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H
ace 100 años, Austria, Alema-
nia, Dinamarca y Suiza, en un 
19 de marzo, celebraron por 
primera vez el Día Internacio-
nal de la Mujer. Tres años des-
pués, en 1914, el 8 de marzo es el día elegi-
do para esta conmemoración. Pero no fue, 
sino hasta 1977, que la Asamblea General 
de las Naciones Unidas por medio de la re-
solución 32/114, declara oficialmente al 8 
de marzo como el día en que se conmemo-
ra la lucha de las mujeres por la vigencia de 
sus derechos.
Hoy por hoy, es común que las per-
sonas sepan que el 8 de marzo es el Día 
Internacional de las Mujeres, pero uno se 
pregunta: ¿Es común que esta mayoría 
conozca el significado de la fecha? La res-
puesta se encuentra en la cotidianidad de 
la conmemoración, en el énfasis que cada 8 
de marzo tiene en las diversas localidades, 
países, regiones; en los cuestionamientos 
que se anteponen a su celebración.
UN POCO DE HISTORIA
En 1909 el Partido Socialista de los Es-
tados Unidos de América declaró el 28 de 
febrero como el Día de la Mujer, su princi-
pal reivindicación fue el derecho al voto. 
Un año después, la Internacional Socialista 
proclamó el Día de la Mujer Trabajadora 
con carácter internacional cuya primera 
celebración se hizo efectiva el 19 de marzo 
de 1911, con expresiones públicas en las 
que participaron más de un millón de mu-
jeres que exigían el derecho al voto, el de-
recho a ocupar cargos públicos, el derecho 
al trabajo, el derecho a no ser discrimina-
das en el ámbito laboral, el derecho a la 
formación profesional. 
Paradójicamente, a menos de una se-
mana de esta conmemoración, el 25 de 
marzo en la ciudad de Nueva York, más de 
140 mujeres jóvenes, la mayoría inmigran-
tes italianas y judías, murieron en el trágico 
incendio de la fábrica Triangle, luchando 
por la jornada laboral de 8 horas.
Dos años después en Rusia, el último 
domingo de febrero, las mujeres celebra-
ron su primer Día Internacional en el con-
texto del movimiento a favor de la paz y en 
rechazo a lo que se venía: la I Guerra Mun-
dial; en este mismo escenario las mujeres 
europeas celebraron mítines y protestas al-
rededor del 8 de marzo. En 1917, el 23 de 
febrero (según el calendario juliano, 8 de 
marzo según el calendario gregoriano), las 
mujeres en Rusia se amotinaron exigiendo 
pan y paz, rechazando la muerte de más de 
dos millones de soldados rusos en la guerra 
y exigiendo alimento para sus familias. 
En respuesta a toda esta movilización y 
como un acto de reivindicación de la lucha 
de las mujeres, se elige el 8 de marzo como 
el Día Internacional de la Mujer.
UN POCO DE 
COTIDIANIDAD
En su casa ¿se conmemora el 8 de mar-
zo? Seguramente no, pero en su oficina se-
guramente sí ¿Cómo lo hacen? ¿Flores, cho-
colates, almuerzos, cenas, presentes? ¿De 
qué manera la sociedad ha decidido conme-
morar el Día Internacional de las Mujeres?
El mercado no ha perdido oportunidad 
y a esta celebración la ha transformado en 
una fecha más para potenciar su dinámica, 
lo que resulta grave porque se desvirtúa el 
significado de la conmemoración, ya que 
lejos de reivindicar la igualdad de oportu-
nidades y de condiciones entre mujeres y 
hombres, pone énfasis en los estereotipos 
sociales que limitan a las mujeres en el ejer-
cicio de sus derechos.
Los Estados, por su parte, no han apro-
vechado esta fecha para hacer su rendición 
de cuentas sobre cuánto han logrado en 
la vigencia de los derechos de las mujeres. 
Los pueblos no han usado esta fecha para 
analizar lo que hasta el momento se ha 
conquistado y lo que aún queda por con-
quistar. Los hombres y las mujeres no han 
interiorizado el valor histórico y transfor-
mador del 8 de marzo.
