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Enfermedades_neurologicas_en_los_aborige

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35Rev Soc Peru Med Interna 2023; vol 36(1)
NOTA HISTÓRICA
Paico-Vílchez E, Zumaeta-Luna L. Enfermedades neurológicas en los 
aborígenes del Antiguo Perú. Rev Soc Peru Med Interna. 2023;36(1): 
35 - 45. https://doi.org/10.36393/spmi.v36i1.729
1 Cirujano pediátrico. profesor de la Facultad de Medicina de la 
Universidad Privada Antenor Orrego. Ex jefe de los Servicios de 
Cirugía Pediátrica y de Especialidades Quirúrgicas del Hospital 
Belén de Trujillo, La Libertad, Perú.
2 Médica especialista en anestesia y reanimación. Profesora de la 
Facultad de Medicina de la Universidad Privada Antenor Orrego,. 
Anestesióloga del Dpto. de Anestesiología, Reanimación y Centro 
Quirúrgico del Hospital Belén de Trujillo, La Libertad, Perú.
Enfermedades neurológicas en los aborígenes del Antiguo 
Perú
Neurological diseases in the aborigines of Ancient Perú
Emiliano Paico-Vílchez1, 
Lenny Zumaeta-Luna2
RESUMEN
En este artículo, los autores describen algunos datos históricos que demuestran la existencia de enfermedades 
neurológicas que sufrieron los aborígenes del Antiguo Perú. Asimismo, explican los métodos que emplearon en 
el tratamiento de dichas enfermedades.
Palabras clave: Cultura Moche. Ceramios. Cronistas del Perú. Neurología. Epilepsia. Parálisis facial. Antiguo Perú.
ABSTRACT
In this article, the authors describe some historical data that demonstrate the existence of neurological diseases suffered by the 
aborigines of Ancient Peru. They also explain the methods they used in the treatment of these diseases.
Key words: Moche culture. Ceramics. Peruvian chroniclers. Neurology. Epilepsy. Facial paralysis. Ancient Peru.
INTRODUCCIÓN
El origen de las enfermedades neurológicas se pierde en 
la oscuridad de los tiempos más remotos de la historia 
de la humanidad. Surgieron de manera simultánea con el 
sufrimiento del hombre, así, presentar cefaleas, ataques 
epilépticos, parálisis de una parte o de todo el cuerpo, 
dolores de la columna vertebral, entre otros males. 
Los aborígenes del Antiguo Perú no estuvieron exentos del 
sufrimiento de estos males. Sus causas fueron atribuidas a 
pecados cometidos o causadas por la acción maléfica de 
otros hombres con poderes sobrenaturales. El diagnóstico 
se hacía por adivinación y en forma mágica; y, para su 
tratamiento empleaban medios mágico-religiosos y, a 
medida que conocían las virtudes medicinales de los 
productos de la naturaleza, especialmente de los vegetales, 
prescribían medicamentos en diferentes maneras de 
preparación. Algunas enfermedades eran tratadas mediante 
actos quirúrgicos. 
El objetivo de este trabajo es describir las evidencias que 
existen de las enfermedades neurológicas que sufrieron los 
aborígenes del Antiguo Perú, y el tratamiento que recibieron 
para combatir dichos males, para lo cual se ha escudriñado 
en fuentes etnohistóricas y arqueológicas que se disponen.
EPILEPSIA
La primera noticia de esta enfermedad nos la brinda el 
cronista indígena Guamán Poma de Ayala (1) en su obra 
“Nueva crónica y buen gobierno”, en la que narra e ilustra 
la enfermedad de la emperatriz Chimbo Mama Caua, 
primera esposa del Inca Cápac Yupanqui: “La quinta coya, 
Chimbo Mama Caua, fue primero casada con el Inca 
Cápac Yupanqui, esta señora fue muy pacible y humilde de 
corazón, después de haberse casado le dio mal de corazón 
que cada día dicen que le daba tres veces y gritaba y daba 
voces y arremetía a la gente y mordía y se rasgaba la cara 
y arrancaba sus cabellos; con esta enfermedad quedó muy 
fea y no podía gobernar la tierra y así dicen que el dicho su 
marido o Yncápac Yupanque pidió otra señora y mujer al 
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Enfermedades neurológicas en los aborígenes del Antiguo Perú. 
sol su padre para casar y hacer vida y gobernar su reino. Y 
así dicen que mando su padre el sol que se casase con otra 
su hermana menor Cusi Chimbo Mama Micay”. 
