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EL PODER DE LA ALEGRÍA Guía para la Paz Interior RAIMON SAMSÓ http://www.raimonsamso.com/ EL PODER DE LA ALEGRÍA por Raimon samsó 2ª edición revisada de: Reencontrar la Alegría / Volver a la alegría. Este libro fue publicado con los títulos anteriores. La 1.ª edición: abril de 2005 © 2005, Raimon Samsó EN EBOOK (Reservados todos los derechos) © 2005, Ediciones Obelisco, S.L EN PAPEL (Reservados los derechos para la presente edición) © Foto portada Berta Pahissa Ninguna parte de esta publicación, incluso el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, digital, mecánico, impreso, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor. La transformación es superior a la información. Escribo y publico libros que transforman vidas. No me conformo con libros que informen en lo que se olvidará - en su mayor parte - a los pocos días. Pretendo la transformación del lector que, al convertirse en lo aprendido, nunca olvidará lo leído. No porque lo recuerde, sino porque lo es. Raimon Índice Introducción 1. Contagio la vibración de mi pensamiento a todas mis experiencias 2. Los pequeños cambios son poderosos 3. Ahora decido practicar el desapego 4. Aunque a veces no me sienta feliz siempre puedo sentirme en paz 5. Las buenas preguntas me ayudan a despertar 6. Nunca fracaso, obtengo resultados mejorables 7. Siempre puedo elegir ver las cosas de otro modo 8. Hoy me siento alegre por todo y por nada 9. Extiendo la paz y la alegría a todo lo que me concierne 10. Mis preocupaciones son un autoataque encubierto 11. Ante todo, elijo aplicar el perdón con alegría 12. La risa despreocupada sana mi alma y mi cuerpo 13. Cuando sonrío manifiesto un milagro 14. Cuanto más amor doy, más amor recibo 15. Hoy decido no tomarme tan en serio y sonrío a todos 16. El amor envuelve todo lo que veo en el mundo Te pido un favor Conoce al Autor VideoCurso Otras Obras de Raimon Samsó Otras Obras de Raimon Samsó Epígrafe «Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar dentro de ti todas las barreras que has levantado contra él. No es necesario que busques lo que es verdad, pero sí es necesario que busques todo lo que es falso.» Un Curso de Milagros Este no es un libro sobre “Un Curso de Milagros” pues esto está más allá de lo posible. Pero sí es un libro inspirado por la profundidad de sus poderosas ideas. Fue escrito en un período de crecimiento a la vez que estudiaba sus lecciones. Desde entonces, sus principios me acompañan en mi vida, la bendicen y se reflejan en todos sus aspectos. Quiero expresar mi profundo agradecimiento a sus autores, a la inteligencia del amor que se expresó a través de ellos, y a la «Fundación para la Paz Interior» (Foundation for Inner Peace) por la divulgación de su obra. Introducción A menudo, nos hallamos tan ocupados en contrastar con otros lo aprendido, que nos olvidamos de llevarlo a la práctica, sin caer en la cuenta de que lo valioso de cualquier creencia es si nos apoya y nos hace sentir en paz. Nos reafirmamos en nuestras creencias porque sentimos la necesidad de identificarnos con algo pero no conocemos nuestras creencias como vivencia. Vivimos en la era de la información mas no del conocimiento. Pasar de la actitud de contrastar a la actitud de experimentar establece una gran diferencia y produce cambios poderosos. Es posible que sientas la tentación de buscar confirmación allí donde no se encuentra: en las ilusiones que compartes y que parecen existir al margen de ti. Pero no te engañes: tu realidad no cambiará si antes no cambias tú. Así es como funciona. La vida no tiene que demostrarte nada, no necesita hacer tratos, no precisa la aprobación para ser lo que es. Recuerda que siempre se te presenta la misma elección: amor o temor. De hecho, ésta es la única decisión posible que debes tomar aunque a menudo venga disfrazada bajo otra apariencia. Cuando no te hallas en paz es porque previamente, en tu pensamiento, la sustituiste por el temor. En esta elección lo que cuenta es tu intención al decidir. Si tu motivación es honesta, recibirás el apoyo de la Intención Creadora. Por ello si caes en el error, éste no perdurará y sus efectos han de corregirse. La tarea de autocorrección consiste en observar los sentimientos que elegimos poner en nuestro corazón y los pensamientos a los que entregamos la atención de nuestra mente. Esto comporta un nivel de responsabilidad que va a precisar de una gran disciplina y constancia. La paz interior es el resultado de una actitud interior y no de unas circunstancias exteriores favorables. No le eches la culpa de todo al mundo, a la mala suerte, a los demás, cuando no a Dios; atribúyesela más bien a tu urgente necesidad de autocorrección. La paz interior es un trabajo de piel para adentro pues sólo tú puedes proporcionártela. Tal vez te gustaría oír que es de otro modo, pero no sería veraz. Nuestra gran tarea consiste en reconocernos y poner nuestra vida en sintonía. Y ya no será necesario seguir inventando quién no somos. Este trabajo interior es simple aunque no es fácil de llevar a la práctica debido a nuestra gran habilidad para complicar lo sencillo. Cuando elevamos la vibración de nuestras percepciones, el mundo que nos rodea se transforma a su vez y se eleva con nuestra visión para adaptarse. Sostener esa vibración elevada va a contagiar a todo el campo de influencia para inspirarlo. Gandhi dijo: «¡Ustedes deben ser el cambio que desean ver en el mundo!». En nuestra travesía interior, que se produce a la velocidad del amor, volvemos al amor y la alegría. Si nos alcanzara la comprensión para contemplar nuestra naturaleza real, en un segundo de intuición, comprenderíamos que Dios nunca nos abandonó; más bien fuimos nosotros quienes le abandonamos a Él, víctimas de nuestra profunda amnesia espiritual. De regreso a la alegría, nos aguardan pequeños descubrimientos de gigantescas magnitudes. Tanto es así que les llamaremos «milagros». Los milagros son una corrección natural de las ilusiones de temor. En nuestra mano no está obrarlos, pero sí solicitarlos y aceptarlos, para que deshagan lo que nunca debimos intentar hacer a solas El juego del dolor no es más que una versión emocional del conocido juego del ego: «busca en el pasado, teme el futuro, pero no encuentres en el presente y así estarás insatisfecho siempre». Hasta la fecha, no encontrar aquello que buscabas, y que no existe, te sumió en la desesperación. Después de jugar este juego doloroso, tomarás nuevas elecciones; ya que el único riesgo real es que todo siga como antes. Personalmente, cada día me recuerdo mi voluntad de levantarme con agradecimiento. Se trata de la única obligación que me permito, pues ya no alimento viejas exigencias. Ahora llamo «preferencias» a lo que en modo alguno considero una necesidad. Es obvio que mi corazón está lleno de sueños y mis horas de la pasión por hacerlos realidad pero, a la vez, me permito vivir en la paradoja de sentirme en paz aún si no los alcanzo. Me he desprendido del apego y de la duda porque ahora sé que fueron lo único que me impedía alcanzar mis deseos del corazón. Es al alinear cada una de mis intenciones con mi propósito vital, cuando recibo la perfecta, eficaz e inteligente colaboración del Universo en la organización de los medios para convertir en realidades mis sueños. Reconozco que la vida continuamente me apoya y, a la vez, me pone a prueba. Y en cada ocasión me complace elegir el amor. Y como respuesta, es amor lo que recibo. A lo largo de las próximas páginas, se van a remover ciertas cosas en tu interior pues éste es el objetivo de este libro. Con certeza, el ego se negará a aceptar que él forma parte activa de todos tus conflictos. También descubrirás que no tiene sentido pedirle a Dios que apoye y se haga cargo de tus ilusiones, ni que sueñe tu sueño, pues Él no puede ver lo que no existe ya que a sus ojos sólo el amor es real. Perosí está en tu mano entregárselas con el deseo de no conservarlas más. Tal vez, no comprendas cómo todo lo que sigue puede ayudarte; o ni siquiera, qué tiene que ver con tus problemas actuales. Sólo puedo decirte que lo consideres de todos modos y experimentes con ello. Si resuena en ti, pero crees que aplicarlo en tu vida cotidiana es imposible, entonces te estás resistiendo una vez más. Sigues dándole tiempo y valor a tus dificultades porque crees que sin ellas desaparecería tu imagen de víctima del mundo con la que tal vez te has identificado tanto tiempo. A lo largo de esta lectura, te recordaré que puedes no experimentar tus problemas tal como tú mismo elegiste experimentarlos un día. Descubrirás que la observación desapegada es tan poderosa que puede disolver todas tus ilusiones. También he de decirte que éste no es un libro para ayudar a resolver problemas pues no existe ningún problema, salvo la creencia de que tus problemas son reales. Cambiar el concepto de lo que entiendes por «problema» es tu única dificultad. Lo que sigue es lo que he aprendido, ahora lo comparto contigo, y personalmente he decidido tenerlo presente cada día. Cambió mi vida y desearía que apoyara la tuya. Me libró de todas mis pesadillas, quisiera que te ayudara a librarte de las tuyas. Raimon Samsó, autor. UNO Contagio la vibración de mi pensamiento a todas mis experiencias Traslado la vibración de mi pensamiento a todas mis experiencias En nuestra mente diseñamos los planos por donde van a transcurrir las próximas experiencias. Para que algo se manifieste antes tiene que «pasar» por el pensamiento ya que la «solidificación» del pensamiento requiere de tiempo y energía. Nada queda en manos del azar en un Universo sensible y reactivo donde se materializan las «decisiones» que hemos tomado, consciente o inconscientemente. De modo que todo pensamiento actúa como un pronóstico de futuro y una petición concedida de antemano. Nuestra función no consiste en cambiar el mundo. Tampoco en cambiar a los demás. Ambos objetivos están más allá de lo posible y pertenecen al ámbito del ego. Lo