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738 Oncología ginecológica SECCIÓ N 4 En ninguno de los estudios clínicos publicados hasta la fecha se ha comparado la efi cacia de las dos vacunas. Se sabe que las dos disminuyen extraordinariamente la “intensidad” de la enfermedad por HPV pero no se ha corroborado que disminuya la incidencia ni los índices de mortalidad del cáncer cervicouterino, en compa- ración con los métodos corrientes de detección citológica inicial (cribado). Vacunas terapéuticas. La obtención de vacunas terapéuticas efi caces para mitigar o erradicar la enfermedad establecida por HPV incluyendo las verrugas genitales, lesiones preinvasoras y cáncer invasor presenta problemas mucho más formidables. Los mecanismos inmunitarios mediados por células, del HPV son más complejos y no se tienen tantos conocimientos en comparación con la inmunidad de tipo humoral. La infección persistente por el virus en cualquier forma constituye una indicación de que la interacción entre él y el hospedador ha evadido una reactividad inmunitaria de la persona. Padilla-Paz (2005) fueron los últimos en revisar estudios de investigaciones clínicos, y hasta la fecha han señalado índices pequeñísimos de buenos resultados obtenidos con las vacunas terapéuticas. NEOPLASIA INTRAEPITELIAL CERVICOUTERINA ■ Incidencia La verdadera incidencia de CIN sólo se puede estimar. Del 7% aproximadamente de Papanicolaou con anormalidades epiteliales que se detectan cada año durante la aplicación de cribado en Estados Unidos, quizá la mitad contiene algún grado de CIN histológico (Jones, 2000). La incidencia de CIN variará con la población estu- diada, porque guarda una relación importante con la edad menor en que inició la actividad sexual, factores socioeconómicos y otros comportamientos relacionados con riesgo. Aún más, los méto- dos clínicos usados para diagnosticar CIN, sobre todo citología y colposcopia “de cribado” no tienen sensibilidad en este sentido. ■ Evolución natural Las lesiones preinvasoras muestran regresión espontánea al cuadro normal, permanecen estables por largo tiempo o evolucionan a un grado mayor de displasia. Escasas lesiones de tipo CIN tienen la capacidad de evolucionar y llegar a la forma francamente invasora de cáncer, pero el potencial neoplásico aumenta conforme lo hace el grado de CIN. Hall y Walton (1968) observaron progresión hasta la forma de CIS en 6% de las displasias histológicamente “mínimas”; en 13% de las displasias moderadas y en 29% de las displasias “evidentes”. Las displasias mínimas mostraron regresión o desaparecieron en 62% de las pacientes, pero sólo 19% de las que tenían enfermedad evidente tuvieron tal comportamiento. Los estimados mejores disponibles de la progresión, persistencia y regresión de CIN se obtuvieron gracias a la revisión de Ostor (1993) y se incluyen en el cuadro 29-1. En fecha reciente, Castle et al. (2009b) calcularon que en promedio 40% de los casos de CIN 2 muestran regresión espontánea en término de 2 años. ■ Factores de riesgo Los factores de riesgo identifi cables para la aparición de neoplasia intraepitelial cervicouterina son semejantes a los que privan en el caso de lesiones invasoras y son útiles en la generación de progra- natural contra los tipos de HPV en que actúan las vacunas no se puede conocer para una persona en particular. Sobre tal base no se ha recomendado antes de la vacunación la identifi cación de HPV (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2010b). En Estados Unidos, Th e Advisory Committee on Immunization Practices recomienda en la actualidad administrar sistemáticamente cualquiera de las vacunas a niñas de 11 a 12 años (incluso desde los 9 años). La vacunación es recomendable para personas de 13 a 26 años, en circunstancias óptimas, antes de la posible exposición a través del contacto sexual (CDC, 2010a). Es posible administrar la vacuna a mujeres que amamantan a su hijo pero no se les aplicará durante el embarazo (categoría B) (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2010b). Las mujeres con inmunodefi ciencia son elegibles para recibir la vacuna, pero en teoría tal vez no gene- ren títulos de anticuerpos lo sufi cientemente altos como los de las mujeres con buena función inmunitaria. Es importante orientar a las pacientes de que se espera que con las vacunas mencionadas se eviten en promedio 70% de los cánceres cervico uterinos, pero no protegerán del 30%, aproximadamente causados por los tipos oncógenos de HPV que no cubre la vacuna. Por estas razones, la vacunación contra HPV no elimina la necesidad de técnicas de detección sistemática del cáncer cervicouterino. Las dos vacunas poseen una efi cacia cercana al 100% para evitar la infección inci- dente y las neoplasias cervicales de alta malignidad de los tipos 16 y 18 de HPV (Future II Study Group, 2007; Paavonen, 2009). El debate en cuanto a la superioridad de una u otra vacuna gira alre- dedor de: 1) la variedad de infecciones por HPV y lesiones clínicas que previenen; 2) la protección cruzada contra los tipos de HPV que no cubre la vacuna, y 3) la fuerza y duración de la respuesta inmunitaria provocada (Bornstein, 2009). En primer lugar con el Gardasil se obtiene protección adicional contra HPV de tipos 6 y 11 que causan casi todas las verrugas con- génitas y también una fracción importante de anormalidades cito- lógicas de baja malignidad que obligan a la valoración. En Estados Unidos se ha aprobado al Gardasil para evitar las verrugas geni- tales en varones y en mujeres. También lo aprobó la FDA en ese país para impedir la aparición de neoplasias en vagina, vulva y ano (Centers for Disease Control and Prevention, 2010a). El Cervarix no impide las verrugas genitales y no ha recibido aprobación para evi- tar enfermedades extracervicales de la porción inferior del aparato genital de la mujer. En lo que se refi ere al segundo punto de debate, con Cervarix se ha demostrado protección cruzada contra los tipos 45, 31 y 52 de HPV en tanto que Gardasil presenta reactividad cruzada sola- mente con el tipo 31 de HPV (Brown, 2009; Jenkins, 2008). El tipo 45 de HPV es causa importante de adenocarcinoma cervico- uterino; estos tumores son más difíciles de detectar y evitar que las lesiones escamosas y su incidencia va en aumento (Huh, 2007); esta protección cruzada respecto a tipos de HPV en los cuales no tiene acción específi ca una u otra vacuna podría proteger contra 10 a 20% adicionales de cánceres cervicouterinos. Si se compara la imnunogenicidad las dos vacunas probablemente sean muy inmu- nógenas y han generado protección que dura como mínimo 5 años después de la vacunación. Los fabricantes de Cervarix afi rman que su carácter complementario induce la aparición de concentraciones de anticuerpos más altas y más sostenidas que el caso del Gardasil. A pesar de ello, las concentraciones de anticuerpos no necesaria- mente se correlacionan con la duración de la protección clínica, y las dos vacunas tienen excelentes propiedades de memoria inmu- nitaria (Bornstein, 2009). 29_Chapter_29_Hoffman_4R.indd 73829_Chapter_29_Hoffman_4R.indd 738 06/09/13 21:4906/09/13 21:49 GINECOLOGÍA������������������������������������������������� SECCIÓN 4 ONCOLOGÍA GINECOLÓGICA���������������������������������������������������������������������������������������������������������������� 29. LESIONES PREINVASORAS DE LA PORCIÓN INFERIOR (...)���������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������� NEOPLASIA INTRAEPITELIAL CERVICOUTERINA�������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������
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