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CARACTERISTICAS DEL ARTE DE JAPON 
Después de un largo período de contacto íntimo con el arte japo- 
nés, puede asegurarse que los principios esenciales de su estética 
están basados en un sentido de interioridad. Hay expresiones del 
arte de Japón en las que predomina la tendencia exterior: la ma- 
yor parte de la pintura de "Ukiyo-e", objetos ultradecorados de 
algunas escuelas de cerámica, etc ... No creo que esto sea lo más 
típico del arte japonés, a pesar de ser lo más conocido fuera de Ja- 
pjn. La vertiente interior de la estética de Japón es su característica 
más determinante. Una frase de Suzuki Daisetsu, uno de los pen- 
sadores más representativos del Japón moderno, puede ser ilumi- 
nativa: "La belleza no está en la forma, sino en el significado que 
ella encierra". Así puede quedar determinado un principio esencial 
del arte de Japón. 
Esta tendencia hacia lo interior está expresada en tres términos 
intraducibles, que han llegado a ser la c!ave estética japonesa: 
"Sabi", "Wabi" y "Shibumi". Los tres conceptos están íntimamente 
ligados entre sí, y no puede entenderse perfectamente uno sin la 
apreciación de los otros. Es interesante ver que un europeo del si- 
glo XVII, el P. Juan Rodríguez Tsuzu, S. J., nos da ya una definición 
descriptiva de estos tres conceptos. Este padre nació en Sernan- 
celhe (Lamego) hacia 1561, y llegó a Japón en 1576, donde ingresó 
en la Compaiíía de Jesús en 1580. F'ué procurador-ecónomo de la 
misión japonesa de 1591 a 1626. Trasladado a Macao en 1614, falleció 
en esta ciudad en 1633, después de publicar allí sus famosas "Artes 
da lingua japoa", dirigir el "Vocabulario" y dejar incompleta la 
"Historia da Igreja do Japao". El libro 1 y 11 de esta Historia se han 
publicado en Macao en 1954 y 1956 respectivamente. En esta obra 
dedica Rodríguez la primera y segunda partes a la historia, filosofía, 
religión, arquitectura, costumbres de Japón. El capítulo segundo 
de libro 11 se titula así: "De algunas artes mecánicas de Japón y 
primero de sus pinturas" *. Entre otras cosas, escribe Rodríguez 
lo siguiente: "Finalmente en dichas pinturas además de imitar lo 
(*) Sigo en la presentación de Rodriguez Tsuni, S . J., a la traducción publicada 
por el Prof. J. L. Alvarez-Taladriz en su estudio del arte japonés según los escritos 
del jesuíta portugués: "La pintura japonesa vista por un europeo a principios del 
siglo XVII", Universidad de Lenguas Extranjeras, Osaka. 1953. 
18 FERNANDO G. GUT~ERREZ 
natural, no gustan de multitud o confusión de cosas, mas de pocas 
proporcionadas entre si y solitarias". 
Esta visión intuitiva del arte japones tenida por un europeo 
a principios de1 siglo XVii, nos abre a un mundo de sugerencias 
inapreciables. La mirada crítica de Rodríguez Tsuzu coincide, en 
sus líneas fundamentales, con la mayoría de los críticos japoneses 
contemporáneos. Todas las definiciones descriptivas del arte japo- 
nés destacan estas tres notas características de "Sabi", "Wabi" y 
"Shibumi". 
"Sabi", en su sentido etimológico, encierra la idea de soledad, 
apartamiento. Penetrando por el concepto fundamental de la filo- 
sofía del Zen de la tendencia hacia un desligamiento del mundo 
de los fenómenos hasta conseguir un estado total de vaciedad, se 
llega a captar el concepto de "Sabi", en esa carencia absoluta de 
distinciones entre sujeto y objeto. Hay que' dar un paso más allá 
de la belleza sensible, hasta hacer nuestro ese sentimiento inefable 
que existe en medio de la soledad. De este modo, apartándose del 
mundo de las bellezas formales, se consigue un contacto con la be- 
lieza esencial hallada en el centro del "Sabi". Este tránsito del mun- 
do de las formas al de los conceptos no significa un abandono metó- 
dico de todo hasta empobrecer las representaciones artísticas. 
Precisamente en medio de esa "desolación", de ese mundo del "Sabi", 
se encontrarán ennoblecidas, enriquecidas de múltiples facetas, to- 
das aquellas formas a las que renunciamos. 
Este es el origen de la fuerza sugestiva tan grande del arte japo- 
nés y uno de los valores principales obtenido de la filosofía del Zen: 
en Occidente "se sugiere" con unos elementos que evocan natural 
o psicológicamente otros nuevos; en el arte japonés se sugiere con 
el sentido de ausencia que emana naturalmente del "Sabi". Un ejem- 
plo tomado de la literatura aclara este concepto. Es un "haiku". 
o pequeño poema, de Bash6 (1643-1694) : 
"Sobre la rama seca 
está posado un cuervo: 
tarde de otoño". 
