Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
La pobreza no es natural, es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Y erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia. Nelson Mandela. Redactor jefe: Pericles Huamanculi Equipo de redacción: Magaly Incollingo Patricia Maguna Matías Mansilla Edición: Rolando Reynoso Equipo de corrección: Alejandra De la Cruz Rina Madrid Flor Podolsky Arte de tapa: José Arévalo Dibujo: Paula Herrera Difusión: Emilse Alegre Estelita Avalos Luis Fabian Cuadros Colaboradores: Denise Acosta Ezequiel Rositto Leonardo Barreto Baltazar Duarte Victor Belchoir Santiago Delgado SUMARIO: • LOS EFECTOS PSICOLOGÍCOS DE LA PANDEMIA. • LOS BENEFICIOS DE ESCUCHAR MÚSICA. • LA EDUCACIÓN EN EL PERÚ (TERCERA PARTE). • RELATOS. • POEMARIO. • CANCIONES: CHAMAMÉ. 3 LOS EFECTOS PSICOLÓGICOS DE LA PANDEMIA YACHAYWASI Artículo La situación de aislamiento social para prevenir contagios causa notables efectos psicológicos en las personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que es normal sentirse triste, estresado, confundido, asustado o enoja- do durante una crisis. Adrián Incollingo, Psicóloga recibida de la Universidad de Buenos Aires, en conversación con este medio menciona que “la situación de aislamiento, como primer efecto, va a dar algo que podríamos pensar como un agravamiento de cu- alquier tipo de afectación emocional o psicológica preexistente”. Es decir, si una persona ya venía con algún tipo de pro- blema emocional, con esta situación de crisis, lo más probable es que ese problema se agrave. En esta línea, Carolina Mansilla, licenciada en Psicología recibida de la UBA, explica que si bien aún no hay muchos estudios sobre qué sucederá a lar- go plazo en las subjetividades, lo primero que se puede llegar a experimentar son miedos y angustias. “El miedo lo experi- mentamos cuando sentimos que estamos bajo una amenaza o cuando no pensamos que tenemos los suficientes recursos para afrontar esa situación. Y eso nos genera, en el día a día, insomnio, pérdida de atención, dificultad para razonar, falta de aire al respirar, agobio”. Está claro que el aislamiento social afecta a cada persona de manera parti- cular, igualmente hay recomendaciones para hacer la situación más amena. En principio, entender que sentir algunos de estos estados es normal. Ingollingo agrega en este sentido que “hay que entender que sentirse mal, está bien. Habla de una subjetividad que está como conectada con lo que le pasa”. Otra sugerencia es evitar llenarse de actividades que luego no se puedan cumplir y elegir las que nos den satisfacción. Ante la gran desorganización de las estructuras que la pandemia generó, Man-silla recomienda “armarse rutinas que te permitan organizarte un poco, tener actividades, metas diarias que sean alcanzables”. Para evitar un “optimismo ciego” con falsas expectativas que no se pueden cumplir, es preferible optar por un “optimismo moderado” en el que cada uno haga lo mejor que pueda ante esta situación. Para Incollingo es fundamental mantener el contacto con un otro. “Un otro puede ser una persona, un discurso, una práctica, una institución, una ideología, una lectura. Un otro que te rescate de estos momentos que seguramente vamos a tener de desánimo, de cansancio. Lo que es importante es no quedarse ahí, que eso no se instale”. Tener presente que los recursos de salud están todos al servicio ante cualquier sufrimiento que se vuelva constante. En la misma línea, la OMS recomienda informarse sobre los hechos de manera precisa. Consultar fuentes oficiales de información, como una agencia de salud pública local o estatal. En esta línea, la Facultad de Psicología de la UBA sugiere limitar los momentos en los que se consumen noticias y hacerlo durante el mediodía y la tarde. Es decir, evitar hacerlo al levantarse y antes de acostarse. Magali Incollingo magaincollingo@.com 4 Por Patricia Maguna patomaguna@gmail.com YACHAYWASI Artículo Se cree que la música nace con el sonido de la voz humana, junto a otros sonidos que se logran con el golpeteo de las palmas, pies, dedos y otros más: Son los sonidos de la percusión corporal. Cabe destacar que la madre naturaleza existe desde antes que los seres humanos. Por lo cual, podríamos interpretar al agua, el viento, las piedras e incluso el canto de algunas aves, como sonidos musicales. Ya en un tiempo más cercano a nuestra realidad (siglo XX) se han hecho conocidos varios estudios científicos, que avalan los beneficios en cuanto a la salud corporal y emocional que