Esta referencia parece corresponder, nos dice el doctor 
Alayza (2), a una crisis epiléptica, y aun al componente 
psicomotor que eran tenidas como un estado de éxtasis. 
 El doctor Juan Lastres (3) manifiesta que, en el antiguo Perú, 
la epilepsia fue muy frecuente entre los pobladores de la 
costa (yungas y mochicas), más que en los de la sierra. Dice 
también que este hecho se debe tal vez al clima, además del 
hábito y temperamento diferentes entre ambas razas.
 La epilepsia, como toda enfermedad, era considerada 
un castigo por trasgredir alguna ley divina. No obstante, 
existe una narración por parte del cronista español Pedro 
de Villagómez (4) quien manifiesta que la causa era divina, 
y anota lo siguiente: “también suelen los ministros mayores 
(cuando ven un indio o india que le da un mal repentino 
y se priva del juicio, o queda como loco) decir que aquel 
accidente le sobrevino porque las huacas quieren que sea 
Villac y sacerdote; y volviendo en sí, le hace que ayunen, y 
aprenda el oficio, fundados en que cuando ellos hablan en 
las huacas suelen perder el juicio, o por efecto del demonio 
que los entontece hablando con ellos, o por la fuerza de la 
chicha que beben cuando quieren hablar con la huaca, y 
por esta razón a todos los que le dan del mal de corazón 
los tienen ya por escogido para este misterio”.
El médico curandero hacía el diagnóstico de la enfermedad 
en base al criterio clínico, que según Cruz (5) era “notable”; 
sin embargo, algunas veces lo hacía mediante métodos 
mágicos. Cruz refiere que el método más empleado 
era la sobada de cuy, que permite reconocer el lugar 
de la enfermedad y, en algunos casos también permite 
extraer el mal. Todo el cuerpo del paciente era frotado 
con un cuy o cobaya (cavia porcellus). Finalizada la 
frotación le provocaba la muerte al cuy, abría su cuerpo y 
examinaba minuciosamente su organismo para reconocer 
la enfermedad. “La sonko - nanay se reconoce por las 
formaciones espumosas que se encuentra en el tejido 
celular, pues la espuma es el signo seguro de la enfermedad 
de epilepsia”, nos dice el doctor Cruz. (5) 
Para el tratamiento emplearon productos de los tres reinos 
de la naturaleza, sin probados efectos antiepilépticos, más 
bien de significación mágica religiosa. Del reino mineral 
se empleó polvos obtenidos por raspado de piedras. El 
cronista español Bernabé Cobo (6), nos dice: “el polvo de 
la piedra Haquimasci tomada con polvo de Bezoar y de 
Contra-Yerba con agua de Azahar, es efectivo para el mal 
del corazón. Los polvos de las piedras preciosas de Pupa 
o Huanilo, el agua de sus flores tomada en la mañana 
con agua de borrajas, aguardiente y polvos de aromático 
rosado, se toma dos onzas. Del Huayroro o Huairuro, 
pepita de dos colores, se tomada sus polvos con vino, poco 
más de medio dracma”.
Del reino animal, también se obtuvieron medicamentos 
para la epilepsia o mal del corazón. Cobo (6), refiere al 
“Delquenti, pájaro parecido al picaflor, beber los polvos 
de este pajarillo, curan la gota coral. De las víboras sacan 
el corazón y lo ponen en cierta vena del brazo. Del Anta 
o Ahuara, (animal parecido al ciervo) la uña de su mano 
izquierda es buena para el mal del corazón. Del Perico se 
come la carne de su brazo izquierdo”.
