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743Lesiones preinvasoras de la porción inferior del aparato genital femenino CA P ÍTU LO 2 9 se han detectado cánceres cervicouterinos en grandes estudios de adolescentes (Moscicki, 2008). Como aspecto adicional, después del tratamiento de CIN de alta malignidad en adolescentes por medio de técnicas de ablación, persisten las anormalidades en el estudio de Papanicolaou y en consecuencia no se alcanzan los obje- tivos terapéuticos (Case, 2006; Moore, 2007). Por último, como se revisó en ACOG (2009), el cáncer cervicouterino no aparece en las adolescentes pero es raro y no se le puede evitar como ocurre con la detección sistemática en mujeres de mayor edad. En reacción a este mayor conocimiento de la enfermedad cer- vicouterina en adolescentes, se recomienda hoy día que el cribado o detección sistemática comience a los 21 años de edad sean cua- les sean los antecedentes de actividad sexual (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2009). Ente las excepciones a tal norma están cuadros de deterioro inmunitario que incluyen infec- ción por VIH, uso de fármacos inmunodepresores y trasplante de órganos. En tales situaciones, el método de cribado debe comenzar junto con el inicio de la actividad sexual, incluso si ocurre antes de los 21 años, y comprenderá dos pruebas de Papanicolaou a intervalos de 6 meses en el primer año para seguir con la práctica anual (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2010a; Centers for Disease Control and Prevention, 2009a,b). El embarazo o la identifi cación de STI que no corresponda a VIH no modi- fi ca la recomendación de diferir el comienzo de la práctica de las pruebas de Papanicolaou hasta los 21 años (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2010a). Intervalo entre una y otra prueba. Entre los 21 y los 29 años el ACOG (2009) recomienda practicar la prueba de Papanicolaou a intervalos bienales y para ello utilizar los métodos corriente o basado en líquido. A los 30 años las mujeres con el riesgo pro- medio de presentar cáncer cervicouterino pueden ser estudiadas con esta técnica a intervalos trienales si se corroboró que arroja- ron resultados negativos tres pruebas de Papanicolaou previas o consecutivas. El riesgo de cáncer es muy pequeño dentro de ese lapso cronológico. Las mujeres elegibles para ampliar los intervalos de detección sistemática deben ser orientadas a señalarles que la prueba de Papanicolaou es solamente un componente de métodos asistenciales preventivos y no ahorra la necesidad de otras valora- ciones y cuidados de salud. Las mujeres que tienen un riesgo mayor del promedio, incluidas las que estuvieron expuestas en su vida fetal al dietilestilbestrol o que tienen deterioro inmunitario, pue- den necesitar la práctica más frecuente de este método de detec- ción. Específi camente, se practicará anualmente la prueba durante toda la vida en mujeres con infección por VIH (Centers for Disease Control and Prevention, 2009b). Las mujeres que fueron sometidas a tratamiento contra CIN 2, CIN 3 o cáncer cervicouterino deben ser sometidas a la detección anual durante 20 años, como mínimo en el lapso en que estén expuestas a un mayor riesgo permanente de cáncer del cuello uterino (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2009; Strander, 2007). Interrupción de la técnica de detección sistemática. La detección sistemática (cribado) se puede interrumpir entre los 65 o 70 años en mujeres con un riesgo promedio de cáncer cervico- uterino después de que tres estudios consecutivos de Papanicolaou resultaron negativos en los 10 años anteriores (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2009; Saslow, 2002). El USPSTF (2003) recomienda interrumpir la detección sistemática a los 65 años. El ACOG (2009) recomienda que las ancianas sexualmente compararon los métodos de Papanicolaou corriente y LBC en una población sometida a cribado. La sensibilidad de LBC no fue mayor que la del método corriente y surgió un valor predictivo positivo signifi cativamente menor. La revisión reciente de todos los estudios publicada con el metaanálisis de Arbyn et al. (2008) detectó que menos de 10 estudios tuvieron diseños de buena calidad y verifi ca- ción de anormalidades citológicas por medio de colposcopia y estu- dios citológicos. Dichos autores concluyeron que LBC no es más sensible que el estudio citológico corriente. Los LBC siempre pre- sentaron un índice menor de resultados insatisfactorios, si bien ellos representaron menos de 2% de los estudios de Papanicolaou en muchos de los laboratorios estadounidenses (Arbyn, 2008; Siebers, 2008). Sawaya (2008) resumió las desventajas de LBC que fue de menor especifi cidad, particularmente en mujeres jóvenes, que no fue “compensado” por la mayor sensibilidad. En la actualidad en Estados Unidos el American College of Obstetricians and Gynecologists (2009) consideró que ambos méto- dos citológicos eran aceptables. Se duda que la práctica del método en cuestión “retroceda” a una situación en que predominen las extensiones corrientes a pesar de un número cada vez mayor de pruebas que refuten la superioridad de LBC y su mayor costo. Los laboratorios, en términos generales prefi eren interpretar LBC; asimismo, dicha técnica permite la detección computarizada de las laminillas y métodos concomitantes para identifi car infecciones que incluyen HPV que pueden realizarse cómodamente en el mate- rial residual. A los sistemas asistenciales con limitación de recursos se puede asegurar que los métodos de Papanicolaou corriente son rentables en la detección sistemática del cáncer cervicouterino sin disminución de la calidad de la detección de enfermedades. Guías para la detección Las directrices actuales para el cribado o detección sistemática del cáncer cervicouterino se basa más bien en datos científi cos y son más incluyentes que en lo pasado. Las tres instituciones que han planteado directrices son el American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG) (2009), la American Cancer Society (ACS) (Saslow, 2002), y la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF) (2003). Las directrices más recientes del ACOG incluyen modifi - caciones notables en el comienzo y los intervalos de la detección sistemática. Las otras dos organizaciones seguramente actualizarán en 2012 sus directrices de cribado; la sección presente se ocupará más bien de las directrices del ACOG. Cumplir las directrices actuales no impide ni retrasa la realización de otras medidas asis- tenciales ginecológicas indicadas. De este modo, no dependerá el acceso a los métodos anticonceptivos y médicos de otro tipo, del cumplimiento de las recomendaciones de detección de cáncer cer- vicouterino o la valoración de anormalidades citológicas. Comienzo de la detección sistemática. La enfermedad por HPV actúa de manera diferente en poblaciones de mujeres más jóvenes que en las de más ancianas, y las directrices nuevas del método de Papanicolaou refl ejan tales diferencias. En primer lugar, las adolescentes tienen cifras mayores de anormalidades en la prueba de Papanicolaou que las adultas y cifras grandísimas de CIN en el estudio histológico (Case, 2006). Sin embargo, muchas anormalidades en la prueba de Papanicolaou constituyen casos de infección transitoria por HPV, y es frecuente en mujeres jóvenes la regresión espontánea incluso de lesiones de alta malignidad (Moscicki, 2005). Muchas de las lesiones de alta malignidad son CIN 2 y no CIN 3 en mujeres jóvenes y en términos generales no 29_Chapter_29_Hoffman_4R.indd 74329_Chapter_29_Hoffman_4R.indd 743 06/09/13 21:4906/09/13 21:49
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