produce el escuchar música. Desde tiempos inmemorables la música es utilizada con diversos fines, diversos significados. “Los efectos bene- ficiosos de la misma sobre la salud mental se han sabido por miles de años. Los filósofos antiguos desde Platón hasta Confucio y los descendientes del pueblo de Israel cantaban alabanzas y de esta manera usaban la música para calmar la tensión. Las bandas militares utilizan la música para desarrollar confianza y coraje. Los eventos deportivos proporcionan música para incitar el entusiasmo. Los niños en la escuela usan música para memorizar el abecedario. Los centros comerciales ponen música para atraer a los consumidores y mantenerlos en la tienda. Los dentistas ponen música para calmar a los pacientes nerviosos. En la actualidad se suman otros medios y estilos de gran variedad a la hora de escuchar música, y si esta es del agrado de cada individuo mejor aún. Situémonos en la variedad, desde lo clásico, a lo moderno, desde lo excéntrico, a lo ancestral y natural en sí, esos sonidos de la tierra que tanto conectan al ser humano con la naturaleza. Podría decirse que para descargar energías uno de los ritmos sugeridos a escuchar son en principio los de agrado de cada uno, como el rock and roll, el tango, la música folclórica como el carnavalito o la chacarera y por qué no también un chamamé. Para disminuir la ansiedad o un estado nervioso sería interesante escu- char música del estilo clásico, pop, bala- das. Y otro estado que uno ansía alcanzar es el del relajamiento: para el cual muchos escuchan música “relajante” que se com- pone de sonidos suaves, clásicos y con instrumentos autóctonos de culturas mile- narias. Como la música china, celta, nór- dica y la ancestral o llamada música de la tierra. El abanico de opciones es muy am- plio; difícilmente alguien pueda decir que no encuentra algún ritmo de su agrado. ¿Pero porque escuchar música? Está claro que la música interviene directamente en nuestro sistema nervioso, causando algún tipo de efecto positivo. Incluso se puede considerar que es sanadora, puesto que nos sirve para: ● Aliviar problemas relacionados con el estrés y la ansiedad. ● Mejorar la memoria. ● Soportar determinados dolores. ● Relajar la mente y el cuerpo. Personalmente la música china, celta y los sonidos naturales, son los que nos tran- sporta a un estado de armonía y tranqui- lidad, nos conectan con la tierra, eso nos llena de energía. Nunca falta en mi repro- ductor una lista de canciones con algún disco de Loreena McKennitt, recienteme- nte conocí a Nahualli Vintage ellos recrean sonidos de la tierra, un legado ancestral. Cada pueblo, cada cultura transmite su le- gado musical, contribuyendo a enriquecer y sanar a este mundo que tan enfermo está. LOS BENEFICIOS DE ESCUCHAR MÚSICA 5 . Escribir sobre el tema de la educación en el Perú es muy complejo, porque encuentras intereses no solo personales, sino también políticos,económicos, sociales, etc. Sin embargo, elegí este tema porque si queremos construir una sociedad más justa y luchar contra la corrupción que invade todos los estratos no solo en el Perú, sino en el mundo, primero debemos partir desde la formación de nuestros jóvenes. En esta tercera entrega me corresponde presentar el tema de las universidades, y con esto nos aproxima- mos a otras formas de lucrar con el dinero de los padres. Ya que algo es cierto, estudiar en el Perú es todo un negocio. Cuando tus hijos cursan el cuarto año de secundaria, comienzas a sentir que el tiempo pasa rápido, entonces de repente tus hijos ya están en quinto año. Por lo tanto, la cursada parece apresurado y no tienes tiempo para prepararlo para el ingreso a la universidad. Ya que en el Perú los alumnos se postulan a la universidad pública o privada a los 17 años. Por consiguiente, en estos últimos años tanto alumnos como padres son bombardeados con información de todas las academias preuniversitarias que no se cuentan ni por decenas ni por centenas sino por millares. Estas instituciones las podríamos dividir por categorías: tenemos aquellas relacio- nadas directamente con universidades pú- blicas, otras que están relacionadas con universidades privadas y otras que son independientes. Entonces, nace la pregu- nta ¿Por qué se da este fenómeno de las academias? Y la respuesta pasa por el so- lo hecho de que en el Perú (como en el Paraguay) existen cupos limitados para ingresar a las Universidades. Y esto nos lleva a que los postulantes que no ingre- saron tengan que ir a las academias a preparase por varios