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HISTORIA DEL MUNDO
CONTEMPORÁNEO
TEMA 5
El reinado de Isabel II (1833-1868)
La regencia de María Cristina (1833-1868)
La muerte de Fernando VII dejó el poder político en manos de su viuda María Cristina de Nápoles.
El estallido de la Guerra Civil hizo derivar la situación hacia un liberalismo moderado, en primer
lugar, y luego hacia un liberalismo pleno.
La figura más destacada de la política española es este período de transición fue Francisco Cea
Bermúdez que prometió cambios y reformas administrativas.
El más importante de sus colaboradores fue Javier de Burgos, al que se debe la división de España
en provincias.
Sin embargo, el programa fue superado por las circunstancias y en tan sólo unos meses los
acontecimientos desplazaron del poder a Cea Bermúdez.
Una amnistía permitió el regreso de los exiliados liberales que, procedentes de un liberalismo
radical, con el paso del tiempo de habían vuelto más moderados. Con toda probabilidad fue la
guerra civil la que impulsó a la regente a optar por ellos, como una especie de tercera vía entre los
partidarios del antiguo régimen y los liberales exaltados. Al frente del gobierno puso a Martínez de
la Rosa, antiguo liberal radical.
La decisión más importante de Martínez de la Rosa fue la promulgación de estatuto real en abril de
1834. Equivalía a una carta otorgada y sirvió para introducir en la vida política española la
deliberación pública de los asuntos políticos. De acuerdo con el texto las cortes quedaban
divididas en dos estamentos: estamento de los próceres y estamento de los procuradores. De esta
manera se inició una transición más decidida hacía el liberalismo.
La Guerra Carlista (1833-1840)
El primer despegue del liberalismo pasaba por la experiencia de la guerra civil. Ésta no se explica
sin los antecedentes previos durante el reinado de Fernando VII.
El ideario del pretendiente al trono, Don Carlos María Isidro, de cuatro años más joven que su
hermano Fernando, era de una simplicidad extrema, él identificaba el trono con el altar. Para
muchos de los carlistas la guerra tuvo un componente religioso indudable.
La lucha del carlismo contra los liberales fue, sin duda, la del campo contra la ciudad.
Después de la muerte de Fernando VII se iniciaron sublevaciones de pequeñas partidas. En 1834 se
incorporaron a su dirección algunos elementos militares como Tomás Zumalacárregui, al mando
de las tropas carlistas inclinando muy favorablemente la situación para los sublevados.
Por el año siguiente, en Bilbao, acabó muriendo Zumalacárregui y los liberales obtuvieron alguna
victoria importante.
La harina de gente logró el apoyo exterior, así los gobiernos liberales de España y Portugal
suscribieron la cuádruple alianza con Gran Bretaña y Francia.
La última fase de la guerra tuvo como protagonistas militares al liberal Baldomero Espartero y el
carlista Rafael Maraboto.
Las victorias de Espartero facilitó la liquidación de la guerra y en agosto de 1839, el convenio de
Vergara, selló el fin de la guerra mediante una relativa transición.
Hacia un liberalismo pleno
Desde septiembre de 1835 se puso un nuevo gobierno, cuando en Mendizábal al frente. Creo las
diputaciones provinciales para controlar los movimientos de las juntas.
Convirtió en Guardia Nacional la antigua milicia y en cuanto al problema hacendístico trató de
resolverlo mediante los empréstitos, repartiendo por provincias unas ciertas cuotas de ingresos
obligatorios, y sobre todo, con la desamortización de los bienes de la Iglesia, que correspondían en
casi la totalidad de la tierra en el antiguo régimen.
La primera ministra fue la supresión de las órdenes religiosas (1835) y la segunda destinada a
determinar el sistema de venta de los bienes nacionalizados (1836). Todo eso se haría en pública
subasta, gran parte de las compras fueron realizadas por la policía de negocios madrileña.
Este proceso constituye un elemento esencial para comprender el tránsito de la sociedad del antiguo
régimen al liberalismo.
Tras el gobierno de Mendizábal, el regente apoyó de manera clara la tendencia más derechista de
liberalismo, los moderados.
En estos meses se inició una práctica que sería habitual en todo el siglo XIX español, consistente en
que cualquiera de las opciones políticas se atribuya en realidad el monopolio del poder político. Los
miembros del sector más radical de liberalismo progresistas tenían otra forma de actuar al margen
de las elecciones, que constituiría en sublevarse y crear juntas provinciales y locales.
