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146 Arqueología del Bajo Delta 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
Enterratorio en el Sitio Cerro Lutz, Villa Panacito, Bajo Delta Entrerriano. Fotografía de Daniel Loponte. 
 
 
Arqueología del Bajo Delta 147 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
CAPÍ TULO 12 
ARQUEOLOGÍ A DEL BAJO DELTA 
LA RECUPERACIÓN E INTERPRETACIÓN DEL LEGADO CULTURAL DE LOS PUEBLOS ABORÍGENES 
 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
Resumen 
La arqueología del Delta del Paraná comienza en términos académicos a finales del siglo XIX, por lo que ya cuenta 
con más de 100 años de investigaciones. Estos estudios permitieron determinar la existencia de grupos aborígenes 
que vivían de la caza, la pesca y la recolección de alimentos, además de efectuar algunas prácticas de agricultura de 
pequeña y mediana escala. Los grupos que habitaban todo el año en el Delta eran aquellos que los españoles 
llamaron “Chaná”, “Beguá”, “Timbú” y “Chaná-Timbú”. Un grupo completamente diferente eran los “Guaraníes”, 
quienes se asentaron en el Delta unos pocos siglos antes del arribo de los españoles. Estos grupos practicaban la 
agricultura por roza y quema, cultivando básicamente maíz y calabazas. Un tercer grupo, también distinto de los 
anteriores, era aquel que los españoles llamaron “Querandí”. Esta vivía en el interior de la llanura pampeana y sus 
grupos se acercaban a explotar los recursos de la línea fluvial Paraná-Plata durante determinadas épocas del año. 
Las sociedades aborígenes el área evolucionaron a lo largo de miles de años, cambiando su economía y tecnología. 
El registro arqueológico del Delta comienza estar bien documentado hace unos 2500 años, cuando los aborígenes 
ya basaban su economía en la pesca del sábalo, el armado y los mamíferos típicos del humedal y de las praderas 
adyacentes (ciervo de los pantanos, venado de las pampas, coipo y cuis). Para obtenerlos, desarrollaron un 
complejo sistemas de armas que incluían las redes de pesca, los arpones, el arco y la flecha, la lanza y la tiradera o 
estólica. Las puntas de piedra de las flechas eran obtenidas por intercambio, junto con adornos de metal, cuentas 
de rocas semipreciosas y textiles, probablemente de aquellos grupos que se movían por el interior de la llanura 
pampeana y se asentaban en el borde occidental del Delta. También aprendieron a manipular especies silvestres y 
probablemente generaron parches de recursos vegetales como los densos palmares que los cronistas documentan 
en el área para el siglo XVI. La abundancia de recursos permitió mantener una importante población aborigen, de lo 
que dan cuenta los numerosos cementerios descubiertos por la arqueología en el área. La irrupción de los españoles 
fue el desencadenante de su extinción, mediante la conquista armada, la reducción a la esclavitud y la transmisión 
de enfermedades, lo que determinó que estos grupos se extinguieran en menos de dos siglos, dejando el Delta 
carente de población aborigen, tal como es documentada por los viajeros y naturalistas del siglo XIX. 
Palabras clave : aborígenes, cultura material, Paraná inferior, patrimonio histórico. 
 
Abstract. 
Archeology of the Lower Delta of the Paraná River. Recovery and interpretation of the indigenous 
cultural heritage. 
 
Archaeological research in the Lower Delta of the Paraná River has started in the late 19th century, with information 
being collected for more that 100 years. Surveys revealed the presence of indigenous people who lived by hunting, 
fishing, gathering, and by small- and medium-scale agricultural activities. The groups called by the Spaniards 
“Chaná”, “Beguá”, “Timbú” and “Chaná-Timbú” inhabited the Delta all-year-round. The “Guaraní” people, who 
occupied the area a few centuries before the arrival of the Spaniards, exhibited particular features; they practiced 
slash-and-burn agriculture, with maize and pumpkins as the main crops. The “Querandí” People were another 
distinct group; they lived in the interior of the Pampas (plains) but moved about occasionally in search of the 
resources of the Paraná-Plata river system. The indigenous societies in the area evolved over thousands of years, 
changing their economy and technology. The earliest well-documented archaeological record of the Delta started 
about 2500 years ago, when the economy of the indigenous populations was based on fishes such as the sábalo 
and armado, and on mammals typical of the wetlands and nearby prairies (marsh deer, Pampas deer, coypu and 
cavy). They used complex weapon systems which included fish net, harpoon, bow and arrow, spear and dart-
thrower or estólica. Stone spearheads, metal ornaments, semiprecious stone beads and textiles were obtained by 
trade with, probably, groups who traveled through the interior of the Pampas and settled down on the western 
margin of the Delta. I t is possible that these local populations were able to manipulate wildlife, producing plant-
resource patches such as the dense palm groves documented in chronicles of the 16th century. The abundant 
resources supported large indigenous populations, as indicated by the numerous cemeteries found during 
archaeological surveys. In less than two centuries after their contact with the Spaniards, these populations became 
extinct as a result of the armed conquest, reduction to slavery and transmission of diseases. For this reason, the 
Delta was devoid of indigenous people already in the 19th century, as documented by travelers and naturalists. 
Keywords: historical heritage, indigenous peoples, Lower Paraná, material culture. 
Los autores agradecen al Dr. Rubén Quintana por la invitación a escribir este capítulo y por las sugerencias 
aportadas. 
 