años. Por ejemplo, en la Universidad Mayor de San Marcos en los exámenes de ingreso realizados el 9 y 10 de marzo del 2019, postularon 24.940 personas para ocupar solo 4.768 vacan- tes. Este suceso es grave, porque si anali- zamos, 20.172 personas ya estaban predestinadas a no ingresar a la unive- rsidad. Es que este no solo es un negocio, sino también una manera para que la clase pobre y media baja del Perú no pueda in- gresar a los estudios superiores. Generán- dose así, una frustración dentro de la población joven peruana. Pero esto es intencional, ya que una población que no tiene la oportunidad de acceder a estudios universitarios no va a poder disputar sus derechos contra la clase hegemónica pe- ruana, que es una de la más racista y clasista de América del Sur, solo superada en su forma de desprecio por la clase hegemónica chilena. Es por eso que, a la pregunta sobre lo costoso de la educación peruana, la respuesta es sencilla, un país no educado es un país, subyugado. Otro caso que ayudará a contex- tualizar la situación, sucede cuando se termina el examen de admisión, y afuera de la universidad te esperan las academias LA EDUCACIÓN EN EL PERÚ (Tercera Parte) Por José Víctor Arévalo Pacheco arejap17@gmail.com YACHAYWASI Nota de opinión 6 YACHAYWASI Cultura que reparten sus volantes a los postu- lantes que terminaron de rendir. En algu- nos de los avisos se puede leer como estas instituciones garantizan que más del 50% de sus alumnos tiene el ingreso asegurado a la universidad. Existen, tam- bién academias que construyeron una su- puesta trayectoria y prestigio, que también te garantizan lo mismo, y es anecdótico porque un buen alumno, que los hay, ingresa a estudiar a estas academias. El jovencito ocupa el primer lugar al postu- larse, y la academia lo hace público en los principales medios de comunicación. Por consiguiente, el negocio es muy rentable, pues no es barato estudiar en una de estas academias, son verdaderamente caras. Entonces, en algunos casos los padres se ven obligados a pagar costosas cuotas mensuales de las academias, y en otros casos son los propios jóvenes que se ven obligados a pagarse la mensualidad de la academia. Por eso en el Perú existe una gran competencia por la creación de universi- dades privadas. Ya que muchas personas al no poder ingresar a estudiar a la univer- sidad pública, terminan estudiando en la universidad privada. No obstante, muchas de estas universidades en la actualidad están siendo señaladas por irregulari- dades debido a que se mantuvieron por favores políticos o por haber otorgado títu- los de Honoris causa y viajes a los funcio- narios que los apoyaron. I Visita de domingo Era un domingo soleado la mañana en que fui con mi hermana a la casa de una compañera de trabajo. La gran diferencia de edad que había entre nosotros hacía que me llevará de visita más como un hijo que como un hermano. Y yo, que era muy serio para mis diez años, escuchaba casi indefectible- mente la frase “parece un hombrecito”. No sabía cuán bueno podía resultar ser un hombrecito a los diez años, pero la frase recurrente hacía que todos sonrieran complacidos y se convertía en el pasaporte para continuar siendo el hombrecito que acompañaba a mi hermana en su raid por casas donde me convidaban galletitas y Coca-Cola. Ese domingo sería trascendente. Apenas salimos, mi hermana, como un atractivo más, me comentó que la casa de su amiga quedaba frente a la cancha de Banfield. Ella nunca imaginó la dimensión de esas palabras capaces de dibujarme una sonrisa durante todo el camino sin que el trayecto me generará cansancio alguno. Al dar vuelta a la última esquina divisé el estadio, la mole de cemento más grande que hasta ese momento había visto. La casa de la chica quedaba en una calle lateral que daba a la parte de atrás de la tribuna visitante. VEINTE SEGUNDOS CON MELÉNDEZ Víctor Belchior vbelchior@live.com.ar CUENTOS 7 YACHAYWASI Cultura Esa calle que la naturaleza había llenado de sol y unos años más tarde la ampliación de la tribuna dejó en sombras para siempre. La visita fue clásica, las mis- mas galletitas, la misma Coca, el mismo hombrecito, pero en la conversación surgió un comentario que marcaría mi historia. La mamá dijo: “Tremendo lío va a haber hoy que viene a jugar Boca”. Allí se ratificó que no era una ma- ñana más y vertiginosamente se iba dupli- cando la apuesta. Sólo quería irme de allí, llegar a casa y sumergirme en la épica tarea de convencer a papá para que me llevara a la cancha. Mi viejo contaba, como una anéc- dota