PARÁLISIS
Las referencias de la presencia de las parálisis entre los 
aborígenes del Antiguo Perú provienen de dos fuentes 
primarias: de las crónicas de los primeros religiosos 
de la orden de San Agustín que llegaron al Perú y de la 
cerámica de antiguas culturas peruanas, especialmente 
de la Mochica y Lambayeque o Sicán. Respecto a la 
primera fuente, en la obra Relación de los agustinos de 
Huamachuco (7) (Relación de la religión y ritos del Perú 
hecha por los padres agustinos), el autor hace notar que la 
enfermedad era causada por una irreverencia a una huaca, 
es decir por trasgredir normas religiosas, pues a las huacas 
se les consideradas lugares o cosas sagradas, o reliquias 
venerables. El religioso agustiniano escribió lo siguiente: 
“Afirman los moradores desta tierra y del pueblo, dondeestaba una guaca e ydolo que se llamava Mayllar, que los 
que llegavan irreverentemente que luego se le encogían los 
brazos y piernas y quedaban tullidos; por esto no osaban 
llegar a ella y así quando los padres la fueron a quemar, no 
la osaban mostrar de myedo y sin más por fuerza que de 
voluntad de los indios y el demonyo que tuvo fuerza para 
hazernos el mal que hazía a los indios”.
En relación a la cerámica, en los diferentes museos 
arqueológicos peruanos y extranjeros se exhiben ceramios 
mochicas que retratan exactamente rostros de personas 
con parálisis facial periférica, especialmente de la cultura 
Lambayeque o Sicán y Chimú. 8) Asimismo, existen 
ceramios que representan a personas con pie equino varus, 
que podría tratarse de una secuela de una hemiplejia por 
accidente cerebrovascular. 
Respecto al tratamiento, Bernabé Cobo (6) hace referencia al 
empleo de las raíces de guahi (Aristolochia), mangapaqui 
(Marrubium Vulgare) y tulma (Dendrophtora spp) para 
este mal. El cronista, a la raíz de guahi la describe como 
una raíz muy conocida y apreciada por los indios peruanos, 
que tiene un sabor muy amargo y de profundo olor no 
fastidioso. Él relata lo siguiente: “haciendo untura con sus 
polvos mezclados con enjundia de gallina se alargan los 
nervios encogidos”. Sobre la mangapaqui manifiesta que, 
“dando baño y sudor con esta planta en todo el cuerpo 
quita los dolores de las junturas y pasmo, así como alarga 
los nervios encogidos”. De la tulma dice: “es empleada 
contra el pasmo, perlesía y miembros encogidos”.
La grasa de diversos animales también fue utilizada para 
tatar la parálisis. Cobo (6) menciona a la grasa del avestruz 
(americano), del cóndor y del quirquincho (armadillo). 
De la grasa del avestruz, dice que “su unto es provechoso 
para desentumir y alargar cualquier miembro encogido 
por alguna enfermedad”. De la grasa del cóndor, refiere 
que “su unto es provechoso contra los nervios encogidos, 
pasmados o perláticos”. De la grasa del quirquincho 
manifiesta que “su unto es provechoso para los nervios 
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Paico-Vílchez E, Zumaeta-Luna L. 
encogidos”. También se empleaba la grasa de la vicuña y 
del cuy.
CEFALEA
La cefalea o dolor de cabeza, trastorno más común de la 
patología del sistema nervioso, era también un problema 
clínico frecuente entre los aborígenes peruanos; y, se 
presentó como cefaleas primarias, cefaleas secundarias, 
dolores faciales y neuralgias craneales.
