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Esquemas Tema 6: Cristianismo y filosofía: Agustín de Hipona
1. CONTEXTO HISTÓRICO Y FILOSÓFICO
∙San Agustín de Hipona vive las últimas décadas del Imperio Romano. 
∙A partir del siglo III el Imperio había comenzado su declive. 
∙En el año 313 Constantino decide tolerar el cristianismo como una religión más. 
∙En el 380 Teodosio lo declara religión oficial del Imperio. 
∙El pensamiento de Agustín es decisivo para la filosofía de la Edad Media, que seguirá su síntesis entre cristianismo y platonismo al menos hasta el siglo XII.
∙La obra de Agustín de Hipona se sitúa a caballo entre dos épocas: con ella culmina la primera etapa de la filosofía cristiana.
∙Al asociar filosofía y cristianismo, san Agustín sienta las bases de lo que va a ser la filosofía medieval. 
∙ En los orígenes del Imperio Romano la tradición filosófica griega era la base cultural más importante. El cristianismo Surge como una novedad cultural que no encaja fácilmente con las categorías filosóficas y religiosas elaboradas en el mundo grecolatino. Es más, algunas de sus doctrinas, como encarnación de Dios, creación de la nada, resurrección de la carne, etc., son impensables desde la óptica de la metafísica griega. 
2. EL CRISTIANISMO
Como hecho cultural, el cristianismo se presentó como un nuevo enfoque de la existencia. 
 Perspectiva gnoseológica. El encuentro con la divinidad se produce desde la fe, no desde la razón. 
Perspectiva antropológica. El cristianismo, al admitir que Dios había asumido un cuerpo carnal, revaloriza lo corpóreo, lo material, frente a las tradiciones órficas, pitagóricas y platónicas. 
Otra novedad antropológica del cristianismo es la igualdad de todos los seres humanos en cuanto hijos de Dios. La dignidad humana tiene una raíz sagrada y no intelectual. 
Frente al sabio que se realiza a través de la contemplación, la ataraxia o la apatía, para el cristiano el hombre depende de Dios y no puede salvarse a sí mismo. 
Perspectiva ontológica. El cristianismo entiende la realidad, de la que el ser humano es culmen, como fruto de la creación de Dios a partir de la nada, es decir, sin que existiese una materia previa. Mientras el Dios griego no puede amar, el Dios cristiano no puede no amar, ya que el amor es su esencia específica. 
Perspectiva escatológica. Para el cristianismo, a diferencia de los griegos, el tiempo es progreso. Se espera de la consumación futura. 
3. LA PATRÍSTICA
En el periodo comprendido entre el siglo II y el VIII adquieren gran importancia en la comunidad cristiana los llamados «Padres de la Iglesia», escritores reconocidos como maestros de la fe por su ortodoxia en la doctrina y su santidad de vida. La Patrística estudia la vida y la obra de estos autores, en los que se suele distinguir dos líneas de pensamiento. 
La Patrística griega. La idea de que la encarnación y resurrección del logos produce la divinización del hombre, del mundo y del cosmos. Entre los autores griegos destacan Orígenes, San Gregorio de Nisa y San Juan Damasceno. 
La Patrística latina. La historia de la salvación es la historia del encuentro, por iniciativa de Dios, entre el hombre pecador y Dios misericordioso. Entre sus autores merecen especial mención Tertuliano, San Ambrosio y San Agustín. 
Común a las dos escuelas es la aceptación de un modelo platónico. 
4. PENSAMIENTO DE SAN AGUSTÍN DE HIPONA
4.1. Razón y fe
∙El camino que conduce a Cristo requiere tanto de la fe como de la razón. Razón y fe son complementarias: 
- La fe tiene que comprenderse con los procedimientos de la razón. Se trata de una fe opuesta a la fe irracional defendida por Tertuliano. 
- La razón es falible e insuficiente. La razón sin la fe está expuesta a error y, por sí sola,
No hay que entender para creer, sino creer para entender: la fe es el camino. Pero no se trata de una fe ciega. Hay que comprender la verdad también con la inteligencia. 
4.2. Teoría del conocimiento
El problema de la verdad: la búsqueda de la verdad es necesaria, ya que el ser humano tiene una tendencia innata hacia la sabiduría que debe intentar satisfacer. La verdad nos hace sabios y en la sabiduría está la auténtica felicidad a la que llama beatitud. 
a. Se propone superar la duda escéptica. Argumenta que los propios escépticos dan por supuestas determinadas certezas. Los escépticos que sostienen que la verdad es inaccesible reconocen que existe una verdad. Los que dudan de todo caen en una contradicción, porque el hecho de dudar ya es una verdad: aquel que duda sabe con toda certeza que está dudando. 
b. Niveles de conocimiento 
• Conocimiento sensible. Lo comparten animales y hombres. Es el conocimiento que se obtiene a partir de la información recibida por los sentidos. Esta información es inconsistente y sujeta a constantes cambios y errores, de modo que el conocimiento que produce es inseguro.