único que podemos hacer por ellos es mostrarles con nuestro ejemplo, mejor aún, con nuestra presencia, quienes son en realidad. Y así ofrecerles la posibilidad de verse a sí mismos y corregirse si desean hacerlo. Te propongo formularte esta sencilla pregunta tan a menudo como desees: ¿Qué pensé con anterioridad para que mi vida sea lo que es hoy? Es una pregunta que implica un profundo conocimiento de cómo opera la vida. En otras palabras: no debemos quejarnos al espejo por mostrarnos lo que ponemos delante de él. Vigila tu mente, rastrea tu pensamiento, pues podría hacerse real. Sabe que tu mente es la pantalla de proyección más grande que puedas concebir, abarca todo tu mundo. La vida funciona por acumulación: un poco hoy, otro poco mañana… y al cabo de los años uno se pregunta cómo llegó donde está. El noventa por ciento de los pensamientos e imágenes mentales se repiten uno y otro día, la mayoría se expresan de modo negativo... ¿Comprendes por qué tantas cosas salen mal? Creas pensamientos que te apoyan y otros que te perjudican. Es sencillo de comprender si piensas en cuánta energía dedicas a quejarte de los problemas y cuánta en aplicarte a solucionarlos. Muchas personas no cambian, ni sus vidas se transforman, porque no toman la decisión de corregir su pensamiento. Volviendo a elegir y escogiendo la paz en cada ocasión Es una pérdida de tiempo esforzarse en modificar el resultado sin cambiar las causas que lo crean. Sé de tu fascinación por los resultados fáciles y rápidos. De eso se enamora cualquiera pero son las causas las que te han de apasionar. Si amas la causa, y estás dispuesto a activarla, el efectoestá asegurado. Corregirse tiene el mismo significado. Puedes cambiar tu entorno, huir al otro lado del planeta, pero si tú mismo no cambias, a la larga tus asuntos no tardarán en seguir funcionando del mismo modo allí donde vayas. Si quieres sentirte de un modo distinto deberás hacer algo diferente. Si hasta ahora lo que has probado no te sirvió, insistir no vale. Obstinarse en cocinar las «viejas recetas» no va a darte ningún resultado diferente del que ya vienes obteniendo. Si actúas desde la memoria repetirás el pasado – como una fotocopiadora espiritual–; si actúas desde la imaginación –como un proyector de cine–, tu vida será creativa e inspirarás un futuro diferente. Una actitud creativa convoca el apoyo de la inteligencia del Universo que te apoyará de un modo tan apropiado e impecable como no habrías sido capaz por tus propios medios. De hecho, descubrirás que la mente no tiene en absoluto la solución a tus problemas por la razón de que ella es parte activa en ellos. El Universo comprende tu confusión, pero no le da la credibilidad que tú le das. Para que puedas ver con claridad que en realidad tus problemas no existen como tal, te proporcionará los medios precisos para esclarecerte. Pero como hay infinitas formas de contemplar lo que no existe, tú serás quien elija finalmente corregir, o no, tus visiones desenfocadas. En última instancia, reconocerás que no tienes problemas en absoluto; no porque creas que ya los has resuelto sino porque descubrirás que nunca han existido. Aprende a entregar lo que no funciona en tu vida para que el amor lo trasforme y lo bendiga, y después, te lo devuelva como una semilla de futuro. Entrega tus pensamientos carentes de amor y reconoce tu necesidad de transformarlos. Haberlos creado no supone una tacha, pero sí lo es el deseo insano de conservarlos. Puede parecerte que manifiestan tu fortaleza pero son un indicio de vulnerabilidad. Salvaguardarlos en tu mente interrumpe la comunicación con la inteligencia de la creación, no porque ésta los reconozca sino porque tú deseas tenerlos. Recuerda que a solas, al margen de esa comunicación milagrosa, nunca consigues nada que merezca la pena. «El mundo físico es un gran regalo ya que nos devuelve el reflejo de los aspectos internos que debemos corregir a cada momento. Observar en él un efecto –y no una causa– hace una gran diferencia.» Ten presente que, cada vez más, tus pensamientos se convierten en tu siguiente experiencia con mayor rapidez, necesitan de menos tiempo. Tus deseos y sueños del corazón no egoístas cuentan con el poder para materializarse; pues sólo con expresarlos generas la oportunidad. En otras palabras, cuando tu intención se ajusta a la Intención Creadora del ámbito consciente no hay nada que no puedas realizar. Todo lo que desees está en lo posible porque cuentas con el apoyo del cosmos; es decir, del poder del amor y su inteligencia infinita en acción. DOS Los pequeños cambios son poderosos Algunos problemas no requieren hacer nada, sino deshacer; o incluso, dejar de hacer. Nada que aprender, sino desaprender; lo cual ya constituye toda una enseñanza en sí misma. Nada de lo que aprendas incrementará tu significado en el Universo, pues tu valor pertenece al ser y su graduación no sube ni baja ya que es infinita desde el principio y no depende del nivel de conocimiento. El proceso de corrección interior requiere la transformación previa a la de los sucesos externos cuyo papel es recordar la necesidad de corrección interna. Si no cambias tú, tarde o temprano volverás a las mismas lecciones bajo apariencias distintas, ¡ya que aún necesitarás esa situación! Si Dios lo creó todo, y lo hizo bien, los problemas deben consistir en una «creación» humana; o mejor aún, en una «destrucción» humana. Nuestra particular visión del mundo ha hecho creíble el sufrimiento cuando en el suyo ni siquiera existe como posibilidad. Él no puede reconocer el sueño que nosotros soñamos porque si lo hiciera le daría credibilidad a lo que no la tiene y entraría a formar parte del sueño. ¿Entiendes su dificultad? Aun deseándolo, ¿cómo podría transformar aquello que no existe? El tamaño de tu problema depende de tu fe en la ilusión que lo sustenta Los éxitos y los fracasos son apenas simples etiquetas queaplicamos a resultados y circunstancias insignificantes dentro de una aventura espiritual de mayor alcance. Prueba esto: declara que tanto lo que te gusta como lo que te disgusta es una auténtica ilusión. Todo lo «bueno» y lo «malo» que parece ocurrirte es una interpretación, un acto desesperado del ego para reivindicar sus exigencias. El ego que inventaste necesita precisamente identificarse con cualquier cosa porque esa identificación es lo que le da vida. Has de saber que no hay ilusiones buenas o malas, todas son lo mismo pues su único fin es mantener el temor. No son una realidad en sí mismas pero sí la representación de tu eterna pugna con el mundo que crees ver. Tu inagotable necesidad de atacar necesita ilusiones en las que recrear la ira, por eso crees en la defensa de tus ilusiones; sin embargo, la verdad no puede ser atacada ni precisa defensa Bien, te preguntarás entonces, ¿a qué darle credibilidad? Sabrás que algo es real, cierto al cien por cien, porque ante su visión te sentirás en completa paz. Tendrás la sensación de recordar y no la descubrir. Más adelante en el tiempo, siéntete libre de pasar de esa verdad a otra, pues tu función es mantener la paz interior y no tus opiniones Todo lo que exijas desde la necesidad ansiosa no puede ocurrir, porque si así fuera, confirmaría la ilusión de que tu necesidad es real. O que el temor puede ayudarte a satisfacerla. Prueba a no tomarte tan en serio lo que parece sucederte. No te declares una persona especial en medio de una situación especial. No proclames tu necesidad; y sólo así, ganarás la independencia interior y la paz, sea cual sea la situación. Una vez desactivada una programación mental, desactivarás las diferentes voces con las que se expresa el ego cuando toma el mando. Y al desaparecer la causa ya no se repetirá el efecto. Si no encuentras el modo de resolver tu problema, concédete la oportunidad de observarlo, esta vez desde la visión del amor. Baja tu problema al corazón. Aclara tus creencias irracionales. Pregúntate qué pensaría Dios en esas mismas circunstancias. Concédete un instante de apertura y pregúntale cómo puedes «no ver» lo que tanto te aflige. Las preguntas son muy poderosas cuando son honestas y no contienen ninguna expectativa sobre la forma que la respuesta debe adoptar. Lleva a cabo pequeños cambios sostenidos en el tiempo y obtendrás resultados extraordinarios. Los pequeños cambios son poderosos. Bendice tu necesidad de transformación y el crecimiento que se estableció como tu propósito. Puesto que una de las herramientas de trabajo es el tiempo, la persistencia convertirá en posible lo que hasta un instante antes parecía «imposible». Pero el milagro no está en que sea una cosa u otra, posible o imposible, sino en el cambio de mentalidad que no hace distinción El amor busca expresarse en toda circunstancia, aunque invitarle y darle paso es una elección voluntaria. El amor desplaza al temor allí donde le invitas y corrige la absurda idea de que has sido abandonado a tu suerte. Toda elección que no te ofrezca paz interior de inmediato es un mandato del ego, una nueva petición de conflicto. El sentimiento de abandono y desconexión con la inteligencia universal sólo puede obviarse cuando te adhieres a lo correcto. Tu corazón sabe qué es lo correcto. Mientras te mantengas alterado, alejado de tu centro, el apoyo del cosmos se retirará respetando tu elección de vivir en la baja vibración de la agitación mental. Pedirle que se sume a ese torbellino de negatividad está más allá de lo posible Tus estados de ánimo se originan en los pensamientos que albergas en tu mente –donde, recuerda, sólo puedes pensar tú–. Todo pensamiento tiene un efecto que nunca es neutro; de tal modo que este instante es la consecuencia de lo que pensaste el anterior. Presumir que la vibración que impregna el diálogo interior no va a trasladarse al mundo que nos envuelve es una gran ilusión, tal vez la mayor. Cambia el vocabulario que utilizas a diario, «háblate» de modo creativo, y cambiará en consecuencia la vibración de tus pensamientos y todo lo que éstos atraen. Eleva