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EL PODER DE LA ALEGRIA RAIMON SAMSO NnAm

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EL PODER DE LA ALEGRÍA
Guía para la Paz Interior
RAIMON SAMSÓ
http://www.raimonsamso.com/
EL PODER DE LA ALEGRÍA por Raimon samsó
2ª edición revisada de: Reencontrar la Alegría / Volver a la alegría. Este libro fue
publicado con los títulos anteriores.
La 1.ª edición: abril de 2005
© 2005, Raimon Samsó EN EBOOK
(Reservados todos los derechos)
© 2005, Ediciones Obelisco, S.L EN PAPEL
(Reservados los derechos para la presente edición)
© Foto portada Berta Pahissa
Ninguna parte de esta publicación, incluso el diseño de la cubierta, puede ser
reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en manera alguna por ningún
medio, ya sea electrónico, digital, mecánico, impreso, de grabación o
electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.
La transformación es superior a la información. Escribo y publico
libros que transforman vidas.
No me conformo con libros que informen en lo que se olvidará -
en su mayor parte - a los pocos días. Pretendo la transformación
del lector que, al convertirse en lo aprendido, nunca olvidará lo
leído.
No porque lo recuerde, sino porque lo es.
Raimon
Índice
Introducción
1. Contagio la vibración de mi pensamiento a todas mis experiencias
2. Los pequeños cambios son poderosos
3. Ahora decido practicar el desapego
4. Aunque a veces no me sienta feliz siempre puedo sentirme en paz
5. Las buenas preguntas me ayudan a despertar
6. Nunca fracaso, obtengo resultados mejorables
7. Siempre puedo elegir ver las cosas de otro modo
8. Hoy me siento alegre por todo y por nada
9. Extiendo la paz y la alegría a todo lo que me concierne
10. Mis preocupaciones son un autoataque encubierto
11. Ante todo, elijo aplicar el perdón con alegría
12. La risa despreocupada sana mi alma y mi cuerpo
13. Cuando sonrío manifiesto un milagro
14. Cuanto más amor doy, más amor recibo
15. Hoy decido no tomarme tan en serio y sonrío a todos
16. El amor envuelve todo lo que veo en el mundo
Te pido un favor
Conoce al Autor
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Epígrafe
«Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y
encontrar dentro de ti todas las barreras que has levantado contra
él. No es necesario que busques lo que es verdad, pero sí es
necesario que busques todo lo que es falso.» Un Curso de
Milagros
Este no es un libro sobre “Un Curso de Milagros” pues esto
está más allá de lo posible.
Pero sí es un libro inspirado por la profundidad de sus
poderosas ideas. Fue escrito en un período de crecimiento a
la vez que estudiaba sus lecciones.
Desde entonces, sus principios me acompañan en mi vida, la
bendicen y se reflejan en todos sus aspectos.
Quiero expresar mi profundo agradecimiento a sus autores, a
la inteligencia del amor que se expresó a través de ellos, y a
la «Fundación para la Paz Interior» (Foundation for Inner
Peace) por la divulgación de su obra.
Introducción
A menudo, nos hallamos tan ocupados en contrastar con
otros lo aprendido, que nos olvidamos de llevarlo a la
práctica, sin caer en la cuenta de que lo valioso de cualquier
creencia es si nos apoya y nos hace sentir en paz.
Nos reafirmamos en nuestras creencias porque sentimos la
necesidad de identificarnos con algo pero no conocemos
nuestras creencias como vivencia. Vivimos en la era de la
información mas no del conocimiento. Pasar de la actitud de
contrastar a la actitud de experimentar establece una gran
diferencia y produce cambios poderosos.
Es posible que sientas la tentación de buscar confirmación
allí donde no se encuentra: en las ilusiones que compartes y
que parecen existir al margen de ti. Pero no te engañes: tu
realidad no cambiará si antes no cambias tú. Así es como
funciona. La vida no tiene que demostrarte nada, no necesita
hacer tratos, no precisa la aprobación para ser lo que es.
Recuerda que siempre se te presenta la misma elección:
amor o temor. De hecho, ésta es la única decisión posible que
debes tomar aunque a menudo venga disfrazada bajo otra
apariencia.
Cuando no te hallas en paz es porque previamente, en tu
pensamiento, la sustituiste por el temor. En esta elección lo
que cuenta es tu intención al decidir. Si tu motivación es
honesta, recibirás el apoyo de la Intención Creadora. Por ello
si caes en el error, éste no perdurará y sus efectos han de
corregirse.
La tarea de autocorrección consiste en observar los
sentimientos que elegimos poner en nuestro corazón y los
pensamientos a los que entregamos la atención de nuestra
mente. Esto comporta un nivel de responsabilidad que va a
precisar de una gran disciplina y constancia.
La paz interior es el resultado de una actitud interior y no de
unas circunstancias exteriores favorables. No le eches la
culpa de todo al mundo, a la mala suerte, a los demás,
cuando no a Dios; atribúyesela más bien a tu urgente
necesidad de autocorrección.
La paz interior es un trabajo de piel para adentro pues sólo tú
puedes proporcionártela. Tal vez te gustaría oír que es de
otro modo, pero no sería veraz. Nuestra gran tarea consiste
en reconocernos y poner nuestra vida en sintonía. Y ya no
será necesario seguir inventando quién no somos. Este
trabajo interior es simple aunque no es fácil de llevar a la
práctica debido a nuestra gran habilidad para complicar lo
sencillo.
Cuando elevamos la vibración de nuestras percepciones, el
mundo que nos rodea se transforma a su vez y se eleva con
nuestra visión para adaptarse. Sostener esa vibración elevada
va a contagiar a todo el campo de influencia para inspirarlo.
Gandhi dijo: «¡Ustedes deben ser el cambio que desean ver
en el mundo!».
En nuestra travesía interior, que se produce a la velocidad del
amor, volvemos al amor y la alegría. Si nos alcanzara la
comprensión para contemplar nuestra naturaleza real, en un
segundo de intuición, comprenderíamos que Dios nunca nos
abandonó; más bien fuimos nosotros quienes le
abandonamos a Él, víctimas de nuestra profunda amnesia
espiritual.
De regreso a la alegría, nos aguardan pequeños
descubrimientos de gigantescas magnitudes. Tanto es así
que les llamaremos «milagros». Los milagros son una
corrección natural de las ilusiones de temor. En nuestra
mano no está obrarlos, pero sí solicitarlos y aceptarlos, para
que deshagan lo que nunca debimos intentar hacer a solas
El juego del dolor no es más que una versión emocional del
conocido juego del ego: «busca en el pasado, teme el futuro,
pero no encuentres en el presente y así estarás insatisfecho
siempre». Hasta la fecha, no encontrar aquello que
buscabas, y que no existe, te sumió en la desesperación.
Después de jugar este juego doloroso, tomarás nuevas
elecciones; ya que el único riesgo real es que todo siga como
antes.
Personalmente, cada día me recuerdo mi voluntad de
levantarme con agradecimiento. Se trata de la única
obligación que me permito, pues ya no alimento viejas
exigencias. Ahora llamo «preferencias» a lo que en modo
alguno considero una necesidad.
Es obvio que mi corazón está lleno de sueños y mis horas de
la pasión por hacerlos realidad pero, a la vez, me permito
vivir en la paradoja de sentirme en paz aún si no los alcanzo.
Me he desprendido del apego y de la duda porque ahora sé
que fueron lo único que me impedía alcanzar mis deseos del
corazón.
Es al alinear cada una de mis intenciones con mi propósito
vital, cuando recibo la perfecta, eficaz e inteligente
colaboración del Universo en la organización de los medios
para convertir en realidades mis sueños. Reconozco que la
vida continuamente me apoya y, a la vez, me pone a prueba.
Y en cada ocasión me complace elegir el amor. Y como
respuesta, es amor lo que recibo.
A lo largo de las próximas páginas, se van a remover ciertas
cosas en tu interior pues éste es el objetivo de este libro. Con
certeza, el ego se negará a aceptar que él forma parte activa
de todos tus conflictos.
También descubrirás que no tiene sentido pedirle a Dios que
apoye y se haga cargo de tus ilusiones, ni que sueñe tu
sueño, pues Él no puede ver lo que no existe ya que a sus ojos
sólo el amor es real. Perosí está en tu mano entregárselas
con el deseo de no conservarlas más.
Tal vez, no comprendas cómo todo lo que sigue puede
ayudarte; o ni siquiera, qué tiene que ver con tus problemas
actuales. Sólo puedo decirte que lo consideres de todos
modos y experimentes con ello. Si resuena en ti, pero crees
que aplicarlo en tu vida cotidiana es imposible, entonces te
estás resistiendo una vez más. Sigues dándole tiempo y valor
a tus dificultades porque crees que sin ellas desaparecería tu
imagen de víctima del mundo con la que tal vez te has
identificado tanto tiempo.
A lo largo de esta lectura, te recordaré que puedes no
experimentar tus problemas tal como tú mismo elegiste
experimentarlos un día. Descubrirás que la observación
desapegada es tan poderosa que puede disolver todas tus
ilusiones.
También he de decirte que éste no es un libro para ayudar a
resolver problemas pues no existe ningún problema, salvo la
creencia de que tus problemas son reales. Cambiar el
concepto de lo que entiendes por «problema» es tu única
dificultad.
Lo que sigue es lo que he aprendido, ahora lo comparto
contigo, y personalmente he decidido tenerlo presente cada
día. Cambió mi vida y desearía que apoyara la tuya. Me libró
de todas mis pesadillas, quisiera que te ayudara a librarte de
las tuyas.
Raimon Samsó, autor.
UNO
Contagio la vibración de mi pensamiento a
todas mis experiencias
Traslado la vibración de mi pensamiento a todas mis
experiencias
En nuestra mente diseñamos los planos por donde van a
transcurrir las próximas experiencias. Para que algo se
manifieste antes tiene que «pasar» por el pensamiento ya
que la «solidificación» del pensamiento requiere de tiempo
y energía.
Nada queda en manos del azar en un Universo sensible y
reactivo donde se materializan las «decisiones» que hemos
tomado, consciente o inconscientemente. De modo que todo
pensamiento actúa como un pronóstico de futuro y una
petición concedida de antemano.