• Conocimiento racional. Propio del ser humano. Si el ser humano solo captara información sensorial, no podría aspirar a ningún conocimiento fiable. 
Para san Agustín, el conocimiento racional surge cuando nuestros sentidos captan un objeto sensible y nuestra mente reconoce su forma y lo identifica con una idea. Este reconocimiento será verdadero si hay correspondencia entre el objeto concreto y la idea que se toma como modelo. 
Son verdades que se imponen a la razón por el hecho de existir fuera de ella, están más allá de la razón, la trascienden. De ahí que Agustín concluya que la verdad está en la razón, pero por encima de la razón. Modelo platónico de las ideas + Dios las contiene.
Dios es la verdad misma, la única realidad necesaria y eterna. Dios es verdadero por sí mismo, no en relación con otra cosa.
 (
Verdad lógica:
 en el medievo, se refiere a la correspondencia 
entre los objetos materiales y concretos del mundo sensible con la idea impresa en el alma, procedente del mundo inteligible. 
Verdad ontológica:
 se produce cuando una entidad es verdadera por sí misma. Ser y verdad se identifican, lo que solo ocurre en el
 mundo inteligible de las ideas. 
)• La contemplación de las ideas. Es el nivel más elevado de conocimiento y consiste en contemplar las ideas eternas únicamente a través de la mente, sin que intervengan los sentidos. La iluminación divina hace posible esta contemplación de las ideas reflejadas en el alma, como el sol del exterior de la caverna platónica hace posible la visión de los cuerpos sensibles. 
4.3. El Dios agustiniano
La filosofía agustiniana trata dos aspectos: su existencia y su naturaleza divina. 
• La existencia de Dios no es para san Agustín un problema, y para demostrada presenta distintos argumentos: 
- Las mismas criaturas son la prueba más evidente de que Dios existe. Dios se hace visible a través de sus efectos: «El mismo orden, disposición, belleza, cambio y movimiento del mundo y de todas las cosas visibles, proclaman silenciosamente que solo pueden haber sido hechos por Dios». 
- La prueba del consentimiento universal: la humanidad entera coincide en considerar que hay un ser superior a todas las cosas. 
- Al analizar los conceptos de conocimiento y de verdad, hemos visto que el ser humano juzga las cosas sensibles a partir de ideas que están impresas en su alma. Tales ideas existen, y solo pueden provenir de un ser inmutable y eterno. Dios como fundamento de la verdad es, pues, el argumento más sólido a favor de su existencia. 
• La naturaleza de Dios es para san Agustín inefable, es decir, está más allá de lo que podemos comprender y expresar con palabras. Esto es lo que más tarde se denominará teología negativa: solo podemos decir de Dios lo que no es, porque está más allá de lo que el alma humana puede comprender. «Si lo comprendes -llega a decir san Agustín-, no es Dios». 
4.4. El mundo creado
En lo que se refiere a la explicación del mundo, san Agustín se separa de Platón y el neoplatonismo: 
• Dios crea el mundo a partir de la nada. El mundo no es eterno -como pensaban los griegos- ni se produce de una emanación, como afirmaba Platino. El mundo ha sido creado y tiene un principio y un final. SoloDios es eterno: se distingue por completo de la Creación y está fuera del mundo. San Agustín, siguiendo la tradición judeocristiana, defiende la trascendencia de Dios. 
• Dios crea el mundo fuera del tiempo, porque el tiempo empieza en el momento de la Creación. 
• Dios crea el mundo por su libre voluntad, por amor, para hacer participar a las criaturas de su perfección. Al remarcar la Creación como acto libre de Dios, san Agustín subraya la relación de dependencia de las criaturas respecto a Dios. 
• Frente a la idea neoplatónica de la materia como origen del mal, san Agustín afirma que la materia ha sido también creada por Dios y, por tanto, no puede ser origen del mal. 
4.5. Antropología
El hombre es la obra maestra de la Creación. Está compuesto de alma (inmortal) y cuerpo (mortal). En cuanto a la naturaleza del alma y su relación con el cuerpo, Agustín sigue, hasta donde le permiten las exigencias de la doctrina cristiana, la tradición platónica. 
Alma
El ser humano posee un alma racional capaz de conocer. Esto le diferencia de los animales que tienen un alma sensible: pueden sentir, pero no razonar. 
El alma humana se caracteriza por los siguientes rasgos: 
• Está constituida, a la manera platónica, por una razón inferior -que únicamente puede conocer las cosas sensibles-, y una razón superior -que puede llegar a contemplar las ideas o verdades eternas, la auténtica sabiduría, gracias a la iluminación divina.