la calidad de las palabras que utilizas cuando te «hablas» en tu mente y ascenderás a una realidad acorde Un día renunciarás a cambiar a los demás y te centrarás en cambiarte a ti mismo. Esa será tu única prioridad y entonces descubrirás, en lo que será el final de la separación, que la conciencia del observador termina por modificar lo observado de modo que tus vivencias son una conversación entre tú y la realidad. Cuando las cosas no salen de acuerdo a las expectativas podemos tacharlas de injustas. Sin embargo, no nos damos cuenta que todo «nos lo hacemos a nosotros mismos». Las circunstancias pueden cambiar de favorables a desfavorables pero, en última instancia, eso no va a afectar al alma que lo aprecia como una oportunidad de crecimiento. Los sentimientos que albergamos en el corazón dependen más de la claridad interior que de lo que hagan o dejen de hacer los otros; incluso de que nos salgamos con la nuestra o no. Hay quien se obsesiona en tratar de interferir en la vida de los demás por temor a perder el control sobre la suya propia. Cuando estás triste te olvidas que no lo estabas poco antes de poner en tu cabeza las ideas que te hacen sentir así. Tal vez la felicidad no consista en preguntarnos si lo somos o no lo somos. Una actitud de despreocupación, conduce a la verdadera felicidad al desapegarnos de la necesidad ansiosa de experimentarla. «No preciso de grandes cambios sino pequeños cambios pero mantenidos en el tiempo. La disciplina y el compromiso conducen a transformaciones definitivas.» Libérate de la necesidad de ser feliz y lo serás. Ni siquiera te preguntes si lo eres o no. La paz interior es un estado que no precisa justificaciones, y por ello una mente en paz nunca se formularía esa pregunta ya que, en sí misma, la paz es despreocupación y aceptación de lo que es. TRES Ahora decido practicar el desapego El apego es la vinculación ansiosa a las cosas, a los logros y a las personas; a todo aquello sin lo que crees que no podrás sentirte feliz. A pesar de tu adicción a establecer vínculos, te parecerá una ironía que para conseguir lo que deseas debas desapegarte para atraerlo hacia ti. En realidad, todo aquello de lo que prescindes te lo das a ti mismo. Dice el Curso de Milagros que los regalos que ofreces te aguardan en el cielo. La mente se entrega al apego sin adivinar que no encontrará la felicidad adherida a las personas o las cosas. Buscar la felicidad a través de la separación es contradecirla. Disfruta de las cosas, o de la compañía de las personas, eso es tu bendición; pero si te atas a ellas, te conviertes en su sirviente. Ya no hay placer, hay dependencia. De hecho, la elección que se te plantea, una y otra vez, es bien clara: vínculo o independencia Es tan paradójica como la del pez que nadando busca el agua. La dificultad de librarte de tus programaciones mentales está en la identificación con ellas, en creer que son «tú». De tal modo que la mente no percibe la necesidad de desprogramarse, pues no ve su programa como tal. Al no ser conscientes de las programaciones limitadoras, ni siquiera nos planteamos cuestionarlas. Están tan asumidas que pensamos que son una realidad. El engaño es tal que ni tan sólo se nos ocurre cuestionar su legitimidad. Examina todas las creencias de un modo desapasionado en primer lugar; y en segundo lugar, observa los efectos que producen en tu vida. El simple acto de llevar conciencia a tus ilusiones y verlas como lo que son, anula su poder sobre ti. Retira el valor que les concediste un día y se disolverán, pues de eso se alimentan. Reconoce sus efectos devastadores, y ya no desearás seguir nutriendo las vinculaciones que te inmovilizan. Es un gran privilegio poder ver aquello en lo que has creído antes, máxime cuando además tienes concedido cambiarlo de inmediato. El modo de desprenderse de los apegos, no es la amarga renuncia pues eso crearía un nuevo apego pero de signocontrario, sino viéndolos como lo que son: programaciones de la mente dependiente y ansiosa. La renuncia, a la larga, se convierte en resentimiento y eso ata aún más. Desapegarse no consiste en una renuncia, sino en soltar las cadenas que te atan al objeto del apego. ¿Por cuántas cosas y cuántas personas te sientes atado o poseído? Disfrutar de las cosas y de la compañía de las personas es un regalo, pero necesitarlos ansiosamente activa el sufrimiento. Al observar las pautas de tu pensamiento, ya no eres la mente pensante, sino el «yo» testigo. Cambias la ausencia de ti por la presencia de tu yo consciente. Pasas de estar controlado a sentirte libre incluso de la necesidad de controlar, de ser utilizado por la mente a utilizarla, de la inconsciencia a la consciencia. Una actitud desapegada e independiente esclarece tus asuntos al comprender que en realidad nunca existieron tal como los contemplabas antes. La observación rigurosa de los hábitos mentales que pertenecen al ámbito del ego es tu única arma para desbaratar las suyas. La observación desapegada te conduce a abandonar la protección que dispensaste a tu auto-imagen creyendo que ésta te defendería. Cuando pones en duda la credibilidad de las exigencias del ego, niegas su realidad. Lo que en tu presencia no es creíble no puede ser real ni haber existido nunca salvo como una ilusión. En el juego de las energías, la elevación atrae lo noble y elevado; la sencillez, lo fácil y sencillo. Al abandonar la resistencia a «lo que es», se transformará su significado y el modo en cómo te «habla». Cuando sostienes una vibración rápida y elevada no puedes permanecer en situaciones que no la reflejan. Fluyes y avanzas, y todo tu entorno testifica esa mejoría. Si por el contrario te resistes al curso de los acontecimientos, sostendrás los conflictos de siempre, los mismos que ya han demostrado una y otra vez que no te valen. Di: «Puedo ser perfectamente feliz aun sin esto». Y lo serás. No apoyes el juego del ego cuando te grita que eso es inaceptable. Ya conoces su loco juego del «busca pero no encuentres». Entrégate a tu sueño con pasión, haz tu vida mientras, ocúpate en tus asuntos incondicionalmente y sin expectativas, y el logro acontecerá tarde o temprano Tal vez califiques tus apegos como «necesidades», pero aun bajo ese disfraz se trata del mismo vínculo adictivo. Entrega tus necesidades, no para que sean satisfechas, sino para que se desactiven como tales. Desidentifícate de tus apegos y contémplalos como lo que en realidad son: ataduras y vínculos. Date cuenta de que los arreglos forzados son reformas superficiales y provisionales que no cuentan con la conformidad del cosmos y que por lo tanto no han de prosperar ni mantenerse en el tiempo. Una vez más, te diré que no debes renunciar a lo que declaras «necesitar», sino que «renuncies» a la necesidad misma y al control que ejerce sobre ti. Puesto que eres un ser íntegro, nada te falta más que abandonar la ilusión de carencia o necesidad que abrigas. Nada que no esté en tu vida puede calificarse de necesidad, así como todo lo que recibes llega a ti por tu propia petición no manifestada. Cada vez que declaras lo que te falta, o lo que necesitas, estás declarando la pequeñez o la grandeza con que calificas a tu ser. El ego se expresa de muchos modos, utiliza infinitas estratagemas, por lo común podrás oírle decir que tal cosa o tal otra estarían muy bien pero que en cualquier caso «es muy difícil». En realidad lo que está diciendo es: «no quiero cambiar». «La paradoja de desear algo y despegarse del resultado crea El milagro del logro. Aceptar que puedes ser feliz, aun sin conseguir lo que más deseas, te lo concede.» O argumenta el consabido: «sí, pero…» que consiste en acariciar la posibilidad de cambio sin darle una oportunidad. Otras veces, el ego responde a tus buenos propósitos con un lacónico: «lo intentaré», cuando en realidad te está dando largas para que no insistas más. Cambia el vocabulario que usas en tu diálogo interior –el modo en que te «hablas»– y transformarás en profundidad tus percepciones. CUATRO Aunque a veces no me sienta feliz siempre puedo sentirme en paz La insatisfacción es el resultado de la desafortunada comparación entre lo que es y lo que crees que debería ser. Mientras establezcas comparaciones, mirando a los lados o hacia atrás, creerás que siempre hay una alternativa mejor a lo que el momento presente ofrece. Las creencias están tan arraigadas en el subconsciente que parecen una verdad objetiva. Una vez establecidas, su única función es mantenerse. Tanto es así que ni siquiera te planteas cuestionarlas pues no las consideras una creencia, sino una evidencia con la que te identificas. Esta ilusión perpetúa la percepción pues no hay conciencia de la necesidad de su corrección. Expresado de otro modo: la mente que debe corregirse a sí misma no es consciente de que en ella está el origen del problema. No sabe que su medicina es modificar su visión hasta acercarla a la visión de Dios. Identifica cuál es «tu peor pensamiento» sobre ti mismo, tu programación más negativa y limitadora. Retírale todo el valor que le has dado. Acepta la oportunidad de transmutarla en un pensamiento creativo. Puesto que yo soy el pensador que pensó el peor de mis pensamientos, también soy el pensador que decide corregirlo Sustituye todos los pensamientos que te causan sufrimiento. En realidad, es uno sólo aunque las formas de expresarlo son muchas. Los apegos, las creencias limitadoras y los miedos son programaciones que manipulan la mente desestructurada. Existen en el ámbito mental aunque tú creas que su naturaleza es real. Deja pues de darles valor en tu pensamiento y date cuenta de que son incompatibles con tu felicidad. ¿Cómo ser consciente de tus ataduras? Observa tus pensamientos recurrentes. Sostén la luz en tu interior. La observación no reactiva revelará las ideas que controlan tu mente. La acción reiterada crea la repetición de resultados, observa lo que obtienes una y otra vez porque detrás hay una programación que desactivar Asumir hoy la responsabilidad del