Dos trazos descriptivos que delimitan el concepto de "Sabi", abren 
a un mundo de sugerencias. Este es también el método artístico de 
todo el arte del "Sumi-e", o pintura de tinta china. El pincel no 
dibuja más que unos trazos de tinta. que por sí mismos nos intro- 
ducen en un mundo de desolación y apartamiento. Allí hay caren- 
cia de todo: de color, de planos de visión, de detalles determinados. 
Bastan dos trazos que enmarquen el vacío, el "Sabi". Una vez su- 
mergidos allí, lo descubrimos todo. La introducción de este valor 
del "Sabi" en pintura, lo debe el arte japonés a los Maestros chinos 
del Período Sung del Sur (1127-1279). Y, más profundamente, a la 
CARACPERISTICAS DEL ARTE DE JAPON 19 
infiuencia de la ideología del Zen, que penetró de un modo que iba 
a ser definitivo en todas las vertientes de la cultura japonesa. Este 
elemento se hace así tan característico del arte de Japón, que los 
pintores del Período de Muromachi (1333-1573) lo tienen ya perfec- 
tamente asimilado y lo convierten en un valor típicamente japonés. 
La razón de esta rápida asimilación está en que el elemento "Sabi" 
estaba ya en la constitución misma del alma japonesa, y la infiuen- 
cia venida de China sólo aceleró un fenómeno estético. 
Un concepto íntimamente relacionado con el anterior es el de 
"Wabi". Casi diría que es una consecuencia, o quizás mejor, que es 
un nuevo aspecto del mismo concepto. "Sabi" dice relación más 
estrecha con el individuo, y "Wabi" con el estado de vida. De todos 
modos, son conceptos complementarios. Etimológicamente, "Wabi" 
significa pobreza, carencia de bienes aparentes, simplicidad. A este 
significado original de la palabra, va unida la idea de "gozo indecible 
en la simplicidad", que determina el concepto de "Wabi" según se 
aplica a la estética japonesa. Ahondando un poco más en este con- 
cepto, descubrimos una tendencia a despojar de lo ficticio a la be- 
lleza que se encierra detrás de todo. Así conseguimos un contacto 
directo con la belleza esencial, que en sus últimos elementos coin- 
cide con la vida. Por tanto, "Wabi" significa sinceridad consigo mis- 
mo. 
El Zen trajo también este modo de pensar y actuar, en busca de 
un ideal que transciende las realidades visibles, y donde el espíritu 
puede descansar. Se trata de un despojo total de todo, absoluta- 
mente todo, para alcanzar esa gran pobreza interior y exterior que 
va a quitar los estorbos que impiden la unificación con la Natura- 
leza Universal. El concepto "Wabi", aplicado a la vida, es la reali- 
zación de ese ideal. La simplicidad de las cosas de fuera, llevará 
indudablemente a la ausencia interior de todo lo que distraiga de 
este fin. Este concepto general del "Wabi" aplicado al arte, ha llegado 
a ser una de las características fundamentales de la estética japo- 
nesa. Una simplicidad esencial, buscada y hallada en los leves trazos 
del pincel y en la línea fácil de la arquiteztura, en el diseño sencillo 
de las mejores piezas de cerámica, y en tantas otras expresiones 
del arte japonés. Cuando se logra expresar lo bello con la máxima 
economía de recursos materiales, parece que se deja el paso más 
libre a la belleza espiritual. La forma exterior es sólo un vehículo 
para transmitir esa belleza. Por tanto, cuanto más leve sea este 
medio, más pura aparecerá aquélla. 
El arte japonés ha intuido profundamente este principio, y por 
medio del "Wabi" ha logrado acercarse más directamente al meollo 
fundamental de lo bello. Una casa de te, hecha de los materiales 
máshumildes y con la máxima economía de líneas arquitectónicas. 
es una de las expresiones más puras del arte japonés. Allí se ha 
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logrado evitar todo elemento ornamental que distraiga: ni una 
piedra sobra de las que conducen a la casa, ni un listón de madera 
de los que delimitan los planos de las paredes, ni un arbol de los 
que rodean la casa. La misma situación de la casa de té es una ex- 
presión de "Wabi": nunca está en un paisaje despejado, sino es- 
condida entre árboles, emergiendo entre arbustos, que le dan un 
aspecto místico. Todo conduce a la expresión adecuada de la belleza 
esencial. Lo opuesto a este estilo estético del "Wabi" sería un estilo 
barroco: en toda !a historia del arte japonés ha habido muy pocas 
expresiones de Barroquismo, y éstas se han debido a influencias 
extrañas que han perdurado poco. 