alocada, que un día había ido a un partido, apenas llegó de Portugal, y la his- toria no hablaba de fútbol, sino de riesgos, de corridas, de miedo, por lo cual había sido su única experiencia y, si bien era sim- patizante de San Lorenzo, escuchaba los partidos como para darle un efecto sonoro a su siesta dominical. Al llegar a casa apelé, una a una, a todas las estrategias posibles: pedir, llorar, enojarme, no comer, buscar aliados y sin resultados volver a recorrer el espinel, una y otra vez, sacando siempre mis anzuelos vacíos. Sabía que él estaba en una difícil situación; mi perseverancia socavaba la decisión como un martillo neumático, repiqueteaba en la mente que por mome- ntos parecía estar por ceder, y luego volvía a endurecerse. De vez en cuando necesi- taba fortalecerse con alguna frase: “Justo Boca”, “yo no sé ni por dónde se entra”, “este chico”. Yo sabía que era una muestra de flaqueza, porque cuando callaba mi ruego taladraba su mente, hasta que tan perturbado no pudo más y concluyó en las palabras mágicas: “Bueno, vamos”. II Diez segundos con Meléndez (I) Fue la primera vez que quise volar; como siempre esas faenas llevan un tiempo que lo dejan a uno sobre la hora. Así que arrastré a papá por el camino recientemente desandado. Ya cerca del estadio descubrí una agitación inédita para mí: los vendedores ambulantes, la Policía, la gente parecía ir sumando una presiónque llegaba a su clímax en la puerta de la cancha. Asesorados por un portugués pai- sano de papá que encontramos en la es- quina, vendedor de maníes, alcanzamos previo forcejeo la ventanilla y sacamos las entradas. Ingresamos por la popular visi- tante; la puerta estaba a nivel del piso y como el partido había comenzado fueron vanos los intentos por subir los escalones. El griterío era infernal; todos saltando miraban el campo de juego. La inexpe- riencia de papá y mi diminuta altura nos hacían sentir en medio de una tormenta. A los empujones llegamos hasta el alam- brado; yo apenas sobrepasaba la pared de cemento que lo sostenía. Allí encontré un hueco, debajo de la axila de un señor, y me aferré a los rombos oxidados alcanzando a ver el césped. En ese momento sucedió algo inesperado. Yo no podía seguir el desarrollo del partido, no sabía ni dónde estaba la pelota hasta que la vi venir roda- ndo en mi dirección; salió al lateral y quedó perdida para la vista, pero recostada con- tra el otro lado de la pared a no más de quince centímetros de mis zapatillas Flecha. La secuencia que aquí relatare no duró más de diez segundos. La he repetido en mi mente miles de veces, tratando de separar cuadro por cuadro, extrayéndole cada detalle porque todos forman parte de este trascendental recuerdo. Vino a buscar 8 YACHAYWASI Cultura la pelota, para hacer el lateral, el peruano Meléndez. Se agachó frente a mí, tomó el balón que estaba delante de mis zapatillas Flecha y, al incorporarse, su cara oscura y transpirada pasó frente a mis ojos, y sus ojos hicieron contacto con los míos; ingre- sé en el circuito de su respiración, de su aliento, su perfume, y espontáneamente me saltaron las lágrimas. Durante ese período el estadio enmudeció, perdí el sentido auditivo. Estuvimos diez segundos, solos él y yo, mirándonos. Se alejó de mí, volvió el griterío, siguió el partido, el mundo conti- nuó girando como antes, como siempre. III El diamante negro Si bien ya conocía a Meléndez a través de las figuritas Crack —no a Rendo, que al ser la más difícil dejó un círculo vacío en mi álbum—, a partir de allí come- ncé a seguir su trayectoria, a interesarme en su paso por Centro Iqueño, Defensor Lima, KDT Internacional, Sport Boys, Defensor Arica, hasta que por su notable desempeño fue contratado por Boca Juniors en la temporada 68, y fue pieza fundamental en el centro de la defensa para la conquista de los torneos 69 y 70. Su magnífico arte de defender sin pegar desplegando elegancia y oficio, dignificó un puesto rudo y arrancó aplausos de la tribuna como cualquier gambeta de Rojitas. El sincronismo con Marzolini, el respaldo a Rogel, los relevos a Suñé hací- an de aquel gigante moreno garantía para la valla custodiada nada menos que por el Tano Roma. Recuerdo muy bien aquel fatídico partido por la Copa Libertadores con el Sporting Cristal, en el que sus colegas de Boca y sus hermanos peruanos entraron en una batalla campal, y él, como cuando uno invita a los compañeros de colegio a jugar con los amigos del barrio y se agarran a piñas, no sabía de qué lado estar y sólo intentaba calmar a los otros veintiunos. Mi