Nuestra función no consiste en cambiar el mundo. Tampoco
en cambiar a los demás. Ambos objetivos están más allá de lo
posible y pertenecen al ámbito del ego. Lo único que
podemos hacer por ellos es mostrarles con nuestro ejemplo,
mejor aún, con nuestra presencia, quienes son en realidad. Y
así ofrecerles la posibilidad de verse a sí mismos y corregirse
si desean hacerlo.
Te propongo formularte esta sencilla pregunta tan a menudo
como desees:
¿Qué pensé con anterioridad para que mi vida sea
lo que es hoy?
Es una pregunta que implica un profundo conocimiento de
cómo opera la vida. En otras palabras: no debemos quejarnos
al espejo por mostrarnos lo que ponemos delante de él. Vigila
tu mente, rastrea tu pensamiento, pues podría hacerse real.
Sabe que tu mente es la pantalla de proyección más grande
que puedas concebir, abarca todo tu mundo.
La vida funciona por acumulación: un poco hoy, otro poco
mañana… y al cabo de los años uno se pregunta cómo llegó
donde está. El noventa por ciento de los pensamientos e
imágenes mentales se repiten uno y otro día, la mayoría se
expresan de modo negativo...
¿Comprendes por qué tantas cosas salen mal?
Creas pensamientos que te apoyan y otros que te perjudican.
Es sencillo de comprender si piensas en cuánta energía
dedicas a quejarte de los problemas y cuánta en aplicarte a
solucionarlos. Muchas personas no cambian, ni sus vidas se
transforman, porque no toman la decisión de corregir su
pensamiento. Volviendo a elegir y escogiendo la paz en cada
ocasión
Es una pérdida de tiempo esforzarse en modificar el
resultado sin cambiar las causas que lo crean. Sé de tu
fascinación por los resultados fáciles y rápidos. De eso se
enamora cualquiera pero son las causas las que te han de
apasionar. Si amas la causa, y estás dispuesto a activarla, el
efectoestá asegurado.
Corregirse tiene el mismo significado. Puedes cambiar tu
entorno, huir al otro lado del planeta, pero si tú mismo no
cambias, a la larga tus asuntos no tardarán en seguir
funcionando del mismo modo allí donde vayas.
Si quieres sentirte de un modo distinto deberás hacer algo
diferente. Si hasta ahora lo que has probado no te sirvió,
insistir no vale. Obstinarse en cocinar las «viejas recetas»
no va a darte ningún resultado diferente del que ya vienes
obteniendo. Si actúas desde la memoria repetirás el pasado –
como una fotocopiadora espiritual–; si actúas desde la
imaginación –como un proyector de cine–, tu vida será
creativa e inspirarás un futuro diferente.
Una actitud creativa convoca el apoyo de la inteligencia del
Universo que te apoyará de un modo tan apropiado e
impecable como no habrías sido capaz por tus propios
medios. De hecho, descubrirás que la mente no tiene en
absoluto la solución a tus problemas por la razón de que ella
es parte activa en ellos.
El Universo comprende tu confusión, pero no le da la
credibilidad que tú le das. Para que puedas ver con claridad
que en realidad tus problemas no existen como tal, te
proporcionará los medios precisos para esclarecerte. Pero
como hay infinitas formas de contemplar lo que no existe, tú
serás quien elija finalmente corregir, o no, tus visiones
desenfocadas.
En última instancia, reconocerás que no tienes problemas en
absoluto; no porque creas que ya los has resuelto sino porque
descubrirás que nunca han existido.
Aprende a entregar lo que no funciona en tu vida para que el
amor lo trasforme y lo bendiga, y después, te lo devuelva
como una semilla de futuro. Entrega tus pensamientos
carentes de amor y reconoce tu necesidad de transformarlos.
Haberlos creado no supone una tacha, pero sí lo es el deseo
insano de conservarlos. Puede parecerte que manifiestan tu
fortaleza pero son un indicio de vulnerabilidad.
Salvaguardarlos en tu mente interrumpe la comunicación
con la inteligencia de la creación, no porque ésta los
reconozca sino porque tú deseas tenerlos. Recuerda que a
solas, al margen de esa comunicación milagrosa, nunca
consigues nada que merezca la pena.
«El mundo físico es un gran regalo ya que nos
devuelve el reflejo de los aspectos internos que
debemos corregir a cada momento. Observar en él
un efecto –y no una causa– hace una gran
diferencia.»
Ten presente que, cada vez más, tus pensamientos se
convierten en tu siguiente experiencia con mayor rapidez,
necesitan de menos tiempo. Tus deseos y sueños del corazón
no egoístas cuentan con el poder para materializarse; pues
sólo con expresarlos generas la oportunidad.
En otras palabras, cuando tu intención se ajusta a la
Intención Creadora del ámbito consciente no hay nada que
no puedas realizar. Todo lo que desees está en lo posible
porque cuentas con el apoyo del cosmos; es decir, del poder
del amor y su inteligencia infinita en acción.
DOS
Los pequeños cambios son poderosos
Algunos problemas no requieren hacer nada, sino deshacer;
o incluso, dejar de hacer. Nada que aprender, sino
desaprender; lo cual ya constituye toda una enseñanza en sí
misma. Nada de lo que aprendas incrementará tu significado
en el Universo, pues tu valor pertenece al ser y su graduación
no sube ni baja ya que es infinita desde el principio y no
depende del nivel de conocimiento.
El proceso de corrección interior requiere la transformación
previa a la de los sucesos externos cuyo papel es recordar la
necesidad de corrección interna. Si no cambias tú, tarde o
temprano volverás a las mismas lecciones bajo apariencias
distintas, ¡ya que aún necesitarás esa situación!
Si Dios lo creó todo, y lo hizo bien, los problemas deben
consistir en una «creación» humana; o mejor aún, en una
«destrucción» humana. Nuestra particular visión del
mundo ha hecho creíble el sufrimiento cuando en el suyo ni
siquiera existe como posibilidad.
Él no puede reconocer el sueño que nosotros soñamos
porque si lo hiciera le daría credibilidad a lo que no la tiene y
entraría a formar parte del sueño. ¿Entiendes su dificultad?
Aun deseándolo, ¿cómo podría transformar aquello que no
existe?
El tamaño de tu problema depende de tu fe en la ilusión que
lo sustenta
Los éxitos y los fracasos son apenas simples etiquetas queaplicamos a resultados y circunstancias insignificantes
dentro de una aventura espiritual de mayor alcance. Prueba
esto: declara que tanto lo que te gusta como lo que te
disgusta es una auténtica ilusión. Todo lo «bueno» y lo
«malo» que parece ocurrirte es una interpretación, un acto
desesperado del ego para reivindicar sus exigencias.
El ego que inventaste necesita precisamente identificarse con
cualquier cosa porque esa identificación es lo que le da vida.
Has de saber que no hay ilusiones buenas o malas, todas son
lo mismo pues su único fin es mantener el temor. No son una
realidad en sí mismas pero sí la representación de tu eterna
pugna con el mundo que crees ver.
Tu inagotable necesidad de atacar necesita ilusiones en las
que recrear la ira, por eso crees en la defensa de tus
ilusiones; sin embargo, la verdad no puede ser atacada ni
precisa defensa
Bien, te preguntarás entonces, ¿a qué darle credibilidad?
Sabrás que algo es real, cierto al cien por cien, porque ante su
visión te sentirás en completa paz. Tendrás la sensación de
recordar y no la descubrir. Más adelante en el tiempo,
siéntete libre de pasar de esa verdad a otra, pues tu función
es mantener la paz interior y no tus opiniones
Todo lo que exijas desde la necesidad ansiosa no puede
ocurrir, porque si así fuera, confirmaría la ilusión de que tu
necesidad es real. O que el temor puede ayudarte a
satisfacerla. Prueba a no tomarte tan en serio lo que parece
sucederte.
No te declares una persona especial en medio de una
situación especial. No proclames tu necesidad; y sólo así,
ganarás la independencia interior y la paz, sea cual sea la
situación. Una vez desactivada una programación mental,
desactivarás las diferentes voces con las que se expresa el
ego cuando toma el mando. Y al desaparecer la causa ya no se
repetirá el efecto.
Si no encuentras el modo de resolver tu problema, concédete
la oportunidad de observarlo, esta vez desde la visión del
amor. Baja tu problema al corazón. Aclara tus creencias
irracionales. Pregúntate qué pensaría Dios en esas mismas
circunstancias. Concédete un instante de apertura y
pregúntale cómo puedes «no ver» lo que tanto te aflige. Las
preguntas son muy poderosas cuando son honestas y no
contienen ninguna expectativa sobre la forma que la
respuesta debe adoptar.
Lleva a cabo pequeños cambios sostenidos en el tiempo y
obtendrás resultados extraordinarios. Los pequeños cambios
son poderosos. Bendice tu necesidad de transformación y el
crecimiento que se estableció como tu propósito. Puesto que
una de las herramientas de trabajo es el tiempo, la
persistencia convertirá en posible lo que hasta un instante
antes parecía «imposible».
Pero el milagro no está en que sea una cosa u otra, posible o
imposible, sino en el cambio de mentalidad que no hace
distinción
El amor busca expresarse en toda circunstancia, aunque
invitarle y darle paso es una elección voluntaria. El amor
desplaza al temor allí donde le invitas y corrige la absurda
idea de que has sido abandonado a tu suerte. Toda elección
que no te ofrezca paz interior de inmediato es un mandato
del ego, una nueva petición de conflicto. El sentimiento de
abandono y desconexión con la inteligencia universal sólo
puede obviarse cuando te adhieres a lo correcto.
Tu corazón sabe qué es lo correcto.
Mientras te mantengas alterado, alejado de tu centro, el
apoyo del cosmos se retirará respetando tu elección de vivir
en la baja vibración de la agitación mental. Pedirle que se
sume a ese torbellino de negatividad está más allá de lo
posible
Tus estados de ánimo se originan en los pensamientos que
albergas en tu mente –donde, recuerda, sólo puedes pensar
tú–. Todo pensamiento tiene un efecto que nunca es neutro;
de tal modo que este instante es la consecuencia de lo que
pensaste el anterior. Presumir que la vibración que impregna
el diálogo interior no va a trasladarse al mundo que nos
envuelve es una gran ilusión, tal vez la mayor.
