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El folletín –Rivera-
Hacia 1830 se plantea el conflicto por un lado de la vieja librería popular “a la española” y la
moderna librería “romántica”. Se da el eclipse de una literatura tradicional caballeresca y
romancesca del S XV y el advenimiento de una nueva literatura de industria cultural con nuevas
postulaciones estéticas e ideológicas del Romanticismo. Las críticas hacen una divisoria entre lo
romancistas de género y las figuras menores de la novela de moda que explotan facetas
melodramáticas y más superficiales. Se da un fenómeno nuevo: el folletín, zona del periódico
destinada a publicar en forma fragmentada relatos de viaje, de interés general, memorias y
novelas. Constituyeron la mayor atracción de los periódicos para incrementar suscriptores y para
cubrir los baches. La obra literaria se convierte en mercancía: tiene su precio, se confecciona según
un modelo y se entrega en fecha. Está destinada a un público heterogéneo, tiene preferencia por lo
exagerado, lo crudo y exótico. Los caracteres y la acción son estereotipados, la acción final de cada
entrega tiene un efecto final y curiosidad que induce al lector a seguir leyendo. Dese la crítica se
las considera novelas inútiles, vergonzosas, que halagan pasiones y atraen a los lectores
proporcionándose un gran lucro. Aún así, marcó profundamente a los lectores y a toda la sociedad.
Auge del folletín en el Río de la Plata
Se desarrolla un gusto porteño por la literatura francesa, en especial la vertiente folletinesca; a
mediados del S XIX predomina la novela romántica bajo publicación en folletín siguiendo sus
mismos procedimientos. Los sectores intelectuales argentinos desdeñaban la sociedad natal y son
conquistados por el romanticismo francés. La mayoría de los textos importantes se publicaban
como folletín.
La literatura gauchesca estaré más apegada a las fórmulas populares y tradicionales de la
“literatura de cordel” española. De 1852 a ¡880 las obras y los autores desarrollan tendencias y
modalidades que no se apartan de los modelos de la novela histórica romántica y de la novela
popular.
El folletín y los nuevos géneros
El folletín prosperará en la mayoría de nuestros periódicos, entre los escritores más destacados
nombramos a Holmberg, Luis Varela y Héctor Varela, ya que se apartan del reformismo social así
como del romanticismo histórico o el puro sentimentalismo, para incursionar en lo policial, lo
fantástico, lo científico, la intriga y la aventura. Desdeñan lo social y sentimental para apelar al
misterio y lo excepcional. Holmberg es precursor de la literatura fantástica y de ciencia ficción; Luis
Varela creador de Clemencia y Héctor Varela que desarrolla un tipo particular, pero no ajeno a las
maneras del folletín europeo menos escrupuloso.
Hacia fines de 1870 se presentan rasgos configuradores: temprano arraigo de la novela de corte
romántico, adopción de estos modelos por el núcleo intelectual nacional, adopción del mecanismo
de publicación “por entregas” y la formación de un círculo de lectura amplio y diversificado que
consume tanto material francés como español. Aún faltaba que se desarrolle la narración popular
con temas y procedimientos netamente nacionales, paso que será dado por Gutiérrez al escribir
Juan Moreira. Gutiérrez actuará en las campañas contra el indio, de vuelta en la vida civil se
convertirá en folletinista. Se apoyará en la verosimilitud periodística y en la reelaboración
imaginaria, romancesca. El éxito de Moreira dará lugar a una larga serie de folletines que abordan
la temática gauchesca, episodios históricos y casos policiales de la época. Su literatura será
confirmadora y reforzadora de actitudes sociales y culturales básicas, además de un visión de la
historia argentina anti roquista. Para otros sectores se tratará de un modelo aculturador con una
fuerte capacidad de captación. Para los sectores más populares constituye la literatura por
excelencia en una etapa en que empieza a desintegrarse la unidad del campo y se advierte la
aparición de nuevas formas narrativas.