vida continuó en este mundo que siguió girando luego de los diez segundos. Dejé de ser un hombrecito y me hice hombre. “El diamante negro”, luego de irse de Boca, volvió a Defensor Lima y fue convocado para la selección peruana que se consagró campeona de América en 1975. Brilló como siempre hasta terminar dignamente su carrera deportiva en Juan Aurich en 1977. IV El camino del Inca La actividad profesional me impulsó a viajar mucho por el mundo; distintos países, diversas ciudades, aviones, hote- les cinco estrellas e infinitas reuniones de negocios. Casi por casualidad hice escala en Lima y perdí la conexión a Buenos Aires, sin más alternativa que pasar la noche allí. Reservé desde el aeropuerto una comodidad en el Hotel Sheraton de Miraflores. Llegué con un transporte, me registré y subí al lujoso cuarto. Ni deshice la valija; sólo retiré con cuidado la ropa que me pondría y luego de la ducha bajé al lobby con la intención de cenar temprano y dormir, para poder embarcar en la primera conexión a Buenos Aires al día siguiente. Cuando dejé mi llave en la conserjería, percibí un clima enrarecido. Ingresaba mucha gente, cámaras de televisión, fotógrafos, periodistas, y antes de pregu- ntar al recepcionista vi en el nomenclador de salones el anuncio: “Homenaje a Julio Meléndez Calderón”. Casi sin proponérmelo, mis piernas me condujeron mezclado entre la gente 9 YACHAYWASI Cultura hasta el salón indicado. Si bien había varias barreras de seguridad, mi vesti- menta elegante y cara de extranjero me permitieron sortear los controles e ingresar al recinto. El salón ya estaba lleno; con esfuerzo pude encontrar una ubicación de privilegio junto a una columna perimetral. Mientras observaba a la concurrencia esta- lló un aplauso. Por el pasillo central, aco- sado por camarógrafos y flashes, ingresó el peruano Julio Meléndez. V Diez segundos con Meléndez (II) Su cabello encanecido y sus ante- ojos dorados no podían disimular el cami- nar elegante, el fino movimiento de sus manos y esa serena y respetuosa sonrisa. Se sentó en la mesa cabecera en medio de otros señores trajeados (seguramente au- toridades del fútbol), y tímidamente agra- deció los aplausos. Se apaga-ron las luces y en una pantalla gigante echó a rodar un video con imágenes de su trayectoria en los equipos locales, en Boca y en la sele- cción peruana; de a ratos surgían aplausos espontáneos. Luego del video le acercaron plaquetas de la Asociación Peruana de Fútbol y de la Asociación de Periodistas Deportivos, y leyeron telegramas de adhe- sión, entre los que se destacó uno firmado por el presidente de Boca Juniors. Al terminar las ofrendas comenzó una conferencia de prensa. Los periodistas lo indagaban y él, calmo y pausado, respo- ndía con su inconfundible acento, hasta que un reportero preguntó: “Julio, ¿qué nos puede decir de su paso por Boca?”. Meléndez respondió: “Fue quizá, junto a la selección, la mejor experiencia de mi vida deportiva. —Hizo una pausa—. En Boca, más allá de los títulos obtenidos, debo destacar la pasión y el cariño de la gente. Nunca olvidaré un acontecimiento que sintetiza el sentimiento del hincha de Boca. —Bebió un sorbo de agua y continuó—. En un partido que jugábamos en cancha de Banfield, fui a buscar una pelota al lateral, y allí, junto a la alambrada, había un chiquito que vi llorar al tenerme cerca. Hasta hoy llevo como recuerdo la imagen de esa carita y es quizás el más preciado premio que he ganado”. Fue la última pregunta que le hici- eron; se incorporó en medio de un aplauso cerrado y decenas de abrazos emocio- nados. De a poco se desprendió de ellos y comenzó a retirarse por el pasillo en el que yo estaba. La secuencia que voy a relatar aho- ra no duró más de diez segundos. Al pasar frente a mí, aminoró la marcha en forma casi imperceptible. Me miró a los ojos, sus ojos hicieron contacto con los míos; entré en el circuito de su respiración, de su alie- nto, su perfume y espontáneamente me saltaron las lágrimas. Durante ese período la sala enmudeció, perdí el sentido audi- tivo; estuvimos diez segundos, solos él y yo, mirándonos. Se alejó de mí, volvieron los aplau- sos, siguió su camino; el mundo continuó girando, como siempre, como antes. 