resto de toda una vida es demasiado para la paz interior de este momento. Arrastrar la carga del pasado es un lastre demasiado pesado para poder avanzar. Con lavar los platos del día basta, dejemos los de mañana para mañana, y olvidemos también cuántos lavamos ayer. No tiene sentido tratar de hacer del pasado algo «mejor» de lo que fue. Si conoces el propósito de tu vida y te comprometes con él, no es preciso nada más. Las personas satisfechas viven con intensidad el momento presente, les agrada ser quienes son y lo que hacen. Para ellas, las pequeñas dificultades diarias nunca eclipsan el sentimiento de dicha que supone estar aquí y ahora. Se saben «eternos» y por ello no les entristecen ni preocupan los carteles de «pasado» y «futuro». Viven con la despreocupación que les absuelve de toda culpa y despoja del temor. Saben que la paz interior sólo puede hallarse en el momento presente porque ese es el instante que habita Dios. Si te sientes preocupado y agitado significa que sufres un «empacho de futuro». Si, por el contrario, te sientes culpable, deprimido, lleno de rencor significa que sufres un «empacho de pasado». En ambos casos vives ausente del momento presente, el único en el que puedes hallar la paz interior. La paz es posible cuando te adhieres a lo verdadero y dejas de buscar en la pasarela del tiempo lo que éste no puede brindarte. Al regresar a tu centro recuperas la posición que nunca debiste abandonar. Prueba esto: deja a un lado tus necesidades y observa la libertad que sentirías si desapareciera la lista de exigencias del ego. Y repite para ti mismo aún en la peor de las circunstancias: «Incluso en esta situación, elijo sentirme en paz». «Hay cosas que no podemos cambiar en el mundo. Algunas de ellas nos hacen sentir mal, pero siempre es posible sentir paz interior en las peores circunstancias porque la paz es una elección ante una experiencia exterior.» Sabe queen el caos hay un orden implícito capaz de regenerar cualquier situación aparentemente destructiva y, sin embargo, para tu salvación. Practica la independencia interior, la aceptación de lo que es, y la no resistencia a lo que la vida te ofrece en cada momento. Y, paradójicamente, todo lo obtendrás. CINCO Las buenas preguntas me ayudan a despertar Las preguntas son poderosas, te sacuden, actúan como un despertador… Tal vez te incomoden pero ¿cómo podrías desear obtener respuestas si antes no formulaste una pregunta? Una vez que las expresas, la vida se mueve para ofrecerte respuestas. Acostúmbrate a trabajar con preguntas y a hacerlas «flotar»; es decir, a sostenerlas en tu campo vibratorio personal. Atraerás una respuesta inspirada cuándo y donde menos lo esperes. Quizás pienses que oírla será difícil; no obstante, elaborar la respuesta no es tarea que a ti te corresponda. Las soluciones a tus problemas no pueden tener ninguna dificultad por el hecho de que se activan un instante antes de que tú las solicites. Si te sientes insatisfecho sin saber cuál es la razón, recuerda qué pensaste con anterioridad que te hizo sentir así. En realidad, todos los estados de ánimo son resultado de esta única elección: «Qué deseo experimentar en este momento, ¿paz o conflicto?, ¿amor o temor?». La elección siempre te corresponde a ti, puede que tu indecisión la retrase pero no puede evitar que la tomes La idea de que «no sabes» no tiene sentido; di más bien que no recuerdas. Una pregunta es la formulación de tu deseo de recordar. Al formularte una pregunta no puedes albergar ninguna duda ya que una duda sólo puede llevarte a otra duda; es decir, a perderte en la irrealidad de tus temores. Confía en que tu alma «recordará» lo que ya sabe cuando sea preciso. El medio a través del cual recibas ese «recuerdo» no está en tu mano definirlo y tratar de hacerlo carece de importancia. No hay graduación en el sueño: o estás despierto o estás dormido. Tampoco hay diferencias en el tamaño de tus ilusiones, todas son iguales. Tu deseo de paz es lo único que puede hacerse real; mejor dicho, conducirte por fin a la realidad. Para percibirla es necesaria tu firme decisión de dejar de ver tus ilusiones. Saber lo que ya no quieres es muy esclarecedor. Por el contrario, tus deseos de conflicto sólo pueden mantenerte dormido. Pero si crees que es posible diferenciar los sueños entre buenos y malos, es que aún sigues dormido creyéndote despierto. Un día ya no podrás elegir entre un sueño u otro; esto es, entre opciones que no existen; sino más bien, entre despertar o seguir dormido. Ese día soñarás que tu mayor anhelo es estar despierto y en ese momento morirá tu pesadilla –ya no creerás en ella– y tú nacerás a una nueva realidad. Formúlate preguntas y provocarás respuestas creativas aquí y allá, en todas partes Renuncia a soluciones forzadas y deja a lo creativo que haga su trabajo. Formúlate preguntas y deja que éstas te acompañen durante el día. Dales el tiempo de tu presencia y el espacio de tu silencio. Más pronto que tarde, llegarán a ti respuestas del modo menos pensado y en el momento más inesperado. Tanto es así que las llamarás «casualidades». También es posible que te parezcan demasiado simples como para tener algún sentido dentro de tu complejo problema. Comprende que una respuesta compleja sólo contribuiría a la supuesta complejidad del problema. Y eso lo haría más grande. Hacer «flotar» las preguntas crea una nueva situación que la inteligencia reactiva del cosmos corresponde elevándote al nivel de conocimiento que precisas. No temas ser incapaz de dar con la respuesta, si puedes formular una pregunta, hay una revelación para ti. De hecho, todo lo que necesitas saber ya te ha sido mostrado con anterioridad bajo diferentes apariencias. Haz tu pregunta y deshaz todas tus respuestas preconcebidas: las que crees posibles y las que crees «imposibles». Cuando reconozcas tu respuesta, considera si en realidad no la negaste antes porque no era de tu completo agrado. Lo que cuenta no es el tiempo que te tomó recibirla sino los cambios sufridos para aceptarla como tal. Ahora bien, es imposible que una pregunta expresada desde el conflicto tenga una respuesta que conduzca a la paz, pues en sí mismo el conflicto sólo desea extender su dolor. Las propuestas del ego suelen ser las menos creativas, pues se repiten una y otra vez, y encierran el deseo de no saber. Cuando formules tus preguntas y entregues tu problema con confianza, la respuesta será inspirada y acorde con esa vibración. Lo opuesto a la confianza, la duda, es todo lo que te separa de lo que tú mismo has establecido para ti. Quisiera que vieras que detrás de toda emoción hay un pensamiento que le da vida. De hecho, las emociones no dejan de ser «pensamientos del corazón» y la emotividad el tono del diálogo interior. Reconoces las emociones pero no «ves» el pensamiento que las sostiene y entonces piensas que no guardan relación alguna e incluso que las emociones tienen «vida propia». Pero ni se producen al margen de tus pensamientos y creencias, ni ningún sentimiento es objetivamente «cierto» por completo. Prueba esto: elabora una lista con todo aquello que influye en tu estado de ánimo. Establece dos columnas: a la primera, llámale «Lo que Dios no habría pensado»; y a la segunda, «Pensamientos que comparto con Dios». Anota tus pensamientos más repetitivos. Pregúntate por su efecto en tu estado de ánimo y en cómo te apoyan o te perjudican en tu vida. ¿Reflejan tus miedos? ¿O lo que tú temes no ha tenido lugar más que en tu asustada creación? ¿Cuál de las dos listas es más larga? Si el dolor supera el amor, repasa tu lista porque con seguridad olvidas algo importante. Las razones obvias con frecuencia suelen ser las más valiosas. Imagina que, de pronto, no disfrutaras de cuánto has conseguido, ¿con cuánto anhelo lo desearías entonces? Alcanzar lo que deseas se llama éxito, disfrutar lo que ya lograste con anterioridad se llama felicidad. ¿Has anotado causas que no dependen de ti? Si es así, recuerda que tu paz interior depende nada más que de ti mismo y no de lo que ocurra, deje de ocurrir, o hagan los demás. Debes saber que ceder la responsabilidad de cómo te sientes a los demás es entregarles el control de tu estado emocional ¿Tu felicidad está condicionada a la obtención de logros? Supongo que sabes que la felicidad no depende de lo que consigas durante tu estancia en el planeta sino de que aprecies las cosas simples y valiosas que cada momento te ofrece. ¿Tus estados de alegría son breves? Si la respuesta es sí, entonces harías bien en revisar aquellos pensamientos que crean ese vaivén en el ánimo. Si tus alegrías gravitan en torno a satisfacciones pasajeras, también será pasajera la felicidad que te proporcionen. «Más importantes que las respuestas son las preguntas que nos formulamos; las preguntas ayudan a despertar y ponen en movimiento, la energía que abre la conciencia.» Reconoce tus pensamientos conflictivos más frecuentes. Su repetición sostenida en el tiempo grabó su vibración en tu campo personal y los convirtió en creencias en tu mente. Como tú fuiste quien los puso ahí, por esa misma razón puedes sustituirlos por otros. SEIS Nunca fracaso, obtengo resultados mejorables Siempre puedes lamentarte porque tu pasado no resultó mejor de lo que deseaste; pero en ningún caso, te será posible cambiarlo. Tal vez cometiste errores, o mejor dicho: «resultados» mejorables. En realidad, estuviste soñando tus faltas nada más; pues nunca fuiste imperfecto, salvo bajo un decadente modo de contemplarte. Tal como te contempla el amor, declárate perfecto aún sin conocer el aspecto de la perfección y se excluirán todas tus supuestas imperfecciones Los sentimientos de culpa y preocupación se valen de los supuestos pecados del pasado y del temor a repetirlos en el futuro. El ser que eres no puede adherirse a una interpretación de separación: correcto e incorrecto, bueno o malo, error o acierto... sin malentenderse. Cuando entreguestu disminuida percepción a lo perfecto, podrás llamarla conocimiento; a ese nivel, el