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1006 Aspectos de cirugía ginecológica SECCIÓ N 5 ■ Embolismo arterial pélvico Como se describe en el capítulo 9 (pág. 256), puede usarse el embolismo similar al usado en el tratamiento de los leiomiomas sintomáticos para ocluir la arteria iliaca interna o la uterina. Esta técnica ya se describió en el control de la hemorragia en casos gine- cológicos y obstétricos. ■ Empaque pélvico En pacientes con hemorragia intensa persistente a pesar de los intentos de controlarla, a veces está indicado el empaque pélvico con compresas de gasa con terminación del procedimiento. Se colocan compresas enrolladas en el sitio de la hemorragia para ejer- cer presión local constante. Por lo general, 24 a 48 h más tarde, si la paciente permanece estable y hay signos clínicos de que la hemorragia se detuvo, puede retirarse el empaque. Algunos ciru- janos recomiendan dejar un extremo de la gasa fuera de la herida. Después de administrar anestesia general, se tira con lentitud de la compresa a través de una pequeña abertura que se dejó en la inci- sión. Una alternativa es empacar compresas enteras en el abdomen y retirarlas en una segunda laparotomía (Newton, 1988). REANIMACIÓN CON LÍQUIDOS Y HEMOTRANSFUSIÓN En caso de hemorragia aguda, las prioridades incluyen control de pérdidas adicionales y reposición del volumen intravascular sufi - ciente para perfusión y oxigenación de los tejidos. En áreas con hipoperfusión, la falla progresiva del metabolismo oxidativo con pro- ducción de lactato conduce al agravamiento de la acidosis meta- bólica sistémica y al daño orgánico fi nal (Manning, 2004). Para evitar estos efectos, la reanimación debe iniciar con una valoración del estado clínico de la paciente, cálculo del volumen sanguíneo total y estimación de la pérdida sanguínea. ■ Valoración clínica El volumen sanguíneo total de un adulto se aproxima a 70 ml/kg, por lo que el volumen de sangre calculado de una mujer de 50 kg es 3 500 ml. De este volumen, la mayoría de las personas puede perder 15% sin presentar cambios en la presión arterial ni en la fre- cuencia cardiaca. Una pérdida sanguínea de 15% puede calcularse en general con la multiplicación por 10 del peso en kilogramos de una paciente. Por consiguiente, para una mujer de 50 kg, una pérdida de 15% se aproxima a 500 ml. Con pérdidas de 15 a 30% (500 a 1 000 ml para una mujer de 50 kg), se observan taquicardia y reducción de la presión del pulso (cuadro 40-7). La vasoconstricción periférica causa palidez y frial- dad de las extremidades, con retraso en el llenado capilar. En las pa- cientes no anestesiadas puede haber confusión o letargo. En la ma- yoría de las mujeres con concentraciones preoperatorias normales de hemoglobina, una hemorragia de esta magnitud requiere repo- sición de volumen, pero casi nunca es necesaria la transfusión de eritrocitos. Sin embargo, las pérdidas mayores originan hipoper- fusión más grave, hipotensión y taquicardia. En estos casos, está indicada la transfusión sanguínea combinada y reanimación con líquidos (Murphy, 2001). Durante la operación, la sangre se acumula en los recipientes de aspiración y las compresas de laparotomía. Aunque los cálculos de estas fuentes brindan una aproximación a los cirujanos, las estima- Sin embargo, la arteria iliaca primitiva derecha transcurre medial a la vena y luego se desvía en sentido lateral conforme se aproxima al conducto femoral. Para reparar estas arterias, se colocan pinzas vasculares 2 a 3 cm proximal y distal al desgarro, luego se cierra el defecto con una línea de sutura continua con material sintético monofi lamento del número 5-0 (Gostout, 2002; Tomacruz, 2001). La pinza proximal debe retirarse primero para permitir que el aire y los detritos salgan por la línea de sutura, luego se retira la pinza distal. Vasos parametriales y paravaginales Durante la cirugía obstétrica y ginecológica, los vasos del útero y la vagina, sobre todo de los plexos venosos, pueden ser lacerados. Tal vez se origine una hemorragia que no es fácil de identifi car y controlar con la presión directa, la colocación de material de sutura o grapas quirúrgicas. En estas situaciones extremas, la ligadura de la arteria iliaca interna, que es la principal fuente de riego a la pelvis, puede disminuir la acumulación de sangre y brindar una mejor oportunidad para encontrar la fuente de la hemorragia. Como alternativa, si se cuenta con los recursos, el embolismo arterial pél- vico ha sido efi caz para controlar la hemorragia pélvica. A pesar de estas técnicas, en situaciones raras persistentes, están indicados el empaque pélvico y la terminación del procedimiento. ■ Ligadura de la arteria iliaca interna (hipogástrica) La arteria iliaca interna, también conocida como arteria hipogás- trica, tiene una rama anterior y una posterior. Su división anterior aporta sangre a las vísceras centrales de la pelvis (fi g. 38-12, pág. 927). La pelvis femenina tiene una abundante circulación colate- ral y la arteria iliaca interna comparte anastomosis arteriales con ramas de la aorta, la arteria iliaca externa y la arteria femoral. Por esta razón, la ligadura de la división anterior de la iliaca interna puede hacerse sin afectar la viabilidad de los órganos pélvicos. Varios estudios describen fertilidad normal posterior a la ligadura en estas mujeres. Un estudio valoró el fl ujo con ecografía Doppler en color que mostró recanalización de las arterias ligadas en un promedio de cinco meses (Demirci, 2005; Khelifi , 2000; Nizard, 2003). La oclusión de la arteria iliaca interna disminuye 48% el fl ujo sanguíneo promedio en las ramas distales a la ligadura, lo cual en muchos casos disminuye la velocidad de la hemorragia lo sufi ciente para permitir la identifi cación de los sitios hemorrági- cos específi cos (Burchell, 1968). Para hacer la ligadura, se divide el ligamento redondo y se practica una incisión en el peritoneo de la pared pélvica lateral, por fuera del ligamento infundibulopélvico, en sentido cefálico. La identifi cación de la arteria iliaca interna es esencial porque la ligadura de la arteria iliaca primitiva o externa tiene consecuencias vasculares para la extremidad inferior. Una vez que se localiza la arteria iliaca interna, se coloca una pinza Mixter de ángulo recto bajo el vaso en un sitio 2 a 3 cm distal a su nacimiento de la arteria iliaca primitiva. Si la arteria iliaca interna se liga en ese sitio, su división posterior queda intacta (Bleich, 2007). Dos hebras de material de sutura del número 1 o 0 para anudarlas (fig. 40-39). La arteria se liga, pero no se corta (Gilstrap, 2002). Es preciso tener cuidado al pasar los instrumen- tos por debajo de la arteria porque la vena iliaca interna de pare- des delgadas colindante se lesiona con facilidad. Por esta razón, se recomienda colocar las pinzas con las puntas dirigidas hacia la línea media, a fi n de no perforar la vena. 40_Chapter_40_Hoffman_4R.indd 100640_Chapter_40_Hoffman_4R.indd 1006 06/09/13 22:0806/09/13 22:08 GINECOLOGÍA������������������������������������������������� SECCIÓN 5 ASPECTOS DE CIRUGÍA GINECOLÓGICA���������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������� 40. CONSIDERACIONES TRANSOPERATORIAS���������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������� REANIMACIÓN CON LÍQUIDOS (...)����������������������������������������������������������������������������������������������������������
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