 
67 148 Arqueología del Bajo Delta 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
1. I ntroducción 
Las primeras observaciones relacionadas con la cultura material de los grupos aborígenes que habitaron el Delta bonaerense fueron 
efectuadas por Muñiz (1918) en su trabajo “Noticias sobre el Delta del Paraná”, producto de su viaje por el Delta Inferior ordenada por 
Pueyrredón y efectuada por el viajero en 1818. Estas primeras observaciones incluyen la descripción de tumbas aborígenes constituidas 
por urnas funerarias que hoy sabemos corresponden a inhumaciones guaraníes, la probable localización de otro cementerio aborigen en el 
paraje denominado entonces “Los Terraplenes” (aún hoy en día sin poder ser ubicado) y la existencia de posibles ruinas de una reducción 
jesuítica sobre el arroyo Paycarabí. Pero lo que más llama la atención del relato de Muñiz, es que con la excepción de una sola mención a 
“un indio viejo”, no se menciona población aborigen en el Delta. Sin embargo, veremos que esta área estuvo densamente poblada por 
grupos aborígenes durante milenios. Estas poblaciones fueron extinguiéndose entre fines del siglo XVI y tal vez la segunda mitad del siglo 
XVII I . Su paso por estas tierras, dejó un registro material impresionante, vasto y rico, que los arqueólogos estamos recién comenzando a 
desenterrar. 
2. Las poblaciones humanas del Delta durante el arr ibo de los españoles 
La primera porción del territorio argentino descubierta y explorada corresponde precisamente al estuario del Río de la Plata y al Delta 
Inferior. Eso le otorga al Delta una situación especial dentro del descubrimiento de nuestro país y, de esa forma, las primeras crónicas 
españolas muestran un ambiente cultural y natural no modificado aún por la invasión europea. Las crónicas españolas son escuetas y, en 
general, están orientadas a facilitar la ocupación del terreno y la obtención de bienes preciosos (quienes están y dónde, cuántos son, qué 
alimentos tienen, cuán peligrosos son y si tienen metales preciosos). Esos datos, sin embargo, son fundamentales para el conocimiento de 
las sociedades aborígenes del siglo XVI. 
 2.1. El arribo de los europeos 
La primera expedición al Plata efectuada por Solís termina trágicamente a manos de los Guaraníes cuando éste, junto con un grupo de 
marineros,desembarcan probablemente en la isla Martín García. Los guaraníes, que practicaban la antropofagia con un marcado 
contenido ritual, matan a Solís y a su grupo, comiéndoselos a la vista de los marineros que quedaron atónitos en las naves. Este primer 
encuentro va a signar las relaciones entre los españoles y los aborígenes, que tendrán un marcado carácter bélico durante los siglos XVI y 
XVII . Los guaraníes controlaban el acceso a las bocas del Paraná y del Uruguay ya que estaban asentados en las islas que en el siglo XVI 
formaban parte del frente de avance del Delta y algunas otras islas más alejadas, como podía ser en aquel en entonces Martín García1. 
Los guaraníes empleaban grandes canoas 
que podían albergar hasta 40 hombres 
armados con arcos y flechas. Ambas 
situaciones les otorgaban cierto control de 
acceso al río Uruguay y a las bocas del 
Paraná. El otro grupo que estaba en la 
zona inmediata del estuario superior del 
Río de la Plata, la costa y las islas del 
Paraná inferior eran denominados por los 
Guaraníes como Meguá o Beguá. Estos 
grupos eran aparentemente inferiores en 
términos demográficos. Un poco más al 
norte se encontraba otro grupo llamado 
Chaná – Timbú y Timbú, cuyas 
poblaciones eran más numerosas y 
poblaban sobre todo el Delta Superior. En 
forma estacional, un grupo que los 
Guaraníes l lamaban “ Querandí” , 
proveniente del interior de la llanura 
pampeana, se acercaba, tal vez durante el 
verano, a las costas del Paraná y el 
estuario superior del Río de la Plata. 
Sobre el río Uruguay, los denominados 
Chaná Beguá, que podrían pertenecer o 
estar íntimamente relacionados con los ya 
citados Meguá, ubicados en las islas del 
Paraná y la costa norbonaerense y ya 
alejados del Delta, se asentaban en el 
sector que hoy ocupa la ciudad de 
Gualeguaychú y alrededores. Otras 
sociedades humanas, ubicadas ya fuera 
del Delta, terminan de completar el 
panorama europeo de “quiénes y dónde” 
de los grupos aborígenes, tal como se 
muestra en el siguiente mapa (Fig. 1). 
1 En la actualidad la isla Martín García se encuentra a muy poca distancia del Bajo Delta Insular debido a su avance en el estuario del Río de la Plata. A la 
llegada de los españoles estas islas aún no se habían formado con lo cual Martín García constituía un pequeño promontorio apartado en el estuario. 
Figura 1. Ubicación de los distintos grupos aborígenes del Delta y zonas adyacentes 
identificados por los europeos en el siglo XVI. 
 
 
Arqueología del Bajo Delta 149 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
2.2. Los grupos locales 
Bajo esta denominación designamos todos aquellos grupos humanos que se encontraban en el Delta y zonas adyacentes durante todo el 
año, es decir, eran pobladores permanentes del ambiente de humedal y que corresponden previsiblemente a los descendientes de 
grupos que por decenas de generaciones vivían en el área. Incluimos aquí a los Timbú, los Chaná, Chaná-Beguá, Beguá y Chaná-Timbú. 
Ignoramos cuáles eran los nombres que ellos mismos se daban, ya que estas designaciones nos llegaron a nosotros a través de los 
intérpretes guaraníes que los europeos utilizaban en las diferentes expediciones. Por ejemplo, la palabra “chaná” en guaraní significa 
salvaje; “timbú” podría relacionarse, entre otras con timbó, qué en guaraní significa humo. El uso de categorías guaraníes en la tipología 
étnica europea es uno de los pocos casos de clasificación aborigen que ha sobrevivido y es empleada aún por la antropología. Su 
significado y su grado de precisión, empero, es incierto. Todos estos grupos probablemente tenían una lengua emparentada o tal vez una 
lengua común con formas dialectales regionales. Al momento del arribo de los españoles sus caciques son nombrados con nombres 
guaraníes, lo que podría estar indicando el mayor prestigio de la lengua y cultura guaraní sobre los grupos locales. En este contexto, 
podría haberse dado una situación de bilingüismo entre algunos individuos y poblaciones, que podrían haber utilizado tanto el idioma 
guaraní como el propio; este último tal vez perteneciera a la familia lingüística Guaycurú . Los cronistas los describen como individuos 
altos que vivían principalmente de la caza y de la pesca pero que también con algunos cultivos, principalmente maíz (Zea mays) y 
calabazas (Cucurbita sp.). Los peces, que eran capturados mediante el arco y la flecha y el uso de arpones y redes, eran en parte 
ahumados y conservados para su consumo en momentos de escasez, que probablemente fuera durante el invierno, cuando algunas 
especies de peces migradores se retiran hacia el Paraná medio y superior. Los Timbú habrían tenido aldeas relativamente grandes, cuyas 
casa estaban construidas con esteras y techos a dos aguas, lo que marca un notable grado de sedentarismo. Los grupos más 
meridionales, los Beguá y Chaná-Beguá, parecen haber sido algo más móviles y con aldeas más pequeñas. Los caciques Timbú parecen 
haber tenido varias mujeres, lo que denota un esquema de jerarquización social. Los europeos documentaron cierto clima bélico reinante 
entre los grupos locales, sobre todo por conflictos relacionados con las zonas de pesca, una actividad central en la actividad económica de 
estos grupos. Prueba de la existencia de conflictos, los europeos mencionan el desarrollo de equipos de combate, como protectores 
hechos de cuero para la defensa personal (Fernández de Oviedo y Valdés, 1944). 
Los cronistas no marcan una gran diferencia cultural entre los diferentes grupos de las poblaciones locales. Esto probablemente sea una 
consecuencia del flujo génico entre estos grupos, mediatizada por un estilo de vida similar, la proximidad en el espacio y el uso de 
dispositivos de navegación, que les permitía alcanzar grandes distancias en poco tiempo. En este sentido, los grupos locales pueden ser 
considerados como una metapoblación en el sentido postulado por Levins (1969). 
 