UN POCO DE
VERDAD
El 8 de marzo no es un segundo día de 
la madre, no es un segundo día del amor y 
de la amistad, no es un día en que se reivin-
dica la división sexual del trabajo, no es un 
día para resaltar el estereotipo social de lo 
femenino y sus femeninas obligaciones.
El 8 de Marzo nos recuerda que las 
mujeres y los hombres aún no estamos en 
igualdad de derechos: el trabajo doméstico 
no tiene valor social ni económico, el espa-
cio doméstico no es considerado entre las 
responsabilidades de la institucionalidad 
pública ni privada; las mujeres no pueden 
decidir sobre sus cuerpos; no están seguras 
en sus lugares de trabajo ni en sus centros 
de estudio y ni siquiera en sus propias ca-
sas; aún perciben salarios inferiores a los 
que perciben los hombres; continúan sien-
do las más pobres de los pobres.
¿Se podría entonces plantear 
una forma diferente de celebrar 
el 8 de marzo?
día de la mujer
AYMER ÁLVAREZ - II Concurso Internacional de 
Fotografía ONU Mujeres Subregión Andina
8 DE
MARZO
Suplemento institucional • 12 de marzo de 2011
Las mujeres, por su lucha de siglos y por el importante empuje de los mo-vimientos de mujeres en la segunda 
mitad del siglo XX, han conquistado espa-
cios significativos en el ámbito público: la 
educación -incluso la universitaria- el mer-
cado laboral, la política… Sin embargo, 
muy poco se ha logrado en el campo de la 
división sexual del trabajo.
Esta división del trabajo asigna cultural-
mente a las mujeres la responsabilidad del 
funcionamiento de la esfera doméstica: el 
cuidado de niños y niñas, de personas adul-
tas mayores, de personas con discapacidad 
o de aquellas que padecen alguna enfer-
medad; la cocción de alimentos; el lavado 
y planchado de ropa; el arreglo y limpieza 
de la casa; las compras de mercado. Según 
la Encuesta del Uso del Tiempo en el Ecua-
dor, aplicada por el Conamu y el INEC en el 
2007, con el apoyo de AECID, ONU Mujeres 
(ex Unifem) y otras instituciones cooperan-
tes, las mujeres trabajan en promedio 18 
horas semanales más que los hombres.
Es común observar a mujeres gerentas 
o empleadas, diputadas o concejalas, mo-
nitorear la marcha de sus casas mientras 
desempeñan sus tareas. A las mujeres más 
pobres, vendedoras ambulantes, campesi-
nas o trabajadoras informales, se las ve con 
sus hijas e hijos a cuestas, en cajas de cartón 
en las veredas, bajo un plástico o en brazos 
y espaldas de sus madres que a más de 
brindarles cuidado deben cumplir con su 
jornada. Todas se levantan más temprano 
para dejar listos los alimentos y se acuestan 
más tarde para dejar listos los uniformes o 
ropa que se usará al día siguiente. 
Los países y los Estados desconocen el 
aporte económico de todo el trabajo do-
méstico gratuito realizado por las mujeres, 
simplemente porque no figura en las esta-
dísticas e indicadores macroeconómicos. Si 
las familias o el Estado tuvieran que pagar 
por las actividades domésticas, los costos 
económicos de muchos productos aumen-
tarían notablemente, y sobre todo, los sa-
larios tendrían que calcularse sobre la base 
de estos servicios tan necesarios como otros 
que hoy constituyen la canasta básica.
Por todo esto, hoy las organizaciones 
que luchan por la igualdad de derechos y 
deberes entre mujeres y hombres plantean 
visibilizar ‘la economía del cuidado’, que 
pone en el centro del desarrollo a la huma-
nidad y a todo lo que hace posible la vida. 
Ello, entre otras medidas, pasa por conta-
bilizar en las cuentas nacionales el apor-
te productivo del trabajo doméstico; por 
legislar para que hombres y mujeres que 
trabajan por un salario tengan opciones de 
compatibilizar sus responsabilidades labo-
rales con la vida cotidiana, con sus familias; 
por socializar las tareas de cuidado huma-
no, ampliando las coberturas de servicios 
sociales y de seguridad social para todas las 
ciudadanas y ciudadanos. Pero además y 
muy fundamentalmente, se trata de cam-
biar el pensamiento colectivo, la forma de 
valorar la vida, los hábitos.