Cambia el vocabulario que utilizas a diario, «háblate» de
modo creativo, y cambiará en consecuencia la vibración de
tus pensamientos y todo lo que éstos atraen. Eleva la calidad
de las palabras que utilizas cuando te «hablas» en tu mente
y ascenderás a una realidad acorde
Un día renunciarás a cambiar a los demás y te centrarás en
cambiarte a ti mismo. Esa será tu única prioridad y entonces
descubrirás, en lo que será el final de la separación, que la
conciencia del observador termina por modificar lo
observado de modo que tus vivencias son una conversación
entre tú y la realidad.
Cuando las cosas no salen de acuerdo a las expectativas
podemos tacharlas de injustas. Sin embargo, no nos damos
cuenta que todo «nos lo hacemos a nosotros mismos». Las
circunstancias pueden cambiar de favorables a desfavorables
pero, en última instancia, eso no va a afectar al alma que lo
aprecia como una oportunidad de crecimiento.
Los sentimientos que albergamos en el corazón dependen
más de la claridad interior que de lo que hagan o dejen de
hacer los otros; incluso de que nos salgamos con la nuestra o
no. Hay quien se obsesiona en tratar de interferir en la vida
de los demás por temor a perder el control sobre la suya
propia.
Cuando estás triste te olvidas que no lo estabas poco antes de
poner en tu cabeza las ideas que te hacen sentir así. Tal vez la
felicidad no consista en preguntarnos si lo somos o no lo
somos. Una actitud de despreocupación, conduce a la
verdadera felicidad al desapegarnos de la necesidad ansiosa
de experimentarla.
«No preciso de grandes cambios sino pequeños
cambios pero mantenidos en el tiempo. La
disciplina y el compromiso conducen a
transformaciones definitivas.»
Libérate de la necesidad de ser feliz y lo serás. Ni siquiera te
preguntes si lo eres o no. La paz interior es un estado que no
precisa justificaciones, y por ello una mente en paz nunca se
formularía esa pregunta ya que, en sí misma, la paz es
despreocupación y aceptación de lo que es.
TRES
Ahora decido practicar el desapego
El apego es la vinculación ansiosa a las cosas, a los logros y a
las personas; a todo aquello sin lo que crees que no podrás
sentirte feliz. A pesar de tu adicción a establecer vínculos, te
parecerá una ironía que para conseguir lo que deseas debas
desapegarte para atraerlo hacia ti. En realidad, todo aquello
de lo que prescindes te lo das a ti mismo. Dice el Curso de
Milagros que los regalos que ofreces te aguardan en el cielo.
La mente se entrega al apego sin adivinar que no encontrará
la felicidad adherida a las personas o las cosas. Buscar la
felicidad a través de la separación es contradecirla. Disfruta
de las cosas, o de la compañía de las personas, eso es tu
bendición; pero si te atas a ellas, te conviertes en su
sirviente. Ya no hay placer, hay dependencia. De hecho, la
elección que se te plantea, una y otra vez, es bien clara:
vínculo o independencia
Es tan paradójica como la del pez que nadando busca el agua.
La dificultad de librarte de tus programaciones mentales está
en la identificación con ellas, en creer que son «tú». De tal
modo que la mente no percibe la necesidad de
desprogramarse, pues no ve su programa como tal.
Al no ser conscientes de las programaciones limitadoras, ni
siquiera nos planteamos cuestionarlas. Están tan asumidas
que pensamos que son una realidad. El engaño es tal que ni
tan sólo se nos ocurre cuestionar su legitimidad.
Examina todas las creencias de un modo desapasionado en
primer lugar; y en segundo lugar, observa los efectos que
producen en tu vida. El simple acto de llevar conciencia a tus
ilusiones y verlas como lo que son, anula su poder sobre ti.
Retira el valor que les concediste un día y se disolverán, pues
de eso se alimentan.
Reconoce sus efectos devastadores, y ya no desearás seguir
nutriendo las vinculaciones que te inmovilizan. Es un gran
privilegio poder ver aquello en lo que has creído antes,
máxime cuando además tienes concedido cambiarlo de
inmediato.
El modo de desprenderse de los apegos, no es la amarga
renuncia pues eso crearía un nuevo apego pero de signocontrario, sino viéndolos como lo que son: programaciones
de la mente dependiente y ansiosa. La renuncia, a la larga, se
convierte en resentimiento y eso ata aún más.
Desapegarse no consiste en una renuncia, sino en soltar las
cadenas que te atan al objeto del apego.
¿Por cuántas cosas y cuántas personas te sientes atado o
poseído?
Disfrutar de las cosas y de la compañía de las personas es un
regalo, pero necesitarlos ansiosamente activa el sufrimiento.
Al observar las pautas de tu pensamiento, ya no eres la
mente pensante, sino el «yo» testigo. Cambias la ausencia
de ti por la presencia de tu yo consciente. Pasas de estar
controlado a sentirte libre incluso de la necesidad de
controlar, de ser utilizado por la mente a utilizarla, de la
inconsciencia a la consciencia.
Una actitud desapegada e independiente esclarece tus
asuntos al comprender que en realidad nunca existieron tal
como los contemplabas antes.
La observación rigurosa de los hábitos mentales que
pertenecen al ámbito del ego es tu única arma para
desbaratar las suyas. La observación desapegada te conduce a
abandonar la protección que dispensaste a tu auto-imagen
creyendo que ésta te defendería.
Cuando pones en duda la credibilidad de las exigencias del
ego, niegas su realidad. Lo que en tu presencia no es creíble
no puede ser real ni haber existido nunca salvo como una
ilusión.
En el juego de las energías, la elevación atrae lo noble y
elevado; la sencillez, lo fácil y sencillo. Al abandonar la
resistencia a «lo que es», se transformará su significado y el
modo en cómo te «habla». Cuando sostienes una vibración
rápida y elevada no puedes permanecer en situaciones que
no la reflejan. Fluyes y avanzas, y todo tu entorno testifica
esa mejoría.
Si por el contrario te resistes al curso de los acontecimientos,
sostendrás los conflictos de siempre, los mismos que ya han
demostrado una y otra vez que no te valen.
Di: «Puedo ser perfectamente feliz aun sin esto». Y lo serás.
No apoyes el juego del ego cuando te grita que eso es
inaceptable. Ya conoces su loco juego del «busca pero no
encuentres». Entrégate a tu sueño con pasión, haz tu vida
mientras, ocúpate en tus asuntos incondicionalmente y sin
expectativas, y el logro acontecerá tarde o temprano
Tal vez califiques tus apegos como «necesidades», pero aun
bajo ese disfraz se trata del mismo vínculo adictivo. Entrega
tus necesidades, no para que sean satisfechas, sino para que
se desactiven como tales. Desidentifícate de tus apegos y
contémplalos como lo que en realidad son: ataduras y
vínculos.
Date cuenta de que los arreglos forzados son reformas
superficiales y provisionales que no cuentan con la
conformidad del cosmos y que por lo tanto no han de
prosperar ni mantenerse en el tiempo. Una vez más, te diré
que no debes renunciar a lo que declaras «necesitar», sino
que «renuncies» a la necesidad misma y al control que
ejerce sobre ti.
Puesto que eres un ser íntegro, nada te falta más que
abandonar la ilusión de carencia o necesidad que abrigas.
Nada que no esté en tu vida puede calificarse de necesidad,
así como todo lo que recibes llega a ti por tu propia petición
no manifestada. Cada vez que declaras lo que te falta, o lo
que necesitas, estás declarando la pequeñez o la grandeza
con que calificas a tu ser.
El ego se expresa de muchos modos, utiliza infinitas
estratagemas, por lo común podrás oírle decir que tal cosa o
tal otra estarían muy bien pero que en cualquier caso «es
muy difícil». En realidad lo que está diciendo es: «no quiero
cambiar».
«La paradoja de desear algo y despegarse del
resultado crea El milagro del logro. Aceptar que
puedes ser feliz, aun sin conseguir lo que más
deseas, te lo concede.»
O argumenta el consabido: «sí, pero…» que consiste en
acariciar la posibilidad de cambio sin darle una oportunidad.
Otras veces, el ego responde a tus buenos propósitos con un
lacónico: «lo intentaré», cuando en realidad te está dando
largas para que no insistas más.
Cambia el vocabulario que usas en tu diálogo interior –el
modo en que te «hablas»– y transformarás en profundidad
tus percepciones.
CUATRO
Aunque a veces no me sienta feliz siempre
puedo sentirme en paz
La insatisfacción es el resultado de la desafortunada
comparación entre lo que es y lo que crees que debería ser.
Mientras establezcas comparaciones, mirando a los lados o
hacia atrás, creerás que siempre hay una alternativa mejor a
lo que el momento presente ofrece.
Las creencias están tan arraigadas en el subconsciente que
parecen una verdad objetiva. Una vez establecidas, su única
función es mantenerse. Tanto es así que ni siquiera te
planteas cuestionarlas pues no las consideras una creencia,
sino una evidencia con la que te identificas.
Esta ilusión perpetúa la percepción pues no hay conciencia
de la necesidad de su corrección. Expresado de otro modo: la
mente que debe corregirse a sí misma no es consciente de
que en ella está el origen del problema. No sabe que su
medicina es modificar su visión hasta acercarla a la visión de
Dios.
Identifica cuál es «tu peor pensamiento» sobre ti mismo, tu
programación más negativa y limitadora. Retírale todo el
valor que le has dado. Acepta la oportunidad de transmutarla
en un pensamiento creativo.
Puesto que yo soy el pensador que pensó el peor de mis
pensamientos, también soy el pensador que decide corregirlo
Sustituye todos los pensamientos que te causan sufrimiento.
En realidad, es uno sólo aunque las formas de expresarlo son
muchas.
Los apegos, las creencias limitadoras y los miedos son
programaciones que manipulan la mente desestructurada.
Existen en el ámbito mental aunque tú creas que su
naturaleza es real. Deja pues de darles valor en tu
pensamiento y date cuenta de que son incompatibles con tu
felicidad.
¿Cómo ser consciente de tus ataduras? Observa tus
pensamientos recurrentes. Sostén la luz en tu interior. La
observación no reactiva revelará las ideas que controlan tu
mente. La acción reiterada crea la repetición de resultados,
observa lo que obtienes una y otra vez porque detrás hay una
programación que desactivar
Asumir hoy la responsabilidad del resto de toda una vida es
demasiado para la paz interior de este momento. Arrastrar la
carga del pasado es un lastre demasiado pesado para poder
avanzar.