10 YACHAYWASI Cultura Lo que recordaba Pablo en el suelo mientras evitaba dormirse, fue la gran compra que hizo en elsupermercado del pueblo donde fue la última vez que vio a todos sus conocidos y parientes compra- ndo mercadería para subsistir a la pandemia mortal. -Está en el aire y viene para La Pampa…- Oyó decir a una señora delante suyo en la fila, que le hablaba a su hija, ambas con barbijos blancos colocados. -Ya mató a cien mil personas…-Dijo un señor de barbijo negro colándose en la conversación. - ¡Otra vez lo mismo! ¡ Y encima con una tormenta! ¡ Es una locura! - Exclamó la hija de la mujer. -Dicen que en China están tirando químicos al aire desde aviones... para limpiar el virus. -Comentó otro muchacho, de otra fila cuyo barbijo tenía de relieve una sonrisa guasona. -Pero aún no se sabe nada. - Definió el señor. Se percibía una especie de contagio de emociones y expresiones… “en el aire”. A su vez el silencio volvió a ganar su espacio entre changuitos, no así en el sector de cajas donde murmuraban botellas y pitaba la máquina registradora. Él solo los observaba y los escuchaba. En el fondo los despreciaba, los miraba como inferiores y banales. No quería participar de ninguna charla. El barbijo azul le cubría casi hasta los ojos, casi invisibilizado e irreconocible. La fila iba avanzando lento. Para matar el tiempo miraba su chango lleno, trataba de pensar si le faltaba algo y de a rato miraba su celular, como quien se encuentra a la espera de un mensaje esperanzador. Luego recordó que, al vol- ver de la ciudad a su casa de campo, se había hecho de una gran provisión de comida para no tener que ir al pueblo. Pero al oír de la gran pandemia que se avecina- ba al país y que ya estaba haciendo estragos en Montevideo, decidió hacer una última compra general, más para aislarse de todo el mundo que es lo que él quería. En sus oídos sonaba Piazzolla, “Adiós nonino”, no se quitaba el auricular casi nunca, y menos en la calle. Recordó con detalles como trabajaban arduamente las cajeras por la cantidad de gente que salía con furia a comprar de manera des- medida. Recordó con humor los changos rebalsados a una altura absurda, con tal de no volver a salir. Contempló su salida del superme- rcado rápidamente. Todo le parecía absu- rdo, la gente necia, el gobierno mentiroso y los medios tóxicos. Había tenido un pico de stress por su separación, un ataque cardíaco en el trabajo y luego la licencia para recuperarse de tantas tristezas. Pen- só aprovechar ese tiempo que le dejaba el diario y quería terminar de escribir su novela, por lo que aprovechó su casa en el campo en La Pampa para huir de todo lo que perturbaba su vida. Lejos de todo lo que su psicólogo y médico le recomendaron, buscó en esas soledades de La Pampa recuperar su equilibrio emocional. Era mucha la bronca que le dio su separación y cambio de se- cción en su trabajo. Todo lo que comía, todas las actividades que hacía se blo- quearon en su corazón y no podía disfrutar de nada ¿qué camino le quedaba? La casa heredada del abuelo, don- de iba los fines de semana largos para escribir, creyó que sería el lugar ideal para recuperar su ánimo, su espíritu, su amor propio y su imaginación. EL ÚLTIMO Ezequiel Rositto rositto2015@gmail.com 10 YACHAYWASI Cultura Aprovechó para limpiar esa casa en medio de aquel campo que heredó de su abuelo, rodeada de un pequeño bosque- cito para activar el cuerpo y despejar la mente. Tenía muchos libros que apro- vechó a leer. Marcó en el almanaque cada día que pasaba. Escribió poemas, relatos, memorias, cuentos. Intentó escribir el último capítulo de su novela, paradójica- mente denominada “El último”, que llevaba abandonado hacía siete años desde que se había juntado con Cecilia, pero poster- gó su escritura para finales de la cuare- ntena. Si bien la soledad le fastidiaba sabía que debía superar ese dolor, ese duelo. No quería tomar pastillas así que hizo muchos trabajos en aquel rancho viejo. Conformó una huerta, hizo un sótano tipo bunker cerca de la casita y reparó su techo con barro. Dos semanas después de llegar, pudo presenciar la famosa tormenta tan temida y que desparramaba el tóxico ase- sino. Se quedó tranquilo mirando aquel fenómeno natural. Le daba todo lo mismo, no tenía miedo. ¿Era por valor o por resignación a la vida? Si bien no quiso matarse, nunca temió a la muerte. Diviso el color azul de las nubes y sabía que tenía las características de la nube tóxica. Le pareció maravilloso ser testigo de ese acontecimiento y espero. Sacó fotos y gra- bó algunos videos, una costumbre social urbana de grabarlo y registrarlo to- do. Agarró algunas frazadas, bolsos con comida, bidones de agua y se encerró en ese sótano bunker que había construido. El ruido que asoló la superficie destruyó su casa, el bosque, removió la tierra e inevitablemente se infiltró. Parte de ese aire dentro ya se encontraba en su sótano. Era fuerte el tóxico y el hedor. Las puertas de chapa no contenían el aire contaminado que ingresaba. Tragó agua para no sufrir de aquel sabor agrio que le sabía el aire y se tomó las pastillas para dormir todas juntas para no morir con ese gusto horrible y mortal que perforaba sus pulmones. -¡¡¡ No quiero morir así!!!