Dejar de pensar que son ‘mandarinas’ 
los hombres que comparten las responsa-
bilidades domésticas, que cuidan de sus 
hijas e hijos, o van al mercado. No privarse 
de vivir y experimentar los afectos y gratifi-
caciones que, junto con el esfuerzo, acom-
pañan al trabajo del cuidado. Reivindicar el 
derecho que tienen las mujeres al descan-so, al tiempo libre y a las tareas domésticas 
compartidas. Finalmente, educar a nues-
tras niñas y niños con una visión renova-
da del trabajo en la casa, valorando cada 
actividad que allí se hace, compartiendo 
cada tarea.
E
l Secretario General de las Naciones Unidas abrió su mensa-
je recordando la primera celebración del Día Internacional 
de las Mujeres: “Cien años atrás… las ideas sobre la igual-
dad de género y el empoderamiento de las mujeres fueron, 
en gran medida, ideas radicales. Y aunque en este centena-
rio celebramos un avance significativo sobre dichas ideas, todavía 
hoy, en muchos países las mujeres son consideradas ciudadanas de 
segunda categoría”.
“…Niñas y mujeres continúan resistiendo la inaceptable discrimina-
ción y violencia, venida, a menudo, de la mano de sus padres o parien-
tes. En la casa y en la escuela, en el lugar de trabajo y en la comunidad, 
ser mujer implica, casi siempre, ser vulnerable. Y en las zonas de con-
flicto, la violencia sexual practicada de manera deliberada y sistemáti-
ca, es utilizada para intimidar a las mujeres y a sus comunidades”.
Rescató como puntos ineludibles de la agenda de las Naciones 
Unidas: poner fin a la violencia contra las mujeres, profundizar el tra-
bajo sobre la resolución 1325 del Consejo de Seguridad; superar la 
situación de salud de las mujeres y la infancia; impulsar el acceso de las 
mujeres a la educación, capacitación, ciencia y tecnología; garantizar 
la participación efectiva de las mujeres en política reconociendo que 
“Todavía menos del 10% de los países tienen mujeres a la cabeza de 
los estados y los gobiernos”.
Remarcó la importancia de la creación de ONU Mujeres justamente 
para fortalecer el trabajo sobre esta agenda y culminó su intervención 
diciendo: “Sólo a través de la participación plena de las mujeres y del 
logro de la igualdad en todos los ámbitos de la vida pública y privada, 
podemos aspirar a lograr el desarrollo sostenible, pacífico y justo de la 
sociedad prometida en la Carta de las Naciones Unidas”.
Cien años atrás, las mujeres de todo el mundo dieron un paso histórico en el largo camino hacia la igualdad. Tengo la sospecha de que esas valientes pioneras mira-
rían al mundo de hoy con una mezcla de orgullo y desilusión.
Ciertamente, se puede afirmar que el avance de los dere-
chos de las mujeres es una de las revoluciones sociales más 
profundas que se hayan visto en el mundo. (…) Sin embargo, 
pese a los progresos alcanzados en el último siglo, las espe-
ranzas de igualdad expresadas en ese primer Día Internacio-
nal de la Mujer están lejos de verse realizadas.
(…) La agenda para garantizar la igualdad de género y los 
derechos de las mujeres es una agenda global, un desafío 
para cada país, ya sea éste rico o pobre, del norte o del sur. 
Fue en reconocimiento de su universalidad y las recompensas 
de hacerlo bien que las Naciones Unidas aunaron a cuatro 
organizaciones anteriores para crear ONU Mujeres. El objeti-
vo de este nuevo órgano, que tengo el enorme privilegio de 
conducir, consiste en estimular a todo el sistema de la ONU 
para que cumplamos la promesa de igualdad de derechos 
para hombres y mujeres de la Carta de la ONU. 
(…) Yo misma he visto lo que las mujeres, a menudo bajo las 
circunstancias más difíciles, pueden lograr para sus familias y 
sociedades si se les da la oportunidad. La fortaleza, laborio-
sidad y sabiduría de las mujeres sigue siendo el recurso más 
desaprovechado de la humanidad. Simplemente no pode-
mos darnos el lujo de esperar otros 100 años para liberar 
todo ese potencial.