error no se contempla pues nunca ha existido Cada «resultado» lleva adherida una oportunidad de transformación. Celebra pues el proceso de aprendizaje llamado «prueba-error» como un medio para la elevación de tu conciencia y no como el fastidioso juego de los castigos. No necesitas no equivocarte nunca más, pero sí aprender a corregirte cada vez que eso ocurra. Entrega tus supuestos errores y renuncia a la malsana devoción por conservarlos. Cada vez que declares una sentencia de culpa dirigida hacia ti mismo, o los demás, ten presente que el Creador nunca os juzgó. Si quieres honrarle, como Él honra su creación, entrégale todo lo que te hace sentir imperfecto; recuerda que si respondes a la culpa y la imperfección, estropeas su obra al despojarla de su inocencia. Al éxito se llega después de obtener ciertos resultados que algunos llaman fracasos En el pasado conocimos ocasionalmente el sufrimiento, su recuerdo está presente. Su proyección es la reposición de un programa caduco que ya no tiene interés revisar. Cuando damos un paso en la dirección que nos corresponde, la inteligencia del Universo nos apoya, movilizándose para colaborar en nuestro bien más elevado. Nuestra intención se adecua a la suya y entonces son una. Y lo que habías esperado, a solas, por fin sucede en su compañía. ¿Cuántas veces hemos sentido que un milagro nos bendecía? Quizás lo calificamos como un golpe de suerte, casualidad, pero en el fondo sabíamos que era amor en acción. Hoy reconocemos la necesidad de modificar viejos esquemas que han demostrado su inutilidad para llevarnos a la paz interior. Descubrimos que un «error» es una respuesta correcta a una pregunta equivocada. Y que nos extraviamos cuando el sentido de la dirección es inoportuno para nuestro proceso de aprendizaje. Entonces, el Universo nos lo hace notar – para que lo corrijamos– mostrándonos un «resultado mejorable» –llamado comúnmente «error»– y acto seguido nos concede una oportunidad para corregirlo de inmediato. A lo largo de la vida, todos hemos cometido «errores» porque nos hacían falta para seguir avanzando. Personalmente me alegro por haber cometido mi propia cuota de «resultados mejorables» por lo mucho que me han ayudado a crecer. Gracias a esta perspectiva compasiva me libro de la carga de la culpa por lo que hice, o dejé de hacer en el pasado, y del temor a repetirlo en el futuro. Es hora de aprender que no existen «errores» ni «fracasos». Tan sólo existen «resultados mejorables» en un caso, y «abandonos prematuros» en el otro. Así que si no te gusta lo que obtienes, modifica tu actitud y el mundo que te rodea se adaptará a ese cambio para ofrecerte algo diferente. En el tiempo, un «error» no supone una negación, sino un resultado que lleva adherida la información necesaria para el nuevo intento. Es más un retraso que una negación. El Universo trabaja con la paradoja y con los caminos lentos y zigzagueantes. Ten siempre presente que vivimos en un planeta de gente perfecta, creyéndose imperfecta, volviendo a la perfección. Si atacas los errores de tu semejante es que estás renunciando a su corrección en ti mismo. Al negar la oportunidad que suponen, tanto para quien cree verlos como para quién cree cometerlos, el efecto se pierde. En realidad, buscas en sus errores los tuyos propios. Si no hubieses creído en tu imperfección porque los cometiste no caerías en la falta de buscar la suya. Sólo podrás aceptar tus errores cuando los suyos no te parezcan inaceptables. «No existen los fracasos, sólo abandonos prematuros. Un error es el espacio de tiempo entre un resultado y el siguiente: el del éxito. Por eso nunca fracaso, sino que descarto modos de “no hacerlo”.» Entonces, cuando percibas la irrealidad de toda falta, podrás librarte tú también de tu imperfección. En ese instante de lucidez, ambos ingresaréis en el estado de inocencia que nunca debisteis abandonar. SIETE Siempre puedo elegir ver las cosas de otro modo Las creencias te impiden aceptar nada que no esté de acuerdo con ellas, de tal modo que «ves lo que eliges ver». Tanto es así, que llegas a ser «pensado» por tus creencias. Y entonces, lejos de usar tus creencias pasas a ser «usado» por ellas. Es decir, no utilizas tu mente como un instrumento a tu servicio sino que tú eres «utilizado» por ella. ¿Ves por qué puede parecer que las cosas suceden en lugar de hacer que sucedan? Cuando las cosas no concuerden con lo que esperabas de ellas, repite para ti mismo: «Puedo elegir ver las cosas de otro modo». No te quejes de lo que ves, pregúntate por qué decidiste verlo alguna vez y después elige no verlo. La auto corrección es tu función y tu práctica espiritual. Influyes en tu entorno no planteando exigencias, sino manteniendo tu independencia de él. Cada vez que te sientas en conflicto, considera qué elección equivocada te condujo a la agitación. No le eches la culpa al mundo, ni a los otros, por lo que elegiste; o mejor dicho, por no elegir experimentar la paz. Mantener una visión inadecuada significa un retraso en el proceso de aprendizaje; pues tarde o temprano, volverá a plantearse la misma situación bajo una apariencia distinta hasta que sea vista bajo la mirada del amor. Con frecuencia, buscarás la confirmación de tu ilusión en los demás y en ese sueño colectivo harás aún más grande tu ficción. Cuando, por fin, te decides a contemplar a tus semejantes sin hacerles pasar por el filtro de tus moldes preconcebidos, entonces la distancia entre un corazón y otro se anula. Y todas las consecuencias de aquella decisión equivocada se disuelven. Puedes verles de verdad; y descubrir que tu visión anterior era sólo una interpretación. El restablecimiento de vuestra estrecha vinculación va a producirse con certeza, lo único que está en juego es el momento en que se produce. Cuando consideres un ataque como una petición desesperada de amor, te librarás del dolor que supone participar en el juego del ego, donde alguien debe perder para que otro pueda ganar. Pero ni el mundo es un campo de batalla, ni nosotros guerreros en una contienda interminable donde es necesario resolver una ganancia o una pérdida. Si les niegas algo, es a ti mismo a quien privas. Si inicias el juego de la pérdida, tarde o temprano te tocará jugar a perder. Si piensas que puedes perderlo, es que nunca fue tuyo en realidad. Y es cierto que lo que no te pertenece acabará por irse de tu lado. Concretamente, en tus relaciones, no deberías querer estar con la persona que no te corresponde. Insistir os privaría a ambos de una relación mejor ¿En cuál de mis pensamientos elegí sentir el conflicto en lugar de la paz? Cada vez que experimentas el conflicto es porque tu visión está alejada de la forma que tiene tu creador de contemplarte a ti y a la situación. Sabe que todo lo que parece sucederte fue antes un pedido en tu mente y por esa razón concedido de inmediato. ¿O permitir que un pensamiento ocupe tu mente no es un pedido en firme? ¿O verbalizarlo no es emitir un decreto? Tu único problema con la realidad consiste en creer que es real por sí misma, al margen de ti. Abandonar tus ilusiones va a requerir de tu parte un salto a un nuevo nivel de conciencia. Esto puede parecer difícil pero te aseguro que no darlo no tardará en convertir la situación en insoportable. Toma el compromiso de llevar paz a todo lo que emprendas y la recibirás de vuelta. Y entonces, lejos de alentar el conflicto, extenderás la paz a tu alrededor ¿Cuándo una percepción es errónea?, cuando nace del deseo de algo distinto a lo que se te ofrece. ¿Cómo saberlo?, reconociendo el sufrimiento que conlleva. ¿Cómo corregirla?, añadiendo amor a todo pensamiento que carezca de él. Puedes erradicar un pensamiento negativo sustituyéndolo de inmediato por otro elevado. Sencillo pero no fácil. El método es la disciplina. Tal vez, desearías un remedio mucho más complejo y sofisticado, además de relajado, pero eso no entra en lo posible. La necesidadde una solución compleja sólo alimentaría la ilusión de que es posible un problema difícil. En realidad, todas las elecciones se reducen a ésta: amor o temor. En su versión práctica: paz o conflicto. Absolutamente todas son una versión disfrazada de esta decisión. El sufrimiento no puede existir sin ti, ni al margen de tu visión, ni adherido a las situaciones, ya que precisa de tu necesaria complicidad. Al admitirlo, lamentarás la inutilidad del dolor pasado, pero también puedes alegrarte por los efectos de esta nueva visión en lo sucesivo. No te decepciones porque el mundo no se adapte a tus expectativas; por el contrario, debes alegrarte de poder acomodar tus intenciones a la suya. No es preciso que sacrifiques nada salvo la creencia en tu supuesta imperfección. Es imposible mantenerse presente en el aquí y ahora y, a la vez, albergar una actitud de resistencia y reacción a lo que es. Abandona la necesidad de tener razón, de forzar el cómo y el cuándo, y entonces tanto el momento como el modo se mostrarán impecables, más allá de lo que tú habrías sido capaz de concebir por tus propios medios. Ahora sabes que no es el mundo lo que vinimos a cambiar, sino a nosotros mismos. Y sin embargo, nuestra transformación modifica el mundo ya que éste es lo que todos hacemos de él. «Siempre puedo elegir ver las cosas diferente. Cada vez que me sienta mal recordaré qué elegí pensar que me provoca ese sentimiento negativo. Y en ese mismo momento, me recordaré que puedo elegir sentirme en paz.» Puesto que la sanación del mundo empieza en la mente que lo observa, elige cómo vas a contemplarlo. Cada progreso individual, por pequeño que sea, tiene un gran impacto en la conciencia compartida. Tal vez hoy no aprecies la importancia de esa sutil contribución a la conciencia colectiva, pero el alma atesora cada una de sus elecciones consciente de su participación en un plan superior. OCHO Hoy me siento alegre por todo y por nada No hay un lugar más interesante en todo el Universo que el que tú ocupas, nada en él más sagrado y valioso que un alma. Siempre estás a