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Métodos directos

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Métodos directos
Los métodos directos por los que se puede demostrar la presencia del virus VIH o de alguno de sus productos son fundamentalmente el aislamiento del virus; la detección de determinados fragmentos de sus genes, mediante técnicas conocidas como PCR; y la detección del antígeno p24, que es una proteína viral característica del VIH. Todos estos métodos se pueden aplicar en una muestra de sangre del paciente.
Técnica PCR:
Las partículas virales infecciosas del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) encapsulan dos cadenas simples de ARN como información genética y en su ciclo de vida 	ocurre una conversión a ADN denominado provirus, el cual se integra dentro de la célula huésped.
Las técnicas de biología molecular ofrecen la ventaja de permitir la amplificación de pocas moléculas de material genético para así obtener niveles detectables de un blanco particular, utilizando la técnica de reacción en cadena de la polimerasa (PCR por sus siglas en inglés).
En la infección por VIH la técnica de PCR, ha demostrado diversas utilidades tanto en clínica como en investigación, tales como:
· Detección directa del virus integrado (ADN proviral), a partir del ADN de células mononucleares de sangre periférica de personas infectadas.
· Detección del virus durante el período de ventana (antes de la generación de anticuerpos específicos para el VIH).
· Resolver el estatus de infección de individuos con prueba de Western Blot indeterminado.
· Prueba de seguimiento y diagnóstico en hijos de madres seropositivas al VIH.
· Diferenciación de la infección entre VIH-1 y VIH-2.
· Definir patrones de transmisión y evolución del virus a nivel poblacional.
Mediante este método se consigue localizar un fragmento determinado de los genes del virus que está en la sangre del paciente y obtener millones de copias de ese fragmento seleccionado, pudiendo así demostrar la presencia del virus en la sangre aun en los casos en los que la cantidad sea muy baja.
La PCR (específicamente una variante, la RT-PCR) se emplea para detectar el material genético del VIH directamente en la sangre del paciente. Aquí no se buscan antígenos o anticuerpos, sino al microorganismo patógeno en sí.
Durante el embarazo los anticuerpos IgG de la madre atraviesan de forma pasiva la placenta y pasan al feto, desapareciendo en unos 12-18 meses después del nacimiento. Por ello, la serología no nos sirve para efectuar el diagnóstico de la infección por VIH en el recién nacido, pues no distingue entre los anticuerpos maternos frente al VIH transferidos por vía placentaria de los generados por la infección en el niño. Debemos recurrir a métodos directos mediante técnicas de amplificación molecular. La técnica de elección para el diagnóstico perinatal es la determinación cualitativa del ADN proviral del VIH integrado en células mononucleares de sangre periférica por PCR, pues tiene una sensibilidad muy alta, superior al 95% en niños de un mes.
Detección del antígeno p24:
Los anticuerpos se detectan en el suero a las tres o cuatro semanas de la infección, con una media de 22 días, y alcanzan su concentración máxima a las 10-12 semanas. Cuando aparecen los anticuerpos, disminuyen los niveles de viremia y desaparece el antígeno p24 como consecuencia de la formación de inmunocomplejos.
El intervalo de tiempo que existe entre la infección y la aparición de anticuerpos, se conoce como período ventana, y se caracteriza por presencia de ADN proviral, ARN-VIH, antígeno p24 y ausencia de anticuerpos específicos.
Durante las primeras semanas después de la infección, el virus empieza a replicarse en el interior de los linfocitos T, produciendo un elevado número de copias. Durante las primeras semanas de la infección, la cantidad de virus (carga viral) y la concentración del antígeno p24 pueden ser bastante elevados. Las pruebas que detectan el antígeno p24 se suelen utilizar para detectar las infecciones recientes, antes de que aparezcan los anticuerpos.
Al cabo de 2 a 8 semanas, el sistema inmunitario responde produciendo anticuerpos dirigidos contra el virus, que pueden detectarse en la sangre. Conforme se resuelve la infección inicial y aumentan los anticuerpos, se produce una disminución de la cantidad de virus y de la concentración del antígeno p24 en sangre. Las pruebas que detectan anticuerpos (serología) pueden detectar la infección a partir de las 2-8 semanas desde la exposición inicial.
Es una prueba altamente especifica, pero su sensibilidad no es óptima, presentando falsos negativos; limitándose su uso al diagnóstico precoz durante el periodo de ventana, cuando hay signos clínicos de primoinfección o presunción de exposición. 
Puede detectarse de once a trece días después de la infección, su concentración permanece alta y detectable en sangre aproximadamente por un mes y medio después de la infección, pero a medida que aparecen los anticuerpos anti-VIH, su concentración disminuye y aumentan los complejos p24/ anti-p24 (6,31). En la etapa de SIDA, la replicación viral aumenta nuevamente y la p24 alcanza niveles muy altos.

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