Para el tratamiento de la cefalea los aborígenes peruanos 
emplearon productos del gran arsenal que brindan el 
reino vegetal de la naturaleza. Bernabé Cobo (6) hace 
referencia a los siguientes: La Chuquicanlla: “usan de su 
sahumerio los indios para dolores de cabeza”. El Tabaco 
(Nicotiana), cuya raíz se le conocía con el nombre de Coro: 
“tomados sus polvos por las narices quitan el dolor de 
cabeza, jaqueca y aclaran la vista”; Cobo también nos 
hace saber que su consumo debe ser moderado porque si 
no causa daño: “los que los usan sin orden y moderación 
les causa muchos males como inflamaciones del hígado, 
riñones y muy agudos tabardillos”. La Suelda Consuelda 
o Chulco-Chulco (Ligaria cuneifolia o Ephedra spp): 
“sus hojas aplicadas sobre la cabeza templan y quitan el 
dolor de ella cansado del sol”. La Caralahua o Calahuala 
(Polypodiacea): “sus hojas majadas o el zumo de ellas 
es contra el dolor de cabeza si se aplica en la frente”. La 
Chilca (Baccharis spp): puesta en la cabeza quita el dolor 
de ella. El Ticsau (Tropaeoulum): “Los indios se dan baño 
con el cocimiento de esta hierba cuando se sienten con 
dolor de cabeza. Si el dolor es en todo el cuerpo se bañan 
todo con las hojas y las raíces”. La Chacatía: “dando baño 
en la cabeza con su cocimiento le quita el dolor. 
Garcilaso de la Vega (9) menciona también el empleo del 
tabaco, llamado sayri por los indígenas, para el tratamiento 
de la cefalea. Dice que “tomaban sus polvos por las narices 
para descargar la cabeza; y que, por las grandes virtudes 
de esta planta, los españoles la llaman Yerba Santa”. 
Realizaban, asimismo, la sangría, que es una pequeña 
intervención quirúrgica que consiste extraer sangre del 
organismo mediante una flebotomía. Al respecto, Garcilaso 
de la Vega (9) refiere que “cuando tenían mucho dolor de 
cabeza se sangraban de la junta de las cejas, encima de las 
narices”. Para realizar la sangría utilizaban un instrumento 
parecido al bisturí. Garcilaso de la Vega dice que este 
instrumento se confeccionaba de la siguiente manera: “una 
lanceta de pedernal, la ponían en la hendidura del extremo 
de un mango de madera y la ataban para que no se cayese. 
Aquella punta la ponían sobre la vena, y encima le daban 
un papirotazo (golpe), y así abrían la vena con menos dolor 
que con las lancetas comunes que utilizaban los médicos 
españoles”. Por su parte, Cobo (6) refiere que “usaron la 
sangría a su modo, que era en teniendo dolor en alguna 
parte, allí se sangraban”.
Por su parte, el doctor Lastres (3) hace referencia que siendo 
la cefalea ocasionada por un quid maligno intracraneal 
“debía dársele paso abriéndole una ventana en el cráneo”; 
es decir, se la trataba mediante una craneotomía.
CIÁTICA
Entre las posibles causas de la ciática (hernia del disco 
lumbar, espondilolistesis, estenosis del canal lumbar, 
síndrome piriforme, tumores vertebrales, traumatismos, 
entre otras), y teniendo en consideración que el Antiguo 
Perú ha sido un país guerrero y conquistador, con una 
agreste naturaleza geográfica, en el que coexistían los 
traumatismos, se puede inferir que la causa más frecuente 
de ciática entre los aborígenes peruanos fueron los 
traumatismos. Asi que no es descabellado pensar esta 
aflicción haya cobrado su cuota de víctimas.
La información de la existencia de este mal entre los 
aborígenes peruanos proviene del cronista Bernabé Cobo (6) 
cuando nos habla de la camina y de la siga, dos vegetales 
que tienen propiedades medicinales y que se utilizaban 
para en la terapéutica de la ciática. A la camina la describe 
“como de un codo de alto, con hojas parecidas a las del 
apio y huele como tal, echa flores como las del eneldo”; y 
en relación a su propiedad medicinal dice: “dando baño con 
el cocimiento de sus raíces en la ciática quita el dolor”. A 
la siga la describe que es “árbol del Perú como del grandor 
de un olivo, que echa unas flores amarillas; y que sajando 
este árbol destila una resina que los españoles llaman 
Santa Cruz por traerse de esta provincia de la Sierra. De la 
resina de la Siga dice: “mezclados tres partes de ella con 
sebo de capado y otra que llaman de Nicaragua, es contra 
los dolores de ciática”.
