida y eficaz, que el libro tradicional no pueda ofrecer en las mismas condiciones. En el dominio de los libros, la evolución de las lenguas en las que se edita y la forma material diferente sugieren la laicización de los contenidos y la banalización de las prácticas de lectura. A partir de 1760, hay un crecimiento del francés como lengua de publicación, en detrimento del latín. El libro abandona definitivamente los exclusivos medios eruditos, para extenderse en dirección a un público más vasto. Paralelamente, cambian también las formas materiales. El formato del libro, su espesor, la elección de una tipografía, la organización del texto en la página, la relación eventual con las ilustraciones, la existencia o no de dispositivos múltiples de referencia son otros indicadores que reflejan las elecciones hechas por el editor y el imprentero. A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, se asiste a una tendencia al aligeramiento, a la banalización y a la búsqueda de una mayor maleabilidad. Una coyuntura de apertura La administración de la editorial A partir de 1629, cada publicación es objeto de todo un conjunto de procedimientos administrativos, que la autorizan y la protegen, y entre los cuales los principales son la autorización para imprimir, acordada por un censor, y el privilegio otorgado por el rey, que garantiza al editor la exclusividad del texto por un cierto plazo. Chauvelin inaugura los primeros permisos tácitos e intentará llenar el vacío existente entre prescripciones oficiales y pensamiento ilustrado en sus instrucciones a los inspectores de librerías en 1731. A partir de los años 1735-1745, el poder real se orienta así hacia una ¨política de tolerancia¨. El punto de ruptura debe situarse en 1760. Las elecciones de la década 1760-1770 llevan a la Academia a una fuerte mayoría de partidarios de las ideas ¨filosóficas¨, y en adelante se encontrarán grandes funcionarios ilustrados en todos los puestos de la más alta administración real. Geografía redes y sociabilidad del libro La década 1760-1770 abre el pasaje a la lógica de la segunda revolución del libro. Un 1º indicador de esto es el de la innovación técnica. El pasaje de las técnicas basadas en la madera y el agua a las del metal y a las de la fuerza motriz. El 2º indicador es el proceso de renacimiento de las ediciones provinciales a partir de 1770. La venta ambulante El libro y el impreso penetran por medio de la librería establecida y bien conocida por las autoridades y también, por una multitud de revendedores o expositores regulares (se instalan todos los días en el mismo sitio). Pero la segunda mitad del siglo0 XVIII se caracteriza sobre todo como una época fuerte de la venta ambulante de libros. La sociabilidad del libro y de lo impreso Tanto las sociedades como los gabinetes de lectura reúnen recursos para poner a disposición de todos un conjunto de títulos que sería imposible para cada uno procurarse por sí mismo. En la sociedad de lectura, el proyecto es antes que nada intelectual. Un grupo de socios se reúne para emprender actividades intelectuales o artísticasen las que lo impreso ocupa una posición central. A la inversa de la sociedad de lectura, el gabinete es un asunto sobre todo comercial. Hay una apertura del público, pero relativa carestía del libro y despliegue de prácticas de sociabilidad en las que los intercambios y la conversación tienen un lugar determinante. Aparecen lectores que no pueden comprar los libros que desean, y que no son recibidos como miembros de sociedades de lectura. CAPÍTULO II: Europa y la prensa. La editorial alemana y el dominio de la geografía. Es sin duda en Alemania donde el cambio de coyuntura es más sensible. En la década de 1760, la producción alemana impresa comienza a aumentar, y a modificarse en el sentido de una laicización, y de un dominio creciente de los impresos en lengua vulgar. Paralelamente, los libreros toman las riendas de la organización reglamentaria del negocio editorial. En Leipzig, se concentró la tarea de reunir la producción y redistribuirla, los libros nuevos son enviados por sus editores a libreros especializados de la ciudad, quienes por su parte, los difunden entre los libreros minoristas de todo el país. La problemática de la revolución de la lectura es indisociable de la organización del mercado del libro, y al mismo tiempo desemboca en la problemática de la construcción nacional. El ejemplo alemán pone en evidencia la posición central de los medios impresos, en la convergencia de una lógica económica, cultural y política. La eficacia del sistema asé edificado permitirá a la editorial alemana extenderse, y de ese modo extender también una influencia cultural muy profunda, más allá de las fronteras de Alemania misma. El proceso se acentuará, en el siglo XIX, en dirección al este, pero también hacia Estados Unidos y América del Sur. Austria: culturas nacionales y centralización política. Un nuevo imperio se organiza: Viena. La coyuntura editorial es diferente de lo que sucede en Francia y Alemania. El sistema empleado combina la existencia de un Estado que tiende a modernizarse alrededor de la capital imperial, y