2.3. Los grupos no locales 
Los Guaraníes habrían llegado al Delta unos 200 o 300 años antes que los españoles, provenientes de sectores previamente colonizados 
por ellos en las provincias de Corrientes y Misiones (Rodríguez 2001). Arribaron al área probablemente mediante un descenso efectuado 
por el río Uruguay, aunque no puede descartarse que también lo hayan hecho por el río Paraná. La ruta Atlántica, bordeando a la 
República Oriental del Uruguay hasta el Delta es la menos probable, ya que no hay evidencias de su paso por la costa uruguaya 
meridional. Estos grupos son de origen amazónico y se expandieron por el Este de Sudamérica desde un sector primigenio aún no 
determinado, pero que probablemente se encuentra en un área ubicada entre la intercuenca de los ríos Paraná y Amazonas. Sus aldeas 
llegaban a tener cientos de personas, distribuidos en algunas “malocas” o grandes casas comunales que albergaban una familia extensa 
de decenas de individuos emparentados. Tenían caciques hereditarios con poder efectivo sobre los individuos, constituyendo una sociedad 
con verdadero esquema de estado, que incluía esclavos sujetos al servicio personal de jefes y otros miembros de sus familias. Su 
organización económica estaba basada en la agricultura de roza y quema , donde sobresalían el maíz y la mandioca (Manihot sp.). En el 
Delta, la escasez de tierras aptas para el cultivo y el clima más frío que impedía el crecimiento de esta última, los habría llevado a una 
dieta más carnívora, con un importante componente de caza y pesca. 
Su relación con los restantes grupos aborígenes parece haber estado signada por la violencia y esto probablemente pueda relacionarse 
con su arribo en forma tardía a la región, donde ya estaban asentados los primeros. La llegada de los guaraníes pudo haber sido vista 
como una verdadera invasión sobre tierras previamente controladas por los grupos locales. Esta situación pudo haber influenciado el 
patrón de asentamiento insular guaraní que observaron los españoles en el Delta, cuyas aldeas estaban en los sectores del frente de 
avance, alejadosde los sectores continentales y de las islas más viejas de esta región, con excepción de Martín García que, como fuera 
mencionado, estaba mucho más alejada en aquel entonces del resto del complejo insular. 
El último grupo que cierra el panorama etnográfico del Delta en el siglo XVI son los Querandí (ver Fig. 2). Este grupo, que 
probablemente se componía de varias parcialidades con algún grado de variación cultural entre ellas, se acercaban al Delta y al estuario 
del Río de la Plata estacionalmente. La designación “Querandí”, también es de origen guaraní y tiene como traducción más aceptada “que 
posee grasa” o que “huele a grasa”. Eran grupos de cazadores - recolectores muy móviles de la llanura pampeana que cazaban 
guanacos (Lama guanicoe) y secundariamente venados (Ozotoceros bezoarticus) en la estepa, explotando la línea fluvial Paraná-Plata en 
algún momento del año. Esto último probablemente correspondiera a la estación cálida coincidentemente con el pico de productividad 
íctica del sistema fluvial debido a la presencia de peces migratorios y con la fructificación de las especies del Talar , hechos que aumentan 
la oferta de recursos en el área (cf. Loponte, 2008). 
Los Querandíes intercambiaban bienes con los grupos locales, que adquirían probablemente por contacto con sociedades aborígenes de 
las Sierras Centrales, como textiles y metales además de otros productos que ellos mismos generaban como pieles de guanaco. No es 
improbable que como parte del intercambio, los grupos locales del Delta cedieran derechos de pesca y explotación, como ha sido 
documentado entre grupos el interior y los aborígenes de la línea fluvial del Pilcomayo durante principios del siglo XX (cf. Loponte, 2008). 
Estos movimientos de migración estacional también podrían haber generado algún grado de flujo génico entre los grupos locales y los 
Querandíes. 
 