Con lavar los platos del día basta, dejemos los de mañana
para mañana, y olvidemos también cuántos lavamos ayer. No
tiene sentido tratar de hacer del pasado algo «mejor» de lo
que fue. Si conoces el propósito de tu vida y te comprometes
con él, no es preciso nada más.
Las personas satisfechas viven con intensidad el momento
presente, les agrada ser quienes son y lo que hacen. Para
ellas, las pequeñas dificultades diarias nunca eclipsan el
sentimiento de dicha que supone estar aquí y ahora. Se saben
«eternos» y por ello no les entristecen ni preocupan los
carteles de «pasado» y «futuro». Viven con la
despreocupación que les absuelve de toda culpa y despoja del
temor. Saben que la paz interior sólo puede hallarse en el
momento presente porque ese es el instante que habita Dios.
Si te sientes preocupado y agitado significa que sufres un
«empacho de futuro». Si, por el contrario, te sientes
culpable, deprimido, lleno de rencor significa que sufres un
«empacho de pasado». En ambos casos vives ausente del
momento presente, el único en el que puedes hallar la paz
interior.
La paz es posible cuando te adhieres a lo verdadero y dejas de
buscar en la pasarela del tiempo lo que éste no puede
brindarte. Al regresar a tu centro recuperas la posición que
nunca debiste abandonar.
Prueba esto: deja a un lado tus necesidades y observa la
libertad que sentirías si desapareciera la lista de exigencias
del ego. Y repite para ti mismo aún en la peor de las
circunstancias: «Incluso en esta situación, elijo sentirme en
paz».
«Hay cosas que no podemos cambiar en el mundo.
Algunas de ellas nos hacen sentir mal, pero
siempre es posible sentir paz interior en las peores
circunstancias porque la paz es una elección ante
una experiencia exterior.»
Sabe queen el caos hay un orden implícito capaz de
regenerar cualquier situación aparentemente destructiva y,
sin embargo, para tu salvación. Practica la independencia
interior, la aceptación de lo que es, y la no resistencia a lo
que la vida te ofrece en cada momento. Y, paradójicamente,
todo lo obtendrás.
CINCO
Las buenas preguntas me ayudan a
despertar
Las preguntas son poderosas, te sacuden, actúan como un
despertador… Tal vez te incomoden pero ¿cómo podrías
desear obtener respuestas si antes no formulaste una
pregunta? Una vez que las expresas, la vida se mueve para
ofrecerte respuestas. Acostúmbrate a trabajar con preguntas
y a hacerlas «flotar»; es decir, a sostenerlas en tu campo
vibratorio personal.
Atraerás una respuesta inspirada cuándo y donde menos lo
esperes. Quizás pienses que oírla será difícil; no obstante,
elaborar la respuesta no es tarea que a ti te corresponda. Las
soluciones a tus problemas no pueden tener ninguna
dificultad por el hecho de que se activan un instante antes de
que tú las solicites. Si te sientes insatisfecho sin saber cuál es
la razón, recuerda qué pensaste con anterioridad que te hizo
sentir así.
En realidad, todos los estados de ánimo son resultado de esta
única elección: «Qué deseo experimentar en este momento,
¿paz o conflicto?, ¿amor o temor?». La elección siempre te
corresponde a ti, puede que tu indecisión la retrase pero no
puede evitar que la tomes
La idea de que «no sabes» no tiene sentido; di más bien que
no recuerdas. Una pregunta es la formulación de tu deseo de
recordar. Al formularte una pregunta no puedes albergar
ninguna duda ya que una duda sólo puede llevarte a otra
duda; es decir, a perderte en la irrealidad de tus temores.
Confía en que tu alma «recordará» lo que ya sabe cuando
sea preciso. El medio a través del cual recibas ese
«recuerdo» no está en tu mano definirlo y tratar de hacerlo
carece de importancia.
No hay graduación en el sueño: o estás despierto o estás
dormido. Tampoco hay diferencias en el tamaño de tus
ilusiones, todas son iguales. Tu deseo de paz es lo único que
puede hacerse real; mejor dicho, conducirte por fin a la
realidad. Para percibirla es necesaria tu firme decisión de
dejar de ver tus ilusiones. Saber lo que ya no quieres es muy
esclarecedor.
Por el contrario, tus deseos de conflicto sólo pueden
mantenerte dormido. Pero si crees que es posible diferenciar
los sueños entre buenos y malos, es que aún sigues dormido
creyéndote despierto.
Un día ya no podrás elegir entre un sueño u otro; esto es,
entre opciones que no existen; sino más bien, entre
despertar o seguir dormido. Ese día soñarás que tu mayor
anhelo es estar despierto y en ese momento morirá tu
pesadilla –ya no creerás en ella– y tú nacerás a una nueva
realidad.
Formúlate preguntas y provocarás respuestas creativas aquí
y allá, en todas partes
Renuncia a soluciones forzadas y deja a lo creativo que haga
su trabajo. Formúlate preguntas y deja que éstas te
acompañen durante el día. Dales el tiempo de tu presencia y
el espacio de tu silencio. Más pronto que tarde, llegarán a ti
respuestas del modo menos pensado y en el momento más
inesperado. Tanto es así que las llamarás «casualidades».
También es posible que te parezcan demasiado simples como
para tener algún sentido dentro de tu complejo problema.
Comprende que una respuesta compleja sólo contribuiría a la
supuesta complejidad del problema. Y eso lo haría más
grande. Hacer «flotar» las preguntas crea una nueva
situación que la inteligencia reactiva del cosmos corresponde
elevándote al nivel de conocimiento que precisas. No temas
ser incapaz de dar con la respuesta, si puedes formular una
pregunta, hay una revelación para ti. De hecho, todo lo que
necesitas saber ya te ha sido mostrado con anterioridad bajo
diferentes apariencias.
Haz tu pregunta y deshaz todas tus respuestas
preconcebidas: las que crees posibles y las que crees
«imposibles». Cuando reconozcas tu respuesta, considera si
en realidad no la negaste antes porque no era de tu completo
agrado. Lo que cuenta no es el tiempo que te tomó recibirla
sino los cambios sufridos para aceptarla como tal. Ahora
bien, es imposible que una pregunta expresada desde el
conflicto tenga una respuesta que conduzca a la paz, pues en
sí mismo el conflicto sólo desea extender su dolor.
Las propuestas del ego suelen ser las menos creativas, pues
se repiten una y otra vez, y encierran el deseo de no saber.
Cuando formules tus preguntas y entregues tu problema con
confianza, la respuesta será inspirada y acorde con esa
vibración. Lo opuesto a la confianza, la duda, es todo lo que
te separa de lo que tú mismo has establecido para ti. Quisiera
que vieras que detrás de toda emoción hay un pensamiento
que le da vida.
De hecho, las emociones no dejan de ser «pensamientos del
corazón» y la emotividad el tono del diálogo interior.
Reconoces las emociones pero no «ves» el pensamiento que
las sostiene y entonces piensas que no guardan relación
alguna e incluso que las emociones tienen «vida propia».
Pero ni se producen al margen de tus pensamientos y
creencias, ni ningún sentimiento es objetivamente «cierto»
por completo.
Prueba esto: elabora una lista con todo aquello que influye en
tu estado de ánimo. Establece dos columnas: a la primera,
llámale «Lo que Dios no habría pensado»; y a la segunda,
«Pensamientos que comparto con Dios». Anota tus
pensamientos más repetitivos. Pregúntate por su efecto en tu
estado de ánimo y en cómo te apoyan o te perjudican en tu
vida.
¿Reflejan tus miedos?
¿O lo que tú temes no ha tenido lugar más que en tu asustada
creación?
¿Cuál de las dos listas es más larga? Si el dolor supera el
amor, repasa tu lista porque con seguridad olvidas algo
importante. Las razones obvias con frecuencia suelen ser las
más valiosas. Imagina que, de pronto, no disfrutaras de
cuánto has conseguido, ¿con cuánto anhelo lo desearías
entonces? Alcanzar lo que deseas se llama éxito, disfrutar lo
que ya lograste con anterioridad se llama felicidad.
¿Has anotado causas que no dependen de ti? Si es así,
recuerda que tu paz interior depende nada más que de ti
mismo y no de lo que ocurra, deje de ocurrir, o hagan los
demás. Debes saber que ceder la responsabilidad de cómo te
sientes a los demás es entregarles el control de tu estado
emocional
¿Tu felicidad está condicionada a la obtención de logros?
Supongo que sabes que la felicidad no depende de lo que
consigas durante tu estancia en el planeta sino de que
aprecies las cosas simples y valiosas que cada momento te
ofrece.
¿Tus estados de alegría son breves? Si la respuesta es sí,
entonces harías bien en revisar aquellos pensamientos que
crean ese vaivén en el ánimo. Si tus alegrías gravitan en
torno a satisfacciones pasajeras, también será pasajera la
felicidad que te proporcionen.
«Más importantes que las respuestas son las
preguntas que nos formulamos; las preguntas
ayudan a despertar y ponen en movimiento, la
energía que abre la conciencia.»
Reconoce tus pensamientos conflictivos más frecuentes. Su
repetición sostenida en el tiempo grabó su vibración en tu
campo personal y los convirtió en creencias en tu mente.
Como tú fuiste quien los puso ahí, por esa misma razón
puedes sustituirlos por otros.
SEIS
Nunca fracaso, obtengo resultados
mejorables
Siempre puedes lamentarte porque tu pasado no resultó
mejor de lo que deseaste; pero en ningún caso, te será
posible cambiarlo. Tal vez cometiste errores, o mejor dicho:
«resultados» mejorables. En realidad, estuviste soñando tus
faltas nada más; pues nunca fuiste imperfecto, salvo bajo un
decadente modo de contemplarte. Tal como te contempla el
amor, declárate perfecto aún sin conocer el aspecto de la
perfección y se excluirán todas tus supuestas imperfecciones
Los sentimientos de culpa y preocupación se valen de los
supuestos pecados del pasado y del temor a repetirlos en el
futuro. El ser que eres no puede adherirse a una
interpretación de separación: correcto e incorrecto, bueno o
malo, error o acierto... sin malentenderse. Cuando entreguestu disminuida percepción a lo perfecto, podrás llamarla
conocimiento; a ese nivel, el error no se contempla pues
nunca ha existido
Cada «resultado» lleva adherida una oportunidad de
transformación. Celebra pues el proceso de aprendizaje
llamado «prueba-error» como un medio para la elevación
de tu conciencia y no como el fastidioso juego de los castigos.
