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Las habilidades emocionales Las habilidades emocionales son aquellas que nos permiten manejar nuestras emociones de manera racional, es decir, son aquellas capacidades que muestran o trabajan la inteligencia emocional. Nos ayuda a reconocer los propios sentimientos: identificarlos, etiquetarlos y expresarlos. Controlar los sentimientos y evaluar su intensidad. Ser consciente de si una decisión está determinada por los pensamientos o por los sentimientos. Controlar las emociones, comprendiendo lo subyacente a un sentimiento. Aprender formas de controlar los sentimientos. Habilidades cognitivas También se le conoce como habilidades intelectuales, competencias cognitivas o facultades mentales. Las habilidades cognitivas son las funciones cerebrales necesarias para que una persona pueda adquirir conocimientos, el tratamiento de la información y el razonamiento. Entre estas habilidades las que más se destacan son: La aptitud numérica: que es la capacidad de razonar con conceptos numéricos sencillos y de aplicarlos. La comprensión verbal: la habilidad para comprender lo que se lee, lo que se oye y la relación entre las palabras. La velocidad perceptual: es una habilidad para identificar rápidamente y con precisión las similitudes y las diferencias. La visualización espacial: habilidad de imaginar la manera en que se vería un objeto al cambiarlo de posición en el espacio. La memoria:es la habilidad para registrar, almacenar, retener y recordar informaciones recibidas, puede se de manera mediata o inmediata. La voluntad: aptitud de decidir y ordenar la propia conducta, sin que alguien interfiera. Estas serían las habilidades que más destacan en el lado cognitivo. Y uniendo todo esto podemos: -comprender los sentimientos de los demás, respetar las diferencias individuales. - Saber leer e interpretar los indicadores sociales. - Asumir toda la responsabilidad de las propias decisiones y acciones. - Reconocer las propias debilidades y fortalezas. - Mantener una actitud positiva ante la vida con un fuerte componente afectivo. - Desarrollar esperanzas realistas de uno mismo. . - Saber distinguir entre las situaciones en que alguien es realmente hostil y aquéllas en las que la hostilidad proviene de uno mismo. - Ante una situación de conflicto, pararse a describir la situación y cómo se hace sentir, determinar las opciones de que se dispone para resolver el problema y cuáles serían sus posibles consecuencias, tomar una decisión y llevarla a cabo. Muchas personas confunden esto con la agilidad mental, que es la capacidad de «ejecutar de forma rápida y eficaz las tareas de índole intelectual» pero son dos cosas diferentes y no deben mezclarse. Habilidades conductuales Entendemos como habilidad conductual aquellas características de comportamiento que tiene cada persona y que la fortalecen o la debilitan en diversos aspectos de su desempeño. Gracias a las habilidades conductuales una persona puede resistir las influencias negativas, escuchar a los demás, participar en grupos positivos de compañeros,r esponder eficazmente a la crítica, comunicarse con los demás a través de otros canales no verbales, gestos, tono de voz, expresión facial, etc. La naturaleza de la inteligencia emocional Las características de la inteligencia emocional son: la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás. El grado de dominio que alcance una persona sobre estas habilidades resulta decisivo para determinar el motivo por el cual ciertos individuos prosperan en la vida mientras que otros, a pesar de tener un nivel intelectual similar, acaban en un callejón sin salida. Las Emociones pueden regularse Regular las respuestas emocionales se puede aprender. Al mismo tiempo es un signo de maduración y de inteligencia. En la primera infancia, normalmente no se regula las respuestas emocionales, los niños simplemente lo expresan o explotan. Socialmente se acepta y se perdona este tipo de conductas en las respuestas emocionales de los niños pequeñas. Pero a medida que se van haciendo mayores, la tolerancia ante este tipo de respuestas disminuye hasta llegar a la madurez, cuando socialmente se exigen la regulación emocional. Con el aprendizaje conseguimos equilibrar dos fuerzas opuestas. Por un lado, la necesidad biológica de la respuesta emocional, y por el otro, la necesidad de respetar determinadas normas de convivencia. La alternativa que se propone es que existen emociones como consecuencia de la respuesta de la persona ante una situación. También es cierto que determinadas emociones son útiles y traen un beneficio al individuo y otras no. A partir de este hecho podemos dividir las emociones en: respuestas emocionales efectivas, útiles y adaptativas; y respuestas emocionales no efectivas, poco útiles o poco adaptativas. Una respuesta emocional (ya sea alegría, ira, vergüenza) será útil dependiente del contexto en el que nos encontramos. Si la respuesta es adaptativa y nos ayuda a relacionarnos con el mundo que nos rodea, con los demás y con nosotros mismos, será una emoción efectiva. Así todas las respuestas emocionales son positivas siempre que se utilicen adecuadamente. El enojo, la melancolía y el miedo pueden llegar a ser fuentes de creatividad, energía y comunicación; un ejemplo de esto puede ser la canción Domingo Sombrío del compositor Rezso Seress, quien escribió esa canción cuando la mujer que él amaba lo dejó cuando había una crisis económica en Hungría, es considerada como una de las canciones más tristes que existe, de hecho 19 personas se suicidaron luego de escuchar la canción. Continuando con el tema,l enfado puede constituir una intensa fuente de motivación, especialmente cuando surge de la necesidad de reparar una injusticia o un abuso; el hecho de compartir la tristeza puede hacer que las personas se sientan más unidas. Toda emoción es buena y puede alentar a la creatividad, siempre y cuando no llegue al punto de atribularnos.
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