Port su parte, Yacovlev y Herrera (10), en su obra El mundo 
vegetal de los antiguos peruanos en el que hacen una 
recopilación de vegetales y todo lo concerniente a sus 
propiedades y aplicaciones médicas, de antiguas crónicas 
escritas, refieren que “la especie Cajaphora Pentlandii de 
la Ortiga (Urtica Magellánica), que tiene tallo trepador, es 
empleada en infusión para la ciática”.
IDIOCIA
Algunos ceramios de antiguas culturas peruana también 
nos muestran otras enfermedades neurológicas que los 
antiguos aborígenes peruanos sufrieron. Por ejemplo, se 
ha identificado un ceramio mochica que personifica a un 
enfermo con idiocia. Esta es una enfermedad cuya causa 
puede ser congénita o adquirida, que se caracteriza por una 
profunda deficiencia mental. El ceramio se exhibe en el 
Museo de Arqueología Rafael Larco Herrera (MARLH) de 
Lima. 
ENCEFALOCELE
Asimismo, se ha identificado un ceramio mochica en 
el que se representa un rostro con encefalocele nasal. El 
ceramio se exhibe en el Museo Nacional de Arqueología, 
Antropología e Historia del Perú en Lima (MNAAHP). 
El encefalocele es una malformación congénita rara que 
se caracteriza por la protrusión de un bulto (en forma de 
saco) formado por la salida del encéfalo y las membranas 
que lo recubren a través de unaabertura en el cráneo. Se 
produce por una falla en el cierre del tubo neural durante 
el desarrollo embrionario. Por lo general, los encefaloceles 
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Enfermedades neurológicas en los aborígenes del Antiguo Perú. 
se localizan en cualquier punto de una línea del cráneo que 
se extiende desde el occipucio hasta las fosas nasales, pero 
pueden ser asimétricos en las regiones frontal o parietal.
SÍNDROME DE DOWN
Finalmente, se ha incluido al síndrome de Down entre las 
enfermedades neurológicas, ya que este síndrome de causa 
genética, además de la discapacidad mental, trastornos del 
desarrollo psicomotriz e hipotonía, también incluye otros 
trastornos neurológicos como nistagmus, estrabismos, 
miopía, cataratas, parálisis cerebral, retardo mental, 
trastorno del espectro autista, hipoacusia sensorioneural, 
trastorno severo de la deglución, parálisis facial central, 
crisis convulsivas, subluxación atlantoaxoidea.11) 
Los adultos con síndrome de Down suelen presentar 
envejecimiento prematuro y síndrome demencial. (12). 
Se ha identificado dos ceramios mochicas en los que se 
representan a dos personajes adolescentes con evidentes 
signos de síndrome de Down (12), uno ceramio se exhibe en 
el Museo del Banco Central de Reserva del Perú (MBCRP) 
y el otro en el MNAAHP, ambos en Lima. 
A continuación, con excepción de la primera imagen, 
presentamos una serie de fotografías sobre ceramios que 
muestran lo sostenido en el texto.
La princesa Chimbo Mama Caua, primera esposa del Inca Cápac 
Yupanqui, durante una crisis epiléptica. Fuente “Nueva crónica y buen 
gobierno” de Guamán Poma de Ayala. 
Rostro de un varón con parálisis facial izquierda. Cerámica mochica, 
Museo de Etnología de Berlín (MEB), Alemania.
Varón con signos de parálisis facial periférica izquierda. Cerámica 
mochica, Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera (MARLH), Lima.
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Paico-Vílchez E, Zumaeta-Luna L. 
Rostro de un individuo con parálisis facial periférica. Cerámica 
mochica, MARLH, Lima.