 
40 ¿Por qué el delta del Paraná es una región única de ntro del territorio de la Argentina? 150 Arqueología del Bajo Delta 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
3. La arqueología del Delta 
3.1. Su historia 
En términos académicos, la arqueología del Delta comienza con Luis María Torres, 
quien entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX excava diferentes sitios en el 
área, publicando el que para ese entonces fue un monumental trabajo de arqueología 
para nuestro país y Sudamérica (Torres, 1911) (Fig. 3). Los trabajos de este autor 
permitieron conocer algunas de las características de la estructura arqueológica del 
Delta Inferior, especialmente aquella relacionada con los grupos aborígenes locales. 
Unos años después, un investigador norteamericano, Samuel Lothrop, excava y publica 
con detalle un sitio guaraní en una isla, denominado Arroyo Malo, ubicado en lo que 
hoy es el Partido de Tigre (Lothrop, 1932). Estos dos trabajos serán fundacionales para 
la arqueología del área y los materiales obtenidos por estos dos investigadores serán 
reiteradamente citados en los trabajos arqueológicos posteriores. De gran importancia 
son los estudios efectuados por Caggiano (1984), quien realizó una síntesis de su 
arqueología con la información disponible hasta ese momento. En forma 
contemporánea, el equipo conformado por Osvaldo Chiri, Luis Abel Orquera y Ciro René 
Lafon efectuó una gran cantidad de excavaciones en el área, pero lamentablemente 
estas tareas casi no tuvieron correlato con los trabajos de laboratorio y prácticamente 
no se publicaron los resultados (Lafon, 1972). Hoy en día, investigadores y becarios del 
CONICET y tesistas de diferentes Universidades Nacionales mantienen una activa 
agenda de investigación arqueológica y de estudios paleoambientales en el Delta 
Inferior. 
3.2. La evolución de las sociedades aborígenes en e l área 
Por datos conocidos de áreas cercanas a la zona, sabemos que en la región ya existían 
humanos hace unos 10.000 años. El Delta por aquel entonces no existía. El río Paraná 
corría por un cauce más estrecho que el actual y desembocaba cerca de la costa 
oriental de la República Oriental del Uruguay (Fig. 4). No tenemos registro arqueológico 
de este período, pero sabemos que la productividad fluvial del Paraná debió haber sido 
muy inferior a la actual ya que las temperaturas promedio eran más bajas que las actuales y las especies más abundantes de peces del 
Paraná son muy sensibles a la temperatura del agua2. Es probable que en aquel momento los grupos aborígenes constituyeran pequeñas 
bandas que se movían en grandes espacios que incluían las riberas del Paraná, con una economía basada en la caza del guanaco y 
especies hoy extintas, entre ellas, el caballo americano. Para este período no hay evidencias que emplearan medios de navegación. 
2 Recordar que gran parte de las especies de peces presentes en la región son de origen “Brasílico-tropical”, o sea, provienen de zonas con características 
climáticas tropicales o subtropicales. 
Figura 2. Economía y territorio de los diferentes grupos aborígenes locales y no locales del Delta del Paraná en el siglo XVI según las crónicas históricas. 
Figura 3. Portada de la edición original del libro de 
Luis María Torres (Archivo Biblioteca Central de la 
Facultad de Ciencias Exactas y naturales, 
Universidad de Buenos Aires). 
 
 
Arqueología del Bajo Delta 151 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
Hace unos 8.000 años el clima empezó a mejorar 
sustancialmente y con el aumento de las 
temperaturas creció el nivel del mar, alcanzado el 
nivel actual. Sin embargo, este ascenso continuó 
y hace unos 6.500 años el nivel del mar estaba 
6,5 m por encima del nivel actual. Esto hizo que 
el mar penetrara profundamente por el valle del 
río Paraná y Uruguay y creara un gran golfo 
marino (ver Capítulos 3 y 5), donde ingresaron 
especies típicas de aguas saladas como ballenas, 
lobos marinos y peces. Los grupos humanos que 
se encontraban antes de la ingresión marina en 
ambas márgenes del Paraná quedaron separados 
por una gran entrada del mar y como no tenemos 
evidencias de que usaran equipos de navegación, 
sólo se podrían haber comunicado por el norte de 
este gran golfo marino donde este se angostaba, 
cerca de la ciudad de Paraná. Aún si hubieran 
tenido balsas o canoas, el cruce de este golfo 
debía tener riesgos sustanciales como para ser 
navegado y los contactos marinos debieron ser 
esporádicos (Fig. 5). Es posible que los grupos del 
sur de Entre Ríos y los del noreste de Buenos 
Aires explotaran estacionalmente las costas 
marinas, especialmente las colonias de lobos 
marinos y algún ejemplar de ballena que quedara 
varado ocasionalmente. 
El mar comenzó a retirarse hace unos 6.000 años 
en forma progresiva, pero en forma más 
significativa a partir de los 4.000 años antes del 
presente. Mientras ello sucedía, emergían sectores muy productivos constituidos por albufera s que albergan a una numerosa fauna 
terrestre y acuática. Es posible que los grupos humanos hayan comenzado a tener una mayor estabilidad en este nuevo paisaje , cuya 
productividad ya podría haber superado a las estepas pampeanas adyacentes. Hace aproximadamente 4.000–3.000 años antes del 
presente el Delta Superior quedó emergido, dando lugar a un vasto territorio que los grupos humanos colonizaron. La creación de arroyos 
y canales debió incentivar el uso de medios de navegación. Finalmente, hace unos 2.000–2.500 años comienza a emerger el Delta Inferior 
(Fig. 6). Los grupos humanos que ya vivían en el Delta Superior y/o en los alrededores del estuario comenzaron a colonizar esta nueva 
área, con un clima ya muy similar al actual y que dará lugar al registro arqueológico conocido y que veremos a continuación. 
Figura 5. El área del Delta hace 6.500 años. Tomado y modificado del Atlas Ambiental de Buenos Aires. 
Figura 4. Recorrido aproximado del río Paraná hace unos 10.000 años (Fuente: Cavallotto 
et al., 2005). 
 