… ¡¡¡ No quiero morir así!!!…¡¡¡mamá… Cecilia… Cecilia!!! - Decía con lágrimas y deses- peración cayendo al suelo boca abajo, tirando la mesita y todas sus hojas y libros al suelo- ¡Qué muerte más horrible! - Murmuró llorando débil en el suelo. Mientras se iba muriendo por el tóxico mortal, pensó para sí, que aquel último capítulo que nunca había escrito para su novela lo estaba escribiendo con su cuerpo y mente, en su propia vida, en ese mismo momento… -Dios es un escritor muy cruel- dijo, y sonrió por última vez. 11 YACHAYWASI Cultura Exposición de almas en la ciudad. Los estantes vacíos abundan y las jaulas de vidrio se empañan por el calor que les falta en su interior. La atracción principal: cuerpos. Cuelgan del techo esos antiguos envases de lo que ya se fue. Cuelgan del techo esos ojos fríos, testigos de un fuego que vio nacer a los partícipes ausentes del mañana. El público ciego, para ver lo invisible... hoy. Abrí los ojos y estaba en mi casa, un a calurosa mañana de verano. Todo parecía ideal, mi madre estaba matando el tiempo y mi padre andaba por ahí, donde no podía verlo. Hambriento, decidí ir a buscar alimento a la casa de enfrente, en donde vivían mis abuelos, muertos hace tiempo. Todo parecía normal, entré a la casa, la puerta estaba abierta, fui hasta el cuarto de la cocina y abrí una heladera en busca de algo de comer. Encontré leche, no era mucho, pero iba a bastar para saciar mi hambre matutina. Cerré la puerta de la heladera y escuché un ruido, muy extraño, proviniendo de otro cuarto. Seguí mi oído buscando la fuente de tan extraño sonido y cuando la vi, quedé petrificado: Ratas. Enormes, grises, peludas y alborotadas por mi presencia. Sin dudarlo volví a mi casa corriendo para avisarle a mi madre que unas horribles ratas habían invadido la antigua casa de mis abuelos. La respuesta que recibí de ella: "¡Que clima horrible! La humedad las debe haber traído. No van a tardar en venir hacia acá..." Aunque no le encontré mucha lógica a lo que dijo ella, pensar no era una opción, debía protegerme de esas malditas, así que corrí hacia mi cuarto y me encerré. Aún con el insoportable calor de la mañana, nada iba a hacer que unas horribles ratas se acerquen a mi... o eso pensé. No tardé mucho en escuchar un leve sonido proveniente de mi pequeño armario en mi habitación, acompañado de una brisa, tenue pero intensa, bien de verano. De repente me di cuenta, un agujero en el techo a una esquina dentro de mi armario, las había dejado entrar. Las malditas ratas se amontonabanpara entrar por el agujero en el techo de mi habitación, se apretaban, se golpeaban, revoloteando sin cesar, produciendo esos sonidos horribles, cada vez más agudos, cada vez más cercanos. Me quedé petrificado en el centro de mi cuarto, mirando como la puerta de mi armario se abría lentamente a causa de la brisa. No podía ver a las ratas, pero las escuchaba, las imaginaba. Ahí me quedé, parado y sin poderme mover, en el centro de mi cuarto, consciente, de que estaba encerrado y.… de que el calor no iba a parar. LA EXPOSICIÓN Matías Mansilla Ig:@matiasmansillaliteratura Matías Mansilla Ig:@matiasmansillaliteratura HUMEDAD RELATOS 12 Denise Acosta deniseacosta0@gmail.com Denise Acosta deniseacosta0@gmail.com Denise Acosta deniseacosta0@gmail.com YACHAYWASI Cultura Quédate conmigo cuando mi rostro empiece a ceder. Cuando mis manos empiecen a temblar. Quédate cuando apenas, te pueda recordar. Quédate conmigo, aunque te trate como a un animal. Quédate conmigo, aunque te odie y te ame a la vez. Quédate conmigo, aunque te desprecie después de buscarte. Quédate, aunque no te lo quiera pedir. Cuando mi tristeza se convierta en enojo, y mi enojo en témpano. Quédate conmigo aún más cuando ni yo quiera quedarme conmigo. Quédate conmigo, porque es cuando más lo necesito. La búsqueda que no sacia el hambre de encontrar, el amor olvidado y sesgado, de un padre al que poco le importó el desafortunado destino de sus pequeños en un mundo muy feroz. Y la cálida sonrisa de una madre que luchó por cubrir con su amor el calor que latía en cada interior. A su suerte, a su bendición, dich- osos los que sufren pues serán consolados. Entonces los huérfanos son adopta-dos