salvo, apoyado por la inteligencia infinita del amor, incluso en los momentos difíciles en los que creíste ciegamente en el miedo. Fue precisamente esa creencia en el miedo lo que te inhabilitó para manifestar tus deseos. Sin embargo, la visión que compartes con tu Creador carece de temor pues es posible que inventes tu imperfección, pero sus pensamientos no pueden reconocer lo que Él no ha creado y, por tanto, no existe. Preocuparte encapsula el problema, sostiene la baja vibración de la ilusión, y te impide elevarte al plano de la solución. Eliges soñar un problema y cuando te cansas de él inventas otro: cambias unos sueños por otros pero lo que no cambia es seguir dormido. Y así vas de uno a otro, y consientes una lucha de ilusiones que rivalizan en tu mente por un instante de atención. Una ilusión sólo puede luchar con otra ilusión, pero nunca con la verdad porque la verdad no reconoce enemigos por la razón de que no existe nada opuesto a ella. Establece, como tu principal objetivo, dejar atrás tu increíble sistema de ilusiones como paso previo a comprender que el mundo que respaldan no existe. Iniciarás un proceso en el que el tiempo se adecuará a tus necesidades ya que éste es un instrumento para el aprendizaje. Hay muchos modos de ahorrar tiempo pero aceptarlos requiere un mayor esfuerzo en la instrucción. Tú decides la velocidad en función de tu predisposición a soportar el dolor que conlleva descubrir que lo que creíste verdad, ya no lo es. Nada puedes saber del nuevo nivel de conciencia que se te abrirá; por el momento, basta con declararlo posible y preferible a lo conocido. Lo más importante de tu actual nivel de comprensión es su apertura y disposición a entregar tus ilusiones. No algunas, sino todas. No sugiero pasar a buscar la verdad, sino olvidarte de las ilusiones que te impiden verla. Las experiencias han sido ajustadas por nuestras expectativas, de modo que aun siendo irreales parecen convincentemente reales. En esto consiste el juego de las ilusiones. Pero en la naturaleza no existe la tristeza, así que ésta debe tratarse de una confusión de la mente humana No existe nada real fuera de la mente humana que pueda llamarse tristeza La tristeza es la creencia de que un error debe ser castigado pero no corregido. La tristeza es ese castigo. Una vez que te lo has impuesto, no puedes dejar de proyectar tu tristeza y convertir tu enfermedad en la del mundo. La insatisfacción es el resultado de una desacertada comparación. De la reacción a una visión desesperanzada. A menudo, antepones la necesidad de tener razón a la necesidad de sentirte en paz. Prueba a preguntarte: «¿Qué prefiero: tener razón a costa del conflicto, o ser feliz sin ella?». Estamos tan obsesionados en construir una vida «perfecta» que nos olvidamos de si será capaz de proporcionarnos paz. Nos sumergimos en un proceso de búsqueda de reconocimiento o satisfacciones pasajeras que nos olvidamos de preguntarnos si todo esto satisface nuestra alma o si, por el contrario, la adjudica en subasta. Tarde o temprano, como las cosas o las personas no siempre se ajustarán a nuestras expectativas, sentiremos la decepción una y otra vez… lamentándonos de que todo es inútil después de tanto esfuerzo, y sin comprender que la paz interior no es el resultado del esfuerzo sino del abandono de la fuerza. Si observásemos nuestros deseos con desapego, descubriríamos que algunos de ellos son incompatibles entre sí; o aún peor, contradicen nuestros valores personales. Tal vez se trate de los deseos de otros pero en absoluto de los nuestros puesto que no tienen el poder de hacernos felices. Entrega todos tus deseos a la luz para descubrir cuáles son auténticos. No olvides que la inteligencia infinita del amor te creó y por ello conoce bien tus verdaderos deseos del corazón. No te lamentes porque no has encontrado la felicidad después de infructuosos trabajos; más bien reconoce que has buscado donde no estaba o que has malentendido su significado. Esa sensación de carencia no sólo contradice la perfección de la creación entera, sino que también te hace presuntuoso al pensar que tu «creación» sería mejor. «Doy gracias por este nuevo día de mi vida. Y vivo mi jornada con agradecimiento por todo lo que deseé y ya disfruto. Y por todo lo que no deseo y, gracias a Dios, no está en mi vida.» Prueba a deshacer los obstáculos que tú mismo levantaste alrededor de la felicidad y la encontrarás. Tu paz interior, la ausencia de conflicto, no se sostiene en nada, ni en nadie. No al menos esa sensación que te hace sentirte en paz y agradecido por todo y por nada al mismo tiempo. NUEVE Extiendo la paz y la alegría a todo lo que me concierne Enseña aquello que quieres aprender para conocer su significado real. Te preguntarás cómo es posible enseñar algo que no sabes. Aprender es un modo de recordar; por eso al enseñar simplemente refrescas tu memoria. Si deseas la paz, compártela como un medio de extenderla. Lleva la paz allí donde estés hasta que envuelva todos tus problemas. Entrégaselos al amor para que te esclarezca en tu indecisión. No trates de inventar la manera en que se resolverán pues en tu mente no está su solución, tan sólo entrégaselos a la inteligencia del Universo para que te muestre cómo y cuándo. El problema dejará de existir, ya que al desaparecer tus exigencias sobre qué forma debería adoptar la solución, ésta se manifestará con claridad. Cuando cambiamos nuestra percepción de los acontecimientos, todo lo que no encaja con esa nueva visión prescribe en concordancia. En otras palabras, cuando eliges darle otro sentido al mundo que ves, éste adquiere entonces otro sentido ante tus ojos. Vive la vida sin resistencias para que te transforme y suavice como ser humano. Escucha el problema, permítele que le hable a tu corazón y no al ego. Obsérvalo sin adherirte a él. No eres tu problema, sólo lo has convocado. Si eres capaz de desapegarte, ninguna otra cosapuede mantenerlo vigente; y entonces, nada más te es necesario para alcanzar la paz interior. Temor es la ausencia absoluta de amor Sin más demora, descubrirás que en realidad el problema nunca existió de la manera que pensabas, pues en él sólo la necesidad de tu transformación era real. Aceptar esta verdad es tu práctica espiritual. De nuevo, te recordaré que la tarea de corrección te corresponde únicamente a ti ya que eres tú quien lo sostiene. Sabe que tus conflictos interiores se extienden a cómo te percibes, a los demás, y al mundo. Tal vez desearías que alguien solucionase todos tus problemas pero lo que te propongo es más inmediato: comprende que en realidad el problema está en el rechazo y la resistencia. Vives situaciones insoportables porque las has hecho soportables debido a tu creencia en el sufrimiento. Lo desolador es que la ignorancia no se advierte a sí misma y por ello se proyecta degradando cuanto es incapaz de comprender. El efecto se confunde con la causa y entonces la medicina se aplica al síntoma pero no a la enfermedad. Mientras no identifiques las causas no podrás librarte de los efectos que reaparecerán una y otra vez bajo otra forma. ¿Com-prendes por qué darle credibilidad a tu propia ilusión sólo la hace mayor? Somos lamas evolucionando a la «velocidad del amor» en un momento lleno de cambios globales generados desde transformaciones de conciencias individuales. Nunca antes como ahora tuvimos a nuestra disposición tantas oportunidades para evolucionar espiritualmente. Cada vez más personas abren su conciencia y eso tiene su reflejo en la conciencia compartida que incorpora cada minúsculo progreso individual al grupal. Este efecto de abajo a arriba provoca a su vez un efecto de arriba a abajo que hace que las personas dispuestas a la apertura la consigan con mayor facilidad que las que le precedieron. Tal vez, aún no comprendemos nuestra auténtica dimensión espiritual, pero sí intuimos una altura ajustada a nuestra talla de auténticos gigantes en conocimiento. Epícteto escribió: «La uva verde, la uva madura, la uva pasa, todo es cambio, pero no para dejar de ser, sino para que llegue a ser lo que todavía no es». Y W. Shakespeare expresó: «Sabemos lo que somos pero no lo que podemos llegar a ser» « Mi función no es cambiar el mundo sino llevar la paz allí donde me halle. Eso ya es modificar el mundo de algún modo. Cada vez que elijo el conflicto, me olvido de mi propósito de extender el amor.» Ese potencial ya existe en el campo de las posibilidades como una intención deseando hacerse real. Así es la vida, en lo más íntimo ya somos quienes en un día nos convertiremos, albergamos el sueño completo en el corazón, poseemos las cualidades que admiramos y tanto deseamos desarrollar... Nuestro viaje parte del origen para regresar al origen. En él, no cuentan el tiempo, ni la distancia, ni la velocidad, sólo la dirección hacia el amor. DIEZ Mis preocupaciones son un autoataque encubierto Asuntos, un día importantes, pasan al olvido al poco tiempo. Lo urgente pierde prioridad por la demora. ¿Sucedieron realmente aquellas cosas que te preocuparon? La gran mayoría de las veces, no. Prueba a formularte esta sencilla pregunta: «¿Alguien va a acordarse de esto en unas pocas semanas?». Si nadie va a hacerlo, adelántate el trabajo de olvidarlo. Resulta asombroso descubrir cuánto tiempo le dedicamos a los problemas, no para darles una solución, sino para recrear el conflicto una y otra vez, como si columpiarnos en él pudiera arreglar las cosas. Examinar lo temido, una y otra vez, es entregarle el tiempo y la credibilidad que nunca ha tenido pero que necesita para parecer real. Identifica tus preocupaciones, obsérvalas con distancia, comprenderás que no son en absoluto «tú». Son más bien el filtro mental con el que eliges ver tus experiencias. He de decirte que tu preocupación es tan irreal como tu problema. De hecho proyectas en el mundo los conflictos que no has sanado en ti. Con cada acusación aludes a ti, en cada condena te culpabilizas, y en todo ataque te castigas a ti mismo. Sin duda, todo te