La tensión política provocó, en 1836, la sublevación de sargentos en la granja e impusieron a la
gente un cambio en la dirección política; María Cristina aceptó la vuelta a la constitución de 1812.
La tarea más importante de las Cortes fue la elaboración de una nueva constitución, la de 1837 y
contemplaba la existencia de una soberanía compartida entre el rey y las Cortes.
Otro rasgo de esta fórmula constitucional es la definición de dos cámaras con las denominaciones
con que han llegado a la actualidad:Congreso de los diputados y senador.
La constitución hace alusión a la milicia nacional y contiene la declaración de los derechos como la
libertad de imprenta, y no declara al catolicismo como única religión verdadera y no prohíbe la
existencia de otras edición.
La constitución de 1837 podía haberse convertido en un campo común, sin embargo, cada cambio
de gobierno tendió a convertirse en una modificación de la constitución.
La regencia de Espartero (1840-1843)
La primera fórmula política que existió después de la inmigración de María Cristina a París fue un
ministerio regencia a cuyo frente estaba el general Espartero.
Su identificación con el progresismo fueron muy tardía y su carácter ello más bien a ser autoritarios,
lo que había hecho que no todos lo aceptaron como dirigente único.
A finales de 1841 arreció la divergencias en el seno del progresismo con la aparición por vez
primera de sectores políticos que hacían expresa declaración del republicanismo con el intento de
introducir un arancel modestamente librecambista.
Dichos procedimientos autoritarios de Espartero fueron especialmente perceptibles en lo que
respecta a la sublevación de Barcelona. El movimiento fue espontánea, nacido de una protesta en
contra de los impuestos, y requirió el desplazamiento del regente hasta la ciudad.
En diciembre de 1842 Barcelona fue bombardeada hasta su completa sometimiento.
Lejos de afianzar en el poder al general Espartero el regente se vio obligado a ceder el gobierno a
un dirigente progresista no dependiente de él. Se sumaron también los generales moderados, que
venían conspirando a través de una sociedad secreta denominada orden militar española.
En el mes de junio de 1843, Naruaéz Desembarcó en Valencia y poco después Espartero abandonó
el país.
El reinado de Isabel II (1843-1868)
Isabel II FUE proclamada reina en noviembre de 1843 con tan sólo 13 años, como única solución al
vacío de poder creado por el desplazamiento de Espartero. Ella no fue un árbitro entre las diferentes
tendencias liberales, sino que tan sólo apoyó, dentro del moderantismo, a su sector más
reaccionario.
Los moderados en el poder
La conquista del poder por los moderados sólo quiero rectificar en las elecciones de 1844 con la
subida al poder del general Narváez, que protagonizó la vida política durante todo el reinado se
invoque en la configuración de un régimen de predominio moderado lo tuvo la elaboración de la
constitución de 1845. En ella se plantea el carácter compartido de poderes entre el pueblo y el rey.
La nueva constitución otorgaba un papel crucial al Senado, cuya composición era de nombramiento
real, el número de senadores sería ilimitado y el cargo vitalicio. El sistema era bicameral: Congreso,
Senado. La ley electoral tenía tales exigencias de nivel económico para votar que reducía
muchísimo el descenso electoral. La ley municipal era tancentralista que permitiría al gobierno
nombrar directamente a los alcaldes. Asimismo la legislación sobre imprenta que era muy
restrictiva.
Sus rasgos son muy parecidos al modelo francés: el centralismo, el carácter en sicario y oligárquico
y la consideración de la administración como la médula del estado.
Un instrumento esencial al servicio del estado fue la creación de la guardia civil.
Respecto a la organización judicial, estos años presenciaron la configuración del Tribunal Supremo;
gran parte de la estructura legal de la España contemporánea y una luz en estas tres décadas
centrales del siglo.
En el campo de la enseñanza se redactó un plan de estudios que unificó y centralizó todos los
sistemas docentes de bachillerato, y la universidad se convirtió en una dependencia administrativa
del estado.
Asimismo se reformó la hacienda en dos impuestos esenciales: el primero era la contribución
territorial, fundamentalmente agraria; a este impuestos directos se sumó otro indirecto denominado
de consumo, encarecía los productos de consumo diario y, por ello, motivó importantes protestas.
La instauración de la peseta como unidad patrón también data ese momento.
Otra reforma importante consistió en el restablecimiento y buenas relaciones entre Iglesia y estado a
través de un concordato (1851).