No necesitas no equivocarte nunca más, pero sí aprender a
corregirte cada vez que eso ocurra. Entrega tus supuestos
errores y renuncia a la malsana devoción por conservarlos.
Cada vez que declares una sentencia de culpa dirigida hacia ti
mismo, o los demás, ten presente que el Creador nunca os
juzgó. Si quieres honrarle, como Él honra su creación,
entrégale todo lo que te hace sentir imperfecto; recuerda que
si respondes a la culpa y la imperfección, estropeas su obra al
despojarla de su inocencia.
Al éxito se llega después de obtener ciertos resultados que
algunos llaman fracasos
En el pasado conocimos ocasionalmente el sufrimiento, su
recuerdo está presente. Su proyección es la reposición de un
programa caduco que ya no tiene interés revisar.
Cuando damos un paso en la dirección que nos corresponde,
la inteligencia del Universo nos apoya, movilizándose para
colaborar en nuestro bien más elevado. Nuestra intención se
adecua a la suya y entonces son una. Y lo que habías
esperado, a solas, por fin sucede en su compañía. ¿Cuántas
veces hemos sentido que un milagro nos bendecía? Quizás lo
calificamos como un golpe de suerte, casualidad, pero en el
fondo sabíamos que era amor en acción.
Hoy reconocemos la necesidad de modificar viejos esquemas
que han demostrado su inutilidad para llevarnos a la paz
interior.
Descubrimos que un «error» es una respuesta correcta a
una pregunta equivocada. Y que nos extraviamos cuando el
sentido de la dirección es inoportuno para nuestro proceso
de aprendizaje. Entonces, el Universo nos lo hace notar –
para que lo corrijamos– mostrándonos un «resultado
mejorable» –llamado comúnmente «error»– y acto
seguido nos concede una oportunidad para corregirlo de
inmediato.
A lo largo de la vida, todos hemos cometido «errores»
porque nos hacían falta para seguir avanzando.
Personalmente me alegro por haber cometido mi propia
cuota de «resultados mejorables» por lo mucho que me han
ayudado a crecer. Gracias a esta perspectiva compasiva me
libro de la carga de la culpa por lo que hice, o dejé de hacer
en el pasado, y del temor a repetirlo en el futuro.
Es hora de aprender que no existen «errores» ni
«fracasos». Tan sólo existen «resultados mejorables» en
un caso, y «abandonos prematuros» en el otro. Así que si no
te gusta lo que obtienes, modifica tu actitud y el mundo que
te rodea se adaptará a ese cambio para ofrecerte algo
diferente.
En el tiempo, un «error» no supone una negación, sino un
resultado que lleva adherida la información necesaria para el
nuevo intento. Es más un retraso que una negación. El
Universo trabaja con la paradoja y con los caminos lentos y
zigzagueantes. Ten siempre presente que vivimos en un
planeta de gente perfecta, creyéndose imperfecta, volviendo
a la perfección.
Si atacas los errores de tu semejante es que estás
renunciando a su corrección en ti mismo. Al negar la
oportunidad que suponen, tanto para quien cree verlos como
para quién cree cometerlos, el efecto se pierde.
En realidad, buscas en sus errores los tuyos propios. Si no
hubieses creído en tu imperfección porque los cometiste no
caerías en la falta de buscar la suya. Sólo podrás aceptar tus
errores cuando los suyos no te parezcan inaceptables.
«No existen los fracasos, sólo abandonos
prematuros. Un error es el espacio de tiempo entre
un resultado y el siguiente: el del éxito. Por eso
nunca fracaso, sino que descarto modos de “no
hacerlo”.»
Entonces, cuando percibas la irrealidad de toda falta, podrás
librarte tú también de tu imperfección. En ese instante de
lucidez, ambos ingresaréis en el estado de inocencia que
nunca debisteis abandonar.
SIETE
Siempre puedo elegir ver las cosas de otro
modo
Las creencias te impiden aceptar nada que no esté de acuerdo
con ellas, de tal modo que «ves lo que eliges ver». Tanto es
así, que llegas a ser «pensado» por tus creencias. Y
entonces, lejos de usar tus creencias pasas a ser «usado»
por ellas. Es decir, no utilizas tu mente como un instrumento
a tu servicio sino que tú eres «utilizado» por ella.
¿Ves por qué puede parecer que las cosas suceden en lugar de
hacer que sucedan?
Cuando las cosas no concuerden con lo que esperabas de
ellas, repite para ti mismo: «Puedo elegir ver las cosas de
otro modo». No te quejes de lo que ves, pregúntate por qué
decidiste verlo alguna vez y después elige no verlo. La auto
corrección es tu función y tu práctica espiritual. Influyes en
tu entorno no planteando exigencias, sino manteniendo tu
independencia de él. Cada vez que te sientas en conflicto,
considera qué elección equivocada te condujo a la agitación.
No le eches la culpa al mundo, ni a los otros, por lo que
elegiste; o mejor dicho, por no elegir experimentar la paz.
Mantener una visión inadecuada significa un retraso en el
proceso de aprendizaje; pues tarde o temprano, volverá a
plantearse la misma situación bajo una apariencia distinta
hasta que sea vista bajo la mirada del amor. Con frecuencia,
buscarás la confirmación de tu ilusión en los demás y en ese
sueño colectivo harás aún más grande tu ficción.
Cuando, por fin, te decides a contemplar a tus semejantes sin
hacerles pasar por el filtro de tus moldes preconcebidos,
entonces la distancia entre un corazón y otro se anula. Y
todas las consecuencias de aquella decisión equivocada se
disuelven. Puedes verles de verdad; y descubrir que tu visión
anterior era sólo una interpretación. El restablecimiento de
vuestra estrecha vinculación va a producirse con certeza, lo
único que está en juego es el momento en que se produce.
Cuando consideres un ataque como una petición desesperada
de amor, te librarás del dolor que supone participar en el
juego del ego, donde alguien debe perder para que otro pueda
ganar. Pero ni el mundo es un campo de batalla, ni nosotros
guerreros en una contienda interminable donde es necesario
resolver una ganancia o una pérdida. Si les niegas algo, es a
ti mismo a quien privas.
Si inicias el juego de la pérdida, tarde o temprano te tocará
jugar a perder. Si piensas que puedes perderlo, es que nunca
fue tuyo en realidad. Y es cierto que lo que no te pertenece
acabará por irse de tu lado. Concretamente, en tus
relaciones, no deberías querer estar con la persona que no te
corresponde. Insistir os privaría a ambos de una relación
mejor
¿En cuál de mis pensamientos elegí sentir el conflicto en
lugar de la paz?
Cada vez que experimentas el conflicto es porque tu visión
está alejada de la forma que tiene tu creador de contemplarte
a ti y a la situación. Sabe que todo lo que parece sucederte fue
antes un pedido en tu mente y por esa razón concedido de
inmediato. ¿O permitir que un pensamiento ocupe tu mente
no es un pedido en firme? ¿O verbalizarlo no es emitir un
decreto?
Tu único problema con la realidad consiste en creer que es
real por sí misma, al margen de ti. Abandonar tus ilusiones
va a requerir de tu parte un salto a un nuevo nivel de
conciencia. Esto puede parecer difícil pero te aseguro que no
darlo no tardará en convertir la situación en insoportable.
Toma el compromiso de llevar paz a todo lo que emprendas y
la recibirás de vuelta. Y entonces, lejos de alentar el conflicto,
extenderás la paz a tu alrededor
¿Cuándo una percepción es errónea?, cuando nace del deseo
de algo distinto a lo que se te ofrece. ¿Cómo saberlo?,
reconociendo el sufrimiento que conlleva. ¿Cómo corregirla?,
añadiendo amor a todo pensamiento que carezca de él.
Puedes erradicar un pensamiento negativo sustituyéndolo de
inmediato por otro elevado. Sencillo pero no fácil. El método
es la disciplina.
Tal vez, desearías un remedio mucho más complejo y
sofisticado, además de relajado, pero eso no entra en lo
posible. La necesidadde una solución compleja sólo
alimentaría la ilusión de que es posible un problema difícil.
En realidad, todas las elecciones se reducen a ésta: amor o
temor. En su versión práctica: paz o conflicto. Absolutamente
todas son una versión disfrazada de esta decisión. El
sufrimiento no puede existir sin ti, ni al margen de tu visión,
ni adherido a las situaciones, ya que precisa de tu necesaria
complicidad. Al admitirlo, lamentarás la inutilidad del dolor
pasado, pero también puedes alegrarte por los efectos de esta
nueva visión en lo sucesivo.
No te decepciones porque el mundo no se adapte a tus
expectativas; por el contrario, debes alegrarte de poder
acomodar tus intenciones a la suya. No es preciso que
sacrifiques nada salvo la creencia en tu supuesta
imperfección.
Es imposible mantenerse presente en el aquí y ahora y, a la
vez, albergar una actitud de resistencia y reacción a lo que es.
Abandona la necesidad de tener razón, de forzar el cómo y el
cuándo, y entonces tanto el momento como el modo se
mostrarán impecables, más allá de lo que tú habrías sido
capaz de concebir por tus propios medios.
Ahora sabes que no es el mundo lo que vinimos a cambiar,
sino a nosotros mismos. Y sin embargo, nuestra
transformación modifica el mundo ya que éste es lo que
todos hacemos de él.
«Siempre puedo elegir ver las cosas diferente.
Cada vez que me sienta mal recordaré qué elegí
pensar que me provoca ese sentimiento negativo. Y
en ese mismo momento, me recordaré que puedo
elegir sentirme en paz.»
Puesto que la sanación del mundo empieza en la mente que
lo observa, elige cómo vas a contemplarlo. Cada progreso
individual, por pequeño que sea, tiene un gran impacto en la
conciencia compartida. Tal vez hoy no aprecies la
importancia de esa sutil contribución a la conciencia
colectiva, pero el alma atesora cada una de sus elecciones
consciente de su participación en un plan superior.
OCHO
Hoy me siento alegre por todo y por nada
No hay un lugar más interesante en todo el Universo que el
que tú ocupas, nada en él más sagrado y valioso que un alma.