por el Padre de los olvidados. Para que las ganas de gritar se vuelvan palabras. Para que los silencios implosivos tomen cuerpos expresivos. Dejando de palpitar los dolores que cesan entre suspiros descargadores. Así surgió, desde las profundidades, el grito del mudo en la tierra. Se desató el nudo de su garganta, la enredada lengua que le impedía el habla. Y gritó que era libre, y se alegró, no por poder hablar; sino por poder ser escuchado. LA ALIANZA EL RITUAL DESAHOGO POEMARIO LOS HUERFANOS 13 Leonardo Barreto barretoleonardo621@gmail.com EL PASO DEL TIEMPO MBORAYJHU ASY (DOLOR DE AMOR) YACHAYWASI Cultura Tienes un nuevo amor y ya no tienes interés en este nuestro. Amor, daría la vida si tú me lo pidieras. El amor que hubo entre nosotros es recuerdo, es sólo un sueño, si eso un sueño de amor imposible e irreal, un amor que ya sólo está en mí, ya no está en ti. Como puedes hablar así, si yo te di todo de mí, por ese amor te di mis sueños e ilusiones mi alma, mi ser y mis penas mi existir, mi vida y mi cielo. Estoy pagando con creces este amor que siento lo forjé en mi corazón para ti. Por eso hoy la burla y la ironía del olvido mi destino, la vanidad y el egoísmo. De tu amor será mi castigo la pena y la realidad de mi vida. Ve con tu nuevo amor, no voy a detener tu galope. Ni pedir que te quedes, ni pedir que te vayas porque tú no mereces mi tristeza, mi dolor, ni mi llanto, sólo, mereces mi olvido. El paso de los años me ha envejecido el rostro, ya no hay del amor en mis ojos o en mi corazón. Las noches con sus sombras y desoladas madrugadas sólo han dejado en mi vida tanta tristeza y tanto dolor hoy vuelvo al hogar del cual me aleje un día. Pondré los malos recuerdos en manos del olvido. Fui orgulloso, caprichoso, egoísta, con el amo. Y por ello caí en los brazos de un amor mezquino, falso y aventurero. Y me perdí en el camino de mi triste destino, el de vivir sin tu amor. Dios ayúdanos con este dilema con esa duda que llevamos en el alma y el corazón. Ha llegado a nuestra vida un ángel en busca del amor le abrimos las puertas del alma y del corazón. Cegados por su amor como hacer para no amarla. Si con una mirada suya embriaga al alma, paz da y al corazón todo le hechiza. Dios ayúdame con este dilema, como hago para amarla y no lastimar la pureza de su alma La inocencia de su corazón. UN NUEVO AMOR Leonardo Barreto barretoleonardo621@gmail.com CÓMO AMARLA Leonardo Barreto barretoleonardo621@gmail.com 14 CHAMAMÉ PARA EL CANTOR DE MI PUEBLO Letra: Baltazar (Toy) Duarte baltazarduarte008@gmail.com Música: Santiago (Chinchu) Delgado santiago@yahoo.com.ar YACHAYWASI Cultura I Con el alma, entre sollozo, y el corazón, entristecido, estos versos, me inspiraron, los ceibales florecidos, guitarrero y trovador, cantorazo, de alto vuelo, proclamado por las gentes, como el cantor de su pueblo. II Este es mi humilde homenaje, lito Suárez serenatero, voy pulsando, tus cordajes, torocuaceño, chamamecero. Glosas De niño yo te escuchaba, bien alto y en primera, cómo implorando, un amor, cómo espantando a las penas, el dúo acompañado fraseando junto parejo, con tu compañero Juan, noble pecho de jilguero. III Fuiste un hijo, creyente, que cantaba, a tu suelo, y a la Virgen, inmaculada, la patrona de tu pueblo, y también a los parajes, al amor con devoción, a los paisajes, tan bellos, de tu amado, Concepción. Glosas Te buscará Concepción, en esas noches, bohemios, y el vino de los amigos, será tu voz de trovero, chango, Lito del trino, lito cantor de mí pueblo, sin querer, nos enseñaste, amar al canto, que es nuestro. (Fin) I Colmillo blanco, fiel compañero, noble amigo y gran guardián, cuál niño fuiste, en mí hogar, que derrochaba, ternura y paz, tus travesuras y tus corridas, daba alegría y felicidad, risas y lágrimas, hoy me embarga, al recordarte, en mi soledad. II Por capricho, del destino, de mi pueblo, me aleje, con el alma, dolorida, a mí perro, abandoné, triste lloro, sin consuelo, su partida al más, allá, llevo abierta, una herida, que ni el tiempo, a de curar. III Paso las noches, mirando al cielo, una por una, a las estrellas, querido hermano, mi gran anhelo. Es encontrarte, en unas de ellas, te digo amigo, "Colmillo Blanco", presiento a veces, que eres el lucero, que resplandece, en el cielo santo, y el que ilumina, hoy mi sendero. (Fin) COLMILLO BLANCO, MÍ PERRO Letra: Baltazar (Toy) Duarte baltazarduarte008@gmail.com Música: Santiago (Chinchu) Delgado santiago@yahoo.com.ar mailto:baltazarduarte008@gmail.com mailto:baltazarduarte008@gmail.com
Compartir