 
152 Arqueología del Bajo Delta 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
Figura 6. El área del Delta hace 4000 años.Tomado y modificado del Atlas Ambiental de 
Buenos Aires. 
4. El registro arqueológico de los últ imos 2.500 añ os 
El fechado más antiguo que poseemos por el momento en el área del Paraná inferior corresponde al sitio Playa Mansa, ubicado a pocos 
kilómetros al sur de la ciudad de Rosario. Allí la arqueóloga Sandra Escudero descubrió un sitio arqueológico con una magnífica alfarería 
decorada (Fig. 7a). Los grupos humanos que ocuparon el lugar ya vivían de la caza del ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), 
del venado de la pampas (Ozotoceros bezoarticus) y de los peces estenohalinos que se encuentran actualmente en el Paraná como el 
armado (Pterodoras granulatus) y el sábalo (Prochilodus lineatus). Ocasionalmente cazaban guanacos en la llanura pampeana 
circundante y algunos dasipódidos3 (Acosta et al., 2007). Otro de los sitios más antiguos que conocemos se encuentra en los Bajíos 
Ribereños del Partido de Campana. Este yacimiento, llamado túmulo de Campana sitio 2, fue fechado por radiocarbono en 1.640 ± 70 
años antes del presente. No sabemos si estos grupos humanos descienden de aquellos que ocuparon Playa Mansa, pero lo cierto es que 
la decoración de la alfarería posee algunos rasgos comunes aunque en su mayoría son completamente diferentes (Fig. 7b). 
3 Los dasipódidos o integrantes de la Familia Dasipodidae se corresponden con los comúnmente denominados “armadillos” que incluyen a las mulitas, los 
peludos y los piches. Es un grupo de mamíferos conformado por 20 especies con amplia distribución ya que se encuentran desde el sur de los Estados 
Unidos hasta el sur de América del Sur y se caracterizan por la presencia de un caparazón formado por placas óseas poligonales o cuadrangulares que se 
articulan entre sí y están recubiertas por escamas córneas. 
La dieta de los grupos humanos que ocuparon Túmulo de Campana sitio 2 era similar a la registrada en Playa Mansa. Conforme nos 
acercamos al año 1.000 antes del presente se registra una verdadera explosión en la cantidad de sitios arqueológicos descubiertos en la 
región, ya que han descubierto varios de ellos para el período cronológico de 1.300–900 años antes del presente. Este es el momento en 
que el Bajo Delta Insular ya está en su mayor parte emergido. La cerámica que se recupera de los sitios ubicados con esa cronología 
tiene alfarería con diferentes tipos de decoración incisa (Fig. 8a), mientras que en otros sitios la alfarería es completamente lisa. La 
variabilidad en los estilos decorativos y la presencia de cerámica lisa está indicando no sólo pequeñas diferencias cronológicas sino su 
probable pertenencia a diferentes grupos, que si bien compartían muchos rasgos comunes, mantenían diferencias que podrían 
relacionarse con los diferentes grupos de residencia local o microrregional. 
a b 
Figura 7. a) Alfarería aborigen 
procedente del sitio Playa Mansa; 
b) Alfarería procedente de Túmulo 
de Campana sitio 2. 
 
 
Arqueología del Bajo Delta 153 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
La cerámica guaraní es completamente diferente. Uno de los tipos más comunes es la cerámica corrugada, que se asemeja a las “escamas 
de pez”, tal como fuera señalado por Muñiz (1918). También son comunes las superficies coloreadas de rojo o blanco y aquellas que 
combinan dos o tres colores, formando guardas geométricas (Fig. 8b). Estas diferencias estilísticas se suman a las diferencias tecnológicas 
ya que la masa empleada para hacer la alfarería guaraní es muy diferente a la cerámica de los cazadores-recolectores del área. 
5. Economía y subsistencia 
5.1. El componente animal de la dieta 
A partir de 2.500 años antes del presente hasta la llegada de los europeos en el año 1.516, la fauna que se recupera en los sitios 
arqueológicos está dominada por restos de peces, especialmente de sábalos y secundariamente de armados y bagres. Debido a que la 
oferta de peces se deprime sustancialmente durante el invierno, los grupos humanos desarrollaron técnicas de ahumado y conservación 
de pescado, de forma tal que podían disponer de alimentos almacenados para hacer frente a la depresión de recursos del invierno. Como 
la migración estival coincide con el desborde del cauce del Paraná y los peces tienen migraciones laterales hacia las llanuras de 
inundación, los aborígenes los pescaban allí mediante el arponeo y el arco y la flecha. Durante el invierno, por el contrario, pescaban en el 
cauce central y probablemente se consumía el excedente de los peces obtenidos durante el verano (Fig. 9). 
Entre las especies terrestres, fueron sumamente 
importantes en la dieta dos cérvidos, el ciervo 
de los pantanos y el venado de las pampas así 
como un roedor de tamaño mediano, el coipo o 
falsa nutria (Myocastor coypus), y uno pequeño, 
el cuis (Cavia aperea) (Acosta, 2005; Loponte, 
2008) (Fig. 10). En algunos sitios también se 
han detectado densos concheros formados por 
las almejas de río (Diplodon sp.), que formaron 
también parte de la dieta de estos grupos 
humanos. 
La existencia de recursos con bajo riesgo en su 
obtención como los moluscos de río y el cuis, 
que en la etnografía de la cuenca del Paraná 
son habitualmente recolectados y capturados 
por las mujeres, los niños y los ancianos, 
probablemente señala la importancia de la 
cooperación sexo-etaria en la obtención de 
alimentos. Más aún, el previsible uso de canoas 
por parte de estos grupos hace muy factible 
considerar que los niños y las mujeres podrían 
haber participado de algunos eventos de pesca. 
Los estudios que se desarrollan con la cerámica 
arqueológica del Delta permitieron determinar 
la existencia de ácidos grasos presentes en la 
misma, lo que indica el hervido de las presas 
una vez trozadas. 
Los guaraníes por su lado, explotaban la misma fauna además de consumir carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris) (Loponte y Acosta, 
2008), una especie que parece haber sido exceptuada por los grupos aborígenes locales, probablemente por cuestiones ideológicas, 
constituyendo así una especie con algún grado de tabú de consumo. 
Figura 8. a) Estilos decorativos de la alfarería local del período 1300 – 900 años antes del presente; b) Alfarería guaraní. 
b a 
Figura 9. Estrategias de pesca inferidas para los grupos humanos del área. 
 