• Es inmortal. 
• El deseo de una felicidad absoluta -la beatitud- que solo puede hallarse en el conocimiento de las verdades eternas, constituye otra prueba de la afinidad del alma con dichas verdades. 
• Ha sido creada por Dios y, por tanto, es temporal (ha comenzado a existir alguna vez). En consecuencia, san Agustín niega la eternidad del alma. 
• Posee tres facultades: memoria, inteligencia y voluntad. Por la memoria sabemos quiénes somos, por la inteligencia conocemos y por la voluntad queremos: En esta imagen del alma, san Agustín ve reflejada la Trinidad divina: la memoria -la identidad- equivale a Dios Padre, la inteligencia -el conocimiento- a Dios Hijo, y la voluntad -el amor- al Espíritu Santo. 
Alma y cuerpo
El alma es, como para Platón, una sustancia espiritual, simple e indivisible: es el principio que da vida al cuerpo, pero es superior a él y por tanto no puede verse afectada por el cuerpo, que no es más que un instrumento para ella. San Agustín, a diferencia de Platón, está obligado por el cristianismo a mantener con firmeza la unión de alma y cuerpo en el hombre: ambos han sido creados por Dios y es el compuesto lo que constituye el hombre. 
Para san Agustín, el cuerpo a llegado a ser prisión del alma a causa del pecado original, del que habrá de liberarse. 
4.6. Ética
Agustín propone una ética de la felicidad, una ética eudemonista: el fin de la conducta humana es la felicidad, la vida buena o beatitud. Esta beatitud solo puede encontrarse en Dios con ayuda de la gracia divina. La filosofía agustiniana considera al hombre como un ser mutable, que no se basta a sí mismo y que, en consecuencia, tiende hacia lo que es superior a él que puede hacerle feliz. 
El problema del mal
El origen del mal no está, como hemos visto, en la materia, que ha sido creada por Dios y, por tanto, es buena. ¿En qué consiste, entonces, el mal? San Agustín toma de Plotino el concepto de mal como privación: el mal es ausencia de un bien. Puesto que es privación, no tiene sentido adjudicarle una causa. San Agustín defiende, en este sentido, una concepción optimista del mundo. El mal nace, pues, de un uso inadecuado que el hombre hace de su libre albedrío; es decir, de su capacidad para elegir libremente. Así, es el hombre el responsable del mal, y no Dios. Con esta teoría, Agustín se aparta del intelectualismo moral platónico: no se obra mal por ignorancia, sino en uso del libre albedrío con el que Dios nos ha dotado. 
	A pesar de que el hombre haya sido creado libre, desde el momento en que comete el pecado original conserva únicamente un libre albedrío frágil para elegir lo que debe. La gracia es un socorro que Dios pone a disposición del libre albedrío; por tanto, no lo elimina, sino que coopera con él. 
4.7. Historia y Política
Obra: La ciudad de Dios. La historia humana es la historia de redención de los hombres por Dios, es una historia de salvación. La historia, y por tanto el tiempo, vienen a ser como una línea que progresa desde la creación a la llegada del Reino de Dios. La concepción griega del tiempo no incluía e1 concepto de creación, de modo que el tiempo se concebía como algo cíclico, como un círculo, puesto que el mundo era eterno y no tenía principio ni fin. Frente a esta concepción, san Agustín introduce en la filosofía el concepto lineal del tiempo y de historia propios del cristianismo. 
Desde el principio de la historia, dos ciudades conviven en el mundo: la ciudad de Dios y la ciudad terrenal. San Agustín afirma que cada uno de nosotros pertenece a una de las ciudades, en función de si ama a Dios o si se ama a sí mismo. 
Ninguna institución representa en la tierra la ciudad de Dios ni la ha representado nunca en la historia. Precisamente es la realización progresiva de la ciudad de Dios lo que da sentido a la historia: en el presente, estas dos ciudades metafóricas se encuentran entremezcladas. En el Juicio Final, ambas ciudades se separarán y sólo los que pertenecen a la ciudad de Dios, los que aman a Dios, se salvarán. 
No obstante, solo en un Estado cristiano puede haber verdadera justicia. La Iglesia, eje que encarna los principios cristianos, debe transmitirlos al Estado y, por tanto, es superior a él. Agustín defiende, pues, la intervención de la Iglesia en la sociedad civil. En la Edad Media se interpretaría la teoría agustiniana de las ciudades en el sentido de identificar la Iglesia con la ciudad de Dios y, por tanto, considerar que el poder temporal-el Estado- debe estar supeditado al poder espiritual, es decir, a la Iglesia. Esta doctrina recibirá el nombre de agustinismo político.

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