Sen-no-Rikyü, un esteta de los últimos años del Período de 
Muromachi (1333-1573), tenía como ideal artístico "crear belleza 
procurando evitarla". En las reglas que da para el "Arte del té" 
aparece clara esta tendencia. Al describir cómo debe ser la pequeña 
cucharilla que sirve para tomar el té del recipiente en que se con- 
tiene, dice: "Debe hacerse de forma que no llegue a parecer bella"; 
y al hablar del recipiente cilíndrico del té, "debe procurarse que su 
forma sea lo más ruda posible, dejando el fondo sin terminar ni 
pulimentar". Esta tendencia a lo incompleto, a lo imperfecto, nos 
lleva al tercer concepto esencial del arte japonés: el "Shibumi", 
o "Shibui" en su forma adjetivada más conocida. "Shibui" signi- 
fica áspero, y de un modo más general, rudo, inacabado. Quizas 
sea éste el término más típico del arte japonos, que en cierto modo 
encierra los otros dos ya analizados. Es una característica difícil de 
captar por el Occidente, y hacen falta años de contacto íntimo con 
el arte de Japón para llegar a penetrar en todos los valores estéticos 
que encierra. Recientemente el arte universal esta dando carta de 
ciudadanfa a valores estéticos desconocidos hasta ahora en sus cain- 
pos, que se acercan más al concepto de "Shibui". Pero no hay que 
olvidar que éste es un valor estético altamente apreciado en Japón 
desde hace muchos siglos. 
Las características de este concepto son: una belleza cercana, 
a la mano; una belleza nacida de las cosas que tratamos cada día, 
que nos son familiares. El término "Shibui" expresa una forma 
estética muy concreta, no situada en la lejanía de una belleza ina- 
sequible. Es una belleza a la que es fácil el acceso, porque no hay 
formas aparentes e inútiles que nos la impidan. Este es el punto 
de tangencia del concepto de "Shibui" con la vida, ya que el arte 
entendido de este modo no es más que una representación cercana 
de lo vital. 
Creo que el concepto de "Shibui" está realizado como en ninguna 
otra parte en el arte de la cerámica japonesa. P ésta es precisamente 
una de las aportaciones más importantes de Japdn al arte univer- 
sal. Las influencias innegables de Korea y China en la cerámica de 
CARACTERISTICAS DEL ARTE DE JAPON 21 
Japón desaparecen ante este nuevo concepto de "Shibui". Incluso 
dentro de las distintas escuelas de la cerámica japonesa, no todas 
conservan este signo distintivo. Hay estilos más asequibles al gusto 
occidental; la razón última puede ser que en ellos hay una ausencia 
casi completa de "Shibui". Pero aquella otra cerámica más típica 
de Japón es el ejemplo más expresivo de este concepto. En las 
"chawan" (tazas de té) de la escuela Shino, por ejemplo, no puede 
adivinarse una forma cilíndrica perfecta, ni triangular ni cuadrada; 
es algo intermedio, casi deforme, sin ninguna pretensión en abso- 
luto de hacer belleza. Los bordes desiguales, a medio acabar; el 
color es también a veces indefinido. Sin embargo, en todo esto res- 
plandece una belleza íntima, inigualable. Allí hay vida, verdadera 
expresión de la naturaleza viviente, que convierte a la taza en un 
trozo de nosotros mismos. Esta es la belleza esencial que el arte 
japonés pretende expresar, y que tan magistralmente lo ha logrado 
por medio del estilo "Shibui". 
Una vez más la influencia del Zen está patente en esta norma 
estética. Por un lado, la falta de decoración exterior para evitar 
toda huída de la belleza interior, es un principio fundamental de 
la ideologia del Zen que propugna una gran atención a lo interior. 
Por otro lado, estas representaciones sencillas de la belleza, tan 
naturales, nos acercan más a la interioridad de la naturaleza y nos 
allanan el camino hacia una total identificación con ella, que es el 
fin que persigue el Zen. 
Junto a esta vertiente de simplicidad estética, marcada por !a 
influencia de la filosofía del Zen en el arte de Japón, hay otras obras 
que emergen aisla,das o siguiendo una necesidad temporal, religiosa 
o local. Aun estas mismas manifestaciones del arte en Japón tienen 
una huella más o menos lejana de estas normas de simplicidad 
estética, tan arraigada en el temperamento japonés. Por eso, parece 
increíble que el P. Juan Rodríguez Tsuzu tuviese ya en el siglo XVII 
una mirada crítica tan penetrante al hablar de la pintura japonesa: 
"En dichas pinturas, además de imitar lo natural, no gustan de 
multitud o confusión de cosas, mas de pocas proporcionadas entre 
sí y solitarias". Después de tres siglos, nosotros no podemos dar 
una definición descriptiva más adecuada del arte de Japón. 
Tokyo FERNANDO G. GUTIÉRREZ

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