 
154 Arqueología del Bajo Delta 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
5.2. El componente vegetal de la di eta y la manipulación del ambiente 
Por medio de estudios isotópicos efectuados en elementos esqueletarios de humanos recuperados en los sitios arqueológicos del área 
podemos saber qué participación tenían los vegetales y los animales en la dieta. Según este tipo de estudio, es posible atribuir cierta 
proporción de alimentos de origen vegetal a la dieta, en base a valores del δ13C que se mide en los huesos. Entre los cazadores-
recolectores este tipo de componente era sustancialmente importante dado que los valores isotópicos obtenidos arrojan lecturas 
equivalentes a aquellas dietas que tienen entre un 30 y 40% del total de la ingesta compuesta por este tipo de alimento. A nivel de 
registro de observación directa o macroscópico, se ha identificado gran cantidad de semillas carbonizadas de la palmera Pindó (Syagrus 
romanzoffiana) en todos los sitios arqueológicos y elementos de molienda. La gran cantidad de palmeras que mencionan los cronistas del 
siglo XVI en el Paraná de las Palmas probablemente hayan sido producto de la manipulación humana (ver discusión en Loponte, 2008), 
generando estos densos palmares que proporcionaban alimentos y diversas materias primas a los aborígenes. Estos palmares que tal vez 
fueron autogenerados, habrían sido considerados propiedad de algunos grupos que los explotaban cíclicamente, como sucede en otras 
partes de la cuenca (ver discusión en Acosta, 2005 y Loponte, 2008). Además de la palmera de Pindó, los grupos locales explotaron 
probablemente las especies farináceas del Talar, como el Algarrobo blanco y negro (Prosopis alba y Prosopis nigra), el chañar (Geoffroeadecorticans) y el espinillo (Acacia caven), aunque la identificación arqueológica de las especies consumidas es dificultosa. En el caso de los 
guaraníes (horticultores), sabemos por datos 
isotópicos obtenidos a partir de esqueletos 
inhumados en urnas guaraníes, que estos comían 
maíz (Loponte y Acosta, 2008), como también 
frutos de pindó, ya que se recuperaron una gran 
cantidad de semillas carbonizadas de esta 
palmera en el sitio Arroyo Fredes, ubicado en el 
Partido de San Fernando (Loponte y Acosta, 2003
-2005). 
Los datos isotópicos de los individuos que 
consideramos guaraníes muestran que habrían 
tenido una dieta más carnívora que aquella 
exhibida por los cazadores-recolectores locales, 
tal vez por la imposibilidad de acceder a las 
formaciones boscosas del talar, que se 
encontraba en el sector continental, poblada por 
cazadores-recolectores locales. En la Figura 11 se 
ubican algunas de las lecturas isotópicas de 
presas y ambos grupos humanos del Delta. En la 
misma se observa que mientras los cazadores-
recolectores tienen valores de δ13C solapados con 
sus presas, los horticultores amazónicos tienen 
una dieta más pesada, producto del consumo de 
vegetales como el maíz. 
Figura 11. Inferencia de la dieta de humanos y sus presas en función de los valores 
isotópicos en el Bajo Delta Insular. 
Figura 10. Principales presas de los grupos aborígenes del 
área. a) Cuis (Cavia aperea); b) Coipo (Myocastor coypus); 
c) Ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus); 
d) Carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris); e) Sábalo 
(Prochilodus lineatus). Fotos: a) Claudio Días Timm; 
b) Hernán Fernandez; c) Nicolas Sendrós; d) Matías Ferroni; 
e) Florencia Brancolini. 
a b 
c 
e 
d 
 
 
Arqueología del Bajo Delta 155 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
Sit io Acrónimo Cód. Lab. Género δ13Cco ‰ s δ13Cap ‰ s δ13Cap-co(‰ )* δ15N ‰ s
Co. Lut z CL-E3 AA77310 Fem. -20,3 -13 ± 0,1 7,3 s/ d
Co. Lut z CL-E9 AA77311 Fem. -19,7 -12,2 ± 0,1 7,5 s/ d
Co Lut z LZ 200 AIE 15193 Masc. -19,6 ± 0,3 -12,5 ± 0,02 7,4 s/ d
LBS1 LBS1-33 UGA 8780 Fem. -18,85 ± 0,3 -11,4 ± 0,1 7,71 9,97 ± 0,3
LBS2 LBS2- 12 UGA 8781 Masc. -18,51 ± 0,37 -11,06 ± 0,1 7,45 9,49 ± 0,06
Anahí A-121 UGA 8782 Masc. (?) -19,34 ± 0,47 -11,42 ± 0,1 7,92 8,17 ± 0,15
Garín G1 UGA 8783 Masc. -16,85 ± 0,13 -9,59 ± 0,1 7,26 8,89 ± 0,03
Aº Sarandí AS 6477-23-14 UGA 10788 Masc. -20,17 ± 0,1
Aº Sarandí AS 6478-24-18 AIE 12366 Masc. -20,3 ± 0,3
Los Marinos LM7 UGA 3303 Masc. -19,16 ± 0,01 -14,29 ± 0,01 4,87 12,66 ± 0,3
Los marinos LM21 UGA 3304 Masc. -19,86 ± 0,06 -14,59 ± 0,01 5,27 12,31 ± 0,17
Los marinos LM26 UGA 3305 Fem. -20,73 ± 0,23 -12,98 ± 0,01 7,02 12,73 ± 0,13
Los marinos LM123 UGA 3306 Fem. -18,56 ± 0,07 -11,88 ± 0,01 6,68 12,79 ± 0,22
Aº Malo AM 6630/T4-16 AIE 11719/ 25 Masc. -15,2 ± 0,3 -10,2 ± 0,3 5
Aº Malo AM 6631/T5-11 AIE 12365/ 409 Masc. -15,2 ± 0,3 -10,1 ± 0,2 5,1
Aº Fredes AF 6865/ L11 UGA 10789 Masc. -16,72 ± 0,1 11,22
Aº Fredes AF 7681- L/8-19 AIE 12364 Masc. -15,1 ± 0,3
C
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IO
R
Tabla 1. Valores de δ13C para el colágeno (Cco) y la apatita (Cap) para muestras en restos humanos encontrados en diferentes localidades de 
la región del Delta del Paraná.. Cód. Lab. = Código de Laboratorio; s = desviación standard. 
* Valores del espaciamiento de ambas fuentes de carbono (diferencia entre apatita4 y colágeno5) 
 