lo haces a ti mismo, nadie más que tú te puede vencer. Cuando reconozcas que la preocupación es un ataque dirigido a ti, dejarás de lastimarte de esa manera. Con probabilidad, tuviste un insensato instante en que te percibiste un ser débil y abandonado a su suerte. Esa vulnerabilidad es el resultado de tu creencia en la separación. La combinación de ambas ideas te condujo a proyectar lo que antes tú te hiciste a ti mismo. Te atacaste y entonces atacaste al mundo multiplicando el dolor. Ya sabemos cuánto empequeñece el temor, cuánto debilita la duda, cuántas veces te impidió crear tu vida. La desconfianza se cuela por la brecha que hay entre dos instantes de presencia de tu ser. Como el temor y la duda no existen en la mente de Dios, darles credibilidad significa alejar tu mente de la suya y dejar de compartir sus pensamientos. Es inevitable experimentar situaciones que nos desagradan, pero también es cierto que tenemos la opción de reinterpretarlas de un modo distinto. Desde luego, no es posible sentirse feliz bajo ciertas circunstancias, pero sin duda siempre podemos mantener la paz interior. En ello reside nuestra inmutable capacidad de elección. La alternativa a la preocupación ya la conocemos y no dio ningún resultado. Abandonarse a la lamentación nunca mejoró las cosas, sólo las complicó más. Se trata más bien de una compulsiva adicción al sufrimiento y a un increíble «placer» por sentirse infeliz Los problemas nos hacen crecer, pero las preocupaciones nos empequeñecen Si te sientes infeliz porque tienes algún problema por resolver, te engañas pensado en una vida libre de ellos, porque una vez solucionado, afrontarás con seguridad otros nuevos. Las personas que se sienten felices no afrontan menos problemas que quienes se sienten insatisfechas, la única diferencia entre ambos grupos de personas consiste en su visión de las cosas. Así es la vida, no importa el problema sino la actitud al afrontarlo; de hecho, simplemente canjeamos unas dificultades por otras. En el trabajo recibimos un sueldo por solucionar problemas, y es gracias a ellos que tenemos un empleo que pone a prueba nuestra capacidad y recursos. Sin problemas no necesitarían emplear a quien los resolviera y entonces nos quedaríamos sin ocupación. En la escuela de la vida ocurre lo mismo, se nos proporciona un sinfín de oportunidades –a las que llamamos problemas– para despertar nuestras capacidades, elevar nuestros límites, y sacar lo mejor de nosotros. La vida está llena de auténticas oportunidades de aprendizaje disfrazadas de problemas. Tus dificultades son la lupa de tus facultades. Todo problema puede resolverse al llevarlo al amor. De hecho, todos son versiones del mismo problema y todas las soluciones son versiones de la misma solución. Crees afrontar muchos conflictos en la vida pero todos son uno y, por cierto, es contigo mismo. Aceptarlo puede enojarte, pero más adelante celebrarás, por fin, que las cosas empiecen a aclararse dentro de ti. Las supuestas limitaciones nunca fueron verdad, sólo representaban la manifestación de ciertos miedos. Cuanto más tiempo mantenemos vigentes nuestros temores, más creíble parece su ilusión. Y entonces ya no hay diferencia entre lo que experimentamos y lo que creemos. Mantener falsas percepciones requiere un esfuerzo considerable por la razón de que no existen. Lo irreal necesita un entorno de irrealidad pues si dejas de alimentarlo se desvanece. Lo grotesco de lo irreal es la imposibilidad de llevarlo al amor salvo deshaciéndolo en la mente. Cuando elijas ver desde la verdad, será esta visión la que te sostenga a ti sin esfuerzo alguno de tu parte. Por paradójico que pueda parecer, el temor no te protege; bien al contrario, te mantiene atado a aquello de lo que deseas librarte. No es una contradicción, ni una locura, es el modo paradójico en que actúa el Universo. Cuando te afirmas en lo que puedes y no puedes conseguir, sólo estás reforzandoel pronóstico de lo que va, o no va, a ocurrir en tu vida. No le des credibilidad a tus supuestos límites, no los defiendas para evitar descubrir qué hay más allá de su ilusión. Crees en un mundo de limitaciones y como te identificas con lo material, te adjudicas los límites que ves en él. Pero por naturaleza careces de todo límite. Recupera tu poder y prueba a vivir una jornada en la no- limitación, sosteniendo en todo momento no percibir ninguna carencia. «Como una defensa no es más que un ataque encubierto, cada vez que me escudo en la preocupación estoy, en realidad, atacándome a mí mismo con el arma defensiva del temor.» Tu supuesta limitación es una falta de amor hacia ti mismo, un ataque enmascarado. Es una creencia irracional que no significa nada. En el instante en que reconozcas los efectos desastrosos de tus supuestos límites y decidas retirarles el valor que un día les otorgaste, te vislumbrarás como un ser perfecto e ilimitado. ONCE Ante todo, elijo aplicar el perdón con alegría La culpa es la estratagema preferida del ego; según sea el control que ejerce el ego, mayor será su fascinación por la culpa. El dolor del pasado, y el uso que el ego hace de él, es el arma que tú pusiste en sus manos para castigarte. De tal modo, la culpabilidad actúa como una goma de borrar sobre la inocencia con la que llegaste al mundo. Y sin embargo, no existe un sentimiento tan inútil como la culpa Toda culpa lleva implícita una falta y la necesidad de una condena apropiada. La culpa exige castigo. Otras veces, el ego utiliza la idea absurda del «sacrificio» que consiste en negarse a uno mismo utilizando a los demás. Sacrificarte es entender mal un acto de amor incondicional el cual, por su naturaleza, nunca puede sugerir sacrificio. Prodigar amor no puede suponer pérdida alguna para ninguno de los implicados, ya que el amor no contempla el sacrificio. Lo único que se te pide «sacrificar» es lo que carece de significado para que al fin lo encuentres; es decir, que desistas de una vez y «sacrifiques» tus viejos sueños de dolor a los que has estado abrazado tanto tiempo Si no aceptas tu inocencia, estás negando la de los demás. Si les ves culpables, es obligado que termines viéndote a ti también como tal. Si crees en la culpabilidad de los demás para aliviar la tuya, ellos imitarán tu estrategia hasta conduciros a un círculo de dolor sin fin. Tú puedes establecer la voluntad de perdonar pero no el modo de hacerlo, el cual se te mostrará en su momento y con toda claridad para que el perdón sea completo. Sin duda, se te brindará el momento necesario para que puedas identificar la gran oportunidad que esperabas. A través de tales condenas, crees que expirarán tus faltas, pues por alguna insensata razón piensas que cuantas más culpas repartes, más posibilidades tendrás de librarte tú de las tuyas. Prueba a no ver tus errores como algo que no tiene corrección, a deshacerlos mediante el auto perdón que lo es, a la vez, de todos Proyectar en los demás nuestro propio conflicto interior, sin comprender que no es en ellos dónde es necesaria la corrección, es como culpar al espejo por lo que ponemos delante de él. La presunción de culpabilidad mantiene al ego pendiente en su permanente afán de buscar faltas, enjuiciar, condenar y castigar. Un mundo lleno de culpas y de culpables es negar su inocencia e invitarles a que ellos mismos se apliquen el correctivo. La culpabilidad siempre busca la aplicación de un auto castigo El ego busca siempre faltas en los demás porque eso facilita su demente pasión por el conflicto. Un ego reconoce otro ego, o lo inventa, para reafirmarse a sí mismo. Finalmente, el ego vive en la desesperación más completa pues sabe que sus días están contados, de ahí sus gritos de dolor. Su fin está garantizado, sólo el momento en el tiempo está en juego pues depende por entero de ti. Si albergas algún temor, identificarás como un potencial enemigo a toda persona; y toda situación como una amenaza. Vivirás siempre dispuesto a buscar enemigos, a atacar y a defenderte. Una vez asumida la culpa, se desencadena una atracción enfermiza a enjuiciar y establecer diferentes grados de culpa. No obstante, en su ilusión, la mente no percibe en esa «gradación» imposible el indicio que puede llevarle a concluir la fantasía de su evaluación. La necesidad de juzgar y de condenar lo que no concuerda con tu idea preconcebida de cómo deberían ser las cosas te aleja de tu tarea de auto- corrección. Abandona tu necesidad crónica de enjuiciar al mundo, debes comprender que todo en la creación comparte un mismo fin y eso te incluye a ti. ¿Entiendes ahora por qué te sentencias cuando juzgas? Mantén a salvo su inocencia, sé consciente de la tuya propia; debes saber que sólo en el ámbito del ego tiene sentido el ataque y la defensa. Una defensa no solamente es un ataque encubierto en toda regla sino que hace crecer lo que repele. Los juicios necesitan del pasado y del miedo a repetirlo en el presente. Estas comparaciones establecen un puente del dolor hacia el dolor. Ten presente que en cada juicio del ego sobre los demás, estás comparando lo que parecen ser a tus ojos y lo que habías decidido que iban a ser. Esta comparación irracional no puede crear otra cosa que un conflicto interior, cuando no exterior. A ti que te cuesta perdonar, póntelo fácil y exprésalo al revés: «me perdono a mí mismo por los defectos que creo ver en los demás». Tal vez así, te será más sencillo; aunque no hay ninguna diferencia entre ambos puntos de vista Asumimos e imputamos culpas porque no sabemos que, en realidad, no hay nada que perdonar. Es a través del perdón como nos redimimos del enojo de tener siempre que andar buscando faltas en nosotros mismos y en los demás. El perdón hace bello a lo perdonado; es más, hace que lo veas por primera vez tal como es y fue creado. Dios te ama tanto que si decides juzgarte, te lo permite. Pero si Él se abstiene de juzgar su creación, ¿vas a liderar esa absurda tarea? El perdón es un auténtico acto de amor por uno mismo, o si lo prefieres de inteligencia, ya que al pasar