Abstract del discurso de Michelle Bachelet, por el Día de la Mujer 2011
La economía 
del cuidado
“Celebramos 
importantes avances”
“Convertir la igualdad 
de género en realidad”
AYMER ÁLVAREZ - II Concurso Internacional de 
Fotografía ONU Mujeres Subregión Andina
BAN KI-MOON
Secretario General de 
las Naciones Unidas
MICHELE 
BACHELET
Secretaria Ge-
neral Adjunta 
y Directora 
Ejecutiva de 
ONU Mujeres
día de la mujer
8 DE MARZO
Las mujeres parlamentarias y autorida-des cumplen un rol protagónico en el convivir diario ciudadano, pero funda-
mentalmente en el desarrollo estructural del 
Ecuador. Para la Asociación de Municipali-
dades Ecuatorianas (AME), la igualdad de 
los derechos y la equidad de género cons-
tituyen valores que deben promulgarse y 
aplicarse en el territorio nacional, para de 
esta manera propiciar el buen vivir colectivo 
o sumak kawsay. La discriminación, el acoso 
y la violencia de género deben erradicarse 
completamente de la sociedad ecuatoriana. 
El 8 de septiembre del 2010, la AME jun-
to con el Grupo Parlamentario por los Dere-
chos de las Mujeres -GPDM- de la Asamblea 
Nacional, la Red de Viceprefectas, la Asocia-
ción de Mujeres Municipalistas del Ecuador 
-AMUME- y la Asociación de Mujeres de Jun-
tas Parroquiales Rurales del Ecuador -AMJU-
PRE- firmaron una carta compromiso, con el 
objetivo de promover, vigilar y exigir el cum-
plimiento de los derechos de las mujeres en 
el Ecuador. Con esta iniciativa se pretende 
también establecer alianzas estratégicas con 
organismos nacionales e internacionales que 
propicien el fortalecimiento de la agenda 
política de las mujeres ecuatorianas; además 
de instaurar y difundir los mecanismos lega-
les y técnicos para el cumplimiento de los 
derechos de equidad y género en el marco 
de la reforma del Estado. 
La construcción de una agenda colecti-
va desde las mujeres autoridades locales de 
los Gobiernos Autónomos Descentraliza-
dos Municipales y la Asamblea Nacional, a 
través de sus representantes del Grupo Par-
lamentario por los Derechos de las Mujeres 
es una imperiosa necesidad a la que AME 
seguirá respaldando incondicionalmente.
Promover, vigilar y exigir el cumpli-
miento de los derechos de las mujeres en el 
Ecuador es el compromiso del Municipalis-
mo ecuatoriano.
Acciones en pro de la
equidad de género
Por HILDA HERRERA
Presidenta de AMUME
www.amume.org.ec
L
a división sexual del trabajo nos 
delegó a cumplir tareas domésti-
cas: los niños, la casa y la repro-
ducción. La política, la adminis-
tración y la guerra eran espacios 
masculinos. 
Mujeres con espíritu rebelde, como 
Manuela Sáenz, Espejo y Cañizares, Matil-
de Hidalgo, Tránsito Amaguaña, Dolores 
Cacuango y cientos de miles que lucharon 
por los más altos intereses del pueblo como 
las guarichas, las cacicas, las negras cima-
rronas, las montoneras de Alfaro, obreras, 
etc. abrieron el camino para la participa-
ción de las mujeres en la política. 
En 1993, la Asociación de Mujeres Mu-
nicipalistas del Ecuador, AMUME, irrumpe 
en el escenario político y desde entonces 
trabaja por promover la participación de las 
mujeres en el ejercicio del poder público a 
través del desarrollo de valores éticos, soli-
darios, inclusivos, igualitarios y equitativos. 
El actual Directorio Nacional, en el últi-
mo año, ha visitado las 7 regionales del país 
en un proceso participativo de construc-
ción de Plan Estratégico, escuchando las 
necesidades de las mujeres autoridades lo-
cales y capacitando en el Código Orgánico 
de Ordenamiento Territorial, Autonomía y 
Descentralización, COOTAD, a más de 460 
de ellas y también a lideresas, para incidir 
en la formulación de políticas públicas con 
enfoque de género y así mejorar sustancial-
mente las condiciones de vida de las muje-
res en los territorios, para transformarlos. 