Frente a su nuevo público criollo inmigratorio, elije sus temas, procedimientos y estilo: comienza
por lo maravilloso, la información, la explicación como contrapartida de un mundo en crisis,
escindido y dicotomizado. Está ligado a una imagen del país anterior a la generación del ’80 y tiene
la lucidez de revelar los conflictos de una sociedad en proceso de cambio. Su sentimentalismo,
identificaciones y sus recortes y estereotipos coinciden con la figuración de la masa de criollos
desacomodados, inmigrantes desarraigados y sus descendientes. Genera conciencia crítica o
adaptativa frente a la realidad por parte de los sectores populares, mientras la respuesta de la elite
es completamente adversa: critican su olvido de los orígenes folletinescos, generando una obra
periodística sin valor artístico que falsea la moral y levanta a la plebe. Se la subestima y enjuicia,
criticando peyorativamente a sus lectores, culpándolo del aumento de la criminalidad y la
inmoralidad.
Los éxitos de Gutiérrez abrirán la puerta a colaboradores que intentarán reproducir su talento
narrativo, aunque en lo que refiere a teatro argentino, no tendrá eco ni descendencia cerrando un
ciclo que tomará otros rumbos. Se abre un ciclo con características más restringidas aunque
también se ubican en el nivel nacional y popular. La trascendencia y proyección de Gutiérrez será
mayor en el territorio del circo criollo, carnavales y la folletería que ocupará el lugar de las novelas.
El auge de la folletería
Entre fines de S XIX y principios del XX los tipos, temas, ambientes y personajes del folletín
sufrieron un desplazamiento hacia un producto afín con la literatura de cordel. Se dan
reelaboraciones versificadas de los memorables folletines, se suma una vertiente de textos
gauchescos y otros de índole payadoresca. También una abundante producción de revistas
criollistas, una segunda línea de folletos lunfardescos y una tercera línea de folletería colichesca
(recuerda el habla de la inmigración italiana). Vemos que la producción folleteril fue variada pese a
su carácter poco prestigioso. Silverio Manco es el arquetipo del escritor de folletería popular.
Estaba destinado a una nueva capa de lectores urbanos que lo usarán como primeras armas
culturales. Pertenecían a las capas medias y bajas con fuerte saldo inmigratorio. Se crearon centros
o sociedades recreativas que configuraron uno de los públicos potenciales de la folletería
guachesca y payadora. Dado el origen inmigratorio de gran parte del público, se recrean conflictos
entre gringos y criollos.
La folletería criollista cumple el papel de vehículo de transculturación con respecto a los nuevos
contingentes inmigratorios y sus descendientes, a los que transfirió, idealizando y mitificando,
valores vitales cierta experiencia de la tradición cultural criolla. Este papel transculturador es
alarmante para la generación del ’80, se veía con temor la influencia de la literatura “bastarda”
frente a los modelos normativos que impulsaba la literatura nativista. No supieron ver su
representatividad y su carácter artístico.
Novelas del quiosco
Las colecciones de quiosco que comienzan en 1917 rompen con las convenciones clásicas del
folletín tradicional y la folletería criolla y arrabalera. Su mterial no se ofrece por entregas, sino que
son relatos unitarios. El tono, el lenguaje, los personajes y las situaciones (sin perder lo nacional)
tienden a modelos literarios más universales y actuales. Son de aparición semanal o quincenal y de
muy bajo precio. Las más representativas se dedicaron a la edición de buenos textos, otras se
dedicaron a una literatura ordinaria ya que eran ajenos a la profesión, eras personas que habían
escrito para ganar dinero.
Escritores, periodistas y editores se lanzaron a la edición para el quisco lo que generó la difusión de
autores nacionales y la configuración de nuevos circuitos de lectura. El quiosco presentabafluidez
como punto de venta alternativo, frente a la rigidez de la librería. Tenían la ventaja de grandes
tiradas y el consiguiente abaratamiento de costos, también dada la presencia de publicidad.
Recurrieron a los servicios de dibujantes, brindando en algunos casos trabajos notables. Los
lectores eran empleados o estudiantes, capas medias ya insertas en la tradición de la lectura. Años
más tarde, en la etapa de la radio y los radioteatros, los adaptarán para llevarlos al quiosco.
El folletín había conseguido sobrevivir, pero le faltarían fuerzas para continuar.

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