Siempre estás a salvo, apoyado por la inteligencia infinita del
amor, incluso en los momentos difíciles en los que creíste
ciegamente en el miedo. Fue precisamente esa creencia en el
miedo lo que te inhabilitó para manifestar tus deseos.
Sin embargo, la visión que compartes con tu Creador carece
de temor pues es posible que inventes tu imperfección, pero
sus pensamientos no pueden reconocer lo que Él no ha
creado y, por tanto, no existe.
Preocuparte encapsula el problema, sostiene la baja
vibración de la ilusión, y te impide elevarte al plano de la
solución. Eliges soñar un problema y cuando te cansas de él
inventas otro: cambias unos sueños por otros pero lo que no
cambia es seguir dormido. Y así vas de uno a otro, y
consientes una lucha de ilusiones que rivalizan en tu mente
por un instante de atención.
Una ilusión sólo puede luchar con otra ilusión, pero nunca
con la verdad porque la verdad no reconoce enemigos por la
razón de que no existe nada opuesto a ella.
Establece, como tu principal objetivo, dejar atrás tu increíble
sistema de ilusiones como paso previo a comprender que el
mundo que respaldan no existe. Iniciarás un proceso en el
que el tiempo se adecuará a tus necesidades ya que éste es un
instrumento para el aprendizaje. Hay muchos modos de
ahorrar tiempo pero aceptarlos requiere un mayor esfuerzo
en la instrucción. Tú decides la velocidad en función de tu
predisposición a soportar el dolor que conlleva descubrir que
lo que creíste verdad, ya no lo es.
Nada puedes saber del nuevo nivel de conciencia que se te
abrirá; por el momento, basta con declararlo posible y
preferible a lo conocido. Lo más importante de tu actual nivel
de comprensión es su apertura y disposición a entregar tus
ilusiones. No algunas, sino todas. No sugiero pasar a buscar
la verdad, sino olvidarte de las ilusiones que te impiden
verla.
Las experiencias han sido ajustadas por nuestras
expectativas, de modo que aun siendo irreales parecen
convincentemente reales. En esto consiste el juego de las
ilusiones. Pero en la naturaleza no existe la tristeza, así que
ésta debe tratarse de una confusión de la mente humana
No existe nada real fuera de la mente humana que pueda
llamarse tristeza
La tristeza es la creencia de que un error debe ser castigado
pero no corregido. La tristeza es ese castigo. Una vez que te
lo has impuesto, no puedes dejar de proyectar tu tristeza y
convertir tu enfermedad en la del mundo.
La insatisfacción es el resultado de una desacertada
comparación. De la reacción a una visión desesperanzada. A
menudo, antepones la necesidad de tener razón a la
necesidad de sentirte en paz. Prueba a preguntarte: «¿Qué
prefiero: tener razón a costa del conflicto, o ser feliz sin
ella?».
Estamos tan obsesionados en construir una vida «perfecta»
que nos olvidamos de si será capaz de proporcionarnos paz.
Nos sumergimos en un proceso de búsqueda de
reconocimiento o satisfacciones pasajeras que nos olvidamos
de preguntarnos si todo esto satisface nuestra alma o si, por
el contrario, la adjudica en subasta.
Tarde o temprano, como las cosas o las personas no siempre
se ajustarán a nuestras expectativas, sentiremos la decepción
una y otra vez… lamentándonos de que todo es inútil después
de tanto esfuerzo, y sin comprender que la paz interior no es
el resultado del esfuerzo sino del abandono de la fuerza.
Si observásemos nuestros deseos con desapego,
descubriríamos que algunos de ellos son incompatibles entre
sí; o aún peor, contradicen nuestros valores personales. Tal
vez se trate de los deseos de otros pero en absoluto de los
nuestros puesto que no tienen el poder de hacernos felices.
Entrega todos tus deseos a la luz para descubrir cuáles son
auténticos. No olvides que la inteligencia infinita del amor te
creó y por ello conoce bien tus verdaderos deseos del
corazón.
No te lamentes porque no has encontrado la felicidad
después de infructuosos trabajos; más bien reconoce que has
buscado donde no estaba o que has malentendido su
significado. Esa sensación de carencia no sólo contradice la
perfección de la creación entera, sino que también te hace
presuntuoso al pensar que tu «creación» sería mejor.
«Doy gracias por este nuevo día de mi vida. Y vivo
mi jornada con agradecimiento por todo lo que
deseé y ya disfruto. Y por todo lo que no deseo y,
gracias a Dios, no está en mi vida.»
Prueba a deshacer los obstáculos que tú mismo levantaste
alrededor de la felicidad y la encontrarás. Tu paz interior, la
ausencia de conflicto, no se sostiene en nada, ni en nadie. No
al menos esa sensación que te hace sentirte en paz y
agradecido por todo y por nada al mismo tiempo.
NUEVE
Extiendo la paz y la alegría a todo lo que
me concierne
Enseña aquello que quieres aprender para conocer su
significado real. Te preguntarás cómo es posible enseñar
algo que no sabes. Aprender es un modo de recordar; por eso
al enseñar simplemente refrescas tu memoria. Si deseas la
paz, compártela como un medio de extenderla. Lleva la paz
allí donde estés hasta que envuelva todos tus problemas.
Entrégaselos al amor para que te esclarezca en tu indecisión.
No trates de inventar la manera en que se resolverán pues en
tu mente no está su solución, tan sólo entrégaselos a la
inteligencia del Universo para que te muestre cómo y cuándo.
El problema dejará de existir, ya que al desaparecer tus
exigencias sobre qué forma debería adoptar la solución, ésta
se manifestará con claridad. Cuando cambiamos nuestra
percepción de los acontecimientos, todo lo que no encaja con
esa nueva visión prescribe en concordancia. En otras
palabras, cuando eliges darle otro sentido al mundo que ves,
éste adquiere entonces otro sentido ante tus ojos.
Vive la vida sin resistencias para que te transforme y suavice
como ser humano. Escucha el problema, permítele que le
hable a tu corazón y no al ego. Obsérvalo sin adherirte a él.
No eres tu problema, sólo lo has convocado. Si eres capaz de
desapegarte, ninguna otra cosapuede mantenerlo vigente; y
entonces, nada más te es necesario para alcanzar la paz
interior.
Temor es la ausencia absoluta de amor
Sin más demora, descubrirás que en realidad el problema
nunca existió de la manera que pensabas, pues en él sólo la
necesidad de tu transformación era real. Aceptar esta verdad
es tu práctica espiritual. De nuevo, te recordaré que la tarea
de corrección te corresponde únicamente a ti ya que eres tú
quien lo sostiene. Sabe que tus conflictos interiores se
extienden a cómo te percibes, a los demás, y al mundo.
Tal vez desearías que alguien solucionase todos tus
problemas pero lo que te propongo es más inmediato:
comprende que en realidad el problema está en el rechazo y
la resistencia. Vives situaciones insoportables porque las has
hecho soportables debido a tu creencia en el sufrimiento.
Lo desolador es que la ignorancia no se advierte a sí misma y
por ello se proyecta degradando cuanto es incapaz de
comprender. El efecto se confunde con la causa y entonces la
medicina se aplica al síntoma pero no a la enfermedad.
Mientras no identifiques las causas no podrás librarte de los
efectos que reaparecerán una y otra vez bajo otra forma.
¿Com-prendes por qué darle credibilidad a tu propia ilusión
sólo la hace mayor?
Somos lamas evolucionando a la «velocidad del amor» en
un momento lleno de cambios globales generados desde
transformaciones de conciencias individuales. Nunca antes
como ahora tuvimos a nuestra disposición tantas
oportunidades para evolucionar espiritualmente. Cada vez
más personas abren su conciencia y eso tiene su reflejo en la
conciencia compartida que incorpora cada minúsculo
progreso individual al grupal. Este efecto de abajo a arriba
provoca a su vez un efecto de arriba a abajo que hace que las
personas dispuestas a la apertura la consigan con mayor
facilidad que las que le precedieron.
Tal vez, aún no comprendemos nuestra auténtica dimensión
espiritual, pero sí intuimos una altura ajustada a nuestra
talla de auténticos gigantes en conocimiento.
Epícteto escribió: «La uva verde, la uva madura, la uva pasa,
todo es cambio, pero no para dejar de ser, sino para que
llegue a ser lo que todavía no es». Y W. Shakespeare expresó:
«Sabemos lo que somos pero no lo que podemos llegar a
ser»
« Mi función no es cambiar el mundo sino llevar la
paz allí donde me halle. Eso ya es modificar el
mundo de algún modo. Cada vez que elijo el
conflicto, me olvido de mi propósito de extender el
amor.»
Ese potencial ya existe en el campo de las posibilidades como
una intención deseando hacerse real. Así es la vida, en lo más
íntimo ya somos quienes en un día nos convertiremos,
albergamos el sueño completo en el corazón, poseemos las
cualidades que admiramos y tanto deseamos desarrollar...
Nuestro viaje parte del origen para regresar al origen. En él,
no cuentan el tiempo, ni la distancia, ni la velocidad, sólo la
dirección hacia el amor.
DIEZ
Mis preocupaciones son un autoataque
encubierto
Asuntos, un día importantes, pasan al olvido al poco tiempo.
Lo urgente pierde prioridad por la demora. ¿Sucedieron
realmente aquellas cosas que te preocuparon? La gran
mayoría de las veces, no. Prueba a formularte esta sencilla
pregunta: «¿Alguien va a acordarse de esto en unas pocas
semanas?». Si nadie va a hacerlo, adelántate el trabajo de
olvidarlo.
Resulta asombroso descubrir cuánto tiempo le dedicamos a
los problemas, no para darles una solución, sino para recrear
el conflicto una y otra vez, como si columpiarnos en él
pudiera arreglar las cosas.
Examinar lo temido, una y otra vez, es entregarle el tiempo y
la credibilidad que nunca ha tenido pero que necesita para
parecer real.
Identifica tus preocupaciones, obsérvalas con distancia,
comprenderás que no son en absoluto «tú». Son más bien el
filtro mental con el que eliges ver tus experiencias. He de
decirte que tu preocupación es tan irreal como tu problema.