La enorme cantidad de alfarería, los valores 
isotópicos obtenidos en los esqueletos de 
cazadores-recolectores y las citas etnohistóricas 
que refieren a cultivos que de alguna manera 
parecen menores en el Delta Inferior y con 
mayor entidad en el Delta Superior, sugieren que 
los grupos humanos del final del Holoceno 
estaban manipulando y cultivando diversos tipos 
de vegetales. Por ello, es factible considerar que 
los grupos del sector más meridional del humedal 
del Paraná inferior se encontraban en una etapa 
inicial en las producción de alimentos, mientras 
que en Delta Superior parecen haber alcanzado 
en el siglo XVI una fase ya de sustitución de 
alimentos, donde una gran proporción de la 
ingesta de alimentos provenía de plantas 
cultivadas (Fig. 12). 
Sin embargo, este panorama aún no ha recibido 
la confirmación arqueológica y los pocos datos 
isotópicos que disponemos para el Delta Superior 
muestran una dieta preferentemente carnívora 
en los hombres (en función de sus valores de δ
13C) y con un componente mayor de vegetales en 
las mujeres (Tabla 1). 
Figura 12. Posible grado de dependencia de los 
aborígenes del área de los alimentos cultivados 
durante el siglo XVI y los siglos inmediatamente anteriores. 
4 La apatita es un mineral con cristales hexagonales incoloros o de color parduzco o verdoso que forma parte de los huesos. 
5 El colágeno es una molécula proteica que forma las fibras colágenas, las cuales se encuentran en todos los animales.Es el componente más abundante de 
la piel y de los huesos, cubriendo un 25% de la masa total de proteínas en los mamíferos. 
 
 
156 Arqueología del Bajo Delta 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
5.3. Tecnología 
Ya hemos visto que los sitios 
arqueológicos del Delta contienen 
una gran cantidad de cerámica que 
ut i l izaban para preparar los 
alimentos, servirlos y ocasionalmente 
almacenarlos por un corto período. 
Pero además de la alfarería, los 
aborígenes ut ilizaron un vasto 
repertorio de artefactos elaborados 
en piedra y hueso que los ayudaron 
a obtener presas, procesarlas y 
manufacturar artefactos. 
También deben haber poseído una 
gran cantidad de artilugios de 
m a d e r a , p e r o d a d a s l a s 
características ambientales del Delta, 
estos no han sobrevivido hasta 
nuestros días. 
5.4. Sistemas de armas 
Los grupos humanos se enfrentaron con la necesidad de capturar presas terrestres como el venado, acuáticas, como los peces, y otras 
que son típicas de los humedales como el ciervo de los pantanos y el coipo. Para obtenerlas desarrollaron un complejo sistema de armas 
compuestos por arcos y flechas, boleadoras, arpones, lanzas, redes y tiraderas, que les permitieron obtener una gran plasticidad para la 
caza de animales (Fig. 13). 
Las puntas de proyectil que colocaban en sus dardos eran de piedra o de hueso, según el sistema de armas que fuera. Las puntas de 
piedra eran probablemente utilizadas con exclusividad para las 
flechas impulsadas con arcos, al igual que otras puntas muy 
delgadas confeccionadas en hueso (Fig. 14a). Mientras que las 
rocas empleadas para la confección de las puntas provenían 
preferentemente de las sierras de Tandil, casi todos los 
instrumentos óseos eran fabricados a partir de los huesos de los 
ciervos que cazaban (Fig. 14b). En el caso de los arpones, estos 
se confeccionaban sistemáticamente con las puntas de las astas 
del ciervo de los pantanos o del venado de las pampas. Requerían 
un gran trabajo de formateo mediante el empleo de artefactos 
cortantes y de pulido (Fig. 14c). 
c 
a 
Figura 14. a) Puntas de proyectil recuperadas en el humedal del Bajo 
Delta Insular; b) Utilización del sistema esquelético de los cérvidos como 
fuente de materia prima para confeccionar artefactos; c) Arpones 
confeccionados en astas de cérvidos recuperados en los sitios del área. 
Figura 13. Sistemas de armas de los aborígenes locales. 
b 
 
 
Arqueología del Bajo Delta 157 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
5.5. Equipo de transformación de materiales 
Los aborígenes emplearon artefactos de hueso y madera para confeccionar vestimentas, abrigos, bolsas y redes, entre otros, a partir de 
la utilización de pieles. Entre los artefactos más comunes, se encuentran los punzones confeccionados con huesos (metapodios) delos 
quiridios (patas) de venado de las pampas (Fig. 15). Los estudios de microdesgaste efectuados por la arqueóloga Natacha Buc han 
demostrado que la mayoría de estos punzones se emplearon para el trabajo de pieles y vegetales (ver un resumen en Loponte, 2008). 
Debido a la lejanía de las fuentes de rocas, los 
grupos cazadores—recolectores utilizaron 
pequeños cuchillos de piedra con filos sin 
modificar para economizar la materia prima. 
Las rocas que utilizaron para hacer estos 
cuchillos fueron preferentemente calizas 
silicificadas procedentes de la Formación Puerto 
Yeruá – Mercedes, que aflora en las barrancas 
del río Uruguay desde la ciudad de Concepción 
hasta más al norte que Puerto Yeruá en el 
territorio argentino y en vastas zonas del 
occidente de la República Oriental del Uruguay. 
Por el contrario, los grupos guaraníes no 
utilizaron rocas provenientes de Tandil ni 
calizas silicificadas de Entre Ríos o de Uruguay 
sino que emplearon guijarros del río Uruguay 
para confeccionar cuchillos y pequeñas hachas, 
cuyos cabezales estaban formados por guijarros 
o también con basaltos procedentes de 
sectores más septentrionales de dicho río. Estas 
hachas eran empleadas para limpiar el bosque 
donde se hacían las parcelas para cultivar. 
5.6. Artefactos suntuarios 
Entre los adornos personales que se destacan en el Bajo Delta están los tembetás o adornos que se insertaban debajo del labio inferior. 
Los formatos de los tembetás nos ayudan mucho a configurar algunos de los límites sociales establecidos ya que habitualmente estos 
artefactos tienen algún significado étnico. Los tembetás en forma de “T” están confeccionados en valvas de moluscos de río (Diplodon 
sp.). Su distribución conocida abarca desde el estuario intermedio del Río de la Plata hasta las planicies inundables del sur de 
Gualeguaychú (Fig. 16a). 
También se recuperan cuentas de dientes de cánidos, de valvas y pendientes de malaquita (una roca alóctona al área que 
probablemente ingresaba desde el interior de la llanura pampeana, pero su origen puede remontarse al noroeste argentino). No está 
claro el contexto de uso de estos adornos, pero claramente podrían representar elementos que denotaban algún tipo de estatus social, 
particularmente las cuentas de malaquita, que por su origen debió ser un bien muy preciado (Fig. 16b). 
Figura 16. a) Tembetá en forma de “T”; b) Pendientes de dientes y rocas semipreciosas recuperados en el Delta. 
b a 
Figura 15. Punzones utilizados principalmente para el trabajo de pieles y vegetales. 
 