AMUME lucha contra la violencia polí-
tica en razón de género: en el último año 
atendió, a través de la Central de Llamadas, 
116 casos, de los cuales, el 71%, es decir 
82 mujeres autoridades locales electas, 
denunciaron acoso y violencia política por 
el hecho de ser mujeres. Más de 50 muje-
res autoridades locales se han beneficiado 
de la Escuela de Formación Política (EFP). 
María Moyolema, concejala de Guamote 
(Chimborazo), asegura que en su vida hay 
un antes y un después de la EFP: “Llegué a 
la política sin ninguna experiencia. Cuando 
escuché de la EFP dije ¡tengo que partici-
par! Y hoy tengo certezasdonde ayer hubo 
silencio, siento solvencia y, sobre todo, sé 
que debo legislar y fiscalizar con enfoque 
de género”. Hoy María, junto con sus com-
pañeras concejalas, lidera la creación de la 
EFP de la AMUME para lideresas indígenas 
en su cantón.
Todo este trabajo: capacitación, forma-
ción y defensa de los derechos de las mu-
jeres autoridades locales se realiza con el 
convencimiento de que es posible incidir 
en la construcción de territorios equita-
tivos, fortalecer y articular al movimiento 
de mujeres, para construir juntas una so-
ciedad equitativa y justa: sin violencia y sin 
inequidades sociales y de género.
Actualmente, AMUME es la sede de 
la Secretaría Ejecutiva de la Red Latinoa-
mericana y del Caribe de Asociaciones de 
Mujeres Autoridades de Gobiernos Locales 
(REDLAMUGOL)
Participación política, 
derecho de las mujeres 
Hilda Herrera, presidenta de la AMUME durante su 
disertación en el III Encuentro de la REDLAMUGOL
día de la mujer
8 DE MARZO
“LOS MUNICIPIOS 
SON LA PATRIA”
C
ecilia Velásquez es una mujer 
indígena del pueblo Panzaleo 
de la nacionalidad kichwa del 
Ecuador, hija de padre y madre 
indígenas. A pesar de coexistir 
con el paradigma de que las niñas no te-
nían prioridad para asistir a la escuela, ella 
sí lo hizo, en el reconocido ex Instituto In-
digenista Fisco Misional San José de Gua-
ytacama, donde por insistencia de su padre 
cursó la primaria y la secundaria, lejos de 
su comunidad – a algo más de 3 horas de 
camino, de lunes a viernes – y dedicándo-
se al cuidado de animales y a la agricultura 
los fines de semana. Desde su época de co-
legio aprendió a liderar y a trabajar por y 
para los derechos de las mujeres y su pleno 
ejercicio, involucrándose en múltiples or-
ganizaciones sociales.
Casada y con un hijo en brazos decidió 
asistir a la universidad. Experiencia dura 
pero emocionante, como ella recuerda, aún 
cuando su pequeño hijo dormía debajo de 
la mesa mientras ella realizaba sus tareas 
académicas. El trabajo, la casa, el hijo, el es-
poso y la organización siempre estuvieron 
juntos formando parte de su vida cotidia-
na. Sus decisiones personales y de pareja 
fueron propias de una mujer empoderada, 
desde lo profesional hasta lo familiar. 
Con trabajo y esfuerzo constante luchó 
frente al machismo, las críticas y burlas que 
recibió no la intimidaron, y logró convertirse 
en una mujer dirigente y políticamente visi-
ble hasta llegar a ser Consejera de Cotopaxi 
y Vicepresidenta del Gobierno Provincial. 
Actuó en todos los niveles como defensora 
de las mujeres y se convirtió en especialista 
en género, llegando más allá, al especiali-
zarse en el tratamiento de la mujer andina 
(indígena), trascendiendo lo teórico. 
Cecilia sabe que hablar de los pueblos 
es hablar de mujeres, porque ahí está la 
base social de la humanidad y la identidad 
de la diversidad.
En Ecuador, mujeres, niñas y niños constituyen el 73% de la población refugiada. Cada dos días, al menos 
una mujer refugiada dice haber sido o es 
víctima de violencia. “Nos vinimos para acá 
porque se metieron esa gente del monte, 
se metían ahí a matar. Nos tocó venir por 
lo que nos dijeron que desocupáramos allá. 