por alto lo que creemos que nos han hecho los demás –o lo que creemos habernos hecho– el primer beneficiado somos nosotros. Perdonar es, en definitiva, pasar por alto, dejar atrás, olvidar, renunciar al conflicto, elegir la paz, es amor en acción brillando en medio de la mayor oscuridad, en medio de las peores circunstancias… «Cada vez que elijo no perdonar me aferro al dolor del pasado. Soy yo el perjudicado, al no soltar mi obsesión por un pasado mejor.» Nuestra tarea consiste en sanar las relaciones atrapadas en el rencor. Todas las relaciones que necesitan «curación» muestran el mismo síntoma en su enfermedad: la creencia en lo «imperdonable» o la calificación de «imposibles» que les encierra en un molde que en nada apoya su corrección. En la aceptación de tu inocencia, reconocerás la de los demás; y en la aceptación de la alegría, el milagro de su contagio indiscriminado al compartirla. DOCE La risa despreocupada sana mi alma y mi cuerpo Reír es una medicina. Piensa en cuántas veces dejaste de tomarla y cuántas dejaste pasar una oportunidad para gozarla. Mark Twain escribió: «La risa disminuye las cuentas del médico», y es cierto. En un futuro, los médicos no sólo aconsejarán buenos hábitos alimenticios también recetarán el buen humor y la risa. Ciertos estudios indican que cuanto mayor es su intensidad, mayor es el número de músculos involucrados y, por tanto, mayor la relajación que sigue. La risa desencadena una serie de reacciones químicas en el cuerpo por las cuales el sistema inmunológico, el muscular y el cardiovascular se refuerzan. Está comprobado que una sesión de risa elimina tantas calorías como una sesión completa de ejercicio físico. Al reír, se efectúan inspiraciones de aire breves seguidas de enérgicas expiraciones, de tal modo que la risa aumenta la oxigenación de las células. Reír limpia los pulmones al oxigenarlos y comunica algo importante al subconsciente: se le está «diciendo»de algún modo que todo está bien, que uno se halla satisfecho. Y esa información alcanza todo el cuerpo generando bienestar. La risa, medicina del siglo XXI. La risa es beneficiosa para la circulación de la sangre: libera lipoproteínas en el torrente sanguíneo que protegen al organismo de enfermedades vasculares. Además, genera una sustancia llamada «endorfinas» –morfinas de producción endógena–, conocida como «la droga de la felicidad». Esta sustancia natural insensibiliza el cuerpo –como haría un analgésico– al elevar el umbral del dolor, pero de un modo natural. Los efectos benéficos de la risa son acumulativos en el tiempo, tanto es así que la salud de un organismo es proporcional al buen humor del espíritu. En la alegría está implícita la voluntad de vivir y este impulso vital es determinante en el proceso de curación. Existen otras muchas circunstancias además de reír que estimulan la generación de endorfinas: una sonrisa, una caricia, un beso, un masaje... Todo lo que resulta agradable pone en marcha el proceso bioquímico que genera endorfinas. Por el contrario, la tristeza y los estados emocionales de baja vibración lo bloquean. Los beneficios de la risa liberan las tensiones, e incrementan la autoestima. En este sentido, la alegría, el optimismo, y el buen humor nos «vacunan» contra la desesperanza. Estadísticamente, los lunes por la mañana son el día de la semana con mayor número de casos de ataques al corazón; se presume que la causa se debe al desánimo con el que, por lo general, se afronta la vuelta al trabajo, el tedio, y los problemas que aguardan al empezar la semana. En prevención, un domingo de risas tonifica el músculo del corazón, reduce la tensión arterial, favorece el sueño, y sobre todo, evita las crisis coronarias. Existe una correlación estrecha entre los ritmos de la respiración y los estados emocionales. Sentimientos tan intensos como el deseo sexual, el temor, la ira, la alegría... llevan aparejados un ritmo de respiración exclusivo. El organismo sabe, a través de la respiración, cuál es el estado de ánimo y reacciona en concordancia. Volver a la alegría significa la sanación completa de cuerpo y espíritu. Una mente enferma el cuerpo al mantener su absurda creencia en el temor bajo cualquiera de las múltiples apariencias. Una mente asustada es una mente enferma en sí misma; y dado que sólo puede dar lo que posee, extenderá el mal en el mundo, incluyéndose por tanto a sí misma. Y entonces enfermará al cuerpo. Aunque creyó que su «contagio» no era posible, debido a su fe en la separación, la enfermedad va a enseñarle que la separación no existe; y por tanto, que no es posible asistir impasible a la enfermedad del mundo sin expirar con él La falsa sanación puede llevar a creer que la cura completa no es posible en un mundo donde se alivian los síntomas pero no se curan las causas. Lo cierto es que al mantenerse éstas, no tardarán en volver a crear nuevos síntomas de la enfermedad que, lejos de curarse, se ha ocultado apenas. La sanación centrada en tratamientos externos tendrá un éxito parcial y por un tiempo limitado; ya que si quien enfermó no decide antes sanar su alma, no habrá cura completa. La función de la ayuda externa consiste en recordar al enfermo el poder de sanación que él posee. La presencia del sanador adquiere su máximo cometido al convertir al enfermo en protagonista del proceso que le conducirá a la cura total. Pues nadie puede curar a otro aunque sí puede ayudarle a curarse a sí mismo. «Una sonrisa es la llave milagrosa que ábrelos corazones más celosamente cerrados al amor.» La sanación debe empezar en la mente que creó la enfermedad, pues es la separación que establece con el resto de la creación lo que la deja fuera de su perfección. Para ello se requiere una curación completa y definitiva de la percepción. Una disfunción del cuerpo que no ha sido heredada genéticamente, ni causada por una contaminación exterior, debe ser forzosamente el resultado de una «enfermedad mental» o un estado de «enajenación transitoria». En sentido inverso, llevar el pensamiento al amor inicia el proceso de sanación. La mente sanada se reconoce como una parte de la creación; gracias a la cual, la curación se manifestó antes en ella. El único requisito fue aceptar curarse a sí misma. Como la enfermedad requiere la sanación de la mente, no hay curaciones más difíciles que otras, todas son igual, ya que todas empiezan y acaban en el mismo lugar. TRECE Cuando sonrío manifiesto un milagro Nos aproximamos a nuestros semejantes a través de una sonrisa, las presentaciones entre personas se inician con una sonrisa, incluso algunas discusiones terminan liberando la tensión con una sonrisa. Cuando alguien te sonríe, la relación personal se vuelve más estrecha, se transforma y asciende a un nuevo nivel. Una sonrisa es la llave que abre más corazones. La sonrisa es un leguaje universal cuyo mensaje entienden todos. Comunica muchas más cosas de lo que es posible con las palabras. Por ejemplo, un bebé interpreta a la perfección la sonrisa de su madre. Nadie se lo ha explicado, pero él comprende su significado. Una sonrisa obtiene una respuesta silenciosa que todo el mundo entiende: otra sonrisa. ¿Sabes cuál es el regalo que una madre más agradece?: la sonrisa de su hijo, no hay otra cosa que aprecie tanto. ¿Cuántas sonrisas dejaste de devolver hoy? Yo no quisiera irme ningún día a la cama sin haber recibido al menos una sonrisa durante mi jornada. ¿Por qué? Porque me encanta devolverlas. Los milagros son acontecimientos insignificantes que proporcionan resultados espectaculares en un mundo sin limitaciones. Una sonrisa, de acuerdo con esta definición, es un milagro porque aproxima dos corazones. Un milagro es la corrección de una situación insostenible. Los milagros encuentran en la sonrisa un idioma poderoso a través del cual relacionar un corazón con otro. El ego no cree en los milagros pues no puede comprender cómo en un mundo de separación un simple gesto en los labios puede anular la distancia en la que tanto cree. Las sonrisas son el lenguaje silencioso de los milagros Una sonrisa obra un pequeño milagro entre dos corazones. Es un leve gesto en los labios y un pequeño brillo en la mirada, pero es una caricia entre alma y alma. Sonreír despierta en el corazón un sentimiento que todos deseamos recuperar. Cuando sonreímos, algo trascendente ocurre aún sin darnos cuenta. Con una sola vela pueden encenderse cientos de velas sin que su luz mengüe. Del mismo modo, la alegría se contagia y prende sin límite el corazón de las personas. Nada hay tan contagioso como una sonrisa. Nada tan gratificante como la satisfacción de advertir que compartirla nos iguala y aproxima. La sonrisa es un síntoma de sabiduría, como el enojo lo es de ignorancia. El filósofo Krishnamurti consideraba que la inteligencia de una persona se mide por las cosas que le hacen sonreír. Por su sonrisa reconocerás al sabio más que por sus palabras. En Oriente las imágenes de culto representan rostros sonrientes, en lo que se ha llamado: «la sonrisa de los pueblos de Asia», tan común entre sus gentes y presente en cada instante de sus sencillas vidas. Los corazones bondadosos sonríen al manifestar su sencillez. La sabiduría no es severa, solemne o grave, expresa su talante de buen humor frente a la vida. Refleja la despreocupación de quienes no se toman tan en serio como para abrumarse por el peso de sus asuntos. Prueba a empezar el día con una sonrisa. Si al levantarte por la mañana te asaltan pensamientos de preocupación y no los corriges en ese mismo instante, se consolidarán en tu estado de ánimo y marcarán la tendencia. Si por el contrario, los apartas de tu atención nada más te asaltan y esbozas en ese instante tu primera sonrisa del día, cambiarás el signo de tu jornada. ¿Sabías que gracias a la risa y a la sonrisa…? ✓ Los adultos ríen por promedio unas quince veces al día, los niños unas cuatrocientas ✓ El 90 % de las mujeres responden con una risa, a otra risa. Los hombres
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