De hecho proyectas en el mundo los conflictos que no has
sanado en ti. Con cada acusación aludes a ti, en cada condena
te culpabilizas, y en todo ataque te castigas a ti mismo. Sin
duda, todo te lo haces a ti mismo, nadie más que tú te puede
vencer. Cuando reconozcas que la preocupación es un ataque
dirigido a ti, dejarás de lastimarte de esa manera.
Con probabilidad, tuviste un insensato instante en que te
percibiste un ser débil y abandonado a su suerte. Esa
vulnerabilidad es el resultado de tu creencia en la separación.
La combinación de ambas ideas te condujo a proyectar lo que
antes tú te hiciste a ti mismo. Te atacaste y entonces atacaste
al mundo multiplicando el dolor. Ya sabemos cuánto
empequeñece el temor, cuánto debilita la duda, cuántas
veces te impidió crear tu vida. La desconfianza se cuela por la
brecha que hay entre dos instantes de presencia de tu ser.
Como el temor y la duda no existen en la mente de Dios,
darles credibilidad significa alejar tu mente de la suya y dejar
de compartir sus pensamientos.
Es inevitable experimentar situaciones que nos desagradan,
pero también es cierto que tenemos la opción de
reinterpretarlas de un modo distinto. Desde luego, no es
posible sentirse feliz bajo ciertas circunstancias, pero sin
duda siempre podemos mantener la paz interior. En ello
reside nuestra inmutable capacidad de elección.
La alternativa a la preocupación ya la conocemos y no dio
ningún resultado. Abandonarse a la lamentación nunca
mejoró las cosas, sólo las complicó más. Se trata más bien de
una compulsiva adicción al sufrimiento y a un increíble
«placer» por sentirse infeliz
Los problemas nos hacen crecer, pero las preocupaciones nos
empequeñecen
Si te sientes infeliz porque tienes algún problema por
resolver, te engañas pensado en una vida libre de ellos,
porque una vez solucionado, afrontarás con seguridad otros
nuevos. Las personas que se sienten felices no afrontan
menos problemas que quienes se sienten insatisfechas, la
única diferencia entre ambos grupos de personas consiste en
su visión de las cosas. Así es la vida, no importa el problema
sino la actitud al afrontarlo; de hecho, simplemente
canjeamos unas dificultades por otras.
En el trabajo recibimos un sueldo por solucionar problemas,
y es gracias a ellos que tenemos un empleo que pone a
prueba nuestra capacidad y recursos. Sin problemas no
necesitarían emplear a quien los resolviera y entonces nos
quedaríamos sin ocupación. En la escuela de la vida ocurre lo
mismo, se nos proporciona un sinfín de oportunidades –a las
que llamamos problemas– para despertar nuestras
capacidades, elevar nuestros límites, y sacar lo mejor de
nosotros.
La vida está llena de auténticas oportunidades de aprendizaje
disfrazadas de problemas. Tus dificultades son la lupa de tus
facultades.
Todo problema puede resolverse al llevarlo al amor. De
hecho, todos son versiones del mismo problema y todas las
soluciones son versiones de la misma solución. Crees
afrontar muchos conflictos en la vida pero todos son uno y,
por cierto, es contigo mismo. Aceptarlo puede enojarte, pero
más adelante celebrarás, por fin, que las cosas empiecen a
aclararse dentro de ti.
Las supuestas limitaciones nunca fueron verdad, sólo
representaban la manifestación de ciertos miedos. Cuanto
más tiempo mantenemos vigentes nuestros temores, más
creíble parece su ilusión. Y entonces ya no hay diferencia
entre lo que experimentamos y lo que creemos.
Mantener falsas percepciones requiere un esfuerzo
considerable por la razón de que no existen. Lo irreal
necesita un entorno de irrealidad pues si dejas de alimentarlo
se desvanece. Lo grotesco de lo irreal es la imposibilidad de
llevarlo al amor salvo deshaciéndolo en la mente. Cuando
elijas ver desde la verdad, será esta visión la que te sostenga
a ti sin esfuerzo alguno de tu parte. Por paradójico que pueda
parecer, el temor no te protege; bien al contrario, te
mantiene atado a aquello de lo que deseas librarte. No es una
contradicción, ni una locura, es el modo paradójico en que
actúa el Universo.
Cuando te afirmas en lo que puedes y no puedes conseguir,
sólo estás reforzandoel pronóstico de lo que va, o no va, a
ocurrir en tu vida. No le des credibilidad a tus supuestos
límites, no los defiendas para evitar descubrir qué hay más
allá de su ilusión. Crees en un mundo de limitaciones y como
te identificas con lo material, te adjudicas los límites que ves
en él. Pero por naturaleza careces de todo límite.
Recupera tu poder y prueba a vivir una jornada en la no-
limitación, sosteniendo en todo momento no percibir
ninguna carencia.
«Como una defensa no es más que un ataque
encubierto, cada vez que me escudo en la
preocupación estoy, en realidad, atacándome a mí
mismo con el arma defensiva del temor.»
Tu supuesta limitación es una falta de amor hacia ti mismo,
un ataque enmascarado. Es una creencia irracional que no
significa nada. En el instante en que reconozcas los efectos
desastrosos de tus supuestos límites y decidas retirarles el
valor que un día les otorgaste, te vislumbrarás como un ser
perfecto e ilimitado.
ONCE
Ante todo, elijo aplicar el perdón con
alegría
La culpa es la estratagema preferida del ego; según sea el
control que ejerce el ego, mayor será su fascinación por la
culpa. El dolor del pasado, y el uso que el ego hace de él, es el
arma que tú pusiste en sus manos para castigarte. De tal
modo, la culpabilidad actúa como una goma de borrar sobre
la inocencia con la que llegaste al mundo. Y sin embargo, no
existe un sentimiento tan inútil como la culpa
Toda culpa lleva implícita una falta y la necesidad de una
condena apropiada. La culpa exige castigo. Otras veces, el ego
utiliza la idea absurda del «sacrificio» que consiste en
negarse a uno mismo utilizando a los demás. Sacrificarte es
entender mal un acto de amor incondicional el cual, por su
naturaleza, nunca puede sugerir sacrificio. Prodigar amor no
puede suponer pérdida alguna para ninguno de los
implicados, ya que el amor no contempla el sacrificio.
Lo único que se te pide «sacrificar» es lo que carece de
significado para que al fin lo encuentres; es decir, que
desistas de una vez y «sacrifiques» tus viejos sueños de
dolor a los que has estado abrazado tanto tiempo
Si no aceptas tu inocencia, estás negando la de los demás. Si
les ves culpables, es obligado que termines viéndote a ti
también como tal. Si crees en la culpabilidad de los demás
para aliviar la tuya, ellos imitarán tu estrategia hasta
conduciros a un círculo de dolor sin fin.
Tú puedes establecer la voluntad de perdonar pero no el
modo de hacerlo, el cual se te mostrará en su momento y con
toda claridad para que el perdón sea completo. Sin duda, se
te brindará el momento necesario para que puedas
identificar la gran oportunidad que esperabas.
A través de tales condenas, crees que expirarán tus faltas,
pues por alguna insensata razón piensas que cuantas más
culpas repartes, más posibilidades tendrás de librarte tú de
las tuyas. Prueba a no ver tus errores como algo que no tiene
corrección, a deshacerlos mediante el auto perdón que lo es,
a la vez, de todos
Proyectar en los demás nuestro propio conflicto interior, sin
comprender que no es en ellos dónde es necesaria la
corrección, es como culpar al espejo por lo que ponemos
delante de él. La presunción de culpabilidad mantiene al ego
pendiente en su permanente afán de buscar faltas, enjuiciar,
condenar y castigar. Un mundo lleno de culpas y de culpables
es negar su inocencia e invitarles a que ellos mismos se
apliquen el correctivo.
La culpabilidad siempre busca la aplicación de un auto
castigo
El ego busca siempre faltas en los demás porque eso facilita
su demente pasión por el conflicto. Un ego reconoce otro
ego, o lo inventa, para reafirmarse a sí mismo. Finalmente,
el ego vive en la desesperación más completa pues sabe que
sus días están contados, de ahí sus gritos de dolor. Su fin está
garantizado, sólo el momento en el tiempo está en juego
pues depende por entero de ti.
Si albergas algún temor, identificarás como un potencial
enemigo a toda persona; y toda situación como una amenaza.
Vivirás siempre dispuesto a buscar enemigos, a atacar y a
defenderte. Una vez asumida la culpa, se desencadena una
atracción enfermiza a enjuiciar y establecer diferentes
grados de culpa.
No obstante, en su ilusión, la mente no percibe en esa
«gradación» imposible el indicio que puede llevarle a
concluir la fantasía de su evaluación. La necesidad de juzgar
y de condenar lo que no concuerda con tu idea preconcebida
de cómo deberían ser las cosas te aleja de tu tarea de auto-
corrección.
Abandona tu necesidad crónica de enjuiciar al mundo, debes
comprender que todo en la creación comparte un mismo fin
y eso te incluye a ti. ¿Entiendes ahora por qué te sentencias
cuando juzgas?
Mantén a salvo su inocencia, sé consciente de la tuya propia;
debes saber que sólo en el ámbito del ego tiene sentido el
ataque y la defensa. Una defensa no solamente es un ataque
encubierto en toda regla sino que hace crecer lo que repele.
Los juicios necesitan del pasado y del miedo a repetirlo en el
presente. Estas comparaciones establecen un puente del
dolor hacia el dolor. Ten presente que en cada juicio del ego
sobre los demás, estás comparando lo que parecen ser a tus
ojos y lo que habías decidido que iban a ser. Esta
comparación irracional no puede crear otra cosa que un
conflicto interior, cuando no exterior.
A ti que te cuesta perdonar, póntelo fácil y exprésalo al revés:
«me perdono a mí mismo por los defectos que creo ver en
los demás». Tal vez así, te será más sencillo; aunque no hay
ninguna diferencia entre ambos puntos de vista
Asumimos e imputamos culpas porque no sabemos que, en
realidad, no hay nada que perdonar. Es a través del perdón
como nos redimimos del enojo de tener siempre que andar
buscando faltas en nosotros mismos y en los demás. El
perdón hace bello a lo perdonado; es más, hace que lo veas
por primera vez tal como es y fue creado. Dios te ama tanto
que si decides juzgarte, te lo permite. Pero si Él se abstiene
de juzgar su creación, ¿vas a liderar esa absurda tarea?