Llegaba mucha gente y me daba mucho 
miedo. Se me llevaron un hijo que tenía 17 
años. Ya tenemos aquí dos años. Somos cua-
tro, las niñas que ve ahí y el varoncito. Aquí 
nos trata bien la gente”. 
Ecuador, el país con mayor número de 
refugiados en América Latina, acoge alre-
dedor de 54 000 refugiados que incluyen a 
mujeres que vienen con sus hijos e hijas; otras 
que están solas; y también a niños y niñas no 
acompañados, quienes huyen del conflicto 
del vecino país Colombia. Comunidades de 
áreas rurales y urbanas las acogen.
En los conflictos armados, las mujeres 
son un objetivo militar. Los núcleos fami-
liares se destruyen y son ellas las que que-
dan a cargo de sus hijos e hijas y de otras 
personas que necesitan de cuidado. El rol 
cuidador que culturalmente les es asigna-
do, se constituye en una situación que las 
expone a una mayor vulnerabilidad para 
el ejercicio de sus derechos y que limita 
sus posibilidades económicas. Muchas 
mujeres ecuatorianas y refugiadas viven 
en condiciones extremadamente difíciles, 
particularmente las que son cabeza de fa-
milia. Además, son quienes sufren mayor 
discriminación. Sea cual sea su origen y na-
cionalidad, siguen siendo marginadas en la 
valoración de su trabajo. Estos factores se 
unen a la violencia intrafamiliar, sexual y a 
agresiones físicas y sicológicas. 
ACNUR invita a promover espacios para 
“Convivir en Solidaridad”. En el Día Interna-
cional de la Mujer, enviamos un mensaje a 
favor de la convivencia armónica de los dis-
tintos grupos sociales que viven en el país.
Raisa, 14 años, futbolista de convicción y participante en el Mundial de Fút-bol Callejero Sudáfrica 2010 con el 
equipo de Ecuador, ha decidido meterle un 
gol a la violencia optando por la vida y no 
por la muerte. Va al colegio y sueña con ser 
abogada, pero con lo que más disfruta es 
jugando al fútbol.
Raisa es protagonista de su propio cam-
bio y está orgullosa, ha recuperado su au-
toestima y es admirada en su barrio urbano 
marginal de Esmeraldas. “Vengo a jugar to-
dos los sábados fútbol callejero al Vicariato, 
ayudo a organizar grupos, mediamos, po-
nemos las reglas y luego las cumplimos”.
Ella, junto a otros 400 jóvenes, participa 
en ‘Nación de Paz’, iniciativa del Vicariato 
Apostólico de Esmeraldas y UNICEF, que 
ofrece espacios de reflexión, aprendizaje y 
cultura de paz para jóvenes pandilleros a 
través de metodologías de inserción social, 
compromiso comunitario y convivencia en 
solidaridad. Los chicos y las chicas son los 
actores de su propio cambio.
Trabajo y esfuerzo 
contra el machismo
A crear espacios para 
convivir en solidaridad
¡Goooolazo Raisa!
EL DON DE 
SER MUJER 
ES EL RESUL-
TADO DE 
LA PACHA 
MAMA
día de la mujer
8 DE MARZO
Responsable de contenido y fotos: ONU Mujeres • Ventas: Micaela Montalvo • Circula con EL COMERCIO : A escala nacional • Edición, Diseño, Preprensa e Impresión: Grupo EL COMERCIO C.A. • Dirección: Av. P. Vicente Maldonado 11515 • 1800-suplementos (787536) - suplementos@elcomercio.com
JUGANDO FÚTBOL
Unicef/Ecu. 2003
NIÑA REFUGIADA Y
NIÑA ECUATORIANA
Acnur/A. Escalante
Depende de usted que sucedan más historias y cambios como 
estos a favor de la paz, la justicia social y la igualdad de con-
diciones y oportunidades entre las mujeres y hombres, niñas y 
niños, y adolescentes de la sociedad ecuatoriana. 
Usted puede ser parte del cambio: 
• Si su hija o hijo quiere estudiar, bríndele todo su apoyo. 
• Si su hija quiere ser futbolista, lideresa o emprender su propio negocio, ayúdela a 
desarrollar todo su potencial para convertirse en una mujer orgullosa de sí misma. 
• Acompañe el crecimiento de sus hijas e hijos y deles todo su cariño.
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