Rostro de un varón con parálisis facial izquierda. Cerámica 
mochica, Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia 
del Perú (MNAAHP), Lima.
Rostro de un varón con parálisis facial izquierda. Cerámica 
mochica, MNAAHP, Lima. 
Rostro de un varón con parálisis facial derecha. Cerámica mochica, 
CCA de California, EE.UU.de N.A.
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Enfermedades neurológicas en los aborígenes del Antiguo Perú. 
Varón con el rostro escarificado y parálisis facial derecha. 
Cerámica mochica, MNAAHP, Lima.
Representación de un enfermo con parálisis facial derecha y 
anoftalmia bilateral. Cerámica mochica, MEB. 
Rostro de un varón con parálisis facial periférica izquierda, más 
cicatrices faciales. Cerámica mochica, MNAAHP, Lima.
Rostro de un personaje que representa una parálisis facial 
periférica izquierda, más deformación nasal. Cerámica de 
Lambayeque o Sicán, Museo Arqueológico Nacional Brüning 
(MANB), Lambayeque. 
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Rostro de un individuo con parálisis facial izquierda. Cerámica de 
Lambayeque o Sicán, Museo Arqueológico Casinelli (MAC), Trujillo.
Rostro de un individuo con parálisis facial izquierda. Cerámica de 
Lambayeque o Sicán, Colección de Dr. Alamiro Vallejo Chávez.
Rostro de un individuo con parálisis facial izquierda. Cerámica 
mochica, Instituto de Arte de Chicago, EE. UU. de N.A.
Rostro de un individuo con parálisis facial izquierda. Cerámica 
mochica, Museo Nacional de Nueva Delhi, India.
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Enfermedades neurológicas en los aborígenes del Antiguo Perú. 
Representación de un rostro de un individuo con parálisis facial. 
Cerámica mochica, Colección fotográfica de Bernard Loman.
Rostro de un individuo con parálisis facial. Cerámica mochica, 
MARLH, Lima.
Sujeto con parálisis facial izquierda. Cerámica mochica, MANB, 
Lambayeque
Personaje ciego con parálisis facial periférica derecha y 
escarificaciones en el rostro. Cerámica mochica, Museo 
Arqueológico Cassinelli (MAC), Trujillo.
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Personaje con parálisis facial periférica izquierda y miembros 
superiores amputados. Cerámica mochica, MAC, Trujillo.
Representación de un pie bot derecho tipo equino varus. El 
pie está en flexión plantar, invertido y en abducción. Cerámica 
mochica, MARLH, Lima.
Anciano con pie equino varus derecho, parte de hemiplejia? 
Cerámica mochica, Museo de Arte de Madrid, España.
Anciano con pie equino varus izquierdo, parte de hemiplejía? 
Cerámica mochica, MARLH, Lima.
44 Rev Soc Peru Med Interna 2023; vol 36(1)
Enfermedades neurológicas en los aborígenes del Antiguo Perú. 
Representación de un sujeto con idiocia. Cerámica mochica, 
MARLH, Lima.
Rostro de un individuo con un encefalocele o meningocele nasal. 
Cerámica mochica, MNAAHP, Lima. 
Personaje adolescente con facies típica de síndrome de Down. 
Cerámica mochica, Museo del Banco Central de Reserva del Perú 
(BCRP), Lima.
Rostro de un adolescente con facies típica de síndrome de 
Down. Cerámica mochica, MNAAHP, Lima.
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Paico-Vílchez E, Zumaeta-Luna L. 
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 ceramios mochicas. Rev Soc Med Int. 2022;35(3): 51-54.
CORRESPONDENCIA: 
Emiliano Paico Vílchez
epaicov@gmail.com
Fecha de recepción: 07-01-2023.
Fecha de aceptación: 20-02-2023.
Conflicto de interés: ninguno, según los autores.
Financiamiento: por los autores.
Contribución de los autores: EPV y LZL concibieron la idea de realizar el 
estudio, colectaron las fotografías propias y ajenas, redactaron el texto y 
aprobaron la versión final del mismo.

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