El perdón es un auténtico acto de amor por uno mismo, o si
lo prefieres de inteligencia, ya que al pasar por alto lo que
creemos que nos han hecho los demás –o lo que creemos
habernos hecho– el primer beneficiado somos nosotros.
Perdonar es, en definitiva, pasar por alto, dejar atrás,
olvidar, renunciar al conflicto, elegir la paz, es amor en
acción brillando en medio de la mayor oscuridad, en medio
de las peores circunstancias…
«Cada vez que elijo no perdonar me aferro al dolor
del pasado. Soy yo el perjudicado, al no soltar mi
obsesión por un pasado mejor.»
Nuestra tarea consiste en sanar las relaciones atrapadas en el
rencor. Todas las relaciones que necesitan «curación»
muestran el mismo síntoma en su enfermedad: la creencia
en lo «imperdonable» o la calificación de «imposibles»
que les encierra en un molde que en nada apoya su
corrección. En la aceptación de tu inocencia, reconocerás la
de los demás; y en la aceptación de la alegría, el milagro de
su contagio indiscriminado al compartirla.
DOCE
La risa despreocupada sana mi alma y mi
cuerpo
Reír es una medicina. Piensa en cuántas veces dejaste de
tomarla y cuántas dejaste pasar una oportunidad para
gozarla. Mark Twain escribió: «La risa disminuye las
cuentas del médico», y es cierto. En un futuro, los médicos
no sólo aconsejarán buenos hábitos alimenticios también
recetarán el buen humor y la risa.
Ciertos estudios indican que cuanto mayor es su intensidad,
mayor es el número de músculos involucrados y, por tanto,
mayor la relajación que sigue. La risa desencadena una serie
de reacciones químicas en el cuerpo por las cuales el sistema
inmunológico, el muscular y el cardiovascular se refuerzan.
Está comprobado que una sesión de risa elimina tantas
calorías como una sesión completa de ejercicio físico.
Al reír, se efectúan inspiraciones de aire breves seguidas de
enérgicas expiraciones, de tal modo que la risa aumenta la
oxigenación de las células. Reír limpia los pulmones al
oxigenarlos y comunica algo importante al subconsciente: se
le está «diciendo»de algún modo que todo está bien, que
uno se halla satisfecho. Y esa información alcanza todo el
cuerpo generando bienestar.
La risa, medicina del siglo XXI. La risa es beneficiosa para la
circulación de la sangre: libera lipoproteínas en el torrente
sanguíneo que protegen al organismo de enfermedades
vasculares. Además, genera una sustancia llamada
«endorfinas» –morfinas de producción endógena–,
conocida como «la droga de la felicidad». Esta sustancia
natural insensibiliza el cuerpo –como haría un analgésico–
al elevar el umbral del dolor, pero de un modo natural. Los
efectos benéficos de la risa son acumulativos en el tiempo,
tanto es así que la salud de un organismo es proporcional al
buen humor del espíritu.
En la alegría está implícita la voluntad de vivir y este impulso
vital es determinante en el proceso de curación.
Existen otras muchas circunstancias además de reír que
estimulan la generación de endorfinas: una sonrisa, una
caricia, un beso, un masaje... Todo lo que resulta agradable
pone en marcha el proceso bioquímico que genera
endorfinas. Por el contrario, la tristeza y los estados
emocionales de baja vibración lo bloquean.
Los beneficios de la risa liberan las tensiones, e incrementan
la autoestima. En este sentido, la alegría, el optimismo, y el
buen humor nos «vacunan» contra la desesperanza.
Estadísticamente, los lunes por la mañana son el día de la
semana con mayor número de casos de ataques al corazón;
se presume que la causa se debe al desánimo con el que, por
lo general, se afronta la vuelta al trabajo, el tedio, y los
problemas que aguardan al empezar la semana. En
prevención, un domingo de risas tonifica el músculo del
corazón, reduce la tensión arterial, favorece el sueño, y sobre
todo, evita las crisis coronarias.
Existe una correlación estrecha entre los ritmos de la
respiración y los estados emocionales. Sentimientos tan
intensos como el deseo sexual, el temor, la ira, la alegría...
llevan aparejados un ritmo de respiración exclusivo. El
organismo sabe, a través de la respiración, cuál es el estado
de ánimo y reacciona en concordancia. Volver a la alegría
significa la sanación completa de cuerpo y espíritu.
Una mente enferma el cuerpo al mantener su absurda
creencia en el temor bajo cualquiera de las múltiples
apariencias. Una mente asustada es una mente enferma en sí
misma; y dado que sólo puede dar lo que posee, extenderá el
mal en el mundo, incluyéndose por tanto a sí misma. Y
entonces enfermará al cuerpo. Aunque creyó que su
«contagio»
no era posible, debido a su fe en la separación, la enfermedad
va a enseñarle que la separación no existe; y por tanto, que
no es posible asistir impasible a la enfermedad del mundo
sin expirar con él
La falsa sanación puede llevar a creer que la cura completa
no es posible en un mundo donde se alivian los síntomas
pero no se curan las causas. Lo cierto es que al mantenerse
éstas, no tardarán en volver a crear nuevos síntomas de la
enfermedad que, lejos de curarse, se ha ocultado apenas.
La sanación centrada en tratamientos externos tendrá un
éxito parcial y por un tiempo limitado; ya que si quien
enfermó no decide antes sanar su alma, no habrá cura
completa. La función de la ayuda externa consiste en
recordar al enfermo el poder de sanación que él posee. La
presencia del sanador adquiere su máximo cometido al
convertir al enfermo en protagonista del proceso que le
conducirá a la cura total. Pues nadie puede curar a otro
aunque sí puede ayudarle a curarse a sí mismo.
«Una sonrisa es la llave milagrosa que ábrelos
corazones más celosamente cerrados al amor.»
La sanación debe empezar en la mente que creó la
enfermedad, pues es la separación que establece con el resto
de la creación lo que la deja fuera de su perfección. Para ello
se requiere una curación completa y definitiva de la
percepción. Una disfunción del cuerpo que no ha sido
heredada genéticamente, ni causada por una contaminación
exterior, debe ser forzosamente el resultado de una
«enfermedad mental» o un estado de «enajenación
transitoria».
En sentido inverso, llevar el pensamiento al amor inicia el
proceso de sanación. La mente sanada se reconoce como una
parte de la creación; gracias a la cual, la curación se
manifestó antes en ella. El único requisito fue aceptar
curarse a sí misma. Como la enfermedad requiere la sanación
de la mente, no hay curaciones más difíciles que otras, todas
son igual, ya que todas empiezan y acaban en el mismo
lugar.
TRECE
Cuando sonrío manifiesto un milagro
Nos aproximamos a nuestros semejantes a través de una
sonrisa, las presentaciones entre personas se inician con una
sonrisa, incluso algunas discusiones terminan liberando la
tensión con una sonrisa.
Cuando alguien te sonríe, la relación personal se vuelve más
estrecha, se transforma y asciende a un nuevo nivel. Una
sonrisa es la llave que abre más corazones. La sonrisa es un
leguaje universal cuyo mensaje entienden todos. Comunica
muchas más cosas de lo que es posible con las palabras.
Por ejemplo, un bebé interpreta a la perfección la sonrisa de
su madre. Nadie se lo ha explicado, pero él comprende su
significado. Una sonrisa obtiene una respuesta silenciosa que
todo el mundo entiende: otra sonrisa.
¿Sabes cuál es el regalo que una madre más agradece?: la
sonrisa de su hijo, no hay otra cosa que aprecie tanto.
¿Cuántas sonrisas dejaste de devolver hoy? Yo no quisiera
irme ningún día a la cama sin haber recibido al menos una
sonrisa durante mi jornada. ¿Por qué? Porque me encanta
devolverlas.
Los milagros son acontecimientos insignificantes que
proporcionan resultados espectaculares en un mundo sin
limitaciones. Una sonrisa, de acuerdo con esta definición, es
un milagro porque aproxima dos corazones. Un milagro es la
corrección de una situación insostenible. Los milagros
encuentran en la sonrisa un idioma poderoso a través del
cual relacionar un corazón con otro. El ego no cree en los
milagros pues no puede comprender cómo en un mundo de
separación un simple gesto en los labios puede anular la
distancia en la que tanto cree.
Las sonrisas son el lenguaje silencioso de los milagros
Una sonrisa obra un pequeño milagro entre dos corazones.
Es un leve gesto en los labios y un pequeño brillo en la
mirada, pero es una caricia entre alma y alma. Sonreír
despierta en el corazón un sentimiento que todos deseamos
recuperar. Cuando sonreímos, algo trascendente ocurre aún
sin darnos cuenta.
Con una sola vela pueden encenderse cientos de velas sin que
su luz mengüe. Del mismo modo, la alegría se contagia y
prende sin límite el corazón de las personas. Nada hay tan
contagioso como una sonrisa. Nada tan gratificante como la
satisfacción de advertir que compartirla nos iguala y
aproxima.
La sonrisa es un síntoma de sabiduría, como el enojo lo es de
ignorancia. El filósofo Krishnamurti consideraba que la
inteligencia de una persona se mide por las cosas que le
hacen sonreír. Por su sonrisa reconocerás al sabio más que
por sus palabras. En Oriente las imágenes de culto
representan rostros sonrientes, en lo que se ha llamado: «la
sonrisa de los pueblos de Asia», tan común entre sus gentes
y presente en cada instante de sus sencillas vidas.
Los corazones bondadosos sonríen al manifestar su sencillez.
La sabiduría no es severa, solemne o grave, expresa su
talante de buen humor frente a la vida. Refleja la
despreocupación de quienes no se toman tan en serio como
para abrumarse por el peso de sus asuntos.
Prueba a empezar el día con una sonrisa. Si al levantarte por
la mañana te asaltan pensamientos de preocupación y no los
corriges en ese mismo instante, se consolidarán en tu estado
de ánimo y marcarán la tendencia. Si por el contrario, los
apartas de tu atención nada más te asaltan y esbozas en ese
instante tu primera sonrisa del día, cambiarás el signo de tu
jornada.
¿Sabías que gracias a la risa y a la sonrisa…?
✓ Los adultos ríen por promedio unas quince veces al día, los
niños unas cuatrocientas
✓ El 90 % de las mujeres responden con una risa, a otra risa.
Los hombres

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