 
158 Arqueología del Bajo Delta 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
6. Comportamientos mortuorios 
Los arqueólogos creemos que el área tuvo una alta densidad de población durante los últimos 1.000 años previos al arribo de los 
españoles. Ello surge no sólo porque las crónicas que describen la situación del punto final de esta secuencia señalan gran cantidad de 
población, sino porque los cementerios aborígenes del área son muy numerosos y poseen gran cantidad de individuos sepultados. Como 
corresponde con otras áreas del mundo donde los humanos tuvieron marcada territorialidad y circunscripción espacial, se desarrollaron 
comportamientos mortuorios muy complejos. Una fracción de las inhumaciones que se descubren en el área son aquellas denominadas 
“primarias”, donde los cuerpos fueron depositados sin ninguna desarticulación. Otras formas de inhumación consisten en paquetes 
funerarios, donde se juntaban dentro de un mismo paquete o bolsa de piel, los huesos de varios individuos. El significado de este 
comportamiento no está claro, pero es probable que se trate de individuos que murieron en otros sectores de su territorio, lejos del 
cementerio socialmente pautado para estos individuos. La conformación de grandes cementerios en la zona del Bajo Delta, donde 
pueden llegar a haber cientos de individuos inhumados, marca la baja movilidad territorial de estos grupos y la apropiación de estos 
espacios que eran considerados parte de la propiedad de los grupos locales. 
Los comportamientos mortuorios de los guaraníes eran 
bastante diferentes. También formaron extensos 
cementerios en las adyacencias de sus aldeas, pero las 
inhumaciones se efectuaban en urnas funerarias que 
tapaban con un pequeño plato, habitualmente pintado 
de varios colores. Para hacer caber el cuerpo, este era 
trozado y reducido según las unidades anatómicas. Los 
huesos que predominantemente se encuentran en las 
urnas son los huesos largos y el cráneo. 
7. Circuitos de intercambio 
Ya hemos mencionado que los grupos aborígenes del 
Delta recibían por intercambio metales, pieles, cuentas 
de rocas semipreciosas, textiles, rocas de diferentes 
regiones (Fig. 17) y probablemente también animales. 
En efecto, en 2006 se recuperó el primer perro (Canis 
familiaris) prehispánico del área. El fechado 
radiocarbónico se efectuó directamente sobre sus 
restos, arrojando una antigüedad de 916 ± 42 años AP 
(número de análisis de laboratorio: AA-73312). Este 
hallazgo es sorprendente, ya que si bien se conocía la 
existencia de perro prehispánico en otros sectores de 
Argentina, es la primera vez que se documenta en el 
Delta, un área donde los cronistas tempranos del siglo 
XVI señalan su inexistencia (cf. Fernández de Oviedo y 
Valdés, 1944). La identificación de este ejemplar en el 
sitio Cerro Lutz, cerca de Villa Paranacito (provincia de 
Entre Ríos; Fig. 18) y también en el sitio La Bellaca 
sitio 2, cerca de Tigre (provincia de Buenos Aires) 
plantea su probable introducción desde sectores 
andinos, donde los perros eran más comunes, como 
parte de los bienes de intercambio. Si fuera así, el 
perro habría sido un objeto de estatus social. La 
escasez de los mismos y, sobre todo, la ausencia de 
casales, habría determinado su baja visibilidad en las 
crónicas del siglo XVI y que esta especie no tuviera 
continuidad biológica como poblaciones asilvestradas 
en el Delta. 
8. Palabras finales 
El delicado equilibrio que mantenían estas sociedades 
entre ellas y con su medio ambiente fue finalmente 
destruido con la irrupción de los españoles. Los 
sofisticados sistemas de armas de los europeos, su 
capacidad logística para transportar equipos y hombres 
tanto a cortas como a largas distancias y las 
enfermedades que trajeron consigo destruyeron a las 
comunidades aborígenes del Bajo Delta en menos de 
dos siglos. Los Querandíes, con posibilidad de retirarse 
hacia la llanura, lo hicieron y se incorporaron al 
proceso de etnogénesis pampeana de los siglos XVII y 
XVIII . Por el contrario, los grupos circunscriptos al ambiente del humedal no sobrevivieron como tales y desaparecieron de la historia 
para siempre. Hoy, recuperar e interpretar este registro arqueológico que también había quedado relegado en el panorama arqueológico 
argentino, es una responsabilidad indeclinable en la que estamos comprometidos. 
Figura 18. Sitio “Cerro Lutz”, Villa Paranacito, Bajo Delta Entrerriano, lugar donde 
se recuperó un esqueleto de perro doméstico (Canis familiaris). Foto: D. Loponte. 
Figura 17. Lugares de origen y circuitos probables de los distintos bienes alóctonos 
que llegaban al Delta durante el siglo XVI y los siglos inmediatamente anteriores. 
Foto: Daniel loponte. 
 
 
Arqueología del Bajo Delta 159 
Daniel M. Loponte y Alejandro Acosta 
Arqueólogo estudiando el enterratorio del Sitio Cerro Lutz, Villa Panacito, Bajo Delta Entrerriano. Foto: Daniel Loponte.

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