de una multitud de nacionalidades con religiones, lenguas y escrituras diferentes. Los años 1760-1770, parecen, también, constituir un punto de inflexión. Asistimos al progreso rápido de una actividad editorial austriaca mientras que la administración imperial se apoya sobre los medios impresos para organizar un Estado integrado moderno. En 1767, se prohíbe hacer imprimir en el extranjero. En 1775, las únicas ediciones piratas prohibidas en Austria son las ediciones austriacas, de suerte que el país se convierte en el santuario del pirateado de ediciones alemanas, realizadas apenas aparecido el original y distribuidas a un precio inferior. En cada nuevo territorio incorporado a la monarquía austriaca son instaladas imprentas, mientras que las redes del libro se organizan alrededor de las capitales regionales. El último tercio del siglo XVIII es el tiempo que emerge toda una categoría de intelectuales, nobles ilustrados, científicos, investigadores en el estudio y el desarrollo de las lenguas, de las literaturas y de las culturas nacionales. Aculturación y apropiación nacional: el modelo ruso Este modelo nos permite precisar las modalidades que asume un proceso de aculturación (de apropiación de una cultura ajena) por la vía privilegiada del libro y de lo impreso. Es el Zar Pedro quien, a partir de 1689, inaugura una política voluntarista de apertura hacia el oeste. En 1716-1717, Pedro I visita las editoriales de Holanda y París, entra a la Imprenta Real y dedica 8000 rublos a la compra de libros que serán enviados de Copenhague a San Petersburgo. Las editoriales holandesas y francesas son las que dominan el mercado del libro en Rusia. Hay una influencia de la cultura francesa sobre las clases altas de Rusia. En 1768, la Academia de ciencias pierde el monopolio de la actividad editorial rusa, y editoriales extranjeras se establecen en San Petersburgo. La principal es la alemana Wierbrecht. Literatura e historia nacionales fundan, en la misma Rusia y por la vía del libro, el proceso nuevo de apropiación progresiva de la cultura occidental, y de instrumentación el Estado-nación en construcción. El nuevo Mundo La relación con lo escrito parece privilegiada en las viejas colonias inglesas. El primer taller tipográfico es creado en 1638 en Nueva Inglaterra. En los Estados Unidos, la enseñanza es estimulada a la vez por el lugar privilegiado que le está reservado en la ética del protestantismo., por su rol de motor de la integración y del ascenso social, y por el hecho de que no nos encontramos ya en una sociedad del Antiguo Régimen. La educación y la lectura son vistas, según la óptica protestante, como los instrumentos que permiten salvar el alma (por la lectura de textos sagrados). Estamos aquí en las antípodas del la lógica rusa. La paradoja se explica por factores de orden social y cultural. Los medios, la Nación y el Estado Se verifica a fines de 1760, una apertura hacia un sistema nuevo, que introduce un proceso que continuará prácticamente hasta el comienzo del siglo XX. Las vías del cambio El 1º factor es el de la demografía y las estructuras de la población. Desde fines del siglo XVII, la población europea entró en una fase de expansión que la llevó, al cabo de un siglo, a duplicarse. Otros elementos favorecen una mejor difusión de la cultura escrita: aumento de la duración media de vida, la extensión de la alfabetización, la urbanización y un cierto enriquecimiento relativo. Desde el momento de la 1º revolución del libro, se vuelve factible estructurar mercados más vastos, estar informados más rápidamente, montar operaciones financieras. La expansión de la prensa periódica no puede entenderse sin ese proceso de integración espacial. La gente empieza a acostumbrarse a estar informada rápidamente, y por lo tanto a participar, en base al conocimiento que tiene de los acontecimientos y de los problemas. La industrialización de la actividad editorial supone que la mayoría de la población alcance un nivel de aculturación que la haga escapar de las lógicas de la sociedad tradicional. El vínculo: medios, cultura y política. El elemento principal, en la revolución de los modos de comunicación que comienza a fines del siglo XVIII, se refiere a la relación entre las categorías políticas y administrativas, y las categorías culturales. En Francia, país con una integración administrativa muy antigua, la lengua nacional, la cultura escrita y lo impreso, son rápidamente percibidos como ligados al poder monárquico. CAPÍTULO III: Lo impreso, la revolución y la participación política (1790-1820) Lo impreso en revolución: el modelo francés Las categorías jurídicas: el estatuto y el rol de lo impreso Si los libros no hicieron la Revolución, al menos la volvieron posible. La Revolución misma conmovía profundamente las actividades y las prácticas ligadas a la edición y a los medios. ¨La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre: todo ciudadano puede por lo tanto hablar, escribir, editar libremente, a reserva de responder por el abuso de esta libertad es los casos determinados por la Ley¨. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano revela la influencia de Jean-Jacques Rousseau, y expresa el crecimiento del contrapoder representado por la voluntad general de la Nación frente al absolutismo real. Los revolucionarios no conseguirán dar un contenido concreto a esos principios. 1792 ya no es tiempo de reflexión ilustrada, sino de enfrentamiento concreto. Cuando Bonaparte toma el poder, la libertad de prensa y de edición no es ya más que un recuerdo. La Revolución y sus libros El objeto impreso se transforma entonces en instrumento de propaganda firmemente asociado a los acontecimientos inmediatos de la lucha política. La producción de libros se derrumba pero el fenómeno es compensado por la publicación de periódicos y de piezas de todo tipo. Sin embargo, su concepción las restringe todavíaa una minoría ilustrada. Es necesario persuadir, arrastras partidarios, lo que supone apelar a géneros como el diario polémico, la caricatura, etc. Las características que estructuran esta invención del género nuevo de la pieza política son: 1) Necesidad de inventar otro discurso, que no sea ya el discurso de la elite ilustrada de las Luces, sino que manifieste a la vez un compromiso y una accesibilidad a las mayorías. 2) La oposición de dos principios que según pares de conceptos. Es así que encontramos las oposiciones aristócrata degenerado / hombre nuevo, tiranía / libertad republicana, extranjero / patriota. Estos juegos deben constituir una red coherente, capaz de volver inteligible el mundo describiendo el contenido ético de la Revolución. 3) El formato debe ser manejable. La diagramación y la configuración del texto son tomadas de los modelos de la ¨Biblioteca Azul¨. La voluntad de mantener el precio de venta al nivel más bajo posible impone el empleo de caracteres tipográficos mediocres y, con respecto a las ilustraciones, obliga a limitarse a grabados de factura igualmente popular. 4) Las obras que habían asegurado la fortuna de las viejas editoriales pierden prácticamente todo valor de un día para otro. ¿Hombres nuevos? La nueva producción editorial de la Revolución es producida por hombres nuevos, a los que la desreglamentación les permite instalarse como impresores y como editores, al mismo tiempo. Algunos editores o impresores parisinos ligados a los intereses del Antiguo Régimen deben emigrar, algunos son ejecutados. Hay una libertad de establecimiento que permite a una gran cantidad de recién llegados a establecerse. A contrario, las librerías minoristas requieren una inversión inicial considerablemente menor, pero cuya inestabilidad es mucho más grande. Prácticas de lectura, aculturación, apropiación. Entre 1789 y 1799, las prácticas de lectura y aculturación no son nuevas en sí mismas, sino nuevas en los grupos sociales a los que comienzan a afectar de manera más sintomática. Las Luces se habían apoyado sobre el desarrollo de prácticas de lectura comunitaria, en las sociedades ilustradas, los salones, etc., donde la presentación de un texto a un auditorio precedía a una discusión alrededor de su contenido. Con la Revolución, esta lectura oral, se inviste de una función de información que deriva lógicamente hacia la propaganda. Las correspondencias escritas de los diputados a los Estados Generales son objeto de lecturas públicas en la plaza principal de ciertas ciudades. La revolución desarrolla el modelo de lectura extensiva. Desde el momento en que la participación debe ser extendida a la mayoría, la cuestión de la lengua asume una dimensión esencialmente política. El pasaje de una civilización rural a una urbana acompaña la curva decreciente de utilización de la lengua bretona en beneficio del francés. De la revolución política a la reorganización imperial El Directorio, el Consulado y el Imperio marcan el tiempo de la reorganización y de la estabilización política, social y cultural. Los años 1800 ven imponerse en las artes del libro opciones estéticas como las de Didot, que serán consideradas como los cánones de un modelo insuperable. Perfección geométrica del carácter tipográfico y ausencia de todo elemento de decoración. La administración de la editorial Con el Directorio, el Consulado y el Primer Imperio, la editorial francesa vuelve a quedar en control de cuadros administrativos. Hay una relación nueva entre el poder político y los intelectuales. A partir de las años 1800, se limita autoritariamente el número de títulos de periódicos, se restablece la autorización previa, y la policía ejerce una censura de hecho sobre las producciones impresas. A partir de 1805, el Emperador se preocupa por organizar las opciones intelectuales de la Nación. En 1809, Napoleón refleja su preocupación principal: controlar, pero hacerlo sin abandonar demasiado las conquistas del período revolucionario. La importación de obras del extranjero vuelve a reglamentarse muy severamente, y es objeto de pesadas tasas en el caso de libros en francés o en latín. Con el gobierno de Luis XVIII, en 1815, las actividades del libro y de la prensa periódica vuelven a ser prácticamente libres. Napoleón predice: ¨Mi hijo reinará con libertad de prensa, es un mal necesario...¨.
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